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I- Colación de deudas
Debido a que al producirse la transmisión de la herencia se traspasan no sólo los bienes que eran propiedad del
causante, sino también los créditos que éste tenía, es preciso diferenciar cuando el deudor es al mismo tiempo
heredero y el caso que el deudor sea un extraño. En el primer supuesto, el heredero recibirá bienes como
consecuencia de tal, pero al mismo tiempo deberá cancelar la deuda que tenía con el causante. Como no hay
confusión entre la herencia y el patrimonio personal del heredero, esta situación debe ser considerada en particular.
ARTÍCULO 2397. Deudas que se colacionan. Se colacionan a la masa las deudas de uno de los coherederos en favor
del causante que no fueron pagadas voluntariamente durante la indivisión, aunque sean de plazo no vencido al
tiempo de la partición.
Se consagra la colación de deudas de uno de los coherederos a favor del causante que no fueron pagadas
voluntariamente durante la indivisión, aunque sean de plazo no vencido al tiempo de la partición.
También resultan colacionables las deudas surgidas durante la indivisión. Es bastante frecuente que unos herederos
afronten deudas relativas a los bienes indivisos. En este caso, el coheredero que no pagó se hace deudor hacia los
otros que solventaron esos gastos.
El doble carácter de acreedor y deudor que asume el coheredero produce la compensación y solo se colaciona el
exceso de su deuda sobre su crédito. Así se expresa en los arts. 2401 y 2402 CCyC, que establecen que el modo de
hacer esta colación comprende la imputación de la deuda al lote del coheredero deudor, que es oponible a sus
acreedores. Es decir, que los herederos que requieren la colación de deuda tienen mejor derecho.
No todos los créditos que el causante tenía contra su heredero forzoso constituyen liberalidades.
Las deudas del heredero con el causante, pueden ser por distintos motivos y no solo por liberalidades, lo que hace
que la colación de deudas, conceptualmente, se diferencie sustancialmente de la colación de donaciones.
En la colación de deudas no existe la dispensa, por lo que parte de la doctrina sostiene que no se debería utilizar el
término “colación” para las deudas sino “imputación de deudas”.
La regulación de la colación de deudas configura un aporte en la legislación sucesoria argentina, teniendo en cuenta
que a la muerte del causante se traspasan los bienes y los créditos de que era titular, por lo que resulta
indispensable distinguir cuando el deudor es al mismo tiempo un heredero, o que el deudor sea un extraño.
Si el heredero es el deudor, el heredero recibe bienes por su calidad de tal, pero también debe cancelar la deuda con
el causante.
Esta situación es la que contempla el art. 2397 CCyC:
a) si la cancela voluntariamente, el importe integrará la masa de partición;
UNIDAD VIII- 1
b) cuando la deuda subsiste en la indivisión hereditaria, el heredero debe colacionarla, en la etapa de la partición,
aunque no se encuentre vencida.
La colación de la deuda trae como secuela que el heredero reciba menos bienes hereditarios, y los acreedores
personales del heredero nada pueden observar.
ARTÍCULO 2398. Suspensión de los derechos de los coherederos. Los coherederos no pueden exigir el pago antes de
la partición.
La colación de deudas es exigible a la partición, por lo tanto, hasta ese momento los coherederos no pueden obligar
a pago alguno.
La situación es la siguiente: el heredero es deudor del causante, y los otros coherederos no pueden gestionar la
ejecución de ese crédito, hipótesis a la que se suma el art. 2399 CC yC.
Si la deuda subsiste —porque no se ha cancelado—, los coherederos no pueden exigir el pago antes de la partición;
llegada la partición, la deuda deviene obligatoriamente colacionable.
ARTÍCULO 2400. Intereses. Las sumas colacionables producen intereses desde la apertura de la sucesión si el
coheredero era deudor del difunto, si no los devengaban ya con anterioridad, y desde el nacimiento de la deuda si
ésta surge en ocasión de la indivisión.
El momento a partir del cual se devengan los intereses por las deudas colacionables, se especifica según las
situaciones (ver comentario al art. 767 CCyC y ss.).
Pueden diferenciarse, en materia de intereses frente a la colación de deudas, los siguientes:
a) las sumas colacionables producen intereses desde la apertura de la sucesión si el coheredero era deudor del
difunto, si no los devengaban ya con anterioridad a su muerte.
Es que puede ocurrir que los intereses fueran debidos por el heredero desde el nacimiento de la obligación, lo que se
ha producido antes de la muerte del causante, en cuyo caso la muerte del acreedor —el causante— no altera el
curso de los intereses;
b) cuando no se han pactado intereses al contraer la deuda, estos correrán desde la muerte del causante;
c) cuando la deuda surge en ocasión de la indivisión, se deben los intereses desde el nacimiento de la deuda.
Cuando la deuda fuera superior al monto hereditario que le corresponde al deudor, la diferencia debe ser cancelada
en la forma originalmente pactada, de tal manera que si todavía no es exigible no podrá ser reclamada hasta su
vencimiento.
Al producirse la colación de la deuda, el heredero recibirá menos bines hereditarios y esta situación no puede ser
objetada por sus propios acreedores. Lo que no se ha solucionado en forma expresa es la situación que puede
presentarse cuando el crédito contra el coheredero ha prescrito. Si ello ha ocurrido en vida del causante acreedor de
su propio heredero debe interpretarse que su inacción ha tenido por fin liberar a su deudor de la obligación. En el
caso que la deuda haya prescripto luego de la muerte del acreedor, son los propios herederos los que se encuentran
en la imposibilidad de exigir el cumplimiento de la obligación y no sería equitativo que cuando la ley les impide
actuar tengan que soportar las consecuencias que derivan de esa acción. Por ello entiendo que, si la prescripción del
crédito contra el deudor se produjo luego de la muerte del causante, debería igualmente producirse la colación.
Se produce la compensación entre la deuda que tenía un coheredero con el causante y el crédito que tenía con este.
Esta compensación se efectúa aun cuando la deuda no sea todavía exigible al tiempo de la partición.
Puede verse que la medida de la colación de deuda se determina por el exceso de la deuda sobre el crédito, es decir,
la deuda debe ser superior al crédito y la compensación no es suficiente para cancelar globalmente la deuda que el
coheredero tenía con el causante.
El remanente de deuda —es decir, lo que aun adeuda el heredero que ha compensado— debe ser colacionado.
La compensación opera aun cuando el crédito no sea exigible, y con ello se excepciona el art. 923, inc. c, del CCyC,
que dispone como regla para la compensación legal la exigibilidad del crédito.
UNIDAD VIII- 3
Deudas surgidas durante la indivisión (art. 2399)
El art. 2397 determina las deudas que deben ser colacionadas: Deudas surgidas durante la indivisión. La colación de
deudas se aplica también a las sumas de las cuales un coheredero se hace deudor hacia los otros en ocasión de la
indivisión, cuando el crédito es relativo a los bienes indivisos, excepto que los segundos perciban el pago antes de la
partición.
La colación de deudas se aplica también a las sumas de las cuales un coheredero se hizo deudor hacia los otros en
ocasión de la indivisión.
A diferencia de la colación de donaciones que incluye las donaciones que el causante realizó en vida a favor de un
heredero forzoso, la colación de deudas abarca las sumas de las cuales un coheredero se hace deudor hacia los otros
en ocasión de la indivisión, cuando se trata de un crédito originado en esa etapa de indivisión (art. 2323 CCyC y ss.).
La colación de deudas no solo se produce entre herederos forzosos, sino entre todos los demás herederos, y aun
entre comuneros no herederos, mientras que la colación de donaciones se limita a los herederos forzosos.
En cuanto a la dispensa en general —art. 2385 CCyC—, no hay similitud entre la colación de deudas y la colación de
donaciones, ya que en la colación de deudas no existe la dispensa —que sí se prevé en la colación—.
La solución se explica ampliamente: las deudas que nacen en la indivisión constituyen cargas de la sucesión; si se
cancelan por alguno de los coherederos, los restantes adeudan su parte proporcional.
Algunos autores sostienen que tal como está regulada la colación de deudas, podría no haberse utilizado el término
“colación” para las deudas sino seleccionar una expresión pertinente como “imputación de deudas” —
particularmente para las deudas surgidas durante la indivisión— y regularse en la Sección correspondiente —en la
partición—.
UNIDAD VIII- 4
Esta partición puede abarcar a todos o a una parte de los bienes. Si abarca parte no hay comunidad para esos bienes,
pero sí para el resto, los que se partirán por el procedimiento general. Para que sea una partición, debe dividir los
bienes entre los herederos, determinando la composición de cada haber. La idea general es que los bienes se
repartan entre los descendientes en la misma forma y proporciones que corresponderían siguiendo el procedimiento
después de muerto el ascendiente.
Regla general respecto a los sujetos (art. 2411) y objeto (art. 2411 y 2412)
El CCyC conserva la partición por los ascendientes, ordenando los contenidos en una parte de disposiciones
generales y el tratamiento por separado de la partición por donación y la partición por testamento.
La norma tiene como antecedentes el art. 3515 CC y el art. 2362 del Proyecto de 1998.
Se pone énfasis en la situación de las personas casadas bajo el régimen de comunidad de ganancias (art. 463 CCyC y
ss.), proponiendo que la partición por ascendiente solo pueda tener por objeto los bienes propios, ya que la que
operara sobre los gananciales, significaría una partición anticipada de la comunidad.
Se innova así en la partición por ascendientes, al admitir la división de los bienes gananciales por un acto conjunto de
los dos cónyuges (art. 2411 CCyC), en la comunidad de ganancias.
Es decir que nada obsta a que los cónyuges puedan efectuar la partición de los bienes gananciales requiriéndose el
concurso de ambos.
En el régimen patrimonial de separación de bienes (art. 505 CCyC y ss.) no se produce el conflicto que la comunidad
de ganancias provoca, como hemos referido en el punto anterior; pero, en el caso de vivir los cónyuges bajo
separación de bienes y proceder a la partición por ascendiente, se debe incluir al cónyuge.
No es aceptable la partición de los bienes gananciales por testamento al encontrarse prohibido el testamento
conjunto (art. 2465 CCyC).
Se consideró razonable que la partición pueda ser parcial aplicándose a los bienes excluidos de la división, el régimen
sucesorio general.
Se admite la modalidad de la partición por donación efectuada por actos separados si el ascendiente interviene en
todos ellos, lo que simplifica la práctica de la figura.
Los derechos que pueden transmitirse en esta partición por ascendiente, por donación, se ven ampliamente
especificados en el art. 2416 CCyC.
Además, se suprime la acción de rescisión —de difícil comprensión— manteniéndose solamente la de reducción (art.
2417 CCyC).
El art. 2411 señala las condiciones en que puede realizarse la partición por ascendientes: Personas que pueden
efectuarla. “La persona que tiene descendientes puede hacer la partición de sus bienes entre ellos por donación o por
testamento.
Si es casada, la partición de los bienes propios debe incluir al cónyuge que conserva su vocación hereditaria. La
partición de los gananciales sólo puede ser efectuada por donación, mediante acto conjunto de los cónyuges.”
Los ascendientes pueden realizar la partición, respecto de sus descendientes, por acto entre vivos (donación) o por
testamento.
UNIDAD VIII- 5
Partición del ascendiente casado. Cuando la persona del “ascendiente” que va a partir, está casada, debe incluir
siempre al cónyuge cuando esta conserva su vocación hereditaria (art. 2433 CCyC y ss.).
Partición de “gananciales”. Cuando el ascendiente realice una partición que incluya bienes gananciales por estar
bajo el régimen patrimonial de comunidad de ganancias (art. 469 CCyC y ss.), solo podrá efectuar tal partición por
donación.
Queda claro que la partición por ascendiente de los bienes gananciales no puede efectuarse por testamento, ya que
el art. 2465 CCyC no admite el testamento conjunto.
Además de la exigencia del acto de partición instrumentado mediante donación (art. 1542 CCyC y ss.), la norma
establece que debe ser llevado a cabo por los dos cónyuges —conjuntamente—.
La partición debe incluir, en principio, todos los bienes que el causante tiene ya sea que la realice por donación o
testamento.
En el caso que algunos bienes existentes a su fallecimiento no hubieran sido partidos, éstos se dividirán siguiendo las
reglas de la partición, tal como lo establece el art. 2412: Bienes no incluidos. “Si la partición hecha por los
ascendientes no comprende todos los bienes que dejan a su muerte, el resto se distribuye y divide según las reglas
legales”.
Por lo que se extrae de este concepto que la partición puede ser parcial.
Cuando la partición por ascendiente no alcanza a todos los bienes que dejan a su muerte, los que no están incluidos
en esa partición se dividen según las reglas de la sucesión de que se trate.
En el CC, los bienes no incluidos estaban solo previstos para las particiones por donación.
En el CCyC ello se completa con los bienes no comprendidos en la partición efectuada por testamento.
Además de la redacción más adecuada, la norma expande las posibilidades de la partición por ascendientes,
cualquiera sea su forma, por donación o por estamento.
Se replica la necesidad de que en la partición el ascendiente incluya el valor de las donaciones colacionables, a los
efectos de recomponer virtualmente el patrimonio de la persona que hace la partición, para luego adjudicar el valor
de esa donación al descendiente donatario.
La norma estatuye la exigencia de que el ascendiente contenga, en el acto particionario, el valor de todas las
donaciones que hubiera realizado a los descendientes antes de dicho acto, y que sean susceptibles de colación.
De este modo se trata de restaurar el patrimonio de la persona que va a partir —el ascendiente—, lo que resulta una
solución equitativa de esta clase de partición y evita que la misma pueda ser cuestionada por otros coherederos.
UNIDAD VIII- 6
Mejora (art. 2414)
También hay que tener en cuenta que el causante al hacer la partición puede tener la intención de mejorar a uno de
sus descendientes o al cónyuge, pero su voluntad debe haber sido expresa ya sea al hacer la donación o al redactar
el testamento.
El art. 2414 así lo exige: Mejora. “En la partición, el ascendiente puede mejorar a alguno de sus descendientes o al
cónyuge dentro de los límites de la porción disponible, pero debe manifestarlo expresamente”.
Admite que el ascendiente mejore a alguno de sus descendientes o a su cónyuge, pero se exige que se opere dentro
de los límites de la porción disponible.
Si bien el “partidor” puede tener la intención o decisión de mejorar al cónyuge o a sus descendientes, no será
suficiente: la mejora exige una manifestación específica en ese sentido, sea en el testamento, sea en la donación.
Así, la eficacia legal de la mejora requiere una manifestación explícita, en el contrato de donación o en la disposición
de última voluntad. Es una norma general para esta clase de partición.
El artículo expresa que la partición por donación debe tener por objeto bienes que existan en el patrimonio del
“ascendiente donante”, es decir no puede realizarse sobre bienes futuros (véase el comentario al art. 1551 CCyC).
El objeto está, entonces, ceñido a los bienes presentes.
Los bienes que el partidor adquiera con posterioridad al acto particionario ya efectuado podrán ser motivo de una
nueva partición en el futuro.
Esta partición por ascendiente puede efectuarse, en relación al tiempo de otorgamiento del acto, en actos separados
—esto es, distanciados en el tiempo entre cada uno de ellos—.
Si se efectúa en diversos actos, el requisito esencial es que el ascendiente intervenga en todos los actos.
UNIDAD VIII- 7
ARTÍCULO 2416. Derechos transmitidos. “El donante puede transmitir la plena propiedad de los bienes donados, o
bien únicamente la nuda propiedad, reservándose el usufructo.
También puede pactarse entre el donante y los donatarios una renta vitalicia en favor del primero”.
En caso de que la persona que quiere hacer la partición se encuentre casada bajo el régimen de comunidad, deberá
incluir a su cónyuge respecto de sus bienes propios porque ésta los hereda en la misma parte que un hijo. Si
hubieran estado casados bajo el régimen de separación de bienes también debe ser incluido el cónyuge porque
igualmente tiene derecho hereditario, pero en este caso ya no cabe referirse a los bienes propios, sino que su
vocación recae sobre todos los bienes personales del cónyuge.
Cuando los esposos están casados bajo un régimen de comunidad y desea hacer la partición de sus gananciales, la
norma exige que lo hagan conjuntamente por donación, estando vedada la posibilidad de efectuarla por testamento
ya que se encuentra prohibido el testamento conjunto.
Además de la exigencia del acto de partición instrumentado mediante donación (art. 1542 CCyC y ss.), la norma
establece que debe ser llevado a cabo por los dos cónyuges —conjuntamente, dice la norma—.
El artículo aborda —en expresión y técnica mejoradas— el ejercicio de la acción de reducción al especial supuesto de
la partición por ascendiente (véase el comentario al art. 2453 CCyC, acción de reducción en la regulación de la
porción legítima).
UNIDAD VIII- 8
La norma abarca hipótesis distintas:
a) el caso del heredero omitido en la partición por ascendientes;
b) el heredero nacido después de la realización de la partición; y
c) el que ha recibido un lote de valor inferior al que le corresponda como su porción legítima, cuando no hubiere
modos ni bienes suficientes para cubrirla íntegramente.
Quedan legitimados para incoar la reducción, tanto el preterido como el que nace luego de la partición, y aquel que
recibe menos de lo que le corresponde como porción legítima.
En las tres hipótesis, la acción de reducción no prosperará cuando, a la muerte del causante, existan otros bienes
bastantes para cubrir la porción que le corresponda a los herederos.
ARTÍCULO 2418. Valor de los bienes. En todos los casos, para la colación y el cálculo de la legítima, se debe tener en
cuenta el valor de los bienes al tiempo en que se hacen las donaciones, apreciado a valores constantes.
En dos supuestos se fija el tiempo en que deben tenerse en cuenta el valor de los bienes donados por esta partición
efectuado por el ascendiente:
a) para la colación (art. 2385 CCyC y ss.); y
b) para el cálculo de la legítima (art. 2445 CCyC).
El valor de los bienes se determina al tiempo en que se han efectuado las donaciones, estimado a valores
constantes.
ARTÍCULO 2419. Garantía de evicción. Los donatarios se deben recíprocamente garantía de evicción de los bienes
recibidos.
La acción puede ser ejercida desde que la evicción se produce, aun antes de la muerte del causante.
UNIDAD VIII- 9
Se regula manifiestamente la garantía de evicción que se deben los “descendientes donatarios”: recíprocamente se
deben esta garantía de evicción, en cuanto a los bienes recibidos en la partición.
La partición por donación adquiere su plenitud jurídica desde el momento del acto, sin encontrarse supeditada a la
apertura de la sucesión, por lo cual los herederos beneficiados con la donación podrán ejercer a partir de su
realización todos los derechos y acciones que le corresponden en su calidad de herederos.
En este sentido, la garantía de evicción tiende a asegurar la existencia y la legitimidad del derecho transmitido,
extendiéndose a:
a) toda turbación de derecho total o parcial, que recae sobre el bien o bienes, por causa anterior o contemporánea a
la adquisición;
b) los reclamos de terceros fundados en derechos resultantes de la propiedad intelectual o industrial, salvo que el
enajenante se haya ajustado a especificaciones suministradas por el adquirente; y c) las turbaciones de hecho,
causadas por el transmitente.
La garantía de evicción puede reclamarse, aun antes de la apertura de la sucesión —muerte del causante—, desde
que esta evicción se produce (art. 1044 y CCyC ss.).
Téngase presente que, respecto del donante, la garantía de evicción se debe solo en los casos previstos en el art.
1556 CCyC.
UNIDAD VIII- 10
Para que la revocación de la partición por donación tenga lugar, deviene necesario que el donante acredite
judicialmente la configuración de la causa en que se funda la revocación.
Partición por testamento – Comienzo de eficacia – Revocabilidad – Enajenación de bienes – Renuncia de los
beneficiarios (art. 2421)
La partición por testamento, es un acto de disposición mortis causa que, unilateralmente, afecta el modo de
operarse la transmisión hereditaria, a favor de los descendientes.
La partición testamentaria supone que se realice entre los herederos quienes tienen vocación al todo de la herencia
en la proporción que les corresponde por ley.
Esta alternativa es más sencilla en su regulación que la anterior porque en vida del causante no se produce ningún
traspaso de bienes, sino que sus efectos se genera luego del fallecimiento. Por ello, la partición por testamento
tendrá lugar cuando el testador ha dividido los bienes en su testamento, determinando la composición de cada
hijuela y su correspondiente beneficiario.
El comienzo de la eficacia de la partición por testamento comienza luego del fallecimiento del causante.
Revocabilidad. Como todo testamento es revocable. La revocación de la partición por testamento es la declaración
de voluntad del testador (expresa o tácita) por la que una partición por testamento existente queda sin efectos en
todo o en parte.
La partición por testamento es un acto esencialmente revocable, ya que recoge la voluntad del testador en el
momento de su muerte, y por ello puede cambiar hasta ese mismo momento. Por esta razón, no tendrán efecto las
cláusulas que expresen la voluntad de no revocarlo en el futuro.
El art. 2421 dispone: Enajenación de bienes. “La partición hecha por testamento es revocable por el causante y sólo
produce efectos después de su muerte. La enajenación posterior al testamento de alguno de los bienes incluidos en la
partición no afecta su validez, sin perjuicio de las acciones protectoras de la porción legítima que pueden
corresponder.
Sus beneficiarios no pueden renunciar a ella para solicitar una nueva partición, excepto por acuerdo unánime”.
El artículo regla sobre la posible revocación del testamento en el que el ascendiente haya realizado la partición a
favor de los descendientes.
La norma responde a la lógica testamentaria: si es posible revocar el testamento, obviamente puede revocarse la
partición contenida en él quedando sin efecto.
- Enajenación posterior al testamento de alguno de los bienes incluidos en la partición. Si opera la enajenación de
un bien o bienes, de los comprendidos en la partición testamentaria, la partición sigue vigente, ostentando plena
validez, sin perjuicio de que el heredero perjudicado por ese acto, pueda ejercer las acciones protectorias que
tienden a resguardar la integridad de la legítima.
- Irrenunciabilidad de la partición. Los descendientes beneficiarios de la partición no pueden renunciar a ella para
solicitar una nueva partición.
La regla preconsignada cede, ante el supuesto de que los descendientes beneficiarios acuerden por unanimidad
dejar sin efecto la partición.
UNIDAD VIII- 11
Puede observarse aquí un avance del ejercicio de la autonomía de la voluntad.
En su segunda parte, se deja sentada la validez de la partición hecha en el testamento, aunque el testador haya
enajenado bienes comprendidos en la partición con posterioridad al testamento. Dicha enajenación perjudica al
heredero que hubiera resultado adjudicatario de ese bien y, por ello, podrá ejercer las acciones protectoras de su
legítima en caso que los restantes bienes no sean suficientes como para cubrirla.
La partición por testamento es impuesta por el causante a sus herederos y éstos no pueden dejarla sin efecto a
menos que todos estén de acuerdo en realizar una nueva partición.
ARTÍCULO 2422. Efectos. La partición por testamento tiene los mismos efectos que la practicada por los herederos.
El artículo equipara los efectos de la partición por testamento a la partición realizada por los herederos.
La solución de la norma en examen reedita la del sistema derogado y establece el mismo contenido dado a la
partición por los herederos, que se regula en los arts. 2403 a 2407 CCyC.
Se mantiene una tesitura análoga al derecho derogado: que la partición por testamento tiene los mismos efectos
que la llevada a cabo por los herederos. Ello, con un límite claro: deben respetarse los derechos de los herederos.
Por tal motivo, la partición por ascendiente, en la forma testamentaria, tiene efecto declarativo y no traslativo de
derechos; los copartícipes se deben entre sí la garantía de evicción y por vicios ocultos, entre otras notas (véase el
art. 2423 CCyC).
ARTÍCULO 2423. Garantía de evicción. Los herederos se deben recíprocamente garantía de evicción de los bienes
comprendidos en sus lotes.
La existencia y legitimidad de los derechos transmitidos se juzga al tiempo de la muerte del causante.
Se mantiene la reciprocidad en la garantía de evicción de los bienes comprendidos en los lotes de los herederos: se
deben mutuamente la garantía de evicción.
La letra de la ley es simple: los herederos se deben recíprocamente garantía de evicción de los bienes que integran
sus lotes (art. 1044 a 1050 CCyC, responsabilidad por evicción).
Los derechos que se transmiten en la partición por ascendiente en la forma testamentaria, en orden a su existencia y
legitimidad, se califican al tiempo de la apertura de la sucesión.
Por ello, la garantía de evicción, se debe desde la muerte del causante.
Se reitera la garantía de evicción que ya existe entre los coherederos, como consecuencia de cualquier partición.
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