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Sección Primera:
Teoría de estratos 39
Ecce Matrix 80
Mimesis 127
Poiesis 141
Apate 161
Catarsis 179
Conclusiones 232....
Introducción para mi santa madre
Jim Morrison
Bueno, para empezar me gustaría explicarte por qué he escrito un segundo libro de Estética Modal.
Las segundas partes no suelen tener buena fama y exigir a parientes y amigos que lean un segundo
El caso es que este segundo libro es imprescindible porque sin él quedaría cojo todo el pensamiento
Y para que se dé una relación, cualquier relación, hacen falta al menos dos tipos de elementos: “lo
Suena un poco a galíomatias pero enseguida verás que no lo es. Es fundamental diferenciar entre
Para explicarlo digamos que nos disponemos a establecer una relación y que se nos ocurre hacerlo a
través de una boda. No es muy original ni da muchas garantías, pero nos valdrá como ejemplo
porque en toda boda que se precie se deja ver bien la diferencia entre “el que relaciona” y “lo
1 Esto que algunos matemáticos como Kaehr llaman la “relación proemial” nos va a dar mucho juego y desde luego
nos va a ayudar a replantear algunos problemas que durante largos años han mantenido cautivo y desarmado al
pensamiento estético. Su misma relevancia nos obliga a dejarlo así, apenas apuntado, y a prometer que volveremos
sobre esto mismo cuando vayamos introduciendo las otras piezas del puzzle modal. Yo sólo aviso de que la cosa tiene
miga de la buena.
relacionado”.
El primer elemento, “el que relaciona”, puede ser tu sobrino Alberto que para eso es cura, o puede
ser el alcalde o incluso un notario, una figura, en todo caso, que tras los pases de manos oportunos
Ahora bien el que relaciona poco puede hacer si no aparece “lo relacionado”, que en este ejemplo
tan tachín tachín, tachín tachán serán obviamente los novios y por extensión las familias de ambos
Como es obvio, ambos elementos -”el que relaciona” y “lo relacionado”- hacen falta si es que ha de
haber boda o libros como este porque son justo estos dos componentes los que aparecen en cada
uno de los dos libros de Estetica Modal. Así dedicamos el Libro primero a exponer “lo que
Pero claro no nos podíamos quedar ahí. Hacía falta que apareciera “lo relacionado” que aquí en vez
de novios, familias y demás serán los estratos, las categorías y los valores, es decir los tres tipos de
cosas con las que -queramos o no- nos las tenemos que ver cada vez que algo nos emociona
estéticamente.
Entonces, los cuatro modos esos ¿son los que hacen de cura-notario? ¿Y hacen falta cuatro? ¿Y no
Pues no, y te explico por qué. Supongamos que de entrada tuviéramos un cura al que llamaremos
cura simbólico... Pues bien, si somos fieles a la forma de pensar de los taoistas o de los antiguos
griegos que también eran un poco chinos, si aceptamos que haya un cura simbólico vamos a tener
Para los primeros filósofos griegos lo simbólico y lo diabólico eran dos términos que siendo
contrarios funcionaban juntos. En griego clásico se llama símbolico al principio que hace que una
pieza cuadre con otra pieza, produciendo una forma de reconocimiento, como sucedería con un
anillo partido en dos mitades y entregado a diferentes personas: si tras años de separación estas dos
personas se encuentran y juntan sus mitades del anillo... y coinciden, entonces eso será lo que los
signi fica lanzar algo al centro para hacerlo con fluir, como haríamos con las mitades de ese anillo.
Lo simbólico entonces, originalmente, tiene que ver con la coherencia, con la construcción de un
orden, una simetría o una proporción en la que nos reconocemos. Esa es la función del primer cura,
implicadas.
Pero sólo con ese cura no haríamos nada digno de mención. Es por eso que en nuestra ceremonia de
bodas el cura simbólico aparecerá siempre acompañado del otro cura, el diabólico.
Y es que, por su parte, lo diabólico deriva de la raíz verbal dia-ballein, que signí fica lanzar algo en
diferentes direcciones. Así mientras el cura simbólico se esforzaba por aquietar y centrar la relación,
el cura diabólico sugerirá lineas de fuga, exploraciones y derivas que, sin lugar a dudas, van a ser
Esto tiene su miga porque nos permite pensar que toda relación, al menos en Estética, se
caracterizará por poner de mani fiesto tanto una forma de con fluir como una forma de divergir.
Y es que justo eso: formas de con fluir y divergir es lo que nos enseñaban, en el primer libro, los
modos de la necesidad y la posibilidad, que como los curas de esta historia tendrán cada cual su
Pero ojo, porque ahora que en vez de un cura tenemos dos, va a ser preciso que pasemos de dos a
cuatro. Nos faltan dos, y esos dos van a ser los modos negativos: la contingencia y la imposibilidad.
Resulta que nuestros dos curas, el simbólico y el diabólico, no contentos con llevarse la contraria
entre sí, han decidido acudir a la boda acompañados de dos ateos, dos amigos que resultan ser
divergencia.
Así mientras que el cura simbólico, bajo el modo de la necesidad, intenta cohesionar y hacer más
señalar todas aquellas cosas que directamente no aportan nada a esa coherencia, que están ahí, que
son parte de la vida misma de esa relación pero que de finitivamente no vienen a reforzar coherencia
alguna.
Por supuesto esto hace que el cura diabólico se frote las manos, como sólo los curas diabólicos son
capaces de hacerlo, y refuerce -desde el modo de la posibilidad- su apuesta por la variación y la
Eso sí, cuando más lanzado se encuentra con su sermón sobre la diferencia, aparece su amigo el
ateo, que bajo el modo de la imposibilidad le recuerda no sólo lo cansino y lo estéril de tanta
novedad, sino también lo irrealizable de muchas de sus propuestas que inevitablemente han de
Pues bien, ese grupo de curas y ateos forma el equipo de “los que relacionan” y mal que bien su
Así las cosas, si este segundo libro puede justi ficarse es porque en él nos ocuparemos del otro
elemento que no puede faltar en la ceremonia, nos ocuparemos de “lo relacionado”, de los novios y
sus familias. Pero claro, como ya te imaginarás no van a ser unos novios al uso.
De hecho en vez de novios hablaremos -como te he dicho- de los estratos con los que se compone la
realidad y también -cómo no- las obras de arte y las experiencias estéticas. Serán los estratos de lo
Y claro, estos “novios” no van a venir en pareja y cogidos de la manito, sino que se van a presentar
cualquiera de las combinaciones imaginables. Habrá trios, intercambios de pareja y todo tipo de
Y no solamente entrarán en la relación las diferentes combinaciones de los cuatro estratos:... sino
que también lo harán las categorías como las de timbre, ritmo, melodía y armonía o las de la
emocionante y lo sublime.
Todos estos novios, amigos, familia, invitados y fisgones entrarán y serán puestos en relación por
nuestros curas y ateos, los simbólicos y los diabólicos. Serán ellos con sus tendencias a la
coherencia y a la variación los que vincularán unos estratos con otros, unas categorías o unos
valores con otros, dándoles y quitándoles protagonismo en todo el proceso de una “boda” que
durará tanto tiempo como el que se precise para explorar, decantar y volver a explorar un
relación es una de las cosas que, para bien o para mal, diferencia este libro .
Así que aunque más no sea para que puedas colocar lo que yo hago en esa perspectiva te contaré
algo acerca de esos otros autores con los que de alguna forma me tengo que enfrentar puesto que al
cabo entendemos todo esto del arte y la sensibilidad de manera muy muy diferente.
Ulises y la tostadora.
Noel Carroll es uno de los grandes profesores de Estética norteamericanos y según parece vive un
tanto agobiado por no ser capaz de diferenciar entre el Ulises, la novela de Joyce y su tostadora, la
de Carroll. Suponemos que semejante inquietud no se deberá a que una buena mañana le haya dado
por intenta tostar el pan del desayuno entre las páginas de Joyce o a que se haya llevado la tostadora
Pero el caso es que él mismo pone ese ejemplo porque lo que le preocupa -aunque en su vida
cotidiana lo tenga perfectamente claro- es ser capaz de de finir qué cosa puede ser una obra de arte,
sobre todo en el contexto del arte contemporáneo en el que, como sabes, no sería tan extraño que a
alguien le diera por defender que su tostadora es una obra de arte dotada de tanta o más enjundia
Sea como sea, el caso es que Carroll se agobia porque, a diferencia de lo que pasaba antaño, ahora
hay algunas tostadoras que son obras de arte y hay algunos libros -eso ha pasado siempre- que no lo
son.
Es por eso que entiende el profesor que es fundamental generar algún procedimiento que nos
permita identi ficar fácilmente lo que es arte y diferenciarlo de lo que no lo es. Por supuesto que si
todas las tostadoras fueran obras de arte, la cosa sería menos complicada porque bastaría con
describir una tostadora modelo, añadirla al repertorio de cosas que pueden ser arte y en paz... Pero
claro el problema es que sólo algunas tostadoras -o algunos urinarios también- son arte mientras
que todas las demás, por parecidas que sean a las artísticas, no lo son. Eso cree este hombre en todo
caso.
Algunos ilustres predecesores de Carroll han intentado salir del atolladero con teorías como la
institucionalista propuesta por otro profesor llamado Georges Dickie. Lo que Dickie dice me pone
particularmente de los nervios porque así en pocas palabras sostiene que una tostadora, un
rinoceronte o un chiste malo serán una obra de arte si y sólo si así lo certi fican las autoridades
pertinentes del mundo del arte. Con ello reduce el tema a una cuestión de autoridad y digo yo que
Muy cerca de esta propuesta anda la de otro señoro más, Arthur Danto, que intentará a finar un poco
más sustituyendo las autoridades de Dickie por las tradiciones y escuelas consagradas por la historia
Todas estas “teorías” son variantes de lo que Carroll llamará “identifying narratives”2, o sea relatos
o cuentecillos de identi ficación mediante los cuales, como su nombre indica, se puede aspirar a
identi ficar un objeto cualquiera como obra de arte, esto es, se aspira a legitimar un objeto o un
con un discursillo más o menos elaborado que ponga en contexto nuestra opinión.
Las tres teorías intentan como buenamente pueden ofrecernos una especie de legitimación a toro
pasado del status quo del mundo del arte. Poco más, puesto que todos estos relatos identi ficantes
-tengan o no una base institucional o historicista- tienen que producirse especí ficamente y de nuevo
para cada obra de arte, y claro ello nos lleva a preguntarnos si no habrá un relato de identi ficación
para cualquier cosa que se pretenda presentar como arte... ¿Acaso la estética deberá limitarse a
producir textos pomposos que celebren como arte lo que ya ha sido aceptado como arte, aunque no
A mi juicio -eso quiere decir que voy a arrimar el ascua a mi sardina- todos ellos se quedan cortos,
muy cortos, puesto que ninguno es capaz de plantear siquiera el problema de partida, que es un
problema por partida triple, puesto que es un problema con una dimensión ontológica, una cognitiva
2 Carroll aburrido de los fallos de las de finiciones esenciales acaba por preferir las narraciones... acierta al convertir el
acercamiento al arte en un tipo de práctica, pero las prácticas no son solo narrativas, ni siquiera lo son siempre... y
ahí patina estrepitosamente.
y otra axiológica. Perdona por los palabros, se me han escapado. A lo que me re fiero es que el
problema con el que nos enfrentamos los que nos decidamos a esto de la estética tiene que ver con
Y a cada una de ellas se contesta respectivamente con los estratos, las categorías y los valores, o
mejor mediante diferentes decantaciones del juego que trama lo relacionado con lo que relaciona.
Así, la gran cuestión de saber a qué atenernos para distinguir entre lo que es una obra de arte y lo
que no lo es no podrá nunca tener una respuesta que no sea gallega. Y este es un problema
difícilmente superable para los pensadores norteamericanos, porque allí no hay gallegos y si los hay
no dicen ni mu.
Vaya que cuando algo nos intrigue en un plano estético será cuestión de advertir qué mirada para el
valor estamos poniendo en juego, de que diferentes categorías estamos tirando y por supuesto qué
tiene, cómo está hecho eso que nos atrae o nos inquieta. Ese requerimiento a los valores, las
categorías y los estratos será poco menos que inevitable puesto que es en su recorrido donde
encontraremos lo que de forma algo pomposa nos gusta llamar “experiencia estética”.
Cuando invoquemos estos tres elementos y los pongamos en relación mediante los modos de lo
tendrá que ver con preguntarse retóricamente si esta tostadora es o no es una obra de arte.
Decía Wittgenstein que la obra de arte es el objeto -cualquier objeto- sub species aeternitatis, esto
es el objeto concebido en su entero espacio relacional. Esto quiere decir que, por supuesto, nada
hay ni en el Ulises ni en la tostadora que los excluya de finitivamente al uno o al otro del grupo de
objetos especiales a los que dedicamos una atención cuidadosa y cuya trans figuración -hendidura
del trasfondo le llama Hartmann- auspiciamos en eso que aludimos como experiencia estética.
¿Supondrá esto que cualquier cosa puede ser una obra de arte? Pues depende (acento gallego aquí)...
Depende de cómo se repartan el trabajo los estratos, las categorías y los valores... Seguramente si la
obra de suyo es muy pobre, hará falta un mayor esfuerzo categorial y axiológico para poderla
apreciar. O por el contrario si algo contraviene nuestros valores tendrá que ser muy muy rica
Todo ello no le va a entregar todo el poder al sujeto apreciador, ni al sujeto creador ni a la obra por
sí misma. Todo ello nos llevará una y otra vez a entender que nuestras experiencias estéticas
tendrán que ser descritas como lo haríamos con un proceso de auto-organización. Y de eso vamos a
Así que tendrás que seguir leyendo...que era de lo que se trataba je je je.
Introducción para biólogos y caballeros andantes fatalmente enamorados.
Stuart Kauffman3
A mediados de los años 70 dos cientí ficos chilenos preocupados por dotar a la biología de un
modelo epistemológico más adecuado a las peculiaridades de sus objetos de estudio, advirtieron que
para entender el crecimiento y el desarrollo adaptativo de la inmensa mayoría de los seres vivos
-todos tenemos excepciones- no era buena idea tratarles como si fueran cantos rodados o relojes
suizos. Advirtieron que lo que de fine a cada sistema vivo es algo parecido a lo que Spinoza llamaba
el conatus, es decir, la tensión mediante la cual cada uno persevera explorando todo aquello que
puede ser mientras descubre y sigue el criterio que le marca aquello que tiene que ser.
Para entender bien esto, tan obvio por otra parte, sin caer en esquemas finalistas o incluso
La autopoiesis, o principio de auto-producción, explicitaba como cada criatura, cada sistema vivo,
interactuaba con su entorno, asimilando partes del mismo de forma que no se añadían
mecánicamente a él, como se le añadirían a una bola de barro los guijarros que encontrara por su
camino. Lo que suponía la autopoiesis era que, en esa interacción con el medio, uno no se adaptaba
de cualquier manera, sino que lo hacía a su manera -al estilo Sinatra- esto es, siguiendo patrones
fundamental la manera que teníamos de entender los sistemas vivos, desde el nivel de lo molecular
al de lo social y lo cultural.
A diferencia de los paradigmas mecanicistas, la visión que proponían los chilenos planteaba que
había que esforzarse para ver en un ser vivo -o en una poética, ya puestos- no un mero conjunto de
moléculas, sino más bien una dinámica molecular especial, o en otras palabras el especí fico modo
de relación que cada sistema ponía en juego por el mero hecho de estar vivo.
Por las mismas, y a diferencia del pensamiento teleológico, no nos hacía falta postular ningún plan
maestro, ni ningún dios relojero para entender la capacidad de autorregulación de los sistemas y las
criaturas. Estos como sucede con los enjambres de abejas, las bandadas de pájaros o las
democracias clásicas son capaces de estipular y seguir una serie de patrones que les permiten
conseguir resultados cualitativamente distintos de los que podrían alcanzar por separado.
En todos los casos, el modo de hacer especí fico de cada sistema se revelaba ahora imprescindible no
sólo para entender el desarrollo concreto de dicho sistema, sino para ayudarnos a determinar su
Así lo formulaban Maturana y Varela y en esto estaría de acuerdo el mismísimo Jarfaiter: la vida
no tiene sentido fuera de sí misma, que el sentido de la vida de una mosca es vivir como una mosca,
mosquear, ser mosca y que el sentido de la vida de un ser humano es el vivir humano al ser
humano en el humanizar. Y todo esto en el entendido de que el ser vivo es sólo el resultado de una
Así las cosas, y como suele ser el caso con las categorías -de las que luego hablaremos en detalle- el
descubrimiento de la autopoiesis nos abría a toda una forma otra de entender el mundo -y por
supuesto también lo estético- inaugurando perspectivas hasta ahora poco menos que inimaginables6.
A todo esto -y aunque los chilenos habían rescatado la noción misma de “autopoiesis” del trabajo
de investigación de Jose María Bulnes7, un colega suyo que andaba investigando sobre las
5 Maturana y Varela: Máquinas y seres vivos, Editorial Universitaria, Santiago de Chile 2008 pág. 12
6 Por supuesto que se trataba de un cambio de paradigma que venía gestándose hacía ya tiempo y a la vez en
diferentes campos. Así nos lo muestran las investigaciones de Lovelock sobre Gaia como macrosistema auto-
organizado, las de Prigogine y Kauffman sobre el orden a través de las fluctuaciones, las de Jantsch sobre el “self-
organizing universe” o las de Piaget que en su Biologie et connaissance de 1969, ya apuntaba claramente a la
necesidad de revisar la biología en la dirección de “l'autonomie du vivant”.
7 A todo esto el filósofo José María Bulnes fue toda su vida un destacado luchador por los derechos de los pueblos
indígenas, para una cabal comprensión de los cuales la auto-organización es imprescindible.
diferencias entre praxis y poiesis en El Quijote- no se trataría en ningún caso -y esto lo vieron
Maturana y Varela enseguida- de aplicar la autopoiesis, tal y como ellos la habían modelado, a todo
sistema y en todo momento... la autopoiesis tal y como fue planteada por nuestros biológos tenía
todo el sentido del mundo cuando daba cuenta del funcionamiento de sistemas dotados de clausura
transformaciones-.... y desde luego este no era el caso en todos los sistemas, por ejemplo los
culturales o políticos, o más bien, que ya es hora de ir a finando un poco: no era el caso en todos los
Así que, para empezar, se haría interesante diferenciar entre dos tipos de autopoiesis: una
coherencia que los caracteriza. Quizá esta autopoiesis repertorial debería más bien tratarse como
una suerte de automimesis, puesto que lo que hacen los sistemas ahí es más bien re flejar una
coherencia dada, y no tanto fabricarla... De momento, sin embargo, nos ceñiremos a este doble uso-
disposicional y repertorial- de la autopoiesis, sobre todo para establecer un contraste más claro con
una nueva categoría que será imprescindible para llegar a una inteligencia completa de la auto-
organización.
contrariando a Maturana y Varela, ha llamado sistemas simpoiéticos a aquellos que emergen como
carentes de límites tan claramente (?) de finidos como los de cualquier organismo. En vez de
enfatizar dichos límites, los sistemas simpoiéticos se apoyan más bien en la producción de
las sinergias9.
8 https://www.researchgate.net/publication/228566588_Sympoietic_and_autopoietic_systems_A_new_distinction_for
_self-organizing_systems
9 Where 'sympoiesis' is a more or less involuntary, spontaneous, unself-conscious, auto-didactic process,
'symtechnesis' is a more deliberate, orchestrated act of co-creation that may involve working with tools, actions, or
materials that require particular skills
Por supuesto y así lo sostiene la misma Dempster, no hay propiamente sistemas autopoiéticos por
un lado y sistemas simpoiéticos por otro, sino que en diferentes proporciones y medidas todo
sistema tendrá que poner en juego ambas lógicas: la autopoiética (y automimética) y la simpoiética
para poder desplegar su propio proceso de auto-organización o, si lo preferis, para lograrse y seguir
En adelante concebiremos la auto-organización10 como la dinámica derivada del hecho de que uno o
más parametros de control de un sistema sean función del estado del sistema mismo de manera que
sea capaz de regular por sí mismo de forma más o menos adaptativa y resiliente sus propios cursos
de acción. La auto-organización -también en las obras de arte- consistirá en la fluctuación lejos del
ciclos autopoiéticos (o automiméticos) de recursividad y variación con los que especi ficará aquello
tendrá sus ciclos simpoiéticos de hibridación y simbiosis que lo tramarán radicalmente con su
paisaje.
afuera. Y no puede ser de otra manera porque todo sistema auto-organizado -como tú mismo
querido lector- tiene que ser capaz tanto de comprender y dejar hablar a sus propias autopoiesis
como de saber negociar su despliegue en el mundo real. Si sólo diera bola a su autopoiesis sería
colisión con el mundo real entonces no podría sino resultarse un extraño a sí mismo.
Por supuesto que esto nos dará pistas de las buenas para poder pensar en condiciones la alienación,
y nuestra simpoiesis. Pero eso habrá que verlo en algún otro momento11.
Lo que sí que vamos a ver con todo detalle, y vive dios que es importante verlo en el mismo inicio
de este segundo libro de la Estética Modal, será la concreta correlación que se da entre lo
10 Me apoyo aquí parcialmente en Frederick David Abraham y su trabajo sobre Teoría de sistemas dinámicos,
publicada en 2014 en Chaos and Complexity Letters ISSN: 1556-3995 Volume 8, Number 2-3
11 Algo de esto puede rastrearse en mis “Desacoplados” que desde Quijote o Hamlet hasta Clint Eastwood va
rastreando las bases de esa agencialidad problemática situada en un mundo contingente. Sabiendo que todo ello nos
ha de llevar directos al campo de lo político, en el que como recoge Tucidides “son fuertes aquellos que hacen lo
que pueden y son débiles aquello que deben aceptar lo que hay”. Hete ahí dos diferentes equilibrios dinámicos que
registran niveles también diferentes de hiperacoplamiento y desacoplamiento...
autopoiético y lo simpoiético. Ahí nos la jugamos entera.
simpoiético. Ahora hay que especi ficar en qué medida esa trama está constituida en términos
modales.
Para empezar analizaremos las dinámicas autopoiéticas a la luz de los modos de la necesidad y la
posibilidad.
Así observaremos -como hemos adelantado- que las dinámicas autopoiéticas pueden darse bajo
cada uno de los dos modos relativos: habrá una autopoiesis repertorial que orbitará en torno a la
necesidad y la contingencia, es decir en torno a la construcción y la saturación de su propia
posibilidad y su imposibilidad, es decir el alcance y los límites de su juego especí fico de variaciones
y mutaciones.
Asimismo, podremos entender las dinámicas simpoiéticas -negociación, simbiosis, con flicto- en
la de lo simbólico y lo diabólico que veíamos más arriba... al cabo tendremos que aterrizarnos en el
modo de lo efectivo o vernos cancelados bajo el modo de lo inefectivo. Esto es, siguiendo lo que
Hartmann denominaba la Ley Modal Fundamental, las dos autopoiesis -sin dejar de serlo- partirán y
efectivo y lo inefectivo.
En estética esto tiene unas implicaciones muy claras puesto que tanto nuestras categorías -las que
nos permiten conocer lo que hay- como nuestros valores -los que nos permiten organizar nuestra
acción al respecto- tendrán que vérselas con los diferentes estratos que conforman lo que hay, lo
que aún no hay o lo que ya ha dejado de haber: el paisaje efectivamente dado, el paisaje instituido y
el instituyente.
El paisaje en sus diversos estratos será siempre el punto de partida y el de llegada12 de toda poética
asi como de todo bicho viviente ya que nos ponemos. Eso sí, ese carácter absoluto del paisaje de lo
efectivo debe ir acompañado de la inteligencia de que aquello que sucede o no... es del todo
inexplicable y permanece oscuro si ignoramos las categorías y los valores que ponemos en juego,
que tomarán la forma de alguna de las dos autopoiesis -repertoriales o disposicionales- que hemos
mencionado.
Pues bien, en este juego entre lo autopoiético y lo simpoiético, o entre las categorías, los valores y
los estratos tramados con los diferentes modos tenemos el planteamiento todo de este segundo libro
de estética modal. Si se nos dan bien las cosas intentaremos convertir estos mimbres en las
herramientas que nos permitan no sólo entender la estética como práctica de la auto-organización,
sino que querremos ser capaces de ver como esa auto-organización sucede delante nuestro, en cada
experiencia estética que vivimos y cómo puede ser relevante para la inteligencia de nuestra propia
condición.
Así que por aquello del merecido prestigio de la brevedad y la concisión en las presentaciones,
podríamos dejar aquí esta segunda introducción -que ya va estando bien la cosa- y lanzarnos de
lleno al cuerpo del texto, empezando con la teoría de estratos nada menos. Pero bueno, en el caso de
que a alguien le siga sonando un poco rarito todo esto de la autopoiesis y la simpoiesis o
simplemente necesite un poco más de vaselina conceptual antes de meterse de lleno en el fregado...
pues ahí va una docena más de páginas en que ilustraremos todo esto hablando de los antiguos, de
12 En algún momento habrá que ajustar cuentas con Platón que en el Fedón se revela todo un maestro de la inversión
ontológica que Marx acabará denunciando en el mismísimo Hegel. Así Platón dice con gran razón de su parte que lo
simple, lo autopoiético, se comporta siempre del mismo modo, mientras que lo compuesto siempre cambia. La
cuestión es que por mucho que a los filósofos nos iría genial si fuera al revés, lo real es justo eso que siempre
cambia, lo simpoiético, mientras que aquello que Platón llama el alma, lo autopoiético, sólo existe en la medida en
que se juega los cuartos en el ámbito de lo simpoiético y así logra contribuir o no a la fábrica de lo real. Y decimos
que logra contribuir o no, porque bien podría ser que a nuestra alma y sus autopoiesis las echen a tortas, como
echaron a Platón de Sicilia a todo esto.
Mi querido Hartmann resolvió esto con indudable fineza -cómo no lo voy a querer- sosteniendo que tanto lo
autopoiético -el alma para entendernos- como lo simpoiético eran efectivos, pero que real, propiamente sólo era lo
simpoiético, mientras que lo autopoiético pertenecía -claro está a la esfera de lo ideal. Lo cual a todo esto no le resta
un apice de su ser efectivo.
lo visible y lo invisible y -cómo no- de Quijote y su bienamada dama, la sin par Dulcínea del
Toboso.
Hemos hablado del antagonismo y la simbiosis entre las diferentes decantaciones de lo autopoético
y lo simpoiético. Pero bueno será dar algún ejemplo de cómo se traman y se enfrentan estas dos
lógicas y cómo logran dar forma a ese principio más alto de auto-organización.
Y de entre todos los dominios en que podríamos investigar dichas leyes, vamos a probar a rastrear
Según Eliade, en la mentalidad “primitiva” o arcaica, tanto los objetos del mundo exterior, como los
actos humanos propiamente dichos, no tienen valor intrínseco concebidos como algo aislado. Hará
falta que entren en relación, así dice Eliade: una piedra será sagrada por el hecho de que su forma
acusa una participación en un símbolo determinado, o también porque constituye una hierofanía,
posee mana, conmemora un acto mítico, etcétera. El objeto aparece entonces como un receptáculo
de una fuerza extraña que lo diferencia de su medio y le con fiere sentido y valor. Esa fuerza puede
El vocabulario que utiliza Eliade es, por fuerza, ambiguo y no puede evitar recurrir a conceptos
-como el de substancia- que más le entorpecen que le ayudan. Con todo, lo que nos interesa aquí
constatar es que en el corazón del pensamiento antiguo, según Eliade, se halla, precisamente, esta
misma encrucijada que aquí estamos investigando entre lo efectivo-simpoiético -el objeto o el acto
que se da en lo que Eliade llama el “tiempo profano”- y lo autopoiético, ya sea necesario o posible –
la fuerza extraña que lo diferencia de su medio y le con fiere sentido y valor, acercándolo a un
“tiempo sagrado” que no es otro que el tiempo de los actos primordiales, de los recurrentes patrones
Si traemos aquí a colación esta ontología arcaica que estudia Eliade es porque no es difícil rastrear
acto o el gesto inmerso en lo cotidiano no obtiene sentido, realidad, sino en la medida en que
13 Mircea Eliade, El mito del eterno retorno, Emecé, Buenos Aires, 1978, pág. 14
renueva una acción primordial y a su vez, esta acción primordial, esta autopoiesis sólo se
mantiene viva al ser recogida y remitida una y otra vez en el quehacer profano y cismundano,
simpoiético en el que se hace real. Por eso, dice Eliade citando a Nyberg, que cada cosa, cada
invisible-autopoiético, de modo que como bien decía Merleau-Ponty: lo visible está preñado de lo
invisible14... puesto que, a todo esto, lo invisible sólo puede aspirar a vivir en lo visible.
Por supuesto que, en la mayoría de las exposiciones, esta ontología arcaica aparece lastrada de
jerarquías metafísicas que aquí están fuera de lugar. Así las cosas, es imprescindible despojar a
este ámbito de lo invisible, lo que Eliade llama la acción primordial, de cualquier connotación
supraterrestre o cualquier valor de verdad sustancialista. Es de todo punto preciso entender que los
marcadores de lo sagrado, lo celestial, lo eterno etc... no son sino recursos de los que se han dotado
las más diversas culturas para salvaguardar en su relativa clausura operacional aquellos modos de
hacer cuya memoria era juzgada fundamental para la supervivencia misma de la cultura en
cuestión. Esa es, por lo demás, la clave de estéticas evolutivas como la propuesta por Ellen
Que se sostenga en las tradiciones que el Templo de Salomón o la ciudad de Babilonia fueran
construidos siguiendo un modelo celestial y eterno, signi fica que -pese a estar hechos de ladrillos y
dichas construcciones quieren recordarnos principios de organización que tienen un alcance mayor
que el de haber servido de “planos” para este o aquel edi ficio, principios que dan en revelarnos
sistemas autopoiéticos -ya sean sistemas de categorías o de valores- que no se agotan en sus
re flejos en lo simpoiético, sino que siguen siéndonos relevantes para indicarnos lo que debemos
tener presente15.
14 Dice Merleau-Ponty que el sentido -lo autopoiético en nuestros términos- es invisible, pero lo invisible no es lo
contradictorio de lo visible -lo simpoiético-: lo visible tiene una armazón de invisible, y lo invisible es la contrapartida
secreta de lo visible. Op.cit, pág. 191
15 Por eso estas ciudades o hitos, como Babilonia, Jerusalen, el monte Gólgota o la Kaaba son considerados “centros”,
verdaderos puntos de encuentro entre lo que Eliade llama las tres zonas cósmicas: el infierno, el cielo y la tierra. Nada
menos. Pero antes de que aparezca Tom Hanks montado en una vespa y perseguido por tres docenas de cardenales y
arzobispos aclararemos que, en términos modales -y como cuenta Hesiodo y se recoge en tantos mitos- el infierno no es
sino lo inefectivo, el caos anterior al orden, lo que resulta informe por no estar aun hecho o por haber sido ya deshecho
como los muertecillos en el Hades homérico-. El infierno, y lo sentimos porque pierde cierto glamour, no es otra cosa
que la simpoiesis desorganizada, una concreta decantación del modo de la inefectividad. Hasta aquí podríamos incluso
lograr el consenso de algún que otro teólogo. El problema viene ahora porque en términos modales la tierra y no el
cielo es lo efectivo -el dominio de lo simpoiético organizado- .
El cielo está genial pero quizá a alguien le de cierta pena advertir que no existe -vaya faena- más que como el ámbito
Así sucede que las lógicas de lo autopoiético y lo simpoiético no se excluyen sino que conviven
trenzándose por así decir. Parafraseando a Juan Ramón Jiménez 16 podríamos decir que lo
simpoiético en la obra de arte o en la experiencia estética es como un puente que cruza del ayer al
mañana, de lo inefectivo a lo efectivo, mientras que por debajo, como un río, pasan los patrones de
La imagen es hermosa y es obvio que a un servidor le pierden las imágenes hermosas... pero
lamentablemente no nos servirá ella sola para dar cuenta de todo el juego que se da entre lo
autopoiético y lo simpoiético. No servirá porque a esta relación de convivencia, de fair play en que
una hace de puente y otra de río, en el que cada una de las lógicas respeta el terreno y la lógica de la
otra, habrá que añadirle en algún momento la consideración de los momentos más turbios en que las
aguas se crecen y desbordan los puentes o al revés, en que los puentes se derrumban y bloquean el
río.
Este desbordamiento, esta ruptura del juego es precisamente la que nos muestra uno de los grandes
Lo que es novedoso y genera extrañeza en Quijote es que en su quehacer quijotesco los puentes
entre autopoiesis y simpoiesis aparecen cortados, o que más bien ambos caminos se nos muestran
en paralelo sin que se vea manera de articularlos. El mundo caballeresco con su castillo, su dama y
sus malandrines está ahí , pero no hay manera de que esté también aquí. Y ello sucede, sin duda,
porque hay una caterva de encantadores que todas sus cosas mudan y truecan: por eso todas las
Pero claro Quijote, como Hamlet, no entiende de apariencias 17, ninguno de los dos juega en esa liga,
ideal de lo autopoiético. Así se configura el centro que -como acabamos de ver- tan importante es en toda la
ontología arcaica: el centro como diamante que muestra cómo se va del infierno a la tierra -y viceversa- pasando por
el cielo... un diamante en el que chocan y se traman lo inefectivo y lo efectivo a través de lo necesario y lo posible.
E
N P
Ie
16 Así lo dice JRJ: El dormir es como un puente / que va del hoy al mañana. / Por debajo, como un sueño,/
pasa el agua, pasa el alma.
17 “Seems madam?, I know not seems”
o al menos no juega sólo en esa liga, de forma que los encantadores -dice Quijote- podrán quitarme
la ventura -es decir el lograrse en lo simpoiético- pero no nada podrán hacer respecto a su esfuerzo
Esto es así no porque Quijote esté loco, o porque esté con su tema, puesto que todos -más o menos-
estamos con nuestros temas respectivos, y porque de suyo toda autopoiesis trabaja desde la clausura
operacional. El problema de Quijote no es que tenga una dimensión autopoiética sino que ha
de ser un “hombre entero” a ser un “hombre enteramente” se ha perdido el camino de vuelta -cosa
una.
propia autopoiesis y esta autopoiesis tiene dos direcciones. En un sentido repertorial Quijote se dota
de caballo, armas, castillos, gigantes enemigos y, por supuesto, su dama... transmutando aquello que
tiene a mano en dichos elementos y construyéndolos como tales con toda su dignidad: por eso
quiere forzar a los comerciantes con los que se encuentra al final de su primera salida a confesar que
no hay en el mundo todo doncella más hermosa que la Emperatriz de la Mancha, la sin par
Dulcinea del Toboso y a que lo confiesen sin conocerla ni haberla visto jamás: la importancia está
en que sin verla lo habéis de creer, confesar, afirmar, jurar y defender 18. Hete ahi el imperativo y
los derechos de lo autopoiético que va mucho más allá de ser “un vapor del cerebro” como dice un
Quijote se resiste una y otra vez a considerar su visión como un mero “humor del organismo”. Ahí
es donde reside la clave que aporta Quijote y que podemos entender cabalmente desde el
pensamiento modal. Quijote sabe perfectamente que las damas idealizadas por los caballeros no
existen en absoluto: los más -sostiene Quijote- se las fingen por dar subjeto a sus versos y porque
los tengan por enamorados y por hombres que tienen valor para serlo20.
18 Ambas citas están en el capítulo IV “De lo que sucedió a nuestro caballero cuando salió de la venta”
19 J. Ortega y Gasset, Meditaciones del Quijote, pág. 123
20 Quijote, 218
Y es que esa y no otra es la labor de lo autopoiético, es decir de lo Necesario y lo Posible, establecer
dominios en los que la mirada para el valor de cada cual y sus categorías más características puedan
afilarse y decantarse: para concluir con todo -dice Quijote hablando de la figura de Dulcinea- yo
imagino que todo lo que digo es así, sin que sobre ni falte nada y píntola en mi imaginación como
Pero ojo, porque con ello, como decimos, no se entra, en absoluto en el dominio de lo subjetivo,
entendiendo que aquello que se construye desde la autopoiesis carece de valor para cualquier otro
agente.
Quijote no se embarca en su autopoiesis como un mero pasatiempo, ni como una eclosión de “su”
subjetividad, ni siquiera como una elucubración de lo que Ortega llama -también con poca fortuna-
Desde luego que ni pasatiempo ni vertiente ideal, si con ello queremos entender algún tipo de
Axiológicamente Quijote se esfuerza por explicar que aunque Dulcinea sea un efecto de su
autopoiesis, en absoluto puede reducirse a ella, puesto que en el resultado de esa autopoiesis hay
una objetividad del valor, ya que como dicen los grandes pensadores de lo axiológico, de Scheler o
Hartmann hasta Hildebrand o Ingarden, los valores lo son porque “valen”, con independencia de
Así cuando la Duquesa, que es una posmoderna de manual, le intenta sonsacar diciéndole: se
colige, si mal no me acuerdo, que nunca vuesa merced ha visto a la señora Dulcinea y que esta tal
señora no es en el mundo, sino que es dama fantástica, que vuesa merced la engendró y parió en su
entendimiento, y la pintó con todas aquellas gracias y perfecciones que quiso, Quijote sostiene,
eso hay mucho que decir... Dios sabe si hay Dulcinea, o no, en el mundo, o si es fantástica o no es
fantástica; y estas no son cosas cuya averiguación se ha de llevar hasta el cabo. Ni yo engendré ni
Y ahí hilvana Quijote el repertorio de valores que constituyen a Dulcinea como modo de relación,
como equilibrio dinámico que le permite ser hermosa sin tacha, grave sin soberbia, amorosa con
honestidad, agradecida por cortés, cortés por bien criada y finalmente alta por linaje...
Ante semejante potencia repertorial, lo de menos es, sin duda, que exista en tanto singularidad. Lo
que cuenta es que semejante dama debería existir, o mucho mejor dicho, que deberíamos de común
acuerdo contribuir a producir todas y cada una de las condiciones de posibilidad para que esa dama
-que ya de suyo es necesaria- fuera a su vez posible y finalmente efectiva. Y eso sí que sería la pera
limonera.
Para ello, desde luego, tendremos que luchar con catervas de encantadores que no nos lo van a
poner fácil: encantadores me persiguen y encantadores me perseguirán hasta dar conmigo y con
Y esa es la gran pelea práctica de Quijote, aquella en la que -como él mismo anuncia- pierde y en la
Así cuando el clerigo en casa de los Duques le recrimina e insulta llamándole Don Tonto y alma de
cántaro: ¿quien os ha encajado en el cerebro que sois caballero andante y que vencéis gigantes y
prendéis malandrines?, la reacción de Quijote no puede ser más oportuna puesto que conduce la
cuestión al plano en el que lo estético se desborda hacia los dominios de lo ético: Caballero soy y
caballero he de morir si le place al Altísimo. Unos van por el ancho campo de la ambición
soberbia; otros por el de la adulación servil y baja; otros por el de la hipocresía engañosa, y
algunos, por el de la verdadera religión; pero yo, inclinado de mi estrella, voy por la angosta
senda de la caballería andante, por cuyo ejercicio desprecio la hacienda pero no la honra. Yo he
el que esto obra, si el que desto trata, merece ser llamado bobo, diganlo vuestras altezas.
La dura lección que aprende Quijote en sus carnes es la del desacoplamiento característico de la
modernidad que parece empeñada en impedir las bodas de las que hablábamos en el capítulo
anterior. El mismo Hamlet en su momento de mayor lucidez le dice a Ofelia que “no habrá más
matrimonios”, es decir que no habrá más procesos a través de las cuales podamos combinar lo
autopoiético y lo simpoiético, lo que sentimos como una necesidad o una posibilidad interna y lo
que es dado hacer en el mundo. En esas bodas consiste tanto la producción artística como la
experiencia estética a través de las cuales, como le pasaba a Quijote, aparece algo irreal en algo
El reto entonces y ahora es siempre tramar nuestro ser “personas enteras” y “personas enteramente”,
Martín Gonzalez de Cellorigo en 1600 cuando describía la situación de España diciendo que no
parece sino que se han querido reducir estos reynos a una república de hombres encantados que
Lo que Martín Gonzalez describe, apunta a un desacoplamiento generalizado que no nos permite
interactuar con el “orden natural”, es decir con lo simpoiético, con el mundo efectivamente
que tanto y tan bueno tuvieron que ver con lo que aquí se expone.
El primer libro de Estética Modal, en adelante EM1, se cerraba con unas conclusiones que se sabían
precarias pero que enunciaban un programa: el que nos llevaba a indagar acerca de una definición
sustantiva del arte y la sensibilidad. Un arte y una sensibilidad que dieran cuenta no sólo de todo
aquello más alto, sino también de aquello más ancho y más hondo que podíamos hacer y que, en
buena medida, teníamos que hacer si no queríamos desconocernos o malograrnos como personas,
como comunidades e incluso como especie, aquel Gattungswessen del que hablaba Marx.
procuraremos articularla y llevarla más lejos. Para ello pondremos a trabajar -como le hemos
explicado a mi santa madre- “lo que relaciona”: los modos y las categorías modales expuestas en
EM1 con “lo relacionado”, con estratos, categorías y valores. Aquí entrarán los estratos de lo
ontológico -lo que hay-, las categorías que nos permiten acercarnos y conocer -al menos en parte-
eso que hay y los valores estéticos, mediante los cuales organizamos nuestra atención y nuestro
aprecio. Con todo ello puesto en relación nos daremos pautas para investigar cómo funciona
Todo este bagaje conceptual puede y debe aportar claridad a una escena, la del arte y el
pensamiento estético que lleva ya unas cuantas décadas un tanto turbias. Y es que quizás una de las
cosas que más contribuye a hacer que el panorama teórico contemporáneo sea un tanto desolador,
como hemos visto al exponer los problemas de Carroll con el Ulises y su tostadora es precisamente
epistemológico y lo axiológico, la incapacidad para darnos una inteligencia que sea capaz de
integrar lo que hay, lo que podemos conocer y lo que tenemos que hacer...
Seguramente pretender semejante integración nos haga aparecer a los ojos de la academia
hegemónica como unos ingenuos, unos soberbios... o ambas cosas a la vez. Parece, de hecho, que el
comprensión suficientemente amplio baste para ser considerados herejes sistematizantes o algo así
de tremendo. El caso es que si uno se fija en otros campos profesionales como el de la electricidad
no puede sino sentir una sana envidia de lo bien organizado que tenemos los electricistas 26 nuestro
ámbito disciplinar.
Sabiendo cómo nos las gastamos los filósofos me preguntaba qué sucedería si escogiéramos un
26 No es mal momento para sacar pecho curricular y reivindicar que al mismo tiempo que estudiaba la licenciatura de
Filosofía tuve la ocasión de aprender Electricidad en una escuela taller para desacoplados del sistema educativo y en
mi caso, para desahuciados de la carrera académica y el sistema de becas.
grupo de profesores de estética y les pusiéramos a discutir y a intentar llegar a un acuerdo para
electricidad como algo que produce calor. Los defensores de esta definición declararían poseer todo
tipo de radiadores y estufas eléctricas que, aunque el recibo les salga por un ojo de la cara, les
Habría otro sector, en cambio, obcecado en sostener que la electricidad es algo que da luz y que
gracias a ella han ampliado su horario de lectura y trabajo considerablemente. Su versión de lo que
es la electricidad, sin embargo choca con la grave objeción que presentan los defensores de la
unas inmensas ganas de echarse un sueñecillo apacible. ¿Dos cosas con usos tan diferentes serán la
misma cosa? ¿Cómo podemos querer definir algo que provoca efectos tan contrarios?.
¿Es la electricidad entonces iluminacion o es calefacción? ¿Nos impele a leer más o a leer menos?
Pues ni una cosa ni otra -diría un tercer sector- que ha descubierto que se pueden meter dos dedos
ligeramente humedecidos en los enchufes y recibir una pequeña descarga eléctrica: quienes esto
Antes al contrario, parece que tienen ciertas visiones del todo inefables y que ellos vinculan, claro
Como tomar una decisión entre tan diferentes partidos está difícil, ya han comenzado a aparecer
teóricos que han concluido -muy sensatos ellos- en la imposibilidad de proporcionar una definición
de la electricidad...
Ni siquiera les valdría una definición acumulativa, al estilo de Tatarkiewicz, una que dijera algo asi
como que la electricidad es aquella misteriosa fuerza que nos da iluminación, calorcito o descargas
de tensión acompañadas de visiones... Y no vale porque dicen, con razón, que a buen seguro no
tardaría en aparecer alguien que, mostrando un flamante frigorífico o un ventilador, diría que el
Bueno, siempre nos quedará recurrir al cuñado electricista de Georges Dickie y su conocida teoría
de discusiones espurias y simplemente aceptar la definición que nos ofrezcan Iberdrola, Endesa y
todos los presidentes del gobierno giratoriamente jubilados de este país: sin lugar a dudas ellos y
sus accionistas en bolsa- son los verdaderos expertos, los que saben si algo es electricidad auténtica
o algún tipo de rara brujería. Y además de la definición les vamos a dejar que decidan cuales son los
procedimientos legítimos para producir electricidad, así como las tarifas a las que la vamos a
pagar...
Bueno, quizá esta teoría requiera de cierta democratización y un poco más de transparencia, aunque
no sabemos si eso nos va a precipitar de nuevo en el temible abismo de las discusiones sin fin...
Para acabarla de liar, aparece el Sr. Danto y explica que -en puridad- la electricidad sólo existe en
occidente y además desde hace relativamente poco tiempo. Las demás, ejem, culturas no tienen, se
electricidad, que no sabemos muy bien qué quiere decir, pero ahí queda.
Si esta discusión tan peculiar que hemos dado en imaginar no se produce en el ámbito de la teoría
eléctrica, es quizás porque, a diferencia de lo que sucede con el arte, todo el mundo sabe que la
electricidad es una relación. Así de complejamente simple: la electricidad es una relación entre una
serie de elementos: una fuente, un conductor, una resistencia... con cuya conexión se establece un
circuito.
Además de este carácter relacional, también es fácil ver cómo la electricidad adopta diferentes
modulaciones que van emergiendo unas de otras, aportando novedades categoriales en cada cambio
de estrato. Esto explica que sólo porque la electricidad está en la naturaleza inorgánica 27 podemos
hacer emerger - los humanos y algunos pececillos e insectos- formas intensificadas o especificadas
de electricidad, podemos generar dispositivos que como las bombillas o las obras de arte ponen de
manifiesto y hacen que se luzca lo que de otra manera no podríamos ni siquiera ver...
Considerando lo útil que era en electricidad este consenso sobre el carácter relacional y la dinámica
emergente de la misma, pensé que podía ser una buena idea elaborar una pequeña teoría “eléctrica”
del arte y la sensibilidad, que nos sirviera también como introducción, otra más y van tres, a este
Desde luego, ya en el campo del pensamiento estético habían habido algunos pensadores tan
aficionados a la electricidad como Diderot, Dewey, Lukács o Hartmann y que por ello, sin duda,
intentaron definir lo estético en términos relacionales, sin perder de vista la específica complejidad
que alimenta los circuitos de lo emergente. Y es que la concepción de lo estético como puesta en
forma, no ha sido en absoluto excepcional, aunque sin duda las electricistas estarían mejor
preparadas que nadie para entender este tipo de problemas puesto que ellos y ellas trabajaban todos
La electricidad y la filosofía no suelen trabajar juntas y es una pena porque a buen seguro que
ambas -siendo saberes prácticos- obtendrían buenos rendimientos de su colaboración. Vamos pues a
ver algunos rudimentos de teoría eléctrica como forma de entender la dinámica de los conceptos y
Igual no os aporta nada que no supiérais ya en términos estéticos, pero seguro que la próxima vez
que cambieis una bombilla o reparéis un enchufe, lo veréis con otros ojos. De eso se trata siempre.
27 La palabra griega “electron” significa ámbar, un material que al frotarse con una tela hace que esta se cargue
eléctricamente
…
Todos ellos padecían la angustia de no tener tiempo para todo, ignorando que
tener tiempo no signi fica otra cosa que el no tenerlo para todo.
Lo explicó Aristóteles en su Poética: para hacer circular electricidad o emoción estética -lo mismo
da- por un circuito, se necesita que haya un cierto desnivel, una diferencia de información, entre los
elementos puestos en juego. En un circuito eléctrico, como en uno estético, siempre hay uno o
varios elementos a cuyo cargo corre plantear ese "desnivel" y hacerlo entrar en circulación, que es
En términos eléctricos -y también estéticos- este desnivel puede ser -y esto tiene su importancia-
electricidad llamamos voltaje. Pero claro, sólo con la diferencia de altura que indica el voltaje puede
suceder que no adelantemos gran cosa: imaginaos que queremos hacer funcionar una turbina con
una caida de agua de 100 metros de altura... pero sólo cae una gota cada minuto.
Por eso, además de la diferencia de altura hará falta que tomemos en cuenta la diferencia de anchura
o caudal. Eso es lo que los electricistas llamamos “intensidad”, aunque quizás hubiera estado mejor
llamarle “extensividad” pero vaya, lo dejaremos como está. Así las cosas, si además de altura
tenemos anchura entonces nuestro experimento estético-eléctrico podría ser la pera limonera
porque habría conseguido unir la fuerza que le da la diferencia de altura y un caudal de aquí te
Pues no, falta algo más, algo crucial de hecho, puesto que al final todo dependerá de que esa altura
y esa anchura puedan o no fluir de una manera fértil, que no se disipen de cualquier manera ni se
atasquen por entero. Para ello habrá que introducir un tercer término que no será otro que el de
“resistencia”28.
Una resistencia puede tomar la forma de una turbina, una bombilla, una estufa o cualquier otro
dispositivo que module el juego entre altura y anchura con el que estemos tratando. A todos estos
meramente negativo , algo que se limite a oponerse o a bloquear, eso sería más bien un interruptor o
misma al dejarla fluir de una manera o de otra. Exactamente igual que hacen las obras de arte o
cualquier objeto o situación, cualquier medio homogéneo que precipite en nosotros algún tipo de
experiencia estética cuando logran captar nuestra atención, afilarla, dirigirla y hacerla llegar a algún
tipo de transfiguración en la que nos asomamos a un modo de relación, a una figura29, que acaso
Sabemos que hay una resistencia, porque la energía en circulación no pasa como si tal cosa. Algo
sucede con ella porque hay una resistencia y lo que sucede es precisamente esa transformación de
Efectivamente, algunas resistencias producen luz, otras producen calor o frío. Pero no podemos
-como les pasaba a los señoros besugos de nuestro ejemplo- confundir la luz, el calor o el frescor
con la resistencia misma que es lo que hace capaces a los diferentes dispositivos de generar luz,
calor o fresco.
28 Ilustre precedente tenemos en el poeta cubano José Lezama Lima: Nosotros, en distintas ocasiones, hemos visto el
poema como un cuerpo resistente, una resistencia formada por el avance de la metáfora. José Lezama Lima, Poesía,
resistencia, tiempo; Confluencias, Madrid, 2005
29 Para tener bien presente el valor de la noción de “figura” se puede echar un vistazo a la página 254 de la EM1, el
libro primero de Estética Modal, donde se la relaciona con una forma que no se limita a estar ahí pasivamente sino
que tiene una dimensión activa, es decir, es una forma que da forma.
A su vez el arte no se identifica nunca del todo con esta o aquella resistencia: es siempre un
sensibilidad. Parafraseando a Gombrich podríamos decir entonces que el Arte con mayúscula no
Por otra parte, que el conjunto de esas múltiples modulaciones esté relativamente abierto no
significa que cualquier cosa en cualquier momento pueda ser arte. Cualquier cosa en cualquier
momento podrá ser arte en la medida en que dé soporte o vidilla a algún tipo característico y
reconocible de resistencia estética, de cuya existencia sabremos porque deja y no deja pasar la
carga. Porque la hace evidente al retenerla y porque al demorarla la hace ser de un modo específico
y no de otro. Aunque, desde luego, esa concreta operatividad de la resistencia funcionará del modo
previsto por el artista... o no. Y no debe extrañarnos, puesto que ahora sabemos bien que toda
resistencia, como todo modo de relación efectivo es al cabo un dispositivo simpoiético que tiene
que albergar y dar juego a formas distintas de autopoiesis -anchura y altura, repertorialidad y
disposicionalidad-. Esto nos da la contextura más aproximada a lo que Lukács llamaba un “medio
evocador -dice Lukács- penetra en la vida anímica del receptor, subyuga su modo habitual de
contemplar el mundo, le impone ante todo un «mundo» nuevo, le llena de contenidos nuevos o
vistos de modo nuevo y le mueve así a recibir ese «mundo» con sentidos y pensamientos
Para nosotros más que de nuevos contenidos deberá hablarse de nuevos o redesplegados modos de
...
una serie de problemas como los relacionados con su estatuto social y político. En esto estaban de
acuerdo -y mira que es raro- Aristóteles, Adorno, Marcuse y Lukács: el arte puede tener efectos
políticos, puede ser políticamente relevante sólo en la medida en que funciona como una resistencia
y es por ello capaz de transformar una cantidad dada de energía estética en otro tipo de energía:
Que esto suceda no es en absoluto incompatible con el hecho de que la obra de arte deba ser medio
exigencias de las autopoiesis que lo habitan. Antes al contrario, sólo en la medida en que es efectivo
en tanto arte, sólo en la medida en que es una buena resistencia de orden estético, puede aspirar a
transformar esa energía estética en algún otro tipo de energía y ser así a la vez un dispositivo ético o
político.
Esos son los poderes de las resistencias. Pero por ahí pueden ir también sus decepciones: así una
mala obra de arte o un mal libro de filosofía (glups) por seguir con un ejemplo fácilmente
imaginable puede proporcionarnos una pésima resistencia, bien porque retenga demasiado y nos
bloquee, o bien porque sea demasiado floja y se le desparrame nuestra atención por todas partes sin
Toda resistencia, tanto en electricidad como en arte, será la consecuencia y la causa de sucesivas
composiciones de altura y anchura. En la EM1 y en el capítulo anterior a éste, hemos visto cómo
La Ley Modal Fundamental nos explicaba lo que sucedía con el modo de lo efectivo cuya
composición simpoiética no sólo era siempre el complexo resultante de los choques y las simbiosis
de las posibilidades y necesidades puestas en juego, sino que especificaba también las condiciones
Aunque, a efectos nemotécnicos y por cariño conceptual, los electricistas solemos tatuarnos este
dibujito en alguna parte fácilmente accesible del cuerpo, por si hay que consultarla en mitad de una
instalación:
Veamos entonces cómo juegan dentro de cada obra de arte-resistencia las dos autopoiesis que, en
entenderemos que una resistencia es directamente proporcional a la altura pero que es inversamente
Esto no significa que la anchura trabaje en detrimento del carácter artístico de la propuesta, sino tan
sólo que quizás vaya aparejada a esa anchura junto con un mayor facilidad en la recepción una
mayor posibilidad de dispersión, una menor concentración de la energía estética por lo que si la
pieza en cuestión pretende mantener esa anchura y seguir siendo relevante tendrá que
En todo caso, tirando de la ley de Ohm iremos avanzando en el libro hasta llegar a las dimensiones
de los valores estéticos que se nos mostrarán sucesiva y simultáneamente desde la altura, la anchura
y la profundidad....
…
Para entendernos hemos seguido hablando de obras de arte y de experiencias estéticas. Ahora que
ya casi tenemos todos el carné de instalador electricista podemos aspirar a un grado mayor de rigor.
Para ello recurriremos a elucidar un concepto que hemos mencionado de pasada pero que no hemos
estratificados en los que una multitud de componentes diferentes interactuan entre sí. Huelga decir
que una teoría de la obra de arte como circuito complejo y estratificado puede contribuir a
Un circuito -en buena teoría eléctrica- es una red que se distingue por el modo mediante el que pone
en relación a sus componentes, formando como mínimo, una trayectoria cerrada. En un circuito
eléctrico podríamos encontrarnos con un conjunto amplio y variable de componentes tales como
Obviamente, los componentes de un circuito estético pueden también ser muchos y ser variables.
En nuestro contexto cultural podríamos decir que artista, espectador, obra, institución, comisario,
crítico, teoría estética, comunidades de gusto, etc...resultarían concebibles como componentes, pero
obviamente no es preciso que sean justo estos, ni que estén todos ellos presentes, ni que estén
distribuidos del mismo modo, para saber que estamos ante un circuito que nos mostrará -o nos
ocultará- un determinado modo de relación que siempre funcionará como lo que Eco llamaba un
“germén de formatividad”.32
Pero volviendo a los componentes del circuito, de entrada es interesante considerar que en teoría
eléctrica se considera que una fuente es un dispositivo que se encarga de transformar algún tipo de
energía en energía eléctrica. Y digo que es interesante porque de este modo los electricistas nos
ahorramos un montón de discusiones estériles como discutir cual es el tipo de fuente por excelencia
31 Modelo que como mi colega Alejandro Escudero se ha encargado de hacer notar constituye un modelo causal y
sucesivo: el sujeto es la causa del objeto y, por serlo, es anterior a él, superior a él, es un elemento independiente y
autosuficiente y, por serlo es el origen y la meta del arte).
Publicado en https://www.lacavernadeplaton.com/artebis/encrucijada1718.htm
32 Umberto Eco, La definición del arte, Ed. Martínez Roca, Barcelona, 1970 pág. 177
o si mi fuente es más grande que la tuya. Podríamos entender que en nuestra tradición cultural
reciente se han considerado como fuentes a los artistas y a las obras de arte, es a ellos a los que se
Pero nada impediría, desde luego que eso cambiara, de modo que otros componentes del circuito
como las comunidades de gusto o determinados lenguajes de patrones aparecieran a nuestros ojos
Asimismo, podríamos concebir -sin salir de nuestra propia cultura artística- cuales podrían ser los
¿Son los museos y las ferias de arte buenos conductores o apenas llegan -con todo su empaque y
Cualquier red eléctrica debe convertir su carga a tensiones altas para minimizar perdidas y luego
volver a tensiones bajas para su distribución... ¿está nuestra red cultural bien distribuida o perdemos
¿Se parecen las grandes bienales y ferias de arte a una instalación fotovoltaica o a una central
nuclear?
¿Y los comisarios y críticos? ¿Acaso no les habremos otorgado el papel de hacer de interruptores
¿Quien decide cuando saltan “los plomos” de nuestro circuito? ¿Y de quien fue culpa el último
apagón?
Son muchas preguntas que aquí quedarán inevitablemente sin contestar pero que es bueno tener
…
En todo caso puede ser interesante partir de esta inteligencia de los circuitos como rasgo
Eso nos permitiría abrir campo a investigaciones de estética comparada en los que podríamos
trabajar con investigaciones como las que llevó a cabo Susan M. Vogel33.
Vogel describía la práctica artística de los Baoulé, uno de los pueblos Akan de Costa de Marfil,
precisamente, en tanto que mediante una serie de prácticas y dispositivos mezclaban y ponían en
contacto, formando circuito, una serie de componentes que ella caracterizaba como
Obviamente no se trata, ni de lejos, de pretender reducir los componentes del circuito estético-
eléctrico de los Baoulé al de nuestra propia cultura, ni los nuestros al de la suya, por mucho que en
Lo que sí que sostendremos es que para los Baoulé -como para Hegel- la experiencia estética se
diferenciados, cuya contextura e interrelaciones habrá que considerar con todo detalle.
básico del circuito estético más simple, como la “aparición sensible de la Idea”34, Sabemos que se
tratará en Hegel de dar cuenta de una aparición-apariencia sensible que no pretende monopolizar lo
estético, puesto que es sólo superficie 35, exterioridad que el bueno de Hegel intentará eliminar por
33Citada por Dennis Dutton en “But they do not have our concept of art” en Noel Carroll (editor) Theories of art today,
The university of Winsconsin Press, 2000, pág 224
34 Obviamente no vamos a entrar en todo el idealista trapo implícito en la argumentación hegeliana y su limitada
concepción de la aparición sensible como Oberfläche, superficie. Nos interesa ahora la parte lógica, relacional de su
argumentación y por eso lo traemos a colación. Hartmann por lo demás da buena cuenta de las limitaciones del
“circuito idealista” en la página 95 y ss. de su Estética.
35 W. Biemel, La Estética de Hegel, Universidad de Colonia 1962, pág 150
completo en la poesía y la música, como si estas artes fueran más puras que la arquitectura o la
pintura...
En cualquier caso, e incluso en Hegel, queda clara esta inevitable relacionalidad, este
ontológicamente diferenciados.
Vamos pues a sostener que lo estético-eléctrico funciona justamente como los kantianos juegos de
facultades, como modos de relación entre estratos que si bien pueden tratarse bajo cualesquiera
correspondientes sin perder lo que son: una carga relacional dispuesta en un circuito.
Por supuesto que no han dejado de aparecer intentos por descomponer el circuito, segregando sus
componentes e intentando explicar el todo mediante una parte que, al ser separada del resto,
podríamos diseccionar mejor. De ese modo, podremos tener una experiencia estrictamente
fisiológica, o realizar un análisis especí ficamente histórico o formal de cualquier obra de arte,
limitándonos a escuchar tales y cuales frecuencias de sonido, o combinar estos o aquellos matices
puede ni por asomo sustituir el complexo estrati ficado que constituye toda experiencia estética.
Hablaremos, sin embargo, de una experiencia -y de una re flexión- estética en cuanto contemplemos
el dispositivo en cuestión precisamente como un circuito que pone en juego distintos estratos, o
más bien un circuito que permite que esos diferentes estratos se pongan en juego mutuamente, hasta
el extremo de que lo que aprendemos de uno de ellos nos viene dado a través de otro
completamente diferente... Para ello habremos de entrar de lleno en lo que llamaremos “teoría de
estratos” que, mira tú por donde, constituye el objeto de la siguiente sección de este libro.
Teoría de estratos.
Shrek 1
Ibn Arabí
Teoría de gatitos.
Siempre me han gustado las láminas de gatitos. Y de entre todas las que más me gustan son esas
que se venden en bazares y tiendas de todo a cien que te permiten ver un gatito pequeñito y peludito
jugando con una mariposa de colores... pero que si te mueves un poco hacen que veas otro gatito
-aun más pequeñito y peludito- que mira embelesado una flor de calabaza... y sucede entonces que,
al intentar ver mejor la flor, la lámina misma te devuelve al primer gatito que ahí sigue jugando con
la mariposa. Un encanto.
Me gustan tanto que ya hará un par de años que tengo colgadas en la puerta de mi despacho dos de
esas láminas que aportan una infinita variedad a mis deambulaciones por el pasillo de la Facultad.
Cuando vengo desde la calle veo cachorritos de ojitos brillantes y larga lengua humeda y cuando
llego del despacho del director del departamento, en cambio, veo gatitos mirándose unos a otros
embelesados.
¿Acaso tendrá alguna influencia sobre mi percepción estética el hecho de que venga desde la calle o
desde el despacho del director? Yo mismo lo he dudado mucho tiempo, pero ahora sé que no es ese
el caso.
Las láminas que cuelgan de mi puerta están construidas siguiendo los principios de la
lenticularidad. La lenticularidad es una técnica -una tekhné- que permite asociar diferentes
este tipo de láminas es porque la lenticularidad resultará fundamental para entender el estatuto
Y es que en cierto modo toda obra de arte -tenga o no gatitos- es una especie de composición
lenticular, puesto que alberga una multitud de capas que no se limitan a superponerse como las
laminas de acero que forman el filo de una espada, sino que se pelean y se dan la vez unas a otras
Es por eso que la obra de arte alberga complejidad y cabe esperar que nuestra percepción de la
Por las mismas, es a causa de esta condición lenticular que podemos sostener que las diferentes
visiones que nos depara la obra de arte no son en absoluto independientes o ajenas al objeto o la
obra en cuestión. Más bien al contrario, las distintas visiones que logramos aquilatar nos devuelven
a la obra misma, la enriquecen y la cuestionan para volvernos a lanzar hacia otra visión diferente.
Esto es, se puede decir con Umberto Eco que la obra de arte es siempre una “obra abierta” pero
semejante apertura no conlleva una suerte de total indeterminación de la misma que -a todo esto-
no tendría sentido alguno: El autor generalmente no ignora esta condición del carácter
circunstancial de todo deleite, sino que crea la obra como «apertura» a estas posibilidades,
apertura que, no obstante, oriente las posibilidades mismas en el sentido de provocarlas como
respuestas diferentes pero a fines a un estímulo en sí de finido. Y el hecho de salvar esta dialéctica
de “de finitud” y “apertura” es algo que nos parece fundamental para una noción de arte como
diversidad de sentidos e interpretaciones no nos debe confudir llevándonos a postular que haya
36 Umberto Eco, La definición del arte, Editorial Martinez Roca, Barcelona 1970, pág 157
Antes al contrario, la clave radica en que la obra de arte, pese a toda su fertilidad y su juego
constituye una sola realidad, un medio homogéneo... que es, eso sí, una realidad lenticular, es decir
una realidad que alberga y auspicia siempre una pluralidad de sentidos, de imágenes que no sólo
conviven en su seno, sino que remiten continuamente de la una a la otra en un proceso indecidible.
Según Luigi Pareyson podríamos decir que lo que se muestra en el cuadro es el enigma de que hay
algo y que ese algo tiene un sentido.. que a través del arte aquello que es fragmentario y
Esto lo ha apreciado con claridad el lenticular profesor australiano-libanés Ghassan Hage 37: Lo
incertidumbre que podrían parecer estados subjetivos de sujetos sociales tienen aquí que ser
Que nos remita a esa dimensión ontológica quiere decir, como ya hemos adelantado, que la realidad
de la obra sigue siendo una. Aunque se trate, bien es cierto, de una realidad lenticular, una realidad
que se construye mediante una pluralidad inquieta de estratos que nos exige una constante
Como tendremos ocasión de ver esta dinámica estrati ficada será relevante tanto a la hora de
Así pensar lo estético efectivo como un conjunto estrati ficado39, empezará por hacernos ver que al
igual que sucede con las láminas de gatitos o como los sucede en sus campos de investigación a los
geólogos y los arqueólogos, ni la obra de arte ni la experiencia estética se nos muestran nunca
como si fueran un simple bloque macizo, algo reducible a una única clave capaz de agotarlas por
38 The significance of the lenticular condition is that situations of ambivalence, vacillation and uncertainty which are
subjective states of social subjects have to be theorized as properties of reality itself, an ontological condition
http://hageba2a.blogspot.com/2018/03/towards-lenticular-understanding-of.html
39 Tiempo habrá de explicarlo bien, pero claro debe quedar desde este arranque que nada hay en la idea de la
estratificación que conlleve procesos de jerarquización u otras formas de simplificación. Antes al contrario,
investigaremos la estratificación estética y sus leyes como forma precisamente de abordar la complejidad, la
multitud de correlaciones complementarias y contradictorias en las que se muestra lo efectivo y se deshace lo
inefectivo.
Al contrario, asumiremos que todas ellas -como los ogros de los que hablaba Shrek- tienen capas y
A este proceso por el cual se nos va revelando lo complejo y lo contradictorio que está anidado en
la obra de arte y la experiencia estética, le llamará Nicolai Hartmann la hendidura del trasfondo yla
presentará como uno de los rasgos fundamentales de lo estético al llevarnos y traernos constante e
Así que ahora la cuestión consistirá en llevar algo más lejos las intuiciones del bueno de Shrek y de
los dibujantes de las laminas lenticulares indagando las diferentes relaciones que se generan y se
establecen dentro mismo de esa estrati ficación.
Aunque antes, eso sí, habrá que darle a todo esto una mínima perspectiva histórica.
Y es que tanto la estrati ficación como sus dinámicas y tensiones se han explorado desde los inicios
mismos de la re flexión estética. Eso sí, en la mayoría de las ocasiones se ha tendido a ver en ellas un
Este sería un momento genial para volver a convertir a Platón en esa especie de abominable hombre
del saco que siempre ha sido para los estetas, pero no, lo vamos a dejar, nos bastará con constatar
cómo normalmente se ha tendido primero a agrupar toda multitud de estratos en tan sólo dos
grupos: el de lo material y lo espiritual por poner una de las más socorridas formulaciones... para
40 Y con ello consigue darle una utilidad mucho mayor al concepto de “aura” que tal y como fue esbozado por
Benjamin, se nos mostrará ahora como un “caso” particular de hendidura del trasfondo. Como se recordará para
Benjamin el aura era una trama muy especial de espacio y tiempo: la irrepetible aparición de una lejanía, por cerca
que pueda encontrarse (Sobre la fotografía, Valencia, Pre-Textos, 2015 pág 40)
nos decantaramos por el macro-estrato de lo material sea eso lo que sea.
Esa es la doble maniobra fundamental que organiza cualquier forma de reduccionismo que por lo
demás suele aparecer e imponerse, a modo de peaje, toda vez que un investigador descubre un
principio que le resulta altamente clari ficador. Así le sucedió a Plotino con lo Uno, reduciendo el
mundo fenoménico y material a una mera emanación procedente del Gran Uno... o a Demócrito con
los átomos mediante los que podía proporcionar una inteligencia adecuada de lo inorgánico pero
que no bastaba de suyo para dar cuenta enteramente de las características emergentes del estrato de
pensador se deja llevar por esta especie de “alegría trempante del descubridor” no puede sino
convertir en caricatura sus propios logros, por meritorios y fértiles que éstos puedan ser en su
campo.
Por alguna razón esta misma fijación con una contraposición jerarquizada de sólo dos estratos ha
acompañado a buena parte del pensamiento estético, permitiéndonos en el mejor de los casos,
acercarnos a la distinción que alberga toda obra de arte entre lo real y lo irreal, entre lo
materialmente plasmado en la obra de arte y lo que a partir de ella somos capaces de suscitar y
hacer efectivo.
Pero el pensamiento estético es un juego que -como decía Sor Juana- ni admite siervo ni tolera
señor. Y eso lo entendió bien Agustín de Hipona cuyo pensamiento estético evitaba ya colocar los
estratos de lo sensible y lo intelectual en una relación jerárquica rígida, sino que dejaba entender
cómo la experiencia estética sólo puede surgir como articulación de ambos. Esto mismo lo
formulará Aureliano al sostener que toda armonía -como todo modo de relación- produce una
Ahondando en esta articulación el jovencito Hegel concebirá la belleza como una expresión de la
Idea, pero lo hará sin acabar de subordinar y machacar la expresión sensible de la misma. La
Belleza será entendida como el aparecer sensible de la idea42, dándole así cierto juego a su
manifestarse exultante en el plano de lo sensible. Esto es, la belleza dependerá de la idea, faltaría
41 Aureliano, citado por Tatarkiewicz, Historia de la estética, vol II, pág. 141
42 Otros teóricos han concebido lo estético como un “encuentro entre el hombre y la naturaleza” (Schmarsow, citado
por Worringer, Naturaleza y Abstracción, pág 27) o como el “contacto efervescente del espíritu con la
realidad”(Pierre Reverdy, Le Gant de Crin, París, Le Rouseau d'Or 1927). Por supuesto a nosotros estas formulas
nos parecerán aun demasiado alejadas no sólo de nuestro léxico sino fundamentalmente de las prácticas artísticas
efectivas. Por lo demás si bien nos llaman la atención por su apuesta por la composición, por la complejidad... el
encerrarse sólo a dos elementos: el espíritu y la realidad supondrá una grave limitación que habrá que suplir con una
teoría de la estratificación más compleja.
más, pero esta idea para dar pie a la belleza tendrá que manifestarse a nuestros sentidos y esa
mediación, ese apoyarse será en adelante considerado parte imprescindible de la mísmisima formula
de la burguer cangreburguer..
Todo eso está muy bien, pero nosotros tendremos que ir un poco más lejos.
Para ello necesitaremos dotarnos de una teoría de estratos que sea capaz de albergar más
complejidad que la que permite el ping pong entre lo material y lo espiritual, una teoría que no
reduzca el dispositivo estético a sus extremos, sino que recupere la capacidad de articular un número
mayor de estratos y que sea capaz de elucidar las relaciones que se establecen entre ellos.
Algo así está en cierto modo presente en la Teoría Estética de Adorno cuando el pensador alemán
sostiene que el contenido de un cuadro no se limita nunca a lo que representa, sino que hay que
otorgar una atención específica a los elementos cromáticos, las estructuras y las relaciones que
contiene.43 Esto es, no podemos seguir haciendo solitarios con una baraja de dos cartas: materia y
espíritu44 y quizás nos convenga aquí seguir la pista que sugiere Hartmann45 y darle entrada al
menos a cuatro estratos diferentes que participan de lleno en la fábrica misma de lo real46.
psíquico y lo social-objetivado47.
Feynman, Prigogine, Goodwin o Kaufman... si bien ninguno de estos cientí ficos y ensayistas
Con todo y por mencionar referentes algo más conocidos en nuestro país, podemos remitirnos, por
Wagensberg considera la estrati ficación una herramienta fundamental para poder plantear lo que él
Curiosamente Wagensberg plantea una distribución basada también en cuatro estratos que le
la cosmología vigente, según la cual en el principio de los tiempos, cuando la materia del universo
se desparramaba en una especie de sopa homogénea de quarks...la nada se rebeló contra sí misma
y así surgió la materia inerte , una materia capaz de resistir algo de las fluctuaciones de la
incertidumbre. Algunos miles de millones de años después... un pedazo minúsculo de materia inerte
se rebeló contra la incertidumbre y se complicó lo bastante como para modi ficar algunas de sus
materia viva. Y hace poco más de un millón de años una parte bien modesta de la materia viva
protagonizó una tercera rebelión y se complicó aún más hasta lograr anticipar algo de la
Estos tres estratos de la materia pondrán en funcionamiento diferentes formas de selección que
Será hacia el final de su libro La rebelión de las formas cuando se verá en el brete de introducir un
48 Lo que tampoco es tan extraño si consideramos que dicho trabajo, especialmente los cinco tomos de la Ontología
han permanecido inéditos en inglés hasta hace apenas un par de años, cuando se publicó en solitario el tomo II de la
Ontología, precisamente el dedicado a la Ontología Modal, mientras que tomos tan fundamentales como el III
siguen sin haber sido traducidos al inglés, dejando por tanto fuera de juego todo el pensamiento dedicado a la fábrica
del mundo real, en el que se considera la función de estratos y categorías. En el ámbito de habla hispana sin
embargo hemos podido contar con las tempranas y nutritivas traducciones editadas en México por exilados como
José Gaos. No obstante y pese a dichas ediciones -realizadas en los años 50 y 60 del siglo XX- tampoco la obra de
Hartmann ha llegado a los cientí ficos y divulgadores de habla hispana como Javier Sampedro o Jorge Wagensberg.
49 J. Wagensberg, La rebelión de las formas, pág. 94
cuarto estrato que aportará una distinción emergente más, mediante la que podrá tratar sobre lo que
comprender cómo de todos los puntos del espacio, pertenecen a la forma en cuestión todos
Obviamente hay una clara correspondencia con los estratos de lo inorgánico, lo orgánico, lo
objetivado).
Pueden haber filtraciones e intercambios de prisioneros entre alguno de los estratos, atendiendo a su
enunciación especí fica, especialmente entre los dos últimos estratos … y está bien que las haya.
En todo caso el objetivo final es que unas propuestas de estratos u otras nos ayuden a a finar el
modelo mediante el que -como es nuestro caso- podamos abordar ya no la evolución del cosmos en
estrati ficación, que según Wagensberg deben recoger tanto la innegable50 pre-existencia de la
materia inerte dotada de mayor fortaleza como su insu ficiencia a la hora de dar cuenta de la
espiritual. Esa emergencia es la que hace variar el signi ficado que en cada estrato tiene el principio
espinosiano del conatus, del perseverar en su ser de las cosas y las criaturas.
Así en el mundo inerte permanecer signi fica seguir estando, en el mundo vivo signi fica seguir vivo,
En términos categoriales dicha trabazón de estratos nos proporciona las sucesivas novedades
categoriales inherentes a cada uno de los estratos, así aparecen, en los términos de Wagensberg, la
modelizar y poner en común modos de hacer respecto de lo que los teóricos de la complejidad
llaman la incertidumbre... que quizás esté en el núcleo mismo de lo artístico para lo que autores tan
50 Wagensberg debió sentir la presión intelectual e ideológica de algunas de las epistemologías posmodernas
absolutamente centradas en los estratos superiores y convencidas -como Plotino- de que todo emana desde allí
arriba. Tanto es así que el físico barcelonés llega a pedir “perdón” -en la pág. 73 de La rebelión de las formas- por
defender que esta emergencia sólo puede suceder de abajo a arriba, si bien lo de arriba, siendo reciente y frágil como
ya sabemos, no puede resolverse enteramente mediante las categorías propias de los estratos inferiores.
51 J. Wagensberg, La rebelión de las formas, pág. 65
…
En adelante nos propondremos considerar tanto la consistencia de las obras de arte como la de
nuestras experiencias estéticas en tanto cooperación y con flicto de elementos procedentes de cada
uno de los diferentes estratos. No habrá aquí jerarquía ni reducción alguna. Constataremos eso sí
que algunos de esos estratos -los más antiguos- tienen que mantenerse para que los demás puedan
aparecer y hacer su quehacer, esto es, lo emergente se apoyará siempre en lo previamente existente
sin que por ello tenga que ceñirse al juego que esos estratos anteriores podían desplegar. Esto
signi fica que algunos estratos son más antiguos y más estables, pero que no por apoyarse en ellos
pueden los fenómenos emergentes ser enteramente explicados en los términos de dichos estratos
anteriores... puesto que lo característico, precisamente, del salto entre estratos es la aparición de una
novedad categorial.
En otras palabras, los estratos que -para entendernos- llamaremos “superiores” dependen siempre
para su comparecencia de los estratos “inferiores”, así por ejemplo, es fácil entender que si no
hubiera habido materia inorgánica difícilmente habría vida orgánica, del mismo modo que si no hay
organismos que la sustenten difícilmente habrá vida consciente... Así las cosas, los estratos más
recientes se apoyan siempre sobre las condiciones y las leyes de los más antiguos, y no pueden
forzarlos o contravenirlos más allá de ciertos límites. Esto supone una lección de humildad
materialista, que no por elemental ha dejado de ser ignorada por las diferentes versiones del
insoslayable que nos recuerda el suelo del que salimos todos y al que -a todo esto- tenemos que
volver. Pero el caso es que aunque los seres vivos, aquellos que abren el estrato de lo orgánico, no
podrían existir si previamente no hubiera un suelo y una atmósfera de materia inorgánica, aunque
dichos seres vivos no puedan ignorar o contravenir las leyes de la física -no por mucho tiempo al
menos- también está ya claro a estas alturas que no podemos aspirar a explicar su consistencia y su
Es aquí donde podemos tomar distancias de los materialistas más ramplones. Así, de igual modo
que admitimos que los estratos superiores descansan en los inferiores, tenemos que admitir que
aquellos -los superiores- no pueden explicarse sólo en razón de ese su descansar en los inferiores.
Cada estrato al diferenciarse, hace emerger -pone de manifiesto y despliega- lo que Hartmann llama
un “novum categorial”, es decir una categoría o conjunto de categorías inherentes a este nuevo
estrato. Unas categorías y unas legalidades que no se hallaban en el estrato inferior y que no pueden
Así la adaptación dinámica a fines, característica de la vida orgánica podría ser un candidato a ser
Todo esto quedará más claro si exponemos lo que Hartmann denomina Leyes de la Estrati ficación
que se pueden expresar, según Hartmann52, en las leyes de: Fuerza, Indiferencia, Materia y Libertad.
Ley de la fuerza: especifica que los estratos inferiores -lo inorgánico y lo orgánico- son siempre los
más fuertes y persistentes. Es por eso que los estratos superiores -lo psiquico y lo social-objetivado-
dependen de los inferiores, pero no a la inversa. Por decirlo en palabras en Jorge Guillén:
Proponiendo un volumen
52 CITA
Ley de la indiferencia: esta ley saca consecuencias de la anterior y especifica que los estratos
inferiores no se esfuerzan gran cosa, ni mucho menos se agotan, en su funcionar como base de los
superiores, más bien lo que muestran es, precisamente, cierta indiferencia a la comparecencia o no
de los superiores.53
Ley de la materia: los estratos superiores no pueden conformar con la materia-base que han recibido
de los estratos inferiores todo lo que queramos54, sino sólo lo que es posible hacer a partir de esa
Ley de la libertad: toda vez que se asumen las leyes propias de los estratos anteriores, podemos
decir que los superiores son libres55 en la medida en que la novedad categorial que incorporan y la
materia-base sobre la que se apoyan se lo permiten. Se trata entonces -como siempre- de una
Si tenemos esto presente se hará espurio decir que los términos superior e inferior no son los más
afortunados, puesto que aquí como en el Tao: lo grande y fuerte ocupa el lugar inferior. Lo
pequeño y débil ocupa el lugar superior56, esto es los estratos así llamados inferiores son
precisamente los más fuertes, los primeros en aparecer y los últimos en desaparecer. A su vez, los
estratos superiores, siendo los más recientes, son mucho más frágiles e inestables... Inferioridad y
53 Esta parece ser una ley específicamente pensada para evitar el error aristotélico consistente en introduir una
finalidad, una teleología dentro de la sucesión de estratos que se verían por asi decir, forzados, a dar pie a los
superiores, desde cuyo “logro” se explicaría la existencia misma de los inferiores.
54 Así que mal que le pese a Antonio Díaz, “el mago pop” no todo es posible, sino que solo lo es aquello para el
cumplimiento de lo cual se dan todas y cada una de las condiciones. Y si no se dan la cosa, obviamente, es ponerse.
55 Lógicamente Hartmann no entiende la libertad como “indeterminación” sino como “sobredeterminación”.
56 Lao Tse, Tao Te Ching, #76
…
Nos interesará mucho ahora ver cómo el juego ente estratos afectará a las diferentes formas de
concebir la muy disputada autonomía de lo estético. Así cabría pensar una modulación de la
autonomía característica de lo estético inorgánico, una autonomía mediante la que las cosas se
obstinan en comportarse como tales cosas, no dejándose, por ejemplo, convencer por nuestros
auto-organizacion57 e introdujéramos todos los matices que hacen que los diversos materiales
cumplan las leyes de la física a su modo. Esto es lo que nos enseña la Cimática y las investigaciones
de Morfogénesis inorgánica58, a apreciar cómo los diversos materiales: el agua, la arena o incluso
los fluidos no newtonianos cumplen las leyes de la física siguiendo sus propios patrones de auto-
organización.
Esto es lo que sucede, por ejemplo, con las dunas de arena. Podría pensarse que la forma de la duna
estaría completamente determinada por el viento, pero esto no es lo que sucede cuando las dunas
son lo bastante grandes para afectar ellas al viento también: el viento lleva la arena, pero la arena
obstaculiza el viento y lo hace amainar haciendo que los granos de arena se depositen de nuevo.
De modo que lo que tenemos es un sistema de acción y reacción acopladas (en serie como los
latidos del corazón, no en paralelo) cuyo resultado -la forma de la duna- no siempre se puede
predecir a priori59 .
Así las cosas, la forma de la duna es tanto el resultado como el factor regulador del movimiento de
los granos de arena... Esto nos permite pensar que un modo de relación es a la vez la manifestación
57 Por mucho que como nos recuerdan Maturana y Varela, los sistemas autocatalíticos no deben confundirse con los
sistemas autopoiéticos, puesto que aquellos, entre otras cosas, no determinan su propia topología. De máquinas y
seres vivos, p. 80)
58 Citar a Jenny y Morphogenesis...
59 Morphogénesis, pág. 107
externa de la organización de los flujos y aquello que organiza dichos flujos... 60
Esta puede ser una buena manera de concebir la auto-organización en el estrato de lo inorgánico y
vivedios que es de la mayor importancia para cualquier pensamiento serio de lo estético que
inevitablemente, en la mayor parte de las prácticas artísticas tienen en dicho estrato su primera base
de operaciones.
bosque- es el límite inferior de los seres, pero admite la emergencia de una mayor complejidad,
puesto que como dice James J. Murphy61 se trata de una materia que no está ahormada, que carece
de un ritmo característico: es arruthmistos. Para entender la irrupción de lo rítmico será preciso que
consideremos a su vez la aparición de una forma de autonomía específica del estrato de lo orgánico:
la autonomía mediante la que los cuerpos vivos se producen a si mismos y no a otros. Maturana y
Varela -como hemos visto- llamaron autopoiesis62 a este tipo de autonomía sin la cual es difícil
comprender nada en biología: la selección natural es importante, pero ésta no ha trabajado sola
para crear las finas arquitecturas de la biosfera: de la célula al organismo y al ecosistema. Otro
recurso –la auto-organización- es el recurso raíz del orden. El orden del mundo biológico no es
meramente un truco, sino que surge natural y espontáneamente a partir de estos principios de
descubrir y entender63.
Por supuesto la autopoiesis no puede desconocer ni contravenir abiertamente las leyes de la física
-la auto-organización de lo inorgánico- pero muy a menudo las desafía hasta el punto de que la
autonomía toda de lo orgánico, toda autopoiesis se construye en tensión con las inercias 64 que todo
cuerpo arrastra por llevar en sí todas las huellas del estrato de lo inorgánico.
Este mismo desafío a la inercia propia del estrato anterior vuelve a darse cuando pasamos del
plantas65 cuando se muestran capaces de coordinar la inmensa cantidad de información que les
llega, por ejemplo de los ápices radicales. Todo ello logra específicar una tercera modulación de la
autonomía que por lo demás, e igual que pasaba con las otras modulaciones que hemos ido viendo,
no puede sostenerse en el vacío, sino que tiene que construirse apoyándose en los estratos anteriores
y cuestionándolos a la vez.
La autonomía de lo psíquico nos sirve para poner distancia, o cierta sordina al menos, frente a las
exigencias de nuestra constitución como cuerpos y como materia inorgánica. Por eso, dice
pasiones, el poder de nuestra atención y la viveza de nuestro gusto y afectos se deben al concurso
de esas fuerzas vitales66, se apoyan y necesitan del cumplimiento de todas las exigencias que los
La cuestión que nos importa, sin embargo, es que ninguna de estas relativas dependencias nos
puede hacer renunciar a la inteligencia de que hay una auto-organización de lo psíquico que tal y
como ha estudiado la Psicología de la Gestalt nos lleva a preferir e incluso proferir determinadas
formas y composiciones, con relativo desprecio de lo que percibimos o lo que nos quiera imponer el
cerebro reptil que cada cual conservamos con más o menos cariño. Del mismo modo que pasaba
psíquico no puede ignorar las exigencias auto-organizacionales del cuerpecillo del que es parte, y de
hecho buena parte de su quehacer consiste en algún tipo de colaboración con dicha autopoiesis.
Ahora bien, no podemos ignorar cuan a menudo la autonomía de lo psíquico se planta, por así decir,
65 Inevitable citar aquí el trabajo del neurobiólogo y botánico Stefano Mancuso que siguiendo intuiciones ya presentes
en Goethe y Darwin ha demostrado experimentalmente que las plantas pueden aprender y pueden tener memoria.
Puedes seguirse sus experimentos y su argumentación en libros como Sensibilidad e inteligencia en el mundo
vegetal, Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2015.
66 G. Santayana, The sense of beauty, pág. 26
frente a las exigencias de la autopoiesis orgánica y le impone restricciones. Toda ascesis, desde
quien sigue una dieta o se declara en huelga de hambre a quien se embarca en la redacción de un
pesado libro de estética, supone si no una negación -como han pretendido muchas escuelas
filosóficas67- si al menos una cierta negociación con las exigencias de la autopoiesis de lo orgánico.
puede extender a las demás formas de autonomía- como autotélica, es decir de autodeterminación
de fines.
En este estrato efectivamente -a diferencia de lo que sucede en otros- podemos marcarnos fines -por
implementarlo. Por supuesto -y no entender esto ha provocado todo tipo de errores- lo autotélico
tiene demasiado sentido que nos planteemos como fin dejar de ser un cuerpo humano para -a base
estado de derecho y la democracia, esto sería a todas luces mucho más complicado.
Obviamente e igual que sucedía con las modulaciones anteriores de la autonomía, esta auto-
organización de lo social no puede ni debe ignorar las exigencias de las formas más sencillas o
anteriores68 de autonomía. Hacer planes para auto-organizarnos socialmente sin contar con lo que
absolutamente ningún sentido. Ahora bien, también aquí debe entenderse como la auto-
organización en el plano de lo social va a tener que desafiar los límites planteados por las demás
formas de autonomía. Igual que el perezoso tiene que contrarrestar la fuerza de la gravedad que le
mantiene tumbado en la cama, así en el plano de la auto-organización social será preciso que
aprendamos a negociar con la autonomía de nuestras emociones y nuestra inteligencia psíquica para
67 Desde la mayor parte de las escuelas budistas y el estoicismo a los padres de la iglesia...
68 En “teoría de estratos” lo anterior es obviamente más antiguo, más estable y muestra una cierta indiferencia hacia lo
posterior, no habiendo en estos términos ninguna forma de solapada jerarquización de ningún orden.
convertir -como quería Vigotsky- lo interpersonal en intrapersonal y poder así volver de nuevo a
Será por eso que al fin y al cabo, lo que somos, decía Georges Bataille, depende de la actividad que
une los elementos innumerables que te componen, de la intensa comunicación de tales elementos
Con todo es fundamental que aprendamos a pensar no sólo en la posibilidad formal de pequeños
bucles de reactualización entre estratos, sino incluso de reiniciar el ciclo completo de estratos en su
conjunto, sobre todo en cuanto empecemos a aplicar la teoría de los estratos al pensamiento
estético. Acaso suceda entonces, del modo en que lo planteara Wilde o la Teoría del actor-red, que
De un modo ontológico fuerte, tal y como Clifford Geertz considera que sucede con los humanos
cuyos cuerpos y encéfalos son modificados -incluso en un sentido físico- por la cultura, de modo
que hay una co-evolución del lenguaje y de nuestra capacidad para el lenguaje
O de un modo epistemológico, que enfatizaría que sólo somos capaces de “ver” aquellos segmentos
de naturaleza (estratos 1 y 2) a los que nuestros desarrollos en los estratos superiores (3 y 4) nos dan
acceso.
En cualquier caso y bajo cualquiera de estas modalidades sostendremos que los estratos se nos dan
Para esta visión, a caballo y a tortas entre Kant y Marx, no se trata de que cada sociedad
reconocer que cada sociedad, o cada uno de sus miembros, sólo puede ver aquella sección de cada
estrato para la que cuenta con categorías adecuadas, como las que nos permiten concebir y tratar
con los microbios o la radiación. Con el desarrollo de los diferentes aparatos categoriales podemos
entonces entender cómo el esquema de los estratos que podría parecernos en exceso lineal y
enlazan y se condicionan mutuamente los diferentes estratos, de modo que las variaciones
consecuencia.
Mediante las leyes de la estratificación se dejan ver las complicidades conceptuales con
pensamientos como el del materialismo cultural que lejos de desdeñar o considerar marginales los
objetivado- tan sólo los pone en la perspectiva que ofrecen las leyes de fuerza, indiferencia, materia
y libertad. Eso explica, en palabras de Marvin Harris, por qué las innovaciones que se producen en
la infraestructura -en los estratos inferiores- tienen grandes posibilidades de ser preservadas y
condiciones ambientales, incluso aunque se dé una marcada incompatibilidad entre ellas y las
estructural o simbólico ideacional -las propias de los estratos superiores- serán probablemente
En todo caso no se trata de quedarse en una dinámica diacrónica, ni mucho menos permitir que nos
imponga una sucesión lineal de los diferentes estratos. Esto en nuestro campo de investigación no
tendría sentido alguno. Por supuesto, toda teoría de la estratificación tiene que dar cuenta -como
parte de su carácter ontológico- de esa dimensión diacrónica y servirá para postular, como hemos
dicho, qué es lo que estaba ahí antes y qué debe seguir estando para que otros estratos aparezcan.
Pero a la vez tiene también una dimensión sincrónica que especifica la diversidad simultánea de
70 Marvin Harris, Teorías sobre la cultura en la era posmoderna, Ed. Crítica, Barcelona, 2000, pág. 179
aquello que aprehendemos. Es esa simultaneidad de los estratos la que da “profundidad” a las cosas
sin que debamos en ningún caso confundir profundidad con opacidad, puesto que como decía
Merleau-Ponty: La profundidad es el medio que tienen las cosas para permanecer claras, para
permanecer cosas, al mismo tiempo que no son -no se reducen a ser- lo que yo veo actualmente. Es
Esto se deja ver perfectamente en otras propuestas de estrati ficación de lo estético como la que
planteaba el compositor Aaron Copland72 cuando hablaba, también él, de un grupo de categorías
mediante las que acercarnos a los cuatro estratos fundamentales de la música: el timbre, el ritmo, la
melodía y la armonía... que, mira tú por donde, encajan bastante bien con cada uno de los estratos
aquí propuestos, puesto que el timbre está conectado con la materialidad misma de los instrumentos
musicales -lo inorgánico-, mientras que el ritmo remite claramente a la pulsación, al latido
estructura misma de nuestro psiquismo, en el que la memoria juega un papel fundamental, mientras
que las diferentes formas de la armonía, sin duda, arraigan en convenciones y postulados de orden
última -dice Copland- hace de armazón cumpliendo la misión que tiene la dovela central en un arco
de medio punto, en el que siendo la última piedra que se coloca es la que sostiene a todas las demás.
Se trata, como siempre que consideramos “teoría de estratos”, de rasgos que están ahí 74, que están
puestos en la música o la obra de arte en cuestión. El timbre, el ritmo, la melodía y la armonía están
sustituir nunca del todo lo que tiene que estar puesto en la obra para que ésta sea lo que -de una
dónde estaban los yambos que componen el verso Deus creator omnium, cuando lo declamamos...
¿dónde piensas que están: en el sonido que se oye, en el sentido auditivo del que escucha, en el
acto del que lo pronuncia o, puesto que el verso es conocido, hay que admitir que estos números
Por supuesto que no se trata de hacerle decir al bueno de Agustín nada que no diga él mismo, pero a
mi me claro parece que su estrati ficación en sonido, sentido, acto y memoria no andan tampoco tan
las denominaciones no sean las que mejor cuadren con un pensador de la antigüedad 76, pero ahí
queda esa apuesta por la complejidad y el juego de estratos que no puede reducirse en ningún caso
al tramposo ping pong entre la materia y el espíritu. En adelante hablaremos de “teoría de estratos”
en la medida en que pongamos en juego en un mismo ámbito de experiencia estética las especí ficas
exigencias de materia, sentidos, memoria y cultura... Y como decía mi abuela: ahí te quiero ver.
Así pues, de lo que puede tratar una teoría de estratos en un pensamiento de la complejidad
contemporáneo y lo que pueden elucidar sus leyes es, justamente, la “fábrica” misma del ente con el
que se acopla nuestra apreciación estética -ya sea esta de carácter categorial o axiológico- de cómo
está dispuesto formando circuito, dando pie a la relación de transparencia que pasa
75 Memoria aquí, claro está, viene a equivaler a acervo cultural compartido. Agustín de Hipona, De Musica, VI, 2, 2-5
76 De hecho Agustín los considera como numeros y los diferencia en sonans, occursor, recordabile y progressor.
Añadiendo un quinto tipo: el iudiciabilis que existe en el propio intelecto natural de los sentidos y que vendrá a
hacer las veces de la sustasis aristotélica, reintegrando objeto, fenómeno, experiencia y poética en un unico medio
homogéneo.
homogéneamente de un estrato a otro y el asombro ante el aparecer concretamente intuitivo. 77
A esta crucial relación de transparencia gradual le llama Hartmann -como ya hemos adelantado-
hendidura del trasfondo y alude con ella justo a ese aparecer de un estrato detrás de otro y delante
de otro, de modo que no dejan de emerger sentidos nuevos e irreducibles entre sí, puesto que no se
trata con la hendidura del trasfondo de llegar a agotar la sucesión de estratos, de alcanzar una
la hendidura no sólo es la que abre la experiencia estética como experiencia del juego y la
complejidad de lo que hay, sino que por encima de todo mantiene acotada y abierta a la vez dicha
En última instancia lo que toda hendidura del trasfondo acaba por mostrarnos es el carácter fractal
del atractor modal, puesto toda obra al transfigurarse en la experiencia estética efectiva no puede
sino revelarnos una necesidad y una posibilidad... o una contingencia y una imposibilidad... y ese
Esto lo supieron ver los pensadores medievales cuando hacian de la claritas uno de los atributos
fundamentales de la belleza y la experiencia estética, así Alberto Magno cuando dice que las cosas
son bellas y gustan cuando en su materia se hace ver y resplandece su esencia. Por eso la claritas
-como el resplandor neoplatónico- si nos dejamos de esencialismos o si entendemos que aquello que
llamábamos esencia no es sino un determinado modo de relación nos conduciría de una capa a otra
del objeto, mostrándonos paso a paso, parte al menos, de la complejidad que alberga y que lo
constituye.
Al cabo lo que cualquier pensamiento de los estratos hace -y por eso es fundamental para el
decir, la aparición de novedades categoriales no reducibles a los términos de lo que había hasta
entonces... y ello no como irrupción de ningún genio misterioso sino como efecto de la manera
Para cerrar este apartado es importante tener presente que la estratificación, volviendo al carácter
fractal del que hablábamos antes, lejos de consistir en una distribución determinada, como las que
aquí hemos presentado, supone siempre que incluso dentro mismo de cada estrato vuelva a
que relaciona”, de lo que hace de materia y lo que da forma a esa materia convirtiéndose a su vez en
Así se puede apreciar, sin salir del estrato de lo social objetivado en este conmovedor poema de
y mi padre decía
mirándome y moviendo
pero me acompañaba
la tristeza. El maestro
la muerte yo la vi
Y cuando me pusieron
la tristeza enseguida
mudó de pantalones.
De tristeza en tristeza
caí por los peldaños
de la vida. Y un día
En este caso la locución, la voz que habla y dice “no sirves para nada” en las cuatro primeras
estrofas, se sitúa claramente en los estratos inferiores y bien asentados -el padre, el colegio o incluso
los supuestos amigos- desde los cuales y como indica la ley de indiferencia es imposible de apreciar
la relevancia categorial de aquello que emerge, de los estratos superiores que, vistos desde abajo y
decirlo- es complice de la novedad categorial que suponen el poeta y su mirada para el valor. A
partir de ahí el “no servir para nada” lejos de ser anatema se convierte casi en una condecoración,
una distinción o dignidad especial: lo emergente ahora se muestra con alegría y entiende su lugar en
la sucesión de estratos.
No hay aquí pose aristocrática de ningún tipo, es tan sólo una cuestión de inteligencia ontológica y
por extensión también categorial y si los estratos superiores aparecen siempre vinculados a un
“novum categorial” entonces es de rigor que los estratos anteriores no puedan apreciar siquiera
dicho salto. Tampoco ello debe suponer merma alguna de la importancia y la función de los estratos
inferiores que simplemente hacen -como ya sabemos bien a estas alturas- lo que pueden hacer y lo
yo era Hui,
ya nunca lo he sido.
Tal y como hemos visto en la teoría general de los estratos es inherente a todo lo vivo implicarse en
acompaña todo proceso de desintegracion o muerte. Estar vivos como individuos o como culturas,
social-histórico... para desde ahi volver a plantear cuales sean las categorías básicas que han de
estructurar nuestra relación, nuestro metabolismo social, con los diferentes estratos de la fábrica del
reiniciar el ciclo, es ir renunciando a todas esas complicaciones... y se muere uno del todo cuando
da en abandonar la complejidad y trabazón de todos esos estratos para ir volviendo poco a poco al
nivel orgánico-vegetativo del que salimos y reintegrarnos finalmente en el inorgánico... ahí habría
una especie de caída hacia abajo, pero como dice Yung Beef también podemos caernos hacia arriba.
Te caes, es decir, no eres tú quien controlas tu movimiento, pero te caes hacia arriba, es decir, hacia
el nivel máximo de integración y homogeneidad para cuyo logro, a todo esto, será relativamente
imprescindible tu muerte o alguna otra forma de neutralización que evite que puedas meter la pata
y echar a perder la figura que has construido y que -a estas alturas deberías saberlo- es mucho más
Por eso decimos que hay al menos dos inmortalidades: una es la del que cae hacia abajo y se
reintegra con la materialidad, la inmortalidad humilde ante la que se fascinaba Hamlet cuando
Y otra que es la del que se cae hacia arriba -el mismo Alejandro- y logra esbozar una figura o
contribuye de modo importante a una ya existente, logra decantar un modo de relación en el que
se integra a la vez de modo a la vez soberbio y humilde. Lo decía Unamuno: la inmortalidad del
alma es algo espiritual, algo social. El que se hace un alma, el que deja una obra, vive en ella y
con ella en los demás hombres, en la humanidad, tanto cuanto ésta viva. Es vivir en la historia.78
Cuadrigramas: un sistema grá fico para pensar la complejidad y la estrati ficación de lo estético.
cada cosa
cada cosa
incluso aquélla
no lo es
hablémoslo
Samuel Beckett79
sobre cómo aparece y se distribuye aquello que en la Introducción llamábamos “lo relacionado”.
Como no puede ser de otra manera los diferentes estratos aparecerán con más o menos peso y
recibirán una mayor o menor atención en cada uno de los objetos de nuestra experiencia.
Estas diferencias de presencia y atención tendrán unas consecuencias que vale la pena tener
presentes. Así la falta de consideración con los estratos inferiores convertirá nuestro trabajo en poco
menos que insostenible, mientras que el descuido de los estratos superiores puede bien convertirlo
en trivial. Parece sencillo pero el caso es que buena parte de nuestro arte -y de nuestro pensamiento-
Así, por poner un ejemplo que debería ser obvio, ningún arquitecto debería permitirse ignorar las
tensiones y condicionamientos que en un plano biológico (temperatura, luz, humedad) sus usuarios
vamos a experimentar, ni mucho menos las cualidades de los materiales con los que va a construir.
Puesto que si lo hace el edi ficio o el usuario se derrumbarán y no hay peor insostenibilidad que la
Pero tampoco se podrán ignorar los marcos cognitivos y perceptivos de usuarios y habitantes y
obviamente el peso conceptual y cultural del proyecto, su integración o su con flicto en un contexto
social existente . Si no considera estas cuestiones el proyecto corre serio peligro de devenir
Ya que estamos, bueno será tener presente que por mucho que una obra crea poder ignorar los
intrínseca superioridad moral o conceptual. Con esa pretendida superioridad en mente, las estéticas
de cuño romántico han colocado a la música y la poesía por encima de las demás artes al no tener
éstas que contar con otros estratos que no fueran el socio-cultural y acaso el psíquico.
Desde luego que podemos apreciar estéticamente un objeto sin necesidad de que éste haya
atravesado los cuatro estratos de modo consistente... aunque eso sí, sólo tendremos una experiencia
propiamente estética en la medida en que el estrato dominante se acople, generando una suerte de
circuito, con algún otro estrato, poniendo así en juego al menos una hendidura del trasfondo...
Finalmente -y esto es ahora de la mayor importancia- podremos entender que la estrati ficación es
una condición imprescindible en todo complexo estético, pero que desde luego no constituye de
suyo una condición necesaria ni para la experiencia estética ni para el quehacer artístico: será
preciso además que dicha estrati ficación con figure o deje traslucir un medio homogéneo en el que se
puedan poner en juego nuestras facultades, como pedían Kant o Schiller, en el que se trans figure un
Una obra de arte será un medio homogéneo en el que se auto-organiza una succesión de estratos que
….
Estos dieciseis ejemplos serán parte de un pequeño modelo que acaso nos pueda ayudar a pensar y
entre ellos.
Si tenemos cuatro estratos y hemos dicho que algunos de ellos son anteriores y más básicos podría
ser una buena idea representarlos dibujando cuatro lineas superpuestas, de tal manera que la línea de
--------------------- Social-objetivado
--------------------- Psíquico
--------------------- Orgánico
--------------------- Inorgánico
Ahí aparecerían los cuatro estratos representados en sus respectivas posiciones y tratados todos con
la misma importancia. Algo seguramente difícil, si no imposible, de conseguir habida cuenta de que
tenemos que tratar con procesos dinámicos de producción artística y recepción estética.
Así pues, para que el sistema funcione y pueda dar cuenta de las muy distintas situaciones con las
que nos vamos a encontrar, será preciso darle algo más de juego introduciendo la posibilidad de
representar cada uno de los estratos como una linea continua o como una línea discontinua.
Utilizaremos las líneas continuas ------------ si constatamos que el estrato en cuestión ha recibido el
Por el contrario recurriremos a las lineas discontinuas ---- ---- si el estrato en cuestión ha sido
los demás estratos, o si simplemente se mantiene en silencio, como suelen hacer las personas
figuras diferentes, como en su día las obtuvieron los practicantes del arte de la Geomancia80.
Los sistemas mágicos medievales no son mi fuerte pero no pude resistirme a emplear los nombres
en latín que recibió cada uno de estos cuadrigramas. Ya se sabe que cualquier cosa dicha en latín
suena como algo sagrado, algo obsceno... o ambas cosas a la vez, que es donde -sin duda- empieza
lo interesante.
80 Por supuesto que formar gráficos combinando líneas contínuas y discontínuas es justo lo que hace el I Ching,
posiblemente el libro más antiguo que conserva la humanidad. Aunque en el I Ching el carácter de las lineas está
mucho más cargado de sentidos, de modo amplio se considera que las lineas continuas figuran lo activo, mientras
que las discontinuas marcan lo receptivo.Hace algo más de mil años los mercaderes y viajeros arabes que volvían de
China intentaron exportar el I Ching y perdieron dos líneas por el camino. Así se llegó tanto en Africa Occidental
como en Europa a algunos sistemas de representación gráfica que dieron en usar cuatro líneas formando un sistema
de notación que con el tiempo se extendería por Africa Occidental, de donde saltaría a Cuba, donde aun se conoce
este repertorio de signos como los Oddun de Ifá, o a la Europa medieval donde se le conocería como “Geomancia”.
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Desde luego que a nosotros, al menos por ahora, no nos interesará meternos en adivinanzas ni en
presagios, sino simple y llanamente en sacarle partido a un sistema gráfico que nos permita
representar y acotar de algún modo la complejidad que supone poner en juego las combinaciones
posibles de los cuatro estratos según reciba cada uno de ellos mayor o menor atención y cuidado.
Por supuesto y al igual que sucede en el I Ching, no se trata en ningún momento de encasillar las
diferentes situaciones en las que nos podamos ver implicados, ni tampoco las obras de arte o o las
poéticas en uno u otro cuadrigrama sino, justo al contrario, de pensarlas en sus desplazamientos, en
Así, por poner un ejemplo fácil de entender, el arte matérico basado en la exploración de texturas y
soportes físicos, empezará pareciéndose a Tristitia, dejando que su fuerza principal se muestre en el
estrato de lo inorgánico:
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---- ----
---- ----
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Y así puede seguir largo tiempo mientras sea un experimento estético relativamente marginal, ahora
bien tan pronto como vaya aumentando la literatura -procedente del estrato de lo social-objetivado-
dedicada a estas obras y tan pronto como las ideas y convenciones agitadas en dicha literatura se
vayan extendiendo, empezaremos a ver como se da lugar a una secuencia estratigráfica que nos
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---- ----
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secuencias estratigráficas, de manera que no será extraño que algún crítico o parte del público más
ilustrado y victima acaso de un empacho de lecturas de Danto pretenda forzar la pieza e ignorando
precisamente sus cualidades matéricas proponga verla como un mero epifenómeno de la historia del
arte. Asistiríamos entonces a una ulterior mutación que nos llevaría de la Tristitia original -pasando
o no por Carcer- a Laetitia, con lo que invertiría el cuadrigrama original, puesto que ahora todo el
peso recaería sobre el discurso historiográfico y conceptual producido en torno a una pieza que ya
Eso sí, conviene tener siempre presente que por mucho que puedan darse diferentes secuencias
estratigráficas que muestren los cambios acaecidos en los procesos de recepción y crítica del arte,
los cuadrigramas tienen una clara base ontológica, de manera que determinadas secuencias
estratigráficas, como la que lleva a invertir Tristitia en Laetitita sólo podrán darse mediante el
ejercicio de una cierta violencia contra la obra, negándose a ver lo que de hecho está puesto en ella:
Este puede ser un punto fuerte y relativamente clarificador de una teoría de estratos: reconociendo
la agencialidad de nuestras categorías y valores en la percepción estética, pero advirtiendo que ésta
se realiza siempre e inevitablemente sobre la base de algo dado efectivamente, algo que está ahí
-por mucho que no podamos nunca conocerlo del todo- algo que resiste -como hemos visto en la
Este carácter aproximativo o tentativo del conocimiento estético -yo diría que de todo
conocimiento- nos ayuda a entender que todo juicio que hagamos respecto a la constitución
estratigráfica de una obra de arte cualquiera será un juicio provisional: discutible y revocable...
perotambién tenemos que entender que dicha provisionalidad no significa que cualquier juicio nos
El reconocimiento de esto tiene mucho que ver con lo que Hartmann -con su característica
precisión- denomina el asombro ante el aparecer concretamente intuitivo, que toma la forma de una
Sólo si nuestra atención fluye, si nuestra relación se mantiene abierta a los saltos y conexiones entre
estratos, podremos seguir manteniendo el carácter propio de la experiencia estética que sólo podrá
tanto tosca: al cabo no estamos sino iniciándonos en teoría de estratos y nos relacionamos con ella
como haría alguien que se limitara a pasar el dedo por el teclado de un piano en un sentido y en
otro, haciendo sonar escalas en un sentido ascendente y descendente. Ese es el fin de estos primeros
Pero para poder tocar con él nos hará falta aprender alguna cosa más, atendiendo a los desarrollos
de otras disciplinas que como la arqueología han tenido que aprender a trabajar con complejos
estratificados.
Principios de Estratigrafía
Edward C. Harris es un arqueólogo conocido por haber contribuido de forma decisiva a re finar la
teoría de estratos con la que contaban los arqueólogos hasta entonces y que era fundamentalmente
una teoría de inspiración geológica, en la que no se recogía ni de lejos la complejidad que supone la
irrupción de los humanos como agentes activos en la conformación de los estratos mismos que
Geológicamente se da por sentado que las diferentes capas se acumulan o se disuelven, esto es, o
bien se van sedimentando unas sobre las otras o bien se van erosionando... pero cuando tenemos
que tratar con procesos sociales, culturales o artísticos, entonces seguramente debamos hacer entrar
más fuerzas en juego: la destrucción deliberada, el saqueo oportunista, los intentos de restauración y
diríamos nosotros, provienen de no habernos divorciado hace tiempo de las ideas geológicas de la
Aquí es donde Harris nos empieza a ir de perlas, porque al menos en los dominios de lo estético es,
desde luego, mucho más fácil que la estrati ficación en cuestión haya podido invertirse, romperse,
Pero sobre todo lo más importante será entender que no se tratará tan sólo de que el objeto o la
experiencia en cuestión esté de suyo estrati ficada o tenga capas como todo ogro digno de su o ficio.
La cuestión vital para el pensamiento estético será que los diferentes estratos se tramen entre sí
Esto se deja ver en el sistema propuesto por Harris en el que, al igual que sucedía en Las leyes de
la Forma82 de G. Spencer Brown, sólo caben tres tipos de relaciones entre dos unidades de
estrati ficación dadas: O bien las unidades consideradas carecen de relación estratigrá fica directa,
(A); o bien se hallan superpuestas de manera estable (B), o bien están interrelacionadas (C):
Trasladando esto al terreno de lo estético, podriamos bien decir que si, como se deja ver en la
primera figura, los diferentes estratos no entran en relación, entonces no hay propiamente ni obra de
arte ni experiencia estética alguna, puesto que no se genera un circuito, como diríamos en los
82 Las Leyes de la Forma (Laws of Form) es un libro de matemáticas y lógica publicado por Georges Spencer Brown
en 1969, ese gran año, y que ha sido fundamental para el desarrollo de trabajos como el de Niklas Luhman o el de
Humberto Maturana y Francisco Varela. En su libro -entre muchas otras cosas- plantea Spencer Brown una noción
relacional de la Forma que es a la vez el observador, lo observado y el acto creativo de hacer una observación... o lo
que relaciona, lo relacionado y el acto creativo de establecer o elucidar un modo de relación.
términos utilizados en la Introducción para electricistas.
A su vez y yendo a la segunda figura, si los estratos están simplemente superpuestos, así como
dotados de una jerarquía clara, entonces se generará circuito, pero seguramente estemos más cerca
Será sólo a partir del tercer grá fico (C) que podremos hablar de lo propiamente estético. Sólo aquí
hay una estrati ficación cuyos componentes se muestran susceptibles de entrar en multitud de
En las dos primeras posibilidades o bien no hay relación entre estratos o bien esta relación se nos da
ya por entero estabilizada y cerrada, pero en la tercera posibilidad, la que abre el campo de lo
estético, lo característico es justamente la recurrencia de esa hendidura del trasfondo que nos hace
pasar de un cuadrigrama a otro y a otro más, en un proceso que pese a permanecer indecidible y
abierto consigue adentrarnos en un medio homogéneo que pese a todas las mutaciones logra
Investigar esos modos de relación será el objeto central de todo pensamiento estético.
...
Para poder entender cabalmente la dinámica de los modos de relación que organizan lo estético
podríamos remitirnos a unos orígenes tan respetables como el arranque mismo de la Poética de
Aristóteles, en la que se advierte de la importancia de investigar cómo hay que entramar los
argumentos si es que se pretende que la composición poética resulte bien. Aristóteles recurre al
término “sústasis” para aludir a ese entramado que constituye dispositivos estéticos ordenados, dice
Aristóteles, como el cuerpo de un animal83.
Para desarrollar una adecuada inteligencia de esta sústasis, es importante que tengamos presente
que en ella entran siempre -como hemos visto en la Introducción para biólogos- elementos
simpoiéticos, que son tanto el punto de partida como el punto de llegada de la complejidad y
elementos autopoiéticos que como las categorías y los valores operan desde cierta clausura
Para poder contar con otras figuras desde las que pensarlo, será interesante volver a Harris. Según
nuestro arqueólogo, cuando hablamos de estrati ficación no hablamos sólo de los estratos o
continuidades como los que ya hemos descrito y ordenado, sino también de las interfacies, es decir
las discontinuidades, los vacíos que unen y separan los estratos entre sí, que se mueven entre ellos
y, ciertamente, los entraman.
La función de las interfacies, de los vacíos o silencios que aparecen entre los estratos consiste, como
diría François Cheng84, en estructurar el uso que hagamos de los estratos, justo como hace el vacío
en el interior de una vasija. Así la vasija tiene que tener forma de vasija y estar hecha de un
material adecuado... pero sólo podremos usarla como vasija si cuenta con un vacío que nos permita
rellenarla de agua.
Las interfacies en el modelo de Harris aparecen como los huecos que quedan entre los estratos, pero
no se trata en ningún caso de huecos inertes, de simples vacíos sino que son estos vacíos, estos
silencios los que permiten que pueda haber variaciones modales en una misma composición de
estratos. Sin duda alguna el silencio que media entre lo inorgánico y lo orgánico no es, para nada, el
mismo que el que media entre lo orgánico y lo psíquico o entre lo psíquico y lo social-objetivado...
Y ya puestos a distinguir Harris plantea una primera diferenciación entre interfacies horizontales y verticales.
Interfacies horizontales -dice Harris- son las superficies de estrato que se han creado o depositado más o menos horizontalmente, teniendo una
83 James J. Murphy, epílogo a la edición de la Poética, realizada por Antonio Lopez Eire, Istmo, Madrid 2002, pág.
153...Por lo demás, la noción de sustasis la utiliza Aristóteles en sus tratados sobre metereologia, asi como en el De
Generatione et Corruptione para aludir a un conjunto de elementos que podemos rastrear y nombrar por separado pero
que están tramados entre sí de un modo dinámico, de tal forma que unos generan otros y vuelta a empezar.
En un drama eso sucedería cuando elementos de orden social o político provocan efectos en elementos de orden
orgánico -y Antigona se ahorca o Edipo se arranca los ojos- y a su vez estos provocan cambios en el estrato de lo social-
objetivado. Para una discusión reciente del término puede recurrirse a Malcolm Wilson, Structure and Method in
Aristotle's Meteorologica: A More Disorderly Nature, Cambridge University Press, 2013, pág 39 y ss.
84 Por doquier, lo lleno constituye lo visible de la estructura, pero el vacío estructura el uso. Es el espacio vacío
dentro de la vasija el que permite que ésta sea usada, precisamente, como vasija. F. Cheng, Plenitud y vacío en la
pintura china,
extensión igual a la del estrato 85. Normalmente equivalen a la extensión de un depósito, cuya superficie conforman, y por ello no suele ser necesario
Esta especie de coextensión, de confusión a menudo, suele suceder en nuestro campo entre los estratos y las categorías que tienden también a
No será hasta la segunda sección de este libro que podremos abordar la consistencia y la función de las categorías estéticas, pero bueno es ir
adelantando que en la medida en que están atrapadas entre dos estratos, tanto las categorías como las interfacies horizontales tienen un alcance más
táctico, son más cortas de vista 86. Se trata por tanto de un acercamiento que se sabe siempre parcial, jugando el juego que nos propone cada una de
ellos, explicitando su capacidad, habitándolo por así decir. Las categorías como las interfacies horizontales encuentran entonces su potencia al actuar
de modo parcial e incluso sesgado. Al igual que sucede con las interfacies horizontales, las categorías no aportan visiones de conjunto, que amplien lo
que cada una es capaz de abrir... ni son capaces de orientarnos más allá del concreto desafío táctico que tienen delante. Su potencia más bien deriva de
la inteligencia concreta, aterrizada, que nos aporta sobre las posibilidades contenidas en un estrato determinado.
Por su parte, las interfacies verticales forman la superficie de un estrato vertical, un muro por ejemplo. Por ello nos darán una visión más de
conjunto, justo como hacen los valores estéticos que tienen un alcance más bien estratégico en su sentido literal 87
permitiéndonos así orientarnos
aunque sea a costa de ignorar algunos rasgos presentes en tal o cual estrato o de priorizar otros en función de la necesidad interna del dispositivo
axiológico en cuestión. Así pues, los valores mostrarán una dinámica más cercana a la de las interfacies verticales puesto que pretenden organizar y
dar sentido al conjunto de todos los estratos que aparecen en una excavación, una obra de arte o una experiencia estética.
La experiencia final tanto del creador como del espectador se cifrará siempre en las modulaciones del juego88 entre estratos e interfacies, manteniendo
presente el carácter simpoiético de los estratos y la dinámica autopoiética las interfacies horizontales y verticales -de categorías y valores- puesto que,
al cabo, tanto el trabajo del artista como el del espectador -esté más o menos emancipado- consisten en el reconocimiento o la elaboración de esa
sústasis de la que hablaba Aristóteles, una labor de composición y combinación de continuidades y discontinuidades, de lo que está ahí y lo que
Podremos con ello extender y entender mejor el rol que en la introducción asignábamos a las dinámicas autopoiéticas en su imprescindible trabazón
con los entornos simpoiéticos efectivos... aunque eso tendrá que esperar en gran medida a las secciones segunda y tercera de este libro.
Si antes veíamos con Hartmann las cuatro leyes que él postulaba para entender cómo se regulaba la
correlación de los estratos entre sí, podemos ahora ver cómo Harris propone, a su vez, otras cuatro
87 Que, en la Grecia clásica se relacionaba con la figura del “estrategos” es decir, aquel que conoce los caminos.
88 Como dice Joaquin Ivars: “cada uno inventa su tránsito o una manera de transitar por la complejidad. El artista
además lo comunica y para ello requiere de la forma” J. Ivars, Esto no es un catálogo, El Cruce, Madrid 1997, pág.5
leyes que aspiran a entender los sistemas estratificados en los que la auto-organización sucede como
interrelación entre todos los componentes de la estrificación, esto es, los estratos propiamente
Las tres primeras leyes que Harris denomina: Ley de superposición, Ley de horizontalidad original
y Ley de continuidad original proceden de la geología... y nos podrán aportar más bien poco ahora.
La cuarta ley o Ley de sucesión estratigráfica será ya, sin embargo, una aportación específica que
podemos tomar prestada desde la arqueología para tratar con procesos dotados de una mayor
complejidad estética. En ella habremos de centrarnos aunque daremos antes un breve repaso a las
La primera, la ley de superposición -y recordemos que es una ley geológica- sostiene simple y
llanamente que los estratos superiores -los más recientes- se superponen a los que ya estaban dados.
En términos estéticos esta podría interpretarse como una ley de sucesión hermeneútica, puesto que
lo que está sosteniendo es que las diferentes interpretaciones y lecturas de las obras se apoyan en los
materiales que nos vienen dados y se suceden, se superponen unas sobre otras, sin que tengan
Así lo muestra la historia de las recepciones críticas e intepretaciones de la mayor parte de las obras
de arte de nuestro canon que han pasado de ser percibidas y consideradas bajo las categorías propias
del culto religioso, por a las de su funcionalidad psicológica, o las de la erudición iconológica o
historiográfica.
La segunda ley, la de horizontalidad original, también de carácter geológico, sostiene que los
estratos, especialmente los formados bajo el agua, en unas condiciones que favorecen la fluidez y la
coherentes. Se concibe así el lugar modal de toda poética consolidada que tiende a aparecer más o
cuenta del funcionamiento de las culturas estéticas repertoriales que a menudo asociamos con
sociedades premodernas y tradicionales que han tenido tiempo de suavizar los picos de conflicto y
ofrecer la ilusión, al menos de una horizontalidad original. Algó así debía estar calibrando Pericón
de Cadiz cuando hacía sus bromas sobre la llegada -en un tiempo remoto- de un barco misterioso
Y así llegamos a la tercera ley, la de continuidad original. Esta tercera ley permite en cambio
pensar situaciones en las que se ha dado algún tipo de trauma o discontinuidad. Sostiene esta ley
que todo depósito arqueológico... estará delimitado originalmente por una cuenca de deposición o
bien su grosor irá disminuyendo progresivamente hacia los lados hasta acabar en una cuña. Por lo
tanto, si cualquier extremo de un depósito o elemento interfacial presenta una cara vertical, esto
significa que se ha perdido parte de su extensión original, ya sea por excavación o por erosión, por
Si en el estudio de una poética determinada nos encontramos -como dice esta ley de continuidad-
con una cara vertical... es que nos encontramos ante un desarrollo truncado prematuramente por la
deposición como puedan ser procesos de represión política directa -Miguel Hernandez sería uno de
mis ejemplos más sentidos- o indirecta como la que pone en juego la precariedad y las presiones del
Así y resumiendo el alcance de estas tres primeras leyes, podemos ver como tenemos una primera
ley que regula la superposición y acumulación efectiva de las diferentes poéticas y sus
esos traumas y las interrupciones disposicionales que cambian el rumbo de la decantación final de
toda poética.
Con ello prepara Harris el terreno para la formulación de una cuarta ley que operará ya de lleno en
el paisaje de lo social y lo político y que por ello será absolutamente fundamental para el
pensamiento estético.
Se tratará de la Ley de sucesión estratigráfica que proporciona el axioma por el que se determinan
las relaciones significativas90 que organizan toda comparecencia efectiva de lo estético. Lo relevante
de esta ley -dice Harris- es que la mayoría de yacimientos arqueológicos -como tambien sucede con
las obras de arte y las experiencias estéticas- tienen secuencias estratigráficas multilineales.
Con ello se pretende entender cómo aquello efectivo estéticamente no deriva de una única y limpia
línea de sucesión, ni se dirige hacia ella, sino que pone de manifiesto un enjambre de inteligencias y
La Ley de sucesión estratigráfica viene a estipular que una unidad de estratificación arqueológica
través del paso del tiempo»-, ocupa su lugar exacto en la secuencia estratigráfica de un yacimiento,
entre la más baja (o más antigua) de las unidades que la cubren y la más alta (o más reciente) de
Ecce Matrix
Esto que, de entrada, podría parecer un tanto alejado de nuestro trabajo como estudiosos de lo
estético se deja, sin embargo, ver perfectamente en un caso tan conocido como el del Ecce Homo de
Borja.
90 Ibidem, pág 63
A nuestro juicio, la sucesiva apreciación estética de las tres fases mostradas en la ilustración sirven
La investigación sobre la sucesión estratigrá fica nos podría llevar ya no a la obra original que el
pintor academicista Elías García Martínez elaborara allá por el año 1930, copiando uno de sus
cuadros anteriores:
sino seguramente a los modelos iconográ ficos que la pintura de genero religiosa manierista y
barroca le habría proporcionado al pintor. En ese sentido se suele aludir al Ecce Homo de Guido
Reni, el pintor boloñes que a comienzos del siglo XVII fijó algunos de los patrones iconográ ficos y
expresivos que constituyen las bases en las que se apoya directamente la obra de Elías García
Martínez:
Podemos partir pues de este primer momento estratigrá fico, en plena Contrarreforma, en el que es
fácil constatar la relevancia otorgada a los estratos de lo orgánico - recogiendo el momento de dolor
físico del protagonista coronado de espinas- y lo psíquico puesto que como cualquier cristiano sabe,
el ecce homo ilustra el momento de mayor desamparo de Jesús, cuando es entregado a sus verdugos
En estas composiciones del Ecce Homo del manierismo el estrato de lo inorgánico -el soporte
material y la técnica con la que está realizada la pieza no tiene gran importancia. Asimismo y en el
otro extremo del diagrama de estratos, el valor convencional, lo social-objetivado no solo no tiene
gran peso sino que no debe tenerlo puesto que a lo que se aspira es, sobre todo, a una identi ficación
física y emocional directa con la figura del Cristo que sufre también física y emocionalmente...
En el lenguaje que nos permiten los cuadrigramas, el Ecce Homo barroco originario se paracería
claramente a Conjunctio:
---- ----
-----------
-----------
---- ----
que es un cuadrigrama muy característico del arte dirigido a conmover y afectar a amplias capas de
población a través de lo orgánico y lo psíquico, del ritmo y la melodía... que son, sin duda, estratos
de más amplio alcance que los detalles técnicos de ejecución o las sutilezas teológicas.
Sin duda alguna de lo que se trata aquí es de destacar la expresividad tanto del cuerpo como del
los elementos relacionados con los estratos de lo orgánico y lo psíquico pesa con fuerza e
y emocional. Se trata de construir no un dios omnipotente y temible, sino una figura llena de
flaquezas, como nosotros, alguien con quien empatizar desde el dolor y la incertidumbre, la sangre y
las lagrimas....
Todo ello, por supuesto, es altamente característico del momento en que se generaliza la palabra
la Fe, fundada en 1622 y regida por los jesuitas, para cuya Tercera Probación -sugiere San Ignacio
de Loyola- es menester concentrarse con más diligencia a la escuela del corazón (o ‘del afecto’)
durante el plazo de la última prueba. Se centrarán en las cosas del espíritu y del cuerpo para
en el ámbito de lo musical sobre el que planearán durante todo el siglo XVII y buena parte del
XVIII las llamadas Disciplinas de los Afectos, toda una serie de bienintencionados esquemas
melódicos y rítmicos con los que, así se creía, era posible inducir y mantener determinadas
Axiológicamente por tanto, nos encontraremos en un momento de claro predominio de una mirada
para el valor en la que prima lo psicológico y lo corporal, la anchura sobre la altura, de un modo que
resultará característico, ya en adelante, de todo arte de propaganda, desde las estéticas fascistas a las
91 Ignacio de Loyola, Const. N°516
tácticas publicitarias cuyo recurso a las empatías basadas en lo orgánico y lo psíquico será
justamente notorio.
España a principios del siglo XX- esa es la concreta encrucijada estratigrá fica que muestra el Ecce
Homo de Borja cuando ocupa su lugar en el Santuario de la Misericordia en las primeras décadas
Ahora bien, con el paso de los años asistiremos al deterioro material de la pieza que irá perdiendo
intermitente. Este deterioro, sin duda, irá en paralelo a la decadencia de la función propagandística
que en su día pudo aspirar a cumplir. Diríase que, como le pasa a tantas otras obras pertenecientes a
épocas pasadas, se operan cambios tanto en la materialidad de la pieza misma como en el aparato
No por ello la pieza dejará de ser apreciada. Lo que sucede, eso sí, es que nos encontraremos con
que prácticamente todo el enfasis y la atención se desplaza de los estratos antaño hegemónicos -lo
orgánico y lo psíquico- a los otros dos estratos que hasta ahora no habían recibido demasiada
atención.
Lejos de la importancia que se otorgaba en tiempos más devotos a la empatía con el Cristo, lo que
se cuidará ahora será la factura material de la pieza, cuya restauración fidedigna aparecerá como una
prioridad. Asímismo aparacerá en escena con todo su peso el estrato de lo social-objetivado, puesto
que la pintura ahora pasará a ser considerada patrimonio histórico, una más de las categorías a cuya
investigación tanto contribuyó Alois Riegls en su investigación sobre el culto moderno a los
monumentos. Se pondrán en primer plano ahora los valores de antigüedad, de relevancia histórica y
especialmente el valor que Riegl caracterizó como el rememorativo intencionado, con ellos se dará
del patrimonio.
Se producirá así toda una mutación estratigrá fica y con ella aparecerá un nuevo cuadrigrama que
producirá una inversión del antiguo. Ahora el Ecce Homo empezará a parecerse más a Carcer y se
verá así:
psíquico -la empatía- aparecen ahora apenas como gestos desvaidos, que han perdido la importancia
objetivado, de modo que cobra ahora protagonismo todo lo relativo a la -antes ignorada- factura
material de la pieza en cuestión, que debe ser mantenida y cuidada a toda costa... de un modo que
En términos axiológicos se constatará la misma inversión que nos permitía observar el cuadrigrama
de estratos. Y donde antes primaba una mirada para el valor orientada a la anchura y la inclusión de
cuantos más fieles mejor -cuestión de propagar la Fe- aparecerá ahora una mirada para el valor
claramente orientada a la altura. Son ahora los expertos en Historia del Arte y en Restauración los
que tendrán la primera y la última palabra, el arte aquí ya no vale porque emocione o impresione a
cualuier hijo de vecino, sino porque es arte y así lo certi fican los expertos pertinentes tras sus
sesudas deliberaciones.
Esta mutación estratigrá fica que había invertido Conjunctio transformándolo en Carcer, será
justamente la que más sufrirá el golpe que provocará el tercer momento estratigrá fico de la obra: la
restauración de la pieza llevada a cabo por Cecilia Jimenez en el verano del 2012.
Dicha restauración, como veremos, supondrá una bofetada en la mirada para el valor que había
acabado por monopolizar el discurso sobre el valor de una pieza como el Ecce Homo.
Para captar plenamente la profundidad del ataque que supone la intervención de Cecilia Jimenez se
hace preciso recurrir de nuevo a los cuadrigramas que nos mostrarán que lo que hace la artista
aragonesa es precisamente restaurar la obra a su estatuto estratigrá fico original: en efecto lo que
consigue Cecilia es que nos fijemos de nuevo en el rostro -lo orgánico- y la expresión -lo psíquico-,
dejándonos intuir eso sí, ya no al hijo de dios convertido en ser humano sufriente, sino a una
criatura situada a mitad de camino entre Paquirrín y la Duquesa de Alba que en la gloria esté...
recogida a la perfección por alguno de los múltiples clones que engendró el Ecce Homo y que puso
Así pues en términos estratigrá ficos la operación realizada por Cecilia Jimenez transforma “Carcer”
de nuevo en “Conjunctio”, devolviendo así la pieza a lo que fue su con figuración estratigrá fica
original como parte que era de esa gran maniobra de arte pop conocida como Contrarreforma.
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Con su justiciera restauración Cecilia Jimenez consigue hacerle perder toda importancia al estrato
de lo inorgánico, puesto que a estas alturas lo de menos es si la obra fue restaurada con pintura al
agua o con el titanlux de toda la vida... mientras que por arriba libera a la pieza de la elevada dosis
de snobismo que introducía la visión patrimonialista y que, huelga decirlo, resultaba enteramente
a una mirada para el valor tan “ancha” como lo fue en sus inicios: el Ecce Homo ha vuelto a ser una
Manierismo para apreciar la pieza y desear fervientemente hacerse un sel fie con ella.
Y esa es quizás la más radical de las restauraciones que Cecilia Jimenez podía haber hecho, puesto
que devuelve a las masas y a la anchura de la mirada para el valor, lo que para ellas fue concebido,
actualizando lo central de la pieza que es la capacidad de identi ficación y empatía, si bien ahora
quizás la risa haya sustuido a la angustia y la parodia a la devoción, quizás porque ambos pares de
categorías no anden tan alejados entre sí como podría pensarse. Del mismo modo que no andan tan
lejos el manierismo y el pop, del que la artista aragonesa es una consumada maestra.
Claro que la restauración estratigrá fica de Cecilia Jímenez no pudo suceder sin poner en cuestión
todo el aparato tanto categoríal como axiológico de lo erudito y o patrimonial que se supone que
estaba por entero en vigor. Es por eso que las primeras reacciones a la restauración fueron, como
hemos visto, de escándalo y bochorno, de vergüenza ajena y propia. Así lo muestra el blog de
Ignoramos si este incali ficable hecho tiene solución, pero de lo que no cabe la menor duda es que
alguien deberá adoptar las medidas precisas para que no se repitan actuaciones como ésta que, al
92 Se puede seguir la discuión entera aquí: http://cesbor.blogspot.com.es/2012/08/un-hecho-incalificable.html
margen de sus motivaciones, deben ser contundentemente reprobadas. De momento, una
representante de la familia del artista se ha entrevistado con el Sr. Alcalde para manifestarle su
sorpresa y pesar ante lo ocurrido, así como la posibilidad de adoptar acciones legales.
lamentaba -a poco de conocerse la restauración- que más allá del valor económico, la gravedad del
asunto es que "una persona, en pleno siglo XXI, haga eso de forma impune...No deja de ser una
Desde dentro del país se reacciona con horror ante la supuesta falta de profesionalidad de la
restauradora -de la que sólo se sabía que era una octogenaria a ficionada a la pintura- y la falta de
celo de los responsables directos de la obra -el cura del pueblo que autorizó la cosa, en una de las
operaciones de comisariado artístico más finas que se han visto desde los tiempos de Kahnweiler-.
Pero como es obvio, ni la historia ni la sucesión estratigrá fica se detiene aquí ni mucho menos.
visitante del blog ya daba las claves de lo que será el devenir estratigrá fico de la obra tan
“(perdon por mi castellano) Yo pienso que esto es una cosa buena para la ciudad! Hasta ahora,
era solamente una image antiga, igual a tanta otras. No representava algo diferenciador. Ahora la
ciudad es conecida en todo el mundo. Esta image tiene una historia rara e muchas personas
quierem visitar la ciudad y la image. La mujer que hace esto no puede ser condecorada
publicamente (porque otros poderian hacer lo mismo) pero hecho algo con buena intension e
De hecho y pese a las lamentaciones y las muestras de estupor de los que aun sostenían los antiguos
demostrará su capacidad para servir de base a interminables cadenas de variaciones, sino que -como
valores asociados a este giro pop se menciona inevitablemente una especie de efecto Guggenheim
que hará a fluir, años después de la performance de Cecilia, a más de 1500 personas al mes que
desean ver la obra, hacerse sel fies con ella y adquirir souvenirs.
lineal. En ese sentido el mismísimo Sir Charles Lyell sostenía que incluso en ciudades como
Venecia y Amsterdam, no se puede a firmar con absoluta certeza que las partes superiores de los
edi ficios, sean de ladrillos o de mármol, son más modernas que los cimientos en los que se apoyan,
porque normalmente éstos se construyeron con troncos de madera, los cuales, a medida que se han
ido pudriendo, han sido sustituidos por otros, sin implicar daño alguno para el edi ficio, que puede
También Edward Harris a la hora de considerar lo temporal en la relación entre estratos e interfacies
da en aportar algo más de juego. Para ello recurre a Stephen Jay Gould, uno de los referentes del
cambiante de las cosas en una dirección histórica 98, y la imagen del «ciclo del tiempo» para
describir los procesos repetitivos y «ahistóricos» que permanecen igual aun produciendo eventos
Según Jay Gould tanto la flecha como el ciclo son “metáforas eternas” que resultan imprescindibles
para una visión comprehensiva de la historia con la que podamos dar cuenta tanto de lo irrepetible y
especí fico que hay en cada momento histórico como de lo que en ellos supone el retorno de unos
mismos patrones que se reiteran una y otra vez. Es muy sencillo de entender si advertimos que cada
año tiene sus estaciones que, pese a los estragos del cambio climático, deberían tener unos patrones
similares año tras año... pero que a la vez cada año trae su propio verano que es y no es el mismo
que trajo el año anterior. Es el mismo para una concepción cíclica del tiempo y no es el mismo para
Según Harris se hace muy difícil para un arqueólogo la comprensión, el registro y la interpretación
de la estrati ficación arqueológica si no se reconoce la diferencia entre los dos cuerpos de datos
representados por la flecha y el ciclo del tiempo. Innegablemente otro tanto sucederá con la
investigación sobre el objeto estético estrati ficado. Así cada experiencia estética y cada obra de arte
97 Charles Lyell, Elements of Geology, 1865, pp. 8-9
98 La constatación de que el tiempo se mueve hacia adelante inexorablemente y de que uno no puede verdaderamente
bañarse dos veces en el mismo río. S.J. Gould, Flecha del tiempo, Ciclo del tiempo 1987, pp. 58-59).
resulta histórica y única en su comparecencia concreta... pero esa comparecencia concreta también
nos revela patrones que se reiteran cuya hechura y efectos nada tienen de nuevo...
Se trata de dos diferentes dimensiones temporales que, a todo esto, vienen a corresponderse con el
Aion o Eón es el dios del tiempo que siempre retorna. Su quehacer se mide en eones, las eras que se
suceden en un ciclo sin fin. A veces se le representa como un jovencillo sentado dentro de un
circulo zodiacal. Otras veces se le pinta como un anciano que da lugar a un niño. También se le
relaciona con el Ouroboros, la serpiente que se muerde la cola y engendra con ello un transcurrir
Cronos, por su parte, es el dios del tiempo lineal, el que pasa y que se puede medir con un
inverosímiles que le hacen devorar todo lo que pilla, especialmente a sus hijos, puesto que todo lo
Por nuestra parte -y tirando de los clasicos que para eso están- añadiremos una tercera comprensión
del tiempo a estas dos ya mencionadas. Se trata del Kairós, que venía a ser algo así como la
temporalidad especí fica de la ocasión, marcando un punto, una ruptura acaso tanto en el tiempo
lineal como en el cíclico y que nos abre a posibilidades no necesariamente contempladas con
anterioridad.
Será ahora preciso que pensemos estas tres dimensiones de la temporalidad en relación a los
Entenderemos entonces que Cronos, el de mente retorcida 99, nos proporciona una inteligencia de la
sucesión estratigrá fica concreta con su concreta historia de recepciones, producciones y nuevas
recepciones que vienen a continuar o a negar las previamente existentes sugiriendo adaptaciones
99 Puesto que aunque su decurso sea lineal, su mente es retorcida. Lo dice Hesiodo constantemente en la Teogonía.
Pero entenderemos también que los estratos y sus combinaciones, tal y como nos han mostrado los
cuadrigramas son siempre los mismos y vuelven a plantearse una y otra vez. Y esa sería la
comprensión especí fica que nos otorga Aion, sugiriendo que en el plano fundamental de los
lenguajes de patrones y los modos de hacer, nada puede propiamente cambiar sino volver una y otra
Finalmente la irrupción del Kairós nos muestra que el arranque o el final de cualquiera de estas
sucesiones o ciclos puede estar -como la Ocasión- en cualquier parte del circuito y que, por tanto,
ninguno de los estratos puede reclamar ser invariablemente el origen de todo proceso artístico o
estético.
Volviendo a la historia, ejemplar en tantos aspectos, del Ecce Homo de Borja, podemos observar
cómo se cruzan ahí las tres temporalidades con la composición estratigrá fica.
Cronos hila la historia de la sucesión estratigrá fica, rige lo que va antes y lo que viene después.
Pero esa sucesión es ciega si Aión no teje con ese hilo yendo y viniendo sobre las combinaciones de
Y por fin la mano misma de Cecilia Jimenez aparece como muestra de Kairós, cortando el hilo,
mostrando que no hay resquicio tan humilde que no pueda hacer las veces de brecha clave a partir
de la cual se desmorone la fortaleza entera de una con figuración estratigrá fica dada.
….
Entre otras cosas lo que el Ecce Homo de Borja nos enseña es la manera oportuna no sólo de
trabajar con los cuadrigramas de estratos, sino la manera de entender lo ontológico en la obra de
arte. Los estratos están ahí, hasta que el paso del tiempo los vuelve borrosos y un tipo u otro de
restauración vuelve a ponerlos de mani fiesto o los acaba de ocultar poniendo otros en su lugar, y
de arte aun estando dotada de cierta estabilidad no deja nunca de estar sometida a mutaciones que
podemos observar no sólo en forma de cambios entre los cuadrigramas mismos, sino también en las
Para entender esto tendremos que volver de nuevo a los Principios de Estratigrafía de Edward
Harris.
….
Hemos visto que Harris a la hora de organizar su matrix parte de considerar que todos los cambios
sedimentación podemos pensarlas aquí como sendas instancias de “lo que relaciona”, mientras que
que con la erosión asumimos que cualquier conjunto estrati ficado pueden mutar a causa de la
Ahora bien, como siempre nos pasa al meternos en los dominios de lo modal, no nos bastará con un
mero cambio de nombre sino que tendremos que completar el cuadro desdoblando tanto la erosión
contingencia.
Habrá pues que completar el conjunto de “lo que relaciona” con dos dinámicas más. Así la
Considerando todas estas dinámicas de cambio nos acercamos mucho más a un marco modal de
Necesidad que apunta siempre a la con firmación de una coherencia existente o a la lenta formación
de una nueva coherencia, de un orden que emerge de la decantación misma de las experiencias y los
procesos. Podría bien decirse que todo repertorio digno de ese nombre es el resultado de una
proceso de sedimentación que en términos modales resulta ser una categoría repertorial positiva.
Ahora bien, como se hace evidente bajo la hegemonía modal de la contingencia, todo cuenca de
que tal y como sucedía en la poética del manierismo, no sería sino el paso previo a un
A ese desmoronarse y ese implosionar podría bien sucederle -siguiendo a Lorenz- que se regresará a
una u otra forma de lenta sedimentación repertorial o que -cambiando de lado del atractor- llegando
al modo de lo Posible que tendría todo el aspecto de una especie de erupción disposicional, una
explosión centrífuga de todo aquello que pueda brotar y explorarse en ausencia de un repertorio o
Los excesos de este momento modalmente eruptivo de lo Posible se purgan a su vez con un giro
hacia el dominio de lo Imposible, con el que se iniciaría precisamente una dinámica de erosión que
nos podría llevar a una nueva sedimentación-necesidad o quizás a un nuevo ciclo eruptivo-posible.
Si tal y como hemos sostenido en la Introducción se trata aquí de estudiar los cruces entre “lo que
relaciona” y “lo relacionado”, entenderemos ahora como estas cuatro dinámicas evolutivas pueden
contribuir a organizar las relaciones entre estratos, proporcionándonos pistas con las que analizar la
fábrica de los diferentes tipos de obras de arte y experiencias estéticas. Así las cosas ahora podemos
volver a la tabla de los cuadrigramas para asumir que lo que nos vamos a encontrar no se parecerá
tanto a esos conjuntos de líneas simetricamente dispuestas que veíamos más arriba, sino más bien a
lo que las dinámicas geológicas pueden llegar a hacerles, cualquier cuadrigrama que nos
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Así la inteligencia modal de la Necesidad entendida como sedimentación nos permite pensar una
obra cuyos estratos descansan unos sobre otros sin estridencias ni protagonismos inmoderados de
ninguno de ellos, respirándose una coherencia y una adecuación profunda de unos a otros, de tal
modo que el efecto más notable es equilibrio y proporción, aunque eso sí en toda sedimentación se
A su vez, en los conjuntos estratigrá ficos regidos por el modo de la contingencia es fácil apreciar
justamente una pérdida de esa proporción entre los diferentes estratos, así en el cuadro del milagro
bomberil hay un sobrepeso del estrato de lo orgánico que amenaza con hacer que todo el conjunto
colapse.
Bajo el modo de lo posible-eruptivo obviamente nos encontramos con que ninguno de los estratos
que compone la obra se queda quieto sino que saltando por los aires se mezcla con los demás
generando un magma para entender el cual es más signi ficativo el movimiento mismo que los
posibilidades sino al renunciar a ellas, disolviéndose unos a otros, derritiéndose como un helado al
sol. Aquí los estratos se mezclan pero sin alegría, interactúan entre sí como efecto secundario de su
propia debilidad.
Habría entonces que cruzar -como se cruzan corpúsculos y ondas, la hoja con los dieciseis
Así el ciclo del Ecce Homo de Borja más bien tendría este aspecto:
con ello conseguiríamos ya no sólo una sucesión de fotos fijas, sino que empezaríamos a poder
abordarlo aun nos faltan otras dos secciones que dedicaremos a las categorías y los valores. Nada
menos.
inherentes a la estratificación de lo estético nos puede ayudar a comprender cómo algo de esa
complejidad y esa contradicción puede haber afectado también -y no es extraño que así haya sido- a
los intentos por pensar lo estético realizados por las más diversas escuelas y pensadores. En efecto
cuando se repasa la historia del pensamiento estético muy a menudo da la sensación de asistir a una
especie de festival eurovisionesco en el que cada cual canta su canción sin hacer demasiado caso a
lo que los demás estén haciendo o más bien dando por sentado que lo que hacen los demás tiene
En cierto sentido no puede ser de otra manera, porque la dinámica que, como hemos visto, sigue
cada uno de los estratos por sí mismo – y no sólo los estratos- es la de aprovecharse de lo de abajo,
La contribución de una teoría de estratos bien tramada no puede sino consistir en elucidar un tanto
función de la importancia y el rol que le otorguen a cada uno de los cuatro estratos fundamentales.
Obviamente con este posicionamiento vendrá dada una perspectiva que dará consistencia y a la vez
“desmentalizar la estética”100. Con ello no hacía sino poner de manifiesto la necesidad de quebrar la
hegemonía que ostentaban -allá por los años 50 del siglo XX- los innumerables hijos de Marcel
Duchamp, las emergentes hordas de artistas conceptuales y los escritos perpetrados por críticos
procedentes de las ciencias sociales y del discurso. Bajo dicha hegemonía se creía posible poder
limitar tanto la obra de arte como la experiencia estética al despliegue conceptual de nuestros
informados juicios, cultural y políticamente posicionados. Por supuesto que dichos juicios no sólo
son del todo pertinentes, sino que son seguramente irrenunciables, pero lo que Bayer está intentando
argumentar es que el pensamiento estético tiene que tomar en cuenta tanto esa consistencia de orden
digamos espiritual o social-objetivado, como la que esas mismas u otras obras de arte muestran en
reducirse a los términos de otra, ni mucho menos escamotear todas las demás.
Por supuesto que pueden haber poéticas muy diversas, distribuciones de estratos dotadas de
diferentes puntos de equilibrio y mutación, como hemos visto con la lista de cuadrigramas, pero en
adelante sólo podermos hablar de un pensamiento propiamente estético en la medida en que seamos
Hacia esto apuntaba sin duda alguna Jan Mukarovski 101, cuando definía la función estética misma
como aquella que no sólo da en desmentalizar, como pedía Bayer, sino también y por las mismas en
en ninguno de estos estratos, sino que los vayamos recorriendo y combinando todos en un libre
juego de las facultades, que es a la vez un juego por el que se desvelan y revelan continuamente los
extrañamientos y las hendiduras del trasfondo que conforman la fábrica misma de lo estético. Esto
100Raymond Bayer, Essais sur la methode en esthétique, Flammarion, Paris 1953, pág. 128
101CITA
es precisamente lo que hace que el signo estético no sea servil, no sea un mero instrumento que
comunique cosas. Esto es lo que hace -según Omar Calabrese- que el signo estético sea capaz de
expresar una actitud determinada hacia las cosas102, aunque desde luego tampoco codifica y
transmite linealmente esa actitud, sino que se revela capaz de generar las condiciones para que
cuando ponemos en juego la teoría de estratos. Especialmente porque gracias a las leyes de fuerza,
materia, indiferencia y libertad, podemos colocar a cada acercamiento teórico en su sitio, definiendo
Así y sólo a modo de tanteo podríamos pensar que a los cuatro estratos con los que estamos
Si empezamos por abajo veremos la manera en que el formalismo en un autor tan destacado como
Edward Hanslick proclama que la belleza viene ligada a las formas, o si se prefiere al tipo de
materialidad en la que cada tipo de obra de arte consiste, y defiende que la valoración de cualquier
obra artística debería poder darse con total independencia del contexto social, cultural, o temporal,
evitando sobre todo -eso es lo que más le duele al Hanslick empachado de romanticismo- la
podrida estética del sentimiento.103 Otro tanto sucederá, como es notorio, con Monroe Beardsley y
su furibundo ataque contra la falacia intencional y la falacia afectiva dejando fuera de juego ya no
Obviamente estamos viendo aquí en plena acción las leyes más relevantes para los estratos
inferiores: la ley de la fuerza y la de indiferencia sobre todo, que será la responsable de que en los
análisis de Hanslick o el New Criticism se omita deliberadamente cualquier alusión a las emociones
que la música o la pieza literaria puedan suscitar. Que dichas emociones sucedan o no simplemente
Como sucederá en todos los pensamientos que se organizan dependiendo, quizás excesivamente, de
un único estrato sus conclusiones serán aplicables a algunos tipos de obras más que a otras. Así
sucede con las ideas de Hanslick que parecen más convenientes para entender la música de Brahms
o Schumann que la de Wagner o Liszt... por limitarnos a ejemplos coetáneos al mismo Hanslick.
En esta misma línea de pensamiento estético encontraremos apenas unos años más tarde a Konrad
Fiedler cuya estética de la “pura visibilidad” pretenderá también llevar la reflexión estética lo más
A poco que cambiemos registro podemos encontrarnos con otro conjunto de pensadores de lo
estético que transformarán lo que para Hanslick eran puras formas en la materia desde la que
producir sus propios análisis que reinterpretándolas a la luz de su acoplamiento con lo biológico, lo
etológico y la rentabilidad evolutiva de dichas formas. La novedad categorial que introducirán estos
pensadores y pensadoras -como Brian Boyd o Vera Tobin- y que ninguno de los formalistas estaba
en disposición de apreciar será el carácter “salvajemente interesado” de ese desinterés que nos
ofrecía el análisis formalista. Tan salvaje interés tiene que ver -en palabras de Denis Dutton- con el
hecho de que la creación artística pone en valor patrones de organización de la experiencia que en
su momento fueron fundamentales para la supervivencia de la especie, puesto que a través de dichos
patrones, a través del juego y el arte, para ejercitar y explorar nuestras competencias en
104Vera Tobin, Elements of surprise, Introducción. El trabajo de Tobin tiene el interés de situarse justo a caballo entre
O por formularlo en los términos que ha popularizado Ellen Disanayake, lo que el arte intenta
Por supuesto nada de esto implica que los patrones asi favorecidos no alcancen el nivel o el formato
de lo cultural y lo social-objetivado, claro que lo hacen, pero lo hacen apoyándose en dicho estrtao
de lo orgánico de forma más o menos constante. Para Dutton, por ejemplo, esta presencia del estrato
de lo orgánico se hará notar al insistir en plantear límites a lo que la cultura y las artes pueden
acometer dentro de la personalidad humana y sus gustos.105 Para Dutton, como para cualquier
pensador que se mueva exclusivamente en estos estratos inferiores, cualquier desarrollo ulterior de
estrato de lo orgánico tampoco sirve para nada, como hemos visto que le pasaba a Goytisolo
cuando era niño... y ahí tenemos de nuevo en todo su vigor -aunque situadas en un estrato diferente-
las leyes de fuerza e indiferencia que en ningún caso podrán evitar que se manifiesten -de nuevo-
las leyes de materia y libertad que conducirán ahora a otros paradigmas teóricos que nos llevarán
Como sucede siempre cuando subimos un estrato, la primera sensación es la de haber llegado a una
mayor fineza, en comparación con la cual los acercamientos anteriores no pueden sino parecernos
memoria... destacando la importancia y la proactividad de los patrones mediante los que nuestra
mente se organiza a sí misma y organiza el mundo. De lo que se trata es de hallar en lo psíquico las
el estrato de lo orgánico y el de lo psíquico, puesto que su espacio de investigación incluye de modo fundamental los
cruces e interdependencias entre los desarrollos evolutivos y la estructura de la mente, sus “specific limits and
quirks” como ella misma dice, adentrándose en una especie de narratología cognitiva
105 Noel Carroll et al. Theories of art today, University of Wisconsin Press; pág 282
leyes que permitan pensar una cierta “objetividad de la experiencia”, lo que haría al arte de todas
las épocas y todos los lugares potencialmente válido para todos los hombres... viniendo a
ilimitados.106
Al hilo de estas palabras de Arnheim podemos constatar otro de los patrones que se reiteran siempre
que se da un salto de estrato, esto es, se tiende a descalificar el pensamiento basado en los estratos
procedentes de los superiores por considerarlas espurias. Así lo confiesa, de nuevo Arnheim para
quien los excesos derivados de la hegemonía del estrato de lo social-objetivado -que veremos
enseguida- hacen que el arte corra peligro de verse ahogado entre tanta palabrería107.
El pensamiento estético anclado en el estrato de lo psíquico tendrá uno de sus grandes momentos a
finales del siglo XIX y principios del siglo XX en la obra de pensadores como Vischer o Lipps que
le darán una importancia fundamental a nociones como la de “empatía” entre sujeto y objeto,
empatía a su vez querrá constituirse como techo de los logros de lo estético y que permitirá observar
con indiferencia cuanto pueda suceder más allá por mucho que parezca aportar una mayor
complejidad.
Semejante complejidad no puede venir sino por la emergencia -otra vez- de un nuevo estrato que
aportación específica, su novum categorial, como palabrería tenderá a pensarla como algo
imprescindible. Esto es justo lo que ha sucedido en las últimas décadas, de modo notorio, con el
desde una “teoría de códigos” o, como quería Umberto Eco108 uniendo las fuerzas -y las modas en
106R. Arnheim, Arte y percepción visual, pág. 18
107, Ibidem, pág 13
108Umberto Eco, Tratado de semiótica, pág. 11. Al hilo del cual es bueno hacer notar la medida en que la “teoría de
códigos” tiene un aire repertorial porque, en palabras de Eco, “propone un número limitado de categorías” que
pueden aplicarse a cualquier función de signo de la escala que sean. En el ámbito de esta teoría de códigos es de
rigor aplicar -como en cualquier otro dominio repertorial- la navaja de Occam que evita que prolifere
su día- del marxismo y la lingüística se haga desde una “teoría de los modos de producción de
signos”.
Quizá uno de los rasgos significativos de las poéticas hegemónicas de la modernidad más tardía sea
tanto un confiado entregarse, por parte de las prácticas artísticas a la investigación del estrato de lo
Así lo ha explicado Peter Osborne que caracteriza nuestra contemporaneidad como post-conceptual
precisamente para poder superar esa especie de megacefalia 109 que distinguió al arte conceptual para
el cual todo arte legitimo se nutriría fundamentalmente del estrato de lo social-objetivado, siendo su
relación con los estratos organicos e inorgánicos una lamentable rémora e incluso algo a combatir...
conjunto de leyes que los rigen y que explican precisamente la condición no sólo del arte
contemporáneo -como parece creer Osborne- sino de todo el amplio espectro de la sensibilidad
Por supuesto el interés por rastrear la pervasiva influencia del estrato de lo social-objetivado en
todos los demás estratos es no sólo un interés totalmente legitimo, sino un trabajo de deconstrucción
cualquier otro sobrevendrá cuando llevados del entusiasmo por las investigaciones en nuestro
estrato preferido damos en negar toda agencialidad a los demás, como si el objeto o la experiencia
estéticas carecieran de suyo de timbre, ritmo y melodía susceptibles de ir más allá o incluso ir en
contra de aquella forma armónica que en su día le diera su autor o la corporación responsable de su
producción. Lo que sucede aquí es que la soberbia característica de quien ha alcanzado las cotas
innecesariamente y se desborde el conjunto de categorías internamente solidarias que rigen todo código. Por el
contrario al pasar a la “teoría de producción de signos” dice Eco que “la empresa cambia de dirección” y ahí ya no
es de aplicación la navaja de Occam, puesto que en el ámbito modal de lo disposicional la proliferación es de suyo
un valor y la limitación de Peirce a la triada “símbolo, icono e indicio” ni se sostiene ni es en absoluto deseable para
el avance de nuestro trabajo
109La alternativa, según Osborne, radicaría en cierta comprensión estética del arte en la que confluirían en una Kant,
Lessing, Baudelaire, Pater, Fry y el mismísimo Greenberg. Peter Osborne, Anywhere or not at all, pág 46
110Me refiero, por supuesto, al sufrido protagonista de La Gran Belleza.
más altas de refinamiento y sutileza le hace perder de vista que los estratos inferiores no sólo son
del todo imprescindibles, sino que siempre guardan detalles que -acaso inevitablemente- se han
perdido o más bien no han retornado en el camino de ascenso hacia los estratos superiores, los
cuales se construyen apoyándose en los inferiores pero de tal modo que sólo muy rara vez hacen
plena justicia a toda la riqueza que, a lo largo de los siglos sigue mostrándose irreducible a las
rendiciones de cuentas, siempre parciales, a las que las someten las diversas escuelas de
pensamiento estético y los diferentes énfasis puestos en uno u otro estrato. Si algo nos enseña la
historia del arte es precisamente la persistente capacidad de las obras de arte para seguirnos
emocionando o para hacernos pensar mucho más allá de lo que en cada momento de su historia ha
Por supuesto más allá de este poner en relación las diferentes escuelas de pensamiento estético con
la prioridad otorgada a uno u otro estrato, de lo que se trata ahora es de conseguir una percepción de
conjunto que salvaguarde su diversidad pero que nos permita entenderlas en conjunto y en las
relaciones concretas que las separan y las vinculan. Esta es, sin duda, una de las intuiciones más
antiguas del pensamiento estético que entendía incluso que las exigencias, o el tipo de atención
requerido por cada estrato podía bien generar ya no una simple diferencia sino una contradicción
directa, que por lo demás no supondrá ningún tipo de remora, sino que antes al contrario será una de
las condiciones de su propia consistencia estética. Así lo veía Agustín de Hipona para quien la
belleza misma, como prototipo del valor estético, resulta precisamente de la oposición de
contrarios... Algo similar sucede con Clive Bell y su teoría de la forma significante con la que se
esfuerza por tender un puente entre los estratos de lo Inorgánico y lo Psíquico, vinculando la
definición misma de lo artístico a la capacidad de las formas para suscitar una emoción estética. O
también si se quiere con la Psicología del arte de Vygotsky, cuyo concepto de internalización pone
Si completaramos esta dialéctica con las aportaciones procedentes del estrato de lo orgánico y lo
inorgánico estaríamos muy cerca de lo que una teoría de estratos puede hacer para clarificar el
Este contínuo ponerse en relación entre estratos que podríamos calificar como una relación de
reiteración y sobrepujamiento sucede efectivamente hacia arriba y hacia abajo y eso es,
seguramente, lo que le ha dado mala fama a la estética entre los moralistas y los propagandistas de
todo tipo: el hecho de que al cabo mediante lo estético se da pie y se legitima algun que otro orden
de lo que el espiritual llamaría una "regresión", de reconocimiento de los derechos sobre nosotros
de lo emocional, lo animal o lo material... aunque más no sea mediante el mal menor -que ya hemos
visto en Hegel- de la "idealidad que aparece", puesto que para que ese aparecer suceda es
cuya unidad debe ser. En palabras de Lukács: La real universalidad del arte no puede
realizarse más que en una unidad orgánicamente desarrollada de esa multiplicidad, en una tal
pluralidad de «estratos» 111. Y conviene tener presente la ley categorial que preconiza que la
unidad es tanto más poderosa mientras más rica y plural es la multiplicidad que tiene que
dominar112.
Uno de los autores fundamentales para nuestra disciplina es, sin duda alguna, Inmanuel Kant.
Veremos ahora cómo una teoría de los estratos y sus leyes puede permitirnos abordar su
pensamiento de modo que formulaciones que podían parecer paradójicas o difíciles de aplicar
Así sucede con la definición fundamental que proporciona Kant cuando califica las ideas estéticas
se caracterizan por ser irreducibles a concepto. Desde el punto de vista privilegiado que nos da una
teoría de estratos podemos ahora entender esta irreducibilidad a concepto en función de la apertura
hacia una multitud de estratos que es característica fundamental de la obra de arte y la experiencia
estética, apertura que exige que pongamos en juego simultáneamente nuestras facultades sensuales,
intelectuales, sociales, etc... Aprendemos así que sólo podemos hacer justicia a las ideas estéticas
cultivando la hendidura del trasfondo, dejando que afloren en ellas los elementos que las pueblan y
Si las ideas estéticas fueran reducibles a concepto, nos quedaríamos encerrados dentro del ámbito
ese baile, esa composición entre estratos en la que buena parte del pensamiento estético moderno,
desde Kant y Hegel hasta Hartmann, han cifrado la consistencia y el aparecer de lo estético.
Algo parecido sucede con otras formulas kantianas tan potente como la del desinterés estético.
Así, pensando en estratos podemos entender cómo una obra de arte, o incluso toda una poética,
ese estrato donde se juega su juego: el desinterés entonces será la puerta y la condición para su estar
salvajemente interesado, como sospechaba Adorno, en el siguiente estrato. Así una determinada
113Tirando de figuras como los vaqueros de Ford y Peckimpah o el Hamlet de Shakespeare, puede verse una e
xposición del desinterés como desacoplamiento de un sistema cerrado de compensaciones y legitimaciones en
“Desacoplados”, Madrid, UNED, 2015.
obra puede aparecer desinteresada en el estrato de lo orgánico y revelarse salvajemente interesada
Otro tanto sucede con la noción tan importante para Kant como la de finalidad sin fin. La
experiencia estética o la obra de arte no puede juzgarse acorde a una sola causa final porque eso
estar llena de finalidades, tantas como arranques, como querencias, tenga hacia otros estratos
diferentes.
...
Hasta ahora y en esta primera sección hemos tenido ocasión de tratar con la formación estratificada
elementos que están ahí de modo efectivo, es decir que tienen una consistencia ontológica puesto
que constituyen la simpoiesis que llamamos obra de arte o experiencia estética. Se trata, eso sí, de
un estar ahí relacionalmente dinámico, tal y como hemos visto al analizar el Ecce Homo de Borja.
Los estratos tienen que estar ya ahí para que la pieza consista. Pero, eso sí, toda vez que están ahí
-operacionalmente clausurado- de “lo que relaciona” de las categorías y los valores que cada vez
modo de relación.
Pero para ello y tras haber visto los estratos y sus leyes, habrá que estudiar con cierto detalle las
especificidades de las interfacies, de esas dinámicas autopoiéticas que llamamos, para entendernos
categorías y valores.
Segunda Sección. Categorías
De categorías
Madonna
Una teoría de la estratificación como la que acabamos de exponer nos depara una
comprensión ontológica de la obra de arte, esto es, nos dice en qué consiste la obra, de
qué está hecha, cual es la frecuencia en la que suena -la oigamos o no- cual es el ritmo
que la mueve, cual es la melodía que deja sonando en nuestra cabeza y qué convenciones
Por supuesto que este indagar cual es su fábrica no sustituye ni de lejos el proceso en el
que nos emocionamos hasta las lagrimillas o que nos hace ver y sentir el mundo de una
manera que quizá no habíamos concebido. Eso debe quedar claro, por lo demás esto es
estética, del mismo modo que el pensamiento político no puede sustituir a la acción
114Tan sólo ves lo que tus ojos quieren ver, ¿como va la vida a ser sólo aquello que tú quieres que sea?
Estas congelado cuando tu corazón no está abierto.
Por otro lado ni el acercamiento ontológico a la obra de arte que hemos esbozado
mediante los estratos y sus leyes ni nuestras experiencias estéticas y nuestros juicios de
gusto deben confundirse con los procedimientos cognitivos mediante los que nos
acercamos tanto a las obras como a las experiencias que con ellas vivimos.
Para conocer de modo contrastable ambas cosas será preciso que establezcamos el ámbito
de lo categorial, dejando claro que si bien -como no puede ser de otra manera- las
categorías las formulamos y las aplicamos nosotros, lo hacemos siempre llevados del
afán de plantear un juicio que no sea un mero juicio de gusto, sino que diga algo sobre la
obra y nuestra experiencia de la misma que sea relevante y constrastable, algo que
podamos compartir y sobre lo que podamos discutir y argumentar sin recurrir al “no se
cognitivo podremos sostener que aquello que estamos haciendo es propiamente una
Estética.
Podemos sostener -como hemos visto más arriba, que esta triple diferenciación entre
estratos, categorías y valores, es una relación del tipo 1 + 2, es decir es una relación entre
los estratos -lo que hay y se presta a ser relacionado- y lo que relaciona, bien
Pero no será esta una asignación de roles definitiva ni mucho menos. Como tendremos
ocasión de ver, en esta sección y la siguiente, las categorías y los valores jugaran un
doble papel115: serán a la vez parte de los que relacionan -poniendo en juego los estratos-
y serán parte también de lo relacionado puesto que también ellos serán puestos en juego
115Ya sé que a mi madre le hemos contado que categorías y valores eran parte de lo relacionado, pero no
quería que se me atragantara tan pronto con la lectura. Por lo demás si hay alguien entre los lectores que
le haya contado siempre todo a su madre... pues que tire la primera piedra o se lo haga mirar lo antes
posible.
por los modos de lo efectivo, lo posible y lo necesario que nos ofrecerán una inteligencia
De todas formas vamos a ir despacio ahora, y vamos a introducir con cuidado toda la
problemas.
Porque, por supuesto, pedirle rigor categorial al pensamiento estético de nuestro tiempo
es mucho más bizarro que pedirle peras a un olmo viejo, de esos hendidos por el rayo y
en su mitad podridos.
Como han constatado pensadores como Lucy Lippard o Peter Osborne, buena parte del
Acaso porque uno de los ingredientes fundamentales del Romanticismo en el que aún
mercado a tope todo el tiempo. Aceptar ser categorizado puede resultar fatal en este
contexto, en cierto modo es asumir que uno ha sido ya digerido y excretado por el
mercado. Lucy Lippard ha argumentado que el arte de los años 60 y 70 -por no hablar de
Y por supuesto que si eres un sujeto infatuado en un mundo líquido 116, lo de ser
incategorizable puede molar mazo -como decía Camilo Sesto117- e incluso resultar algo
116Que quizá es la etapa que sigue -recordando al Lukács de la Teoría de la Novela- a lo de ser un “sujeto
problemático en un mundo contingente”.
117 Una pena que Camilo y sus letras no hayan recibido la pasión crítica que merecían ni hayan encontrado
el hermeneuta que saque a la luz todas sus virtudes: Dicen que no le pongo a nada interés / Que lo hago
todo al revés / Pero ¡mola mazo! / Ser tal como soy en cada paso que doy
sexy, pero claro no podemos ignorar que lo malo de todo esto es que si de verdad estamos
arte y nuestra propia sensibilidad queda fatalmente limitada, teniendo que conformarnos
con describir de cualquier manera lo que vemos o a intentar hacer malabares con las
intenciones del artista y alguna otra cosa que nos venga a la cabeza. Como con lucidez
supondría renunciar del tirón a cualquier forma de pensamiento crítico. Huelga decir que
categorial y axiológico que siempre han tenido su tiempo y su función en la historia del
gótico, el Ars Nova o cualquier reajuste modal que viene a ser como la respiración de los
manifiesto en el Arte nuevo de componer comedias que publicó Lope de Vega allá por
1609. Según Lope ya entonces era una gran idea cargarse todos los géneros y mezclar en
una misma obra los personajes nobles y ampulosos propios de la épica con los personajes
chuscos propios de la sátira... por mucho que con ello se cargara de un plumazo la
livianos...
Tanto es así que esa quiebra de la inmaculada categorialidad se infiltraba hasta las
Es razonable que los juegos de categorías y valores con los que nos enfrentamos a lo
colapsen por entero. Semejantes procesos pueden en buena parte deberse a la rigidez con
la que se toman tramas categoriales como las de Aristóteles, las de Greenberg o las de
Bourriaud, por citar tres grandes pensadores de lo estético y se intenta obtener con ellas
una especie de foto fija de la experiencia estética o la práctica artística en cuestión. Nada
de todo esto puede durar mucho -como bien advertía Lippard- especialmente en un
Ahora bien, nada de ello debería hacernos desistir de pensar, y ese es el objetivo
fundamental de la EM2 las condiciones bajo las cuales podemos volver a dotarnos de
Las categorías especi fican aquello que hay en la medida en que lo podemos conocer.
Son a la vez las gafas mediante las que podemos ver el mundo y el cacho de mundo que
con ellas vemos. Son la mariposa y el cazamariposas a la vez. El vehículo con el que
Nuestra aprehensión del mundo será tanto más simple o más compleja en función de la
fineza de nuestro aparato categorial y del tipo mismo de categorías con que contemos.
En palabras de Nicolai Hartmann, las categorías nos muestran lo que a cada momento
Pensar las categorías nos ayudará a entender que, de hecho, no todo puede ser visible ni
mucho menos comprensible en cada época del mundo. Como recuerda Lukács hace falta
división social y tecnológica del trabajo, etc para que esas fuerzas puedan entrar en
contacto con objetos y complejos naturales que en sí mismos existían ya antes. Por
ejemplo, para los hombres de la edad de piedra no existían las minas metalíferas118.
El mundo o el planeta del que somos parte, llamémosle Gaia, evidentemente era también
entonces, como lo es ahora, uno y sería el mismo para ellos y para nosotros, o por decirlo
con más precisión las relaciones de dependencia y emergencia entre estratos eran las
mismas, pero había entre ellos y nosotros, como la habrá entre nosotros y los humanos de
totalidad extensiva e intensiva de la naturaleza 119, sino sólo con aquellas secciones de la
misma, aquellas composiciones de estratos, para percibir las cuales tenía categorías.
Pero erraríamos fatalmente y pecaríamos de esa soberbia tan propia de algunas escuelas
del pensamiento occidental si pensáramos que el mundo sólo existe en la medida en que
nosotros en tanto sujetos, andatiesos y cagapoco como diría Miguel Espinosa, nos
tomamos la molestia de contemplarlo. Por eso es que una teoría contemporánea de las
neo-kantiana, sino que tiene que dar también cuenta de ellas -como quería Marx- en tanto
que ponen de mani fiesto algunos de los fundamentos estructurales del mundo real,
En otras palabras, las categorías son categorías porque -en cierta medida- nos permiten
conocer, pero -y este es el punto que queremos destacar- nos permiten conocer porque
logran captar -de nuevo en cierta medida- algunos de los fundamentos estructurales del
mundo real120.
Esto tiene su importancia crítica porque las categorías -al contrario que pasará con los
valores- deben demostrar su fertilidad, deben poder acoplarse con lo que hay y
Por supuesto -al menos en el pensamiento estético- nadie está en posesión del aparato
categorial de finitivo que permita decodi ficar y entender a la perfección todo lo que hay en
Por supuesto que todos los juegos de categorías que los diferentes pensadores
proponemos aspiran a ser tan completos como sea posible. Algunos se acercan más y
otros menos, pero sea cual sea el caso hay que procurar evitar siempre la soberbia
característica de nuestro o ficio -y no sólo del nuestro- para la cual el mundo viene a
Esta especie de mezquindad categorial podría haberse enquistado por los siglos de los
siglos, de no ser por pensadores como Raymond Bayer para quien las categorías
estéticas son un gran recurso cuando las usamos para incluir, para apreciar y son un
pésimo recurso cuando las usamos para excluir y justi ficar nuestras propias
algo concluyente, en algo que clausura el objeto. Las categorías muestran más bien ese
120 En gran medida todo el pensamiento moderno se ha debatido en torno a la medida en la que
entendamos las categorías como instrumentos de nuestro conocimiento -como buena parte de la
tradición neokantiana- o las consideremos -como hacían Marx o Lukács- en tanto deteminaciones de lo
que hay, de modo que nuestros sistemas cognitivos lo son precisamente porque nos permiten conocer
algo, y por mucho que ese algo resulte provisional o frágil no deja de ser algo que muestra tan
parcialmente como se quiera la estructura del mundo real.
121Este es justo el uso que hacía Duchamp del adjetivo même -que viene a signi ficar "también" o
"incluso"- aplicado a los títulos de sus ready-mades, lo cual no signi fica que todo valga, que cualquier
título pueda convenirle a un ready-made, sino que este también podría servirle, o incluso este otro.
EM2. Las categorías estéticas serán entonces agentes capaces de poner en relación las
Este carácter centrífugo de lo categorial, o que utilicemos las categorías para incluir y
apreciar nos lleva directamente a una comprensión plural de las categorías: forzosamente
habrán de convivir diferentes sistemas de abordaje categorial que serán más o menos
A este principio de pluralidad habría que añadir ahora un principio de fluidez categorial,
como lo reclama el biólogo Robert Sapolsky 122 cuando advierte que si bien no tenemos
más remedio que categorizar para entender, debemos evitar dos peligros:
Uno es el que surge cuando infravaloramos cuan diferentes son siempre dos cosas
El otro aparece cuando sobrevaloramos cuan diferentes son las que quedan a ambos lados
A su vez y sin dejar a Sapolsky, será importante que cuando estemos enzarzados en
categorial que nos permitirá poder hacer zoom y tener siempre presente las relaciones
Estos tres principios de pluralidad, fluidez y escalabilidad han de convivir con lo que
Hartmann llama la tesis capital y general acerca de la estrati ficación que enuncia que todo
estrato del ser tiene categorías propias y que hay que atenerse siempre a la ley de validez
Con todo el resultado de conjunto nos mostrará cómo la coherencia de las categorías es
de una sutil hondura y multiplicidad123. Ese será el campo en el que nos moveremos
ahora.
aportaciones especí ficas. Bajo esta denominación consideraremos de entrada las cuatro
fundamental de la estrati ficación categorial, según la cual las categorías de los estratos
ellas, pero no a la inversa. Este será el caso con las cuatro categorías de lo musical
contiene a la melodía, de igual modo que ambas contienen al ritmo y todas ellas hacen lo
Veremos en lo que sigue como se aplicará esta ley a la mimesis, la poiesis, la apate y la
Así y por empezar por lo más básico, por lo anterior en la vida y en el arte.... en la
interfaz que une y separa lo inorgánico de lo orgánico nos encontraremos con la categoría
mediante los que las más diversas criaturas replicamos patrones existentes en la
desarrollo. Mimesis es la maniobra que ejecutan las orquideas, las mariposas, los
camaleones o los bebés humanos o los estudiantes de filosofía cuando dan en imitar los
las que tanto lo inorgánico como diferentes formas vegetales y animales de lo orgánico
son atendidas y trasladadas a la morfogénesis misma de las diferentes criaturas. Sin salir
del apasionante campo relacional en el que se mueven las orquideas y los insectos
encontramos ejemplos de mimesis en ambos sentidos: así hay mímesis tanto en los
procesos mediante los que las orquideas imitan a los insectos como en aquellos en los que
son los insectos los que imitan a las orquideas, como puede apreciarse tanto en la
coronatus):
Por supuesto que la mimesis -por muy bien que pueda apreciarse visualmente- va mucho
más allá de una apropiación de la forma externa, así las Ophrys desatan una mimesis que
no es sólo visual, sino también táctil e incluso olfativa, puesto que logran imitar con éxito
Ya en estos ejemplos tan sencillos se deja ver que la mímesis aun explorando la
poiesis.
psíquico, y aparecerá con toda claridad cuando los seres vivos experimenten el tirón que
Leonardo125- forme che non sono in natura. La poiesis evidentemente tendrá que
apoyarse en la mimesis, aunque más no sea para negarla o tenerla de fondo de armario
con el que esbozar sus figuras, aunque como sabemos gracias a la teoría de estratos, nada
de lo que se haga desde la poiesis será enteramente reducible a las leyes de la mimesis.
categorial reside la fuerza de toda teoría de estratos y de toda organización categorial que
a una categoría absolutamente fundamental aunque sin duda algo más olvidada: la apate
materializarse, realizarse... pero que lo hace de una forma engañosa, construyendo una
especie de trampa, un dispositivo que como hace la orquídea con el abejorro nos atrae y
nos contagia de su lógica, de aquello que la obra quiere contarnos. La apate será, por
tanto, la categoría que nos permitirá aprehender los procesos mediante los que aquello
que establezca unas leyes propias, una coherencia especí fica. En este sentido la apate
un plano en el que sean susceptibles de ser compartidas, cubriendo el espacio que media
Estatuto especial merecerá la Catarsis que más que una categoría operacional adscrita a
cuando nos emocionamos con un poema, una composición musical o pictórica sentimos
Se tratará con estas cuatro categorías operacionales de entender cómo se traman entre sí
los diferentes estratos de lo estético entendidas como formas de mediación entre los
Por supuesto se trata de cuatro categorías que estaban presentes en los inicios del
pensamiento estético occidental. Así nos lo muestra Tatarkiewicz 126 que habla
poiesis que como quehacer creativo no se verá más amplia y especí ficamente reconocido
En vez de derivar cuatro estéticas separadas, una por categoría, lo que estamos
proponiendo aquí es obviamente, proporcionar un marco que no sólo las incluya a las
cuatro128 sino que nos proporcione una inteligencia de cuales puedan ser las relaciones
entre ellas, entre ellas y los estratos de lo estético efectivo... y cómo todo el conjunto se
127 Que se pase por alto la poiesis en el pensamiento estético antiguo y clásico no debe extrañarnos, puesto
que se trata de una categoría de estrato intermedia y como dice Tatarkiewicz (H6I 108) los clásicos
contaban con los elementos de la base y del apice de la pirámide de los conceptos estéticos pero no los
intermedios. Aunque sería más adecuado decir que dedicaban mucha menos atención que nosotros al
estrato de lo psíquico.
128 Gorgias y los so fistas ya intentaron hacer un acercamiento de conjunto a todas las categorías, pero su
enfoque no prevaleció, dada la hegemonía del pensamiento de Platón y Aristoteles... y su particular
atención a la teoría mimética...
…
Y es justo una inteligencia del funcionamiento conjunto de estas cuatro categorías lo que
podemos encontrar en un diagrama operacional tan potente como el que plantea la figura
de las Tres Gracias. Como sucede con las categorías, cada una de las Gracias tiene una
dimensión operacional, se distingue por lo que hace y lo que hacen las Tres Gracias es
dar, recibir y devolver... o mejor, mucho mejor y así daríamos con un orden más
adecuado: recibir, dar y devolver, puesto que todos -incluso los más finos de entre los
poniendo de nuestra parte produciendo algo que quizás no estaba ahí, algo nuevo que
recepción y nueva dación mediante los cuales se mantiene o se renueva todo aquello que
capaces de dar, de producir algo que quizás no estaba ahí, algo nuevo que aportamos al
podemos atrevernos a fabricar algo que no estaba previamente conformado y que sin
duda alguna podremos producir apoyándonos en las maniobras previas que nos han
También aquí la secuencia recibir, dar, devolver -o mimesis, poiesis, apate- se reinicia,
bajo la invocación de la catarsis, que nos hace atravesar de nuevo todos los estratos,
poniéndonos tanto los pelos como los conceptos de punta, de forma que las más elevadas
convenciones y las más abstrusas maniobras conceptuales vuelven a reconectarse con los
En todo caso, más allá del orden de su exposición, nos importará especialmente esa
trabazón interna entre el recibir, el dar y el devolver... para recibir y dar de nuevo. Ese
vínculo será el que intentaremos mostrar en relación a las cuatro categorías de las que
estratos y el principio de retorno, puesto que aquello que hemos recibido retorna de una
forma u otra en aquello que somos capaces de dar y devolver, si bien como indica
Hartmann aquello que damos no puede en ningún caso reducirse a aquello que hemos
Este imprescindible apoyarse del dar en el recibir, por claro que nos pueda parecer ahora,
es sin embargo algo que la cultura moderna y patriarcal 129 ha tendido a ignorar
hecho a sí mismo, el que no tiene madre -ni necesita abuela por lo general-. Este es el
paradigma del héroe de las mil caras tal y como lo ha trazado Campbell: un héroe que
aparece como bebé flotando en una cesta, o volando en una nave espacial, de tal modo
que el dolor del parto y la extrema fragilidad del recien nacido han desaparecido. El bebé-
hazañas y milagros sin cuento. Sólo en este paradigma se puede creer a pies juntillas en la
primacía del Dar, en la primacía de una creatividad que cual barón rampante brota y se
decantación bohemia del héroe solar que invariablemente intenta erigirse en magnánimo
dador, sin que se le pase siquiera por la cabeza la necesidad de advertir y hacer justicia a
operacionales ha tenido unos efectos devastadores en buena parte del panorama del arte
moderno que demasiado a menudo parece reducirse a un concurso de poiesis, a ver quien
referencias del pensamiento occidental moderno son estas cosas las primeras en quedar
en evidencia.
En todo caso y sin dejar nunca de tener presente la importancia de la trabazón de las
categorías entre sí y con los estratos podemos proceder ahora a una exposición mucho
Thedor W. Adorno
El vino griego que trasegaban los clásicos tenía que ser bastante cabezón, tanto que
parece que había que echarle hasta 20 partes de agua por cada una de vino para poderlo
beber: de otro modo podía producir graves intoxicaciones e incluso lesiones cerebrales
permanentes. El caso es que incluso mezclado con agua tenía que colocar lo suyo, de
modo que en las tragoidias130 y las fiestas agrarias arcaicas dedicadas a celebrar la
130La palabra tragoidia en griego aludía a algo tan enternecedor como el canto del macho cabrío, ya
cantara porque -como animal afin a Dioniso- era un invitado habitual a las fiestas de este dios, o porque
en dichas fiestas se sacrificara -y suponemos que su canto ahí sonaría diferente- alguno de estos machos
cabríos.
fertilidad de la tierra y de las mujeres, fertilidad en la que se basa el bienestar de todo
patriarca que se precie, los bebedores podían encontrarse con que, al llegar a la tercera o
la cuarta copa, les poseía un dios, un espíritu animal o algún personaje de otro tiempo.
esas figuras que aparecían en estos trances etílicos más o menos ritualizados. Y se
llamaba mimesis al proceso mediante el que se daba pie a esa especie de imitación o re-
figuración.
El o ficiante de la tragoidia da pues en imitar algo o alguien, un arquetipo 132 acaso, que en
cierto modo ya estaba ahí esperando a ser invocado o re flejado. Y al imitarlo participa de
él, puesto que la mimesis tenía mucho de methesis, término que más tarde utilizará Platón
y que viene a signi ficar “participación”. El mimós por tanto no sólo participa de algo que
ya estaba ahí, sino de algo que le trasciende y al hacerlo le conecta con los demás
participantes en el ritual.
En todo esto no tiene porqué verse ninguna especie de mística oscura. Al fin y al cabo,
participar de algo que ya estaba ahí que nos trasciende y que nos conecta con los demás
es lo que sucede cada vez que utilizamos el lenguaje, aunque mediante el uso que
Para explicar esta especie de creatividad participada, recurría Ortega y Gasset a un simil
taurino. Para Ortega, el antiguo era como un torero que, antes de entrar a matar, da un par
de pasos hacia atrás, para luego avanzar ya estoque en ristre. Son esos pasos hacia atrás
limitado nunca a reproducir los rasgos externos o el aspecto de una criatura determinada,
131Se podría pensar que, recurriendo a sus propias formas de estimulación, algo parecido sucede en los
rituales vudú en los que los o ficiantes asumen las características de una u otra figura de su repertorio, en
el que se mezclan santos cristianos, dioses afros e indígenas y fuerzas de la naturaleza, y con ello la
hacen presente, teniendo cada una de dichas figuras, por supuesto no sólo una personalidad diferente,
sino también sus propios modos de ser invocados y acoplados, así sea temporalmente, con este mundo.
Con la salvedad, dice Kerenyi, de que en el mundo griego no hay tal cosa como una “posesión” sino
más bien una forma de conocimiento, así Aquiles cuando actua como un león “sabe” como un león sabe
de cosas salvajes.
132En la inteligencia de que como decía Jung un arquetipo es siempre simultáneamente imagen y emoción
siendo así que la emoción vuelve dinámica a la imagen, de forma que -sigue Jung- han de salir de ella
consecuencias de alguna clase. C.G. Jung, El hombre y sus símbolos, Paidos, Barcelona, 1965, pág 96
sino que trata siempre de conectar con una especie de figura, una lógica o un modo de
esas figuras cuya contextura deberemos ahora explorar con más detalle, puesto que son
Y menos mal que he dicho que no había porqué ponerse místicos... porque hablar de
figuras en nuestro idioma no puede sino remitirnos a la noción de figura que pone en
juego San Juan de la Cruz cuando hablando del paso del Amado entre las criaturas y los
recoge perfectamente Hegel cuando alude a los pensamientos, ideas y verdades mediante
los que la poesía ejerce su rol de “maestra del género humano”. De modo más o menos
grandilocuente e infatuado, ese es el rol fundamental con el que está vinculada la mímesis
133 Más adelante veremos cómo, sólo gracias a ese paso atrás que supone la mímesis podemos adentrarnos
en el ámbito categorial de la poiesis, es decir, podremos explorar con unas mínimas garantías el ámbito
de lo disposicional, allí donde nuestras guías serán nuestras propias fuerzas y talentos.
134Según el mismo Juan de la Cruz explica: comunicándoles muchas gracias y dones naturales...San Juan
de la Cruz, Cantico Espiritual, edición de Cristobal Cuevas García, Editorial Alhambra, Madrid 1979,
pág. 156
siendo a la vez memoria y prescripción de los múltiples senderos por los que nos
En la medida en que asume tan fundamental función se entenderá que sostengamos aquí
tragedia, como hemos visto, la imitación, bien pudo empezar siendo de dioses o
mediante danzas bulliciosas, fálicas o cómicas 135... pero enseguida, como ya recoge
Aristóteles, mostrará un alcance más amplio y se pasará de imitar ese concreto ethos
Para ello será bueno ir derivando hacia los escritos que Aristóteles dedicará a la tragedia,
como mimesis praxeos, es decir como la imitación de una práctica o una acción, de un
modo de hacer que se destaca y aparece como moira136, como parte de un reparto, como
porción del conjunto general de las vidas y los modos de hacer de los humanos.
Para que la mímesis praxeos que organiza la tragedia funcione y nos haga sentirnos
cuestión se muestre especial y especí ficamente a filada. Por eso, como dice Aristóteles, se
sino una acción esforzada, esto es una acción que se impone a sí misma el deber de
mostrarse claramente y en toda su especi ficidad. Para ello la figura, la acción en cuestión,
135 C.M Bowra, Introducción a la literatura griega, Gredos, Madrid, 2007, pág. 159
136 Moira que a menudo se ha traducido como “destino” significa en griego reparto o distribución,
aludiendo a aquella porción de lo humano que nos es dado habitar y poner en juego.
se nos tiene que mostrar completa, esto es, tenemos que aprehenderla con su ficiente
visión de conjunto y su ficiente detalle para que podamos entender en nuestras carnes esa
En todo caso, la mímesis aparecerá aquí como cierta forma de memoria o preservación,
mediante la que los artistas se desempeñan como si fueran una especie de historiadores y
heroica.137
En ese mismo sentido la mimesis se muestra como muy bien ha señalado Ellen
comportamiento u organización que se nos presente dotado de relevancia. Así las cosas,
el arte tiene una de sus funciones fundamentales en este “hacer especiales” determinados
procedimientos o personajes que deben ser recordados, que deben ser tenidos presentes,
que deben ser evocados e imitados, rescatándolos del olvido o evitando que su
Siendo la mímesis uno de los componentes de “lo que relaciona”, uno de los elementos
que ponen en relación a los estratos, parece evidente que se tratará de un poner en
relación que tira hacia abajo, que tiende a reposar los estratos implicados en cualquier
cualquiera.
La mimesis como memoria tendría un fuerte vínculo con la noción de la aletheia -verdad
en griego- palabra que se forma como negación de la raíz lethe (olvido), y que por tanto
Pero el caso es que la aletheia además de reclamar lo olvidado nos remite también a la
redención de todo aquello en lo que no hemos reparado: el verbo letho además de aludir a
lo que olvidamos, designa también el campo semántico de todo aquello que nos pasa
inadvertido, como cuando Helena atraviesa la ciudad de Troya sin ser descubierta por sus
invención y la ficción138.
Así las cosas parecería que el interés del poeta arcaico y la potencia categorial de la
mimesis con la que trabaja no reside obviamente en tener que dar cuenta exhaustivamente
d e todo lo que ocurrió en el pasado sino de aquello que -pasado o no- merece ser
Lukács con su característico buen criterio destaca como estas operaciones de selección y
dejar que obren sobre él las impresiones de la realidad; so pena de ruina catastrófica,
138Y justo todo eso que la aletheia excluye será -precisamente- el campo de juego de la categoría de la
Poiesis, que veremos luego.
tiempo para reflexionar o para conseguir una interpretación representacional o
conceptual de las impresiones sensibles. Esto tiene como consecuencia el que ya al nivel
consciencia.139
Eventualmente ese proceso de atención cuidadosa y selectiva -lo que, como veiamos en
EM1, Kerenyi llamaba “eulabeia”- esa actitud de quien aprende a evitar tanto los
excesos como los defectos, puede decantarse dando lugar a un determinado modo de
relación, que es lo que el drama debe imitar, evitando reflejar la vida entera de tal o cual
personaje, sino sólo aquello que habiendo sido parte de su quehacer constituye lo que
podemos llamar “acción”, es decir ese lo que resulta distintivo del modo de relación 140
específico que queremos destacar y poner en valor, quizás porque puede aportarnos algo
propia vida. Dicho en términos de Lukács podría parecer que la obra de arte clásica no
hombre enteramente.
política de primer orden, será -como bien saben los autores de vidas de santos y de
de entre los diversos caracteres o modos de relación resultan dignos de ser imitados y
participados.
Pero sobre todo nos interesará pensar, sea cual sea el conjunto de modos de hacer
de las comunidades y los individuos o si unas y otros deben someterse a los grandes
planes trazados para ellos por el Dios del Libro, el filósofo que dirija la Academia o el
Politburó oportuno. Esta es, con todo, una batalla que no abordaremos de lleno hasta
llegar a la tercera sección de este mismo libro y dar entrada al campo de lo axiológico.
Para ello podemos dirigirnos a alguna de las formas más primarias de la mimesis, en
al final del proceso, cada célula hija ha dado en reflejar una copia completa del genoma
141Como vimos en EM1, necesario es todo aquello que resulta imprescindible en una relación dada,
mientras que lo contingente alude a todo aquello que abundando en esa misma relación no sólo no
consigue añadirle nada relevante sino que la sobrecarga y la vuelve inestable...
-también claro está- de los estéticos.
Pero tendríamos una imagen falseada de la mitosis como mímesis si sólo tomáramos en
cuenta sus éxitos, los procesos en los que efectivamente logra perfilar una necesidad
contingencia.
La contingencia así aparecerá como resultado de uno o varios de los procesos que vamos
a enumerar.
Tanto en la mímesis artística como en la celular puede bien suceder que un brazo del
un fragmento. Se daría así pie al fenómeno conocido como deleción, es decir el borrado
incorrectamente a otro cromosoma u otro sector del reflejo producido, causando una
reflejada.
En tercer lugar, también puede suceder que la acción reflejada se pueda integrar entera e
intacta al cromosoma o la obra producto del reflejo, pero que en el proceso cambie
Finalmente, el reflejo producido por la mimesis puede verse tratado erróneamente como
un cromosoma o una obra separada, causando una duplicación.
Así las cosas, los procesos miméticos que buscan constituir o hacer presente una
necesidad pueden y deben entenderse incluyendo sus ciclos de contingencia que dan
la fidelidad a ningún arquetipo sino al quehacer constructivo de cada agente, que en gran
Por lo que hemos visto, ni Lukács ni Dissanayake parecen tomar en cuenta la doble
oposición a la que deben enfrentarse los procesos miméticos, chocando por un lado con
las contingencias, las tan inevitables como liberadoras disfunciones de la mímesis, como
con la poiesis, el cambio de orientación por el que en vez de buscar consolidar lo dado y
sólo a partir del conjunto de esas contraposiciones se podrá desembocar -como quería
un sujeto142.
En todo caso y volviendo al trabajo modal de la mimesis en relación con los diversos
estratos podremos ahora entender mejor a Adorno cuando sostiene que la mimesis en arte
conlleva advertir, como sostiene Adorno, que la mimesis siendo lo contrario al espiritu
transcurrir sin intervención alguna del espíritu... pero dada la dinámica de estratos que ya
conocemos la mímesis no puedo sino proporcionar el lugar a partir del cual el espíritu,
Siguiendo con Adorno y la teoría de estratos podemos entender cómo sólo apoyándose en
la mimesis y sus dislates puede la poiesis -o el espíritu si queremos usar los términos de
Dicho espiritu -dirá Adorno- sólo satisface su propia finalidad cuando brota de lo que
hay que construir, de los impulsos mimeticos y se funde con ellos en lugar de serles
Esto es precisamente lo que -como se recordará- nos revela la “ley de retorno”, cuando
especifica cómo las categorías anteriores retornan en las posteriores, así sea en formas
esto lo iremos viendo al paso que vayamos exponiendo -una por una- este grupo de
categorías operacionales.
conceptual, sino de algo que informaba las vidas de la gente. Tanto es así que la
operatividad de la mimesis podía rastrearse en una costumbre tan arraigada entre las
El Grand Tour era un viaje que atravesaba Italia sobre todo, pero que podía abarcar
como Voltaire o Goethe que para eso estaban. Gracias a semejante viaje la juventud
escultura clásicas.
Para que los viajeros y sus padres -que al fin y al cabo pagaban la cuenta- creyeran que
semejante inversión de tiempo y dinero valía la pena, hacía falta una cierta confianza en
los poderes casi mágicos no sólo de las formas clásicas sino sobre todo de la mímesis,
mediante la que los viajeros recibirían y reproducirían dentro suyo toda la nobleza y
todas las grandes ideas que latían en ese arte, ensanchando y en cierto modo ordenando
su mundo interior.
para conformar lo que el escritor alemán llama una escolta de figuras ideales en el corazón
del sujeto en cuestión. La mimesis será ahí la clave para acoger conjuntos de formas nobles,
grandes, colmadas de espíritu... símbolos de lo eminente, en las que los jóvenes castores de la
burguesía deben retozar y rebozarse hasta que la apariencia triunfe sobre la realidad y el
arte sobre la naturaleza.146 Esa habría sido siempre la gran misión del arte clásico y sus
interno, un repositorio de referentes susceptibles de darnos esa entereza y esa fuerza vital y
panteónica, que el guasón de Ramón Gomez de la Serna decía encontrar, y así se ahorraba el
La fe ilustrada en los poderes mágicos de la mimesis se va a reforzar aun más si cabe en los
escritos más pesimistas de Schiller, como sus Cartas sobre la educación estética del hombre,
bajeza de los intereses mas burdos, en la dispersión y la estolidez que caracterizan la vida
moderna. Así las cosas, todas las esperanzas no pueden sino cifrarse en recibir
adecuadamente y replicar los residuos estéticos de una humanidad más alta y clara...
Pero obviamente tan altas esperanzas no llegarán a buen puerto y la mímesis de la grandeza
clásica aparecerá -como hemos visto al hablar de los errores en la mitosis- fragmentada,
146Carta X, pág 86
147Seguramente esta inteligencia schilleriana de la función de la mimesis en nuestras pobres vidillas siga
estando latente en lo que motiva a los millones de personas que todos los años reservan parte importante
de su tiempo libre y sus ahorros a llevar a cabo sus propios “grand tours” culturales, asi se trate de
versiones low cost de los decimonónicos ...
148R. Gomez de la Serna, Descubrimiento de Madrid, Cátedra, Madrid, 1977, pág. 85
149La frase entera de Schiller sigue así: La humanidad ha perdido su dignidad, que el arte empero ha
salvado y conservado en piedras eminentes; la verdad continúa viviendo en la ilusión y a partir de la
copia será restaurada la imagen originaria (Carta IX, pág 84)
trastocada, invertida y duplicada.
neoclasicismo tanto durante los años gloriosos de la revolución francesa como durante el
bonapartismo.
Al final de todo ello y en pleno proceso de esa gran transformación que supone la
instauración del capitalismo en toda europa, los viejos repertorios clásicos empezarán a
mostrarse alambicados y estériles y la propia mimesis como categoría central del arte quedará
seriamente tocada.
Será este uno de esos momentos sociales e históricos en los quese recurrirá a formas de
mimesis que ya no pretenderán mostrarnos como somos o deseamos ser, sino que nos
mostrarán como no somos. Será una mimesis que en vez de mostrar, oculta.
Así sucede con los animalillos que han descubierto otra forma de mimesis torcida y dan en
imitar no el aspecto su propia especie sino de otros bichos mucho más agresivos o
ocultación.
tramada con una poiesis, cercana a la que pedía Simmel en sus reflexiones sobre la moda
o la que nos enseña a practicar Martin Venator150. Se tratará de todas aquellas ocasiones
en las que imitamos para ocultarnos, para declararnos partícipes de un repertorio que no
Imitamos entonces no para parecer quienes somos sino para poder ser lo que somos
Romanticismo tardío o el fin-de siglo...y cambiará el concepto mismo de la mimesis hasta tal
Al cabo la crisis de los grandes repertorios exigirá una modulación del hacer diferente a la
modo de hacer que alude a lo que fabricamos, lo que tramamos desde nuestras disposiciones
esas formas que reclamaba Leonardo, aquellas que no existían en la Naturaleza sino que eran
Sé un hombre y no me imites.
Cuando los clásicos querían aludir a un hacer productivo, un hacer que fabricaba su
propia realidad recurrían al verbo poiein. De este poiein derivará nuestra segunda
elaborar replicas de un modelo preexistente sino que asume como tarea específica la
a nosotros, sino de los ingenios y la sensibilidad misma del poeta que -como decía
Seneca- convierte todo lo que le sucede en un mismo color, porque es más fuerte que
todas las cosas externas151. Esto mismo lo explica Aristóteles en la Ética a Nicómaco
planteando cómo la poiesis, la techné que aplica el poeta, no es de las cosas que son y se
Eso sí, toda vez que se asume esta diferencia entre mimesis y poiesis está claro que
ambas categorías son variantes de “lo que relaciona”, de manera que, como explicamos
temas tradicionales no es extraño suponer que el poeta creyera estar contando sus
historias como siempre se habían contado, siendo su fluidez misma en la dicción poética
la que le haría creer que no había introducido cambios y la que -de facto- acabaría por
introducirlos.
En la medida en que se vaya cobrando una mayor conciencia de este uso constructivo de
las disposiciones del poeta iremos pasando mucho más decididamente al campo
categorial de la poiesis. Por supuesto que en este nuevo campo categorial veremos
repertorio proporcionará las piezas mediante las cuales el artista de la poiesis trabajará
ahora, puesto que las disposiciones que elaboran la ficción -poiesis- no sólo no excluyen
cada una de estas dos categorías. Y ambas contribuyen -cada cual a su manera- a
constituir un modo de relación, puesto que en todo modo de relación habrá que contar
153Vease al respecto la argumentación de George B. Walsh, The varieties of enchantment, pp. 11-16
En todo caso, cuando hablemos de los artistas de la poiesis, asumiremos que su práctica
se halla mayormente regida por sus propios juegos disposicionales y entenderemos que
dicha práctica no tiene más límites que los que le marca su propio genio, su daimon. Y
recurriendo a esta noción de daimon que, como es notorio, ya manejaba Sócrates con
El salto categorial que media entre mimesis y poiesis vendrá acompañado de un ajuste
consideración otros valores como los que buscan destacar la inteligencia del poeta o su
objeto central de la mimesis de los actos heroicos de los antepasados era conservar y
dichos actos heroicos que el poeta se limita a rememorar... En la Poiesis sin embargo
aquello que va a recibir mayor atención es el kleos del poeta mismo puesto que es en él y
Y es que ya Dio Crisostomos, en el siglo I de nuestra era, concebirá la figura del artista
plástico, del escultor en concreto como un daimonios. Desde luego que en esta época, en
154Kleos es el rumor, lo que se oye (kluo) y se repite y en tanto palabra transmitida de generación en
generación es la que confiere gloria a los héroes. He passes on the kléos, let us call it the 'glory', of
heroes. And yet, the word kléos itself betrays the pride of the Hellenic poet through the ages.
Etymologically, kléos should have meant simply 'that which is heard' (from klúō 'hear'), and indeed the
poet hears kléos recited to him by the Muses (again, Iliad II 486). But then it is actually he who recites
it to his audience. Here the artist's inherited message about himself is implicit but unmistakable. In a
word, the Hellenic poet is the master of kléos. 'That which is heard', kléos, comes to mean 'glory'
because it is the poet himself who uses the word to designate what he hears from the Muses and what he
tells the audience. Poetry confers glory. [5] The conceit of Homeric poetry is that even a Trojan warrior
will fight and die in pursuit of κλέος … Ἀχαιῶν, ‘the kléos of the Achaeans’ (Iliad XI 227). [6] If you
perform heroic deeds, you have a chance of getting into Achaean epic. The Achaean singer of tales is in
control of the glory that may be yours.
refiere Dio Crisostomos es al uso griego original de daimon que procede de la raíz daioi
resonar las mismas raíces que dan pie a lo genuino y lo ingenuo, derivandose todo ello de
nuestra inclusión en un genus, de nuevo una partición o una especificación del gran
No es que sea un tema que me apasione especialmente, pero no deja de ser curioso que
dos de las palabras que los católicos utilizan para referirse a las personificaciones del
principio del mal: demonio y diablo, deriven de los términos griegos daioi (distribuir) y
dia-ballein (lanzar en diferentes direcciones), siendo así que en ambos apunta -como
hemos visto- un claro sentido de lo centrífugo. No en vano decía Juan de Mairena que lo
última hora no tiene razón pero tiene razones. Hay que escucharlas todas155.
Parece que a los padres de la iglesia 156, como buenos conservadores de su Repertorio, les
asustaban las intervenciones disposicionales centrífugas. Lo que les interesaba no era por
tanto lo dia-bólico sino su contrario que también hemos visto: lo sim-bólico, es decir
dia-bólico, o entre lo centrípeto y lo centrifugo, sino entre todas las polaridades modales
que hemos aprendido a distinguir, incluyendo en el baile a los modos negativos, sin los
Lo dia-bólico Lo sim-bólico
Lo dia-bólico Lo sim-bólico
Para entender las circunstancias de esos choques y esas colaboraciones es bueno tener
presente que tanto la mimesis como la poiesis se desempeñan al tratar con “lo
relacionado”, es decir con los estratos en los que se organiza la fábrica de lo real.
Tomando los estratos como campo de operaciones, hemos constatado cómo la mimesis
aparecerá por vez primera en la interfaz entre lo inorgánico y lo orgánico como se puede
apreciar en los fenomenos miméticos mediante los cuales los cuerpecillos se constituyen
-en palabras de Diderot- la imaginación no creará nada, sino que se limitará a ejercer
como una especie de memoria de los contenidos y las formas que combina, aumenta y
Por su parte la poiesis aparecerá por vez primera un escalón más arriba: como interfaz
en lo inorgánico.
Por eso se encuentra en tensión con la mimesis, por su aparecer en otra posición dentro
del campo de los estratos y por ser la responsable de la irrupción de la novedad categorial
conexión del estrato de lo orgánico con el de lo psíquico. Y aun más novedoso será, sobre
todo, que la creatividad dejará de estar restringida al Buen Dios que, a todo esto, era el único
con licencia para crear. Y para crear a partir de la nada, que no es poca cosa.
158Maturana y Varela son y serán mis grandes referentes por introducir el principio de auto-organización
en el centro mismo del pensamiento biológico. Pero desde luego que no anduvieron muy acertados al
adoptar el termino auto-poiesis para describir procesos de desarrollo moelcular y orgánico que se
entenderían mucho mejor en tanto procesos auto-miméticos.
159W. Tatarkiewicz, op.cit. pág. 284
160Lo dijo Klopstock: La esencia de la poesía estriba en que, con la ayuda del lenguaje, muestra cierto
número de objetos que ya conocemos, o cuya existencia sospechamos, pero lo hace de una manera que
ocupa en tan alto grado las más altas energías del alma que la una obra sobre la otra y así pone en
movimiento al alma entera. Klopstock, Gedanken uber die Natur der Poesie [Ideas acerca de la naturaleza de
la poesía], Leipzig 1830, Werke [Obras], Band [vol.] XVI, págs. 36 s.
...
Como no podía ser de otra manera, la poiesis y con ella el estrato de lo psiquico han cobrado
una importancia central cada vez que los repertorios aceptados han entrado en crisis y han
dejado de servirnos de orientación y guía segura. Así ha sucedido en las sucesivas crisis de
los lenguajes artísticos y las sensibilidades desde el helenismo hasta el romanticismo: cada
vez que el repertorio que nos daba soporte se ha revelado radicalmente insuficiente para
permitirnos seguir vivos ha habido una revuelta disposicional, dia-bólica, que ha movido todo
de nueva planta.
desacoplamiento y crisis sociales en los que el kosmos161 -el orden repertorial organizado
que alguna vez creimos importante reflejar- se ha perdido, o más bien se nos ha mostrado
Cuando los repertorios dejan de merecer tan alto nombre puede bien suceder que nos
hallemos en uno de esos tiempos que Bertolt Brecht llamaba tiempos de desorden, de
tiempos semejantes nada debería parecer natural, es decir, nada debería pretender
presentarse ante nuestros ojos como si fuera un repertorio digno de ese nombre, y en
consecuencia en esos tiempos -sigue Brecht- nada debería parecer imposible de cambiar,
Lo que plantea Brecht no tiene nada que ver con ningún voluntarismo propio del mago
pop que todos llevamos dentro -ese que cree que todo es posible- sino que tan sólo pone
sucede a Hamlet- lo que se nos presenta como natural conspira contra nuestra vida y
nuestra dignidad.
...
Cuando esto suceda será inevitable que se produzcan en paralelo serios cambios en la
manera en que concebimos el papel del arte y la figura del artista. Esto se deja ver con
toda claridad en la cultura helenística para la que el viejo orden no será ya un repertorio
fértil y fiable sino una especie de campo de minas. Eso dice Séneca que en todo un alarde
de pensamiento positivo avant la lettre dice que precisamente porque el mundo es una
chapuza llena de engaños, puede haber lugar para que nuestra poiesis se vea incentivada
y pueda ejercitarse en todo su poder. Lo cual no está nada mal para el pensamiento del
estoicismo que considera que sólo en la poiesis puede el sabio hacer experiencia de sí,
En el helenismo, acaso como resultado de la crisis del mundo clásico que sigue al siglo V
A.d.C, nos encontramos con uno de estos cambios de orientación categorial en el que la
puede observar un desplazamiento del objeto de apreciación estética que pasa de lo bello
que se construirá a la medida de las capacidades del poeta para hacer (poiein) su
instituida cobrarán ahora una importancia mucho mayor las disposiciones puestas en
juego por cada artista. Como dirá Luciano de Samósata: La poesía es ilimitadamente
particularidades164:
2) cobrará con ello un carácter de individualidad mucho más acentuado que el que antes
tenía.
naturales
relieve la importancia de las últimas obras y las piezas sin terminar de los grandes artistas
dichos artistas, cuyo valor será mucho mayor que el de los patrones de organización de
artista, incluso de los artistas visuales y plásticos que antaño fueran meros artífices.
Ahora pintores como Parasios y Zeuxis se harán famosos y ricos, mientras que escultores
como Apeles, que antaño hubieran sido menospreciados por ser meros artesanos, ahora
serán encumbrados e influyentes personajes en la corte, como sucederá también con los
Del mismo modo y en la medida en la que se prioriza la poiesis se tenderá a destacar el valor
extraordinario de las obras de arte que desplazando el interés por lo bello natural se
convertirán a su vez en fetiches, en objetos de culto y colección. Igual esto resulta también
recambio de hegemonía categorial, por mucho que dicha nueva hegemonía se halle siempre
en tensión con las leyes de estratos que le han permitido aparecer, pero que siempre
amenazan con volver a fundirse con los estratos inferiores si las cosas vienen mal dadas, de la
misma forma que un joven precario vuelve a vivir con sus padres en tiempos de crisis. Así
sucederá que cuando las exploraciones disposicionales de los más brillantes artistas nos dejen
...
categorial, en este caso aportada por la Poiesis y su Creatividad funcionaba desde una
entre mimesis y poiesis tal y como la perfila C.M. Bowra en su libro sobre tradición y
tradición”. Cada poeta digno de ese nombre hace algo nuevo de ella, incluso si está
Lo que explica Bowra es algo que está en el centro mismo del pensamiento modal:
dicha intervención disposicional. Sin esas dos dinámicas no se podría concebir siquiera
Así sucederá en autores como Hesiodo que incluso en su empeño por revelar una esfera
social completamente distinta del mundo de los nobles y su cultura... toma de Homero
versos enteros y fragmentos, palabras y frases 168 que los campesinos beocios para los que
compuso su obra debían conocer. Como también conocerían los mitos de Prometeo o de
167C. M. Bowra, Tradition and Design in the Illiad, Oxford, 1930, pág 8 y ss.
168W. Jaeger, Paideia, pp. 67-69
Pandora que él reelabora para su público, resignificándolos y recreándolos de hecho
En términos modales sabemos que si se intenta construir una poiesis que no se halle
suficiente de autonomía categorial, de otro modo se limitaría a ser una mera variación sin
Así lo entendió también Baltasar Gracián, uno de los primeros pensadores europeos que
artista será una especie de segundo creador, en ningún caso se entenderá que dicha
creación pueda salir de la nada: el poeta trabaja siempre a partir de algo dado, puesto que
a nadie nos es dado habitar un mundo completamente vacío, carente de espacio, tiempo,
formas y lenguajes. Así las cosas la relevancia de la poeisis consiste en su capacidad para
poner a prueba la resiliencia de los repertorios establecidos dando pie a las intervenciones
disposicionales del poeta mediante las que éste completa la naturaleza, la embellece y a
veces la supera170.
es, sin duda, una de las funciones sistémicas fundamentales de la poiesis, puesto que el
problema más insidioso y recurrente con los repertorios -del orden que sean y ya
169Esto es lo Dolêzel -al hilo de la Poética de Aristóteles- llama el principio de la no adicionalidad, según
el cual un todo es más que la suma de las partes. L. Dolêzel, Historia breve de la poética, pág. 42
170Baltasar Gracián, El criticón, pág. 164
organicen una poética o un partido político- es que, toda vez que se hallan sólidamente
instituidos, pueden mostrar y de hecho suelen mostrar cierta tendencia a olvidar su propio
momento instituyente o -de forma mucho más habitual- a extrañar dicha capacidad
La gran diferencia entre otros ciclos de exaltación disposicional y nuestra propia época radica
Como es sabido las celulas cancerígenas lo son porque han olvidado su propia
desaparecer -o de callarse al menos- cuando no se tiene nada que decir. Y eso es justo lo
que no puede permitirse ningún creador, ni ningún mediador cultural en nuestros tiempos.
ocupar un pequeño lugar al sol... mientras que las prisas y agobios no le permiten dejar
la Poiesis, una especie de Poiesis exacerbada que ya sólo es capaz de producir órganos
sin cuerpo -como diría Zizek el de los multiples ingenios-... Esa es la nueva pobreza en
aburrimiento de la creatividad universal y por decreto. Nos las vemos aquí con el
movimiento autónomo de lo no vivo171, con una genialidad sin genus, vocablos brillantes y
...
Por supuesto que a estas alturas sabemos que semejantes transferencias de potencia
instituyente no son sino cuentos, ilusiones172 que fabricamos con el fin de legitimar y
podemos estar cuestionando todos los días puesto que de ella depende, en buena medida,
...
Para que la poiesis haga de las suyas y genere, desde su autonomía, el novum categorial
primer lugar como la capacidad de cuestionar el estado en que nos son dados de una vez
172Y hablamos de ilusiones porque adonde nos lleva el juego sin fin entre lo instituido y lo instituyente, o
con más claridad la dinámica estratificada entre mimesis-poiesis es a entender el rol de una de las
categorías estéticas más antiguas y más ninguneadas: la Apate o ilusión estética que es la objetivación a
la que llegan y que se esfuerzan en producir tanto la mimesis como la poiesis. De la Apate nos
encargaremos en el próximo capítulo. Baste decir por ahora que la ilusión estética cumplirá la función
de constituir una objetivación que podremos compartir y que tomaremos a la vez como punto de llegada
y punto de partida. Por supuesto que en la constitución de esa objetivación, de esa ilusión estética
entrarán -en diferentes proporciones- tanto la mimesis como la poiesis, tanto el reflejo de lo organizado
como la puesta en obra de lo organizador.
por todas los principios, los valores, las leyes, las normas y las significaciones y en que
la sociedad, o el individuo según los casos, no tienen ninguna posibilidad de obrar sobre
ellos173.
la buena de dios, sino que será siempre el resultado -o no será- de un ajuste de cuentas
con los procesos de mimesis en los que se basa todo lenguaje y en la explotación de los
miméticos. Ahí, en la catastrofe -en sentido matemático- producida por los errores de la
Así las cosas, la creatividad, en alguno de sus momentos al menos tendrá siempre algo
esfuerza en ser creativo lo que suele suceder es que -lejos de lo pretendido- se dedica a
aplicar una y otra vez a mimetizar lenguajes de patrones que no sabe que conoce. No lo
nada174.
173Castoriadis, C. Los dominios del hombre: Las encrucijadas del laberinto, Barcelona, Gedisa, 1988, pág.
76
174Cabría interrogarse acerca de la oportunidad de pensar el juego entre mimesis y poiesis en relación a los
términos de “representación” y “participación” tal y como se usan en el ámbito de la filosofía política
Lo que la inteligencia estética nos muestra es cómo cualquier proceso de formatividad
reiteración de una repertorialidad relativamente asentada que nos sugiere lo que tenemos
que hacer y la exploración de las disposiciones con que contamos a cada momento y que
emergencia, el novum categorial, pero eso no supone para nada sostener que dicha
emergencia aparezca por ensalmo o de la nada. Todo salto categorial o de estrato se dará
siempre por sobre-conformación o por sobre-construcción, pero en todos los casos será
rastreable y se apoyará -así sea para rebatirlos o limitarlos- en los estratos anteriores.
....
En EM1 aprendimos a interpretar la historia del pensamiento estético como la historia del
maniobra que llevaremos a cabo en EM2 implica en primer lugar analizar cómo la
tensiones entre lo repertorial y lo disposicional, nos encontraremos ahora con que lo que
abarcando desde los acercamientos a la democracia radical como el de Benjamin Barber, para quien la
representación destruye la participación y la ciudadanía... hasta los planteamientos más conciliadores
como el de Macpherson o Pateman para quienes -como dice Ernesto Isunza- la revalorización de la
participación no implicaría abolir la representación ni postular su irrelevancia.
sucede cuando la poiesis se agota y deviene imposible es la deriva hacia una incipiente
La claridad adicional que podemos aportar aquí, en la EM2, es la inteligencia de que esa
pugna y esa colaboración se dan siempre en el terreno de juego demarcado por los
estratos.
podemos entender cómo la mimesis es previa a la poiesis y que de una forma u otra
tendrá que proporcionarle la materia misma a partir de la cual habrá de trabajar, así sea
material de relleno.
Gracias también a las leyes de estratificación sabemos que la mimesis -por ejemplo
cuando imita formas nobles, volviendo a Schiller- puede concebirse como un fin en sí
misma, pero si nos quedamos ahí estaremos obviando su capacidad para proporcionar
la poiesis -la creatividad- en cada cual, sabiendo que dicha poiesis tiene el poder no sólo
de ponernos en movimiento el alma entera como dice de modo tan encantador Klopstock
modo de relación que nos es altamente característico, por eso sigue el poeta preferido de
Werther y Laura: Los más profundos misterios de la poesía yacen en la acción en que
sume a nuestra alma. Siempre nos es la acción esencial al placer. Al más alto placer que
cabe experimentar que no es otro que el de estar vivos de la manera en que sólo cada uno
de nosotros podemos estarlo, viviendo nuestra propia vida y no una de prestado, hallada
Esta acción será el quehacer propio de lo que Lukács llamará el “hombre enteramente” y
la categoría de la poiesis no será sino una de las puertas de acceso -el acceso
le hizo a Schiller escribir en su Carta # XV aquello de que el hombre no juega más que
cuando es hombre en el sentido pleno de la palabra, y no es del todo hombre más que
cuando juega.
Pensar que el hombre sólo lo es cuando juega, cuando es creativo, puede suponer una
bien intencionada crítica a la división capitalista del trabajo y la alienación en la que nos
sume. Pero de nada nos servirá si no somos capaces de poner dicha crítica en perspectiva.
El juego está en relacion con el trabajo del mismo modo que la poiesis lo está con la
mimesis. Pensar que podemos ser “creativos” todo el tiempo sin dotar a nuestros
pensar que podemos jugar todo el tiempo y que nadie tendrá que trabajar para atender
Castoriadis las etapas ulteriores no anulan las anteriores sino que todas ellas coexisten
conflictivamente175.
el socialismo sería como un juego, porque en su afán por cargarse el capitalismo se estaba
necesidades... que las necesidades más básicas de nuestro ser orgánico retornen en
nuestras más elevadas actividades quiere decir no sólo que dichas necesidades básicas
deben estar atendidas, sino que es el hecho de que están atendidas -así sea en un mínimo
la estratificación categorial”176
Ese juego de retornos podrá objetivarse en una u otra forma de Ilusión estética. Ala vez
experiencia estética que vaya más allá de la mera ensoñación crepuscular o gatuna.
El poeta es un fingidor.
Distrayendo a la razón,
Hay paisajes pintados que atravesamos o que contemplamos: otros en los que podemos
pasear; otros también en los que quisiéramos permanecer o vivir. Todos esos paisajes
logran el grado de excelencia. No obstante, aquellos en los que quisiéramos vivir son
Ilusión estética.
Apate deriva del verbo griego verbo “apateô” (engañar). De esa misma raíz procedía el
adjetivo Apatouron que como es evidente tenía que ser uno de los atributos
fundamentales de Afrodita177. Apate alude por tanto la capacidad para tender una trampa
basada en una suerte de ilusión. Aunque eso sí, caer en esa trampa puede ser lo más sabio
que podamos hacer, sobre todo si es cosa de Afrodita. El proceso tanto para preparar la
trampa mediante la mímesis y la poiesis como para dejarse atrapar en ella y disfrutar el
viaje tiene mucho que ver con la inteligencia práctica y la astucia propia de personajes
177Sigo aquí pistas proporcionadas por mi colega la Dra. Moira Müller. La caracterización de Afrodita
como “engañadora” se deba a una treta que ejecuta en una cueva a la que atrae a varios gigantes de
modo que permite que Hercules los derrote de uno en uno. (Strab. xi. p. 495; Steph. Byz. s. v.
Apatouron.)
178Así lo considera y lo aprecia la mismísima Palas Atenea, cuando en el Canto XIII se dirige a Odiseo
con estas aladas palabras: Astuto sería y trapacero el que te aventajara en toda clase de engaños, por
más que fuera un dios el que tuvieras delante. Desdichado, astuto, que no te hartas de mentir, ¿es que
ni siquiera en tu propia tierra vas a poner fin a los engaños y las palabras mentirosas que te son tan
queridas? Vamos, no hablemos ya más, pues los dos conocemos la astucia: tú eres el mejor de los
mortales todos en el consejo y con la palabra, y yo tengo fama entre los dioses por mi previsión y mis
astucias.
Para elucidar y complementar la cualidad de este trampear es bueno investigar también
jugar contra algo o contra alguien. Vamos viendo así que la Ilusión estética puede muy
bien tener que ver con un tipo muy específico de engaño, un engaño que aparece como
un juego en contra de lo que se nos presenta o se nos quiere imponer como lo real
acabado y estabilizado.
La ilusión estética es, por tanto, siempre una especie de “farol” que nos marcamos frente
al mundo, haciéndole ver que no nos lo tomamos tan en serio como le gustaría. Igual que
prefieren aparearse con las flores que con las hembras 179, del mismo modo que el poeta
puede preferir suspirar por su Beatrice o su Dulcinea poéticas que por alguna dama que
Así se puede apreciar, según la helenista Louise H. Pratt 180, en textos homéricos tan
que con toda claridad se valora el lenguaje y por extensión la obra de arte en tanto
Por cierto que esta misma relación problemática con la verdad se recoge también -como
no puede ser de otra manera- en el Natya Sastra, el tratado de estética más importante del
179 Stefano Mancuso, Sensibilidad e inteligencia en el mundo vegetal, Galaxia Gutenberg, Barcelona,
2015, pág.98
180Louise H. Pratt, Lying and poetry from Homer to Pindar, University of Michigan, 1993
181Tal y como cantan las mismísimas Musas en la Teogonía de Hesiodo: Pastores que pasáis la vida al
aire libre, raza vil, que no sois más que vientres: nosotras sabemos decir numerosas, verosímiles
ficciones; pero también,cuando nos place, sabemos ensalzar la verdad.
pensamiento indio, tal y como lo explica Umberto Eco la experiencia estética no supone
sentimientos son de Rama o del acto, si se trata de Rama o de alguien que parece Rama:
verdad o falsedad.182
...
Esto quizás tenga todo que ver con la novedad categorial que supone la Apate al
incorporar un salto más entre estratos. En los capítulos anteriores hemos visto cómo la
criatura, un trampantojo preparado para ser puesto en el mundo, para recibir choques y
para ejercer él mismo como una resistencia que especi fique una serie inde finida e
ponerlas. Así la Apate marcara el paso -por usar los términos de Vigotsky- de lo intra-
personal a lo inter-personal.
Esto tiene su importancia para evitarnos darle pábulo a ninguna concepción de la Apate
como mera fantasía subjetiva. La Apate es siempre una trampa que es efectiva no en
182 Umberto Eco, La definición del arte, Barcelona, Martínez Roca, 1970, pág. 72
nuestra imaginación sino en el paisaje que compartimos y disputamos.
las especí ficas objetivaciones en las que desemboca lo artístico. Toda práctica artística,
por conceptual o espiritual que pretenda ser, tiene que salir completamente armada de la
cabeza del artista -como salió Atenea de la cabeza de Zeus- y mostrarse, asi sea en un
mani fiesto, un gesto o cualquier otra cosa que pueda ser percibida por los demás y por el
propio artista de una forma especí ficamente artística, esto es una forma que no la aboque
a perder su complejidad.
Apate dispone las condiciones de posibilidad material para que pueda darse un proceso
de recepción estética.
André Gorz lo decía así: El libro ya no es «mi pensamiento», ya que ha pasado a ser un
El libro en tanto Apate -como si fuera una trampa de Afrodita- es lo que se le escapaba a
Gorz y lo que se le sigue escapando a sus lectores puesto que ningún proceso de
de fine.
...
183En el arranque mismo de la Primera Sección, la dedicada a la estratificación y la muy entrañable “teoría
de gatitos”.
184André Gorz, Carta a Dorine, pág 12
Si queremos rehabilitar la Apate como categoría estética, se hace imprescindible dar
alrededor. Algo de eso intentó el bueno de Gombrich 185. Para el pensador austriaco el
primer prejuicio que los profesores de iniciación a las artes visuales tenían que procurar
coincide con la exactitud fotográfica. Pero ese no es ahora el asunto central ni mucho
siquiera se plantea como problema. Ello ha podido llevar a pensar, como dice Gombrich
que la ilusión, en la medida en que ya no viene a cuento para el arte, tiene que ser un
Pero el caso es que lejos de ser rudimentaria la categoría operacional de la Apate nos
Así lo vieron con toda claridad los poetas y pensadores clásicos que le dedicaron a la
Apate una atención muy especial, como fue el caso con Homero, Hesiodo o Gorgias hasta
Agustín de Hipona.
Será en su texto "Defensa de Elena" en el que Gorgias formulará esta teoría, de la cual se
colige que quien se deja "engañar" en el teatro es más sabio -esto es, más rico y más
enfurruña indebidamente al hilo del argumento de la obra y que no sería más que un
Por su parte Agustín es muy claro sosteniendo que el actor, para poder ser un verdadero
185Especialmente en Ernst H. Gombrich, Arte e Ilusión. Gustavo Gili, Barcelona, 1982
186E.H. Gombrich, op.cit. pág.4
actor, debe ser un auténtico falsario. Así, escribe Agustin 187: cuando el actor Roscio188
interpreta a Priamo es un actor verdadero, pero para ser un verdadero actor, tendrá que
ser un falso Príamo. Esta extraordinaria -mirabile, dice Agustín- correlación entre verdad
y falsedad tiene lugar deI mismo modo, en otras artes: ¿Como podría ser verdadero un
falso?
De Gorgias y Agustín partirá lo que luego Diderot llamará "la paradoja del comediante",
en la que se volverá a insistir en la distancia y la falsi ficación emocional sin las cuales no
puede haber, propiamente un buen intérprete: Si el actor fuese sensible, de buena fe,
¿podría acaso representar dos veces consecutivas un mismo papel con igual calor e
igual éxito? Muy ardoroso en la primera representación, estaría agotado y frío como un
mármol a la tercera.189
Esta misma paradoja la llevará Gombrich al campo del espectador enunciando cómo la
tener conciencia del hecho de que toda experiencia dada tiene que ser una ilusión, no
fundamentalmente perceptiva, sino una ilusión de tipo relacional -la que nos permite vivir
cosa en claro de la experiencia en cuestión. Así las cosas, quizás para entender bien el
lugar categorial de la Apate sea bueno volver a considerar la cuestión del estatuto de la
suyo un valor en los dominios de la Apate que declara ser un engaño desde el comienzo.
Poética de Aristóteles- que son precisamente las que hacen que la Apate en tanto Ilusión
resulte efectiva.
Dice Aristóteles que lo relevante de las ilusiones estéticas es que aunque éstas sean
Mucho mejor será eso -dice Aristóteles- que no limitarnos a fabulaciones que si bien
enriquecer nuestros modos de hacer ni de reforzar el ethos con el que nos hallemos
comprometidos.
Es justo por eso -sostiene Lukács- que el fracaso de la dación de forma no puede
Obviamente la Apate no puede descali ficarse por ser “falsa”, sino que tenemos una mejor
Apate cuanto mejor nos engañe. En la Apate el engaño y la mentira dejan a un lado sus
Aristóteles también parece reconocer estos engaños como otros tantos méritos artísticos.
Así una de las alabanzas que recibe Homero en la Poética es la de haber enseñado a los
Así las cosas, no es extraño que tanto Gorgias como Simonides hagan de la Apate el
efecto más deseado y más signi ficativo del Arte. Gorgias pone mucho énfasis en que la
verdad de la Apate no está en el orden establecido del mundo sino en los efectos -reales y
efectivos- que produce sobre los espectadores, que se sienten arrebatados y sufren por
personajes que ni tan siquiera tienen porqué existir. Lo expresó impecablemente Angel
Gonzalez196:
Al lector se le llenaron de pronto los ojos de lágrimas, y una voz cariñosa le susurró al
oído:
—Lo sé;
Y algo así debe sucederle a Hamlet cuando se maravilla de la interpretación del dolor de
Hecuba al ver morir a Priamo... de modo que lo que se pone de mani fiesto es que la
identi ficación que propicia la Apate es mucho más profunda y signi ficativa que la que
que puede decirnos más de nosotros mismos que lo que nuestras dispersas e improvisadas
Ese es el campo de la Apate, y es por eso que tanto Tucidides como Heródoto tratan a la
porque lo que cuenta nunca sucedió del todo como se cuenta, pero tampoco es mentira...
y no tanto porque pueda tener bases históricas reales cuanto porque los modos de relación
que el poema pone en obra son profundamente reales y pertinentes como real y pertinente
Por supuesto que hay mucho que decir sobre esta realidad y esta pertinencia de la Ilusión
interioridad de lo esencial198.
En la inteligencia de que “lo esencial” aquí -no en balde estamos en los dominios de lo
197Hay una letra tradicional de bulerías que dice: Qué cosas dice este loco,/ que nunca dice verdades/ pero
mentiras tampoco
198G, Lukács, Estética, Tomo II, pág. 209
estético- alude simple y llanamente a los patrones mediante los que se genera auto-
Es decir, la cuestión al final consistirá en entender cómo lo ilusorio estético consigue ser
más verdadero que aquello meramente efectivo que no llega a tramarse como ilusión, es
decir que no llega a formar un medio homogéneo... y que por ello no consigue
....
A primera vista puede resultar chocante que tratándose de una especie de objetivación en
Pero desde luego que esto se aclara por completo cuando tenemos presente que es preciso
que la objetivación que constituye la obra de arte sea siempre una "ilusión", puesto que
tiene que ser capaz de mostrar y no mostrar. Tiene que ser una objetivación que consista
tanto en lo que muestra como en lo que no muestra de modo inmediato y que sin embargo
está ahí.
Es como consecuencia de ese juego lenticular entre lo visible y lo invisible que exige un
tipo de atención especí fica que organizará nuestra interacción con la obra o la experiencia
en cuestión.
homogéneo199 que constituye y exige cada experiencia estética. Sin Apate no podriamos
siquiera captar el juego que se nos propone y entrar al trapo. Si, por ejemplo,
embargo, aun sabiendo que son una ilusión -dice Gorgias- nos afectan y nos conmueven
precisamente porque hemos incorporado a nuestro repertorio categorial una categoría tan
Gracias a la Apate advertimos que aquello que se nos muestra no es un fragmento más de
vida cotidiana, sino que es algo que exige que tengamos, de algún modo, que interrumpir
el tipo de atención que nos impone esa vida cotidiana y sus intereses para prestarle otra
inteligibilidad misma.
Claro está que la elucidación de esa atención especí fica que cada obra pide es entonces
elucidación nunca se juega ni sobre una tabla rasa ni sobre un escenario neutral, por
mucho que los museos se empeñen en blanquear sus paredes y sus discursos. Toda Apate
se pone en juego en un terreno mucho más peligroso y expuesto. Esto es así en la medida
poiético y nos metemos de lleno en lo simpoiético200, en lo que tiene que componerse con
199Para tener presente el concepto lukácsiano de medio homogéneo puede consultarse G. Lukács, Estética
tomo III , Grijalbo, Barcelona, 1982, p. 239. Y su discusión en la EM1, pág 133.
200Recuperamos ahora este término que hemos presentado en la Intro para Biólogos...
las circunstancias de lo dado, con los choques y tensiones que constituyen el paisaje, en
….
La Apate cumplirá tanto mejor su función cuanto mejor logre constituir un orden u otro
relativa y temporal— de los intereses espurios, las distracciones o dispersiones que nos
El medio homogéneo será entonces concebido como una especie de parentesis lógico, a
través del cual cada performatividad puede mostrar y hacer funcionar “sus” leyes
específicas, mostrándose de una forma que le permita a su vez servir de base a ulteriores
procesos de mimesis y poiesis distintos acaso de aquellos de los que surgió. Por
escultura tiene un pedestal o una peana que lo destaca y lo aisla, si es una propuesta
Pero nada de esto limita la categoría de la Apate a las formas más tradicionales de arte.
exigencia de una atención específica, antes bien constituye un refuerzo de esa exigencia,
acaso porque ya nos habíamos habituado tanto a ver cuadros y esculturas -con sus marcos
y peanas en sus museos y galerías- que ya propiamente no les prestábamos atención. Así
sucede también en otros campos: lo que fue pensado como reclamo de atención acaba
maniobra para volver a recuperar uno u otro modo de atención específica sin el cual
ninguna propuesta estética podría hacer de las suyas. Por supuesto que al cuestionar los
dispositivos formales mediante los que se acotaba la obra de arte se corre el riesgo de la
(el marco, la cuarta pared etc...) corremos el riesgo, no menos grave, de embotar nuestra
el “art as usual” .
Para comprender bien esta doble tensión característica de la Apate habríamos de recurrir
a otra decantación del verbo hacer. Si la mimesis se basaba en un archein -un hacer que
nuestra “teoría” como de nuestro “teatro”. En ese juego entre distancia y arrobamiento se
Así pues toda obra de arte y toda intervención estética -ya sea un cuarteto de cuerdas o
una performance- en la medida en la que constituye una Apate exigirá esa distancia pero
en una u otra forma de prattein, esto es, un hacer que constituye práctica, que al
y con ello pretende ser sostenido y reconocible. El prattein funda la práctica, nos depara
un modo de hacer característico, una praxis cuya indagación y puesta en juego será el
premio gordo de toda experiencia estética, puesto que nos permite salir de nosotros
mismos (o entrar más bien) y participar del modo de relacionarse que la obra o la
esta apertura y esta multiplicación de nuestra sensibilidad que sólo sucederá -esa es la
lección de la Apate- si nos dejamos embaucar por la Ilusión estética, distantes pero
entregados.
….
Habrá quien crea que siendo la Apate una categoría estética antigua no hay lugar para ella
en el pensamiento estético contemporáneo. Para entender en qué medida ese no es el caso
podemos recurrir a un pensador como Jean Baudrillard. En efecto Baudrillard habla tanto
arte, siendo esta última el resultado de una especie de ironia fósil atrapada en los remakes
Para Baudrillard es importante recuperar lo que él llama una ilusión en profundidad que
ha quedado relegada a causa de una mala inteligencia de la Apate que intenta alcanzar
una especie de ilusión perfecta que se persigue agregando lo real a lo real y que lo único
indiferente a ella misma como pintura, como arte, como ilusión más poderosa que lo
grotesco203.
En términos modales podemos entender cómo lo que mata la ilusión es su propio exceso
cuando la sobrepuebla y acaba por bloquearla, puesto que la ilusión es siempre y a la vez
Los dos tipos de ilusión, la ilusión en profundidad y esa otra especie de ilusión a la vez
201Jean Baudrillard, El complot del arte, Ilusión y desilusión estéticas. Amorrortu, Buenos Aires 2007,
pág.17
202Jean Baudrillard, op.cit., pág.13
203Ibidem, pág. 20
de la obra de Warhol que en 1965, según el pensador francés, embestía de una manera
Todo ello conduce a un diagnóstico un tanto demoledor en el sentido de que ahora -dice
Para que el arte pueda ser efectivo, hacerse efectivo en nosotros, es imprescindible que
construya un medio homogéneo a traves del cual probemos en nuestras carnes cual es su
De otra manera no importa cuan elaborado o virtuoso sea el arte, no podrá sino
Otra modulación de esta desilusión es la que ponen en juego las “falsas noticias” o fake
especialmente en relación a esos otros tipos de ilusión que ahora llamamos “fake news”
es que el ámbito de lo estético plantea una especi ficidad categorial que lo separa del de
las noticias falsas. En el dominio de lo estético sabemos que aquello que nos están
contando no está sucediendo más que como Apate, como ilusión desplegada ante nuestros
sentidos, pero como hemos visto, sabemos también que es más inteligente quien, en este
contexto, se “deja engañar” que el que resulta incapaz de entrar en el juego de una
experiencia estética compartida, mediante la que logremos hacer más alto y más ancho el
204Ibidem, pág. 23
205Ibidem, pág. 22
repertorio de modos de hacer con el que nos manejamos. Esta es la clave de la categoría
contrario de querer suplantar la realidad, evita de manera expresa toda confusión con ella.
Pero precisamente por esta razón puede volverse el medio que permite la aparición de lo
Eso sí, es difícil no advertir que pese a todo aún hay elementos comunes entre la Apate y
las Fake News. Lo que tienen en común precisamente es que su clave, aquello por lo que
resultan relevantes, no reside en que lo que nos cuentan sea o no “verdad”. Como dice
Trump ganó en ese juego, fue capaz de apoyarse en toda la descon fianza generada por el
poder institucional y rellenar su hueco con una opción válida para toda la gente que
anhelaba un cambio.
La cuestión es que toda vez que generamos -o nos generan- una narrativa, es la especí fica
lucidez categorial de la Apate la que nos permite distinguir la narrativa en cuestión, con
Es por eso -sigue Baudrillard- que necesitamos ilusionistas que sepan que el arte y la
pintura son ilusión … que todo arte es primeramente un trompe-l'oeil... como toda teoría
es un engaña sentido... que toda pintura y toda teoría consiste en erigir señuelos,
trampas en los que el sentido sea (acepte ser) lo bastante ingenuo para dejarse
atrapar.208
206https://www.theguardian.com/technology/2016/nov/10/facebook-fake-news-election-conspiracy-
theories
207There’s a long tail of insidious half truths and misleading interpretations that fall squarely in the grey
area, particularly when dealing with complex issues like immigration, climate change or the economy.
208Jean Baudrillard, op.cit., pág. 44
Es en esa ilusión estética y en el medio homogéneo que alumbra y ampara que podemos
recuperar el sentido de las formas y las figuras. Sólo así podemos liberarlas puesto que la
que las engendra y las enlaza, que las encadena una a otra dulcemente.209
Para que la efectividad estética no sea banal, para que no se agote en una reivindicación
de la nulidad210, ésta debe tramarse desde la doble tensión que produce su necesidad y su
Sólo así puede suceder la alquimia característica de la ilusión estética:, por la que
aquellas cosas que parecían mentira se revelan verdad: et in verum mendacia singula
mutat212.
Para entender ese ciclo de las metamorfosis nos hará falta aún una cuarta categoría
211Ibidem, pág. 43
212 Alano de Lille, Anticlaudianus, I, 4: Transit ad esse quod nihil esse potest
Catarsis
Los hombres no deberían mirarse en las aguas, sino en los demás hombres.
No hay nada que haga reir tanto como una canción de amor.
clase de obstáculo que le bloquea o le carga, algún tipo de suciedad, mancha, oscuridad o
El caso es que todos estos usos literales pronto darán pie a una serie de usos figurados, así
vano era uno de los libros preferidos de Alejandro Magno, habla de katharos nous215 con
relación a alguien que conoce clara y verdaderamente aquello de lo que se está tratando.
Según Martha Nussbaum en los diálogos medios de Platón la Catarsis aparece ya dotada
de un sentido más espiritual, puesto que se concibe como una etapa imprescindible de
puri ficación por la que tiene que pasar cualquiera que se comprometa con un aprendizaje,
ayudando a liberar el alma y la razón dejando atrás el in flujo perturbador de los sentidos
y las pasiones216 que ya se sabe que son un engorro cuando uno tiene que centrarse
En todo caso y sin tener que comprarle entradas a Platón para ver qué echan en su
Catarsis.
En el pensamiento platónico la Catarsis es la preparación para algo que está por llegar
-estando ya mi casa sosegada- ya sea la sabiduría propia del mundo de las ideas, la
proceso, como puede ser una experiencia estética tal y como el filósofo plantea en su
Poética.
Podemos empezar por él viendo cómo, sin salir de la Poética, nos encontramos no uno
En primer lugar podríamos encontrarnos con una Catarsis de orden formal cuyo juego
Finalmente cabría pensar en una Catarsis de orden conceptual que se plantearía a través
conceptual puestas en relación con cada una de las tres interfacies que median entre los
Así la catarsis formal con su juego entre nudo y desenlace aparecerá mediando entre lo
inorgánico y lo orgánico, puesto que será una catarsis que operará en el nivel de la
Por supuesto y aunque las tres pueden y acaso deben 217 trabajar juntas, cada una de ellas
tiene sus propias particularidades, sus protocolos que de incumplirse pueden bien llegar a
este sentido será interesante considerar qué aplicación pueden tener aquí las leyes de la
estrati ficación y sobre todo la medida en que cada tipo de catarsis añade algún tipo de
novedad categorial que se apoya sobre las anteriores pero no puede ser explicada en sus
solos términos.
Empecemos pues por los estratos inferiores y demos cuenta de la Catarsis formal.
217Los problemas o las miserias resultantes de una comprensión fragmentada de los tres tipos de catarsis
son muy similares a los que aquejan a las poéticas parciales categorialmente, los veremos en detalle más
adelante en este mismo capítulo.
Le llamamos Catarsis formal y la relacionamos con los estratos de lo inorgánico y lo
Es por eso que entenderemos con Aristóteles que el nudo - - se trama con
acontecimientos que están fuera de la obra y algunos de los que están dentro... y que es
tantas cosas delicadas- éste se rompe en pedazos y ya muy difícilmente puede restituirse.
Esta es la sensación que dejan las novelas o las peliculas de suspense mal resueltas, con
las que nos irritamos -con razón- por haber defraudado nuestras expectativas, puesto que
hemos asistido al proceso mediante el que se construía el nudo, hemos visto como éste
da la sensación de que el autor no ha sabido qué hacer con tanta tensión, con tanta
Como diría Zhuang Zi en estos casos y en muchos otros: lo bien hecho necesita tiempo y
Por el contrario, cuando a un nudo que se ha ido tramando poco a poco le sucede un
desenlace que parece surgir de las entrañas mismas del nudo, entonces y sólo entonces
nos sentimos liberados como si hubiéramos superado una prueba que ha puesto nuestras
fuerzas al límite.
Es esta catarsis formal es la que sucede cuando un guitarrista flamenco -yo tengo en
mente a Diego del Gastor o Raul Cantizano- se van por soleás o por bulerías y decimos
alejando, incluso que se está perdiendo en el nudo que va formándose ante nuestros
propios ojos. En esta fase se va acumulando inquietud hasta que por fin y como por arte
de magia el tocaor logra volver a donde tenía que llegar y lo sabemos porque de repente
nos encontramos ante la salida que estábamos echando de menos desde que se inició el
Una de las especi ficidades de la catarsis formal y por la cual merece la pena dedicarle
atención es que se trata de una catarsis modular que funciona a la vez en diferentes
escalas, como se puede ver bien en la música tonal que, sin duda, que nos proporciona
una multitud de pequeñas catarsis, de pequeños desenlaces cada vez que el fraseo
musical se la juega en el espacio que media entre la inestabilidad que invoca la nota
y nos proporciona también una catarsis de gran estilo provocada por la pieza-una sinfonía
En segundo lugar tendremos también que dar cuenta de la catarsis emocional -que es la
que de modo más explicito expone Aristóteles-. Se trata como hemos adelantado de una
Estos tal y como los ha entendido una larga tradición que nos llevaría a Breuer y su hijo
Nos hallamos, sin duda, ante una catarsis que si bien opera muy claramente en un plano
emocional y moral comparte con la catarsis formal las leyes estructurales que especi fican
forzadas, aun siendo así que los ingredientes de una catarsis emocional se dan siempre
220Gustavo Figueroa, Freud, Breuer y Aristóteles: catarsis y el descubrimiento del Edipo, Revista Chilena
de Neuropsiquiatría, 2014; 52 (4), pág. 265
con más intensidad cuando se presentan contra lo esperado y unos a causa de otros221.
Pero hete aquí que la catarsis emocional, a diferencia de la formal, introduce elementos
novedosos como pueden ser cierta atracción o repulsión respecto a los personajes, que
Esto explica cómo en opinión de Aristóteles el hecho de que los malvados pasen de la
Con todo se trata aquí de una catarsis que aun no tiene efectos directos en el plano de lo
moral y lo intelectual -en los que luego insistirán Goethe y Lessing- sino que como dice
Jacob Bernays, reputado filólogo y tío-suegro de Freud nos encontramos con una
Esta catarsis de orden emocional, dirá Bernays, debe ser entendida como una especie de
remedio médico de orden homeopático que genera un proceso a mitad de camino entre lo
Otro tanto sucede con la tercera catarsis, la catarsis conceptual que por supuesto viene a
tensión. De igual modo en este caso -sostiene Aristoteles- sus componentes, la peripecia
acción tal que lleva a dicha acción a convertirse justo en lo contrario de lo que venía
rebote también la emocional y la formal- que sólo podrá resolverse en extremo mediante
una anagnorisis, una agnición o reconocimiento que nos permitirá devolver las cosas y
los personajes a su lógica. Así Odiseo siendo el rey se hará pasar por mendigo, o Hamlet
caracterizacion de los personajes o los elementos en los que reposa la acción, de forma
que entendamos la tensión modal entre el lograrse y el malograrse, o acaso entre los
puede hacer y tiene que hacer... y del otro lo que no puede hacer o no tiene por que hacer.
Este tipo de catarsis funciona especialmente bien en westerns como High Noon, Sin
Perdón o incluso Murieron con las botas puestas. En la catarsis conceptual lo que se
Aun cuando queda algo alejado del pensamiento propiamente estético, es imprescindible
aquí aludir al concepto pitagórico de catarsis como puri ficación del alma a través de la
Filosofía y las Matemáticas, dos términos, a todo esto, inventados por el mismo Pitagoras
y que aluden al conocimiento que sólo podemos amar y el conocimiento que podemos
efectivamente obtener. Siendo así que tanto la una como la otra está fundada en el
número y las proporciones, muy cercano, salvando las distancias, a lo que ahora
…
Volviendo a la vigencia aquí de las leyes de la estrati ficación, es fácil observar cómo
puede suceder que se dé una catarsis formal, un simple juego de nudo desenlace en una
melodia cualquiera que no vaya acompañada de una catarsis emocional o de una catarsis
conceptual... pero no suele suceder al revés, puesto que para que la catarsis emocional
Cuando dicho retorno se produce es cuando sentimos -como hemos visto más arriba- que
hace -repite una y otra vez Aristóteles- que el drama sea tanto más excelente. Y eso es lo
suyo, lo que en cierto modo exige la naturaleza misma puesto que ella, la naturaleza a
juzgar por lo que puede verse, no parece ser inconexa como una mala tragedia225
Otra consecuencia importante de esta triple modulación de la catarsis es que nos conecta
con la comprensión kantiana de lo estético concebido como libre juego de las facultades.
Esto supone que en una experiencia estética completa podamos aspirar a una catarsis que
aparece cuando todas esas dimensiones se lian la manta a la cabeza y juegan haciendo
cooperar diferentes tipos de placeres. De esta cooperación y del uso que de ella hace
...
224Aristóteles, Poética, 53 b1
225Aristóteles, Metafísica 1090b 19
Nos hemos centrado hasta ahora en una exposición de la catarsis como categoría estética
que nos permitía entender la dinámica formal, emocional y conceptual de lo que nos
conmueve.
Cuando eso que nos conmueve lo hace afectándonos de modo indecidible en diversos
Pero esos dominios por mucho que se organicen desde la autonomía aparecen de lleno
Uno de los pioneros en esta exploración ha sido Rene Girard quien sostiene que -en
conexión tanto con el arte como con otros contextos ritualizados- hay una especie de
atajando un contagio de la misma226. En esa misma linea del mismo modo que los
sacri ficios humanos fueron sustituidos por sacri ficios de animales, podríamos decir que la
categoría de la catarsis estética nos permite sustituir los sacri ficios de animales por el
aprendemos.
mathos227, que nos viene a decir que podemos aprender de las pasiones y los sufrimientos,
es notorio, mientras las pasiones o sufrimientos nos están afectando a nosotros mismos es
poco probable que aprendamos nada. Y si bien es cierto que podemos aprender de
aquellas pasiones o sufrimientos que hemos vivido, por lo general dicho aprendizaje sólo
puede darse cuando las pasiones o los sufrimientos en cuestión han cesado, han pasado de
tal manera que casi podríamos decir que le han sucedido a otro, y no al yo que ahora se
Con ello nos metemos de lleno en los dominios de la catarsis como categoría
especí ficamente estética, y no moral por supuesto puesto que alegrarnos de que los demás
sufran en la vida real y que gracias a ello podamos aprender... sería una canallada propia
de un Doctor Mengele de los afectos. Pero esa es precisamente la ventaja que nos
proporciona la Ilusión estética, la Apate en tanto medio homogéneo: establece una Ilusión
no tener que intervenir a echarles una mano, sino limitarnos a observar y aprender de sus
alegrías y sus miserias. Y ojo, esto no signi fica que la virtud de los personajes, o su
heroismo incluso, no sean importantes desde un punto de vista estético. Lo son porque de
la credibilidad de esa virtud o ese heroismo dependerá que la experiencia estética pueda o
no darse. Si los personajes son de carton piedra, por apasionantes que sean los juegos de
empatía modal228. Si esa chapuza sucede -por una falta de tekhné acaso- entonces no
mundo, esos males que padecemos y que, como dice Hamlet, son herencia de la carne
misma.
Asi -sigue Girard229- igual que, en el sacri ficio, el animal es interpuesto entre la violencia
que se interpone entre la violencia del mundo y el hombre que participa observando.
No en vano la palabra griega teatro230 tiene la misma etimología que la palabra teoría y
ambas nos remiten justo a esa contemplación de algo que se objetiva ante nosotros y nos
Por eso quizás la asistencia al theatron sería un deber cívico para los antiguos, además de
...
Podemos ver ahora cómo en esta modulación de la catarsis se unirían las dos
novela como Bildung, arraiga tan hondo como puede verse en la figura y la historia de
a sí mismo en el Canto VII como aquel que en nada se asemeja a los inmortales que
poseen el ancho cielo, ni en continente ni en porte, sino a los mortales hombres; quien
vosotros sepáis que ha soportado más desventuras entre los hombres mortales, a este
Pero la historia de Odiseo nos sirve para aumentar también nuestra comprensión del
pathei mathos: no se trata tanto de que aprendamos sólo mediante el sufrimiento de otros,
cuanto que necesitamos que el sufrimiento sea propio o ajeno se objetive en un relato,
una ilusión estética que nos lo haga patente en toda su fuerza. Así será el extrañamiento y
Para que la catarsis se dé en todo su poder será preciso que retornen en ella las categorías
Esto es lo que se deja ver en el mismo Odiseo que no ha llorado al sufrir él mismo pero
palacio de Alcinoo... y de modo muy intersante cuando llora no lo hace tomando como
modelo su propio sufrimiento, del cual anda más que sobrado, sino que Homero232 le hace
llorar como una mujer llora a su marido arrojándose sobre él, caído ante su ciudad y su
pueblo por apartar de esta y de sus hijos el día de la muerte —ella lo contempla
moribundo y palpitante, y tendida sobre él llora a voces; los enemigos cortan con sus
lanzas la espalda y los hombros de los ciudadanos y se los llevan prisioneros para soportar
….
En estrecho vínculo con este imperativo de extrañamiento y objetivación hay otro dolor,
mucho más sutil si se quiere, aunque también vinculado a al muerte que también se
llama también en la Iliada a la decisión que debe tomar Aquiles entre una vida anónima y
Lo que nos enseña toda obra de arte, en tanto medio homogéneo, es que toda decisión
posibilidades, que toda decantación es a la vez la forma más alta de vida que podemos
alcanzar y es a la vez la muerte de todas las demás formas de vida a las que -quizás-
Podemos hablar de Ker cuando se muere atravesado por una lanza, y esa lanza puede
bien ser la lanza de la efectividad, la lanza arrojada contra nosotros por aquello que final
mariposa cazada por un coleccionista ávido y sin piedad que, para entendernos, llamamos
“historia”.
Ker aparece siempre si se da una suerte de violencia que nos lleva a ahogar en su cuna las
mil posibilidades, las disposiciones que nos habitan pero que no vamos a poder llevar a
cabo.
233Por cierto que la opción en cuestión se la plantea su madre Tetis cuyo nombre etimológicamente remite
a τίθημι tithemi, ‘constituir’, ‘establecer’. Las resonancias son obvias si pensamos que todo proceso
instituyente se decanta por unas posibilidades y cancela otras que a veces deben ser violentamente
apartadas.
La forma más ancha de esta catarsis es la que nos proporciona el recurso al suspense en el
cine o la narrativa. El suspense, sea en un duelo ente cowboys, sea en un paso en falso en
una pelicula de terror es el momento en el que nos demoramos antes de entender que no
todo es posible todo el tiempo, que las decisiones que tomamos -o que nos toman- nos
permiten mantener abiertos algunos campos de posibilidad, pero que en cambio cierran
Reconciliarnos con ese sucesivo e irreversible cierre del campo de lo posible es una de
que el suspense no resulte trivial... que no resulte trivial que el protagonista de la pelicula,
nuestra que todo destino es -como sabían los griegos- una porción, una moira: el manojo
concreto de posibilidades con las que al cabo tendremos que vernoslas. Es la categoría de
la catarsis la que nos da las claves para asistir en directo al proceso por el cual esa moira
desperdician unas ocasiones y se aprovechan -por los pelos- algunas otras, gracias a las
Se produce así lo que Lukács entendía -de modo muy amplio ciertamente- como catarsis
y que no era sino el efecto que desencadena el choque del mundo objetivo estéticamente
En eso engarza Lukacs con la mejor tradición de estudios clásicos que concibe la catarsis
de un modo muy parecido. Al cabo, como dice Cecil Maurice Bowra el cometido del
234 Una investigación reciente a este respecto es la que ha publicado Vera Tobin, cuyos Elements of
surprise, Our Mental Limits and the Satisfactions of Plot ha sido publicado por Harvard University
Press en 2018. La profesora Tobin analiza con especial cuidado porqué nos gustan tanto los finales
sorpresa y la medida en que ese gusto revela algo sobre la estructura de nuestra mente y nuestros
lenguajes. A Aristóteles le hubiera venido genial leer a Tobin.
235 G. Lukács, Estética, tomo II, pág. 517
trágico -desde Esquilo a Hitchcock- es el de mostrar a los hombres y las mujeres en sus
características universales cuando una crisis las somete a prueba y las revela236.
Lo que podemos adelantar aquí a modo de conclusión es, desde luego, una inteligencia
modal de todo el proceso que recoge la catarsis. Para ello recurriremos a otro estudioso
Dice Lesky que la pasión trágica que brota del alma como una fuerza irresistible se
mientras que al mismo tiempo el destino, fruto del mundo circundante, se convierte, a lo
destino propio de ésta. Si no se produce esta íntima afinidad entre el héroe y el destino,
Lo que está haciendo Lesky es un quiasmo y un cruce. En ese cruce algo que de entrada
era imposible no sólo clama por hacerse efectivo sino que se convierte en necesario para
el héroe trágico, como le sucede a Antígona. Por eso dice Goethe que todo lo trágico se
basa en un contraste que no permite salida alguna. Tan pronto como la salida aparece o
Pero si nos quedaramos ahí no habría propiamente catarsis sino la mera resignación de
quien asume que muy a menudo lo necesario, aquello que tenemos que hacer, queda fuera
Lesky va más lejos porque además de esa confrontación entre lo necesario y lo imposible
trágica que brota del alma, haciendo que podamos observarla y comentarla, se hace algo
externo -dice Lesky- y gracias a ello se convierte en adelante en una posibilidad para
todas nosotras que nos descubrimos a nosotros mismos en la piel de Antígona y pudiendo
La profunda conmoción trágica sólo puede suceder cuando nos debatimos por saber si
aquello que es necesario para el personaje de la tragedia es imposible sólo para dicho
Esa conmoción puede bien dar lugar a una determinada modulación de la catarsis, una
catarsis de orden político y social que sucede cuando constatamos los pasos que habría
que dar para que lo imposible -desafiar el regimen patriarcal y tiránico- se convirtiera en
practicable.
Lesky y Lukács quienes insisten en que sólo en este cruce de lo externo y lo interno, de lo
Stuart Kauffmann239
Con lo que hemos ido viendo hasta aquí podemos hacernos una idea de cómo las obras de
arte, las experiencias estéticas y las laminas de gatitos comparten una misma condición
irreducibilidad a concepto. Esto quiere decir que aunque podemos aspirar a conocer
cómo funcionan y de qué están hechas las obras de arte y las experiencias estéticas, las
categorías a las que recurrimos para ello son, como diría Hamlet, algo más que
cognitivas y algo menos que ontológicas. Traduciéndolo del danés, esto viene a decir que
239 Staurt Kauffman. Reinventing the sacred, pág 24
nuestras categorías nos revelan aspectos constitutivos del objeto de nuestra atención pero
no consiguen revelarnos nunca todos los aspectos del objeto en cuestión. En otras
persistentes que resulten- conseguirán nunca agotar la reserva de sentidos que contienen
Pero que no se asuste nadie: será difícil que eso suceda mientras la obra de arte siga
El caso -y por eso hay que abrir una tercera sección dedicada a los valores estéticos- es
que la estética no sería la reina de todas las salsas si se limitara a albergar esta particular
Sucede que más allá de esta tensión de orden cognitivo y categorial aparecerá una más,
Y hace falta una sección específica para pensar los valores porque éstos tienen la
respecto de las categorías a las que recurramos. Vaya que los valores estéticos reclaman
una atención especial porque, como es notorio, nuestra relación con el arte y lo estético
emocional. Una sinfonía de Shostakovich nos puede emocionar hasta las lágrimillas
entendamos o no cómo está hecha, es más para muchas personas iniciar un proceso de
Así las cosas si la misión imposible de las categorías era mostrarnos el objeto estético por
entero haciéndolo transparente frente a nuestro abordaje categorial, la aun más imposible
misión de los valores será lograr el consenso de todos los receptores en una apreciación
común.
Sabemos bien que eso no va a suceder y que ningún juicio de gusto por bien ponderado y
legítimado que esté va a conseguir jamás algo así como un consenso absoluto, una
especie de comunión de los santos como la que parecen pretender críticos como Harold
Bloom cuando fantasean con un “canón” del gusto occidental... que por otra parte no nos
hace maldita la falta si entendemos que la dinámica característica del juicio de gusto es
Como diría Buckminster Fuller el dominio de los valores y los juicios de gusto es el de la
El juego de los valores será, sin embargo, de otro orden y bueno será que exploremos en
Valores, decía el filósofo polaco Stefan Morawski, son las decantaciones de nuestra
experiencia: lo que hemos ido sacando en claro de lo que hemos vivido y lo que
Son ideas exigentes los valores: se empeñan en juzgar el mundo, en pedirle que se
parezca a aquello que según nuestro criterio, nuestros valores, debería ser.
Por lo demás, hay que admitirlo: los valores tienen mala prensa. Desde que Reagan
empezara, alla por los 80, a hablar de family values, recurrir a “los valores” ha sido un
expediente en el que se solían cruzar las mejores intenciones con las más feroces
hipocresías.
Parece que no fue ayer, pero el caso es que de la mano de Reagan y de Thatcher vino la
nada había en el campo de los valores que pudiera tener más consistencia que la de ser un
cuento -reaganiano o chino, lo mismo da- algo completamente relativo a una posición
de los casos, porque en el peor y muy extendido de los casos, dichos valores podrían estar
Sea cual sea el caso y sin pretender pasar por alto las bien fundadas razones de esa mala
prensa de los valores, tendremos que echarle coraje filosófico y devolver a su lugar el
tiempo mediante las cuales nos decantamos efectivamente -y no de boquilla- por una
Por supuesto que esas “formas de vivir” muy a menudo albergarán contradicciones y
Será así cómo podremos recuperar los valores concebidos -como hemos visto que decía
defendió en su día Hermann Lotze241, no tiene mucho sentido discutir si estos o aquellos
valores existen, sino que lo importante en su plano es saber si valen. Podemos, de hecho,
sostener que ese valer constituye su específica forma de existir. Los valores son valores
porque “valen”, es decir porque son capaces de otorgar sentido condensando y dando
Y cuando decimos que los valores lo son porque valen, queremos también decir que
trasegaba Santayana cuando decía que hacer un juicio equivale virtualmente a establecer
un ideal, y todos los ideales son absolutos y eternos para el juicio que recurre a ellos242.
La lealtad, por ejemplo, sigue siendo un valor, sigue siendo un vector de polarización del
más, diríase que a los valores -como a algunas personas- se las aprecia más cuando más
ausentes están. Cobran su mejor perfil cuando más los echamos de menos.
Lo sepamos o no, en cuanto tomamos decisiones y hacemos unas cosas o hacemos otras
determinado valor, o de una mirada para el valor como le gusta decir a Hartmann... y
Así exploramos el ámbito axiológico de la plenitud al paso que vamos alejándonos del de
Por supuesto que esta auto-consistencia de los valores no garantiza en absoluto que
podamos “verlos” de un modo uniforme. Del mismo modo que no podemos ver todas las
estrellas del firmamento todas las noches del año, hay épocas que hacen altamente
improbable que podamos ver ciertos valores mientras que nos ponen otros tan a la vista
Es por eso que, como dice el biólogo Stuart Kauffman nuestros valores son rasgos del
rasgos del universo que habitamos... Eso no significa -como hemos dicho- que tengamos
tienen que valer con independencia de que nos sea dado encontrarlos plenamente
En este mismo sentido se pronuncia Roman Ingarden para quien, aunque el valor no es ni
un objeto independiente ni una cosa, podemos decir que es “una cierta objetividad de
intercambiabilidad especular con el objeto, esto es, el valor es el objeto visto en el espejo
Dicha realización, por incompleta o incluso chapucera que pueda resultar nos llevará al
auto-consistencia de los valores con su indiferencia respecto a lo real. Nada es tan ajeno
243Ibidem, pág. 31
244“Es evidente que lo que no se capta como valioso no sólo no se puede querer o convertir en un fin, sino
tampoco reconocer como mandato, como exigencia, como algo que debe ser. Se tienen que haber
concebido de algún modo que algo es valioso: sólo entonces y sólo así es una fuerza determinante en la
vida moral”. O en la vida estética, para el caso. Nicolai Hartmann, Ética, pág. 84
a los valores como la indiferencia. Antes al contrario, los valores le plantan siempre cara
a lo que es y lo hacen planteándole -cada cual en su sentido- tanto un poder ser como un
tener que ser, porque en tanto valores quieren valer, quieren apuntalar el ámbito de
experiencia que condensan y por ello presentan un requerimiento frente a lo real, o más
bien, nos usan a nosotros para que presentemos, de parte suya como quien dice, ese
requerimiento a lo real.
En 1936 publicó A. J. Ayer su obra “Lenguaje, verdad y lógica”, en cuyo capitulo sexto
planteaba por vez primera lo que denominó su “teoría emocional del valor”. Partía Ayer
de considerar que “si una oración no hace ninguna declaración entonces carece de
dice Ayer las oraciones que sólo expresan juicios morales o estéticos “no dicen nada”,
puesto que para Ayer todo lo que sean puras expresiones de sentimientos y que como
Adonde quiere llegar Ayer es que, como dice el refrán, nunca disputamos acerca de
concreto sobre la atribución de una acción o una obra a determinada “clase de acciones”.
Por eso dice Ayer “cuando discrepamos con alguien acerca del valor moral de una
245A.J. Ayer, Lenguaje, verdad y lógica, Planeta-De agostini, Barcelona 1986, pág. 122
hechos del caso”246.
Todo parece indicar que Ayer está pensando lo axiológico aplicando los criterios que
Considerando esto, parecerá que no es del todo acertado defender que las proposiciones
de valor “no digan nada”. Lo que sucede más bien es que si bien no dicen nada
susceptible de ser sometido a una verificación empírica directa, lo que sí hacen -de modo
implícito- es poner de manifiesto cual es la posición del sujeto que emite el juicio. Los
juicios de valor estéticos quedarían por tanto dentro del ámbito de lo que Kant llamaba
“juicios reflexionantes” mientras que las maniobras categoriales aspirarían a ser “juicios
Por eso cuando Sibley sostiene que los valores estéticos son “solely evaluative terms” 247
es decir términos únicamente evaluativos no puede dejar fuera de juego alguna suerte de
aspiración descritptiva, puesto que aquello que propiamente describen los juicios de valor
estéticos -especialmente los experienciales- no son los objetos sino nuestras mismas
experiencias con ellos, nuestras propias posiciones de sujeto, revelando aquello que
en cuestión.
Por supuesto nada de esto supone defender que los juicios de valor hayan de ser pasto de
la más absoluta arbitrariedad. Por un lado y como hemos visto los valores son de suyo
determinados estratos.
Con ello no es que nos pongamos automáticamente en una posición -como dice Richard
W. Miller- desde la que podamos hablar de juicios de valor estéticos que no dependan de
una perspectiva determinada248, pero si que hacemos más claras las condiciones de acceso
a los tres tipos de perspectiva -de estrato, experiencial y modal- desde que las que
juzgamos.
de un valor aislado, sino de una “crasis”, una mirada para el valor, que a cada instante nos
hace modular de un modo u otro nuestros juicios. Por supuesto, además, no siempre
tenemos claros todos los elementos presentes en cada una de nuestras crasis axiológicas
que, por lo demás, pueden ir cambiando a lo largo de nuestra vida paulatinamente o por
completo.
concepto, en primer lugar porque nunca somos del todo conscientes de la entera
axiológicas, pero además sucede con el objeto estético que por su composición y su
248Richard W. Miller, 'Three versions of objectivity`. Incluido en J. Levinson, Aesthetics and Ethics,
Cambridge University Press, Cambridge, 1998, p.28
…
A tal fin empezaremos considerando que los valores estéticos, a diferencia de lo que
sucede con las categorías y quizá 249 con los valores éticos, no pueden -ni deben- ser
belleza o la sublimidad de su trabajo, seguramente acabará mucho más cerca del campo
Esto sucede así porque -como tendremos ocasión de ver- los valores estéticos aparecen
tan sólo de modo indirecto, como emergencias surgidas de la obra en tanto complejo
pieza de propaganda.
Que no sea así y que los valores que emergen de nuestra relación con las obras de arte
obra de arte es mucho más amplio que el que revela esta o aquella recepción concreta.
Así la obra de arte no sólo es irreducible a concepto -como veíamos más arriba con Kant-
sino que es también irreducible a ninguna hermeneutica privilegiada o que aspire a ser la
definitiva. Quizás fuera por eso que Wittgenstein entendía la obra de arte como el objeto
249 Inevitable acordarse aquí de la maldición de Pascal, según la cual el hombre no era ni un angel ni un
demonio... pero que se convertía en demonio cuando pretendía ser un angel con excesivo encono.
…
Esta radical apertura al entero espacio lógico de un objeto no nos condena a una especie
de “todo vale” axiológico... pero sí que nos revelará la inviabilidad de organizar nuestro
acercamiento a los valores estéticos del modo tradicional, tal y como hizo Goethe por
ejemplo, estableciendo una especie de lista de valores bajo la cual deberían quedar
incluídas las más insospechables variaciones del gusto, una lista de valores como esta:
Sin duda el bueno de Goethe hace un buen barrido pero es inevitable quedarse con la
sospecha de si son estos todos los que hay o si se le han olvidado dos docenas más...
¿Tiene sentido limitar los valores estéticos dignos de ese nombre a esta lista o a cualquier
otra? Y si no tenemos una lista de los valores estéticos ¿cómo podremos poner un poco
los valores a alguna variante del dualismo forma-contenido, de manera que como expuso
intrinsic values como aquellos que vinculan nuestros juicios de valor a la experiencia de
una obra en particular de tal modo que no podríamos propiamente sustituirla por otra obra
para llegar a una Verdad o una Moralidad, sino que a tal fin podrían ser sustituidas por
cualquier otra cosa -y no necesariamente una obra de arte- que nos condujera a la misma
conclusión.
Los defensores de este tipo de acercamientos suelen atrincherarse en uno u otro lado del
estética y del otro en partisanos del compromiso político y moral del arte Semejante
división podría intentar presentarse como medianamente útil de no ser porque la división
misma entre forma y contenido es notablemente rígida y torpe. Como decía Wellek , los
términos contenido y forma han acabado siendo utilizados en sentidos tan diferentes que
han dejado ya de sernos útiles, de hecho aun cuando pudiéramos obtener una definición
cuidados de ellos, nos harían correr el riesgo de dicotomizar la obra de arte. Así las
cosas, un análisis moderno de la obra de arte tiene que empezar con cuestiones más
excusa en el estrato siguiente para producir una forma que a su vez acaba por mostrar un
toma Shostakovich para escribir su Séptima Sinfonía, pero luego hay que olvidar
251René Wellek & Austin Warren, Theory of Literature, 3rd ed.,New York: Harcourt, Brace & World,
1956, pág. 28:
Leningrado -como necesita hacerlo el compositor mismo- para escuchar la Sinfonía en
tanto forma que Shostakovich ha construido y que seguramente acabe decantando en cada
terrible, con la belleza que aparece del modo más inesperado y cosas por el estilo que a su
vez no tendrán más valor que el de servir de materia a una nueva elaboración formal.
Por lo demás y más allá de esta concreta dialéctica parecería que gracias de nuevo a la
estética a una única fuente de interés, pudiendo conmovernos a la vez en un plano formal,
afectivo, cognitivo y moral o incluso filosófico. Supongo que algo así iría buscando
Así las cosas poco podremos hacer con una inteligencia de los valores como la que
plantea Budd.
Se hace preciso ser más generosos y ampliar el foco para poder investigar los valores
estéticos atendiendo a su diferente peso en los tres vértices del viejo triangulo lógico:
Esto quiere decir que esa pluralidad de valores será cuanto menos de orden ontológico
(en función de la estrati ficación del objeto o el proceso en cuestión), experiencial (puesto
que lo estético sucede en el tiempo y pone en obra una duración) y finalmente modal
Será preciso por un lado hacerle justicia a la pluralidad de dimensiones que introduce la
252Berys Gaut, “The ethical criticism of art”, en J. Levinson (de), Aestehtics and Ethics, Cambridge,
Cambridge University Press, 1998
Por otro lado no podremos dejar de entender que los procesos de valoración estética
unas disposiciones específicas. Conviene no olvidar que, como dice Hartmann la belleza
Finalmente será imprescindible tener presente alguna dimensión del valor que sea capaz
la estrati ficación del objeto como del proceso situado de recepción por separado y en su
….
Podemos encontrara una manera gráfica de ubicar y poner en relación estos tres grupos
al diamante que recogía las relaciones entre el Acto y Objeto en la Estética de Hartmann.
inferior del diamante. Los valores estéticos aparecen ahí por un lado como punto de
Por otro lado es fácil ver cómo ese mismo vértice funciona en el diamante como el punto
de partida que llevará hasta el acto de recepción situado, tramado con el cuerpo, la
valores.253
valores que dependerán de la atención más o menos especial que le prestemos a cada uno
de los estratos que conforman la obra. Así aparecerán grupos de valores como los de lo
social-objetivado.
En buena consecuencia les llamaremos “valores de estrato” considerando que, tal y como
253Exprimiendo al máximo el diamante, como si de una naranja poliedrica se tratara, podríamos bien
considerar una dirección más de circulación de los valores. Habría que seguir el eje de coincidencia que
une el Objeto como conjunto de valores con el Acto de Producción. Que dicho eje exprese una relación
de coincidencia supone, tal y como vimos en EM1 al exponer este diamante, que el artista y los valores
suscitados pueden coexistir sin tener que establecer ninguna relación jerárquica de preeminencia. El
acercamiento a los valores que se impondría aquí sería el de los “valores necesitarios” que requerirán su
propia exposición.
explicaba Roman Ingarden, este tipo de valores se muestran como “una cierta
superestructura sobre la base de aquello cuyo valor es; pero es una superestructura que,
cuando el valor es auténtico, no es un parásito del objeto y que por tanto no es injertada,
impuesta o prestada al objeto desde fuera, sino que nace de la propia esencia del
objeto”254. En nuestros términos entenderemos que ese “nacer de la esencia del objeto”
puede mejor expresarse aludiendo no tanto a esencia alguna, sino a la relación específica
Por otra parte y tomando como referencia la relación que conecta productivamente el
Objeto como conjunto de valores con el acto de recepción nos encontraremos con los que
podemos llamar valores experienciales cuyo punto de mira no se hallará en los estratos
Investigaremos los elementos capaces de dar cuenta de los matices cambiantes que toda
Finalmente y como ya hemos adelantado será conveniente también que tras estos
Ockham- seamos capaces de dar cuenta en términos axiológicos de la dinámica entera del
diamante en su conjunto apreciando valores que ponen en relación todo aquello que
tocan:
254Ibidem, pág. 35
Ello nos llevará a darle entrada a un tercer grupo de valores que se predicarán ya no de la
relación de lo axiológico con los estratos del objeto o con el proceso de recepción... sino
con el conjunto completo, con el modo de relación según el cual se organiza el diamante
en su conjunto.
equilibrios dinámicos entre los diversos modos damos en organizar las opciones de
acción, esto es cómo nos aboca a la construcción tan coherente como arriesgada de
modos de relación que den cuenta de quienes somos y qué hacemos con aquello que
somos.
valores modales.
Valores de estrato
encontramos compañeros de viaje tan excelentes como Stefan Morawski que concluye
problema del valor estético que no pase por reconocer la inevitable pluralidad de valores
intuicionismo parecen estar evocando -así sea con cierta laxitud- los diferentes estratos
que hemos expuesto más arriba. Así parecería que el formalismo tendría cierto
objetivado...
estratos que con fluyen y entran en con flicto en cada obra de arte y cada experiencia
estética.
entender bien que lo que sucede con las corrientes de pensamiento estético aludidas por
Morawski es que fijaron toda su atención y su aprecio en uno sólo de los estratos
podían tranquilamente ignorar todas las demás o considerarlas simple y mera palabrería.
Con ello no podían sino provocar la reacción de los partidarios de los demás estratos que,
a su vez, harían exactamente la misma maniobra. Así las cosas no era tan extraño, como
concluyeran que era imposible ponerse de acuerdo en un criterio o una de finición del arte
Ante semejante guirigay no faltarían los partidarios de sostener que cualquier cosa podría
valer y eso nos abocaba a quedarnos de por vida en uno de los dos gallineros más
el peor.
Entre tanto cacareo Morawski aparece como el zorro que desbarata ambos gallineros y lo
hace considerando que ante cualquier vivencia estética en la que nos impliquemos habrá
dos cosas que podemos constatar con toda seguridad. La primera es la complejidad
ambas constataciones conseguiremos por lo menos reducir el destrozo que los juicios
Hemos visto cómo toda obra de arte, al igual que toda experiencia estética, surge del
juego de los diferentes estratos que intervienen en su configuración, pero muy pocos de
nosotros -y muy raramente- somos capaces de percibir a la vez todos y cada uno de esos
Seguramente nos sintamos más inclinados o seamos más receptivas hacia los rasgos más
poco menos que inevitable. Y debemos estar advertidos de ello porque puede bien
suceder, y ésta ha sido la norma en la Historia del pensamiento estético, que convirtamos
Esto puede suceder al más pintado cuando tomamos los inevitables sesgos de nuestra
atención, la inclinación por la que tendemos a darle una mayor atención o incluso una
una suerte de privilegio y nos situamos en una posición de cierta “superioridad moral”
Con ello no podemos sino incurrir en diferentes formas de violencia contra el objeto, la
obra de arte y contra nuestra propia sensibilidad que seguramente pueda ser más ancha,
insensible a la importancia de los demás. Se trata de buscar una dialéctica que sirva para
256Puesto que toda dialéctica -dice Adorno- comienza diciendo que los objetos son más que su concepto y
en ese sentido es índice de lo que hay de falso en la identidad. Th. Adorno, Dialéctica Negativa,
Taurus, Madrid, 1984, pág. 13
257Nahuel Muñoz en https://medium.com/libros-y-buenas-lecturas/adorno-y-la-dial%C3%A9ctica-
negativa-c485f78ae9c8
recordarnos todo lo que estamos pasando por alto, toda la riqueza y la complejidad que
nuestra vida.
El libre juego de las facultades o la cooperación de placeres con los que Kant y Santayana
respectivamente aludían a la experiencia estética bien podría parecerse a este bailar entre
los diferentes estratos, aprendiendo a pasar de aquellos a los que nos dispone la
acoplamiento menos inmediato con nuestra sensibilidad han dejado de ser parte del
Esta dialéctica nos da una clave vital para la inteligencia de lo estético que no puede -ni
otro diferente y aún otro más... como veíamos que sucedía con la energía potencial y la
energía cinética.258
En este caso la dialéctica negativa nos hará saltar entre los intersticios que vinculan los
diferentes estratos. Así aparecerán valores que como los del grupo de lo útil o lo
258EM1, pág 46
divisiones del valor, antes al contrario nos interesará ver cómo contando con las leyes de
de valor más elevadas... pero no servirán para “explicarlas” enteramente. Así la chaise
longue de Mies mantiene su funcionalidad pero no es interesante para sus usuarias sólo
por ser útil, sino que seguramente cuando alguien decide apoquinar la pasta que cuesta
psíquico.
Así -lo hemos visto en la primera sección de este libro- si en vez de colocar nuestras
valoraciones en los intersticios entre estratos las encerramos en el espacio de uno u otro
estrato estaremos dando lugar a paradigmas teóricos de estrato único como pueden ser la
iconología, la gestalt, las estéticas evolutivas o las de la pura visualidad... todas la cuales
que supone el no contar con esta dialéctica negativa característica de los valores de
nuestra experiencia cuanto a los paradigmas teóricos que damos en elaborar en torno a la
259Las leyes de fortaleza, antigüedad, indiferencia y autonomía expuestas en la sección 1 de este mismo
volumen.
Inorgánico -------- Formalismo, Pura visualidad ------- Lo útil, lo que funciona
Esta correspondencia de los valores estéticos con las estratificaciones que organizan todo
lo que hay ha sido algo conocido desde luego por los clásicos que como Hugo de San
Victor entendía sostenía que el arte podía tener cuatro tipos de valor en la medida en la
evita la dialéctica negativa de los valores de estrato al hacernos saltar de las necesidades
vinculadas a un estrato concreto para pasar a las que suscita otro. No negando dichas
necesidades -que sería hipocresía- sino haciendolas ser parte de algo más grande. De
hecho la suspensión de una necesidad es la condición previa para que pueda emerger o
tener medio asegurada nuestra pitanza para poder escuchar y empatizar con alguien... y
por las mismas tenemos que dejar -así sea durante algún que otro rato- de empatizar y
escuchar gente si tenemos que escribir una tesis o un libro de estética.
o necesidades parciales derivadas de nuestra conformación estrati ficada sino que los
integra y los supera, yendo más allá y más acá del limitado campo de interés que se
Lukács entiende que se trata de una suspensión del interés, no de una supresión, siendo
justo la suspensión táctica del interés propio de cada estrato la que permite que se
260Hugo de San Victor, Didascalicon, P.L. 176 c.813. “Necessario sine quo quid esse non potest,
commodum quod prodest, aptum est quod convenit, gratum quod placet”
presente un interés operacional hacia un estrato diferente, abriéndonos así
estratégicamente a la complejidad.
Así se entiende que el pleno desinterés no es, en modo alguno, una característica final de
lo estético.
Entenderemos pues que el desinterés tendrá el ya mencionado rol táctico, mientras que el
interes salvaje, como decía Adorno, hacia el juego conjunto de todos los estratos de lo
acabar con la compartimentación del arte, reivindicando no sólo la amplitud del espectro
de lo estético que recoge bien cualquier teoría de estratos sino la imprescindible conexión
y articulación entre esos estratos y los valores mediante los que los destacamos.
Eso sí los estratos de lo artístico tienen que aparecer a nuestra inteligencia como los
martinis secos de James Bond: agitados pero no revueltos; esto es, atendiendo a las leyes
de la estrati ficación sin las cuales es imposible entender tanto el novum categorial que
aporta cada estrato superior como la inevitable relación de dependencia que éstos tienen
...
Tomar en consideración esta articulación entre estratos así como la dialéctica negativa
que exigen los valores de estrato nos puede ayudar también a explicar un concepto tan
engorroso porque está lleno de ambigüedades y tal y como suele formularse deja
limitarnos a ofrecer un juicio que sea “sólo estético”. Y esto es así porque ahora sabemos
que un juicio estético es siempre un juicio que se apoya en la deriva y la mutación entre
dialéctica negativa que nos llevaría de unos estratos a otros y que nos impediría
equilibrada” una foto de la represión de las protestas en Hong Kong o de las víctimas de
la hambruna en Africa, sin permitir que nuestra experiencia nos lleve más allá integrando
en la complejidad del genuino objeto estético todas las resonancias éticas y políticas que
también pertenecen al ámbito del juicio estético, que lo mantienen vivo y fértil.
proceso de “moralización” o “politización” que pretende hacer justo lo mismo que hace
complejo en simplón.
siempre y en cualquier parte, sabiendo que el juego, ese juego es lo más serio a lo que
podemos aspirar.
Es esa reclusión, esa clausura -como dice Simón Marchán 261- la que convierte lo ético y
lo político en el arte en una caricatura de sí mismos, la que resuelve las mejores y más
Valores Experienciales
relacionara nuestros juicios de valor con la estrati ficación que da forma y tensión interna
a los objetos de nuestra atención. Con ellos aspirábamos -por encima de todo- a apreciar
cómo estaba hecha la obra de arte, cuales eran las dimensiones en las que funcionaba y
sobre todo aquellas otras en las que no funcionaba. Se trataba sobre todo de poder
acercarnos a ella sin sacri ficar su complejidad, es decir, sin tener que anular su
Abordaremos ahora los valores experienciales. Se aportará con ellos un énfasis diferente.
veremos -por así decir- desde otro lado, desde el lado más cercano a nuestra propia
particularidad y nuestras exigencias como seres vivos dotados de una sensibilidad y una
Así para el tipo de apreciación que nos proporcionaban los valores de estrato hacíamos
bien en hablar de observación y contemplación, palabras todas que caen dentro del campo
etimológico de la noción de “teoría” que remite -como la palabra “teatro”- a la visión que
observa desde una cierta distancia: cuando Esquilo usa la palabra theoroi alude a
observadores que vienen desde lejos a observar los sufrimientos de Prometeo... con el
pitagórico Filolao theorein alude a la contemplación del Número como algo sagrado...263
Pero este no será tanto el caso para el tipo de conocimiento que nos proporcionan los
valores experienciales.
263Carl Kerenyi, The religion of Greeks and Romans,Thames and Hudson, New York, 1962 pág. 152
Aquí más que de una visión que aspire al desinterés o la distancia se tratará de una
inmersión mucho más directa para dar cuenta de la cual nos vendrá mucho mejor un
concepto de saber que no renuncie a su parentesco con el sabor: sabio será aquí el el
Un degustador que pondrá en juego no sólo el sentido de la vista sino que movilizará
todos los demás sentidos: el oido, el olfato, el gusto, el tacto e incluso lo que Brillat-
Savarin admitía como un sexto sentido y que denominaba el sentido generador o el amor
físico.
Para el adecuado despliegue de estos tipos de saberes será preciso que incorporemos aún
estratos presentes -como ahora sabemos- en toda obra de arte y toda experiencia estética.
Para entender cabalmente y en toda su vivacidad este saber mediante el que construimos
artísticas como las que llevan a cabo los y las perfumistas 265. Como es sabido éstos
componen sus obras disponiendo las diferentes notas olfativas a las que recurren de tal
manera que el perfume irá desplegandose escalonadamente, dando lugar al menos a tres
primera línea tiene como función llamar la atención de modo inmediato y anunciar lo que
viene a continuación. Se trata de notas olfativas que sirven como avanzadilla, como
presentación del perfume, y que por ello suelen ser notas ligeras y volátiles, potentes
relativamente breve, que suele oscilar entre los 15 y los 120 minutos como mucho.
Sea cual sea el caso, mucho antes de que esas notas de salida se hayan extinguido del
todo hace su aparición una segunda línea que contiene las notas llamadas de corazón.
Aquí es donde -en la mayoría de los casos- se va a dar el choque principal, aquí es donde
nos la vamos a jugar operacionalmente puesto que las notas de corazón son seguramente
las que más nos van a mover y las que lo van a hacer de un modo más especí fico. Las
notas de corazón, por lo demás, pueden aparecer mezcladas con las de salida, en los
primeros quince minutos pero podrán luego perdurar hasta algo más de seis horas. Si el
perfume tuviera algo así como un núcleo se hallaría en estas notas. Pero sólo podemos
pensar en algo así como un núcleo si entendemos que éste es del todo inseparable tanto
de las notas de salida que nos lo anuncian como de las notas que le siguen.
Y es que las notas de corazón no podrían sostenerse ni explicarse sin apoyarse en una
tercera oleada de despliegue: las notas de fondo que suelen ser esencias que dan
miembros de la tercera línea no se hacen notar hasta al menos un par de horas después de
la aplicación del perfume, pero son las que más tiempo perduran y las que dan una
especie de base retrospectiva -o retrosensitiva más bien- a los dos primeros estratos de la
Semejante procedimiento puede reusltarnos de interés para entender mejor algunas de las
operaciones mediante las que recurrimos a valores estéticos, puesto que quizá suceda que
algunas apreciaciones de valor que resultan oportunos para una capa de la pirámide
pueden bien no serlo en otra capa. Así el valor de la discreción es un gran valor en las
notas de fondo pero puede no serlo tanto, o no serlo en absoluto, en las notas de salida
esto y luego apreciaremos esto otro que es justo lo contrario y lo apreciaremos porque
Nada de esto nos extrañará si somos capaces de tramar esta heterogeneidad axiológica
diferentes, de densidades variables que nos harán venerar diferentes cosas: Y si, en fin,
precedía, ocurrirá una de estas dos cosas: o yuxtapondré las dos imágenes... o percibiré
la una en la otra, penetrándose y organizándose entre sí como las notas de una melodía,
de manera que formen una multiplicidad indistinta o cualitativa, sin ninguna semejanza
Esta duración de la que hablaba Bergson organizaba y hacía resonar conjuntamente otra
estrati ficación, ya no una estrati ficación de la fábrica del objeto como hemos visto más
arriba, sino una estrati ficación de los tiempos internos de nuestra propia experiencia.
266Henri Bergson, Ensayo sobre los datos inmediatos de la conciencia, en Obras escogida. Traducción de
José Antonio Miguez. Madrid. Aguilar. 1963 pp. 123-4 . Citamos aquí a Bergon sin ser bergonianos.
Podemos acompañar a Bergson en la pelea por la especi ficidad de lo temporal frente a lo espacial,
especialmente al dar cuenta de los valores experienciales... pero igualmente querremos acompañar a
Bachelard en su pelea por las Poéticas del espacio, y esto sucederá mejor cuando tratemos de los
Valores de estrato.
que propondrá el ya mencionado Jean Anthelme Brillat-Savarin. El pensador y
directa -en una clara analogía con las notas de salida- es el primer indicio que se origina
por resultado del estímulo de los órganos de la boca, durante el tiempo que permanece
La sensación completa -como sucedería con las notas de corazón- se compone del primer
indicio mencionado más la impresión que nace cuando se traslada el alimento del primer
sitio, se coloca en la parte posterior de la boca e in fluye sobre la totalidad del órgano a
Por último, entiéndese por sensación re flejada, lo que Brillat-Savarin llama con su air du
panache característico el juicio del alma, relativo a las impresiones que el órgano del cual
se trata transmite.
Pero habrá que ir algo más lejos si queremos a finar más y distinguir mejor entre los
valores que son más convenientes en los diferentes momentos de cada una de esas
experiencias.
gusto que expone Brillat-Savarin fueran consideradas algo tan anecdótico como
historia del arte occidental. El caso es que esta misma distribución temporal podemos
encontrarla en la base misma del concepto más importante de toda la Estética del teatro,
la danza y la música hindu, en la base del concepto de Rasa 267. Rasa signi fica “sabor”
Como dice Richard Schechner: El Rasa es sabor, gusto; la sensación que uno obtiene
que éste en su aplicación en las diversas artes. En dicha obra el Rasa aparece como el
resultado de la mezcla (sa yoga) de un estimulo determinante (vibh va), una reacción
inconsciente consecuente (anubh va) y una reacción consciente que toma la forma de
Se trata por tanto también de una distribución temporal triádica en la que se diferencian y
Podemos considerar que estos tres términos se solapan prácticamente tanto con los
267El pensamiento estético basado en el Rasa ha sido ampliamente estudiado por pensadores como Chantal
Maillard o Richard Schechner, a quien aquí recurrimos... que lo han acercado a sus propias agendas
para entender la razón poética o la performatividad.
268Rasa is flavor, taste, the sensation one gets when food is perceived, brought within reach, touched,
taken into the mouth, chewed, mixed, savored, and swallowed. The eyes and ears perceive the food on
its way—the presentation of the dishes, the sizzling. At the same time, or very shortly after, the nose
gets involved. Rasa is sensuous, proximate, experiential. Rasa is aromatic. Richard Schechner,
Rasaesthetics, pág 29
sensación re flejada... y serían desde luego buenos términos con los que aludir a las
diferentes interfacies que median entre estratos implicados en toda obra de arte: entre lo
objetivado....
Buena parte de la validez y el interés de estos términos se deriva en gran medida de que
están planteando una misma dialéctica: en ella lo objetivo -el estímulo o determinante- se
cruza con lo subjetivo -el consecuente o la reacción inconsciente- para dar pie a lo
El estimulo es lo dado, el paisaje efectivo del que partimos y que provoca en nosotros una
reaccion inconsciente -que puede ser de orden repertorial o disposicional- que nos llevará
a una u otra forma de autopoiesis para volver finalmente a la simpoiesis del paisaje en la
decir, entre lo que apreciamos y lo que hay podemos recurrir de nuevo a Brillat-Savarin
que de finirá los alimentos como todas las substancias que, sometidas al estómago,
pueden animalizarse por la digestión y reponer las pérdidas que el cuerpo humano
aculturación.
En cualquier caso a lo que asistimos es a un proceso que combina una circulación y una
transformación por la que los materiales de cada estrato se transformarán en forma para
el estrato siguiente y de nuevo en materia que tomará el próximo estrato como base de su
propia elaboración.
Por supuesto que no se trata de un proceso automático ni idéntico en todos los cambios de
literalmente la materia proporcionada por el estrato inferior a modo de piezas con las que
Por supuesto que con ambas distribuciones experienciales, lo que vemos funcionando
aquí es uno de los rasgos más notables de cualquier teoría del valor que no quiera
mecánicamente unas a otras, evitando de paso el juego dualista entre una comprensión
super ficialidad y profundidad no pueden existir por separado sino que son acaso dos
hendidura del trasfondo se dirige hacia nuestro propio interior poniendo de mani fiesto
nuestra riqueza o nuestra miseria sensible. Claro está que se puede tratar de una obra
apresurada diseñada para un consumo rápido y efectista que nos cautive mediante las
notas de salida y que no tenga gran cosa que ofrecernos luego en su corazón ni en su
fondo. O también puede suceder que haya obras dotadas de un gran fondo e incluso de un
elaborado corazón pero que resulten torpes emisarias de sí mismas y no logren captar
nuestra atención quedando arrumbadas como obras que nunca llegaron a alcanzar la
compositivas que no harán sino reforzar la idea central aquí, a saber que los valores
experienciales de toda obra de arte no pueden sino aparecer como el juego, como la
Es por eso que resulta especialmente fértil el hecho de que los tres momentos del proceso
netamente separados. Las notas olfativas o de sabor de unas y otras capas se mezclan en
el tiempo, se dan la vez y se ceden el paso, como en un baile, unas a las otras y en esto
consiste precisamente lo que da a cada perfume o a cada obra de arte una especi ficidad, lo
que diferencia una obra de otra reconociéndole a cada una su propio baile, es decir el
modo de relación especí fico mediante el que distribuye y organiza el antes, el durante y el
interesará en la esta especie de geometría experiencial que, claro está, no puede ni debe
temporal parecido para poder entender cómo se trama nuestra experiencia en el cine, la
música o la arquitectura, por citar sólo tres prácticas en las que esta pirámide podría
¿Serán la presencia física de los actores, el vestuario y las acciones las notas de salida?
¿Habrá en el cine elementos como la fotografía o la banda sonora que hagan las veces de
dejaríamos actuar a un perfume, dejar que vayan trabajando todos sus ingredientes al
Esto es, será imprescindible usar la obra, como se usa un perfume. Habrá que llevar la
obra puesta, dejarla acompañarnos, dejarla sudar con nosotros de forma que se muestre
en todo su espectro. Algo parecido sucede cuando llevamos puesto a Odiseo, a Hamlet, o
a Bartleby... y cada uno de ellos muestra sus poderes en el momento más oportuno, como
Claro que ahí es muy probable que la pirámide deje de ser pirámide y se convierta en
cualquier otro tipo de poliedro experiencial, en un diamante quizá, a partir del cual
podríamos secuenciar y apreciar con más fineza los diferentes niveles de valor que
articulan la experiencia de una “unidad tonal emocional” que era aquello que, según
...
Valores Modales.
Hay, sin duda, muchos principios de crecimiento, como los hay de belleza.
Hemos expuesto ya dos grupos de valores. Hemos visto cómo mediante los valores de
intrínsecos de la pieza concreta, haciéndole justicia -al menos en cierta medida- a las
cualidades y la fábrica misma del objeto de atención estética. A su vez, con los valores
Así, los valores de estrato reclaman una mayor vinculación con lo producido y lo
espacial, mientras que los experienciales apuntan más bien a lo que produce y lo
temporal...sabiendo que ninguno de esos términos nos vale si se limitan a formar parejas
mal avenidas cada uno de cuyos miembros -como pasa en tantas parejas- tiende a ignorar
o a menospreciar al otro.
Para evitar semejante situación, y darle vidilla a esa pareja hablaremos ahora de un tercer
grupo de valores a los que llamaremos valores modales. Estos valores modales no se
269Este Atractor otorgará un lugar modal a cada miembro de la pareja y enseñará a ambos a bailar entre sí
y con sus correspondientes modos negativos. Así lo objetivo advertirá desde cuan cerca le sigue la
sombra de lo fetichizado. Lo subjetivo, por su parte, tendrá que cuidarse si no quiere transmutarse en lo
arbitrario. Al cabo, y como es característico del pensamiento modal, se tratará de deshacer la oposición
mediante el que trataremos de especi ficar tres dimensiones modales en las que se
experienciales.
Para introducir adecuadamente estas dimensiones vendrá bien poner pie en las páginas
finales de la EM1. Éstas cerraban el libro abordando un tema que, así de entrada, parecía
un poco rarito para lo que se supone que era un tratado de estética. El capítulo en cuestión
se titulaba “Heroico apéndice” y daba cuenta -como su nombre deja adivinar- de algunas
modulaciones mediante lo que nos es dado pensar la figura del héroe o la heroina, la
figura cuyo modo de hacer cabe tomar como referencia. Como decía Gracián, no ha
habido héroe sin eminencia en algo. Y ese algo en el que cada héroe es eminente alude
-evidentemente- a los valores especí ficos en los que cada cual da en destacar, así como a
la diferente combinación de dimensiones- en que cada heroe despliega esos sus valores
especí ficos.
de distribución de las dimensiones en las que se pone en juego nuestra mirada para el
valor.
antigua Roma, nos presentaba tres modulaciones del valor que se explicaban mediante
las figuras de Marte, Jupiter y Quirino... Tendríamos así tres dimensiones de lo heroico
cotidianeidad.
Lo que convierte estas tres figuras en tres dimensiones diferentes del valor, tres
organizar des files o en barrer iglesias, de salvar la patria de de salvar el alma...lo que nos
importará a nosotros ahora será que las dos primeras figuras, las del guerrero y el
sacerdote, aparecerán en Dumezil como figuras más “especializadas”, puesto que cada
una de ellas tomará una orientación única y muy concreta de la actividad humana y
Por el contrario la tercera figura, la del héroe del pueblo llano, el héroe cotidiano se
de finirá como la figura forzada a dar cuenta e intentar armonizar toda una serie de
de ella -normalmente dependen de ella- y por supuesto para el sustento de las figuras -un
Esta diversidad y heterogeneidad dimensional se dejará ver de modo muy claro a su vez
que también apostará por una tríada formada por las figuras que él denominó el
Durand. Una figura orientada hacia lo disposicional, diríamos nosotros puesto que, como
insiste Durand, se trataba de una acción de separación o segregación, que podía llevarle
términos, puesto que se caracterizaría -dice Durand- por cultivar una acción asimilativa
Estas dos primeras dimensiones, del mismo modo que sucedía con Dumezil nos van a
propuesta por Dumezil, habrá que añadir a estas dos dimensiones una tercera, a la que
concreto por la máxima integración de las diferentes agendas y prioridades de forma que
Este sería el cometido del que Durand llamaba el héroe dramático o sintético, el héroe
que, como todo hijo de vecino, no tiene más remedio que reunir y abarcar las
parten y desembocan en la categoría modal de el paisaje como matriz de con flictos. Este
tener que pechar con lo que haya abocará a este tipo de héroe a trabajar con una lógica
heterogeneizante, allí donde el guerrero y el místico podían jugar con sendas lógicas
homogeneizantes.
Así esta partición funcionaba explícitamente para Durand como un dos más uno, puesto
que nos encontrábamos con dos figuras homogeneizantes y una heterogeneizante. Esto es,
270Alcanzando, dirá Durand, a encarnar todo aquello que su sociedad misma teme y detesta. Esto se deja
ver en la figura del veterano de guerra y ahí queda la figura de Rambo, la de la primera película
obviamente para verlo con la claridad meridiana que suele aportar el cine menos pretencioso.
homogeneizantes, centrados como estaban en direcciones concretas del valor -lo
Como se recordará está distribución de dos más uno era justo la que encontrábamos en el
pensamiento modal clásico tal y como nos los restituyera Nicolai Hartmann en su
Ontología271. Era un dos más uno porque los modos relativos: la posibilidad y la
la efectividad.
En esa distribución se apoyaba la Ley Modal Fundamental, nada menos, que establecía el
Por supuesto que la Ley Modal Fundamental en ningún sentido supone la subsidiariedad
de los modos relativos ni ningún tipo de determinismo basado en los modos absolutos.
Simplemente establece con claridad que la libertad -ya sea ésta de orden disposicional o
repertorial- partirá siempre de un paisaje dado y tendrá que desembocar en ese mismo u
otro paisaje que será resultado de unos con flictos presentes y condición de otros por
271En la inteligencia de que ese “dos más uno” se duplicaba para abarcar tanto los modos positivos como
los negativos
venir.
...
Por supuesto, cuando aludimos a estas dimensiones del valor no nos limitamos en
absoluto a las a las figuras concretas a las que recurren Dumezil y Durand. Las
puesto que ambas van “a lo suyo”, es decir persiguen el incremento parcial de un único
A estas dos dimensiones las llamaremos respectivamente altura -si se trata de explorar
repertorial y ambas tendrán un desempeño muy próximo a la figura que Lukács 272
tendría porqué limitarse a encarnarse en el artesano o el artista de contexto 273 puesto que
todo artista por elevado o profundo que sea, es siempre e inevitablemente un hombre
entero...
dialéctica que evita que caigamos en el error de encasillar a nadie en un rol u otro. Ser un
hombre entero, comprometido con tiempo, personas y paisajes concretos no quita que se
272Algo de esta idea de Lukács hemos introducido, de la larga mano de Spiderman, en la pág. 256 de EM1.
273O mucho mejor el artista del arte peleaito como diría desde Sevilla el inmenso Curro Aix.
pueda ser -con más o menos continuidad- un hombre enteramente para explorar en altura
o en profudidad, como una posibilidad o una necesidad, aquello que nos corresponda,
aquello a que aspiramos, por lo que enloquecemos lentamente... para luego volver a ser
un hombre entero, devuelto a la trama de cooperaciones y con flictos que le de fine, pero
Desde luego que estas tres dimensiones del valor no son algo completamente aislado y
solamente válido para clasi ficar tipos de héroes o pensar el valor de las diferentes obras
de arte.
Al contrario, estas tres dimensiones serán una de las características recurrentes más
Las plantas , al igual que sucede con las poéticas no pueden nunca quedarse quietas, lo
Pues bien en las plantas todo cambio o todo crecimiento se da a través de un tipo de
tejidos llamados meristemas, que toman su nombre del término griego , que
Los meristemas, al igual que los artistas, albergan células no diferenciadas, en constante
Y por supuesto... hay diferentes tipos de meristemas. Aquí nos fijaremos en tres tipos: los
Estos meristemas sin duda nos deben servir para entender la dimensión de la altura puesto
que son los que hacen crecer el extremo del tallo, alejándose del centro de gravedad de la
Por su parte, la dimensión de la profundidad vendría a ser recogida por los meristemas
radicales que, al igual que los apicales, se alejan del centro de gravedad de la planta, pero
lo hacen hacia abajo, a través de las raíces, sujetando la planta al terreno que necesita y
meristemas intercalares que, situados en la base de las hojas, son los responsables de
hacer más frondosa la planta o la poética en cuestión que necesitará multiplicar sus hojas
para poder captar humedad ambiente y sobre todo realizar la fotosíntesis transformando
materia inorgánica en materia orgánica gracias a la energía que aporta la luz, sin esta
transformación ninguna de las demás funciones de la planta, por vistosas que resulten
274 Los Darwin publicaron su libro “El poder del movimiento en las plantas” en 1880 y aunque se
vendieron de inmediato unas 1500 copias, no se puede decir que la comunidad científica fuera muy
receptiva a las revolucionarias -también aquí- ideas de los Darwin. De hecho no será hasta ya entrado el
siglo XXI que las conclusiones de los Darwin que asemejan los vértices de las raíces con una especie de
cerebro vegetal, serán tomadas en serio, demostradas desde la neurobiología vegetal y utilizadas como
inspiración para entender cómo funciona nuestro propio cerebro, siguiendo la hipótesis de la “Thousand
Brains Theory”
Comparar los heroes o las dimensiones modales del valor con los meristemas de las
plantas nos gusta porque nos ayuda a entender que los procesos de apreciación, nuestros
juicios de valor son también diferentes formas de crecer o diferentes formas -si se
Algo de esto recoge Rilke cuando dice “Florecer desean ellos, madurar queremos
Efectivamente nuestros juicios de valor modi fican el mundo, el nuestro y el de los demás,
favorecen -dan likes- a unos aspectos de lo que hay y descuidan otros... y esas
podría parecer -y así es en cierta medida- que las agendas y los valores de cada
al cabo, toda planta, como toda poética consiste siempre en una determinada mezcla, un
equilibrio dinámico en el que inevitablemente han de entrar los tres tipos de meristemas
o las tres dimensiones del valor, para dar forma conjuntamente a lo que venimos
llamando un modo de relación y que será clave para entender mejor los procesos de
coli flores- en las que apoyarnos podemos ir más al grano y declarar que entenderemos la
275 Si tuviéramos que organizar el conjunto de las relaciones de oposición, colaboración e identidad final
que podríamos decir que las dimensiones modales del valor, al igual que los meristemas, organizan la
acción de maneras divergentes en un plano táctico, cooperante o colaborativamente en un plano
operacional y de modo convergentes en el nivel de lo estratégico. Para una exposición detallada de los
planos de lo táctico, lo operacional y lo estratégico me voy a tener que remitir a mi libro Arte de Contexto.
“anchura” como una dimensión del valor que se basa en un equilibrio multilateral de
estable, dando base a las demás dimensiones y facilitando un acceso más fácil y más
otro de los diferentes valores que han sido armonizados en esa anchura... y coincidir en el
para electricistas”, una resistencia dotada de una gran anchura resultará menos exigente a
la hora de imponer esfuerzos al receptor, nos exigirá una formación menos especí fica o
detallada y por tanto será susceptible de acoplarse con un número mayor y más
indiferenciado de interlocutores.
Esto es así porque como destaca Hartmann en la dimensión de la anchura tiene lugar un
equilibrio a favor de todos los valores que entran en consideración... No domina ningún
la anchura podemos bien arriesgarnos a perder filo, a perder de finición si con ello
de nuestras ideas.
Por supuesto el éxito mismo de las maniobras en anchura nos conducirá a echar de menos
Para conjurarla tanto la altura como la profundidad tenderán a alejarse del centro de
gravedad del complexo en cuestión, aunque con ello es muy probable que disminuyan
Nada de ello importará a los partidarios de la dimensión de la altura, para los cuales es
276Ibidem.
obvio que todo lo grande y contundente en la historia podría descansar sobre la fuerza
El carácter y el sabor de esta altura del valor puede captarse enteramente en la a firmación
tan gozosa del Lukács más romántico, según el cual sería un imperativo de la ética que
viviéramos sólo en el nivel del estado de animo de más alto rango que hayamos
experimentado jamás (aunque fuese siquiera como una posibilidad), mejor dicho, en una
Para evitar los excesos de lírica insistiremos en que en ningún caso la dimensión de la
diría Cansinos-Assens-.
enteramente“ volverá una y otra vez a retomar contacto y complicidad con el „hombre
Finalmente y aunque sea cada vez más raro en la estética occidental moderna, nuestras
poéticas tendrán que desarrollar los mersitemas radicales que les deberían proporcionar
Vendría ésta a ser una dimensión que al igual que hace la de la altura tiene una misión
muy especí fica, sólo que en vez de procurar explorar divergencias y variaciones como
hace la altura se dedicará más bien a asentar repertorios a tramarlos y conectarlos mejor.
Esta dimensión -que en nuestra cultura había quedado un tanto relegada por las otras dos
diferenciación de las posteriores prácticas artísticas aun en sus formas más so fisticadas.
Por mucho que aquí hayamos intentado de finir las tres dimensiones por separado, en su
dominios de una a los dominios de otra, mezclando unas apreciaciones con otras y
mismos sin hacernos demasiado caso. Cuando esto sucede, y sucede todo el tiempo,
puede ser bueno -como hemos hecho con los modos en la EM1- rastrear la aparición y el
nuestra experiencia estética, también las habrá que nos revelen bajeza, estrechez y
super ficialidad.
Así habrá apreciaciones que serán a la vez anchas, altas y profundas como las que a
algunos de nosotros nos puede inducir la Iliada, el Quijote, o Camarón de la Isla. Estas
encontrarnos con apreciaciones de altura y/o profundidad como el Zhuang Zi, los
cuartetos de Shostakovich, o los poemas de Lezama Lima, pero que en vez de aparecer
anchas se muestren más bien estrechas: se tratará de experiencias en las que puede
resultar laborioso introducirse, aunque luego, eso sí, nos elevan a las alturas, nos
proporcionan todo un mundo de referentes y una riqueza de matices que nos resultan
fundamentales por mucho que puedan pasar desapercibidas para la gran mayoría.
facilidad de acceso y acoplamiento- pero que como podría suceder con un bolígrafo bien
diseñado, una canción ligera o una comedia entretenida no nos haga explorar ni en altura
ni en profundidad, sino que simplemente -y esto tiene su mérito sin duda- nos entretenga.
En este cruce de dimensiones del valor será fácil que encontremos piezas muy notorias en
su tiempo por lo amplio de su aceptación pero que pasado un tiempo -su tiempo- quizás
Otra situación algo más embarazosa es la que se producirá cuando nos encontremos con
apreciaciones de valor que no sólo resulten bajas y super ficiales, sino que además -como
podría suceder con un stand de ARCO o con algunos libros de Estética- sean también
pretendiendo ser piezas -o personas- muy exclusivas o excluyentes, que exigen mucho
para darnos audiencia pero que luego muestren tener muy muy poco que ofrecernos y
que, en el mejor de los casos, aportan una cierta distinción a aquellos que se han acoplado
con ellas, que podrán presumir de haber visto o leido tal o cual cosa, aunque no sepan
Pero cuidado, porque nada de esto debe inducirnos a operar como si estuviéramos
pensamiento modal es que se trata de un pensamiento del cambio cuyo objeto de análisis
Es para entender esas transformaciones que aparecen los modos positivos y negativos en
su engarce. Así las cosas que ahora son anchas y que todo el mundo admite pasado un
Asimismo otras experiencias que en otro tiempo habríamos apreciado por su altura, ahora
serán ya parte del paisaje propio de la cultura general y si alguna vez resultaron
No se trata por tanto de que haya “obras altas” y “obras bajas”, obras condenadas a la
Lo que nos enseñan las dimensiones del valor y la Estética Modal en su conjunto es que
lo que hay son transformaciones, equlibrios dinámicos entre aquello “contenido” en los
diferentes estratos de la obra, las categorías mediante las que damos en conocerlos y los
valores con los que organizamos las prioridades de nuestra atención y nuestra acción.
Todo ello dentro de una dialéctica que siempre amenaza con convertir en excesivamente
Disvalores modales
podremos cerrar esta breve introducción a lo axiológico en estética sin destacar dos
Una primera consideración debe partir de constatar -como dice Hartmann- que pertenece
Quiere esto decir que cada uno de los disvalores en estética aparecerá asociado a algún
valor aunque no se tratará -y esto tiene una importancia fundamental- de que cada valor
Lo que sucede es más bien que cada valor trae consigo el peligro de dar pie a una versión
desmesurada -desaforada como diría Quijote- de sí mismo que ya sea por exceso o por
defecto convierte a ese valor en una especie de tirano torpe que provoca problemas no
tanto en su propio campo axiológico cuanto en algún tipo de área ciega que
inadvertidamente éste produce: así podemos encontrarnos con que la búsqueda a ultranza
bonito, sino claramente una especie de exceso de bonito, o que la apuesta por lo sencillo y
la nuda materialidad se convierte en simpleza o nos lleva al terreno de lo tosco279.
Hablamos de áreas ciegas y hacemos bien porque aquello que la desmesura de cualquier
valor provoca, se acumula en regiones del disvalor a menudo invisibles justamente para
quien las provoca. Como dice Riddick280, es siempre el golpe que no vemos venir aquel
Si por un acaso somos capaces de intuirlo, sólo podremos intentar evitarlo implicando en
desbordarse: así y por seguir con el ejemplo para evitar que la búsqueda de lo bonito
produzca kitsch quizá hay que introducir una dosis de ironía o incluso de indelicadeza...
De esa especie de zona de sombra es de lo que hablaban los clásicos cuando atribuían a
los héroes una especie de Ate281, una ceguera modal que les impedía ver venir los
contragolpes que les caían a cuenta de sus propios excesos, de los dislates en que
incurrían llevados del Hybris, entendido como un orgullo específico de cada uno de ellos,
como sucede en toda mirada para el valor o en definitiva en todo modo de relación.
Este hybris clásico no es pues más que el predominio inmoderado de una determinada
Tanto Sun Tzu como Gracián advirtieron otra solución consistente precisamente en el
arte de cultivar y cuidar la propia area ciega. Así en vez de esperar a que nuestros
279No hablamos de lo feo, porque sucede aquí con lo feo lo mismo que -como veremos en esta misma
sección- pasa con la Belleza: más que un valor se trata de una especie de meta-valor, de valor de valores
que precisa por ello de una investigación relacional.
280En Riddick (2013) por supuesto, dirigida por David Twohy.
281 Homero que algo sabía de esto decía que Ate era la hija myor de Zeus: la diosa enloquecedora que nos ciega a
todos, y que el mismo Zeus la expulsó del Olimpo después de que, en una ocasión, lograra cegarle incluso a él.
(XIX.106-158)
enemigos o el tiempo descubran cual es nuestra área ciega, lo que haremos será
construirla y dejarla ver. Pero ¿cómo puede verse aquello que por definición queda fuera
de nuestro alcance?
Nos hará falta un mapa completo de las materias y las formas, de los estratos, las
categrías y los valores. Y algo así: complejo, contradictorio y transparente... es lo que nos
Para empezar habría que construir una especie de estandar con el que contrastar las
diferentes evoluciones. Para ello recurriremos a alguna formulación tan respetable como
Como es entrañablemente obvio, Tolstoi partía de una situación que se diría cercana al
clasicismo puesto que es privilegio de los lenguajes clásicos hacer que lo artificial
parezca natural, que lo magistral se presente como si fuera espontáneo y que todos los
Eso sí, no podemos pensar tampoco el clasicismo como si pudiera mantenerse estable al
ampliamente compartido pueden llevarnos tanto al régimen turbulento del teatro de los
grandes dramas de Shakespeare o Calderón como a sus obras más anecdóticas que buscan
El diamante que mejor describiría estos procesos de relación estética sería parecido a
éste:
techne determinada... y que luego se produce -como hemos dicho más arriba- una especie
de desdoblamiento a partir del cual aparecen, de modo más o menos previsible, una serie
tendremos que fijar nuestra atención en el eje vertical central del diamante. Este es el eje
a lo largo del cual, como hemos visto, se produce la emergencia de diferentes hornadas
de valores que vendrán a producir diferentes ciclos de experiencias estéticas.
Así, es ahí en el centro mismo del diamante, en el eje que conecta más o menos
valores estéticos es donde se decanta y se puede entender tanto la altura como la anchura
incluso hostil.
Esto último es lo que sucede cuando ese eje vertical del diamante se hace demasiado
largo y expuesto, como si se tratara de una caravana que se ha arriegado a atravesar sin
objeto -en tanto estructura y modo de ser- con el objeto en tanto grupo de valores se va
volviendo más y más problemática: hay partes de la caravana que se pierden, otras que se
vuelven atrás o que sufren asaltos... Todo ello hace increíblemente rico en matices al
que sólo proporciona un repertorio compartido, el quiasmo a partir del cual esperaríamos
Todo diamante necesita ser tallado y son las características de ese proceso de tallado las
que, como estamos viendo aquí, pueden convertir al diamante en cuestión en una figura
demasiado poca como sucede en el arte kitsch de modo notorio, cuyos artifices están tan
menos largo) una “Linea de tierra” que nos permitiera determinar si la excesiva
elongación del eje vertical va hacia arriba o hacia abajo, es decir si nos las tenemos que
reduciendo al máximo el eje central del mismo, se unirán ahora dos más.
necesitaríamos para poder producir lo que se espera de nosotros... o una mezcla de ambas
cosas como se deja ver en este diamante que nos permite pensar la cercanía que algunas
sí mismos como genios. El diamante nos muestra entonces que la genialidad se dará
propicie así todo un nuevo ciclo de experiencias estéticas. De otra manera el “genio”
En el primer caso podemos pensar que se trata de una cierta flojera disposicional, puesto
que el productor aparece carente de los talentos requeridos para poder construir aquello
En el segundo caso se trata de una flojera repertorial, puesto que el conjunto de valores
que la obra encuestión puede haber suscitado no tienen suficiente appeal como para atraer
horizontal.
...
La propuesta de un análisis modal, con el que concluiremos este libro, será fértil sólo en
la medida en que logre desplazarse sobre ese mapa-atractor, tomando en cuenta toda esta
disvalor, podía volverse tiránico. Por esto no quiso Aristóteles nunca destacar del resto
ningún valor aislado en el cual residiera la virtud en términos morales o el buen gusto en
términos estéticos... sino que apostó siempre por una u otra forma de crasis -de mezcla
de la vida ética como del buen hacer en términos estéticos y se tratará siempre, claro está,
no de una única composición sino de una multitud de ellas que se desplegarán además en
mayor o menor medida en cada una de las diferentes dimensiones del valor que hemos
introducido.
Finalmente hay que aclarar que haríamos muy mal en creer que con los valores se trata
tan sólo de emitir juicios como suelen hacer los críticos de arte y los entendidos,
apreciando esto o menospreciando lo otro. Para nada pueden limitarse los valores a
acompañar -màs o menos servilmente- nuestros juicios de gusto. El papel de los valores
consiste siempre tanto en lo que Lukács283 llamaba una preparación anímica a las nuevas
Un paseo. Una puesta de sol. Una figura Lladró. Cosas bellas que siempre nos hacen
disfrutar