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Gabriel García Márquez: Crónica de una muerte anunciada

Trayectoria literaria

El novelista colombiano Gabriel García Márquez (Aracataca, 1928 — Ciudad de


México, 2014) es el narrador más popular del Boom de la narrativa hispanoamericana y
uno de los escritores universales más influyentes del siglo XX. Inició su carrera como
cronista en varios periódicos colombianos. En 1946 publicó sus primeros relatos en El
espectador de Bogotá, donde ya aparece el paisaje y el mundo de Macondo. En 1954
viajó a Roma como corresponsal y permaneció en Europa hasta 1957, fecha en la que
regresó a su país como representante de la agencia Prensa Latina.

En el período que va desde 1955 a 1962 publicó una serie de novelas cortas y
cuentos: La hojarasca (1955), El coronel no tiene quien le escriba (1961), La mala hora
(1962) y Los funerales de la Mamá Grande (1962). Su gran novela, Cien años de soledad
(1967), transcurre en Macondo, un pueblo imaginario y mítico. Los temas de esta obra
son los mitos caídos de nuestra civilización y la deshumanización a la que conduce el
progreso.

Posteriormente García Márquez publicó La increíble y triste historia de la


cándida Eréndira y su abuela desalmada (1972), libro de cuentos, y la novela El otoño
del patriarca (1975), en la que trata el tema del dictador hispanoamericano. En 1981 vio
la luz una nueva obra maestra: Crónica de una muerte anunciada. Al año siguiente, en
1982, se le concedió el Premio Nobel de Literatura. En 1985 publicó El amor en los
tiempos del cólera, que fue llevada al cine en 2007. Más tardías son Del amor y otros
demonios, Doce cuentos peregrinos, y Memoria de mis putas tristes.

Argumento y estructura

Crónica de una muerte anunciada se basa en un hecho real publicado en la prensa


colombiana en 1951: en el pueblecito de Sucre se casaban Margarita Chica y Miguel
Reyes. En la noche de bodas, el novio repudió a la novia y la devolvió a sus padres al
comprobar que no era virgen. Horas después, Víctor Chica asesinó a Cayetano Gentile
por considerarlo culpable de la deshonra de su hermana. Fue un crimen con los
ingredientes del honor manchado y la venganza, los cuales sedujeron al autor de esta
novela.
En términos estructurales, los hechos de la historia no siguen un desarrollo lineal,
sino que hay avances y retrocesos. De este modo, el conjunto adquiere el aspecto de un
pequeño puzle cuyas piezas debe encajar el lector, contando con la ayuda de un narrador
investigador que está interesado en aclarar unos hechos en los que estuvo involucrado
indirectamente. Al final, todo se aclara salvo un detalle: no podemos saber si Santiago
fue el culpable de la deshonra de Ángela.

Crónica de una muerte anunciada se divide en cinco partes:

 Primera parte: la muerte de Santiago Nasar se anuncia en la primera línea de la


novela, cuando el protagonista se levanta a las 5:30 para recibir al barco en el que
viene el obispo. A las 7 ya está muerto. Con la frase «Ya lo mataron» finaliza esta
primera parte en la que se dan detalles sobre la personalidad y costumbres de Nasar.
Todo el capítulo gira sobre los temas de la violencia, el honor, la religiosidad
tradicional y la superstición.
 Segunda parte: se centra en la pareja formada por Ángela Vicario y Bayardo San
Román. Narra los preparativos de la boda, la devolución de la novia a sus padres y la
fatídica acusación de Ángela a Santiago. Esto sucede hacia las 2:30 de la madrugada.
Esta parte gira en torno al culto a la virginidad y el honor mal entendido.
 Tercera parte: cuenta detalles previos al asesinato, sucedidos entre las 3 y las 6:30
de la madrugada. El protagonismo pasa a los hermanos Pedro y Pablo Vicario. El
tema central es la venganza, una venganza que los asesinos no desean: se limitan a
cumplir por obligación con un trasnochado código de honor.
 Cuarta parte: narra la autopsia, el entierro, el paso fugaz de los asesinos por el penal,
la desaparición de Bayardo y la huida de Ángela a otro pueblo. Esta parte tiene cierta
complejidad porque incluye una prolepsis (salto de tiempo hacia el futuro) que narra
el regreso de Bayardo diecisiete años después para reunirse con Ángela. Es una
originalidad estructural porque presenta el desenlace de una historia a la que aún le
falta una de sus partes.
 Quinta parte: una analepsis nos vuelve a situar en la persecución y asesinato de
Santiago Nasar. Destacan la violencia y un cierto detallismo macabro. Pero, sobre
todo, esta parte es una reflexión sobre la insensibilidad e insolidaridad de todo un
pueblo que toma posiciones para presenciar un crimen como si asistiera al acto final
de un espectáculo sangriento.
Así se cierra una novela que tiene una estructura circular, porque convergen
principio y final. La narración zigzaguea con avances o retrocesos, pero su estructura
circular es perfecta. Durante toda la novela el misterio permanece intacto. El autor
mantiene el suspense hasta el final, cuando se relata una matanza que estaba anunciada
desde la primera línea de la novela. Lo original de esta estructura es que la novela tiene
dos motivos de cierre: la muerte de Nasar (quinta parte) y el reencuentro de Ángela con
Bayardo, diecisiete años después (cuarta parte).

La técnica del Realismo Mágico

A partir de 1940, se observa en la literatura hispanoamericana un cierto cansancio


con respecto a la novela realista. Junto a las realidades inmediatas, irrumpe la
imaginación y lo fantástico. Pronto se hablará de Realismo Mágico (o de lo Real
Maravilloso) como forma de expresar la realidad exótica del mundo americano. En el
Realismo Mágico, realidad y fantasía se presentan íntimamente enlazadas en la novela a
través de la presencia de lo mítico, de lo legendario y de lo mágico. Para algunos autores,
el Realismo Mágico no es otra cosa que la “literatura del mito”.

En el caso de Crónica... no está presente esta fusión entre lo real y lo maravilloso


de manera tan explícita puesto que, por tratarse justamente de una crónica —relato
periodístico de hechos que ocurrieron en el pasado—, el insertar elementos maravillosos
plantearía dudas sobre la veracidad de lo narrado. Sin embargo, el tratamiento de la novela
no es periodístico, sino fruto de la fabulación del autor y en este proceso encontramos
técnicas que sí podemos considerar propias del Realismo Mágico:

 La hipérbole o exageración de situaciones y hechos: la hipérbole, constante en


Crónica... al presentar algunos hechos de forma desmesurada, nos acerca a una visión
fantástica de la realidad por lo irracional y distorsionante. Algunos ejemplos son: el
«desmigajarse» de la casa del viudo de Xius, las dos mil cartas que durante diecisiete
años escribe Ángela a Bayardo. En el pueblo de la Guajira al que se traslada a vivir
Ángela Vicario, los retretes se desbordaban las noches de mareas altas y los pescados
aparecían dando saltos en los dormitorios. El «platón babilónico» que, desnuda, se
toma Mª Alejandrina Cervantes, para quien el comer sin tasa «fue siempre su único
modo de llorar».
Una variante del punto anterior es el dinamismo hiperbólico: la movilidad
exagerada de cosas y seres da un carácter fantástico a los hechos. Por ejemplo, el recorrido
de la bala de la pistola de Ibrahim Nasar que acaba «al otro extremo de la plaza». O
Santiago Nasar, ya prácticamente muerto y eviscerado, «se echó a andar en un estado de
alucinación... caminó más de cien metros... y se derrumbó de bruces en la cocina».

 La importancia de la religión y la superstición: la religión es uno de los grandes


temas de la novela. Lo detectamos en la visita del obispo y las expectativas que
provoca su presencia entre la gente. Santiago Nasar madruga para verle llegar, el
pueblo le lleva «gallos bien cebados», que eran su plato predilecto, y al puerto acuden
«las autoridades y los niños de las escuelas». Pero la religión se manifiesta como una
fe próxima a la superstición y el autor le da un tratamiento humorístico. Desde este
punto de vista hay que entender que el obispo deje burlados a sus feligreses mientras
el barco «dejó ensopados a los que estaban más cerca de la orilla», que Santiago Nasar
vaya a verle llegar porque para él aquello «es como el cine», fascinante, que el cuerpo
de Mª Alejandrina sea el «regazo apostólico» del narrador y viva en una «casa de
misericordias» para la satisfacción sexual. Al destazado cuerpo de Nasar se le
descubre en la autopsia «una medalla de oro de la Virgen del Carmen que se había
tragado a la edad de cuatro años». Y no menos irónico es que el cura declare inocentes
a los asesinos «tal vez ante Dios». Lo sobrenatural está en la estructura mental y en
las creencias profundas de muchos personajes. Un par de ejemplos: Santiago Nasar
padece la circunstancia fatal de que su madre malinterprete sus sueños, pues «no les
puso atención a los árboles» que había en ellos; no advierte ese «augurio aciago». Y
Luisa Santiaga, madre del narrador, posee telepatía y artes de adivinación; conoce las
noticias sin salir de casa, pero no logra transmitir «el pálpito de la tragedia».
 Las alusiones al mundo de Cien años de soledad: le confieren al relato un carácter
mítico. El caso más evidente es el del padre de Bayardo San Román, que había
luchado contra el coronel Aureliano Buendía: «el general Petronio San Román, héroe
de las guerras civiles del siglo anterior, y una de las glorias mayores del régimen
conservador por haber puesto en fuga al coronel Aureliano Buendía...».

En síntesis, Crónica... presenta una realidad abultada por la creencia en lo


onírico, lo invisible, lo telepático y el más allá. Se muestra lo irreal como algo cotidiano
y común. El propio García Márquez declaró en una ocasión: «Mi problema más
importante era destruir la línea que separa lo que parece real de lo que parece fantástico
porque, en el mundo que trataba de evocar, esa barrera no existía»

Temas: honor, el amor y fatum

Los dos grandes temas inseparables de Crónica... son la violencia y el honor. La


primera surge como consecuencia del cruel y trasnochado código del honor que rige la
moral colectiva de un pueblo. Los individuos no discuten este código. La violencia que
ejercen les viene impuesta, de lo contrario caerían en el deshonor. La violencia es la única
forma de respuesta a una violación del código de honor centrado en la sexualidad, que
exige a la mujer llegar virgen al matrimonio. El origen bíblico de tal precepto lo impregna
de religiosidad, naturalmente respetada en un pueblo milagrero y crédulo.

El crimen de Pedro y Pablo Vicario, con su cortejo de cuchillos, persecución,


puñaladas y ensañamiento, es la concreción más intensa de la violencia. Su origen está en
la honra y, por tanto, aunque se concrete individualmente —en Santiago Nasar, culpable
dudoso—su alcance y naturaleza es social. El honor —y su reflejo social, la honra— es
un sentimiento sublime, de ahí que Luisa Santiago asegure que «la honra es el amor» y
su defensa con sangre se justifica ante la divinidad, por lo que los criminales son inocentes
«tal vez ante Dios», como dice Carmen Amador, el cura. Al ejercer una legitimada
violencia para restaurar el honor familiar, los Vicario obran con «dignidad» y «cierta
grandeza», y en la cárcel «los reconfortaba el prestigio de haber cumplido con su ley» y,
de paso «haber probado su condición de hombres» y devolver a su hermana la «posesión
de su honor». Añadamos que la venganza restauradora debe ser llevada a cabo
inmediatamente, pues «el honor no espera». La jurisprudencia, en fin, contempla
positivamente el «homicidio en legítima defensa del honor».

El tema de la violencia está presente en otros aspectos de la novela. Así surge


como rasgo individual en Santiago Nasar, que aprendió desde niño a manejar las armas
de fuego y duerme con una debajo de la almohada. Brota, como evocación de las guerras
civiles que devastaron Colombia desde mediados del s. XIX, en personajes como el
general Petronio San Román, «héroe de las guerras civiles». Otra circunstancia
fundamental de la violencia, la guerrilla, tiene su referencia a través del personaje de
Pedro Vicario, que desaparece en territorio de guerrillas.
La violencia se refleja también vinculada a la sexualidad masculina y al
machismo. Así, Santiago Nasar acosa a Divina Flor, la hija de la cocinera, con «mano de
gavilán carnicero» cuando la encuentra sola. A la violencia recurre Pura Vicario cuando
Bayardo San Román le entrega a su hija: «me sostenía el pelo con una mano y me
golpeaba con la otra con tanta rabia que pensé que me iba a matar», confesará Ángela. Y
la violencia es constante: el alcalde vivió «masacres de represión». La familia de Plácida
Linero «fueron gentes de poder y de guerra».

Incluso el lenguaje es reflejo de ese mundo dominado por la violencia, en especial


cuando la narración se plasma en registro coloquial. Cuando Bayardo despierta de la
borrachera exige «que nadie me joda –dijo–. Ni mi papá con sus pelotas de veterano».
Cuando el obispo no para en el pueblo, para Luisa Santiago es «el hijo de la peor madre».
Para Victoria Guzmán, Santiago Nasar es «un mierda» y para Clotilde Armenta el suyo
es un «pueblo de maricas». El narrador recuerda cómo Victoria Guzmán «arrancó de
cuajo las entrañas de un conejo y les tiró a los perros el tripajo humeante». Y, en fin, no
olvidemos toda la explosión verbal a base de cuchillos, sangre, vísceras, cuchilladas,
gritos, tripas, perforaciones que ocasionan los Vicario en su masacre al cuerpo de Nasar
y que se detallan tanto en la escena del crimen como en la descripción de la autopsia.

En contraste con todo este mundo de violencia, la novela da un giro hacia un final
feliz en el que dos de las víctimas (Ángela y Bayardo) viven un amor tardío, después de
años de expiación. La pasión amorosa crece con la separación de los amantes y vence a
la ofensa y al rechazo, a la soledad y al silencio e incluso al paso del tiempo. En la cuarta
parte, tras repudiar a su esposa, Bayardo se va del pueblo como marido burlado y Ángela,
no soportando la vergüenza, también huye a donde no la conocen. Desde la distancia,
Ángela empieza a enamorarse y le escribe a Bayardo fogosas cartas de amor que Bayardo
no abre, pero, pasados diecisiete años, regresa para reencontrarse con ella portando
consigo casi dos mil cartas sin abrir. Así, dos víctimas viven un amor tardío tras un largo
período de expiación.

El destino desempeña un papel importante en la novela. El fatum o sino trágico


pesa sobre Santiago Nasar como una inverosímil acumulación de errores, casualidades,
adversidades impensables, circunstancias insólitas y también odios y rencores. Por
ejemplo, la parada del obispo hubiera podido detener —por respeto— a los criminales,
pero el obispo sigue viaje. Plácida Linero cierra la puerta de casa a su hijo porque Divina
Flor le asegura que él está dentro. Indalecio Pardo cree que las amenazas de los Vicario
son «fantasías de amanecidos» y, además, calla porque «se me aflojó la pasta».

El perspectivismo como técnica narrativa

Entre los elementos que conforman el universo de ficción de Crónica…, el


narrador es uno de los de mayor riqueza y complejidad. Por diferentes datos sabemos que
es contrafigura del propio escritor: Mercedes Barcha es su mujer, Luisa Santiaga es su
madre y sus hermanos son Margot, Luis Enrique y Jaime. Este narrador-cronista ha de ir
reconstruyendo partes de la historia, para él medio olvidadas —ha sido testigo de algunos
hechos, pero están borrosos en su memoria— o desconocidas —el caso consta incompleto
en un sumario—. Regresa al pueblo para recomponer «con tantas astillas dispersas el
espejo roto de la memoria». Por este motivo el narrador recurre a otros testimonios, lo
que da lugar a una amplia polifonía narrativa.

Por otra parte, el narrador es habitante del pueblo, amigo de Santiago y pariente
lejano de Ángela y de los gemelos. Estuvo en la boda y acompañó a Santiago y a sus
asesinos hasta pocas horas antes del crimen. Narra desde el presente, es decir, veintisiete
años después de los trágicos sucesos, perspectiva que le permite narrar no solo el pasado,
sino además el futuro de ese pasado (por ejemplo, el paso de los asesinos por el penal y
el reencuentro de Ángela y Bayardo). Esa amplia perspectiva temporal le posibilita narrar
desde dentro de la historia y, cuando le conviene, desde fuera.

Para reconstruir el caso utiliza diversas fuentes:

1. Correspondencia epistolar de su madre.


2. Informe jurídico e informe de la autopsia.
3. El testimonio de un extenso número de testigos.
4. Su incompleta memoria personal.
5. Su condición misma de testigo y copartícipe en el acontecer.

El narrador utiliza varias personas narrativas. Cuando se sirve de lo que sabe o


recuerda de la historia, sin intervención por tanto de ninguna otra fuente, se distancia de
ella a través del uso de la tercera persona narrativa y adopta un enfoque omnisciente:
«el día que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5:30 de la mañana para esperar
el buque en que llegaba el obispo. Había soñado que atravesaba un bosque de
higuerones…». Pero cuando se sitúa dentro de la historia, o sea, cuando adquiere la doble
condición de personaje y narrador, emplea la primera persona narrativa: «En el curso
de las indagaciones para esta crónica recobré numerosas vivencias marginales... [...]
Muchos sabían que en la inconsciencia de la parranda le propuse a Mercedes Barcha que
se casara conmigo».

El punto de vista de la novela, como crónica que es, debe recoger las opiniones de
las personas que el cronista estime oportunas. En este sentido estamos ante un punto de
vista múltiple que limita la subjetividad del cronista, recoge diferentes puntos de vista, a
veces contradictorios entre sí, y obliga al lector a participar aportando su propia
perspectiva sobre los hechos narrados. Pero, naturalmente, el punto de vista dominante es
el del narrador (él conoce las historias familiares; él ordena los hechos). Incluso cuando
se repliega intuimos su presencia detrás de los personajes.

El continuado entrecruzamiento de los puntos de vista del narrador —ya como


narrador, ya como personaje secundario, ya como informador/cronista—, de los testigos,
de los protagonistas, de las fuentes escritas —por vía de informes o por vía epistolar—
otorgan a la Crónica… la clara condición de novela perspectivista o
multiperspectivista. Por otra parte, el modelo perspectivista implica la presencia de un
lector activo que acople o ensamble los elementos dispersos a lo largo de la narración,
aunque queda en sombra una de las claves de la novela: ¿fue Santiago Nasar quien
deshonró a Ángela Vicario? A lo que deberá contestar cada uno para sí.

Un sencillo ejemplo puede ilustrar acerca de la pluralidad de perspectivas, que


a veces se contradicen y cuyo resultado es la indefinición. Un dato circunstancial como
es el día en que Nasar muere, este «comentó [...] que era un día muy hermoso», pero
«nadie estaba seguro de si se refería al estado del tiempo» y aunque «muchos coincidían
en el recuerdo de que era una mañana radiante» […] «la mayoría estaba de acuerdo en
que era un tiempo fúnebre». En otros casos, la divergencia de ópticas incide sobre los
personajes. En el caso de Bayardo San Román, Luisa Santiago sospecha que «es un
hombre muy raro»; Magdalena Oliver ofrece a la vez dos ópticas bien distintas: desde
«parecía maricón» hasta que estaba «para comérselo vivo»; la misma Luisa Santiago
asume el punto de vista general de que Bayardo «es encantador» para añadir por su cuenta
«se me parecía al diablo»; para el narrador es «atractivo, serio, pero sobre todo un hombre
muy triste». En fin, quien ha de ser su esposa, Ángela Vicario, «Nunca había visto uno
[un hombre] con tantas ínfulas».
Hay algunas secuencias en las que el narrador se retira para dar paso al diálogo de
los personajes. El texto se dramatiza, el punto de vista se desplaza desde los intervinientes
en la conversación hacia el lector y el modo de representación de la realidad es el
escénico-dramático. Pero aun en esos casos el narrador está presente, situado detrás de
los personajes, manifestado en acotaciones que unas veces ordenan simplemente el curso
del diálogo y otras lo completan con alguna referencia a sus gestos y movimientos.

Análisis de los personajes

Crónica de una muerte anunciada no es una novela de personajes memorables.


Dada su condición de crónica, el autor opera más en extensión que en profundidad y, de
este modo, nos encontramos con personajes de perfil borroso o siluetas de personajes.
Por eso hay tantos. De ellos conocemos lo que hacen y, a veces, lo que el narrador les
deja decir. Algunos nombres pertenecen a familiares del propio García Márquez (Margot,
Luis Enrique, Luisa Santiaga, Mercedes Barcha) y otros están extraídos de Nuevo
Testamento, de La Biblia (Cristo, Lázaro, Poncio, Pedro y Pablo, Santiago).

La caracterización se hace a través de la técnica de la visión indirecta por medio


de la voz interpuesta del narrador o de otros personajes, es decir, conocemos a los
personajes por informaciones del narrador o por la opinión de otros personajes. También
se puede hablar de caracterización múltiple a través de los puntos de vista del narrador
y otros personajes, como son las opiniones sobre Bayardo San Román antes citados.

Santiago Nasar, la víctima a la que acusa Ángela Vicario, pertenece a la


comunidad árabe del pueblo —le llaman «turco»— y heredó de su padre una holgada
posición económica y las mañas de mujeriego y acosador. Es machista y se comporta
como un ave de presa con las mujeres ajenas («gavilán pollero») mientras a su novia,
Flora Miguel, le guarda respeto. En la novela queda claro su papel de víctima de una
venganza de honor, pero su función de ofensor queda en la incertidumbre.

Ángela Vicario es la figura clave en el conflicto que causa la muerte de Santiago.


Es tan hermosa como pobre y acepta un matrimonio de conveniencia que será beneficioso
para su familia. Es un personaje desvalido que no se atreve a revelar a sus padres su
deshonra, pero también se niega a utilizar las artimañas que pudieran ocultar a Bayardo
la pérdida de la virginidad. Este personaje sufre una mutación en la novela, mutación que
hace que, de ser la «prima boba» del narrador, se convierta en una apasionada heroína del
amor como demuestran las cartas que le escribe a Bayardo en la distancia.
Bayardo San Román describe en la novela una línea de ascenso-descenso, que
comienza con la prepotencia con que llega al pueblo, sus derroches y chulería, y finaliza
en el papel de marido burlado que huye buscando soledad y olvido.

Los gemelos Pedro y Pablo Vicario están más desdibujados, pero juegan un
papel fundamental como verdugos. Se mueven por el código del honor que les obliga a
matar, aunque hay detalles en la novela que nos hacen pensar que van a matar sin desearlo:
sus bravuconadas, la publicidad que hacen del crimen, sus dudas, el alcohol que
consumen previamente, etc. los convierten en fantoches que van a hacer algo que no
desean, en asesinos a su pesar. Se sienten prestigiados ante los demás, pero, por dentro
están rotos. En conclusión, son víctimas y victimarios, igual que Ángel y Santiago. La
única víctima pura de la novela es Bayardo.

Hay un segundo nivel de personajes, los testigos que ayudan a recopilar


información como partícipes secundarios de los hechos. Y por debajo de ellos se sitúa un
tercer nivel de personajes: el personaje-grupo o pueblo, caracterizado por la pasividad,
la ruindad moral y el morbo: las gentes del pueblo no solo no impiden el crimen, sino que
quieren ver sangre y, para verla, se posicionan en la plaza como para contemplar el
espectáculo. Los únicos habitantes del pueblo que no son culpables de pasividad son
Cristo Bedoya, al que la fatalidad impide avisar a su amigo, y el narrador, que no se enteró
de nada porque, tras la parranda, se quedó en los brazos de la prostituta del pueblo.

Texto 1

(ABAU. Junio de 2015)

–Lo dejamos para después –dijo Pablo Vicario–, ahora vamos de prisa.

–Me lo imagino, hijos –dijo ella–: el honor no espera.

Pero de todos modos esperaron, y entonces fue Pedro Vicario quien pensó
que el hermano estaba perdiendo el tiempo a propósito. Mientras tomaban el
café, Prudencia Cotes salió a la cocina en plena adolescencia con un rollo de
periódicos viejos para animar la lumbre de la hornilla. «Yo sabía en qué
andaban –me dijo–y no sólo estaba de acuerdo, sino que nunca me hubiera
casado con él si no cumplía como hombre.»

 Cuestión: Sitúa el texto en relación a su contexto en la obra y comenta su contenido


en relación con los temas y significado de la obra.
Texto 2

(ABAU. Junio, 2014)

Pero se detuvo de golpe, tosió desde muy lejos y se escurrió de mi vida.

–No puedo –dijo–: hueles a él.

No solo yo. Todo siguió oliendo a Santiago Nasar aquel día. Los hermanos
Vicario lo sintieron en el calabozo donde los encerró el alcalde mientras se le
ocurría qué hacer con ellos. «Por más que me restregaba con jabón y estropajo
no podía quitarme el olor», me dijo Pedro Vicario. Llevaban tres noches sin
dormir, pero no podían descansar, porque tan pronto como empezaban a
dormirse volvían a cometer el crimen.

 Cuestión: Sitúa el texto en relación a su contexto en la obra y explica los aspectos


narrativos más destacados de este fragmento.

Texto 3

(ABAU. Septiembre, 2021)

Para la inmensa mayoría sólo hubo una víctima: Bayardo San Román.
Suponían que los otros protagonistas de la tragedia habían cumplido con
dignidad, y hasta con cierta grandeza, la parte de favor que la vida les tenía
señalada. Santiago Nasar, había expiado la injuria, los hermanos Vicario
habían probado su condición de hombres, y la hermana burlada estaba otra
vez en posesión de su honor.

 Desarrolle el epígrafe: “temas de Crónica de una muerte anunciada”. Apóyese, para


ello, en el fragmento, que deberá localizar en la estructura de la obra:

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