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Pero, es fácil ver que el deporte no constituye una elección respecto a otras posibles
(gimnasia estructurada, fundamentalmente), para hacer que sobre este tipo de actividad
física se construya todo el tejido estructural del movimiento olímpico. El proceso es a la
inversa. El movimiento olímpico constituye todo un formidable entramado festivo,
filosófico y organizativo cuyo fin es la promoción, la internacionalización y la
popularización del deporte. No de cualquier tipo de actividad física, sino del deporte de
concepción inglesa, tal como lo aplicaron al sistema educativo Arnold y Kingsley.
Desde una visión del movimiento olímpico como la descrita, es decir como una apuesta
pedagógica cuyo medio es el deporte, es totalmente necesario distinguir entre los
elementos constitutivos del propio movimiento olímpico y analizar cuál es la particular
apuesta de cada uno de ellos respecto a la idea de deporte.
No puede ser la misma la concepción que del "deporte" se haga desde la perspectiva del
"olimpismo", cuya misión filosófica es salvaguardar los planteamientos y las ideas
constitutivas de la obra de Coubertin y de sus continuadores, que la que pueda tenerse
desde la visión elitista de los "Juegos Olímpicos". Como consecuencia el C.I.O. ha de
plantearse forzosamente esa doble visión del deporte, en la que convivan con absoluta
lógica y en armonía un deporte pedagogía, elemento de la educación de todos, dotados o
no dotados, que pueda ser parte de la renovación pedagógica ideada por Coubertin y un
deporte de élites y para las élites, en el que, cada cuatro años, en los Juegos Olímpicos,
puedan confluir los deportistas de alto nivel de todo el mundo.
Hoy esta división, de deporte para todos o para los mejor dotados y siempre con un
trasfondo final educativo se queda insuficiente, porque la propia evolución de un siglo
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de deporte ha impuesto variaciones y matices en el proceso educativo y por tanto en el
concepto de lo pedagógico, así como ha hecho modificar hábitos y usos personales y
sociales respecto al deporte. Todo ello al mismo tiempo que la educación obligatoria se
ha generalizado en el mundo, que se han ampliado las edades susceptibles de ser objeto
de esa educación obligatoria, que el deporte se ha instalado en los planes de estudio de
todo el mundo y que se ha trasformado en una manifestación humana generalizada,
como opción de actividad o como ocio pasivo, es decir como una alternativa de
espectáculo.
Pues bien, el objetivo de esta breve exposición no es otro más que tratar de validar, bajo
la visión de Coubertín y de Cagigal, a este deporte, que constituye el soporte del
"movimiento olímpico" como un elemento al servicio de la educación del individuo, y
por tanto objeto del olimpismo.
1
Coubertín P. "Pedagogíe sportive". Pags 127-147.
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Coubertin habló de los "valores" de su época, cuya validez actual podría ser objeto de
discusión, pero habló de "valores" refiriéndose a objetivos, y del deporte como medio.
Estaba, por tanto, muy centrado con las corrientes actuales.
Tras Coubertin, han sido muchos los autores que han visto en el deporte, no sólo un
soporte de la idea olímpica, sino que lo han justificado como un medio valioso para el
educador y para el centro educativo.
Esta visión del deporte, como un hecho concreto y único es de concepción muy
"coubertiniana". Con anterioridad se hubiese hablado más que del deporte, de los
deportes o más fácilmente aún de gimnasia, esgrima, fútbol o carreras a pie.
Al respecto José Mª Cagigal dice "El deporte no es una panacea pedagógica, pero es
instrumento válido en manos de un buen educador. Es una conducta humana rica y llena
de plasticidad; y este tipo de conductas constituyen un campo fértil para la construcción
educativa"3.
2
Couberín P. Conferencia "Olimpie", recogida en "Pierre de Coubertín. Textes Coisis" Tome II. Pag 416
3
Cagigal J.M. "Deporte:Espectáculo y Acción". Recogido en "José María Cagigal. Obras Selectas" volumen III. Pág. 852.
4
Cagigal J.M. "Hombres y Deporte". Recogido en "José María Cagigal. Obras Selectas". Volumen I. Pág. 121.
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deporte. El educador se enfrenta a él libre de prejuicios. Quiere conocer el problema y
lo estudia"5.
En "El Deporte en la Sociedad Actual", escribe sobre las funciones del deporte, y lo
hace según un estudio realizado sobre diferentes autores: "Para Dumazedier, las
funciones que el deporte cumple son: como oficio; como educación; como loisir,...".
Continúa Cagigal con Luschen, para quien el deporte tiene "tres funciones
fundamentales: la biológica, la educativa y la social". Al fin añade la clasificación, más
compleja, de Bouet, quien divide las tareas del deporte en tres grandes grupos: "Las
funciones propiamente dichas, las funciones-roles y las funciones- aplicación", y entre
las funciones-roles distingue "El rol-lúdico, el rol educativo, el rol militar y el rol de
preparación al tabajo profesional"6.
Vemos que además de Coubertin y de Arnold, son legión los autores que consideran la
educación y como una de las funciones del deporte, presente aún en aquellos que, como
Cagigal, distinguen perfectamente entre "objetivos" y "medios" de la educación.
A pesar de que José Mª Cagigal manifiesta que el deporte no es por sí mismo una
panacea pedagógica, en una de sus obras más comprometidas con los roles sociales del
deporte, "cultura intelectual y cultura física", afirma: "La actividad físico-deportiva,
puede situarse como una de las piedras angulares de un nuevo concepto educativo en el
que se tienda a disminuir la distancia entre la escuela y la extraescuela"7
Concluiremos pues, este apartado, con la certidumbre de que el deporte escolar, es decir
aquel que introduce Arnold en el centro de estudios e inspira y mueve a Coubertin
hacia su ideal de olimpismo, adquiere actualidad y mayor rigor en autores como Cagigal
5
Cagigal J.M. "Hombres y Deporte". Recogido en José María Cagigal. Obras selectas. Volumen I, Pág. 205.
6
Cagigal J.M. "El Deporte en la Sociedad Actual". Recogido en "José María Cagigal. Obras Selectas". Volumen II. Págs. 596 y
597.
7
Cagigal J.M. "Cultura Intelectual y Cultura Física". Recogido en "José María Cagigal. Obras Selectas". Volumen II. Pág. 721.
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2.- El "deporte para todos".
8
Coubertin P. "La Debrouillardise". Recogido en "Pierre de Coubertin. Textes Choisis". Tome III. Pág. 476
9
Coubertin P. Citado por Otto Schantz y Norbert Müller en el Prólogo de "Pierre de Coubertin. Textes Choisis". tome III. Pág. 7
10
Coubertin P. "Une Nouvelle Formule D' Education Physique". Recogido en "Pierre de Coubertin. Textes Choisis". Tome III.
Págs. 456 y 457
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idea del logro y del progreso habrían de constituir los ingredientes para una práctica
deportiva espontánea, instalada en los hábitos sociales de todos los ciudadanos.
En 1905, publicó "La Gymnastique Utilitaire, Sauvetage, Défense, Locomotion ", todo
un alegato a favor del "deporte para todos", que considera un hábito cultural, una
consecuencia del proceso pedagógico previo. En tal sentido, hace depender los hábitos
deportivos del adulto de los aprendizajes del joven.11
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en sus primeros años había trabajado por el deporte escolar y por el deporte de alto
nivel, a través de la creación de los Juegos Olímpicos.
Los esfuerzos que Coubertin para popularizar el "deporte para todos" han dado
abundante fruto en nuestros días. Aunque su nombre no es habitualmente relacionado
con la práctica deportiva de cualquier ciudadano, ni con el asentamiento de las
instalaciones deportivas municipales.
A pesar de su interés, hubieron de pasar muchos años hasta que conceptos tan
coubertinianos como "democratización del deporte", "todos los deportes para todos" o
"gimnasio municipal", calasen en nuestra sociedad. Sin embargo hoy han enraizado y se
han popularizado por razones tan relacionadas con aspectos humanísticos, como los
esgrimidos por el barón, a principios de siglo.
La Carta Europea del Deporte para Todos, de 1975, es el primer documento oficial que,
tras la declaración de Ouchy, habla del deporte como un derecho. Coubertin y la UPU
se habían adelantado cincuenta años a su tiempo.
José Mª Cagigal hablará del "deporte para todos" como un elemento cultural de primer
orden: "El verdadero deporte, el primero y más nutrido de valores humanos, es el que
acepta sólo la efímera institución de un juego de unas horas, y que desaparece al
acabarse el juego; es por ejemplo, el partido de fútbol de un grupo de niños en el solar
del barrio, o la carrera de velocidad improvisada... Este es el verdadero deporte, el que
habría que proteger si no queremos perder una necesaria, un honda herencia
paleocultural"13.
Pero además habla también de ese deporte como un medio de educación, y lo hace en
muchas ocasiones: en "¡Oh Deporte! (Anatomía de un Gigante)", tras mostrar su deseo
13
Cagigal J.Mª: "Deporte: Espectáculo y Acción". Recogido en José Mª Cagigal. Obras Selectas", volumen III. Pág. 836
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de que las administraciones abordasen un plan de instalaciones deportivas, escuchando a
la U.N.E.S.C.O., diría "...supondría una fehaciente base para aceptar que una educación
permanente preocupada de que el hombre mejore sus actitudes fundamentales ante la
vida, ha empezado a funcionar"14.
En "El Deporte en la Sociedad Actual", ya habría dicho: "El deporte práctica es una
tarea de profundo alcance pedagógico, que necesita, aunque no tenga nada contra ella,
eliminar radicalmente la imagen del gran deporte espectáculo"15. En esta misma obra se
hace eco de una conferencia pronunciada por el Director General de la U.N.E.S.C.O., en
1972, ante los participantes en el Congreso Mundial de Ciencias del Deporte, celebrado
en Munich, una semana antes de los Juegos Olímpicos. En su intervención, René
Maheu, se lamenta de la separación de los conceptos de deporte y educación, culpando
de tal alejamiento al sistema educativo y a la falta de un profesorado adecuado "más
educador que instructor". Maheu, considera que el auge del deporte entre la población
se debe más al aumento del tiempo libre que a un convencimiento de las virtudes del
deporte, "predicadas por los apóstoles del deporte de principios de siglo", en inequívoca
alusión a Coubertin. Lamenta finalmente que se haya separado al deporte de su función
educativa, e insta a retomar, contra la educación que aborda aprendizajes técnicos, tanto
en lo intelectual como en lo físico, la formación en "actitudes y aptitudes polivalentes
que ayuden a la persona a realizarse auténticamente"16
La idea que Coubertin tiene sobre la élite tiene cuatro soportes ideológicos: El primero
estaría basado en el espíritu "agón", como base de la "Areté", es decir, la lucha por la
propia dignidad.
14
Cagigal J.M. : "¡ Oh Deporte! (Anatomía de un Gigante)". Recogido en "José Mª Cagigal. Obras Selectas" Volumen III. Pág.
1036
15
Cagigal J.M.: "El Deporte en la Sociedad Actual". Recogido en "José Mª Cagigal. Obras Selectas". Volumen II. Pág. 616
16
Maheu R. : Citado por José Mª Cagigal en "Deporte en la Sociedad Actual". Recogido en "José Mª Cagigal. Obras Selectas".
Volumen II. Pág. 635
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El tercer fundamento, la promoción, es el efecto positivo que el campeón puede y debe
ejercer sobre toda la población.
Nos centraremos, en este trabajo, en evidenciar los argumentos que utiliza y aporta el
padre del olimpismo para otorgar credibilidad pedagógica al deporte practicado en sus
más altos niveles. A continuación veremos, como hemos hecho con el "deporte escolar"
y con el "deporte para todos", cuál es el pensamiento de J.Mª Cagigal al respecto.
A partir de 1925 Coubertin retoma con fuerza el ideal de la caballería medieval como el
objetivo pedagógico de la competición: el espíritu "agonal", debe crear actitudes
"caballerescas".
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individual revierte en su entorno: el deporte, en su versión más proclive a generar
"superación" generará progreso social.
En su ideal pedagógico la superación está unida al "récord", concepto del que Coubertin
distingue tres tipos: el primer récord es el registro máximo de cualquier especialidad
deportiva. Es el récord del mundo. El segundo récord es el valor medio de cada
disciplina. Este valor será la media de los registros de una población suficiente, y
deberán tener en cuenta las condiciones concretas de ese tipo de población, que ha de
ser homogénea. Por tanto, se podrá hablar de récords medios por edades, por ejemplo.
Por fin, el tercer récord es la marca personal.
Los dos primeros récords serán referencias que permitan controlar el progreso y el
posicionamiento individual, es decir, al tercero de ellos. Los tres récords han de ser
valorados por el individuo de forma conjunta para que la superación que deben implicar
constituya un verdadero elemento de la pedagogía, que proporcione al individuo un
elemento estimulador y un mejor conocimiento de sí mismo19.
En los últimos años de su vida habla Coubertin de una aristocracia y de una élite como
una imposición filosófica del olimpismo. Formar parte de esa aristocracia y de esa élite
está condicionado por la capacidad individual de superación. Esta superación estará
fundamentada en la calidad de la condición innata, en la capacidad de sacrificio y en el
entrenamiento20.
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de los Juegos Olímpicos: "Y porque tenía fe en la excelencia de este remedio (el
deporte) para renovar la pedagogía grisácea e impotente del siglo XIX, no temí
desplegar la bandera del olimpismo y lanzarme a la pelea que, necesariamente, se
desarrollaría bajo esta bandera"21.
En un artículo publicado en "La Revista Olímpica", salía en defensa del "atleta de élite",
que estaba siendo objeto de una campaña de desprestigio por parte de una revista
médica, en la que se oponían a los especialistas en una prueba concreta, posicionándose
a favor de los deportistas polivalentes: "La campaña contra el atleta especializado",
decía, "está en pleno apogeo. Es infantil. Para que cien se entreguen a la cultura física,
es necesario que cincuenta hagan deporte. Para que cincuenta hagan deporte, veinte se
deben especializar. Para que veinte se especialicen, es preciso que cinco sean capaces de
proezas asombrosas. Imposible salir de aquí: todo está encadenado". Esta idea, en la que
Coubertin basa la defensa de la élite, vuelve a incidir en el deporte de las masas como el
gran beneficiario del deporte de alto rendimiento y no al revés. Seguidamente expone de
nuevo el papel esencial que, en su opinión, tiene el deporte en la pedagogía: “La noción
de deporte es ahora, como antes, la única fuerza activa y durable en materia de
educación física, si se llegase a eclipsar y a desaparecer, la educación física se hundirá
tan pronto como la envoltura de un balón del que ha salido el aire"22.
La idea de que una pedagogía generalizada del deporte había de apoyarse en el atleta de
élite es constante en Coubertín, para quien la cantidad es el objetivo de la calidad. En
los últimos años de su vida, redundaría sobre ésta, ya muy vieja, teoría. En 1931
escribía en la revista "El Deporte Suizo": "Los Juegos Olímpicos han sido creados para
la exaltación del atleta individual cuya existencia es necesaria para la actividad
muscular de la colectividad y las proezas para el mantenimiento de la emulación
general"23.
21
Coubertin P. "Olympisme et Utilitarisme". Recogido en "Pierre de Coubertin. Textes Choisis". Tome II. Pág. 379
22
Coubertin P. "Une Campagne contre l'Athlète Spécialisé". Recogido en "Pierre de Coubertin. Textes Choisis". Tome III. Págs.
590 y 591.
23
Coubertin P. "Les Jeux Olympiques y la Gimnastique". Recogido en "Pierre de Coubertin. Textes Choisis". Tome II. Pág. 714
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El cuarto fundamento pedagógico del deporte de élite es, para Coubertin, la
internacionalización de la competición, en su más alto nivel.
Para él la difusión del deporte moderno, como un soporte pedagógico, había sido el
motivo fundamental del neoolimpismo. Conseguida esa meta en el mundo con
posibilidades económicas y culturales, la tarea debería proseguirse en los países en vías
de desarrollo y en el tercer mundo. Se trataría de iniciar una especie de apostolado del
deporte, en aras a extender un medio educativo.
24
Coubertin P. "Pédagogie Sportive". Págs. 57 y 58
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Su renovación pedagógica universal sólo podría triunfar si el deporte era un elemento de
trabajo conocido y asumido por todo el mundo.
Ya en 1912 había escrito: "La creencia de la soberanía natural de una raza determinada
destinada a dominar a las otras, no se basa más que en suposiciones y en sofismas"25.
Así pues invita a los países a competir entre ellos como un medio de comprensión y de
entendimiento, y a difundir el deporte por la parte del mundo con menores posibilidades
de acceso a la cultura, sin tener miedo, ni complejos, ni prepotencia en los
enfrentamienos deportivos con otras razas26.
Tras Coubertin han sido muchos los pedagogos que han apostado por la utilización de
los postulados de Thomas Arnold y sobre todo del propio fundador del neoolimpismo
para hablar de un deporte educativo, incluso en su más alta expresión agónica. Sin
embargo José Mª Gagigal se muestra más excéptico al respecto. Las más altas
manifestaciones deportivas están sometidas a influencias y presiones que las alejan de
la calificación de medio pedagógico, en opinión de este autor.
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subtitula "Hacia una Pedagogía del Fracaso", analiza la victoria y la derrota como un
objetivo y su propia antítesis. Desde esta antítesis de lo buscado, que supone la derrota,
se generarán los necesarios anticuerpos para adaptar a la persona a un mundo de
frustraciones personales, generadas desde la permanente búsqueda del triunfo.28
Abordemos el hecho deportivo desde una óptica externa al propio deporte, desde el
efecto que genera en quien lo observa.
Hemos revisado las posibilidades pedagógicas para los practicantes de “alto nivel”.
Ahora pretendemos analizar la aportación del espectáculo deportivo, a quienes lo han
convertido en tal espectáculo, es decir a los espectadores.
28
Cagigal J.M. "Deporte, Pulso de Nuestro Tiempo". Recogido en "José María Cagigal. Obras Selectas". Volumen II. Págs. 453 a
455
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En 1910, publicó en la Revista Olímpica el artículo "Los Espectadores", donde
expresaba un criterio que ya no abandonaría jamás: Los Espectadores, con su presencia
cuantiosa en los Juegos de Atenas, París, San Luis o Londres, habían jugado el
importante papel de consolidar los Juegos Olímpicos, pero organizar los Juegos en
función de los espectadores sería "cometer el peor de los errores".
En el mismo artículo aclara sus posturas: Está bien que haya espectadores en todos los
lugares del mundo. Es un indicador del triunfo internacional del deporte, pero no se
puede fundamentar el deporte en la opinión que de él tengan los no deportistas, ni en la
moda, ni en lo cambiante de los gustos estéticos de quienes van, tan sólo, a observar.
También expresa sus temores: "Tal como van las cosas, se puede prever la época en la
que haya saturación en lo que se refiere a los espectáculos deportivos, en que cambiarán
las modas, en la que la opinión de los deportistas será indiferente".
Continúa su artículo aconsejando estadios con espacios verdes, donde los espectadores
se puedan mover, donde no tengan que estar necesariamente quietos y agrupados en una
tribuna29.
Coubertin no cambió su opinión con los años. El éxito olímpico de 1912 y la posterior
afirmación de los Juegos en 1920, 1924 y 1928, no sólo no varió su postura, sino que
ésta fue cada vez más firme al respecto. Aunque, como él mismo reconoció, sin
demasiado éxito.
En 1930, en el boletín del B.I.P.S. publicó "la cuestión de los estadios", donde afirma
que "ahora las construcciones, lejos de responder a las necesidades del deporte, van en
29
Coubertin P. "Les spectateurs". Recogido en "Pierre de Coubertin. Textes Choisis". Tome II. Págs. 69 y ss
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contra de sus intereses más esenciales". Este artículo razona el doble motivo de su
oposición a los grandes estadios, que por una parte "transforman el deporte en un
espectáculo y por otra desarrollan el espíritu profesional de quienes toman parte en tales
manifestaciones".
Hoy, tratando el deporte tal como se manifiesta en los Juegos Olímpicos, hemos de
hacer, al menos, un acercamiento a lo que este deporte pueda suponer de educativo o de
instrumento pedagógico para el espectador.
José María Cagigal dedicó bastantes páginas de sus obras a hablar, no sólo del deporte-
espectáculo, sino de los espectadores. De su capacidad para aportar al deporte elementos
que han llegado a configurar toda una categoría deportiva, y de su receptividad para ser
influenciados por el hecho deportivo, que a su vez provocan y condicionan: de los
espectadores como actores.
30
Coubertin P. "La Question des Stades". Recogido en "Pierre de Coubertin. Textes Choisis". tome II. Págs. 644 y 645
31
Coubertin P. "La Charte de la Reforme Sportive". Recogido en "Pierre de Coubertin. Textes Choisis". Tome I. Pág. 636
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olvidan de que también tiene derecho el hombre a tornarse simple, elemental; y en
ocasiones hasta obligación".
Desde esa posición, que no ignora los problemas que generan las masas, conociendo
también su peculiar dinámica, su violencia latente o manifiesta, su manejabilidad
política y su alienación potencial, propone Cagigal un rescate de factores positivos
utilizables como vehículo para una educación de masas.
Resalta a continuación este autor las posibilidades que plantea el espectador, como
colectivo, para ser educado en la tolerancia y afirma que "si la actual fisonomía del
deporte es síntoma de decadencia, tenemos una luz más para conocer nuestro tiempo,
para poder remediarlo. Pero no ceguemos esa luz, que puede estar sirviendo de evasión
salvadora". Añade a modo de conclusión: "Eduquemos a nuestros jóvenes en la estima
del deporte puro y en la reserva prudencial hacia el grandioso espectáculo”32.
32
Cagigal J.M. "Hombres y Deporte". Recogido en "José María Cagial. Obras Selectas". Volumen I. Págs. 65 a 73
33
López Ibor. Citado por J.M. Cagigal en hombres y Deporte. Recogido en "José María Cagigal. Obras Selectas". Volumen I. Págs.
70 y 72
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a un fenómeno social de primera magnitud, como el deporte34. También lo ha
justificado como la necesidad humana de vivir y experimentar "realidades virtuales"
ajenas a la rutina personal35.
Sin embargo el propio Cagigal afirma que la tarea educativa dirigida al espectador, para
que supere, por ejemplo, las tendencias agresivas, "no será fácilmente lograda, sin
grandes esfuerzos"36.
El deporte, el que practican los escolares, el que es susceptible de ser practicado por
todos los ciudadanos, el que ejecutan los mejor dotados, al más alto nivel, o incluso el
que perciben los espectadores es, o puede ser, por tanto debe ser, un medio de la
pedagogía destinado a la educación del ser humano. Así lo entendió Coubertin, y así lo
han entendido otros autores más como Cagigal.
El deporte, base de la idea olímpica, así concebido hará, en opinión de Coubertin que
"la pedagogía deportiva se encuentre definitivamente llamada a ocupar la plaza que le
corresponde por sus objetivos, tal como los había definido hace veinte años, el congreso
de Lausana"37. O, como diría José María Cagigal: "El resumen de la moderna
concepción olímpica debe ser admitido como una pedagogía de los pueblos"38.
34
Cagigal J.M. "De Madrid, lo mejor su público". Recogido en "José María Cagigal. Obras Selectas". Volumen I. Págs. 347 y 348
35
Cagigal J.Mª. "Deporte para Todos". Recogido en "José Mª Cagigal. Obras Selectas". Volumen III. Pág. 836
36
Cagigal J.M. "Deporte y Agresión". Págs. 144 a 153
37
Coubertin P. "L'Olympisme à L'École. Il Faut L'Encourager". Recogido en "Pierre de Coubertin. Texes Choisis". Tome II. Pág.
680
38
Cagigal J.M. "Deporte, Pedagogía y Humanismo". Recogido en "José María Cagigal. Obras Selectas" volumen I. Pág. 383
Luis V. Solar. Centro de Estudios Olímpicos de la Universidad del País Vasco. Página 19
Conclusiones:
Cagigal es olimpista coubertiniano, sin que por ello se dejen de evidenciar ciertas
diferencias, que bien pueden ser el resultado de la evolución de los conceptos de deporte
y de pedagogía en los 50 ó 55 años que separan sus épocas de mayor producción escrita.
Cagigal redunda, certifica y cientifíca las teorías que Coubertin sitúa en Thomas Arnold,
sobre el deporte escolar, dado que recurre frecuentemente a la teoría del "microcosmos"
en el deporte para explicar la necesidad de su presencia en los centros educativos.
En el deporte para todos la coincidencia es aún mayor, lo que constituye una sorpresa,
dado que el pensamiento coubertiniano al respecto, ha sido y es aún lo más desconocido
de la obra de Coubertín. Sin embargo esta faceta es, posiblemente, la más mimada de su
obra y la que mayor grado de clarividencia evidenciará con el transcurso del tiempo.
En lo que respecta al alto rendimiento, tercer soporte del olimpismo, y aspecto tratado
específicamente en este estudio bajo la óptica del atleta y del espectador, la divergencia
se hace más evidente y la evolución del deporte a lo largo del siglo también.
Luis V. Solar. Centro de Estudios Olímpicos de la Universidad del País Vasco. Página 20
puede salvarse a través de su capacidad para transmitir o comunicar sensaciones a los
espectadores, lo que pudiera validarlo como un medio pedagógico.
39
Cagial J.M. "Deporte Pedagogía y Humanismo". Recogido en "J. Mª Cagigal. Obras Selectas" volumen
I. Pag. 385
Luis V. Solar. Centro de Estudios Olímpicos de la Universidad del País Vasco. Página 21