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Tema 1: Historia y concepto de los Derechos Humanos

1. Historia de los Derechos Humanos

El concepto de Derechos Humanos admite múltiples connotaciones y puede


ser analizado desde diversas disciplinas. La mayoría de los investigadores
considera que los Derechos Humanos constituyen un “ideal común” para todos
los pueblos y para todas las naciones, por lo cual los presentan como un
sistema de valores. De este modo, los Derechos Humanos, como sistema de
valores, en tanto producto del quehacer humano y de la colectividad,
acompaña y refleja la constante evolución de la misma y recoge el clamor de
justicia de los pueblos, por lo tanto, poseen una dimensión histórica.[1]

Durante el siglo XX, y particularmente en sus últimos decenios, en América


Latina los Derechos Humanos se han convertido en el principal soporte del
sistema político y social, basado en la promoción y garantía del desarrollo de
las personas, sin discriminación. Los Derechos Humanos pasaron a ser
concebidos como lo que son en el constitucionalismo moderno: el contenido
esencial, la sustancia del sistema democrático y del Estado Constitucional de
Derecho. Ellos son, por un lado, un límite infranqueable para cualquier forma
de arbitrariedad por parte del Estado[2] y de la propia sociedad, amén de
constituir, por el otro, una finalidad u objetivo que orienta al conjunto del
sistema político a la convivencia social, donde la dignidad humana y el
desarrollo pleno del ser humano constituyen los valores supremos. Los
Derechos Humanos no son un “invento” del derecho positivo, el cual recoge, los
valores que las antiguas culturas nos dieron; la mayoría de los pueblos
civilizados han guardado como patrimonio moral e histórico las experiencias que
obtuvieron a través de su vida comunitaria, pero es indudable que los derechos
han sido reconocidos través de convenciones y protocolos, en el ámbito
internacional y de constituciones políticas en el ámbito nacional. No obstante, y
siguiendo a Carbonell, tomaremos en cuenta la narración de los principales momentos
en que los Derechos Humanos han sido establecidos en documentos jurídicos, además
de las ideas más importantes que en ellos se contiene.”[3]
 
1.1 Carta de Juan sin tierra

El desarrollo de los Derechos Humanos tiene una tradición en el mundo


occidental que se remonta a los pensadores griegos y llega hasta nuestros
días, contrariamente, la positividad de esos derechos pertenece a la edad
moderna, es decir en los alrededores de 1700.  Sin desmerecer el aporte de los
griegos[4] y romanos, es necesario comenzar este recorrido por la Carta de Juan Sin
tierra, las revoluciones americana y francesa, hasta llegar a nuestros días. En
mayo de 1215, la “rebelión de los señores” los llevó a ocupar Londres con el
propósito de obtener garantías y derechos. Finalmente, Juan sin Tierra pactó
con los amotinados y juró la Carta Magna en ese mismo año.[5]

Dicha Carta Magna ha sido calificada como uno de los documentos jurídicos
más importantes para el establecimiento de los Derechos Humanos. Las
normas planteadas establecían serias limitaciones al poder real respecto a los
ejes estratégicos de la época: impuestos y límites a la discrecionalidad del rey.
Originada en Inglaterra, buscaba limitar la autoridad del rey cediendo algunas
libertades y derechos, es decir, privilegios, a favor de la Iglesia y los Barones.
Al asociar las ciudades a estas nuevas garantías se obligaba al monarca a no
imponer impuestos sin el Consejo del Reino.

La Carta Magna abrió la puerta para el desarrollo de la constitución y la


democracia, ya que Juan sin Tierra se comprometía a respetar los fueros e
inmunidades de la nobleza y a no disponer la muerte ni la prisión de los nobles
ni la confiscación de sus bienes.[6] Esto constituye el primer límite al poder
estatal, lo que, a su vez, es el pilar básico de la doctrina de los Derechos
Humanos.

Se estableció el Gran Consejo del Reino, integrado por arzobispos, obispos,


condes y barones, instancia que se podía convocar con dos días de
anticipación. Ese Consejo era el que prestaba el consentimiento para la fijación
de nuevos impuestos. La confiscación fue prohibida, y los oficiales reales
debían pagar por los bienes el precio que fijaran sus dueños. [7]  

La Carta Magna estableció el principio de que la pena es el resultado de una


ley anterior y fundamentada en base a una sentencia dictada en forma legal.
Los hombres libres no podían ser detenidos sino en cumplimiento de normas y
sentencias.
Hay que reconocer que el sistema foral español fue anterior y estableció con
más claridad los límites del poder y las garantías personales. Sin embargo, la
Carta Magna, quizás por su mejor y mayor difusión universal, ha tenido una
mayor influencia en la doctrina de los autores. Es evidente que esa difusión se
debió al establecimiento de las bases del gobierno constitucional inglés, el
mismo que se consolidó con eficacia, a diferencia de lo sucedido en España.

1.2 La Revolución Norteamericana

Históricamente, se han considerado varios antecedentes, causas y hechos que


desencadenaron la Revolución Norteamericana.        La guerra “de los siete
años” había terminado en 1763 y luego de la firma del tratado de paz, Francia
debió ceder a Inglaterra sus territorios norteamericanos hasta el Mississipi.
Esta guerra, había costado grandes sumas a Inglaterra y la forma de
financiación había sido la de siempre: impuestos y más impuestos. Los
contribuyentes ingleses se hallaban exhaustos en su capacidad contributiva,
pero Jorge III y sus ministros vieron en las colonias norteamericanas una nueva
forma de aumentar recursos sin las consecuencias políticas de la metrópolis.

La guerra “de los siete años”, concluida en 1763 con la derrota total de Francia
y un desequilibrio económico y financiero de su triunfador, Inglaterra, es
considerada como una de las causas más destacadas. Como es usual, todas
las guerras son caras, y la que concluyó en 1763 no fue una excepción:
Inglaterra se hallaba ante grandes dificultades económicas y decidió que el
peso de la solución no recayera exclusivamente en el contribuyente inglés. [8]

Para tal efecto, las colonias debían tributar, y uno de los impuestos fue el
establecimiento de la “Stamp Act” (Ley del Timbre), por medio de la cual, todos
los instrumentos para ser válidos en las colonias y en la metrópolis, debían
llevar estampado en seco, el sello o timbre de la nación, vendido, como es de
suponer, por Inglaterra que había encontrado en el impuesto de sellos el mejor
método de tributación. La Ley estableció que: “en el futuro se deberá emplear
papel timbrado, vendido por establecimientos reconocidos, en todos los
documentos, permisos, anuncios, periódicos, almanaques, naipes, etc.”[9]

Posteriormente, la táctica del Parlamento inglés derivó en establecer impuestos


de aduana sobre las mercaderías importadas de Inglaterra: hierro, vidrio,
pinturas y té. Y esto provocó la indignación de las colonias.

Es así que el 4 de julio de 1776, el Congreso de Estados Unidos aprobó la Declaración


de su Independencia. Su autor principal, Thomas Jefferson, escribió la Declaración
como una explicación formal de por qué el Congreso había votado el 2 de julio para
declarar la Independencia respecto a Gran Bretaña, más de un año después del estallido
de la Guerra de la Revolución de Estados Unidos, y cómo la Declaración anunciaba que
las trece Colonias Americanas ya no eran parte del Imperio Británico. El Congreso
publicó la Declaración de Independencia de varias formas. Inicialmente se publicó
como un impreso en gran formato que fue distribuido ampliamente y leído al público.

Filosóficamente, la Declaración hace énfasis en dos temas: derechos


individuales y el derecho de revolución. Estas ideas llegaron a ser ampliamente
aceptadas por los estadounidenses, y también influyó en la Revolución
Francesa.[10]

1.2.1 La Constitución de Estados Unidos de América (1787) y la Carta de


Derechos (1791)

La Carta de Derechos de la Constitución de EE.UU. protege las libertades


básicas de los ciudadanos de Estados Unidos. Escrita en el verano de 1787 en
Filadelfia, la Constitución de Estados Unidos de América es la ley fundamental
del sistema federal estadounidense, y es un documento histórico para el mundo
occidental. Es la constitución nacional escrita más antigua en uso, define los
organismos principales del gobierno y sus jurisdicciones, y los derechos
básicos de los ciudadanos.

Las primeras diez enmiendas a la Constitución (la Carta de Derechos), entraron


en vigor el 15 de diciembre de 1791, limitando los poderes del gobierno federal
de Estados Unidos y protegiendo los derechos de todos los ciudadanos,
residentes y visitantes, en territorio estadounidense.

La Carta de Derechos protege la libertad de expresión, la libertad religiosa, el


derecho de tener y portar armas, el derecho de reunirse y la libertad de
petición. También prohíbe la búsqueda e incautación irrazonable, el castigo
cruel e inusual y la autoincriminación obligada. Entre las protecciones legales
que brinda, la Declaración de Derechos le prohíbe al Congreso pasar ninguna
ley respecto al establecimiento de religión, y le prohíbe al gobierno federal
privar a cualquier persona de la vida, libertad o propiedad sin el debido proceso
legal. En casos de delitos cometidos por personas que han llegado a estrados
federales, se requiere de una acusación por un gran jurado, por cualquier delito
capital, o crimen reprobable, garantiza un juicio público rápido con un jurado
imparcial en el distrito en el cual ocurrió el crimen; también prohíbe el doble
enjuiciamiento.

1.3 La Revolución Francesa


El siglo XVIII fue llamado “el siglo de las luces” (lumieres), aludiendo
al movimiento cultural que se desarrolló en Europa entre 1715 y 1789, y que
propuso disipar las tinieblas de la humanidad mediante las luces de la razón.
En Francia se integraron los intelectuales y a ese movimiento se le llamó
Ilustración.[11]

Las ideas de esta época están inflamadas de optimismo hacia el futuro, se


renueva la fe mediante la razón, se confía en la posibilidad de instalar la
felicidad en la tierra y de mejorar al hombre, esta ansiedad por construir una
nueva sociedad forjó una experiencia política reformista, la
del positivismo ilustrado que consistió en utilizar el poder de
la monarquía absoluta para llevar a cabo el programa renovador de la
Ilustración desde el estado. La Ilustración fue especialmente fecunda en cuanto
se refiere al pensamiento político, lo cual contribuyó a los enunciados de
Montesquieu, Voltaire, Bentham y Rousseau.

Rousseau formula la doctrina de la democracia aquella forma de gobierno que


confía el gobierno a todo el pueblo o a su mayoría, señalando que la soberanía
reside en pueblo. En la práctica, la conjunción de Liberalismo y Democracia
comenzó a producirse con la Revolución Norteamericana y el sistema de
gobierno organizado por la constitución de Filadelfia, las cuales influyeron de
sobremanera en las doctrinas del siglo XVIII que propiciaron, a su vez, la
Revolución Francesa

La revolución se originó por la incapacidad del despotismo ilustrado para


superar las contradicciones existentes y agudizadas por el antiguo régimen
(pobreza y miseria, tanto en el campo como en la ciudad). La burguesía puso
en marcha un proyecto revolucionario para solucionar la crisis. De esta manera,
las ideas que durante todo un siglo se agitaron a favor de un cambio profundo
de la sociedad, se encarnaron a partir de una transformación del hombre bajo
los principios de la igualdad, fraternidad y libertad.

La revolución que se inició en 1789 liberó una gran diversidad de fuerzas


sociales y dejó al descubierto un hervidero de ideas y tendencias. La burguesía
accedió al poder y se declararon los Derechos del Hombre,

La declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (1789), es una


declaración compuesta por 17 artículos y un preámbulo, texto que fue aprobado
por los miembros de la Asamblea Constituyente francesa reunida del 17 al 26
de agosto de 1789. Influyeron en ella la Declaración de la Independencia de los
Estados Unidos (4 de julio de 1776), así como el pensamiento filosófico de
Rousseau, Montesquieu y Condorcet, entre otros. La Declaración señala
derechos como: la promoción de la igualdad, el derecho a la seguridad, a la
propiedad, a la libertad de opinión y a la resistencia a la opresión, entre otros.

Tiempo después, ya en el siglo XX, vendrá la Declaración Universal de Derechos


Humanos (DUDH) la que es considerada, generalmente, como el fundamento de las
normas internacionales sobre Derechos Humanos. Aprobada hace casi 60 años,
la DUDH ha inspirado un valioso conjunto de tratados internacionales de Derechos
Humanos legalmente vinculantes y, también, la promoción de estos derechos en todo el
mundo a lo largo de las últimas seis décadas. Además, sigue siendo una fuente de
inspiración para cada uno de nosotros, ya sea en momentos de conflicto, en sociedades
que sufren represión, en la lucha contra las injusticias, o en nuestros esfuerzos por lograr
el disfrute universal de los Derechos Humanos.

La Declaración supone el primer reconocimiento universal de que los derechos básicos


y las libertades fundamentales son inherentes a todos los seres humanos, inalienables y
aplicables en igual medida a todas las personas, y que todos y cada uno de nosotros
hemos nacido libres y con igualdad de dignidad y de derechos. Independientemente de
nuestra nacionalidad, lugar de residencia, género, origen nacional o étnico, color de piel,
religión, idioma o cualquier otra condición. Así, el 10 de diciembre de 1948, la
comunidad internacional se comprometió a defender la dignidad y la justicia para todos
los seres humanos.[12]

Por lo que se acaba de señalar, los Derechos Humanos son valores que
responden a procesos dinámicos y son verdaderas conquistas alcanzadas por
la justicia y la dignidad humana. Son el producto –asimilado en la conciencia
colectiva– de la lucha histórica de los grupos sociales para imponerlos y
defenderlos. Esta posición difiere de las corrientes de inspiración iusnaturalista
que definen a los Derechos Humanos como algo que dimana de la naturaleza
del hombre, afirmando que son derechos inherentes, innatos y naturales a los
seres humanos.[13] Por consiguiente, están por encima y antes del Derecho
Positivo, existen por sí mismos. En controversia con esta concepción, se critica
al iusnaturalismo por cuanto postula “la existencia de un canon universal de lo
justo y de lo bueno”, lo que lleva a una “deshistorización” de los principios en sí
y de los valores de toda sociedad. En cuanto principios generales y abstractos
de la acción humana, “flotarían por encima de la historia humana, siempre
iguales a sí mismos...” Para el iusnaturalismo, los Derechos Humanos deben
entenderse como valores, más allá de la circunstancia de que sean o no
reconocidos. Consideramos que lo importante es tener presente que los
derechos son conquistas de la humanidad y contienen valores inherentes a la
condición humana.

2. Concepto de los derechos humanos

El concepto de Derechos Humanos tiene diversas acepciones, pero la más


completa es la elaborada por el maestro Pérez Luño, quien se refiere a los
Derechos Humanos como el: “…conjunto de facultades e instituciones que, en
cada momento histórico, concreta las exigencias de la dignidad, la libertad y la
igualdad humana, las cuales deben ser reconocidas positivamente por los
ordenamientos jurídicos a nivel nacional e internacional” . Es decir, que los
Derechos Humanos tienen una connotación tanto axiológica como jurídica,
pues se refieren a todas aquellas exigencias relacionadas con las necesidades
de la vida humana. 

Los valores señalados pueden considerarse como la base o los tres ejes
fundamentales en torno a los cuales se ha centrado siempre la reivindicación
de los Derechos Humanos, revistiendo, eso sí, en distintos momentos
históricos, un alcance diverso para el conjunto de facultades que se dirigen al
reconocimiento y afirmación de la dimensión moral de la persona. Su
importancia en la génesis de la moderna teoría de los Derechos Humanos es
innegable. Baste recordar que de la idea de dignitas del hombre, como ser
éticamente libre, parte todo del sistema de Derechos Humanos que, a su vez,
fue un elemento inspirador de las declaraciones americanas. Por lo tanto, los
Derechos Humanos son inherentes a la condición humana. Se fundamentan en
la dignidad humana cuando el Estado reconoce a la persona como sujeto de
derecho, y se cimientan en la personalidad, no recayendo sobre ningún objeto,
sino exclusivamente sobre la persona humana.

Es así que la conceptualización de los Derechos Humanos como una serie de


exigencias y pretensiones ético-jurídicas, en virtud de la dignidad de las
personas, está frente a aquellas formas de poder social que la niegan o que la
ponen en peligro y que son positivizadas generalmente en los instrumentos
internacionales. La libertad constituye, desde siempre, el principio aglutinante
de la lucha por los Derechos Humanos hasta el punto de que durante mucho
tiempo “… la idea de libertad, en sus diversas manifestaciones, se identificó
con la propia noción de los Derechos Humanos”.

Padilla M. considera a los Derechos Humanos como el “…conjunto de


facultades que corresponden a todos los seres humanos como consecuencia
de su innata dignidad, destinados a permitirles el logro de sus fines y
aspiraciones en armonía con los de otras personas, y que deben ser
reconocidos y amparados por los ordenamientos jurídicos en cada Estado.”

Nikken conceptualiza los Derechos Humanos como “atributos de toda persona


e inherentes a su dignidad, que el Estado está en el deber de respetar,
garantizar o satisfacer”. En esta noción general, que sirve como primera
aproximación al tema, pueden verse dos notas o extremos cuyo examen −un
poco más detenido− ayudará a precisar el concepto. En primer lugar, se trata
de derechos inherentes a la persona humana; en segundo lugar, son derechos
que se afirman frente al poder público.Indudablemente, los DD.HH. se afirman
ante el poder público quien tiene la obligación de respetarlos, garantizarlos y
protegerlos. Ambas cuestiones serán examinadas en un capítulo posterior.

Prácticamente, la totalidad de este texto gira en torno a la noción de Derechos


Humanos: una noción polémica, inacabada, móvil, que no admite
conceptualizaciones demasiado estáticas. No obstante, vamos por el momento
a ofrecer una definición reciente emanada desde las Naciones Unidas: “Los
Derechos Humanos son aquellos inherentes a nuestra naturaleza y sin los
cuales no podríamos vivir como seres humanos. Los derechos humanos y
libertades fundamentales nos permiten desarrollar y emplear cabalmente
nuestras capacidades humanas, nuestra inteligencia, nuestro talento y nuestra
conciencia, y satisfacer nuestras variadas necesidades, entre ellas las
necesidades espirituales. Se basan en una exigencia cada vez mayor de la
humanidad de una vida en la cual la dignidad y el valor inherentes de cada ser
humano reciban respeto y protección”.

Es obvio que esta definición, que refleja tendencias interpretativas recientes, no


se ciñe a los conceptos clásicos −y valiosísimos− de libertad e igualdad, ni en
la dicotomía (en la que se abundará), de Derechos civiles y políticos versus
Derechos económicos, sociales y culturales. La conceptualización que
proponemos sugiere algo más sencillo y, a la vez, quizá, más radical: la
necesidad de permitir que las personas vivan una viva digna, en la que puedan
satisfacer sus necesidades a la vez que desarrollan al máximo sus facultades.
En síntesis: una vida plena. Es una definición que, aparentemente, se distancia
un tanto de lo político al ser escasamente prescriptiva en cuanto a los medios a
emplear para el fin que proclama. No nos recuerda, pues, la tensión y el
conflicto permanente entre la búsqueda de libertad y las necesidades de la vida
en sociedad; entre las demandas crecientes de cobertura y seguridad, y los
recursos públicos limitados, sino que enfatiza la satisfacción de las
necesidades individuales, que son muy variadas, como condición del desarrollo
personal.
 
2.1 Valores de los Derechos Humanos

     2.1.1 Principio de Igualdad


El principio de igualdad se desprende directamente de la naturaleza del género humano
y es inseparable de la dignidad esencial de la persona. Respecto a la igualdad debe
recordarse que constituye el Derecho Humano más importante en nuestra época, al ser
considerado como el “postulado fundamentador” de toda la moderna construcción
teórica y jurídica positiva de los derechos sociales. La igualdad se construye como un
límite de la actuación de los poderes públicos y como un mecanismo de creación frente
a la posibilidad arbitraria del poder. Constituye el principio fundamental en la doctrina
de los Derechos Humanos, la cual se asienta −como es sabido− en la existencia de todo
un complejo normativo internacional en la materia, asentando su propia estructura en el
principio de admisión universal, conforme al cual todos los seres humanos nacemos
libres e iguales en dignidad y derechos.

El principio de igualdad que constituye la esencia del ser humano, es factible


recalcar que dicho principio, puede ser desagregado en distintas vertientes,
según las diferentes concepciones políticas imperantes en las sociedades. Es
por esto que el principio de igualdad se expresa en igualdad frente a la ley,
propia del liberalismo clásico, y que en muchas ocasiones no se cumple. Puede
también hablarse de la igualdad en los derechos, con un ámbito más vasto y
pluralista que la anterior, pero sin connotaciones sociales, es decir, que lo que
existe es una igualdad formal, no efectivizándose, por ejemplo, en los derechos
sociales; y una tercera, la igualdad de oportunidades. En la actualidad, la
igualdad de oportunidades (la misma que presupone la existencia de una
sociedad de libre competencia), pretende aplicar la regla de la justicia a esta
magnitud vectorial, comprendiendo a todos los miembros del grupo y, a su vez,
considerando situaciones jurídicas y sociales que impactan en los habitantes y
que le son propias.

Es importante destacar lo que al respecto señala Fernández Ruiz-Galvez,


cuando afirma que la igualdad es: “…esencial a todos los seres humanos,
significa afirmar que todos son iguales en cuanto seres humanos, e iguales en
dignidad, pero sin excluir sus múltiples diferencias en otros aspectos y desde
diferentes puntos de vista. Y sin excluir tampoco el valor de dichas diferencias
y la exigencia de respetarlas que emanan de la propia dignidad humana; las
desigualdades son las distintas posiciones sociales y jurídicas de las personas,
por ejemplo, las desigualdades en cuanto a titularidad de los derechos. Las
discriminaciones son desigualdades antijurídicas, violaciones del principio
normativo de igualdad. La igualdad no se opone a las diferencias, sino a las
desigualdades. La igualdad supone el respeto de las diferencias y la lucha
contra las desigualdades”.

No parece exagerado admitir, luego de lo enunciado, que concebir y declarar la


igualdad y la dignidad en derechos entre todos los hombres constituye el
presupuesto necesario y fundamental de un régimen de Derechos Humanos,
siendo evidente que esa necesidad surge de la constatación cotidiana de
fenómenos de intolerancia y discriminación entre sexos, entre grupos, entre
pueblos y entre naciones. Así, la intolerancia y la discriminación
constituyen −sea cual fuere el modo en que se presentan  − los obstáculos que
impiden que exista una igualdad real, más allá de la meramente formal, entre
todos los seres humanos. Damos por sentado que si existe la discriminación,
no podemos hablar de igualdad real y, sin ella, tampoco podemos hablar
seriamente de la vigencia de los Derechos Humanos que, a esta altura de la
evolución de la Humanidad, no pueden asegurarse solamente con la regla de
“igualdad ante la ley”. Creemos que no solamente debe interpretarse que
discriminar es tratar distinto a lo que es igual, sino además, tratar igual a lo que
es distinto. Es claro que un régimen de debido respeto por los Derechos
Humanos debe reconciliar la unidad con la diversidad, y la interdependencia
con la libertad. Y es allí donde actúan las acciones afirmativas.

En tal sentido se enmarca la sentencia Nº 0461/2010 del Tribunal


Constitucional de Bolivia que, al abordar la problemática de igualdad ante la
ley, indica que: “La igualdad jurídica importa el mínimo de equidad que una
sociedad debe respetar… El contenido esencial de la igualdad no se encuentra
en la prohibición de establecer tratamientos normativos diferenciados, sino, en
la interdicción de normas diferenciadas no justificadas, esto es, arbitrarias o
discriminatorias; para decirlo claramente y en línea, la clave para entender la
igualdad jurídica, es que ésta no radica en la ‘no diferenciación’ sino en la ‘no
discriminación’, desplazándose el problema a la determinación del criterio que
nos permita establecer cuándo una diferenciación es no discriminatoria, esto
implica que todas las personas sujetas a una misma norma o que se
encuentren en una misma condición jurídica, deben someterse a la misma ley
aplicable a los individuos de ese grupo. Lo contrario implicaría que la autoridad,
al aplicar la ley, vulnerara el principio de igualdad e impusiera
una discriminación antijurídica. La esencia del derecho está dada por el
reconocimiento de que los hombres son iguales”.

La sentencia del Tribunal Constitucional hace énfasis en la igualdad de las


personas pero con equidad, revalorizando la diversidad humana y fortaleciendo
la aceptación de las diferencias individuales. Este principio está relacionado
con el principio de igualdad, siendo éste el principio fundamental en la doctrina
de los Derechos Humanos que se fundamenta, como es sabido, en la
existencia de todo un complejo normativo internacional en la materia,
asentando su propia estructura en el principio de admisión universal, conforme
al cual todos los seres humanos nacemos libres e iguales en dignidad y
derechos.
 
2.1.2 Dignidad de la Persona

Del mismo modo, la dignidad de todos exige el absoluto respeto por la


identidad de cada uno, y es justamente este punto crucial (que implica el
derecho a ser distinto) donde se puede encontrar la auténtica igualdad y la
única posibilidad de un pleno disfrute de los Derechos Humanos, sin
discriminaciones por razón de raza, edad, ideología, sexo o credo confesional.
Está plenamente comprobado que los parámetros de discriminación nacen de
la idea de superioridad de un grupo sobre otro u otros, lo que genera
manifestaciones de intolerancia y de discriminación, y que fueron (y siguen
siendo) constantes históricas en el comportamiento de los seres humanos. Sin
duda alguna, nuestra historia constitucional se inscribe en el marco de la
“igualdad formal”, desarrollada a partir de la “igualdad ante la ley”, la que ahora
avanza hacia la igualdad de oportunidades reales, para ello, se introdujeron
una serie de acciones afirmativas que efectivizarían los derechos.

Los Derechos Humanos habrá que concebirlos, como bienes materiales e


inmateriales que satisfacen necesidades básicas de las personas, con la
intervención de los poderes públicos, para realizar su finalidad última, que es
permitir el desarrollo integral de las personas encaminados a efectivizar la
dignidad de las mismas. Y también como límite al Estado y a otros poderes que
pretendan invadir la libertad del hombre.
 
2.1.3 La universalidad, elemento constitutivo de los Derechos Humanos

En el Preámbulo de la Carta de las Naciones Unidas, los pueblos allí


representados se proclamaron resueltos “…a reafirmar la fe en los derechos
fundamentales del hombre y en la dignidad y el valor de la persona
humana”, enfatizando en la igualdad y el respeto universal de los Derechos
Humanos y de las libertades fundamentales de todos, sin hacer distinción por
motivos de raza, sexo, idioma o religión, y a la efectividad de tales derechos y
libertades. La aprobación se realizó en 1948 con la Declaración Universal de
los Derechos Humanos (DUDH) y la Declaración Americana de los Derechos y
Deberes del Hombre (DADDH). Ambos documentos continúan inspirando −hoy
en día − el desarrollo del Derecho Internacional y el de los Derechos Humanos,
los que han adquirido un enorme peso moral y son empleados de modo
frecuente a nivel internacional para sustentar decisiones en las cuales se
protegen los derechos de las personas.

Desde entonces, la Declaración Universal ha sido traducida a más de


doscientas lenguas y es uno de los documentos más frecuentemente citados
en el mundo. Sus principios han sido recogidos en las Constituciones y
ordenamientos jurídicos de numerosos Estados. La Declaración dio paso a la
celebración de diversos tratados sobre Derechos Humanos, es decir, normas
internacionales por medio de las cuales los Estados se comprometen a
garantizar y proteger los derechos de las personas que se encuentran bajo su
territorio.

Los Derechos Humanos representan un sistema de valores concretos, un


sistema cultural que resume el sentido de la vida establecido en los diferentes
convenios internacionales y Constituciones modernas. Se trata de Derechos
que sostienen y revelan la ubicación de la persona en el plano jurídico y social.
En un principio se enfatizó en los derechos individuales de la persona,
después, sin embargo, y sin eclipsar esa primera dimensión, se tomó
conciencia de que el disfrute real de tales derechos por todos los miembros de
la sociedad exigía garantizar, de manera paralela, el reconocimiento de los
derechos sociales para lograr ciertas cuotas de bienestar económico y social
que permitieran la participación activa de todos los ciudadanos en la vida
comunitaria.
 

2.1.4. Relativismo y universalidad de los Derechos Humanos

En los últimos años, quizás como una consecuencia no deseada de la


globalización, se reivindican con fuerza los derechos culturales, tanto de grupos
como de personas. Esta reivindicación suscita problemas diversos que exigen
solución. La pregunta clave estriba en determinar si el origen cultural de una
persona modula el entendimiento de los Derechos fundamentales en su
globalidad y/o de alguno de ellos en concreto. En suma, si es posible aproximar
la problemática de los Derechos fundamentales de los personas de forma
abstracta, sin tomar en cuenta su origen o sus peculiaridades culturales,
optando, en suma, por homogenizar su consideración y aplicación con
independencia del país donde se plantee la cuestión y de las personas a las
que ésta se refiera.

En efecto, ante un conflicto de “…identidades culturales, que hoy se presentan


como no negociables, cabe preguntarse si debemos atender por igual a todas
las culturas, aun cuando con ello modifiquemos nuestro concepto de Derechos
Humanos, si para la propia autonomía del individuo resulta esencial su
vinculación a la comunidad y, si es así, en qué medida puede la pertenencia a
un grupo definido culturalmente es una necesidad básica (…). Cómo es posible
resolver un posible conflicto entre derechos colectivos e individuales”. La visión
homogénea y homogeneizadora de estos Derechos se confrontaría, de esta
suerte, con los partidarios de una denominada “teoría relativista” que considera
que los derechos culturales son necesidades básicas del individuo en cuanto
parte del grupo, y que estos sujetos colectivos son los destinatarios.

La tesis denominada universalista que −en el trasfondo es un discurso


reduccionista, pero autoproclamado universal−, sostiene que los derechos
pueden dar respuesta a la problemática que presenta una minoría dentro de las
fronteras de un Estado, considerando a los extranjeros como un segmento más
de la población de determinado Estado. Si bien se trata de un tratamiento
uniformador, sostenido por algunos doctrinarios que vinculan los Derechos
Humanos a un “…discurso abstracto liberal y pretendidamente neutro desde el
punto de vista ideológico que, so capa de universalistas, se adueña de ellos”.
En este discurso se habla de seres humanos que para poder ser reconocidos
como sujetos titulares de derechos, han de despojarse de las condiciones
reales que les permiten existir como tales, es decir lengua, costumbres,
religión, etc. De esta suerte, el modelo universal se confronta como algo
excluyente en el que se construye al otro desde nuestra visión, sin reconocer
su diversidad como seres humanos.

En la comunidad internacional contemporánea, la universalidad de los


Derechos Humanos como categoría histórica, fruto del iusnaturalismo
racionalista y el contractualismo propios del siglo XVIII, está fuertemente
impugnada por los investigadores adscritos a las teorías relativistas desde
distintas perspectivas filosóficas, políticas y jurídicas. El relativismo
entiende “… que el concepto mismo de Derechos Humanos es un concepto
cultural y que por tanto, solo puede predicarse respecto de una sociedad y un
momento histórico determinado, sin que pueda extenderse a cualquier cultura”.

Por lo tanto, desde un punto de vista filosófico −propio de la condición


postmoderna y la cultura de la post-modernidad (en la que se subrayan la
pluralidad y la equivalencia, el impulso y la espontaneidad frente a la
racionalidad)−, los seguidores de las tesis relativistas arguyen la primacía de la
diferencia y del particularismo frente a la igualdad y la universalidad que
propugna la ideología de los Derechos Humanos.         

Desde un punto de vista político, se argumenta que el relativismo cultural y los


nacionalismos hacen que la ideología de los Derechos Humanos resulte nociva
en la medida en que pretendía universalizar una particular concepción de los
mismos, propia del mundo europeo-occidental. Por último, desde una
perspectiva jurídica, se observa que la diferencia entre Derechos civiles y
políticos y Derechos económicos, sociales y culturales, unida a la creciente
relevancia de los Derechos colectivos de tercera generación, hacen de los
Derechos Humanos una meta a alcanzar más que una realidad, con lo que, en
consecuencia, la ideología de los Derechos Humanos devendría imposible, ya
que éstos fueron concebidos para un mundo que homogeniza a las personas.

Las críticas formuladas, tanto por los Estados, como por algunos autores
occidentales que se autocalifican de “progresistas”, son calificadas por el
profesor De Lucas como exponentes del pensamiento débil de la post-
modernidad, con su clara preferencia por la pluralidad y la equivalencia, el
impulso y la espontaneidad. 

En todo caso, sesenta años después de la adopción de la Declaración


Universal de los Derechos humanos, vivimos en una sociedad internacional
universal y heterogénea, muy distinta de la que existía en el momento en que
fue formulada la Declaración. Compartimos plenamente lo afirmado por el
investigador Javier De Lucas ya que si consideramos seriamente que los
Derechos Humanos son universales, se tendría que vencer el miedo a la
libertad y a la diferencia.

Carrillo Salcedo sostiene que es necesario plantear la siguiente cuestión: ¿es


universal la Declaración de 1948? Porque se afirma, a veces, que dada la
heterogeneidad socio-económica, cultural y religiosa de los grupos humanos
que integran la actual comunidad internacional, no cabe una concepción de los
Derechos Humanos válida universalmente, y que es necesario tomar en
consideración dichas diversidades. Más aun, se dice incluso que la afirmación
de los Derechos Humanos universales oculta en realidad una pretensión del
mundo occidental: la de imponer a las demás culturas sus concepciones y sus
valores. No obstante, no se debe dejar de reconocer el avance que el
reconocimiento de los Derechos Humanos tiene como parte del desarrollo de la
sociedad, su evolución, expansión y alargamiento del catálogo de Derechos
Humanos, a pesar de los cuestionamientos que se generan en la actualidad.
Estamos, pues, inmersos en un pleno debate entre los que están de acuerdo
con las posturas relativistas o universalistas en relación con los Derechos
fundamentales de la persona. Ambas tesis tienen falencias: los partidarios de la
tesis universalista, por su lado, hablan de derechos en abstracto de las
personas, obviando las peculiaridades inherentes a éstas. Las tesis relativistas,
por otro, sostienen que las minorías tienen derecho a utilizar su propia lengua,
sus costumbres o su religión sin que ello suponga una potencial vulneración de
ciertos Derechos Humanos, lo que en última instancia puede suponer o
conllevar a un re-entendimiento de los mismos o, de forma menos drástica, su
modulación. Javier De Lucas ha defendido también que los Derechos Humanos
deben ser el límite del pluralismo en el interior de los Estados de acogida. Este
debate se hace presente en alguna de las propuestas normativas articuladas
en la materia.
3. Derechos Humanos y Derechos fundamentales

En la moderna doctrina del Derecho Constitucional se define a los Derechos


Fundamentales como los Derechos Humanos positivizados por la Constitución,
es decir, aquellos que se encuentran insertos en la CPE. Los Derechos
Fundamentales son, en primer lugar, Derechos de defensa del ciudadano
frente al Estado. La Constitución, sin embargo, no es neutral respecto al tema
de valores. Los Derechos Fundamentales traducen un orden o sistema de
valores sustentado en el libre desarrollo de la personalidad y dignidad de las
personas humanas que, en su condición de decisión constitucional básica ,
está llamada a regir en todos lo ámbitos del derecho y a ser acatada por todos
los órganos de poder.

El profesor Luigi Ferrajoli sostiene que son Derechos fundamentales “…todos


aquellos derechos subjetivos que corresponden universalmente a todos los
seres humanos en cuanto están dotados del status de personas, de
ciudadanos o personas con capacidad de obrar”.

Los Derechos Fundamentales muestran modernamente dos dimensiones:


subjetiva y objetiva. En su concepción inicial, los Derechos Fundamentales
eran simples límites al ejercicio del poder público, es decir, garantías negativas
para tutelar los intereses individuales. Hoy en día se han convertido,
además, “…en un conjunto de valores o fines directivos de la acción positiva
del Estado y sus instituciones. Efectivamente, los Derechos Fundamentales
responden hoy en día a un conjunto de valores y principios de vocación
universal, que informan todo el contenido del ordenamiento infraconstitucional”.
En su dimensión subjetiva, es evidente que los Derechos Fundamentales
determinan el estatuto jurídico de los ciudadanos, al mismo tiempo que
enmarcan sus relaciones con el Estado y con los demás particulares. De esa
forma, tales derechos tienden a proteger la libertad, autonomía y seguridad de
la persona, no solo frente al poder público, sino también frente a los demás
miembros de la comunidad.

Por un lado, los Derechos Fundamentales como derechos subjetivos


constituyen una potestad o facultad subjetiva de la persona frente al poder
público para exigir el respeto y resguardo, así como las garantías procesales
necesarias. Por lo tanto, generan obligaciones negativas para el Estado. Por
otro, son también principios objetivos del orden constitucional, toda vez que
poseen un alcance objetivo que se plasma en directrices constitucionales y
mandatos a los poderes públicos, consiguientemente, generan obligaciones
positivas para el Estado.

Coincidentemente con los autores arriba señalados, el maestro español


Gregorio Peces Barba indica que cuando nos referimos a los Derechos
Fundamentales no estamos “…refiriéndonos al mismo tiempo a la pretensión
moral justificada y a su recepción en el derecho positivo. La justificación de la
pretensión moral se produce sobre rasgos importantes derivados de la
dignidad humana, necesarios para el desarrollo integral del ser humano. La
recepción en el derecho positivo es la condición para que pueda realizar
eficazmente su finalidad”. 

Desde una perspectiva más axiológica, Alegre conceptualiza los Derechos


Fundamentales como “…el modo en que nos vemos, individual y
colectivamente. Ellos expresan en lenguaje jurídico y moral la convicción de
que cada ser humano es digno por el solo hecho de pertenecer a la especie.
Es, además, una convicción igualitaria: no hay personas más dignas que otras.
La dignidad esencial de todo ser humano conlleva demandas de un trato
correspondiente a dicha dignidad, demandas que han sido recogidas en
diversas instituciones jurídicas”. Los Derechos Fundamentales representan un
sistema de valores concretos, un sistema cultural que resume el sentido de la
vida plasmado en las diferentes Constituciones modernas.
El deslinde entre Derechos humanos y fundamentales es complejo y, en la
práctica, nuestra Constitución Política le otorga un alcance similar, razón por la
cual la presente investigación no va a analizar las diferencias que puedan
existir entre ambas nociones de Derechos humanos y fundamentales.
Solamente señalaremos que, efectivamente, cabe alguna similitud entre ambas
expresiones. Así por ejemplo, ambas aluden a unos mismos derechos, pero en
distintos ámbitos. Por ende, en la construcción doctrinal y normativa, se ha
hecho hincapié en reservar el término “Derechos fundamentales” para designar
los derechos positivados en el ámbito interno, en tanto que la fórmula
“Derechos Humanos” sería la más usual para denominar los derechos
naturales positivados en las declaraciones y convenciones internacionales. Más
específicamente, Derechos humanos es una expresión propia de aquella rama
del Derecho que se dio en llamar Derecho Internacional de los Derechos
humanos, en cambio, Derechos fundamentales sería una expresión propia del
Derecho Constitucional.

Asimismo, desde la perspectiva funcional, suelen diferenciarse ciertas


características particulares de cada una de las expresiones: respecto a los
Derechos fundamentales se dice que son “derechos constitucionales”, menos
abstractos, “más dinámicos” y “con mayor garantía de efectividad que los
Derechos humanos”. Sin ahondar más, entendemos que lo que sí es
conveniente remarcar es la evolución reciente de los Derechos fundamentales,
cuando se plantea el problema de si la identidad cultural es un derecho de la
persona o también del grupo que lo ejerce a través de sus expresiones y
valoraciones, enfatizando cómo los aspectos culturales van a afectar a la
persona y a la comunidad. Los Derechos humanos han sufrido una
transformación importante en los últimos tiempos, marcada en gran medida por
la tendencia a incorporar lo colectivo y grupal en las diversas Constituciones, y
como éstos van a afectar al Derecho.

En consecuencia, los Derechos Humanos suelen encontrarse utilizados desde


la perspectiva de la Filosofía del Derecho, tanto como desde la perspectiva del
Derecho Internacional. Es así que tras la Carta de las Naciones Unidas y la
Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH), la prevalencia de los
Estados soberanos y la precaria situación jurídica de la persona ante el orden
internacional han sido puestas en cuestión. La progresiva afirmación de los
Derechos Humanos en el Derecho Internacional contemporáneo constituye, en
efecto, una importante transformación del orden internacional en la medida en
que, junto al clásico principio de la soberanía de los Estados, ha aparecido otro
principio constitucional del orden internacional contemporáneo: el de la
dignidad intrínseca de todo ser humano.

Los Derechos Humanos no forman hoy parte de los asuntos internos de los
Estados pues son la expresión directa de la dignidad de la persona; en
consecuencia los Estados tienen la obligación de respetarla. “Esta obligación
internacional de Justicia, una obligación erga omnes: incumbe a todo Estado
con respecto a la comunidad internacional en su conjunto, y todo Estado tiene
un interés jurídico en la protección de los Derechos Humanos”.

La aseveración de que todo ser humano es titular de Derechos propios,


oponibles jurídicamente a todos los Estados, incluido el Estado del que sea
nacional, establece un cambio jurídico en el Derecho Internacional en la
medida en que, a diferencia del Derecho Internacional clásico, la persona no
puede ser ya considerada como un mero objeto del orden internacional. No se
trata, sin embargo, de afirmar que el individuo sea hoy sujeto pleno del
Derecho Internacional, sino de reconocer el lugar supremo del interés humano
en el orden de los valores.
4. Caracteres de los Derechos Humanos

Los Derechos Humanos tienen los siguientes caracteres: inviolabilidad,


universalidad, interdependencia, indivisibilidad y progresividad.
 
a) Universales. Cuando se habla de universalidad de los derechos se está
diciendo al menos tres cosas diferentes. En un plano racional es la titularidad
de derechos que se adscriben a todos los seres humanos, y con pretensión de
validez general de los criterios de moralidad y los valores en general. Si nos
situamos en el plano temporal, al margen del tiempo, son válidos para cualquier
momento de la historia. En el plano espacial, por universalidad entendemos la
extensión de la cultura de los Derechos Humanos a todas las sociedades
políticas, sin excepción.

b) Imprescriptibles. No prescriben con el transcurso del tiempo, es decir, que


no pierden ni vigencia, ni perecen con el tiempo.

c) Interdependientes e indivisibles. Porque unos derechos dependen de


otros, se hallan interconectados. Así, por ejemplo, el derecho a la vida se
efectiviza si existen adecuadas condiciones de salud. Y, para que existan estas
condiciones debemos garantizar recursos económicos contemplados en el
presupuesto de la Nación. Esto hace a los Derechos Humanos
interdependientes unos de los otros: los derechos civiles, sociales, económicos
y políticos. Por consiguiente, el pleno goce de los derechos civiles y políticos
sería imposible sin el disfrute simultáneo de los derechos económicos, sociales
y culturales.
 
d) Inalienables. Estos son derechos que no pueden ser enajenados, es decir
que no se puede vender o transferirse el derecho.

e) Progresivos. Existen dos acepciones en cuanto a la progresividad de los


Derechos Humanos. Una, referida a la progresividad para la efectivización de
los Derechos y, la segunda, relacionada a los aparecieron o surgimiento de
nuestros derechos, a raíz de la evolución de la sociedad.  Es así que, en el
primer sentido, se refiere a la progresividad en la efectivización de los
derechos, pero también debemos indicar que no todos los Derechos
Fundamentales son progresivos. Es el caso concreto de la vida, se garantiza el
derecho a ésta y el derecho a la dignidad de las personas de manera completa
desde el inicio hasta el fin de su personalidad, es decir, desde su nacimiento
hasta su muerte. Los únicos derechos progresivos son los derechos sociales y
culturales, ya que se parte de la premisa de garantizar un piso mínimo de
protección, en constante expansión, a medida que el Estado vaya cumpliendo
con los objetivos planteados por el Pacto de Derechos económicos, sociales y
culturales. En la segunda interpretación Romero Bonifaz [1] señala que son
progresivos por cuanto, a medida que progresa la humanidad, nuevos
Derechos van emergiendo según las necesidades sociales que serán
posteriormente reconocidos en la comunidad internacional. De esta forma se
van ampliando gradualmente los derechos constitucionales como aspectos
nuevos en la doctrina de los Derechos Humanos.

La no discriminación es un principio transversal en el Derecho Internacional de


Derechos Humanos. Está presente en todos los principales tratados de Derechos
Humanos, y constituye el tema central de algunas convenciones internacionales, tales
como la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de
Discriminación Racial y la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de
Discriminación contra la Mujer.

El principio se aplica a toda persona en relación con todos los Derechos Humanos y las
libertades, y prohíbe la discriminación sobre la base de una lista no exhaustiva de
categorías tales como sexo, raza, color, y así sucesivamente. El principio de la no
discriminación se complementa con el principio de igualdad, tal como lo estipula el
Artículo 1 de la Declaración Universal de Derechos Humanos: “Todos los seres
humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos”.

Tema 2: Clasificación de los Derechos Humanos


1. Las tres generaciones de los Derechos Humanos

Existen diversas maneras de clasificar los Derechos Humanos, tomando diferentes puntos
de enfoque. Por ejemplo:

· Un enfoque historicista:

Tomará en cuenta la protección progresiva de los Derechos Humanos

· Un enfoque basado en el iusnaturalismo:

Se basa en el reconomiento del Derecho natural, este derecho se basa por ser previo y
superior al derecho positivo, y por estar inserto en la naturaleza del hombre

Ahora bien, la clasificación más conocida de los Derechos Humanos es aquella que
distingue las llamadas Tres Generaciones de los mismos, y el criterio en que se fundamenta
es un enfoque periódico, basado en la progresiva cobertura de los Derechos Humanos. A
esta clasificación nos referimos.

PRIMERA GENERACIÓN

Surgen con la Revolución Francesa como rebelión contra el absolutismo del monarca. Se
encuentra integrada por los denominados derechos civiles y políticos. Imponen al Estado
respetar siempre los Derechos Fundamentales del ser humano (a la vida, la libertad, la
igualdad, etc.)

SEGUNDA GENERACIÓN

La constituyen los Derechos de tipo colectivo, los Derechos Sociales, Económicos y


Culturales. Surgen como resultado de la Revolución Industrial, en México, la Constitución
de 1917 incluyó los Derechos Sociales por primera vez en el mundo. Constituyen una
obligación de hacer del Estado y son de satisfacción progresiva de acuerdo a las
posibilidades económicas del mismo
 

TERCERA GENERACIÓN

Se forma por los llamados Derechos de los Pueblos o de Solidaridad. Surgen en nuestro
tiempo como respuesta a la necesidad de cooperación entre las naciones, así como de los
distintos grupos que las integran Doctrina

DERECHOS DE LA PRIMERA GENERACIÓN

Derechos que comprende:

Libertades fundamentales, los Derechos Civiles y Políticos son los más antiguos en su
desarrollo normativo. Son los derechos que corresponden al individuo frente al Estado o
frente a cualquier autoridad

Características:

· Imponen al Estado el deber de respetarlos siempre. Sólo pueden ser limitados en los casos
y bajo las condiciones previstas en la Constitución.

- Su titular es En los derechos civiles:        Todo ser humano en general

En los derechos políticos:                           Todo ciudadano

- Su reclamo corresponde al propio individuo.

Ejemplos:

DERECHOS CLASIFICACIÓN EJEMPLOS


Libertad Puedo circular libremente por mi
Libertad de tránsito
Fundamental país
Puedo reunirme o asociarme
Libertar de reunión y Libertad pacíficamente con mis vecinos
asociación Fundamental para lograr mejoras para la
comunidad
Desecho al Yo tengo derecho a tener un
reconocimiento de la Derecho Civil nombre, un domicilio y un estado
personalidad jurídica civil
Yo puedo ocupar un cargo de
Derecho a ser electo Derecho Político
elección popular en mi país
Derecho a voto Derecho Político Yo tengo derecho a votar por el
candidato de mi elección de forma
libre, secreta y directa

A continuación, se enuncian los Derechos de la Primera Generación, distinguiendo entre


Derechos y Libertades Fundamentales y Derechos Civiles y Políticos.

Derechos y libertades fundamentales:

 Toda persona tiene los derechos y libertades fundamentales sin distinción de raza,
color, idioma, posición social o económica.
 Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad jurídica.
 Los hombres y las mujeres poseen iguales derechos.
 Nadie estará sometido a esclavitud o servidumbre.
 Nadie será sometido a torturas, ni a penas o tratos crueles, inhumanos degradantes
ni se podrá hacernos daño físico, psíquico o moral.
 Nadie puede ser molestado arbitrariamente en su vida privada, su familia, su
domicilio o su correspondencia, ni con ataques a su honra su reputación.
 Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia.
 Toda persona tiene derecho a una nacionalidad.
 En caso de persecución política, toda persona tiene derecho a buscar asilo y a
disfrutar de él, en cualquier país.
 Los hombres y las mujeres tienen derecho a casarse y a decidir el número de hijos
que desean.
 Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento y de religión.
 Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión de ideas.
 Toda persona tiene derecho a la libertad de reunión y de asociación pacíficas.

Derechos civiles y políticos:

 Todo ser humano tiene derecho al reconocimiento de su personalidad jurídica.


 Todos somos iguales ante la ley, esto es, a todos debe aplicarse de igual manera.
 Toda persona tiene derecho al juicio de amparo.
 Nadie podrá ser arbitrariamente detenido, preso ni desterrado.
 Toda persona tiene derecho a ser oída y tratada con justicia por un tribunal
imparcial.
 Toda persona acusada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia,
mientras no se pruebe su culpabilidad conforme a la ley.
 Toda persona tiene derecho a participar en el gobierno de su país.
 Toda persona tiene derecho a ocupar un puesto público en su país.
 La voluntad del pueblo es la base de la autoridad del poder público; esta voluntad se
expresará mediante elecciones auténticas.

DERECHOS DE LA SEGUNDA GENERACIÓN


Características:

 Son legítimas aspiraciones de la sociedad.

Ejemplos:

DERECHOS CLASIFICACIÓN EJEMPLOS


Yo tengo derecho a percibir un
Derecho a un salario Derecho
salario que sea suficiente para
justo Económico
mantener un nivel de vida adecuado
Yo tengo derecho a formar
Libertad de asociación Derecho Social
organizaciones laborales
Derecho a tomar parte
Yo tengo derecho de ir a los
libremente en la vida Derecho Cultural
museos, ruinas arqueológicas, etc.
cultural

Ahora enunciaremos los Derechos Económicos, Sociales y Culturales:

 Toda persona tiene derecho a la seguridad social y a obtener la satisfacción de los


derechos económicos, sociales y culturales.

 Toda persona tiene derecho al trabajo en condiciones equitativas y satisfactorias.


 Toda persona tiene derecho a formar sindicatos para la defensa de sus intereses.
 Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a
su familia, la salud, la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y
los servicios sociales necesarios.
 Toda persona tiene derecho a la salud física y mental.
 La maternidad y la infancia tienen derecho a cuidados y asistencia especiales.
 Toda persona tiene derecho a la educación en sus diversas modalidades.
 La educación primaria y secundaria será obligatoria y gratuita.
 Tenemos derecho a la seguridad pública.
 Los padres tienen derecho a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus
hijos.
DERECHOS DE LA TERCERA GENERACIÓN

Características:

 Pertenecen a grupos imprecisos de personas que tienen un interés colectivo común.


 Requieren para su cumplimiento de prestaciones:

      - positivas (hacer, dar)

      - negativas (no hacer)

 Tanto de un Estado como de toda la Comunidad Internacional.


 Su titular es el Estado, pero también pueden ser reclamados:

      -ante el propio Estado (en el caso de grupos pertenecientes al mismo).

      -ante otro Estado (en el caso de la Comunidad Internacional, es decir, de nación a


nación).

Ejemplos:

Los grupos étnicos tienen derecho al desarrollo económico.


Mi país tiene derecho a elegir su forma de gobierno.
Todos los países tienen derecho a beneficiarse del patrimonio común de la humanidad.
Un país no debe agredir a otro.
 
Los derechos de los pueblos son:

 A la autodeterminación.
 A la independencia económica y política.
 A la identidad nacional y cultural.
 A la paz.
 A la coexistencia pacífica.
 Al entendimiento y confianza.
 A la cooperación internacional y regional.
 Al desarrollo.
 A la justicia social internacional.
 Al uso de los avances de las ciencias y la tecnología.
 A la solución de los problemas alimenticios, demográficos, educativos, ecológicos.
 Al medio ambiente.
 Al patrimonio común de la humanidad.
 Al desarrollo que permita una vida digna.

LAS TRES GENERACIONES DE DERECHOS HUMANOS

2. Teorías y generaciones de los derechos humanos

De acuerdo a Travieso J.A., las diferencias entre las fundamentaciones ilusnaturalismo y las


historicistas, serían las siguientes:

A) Derechos naturales, universales y absolutos, versus derechos históricos variables y


relativos.

B) Derechos Humanos anteriores y superiores a la sociedad y el derecho que la sociedad


produce, versus Derechos Humanos como resultado del devenir y evolución de la sociedad.

Los Derechos Humanos son un concepto desarrollado en occidente, paralelo a las grandes


transformaciones estructurales que ha supuesto el tránsito de un modelo de sociedad a otro,
y han configurado lo que se conoce como modernidad. Los orígenes de los Derechos
Humanos los encontramos, como ya se mencionó, en la Revolución Francesa, con
la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano pero, a partir del siglo XIX, no
se podrán ya pensar los derechos sólo como esos derechos previos al Estado que son
triunfos del individuo aislado frente a él.
La aparición del Estado social y de la función promocional del Derecho será consecuencia
del proceso de generalización de los Derechos Humanos con la incorporación de los
derechos económicos, sociales y culturales. Este es, quizá, uno de los ejemplos más claros
de la importancia de la historia para la comprensión del fundamento de los Derechos
Humanos, que no es racional y ahistórico, sino que varía cuando cambian los elementos que
deben ser comprendidos en ella.

Las diferentes concepciones del mundo, y las diversas corrientes de pensamiento, han
aportado variadas argumentaciones para fundamentar los Derechos Humanos. Para las
grandes religiones está muy claro cuál sería el fundamento: la misma existencia de un Dios
creador y preocupado por los seres humanos y su felicidad, es lo que constituye el punto de
apoyo para afirmar que todos somos seres humanos iguales en dignidad ante Dios y ante los
demás. Refuerzan, además, ese sentido de la igualdad con un profundo sentido de la
fraternidad, al considerarnos a todos como hijos de Dios. Sería, por tanto, la naturaleza de
las personas creadas por Dios la que constituiría la fuente de donde brotarían todos los
Derechos.

Los ilustrados −en gran parte los padres fundadores de los Derechos Humanos en el sentido
en el que hoy los entendemos− buscaron por su parte una explicación y una fundamentación
basadas también en una cierta concepción de la naturaleza humana, nunca del todo
explicitada.

Su posición ha recibido el nombre de iusnaturalismo racionalista, para distinguirlo del


iusnaturalismo de raíz teológica. Ese iusnaturalismo afirma que es la propia
naturaleza del ser humano la que conlleva unos derechos inalienables a los que no se
puede renunciar. Desde nuestro punto de vista, el iusnaturalismo, en un sentido u otro,
parece ser una pieza clave para toda fundamentación posible y, en cierto sentido,
renunciar a él.

La teoría iusnaturalista

La teoría iusnaturalista de los Derechos Humanos se basa en reconocimientos de Derecho


natural, entendiéndose por tal un ordenamiento natural deducido de la propia naturaleza
humana. Este derecho se caracteriza por ser previo y superior respecto del Derecho positivo,
y por estar inserto en la naturaleza del hombre. Los Derechos naturales son los derechos que
el hombre descubre como suyos sin que le sean atribuidos por el legislador, y participan, al
mismo tiempo, de un carácter jurídico y de un carácter moral.45

Otras corrientes han rechazado la posibilidad de hablar de naturaleza humana y han


insistido más en que el fundamento último de los Derechos Humanos se encuentra en el
libre acuerdo alcanzado por las personas en un proceso de discusión nacional. Se quiere
reforzar así el carácter histórico y positivo de los Derechos. Como ya hemos dicho, son
varias las posibilidades de fundamentación y todas ellas pueden aportarnos criterios, sin
enfrentamientos excluyentes por más que nos inclinemos por alguna.

Los Derechos Humanos, en los diferentes países latinoamericanos, han significado una gran
transformación en la medida que tienen como común denominador: la racionalización del
poder, el reconocimiento de un catálogo de Derechos Humanos ampliándolos a los de
carácter socioeconómico, la incorporación de los tratados internacionales como
derecho nacional, el establecimiento de la jurisdicción constitucional de la libertad mediante
el control concentrado o difuso, entre otros.46 Sin embargo, los esfuerzos de la doctrina y la
jurisprudencia por desarrollar los Derechos Fundamentales son muy frágiles aún en
América Latina.

Esto se explica en la medida en que la vigencia y eficacia de los Derechos Fundamentales


se vuelve nula sin un Estado de Derecho que les otorgue un significado constitutivo en la
totalidad del sistema constitucional. A ello ha contribuido el fuerte caudillismo presidencial,
las obsecuentes mayorías parlamentarias, el militarismo y los medios de comunicación,
además de la extrema riqueza y pobreza, en tanto constituyen serios límites al desarrollo
democrático del Estado constitucional.

Frente a ello, la dogmática y la justicia constitucionales tienen como desafío pendiente el


revisar sus propias fuentes doctrinarias para que les permitan otorgar a los Derechos
Fundamentales un rol protagónico en el

fortalecimiento del Estado constitucional en América Latina. Para ello, se debe investigar
atentamente, pero “con beneficio de inventario”, la propia historia y teorías de los Derechos
Fundamentales que aporta la dogmática europea y en particular la alemana, en la medida en
que después de la Segunda Guerra Mundial constituyen una fuente ineludible de estudio y
desarrollo de los Derechos Humanos que, en el actual proceso de globalización político-
cultural, resulta válida también para Latinoamérica.

, implica renunciar a una fundamentación rigurosa y radical.

4. Clasificación de los Derechos Humanos

Pero, ¿cuáles son los Derechos que el Estado debe brindar −y asegurar− a sus ciudadanos?
Diremos que incluyen diferentes generaciones de Derechos Fundamentales:

(1) La primera generación incluye a los llamados derechos “clásicos”, los individuales, que
protegen sobre todo la vida y la libertad del ser humano y que originalmente estaban
dirigidos contra las tendencias autoritarias del Estado absolutista. A finales del siglo XVIII
y principios del XIX se recogieron los denominados derechos de libertad (también
conocidos como Derechos de autonomía o de defensa), unos Derechos que se “…
articulan como límite frente a un Estado cuyo aparato orgánico es considerado una amenaza
para la libertad del individuo que se pretende preservar en este momento y al que, por ello y
frente al intervencionismo y proteccionismo propio de épocas precedentes, se reclama una
actitud fundamentalmente abstencionista. La naturaleza de los Derechos que se consagran
en ese momento −aunque como veremos en documentos con un valor meramente

programático− responde así a una concepción claramente negativa del Estado y del poder
público que no es la que está presente sin embargo en los textos constitucionales actuales
que responden a la existencia de un

Estado democrático y social de Derecho”47. Los Derechos civiles y políticos comprenden,


entre ellos: el derecho a la vida; la prohibición de la tortura u otros tratos crueles,
inhumanos o degradantes; la prohibición de la esclavitud; el derecho a la libertad y a la
seguridad de la persona, en la forma de protección contra el arresto y la detención arbitraria.
La libertad individual, en la forma de libertad de movimiento, pensamiento, expresión,
conciencia y religión, son también denominados los derechos a la libertad

(2) La segunda generación está compuesta por los Derechos sociales, económicos y


educativos, que requieren del fomento y la intervención de instancias estatales para
convertirse en realidad. Estos derechos son producto del tránsito del Estado liberal de
Derecho a un Estado democrático y social de Derecho que produce, entre otras cosas, las
reivindicaciones proclamadas, de forma decisiva, por los movimientos obreros, dando lugar
a los denominados derechos sociales o derechos de prestación, derechos éstos que inciden
más en la necesidad de la intervención del poder público para garantizarlos, una
intervención decisiva, no sólo de naturaleza normativa, sino también, y fundamentalmente,
de naturaleza administrativa48.

Pero señalemos que se trata de Derechos de naturaleza social, que tienen que ser gozados y
efectivizados por todas las personas y que, por tanto, tienen un sentido individual también.
No son tanto Derechos de los grupos, sino Derechos de las personas en cuanto forman parte
de grupos o clases sociales menos favorecidas. Los Derechos sociales se distinguen de los
Derechos Humanos tradicionales de la primera generación en que, mientras éstos
determinan una esfera dentro de la cual el individuo debe poder actuar libremente, aquéllos,
los Derechos sociales, pretenden lograr la intervención de la autoridad pública. Lo que es
cierto es que esos Derechos económicos y sociales dependen, en su concreta realidad, más
de la acción positiva del Estado, en un sentido más impetuoso y económico, que los
derechos de la primera generación. Además, los derechos y deberes económicos y sociales
tienen menos facilidades para ser disfrutados frente a terceros distintos del Estado.

Siguiendo esta línea de pensamiento, si bien es cierto que los Derechos económicos,


sociales y culturales tienen la característica de que, generalmente, su cumplimiento conlleva
el deber esencial del Estado de proporcionar los mecanismos necesarios para satisfacer las
necesidades de carácter social, económico y cultural de los ciudadanos, mientras que, en los
derechos civiles, el Estado está obligado a abstenerse de violarlos mediante cualquier tipo
de acción u omisión. La obligación del Estado respecto de los derechos civiles y políticos
es, en lo esencial y estricto, la de no violarlos, no lesionarlos mediante acción u omisión, en
su caso, por parte de un órgano o agente gubernamental o administrativo. Todo ello
sin perjuicio del deber genérico de establecer y garantizar la existencia y el ejercicio de
estos derechos.

Se sostiene que, con respecto a los Derechos económicos, sociales y culturales (en adelante
DESC), el Estado tiene, aunque no exclusivamente, una obligación por hacer: la obligación
de brindar los medios materiales para que los servicios de asistencia económica, social,
sanitaria, cultural, etc., provean los medios y elementos necesarios para satisfacerlos.

La obligación del Estado radica en el deber de dedicar, dentro de sus posibilidades


económicas y financieras, los recursos necesarios para la satisfacción de estos derechos
económicos, sociales y culturales. 

4. Clasificación de los Derechos Humanos

Pero, ¿cuáles son los Derechos que el Estado debe brindar −y asegurar− a sus ciudadanos?
Diremos que incluyen diferentes generaciones de Derechos Fundamentales:

(1) La primera generación incluye a los llamados derechos “clásicos”, los individuales, que
protegen sobre todo la vida y la libertad del ser humano y que originalmente estaban
dirigidos contra las tendencias autoritarias del Estado absolutista. A finales del siglo XVIII
y principios del XIX se recogieron los denominados derechos de libertad (también
conocidos como Derechos de autonomía o de defensa), unos Derechos que se “…
articulan como límite frente a un Estado cuyo aparato orgánico es considerado una amenaza
para la libertad del individuo que se pretende preservar en este momento y al que, por ello y
frente al intervencionismo y proteccionismo propio de épocas precedentes, se reclama una
actitud fundamentalmente abstencionista. La naturaleza de los Derechos que se consagran
en ese momento −aunque como veremos en documentos con un valor meramente

programático− responde así a una concepción claramente negativa del Estado y del poder
público que no es la que está presente sin embargo en los textos constitucionales actuales
que responden a la existencia de un

Estado democrático y social de Derecho”47. Los Derechos civiles y políticos comprenden,


entre ellos: el derecho a la vida; la prohibición de la tortura u otros tratos crueles,
inhumanos o degradantes; la prohibición de la esclavitud; el derecho a la libertad y a la
seguridad de la persona, en la forma de protección contra el arresto y la detención arbitraria.
La libertad individual, en la forma de libertad de movimiento, pensamiento, expresión,
conciencia y religión, son también denominados los derechos a la libertad

(2) La segunda generación está compuesta por los Derechos sociales, económicos y


educativos, que requieren del fomento y la intervención de instancias estatales para
convertirse en realidad. Estos derechos son producto del tránsito del Estado liberal de
Derecho a un Estado democrático y social de Derecho que produce, entre otras cosas, las
reivindicaciones proclamadas, de forma decisiva, por los movimientos obreros, dando lugar
a los denominados derechos sociales o derechos de prestación, derechos éstos que inciden
más en la necesidad de la intervención del poder público para garantizarlos, una
intervención decisiva, no sólo de naturaleza normativa, sino también, y fundamentalmente,
de naturaleza administrativa48.

Pero señalemos que se trata de Derechos de naturaleza social, que tienen que ser gozados y
efectivizados por todas las personas y que, por tanto, tienen un sentido individual también.
No son tanto Derechos de los grupos, sino Derechos de las personas en cuanto forman parte
de grupos o clases sociales menos favorecidas. Los Derechos sociales se distinguen de los
Derechos Humanos tradicionales de la primera generación en que, mientras éstos
determinan una esfera dentro de la cual el individuo debe poder actuar libremente, aquéllos,
los Derechos sociales, pretenden lograr la intervención de la autoridad pública. Lo que es
cierto es que esos Derechos económicos y sociales dependen, en su concreta realidad, más
de la acción positiva del Estado, en un sentido más impetuoso y económico, que los
derechos de la primera generación. Además, los derechos y deberes económicos y sociales
tienen menos facilidades para ser disfrutados frente a terceros distintos del Estado.

Siguiendo esta línea de pensamiento, si bien es cierto que los Derechos económicos,


sociales y culturales tienen la característica de que, generalmente, su cumplimiento conlleva
el deber esencial del Estado de proporcionar los mecanismos necesarios para satisfacer las
necesidades de carácter social, económico y cultural de los ciudadanos, mientras que, en los
derechos civiles, el Estado está obligado a abstenerse de violarlos mediante cualquier tipo
de acción u omisión. La obligación del Estado respecto de los derechos civiles y políticos
es, en lo esencial y estricto, la de no violarlos, no lesionarlos mediante acción u omisión, en
su caso, por parte de un órgano o agente gubernamental o administrativo. Todo ello
sin perjuicio del deber genérico de establecer y garantizar la existencia y el ejercicio de
estos derechos.

Se sostiene que, con respecto a los Derechos económicos, sociales y culturales (en adelante
DESC), el Estado tiene, aunque no exclusivamente, una obligación por hacer: la obligación
de brindar los medios materiales para que los servicios de asistencia económica, social,
sanitaria, cultural, etc., provean los medios y elementos necesarios para satisfacerlos.
La obligación del Estado radica en el deber de dedicar, dentro de sus posibilidades
económicas y financieras, los recursos necesarios para la satisfacción de estos derechos
económicos, sociales y culturales. 

ema 3: Fuentes del derecho internacional de los Derechos


Humanos
1. Introducción

En principio, el Derecho internacional de los Derechos Humanos (DIDH),  se


informa de las fuentes del Derecho internacional Público, es decir, los tratados,
principios, costumbre, jurisprudencia y doctrina, pero existen diferencias y
ciertas excepciones inaplicables al Derecho internacional de los Derechos
Humanos por su propia naturaleza y otros principios propios de este último,
como ser el principio pro homine.

Al respecto, si bien es cierto que a grandes rasgos las fuentes son las mismas,
la doctrina no es tan pacífica en concederles la misma jerarquía en una y otra
rama. En el DIP se considera, en principio, que las fuentes principales poseen
la misma jerarquía y así lo ha establecido la Corte Internacional de Justicia en
reiteradas ocasiones, a pesar de que en la práctica y por diferentes posiciones
frente al DIP algunos autores consideren unas más predominantes que otras,
por ejemplo, desde un enfoque voluntarista, o  se señala a los tratados como la
fuente principal por excelencia y, desde un enfoque más iusnaturalista, se le
conceda al ius cogens o los principios generales del derecho. Todo esto en
relación a las teorías que han impregnado el derecho. En su artículo 38, el
Estatuto de la Corte Internacional de Justicia identifica como fuentes principales
los tratados, la costumbre y los principios generales del derecho, y como
fuentes auxiliares, las decisiones judiciales y las doctrinas de publicitas
reconocidos. No obstante, en la actualidad, a estas fuentes hay que agregarles
el ius cogens, las decisiones de organizaciones internacionales y los actos
unilaterales de los Estados.

En el ámbito del DIDH, algunos autores han llegado a establecer que sus
normas son de ius cogens o que por lo menos una parte muy importante de
ellas que están por encima de los actos de los Estados y se basa en los
principios generales del derecho. Al respecto señala Piza que el DIDH: “...a
diferencia del DI, revierte el sistema de jerarquía de las fuentes porque al ser
por definición derecho imperativo (ius cogens), en él, los principios generales
adquieren no solamente un rango mayor, sino también un alcance mucho
mayor al ser ya principios de contenido que no dependen de la voluntad de los
Estados.”

En los Derechos Humanos adquieren fundamental importancia principios,


tratados, jurisprudencia y doctrina. antes  analizar éstos, previamente
señalaremos que, de acuerdo con Jaimes, se entiende por Derecho de los
Tratados al conjunto de normas, internacionales e internas, que rigen la vida de
los tratados desde su formación a su terminación, pasando por todos sus
efectos y alteraciones.

2. El derecho de los tratados y la convención de Viena de 1969

La problemática que presentan los Tratados es amplísima, y va desde su


propia terminología a los problemas de la forma, de la capacidad para
contraerlos, de su validez, denuncia, etc. Buena parte de estas cuestiones han
recibido mucha luz en la Comisión del Derecho Internacional de las Naciones
Unidas y, posteriormente, en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el
Derecho de Tratados reunida en Viena en dos periodos de Sesiones (1968 y
1969), y en cuyo seno se elaboró la Convención de los Tratados. La misma se
abrió a la firma en 1969 y, de acuerdo con el art. 84 de la precitada
Convención, entró en vigor desde que fue depositado el 35 instrumento de
ratificación o de adhesión, el 27 de enero de 1980 (30 días después del
depósito del 35º instrumento de ratificación y adhesión), obliga a título de tal a
todos –pero solo– los Estados que la han ratificado o se le han adherido en
función de los tratados celebrados con posterioridad a la fecha de su entrada
en vigor.

La Convención de Viena sobre derechos de los Tratados consta de ochenta y


cinco artículos, y se divide en ocho partes. En la primera nos muestra o realiza
una redacción conceptual de los términos más usados en la Convención. En la
segunda parte trata de la celebración y entrada en vigor de los Tratados. La
tercera está referida a la observancia y aplicación. La cuarta parte explica los
mecanismos de enmienda, la quinta nulidad y terminación de los tratados.

2. El derecho de los tratados y la convención de Viena de 1969

2.1. Alcance del concepto


El Tratado Internacional, en un sentido amplio, no es otra cosa que un negocio jurídico con
características propias debido a la categoría de los sujetos que en él intervienen –Estado y
otros sujetos de la C.I.– y a otras peculiaridades, entre las que cabe poner de relieve a las
reservas.

El antiguo Presidente del T.I.J. y Relator de la Conferencia de Viena, Jiménez de Aréchaga,


la explica así: “…como toda concordancia de voluntades entre dos o más sujetos de D.I.,
destinada a producir efectos jurídicos, es decir, a crear, modificar o extinguir un derecho”.

En la Convención de Viena de 1969 se define al Tratado de una forma precisa. En su art. 2º


n. 1, inciso a), se lee:

“Se entiende por Tratado un acuerdo internacional celebrado por escrito entre Estados y
regido por el Derecho Internacional, ya conste en un instrumento único o en dos o en más
instrumentos conexos y cualquiera que sea su denominación particular”.
La anterior definición pone de manifiesto:

   1) Que se reserva la denominación de Tratado solo para los concertados entre Estados.

   2) Que la Convención solo contempla los Tratados concertados entre Estados.

   3) Que los mismos están regidos por el D.I.

   4) Que cabe la posibilidad de que reciban otras denominaciones (Acuerdo, Convención,


Carta, Compromiso, Concordato, Modus vivendi, Pacto, Protocolo, Estatuto, etc.), pero que
no por ello dejan de ser considerados como Tratados.

Lo anteriormente expuesto no significa que no puedan existir acuerdos internacionales con


características distintas a las contempladas en la Convención. El art. 3º de la misma señala
que no afectan al valor jurídico de otros acuerdos el hecho de que no se aplique la
Convención a los siguientes:

   1. Los celebrados entre Estados y otros sujetos de D.I.

   2. A los no celebrados por escrito.

Paul Reuter define la Convención de este modo: "el tratado internacional es todo acuerdo
de voluntades entre sujetos de D.I., sometido por éstos a las normas generales de este
derecho". De tal modo se ensancha el concepto del tratado internacional, eliminándose la
forma escrita y sustituyendo a los Estados por una categoría más amplia: los sujetos del
Derecho Internacional. Esta definición no incluye que el tratado crea o produce efectos
jurídicos, lo da por sobreentendido.  

La Ley de celebración de tratados de Bolivia entiende por tratado: “… a todo Acuerdo


internacional celebrado por escrito entre sujetos de Derecho Internacional, regido por el
Derecho Internacional, que conste en un instrumento único o en dos o más instrumentos
conexos, creando obligaciones jurídicas y cualquiera que sea su denominación
particular.”

Para que exista un Tratado Internacional es preciso que las dos partes sean sujetos del D.I.,
por lo tanto, no son tratados internacionales, sea cual fuera su forma, los actos contractuales
entre un sujeto y una entidad que no es sujeto del Derecho Internacional.

El artículo 5 de la Convención de Viena señala el ámbito de la misma, es así que: “La


presente Convención se aplicará a todo tratado que sea un instrumento constitutivo de una
organización internacional y a todo tratado adoptado en el ámbito de una organización
internacional, sin perjuicio de cualquier norma pertinente de la organización.”

En síntesis se puede sostener que el concepto de Tratados contiene cuatro partes en el


análisis del concepto:

   1.- El tratado es un acuerdo de voluntades celebrado por escrito.

   2.- Contempla diferentes sujetos del Derecho Internacional.

   3.-Tiene la finalidad de producir efectos jurídicos.


   4.- Está regido por normas del Derecho Internacional.

2. El derecho de los tratados y la convención de Viena de 1969

2.2. Condiciones de existencia de los tratados internacionales


La existencia de un Tratado Internacional depende del cumplimiento de ciertas
condiciones de existencia entre las que Tredinnick destaca:

1. La capacidad de las partes contratantes, esto es que solo los sujetos de


Derecho Internacional, fundamentalmente los Estados soberanos y las
Organizaciones internacionales, pueden suscribir y ser parte de un
tratado.
2. Los negociadores válidos, toda vez que los intervinientes a nombre de
un Estado deben tener plenos poderes extendidos por el gobierno de su
país, salvo el Jefe de Estado, el Jefe de Gobierno y el Ministro de
Asuntos Exteriores en cuyo nombre o con cuya firma se autorizan los
plenos poderes de los demás representantes (lo que no ocurre con las
Organizaciones internacionales dada la imposibilidad de establecer en
su caso una regla general).
3.   El objeto lícito y posible de los tratados, y el mutuo consentimiento o
acuerdo de voluntades, real y sin vicio alguno.

2. El derecho de los tratados y la convención de Viena de 1969

2.3. Fases en la formación de los tratados internacionales


Cuando se alude al proceso de forma de celebración de los Tratados, se está
haciendo referencia al conjunto de actos a través de los cuales se forman los
Tratados Internacionales. Por lo tanto, la celebración de un Tratado se
descompone en una serie de fases, cada una a cargo de distintos órganos.

El proceso de celebración de los tratados en su totalidad se encuentra 


regulado a dos niveles distintos: en cuanto conjunto de actos internacionales
está regido por el Derecho Internacional, en especial por los artículos 6 al 18 de
la Convención de Viena de 1969. El segundo nivel está relacionado con que
cada sistema jurídico nacional contiene normas sobre esta materia, cuya
finalidad es la de regularizar la actividad de cada órgano de los Estados, en
nuestro caso, la Constitución Política del Estado y la Ley de celebración de
tratados (Ley N° 401 de 2013), fundamentalmente.  

Por lo general, el conjunto de actos por el que se concluye un tratado


internacional comprende tradicionalmente tres fases: 

   1. Negociación

   2. Firma
   3. Ratificación   

Desde la práctica diplomática, Tredinnick asegura que los tratados


internacionales, en su proceso de elaboración, pasan por las siguientes etapas:
1. Negociación; 2. Firma; 3. Ratificación; 4. Promulgación; 5. Canje de
instrumentos de ratificación; 6. Publicación, y 7. Registro.

Negociación y Firma

En el proceso de celebración de los tratados pueden señalarse distintos actos.


El inicial es la negociación realizada por los representantes con plenos poderes
de dos estados, esto en el caso de los tratados bilaterales; o en el seno de una
conferencia internacional u órgano internacional, en el caso de los tratados
multilaterales. La iniciativa de la negociación puede proceder de un Estado
interesado en ella, actuando libremente o como consecuencia de una
conferencia de representantes estatales o del órgano de una Organización
internacional.

La Convención de Viena carece de normas que regulen el proceso de


negociación de los tratados internacionales. Pese a esta ausencia, la
negociación ha de llevarse de acuerdo con el principio de la buena fe. De
acuerdo con Jaimes, la negociación consiste en la participación de la
elaboración del texto de un Tratado, proponiendo, discutiendo, contraofertando
o aceptando propuestas para las cláusulas que han de componerlo.

La Ley de celebración de Tratados define la Negociación de este modo: Fase


de debate y de intercambio de opiniones del proceso de Celebración de
Tratados que tiene por objeto lograr un acuerdo entre las Partes a fin de
determinar las cláusulas del Instrumento Internacional correspondiente. Los
tratados bilaterales se adoptan por unanimidad y, los multilaterales, según lo
dispongan los Estados Parte y, a falta de acuerdo, por las dos terceras partes
presentes y votantes.

Es así que en los tratados bilaterales la negociación se desarrolla entre las


cancillerías interesadas, o sea entre los Ministerios de Relaciones Exteriores de
ambos Estados o entre sus agentes diplomáticos, cooperados, en su caso, por
técnicos. Mientras que en los tratados colectivos se negocia, por lo general, en
el seno de un congreso o conferencia internacional. Los representantes deben
tener plenos poderes otorgados por el presidente o el canciller.

En el caso de Bolivia, la CPE, en el art. 172, núm. 5, le atribuye al presidente o


presidenta del Estado la facultad de suscribir tratados, entendida ésta como la
de negociar los mismos. El fin de la negociación termina con la adopción del
texto, pasándose a la autenticación de éste y, posteriormente, a la
manifestación del consentimiento a obligarse. El proceso de la negociación
desemboca, cuando tiene éxito, en el acto jurídico de la adopción del texto del
Tratado, en virtud del cual los negociadores expresan su acuerdo sobre dicho
texto. Adoptar es consentir la redacción definitiva.

La adopción de un texto es el fin de la Negociación propiamente dicha: la


Negociación culmina con el texto adoptado como borrador de lo convenido, al
que pueden hacerse modificaciones, pero que aún no es obligatorio para los
Estados. Según el artículo 9.1 de la Convención de Viena, un texto se entiende
adoptado cuando todos los participantes en su elaboración lo consienten. A la
letra dice: 1. La adopción del texto de un tratado se efectuará por
consentimiento de todos los Estados participantes en su elaboración, ahora
bien, si este principio de la unanimidad es intocable respecto de los tratados
bilaterales, por su misma naturaleza, no puede decirse lo mismo en relación
con los multilaterales, sobre todo cuando se subraya su condición abierta y
vocación universal. De ahí que la Convención de Viena indica que: “la
adopción del texto de un tratado en una Conferencia internacional se efectuará
por mayoría de dos tercios de los participantes presentes y votantes, a menos
que estos decidan por igual mayoría aplicar una regla diferente.” (Art. 9.2).

Un Tratado es firmado en nombre de un Estado por una persona debidamente


autorizada para ello o que ha recibido plenos poderes a tal efecto, es el caso
de los agentes técnicos y plenipotenciarios. Generalmente un Jefe de Estado o
de Gobierno no requiere credenciales específicas, en otros casos, se examinan
las credenciales.

La firma, acto solemne rodeado de publicidad, significa la promesa más firme


que cualquier otra de acabar obligándose por el Tratado. Expresa la intención
de consentir, de prestar el consentimiento más adelante al Tratado, hasta llegar
a hablarse de una obligación incoada.

Ratificación

La Ratificación de un Tratado es comenzar una obligación que puede darse


desde el momento de la firma o desde cualquier momento indicado en el
mismo Tratado, según decisión de las partes. No obstante, en algunos
Estados, un Tratado entra en vigor tras la aprobación dada por los órganos
internos competentes para obligar internacionalmente al Estado. La autoridad
competente para ratificar, generalmente el órgano legislativo, actúa de acuerdo
con los procedimientos constitucionales vigentes en los Estados signatarios.
La Ley de Tratados de Bolivia define la ratificación como: “…el acto por el cual la
Asamblea Legislativa Plurinacional aprueba, mediante Ley, la suscripción del
Tratado.”

Alba y Castro consideran la Ratificación como autorización, aprobación o


confirmación. En el caso de Bolivia es la única forma de manifestar el
consentimiento, forma solemne que históricamente fue la usual.
Modernamente, la soberanía nacional depositada en el pueblo se organiza
mediante un sistema de división de poderes en el que el legislativo se reserva
la autorización al ejecutivo para ratificar o no la efectiva aplicación práctica del
Tratado, es decir para determinar su vigencia. Los mecanismos de autorización
para la Ratificación y el reparto de competencias entre los poderes constituidos
de cada uno de los Estados dependen de su Derecho Constitucional
respectivo. Sin embargo, no hay que confundir la Ratificación o autorización del
Parlamento (que es un acto de derecho interno), con la Ratificación
internacional del Tratado como forma de manifestación del Consentimiento.

El Consentimiento puede manifestarse, sobre el conjunto del Tratado o sobre


una parte del mismo, en caso de haberse formulado reservas. Puede ser
otorgado a través de varias formas dependiendo de la regulación interna para
su otorgamiento. En esta etapa, según Tredinnick, pueden presentarse cuatro
opciones: 1) Se ratifica o aprueba el tratado; 2) Se lo rechaza, caso en el que
todo vuelve a la negociación; 3) Se pone objeción solo a algunos artículos; 4)
Se lo congela sine die (sin fijar fecha). Ej.: el Tratado con el Perú sobre la
redefinición de la naturaleza jurídica de las aguas del Titicaca (1956).

Promulgación

La Promulgación de un Tratado consiste en el acto emanado por el órgano


ejecutivo de un Estado, más concretamente, el Jefe de Estado o Presidente del
Estado  para que el Tratado, al igual que una Ley de Derecho interno, ingrese a
formar parte del ordenamiento jurídico interno y “…se tenga y cumpla como
Ley de la República”.

La publicación de un Tratado debe efectuarse en un órgano o boletín oficial del


Estado. En el caso boliviano, en la Gaceta Oficial de Bolivia. Tredinnick hace
énfasis en que no se admiten hoy Tratados secretos, todos son públicos y
publicables.

Canje de Instrumentos de Ratificación


El canje de instrumentos es una forma de perfeccionamiento residual del
consentimiento entre los contratantes, es un procedimiento tradicional formal
en los tratados bilaterales.

Para el intercambio intervienen los Jefes de Estado o plenipotenciarios en acto


solemne que suele tener lugar en la capital del Estado que no disfrutó de la
firma del texto del Tratado como autenticación del mismo.

(1)  El depósito

De acuerdo con Gonzáles, el depósito constituye el acto por el cual se hace


constar, en el plano internacional, el consentimiento en obligarse
definitivamente al Tratado, y consiste en la entrega, al depositarlo, del
instrumento que expresa ese consentimiento. Constituye una facilidad para las
partes de los Tratados multilaterales, la Convención de Viena, en su art. 16,
establece su realización como una forma de entrada en vigor. En el caso de los
Tratados multilaterales ha facilitado mucho, ya que los depositarios tienen
especial responsabilidad por el resguardo de esta documentación que además
de la custodia y recepción está la de transmitir dicha información a los demás
Estados parte.

Entrada en Vigor de los Tratados

Se entiende por entrada en vigor el momento en el que un Tratado adquiere


plena eficacia jurídica, esto significa que se deviene obligatorio y es susceptible
de aplicación, en los términos previstos por sus disposiciones, entre
unos contratantes, a los que a partir de entonces, también cabe llamar partes.

La entrada en vigor, como ya se indicó, es el momento en que comienza la


vigencia de los Tratados, los arts. 24 y 25 de la Convención de Viena señalan
las formas de entrada en vigor de los Tratados. En los Tratados bilaterales
suele coincidir con la prestación de consentimiento pleno. En las convenciones
multilaterales la entrada en vigor suele depender de la recepción de un
determinado número de ratificaciones o adhesiones (manifestación del
consentimiento), y del transcurso de un plazo tras la citada recepción.

El Tratado, por regla general, entrará en vigor en la manera y fecha que en el


mismo se disponga o cuando lo acuerden los Estados negociadores. A falta de
disposición o acuerdo expreso, cuando haya constancia del consentimiento de
todos los Estado negociadores.

La Convención de Viena establece:


1. Un Tratado entrará en vigor de la manera y en la fecha que en él se
disponga o que acuerden los Estados negociadores.
2. A falta de tal disposición o acuerdo, el Tratado entrará en vigor tan
pronto como haya constancia del consentimiento de todos los Estados
negociadores en obligarse por el Tratado.
3. Cuando el consentimiento de un Estado en obligarse por un Tratado se
haga constar en una fecha posterior a la de la entrada en vigor de dicho
Tratado, este entrará en vigor con relación a ese Estado en dicha fecha,
a menos que el Tratado disponga otra cosa.

Registro y publicación

El registro está establecido en la Carta de la ONU (art. 102) y el Convenio de


Viena, ya que imponen tal obligación a los Estados Partes en el Tratado y, en
el caso de los multilaterales, será el depositario quien cumpla tal obligación por
o en sustitución de los Estados Partes. Dicho registro debe efectuarse cuanto
antes en el Secretariado de la organización también para su publicación.

Ninguna de las partes en tratado o acuerdo alguno podrá invocarlo ante los
órganos de las NN.UU. si no se obtuvo previamente a tal requisito.

La Asamblea General aprobó el 11/12/1945 normas detalladas referentes al


Registro. Empero, la ausencia de éste no afecta en modo alguno la fuerza
vinculante de un Tratado para las partes que lo suscribieron.

Por otro lado, el art. 80 de la Convención de Viena de 1969 sobre el Derecho


de los Tratados, amplía a todos los Estados de la comunidad internacional la
obligación del registro de los Tratados en la Secretaría de las Naciones Unidas.

El registro y la publicación de los Tratados no constituyen condiciones para la


validez de los mismos, ni son actos imprescindibles en su formación.

2. El derecho de los tratados y la convención de Viena de 1969

2.4. Duración y terminación


Los Tratados tiene un momento inicial a partir de cual empieza a tener efectos
jurídicos, pero también un Tratado en vigor termina cuando sus disposiciones
dejar de producir efectos o sus efectos cesan.  “Los Tratados pueden ser
limitados o ilimitados en cuanto al tiempo de su vigencia. Entre los tratados
limitados podemos indicar, como ejemplos, los acuerdos políticos, económicos,
de amistad, de cooperación y ayuda mutua, así como los referentes a cesiones
en arriendo. Los tratados de paz son formalmente ilimitados, así como los
convenios sobre leyes y usos de la guerra, la Carta de la ONU, etc.”

Los Tratados pueden ser renovados o prorrogados mediante la


conclusión de un acuerdo esencial a tal efecto o,
automáticamente, en la forma estipulada por el pr3. Jurisprudencia

La jurisprudencia es fuente del derecho y entendemos por tal al conjunto de


sentencias de los tribunales de mayor jerarquía que de manera sistemática las  
dictan. Las mismas constituyen un precedente para justificar otra causa. Hasta
la fecha, los Comités del sistema universal que han desarrollado una
jurisprudencia sobre los derechos consagrados en el instrumento
correspondiente: el Comité de Derechos Humanos, el Comité para la
eliminación de la discriminación racial y el Comité contra la tortura. El Comité
de Derechos Económicos, Sociales y Culturales recién empezó a funcionar a
partir de la entrada de su protocolo facultativo en el año 2013.

Es un sistema regional de promoción y protección de Derechos Humanos y


está compuesto por dos órganos: la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos (CIDH o Comisión) y la Corte Interamericana de Derechos Humanos
(Corte IDH), los cuales monitorean el cumplimiento por parte de los Estados
miembros de la Organización de los Estados Americanos (OEA) con las
obligaciones contraídas. La Corte Interamericana ha desarrollado una vasta
jurisprudencia en materia de Derechos Humanos, la misma que será analizada
posteriormente.

Fernández de Daniels, citando a Medina, manifiesta que en el DIDH las


decisiones de los órganos de protección se pueden considerar vinculantes
porque los mismos tratados así lo señalan, por ejemplo, las sentencias de la
Corte Interamericana de Derechos Humanos porque recogen normas del ius
cogens. Y estas son normas que protegen valores esenciales compartidos por
la comunidad internacional. Se puede decir que el ius cogens es la encarnación
jurídica de la conciencia moral de la sociedad internacional

opio Tratado.

4. Principios

Al margen de los principios señalados en el Capítulo 1, y que son básicos para


entender la noción de los Derechos Humanos,  tales como el de igualdad, no
discriminación y libertad, entre otros, el Derecho Internacional de los DD.HH.
cuenta con los principios de:

1. Principio de buena fe: Pacta sunt servanda


El art. 26 de la Convención de Viena establece que: “Todo tratado en vigor
obliga a las partes y debe ser cumplido por ellas de buena fe”. En Derechos
Humanos esto implica que el Estado cumplirá con las obligaciones adquiridas
en el pacto de buena fe, y realizará sus mejores prácticas para su
cumplimiento.

El art. 27 de la Convención de Viena parece ser lo bastante claro cuando se


refiere al derecho interno y la observancia de los tratados: “Una parte no podrá
invocar las disposiciones de su derecho interno como justificación del
incumplimiento de un tratado.” En consecuencia, aunque algunos de los
procesos de Derechos Humanos terminen en recomendaciones, o los informes
sobre un país sean una descripción genérica, dichas resoluciones no son sólo
un buen propósito, sugerencia o consejo. Con la firma del Tratado, el país está
obligado a implementar las acciones razonables para garantizar y respetar los
derechos, lo que se traduce en por lo menos tomar en cuenta las
recomendaciones o el contenido de los informes. El principio del “pacta
suntservanda” implica que la buena fe ha de prevalecer durante la ejecución de
un Tratado en vigor, satisface una necesidad de seguridad jurídica y se ha ido
transmitiendo como una verdad evidente y universalmente aceptada. El artículo
26 de la Convención de Viena la consagró conectándola con el principio de la
“buena fe” básico para la interpretación y para la ejecución de los Tratados.

2. Principios Pro homine y efecto útil

Las normas y prácticas de los Derechos Humanos han de interpretarse ratione


personae, es decir, en función de que la persona es tal, y de manera que se le
proteja lo mejor posible. Por ejemplo, en su Opinión Consultiva sobre la
Condición Jurídica de los Migrantes no Documentados, la Corte Interamericana
de Derechos Humanos, después de reconocer que el principio de igualdad y no
discriminación forma parte del ius cogens y, así es como debe aplicarla todo
Estado, concluye: “…esta obligación general de respetar y garantizar el
ejercicio de los derechos tiene un carácter erga omnes. Dicha obligación se
impone a los Estados, en beneficio de los seres humanos bajo sus respectivas
jurisdicciones, e independientemente del estatus migratorio de las personas
protegidas. […] Los derechos laborales surgen necesariamente de la condición
de trabajador, entendida ésta en su sentido más amplio. Toda persona que
vaya a realizar, realice o haya realizado una actividad remunerada, adquiere
inmediatamente la condición de trabajador y, consecuentemente, los derechos
inherentes a dicha condición […]”

El Estado, y los particulares en un Estado, no están obligados a brindar trabajo


a los migrantes indocumentados. “[…] Sin embargo, si los migrantes
indocumentados son contratados para trabajar, inmediatamente se convierten
en titulares de los derechos laborales que corresponden a los trabajadores, sin
que exista posibilidad de discriminación por su situación irregular”. En otras
palabras, las obligaciones de los Estados en Derechos Humanos se
determinan en función de la persona en “sus particulares necesidades de
protección […], ya sea por su condición personal o por la situación específica
en que se encuentre”. Otro principio de interpretación de los procesos en
Derechos Humanos es el de efecto útil de las normas de Derechos Humanos.
Es decir, las obligaciones de los Estados y la acción de los organismos de
protección han de buscar la efectiva protección de los Derechos Humanos. Por
ejemplo, el recurso judicial por violación a Derechos Humanos debe ser
razonablemente eficaz.

5. Costumbre

1.   Entendemos por costumbre internacional la práctica seguida por los sujetos


internacionales y generalmente aceptada por éstos como Derecho. Así lo
señala el artículo 38 inc. b) del Estatuto de Viena: “la costumbre internacional
como prueba de una práctica generalmente aceptada como Derecho”.

     La costumbre es el conjunto de normas que ha adquirido fuerza legal a


consecuencia de su repetida aplicación por los Estados en circunstancias
iguales o análogas durante un largo periodo, alcanzando su pleno
reconocimiento por Estados y organismos internacionales.

     Entre las principales condiciones para que la costumbre internacional adquiera


fuerza obligatoria están:

1.- Que sea practicada ininterrumpidamente desde mucho tiempo atrás. La


repetición debe ser continua durante un tiempo determinado, el mismo que
depende de la frecuencia con que se presente la mencionada situación. En
todo caso, no basta un solo precedente. Que sea practicada por varios Estados
como si fuera parte del Derecho. Se trata del elemento psicológico de la
costumbre.

6. Doctrina

Finalmente, la doctrina de los publicistas de mayor competencia de las distintas


naciones constituye un medio auxiliar para la determinación de las normas del
Derecho Internacional. Publicistas son aquellos autores académicos cuya obra
resulta relevante en el ordenamiento jurídico internacional.
Tema 4: Sistema Universal de los derechos humanos
1. Antecedentes

La terrible experiencia de la Segunda Guerra Mundial generó un balance negativo respecto


a los sistemas nacionales de protección de los Derechos Humanos, los que −prácticamente−
fueron inútiles para detener la vorágine de la ambición, el poder y la guerra.
La comunidad internacional, atenta a la necesidad de impedir que los sucesos de mediados
del siglo XX se repitan, creó la Organización de las Naciones Unidas mediante la Carta de
las Naciones Unidas,98 instrumento constitutivo de este organismo. Posteriormente se
elaboró la Declaración Universal de los Derechos Humanos, lo que permitió unir los
esfuerzos de diferentes países para crear un sistema internacional de tutela de los Derechos
Fundamentales, el cual ha atravesado por varias etapas en las últimas décadas, las mismas
que pueden ser agrupadas de la siguiente manera:

 Aprobación de instrumentos de carácter declarativo.


 Aprobación de numerosos tratados sobre Derechos Humanos.
 Creación de organismos y mecanismos de protección de Derechos Humanos.
 Desarrollo de instancias jurisdiccionales supra-nacionales.

La primera de estas etapas corresponde a la aprobación, en 1948, de la Declaración


Universal de Derechos Humanos y la Declaración Americana de los Derechos y Deberes
del Hombre99. Ambos documentos continúan inspirando hoy en día el desarrollo del
derecho internacional de los Derechos Humanos, han adquirido un enorme peso moral, y
son empleados de modo frecuente a nivel internacional y nacional para sustentar decisiones
en las cuales se protegen los derechos de las personas.

La segunda etapa se originó con motivo de la celebración de numerosos tratados sobre


Derechos Humanos, normas internacionales por medio de las cuales los Estados se
comprometen a garantizar y proteger los derechos de las personas que se encuentran bajo su
territorio. Como es sabido, el incumplimiento de las obligaciones asumidas al ratificarlos,
origina responsabilidad internacional.
Los tratados sobre Derechos Humanos, a diferencia de otros acuerdos internacionales,
generan un tipo de relación especial respecto a las obligaciones estatales. Al respecto se ha
señalado:
“...(los tratados sobre Derechos Humanos) no son tratados multilaterales de tipo contractual,
concluidos en función de un intercambio recíproco de derechos, para el beneficio mutuo de
los Estados contratantes. Su objeto y fin son la protección de los Derechos Fundamentales
de los seres humanos, independientemente de su nacionalidad, tanto frente a su propio
Estado como frente a los otros Estados contratantes. Al aprobar estos tratados sobre
Derechos Humanos, los Estados se someten a un orden legal dentro del cual ellos, por el
bien común, asumen varias obligaciones, no en relación con otros Estados, sino hacia los
individuos bajo su jurisdicción”.

El sistema universal de protección de los Derechos Humanos es el conjunto de órganos,


mecanismos, normas o tratados y estándares creados dentro de la Organización de las
Naciones Unidas con el fin de velar por la promoción, protección y garantía de los
Derechos Humanos.

Está basado en instrumentos internacionales, denominados tratados, convenios o pactos


internacionales.
A partir de la Declaración Universal de 1948, la Asamblea ha desarrollado una serie de
tratados. A continuación vamos a enumerar los más importantes ya que serán estudiados a
detalle en los capítulos subsiguientes:
1. El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos que establece para su observancia
al Comité de Derechos Humanos.
2. El Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, cuyo órgano para
su observancia, como se precisará más adelante, es el Comité de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales.
3. La Convención Internacional sobre la Eliminación de Todas las Formas de
Discriminación Racial, que establece para su observancia al Comité para la Eliminación de
la Discriminación Racial.
4. La Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la
Mujer, que establece para su observancia al Comité para la Eliminación de la
Discriminación contra la Mujer.
5. La Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o
Degradantes, que establece para su observancia al Comité contra la Tortura.
6. La Convención sobre los Derechos del Niño, que establece para su observancia al Comité
de los Derechos del Niño.
7. La Convención Internacional sobre la Protección de los Derechos de Todos los
Trabajadores Migratorios y de sus Familiares, que establece para su observancia al Comité
de Protección de los Derechos de Todos los Trabajadores Migratorios y de sus Familiares.
8. La Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, que establece para
su observancia al Comité de los Derechos de las Personas con Discapacidad.
9. La Convención Internacional para la Protección de Todas las Personas contra las
Desapariciones Forzadas, que establece para su observancia al Comité de Desapariciones
Forzadas.
Como se denota, los tratados sobre Derechos Humanos son numerosos.
Tenemos, entre ellos, tratados de alcance general, como el Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos, y el Pacto de Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Por otro
lado, existen tratados que desarrollan materias específicas, como la Convención contra la
Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanas o Degradantes, o la Convención
Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas.

La vigencia de los instrumentos internacionales citados anteriormente ha supuesto la


afirmación de numerosos y fundamentales derechos sustantivos y la generación de
interesantes mecanismos de protección. Como se observa, cada Pacto o Convención tiene
un Comité de Protección de los DD.HH. Son varios los organismos y los procedimientos de
los que se puede hacer uso, incluyendo organismos jurisdiccionales supranacionales. Éstos
han gestado importantes decisiones sobre los distintos asuntos que les ha correspondido
conocer, varios de ellos relacionados con los países de la región andina.
2. La Declaración Universal de Derechos Humanos

La Declaración Universal de Derechos Humanos fue adoptada como una resolución de la


Asamblea General de las Naciones Unidas. No fue creada con las formalidades de un
tratado jurídicamente vinculante. Sin embargo, desde su creación, ha sido la Declaración
más importante de las Naciones Unidas y una fuente fundamental de inspiración nacional e
internacional en los esfuerzos por la promoción y protección de los Derechos Humanos.

La Declaración fue adoptada y proclamada por la Resolución de la Asamblea General 217


A (iii) del 10 de diciembre de 1948. La Declaración Universal de Derechos Humanos es un
texto multidimensional, que tiene como objetivo establecer los criterios de interpretación de
los Derechos Humanos referidos en la Carta de las Naciones Unidas.

La Declaración Universal, sin ser un tratado vinculante, ha tomado gran relevancia jurídica.
Desde entonces, la Declaración Universal ha sido traducida a más de doscientas lenguas y
es uno de los documentos más frecuentemente citados en el mundo. Sus principios han sido
recogidos en las Constituciones y ordenamientos jurídicos de numerosos Estados. La
declaración dio paso a la celebración de diversos tratados sobre Derechos Humanos, es
decir, normas internacionales por medio de las cuales los Estados se comprometen a
garantizar y proteger los derechos de las personas que se encuentran en su territorio.

2.1 Contenido de la Declaración

La Declaración Universal de Derechos Humanos enuncia una concepción común a todos los
pueblos sobre los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia
humana y la declara obligatoria para la comunidad internacional. La Declaración Universal
ha sido el punto de partida de los trabajos subsecuentes en la protección de los Derechos
Humanos, y ha proporcionado la filosofía básica de un gran número de instrumentos
internacionales designados para la protección de los derechos y libertades en ella
proclamada.

La DUDH reconoce 30 derechos, tanto civiles y políticos, como económicos, sociales y


culturales. Además reconoce el principio de la no discriminación en el disfrute de los
mismos, pero no establece ningún mecanismo específico de reclamo en el caso de que un
Estado no cumpla con lo que ella estipula.
La DUDH contempla dos amplias categorías de derechos humanos: los civiles y políticos,
así como los económicos, sociales y culturales. René Cassin señaló que la Declaración está
formada por cuatro columnas: los derechos y las libertades de orden personal; los derechos
del individuo en relación con los grupos de los que forma parte; los derechos políticos, y los
derechos económicos, sociales y culturales.

La primera parte está conformada por los derechos y libertades de orden personal, es así que
en su artículo 1, leemos: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y
derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente
los unos con los otros”.
Esto supone el primer reconocimiento universal de que los derechos básicos y las libertades
fundamentales son inherentes a todos los seres humanos, inalienables y aplicables en igual
medida a todas las personas, y que todos y cada uno de nosotros hemos nacido libres y con
igualdad de dignidad y de derechos. Independientemente de nuestra nacionalidad, lugar de
residencia, género, origen nacional o étnico, color de piel, religión o idioma, aspecto
plasmado en el artículo 2, que dice: “Toda persona tiene todos los derechos y libertades
proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma,
religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición
económica, nacimiento o cualquier otra condición. Además, no se hará distinción alguna
fundada en la condición política, jurídica o internacional del país...”

Posteriormente conceptualiza el derecho a la vida, a la libertad, a la seguridad, al


reconocimiento de la personalidad jurídica, a la no discriminación, a la igualdad ante la ley,
a un recurso efectivo, a ser oída en juicio, a las garantías procesales y a la presunción de
inocencia, así como a la protección contra la prohibición de la esclavitud, de la tortura y de
las detenciones arbitrarias. Entre estos derechos encontramos el artículo 7 que indica:
“Todos son iguales ante la ley y tienen, sin distinción, derecho a igual protección de la ley.
Todos tienen derecho a igual protección contra toda discriminación que infrinja esta
Declaración y contra toda provocación a tal discriminación”.

La Declaración, en su art. 8o indica lo que se entiende por un recurso efectivo en los


siguientes términos: “Toda persona tiene derecho a un recurso efectivo ante los tribunales
nacionales competentes, que la ampare contra actos que violen sus Derechos Fundamentales
reconocidos por la Constitución o por la ley”. En estos términos, ya no sólo se habla de
Derechos Humanos, sino también de sus garantías para hacerlos exigibles a los Estados.

La segunda columna está integrada por los derechos del individuo en relación con los
grupos de los que forma parte, como son el derecho a la intimidad, a la libertad de tránsito,
al asilo, a la nacionalidad y a cambiar de ella, al matrimonio, a la familia y a la propiedad.

La tercera columna está formada por los Derechos políticos, como son la libertad de
pensamiento, conciencia y religión; de opinión y expresión; el derecho de reunión y
asociación, así como a la participación política. En su art. 18 indica: “Toda persona tiene
derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la
libertad de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar su religión
o su  creencia, individual y colectivamente, tanto en público como en privado, por la
enseñanza, la práctica, el culto y la observancia”. 

En su art. 19 se estipula: “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de


expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de
investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de
fronteras, por cualquier medio de expresión”.

La cuarta columna se compone por los derechos económicos, sociales y culturales: el


derecho al trabajo, al salario, al descanso, a la seguridad social. Es así que art. 23, estipula:
(1) Toda persona tiene derecho al trabajo, a la libre elección de su trabajo, a condiciones
equitativas y satisfactorias de trabajo y la protección contra el desempleo. (2) Toda persona
tiene derecho, sin discriminación alguna, a igual salario por trabajo igual. (3) Toda persona
que trabaja tiene derecho a una remuneración equitativa y satisfactoria, que le asegure, así
como a su familia, una existencia conforme a la dignidad humana y que será completada, en
caso necesario, por cualesquiera otros medios de protección social. (4) Toda persona tiene
derecho a fundar sindicatos y a sindicarse para la defensa de sus intereses.

El derecho fundamental a la educación queda establecido en el art. 24:


“Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado, a la educación y al desarrollo
cultural”.

Finalmente se ubican las disposiciones que establecen los vínculos entre el individuo y la
sociedad de la que forma parte, el art. 28 es un ejemplo de esto, y señala lo siguiente: “Toda
persona tiene derecho a que se establezca un orden social e internacional en el que los
derechos y libertades proclamados en esta Declaración se hagan plenamente efectivos”.

Vale la pena citar las acertadas palabras de Héctor Gros Espiell: “La Declaración Universal
pretendió presentar una concepción universal, un ideal común a la humanidad entera, de los
Derechos Humanos, elevándose, en un mundo dividido, sobre las distintas ideologías y los
opuestos criterios sobre su origen y naturaleza”. Los derechos contemplados en la
Declaración Universal han sido explicados en detalle en los dos pactos internacionales
relativos. En el preámbulo de ambos pactos se reconoce la interdependencia de todos los
Derechos Humanos.
En 1948, la intención de la Asamblea General era que se elaborara y adoptara un único
instrumento convencional que positivara los Derechos Humanos, en coherencia con la
Declaración Universal que reconocía en un instrumento único tanto Derechos civiles y
políticos como Derechos económicos, sociales y culturales. Consecuentemente, la
Asamblea General solicitó a la Comisión de Derechos Humanos que preparara un proyecto
de un solo instrumento convencional que precisara, en términos jurídicos, los derechos
reconocidos en la Declaración Universal y que incluyera tanto los Derechos civiles y
políticos como los Derechos económicos sociales y culturales. Sin embargo, las dificultades
para formular con precisión estos Derechos y, consecuentemente, para establecer un único
sistema de control del cumplimiento de las obligaciones asumidas por los Estados,
determinaron que en 1951 el Consejo Económico y Social pusiera de manifiesto la
necesidad de reconsiderar aquella orientación de la Asamblea General. Ello llevaría
finalmente a la elaboración de dos textos convencionales separados. Estos Pactos
conforman, junto con la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la “Carta de los
Derechos Humanos”. Estos son los tres textos fundamentales que protegen los Derechos
Humanos. Ambos pactos tienen disposiciones colaborativas, en particular el preámbulo, que
establece que los dos pactos de derechos son indivisibles.

El principio de indivisibilidad e interdependencia de los Derechos Humanos sería


solemnemente establecido en la Declaración y en el Programa de Acción de Viena,
adoptados el 25 de junio de 1993 en la Conferencia Mundial de Derechos Humanos. Ambos
pactos promueven el derecho a la autodeterminación y la equidad de género en cuanto al
acceso a los Derechos Humanos fundamentales (art. 3).

De esta forma, los Derechos Humanos proclamados en la Declaración Universal fueron


positivizados por el Pacto Internacional de Derechos Económicos Sociales y Culturales, por
una parte, y por el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos del 16 de diciembre
de 1966, por la otra. Ambos fueron adoptados por la Asamblea General mediante la
Resolución 2200 A (XXI). De esta forma, los Derechos Humanos se trasformaron en
obligaciones convencionales para los Estados Partes.
Después de una espera de 10 años, ambos pactos entraron en vigor en 1976. El Pacto
Internacional de Derechos económicos, sociales y culturales el 3 de enero, y el Pacto
Internacional de Derechos civiles y políticos el 23 de marzo del citado año.

Puede afirmarse, pues, que la distinción entre Derechos civiles y políticos y Derechos
económicos, sociales y culturales fue el resultado de una decisión política de los Estados,
que decidieron identificarlos de uno u otro modo al adscribirlos a uno u otro Pacto
Internacional.
Hemos analizado la Declaración de los Derechos Humanos y mencionado algunos Pactos,
podemos señalar que el Sistema universal de los Derechos Humanos está integrado por
instrumentos internacionales de protección y por las convenciones presentadas
anteriormente, éstas prevén la conformación de “órganos de tratados”, conocidos como
“comités”, cuya competencia es el seguimiento del cumplimiento de las obligaciones de los
Estados. Estos comités los conforman expertos independientes, quienes emiten documentos
para auxiliar a los Estados en el cumplimiento de sus obligaciones. Los documentos son:

1.- Dictámenes sobre comunicaciones individuales: son el resultado del análisis del Comité
sobre el fondo de las comunicaciones individuales. Algunos de los comités pueden recibir
comunicaciones individuales sobre violaciones de derechos por el Estado. El comité analiza
esas comunicaciones y publica sus conclusiones.
2.- Observaciones o recomendaciones generales: son aquellas que contribuyen a la
interpretación y a aclarar el contenido y alcance de las obligaciones de los Estados
conectadas con un tratado específico.
3.- Observaciones finales: son aquellas que recogen las conclusiones que proceden del
examen que los órganos realizan periódicamente a cada Estado. Cuando un Estado ratifica
una convención de Derechos Humanos, se obliga a entregar periódicamente informes sobre
el estatus de implementación de la convención

3. Órganos del sistema basados en los instrumentos internacionales

3.1 El Consejo de Derechos Humanos


El Consejo de Derechos Humanos es un órgano subsidiario de la Asamblea General en
sustitución de la Comisión de Derechos Humanos.
Fue creado para promover el respeto universal por la protección de todos los Derechos
Humanos, Creado por Resolución aprobada de la Asamblea General A/RES/60/251, del 3
de abril de 2006, con sede en Ginebra. El Consejo de Derechos Humanos remplaza a la
Comisión de Derechos Humanos que fue establecida mediante Resolución 9 (II) de Ecosoc,
aprobada el 21 de junio de 1946. Originalmente tenía el nombre de “Comisión de Derechos
del Hombre”, como un órgano subsidiario de Ecosoc, el cual conocería de las violaciones
de Derechos Humanos previstos en la Declaración Universal de Derechos Humanos y de
cualquier otra declaración o convención internacional en la materia de DD. HH. Adoptada
en el seno de las Naciones Unidas, siempre que no se estableciera un órgano o comisión
especial.
El Consejo de Derechos Humanos está formado por 47 Estados miembros, su composición
está basada en una distribución geográfica equitativa y los puestos se distribuyen entre los
grupos regionales. Se reúne periódicamente a lo largo del año, como mínimo en tres
periodos de sesiones. El Consejo de Derechos Humanos asumió un mecanismo de examen
periódico universal, a través del cual analiza la situación de los Derechos Humanos en todos
los Estados miembros de las Naciones Unidas, una vez cada cuatro años. Es un proceso que
maneja el Estado bajo el auspicio del Consejo, que provee la oportunidad de que cada
Estado declare cuáles son las acciones que ha tomado en favor de los Derechos Humanos y
cómo ha asumido sus obligaciones en la materia.
Por otro lado, el Consejo de Derechos Humanos contempla un método de denuncias que
permite presentarlas por individuos y/u organizaciones por transgresiones a los Derechos
Humanos.

3.2 El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos
El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos es el principal
funcionario de las Naciones Unidas, responsable de los Derechos Humanos. El cargo fue
creado por la Asamblea General a raíz de la Conferencia Mundial de Derechos Humanos en
Viena, en el año 1993.
El alto comisionado en Derechos Humanos es elegido de forma directa e individual en
votación secreta por la mayoría de los miembros de la Asamblea General. Los cargos se
distribuyen entre los grupos regionales de la siguiente manera: África, 13; Asia, 13; Europa
oriental, 6; América Latina y el Caribe, 8, y Europa occidental y otros Estados, 7; los
miembros del Consejo desempeñan sus funciones durante un periodo de tres años. No
pueden reelegirse en los siguientes dos periodos y podrán celebrar periodos extraordinarios
de sesiones, cuando sea necesario, a solicitud de un miembro del Consejo, con el apoyo de
un tercio de los miembros de éste.

EL alto comisionado de Derechos Humanos fue creado por Resolución aprobada de la


Asamblea General A/RES/48/141, del 7 de enero de 1994, con sede en Ginebra y una
oficina de enlace en Nueva York. Este cargo detenta la principal responsabilidad en materia
de Derechos Humanos dentro de las Naciones Unidas, bajo la dirección y la autoridad del
Secretariado General. Tiene la categoría de Secretariado General Adjunto. El cargo es
ocupado por una persona con amplia experiencia en la esfera de los Derechos Humanos y la
comprensión de diversas culturas para que tenga un desempeño imparcial, objetivo, no
selectivo y eficaz de sus funciones.

3.2.1 Competencias del Alto Comisionado

El Alto Comisionado, dentro del marco general de competencia, tiene como funciones
principales las de promover y proteger el disfrute efectivo de todos los Derechos civiles,
culturales, económicos, políticos y sociales, y formular recomendaciones a los órganos
competentes del sistema, con miras a mejorar la promoción y protección de todos los
Derechos Humanos. La oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los
Derechos Humanos es una entidad independiente del Consejo de Derechos Humanos por
tener diversos mandatos otorgados por la Asamblea General; sin embargo, la oficina del
Alto Comisionado presta apoyo sustantivo a las reuniones del Consejo de Derechos
Humanos, y da seguimiento a sus deliberaciones. Asimismo, presta apoyo en la
armonización de sus métodos de trabajo y los requisitos en materia de presentación de
informes a través de sus secretarías a los órganos creados en virtud de tratados de Derechos
Humanos de Naciones Unidas, a los que nos referiremos en el siguiente apartado.

3.3 Comités previstos en cada Pacto de Derechos Humanos


A continuación, graficaremos los órganos emanados de los principales instrumentos
internacionales.

1.- Comité de Derechos Humanos (CCPR) (con competencia sobre


violaciones de derechos civiles y políticos reconocidos en el PIDCP).
2.- Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (CESCR).
3.- Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial (CERD).
4.- Comité para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación
contra la Mujer (CEDAW).
5.- Comité contra la Tortura (CAT).
6.- Comité sobre los Derechos del Niño (CRC).
7.- Comité sobre Trabajadores Migratorios (CMW).
8.- Comité de los Derechos de las Personas con Discapacidad (CRPD).
9.- Comité contra la Desaparición Forzada de Personas (CED).

4. ¿ Qué es el Sistema Universal de Derechos Humanos?

Todos los Estados Miembros de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en virtud
de los artículos 55º y 56º de la Carta de la Organización (1945), tienen importantes
obligaciones en materia de derechos humanos. La Declaración Universal de Derechos
Humanos (1948) se constituye en la primera norma sustantiva que concretó en 30 artículos
el contenido de los derechos humanos y libertades fundamentales enunciados en la ya citada
Carta.

Desde la Declaración Universal de Derechos Humanos, los principios básicos en ella


consagrados han ido precisándose y desarrollándose en numerosas normas positivas
(sustantivas y procesales) contenidas en unos 200 tratados internacionales y protocolos, así
como en innumerables normas del Derecho internacional general, normas consuetudinarias
y principios generales del Derecho internacional.
En el marco anterior, la ONU ha creado el Sistema Universal de Protección de los
Derechos Humanos (SUDH) para supervisar el accionar de los Estados miembros y
cooperar con sus esfuerzos en este campo.

¿Cómo se protegen los derechos a través del Sistema Universal de Derechos


Humanos?

El Sistema Universal de protección de los Derechos Humanos es el conjunto de órganos,


mecanismos, normas o tratados y estándares creados dentro de la Organización de las
Naciones Unidas con el fin de velar por la promoción, protección y garantía de los
Derechos Humanos. Está basado en instrumentos internacionales, denominados tratados,
convenios o pactos internacionales.

A partir de la Declaración Universal de 1948, la Asamblea ha desarrollado una serie de


tratados. A continuación vamos a enumerar los más importantes ya que serán estudiados a
detalle en los capítulos subsiguientes:

1. El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos que establece para su


observancia al Comité de Derechos Humanos.
2. El Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, cuyo órgano
para su observancia, como se precisará más adelante, es el Comité de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales.
3. La Convención Internacional sobre la Eliminación de Todas las Formas de
Discriminación Racial, que establece para su observancia al Comité para la
Eliminación de la Discriminación Racial.
4. La Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra
la Mujer, que establece para su observancia al Comité para la Eliminación de la
Discriminación contra la Mujer.
5. La Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o
Degradantes, que establece para su observancia al Comité contra la Tortura.
6. La Convención sobre los Derechos del Niño, que establece para su observancia al
Comité de los Derechos del Niño.
7. La Convención Internacional sobre la Protección de los Derechos de Todos los
Trabajadores Migratorios y de sus Familiares, que establece para su observancia al
Comité de Protección de los Derechos de Todos los Trabajadores Migratorios y de
sus Familiares.
8. La Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, que establece
para su observancia al Comité de los Derechos de las Personas con Discapacidad.
9. La Convención Internacional para la Protección de Todas las Personas contra las
Desapariciones Forzadas, que establece para su observancia al Comité de
Desapariciones Forzadas.

Como se denota, los tratados sobre Derechos Humanos son numerosos. Tenemos, entre
ellos, tratados de alcance general, como el Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos, y el Pacto de Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Por otro lado, existen
tratados que desarrollan materias específicas, como la Convención contra la Tortura y otros
Tratos o Penas Crueles, Inhumanas o Degradantes, o la Convención Interamericana sobre
Desaparición Forzada de Personas.
La vigencia de los instrumentos internacionales citados anteriormente, ha supuesto la
afirmación de numerosos y fundamentales derechos sustantivos y la generación de
interesantes mecanismos de protección. Como se observa, cada Pacto o Convención tiene
un Comité de Protección de los DD.HH. Son varios los organismos y los procedimientos de
los que se puede hacer uso, incluyendo organismos jurisdiccionales supranacionales. Éstos
han gestado importantes decisiones sobre los distintos asuntos que les ha correspondido
conocer, varios de ellos relacionados con los países de la región andina.

¿Qué es el mecanismo convencional de protección de los derechos humanos?

El mecanismo convencional de protección de los derechos humanos recibe este nombra


porque encuentra su base constitutiva en los tratados internacionales de derechos humanos,
los mismos que establecen mecanismos de protección internacional de los derechos en ellos
consagrados, importa una auténtica innovación en el Derecho internacional.

Los principales tratados de Naciones Unidas establecen un órgano de vigilancia (llamado


órgano de tratado o Comité) a fin de supervisar el cumplimiento de las disposiciones en
ellos señaladas por parte de los Estados que hayan ratificado o se hayan adherido al
instrumento internacional.

En el seno de Naciones Unidas, son 09 (nueve) tratados principales de derechos humanos,


los mismos que cuentan con su respectivo Comité de vigilancia que son de los pactos
señalados anteriormente:

El SUDH cuenta con dos mecanismos de protección de los derechos humanos: el


mecanismo convencional y el mecanismo extraconvencional de protección de los derechos
humanos.

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