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Se levanta el telón, el autobús está casi vacío y en penumbra.

Solo hay nueve personas


incluido el conductor. Ya ha oscurecido y es invierno. Las ropas de abrigo de los
pasajeros así lo demuestran. Se acerca la Navidad. Un par de paquetes en los asientos
de delante de los pasajeros 3 y 4 empaquetados con papel con motivos navideños, lo
manifiestan.
    Todos los viajeros parecen dormitar menos la mujer y el hombre. La primera trabaja
en su portátil y el segundo permanece aferrado a su maleta con los ojos abiertos como
platos. Dentro del autobús se escucha una música tenue y afuera, la oscuridad parece
cubrirlo todo.
    De repente, un trueno y un rayo. Los pasajeros ni se inmutan. Solo se inquieta el n 8.
De pronto, la música cesa y en su lugar se escucha el ruido propio de las emisoras sin
señal.
    El hombre 8 se sorprende. Aprieta más el maletín entre sus brazos y se vuelve hacia
la ventanilla tratando de vislumbrar el exterior. El conductor apaga la radio. El silencio
es total. En ese instante una enorme nube de niebla recubre por completo al autobús.
El hombre 8 se gira para contemplar al resto de los pasajeros. Parece nervioso. Nadie
repara en él.
    Sin soltar el maletín saca un teléfono móvil del bolsillo e intenta llamar.
    Ismael- (Se aproxima a la mujer que trabaja en el ordenador desde su asiento) ¿Le
funciona el móvil?
    Lola- (Levanta la cabeza del ordenador) ¿Cómo dice?
    Ismael – Le pregunto si su teléfono tiene cobertura. (Le muestra el suyo.) No
comprendo porque el mío no funciona. Regularmente hago este trayecto por autopista
en mi coche y nunca me había pasado esto.
    Lola- (Frunce el ceño molesta por la interrupción, se lo piensa un segundo y decide
aparcar por un instante el trabajo y busca su móvil en el bolsillo de la chaqueta.) Pues
tiene usted razón. Mi teléfono también está fuera de cobertura. ¿Le urge hacer la
llamada?
    Ismael- (Parece confundido.) No realmente no, pero, bueno, es que no hay
cobertura...
    Lola- (Se vuelve hacia la ventanilla. Afuera solo puede distinguir la tupida niebla.) Tal
vez sea la niebla. Está quedando una noche de perros. (La mujer intenta volver al
trabajo, pero la pasajera 6 la interrumpe.)
    Esperanza (Abre los ojos y se incorpora asomando la cabeza por el respaldo de la
silla.) Si necesitan un teléfono puedo dejarles el mío (Ofrece el teléfono que pasa de
Lola a Ismael.)
    Ismael (Trata de realizar la llamada sin éxito y devuelve el teléfono) ¡Nada! El suyo
tampoco tiene cobertura (Inquieto..) Este maldito autobús me está poniendo nervioso.
Y todo porque se me averió el coche. No comprendo que es lo que está sucediendo.
Los teléfonos no funcionan y este viaje parece no terminar nunca.
    La conversación va despertando al resto de los pasajeros que se desperezan.
    Lola- Es verdad (Consultando el reloj.) Vamos muy retrasados. Será por el tráfico.
Voy a llegar a casa de mi hermana a las tantas. No creo que le haga mucha gracia que
me presente a media noche.
    Pablo- (Tras librarse de los cascos y contemplar la oscuridad a través de la ventanilla,
le saca los auriculares a su hermano.) Tiene razón la señora. Vamos a paso de tortuga.
Así jamás llegaremos a casa de la abuela (A su hermano.)
    Miguel- (Responde a su hermano con ironía.) Bueno, hermanito. No te preocupes
que ni los regalos de Navidad ni la prima Laura se van a escapar Pablo- (Picado por el
comentario de su hermano.) Claro, tu no tienes prisa. Seguro que hubieses preferido
quedarte y preguntarle a Carmen por qué te ha dejado más plantado que a una
margarita.
    Miguel-(Molesto le propina una colleja a su hermano y se dirige a las chicas a las que
la conversación ha despertado.) ¿Sabéis si llevamos mucho retraso? Ana- Creo que no.
El autobús va como una flecha. Demasiado rápido para mi gusto.
    Marta- ¡Es verdad! Este tío es un verdadero kamikaze de la carretera. Desde la
última parada en la que bajaron pasajeros hemos volado sobre la autopista. Eso que
siendo viernes y vísperas de Navidades deberíamos estar atrapados en alguno de los
muchos atascos típicos de las fiestas.
    Ismael (Abrazado al maletín e evidentemente alterado, intenta vislumbrar el exterior
consultando todo el tiempo el reloj.) Ya deberíamos haber llegado al peaje de la
autopista. ¡No comprendo qué esta sucediendo! ¿Porqué no hemos alcanzado ya la
ciudad?
    Lola- Tranquilícese, hombre. Es posible que hayamos tomado una ruta alternativa a
causa de unas obras, por ejemplo. No hay motivo para inquietarse.
    Ismael- ¿Y los coches? (El hombre habla para todo el autobús.) ¿Dónde están el resto
de los vehículos? Ahí afuera no hay ninguna luz. Todo es oscuridad. Todos tratan de
vislumbrar el exterior.
    Ngom- Yo no tengo prisa por llegar, pero si piensa que vamos retrasados ¿porqué no
le pregunta al conductor? (Musita.)
    Ismael- (Cada vez más nervioso) ¿Cómo dice?
    Ngom- Que debería preguntarle al conductor.
    Ismael-(Con bastantes malos modos.) ¿Acaso no sabe que no se puede hablar con el
conductor?
    Ana-¡Qué tontería! Él tiene razón. Si está tan intrigado y asustado, pues pregúntele.
    Ismael-¿Asustado? ¡Qué estupidez! Solo tengo prisa por llegar. Tengo trabajo que
atender. No puedo permitirme el lujo de perder el tiempo.
    Lola- Ya somos dos con prisa. Pregúntele al conductor.
    Pablo- Tres, somos tres. Yo también quiero llegar pronto a casa de la abuela.
    Miguel- (En bajo y en tono de burla.) Para abrazar a la preciosa primita Laura. (Pablo
lo fulmina con la mirada.)
    Lola- ¿Qué? ¿Se anima a hacer la pregunta?
    Ismael se lo piensa. Se levanta del asiento. Primero deja el maletín, pero enseguida
cambia de opinión y vuelve a aferrarlo con fuerza.
    Pablo- (A su hermano en un susurro.) ¿Qué llevará ese tío en el maletín? ¡Espero que
no sea una bomba!
    Miguel le hace un gesto para que se calle, interesado por el hombre del maletín.
    Ismael- (Avanza hasta el conductor.) Oiga, por favor. ¿Se puede saber porque
llevamos tanto retraso?
    Conductor- (Concentrado en la carretera, con los ojos como platos.) ¡Por favor,
vuelva a su asiento! ¿No sabe que no se puede hablar con el conductor?
    Ismael- Pero, es que hace tiempo que...
    Conductor- ¿Es que no ve como está la niebla de tupida? Haga el favor de regresar a
su asiento y no distraerme. No querrá provocar un accidente ¿verdad? (Sin apartar la
mirada de la niebla.)
    Ismael- (A Lola.) Ya ve. He hecho lo que he podido pero seguimos sin enterarnos de
que va todo esto. (Se sienta nervioso y aferrado al maletín.)
    Ana y Marta se cambian de asiento. Se sientan detrás de los muchachos.
    Marta-(Le dice a los muchachos.) Que tipo más raro ¿verdad? Parece tener mucha
prisa. Demasiada. Espero que “eso” tan importante que lleva en el maletín no se ponga
nervioso también.
    Pablo- A lo mejor es una bomba con un temporizador y por eso quiere largarse antes
de que vuele por los aires.
    Miguel-(Le da una colleja a su hermano.) No le hagáis caso. Cosas de niños.
    Pablo- (Enfadado) ¡Ha hablado el gran hombre despechado!
    Miguel- (Vuelto hacia las chicas.) Está muy nervioso, por eso piensa que tardamos
demasiado. Por lo que a mí respecta, podíamos ir más despacio.
    Ana- ¡Estoy completamente de acuerdo contigo! Llevamos una marcha que extraña
con tanta niebla.
    Marta- Opino igual, pero me sorprende que la niebla sea tan tupida que no nos
permita contemplar el resto de los coches. Además ¿porqué no estamos atascados?
    Pablo- ¿Pero también queréis un atasco? Se ve que ninguno de vosotros quiere
llegar a casa.
    Miguel- Yo me llamo Miguel y este es mi hermano Pablo. ¿Y vosotras? ¿Cómo os
llamáis?
    Ana- Yo soy Ana y esta es mi amiga Marta.
    Marta- Hola (Dice tendiéndoles la mano.)
    Miguel- ¿Vais las dos a la ciudad?
    Ana- Sí. De vacaciones de Navidad. Yo estudio matemáticas y Marta estudia Filología
inglesa.
    Marta- Por el momento. (Los muchachos la interrogan con la mirada.) No se me da
bien la materia y no me gusta la carrera. Todavía me estoy pensando en cambiarme
para psicología, pero aún no me he decidido.
    Miguel- Yo estudio informática y mi hermano aún es un chiquilín que está en la ESO.
    Pablo- (Fastidiado) Este “Gran Hombre” y yo vamos a pasar las navidades con
nuestros abuelos. Vendrán nuestros primos de fuera. Es la primera vez que nos
reunimos todos después de muchos años.
    Miguel- Por eso y por nuestra primita Laura, mi hermano tiene tanta prisa por llegar.
    Pablo (Enfadado.) No es que tenga prisa , es que creo que estáis equivocados y que
el autobús va muy despacio.
    Ana- (Se vuelve hacia Ngom.) ¿Y tu? Hablas poco ¿no? ¿Cómo te llamas?
    Ngom (Sonríe tímidamente.) Soy Ngom.
    Miguel- ¿Y que piensas, Ngom, de este viaje? ¿Vamos de prisa o vamos despacio?
    Ngom (Se lo piensa unos segundos.) No hay nadie especial que me espere en la
ciudad. Solo un conocido.
    Marta- ¿Y eso que quiere decir? ¿Que estás de acuerdo con nosotros o con ellos?
    Pablo (Rebotado.) ¡Oye que yo no soy ellos! No tengo nada que ver con el tío del
maletín, aunque también me parece que vamos despacio.
    Miguel- (A su hermano.) ¡Tranqui chaval! Qué nadie se está metiendo contigo.
    Pablo- (Rotundo.) Pues que quede claro que yo soy también “ Nosotros” y no “Ellos”.
    Ngom- (Siempre sonríe.) Entonces yo también soy “Nosotros”. No creo que vayamos
despacio.
    Esperanza (Se vuelve a los muchachos amable.) Yo me llamo Esperanza y también
soy “Nosotros”.
    Miguel- ¿Entonces no tiene prisa por llegar o piensa que vamos a toda velocidad?
    Esperanza (Se lo piensa.) Me traslado a vivir a casa de mi hermana. Ya sabéis: llega
una edad en que la soledad se torna peligrosa. Desde que murió mi marido hace ya
más de 15 años, no he vuelto a compartir vivienda.
    Marta- Tendrá entonces ganas de llegar ¿no?
    Esperanza- (Se lo piensa.) Pues sí y no. Está bien tener compañía, pero también se
pierde independencia. Además cuando alguien va a vivir a casa de otro siempre se
encuentra al principio con dificultades. Eso sin contar que mi hermana y yo nunca nos
hemos llevado excesivamente bien.
    Ana- Resumiendo: que no le importaría demorar la llegada. (Esperanza asiente.)
¿Pero cree que vamos de prisa o no?
    Esperanza- ¡No! Creo que todo va bien. Como debería.
    Lola- Perdonadme si me meto en conversación ajena. Mi nombre es Lola y yo si que
empiezo a pensar que este viaje está resultando demasiado largo y muy extraño.
    Ismael- ¡Por fin! Parecía que era yo el único que se enteraba de que algo no marcha
bien. ¿Dónde está el resto de los coches? ¿Y los pueblos que deberíamos estar
rebasando? ¿Y el peaje de la autopista? ¿Cuándo nos vamos a detener en el peaje?
¡Hace rato que deberíamos haberlo superado!
    Lola- ¿Se llama usted?
    Ismael- ¡Qué más da como me llamo! Lo único importante es que estamos atrapados
en este autobús del demonio, sabe dios hacia dónde nos dirigimos y nadie parece
percatarse de ello.
    Lola- Decirnos su nombre no va a perjudicarle en nada. Es solo un acto de cortesía.
    Ismael- (Con el ceño fruncido y sin muchas ganas.) Ismael (En un susurro.)
    Lola- ¿Cómo ha dicho?
    Ismael. (Se pone en pie y los mira a todos.) ¡Ismael! (Grita.) ¿Ya están satisfechos?
    Esperanza- Tranquilícese joven. Y perdónenos, no era nuestra intención
importunarle.
    Marta- No le pida disculpas, no se las merece. Ese tío es un imbécil.
    Ismael- Oye niña, cierra el pico.
    Marta- Cierre el pico usted. Todos estamos en su misma situación y nadie más que
usted está perdiendo los papeles.
    Ismael- Tal vez sea porque como entre todos no juntáis un cerebro, no os estáis
enterando de nada.
    Lola- (Mirando a todos en general.) Será mejor que nos tranquilicemos. (Hacia
Ismael.) Y usted debería sentarse ¿no cree? Piense que con un golpe de volante puede
caerse y hacerse daño.
    Ismael- (Se lo piensa, pero se sienta y con voz más calmada como para si mismo.) Me
extraña que a este paso de tortuga pudiese caerme.
    Ana- (Le pregunta a su amiga intrigada.) ¿Pero de verdad vamos tan despacio? A mi
no me lo parece.
    Marta- Esto es una estupidez de marca “Anzuelo”. ¿Acaso no tenemos reloj? Con
calcular el tiempo que llevamos a bordo saldríamos de dudas.
    Miguel- Pues no va a ser tan fácil. El autobús sale normalmente a las y media, pero
estuvimos tanto tiempo en la estación aguardando turno para salir que cualquiera
sabe. Yo no me acordé de mirar el reloj. Aunque seguro de que el señor Ismael si lo
hizo (Levantando la voz para que el aludido escuchase.)
    Ismael- Ya os lo he dicho cien veces. ¡Llevamos horas de retraso sumergidos en la
niebla sin otra compañía que la oscuridad total! Ahí afuera los coches han
desaparecido, los pueblos se han volatilizado. No tenemos cobertura ¡Estamos solos
en medio de ninguna parte!
    Se hace un silencio sepulcral durante unos minutos. Los pasajeros se miran
nerviosos. Ismael congestionado se aferra al maletín.
    Miguel- (Chista para llamar la atención de Lola .Esta se gira hacia él.) Se llamaba
usted Lola ¿verdad? (La mujer asiente.) ¿Qué opina de todo esto? ¿Consultó usted el
reloj antes de salir de la estación?
    Lola- Lo lamento, pero no. Desde que subí al autobús me puse con el portátil y
realmente no me enteré de que ya estábamos en carretera hasta que hicimos la
primera parada. Y tampoco entonces se me ocurrió mirar la hora. Sabía que
llegaríamos tarde a causa del retraso en la salida.
    Miguel- ¿Y tu, Ngom?
    Ngom- Lo siento, he estado durmiendo desde que me senté hasta que ese (Dijo
señalando a Ismael.) nos despertó. No me he enterado de nada.
    Esperanza- Yo también he dormido (En tono de disculpa.) No puedo decir
exactamente cuánto tiempo llevamos en la carretera.
    Marta- ¡Pues estamos frescos! ¿Tendremos que fiarnos de la palabra de ese tío al
que le falta un tornillo? (No habló muy alto, pero Ismael la escuchó.)
    Ismael- (Se levanta furibundo, pero sin olvidar el maletín.) Creo, niña que te estás
pasando un pelo. A mí cerebro no le pasa nada. Tal vez sí al vuestro que parece vivir en
Disneylandia. Me da igual si no queréis enteraros y preferís pensar que todo marcha
como la seda. ¡Que la noche es maravillosa y que este viaje no va hacia el infierno! ¡Es
asunto vuestro! Yo solo digo lo que sé. Si no queréis creerme, será peor para vosotros.
    Se hace un silencio pesado en el autobús.
    Pablo- (A Miguel con evidente temor.) ¿Y si ese tipejo tuviese razón y si nos hubiesen
secuestrado, o algo así?
    Ismael- (Suelta una estruendosa carcajada.) ¡Al único al que le funciona la cabeza es
el que todavía ni se afeita! ¡Así nos va!
    Miguel-¡Ya está bien! ¡Está usted asustando a mi hermano! ¡No le da vergüenza
aterrorizar a un niño!
    Ismael- Tal vez tu estés tan atemorizado como él. Pareces un chico listo y desde
luego, para cualquiera que tenga el más mínimo cerebro, es evidente que algo extraño
y terrible nos está sucediendo. No sé cuando vais a rendiros a la evidencia. Él
muchacho ya lo ha hecho (Señalando a Pablo.) ¿A que esperan los demás?
    Esperanza- (Con los nervios a flor de piel.) ¿Por qué dice usted esas cosas? ¿Qué saca
en limpio con asustarnos? Ya soy una mujer mayor, mi corazón no está en su mejor
momento. ¿Porqué insiste en angustiarnos?
    Lola- Será mejor que nos calmemos y no saquemos las cosas de quicio.
    Ismael- ¿Está usted cambiando de opinión? Hasta ahora pensaba como yo que
estábamos tardando demasiado.
    Lola- Lo creo sí. El viaje se está alargando más de la cuenta. Eso es verdad. Pero de
ahí a pensar que estamos siendo secuestrados, perdone señor, pero no me lo creo. Y le
aseguro que no resido en disneylandia.
    Ismael-Yo no he hablado para nada de un secuestro. No. Un secuestro no. Eso lo ha
dicho el chico.
    El autobús permanece unos instantes en silencio.
    Ana- (A Marta y al resto de los muchachos.)- Lo dice de tal manera como si él supiera
algo que no nos quiere contar. Cómo si tuviese más información de la que nosotros
conocemos.
    Lola- (Lo escucha y se vuelve hacia Ismael.) Creo que si sabe algo más sobre lo que
está sucediendo, ha llegado el momento de soltarlo. Todos tenemos derecho a estar
informados. Estamos todos en el mismo barco.
    Pablo- Mismo autobús, para ser más exactos.
    Lola- (Sonríe.) ¡De acuerdo! Mismo autobús. ¡Todos correremos la misma suerte!
    Ismael- (Se pone en pie y habla para todos.) Esto es evidentemente un robo.
    Marta- ¿Un robo? Pues hasta ahora a mí no me falta nada. (Con cierta ironía.)
    Ismael- (Sin prestar atención a la interrupción.) El autobús se sale de su ruta
habitual, se desplaza por caminos estrechos y oscuros hasta llegar al punto de
encuentro.
    Miguel- (Bajando un poco el tono de voz y escrutando al conductor.) Entonces,
¿acusa usted al conductor de estar involucrado en el robo?
    Ismael- (Asiente con la cabeza y mira de soslayo al conductor.) Desde luego. (En un
susurro.) Y cuando lleguemos al lugar convenido, el cómplice nos desplumará a todos.
Por supuesto, a mí el primero. (Aferrándose al maletín.)
    Ana- ¿A qué cómplice se refiere? ¡No lo entiendo!
    Ismael calla un instante y regresa a su asiento.
    Esperanza- (Nerviosa.) ¿No ha escuchado a la chica? ¿Quién nos va a robar? ¿Quién
nos va a atacar? ¡Dígalo! Si lo sabe, no tiene derecho a callarse.
    Todos aguardan inquietos por la respuesta.
    Ismael- (Se vuelve al fin.) Tal vez ese hombre puede aclararnos algo. (Señala Ngom.)
    Ngom- ¡No! ¡Yo no sé nada! ¡No sé de que habla ese señor!
    Miguel- ¡El colmo! Pero qué, qué qué... (No encuentra la palabra.)
    Pablo- Piiii (Simulando uno de esos pitos que en televisión pretenden ocultar una
palabra mal sonante.)
    Miguel- ¡Eso! Pi y cabrón. Qué eso es lo que es este tío. ¡Qué fácil! ¡Qué nos
encontramos en un problema, pues el inmigrante tiene la culpa! ¡Es increíble! Ana- ¡Es
asqueroso!
    Ngom- ¡De verdad que yo no tengo nada que ver! ¡No he hecho nada malo!
    Marta- ¡Claro que no, hombre! No le hagas caso a ese tipejo. También podría
haberme acusado a mí, como estoy pasada de peso podría también ser sospechosa.
    Pablo- (Con ironía y señalando el bolso de Lola que se halla abierto en el asiento.)
Ella también puede ser sospechosa. ¡Es fumadora!
    Miguel- ¡Sí, claro! Y no le preguntemos a Ngom por su religión. Como sea musulmán
está condenado seguro.
    Ngom- Yo no he hecho nada.
    Marta- Tranquilo Ngom. No todos pensamos igual. Lo de este tío es xenofobia y
racismo del puro.
    Ismael se sienta en su lugar ignorando a los presentes.
    Esperanza- No es racismo. Yo, por supuesto, no soy racista, pero convendrás
conmigo que las cárceles están llenas de extranjeros.
    Pablo- ¡Mira con lo que nos sale la abuela! ¡Y parecía una mujer amable!
    Esperanza- Y soy una mujer amable. Pero la realidad no tiene que ver con eso. Y la
realidad es que hay más presos extranjeros que españoles.
    Ana- ¡Esto es el colmo!
    Marta- Tienes razón. Es como el chiste de la araña y el científico.
    Pablo- Ese no lo conozco.
    Marta- Pues es un científico que experimenta con una arañita. Cada vez que le
arranca una pata, llama a la arañita y ella avanza lentamente hacia él. Claro que
cuando le arranca todas las patas la arañita ya no se mueve. Y la conclusión del
científico es: arañas sin patas son sordas.
    Esperanza- No entiendo que tiene que ver ese chiste con lo que he dicho.
    Ana- ¿Qué le parece que las cárceles están llenas de pobres y no de extranjeros?
    Esperanza- También hay pobres que son de aquí y no terminan en las cárceles.
    Miguel- (Con sorna.) Sí claro, las cárceles están rebosantes de millonarios.
    De repente, un grito generalizado corta la conversación.
    Conductor- ¡Sujétense!
    El autobús traza dos curvas cerradas de improviso. Los pasajeros salen catapultados
de sus asientos. Bolsas y paquetes ruedan.
    Esperanza a punto está de caerse. Ngom estira el brazo y la sujeta en el último
momento impidiendo que se golpee contra el suelo.
    Conductor- (Enderezando el vehículo.) ¡Ya ha pasado el peligro! ¿Están todos bien?
    Los pasajeros se acomodan y recogen todo lo caído.
    Ismael- ¡Os lo dije! ¡El conductor está involucrado! ¡Ha querido acabar con nosotros!
(Se aproxima furioso al conductor.) ¿Qué es lo que pretende? ¡Explíquese
inmediatamente! Sabe que sospechamos de usted y ha permanecido todo el rato en
silencio. (Mirando para el pasaje.) ¿Qué más pruebas necesitamos para estar
convencidos de que está metido en esto? (De nuevo al conductor.) No me dirá que
este cristal ridículo le ha impedido enterarse de que todos sospechamos que este viaje
no es trigo limpio. ¿A qué espera para decirnos la verdad?
    Conductor-¡No sabe usted lo que dice! ¡Claro que les he escuchado, pero tenía cosas
más importantes en las que ocupar mi mente! ¿Qué le parece intentar que este
autobús no se despeñe entre la niebla? ¿Realmente quiere saber la verdad?
    Ismael- ¡Por supuesto! ¡Tenemos derecho!
    Conductor- ¡Pues es cierto! Hace más de una hora que deberíamos haber llegado. La
radio no funciona, el GPS está muerto. Ignoro donde estamos y cuál es la carretera que
recorremos. Hago todo lo que puedo por seguir las líneas pintadas en el asfalto, pero
cada vez la niebla es más tupida. Las curvas me han sorprendido de improviso, eso que
el autobús va perdiendo velocidad a pesar de que cuando la visibilidad mejora, piso el
acelerador para ganar tiempo. ¡Es imposible! ¡No sé donde estamos ni a donde nos
dirigimos! Y también puedo informales de que estamos absolutamente solos en la
carretera.
    Lola- ¡Esto es una locura!
    Ana- ¿A qué se refiere con que estamos absolutamente solos?
    Conductor- Hace más de una hora que no nos cruzamos con ningún coche y creo que
hace algo más que no veo ninguno en nuestra dirección.
    Marta- (Sin mucha convicción.) Quizá sea la niebla que como está tan cerrada impida
que los veamos.
    Ismael regresa a su asiento. Todos se callan. Ngom está con Esperanza en su asiento.
Le limpia una pierna. Esperanza comienza a gimotear.
    Esperanza- Tenemos que parar. ¡Estoy sangrando mucho por la rodilla y me duele
una barbaridad! ¡Tenemos que detenernos!
    Ngom- La herida no parece grave, pero debería verla un médico.
    Ismael- ¿Detenernos? ¡Ni lo sueñe! ¿Cómo pretenden que lleguemos a nuestro
destino si dejamos la calzada? Además ¿Quién sabe que hay ahí afuera? ¿Y si no hay
espacio para pararnos? ¿Y si el autobús se cae por un terraplén? ¿Y si otro coche nos
embiste?
    Marta- ¿Pero no ha oído al conductor? Hace rato que estamos completamente
solos. ¿Quién nos iba a embestir?
    Miguel- Yo creo que parar es una gran idea. Puede que estemos cerca de alguna casa
o de un bar. Podríamos bajar a preguntar donde nos encontramos y llamar por
teléfono. Eso terminaría con todas nuestras dudas.
    Lola- No sé. A mi me parece peligroso. (Se levanta para ver la herida de Esperanza.)
Solo es un corte. Podríamos hacerle una cura de emergencia con el botiquín. Con un
poco de desinfectante y unas gasas quedaría perfecto hasta llegar a la estación.
    Ismael- Yo voto por eso. Es absurdo que nos detengamos en plena carretera con esta
oscuridad. ¿Nunca han escuchado esos accidentes por pararse en la autopista? ¡Es
muy peligroso!
    Miguel- El conductor no conoce esta carretera. Es posible que a causa de la niebla
nos hallamos desviado de la ruta y ya no estemos en la autopista. Eso explicaría que no
haya tráfico alguno.
    Lola- Pero no podemos estar seguros. Es un gran riesgo.
    Esperanza- (Gimotea.) Quiero parar, quiero salir de este autobús.
    Ngom- No se ponga nerviosa. No nos va a pasar nada.
    Ismael- ¿Y eso quién te lo ha dicho? Alguno de tus dioses africanos.
    Ana- ¡Cállese de una vez!
    Marta- ¡Qué tipo más repugnante!
    Ismael- ¡Un poco de educación, niña! ¡Los jóvenes de ahora ya se sabe!
    Miguel- Y de los hombres de su edad, ya se sabe también.
    Ismael- ¿Qué pretendes decir, mocoso?
    Pablo- ¡Con mi hermano no se meta!
    Ismael- ¡Lo que nos faltaba! Dos adolescentes imberbes que van de machitos.
    Miguel- ¿Pero de qué va este tío?
    Marta- ¡No le hagáis caso que es un imbécil de marca!
    Lola- ¡Por favor! Debemos mantener la calma. Peleándonos no solucionaremos
nuestros problemas.
    Ana- Puede que tenga razón, pero alguien tiene que poner en su sitio a ese
energúmeno. ¿No pensará que como estamos en una situación delicada tenemos que
permitirle que se muestre como un asqueroso racista?
    Lola- Solo trato de poner un poco de paz.
    Esperanza- ¡Quiero bajar! ¡Quiero que paren el autobús ahora mismo! (Sollozando.)
    Ngom- No llore, por favor. No le va a pasar nada.
    Ismael- ¡Pero que listo es nuestro amigo “extranjero”! Sabe perfectamente lo que
nos va a suceder, ¿por qué será?
    Marta- ¡Es totalmente insoportable! ¡Es repugnante!
    Ngom- (Hacia los muchachos en susurro.) No le hagáis caso. No me importa.
    Miguel- Pero a mí si me importa. ¡Es usted lo peor de este viaje infernal! Deberíamos
de parar y echarlo fuera.
    Esperanza- ¡Sí, por favor! ¡Detengamos el autobús!
    Pablo- Deberíamos votar. ¡Yo voto por parar!
    Ismael- ¿Y a ti quién te dio voto en este entierro? Aun no tienes edad, mocoso.
Todavía te faltan años para tener ese derecho.
    Miguel- Mi hermano tiene razón. Votaremos y desde luego, su voto cuenta como el
que más.
    Ismael-¡De eso nada! Ni el mocoso ni el negro tienen derecho a votar.
    Ana- ¡Es que me da ganas de vomitar!
    Marta- (Sarcástica.) Nosotras somos mujeres, ¿podemos votar o también le parece
una aberración que tengamos derecho al voto? Ismael- ¡Qué remedio! (Murmura.)
    Esperanza- Votemos ya, por favor. ¡Yo quiero bajar!
    Pablo- Ya somos dos.
    Miguel- Yo también voto por parar en el arcén. Y van tres.
    Ana- ¡Contad conmigo! Ya somos cuatro.
    Marta- Cinco con mi voto. ¿Y tu, Ngom?
    Ngom- No sé. No quiero problemas.
    Ismael- ¡Vaya! Hasta ahora sabía muchas cosas, pero cuando le preguntas
directamente, ya ves, de repente es un ignorante.
    Miguel- ¡Váyase a la mierda! (A Ngom.) Debes votar como los demás. Aquí estamos
todos en la misma situación.
    Ngom- (Se toma su tiempo.) Bueno, yo...
    Esperanza- ¡Por favor, necesito bajar del autobús!
    Ngom- No se preocupe. Votaré también por bajar.
    Pablo- ¡Ya somos cinco! Mayoría. ¡Qué el conductor detenga el autobús!
    Esperanza- Sí, deténgase de una vez.
    Conductor- ¿Están todos de acuerdo?
    Ismael- ¡Claro que no! ¿Es que no se entera usted de nada? Yo no quiero bajar. Me
niego a que se detenga el autobús. He pagado por un viaje a la ciudad y quiero que
sigamos avanzando. ¿Y usted? ¿Está de mi parte? (A Lola.)
    Lola- A mi me parece peligroso pararnos en el arcén. Creo que es un gran riesgo,
pero no me voy a oponer a la mayoría. Si todos quieren bajar, cuenten también con mi
voto.
    Ismael- ¡Es el colmo! ¡No pueden hacerlo! ¡Nos vamos a matar o algo peor!
    Miguel- ¡Siéntese y cállese de una vez! Conductor, estamos preparados.
    Ismael- ¿Y que pasa con el conductor? ¿El no tiene derecho a votar? ¿Lo tiene el
negro y el niño y no el hombre que lleva el autobús?
    Conductor- No votaré. Aceptaré lo que la mayoría proponga.
    Esperanza- ¡Pare ya, por favor!
    Conductor- ¿Están seguros?
    Se escucha un sí general.
    Conductor- ¡Está bien! ¡Agárrense fuerte por lo que pueda pasar! Pondré el
intermitente y reduciré la marcha. Trataremos de detenernos a la derecha en el arcén.
    El intermitente suena en el autobús. Todos están callados y sentados. Solo se oye el
gimoteo de Esperanza.
    Conductor- Allá vamos
    Todos permanecen atentos.
    Conductor- ¡Dios mío! ¡No puede ser! ¡Cuidado! ¡Sujétense!
    El conductor da de nuevo un volantazo. Todos se inclinan violentamente hacia la
izquierda y gritan. El conductor consigue enderezar de nuevo el autobús.
    Esperanza- ¿Qué está pasando? ¡Párese ya!
    Conductor- ¡Lo lamento! ¿Están todos bien? ¿Hay alguien herido?
    Miguel- ¿Qué es lo que ha sucedido? ¿Porqué el autobús no se detiene?
    Marta- ¡Eso! Díganos de una vez de qué va esto.
    Conductor- Lo siento muchísimo. ¡No entiendo nada!
    Ana- ¿Pero qué demonios tiene que comprender? ¡Solo tenía que detener el
autobús!
    Conductor- Ya les he dicho que lo siento. He hecho lo que he podido...
    Lola- ¿Qué quiere decir?
    Conductor- Me ha sido imposible detener el autobús. ¡Los frenos no responden!
    Lola- ¡Cielo santo!
    Murmullos de horror.
    Ismael- ¡Esto va de mal en peor! ¿Nos está diciendo que avanzamos a oscuras por
una carretera desconocida cubierta de niebla y sin frenos?
    Esperanza- (Gimoteando.) ¡Esto es una pesadilla! ¡No lo aguanto más!
    Conductor- No es exactamente así. Ismael- ¡Déjese de divagar y díganos de una vez
lo que ha sucedido!
    Conductor- Sí tenemos frenos. (Musita)
    Esperanza- ¡Pues entonces pare de una vez!
    Conductor- ¡No he podido! ¿Es que no lo han visto? El autobús me permite reducir la
velocidad, pero cuando he intentado detener el vehículo no me ha sido posible. Los
frenos no respondían.
    Miguel- ¡No entiendo nada!
    Conductor- Pues está muy claro. No podemos detenernos. El autobús no lo permite.
¡Estamos atrapados aquí dentro!
    El pasaje se mira aterrado y en silencio.
    Lola- (Le habla a Esperanza) Está usted sangrando en la pierna. Será mejor que le
haga una cura.
    Ngom- Espere que le ayudo.
    Ngom sujeta la pierna en alto de Esperanza mientras Lola limpia la herida y la cubre
con una tirita. Los demás permanecen en sus asientos en silencio.
    Pablo- (A su hermano.) Estoy asustado ¿sabes? Es como si el autobús nos tuviese
prisioneros. No nos deja parar, no nos deja acelerar. ¿Qué quiere el autobús de
nosotros? ¿Porqué nos hace esto?
    Miguel- Es raro, sí y muy inquietante. Pero no debes preocuparte. Al menos estamos
aquí dentro calentitos, protegidos de la noche de perros que hay ahí afuera. Tenemos
agua en la bolsa y embutidos en los regalos de Navidad. (Los paquetes de regalo están
en el asiento de delante.)
    Pablo- ¡Eso es cierto! Al menos no nos moriremos de hambre y sed. ¿Tu crees que
esto durará mucho tiempo? Alguna vez se acabará la gasolina y pararemos ¿no?
Miguel- (Se encoge de hombros.) ¡Ojalá! Podríamos salir de esta cárcel.
    Pablo- ¿Tu crees que papá y mamá ya habrán llegado a la casa de la abuela? A lo
mejor están muy preocupados por nosotros. Tal vez, se hallan dado cuenta de que algo
raro nos ha sucedido y envíen a alguien a rescatarnos.
    Miguel- Es una posibilidad. ¿Sabes? Ahora también yo tengo ganas de llegar a casa y
ver a papá, a mamá y a la abuela. Desde que comenzó todo este lío no me he vuelto a
acordar de Carmen y ahora que me ha pasado por la cabeza, me he dado cuenta de
que ya me da igual. Si prefiere estar con Carlos que conmigo, pues que le cunda. ¡Paso
de ella!
    Pablo- ¡Haces bien, hermanito! Y pasa también de él. Menudo un amigo el que te
birla la novia cuando te descuidas. ¡Qué le den! ¿Qué te parece si nos olvidamos de
todo y nos lanzamos sobre el salchichón. ¡El miedo me da hambre!
    Conductor- ¡Estupendo! ¡Es genial! ¡Atención todos! Creo que las cosas están
mejorando por aquí.
    Se escucha un suspiro de alivio general.
    Ismael- ¡Por fin! Ya estaba perdiendo la esperanza. Por un momento pensé que iba
envejecer en este cochambroso autobús.
    Lola- Díganos ¿Qué pasa? ¿Ha recuperado la radio o el GPS?
    Ngom- (A Esperanza.) ¡Ya puede estar tranquila! Pronto la visitará un médico.
    Conductor- Bueno, no tan de prisa. Ni la radio ni el GPS funcionan todavía, pero el
autobús se ha acelerado, por primera vez en una hora. ¡Es una buena señal!
    Esperanza- ¿Acelerado? ¡No lo entiendo! ¿Pero no queríamos detenernos? ¿Qué
bueno puede haber en que ganemos velocidad? ¡No lo comprendo!
    Ana- Tiene razón. ¡No podemos abandonar el autobús! ¿Qué más nos da que ahora
vaya más deprisa!
    Marta- A ver si aún por encima, nos vamos a estrellar con toda esta niebla.
    Ismael- Si vamos a más velocidad llegaremos antes ¿No lo entienden? De eso se
trata. Por eso hemos subido a esta autobús, para llegar a la ciudad.
    Ana- ¡No diga tonterías! Si ni siquiera sabemos en qué carretera nos encontramos.
Quizás por aquí no se vaya a la ciudad. Ir a más velocidad no soluciona nuestros
problemas.
    Marta- Aunque es posible que si el autobús ahora nos permite acelerar, también nos
permita reducir.
    Ana-¡Tienes razón! ¿Por qué no intenta de nuevo detenerse?
    Ismael- ¡Y dale! ¿Vamos a volver a la discusión de antes? ¡Yo no quiero detenerme!
Quiero seguir y seguir hasta llegar a la estación.
    Esperanza- Inténtelo, por favor. Pruebe a pararse otra vez.
    Ismael- ¡Ni hablar! Apriete el acelerador y sáquenos de aquí lo antes posible.
    Esperanza- No, por favor. ¡Pare!
    Conductor- ¡Sujétense! ¡Curvas!
    Esta vez el pasaje se sujeta a tiempo. Ngom protege con su cuerpo el de Esperanza.
Aunque el autobús se inclina violentamente, ninguno se cae.
    Ana- ¡Esto es demasiado! ¡Es como si descendiéramos por una montaña de los más
sinuosa!
    Marta- ¡Sujétate con fuerza!
    Ana- ¿Pero donde demonios estamos? ¿Pero qué montaña es esta?
    El autobús se endereza.
    Conductor- ¿Están todos bien ahí atrás? Se ha acabado el tramo de curvas cerradas.
    Esperanza- (Gimotea) ¡Qué locura! ¡Nada de esto tiene el más mínimo sentido!
¡Necesito salir de aquí!
    Conductor- Lo lamento, de verdad. Pero he tratado de reducir la velocidad y no es
posible. Hemos ganado algo de ritmo. Es lo único que nos permite el autobús.
    Ana- Esperanza tiene razón. ¡Esto es de locos! ¿Es que es el autobús el que toma sus
propias decisiones?
    Marta- Eso parece. Lo que no entiendo es porqué lo hace.
    Ismael- ¡Chorradas! ¡Solo decís chorradas! ¿Cómo va a ser un autobús el que nos
mantiene prisioneros? ¡Un robo! ¡Eso es lo que es! ¡Alguien nos quiere robar!
    Ana- ¿Ya vuelve usted a las andadas? ¿Va a volver con la conspiración entre Ngom y
el conductor? Aburre usted a las ovejas.
    Ismael- ¡Olvídame, niña! (Con sorna.) Si tu prefieres pensar que el malísimo autobús,
quiere vengarse de nosotros por la subida de los combustibles, pues tu misma. Yo sigo
pensando que si alguien quiere dañarnos, ese ha de ser un tío de carne y hueso, no un
montón de chatarra.
    Marta- Ya conocemos sus teorías, no hace falta que las repita: negros, inmigrantes,
gordos, fumadores, jóvenes haciendo botellón y mujeres con derecho a voto, lo
peorcito de la sociedad. Los culpables de todos nuestros males.
    Ismael- (Se levanta del asiento y se enfrenta a Marta.) Niña, me tienes más que
harto. Lo que tu necesitas es...
    Marta- No me diga más. Usted es uno de esos que lo arreglan todo a palos ¿Verdad?
    Ismael- Es que iba hasta ahí y....
    Lola- ¡No discutan, por favor! Ya es suficientemente angustioso el ambiente del
autobús como para que nos agobien con sus disputas.
    Ana- Usted debería apoyarnos, también es mujer.
    Lola- Es que este no parece el momento adecuado para disputas.
    Ana- Pues yo creo que cualquier momento es bueno para poner a un intolerante en
su sitio.
    Marta- ¡Bien dicho! El miedo no debe hacernos renunciar a defender lo que
pensamos.
    Ismael- Jua jua . Mujeres reivindicativas. ¡Son una plaga!
    Miguel- Una plaga son los tipos como usted, que dan verdadero repelús.

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