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Dicha Carta Magna ha sido calificada como uno de los documentos jurídicos
más importantes para el establecimiento de los Derechos Humanos. Las
normas planteadas establecían serias limitaciones al poder real respecto a los
ejes estratégicos de la época: impuestos y límites a la discrecionalidad del rey.
Originada en Inglaterra, buscaba limitar la autoridad del rey cediendo algunas
libertades y derechos, es decir, privilegios, a favor de la Iglesia y los Barones.
Al asociar las ciudades a estas nuevas garantías se obligaba al monarca a no
imponer impuestos sin el Consejo del Reino.
La guerra “de los siete años”, concluida en 1763 con la derrota total de Francia
y un desequilibrio económico y financiero de su triunfador, Inglaterra, es
considerada como una de las causas más destacadas. Como es usual, todas
las guerras son caras, y la que concluyó en 1763 no fue una excepción:
Inglaterra se hallaba ante grandes dificultades económicas y decidió que el
peso de la solución no recayera exclusivamente en el contribuyente inglés. [8]
Para tal efecto, las colonias debían tributar, y uno de los impuestos fue el
establecimiento de la “Stamp Act” (Ley del Timbre), por medio de la cual, todos
los instrumentos para ser válidos en las colonias y en la metrópolis, debían
llevar estampado en seco, el sello o timbre de la nación, vendido, como es de
suponer, por Inglaterra que había encontrado en el impuesto de sellos el mejor
método de tributación. La Ley estableció que: “en el futuro se deberá emplear
papel timbrado, vendido por establecimientos reconocidos, en todos los
documentos, permisos, anuncios, periódicos, almanaques, naipes, etc.”[9]
Por lo que se acaba de señalar, los Derechos Humanos son valores que
responden a procesos dinámicos y son verdaderas conquistas alcanzadas por
la justicia y la dignidad humana. Son el producto –asimilado en la conciencia
colectiva– de la lucha histórica de los grupos sociales para imponerlos y
defenderlos. Esta posición difiere de las corrientes de inspiración iusnaturalista
que definen a los Derechos Humanos como algo que dimana de la naturaleza
del hombre, afirmando que son derechos inherentes, innatos y naturales a los
seres humanos.[13] Por consiguiente, están por encima y antes del Derecho
Positivo, existen por sí mismos. En controversia con esta concepción, se critica
al iusnaturalismo por cuanto postula “la existencia de un canon universal de lo
justo y de lo bueno”, lo que lleva a una “deshistorización” de los principios en sí
y de los valores de toda sociedad. En cuanto principios generales y abstractos
de la acción humana, “flotarían por encima de la historia humana, siempre
iguales a sí mismos...” Para el iusnaturalismo, los Derechos Humanos deben
entenderse como valores, más allá de la circunstancia de que sean o no
reconocidos. Consideramos que lo importante es tener presente que los
derechos son conquistas de la humanidad y contienen valores inherentes a la
condición humana.
Los valores señalados pueden considerarse como la base o los tres ejes
fundamentales en torno a los cuales se ha centrado siempre la reivindicación
de los Derechos Humanos, revistiendo, eso sí, en distintos momentos
históricos, un alcance diverso para el conjunto de facultades que se dirigen al
reconocimiento y afirmación de la dimensión moral de la persona. Su
importancia en la génesis de la moderna teoría de los Derechos Humanos es
innegable. Baste recordar que de la idea de dignitas del hombre, como ser
éticamente libre, parte todo del sistema de Derechos Humanos que, a su vez,
fue un elemento inspirador de las declaraciones americanas. Por lo tanto, los
Derechos Humanos son inherentes a la condición humana. Se fundamentan en
la dignidad humana cuando el Estado reconoce a la persona como sujeto de
derecho, y se cimientan en la personalidad, no recayendo sobre ningún objeto,
sino exclusivamente sobre la persona humana.
Las críticas formuladas, tanto por los Estados, como por algunos autores
occidentales que se autocalifican de “progresistas”, son calificadas por el
profesor De Lucas como exponentes del pensamiento débil de la post-
modernidad, con su clara preferencia por la pluralidad y la equivalencia, el
impulso y la espontaneidad.
Los Derechos Humanos no forman hoy parte de los asuntos internos de los
Estados pues son la expresión directa de la dignidad de la persona; en
consecuencia los Estados tienen la obligación de respetarla. “Esta obligación
internacional de Justicia, una obligación erga omnes: incumbe a todo Estado
con respecto a la comunidad internacional en su conjunto, y todo Estado tiene
un interés jurídico en la protección de los Derechos Humanos”.
El principio se aplica a toda persona en relación con todos los Derechos Humanos y las
libertades, y prohíbe la discriminación sobre la base de una lista no exhaustiva de
categorías tales como sexo, raza, color, y así sucesivamente. El principio de la no
discriminación se complementa con el principio de igualdad, tal como lo estipula el
Artículo 1 de la Declaración Universal de Derechos Humanos: “Todos los seres
humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos”.
Existen diversas maneras de clasificar los Derechos Humanos, tomando diferentes puntos
de enfoque. Por ejemplo:
Se basa en el reconomiento del Derecho natural, este derecho se basa por ser previo y
superior al derecho positivo, y por estar inserto en la naturaleza del hombre
Ahora bien, la clasificación más conocida de los Derechos Humanos es aquella que
distingue las llamadas Tres Generaciones de los mismos, y el criterio en que se fundamenta
es un enfoque periódico, basado en la progresiva cobertura de los Derechos Humanos. A
esta clasificación nos referimos.
PRIMERA GENERACIÓN
Surgen con la Revolución Francesa como rebelión contra el absolutismo del monarca. Se
encuentra integrada por los denominados derechos civiles y políticos. Imponen al Estado
respetar siempre los Derechos Fundamentales del ser humano (a la vida, la libertad, la
igualdad, etc.)
SEGUNDA GENERACIÓN
TERCERA GENERACIÓN
Se forma por los llamados Derechos de los Pueblos o de Solidaridad. Surgen en nuestro
tiempo como respuesta a la necesidad de cooperación entre las naciones, así como de los
distintos grupos que las integran Doctrina
Libertades fundamentales, los Derechos Civiles y Políticos son los más antiguos en su
desarrollo normativo. Son los derechos que corresponden al individuo frente al Estado o
frente a cualquier autoridad
Características:
· Imponen al Estado el deber de respetarlos siempre. Sólo pueden ser limitados en los casos
y bajo las condiciones previstas en la Constitución.
Ejemplos:
Toda persona tiene los derechos y libertades fundamentales sin distinción de raza,
color, idioma, posición social o económica.
Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad jurídica.
Los hombres y las mujeres poseen iguales derechos.
Nadie estará sometido a esclavitud o servidumbre.
Nadie será sometido a torturas, ni a penas o tratos crueles, inhumanos degradantes
ni se podrá hacernos daño físico, psíquico o moral.
Nadie puede ser molestado arbitrariamente en su vida privada, su familia, su
domicilio o su correspondencia, ni con ataques a su honra su reputación.
Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia.
Toda persona tiene derecho a una nacionalidad.
En caso de persecución política, toda persona tiene derecho a buscar asilo y a
disfrutar de él, en cualquier país.
Los hombres y las mujeres tienen derecho a casarse y a decidir el número de hijos
que desean.
Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento y de religión.
Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión de ideas.
Toda persona tiene derecho a la libertad de reunión y de asociación pacíficas.
Ejemplos:
Características:
Ejemplos:
A la autodeterminación.
A la independencia económica y política.
A la identidad nacional y cultural.
A la paz.
A la coexistencia pacífica.
Al entendimiento y confianza.
A la cooperación internacional y regional.
Al desarrollo.
A la justicia social internacional.
Al uso de los avances de las ciencias y la tecnología.
A la solución de los problemas alimenticios, demográficos, educativos, ecológicos.
Al medio ambiente.
Al patrimonio común de la humanidad.
Al desarrollo que permita una vida digna.
Las diferentes concepciones del mundo, y las diversas corrientes de pensamiento, han
aportado variadas argumentaciones para fundamentar los Derechos Humanos. Para las
grandes religiones está muy claro cuál sería el fundamento: la misma existencia de un Dios
creador y preocupado por los seres humanos y su felicidad, es lo que constituye el punto de
apoyo para afirmar que todos somos seres humanos iguales en dignidad ante Dios y ante los
demás. Refuerzan, además, ese sentido de la igualdad con un profundo sentido de la
fraternidad, al considerarnos a todos como hijos de Dios. Sería, por tanto, la naturaleza de
las personas creadas por Dios la que constituiría la fuente de donde brotarían todos los
Derechos.
Los ilustrados −en gran parte los padres fundadores de los Derechos Humanos en el sentido
en el que hoy los entendemos− buscaron por su parte una explicación y una fundamentación
basadas también en una cierta concepción de la naturaleza humana, nunca del todo
explicitada.
La teoría iusnaturalista
Los Derechos Humanos, en los diferentes países latinoamericanos, han significado una gran
transformación en la medida que tienen como común denominador: la racionalización del
poder, el reconocimiento de un catálogo de Derechos Humanos ampliándolos a los de
carácter socioeconómico, la incorporación de los tratados internacionales como
derecho nacional, el establecimiento de la jurisdicción constitucional de la libertad mediante
el control concentrado o difuso, entre otros.46 Sin embargo, los esfuerzos de la doctrina y la
jurisprudencia por desarrollar los Derechos Fundamentales son muy frágiles aún en
América Latina.
fortalecimiento del Estado constitucional en América Latina. Para ello, se debe investigar
atentamente, pero “con beneficio de inventario”, la propia historia y teorías de los Derechos
Fundamentales que aporta la dogmática europea y en particular la alemana, en la medida en
que después de la Segunda Guerra Mundial constituyen una fuente ineludible de estudio y
desarrollo de los Derechos Humanos que, en el actual proceso de globalización político-
cultural, resulta válida también para Latinoamérica.
Pero, ¿cuáles son los Derechos que el Estado debe brindar −y asegurar− a sus ciudadanos?
Diremos que incluyen diferentes generaciones de Derechos Fundamentales:
(1) La primera generación incluye a los llamados derechos “clásicos”, los individuales, que
protegen sobre todo la vida y la libertad del ser humano y que originalmente estaban
dirigidos contra las tendencias autoritarias del Estado absolutista. A finales del siglo XVIII
y principios del XIX se recogieron los denominados derechos de libertad (también
conocidos como Derechos de autonomía o de defensa), unos Derechos que se “…
articulan como límite frente a un Estado cuyo aparato orgánico es considerado una amenaza
para la libertad del individuo que se pretende preservar en este momento y al que, por ello y
frente al intervencionismo y proteccionismo propio de épocas precedentes, se reclama una
actitud fundamentalmente abstencionista. La naturaleza de los Derechos que se consagran
en ese momento −aunque como veremos en documentos con un valor meramente
programático− responde así a una concepción claramente negativa del Estado y del poder
público que no es la que está presente sin embargo en los textos constitucionales actuales
que responden a la existencia de un
Pero señalemos que se trata de Derechos de naturaleza social, que tienen que ser gozados y
efectivizados por todas las personas y que, por tanto, tienen un sentido individual también.
No son tanto Derechos de los grupos, sino Derechos de las personas en cuanto forman parte
de grupos o clases sociales menos favorecidas. Los Derechos sociales se distinguen de los
Derechos Humanos tradicionales de la primera generación en que, mientras éstos
determinan una esfera dentro de la cual el individuo debe poder actuar libremente, aquéllos,
los Derechos sociales, pretenden lograr la intervención de la autoridad pública. Lo que es
cierto es que esos Derechos económicos y sociales dependen, en su concreta realidad, más
de la acción positiva del Estado, en un sentido más impetuoso y económico, que los
derechos de la primera generación. Además, los derechos y deberes económicos y sociales
tienen menos facilidades para ser disfrutados frente a terceros distintos del Estado.
Se sostiene que, con respecto a los Derechos económicos, sociales y culturales (en adelante
DESC), el Estado tiene, aunque no exclusivamente, una obligación por hacer: la obligación
de brindar los medios materiales para que los servicios de asistencia económica, social,
sanitaria, cultural, etc., provean los medios y elementos necesarios para satisfacerlos.
Pero, ¿cuáles son los Derechos que el Estado debe brindar −y asegurar− a sus ciudadanos?
Diremos que incluyen diferentes generaciones de Derechos Fundamentales:
(1) La primera generación incluye a los llamados derechos “clásicos”, los individuales, que
protegen sobre todo la vida y la libertad del ser humano y que originalmente estaban
dirigidos contra las tendencias autoritarias del Estado absolutista. A finales del siglo XVIII
y principios del XIX se recogieron los denominados derechos de libertad (también
conocidos como Derechos de autonomía o de defensa), unos Derechos que se “…
articulan como límite frente a un Estado cuyo aparato orgánico es considerado una amenaza
para la libertad del individuo que se pretende preservar en este momento y al que, por ello y
frente al intervencionismo y proteccionismo propio de épocas precedentes, se reclama una
actitud fundamentalmente abstencionista. La naturaleza de los Derechos que se consagran
en ese momento −aunque como veremos en documentos con un valor meramente
programático− responde así a una concepción claramente negativa del Estado y del poder
público que no es la que está presente sin embargo en los textos constitucionales actuales
que responden a la existencia de un
Pero señalemos que se trata de Derechos de naturaleza social, que tienen que ser gozados y
efectivizados por todas las personas y que, por tanto, tienen un sentido individual también.
No son tanto Derechos de los grupos, sino Derechos de las personas en cuanto forman parte
de grupos o clases sociales menos favorecidas. Los Derechos sociales se distinguen de los
Derechos Humanos tradicionales de la primera generación en que, mientras éstos
determinan una esfera dentro de la cual el individuo debe poder actuar libremente, aquéllos,
los Derechos sociales, pretenden lograr la intervención de la autoridad pública. Lo que es
cierto es que esos Derechos económicos y sociales dependen, en su concreta realidad, más
de la acción positiva del Estado, en un sentido más impetuoso y económico, que los
derechos de la primera generación. Además, los derechos y deberes económicos y sociales
tienen menos facilidades para ser disfrutados frente a terceros distintos del Estado.
Se sostiene que, con respecto a los Derechos económicos, sociales y culturales (en adelante
DESC), el Estado tiene, aunque no exclusivamente, una obligación por hacer: la obligación
de brindar los medios materiales para que los servicios de asistencia económica, social,
sanitaria, cultural, etc., provean los medios y elementos necesarios para satisfacerlos.
La obligación del Estado radica en el deber de dedicar, dentro de sus posibilidades
económicas y financieras, los recursos necesarios para la satisfacción de estos derechos
económicos, sociales y culturales.
Al respecto, si bien es cierto que a grandes rasgos las fuentes son las mismas,
la doctrina no es tan pacífica en concederles la misma jerarquía en una y otra
rama. En el DIP se considera, en principio, que las fuentes principales poseen
la misma jerarquía y así lo ha establecido la Corte Internacional de Justicia en
reiteradas ocasiones, a pesar de que en la práctica y por diferentes posiciones
frente al DIP algunos autores consideren unas más predominantes que otras,
por ejemplo, desde un enfoque voluntarista, o se señala a los tratados como la
fuente principal por excelencia y, desde un enfoque más iusnaturalista, se le
conceda al ius cogens o los principios generales del derecho. Todo esto en
relación a las teorías que han impregnado el derecho. En su artículo 38, el
Estatuto de la Corte Internacional de Justicia identifica como fuentes principales
los tratados, la costumbre y los principios generales del derecho, y como
fuentes auxiliares, las decisiones judiciales y las doctrinas de publicitas
reconocidos. No obstante, en la actualidad, a estas fuentes hay que agregarles
el ius cogens, las decisiones de organizaciones internacionales y los actos
unilaterales de los Estados.
En el ámbito del DIDH, algunos autores han llegado a establecer que sus
normas son de ius cogens o que por lo menos una parte muy importante de
ellas que están por encima de los actos de los Estados y se basa en los
principios generales del derecho. Al respecto señala Piza que el DIDH: “...a
diferencia del DI, revierte el sistema de jerarquía de las fuentes porque al ser
por definición derecho imperativo (ius cogens), en él, los principios generales
adquieren no solamente un rango mayor, sino también un alcance mucho
mayor al ser ya principios de contenido que no dependen de la voluntad de los
Estados.”
“Se entiende por Tratado un acuerdo internacional celebrado por escrito entre Estados y
regido por el Derecho Internacional, ya conste en un instrumento único o en dos o en más
instrumentos conexos y cualquiera que sea su denominación particular”.
La anterior definición pone de manifiesto:
1) Que se reserva la denominación de Tratado solo para los concertados entre Estados.
Paul Reuter define la Convención de este modo: "el tratado internacional es todo acuerdo
de voluntades entre sujetos de D.I., sometido por éstos a las normas generales de este
derecho". De tal modo se ensancha el concepto del tratado internacional, eliminándose la
forma escrita y sustituyendo a los Estados por una categoría más amplia: los sujetos del
Derecho Internacional. Esta definición no incluye que el tratado crea o produce efectos
jurídicos, lo da por sobreentendido.
Para que exista un Tratado Internacional es preciso que las dos partes sean sujetos del D.I.,
por lo tanto, no son tratados internacionales, sea cual fuera su forma, los actos contractuales
entre un sujeto y una entidad que no es sujeto del Derecho Internacional.
1. Negociación
2. Firma
3. Ratificación
Negociación y Firma
Ratificación
Promulgación
(1) El depósito
Registro y publicación
Ninguna de las partes en tratado o acuerdo alguno podrá invocarlo ante los
órganos de las NN.UU. si no se obtuvo previamente a tal requisito.
opio Tratado.
4. Principios
5. Costumbre
6. Doctrina
La Declaración Universal, sin ser un tratado vinculante, ha tomado gran relevancia jurídica.
Desde entonces, la Declaración Universal ha sido traducida a más de doscientas lenguas y
es uno de los documentos más frecuentemente citados en el mundo. Sus principios han sido
recogidos en las Constituciones y ordenamientos jurídicos de numerosos Estados. La
declaración dio paso a la celebración de diversos tratados sobre Derechos Humanos, es
decir, normas internacionales por medio de las cuales los Estados se comprometen a
garantizar y proteger los derechos de las personas que se encuentran en su territorio.
La Declaración Universal de Derechos Humanos enuncia una concepción común a todos los
pueblos sobre los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia
humana y la declara obligatoria para la comunidad internacional. La Declaración Universal
ha sido el punto de partida de los trabajos subsecuentes en la protección de los Derechos
Humanos, y ha proporcionado la filosofía básica de un gran número de instrumentos
internacionales designados para la protección de los derechos y libertades en ella
proclamada.
La primera parte está conformada por los derechos y libertades de orden personal, es así que
en su artículo 1, leemos: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y
derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente
los unos con los otros”.
Esto supone el primer reconocimiento universal de que los derechos básicos y las libertades
fundamentales son inherentes a todos los seres humanos, inalienables y aplicables en igual
medida a todas las personas, y que todos y cada uno de nosotros hemos nacido libres y con
igualdad de dignidad y de derechos. Independientemente de nuestra nacionalidad, lugar de
residencia, género, origen nacional o étnico, color de piel, religión o idioma, aspecto
plasmado en el artículo 2, que dice: “Toda persona tiene todos los derechos y libertades
proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma,
religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición
económica, nacimiento o cualquier otra condición. Además, no se hará distinción alguna
fundada en la condición política, jurídica o internacional del país...”
La segunda columna está integrada por los derechos del individuo en relación con los
grupos de los que forma parte, como son el derecho a la intimidad, a la libertad de tránsito,
al asilo, a la nacionalidad y a cambiar de ella, al matrimonio, a la familia y a la propiedad.
La tercera columna está formada por los Derechos políticos, como son la libertad de
pensamiento, conciencia y religión; de opinión y expresión; el derecho de reunión y
asociación, así como a la participación política. En su art. 18 indica: “Toda persona tiene
derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la
libertad de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar su religión
o su creencia, individual y colectivamente, tanto en público como en privado, por la
enseñanza, la práctica, el culto y la observancia”.
Finalmente se ubican las disposiciones que establecen los vínculos entre el individuo y la
sociedad de la que forma parte, el art. 28 es un ejemplo de esto, y señala lo siguiente: “Toda
persona tiene derecho a que se establezca un orden social e internacional en el que los
derechos y libertades proclamados en esta Declaración se hagan plenamente efectivos”.
Vale la pena citar las acertadas palabras de Héctor Gros Espiell: “La Declaración Universal
pretendió presentar una concepción universal, un ideal común a la humanidad entera, de los
Derechos Humanos, elevándose, en un mundo dividido, sobre las distintas ideologías y los
opuestos criterios sobre su origen y naturaleza”. Los derechos contemplados en la
Declaración Universal han sido explicados en detalle en los dos pactos internacionales
relativos. En el preámbulo de ambos pactos se reconoce la interdependencia de todos los
Derechos Humanos.
En 1948, la intención de la Asamblea General era que se elaborara y adoptara un único
instrumento convencional que positivara los Derechos Humanos, en coherencia con la
Declaración Universal que reconocía en un instrumento único tanto Derechos civiles y
políticos como Derechos económicos, sociales y culturales. Consecuentemente, la
Asamblea General solicitó a la Comisión de Derechos Humanos que preparara un proyecto
de un solo instrumento convencional que precisara, en términos jurídicos, los derechos
reconocidos en la Declaración Universal y que incluyera tanto los Derechos civiles y
políticos como los Derechos económicos sociales y culturales. Sin embargo, las dificultades
para formular con precisión estos Derechos y, consecuentemente, para establecer un único
sistema de control del cumplimiento de las obligaciones asumidas por los Estados,
determinaron que en 1951 el Consejo Económico y Social pusiera de manifiesto la
necesidad de reconsiderar aquella orientación de la Asamblea General. Ello llevaría
finalmente a la elaboración de dos textos convencionales separados. Estos Pactos
conforman, junto con la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la “Carta de los
Derechos Humanos”. Estos son los tres textos fundamentales que protegen los Derechos
Humanos. Ambos pactos tienen disposiciones colaborativas, en particular el preámbulo, que
establece que los dos pactos de derechos son indivisibles.
Puede afirmarse, pues, que la distinción entre Derechos civiles y políticos y Derechos
económicos, sociales y culturales fue el resultado de una decisión política de los Estados,
que decidieron identificarlos de uno u otro modo al adscribirlos a uno u otro Pacto
Internacional.
Hemos analizado la Declaración de los Derechos Humanos y mencionado algunos Pactos,
podemos señalar que el Sistema universal de los Derechos Humanos está integrado por
instrumentos internacionales de protección y por las convenciones presentadas
anteriormente, éstas prevén la conformación de “órganos de tratados”, conocidos como
“comités”, cuya competencia es el seguimiento del cumplimiento de las obligaciones de los
Estados. Estos comités los conforman expertos independientes, quienes emiten documentos
para auxiliar a los Estados en el cumplimiento de sus obligaciones. Los documentos son:
1.- Dictámenes sobre comunicaciones individuales: son el resultado del análisis del Comité
sobre el fondo de las comunicaciones individuales. Algunos de los comités pueden recibir
comunicaciones individuales sobre violaciones de derechos por el Estado. El comité analiza
esas comunicaciones y publica sus conclusiones.
2.- Observaciones o recomendaciones generales: son aquellas que contribuyen a la
interpretación y a aclarar el contenido y alcance de las obligaciones de los Estados
conectadas con un tratado específico.
3.- Observaciones finales: son aquellas que recogen las conclusiones que proceden del
examen que los órganos realizan periódicamente a cada Estado. Cuando un Estado ratifica
una convención de Derechos Humanos, se obliga a entregar periódicamente informes sobre
el estatus de implementación de la convención
3.2 El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos
El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos es el principal
funcionario de las Naciones Unidas, responsable de los Derechos Humanos. El cargo fue
creado por la Asamblea General a raíz de la Conferencia Mundial de Derechos Humanos en
Viena, en el año 1993.
El alto comisionado en Derechos Humanos es elegido de forma directa e individual en
votación secreta por la mayoría de los miembros de la Asamblea General. Los cargos se
distribuyen entre los grupos regionales de la siguiente manera: África, 13; Asia, 13; Europa
oriental, 6; América Latina y el Caribe, 8, y Europa occidental y otros Estados, 7; los
miembros del Consejo desempeñan sus funciones durante un periodo de tres años. No
pueden reelegirse en los siguientes dos periodos y podrán celebrar periodos extraordinarios
de sesiones, cuando sea necesario, a solicitud de un miembro del Consejo, con el apoyo de
un tercio de los miembros de éste.
El Alto Comisionado, dentro del marco general de competencia, tiene como funciones
principales las de promover y proteger el disfrute efectivo de todos los Derechos civiles,
culturales, económicos, políticos y sociales, y formular recomendaciones a los órganos
competentes del sistema, con miras a mejorar la promoción y protección de todos los
Derechos Humanos. La oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los
Derechos Humanos es una entidad independiente del Consejo de Derechos Humanos por
tener diversos mandatos otorgados por la Asamblea General; sin embargo, la oficina del
Alto Comisionado presta apoyo sustantivo a las reuniones del Consejo de Derechos
Humanos, y da seguimiento a sus deliberaciones. Asimismo, presta apoyo en la
armonización de sus métodos de trabajo y los requisitos en materia de presentación de
informes a través de sus secretarías a los órganos creados en virtud de tratados de Derechos
Humanos de Naciones Unidas, a los que nos referiremos en el siguiente apartado.
Todos los Estados Miembros de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en virtud
de los artículos 55º y 56º de la Carta de la Organización (1945), tienen importantes
obligaciones en materia de derechos humanos. La Declaración Universal de Derechos
Humanos (1948) se constituye en la primera norma sustantiva que concretó en 30 artículos
el contenido de los derechos humanos y libertades fundamentales enunciados en la ya citada
Carta.
Como se denota, los tratados sobre Derechos Humanos son numerosos. Tenemos, entre
ellos, tratados de alcance general, como el Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos, y el Pacto de Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Por otro lado, existen
tratados que desarrollan materias específicas, como la Convención contra la Tortura y otros
Tratos o Penas Crueles, Inhumanas o Degradantes, o la Convención Interamericana sobre
Desaparición Forzada de Personas.
La vigencia de los instrumentos internacionales citados anteriormente, ha supuesto la
afirmación de numerosos y fundamentales derechos sustantivos y la generación de
interesantes mecanismos de protección. Como se observa, cada Pacto o Convención tiene
un Comité de Protección de los DD.HH. Son varios los organismos y los procedimientos de
los que se puede hacer uso, incluyendo organismos jurisdiccionales supranacionales. Éstos
han gestado importantes decisiones sobre los distintos asuntos que les ha correspondido
conocer, varios de ellos relacionados con los países de la región andina.