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Capítulo 4

Dante y los gemelos estarían frente al ángel, mostrándose a distancia por


seguridad. El chico le miraría con desagrado, aquellas alas le daban una idea de
quien podría ser pero preferiría mantener la postura y alejarse.
-¿Quién eres?- Preguntaría Dante algo serio, poniéndose de brazos cruzados.
-Soy Gabriel, el mensajero…- Respondía la mujer cordialmente, dándole una
ligera reverencia al joven. Dicho gesto le era un poco incómodo. –Vine a pedirle un
trabajo.-
-No me interesa. Largo de mi casa.- Diría Dante abriendo la puerta, indicándole a
Gabriel sobre su retirada.
-Por favor, joven Dante. Déjeme explicarle los hechos que me traen a su morada.-
Diría de forma elegante y educada Gabriel mientras se acercaba a los gemelos. –
Vengo por parte de nuestro señor para pedirle un favor.-
El simple hecho de mencionar a su señor, algo surgiría en Dante. Un sentimiento
nostálgico de dolor y odio. Su sorpresa no se medía fácilmente; el señor de esa
mujer le pedía apoyo. Un ser todopoderoso pidiendo ayuda por un simple chico
con complejo de superioridad.
-¡Joder! Me encargo de su trabajo de erradicar a cada demonio y nunca me
premió por eso. ¿Ahora quiere hacerme trabajar?- Dice Dante apoyándose en la
pared.
-Le informo que él es…-
-¡Omnipresente y omnisciente! ¡Ya lo sé! ¡Todos los sabemos!- Diría Dante algo
más molesto.
-Creo que debería de dejarme terminar para que me explique de una mejor
manera.- Dante se sentaría ante esa cordial petición del ángel. –Como usted
mismo dijo, mi señor todopoderoso es omnisciente y sabe de su pequeño cruce
con los pecados capitales y con Lucifer; también de su muerte y resurrección, así
que… También, notamos su trato con ellos dos y nos dimos en la tarea de también
ayudarlos ante dicha petición.- Expresaba Gabriel con suma elegancia. Su rango
como un ser celestial se notaba con su forma de hablar, su postura, sus
movimientos; todo. Esto dejaría sorprendidos a los tres que más estaban en el
departamento.
-Explícate.- Dante decía algo confundido.
-Como ustedes saben, Lucifer es un ángel caído, y por los pecados que cometió
en su tiempo, el señor pidió que acabes con él como señal de perdón.- Diría
Gabriel con suma elegancia, explicándole al trío.
A su vez, de la ventana sale un pilar de luz que llegaba hasta la mesa donde se
formaban dos guantes blancos.
-Debí haber puesto las cortinas que Mindy quería…- Susurraba el irritado
propietario del departamento viendo que ahora introducen cosas sin su permiso.
–Estos son guantes hechos por el mismo Miguel, dados a usted, joven Dante para
dicha tarea, como su otro guante se perdió.-
Dante no sabía que decir en este momento. Revivió; dos hermanos de Mindy
entraron a su departamento, le regeneraron sus brazos y le encargaron matar a
Lucifer; ahora, un arcángel quiere que también mate a Lucifer con unos guantes
especiales hechos para él. Sin dudas, sus días nunca pueden ser aburridos.
-Está bien…- Decía un vencido Dante ante las diversas peticiones del arcángel,
poniéndose los guantes.
-¿Qué le parecen, joven Dante?- Preguntaba Gabriel, observando al joven
mientras probaba sus nuevos guantes.
-Se sienten iguales que los otros, que curioso…- Decía Dante, sorprendido por la
idéntico que se sentían. Era bastante obvio que eran los mismos guantes,
simplemente que uno de ellos estaba corrompido por la energía del ángel caído.
-También le permitiremos a usted, darle un traje negro igual al que tenía antes.
Sólo que… Esta vez, con un poco de blanco, dado a obvias razones.- Dice Gabriel
educadamente, sonriendo ante el chico de expresión indiferente.
-¿Y sí me opongo…?- Diría Dante seriamente, cambiando su actitud a su típica
actitud fría y seria. Él liberaba los listones, emanando su aura con intensidad,
provocando una brisa helada.
-Es cierto que no está en nuestras prioridades su rechazo a nuestra petición. Pero
tampoco está en nuestro jurado el intentar salvarlo del perdón de nuestro señor.-
Decía Gabriel, las simples palabras que daría serían suficientes para aburrir al
chico.
-¿Qué gano sí hago lo que dicen? ¿Su perdón? ¡Por favor!- Preguntaba el chico,
entrando a su habitación para vestirse.
En un rincón del departamento, se encontraban los gemelos incómodos y tensos
al tener a un arcángel y al asesino de demonios en un mismo lugar. Este sería un
pésimo escenario para ser un demonio, sin dudas.
-Ganaría la libertad que tanto anhela con aquella princesa del infierno.- Las
palabras de Gabriel dejarían a Dante interesado en la propuesta.
-¿Nadie nos molestará?- Preguntaba el chico interesado.
-Nadie lo hará.- Respondía la mujer, dejando al chico dudoso.
-De acuerdo… Sólo sí así me dejan en paz.-
Mientras tanto, en el infierno; ubicándonos en el castillo de Lucifer, estando éste
mismo en su trono sentado con Mindy a lado suyo, estando con una ropa más
rustica y elegante. Vestía un vestido rojo con detalles en negro, con unos bellos
tacones rojos brillantes.
Mindy estaría perdida en sus recuerdos, empezando a recordar cuando ese
mismo día Dante le daría una sonrisa. Ella el momento donde lo vio muerto y
tirado en el suelo sin vida; no podía sacárselo de la cabeza, siendo sacada por su
propio padre cuando chasqueaba sus dedos.
Éste estaba torturando a Greed por haber liberado, aunque fuera de forma
accidental, a Dante. Desmembrándola infinidad de veces, gritando de dolor ante
cada miembro arrancado.
-Un solo trabajo tenías, Greed. Tu estupidez te cegó y dejaste que Dante se
liberada, por poco logra acabar con Lust y llevarse de nuevo a mi hija…-
La voz ronca y grave Lucifer hacía eco mientras hablaba con un inmenso odio
contenido ante la presencia de su hija.
-Señor Lucifer…- Susurraba una adolorida Greed, viendo a su señor con dolor en
sus ojos.
-¡¿Entiendes el error que cometiste?! ¡Casi se me llevan a mi hija nuevamente
todo por tu estúpida obsesión por los órganos humanos! ¡Te seguiré arrancando
miembro por miembro sí es necesario hasta que aprendas de una puta vez que mi
hija es más importante que tu propia vida y tu estúpida obsesión!- Exclamaba
Lucifer arrancándole los miembros él mismo a Greed que seguía gritando y
llorando en el suelo ante dicha acción.
En el suelo, el rey empezaría a aplastarle varias veces la cabeza, destruyendo
parte del suelo mismo; Mindy sería testigo de toda la brutalidad de su padre
mientras al ver al pecado sin cabeza recordaría a Dante y lágrimas saldrían de sus
ojos ante aquél doloroso recuerdo. Lucifer notaba los sollozantes gemidos de su
hija, dejando al pecado para acercarse a su hija.
Paternalmente, Lucifer acercaba su mano hacia la mejilla de Mindy.
-¡No! ¡Tú mataste a Dante!- Ante esto, Lucifer le daría una bofetada a Mindy, cosa
que la deja anonadada por dicha acción.
-Endola. Llévala a su recamara.- Lucifer ordenaría, apareciendo una mujer
anciana, llevándose a la princesa. –Tienes suerte que seas mi hija y mi heredera
al trono. De lo contrario, ni siquiera hubiera dejado que tu madre te haya dado a
luz.- Diría Lucifer saliendo de la sala del trono, completamente molesto y
buscando algo para liberar todo esa ira en su ser.
El rey de los demonios se acercaba a una sala con un gran ventral que daba a las
densas llanuras pobladas de almas del infierno. A sus espaldas, siete torbellinos
de oscuridad aparecerían. Serían los siete pecados capitales, postrados ante su
señor. Entre ellos se encontraba Greed, se notaba llena de heridas pero su
corazón le sigue sirviendo a Lucifer.
-Díganos, señor.- Diría Pride hacia Lucifer, dejando de lado su orgullo y viéndose
afable contra él.
-Dante sigue con vida.- Decía Lucifer sin voltear a verlos, mostrando ni un ápice
de preocupación, odio o sorpresa.
Al escuchar esto, todos los pecados quedarían impactados ante semejante noticia;
siendo Lust la más aterrada y Wrath el más impactado.
-¿Cómo…? Wrath le destruyó la cabeza…- Decía un Envy cubierto de impacto
ante la noticia. Pensaba que ahora podía ser feliz con Mindy pero parece que se
equivocaba, esa cucaracha seguía viva a pesar de no poseer cabeza.
–Cuando volví, sentí en ese mismo lugar como su existencia volvería… Supongo
que todos saben lo que eso significa. Necesito…-
-¡Trataremos de acabar con él de una vez por todas!- Diría Pride al rey, pero esto,
le causaría que le arrancara la cabeza de un toque; cayendo el cuerpo del pecado
al suelo, regenerándose nuevamente, portando una expresión de terror en su
rostro.
-¡No vuelvas a interrumpirme, Pride!- Exclamaría Lucifer hacia el demonio,
causando una presión inmensa en el demonio al clavarle los ojos encima.
-Lo… Lo lamento…- Tras esto, la presión se iría dejando al demonio en
humillación y en terror.
-Vayan a sus dominios en el mundo de los humanos y asesinen a Dante. Sea
como sea…- Diría Lucifer para luego todos los pecados salir del lugar a través de
portales de fuego. Luego de esto, el rey comenzaría a liberar humo. –Miserable
malnacido… - Lucifer decía esto con sumo desprecio.
Volviendo al mundo, la noche había caído. Una tormenta eléctrica comenzaría a
caer, Dante y los gemelos saldrían a las calles a volver a su rutina de asesinar
demonios.
-Entonces… ¿Ustedes saben dónde están los pecados?- Preguntaba el chico
caminando al frente de los gemelos. –Por cierto: ¿Cuáles son sus nombres?-
-Él mío es Bartolomé.- Decía uno de los gemelos. Como forma de diferenciarse,
Bartolomé era un poco más empático que su gemelo. Era como Mindy pero con un
retorcido sueño de ser rey.
-Mi nombre es Mitre.- Decía el otro de los gemelos.
A diferencia de Bartolomé, Mitre era más sensato; atacaba cuando era debido.
Aunque fueran idénticos en todo, su característica más particular es que eran
bastante decididos con su perturbador sueño.
-Y no. No sabemos dónde están los pecados capitales. Pero sabemos dónde
están sus hijos. Ellos podrían darle la información necesaria sobre cada demonio.-
Respondía Mitre seriamente, tocando su mentón como señal de que estaba
analizando la situación.
-Sí, el más cercano es el hijo de Pride: Ormundus. – Exclamaba Bartolomé,
observando hacia su derecha.
-De acuerdo. Entonces vayamos por él. Un cosa más…- Diría Dante
deteniéndose, observando a los gemelos. -¿Ustedes también cantan?-
La pregunta del chico dejaría a los gemelos atónitos, pero afirmarían con la
cabeza.
-Supongo que conoce la potenciación de nuestras voces.- Decía Mitre.
-Sí. Sé que los príncipes del Infierno poseen una habilidad que les permite
potenciar a base de respectivos cantos. Mindy me ayudaba con los demonios. No
quería que saliera herida.- Decía Dante volviendo a caminar, seriamente.
Estando ahora en el estreno de una película, donde varios famosos participarían,
entre ellos, estando un chico alto con una cabellera oscura larga que le llegaba a
los hombros, portando un saco celeste y pantalones blancos con zapatillas negras
lustrosas; los fotógrafos le tomarían fotos tantas como pudieran, posando el chico
para las fotos, mostrando una cautivadora sonrisa que enamoraría a todos.
Mujeres y hombres aclamando su nombre, periodistas pidiendo una entrevista con
él. Todo esto, aumentaría su orgullo, viendo como sus ojos se volverían negros
pero volverían a la normalidad en un instante.
Pero, de repente, todos los fotógrafos se detenían. Un silencio se creaba cuando
alguien aparecía en la alfombra. Ormundus escuchaba unos pasos; causando el
terror en el chico, siendo visto por los demás que lo rodearían ante el muchacho
que estaría pasmado en medio de la alfombra roja.
Alguien con ropas oscuras llegaría a la alfombra roja, caminando tranquilamente
por ella, cabizbajo caminaba; siendo observado por varios fotógrafos que le
tomarían fotos, llamando la atención de los demás, siendo ahora el foco de
atención, quitándoselo al hijo de Pride.
La atención hacia Dante le daba una rabia incontrolada en él; aunque dicha rabia
se iría cuando viera como quien le quitaría la atención portaba una camisa,
pantalones, zapatos negros, guantes de gala blancos con un símbolo en medio de
ellos y portando una corbata blanca; siendo Dante.
Él levantaría la cabeza poco a poco, mostrando una sonrisa hacia el muchacho,
guillándole el ojo nuevamente. Provocando que el muchacho, se transformara en
plena alfombra roja; creciéndole el cuerpo hasta alcanzar los dos metros,
creciéndole las garras y dientes, su ropa sería rasgada por dicha acción,
creciéndole cuernos y la cola de caballo se destruiría con gran facilidad, todos en
el lugar admirarían esto, quedándose aterrados por dicha acción, comenzando a
correr, mientras Dante avanzaba hacia él tranquilamente hasta estar cara a cara
con él.
El demonio observaría al chico que estaría serio como siempre; pero en todo eso,
uno de los fotógrafos le tomaría una foto a esos dos, quedándose sorprendido
ante dicha acción tonta o heroica del chico de ropas oscuras.
-¡Dante…!- Exclamaría el demonio conteniéndose ante el asesino de demonios.
-Dime: ¿Dónde está tu padre…?- Exigiría el humano con firmeza y frialdad.
Esto cada vez estaba haciendo enfurecer al demonio a tal punto que su cuerpo
estaría tomando un tono cada vez más oscuro, apretando cada vez más los puños
y dientes.
-¿Dónde está tu padre?- Preguntaría Dante mostrando una presión hacia el
demonio, que sería destruida por un rugido que sacudiría todo el lugar, todos en
las cercanías sentirían el temblor y el poderoso rugido.
El demonio comenzaría a correr hacia Dante que estaría quieto ante el ataque del
demonio que lanzaría una embestida hacia el chico; éste únicamente liberaría una
brisa helada alrededor de él.
De los guantes blancos empezarían a salir tres listones por cada guante, siendo
uno de los listones más pequeño que los demás, el chico miraría al demonio para
desaparecer de su vista, siendo mucho más rápido que las otras veces que
enfrentaba demonios, yendo hacia el demonio, que de una patada baja daría en
su pierna derecha, derribándolo hasta deslizarse hasta el final de la alfombra roja,
a las afueras del cine.
Todos los que estaban ovacionándolo, estarían huyendo de él, viendo en lo que se
convirtió. Esto haría que el demonio se levantase rápidamente, pero de un
poderoso puñetazo, Dante lo dejaría en el suelo nuevamente.
El demonio usaría su cabello, lanzando pelos como agujas hacia el chico, pero
girando en su eje, utilizaría sus listones como protección disparándolos hacia su
alrededor, dando en las cámaras de los fotógrafos y gente que los estaba
grabando; rápidamente se levantaría y le tiraría un puñetazo al chico que
esquivaría, lanzándole un rodillazo que le rompería la quijada; saltando, Dante la
usaría para clavársela en los ojos, y al caer usaría su tercer listón que estaría más
rectos que los demás para cortarle el abdomen al demonio, quien lanzaría golpes
provocando que el chico retrocedería pero nuevamente volvería hacia él
atravesándolo con facilidad por donde cortó, usando sus listones para atrapar los
brazos del demonio y al momento de pasar por su abdomen los listones harían
que el demonio caiga tras dar un giro en el aire, aprovechando esto, Dante se
levantaría fácilmente y usando los listones atraparía las piernas y brazos del
demonio al punto donde giraría rápidamente y le arrancaría las extremidades con
bastante facilidad provocando que el demonio exclamara de dolor. Dante caería
encima del demonio, estando sentado en su torso mirándolo mientras este gritaba
de dolor.
-¡Ya cállate!- Dante abofetearía al demonio con su propio brazo. -Te regresaré tus
brazos sí me dices donde está tu padre: Pride.- Diría el chico de forma seria
mientras sujetaba el brazo del demonio.
-Nun…- El demonio es atravesado por sus propias garras.
-¿Dónde está? ¡¿Dónde está?!- Exclamaría Dante saltando y lanzarle sus propias
extremidades que lo atravesaban en el torso, encima Dante al caer empujaría más
las extremidades para que atraviesen más. -¿Dónde está?- Preguntaría Dante de
forma seca y seria, creando una presión inmensa en el demonio, que empezaría a
llorar del miedo.
-¡En los estudios!- Exclamaba Ormundus con desesperación.
Ante esto, el demonio vería como Dante le sacaría el corazón y lo lanzaría hacia la
nada, muriendo en cuestión de segundos después, convirtiéndose en cenizas que
se esfumaba por los aires, hasta no quedar nada del demonio.
Dante caminaría tranquilamente, todos observarían como él había matado a ese
monstruo con extrema facilidad, desapareciendo tras esto.

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