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Diálogo porteño

--¡Oiga!... ¡Diga!... 
--¿A mí me hablan? 
--Sí. ¿Conoce la calle Artigas, maestro? 
--¿Maestro, yo? ¡Si apenas terminé la primaria! 
Tuve que ayudar a mi papá desde chico. 
--¿Qué me está diciendo, mozo? 
--Eso sí que no lo hice, ¿ve? De mozo nunca 
trabajé. 
--Estoy apurado, hermano. ¿Conoce o no conoce 
esa calle? 
--Siempre me dijeron que era hijo único, ¿hermano 
de dónde? 
--¿Me está tomando el pelo, compañero? 
--Le aclaro: peluquero tampoco soy. En cuanto a lo 
de compañero... ¿De qué colegio? 
--Amigo: la calle Artigas 
--Amigo puede ser mientras no me pida plata. 
--¡Vamos, viejo, si lo único que le pido...! 
--Viejo no: me queda mucha cuerda todavía. 
--¡Nene: no me haga bromas! 
--Tampoco hay que exagerar; hace años que dejé el 
chupete. 
--¡Dale, negro! 
--Un poco quemadito, nada más, y por el sol. 
--Qué complicado es usted, tío. 
--Más tío será su abuelo. 
--Me está aburriendo, loco; ¿sabe o no sabe? 
--Bueno. Dicen que los locos son los más sabios... 
--Lo único que quiero es encontrar esa calle, joven. 
--¿Usted cree? ¿Qué edad me da? 
--Me ganaste, flaco; abandono. 
--¿Flaco con noventa kilos?... Mire: si busca esa calle pregúntele a aquel señor. 
--¿El mono que viene allá? ¡Gracias, m´hijo!... ¡Oiga!... ¡Diga!... ¡Coso!... ¡Che!... ¿Conoce la
calle Artigas, maestro?
                                                                                    Horacio Clamente
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Título: ¡Vamos a la playa! 


Autor: Fabián Choque
               
Personajes: 
Don Rogelio (El Papá) 
Doña Lola (La mamá) 
Timmy (El hermano menor) 
Sabina (La hermana mayor)

(Se abre del telón y aparece toda la familia corriendo por todo el escenario
totalmente apurados) 

Doña Lola: ¡Apúrense por favor que ya tenemos que irnos! ¡Ay! (Sigue corriendo
por todo el escenario)
Sabina: (Se pone frente al público toda desesperada. Se queda en silencio por un
momento) ¡No encuentro mi bloqueador! (Se toca las mejillas) ¡Me voy a quemar
la piel! 
Timmy: (Poniéndose a su lado, la abraza y le jala de la mejilla) ¡Gran cosa por
este pellejo! 
Sabina: (Lo empuja) ¡Cállate, renacuajo! ¡Vete! (Grita desesperada) ¡¡¡Mamá!!! 
Doña Lola: (Va hacia ella) ¡Qué pasa, hija! 
Sabina: (La abraza) Mamá, no podré ir. 
Doña Lola: (La mira sorprendida) ¡Por qué no, hija! (Se acerca a ella) 
Sabina: (Se toca la cara mientras mira a su mamá) ¡Porque me malograré el cutis
con el sol! 
Timmy: (De lejos) ¡Es pellejo! 
Sabina: ¡¡¡Mira, ya cállate!!! (Ve a su mamá) ¡Qué hago, mami! (Apoya la cabeza
en su pecho) 
Doña Lola: (Le golpea suavemente la cabeza) Ya hijita (Mira a todos lados como
buscando a alguien) Ya, ya, ya (Ve a su esposo) ¡Mira, acá está tu papá! (Toma
su mano y lo jala hacia Sabina) ¡Él sabrá cómo ayudarte! (Mira a su esposo y le
habla en secreto) ¡Ayuda a tu hija, oye! (Se va) 
Don Rogelio: (Abrazándola mientras mira a su esposa, molesto y le habla en
secreto) ¿¡Cómo safaz del bulto, no!? (Mira a su hija) ¡A ver, qué pasa hija! 
Sabina: ¡Papá, se me ha perdido mi bloqueador y se va a malograr mi tersa piel! 
Timmy: ¡Se va a parecer a la vieja del “Titanic”! (Se ríe) 
Sabina: (Toma un adorno de la mesa de centro y se lo lanza a su hermano) ¡¡¡Ya
cállate!!! 
Don Rogelio: (Ve mira a Timmy) ¡Ya no molestes a tu hermana! (Ve a su hija y la
sigue abrazando) 
Sabina: ¡Qué hago, papi! 
Don Rogelio: ¡Ya no te preocupes, hija! (Pasa su esposa y le muestra su reloj en
señal que se apure) Mira, llegando allá te compraré un sachet para ti solita, ¿OK? 
Timmy: ¡Sí, cómprale porque si no todos van a preferir ahogarse en el mar! (La
mamá se acerca a él por detrás y se lo lleva de las orejas fuera de escena) 
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Doña Lola: (Mientras se lo lleva fuera de escena) ¡Deja de molestar a tu


hermana! 
Timmy: ¡Auch….mamá me duele! (Mira a su hermana) ¡Ya ves lo que causas,
“pellejitos”! 
Sabina: ¡Fuera de acá! (Mira a su papá) ¡Papi! (Coloca la cabeza en el pecho de
su papá) 
Don Rogelio: Vamos hija (La abraza y camina con ella) ya verás que seguirás
siendo la misma chica linda de siempre con o sin bloqueador, ¿Está bien? 
Sabina: (Con voz triste) Eso espero (Van saliendo de escena) ¡Ya mi hijita, ya! 
Timmy: (Desde fuera del escenario) ¡Ay, Freddy Krugger! 
Sabina: ¡¡¡Mamá!!! (Luego de unos momentos, entra Timmy a escena de puntas y
se pone a buscar algo debajo del sofá) (Después, saca el bloqueador de su
hermana, con mirada maliciosa) 
Timmy: Acá está (Se ríe. Después, toma un recipiente con mayonesa y le pone
otra etiqueta) 
Timmy: (Va saliendo de escena, caminando y saltando) ¡Hermanita, ya encontré
tu bloqueador! (Se va cerrando el telón) 
Fin
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 “LA ISLA DESIERTA” (simplificada)                Roberto Arlt

ACTO ÚNICO
Oficina rectangular blanquísima, con ventanal a todo lo ancho del salón,
enmarcando un cielo azul. Frente a las mesas escritorios, dispuestos en hilera
como reclutas, trabajan, inclinados sobre las máquinas de escribir, los empleados.
En el centro y en el fondo del salón, la mesa del JEFE, emboscado tras unas
gafas negras y con el pelo cortado como la pelambre de un cepillo. Son las dos de
la tarde.
EL JEFE.- Otra equivocación, Manuel.
MANUEL.- ¿Señor?
EL JEFE.- Ha vuelto a equivocarse, Manuel.
MANUEL.- Lo siento, señor.
EL JEFE.- Yo también. (Alcanzándole la planilla.) Corríjala. (Un minuto de
silencio.)
EL JEFE.- María.
MARÍA.- ¿Señor?
EL JEFE.- Ha vuelto a equivocarse, María.
MARÍA.- (Acercándose al escritorio de EL JEFE.) Lo siento, señor.
EL JEFE.- También yo lo voy a sentir cuando tenga que hacerlos echar. Corrija.
(Nuevamente hay otro minuto de silencio. Durante este intervalo se oye el bronco
pito de un buque. Automáticamente todos los EMPLEADOS enderezan las
espaldas y se quedan mirando la ventana.)
EL JEFE.- (Irritado.) ¡A ver si siguen equivocándose! (Pausa.)
EMPLEADO 1º.- (Con un apagado grito de angustia.) ¡Oh! no; no es posible.
(Todos se vuelven hacia él.)
EL JEFE.- (Con venenosa suavidad.) ¿Qué no es posible, señor?
MANUEL.- No es posible trabajar aquí.
EL JEFE.- ¿No es posible trabajar aquí? ¿Y por qué no es posible trabajar aquí?
(Con lentitud.) ¿Hay pulgas en las sillas? ¿Cucarachas en la tinta?
MANUEL.- (Poniéndose de pie y gritando.) ¡Cómo no equivocarse! ¿Es posible
trabajar sin equivocarse aquí? Contéstame. ¿Es posible trabajar sin equivocarse
aquí?
EL JEFE.- No me falte, Manuel. Su antigüedad en la casa no lo autoriza a tanto.
¿Por qué se arrebata?
MANUEL.- Yo no me arrebato, señor. (Señalando la ventana.) Los culpables de
que nos equivoquemos son esos malditos buques.
EL JEFE.- (Extrañado.) ¿Los buques? (Pausa.) ¿Qué tienen los buques?
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MANUEL.- Sí, los buques. Los buques que entran y salen, chillándonos en las
orejas, metiéndosenos por los ojos, pasándonos las chimeneas por las narices.
(Se deja caer en la silla.) No puedo más.
TENEDOR DE LIBROS.- Don Manuel tiene razón. Cuando trabajábamos en el
subsuelo no nos equivocábamos nunca.
MARÍA.- Cierto; nunca nos sucedía esto.
EMPLEADA 1ª.- Hace siete años.
EMPLEADO 1º.- ¿Ya han pasado siete años?
EMPLEADO 2º.- Claro que han pasado.
TENEDOR DE LIBROS.- Yo creo, jefe, que estos buques, yendo y viniendo, son
perjudiciales para la contabilidad.
EL JEFE.- ¿Lo creen?
MANUEL.- Todos lo creemos. ¿No es cierto que todos lo creemos?
MARÍA.- Yo nunca he subido a un buque, pero lo creo.
TODOS.- Nosotros también lo creemos.
EMPLEADA 2ª.- Jefe, ¿ha subido a un buque, alguna vez?
EL JEFE.- Y para qué un jefe de oficina necesita subir a un buque?
MARÍA.- ¿Se dan cuenta? Ninguno de los que trabajan aquí ha subido a un
buque.
EMPLEADA 2ª.- Parece mentira que ninguno haya viajado.
EMPLEADO 2º.- ¿Y por qué no ha viajado usted?
EMPLEADA 2ª.- Esperaba casarme...
TENEDOR DE LIBROS.- Lo que es a mí, ganas no me han faltado.
EMPLEADO 2º.- Y a mí. Viajando es como se disfruta.
EMPLEADO 3º.- Vivimos entre estas cuatro paredes como en un calabozo.
MANUEL.- Cómo no equivocarnos. Estamos aquí suma que te suma, y por la
ventana no hacen nada más que pasar barcos que van a otras tierras. (Pausa.) A
otras tierras que no vimos nunca. Y que cuando fuimos jóvenes pensamos visitar.
EL JEFE.- (Irritado.) ¡Basta! ¡Basta de charlar! ¡Trabajen!
MANUEL.- No puedo trabajar.
EL JEFE.- ¿No puede? ¿Y por qué no puede, don Manuel?
MANUEL.- No. No puedo. El puerto me produce melancolía.
EL JEFE.- Le produce melancolía. (Irónico.) Así que le produce melancolía.
(Conteniendo su furor.) Siga, siga su trabajo.
MANUEL.- No puedo.
EL JEFE.- Veremos lo que dice el Director General. (Sale violentamente.)
MANUEL.- Cuarenta años de oficina. La juventud perdida.
MARÍA.- ¡Cuarenta años! ¿Y ahora?...
MANUEL.- ¿Y quieren decirme ustedes para qué?
EMPLEADA 3ª.- Ahora lo van a echar...
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MANUEL.- ¡Qué me importa!


EMPLEADA 2ª.- ¿Quiere una aspirina, Don Manuel?
MANUEL.- Gracias, señorita. Esto no se arregla con aspirina. Cuando yo era joven
creía que no podría soportar esta vida. Me llamaban las aventuras... los bosques.
Me hubiera gustado ser guardabosques. O cuidar un faro...
TENEDOR DE LIBROS.- Y pensar que a todo se acostumbra uno.
MANUEL.- Hasta a esto...
TENEDOR DE LIBROS.- Sin embargo, hay que reconocer que estábamos mejor
abajo. Lo malo es que en el subsuelo hay que trabajar con luz eléctrica.
MARÍA.- ¿Y con qué va a trabajar uno si no?
EMPLEADO 1º.- Uno estaba allí tan tranquilo como en el fondo de una tumba.
TENEDOR DE LIBROS.- Cierto, se parece a una tumba. Yo muchas veces me
decía: "Si se apaga el sol, aquí no nos enteramos"...
MANUEL.- Y de pronto nos sacan del sótano y nos meten aquí. En plena luz.
¿Para qué queremos tanta luz? ¿Podés decirme para qué queremos tanta luz?
TENEDOR DE LIBROS.- Francamente, yo no sé...
EMPLEADA 2ª.- El jefe tiene que usar lentes negros...
EMPLEADO 2º.- Yo perdí la vista allá abajo...
EMPLEADO 1º.- Sí, pero estábamos tan tranquilos como en el fondo del mar.
TENEDOR DE LIBROS.- De allí traje mi reumatismo. (Entra CIPRIANO.. Es
MULATO, simple y complicado, exquisito y brutal, y su voz por momentos
persuasiva.)
MULATO.- ¿Y el Jefe?
EMPLEADA 2ª.- No está. ¿No ve que no está?
EMPLEADO 2º.- Fue a la Dirección...
MULATO.- (Mirando por la ventana.) ¡Hoy llegó el "Astoria"! Yo lo imaginaba en
Buenos Aires.
EMPLEADA 2ª.- (Acercándose a la ventana.) ¡Qué chimeneas grandes tiene!
MULATO.- Desplaza cuarenta y tres mil toneladas...
EMPLEADO 1º.- Ya bajan los pasajeros...
MANUEL.- Y nosotros quisiéramos subir.
MULATO.- Y pensar que yo he subido a casi todos los buques que dan vuelta por
los puertos del mundo.
EMPLEADO 2º.- Hablaron mucho los diarios...
MULATO.- Sé los metros que miden. En qué ciudades se construyeron. De qué
año son. Yo, cuando menos, merecía ser ingeniero naval.
EMPLEADO 2º.- Vos, ingeniero naval... No me hagas reír.
MULATO.- O capitán de un barco. He sido cadete, lavaplatos, marinero, cocinero
de veleros, maquinista de yates, piloto de cruceros…
EMPLEADO 2º.- ¿Por donde viajaste? ¿Por el lago del Parque Rodó?
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MULATO.- (Sin mirar al que lo interrumpe.) Desde los siete años que doy vueltas
por el mundo, y juro que jamás en la vida me he visto entre chusma tan
insignificante como la que tengo que tratar a veces...
MARÍA.- (A empleada 1ª.) Pequeña indirecta...
MULATO.- Conozco el mar de las Indias. El Caribe, el Mediterráneo... hasta el
océano Ártico conozco. Las focas, recostadas en los hielos, lo miran a uno como
mujeres aburridas, sin moverse...
EMPLEADO 2º.- ¡Che, debe hacer un frío bárbaro por ahí!
EMPLEADA 2ª.- Cuente, Cipriano, cuente. No haga caso.
MULATO.- (Sin volverse.) No voy a hacer caso de los perros que ladran… En una
canoa me he recorrido el Ganges. Y había que ver los cocodrilos que nos
seguían...
MARÍA.- No sea exagerado, Cipriano.
MULATO.- Se lo juro, señorita.
EMPLEADO 2º.- Indudablemente, este no pasó de Paso Carrasco.
MULATO.- (Violento.) A mí nadie me trata de mentiroso, ¿sabe? (Arrebatado, se
quita la chaquetilla, y luego la camisa, que muestra una camiseta roja, que
también se saca.)
EMPLEADA 1ª.- ¿Qué hace, Cipriano?
EMPLEADA 2ª.- ¿Está loco?
EMPLEADA 3ª.- Cuidado, que puede venir el jefe.
MULATO.- Vean, vean estos tatuajes. Digan si estos son tatuajes hechos entre
Punta Gorda y Carrasco. Vean...
EMPLEADA 2ª.- ¡Una mujer sin ropa!
MULATO.- Este tatuaje me lo hicieron en Madagascar, con una espina de tiburón.
EMPLEADO 2º.- ¡Qué mala espina!
MULATO.- Vean esta rosa que tengo sobre el ombligo. Observen que delicadeza
de pétalos. Un trabajo de indígenas australianos.
EMPLEADO 2º.- ¿No será una calcomanía?
EMPLEADA 2ª.- ¡Qué va a ser calcomanía! Este es un tatuaje de veras.
MULATO.- Le aseguro, señorita, que si me viera sin pantalones se asombraría...
TODOS.- ¡Oh... ah!...
MULATO.- Sin pantalones soy extraordinario.
EMPLEADA 1ª.- No se los pensará quitar, supongo.
MULATO.- ¿Por qué no?
EMPLEADA 3ª.- No, no se los quite.
MULATO.- No voy a quedar desnudo por eso. Y verán qué tatuajes tengo en las
piernas.
EMPLEADA 1ª.- Es que si entra alguien...
EMPLEADA 3ª.- Cerrando la puerta. (Va a la puerta.)
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MULATO.- (Quitándose los pantalones y quedando con un calzoncillo corto y rojo


con lunares blancos.) Miren estos dibujos. Son del más puro estilo malasio. ¿Qué
les parece esta línea de monos pelando bananas? (Murmullos de "Oh... ah...") Lo
menos que merezco es ser capitán de una isla. (Toma un pliego de papel  y
rasgándolo en tiras se lo coloca alrededor de la cintura.) Así van vestidos los
salvajes de las islas.
EMPLEADA 1ª.- ¿A las mujeres también les hacen tatuajes?...
MULATO.- Claro. ¡Y qué tatuajes! Como para resucitar a un muerto.
EMPLEADA 2ª.- ¿Y es doloroso tatuarse?
MULATO.- No mucho... Lo primero que hace el brujo tatuador es ponerlo a uno
bajo un árbol...
EMPLEADA 2ª.- Uy, que miedo.
MULATO.- Ningún miedo. El brujo acaricia la piel hasta dormirla. Y uno acaba por
no sentir nada.
EMPLEADO 1º.- Claro...
MULATO.- Siempre bajo los árboles hay hombres y mujeres haciéndose tatuar. Y
uno termina por no saber si es un hombre, un tigre, una nube o un dragón.
TODOS.- ¡Oh, quién lo iba a decir! ¡Si parece mentira!
MULATO.- (Fabricándose una corona con papel y poniéndosela.) Los brujos llevan
una corona así y nadie los mortifica.
EMPLEADA 1ª.- Es notable.
EMPLEADA 2ª.- Las cosas que se aprenden viajando...
MULATO.- Allá no hay jueces, ni cobradores de impuestos, ni divorcios, ni
guardianes de plaza. Cada hombre toma a la mujer que le gusta y cada mujer al
hombre que le agrada. Todos viven desnudos entre las flores, con collares de
rosas colgantes del cuello y los tobillos adornados de flores. Y se alimentan de
ensaladas de rosas y sopas de violetas.
TODOS.- Eh, eh...
EMPLEADA 2ª.- ¡Eh! ¡Cipriano, que no nacimos ayer!
MULATO.- Juro que se alimentan de ensaladas de rosas.
TODOS.- Nooo!
MULATO.- Sí!
EMPLEADO 2º.- Esto es demasiado...
MULATO.- Digo que sí. Y además los árboles están siempre cargados de toda
clase de fruta.
MANUEL.- No será como la que uno compra aquí, en la feria.
MULATO.- Allá no. Cuelgan libremente de las ramas y quien quiere, come, y quién
no quiere, no come... y por la noche, entre los grandes árboles, se encienden
fogatas y ocurre lo que es natural que ocurra entre hombres y mujeres.
EMPLEADA 1º.- ¡Qué países, qué países!
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MULATO.- Y digo que es muy saludable vivir así libremente. Al otro día la gente
trabaja con más ánimo en los arrozales y si uno tiene sed (toma un vaso de agua y
bebe.) parte un coco y bebe su deliciosa agua fresca.
MANUEL.- (Tirando violentamente un libro al suelo.) ¡Basta!
MULATO.- ¿Basta qué?
MANUEL.- Basta de trabajo. Se acabó. Me voy.
EMPLEADA 2ª.- ¿A dónde va, don Manuel?
MANUEL.- A recorrer el mundo. A vivir la vida. Basta de oficina. Basta de
números. Basta de reloj. Basta de aguantarlo a este otro desgraciado. (Señala la
mesa del jefe.) (Pausa.)
EMPLEADO 1º.- ¿Quién es el otro?
TODOS.- ¿Quién es?
MANUEL.- (Perplejo.) El otro... el otro... el otro... soy yo.
EMPLEADA 3ª.- ¡Usted, don Manuel!
MANUEL.- Sí, yo; que desde hace veinte años le llevo los chismes al jefe. Mucho
tiempo hacía que me amargaba este secreto. Pero trabajábamos en el subsuelo. Y
en el subsuelo las cosas no se sienten.
TODOS.- ¡Oh!...        
EMPLEADO 1º.- ¿Qué tiene que ver el subsuelo?
MANUEL.- No sé. La vida no se siente. Uno es como una lombriz solitaria en un
intestino de cemento. Pasan los días y no se sabe cuándo es de día, cuándo es de
noche. Misterio. (Con desesperación.) Pero un día nos traen a este décimo piso. Y
el cielo, las nubes, las chimeneas de los barcos nos entran en los ojos. Pero
entonces, ¿existía el cielo? Pero entonces, ¿existían los buques? ¿Y las nubes
existían? ¿Y uno, por qué no viajó? Por miedo. Por cobardía. Mírenme. Viejo.
Enfermo. ¿Para qué sirven mis cuarenta años detrabajo y de chismerío?
MULATO (enfático). - Miren qué noble es su corazón. Miren qué responsables son
sus palabras. Miren qué inocentes son sus intenciones. Deberían avergonzarse.
Llorar lágrimas de tinta. Todos ustedes se van a pudrir como asquerosas ratas
entre estos malditos libros. Un día se encontrarán con el sacerdote que vendrá a
despedirlos del mundo y en ese momento se preguntarán: "¿Qué he hecho de mi
vida? Consagrarla a la oficina. Bestias.
MANUEL. - Quiero vivir los pocos años que me quedan de vida en una isla
desierta. Tener mi cabaña a la sombra de una palmera. No pensar en horarios.
EMPLEADO 1º - Iremos juntos, don Manuel.
MARÍA. - Yo iría, pero para cumplir este deseo tendría que cobrar los meses de
sueldo que me acuerda la ley 11.729.
EMPLEADO 2º -Para que nos amparase la ley 11.729, tendrían que echarnos.
MULATO. - Aprovechen ahora que son jóvenes. Piensen que cuando les estén
dando el último adiós no podrán hacerlo.
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MARÍA. -La pena es que tendré que dejar a mi novio.


EMPLEADO 2° -¿Por qué no lo conserva en un freezer?
EMPLEADA 2ª - Cállese, odioso.
MULATO. - Señores, procedamos con corrección. Cuando don Manuel declaró
que él era el chismoso, un nuevo amanecer pareció iluminar a la humanidad.
Todos le miramos y nos dijimos: "He aquí un hombre honesto; he aquí un hombre
digno; he aquí la estatua misma de la virtud cívica y ciudadana".(Grave.) Don
Manuel. Usted ha dejado de ser don Manuel. Usted se ha convertido en Simbad el
Marino.
EMPLEADA 3ª - Qué bonito!
MANUEL. - Ahora, lo que hay que buscar es la isla desierta.
TENEDOR DE LIBROS. - ¿Hay todavía islas desiertas?
MULATO. - Sí, las hay. Vaya si las hay. Grandes islas. Y con árboles de pan. Y
con
plátanos. Y con pájaros de colores. Y con sol desde la mañana a la noche.
EMPLEADO 2º - ¿Y nosotros? ...
MULATO. - ¿Cómo nosotros?
EMPLEADA 2ª -¿Claro? ¿Y a nosotros nos van a largar aquí?
MULATO. - Vengan ustedes también.
TODOS. - Eso... vámonos todos.
MULATO. - Ah... y qué les diré de las playas de coral.
EMPLEADA 1ª Cuente, Cipriano, cuente.
MULATO. - Y los arroyuelos cantan entre las rocas. Y también hay negros. Negros
que por la noche tocan el tambor. Así. (El MULATO toma la tapa de la máquina de
escribir y comienza a batir el tambor, al mismo tiempo que baila. Sugestionados
por el ritmo, van entrando todos en la danza. )
MULATO. -Y también hay hermosas mujeres con collares de flores. Que se
alimentan de ensaladas de rosas. Y hermosos hombres que bailan bajo los
árboles, como ahora nosotros bailamos aquí... (canta)
 (La danza se ha ido generalizando a medida que habla el MULATO, y los viejos,
los empleados y las empleadas giran en torno de la mesa.) Y bailan, bailan, bajo
los árboles cargados de frutas...(Histéricamente todos los hombres se van
quitando los sacos, los chalecos, las corbatas; las muchachas se recogen las
faldas y arrojan los zapatos. El MULATO bate frenéticamente la tapa de la
máquina de escribir. Y cantan un ritmo de rumba.).
EL JEFE.- (Entrando bruscamente con el DIRECTOR con voz de trueno.) ¿Qué
pasa aquí?
MARÍA.- (Después de alguna vacilación.) Señor... esta ventana maldita y el
puerto... Y los buques... esos buques malditos...
EMPLEADA 2ª.- Y este negro.
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DIRECTOR.- Oh... comprendo... comprendo. (a EL JEFE). Despida a todo el


personal. Haga poner vidrios opacos en la ventana.
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6)  EL AULA

EL AULA            (Los alumnos ya están en clase… Entra el profesor)

Profesor - Buenos días… Pónganse de pie los que estaban sentados y siéntense
los que estaban de pie… (Los alumnos obedecen).  Bueno ayer quedamos en que
dos y dos son cinco, ¿no?

Agustina - Señor profesor, ¿no eran siete?

Profesor - Depende, Agustina, depende. Pero bueno, ahora que están todos
atentos, aprovecharé para hacer unas preguntas, ¿Ok? A ver. Tú Luisa, dime dos
pronombres.

Luisa- ¿Quien? ¿Yo?

Profesor - Muy bien, si Luisa, dos pronombres… Ahora tú, Manuela, dime una
palabra que empiece por "jota"

Manuela - ¿Hoy?

Profesor - ¿Hoy?.. Claro, no va a ser mañana

Manuela - Perdone profe, quiero decir que hoy es jueves, que empieza por "j"

Profesor - Pero muchacho, si hoy no es jueves… da igual… A ver


tú, Luisa!! ¿Qué haces? ¿Por qué te das golpes con la cabeza?...Vas a romper el
pupitre

Luisa- Es que no lo entiendo...

Profesor - ¿Qué es lo que no entiendes?

Luisa- Que "todo junto" se escribe separado, y "separado" se escribe todo junto...

Profesor – Déjalo, Luisa, que te puede explotar la cabeza... Piensa en otra cosa.

Sofía - Profe , profe , profe; tengo una duda....


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Profesor - A ver si te la puedo ampliar… Sofía, ¿cuál es tu duda?

Sofía - Profe,"ayer" ¿se escribe con hache?

Profesor - No

Sofía - ¿Y "hoy"?

Profesor - "Hoy " sí, Matías, "hoy" sí

Sofía - ¿Y cómo puede cambiar tanto de un día para otro? (Golpean la puerta, es


la madre de Agustina)

Madre - Perdone que interrumpa, señor profesor, pero es que tengo que averiguar
si es cierto lo que me cuenta mi hija, aquí presente...

Profesor - No es una manera muy correcta de entrar, pero tengo curiosidad...


¿qué le cuenta su hija?
Padre - Pues que usted le hace a la pobre chica las preguntas más difíciles. ¿Es
verdad?

Profesor – No, señora madre, nada fuera de su capacidad… Precisamente ahora


estaba preguntando a los alumnos... ¿Quiere usted comprobar las preguntas?

Padre - Si, claro, a eso he venido.

Profesor - Está bien… Vamos a ver, Agustina. No te pongas nerviosa y contestá:


¿cuánto son dos más dos?

Agustina- (Mirando a su madre). ¿Ves, mamá?, ¡ya empieza!

Profesor - ¿Se convence usted señora madre?... Además, tengo que comunicarle
que su hija ha copiado en un escrito. Lo supe en seguida, al corregir la prueba…
Le copió a Miguel.

Padre - ¿Y como sabe usted que le copió a Miguel y  que no fue al revés?

Profesor - Pues porque Miguel, en la 3ª pegunta escribió: " Esta no me la sé", y


su hija, en la misma pregunta, puso” yo, tampoco”… ¿Qué le parece?... ¿Se
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convence usted?

Padre - Qué vergüenza hija… Qué ridículo me has hecho pasar. Gracias
profesor… (se retira)

Profesor - Seguimos preguntando… A ver tú, Manuela, ¿qué es un polígono?

Manuela - ¿Es un señor que tiene muchas mujeres?

Profesor - No sé si reír o llorar… A ver, Agustina, ¿quién escribió El Quijote?

Agustina– (a punto de llorar) Yo no fui profesor… ¡yo no fui! (se va llorando)

Manuela - Profe, Agustina nunca cuenta mentiras… Si dice que no fue, es que no
fue.

Profesor –No entiendo nada. (Entra un señor elegante, hablando por teléfono)

Inspector – Eh…sí, listo, mi vida, te consigo el trabajo en un minuto, ya vas a


ver… (al profesor) Buenos días. Soy el inspector de Educación Secundaria, He
visto salir a una alumna llorando. ¿Qué pasa?

Profesor - Que estoy desesperado, señor inspector. Aquí nadie escribió El


Quijote... la alumna que vio dice que ella no fue… ¿qué le parece?, ¿qué podemos
hacer?

Inspector - Pero, señor profesor, tenga paciencia. Menos mal que he llegado yo...
(Se dirige a los alumnos) "El Quijote no es un graffiti ni nada de eso. Es una obra
muy famosa de la literatura española, escrita por un no menos famoso escritor,
llamado  Mario Benedetti.

Profesor (Llevándose las manos a la cabeza): -Ay, nooo!!! Esto es mucho para


mí…¡Renunciooo!

Novia (desde la puerta) _Corazón… ¿Está listo lo que me prometiste?


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Inspector _Claro, divi… eh… claro, señorita Fagúndez, claro. Chicos: ¡les


presento a la nueva profesora!
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LA BASURA

Se encuentran en el área de servicio. Cada uno con su bolsa de basura. Es la


primera vez que se hablan.
ÉL: Buenos días.
ELLA: Buenos días.
ÉL: La señora es del 610.
ELLA: Y el señor del 612.
ÉL: Sí.
ELLA: Yo aún no lo conocía personalmente…
ÉL: De hecho…
ELLA: Disculpe mi atrevimiento pero he visto su basura.
ÉL: ¿Mi qué?
ELLA: Su basura.
ÉL: Ah.
ELLA: Me he dado cuenta que nunca es mucha. Su familia debe ser pequeña.
ÉL: En realidad solo soy yo.
ELLA: Mmmhhh… Me di cuenta también que usted usa mucha comida enlatada.
ÉL: Es que tengo que hacer mi propia comida y como no sé cocinar…
ELLA: Entiendo.
Él: Y usted también.
ELLA: Puede tutearme.
ÉL También perdone mi atrevimiento, pero he visto algunos restos de comida en
su basura. Champiñones, cosas así…
ELLA: Es que me gusta mucho cocinar. Hacer platos diferentes. Pero como vivo
sola a veces sobra.
ÉL: Usted… eh… vos, ¿no tenés familia?
ELLA: Tengo. Pero no son de por aquí.
ÉL: Son de Melo.
ELLA: ¿Cómo lo sabe?
ÉL: Veo unos sobres en su basura. De Melo.
ELLA: Claro. Mi madre me escribe todas las semanas.
ÉL: ¿Ella es profesora?
ELLA: ¡Esto es increíble! ¿Cómo adivinó?
ÉL: Por la letra del sobre. Pensé que era letra de profesora.
ELLA: Usted no recibe muchas cartas, a juzgar por su basura.
ÉL: Así es.
ELLA: Pero el otro día tenía un sobre de telegrama arrugado.
ÉL: Así fue.
ELLA: ¿Malas noticias?
17

ÉL: Mi padre. Murió.


ELLA: Lo siento mucho.
ÉL: Él ya estaba viejito. Allá en el Sur. Hacía mucho tiempo que no nos veíamos.
ELLA: ¿Fue por eso que volviste a fumar?
ÉL: ¿Cómo lo sabés?
ELLA: De un día para otro comenzaron a aparecer paquetes de cigarrillos
arrugados en tu basura.
ÉL: Es cierto. Pero conseguí dejarlo de nuevo.
ELLA: Yo gracias a dios nunca fumé.
ÉL: Ya lo sé. Pero he visto unos frascos de pastillas en tu basura.
ELLA: Tranquilizantes. Fue una etapa. Ya pasó.
ÉL: ¿Te peleaste con tu novio, no es cierto?
ELLA: ¿Eso también lo descubriste en la basura?
ÉL: Primero el ramo de flores, con la tarjetita, tirado a la basura. Después muchos
pañuelitos de papel.
ELLA: Es que lloré mucho, pero ya pasó.
ÉL: Pero incluso hoy vi unos pañuelitos.
ELLA: Es que hoy estoy un poquito resfriada.
ÉL: Ah.
ELLA: Veo muchos crucigramas en tu
basura.                                                                          
ÉL: Claro... Sí, bien… me quedo solo en casa… No salgo mucho. Vos me
entendés.
ELLA: ¿Novia?
ÉL: No.
ELLA: Pero hace unos días tenías una fotografía de una mujer en tu basura.
Parecía linda.
ÉL: Estuve limpiando unos cajones. Cosa del pasado.
ELLA: No rasgaste la foto. Eso significa que, en el fondo, vos querés que ella
vuelva.
ÉL: ¡Vos estás analizando mi basura!
ELLA: No puedo negar que tu basura me interesó.
ÉL: Qué divertido. Cuando revisé tu basura, decidí que quería conocerte. Creo que
fue la poesía.
ELLA: ¡Nooo! ¿Viste mis poemas?
ÉL: Los vi, y me gustaron mucho.
ELLA: Pero, ¡si son tan malos!
ÉL: Si vos creís que eran realmente malos los hubieras rasgado. Y solo estaban
doblados…
ELLA: Si hubiera sabido que los ibas a leer…
18

ÉL: Pero no los guardé porque, al final, los estaría robando. Aunque no sé: ¿la
basura de una persona aún es propiedad de ella?
ELLA: Creo que no. La basura es de dominio público.
ÉL Tenés razón. A través de la basura lo privado se vuelve público. Lo que sobra
de nuestra vida privada se mezcla con las sobras de los demás. La basura es
comunitaria, es nuestra parte más social. ¿Será así?
ELLA: Bueno, ahí estás yendo un poco lejos con la basura… Yo creo que…
ÉL: Ayer, en tu basura.
ELLA: ¿Qué?
ÉL: ¿Me equivoco, o eran cáscaras de nuez?
ELLA: Acertaste. Ayer me compré unas nueces y las pelé.
ÉL: ¡Me encantan las nueces!
ELLA: Las pelé, pero aún no las comí. Son para una salsa… Quién sabe, tal vez
podamos…
ÉL: ¿Cenar juntos?
ELLA: ¿Por qué no?
ÉL: No quiero darte trabajo.
ELLA: No es ningún trabajo.
ÉL: Pero vas a ensuciar tu cocina.
ELLA: Tonterías. En un instante limpio todo y pongo los restos en la basura.
ÉL: ¿En tu basura o en la mía?
19

LA SUEGRA
EL: Mamá, mamá...
ELLA: No la molestes, ya vendrá
EL: Te encantará la vieja, vas a ver.
ELLA: Tengo unos nervios!
EL: Tranquilizate che! Es bárbara la jovata! No te va a comer!
MADRE: (saliendo) ya estás aquí nene?!
EL: Ella es Laura mamá!
MADRE: Laurita querida!, tantísimo gusto.
ELLA: Igualmente señora Carola. (besos)
MADRE: Eres encantadora. Te felicito hijo!
ELLA: José me habló tanto de Usted.
MADRE: Ah! Él es la luz de mis ojos, desde que se fue el finadito, que Dios lo
tenga en la gloria, él es todo para mí.
EL: Buenos, las dejo para que conversen a gusto (le da un beso a la novia). Ya
vengo (Comienza a salir)
MADRE: Y a su madre no le da un beso?
EL: A la vieja más buena del mundo? (le da un beso aparatoso y sonoro)
MADRE: Viejos son los trapos che! Andá, sinvergüenza (José sale)
ELLA: Estoy contenta de haber venido.
MADRE: Chusmeemos un poco, Laurita... ¿cómo te trata mi hijo?
ELLA: No entiendo
MADRE: José, ¿cómo se porta con vos?
ELLA: Ay! Es divino! Tan cálido! Tierno! (gestos de la madre de celos con cada
palabra de ella)
MADRE: ¡Hum! Bueh!, es cierto, es tan bueno! (intencional) Lástima cuando se
enoja!
ELLA: ¡Nunca se enoja!
MADRE: ¿Ah no? Tenés razón querida, es un pan de Dios. Claro, por ahí tiene
sus arranques, pero se le pasan enseguida (llorisquea un poquito). Después del
tratamiento quedó bien…
ELLA: ¿Qué tratamiento?
MADRE: ¿No te contó? Bueno, no es nada (pausa) le venían unos ataques,
¿viste? (no le da importancia) entraba a romper todo pero ya está bien, desde la
semana pasada que no rompe nada. ¡Se ve que vos lo tranquilizás bastante!
ELLA: ¿Ataques? ¿La semana pasada?... (reacciona) Ah sí! Algo me contó.
MADRE: (Falsa): Ah, pero de algo estoy feliz; José ha madurado mucho, eso te lo
debe a vos Laurita. ¡Qué alegría me das! ¡Te juro, estaba tan preocupada! ¡Pero lo
que es tener una buena novia al lado! Eso sí, vas a tener que aprender a tratarlo,
el nene es muy exigente!
20

ELLA: ¿Cómo exigente?


MADRE: Te cuento, a la mañana temprano le tenés que preparar un jugo de
naranjas y se lo llevás a la cama, sin semillas ¿eh? No aguanta las semillas. Ayer
le preparé el jugo como siempre y tenía una semilla, ¿sabés qué? ¡Me tiró el vaso
por la cabeza!
ELLA: ¡Dios mío!
MADRE: Lo hace de puro consentido. ¡Es tan cariñoso! Después hay que dejarlo
dormir hasta las diez y prepararle un café , cargado, con tostadas. Cuidado con las
tostadas, tienen que estar a punto. Ayer nomás se me quemaron un poco y
¿sabés qué?
ELLA: ¡Ya sé! ¿Le tiró con las tostadas por la cabeza?
MADRE: ¡Me tiró con la tostadora el nene! ¡Él es así! Claro, a lo mejor cuando se
case cambia. ¿Uds. Piensan casarse pronto?
ELLA: Sí, pensamos, estamos buscando casa.
MADRE. Es lo primero hija, el casado casa quiere, los esposos tienen que vivir
solos.
ELLA: Que suerte que piense así. ¡No lo esperaba!
MADRE: ¡Por favor querida! Te digo más, fijate que, no,... dejá, no tiene
importancia...
ELLA: Cuente, cuente.
MADRE: Uds. Tienen que luchar para conseguir una casita para Uds, pero
mientras tanto, podrían arreglar la pieza de José, le hacen otra cocina. Por un
tiempo nada más! Hasta que consigan algo... hacen un bañito también.
ELLA: Ya lo hablamos con José y decidimos no molestarla, además como Ud. dijo
(con intención) el casado...
MADRE: (interrumpiendo) ¿Molestarme a mí? ¿A mí?!! ¿Cómo se te ocurre?, no
m’hijita. Tenía miedo de decírtelo. Qué va pensar esta chica me decía... no sabés
lo contenta que estoy que te guste la idea.
ELLA: (cortada) la idea me gusta, pero le repito...
MADRE: (Tajante) No se hable más entonces. Si te gusta la idea los voy a ayudar.
¡Ah eso sí! Me ponen un timbre para que llame al nene.
ELLA: (desolada) ¿Un timbre?
MADRE: Querida! La jaqueca me vuelve loca. El nene me pone unos paños fríos y
me hace masajes en la espalda. Tiene que estar cerca de mí (dulce) dos ó tres
noches por semana nada más.
ELLA: Pero Ud. Dijo que...
MADRE: (entusiasmada) Mirá, el finadito me dejó una casa en Atlántida. Se las
presto para que pasen la luna de miel, ¿qué te parece? (sin esperar respuesta)
No, no es nada, no me agradezcas... una madre, es una madre!
ELLA: ¿Sabe qué pasa Carola? A mí me gusta ir al Hotel... que me atiendan.
21

MADRE: (contentísima) Para qué estoy yo? Me voy con Uds... y les preparo la
comida. Les llevo el desayuno a la cama, las tostadas para el nene, el juguito de
naranja...
ELLA: Ya sé, sin semillas.
MADRE: Últimamente él se quedaba poco en casa, pero ya no, ¡ah! Se ve que sos
todo para él, fijate que hace como dos meses que ninguna chica lo llama.
ELLA: (sorprendida) ¿Y antes lo llamaban?
MADRE: ¡Es un picarón!, cinco o seis chicas por día. Siempre una diferente. Es
así, él las cambia enseguida... pero no te preocupes, ya hace como dos meses
que no lo vienen a buscar, cuánto te lo agradezco. A propósito, hace mucho que
salís con él?
ELLA: (con bronca) ¡Ya cumplimos el año Carola!
MADRE (tose) ¿Cómo pasa el tiempo, no?
ELLA: (Comienza a caminar confundida) ataques...mujeres... tostadas... rompe
todo...
JOSE: (entrando) ¡Buenas! (Laura camina amenazante hacia José)
MADRE: ¡Te felicito hijo! Nos vamos a llevar muy bien con Laurita.
ELLA: (amagando con la cartera) así que amiguitas eh?
EL: ¿Qué decís? ¿Estás loca?
ELLA: (Le pega un carterazo) Todas las semanas una distinta, ¿eh? ¿Así que te
llaman por teléfono? (José se ataja sin reaccionar, extrañado) y encima neurótico,
sos? Así que hasta el mes pasado, ¿eh? (a carterazos lo saca de escena).
MADRE: ¡Lo que es el instinto de madre! ¡Apenas la vi me di cuenta que era muy
poco para mi hijo! ¡Qué carácter Dios mío, bien podrido.... y se hacía la mosquita
muerta!... Pobre mi hijo! Menos mal que me todavía estoy viva para protegerlo…
(largo suspiro de madre)
22

LA BASURA
SRA.- Lo vamos a extrañar, vecino.
SR.- ¿Perdón?
SRA.- Digo que lo vamos a extrañar de menos cuando se vaya del edificio.
SR.- Muy amable, señora. ¿Cómo se enteró de que me mudo?
SRA.- Por el diario que tiró a la basura. Vi que estuvo marcando los alquileres de
los clasificados.
SR.- ¡Ajá!
SRA.- A usted le vendía bien algún apartamentito en Maroñas, así está cerca de
los burros.
SR.- ¿Y eso que tiene que ver?
SRA.- Vamos, conmigo no tiene que mandarse la parte, me di cuenta de que
también marcó la página de las carreras.
SR.- ¿Siempre revisa mi basura?
SRA.- No, no, permítame que le haga una corrección, la basura no es suya ni es
mía, la basura es comunitaria. El tacho es un lugar público.
SR.- ¿Qué dice? Usted no puede andar inspeccionando lo que tiran los demás.
SRA.- Un momentito que yo no soy ninguna hurgadora. A mí no me anima la
curiosidad sino la vocación de servicio. Yo lo quiero ayudar, Julián.
SR.- ¿De qué me está hablando? ¿Cómo sabe mi nombre?
SRA.- Está escrito en cada sobre de correspondencia que recibe.
SR.- Muy observadora.
SRA.- Lo necesario para reconocer a un hombre huérfano de amor.
SR.- ¿Cómo dice?
SRA.- La última carta que le mandó Susana me partió el corazón. No hay nada
más doloroso que un amor no correspondido.
SR.- ¿Lee mis cartas?
SRA.- No me lo agradezca, cualquiera en mi lugar hubiera hecho lo mismo. Le
escribí a la dirección del remitente y le dije que era una desalmada, una
insensible...
SR.- ¿Usted le escribió a Susana?
SRA.- Bueno, no con esas palabras. Usé una metáfora equina, más adecuada a
su pasión burrera. Le puse que era una yegua.
SR.- Pero que... ¿Cómo puede insultar a una persona que ni siquiera conoce?
SRA.- No se preocupe que firmé con su nombre.
SR.- ¿Eh?
SRA.- Le copié la firma de un recibo que encontré en el tacho.
SR.- ¡Usted está enferma!
SRA.- Un resfrío sin importancia.
23

SR.- No, no, está mal de la cabeza. Tiene que hacerse ver. ¿Sabe una cosa? En
ese tacho tendría que estar usted, porque es una basura?
SRA.- ¡Qué carácter más podrido! Eso es por comer tanta carne roja, mire todos
esos huesos en la basura... Dime lo que tiras y te diré quién eres.
24

SE ROMPIÓ LA TV
Un hombre y una mujer sentados mirando la televisión sin cambiar palabras. De
pronto la tele deja de funcionar

Mujer - ¿qué paso?


Hombre - no sé. (Se levanta. toca los cables. la golpea) nada. Parece que la
quedó
m - ¿y ahora?
h -vamos a tener que conversar
m - ¿vamos a tener que qué?
h - conversar. Es cuando uno habla con otro.
m - ¿hablar de qué?
h – de cualquier cosa, estupideces.
m - ¿perder el tiempo con estupideces?
h – ¿y la televisión qué es?
m – íi, pero son, estupideces que le pasan a otros, la gente solo mira, pero hablar
así…con otro….en vivo…no se…
h – vamos a tener que improvisar nuestras propias boludeces
m – entonces, empezá vos
h – (después de una pausa) me gusta tu peinado, así….
m – hace meses que esta así, Eduardo. Lo que pasa es que vos….
h – Gerardo
m - ¿qué?
h – Gerardo. mi nombre no es Eduardo, me llamo Gerardo
m – ¿desde cuándo?
h – desde el bautismo
m – espera un poquito, el hombre con el que me casé se llamaba Eduardo
h – yo me llamo Gerardo, María Ester
m - ¿Gerardo, María Ester?
h – no. Gerardo solo. María Ester es tu nombre
m – no. no lo es
h - ¿cómo que no?
m – mi nombre es Valdusa
h - ¿te volviste loca, María Ester?
m – por favor, Eduardo…
h – Gerardo
m – por favor, mi nombre siempre fue Valdusa. ¿No te acordás?
h – yo nunca conocí a ninguna Valdusa. ¿Cómo puedo estar casado con una
25

mujer que nunca?.... espera. Valdusa ¿no era la mujer de… de…uno de bigotes?
m – Eduardo
h - ¡Eduardo!
m – exactamente, Eduardo. Vos
h – mi nombre es Gerardo, María Ester
m – Valdusa. Y pensándolo bien… ¿qué pasó con tu bigote?
h - ¡yo nunca usé bigote!
m - ¡vos me querés volver loca, Eduardo!
h – calma. Vamos con calma
m – si esto es una broma tuya….
h – uno de los dos está loco, de eso no hay duda
m – vamos a recapitular. ¿Qué día nos casamos?
h – fue… fue…
m – ahí está, vos siempre te olvidaste de nuestro aniversario. Prueba de que vos
te llamas Eduardo y la loca no soy yo
h – ¿y el bigote? ¿Cómo explicas el bigote?
m – fácil, te afeitaste
h – ¡yo nunca tuve bigote, María Ester!
m - Valdusa
h – está bien, calma, vamos a tratar de ser razonables. Digamos que tu nombre
sea realmente Valdusa. ¿No te suena ninguna María Ester?
m – déjame pensar….María Ester… ¿nosotros no tuvimos una vecina llamada
María Ester?
h – de la única vecina que me acuerdo es de una tal Valdusa
m - ¡María Ester! claro. Ahora me acordé, y el nombre del marido era… ¡Jesús!
h – ¿el marido se llamaba Jesús?
m – no. Gerardo. Se llamaba Gerardo
h – Gerardo
m – sí
h – era yo. Todavía soy yo
m – (cayéndole la ficha) entonces…
h – ¿cómo fue que pasó?
m – las casas pegadas
h – la rutina de todos los días…
m – el marido vuelve a la casa cansado, el hombre y la mujer apenas se miran
h – un día el marido cansado se equivoca de puerta, la mujer no se da cuenta…
m - ¿cuánto hace que ustedes se mudaron de acá?
h - nosotros nunca nos mudamos, usted y Eduardo son los que se mudaron
m – yo y Eduardo, no María Ester y Eduardo
h – es verdad
26

m - ¿y ellos ya se habrán dado cuenta?


h – no creo... si no se les rompió el televisor…
27

Problema de Tiempo de LEO MASLIAH

LM: Emm. Decime ¿Te puedo hacer una pregunta?

LL: Si, como no.


LM: En realidad no es una pregunta. Es algo que tengo para decirte.
LL: Bueno, decime. Yo te escucho.
LM: Bah, para leerte en realidad. Bueno, mirá.
El asunto es el siguiente. Tengo ganas de besarte. ¿Te puedo besar?
LL: No.
LM: ¿Cómo sabés?
LL: ¿Cómo sé qué?
LM: Cómo sabés que no te puedo besar.
LL: Bueno, poder podés. Pero yo no quiero que lo hagas.
LM: No, ¿por qué?
LL: Porque es muy pronto.
LM: Ah, eh. ¿O sea que, no te soy indiferente?
LL: No, claro que no.
LM: ¿Y no me odiás tampoco?
LL: ¿Odiarte? No, para nada.
LM: Entonces te puedo besar.
LL: No. Ya te dije que no.
LM: ¿Por qué?
LL: Ya te dije, demasiado pronto.
LM: ¿Pero vos no me amás?
LL: Bueno, no sé. Eso no algo que se puede decir a ligeras.
LM: Yo no te lo digo a la ligera, te estoy hablando muy en serio.
LL: Ya sé, pero a estas cosas hay que darles tiempo.
LM: Puede ser que tengas razón.
Lo que pasa es que a mi me cuesta contraer mis sentimientos.
LL: ¿Qué sentimientos?
LM: Ya te los dije.
LL: No, no me los dijiste.
LM: Cierto, no te los dije.
Bueno, mirá. Son sentimientos de darte besos.
LL: Ah.
LM: ¿Me dejás?
LL: No.
LM: ¿Por qué? ¿Por qué es muy pronto?
LL: Sí. Todavía no es momento para eso.
LM: ¿Y para qué es buen momento?
LL: Para hablar.
LM: ¿De qué?
LL: Ay, no sé. Conversar. Intercambiar ideas.
LM: ¿Y después?
28

LL: ¿Después de qué?


LM: De las ideas.
LL: No sé. Se verá.
LM: ¿Por qué? ¿También va a ser demasiado pronto?
LL: Es posible.
LM: Bueno. Pero en algún momento va a dejar de ser pronto.
LL: Sí, supongo.
LM: Bueno. ¿Qué diferencia hay entre ese momento y ahora?
LL: Una diferencia de tiempo.
LM: Sí. Pero desde la primera vez que me dijiste que era muy pronto,
ya pasó bastante tiempo, me parece.
LL: Sí, pero si es pronto, esperá un poco más.
LM: ¿Cuánto más o menos?
LL: No sé. El amor no se cronometra.
LM: Ah, ¿entonces vos sentís amor?
LL: No sé. Todavía no lo tengo claro.
LM: Si nos besáramos, podrías aclararte.
LL: Ya hablamos de eso. ¿No te alcanzan los motivos que te dí?
LM: ¿Cuáles? ¿Esos de que todavía es demasiado pronto?
LL: Sí.
LM: Lo que pasa es que ese motivo no se sostiene mucho rato.
A medida que pasa el tiempo, pierde vigencia.
LL: Bueno. Entonces te voy a dar otro motivo.
LM: ¿A ver, cual?
LL: Que ya es demasiado tarde.

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