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Título: “Mi color no determina mi

capacidad”
Autora: Clara Pérez

4 personajes:
1.- Pedrito: Niño que sufre un accidente.
2.- María: Madre de pedrito.
3.- Arturo González: Hombre de tez morena que intenta ayudar a pedrito.
4.- Enfermera: Quien se comunica con la mamá de pedrito.

ACTO 1

Ambientación: Lugar donde hay un muro alto donde pedrito se sube a


jugar
Introducción:  María está sentada en una banqueta, mientras pedrito
juega corriendo y saltando por todo el lugar, hasta subirse a un muro y
comenzar a hacer equilibrio, no lográndolo y cayendo desde la altura
golpeándose muy fuerte.
María (algo distraída leyendo una revista): Pedrito no corras, te vas a caer.
Pedrito (sin hacer caso a su mamá y sin dejar de brincar de un lado a
otro): No me caigo mamá, yo soy muy ágil
María  (sin levantar la cabeza de la revista que lee): Bueno, ya te dije, si te
lastimas te voy a castigar y no volvemos a salir a jugar.
Pedrito (sin prestar atención a lo que decía su madre, se sube al muro):
Mira mamá voy a caminar por la cuerda floja.
María (levantando la cara y mirando hacia donde esta pedrito): ¡Pedrito,
baja de ahí!
Pedrito (haciendo maromas): no pasa nada ma… Ahhhhhhhh
Pedrito se desploma ante los ojos de su madre, quien suelta la revista y
corre despavorida hacia donde ha caído su hijo. Cerca se encuentra un
hombre de color que al ver lo sucedido corre a prestar su ayuda
María (gritando angustiada): Pedrito hijo, pedrito. ¡Por favor ayúdenme!.
Arturo (acercándose a pedrito y agachándose cerca de él para revisarlo):
Tranquila señora, déjeme ver cómo está el niño.
María (mirando con malos ojos a Arturo):  Suelte a mi hijo ¿Usted que va a
saber cómo está? ¿Quiere ayudar? Llame a un médico.
Arturo (tratando de explicarle): Señora cálmese yo…
María (sin querer oír razones): ¿Qué me calme? Mi hijo esta inconsciente y
usted estorbando ahí, ya le dije que lo suelte ¿qué puede saber un negro
de medicina? Aléjese de mi hijo ya.
Arturo (intentando hablar nuevamente): Señora, el niño tiene signos
vitales, si me permite… bueno mire ahí viene la ambulancia, ya alguien la
llamó, llevemos al niño al hospital.
María (molesta): ¿Llevemos? Yo voy a llevar a mi hijo al hospital y usted
va alejarse de él, ¿quién sabe que está buscando realmente?
Arturo guarda silencio, mientras ve como suben el niño a la ambulancia y
lo llevan al hospital.
ACTO 2

Ambientación: Sala de espera del hospital.


Introducción: María espera ansiosa noticias de su hijo.
Enfermera (acercándose a María): Buenas tardes señora
María (angustiada): Buenas tardes enfermera ¿Dígame, como esta mi hijo?
Enfermera (colocando su mano en la muñeca de María y sonriendo): El
estará muy bien señora, afortunadamente fue atendido por uno de los
mejores médicos que hay en toda esta ciudad y su hijo muy pronto se
recuperará. Pero siéntese y espere que ya pronto el Dr. Arturo González,
vendrá a hablar con usted y podrá hacerle todas las preguntas que tenga.
María (un poco más camada): Gracias señorita.

María toma asiento, jugando con sus manos y mirando hacia donde sabia
tenían a su hijo, cuando ve venir al hombre que intentó ayudarla en el
momento del accidente, esta vez con una bata blanca y caminando seguro
hacia ella.
Arturo (acercándose a María y extendiéndole la mano): Mucho gusto
señora, soy el Dr. Arturo González, atendí a su hijo y él está
completamente fuera de peligro, se quedará en observación un par de días
y luego podrá llevarlo a casa y cuidarlo según nuestras recomendaciones.
María (casi sin poder hablar y sin saber que decir): ¿Usted fue el médico
que lo atendió? ¿El mejor médico de este hospital? Ay doctor que
vergüenza tengo, de verdad disculpe y muchas gracias por salvar a mi hijo,
creo que lo juzgue mal.
Arturo (sonriendo levemente): Usted no me juzgo a mi señora, juzgo mi
color de piel, pensó que por ser un hombre de tez oscura no podía saber
nada de medicina, no vuelva a hacer eso, si esto hubiese sido más grave,
por su discriminación, su hijo pudo perder la vida.
María (bajando la cara avergonzada): Tiene razón doctor, he actuado mal.
Arturo (sonriendo para aliviarla): No pasa nada señora, una lección de la
vida, acompáñeme para que pueda ver a su hijo.
Ambos caminan en dirección a la habitación, María aun sin atreverse a
levantar la cara de la vergüenza.
FIN.
«La domestica metiche»
Autora: Clara Pérez

4 personajes:
1. Yuri: Domestica metiche
2.  Orlando: Dueño de la casa.
3. Felicidad: Dueña de la casa.
4.  Zaida: Hija del matrimonio.
ACTO ÚNICO
Ambientación: Casa de la familia.
Introducción: Yuri limpiaba los muebles de la casa cuando Orlando llega a
pedirle un café.
Orlando: Buenos días Yuri, tráeme un café por favor.
Yuri: Buenos días señor, le traeré un té, la cafeína hace daño.
Orlando: Yuri, no quiero té, te pedí un café.
Yuri: Por eso, pero como el café es dañino para la salud, yo le traeré un té,
es más saludable. No se hable más, ya vengo con su té.
Orlando (molestándose): Yuri no quiero un té, ve a la cocina y tráeme un
café.
Yuri (haciéndose la ofendida): Ok, no se altere, le traigo su café, pero
cuando empiece a sentirse mal, no diga que no se lo advertí. Uno aquí trata
de ayudar pero…
Orlando (interrumpiendo molesto): Yuri ¡el café!
Yuri: Ya voy, ya voy, que falta de paciencia.
Yuri sale a buscar el café y Felicidad entra aun sacando la pereza de su
cuerpo y bostezando.
Felicidad: Buenos días amor ¿Cómo dormiste?
Orlando (irónico): No muy bien roncaste toda la noche.
Felicidad (ofendida): ¿Yo roncando? Orlando pero si yo no ronco.
Yuri entra con el café en la mano y se lo entrega a Orlando sin ningún
cuidado para meterse en la conversación.
Yuri: ¿Qué no ronca dice? Señora si usted duerme en ese cuarto y uno
cree que hay un oso dentro.
Felicidad: Yuri ¿A ti quien te preguntó?
Yuri: Nadie, pero como soy testigo, opino
Orlando: Yuri ¿por qué no vas a ver si estacione bien el auto? y si no es
así, ponlo en un buen lugar.
Yuri: Señor, yo no sé manejar
Orlando: No importa, has lo que te digo y sal de aquí por favor.
Yuri (caminando hacia la salida): No agradecen, uno los quiere como si son
de su familia y ellos mal agradecidos, no agradecen.
Yuri sale del lugar y felicidad toma la taza de café de Orlando y comienza a
tomársela, mientras este la mira sin parpadear.
Felicidad: ¿Y Zaida aún no se ha levantado?
Orlando: No, Zaida siempre ha sido muy perezosa, pero últimamente
duerme mucho más que de costumbre.
Felicidad: ¿Estará enferma?
En ese momento aparece Zaida
Zaida (lanzándose en un sofá con cara de sueño): ¿preguntaban por mí?
Felicidad: Hija ¿estas enferma? Duermes mucho.
Zaida: No mamá no estoy enferma, es normal, estoy cansada.
Yuri que había estado escuchando entra de nuevo.
Yuri: Claro que es normal, en su estado se duerme mucho.
Orlando: ¿Cuál estado?
Yuri: Ah ¿pero es que no saben?
Zaida (Algo nerviosa): Yuri cierra la boca que nadie está hablando contigo.
Felicidad: Orlando te pregunto ¿qué estado, Yuri?
Yuri: Señorita Zaida y ¿para cuando va a dejar la noticia? Sus padres
tienen derecho a saber que serán abuelos.
Orlando y Felicita (a la vez): ¡¿Qué seremos qué?!
Zaida se levanta del sofá y sale rápidamente, mientras sus padres van
detrás de ella ordenándole que se detenga y explique, Yuri se queda sola
en el salón hablando en voz alta.
Yuri: A mí no me gusta el chisme, ni meterme donde no me llaman, soy
muy discreta, pero esa niña tenía que hablar.
FIN
Título: “Basta de hacer siempre lo que
dices”
Autora: Clara Pérez

2 personajes:
1. Madre: Mujer que permite que su hijo la manipule.
2. Eduardo: Hijo manipulador que recibe su lección.
Ambientación: Comedor de la casa
Introducción: Eduardo habla con su madre manipulando para que ella
haga todo lo que él quiere y para que lo deje hacer las cosas a su manera
aunque no sea la correcta.
Eduardo (Entrando a la casa y parándose al lado de la mesa donde su
madre sirve la comida): Hola mamá, apúrate con la comida, voy a salir y
no tengo mucho tiempo.
Madre (Mirando de manera desaprobatoria): Eduardo eso no es manera de
saludar a tu madre ¿A dónde piensas ir con tanta prisa? Ve a lavarte las
manos y comes con calma cualquier cosa puede esperar.
Eduardo (fastidiado con la conversación de su madre): Ay mamá, ya no
empieces, no puedo comer con calma, quedé con unos amigos en ir al
centro comercial a jugar en las maquinas.
Madre (algo enfadada): Vas muy mal en los estudios, no vas a ir a ningún
lado, tienes que estudiar, lo único que quieres hacer es andar de paseo
todo el tiempo, olvida lo de la salida, lávate las manos y siéntate a comer.
Eduardo (molesto y alejándose para salir del comedor): No te soporto
mamá, siempre es lo mismo, no me dejas hacer nada, no voy a salir,
porque me tienes encerrado en esta casa, como un delincuente, pero
tampoco quiero comer, puedes comer sola.
Madre (bajando el tono): No me hables así hijo, no te tengo encerrado,
tienes que mejorar las calificaciones, pero está bien, ve a lavarte las
manos, no puedes quedarte sin comer, siéntate, almuerzas y luego te vas
con tus amigos, pero regresas temprano para que puedas estudiar.
Eduardo con una sonrisa sale a lavarse las manos, mientras la madre
espera terminando de arreglar la mesa, Eduardo regresa y se sienta a
comer, mientras comienzan a conversar.
Madre (en tono preocupado): Eduardo hijo, realmente me preocupa tu
situación, no quieres estudiar, te vas a la calle todo el tiempo, los fines de
semana te despiertas muy tarde, no tienes responsabilidad, yo ya no sé
qué hacer.
Eduardo (Molestándose y colocando los cubiertos sobre el plato): Mamá,
pero ¿hasta cuándo? Soy joven, tengo derecho a disfrutar ¿sabes algo? a
veces no me provoca ni regresar a casa, de todo te quejas, si quieres
tenerme aquí deja de molestarme por todo.
Madre (Sintiéndose decepcionada): Yo soy tu madre y mi deber es hacer
que vayas por buen camino, no puedes hacer lo que quieras, tú estas bajo
mi cuidado y eres mi responsabilidad, tu deber es estudiar y no puedo
permitir que hagas lo que quieras.
Eduardo (Aun muy molesto y tratando de manipular): Pues, si me quieres
aquí tendrás que dejar de molestar mamá, si sigues intentando amargarme
la vida, me iré y no volverás a saber de mí.
Madre (Ya harta de la misma historia y dándose cuenta de que su manera
de actuar era la culpable de la actitud de su hijo): Sabes Eduardo
¿amargarte la vida que significa? Que trabajo horas para darte lo que
necesitas, lavo tu ropa, preparo tu comida, te cuido al enfermarte ¿eso es
amargarte la vida? No tienes idea de lo que es tener que amargarse la vida
para vivir ¿te quieres ir? Está muy bien, hazlo, sal a ganarte la vida, no vas
a estudiar, claro que no, pero no porque te vayas a dedicar a divertirte,
sino porque tendrás que trabajar para sobrevivir, basta de hacer siempre lo
que dices, si te vas a quedar en mi casa será haciendo las cosas como yo
digo, y si no, basta de manipulación prueba a irte de casa y verás que rico
es vivir con mami que te lo da todo, toma una decisión.
Eduardo (muy sorprendido y bajando la cabeza): Sabes que no tengo a
dónde ir
Madre (con tono autoritario): Entonces se acabó la manipulación, te vas a
tu habitación, te pones a estudiar y te olvidas de paseos hasta que tus
calificaciones suban, las cosas de hoy en adelante se harán como tienen
que ser, si quieres derechos, tendrás que cumplir con tus deberes ¿estamos
claros?
Eduardo (hablando muy bajo): Esta bien mamá, será como quieras, voy a
mi habitación.
Madre (sintiendo que por primera vez hace lo correcto): Y te pones a
estudiar, ya es hora de que lo hagas.
Eduardo sale del comedor y su madre dibuja una sonrisa en sus labios, por
haber dado fin a la manipulación de su hijo.
 FIN

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