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Respuestas simpáticas: constituyen las respuestas de “lucha o huida”. El ejercicio físico intenso y
varias emociones (como el miedo, la vergüenza o la ira) estimulan la división simpática. Los
cambios corporales por situaciones como el ejercicio, las emergencias, la excitación y la vergüenza,
incluyen las respuestas simpáticas. Las respuestas de lucha o huida tienen los siguientes efectos:
-Dilatación pupilar.
- Aumento de la frecuencia cardíaca, la fuerza de contracción del corazón y la tensión arterial.
-Dilatación de las vías aéreas, lo que permite un movimiento más rápido del aire dentro y fuera de
los pulmones.
-Dilatación de los vasos sanguíneos que irrigan los órganos participantes en el ejercicio o en la
lucha contra el peligro, como el músculo esquelético, el músculo cardíaco, el hígado y el tejido
adiposo, con aumento del flujo sanguíneo hacia estos tejidos.
-Los hepatocitos disparan la glucogenólisis (degradación del glucógeno en glucosa) y los adipocitos
la lipólisis (degradación de los triglicéridos en ácidos grasos y glicerol).
-La liberación de glucosa producida por el hígado provoca un incremento de la glucemia.
Los efectos de la estimulación simpática duran más y son más generalizados que los de la
estimulación parasimpática, debido a tres motivos:
1) los axones simpáticos posganglionares se distribuyen a lo largo de un área más extensa, de
manera que muchos tejidos se activan en forma simultánea.
2) la acetilcolinesterasa inactiva la acetilcolina en poco tiempo, mientras que la noradrenalina
persiste en la hendidura sináptica durante más tiempo.
3) la adrenalina y la noradrenalina secretadas en la sangre, desde la médula suprarrenal,
intensifican y prolongan las respuestas provocadas por la NA liberada por los axones simpáticos
posganglionares. Estas hormonas circulan por todo el cuerpo y afectan a todos los tejidos que
posean receptores alfa y beta adrenérgicos. Después de cierto tiempo, las hormonas adrenalina y
noradrenalina se inactivan por medio de destrucción enzimática en el hígado.