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1.

Introducción

En el contexto de abordar las luchas internas dentro de un movimiento social nos centraremos
en el feminismo, dentro de él lo haremos sobre un tema muy concreto: la prostitución. En el
vamos a abordar dos posturas que son congruentes con lo expuesto en clase, pues
encontraríamos una postura radical que encontraría los problemas en la alianza del
patriarcado con el sistema en su conjunto (las abolicionistas, anticapitalistas) y por otro lado
tenemos otra postura que ve los fallos en el sistema político y aspira a la mejora de la situación
de la mujer y el fin del estigma vía una regulación del sistema (pues creen en que la
operacionalización jurídica de las cargas emotivas-especialmente en el de ciudadanía-
resignificantes pueden solventar el problema), es decir, serían liberales. Se es consciente de
que habría más posturas (los abolicionistas por ejemplo citan a los prohibicionistas que serían
partidarios de, a grandes rasgos, castigar tanto a clientes, prostituidores, como prostitutas)
pero como el objetivo es mostrar conflictos internos dentro del movimiento apelando a
liberales y anticapitalistas se consideró oportuno la realización de la presente reducción
analítica. Para ello analizaremos dos artículos procedentes de intelectuales dentro del
movimiento. Tomamos a los intelectuales porque estos son los encargados de, tomando ideas
de otros intelectuales y recombinándolas en función de sus objetivos, generar los esquemas
interpretativos y las motivaciones en los legos, que posteriormente reproducirán o
parafrasearán sus argumentos y, que a su vez, dichos marcos enmarcarán su acción-
fundamentalmente política-.

De ahí la justificación del interés analítico por la producción literaria de los intelectuales del
movimiento. Así siguiendo a Funes y Adell el presente trabajo se centrará en estudiar las
fuentes de motivación y activación de la acción colectiva. Así la acción de estos intelectuales es
vista como una acción racional e intencional, pues la participación se lleva a cabo debido a que
se perciben (siguiendo a Olson) mas beneficios que costes y, siguiendo a Oberschall estos no
tienen por qué ser económicos, sino de prestigio y status y satisfacción personal. Se sostiene
que la motivación/beneficio de estas intelectuales (que posteriormente definen las
motivaciones de los seguidores) es fundamentalmente, siguiendo a PIZZORNO, expresiva
(igualmente en el caso de los legos será la motivación postulada fundamental, aunque a los
aspectos del presente trabajo esto no ocupa un lugar central) para “participar, puede ser
objetivo suficiente la posibilidad de formar (o reforzar) su propia identidad, implicándose en
una identidad colectiva que le resulta sugestiva, donde la asociación concreta actuará como
círculo de reconocimiento “(Pizzorno 1994; FUnes y Adell, 2016). A eso hay que añadirle que la
puesta en práctica de ese interés expresivo es recompensado por un trabajo remunerado que
le permite dedicarse a ello, por lo de que representarse como una especie de héroe sin capa
unido a la posibilidad de obtener un medio de vida de ello parece reportar unos grandes
beneficios individuales. Esto es así porque nos estamos centrando en las motivaciones
individuales, pero en teoría el movimiento social, como agente, persigue otras metas.
Siguiendo a la literatura de los nuevos movimientos sociales estos buscarían valores
postmaterialistas (valores-bienes cuya satisfacción va mas allá del mercado)que, debido a las
consecuencias de la racionalización de la vida económica se busca un resurgimiento de lo que
Habermas llama el mundo de la vida. EN el fondo es una politización de la vida social para el
cual el feminismo no solo es un gran ejemplo, sino que fue el primero en explicitarlo y hacerlo
su eslogan a finales de los 60; “lo personal es político”. Así se busca la disolución de lo público
y lo privado y, siguiendo a Offe, el fin último es la politización de la sociedad civil. Serían pues
bienes que se considerarían en principio, o mas bien al menos se postularían como universales.

Por consiguiente nos centraremos en el nivel micro de la acción empleando marcos


interpretativos procedentes del interaccionismo simbólico y de la fenomenología (allí donde
no llega el interaccionismo, fundamentalmente a la conciencia). La justificación tomada de
Funes y Adell es la siguiente: “ las interpretaciones y significados atribuidos a la realidad son
fruto de la interacción y comunicación entre individuos, son el resultado de sus relaciones y su
mutua influencia” por ello ambas posturas se definen en términos relacionales. Por tanto el
interés cognoscitivo último del trabajo es mostrar en cierto sentido los límites intrínsecos del
propio debate por los “términos en los que son planteados” y sus consecuencias en el
enmarcado de la acción. Así el propio discurso, que finalmente se tomará como uno solo,
presentará unas estructuras de posibilidad para la motivación y por tanto para la acción. Nos
centraremos en lo que la literatura llama el marco de la acción colectiva que es aquello que
posibilita y legitima las acciones y que es elaborado por los líderes (ya fue justificado el interés
analítico por las figuras intelectuales). Estos por definición simplifican y destacan una realidad
social y se subdividen en los marcos de diagnóstico, pronóstico y motivación.

2. Abolicionistas

Como representante de la postura abolicionista se cogerá a una intelectual bastante


reconocida dentro del movimiento en España: Ana de Miguel “La prostitución de mujeres una
escuela de desigualdad humana (cuya lectura fue obligatoria en la asignatura Género y
sociedad- una asignatura muy politizada, pues en cierto sentido se encuentra mediatizada
dentro de los propios marcos del movimiento feminista) y como representante de las postura
regulacionista, a falta de un mejor texto, Patricia Britos “¿Por qué la prostitución debe ser un
trabajo sexual?”. Ambas comparten la misma formación: son filósofas.

Ana de Miguel parte primeramente de una sugestión humanista “nos jugamos el propio
concepto de ser humano” que se apoya en una definición de la filosofía (con asertos
metafísicos Heggelianos, la idea de la dialéctica y que la historia es el desenvolvimiento del
espíritu a través de la “razón”-razón que vendría a flotar sobre la nada, muy lejos del principio
kantiano de: “la experiencia sin la razón está vacía, la razón sin la experiencia está ciega) que
es la autoconciencia de la especie en un momento histórico. Así mismo en el sentido
Habermasiano apela a la necesidad de desarrollo de algo así como una racionalidad
argumentativa (idea de democracia con asertos metafísicos idealistas que van en la misma
línea de lo apuntado anteriormente) en el seno de arenas públicas-no mediatizadas por
enemigos- que aglutinen el debate de la sociedad civil (recordemos la búsqueda de politización
de la sociedad civil). Así su objetivo explícito es llevar el debate del consentimiento de las
prostitutas hacía la agencia (que aquí, quizás interesadamente, confunde terminológicamente
con acción, máxime cuando postula ímplicitamente la “alianza espúrea “ del sistema
económico y el patriarcado y que por tanto los prostituidores y puteros-culpables- lo harían
inconscientemente y por ello es necesario extender la racionalidad argumentativa a estos
seres para que tomen autoconciencia de su inconsciencia-pues vendrían a hacerlo de modo
inconsciente- pues “nos jugamos el propio concepto de ser humano”).

Apoyados en los supuestos foucaltianos sobre el lenguaje carga contra las etiquetas de
trabajadores del sexo, a las que culpa de invisibilizar y falsear la realidad. Por otro lado justifica
la problemática y la exclusión del género masculino en ésta haciéndolo descansar en una
postulada diferente sexualidad. Las mujeres “no obtendrían placer de una relación sexual en la
que la otra parte se encuentra en clara inferioridad”. Igualmente apoya la necesidad de
abolición en la importancia del poder simbólico, mientras las mujeres puedan ser vistas como
objetos y no como sujetos, a las cuales los varones se aseguran su acceso grupal como bienes
públicos, no se mejoraran las condiciones materiales del colectivo.

De este modo la restitución simbólica conllevaría la mejora de las condiciones materiales.


Además precisamente el imaginario actual legitima el acceso al cuerpo de las mujeres. Así
cargan contra las regulacionistas pues afirma Ana de Miguel que el problema no es la falta de
reconocimiento y protección jurídica, sino que se debe a las características intrínsecas del
propio oficio y, apoyándose en Várcacel: “no siempre el consentimiento legitima una práctica,
ni mucho menos la convierte en trabajo”. Observamos cómo lleva la definición de la
prostitución como un drama que no puede ser considerado trabajo, pues de la ideología de la
prostitución se deriva la injusta posición simbólica y material de la mujer (pues es una
ideología en la que la mujer es una víctima por su posición simbólica y económica-prostitutas
provienen de entornos desestrucutrados y no tienen otra opción que acogerse a ese trabajo
para dar de comer a sus hijos- y que permite el acceso grupal y reglado de los hombres-aquí
encontramos la definición de lo que es el status quo). Así el consentimiento de las partes no
puede ser razón suficiente para legitimar dicha institución en una sociedad democrática. Así
esta postura sería antisistema pues pretende poner límites a los contratos por consentimiento
y para ello hace un paralelismo sensacionalista con la institución del duelo y la poligamia. Por
ese lado conduce la sugestión.

Siguiendo su argumentación la prostitución (intercambio de dinero por sexo) encubre en sí


misma dos características fundamentales: que las que se prostituyen son mujeres y que no es
sexo, sino un tipo de sexo que hay que erradicar: aquel en el que el varón obtiene un orgasmo
empleando el cuerpo de la mujer como un medio. Así las mujeres son presentadas como las
víctimas y los hombres como culpables inconscientes presas de dos entes (de ahí el
desplazamiento del debate a la “agencia” del prostituidor y putero debido a su posición
estructural) aliados espúreamente: el patriarcado y el capitalismo que son entes que actúan en
los hombres y no les permiten tomar autoconciencia de aquello que (siguiendo a descartes y
su criterio de evidencia) se muestra con “claridad y sencillez”. Detrás de la prostitución estaría
la reproducción de la desigualdad de género, clase y países, que sería el objetivo último.
Además frente a la regulación cree que ésta no sería efectiva, que en un sentido determinista
la multiplicaría y, además, la ley de libre mercado terminaría, mediante un ciclo que se
retroalimenta entre la oferta y la demanda, haciendo la oferta más atractiva. Por lo que
regular sería aún peor según esta posición. Sería, y aquí me permito la licencia literaria, como
echarle sal a la herida. Dichas limitaciones provocarían, en definitiva, un aumento del ciclo de
oferta y de demanda. Destaca que se refiere a dicho mercado como mercado de la “carne”,
haciendo un paralelismo con una carnicería: sería la institución que permitiría al ser humano
vender mujeres como si fueran trozos de carne. Así la mujer es vista como víctima, un
consentimiento “forzado”, y la respobsabilidad es de los hombres que se aprovechan de las
desigualdades de género y económicas para asegurarse el acceso reglado al cuerpo de las
mujeres. Así predicen que si la prostitución se legitima en el derecho de las mujeres sobre sus
cuerpos puede provocar a la larga la pérdida de autonomía sexual (que es una herramienta
crucial frente al poder de los otros); que es el derecho de marcar claramente los límites de
acceso a nuestro cuerpo.

Otra vez más apela a la sugestión humanista preñada de asertos metafísicos heggelianos
lanzando una condena moral : “este no es el mundo que queremos legar”. Por otro lado se
apoya en la idea de hegemonía gramsciana para argumentar que la prostitución afecta a los
valores y vida de todos (de ello necesidad de erradicación), que la sexualidad hegemonica
sigue creando una escuela de sexualidad de hombres que impide el alumbramiento de una
sociedad justa. Pues afecta al imaginario: lo que es y la expectativa; con lo que conlleva el
refuerzo de la cosificación de la mujer. La prostitución es una relación de poder donde el
hombre gana autoestima y la mujer la pierde. Así por un lado se les enseña a los hombres “que
por una pequeña cantidad de dinero pueden acceder al cuerpo de una mujer”, y las mujeres,
socializadas en el romanticismo, son representadas o bien como madres, hijas, o bien como
mujeres públicas. Esto, condena Ana de Miguel, conlleva una despersonalización del ser
humano. Así el patriarcado y el capitalismo (se apoya en gran medida en KOllontai una
intelectual que conectó la pobreza-mejor dicho las desigualdades económicas- con la
prostitución en la Rusia soviética) generan una división entre mujeres: las que pueden
controlar su acceso al cuerpo y las que no. La pobreza en clara interacción con el género
(incluida la socialización como constructora del propio imaginario-ente objetivo en el sentido
del mentalismo objetivista foucaltiano-) sostienen la prostitución; esto es causado por dos
factores que coadyuvan a la reproducción de esa injusticia moral.

Otra razón de la necesidad de abolición locada en sus pretendidos caracteres intrínsecos de la


institución está en su carácter de impunidad para el cliente y en el secretismo y dichas
condiciones (institucionales) hacen que se preserve la acción; además la tolerancia se da por
qué parte de la ideología de la prostitución hace que nadie reconozca que sus familiares,
amigos o conocidos son puteros: por tanto se mantiene el status quo, sigue siendo una escuela
de desigualdad para hombres y mujeres. Además, conduce la sugestión afirmando que dicha
invisibilización de la ideología de la prostitución es análoga a “la que hasta hace pocos años
protegía la violencia de género”. La prostitución es violencia contra la mujer. Así por otro lado
carga contra una justificación de la prostitución en base a la sexualidad incontrolada de los
hombres, y que si no hubiese habría más abusos y violaciones; trata de recalcar que no es la
imagen que tienen de los hombres, hacen cosas “malas” porque no saben, son unos
inconscientes que aún no han tomado autoconciencia de la especie (aquí se encuentran unos
tintes Freudbachianos). Si esto fuera así “qué consecuencias podría tener esto en relación con
su estatuto pleno de ciudadanía ya que implicaría que carecen de libertad frente a sí mismos,
de la humana capacidad de elegir, fundamento de la razón práctica o moral”. Así que esa
inconsciencia es una carencia de libertad, de autonomía. Pero posteriormente afirma que, aún
inconscientes los puteros son racionales, pues deben racionalizar y optimizar sus recursos para
poder disfrutar del mercado de la carne. Pero a la vez quieren formar familias y una mujer que
se subordine a su proyecto. Por tanto la ideología de la prostitución permite esto y le garantiza
un escape al hombre. Y Aún siendo conscientes del problema, como clientes les da igual.

Para finalizar vuelve a insistir en una sociedad ideal colocada dentro del proyecto
emancipatorio Habermasiano, porque el mundo en el que vivimos en el que la demanda de
prostitución de los hombres determina la existencia de ésta y la gran injusticia moral (con
apelo al humanismo) es injusto pues terminamos haciendo a las personas medios y no fines en
sí mismos. Así la prositución es una escuela para interiorizar las relaciones de desigualdad.

3. Regulacionistas

A continuación llevaremos a cabo el análisis del artículo de Patricia Britos “¿Por qué la
prostitución debe ser un trabajo sexual?. El objetivo es ir desgranando la argumentación y a la
vez, en los puntos comunes con la otra posición se irán comentando para ir descubriendo los
puntos en los que el propio discurso se cierra en sí mismo. Posteriormente al análisis del
artículo vendrá la conclusión que por un lado sintetice los puntos comunes y divergentes y por
otro volver a lo que era demandado: los conflictos internos en un movimiento social y como
estos suelen concentrarse en dos posiciones: una que ataca el sistema (el fordismo) y otra que
pide “mas sistema”, la liberal.

En primer lugar destaca que explícitamente esta autora incluye a las actrices porno, cosa
intencionalmente obviada por las posturas abolicionistas. Por otro lado explícitamente afirma
no negar la problemática de la prostitución masculina, pero que por intereses argumentativos
la va a dejar fuera para centrarse en las mujeres. Esto, además, porque el problema de la no
regulación afecta a las mujeres por ser mujeres y, además, la discriminación de las mujeres con
las mujeres( “con las mujeres prostitutas en función de marcar la diferencia entre la sexualidad
de la trabajadora sexual y la propia”).

Aquí encontramos un punto común que vendría a imponer los limites de las estructuras de
posibilidad del debate, aunque los medios para solventar la situación postulados sean
diferentes: la prostitución en su estado actual estratifica a las mujeres en dos clases: las que
pueden controlar su sexualidad y las que no. Otro punto común sería la conexión de la
prostitución con la pobreza: la desventaja de ser mujer junto con la pobreza llevan a la mujer a
la necesidad de prostituirse para “dar de comer a sus hijos” . Ambas acaban representando
una mujer víctima a la que las estructuras sociales le llevan a un callejón sin salida en la que la
prostitución sería la única opción.

Aunque si bien la autora prefiere dejar de lado presentarlo, al contrario que Ana, como una
relación causa efecto. Justifica ésta elusión apelando a dos motivos: la necesidad de libertad y
autonomía de las mujeres (como derecho que debe ser garantizado por el Estado) y que por
otro lado que la común justificación de la prostitución de la mujer porque carece de medios
para alimentar a sus hijos y a ese “supuesto acto elogiable” se le discrimina en la vida cotidiana
argumentando: “porque no se puso a fregar escaleras”. Posteriormente lo conecta con lo que
será el núcleo de su argumentación: la necesidad de regulación para acabar con ese estigma y
que se pueda realizar de ese modo el punto uno (la necesidad de libertad y autonomía de las
mujeres). La otra problemática, y aquí es dónde vienen las propuestas, la necesidad de
planificación para la formación de las mujeres en su autonomía y que, en caso de que una
mujer (dentro de un marco institucional que permita) quiere ejercer libremente la prostitución
no debe ser discriminada y debe ser protegida por el estado. No por el hecho de ser mujer o
estar en desventaja, simplemente en su calidad de ciudadana.

Se apoya en la teoría de la justicia de Rawls, dónde la justicia residiría fundamentalmente en la


distribución de bienes primarios (derechos libertades, oportunidades, ingresos, riqueza y los
fundamentos sociales del propio estima) “para la planificación de la vida plena”. Importante
hace énfasis aquí lo que está detrás: una vida plena solo puede ser garantizada legalmente,
con un correcto aparato institucional formal. El mas fundamental sería el autorespeto
(relaciones entre felicidad, actividad y disfrute), cuestión que no es permitida por el estigma.
Así de este modo el bien, lo bueno, lo deseable, es crear un marco institucional que permita un
proyecto de vida “racional” junto con los círculos unidos por el afecto que refuercen dicho
bienestar (racional en el sentido de felicidad, actividad y disfrute, que serían los objetivo en
función del orden de preferencias-y las anteriores serían las preferencias “racionales”- el resto
parece ser “irracional y hay que luchar contra esta irracionalidad, racionalizando
jurídicamente). Además es de capital importancia para que dichas regulaciones sean efectivas
que se introduzca la emoción en las categorías jurídicas, para que conceptos “neutrales”
(abstractos) como ciudadano tengan una carga emotiva, es decir, una ética clara (cambios en
las superestructuras llevarían a cambios en la ética individual y por ende en la acción social,
además permitiría que esta fuera más reflexiva). Así todos tenemos derecho a un esquema de
libertades básicas compatible con otros y que se preste atención a los mas desaventajados
(cuestiones de eficiencia y optimización). Así se concibe la justicia como imparcialidad.

Volviendo a la centralidad del autorespeto lo hace conectar con su enemigo: el estigma. Para
ello dice que autorespeto (lo que garantizaría un estado justo) se opone a vergüenza asentada
en un prejuicio social “de larga data”. Es necesario acabar con él para que la actividad sea
valorada y la persona pueda ser valorada por sus cualidades. Además, se postula, esto se
refuerza de una manera relacional. La cuestión estriba en permitir a las prostitutas poder
afirmar públicamente su actividad y obtener consideración, aceptación y respeto por ello por
parte de la sociedad.

Por otro lado aborda la desventaja de ser mujer, ésta es representada de manera que la mujer,
tras la revolución, tiene que enfrentar al hombre en el mundo laboral con la losa del rol de
madre y de mujer, también como desventajas apunta la mortalidad contra las mujeres (pone el
ejemplo de Asía). Que, citando a rawls, (especialmente el caso de las niñas chinas) “esto no
sería necesario cuando se llevan adelante políticas que benefician a la mujer”. Se trata de una
liberación de su privacidad y regular para hacer respetar sus derechos en el ámbito público y
privado. Así mismo con respecto a la sexualidad esta es una capacidad que no debe ser
mutilada, sino educada. Además las desventajas de ser mujer se ven reforzadas por la
segmentación del mercado laboral que las obliga a emplearse en nichos de ocupación
típicamente femeninos, con la consecuente sobrerepresentación en el sector servicios que
requiere baja cualificación. Apunta en gran medida al techo de cristal, dentro de la tradición
feminista liberal.
Con el objetivo de denunciar el prejuicio la autora (el ver la venta del cuerpo como una
transacción inmoral, además relaciona el estigma con la ideología de ver a la mujer como
reproductora “usarlo para otros fines terminaría desacralizándolo”), siguiendo a Nussbaum,
nombra una serie de servicios corporales que tienen alguna relación con el miedo y el prejuicio
centrados en el miedo y sus pasiones (trabajadora fabrica de pollos, sirvienta doméstica,
cantante de clubes nocturnos, profesora de filosofía, masajista y la “artista” de la
colonoscopia). Todas reciben un salario bajo, pero argumenta que la prostituta incluso gana
más y podría llegar a disfrutar de mas libertad (especialmente las actrices porno). También
destacan, como buena estrategia, el caso de Holanda y la protección de éstas mediante un
botón en su teléfono móvil. Es lógico que apelando a la necesidad de regulación se acabe
citando un caso en el que el modelo que proponen este en marcha y además supuestamente
“funcione”. La asistenta dice, se basa en el prejuicio del sexo, argumenta que si no se verían
más hombres como sirvientes. Igualmente hace paralelismo entre la cantante y la prostituta:
ambas emplean el cuerpo para producir placer, la profesora de filosofía exhibe sus partes mas
íntimas a cambio de dinero. Es una estrategia sugestiva que busca resignificar el prejuicio
comparándolo con actividades femeninas consideradas como dignas socialmente.

El problema del estigma está en el prejuicio de la sexualidad femenina y éste se encuentra muy
cerca del temor al crimen (de ahí necesidad de regular). De este modo con respecto la
violencia de la mujer, al contrario que las abolicionistas, no es la prostitución el cauce de éstas
(“los crímenes de la prostitución son crímenes que podrían existir en cualquier otro ámbito),
sino el estado que no reglamenta (la sociedad no las cuida porque no las considera ciudadanas,
no serían libres como el resto dentro de la teoría rawlsiana). Desculpabiliza ciertamente a los
hombres afirmando que la mayor parte de los abusadores y violadores no serían los “clientes”.
Aún así la prostitución infantil seguiría siendo un crimen, pues no es una persona que se
presuponga con capacidad de libertad por sí mismo y se exige la tutela del estado para
protegerlo.

Por tanto la necesidad de reglamentación nace de los propios caracteres de la actividad:


actividad con riesgos de violencia y sanitarios para los que debe existir un marco insitucional
adecuado para proteger a las mujeres y que no sean víctimas de crímenes. Además abducen
que la prostitución ha existido y existirá siempre, por tanto lo práctico es reglamentar, no
tratar de hacerla desaparecer, sería un absurdo. Pone el ejemplo de las hetarias, de hecho
existe una asociación de trabajadoreas del sexo en las mismas coordenadas teóricas que se
llama hetaria, de éste modo reclaman unos orígenes históricos, pues estás eran prostitutas, si,
pero eran mujeres cultas y empoderadas que recibían respeto y reconocimiento social.
Además por último la reglamentación contribuiría a hacer mas transparente la prostitución
pudiendo así prevenir en mayor medida los crímenes de trata.

Se está basando en una idea de libertad negativa, dónde mas libre eres cuanto menos se
entrometen en tus asuntos y que elegir tu actividad por tanto debe presentar las menores
trabas posibles, siempre y cuando no lesione derechos de terceros (como es el caso de la
prostitución). Pide que el liberalismo tenga en cuenta la cuestión de las emociones “pues este
trabaja en función de los individuos, de sus éxitos y sus fracasos, cono lo que tiene que ver con
sus sentimientos y con sus valores”. Y, en la línea de COndorcet, el mecanismo para éste
progreso material y espiritual es la educación y un estado que garantice la protección de los
derechos fundamentales, de los cuales la educación es uno de los más básicos y el que
permitiría ejercer una plena libertad y un proyecto de vida racional. Una sociedad que cuida a
todos los sectores del grupo es mas justa y será mas “posible que se diluya el conflicto y el
enfrentamiento”, que se encuentren cauces de convivencia. Finalmente recalcar el énfasis
puesto en la necesidad de la transmisión de valores para el cambio social y que esta tarea le
corresponde a la legislación (pero que ésta no sea solamente “declarativa”).

4. Conclusión

Una de las principales limitaciones está en apuntar a unas supuestas estructuras, es decir,
plantear todo en términos estrucutrales, como una especie de entes que mueven a los
individuos, por encima de su propia conciencia. Esto viene de la fuerte adscripción del
movimiento a lo que, dentro de los estudios culturales se conoce como el textualismo. Beben
de Foucault : “Foucault proposes that discourse is not to be treated as a mere ‘document’ of
the mental qualities ‘behind’ it, but as a sequence of external events in which symbolic
structures (‘formative rules’) are manifested. Knowledge is a quality of discursive events; these
define subjects.” (Reckwitz, Andreas 2002). Aquí Foucault manifiestamente saca fuera de la
conciencia del individuo el discurso, lo define en el puro sentido Durkheiniano del hecho social,
como algo externo y coercitivo (eventos externos en los cuales las estructuras simbólicas se
manifiestan). Serían unas estructuras que estarían fuera, obviando al individuo. El
conocimiento estaría fuera en las estructuras, sería una cualidad de los eventos discursivos,
que tienen una entidad propia fuera de la conciencia de los sujetos, que simplemente se les
aparece como un hecho externo y coercitivo. Esto hace que en el momento de culpabilizar,
ambas corrientes, culpen a los hombres o a las propias mujeres por mantener el estigma, pero
que se suavice como una especie de incosnciencia (no han llegado a la autoconciencia, no hay
un marco institucional que nos traiga estas categorías) y así el enemigo “real” son unas
supuestas estructuras entificadas (el estigma, el patriarcado en alianza espurea con el
capitalismo). Ahí está un gran límite del propio discurso, si me atreviera a afirmar, el mas
grande. Plantear la acción que se denuncia en términos inconscientes, no intencionales y,
además, puramente estructurales, reificando dichas estructuras y cerrando el discurso dentro
de unas posiciones teóricas posestrucutralistas (que a mi parecer no llevan a ningún lado).

Una cuestión que he observado y que parece, debido a su necesidad de politizar, definir
enemigos, etc. de los movimientos sociales está en un cierto determinismo ontológico. Estos
necesitaría partir de una postura ontológica realista, necesitan entificar para suavizar culpas, y
crear enemigos y símbolos con mayores carga de energía emocional que puedan precipitar las
acciones precocinadas por el propio agente que es el movimiento en su conjunto. Además se
postula que presentarlo de tal modo hace que sea mas intuitivo para los legos recibir la
definición de las problemáticas (esto se postula mas bien como una consecuencia no deseada
de la acción, no habría sobre intencionalidad en torno a está cuestión). Me baso en un
supuesto propio de que los legos, así como muchos intelectuales, tienen una tendencia a ser
en cierto sentido “platónicos”. Estoy hablando de un tipo general en el que las cosas se piensa
que tienen una entidad real que está fuera, y una vez que conocemos el concepto y “se nos
aparece con claridad y distinción” esta es la propia realidad y se producen procesos dentro de
la conciencia que reifican las realidades hacía la que dichos conceptos apuntan (además dichos
conceptos imponen horizontes de posibilidad a dichas reificaciones) . Esto, junto a los
supuestos foucaltianos en la base configuran unas estructuras de posibilidad en el que las
experiencias cotidianas van a tender a

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