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Racismo y genocidio en Guatemala: una mirada de larga duración (1851-1990) 57

Racismo y genocidio en Guatemala:


una mirada de larga duración (1851-1990)*

Julieta Rostica

Resumen
El artículo tiene el objetivo de ofrecer una explicación más, desde el campo de la socio-

Revista de Estudios sobre Genocidio. Año 7, volumen 10, Buenos Aires, noviembre de 2015, pp. 57-80 - ISSN 1851-8184 / ISSN-e 2362-3985
logía histórica, a esa forma específica de violencia política que fue el genocidio guate-
malteco de c. 1978-1990. La hipótesis que procuro argumentar señala que el racismo
fue un componente ideológico que caracterizó de manera específica al orden social y
político guatemalteco y que modeló los discursos, prácticas y representaciones que
dieron sentido a la práctica social y política genocida.

Abstract
The article aims to offer an explanation from the field of historical sociology, to this
specific form of political violence was the Guatemalan genocide of c. 1978-1990. The
hypothesis tries to argue that racism was an ideological component that specifically
characterized the Guatemalan social and political order and modeled speeches, prac-
tices and representations that gave meaning to social practices and genocidal policy.

Palabras claves: Guatemala; racismo; genocidio; sociología histórica.


Keywords: Guatemala; racism; genocide; historical sociology.

Recibido: 04/6/2015. Aprobado: 11/6/2015.


* Las ideas que aquí se exponen forman parte de la tesis de doctorado Racismo, genocidio y derechos humanos.
Guatemala 1978-1999, dirigida por Patricia Funes, defendida en 2010. El problema general surgió de la confronta-
ción de la última dictadura militar guatemalteca (1982-1985) con las sudamericanas (1964-1990). Si bien compartie-
ron formas de organización del ejercicio del poder político y de legitimación, en Guatemala la represión, particular-
mente en el ámbito rural, fue cuantitativamente mayor y de diferente cualidad que en las experiencias del Cono Sur.
Véase Julieta Rostica, “Guatemala y Argentina en el extremo Occidente. Hacia una comparación de las dictaduras
institucionales de las Fuerzas Armadas de Guatemala (1982-1985) y Argentina (1976-1983)”, Latinoamérica, núm.
60, 2015; “La última dictadura guatemalteca en perspectiva comparada (1982-1985)”, en Roberto García Ferreira y
Arturo Taracena Arriola (comp.), Guerra Fría y anticomunismo en Centroamérica. Guatemala: Serviprensa, en pren-
sa; “Las legitimaciones de la dictadura militar de Guatemala. 1982-1985”, Revista Aletheia, vol. 4, num. 8, 2014.
58 Julieta Rostica

Introducción temalteco tuvieron que ver tres paradigmas


ideológicos: el racismo, el anticomunismo
El racismo es un fenómeno social comple- y el neopentecostalismo. Estos aparecie-
jo, que si bien en la larga duración es es- ron para quedarse arraigados en diferen-
tructural en Guatemala,1 cuando se aguza tes momentos históricos y su confluencia
la mirada en coyunturas históricas especí- modeló al “subversivo”. No se puede negar
ficas, presenta cambios, variaciones en la la función legitimadora del genocidio. De
prevalencia de sus componentes, formas este modo, no acordamos con la carac-
elementales y espacios. De ahí que bus- terización de esos paradigmas meramen-
camos analizarlo en sus formas elementa- te como “contextos” ideológicos, como
les (prejuicio, segregación, discriminación, ha señalado el informe de la comisión de
violencia), en sus transformaciones tem- verdad2, pues no da cuenta de que estos
porales en la larga duración y en sus di- penetran y condicionan la acción social. Se
ferentes espacios (sociales y políticos). La trata del estudio de la “motivación”, preci-
estrategia de realizar un análisis integrado samente de ese factor que, según muchos
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del racismo procura superar la dicotomía juristas, no debería ser considerado a la


entre los campos analíticos de tradiciones hora de juzgar un genocidio. La sociología
en la sociología de la estructura y la acción no debe desentenderse de comprender
social, pues ambos se determinan recípro- uno de los fenómenos sociales de violen-
camente e integrados permiten configurar cia de mayor complejidad que ha acompa-
el modo específico de racismo presente ñado la modernidad, ya que puede aportar
a la hora del genocidio. Dadas las limita- a la definición del grupo de exterminio.
ciones de espacio, mostraremos aquí solo Entendemos al racismo como un “fe-
algunos aspectos. nómeno social total” que se inscribe en
Una de las dimensiones a investigar en prácticas, discursos y representaciones.
los genocidios es el grupo víctima. Enten- Estos últimos constituyen desarrollos in-
demos que este es una construcción reali- telectuales que buscan proteger la iden-
zada por los ideólogos y perpetradores de tidad del grupo a partir de la elaboración
dicho genocidio, profundamente modelada de estigmas en torno a la alteridad. El ra-
a partir de la percepción de la amenaza y el cismo, de esta forma, según Ettiene Ba-
miedo. El miedo colectivo, de un determi- libar, organiza sentimientos de forma es-
nado sector de la sociedad, varía de acuer- tereotipada atestiguando la formación de
do con las épocas y los contextos históri- una comunidad racista y el modo en que
cos y se relaciona con el riesgo real, pero los individuos y las colectividades que
también imaginario, fomentado muchas son blanco del racismo se ven obligados
veces por los intelectuales y los medios a percibirse como comunidad.3
de comunicación de masas, entre otros. Para Marta Casaús Arzú, al igual que
Consideramos que en la percepción de la Balibar, el racismo subdivide a la socie-
amenaza y el miedo, en el genocidio gua- dad en grupos a partir de la valoración y

1
La hipótesis del racismo en el caso del genocidio guatemalteco no es nueva. Ha sido formulada en numerosas
oportunidades, pero básicamente por Marta Casaús Arzú, quien generó un espacio para reflexionar más compro-
metidamente en el tema cuando en 2008 compartí la elaboración de un informe, que luego de varios años, a cargo
de Casaús, culminó en el peritaje sobre racismo en la causa por genocidio contra José Rodríguez Sánchez y José
Efraín Ríos Montt. Véase Marta Casaús Arzú, Genocidio: ¿La máxima expresión de racismo en Guatemala? Guate-
mala: F&G editores, 2008. El peritaje sobre racismo y genocidio fue presentado el 4 de abril de 2013 y está disponi-
ble en http://comunitariapress.blogspot.com.ar/2013/04/peritaje-sobre-racismo-y-genocidio.html.
2
Julieta Rostica, “Ensayo crítico sobre la interpretación de genocidio de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico
de Guatemala”, en Observatorio Latinoamericano, num. 13, IEALC, UBA, 2013, pp. 185-198. Disponible en http://
iealc.sociales.uba.ar/files/2011/06/Observatorio-13.-Seguridad-y-violencia.pdf.
3
Ettiene Balibar, “¿Existe un neorracismo”, en Immanuel Wallerstein y Etienne Balibar, Raza, Nación y Clase. Madrid,
IEPALA, 1991, pp. 32-33.
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jerarquización de diferencias biológicas democrática y moderada del gobierno,


y/o culturales imaginarias (no por eso renunció. En su renuncia expuso lo que
irreales), que se exaltan a tal punto que a su juicio, entre otras pocas razones,
homogeneizan a los componentes del había fracasado: “la integración social
grupo y se transforman en estereotipos y como opción para el desarrollo (…) ha
estigmas inmutables. Esta clasificación, sido seriamente afectada por el persis-
valoración y jerarquización de la socie- tente hostigamiento a los sectores indí-
dad generalmente proviene de quienes genas del país.”8 En su libro, explicó que
se consideran en el grupo superior con el las guerrillas guatemaltecas “enfrentaron
fin de justificar una agresión o un sistema la ideología indigenista plasmada en la
de dominación,4 aunque luego se repro- Constitución de 1965, o sea, la de la inte-
duce por el conjunto social. Así, el racis- gración social entre indígenas y ladinos”
mo construye grupos negativizados. Para afirmando que Guatemala era un país
Michel Wieviorka, un “grupo racializado” “multinacional, que el mundo indígena es
es un subconjunto que puede designar- una complejidad”.9 Para el vicepresiden-

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se “en términos amplios de cultura, de te, dicha estrategia discursiva de la gue-
comunidad y de identidad, o en términos rrilla ganó la confianza de muchos indíge-
más estrictos de nación, religión y, a la nas. El acento en el tema indígena habría
postre, de raza”.5 Según el mismo autor: contribuido a que el marxismo-leninismo
se subsumiera en él y que así fuera usado
— como propaganda por parte de los sec-
el rechazo diferencialista del otro, su distan- tores político-militares.10 Esta representa-
ciamiento o el conflicto armado con él, apenas ción de la crisis es una pista sumamente
necesitan una temática biológica para desarro- fecunda para poder comprender el senti-
llarse: el rechazo cultural y la afirmación nacio- do de la represión desencadenada.
nalista bastan ampliamente. Es necesario que Repasemos los datos duros de la vio-
haya un mínimo de presencia social y econó-
lencia política. Según el informe de la Co-
mica del otro, y consiguientemente una asocia-
ción con un principio inigualitario –aunque sea misión para el Esclarecimiento Histórico11
débil e incluso mítico– para que el hecho de si- –la Comisión de Verdad auspiciada por
tuar en primer lugar una identidad comunitaria Naciones Unidas–, el total de muertes y
de un giro hacia un proceso de racialización.6 desapariciones durante el conflicto arma-
— do interno (1962-1996) se estima en dos-
cientas mil personas, de las cuales 83%
fueron indígenas. La Comisión asignó una
El problema de indagación responsabilidad de 93% de las violacio-
nes a los derechos humanos a las fuer-
El 1 de septiembre de 1980, Francisco zas del Estado y específicamente un 85%
Villagrán Kramer7, quien constituía el ala al Ejército. De las 626 masacres, 95% se

4
Marta Casaus Arzú, La metamorfosis del racismo en Guatemala, Guatemala, CHOLSAMAJ, 2002, pp. 28-29.
5
Michel Wieviorka, El espacio del racismo, Barcelona, Paidós, 1992, pág. 111.
6
Ibíd., pág. 253.
7
Francisco Villagrán Kramer es un abogado y notario guatemalteco. Fue militante del arevalismo, uno de los fun-
dadores en 1957 del Partido Revolucionario y diputado de 1958 a 1962. Es considerado un demócrata a pesar de
haber sido el vicepresidente del gobierno del general Romeo Lucas García de 1978 a septiembre de 1980, cuando
renunció.
8
Francisco Villagrán Kramer, Biografía política de Guatemala. Años de Guerra y años de Paz, Guatemala, FLACSO,
2004, pág. 212.
9
Ibíd., pp. 222-223. Las itálicas son nuestras.
10
Ibíd., pág. 225.
11
Comisión para el Esclarecimiento Histórico, Guatemala, Memoria del Silencio, UNOPS, t I-XII, 1999.
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efectuaron entre 1978 y 1984. En contras- violación sexual, incluso colectiva, a mu-
te, entre 1962 y 1978 se llevaron a cabo jeres indígenas (de las cuales 35% eran
diez masacres en los departamentos ca- menores de 18 años), y la recurrencia de
racterizados como ladinos del Oriente del dejar marcas de la violación en los ca-
país. Al mismo patrón de tiempo y espa- dáveres, como objetos en las vaginas o
cio responden otros actos de violencia. estacas en los vientres. Destacan las for-
Los “actos de genocidio” investigados en mas de tortura, como el colgamiento de
cuatro regiones mayas se efectuaron en- las zonas genitales; las mutilaciones; los
tre los años 1981 y 1982. empalamientos y crucifixiones, llegando
La represión de fines de la década de al extremo de actos de antropofagia y co-
1970 y comienzos de siguiente también profagia.12
se distingue por sus aspectos cualita- Las masacres indiscriminadas y las
tivos. Las masacres en sí mismas y las campañas de tierra arrasada condujeron
violaciones a los derechos humanos per- a los desplazamientos masivos internos
petradas en estas, como las ejecuciones de la población indígena, especialmente
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arbitrarias, las violaciones sexuales y las en los departamentos de El Quiché, Hue-


torturas, se concentraron en el área ru- huetenango, Chimaltenango y Alta Vera-
ral. Otra característica fue la sistemática paz. Aproximadamente, el 80% de sus
violación a los derechos humanos perpe- pobladores, más del 17% de la población
trada contra niños (18%), cuyo 43% co- total del país en ese período, abandonó
rrespondieron a ejecuciones arbitrarias. al menos en forma temporal sus comuni-
Los bebés fueron atravesados por palos; dades, principalmente a finales de 1981 y
sus cuerpos quebrados vivos; sus cabe- parte de 1982. Se estima que el 70% de
zas estrelladas contra piedras o palos; la población desplazada retornó al emitir-
fueron ahorcados, quemados. También se el decreto de amnistía 33/1982 de la
hubo niños que fueron sustraídos de su Junta Militar liderada por José Efraín Ríos
grupo cultural y trasladados a otro grupo Montt.13 Una amnistía que tuvo por objeti-
y casos de reclutamiento forzado. Igual vo a la población civil desplazada y refu-
de significativas fueron las prácticas rea- giada en la montaña, según lo consignó
lizadas contra las mujeres: la extracción uno de los integrantes de la Junta Militar
del feto en mujeres embarazadas aún con en la prensa local: “La amnistía no puede
vida y el amputamiento de sus pechos; la ser para los marxistas, sino para aquellas

12
Numerosos trabajos dan cuenta de las características de la violencia en Guatemala durante ese período: Elizabeth
Burgos, Me llamo Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia, México DF, Siglo XXI, 1997 [1985]; Amnistía
Internacional, Guatemala. Crónica de las violaciones a los derechos humanos, Madrid, Edición de la Torre; Robert
Carmack (comp.), Guatemala: cosecha de violencias, Guatemala, FLACSO, 1991; Ricardo Falla, Masacres de la
selva. Ixcán, Guatemala (1975-1982), Guatemala, Editorial Universitaria, 1992; Equipo de Antropología Forense
de Guatemala, Las masacres en Rabinal. Estudio histórico y antropológico de las masacres de Plan Sánchez, Chi-
chupac y Río Negro, Guatemala, EAFG, 1995; Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala,
Guatemala: Nunca Más, Guatemala, ODHAG, 1998, t IV; CEH, Guatemala: memoria del silencio…; Carlos Figueroa
Ibarra, Los que siempre estarán en ninguna parte (La desaparición forzada en Guatemala), México, Universidad de
Puebla, 1999; Victoria Sanford, Violencia y genocidio en Guatemala, Guatemala, F&G Editores, 2004; Prudencio
García, El genocidio de Guatemala a la luz de la sociología militar, Madrid, Sepha, 2005; Carlos Paredes, Te llevaste
mis palabras, t I, Guatemala, F&G Editores, 2006; Consorcio Actoras de Cambio: la lucha de las mujeres por la
justicia, Rompiendo el silencio. Justicia para las mujeres víctimas de violencia sexual durante el conflicto arma-
do en Guatemala, Guatemala, Equipo de estudios comunitarios y acción psicosocial; Unión Nacional de Mujeres
Guatemaltecas/F&G Editores, 2006; Roddy Brett, Una guerra sin batallas: del odio, la violencia y el miedo en el Ixcán
y el Ixil (1972-1983), Guatemala, F&G editores, 2007; Marc Drouin, Acabar hasta con la semilla, Guatemala, F&G
editores, 2011; Manolo Vela, Los pelotones de la muerte, México DF, El Colegio de México, 2014.
13
Myrna Mack, Paula Worby y Helvi Mendizábal, Política institucional hacia el desplazado interno en Guatemala, Gua-
temala, AVANCSO, 2008 [1990]; Andrés Cabanas Díaz, Los sueños perseguidos. Memoria de las comunidades de
Población en Resistencia de la Sierra, t 1, Navarra, Tercera Prensa, 2000; Alfonso Huet, Nos salvó la sagrada selva.
La memoria de veinte Comunidades Q’eqchi’es que sobrevivieron al genocidio, Guatemala, ADICI Wakliiqo, 2008.
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personas que por necesidad o por ame- utiliza, tales como la discriminación racial,
nazas se han involucrado en actividades integrando indígenas y ladinos por igual
antigobiernistas”. 14 La población “recu- en dicha organización.” 20 La población
perada” fue reubicada en las llamadas indígena no “integrada” fue considerada
“aldeas modelo”, generalmente obligada “subversiva” del orden nacional, ahora sí
a formar parte de las Patrullas de Autode- decodificada en clave de “enemigo inter-
fensa Civil (milicias creadas por el ejército no”: “el oficial del ejército decía que todo
a finales de 1981, de participación indíge- el que no se incorporara en el cuerpo pa-
na-campesina y presencia permanente en ramilitar era allegado de la guerrilla o era
las comunidades, que llegó a contar con guerrillero.”21
un millón de enrolados en sus filas entre El período con los índices más altos
1982 y 1983)15; a realizar obras de infraes- de violencia incluye a un gobierno militar
tructura; a recibir reeducación ideológica, democráticamente electo, el general Fer-
entre otras prácticas de sometimiento y nando Romeo Lucas García (1978-1982)
normalización.16 y a la dictadura institucional de las Fuer-

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Esta descripción muestra, en términos zas Armadas que le siguió, encabezada
generales, el impacto que tuvo la estrate- primero por el general José Efraín Ríos
gia político-militar diseñada en mayo de Montt (1982-1983) y luego por el general
1980,17 rediseñada en 1982 bajo el título Óscar Humberto Mejía Víctores (1983-
Plan Nacional de Seguridad y Desarro- 1985).
llo,18 ambas expresiones de la Doctrina de Este tipo de violencia genocida se
Seguridad Nacional. En la primera estra- ejerció contra determinados grupos de la
tegia se señalaba que los factores políti- población rural e indígena porque se los
cos y psicosociales eran los más vulne- consideró base social de la “subversión”.
rables del Estado guatemalteco y, como Lo que el ejército entendió por subversión
consecuencia, recomendaba, entre otros abarcó mucho más que la propia guerri-
asuntos: “integrar al indígena al desarrollo lla. En los Planes de Campaña del ejército
nacional en todo el sentido de la palabra y de 1982 y 1983, “subversión” fue una cua-
evitar la separación del indígena y el ladi- lidad que calificaba a sujetos individuales
no”.19 Los Planes de Campaña, asimismo, o colectivos por realizar determinado tipo
retomaron la idea de que la discrimina- de acciones que se proponían quebrar el
ción racial había sido aprovechada por la “orden establecido” y que se clasificaba
subversión “para crear un enfrentamiento en “áreas” con mayor o menor grado de
entre ladinos e indígenas” y proponían la desarrollo subversivo. En estos mismos
presencia de las Patrullas de Autodefen- planes se indicaba que la “subversión”
sa Civil para “negar parcialmente al ene- existía porque había un “pequeño grupo”
migo algunas causas sociales que este de personas que la apoyaban y un “gran

14
Prensa Libre, Guatemala, 2 de junio de 1982.
15
Un trabajo muy interesante al respecto es el de Simone Remijnse, Memorias de violencia, Guatemala, AVANCSO,
2005.
16
Iglesia Guatemalteca en el Exilio, Guatemala: Seguridad, democracia y desarrollo: Informe abierto sobre Guatemala,
Guatemala, IGE, 1989.
17
“Apreciación Estratégica, Curso de Comando y Estado Mayor, Escuela de Comando y Estado Mayor”, Centro de
Estudios Militares, Guatemala, 25 de mayo de 1980. Reproducido en Héctor Alejandro Gramajo Morales, De la gue-
rra…a la guerra. La difícil transición política en Guatemala, Guatemala, Fondo de Cultura Editorial, 1995, pág. 464.
18
CEH, Guatemala: memoria del silencio…, t I, pp. 198-199.
19
“Apreciación Estratégica, Curso de Comando y Estado Mayor…”, pág. 473.
20
Ejército de Guatemala, Plan de Campaña Firmeza 83-1. Guatemala, 1983, pág. 32.
21
Lucas Argueta Hernández, Historias de San Antonio Sinaché, Guatemala, Comisión Nacional de Resarcimiento,
2005, pág. 79.
62 Julieta Rostica

número” de ellas que la toleraban por te- dígena era “anticomunista por tradición”
mor o por las causas que la generaban.22 y no entendía “la dialéctica marxista”: “el
Los motivos de los indígenas subversivos, enemigo se comunica en su lengua con
a juicio de diferentes actores del ejército, los ixiles y de esa manera se ha ganado
eran étnicos o raciales. El general Héctor su confianza. En el adoctrinamiento no
Alejandro Gramajo Morales23 en su libro menciona directamente la doctrina mar-
explicó que los grupos guerrilleros busca- xista-leninista u otros términos que serían
ron la unión con la población local: extraños a los Ixiles”.26 La situación de pe-
ligro, para los militares, era los ixiles alza-
— dos contra sus enemigos: “en la mente ixil
estimulando el resentimiento de estos por el identifican con el eno [enemigo] a los pro-
abandono en que se mantenían, empleando pietarios de las fincas más productivas de
como argumento que la situación era causa- la región, funcionarios de gobierno, ejér-
da por los militares que servían a los ricos […] cito y ladinos en general”.27 No podemos
en evidente acción discriminatoria e incremen-
tando el proceso de explotación, cuyo objetivo
dejar de prestar atención a esta última su-
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final era exterminar a su raza. Las condiciones posición que caracteriza como enemigo
socioeconómicas, principalmente al norte de de los ixiles a los “ladinos en general”.
Huehuetenango y Quiché, la región de Ixcán, Cabe destacar la representación numé-
facilitaron este proceso de integración indígena rica que los líderes del ejército tenían de su
a la subversión.24 enemigo. Para Gramajo, por ejemplo, solo

el Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP)
contaba en sus efectivos: “la mayoría de
En otro apartado, el mismo indicaba que los 10.000 a 12.000 combatientes arma-
“la motivación de lucha y beligerancia de dos, 100.000 elementos de infraestructura
los indígenas alzados, en su mayoría, era o Fuerzas irregulares (FIL) y Autodefensa
debida a la amenaza y presión de los jefes Locales (ADL), fuerzas que mantenían bajo
insurgentes, facilitada por el resentimien- su directa influencia y control cerca de
to que nacía por razones étnicas (…); su 260.000 habitantes del altiplano, a quienes
actitud de lucha nada tenía que ver con también ellos denominaron Comunidades
razonamientos ideológicos basados en de Población en Resistencia”.28 Estos nú-
la lucha de clases.” 25 En el documento meros contrastan, por ejemplo, con las
Apreciación de Asuntos Civiles para el cifras que maneja Edelberto Torres-Rivas,
área Ixil, por ejemplo, se consigna que quien habla de 2.000 combatientes y un
los ixiles formaban parte de la “resistencia apoyo no armado de 100.000 indígenas.29
pasiva” del enemigo. Sin embargo, no por Para los militares, las Comunidades de
sus ideales políticos. Para el ejército, el in- Población en Resistencia formaban parte

22
Ejército de Guatemala, Plan de Campaña Victoria 82, 1982; Plan de Campaña Firmeza 83, 1983; Plan de Campaña
Firmeza 83-1, 1983-1.
23
Héctor Alejandro Gramajo Morales entre 1982 y 1985 fue subjefe del Estado Mayor General del Ejército. Desde
1986 fue jefe del Estado Mayor de la Defensa Nacional y de febrero de 1987 a mayo de 1990 ministro de la Defensa
Nacional.
24
Héctor Alejandro Gramajo Morales, ob. cit., pág. 113. Las cursivas son mías.
25
Ibíd., pág. 155.
26
“Apreciación de Asunto Civiles (G-5) para el área Ixil”, Revista Militar, Guatemala, Ejército de Guatemala, septiem-
bre-diciembre 1982, pág. 36.
27
Ibíd., pp. 56-57.
28
Héctor Alejandro Gramajo Morales, ob. cit., pág. 154.
29
Edelberto Torres-Rivas, La piel de Centroamérica, Guatemala, FLACSO, 2006, pág. 22. Cifras más elevadas apare-
cen en el libro de Dirk Kruijt, Guerrilla: guerra y paz en Centroamérica, Guatemala, F&G editores, 2009, pág. 137. El
autor estima en 5.000 las fuerzas guerrilleras y en 50.000 las FIL del EGP entre 1980 y 1981; en 700 los miembros
militares y en 1000 los miembros civiles de la ORPA.
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del enemigo interno. Según el teniente Ál- tetizadora: “El ejército no mata a los indí-
varo Fabriel Rivas Cifuentes, “por temor, genas, sino que masacra a los demonios,
por ignorancia o porque simplemente na- pues los indios están endemoniados, son
die les había sacado de su mundo, acep- comunistas”.34
taron colaborar con los subversivos o fue- ¿Cómo puede explicarse históricamen-
ron llevados a las montañas a la fuerza, te el miedo al levantamiento indígena con-
convirtiéndolos en Comunidades de Po- tra los ladinos?, ¿por qué constituye un
blación en Resistencia.”30 A su juicio, los argumento racional, motivo del genocidio?
subversivos: “Les han hecho creer en una
reivindicación de posesión y usufructo
real y garantizado de tierras y la conser- Las representaciones
vación de su identidad Etnico-Cultural.”31 de la nación
Nuevamente, para esta fuente militar, el Hemos dicho que el racismo crea la repre-
mecanismo a través del cual los indíge- sentación de una sociedad, forma un ima-
nas fueron conquistados por los subver- ginario social. En América Latina tuvo una

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sivos se relacionaban con la cuestión de función política al influir en los imaginarios
la tierra y la problemática étnica. No es la de nación que acompañaron los procesos
primera vez que el discurso de la Guerra de formación y consolidación del Estado.
Fría queda solapado por otro problema Las naciones imaginadas en América La-
que, como puede verse, tiene mayor im- tina, según la clasificación de Mónica Qui-
portancia para unos como para otros. jada, pueden sintetizarse en tres: la nación
Las representaciones etnicistas del cívica, la nación civilizada y la nación ho-
conflicto también fueron acompañadas mogénea.35 La historia de Guatemala has-
por la prensa. Por ejemplo, en un artículo ta la revolución política de 1944 respondió
de 1980 titulado “El Ejército Nacional no inequívocamente al triunfo de la segunda
‘atropeya’ a nadie en el Nor-Occidente del sobre la primera. Si la primera imaginó una
país” se esgrimía que “unos como otros nación de tipo incluyente y pretendió sub-
(…) provocan el odio y la destrucción po- sumir las diferencias en la categoría de ciu-
niendo frente a frente a indígenas y ladi- dadano, la segunda sumó a la dimensión
nos”.32 En otro del mismo año, se decía institucional y territorial, la cohesión cultu-
que se “denota una flagrante beligerancia ral fundada en la exclusión necesaria de
agresiva, cuyo efecto inmediato sería el los elementos no asimilables y biológica-
reavivamiento de rencores étnicos”.33 mente inferiores que no se adapten a ella.
Finalmente, el neopentecostalismo de Como bien sintetizó Tulio Halperin
Ríos Montt y de todo su gobierno ayudó Donghi, la emancipación centroamerica-
a delimitar al enemigo interno. Un pastor na no conoció revolución ni resistencia
de la secta expresó una frase que es sin- realista.36 Estas carencias ayudan a ex-

30
Álvaro Fabriel Rivas Cifuentes (teniente coronel de Infantería DEM), Medidas para recuperar la población en resis-
tencia (obra ganadora del certamen científico y cultural organizado con motivo del Primer Centenario del Estado
Mayor de la Defensa Nacional), Guatemala, EDE, 1990, pág. 11.
31
Ibíd., pág. 18.
32
Diario de Centro América, Guatemala, 24 de enero de 1980.
33
Ibíd.
34
Citado en Heinrich Schäfer, “Guerra espiritual de baja intensidad: el abuso del protestantismo por la contrainsur-
gencia”, en Protestantismo y crisis social en América Central, San José de Costa Rica, Editorial Departamento Ecu-
ménico de Investigaciones, 1992, pág. 233. Véase también Virginia Garrard-Burnett, Terror en la tierra del espíritu
santo, Guatemala, AVANCSO, 2013 y Manuela Cantón, Bautizados en Fuego, Guatemala, CIRMA, 1998.
35
Mónica Quijada, “¿Qué nación? Dinámicas y dicotomías de la nación en el imaginario hispanoamericano del siglo
XIX”, Antonio Annino von Dusek y François Xavier Guerra (coord.), Inventando la nación, México, Fondo de Cultura
Editorial, 2003.
36
Tulio Halperin Donghi, Historia contemporánea de América Latina, Madrid, Alianza, 1993, pág. 199.
64 Julieta Rostica

plicar por qué la independencia política, eran una masa de ocho a doce mil gentes, que
la delimitación de las fronteras del Estado saquearon, asesinaron y se pasearon por tres
y la singularización de la nación tuvieron días por una ciudad extraña, que nunca habían
conocido. El descalabro del régimen liberal, en
que ver más con procesos sociales y po-
ese momento, no fue propiamente una victo-
líticos internos, que con la confrontación ria conservadora sino de los alzados, el efec-
de alteridades externas. Los criollos de to disolvente del primer gran levantamiento
la provincia de Guatemala realizaron una campesino, conocido como la Rebelión de la
independencia preventiva contra la ame- Montaña. (…) Sus efectos marcaron la historia
naza que se cernía con el federalismo ex- inmediata, llenaron de terror proléptico la sen-
tremo y la completa anarquía. sibilidad de los grupos dominantes, y dieron la
razón al partido conservador. (…) Fue el primer
La Constitución Federal de Centro-
ingreso de las masas ladino/mestizas, y parcial-
américa de 1824 y la Constitución del mente grupos indígenas a la política nacional;
Estado de Guatemala de 1825, supedita- tuvo efectos negativos para la conciencia crio-
da a la anterior, propusieron una nación lla, tanto liberal como conservadora, pero racis-
cívica, una nación de ciudadanos. En el ta en ambos casos.37
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espíritu de la misma, la libertad se proyec- —


taba sobre todos, sin distinción de casta
o clase. Sin embargo, el movimiento his- En la región del Oriente se había produ-
tórico real chocó con fuertes obstáculos cido un proceso de ladinización más pro-
y estuvo signado por una desarticulación nunciado que en otras regiones.38 Lo pa-
entre los fundamentos y las prácticas. Las radójico es que la representación del alza-
estructuras heredadas de la colonia no se miento de esta región fue marcadamente
transformarían tan rápidamente gracias a “etnicista”.39 Greg Grandin sostiene que
la fuerza de la oligarquía criolla y el cle- la aparición del cólera tuvo una importan-
ro (y menos en su bastión, Guatemala), a cia central y que fue asociado rápidamen-
un caudillo al mando de masas ladinas, te a los indígenas pobres. La enfermedad
rurales y pobres del Oriente y a las élites surgía del interior del cuerpo político y ca-
indígenas de occidente. talogarla como una aflicción endémica de
Hacia 1837 el cólera se había extendi- los indígenas pobres dio a los ladinos una
do por toda Guatemala y al compás de oportunidad para consolidar su identidad
las medidas que el Estado y las autorida- y para tratar de proyectar esta identidad
des municipales dictaban para enfrentar como universal.40 La reacción ladina ante
la enfermedad, vastas regiones del orien- la epidemia y la resistencia indígena a los
te del país, especialmente la Montaña, medios paliativos41 fueron elementos fun-
se declaraban en rebelión al mando de damentales en la secesión del Estado de
Rafael Carrera, un caudillo analfabeto y Los Altos en 1838. Este fue un proyecto
campesino. Edelberto Torres-Rivas seña- regional de la élite ladina liberal contra las
la que cuando Carrera entró a la ciudad pretensiones centralistas de la Ciudad de
de Guatemala en febrero de 1837 Guatemala. En esa lucha separatista me-

37
Edelberto Torres-Rivas, “Colonia, independencia, Estado nacional. Guatemala y las paradojas del aniversario”,
e-l@tina, vol. 7, num. 25, 2008, pág. 52.
38
Michael Fry, “De indígena a ladino: diferenciación étnica en la montaña guatemalteca, (1750-1840)”, en Diálogos
Latinoamericanos, num. 7, Universidad de Aarhus, 2003, pp. 112-134.
39
Arturo Taracena Arriola, Etnicidad, estado y nación en Guatemala (1808-1944), Vol. 1. Guatemala, Nawal Wuj/
CIRMA, 2002, pp. 73-75.
40
Greg Grandin, La sangre de Guatemala. Raza y nación en Quetzaltenango 1750-1954, Guatemala, Editorial Univer-
sitaria, 2007, pág. 135.
41
De acuerdo a Woodward, los campesinos temían las vacunas y creyeron a los curas que les decían que lo que los
funcionarios sanitarios ponían en el agua era veneno. El resultado fue el pánico y la violencia. Ralph Lee Woodward,
“Las repúblicas centroamericanas”, en Lislie Bethell (ed.), Historia de América Latina, t 6. Barcelona, Crítica, 1991,
pág. 157.
Racismo y genocidio en Guatemala: una mirada de larga duración (1851-1990) 65

diada por los conflictos relacionados a la máxima condecoración nacional (Orden


epidemia se ideó la “patria ladina”.42 La del Quetzal) y a la segunda ciudad del
percepción de la heterogeneidad y diver- país, Quetzaltenango, la más importante
sidad cultural de Guatemala se redujo a de Los Altos. El héroe nacional, Tecún
un rígido esquema bipolar de indígenas y Umán, junto a Pedro de Alvarado y Her-
ladinos, lo que puso de manifiesto la inca- nán Cortés fueron incorporados por José
pacidad de los propios liberales de man- Antonio Villacorta –ministro de Educación
tener el imaginario de la nación cívica de desde 1926– al panteón nacional. El mito
inclusión sin cohesión cultural. de Tecún Umán sigue siendo en la actua-
El secesionismo buscó consolidar el lidad el relato identitario de la nación. Se-
liberalismo rompiendo la autonomía políti- gún cuenta la leyenda, Tecún Umán fue
ca de la élite indígena, frente a lo cual va- el príncipe K’iche’ que se enfrentó junto
rias comunidades se declararon en activa con su ejército a los conquistadores es-
rebelión. Las élites K’iche’s se aliaron con pañoles y resultó mortalmente herido por
el régimen conservador de Rafael Carre- la espada de don Pedro de Alvarado. El

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ra a fin de mantener sus privilegios y po- quetzal, su nahual44, cayó sobre el cuerpo
der, redujeron las arraigadas tendencias sin vida del jefe indígena que yacía con
separatistas de los ladinos del altiplano y el pecho ensangrentado. Este mito de ori-
contribuyeron a la centralización del po- gen de la nación tiene varias connotacio-
der.43 Dos años más tarde, Carrera obligó nes paradójicas, de las cuales vale resca-
a Los Altos a reincorporarse a Guatemala tar una: la recuperación de los símbolos,
y en enero de 1840 invadió la república como el quetzal, de la secesión ladina
del altiplano con un apoyo indígena gene- liberal de 1838. Los liberales de 1871, al
ralizado. Cayó el Estado de Los Altos de recuperar los símbolos de este aconteci-
Quetzaltenango (1840), se desmembró la miento definieron las fronteras internas de
Federación Centroamericana (1840) y se la nación civilizada y al sujeto de la mis-
puso fin a la nación cívica. Carrera com- ma: “ladino” definió a todo aquello que no
pletó el proceso de secesión de Guate- fuese indio.
mala del resto de Centroamérica y decre- Los historiadores liberales45 acusaron a
tó el establecimiento de la República de los indígenas de la caída del primer régi-
Guatemala soberana e independiente en men liberal, del desmembramiento de la
1847. Pero el alzamiento del ejército libe- Federación Centroamericana, del derrum-
ral permitió retomar el poder en 1871 y dio be del Estado de Los Altos y del régimen
inicio a un nuevo proceso de invención de Carrera. Incluso, el mismo Carrera fue
de la nación. Esto significó el triunfo del considerado miembro de la “raza indíge-
antiguo Estado de Los Altos sobre toda na” por Lorenzo Montúfar. El momento
Guatemala. de la fundación del Estado republicano
El quetzal fue elegido símbolo nacional. guatemalteco fue valorado negativamen-
En 1871 se crearon la bandera y el escudo te o, al menos, fue invisibilizado o deses-
de armas que llevan el quetzal, el cual fue timado. Se presentó la instauración del
declarado ave nacional. Fue el ave que régimen liberal de 1871 como el inicio de
dio nombre a la moneda nacional, a la una nueva era modernizadora y progresis-

42
Arturo Taracena Arriola, Invención criolla, sueño ladino, pesadilla indígena. Los Altos de Guatemala: de región a
estado, 1740-1850, Guatemala, CIRMA, 1997.
43
Greg Grandin, ob. cit., pág. 6.
44
Espíritu protector.
45
Las obras que constituyeron el corpus principal de la tradición historiográfica liberal fueron el segundo volumen de
Bosquejo Histórico de Alejandro Marure, Reseña Histórica de Centroamérica de Lorenzo Montúfar de siete volumi-
nosos tomos, La América Central ante la Historia de Antonio Batres Jaúregui y Compendio de Historia de Centro-
américa de José Antonio Villacorta.
66 Julieta Rostica

ta en contraste al arcaismo colonial de sus vestigación y protección del patrimonio


predecesores conservadores y se animó histórico, tales como la Dirección General
a la conducción autoritaria de la gestión de Arqueología, Etnología e Historia, el
del Estado.46 La recuperación decidida del Museo Nacional de Arqueología y Etno-
pasado prehispánico tenía que ver con la logía y la Sociedad de Geografía e His-
férrea voluntad de ligar a los “bárbaros de toria de Guatemala. Esta última asumió
la montaña”47 y a “la miseria y abyección” la responsabilidad de la creación, repro-
del indio con la conquista, la colonia, y ob- ducción y conservación de explicaciones,
viamente, con los conservadores. imágenes, valores, ideas destinadas a la
No obstante, de la consolidación del consolidación de una visión de la histo-
imaginario de la patria ladina también ria nacional y de “lo nacional”. Es signi-
participaron los indígenas que eran ciu- ficativo que la cantidad total de artículos
dadanos. Uno de los ejemplos más re- publicados en los Anales de la Sociedad
nombrados es la petición de los princi- sobre la civilización maya sobrepase en
pales K’iche’s al consejo municipal de mucho a los ensayos históricos sobre
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Quetzaltenango y luego al presidente de otros períodos.49 Esto planteó nuevos sig-


la república, en reacción a la abolición del nificados a la dicotomía entre civilización
cabildo indígena en enero de 1894. En y barbarie. La majestuosidad de la socie-
dicha petición solicitaron representación dad maya contrastaba con el indio de la
indígena en la municipalidad alegando década de 1920.
la búsqueda de su civilización y progreso El rechazo al imaginario de una nación
por métodos no segregacionistas ni dis- mestiza obtuvo su culminación bajo el or-
criminatorios.48 Abolido el cabildo indíge- den político creado por Jorge Ubico. El
na, los principales fundaron la Sociedad indígena fue presentado en los filmes de
El Adelanto, la que permitió la continuidad propaganda del régimen como heredero
de su poder social y cultural y la promo- de la civilización maya, oprimido por el
ción de una etnicidad indígena desvincu- colonizador y creador de folklore y colo-
lada de la clase y la ciudadanía. rido; como la expresión de la naturaleza
Hacia la década de 1920, una serie de Guatemala. Los indígenas mientras
de cambios –regionalmente la revolu- fueron excluidos de la ciudadanía, fueron
ción mexicana y el fracaso unionista en incorporados en el imaginario de la na-
Centroamérica– fomentaron el impera- ción solo en estado puro, como legítimos
tivo de historizar y relocalizar la cuestión sucesores de la civilización maya. En esa
indígena. Un importante influjo lo tuvo el dirección, Jorge Ubico construyó en 1931
descubrimiento del pasado maya por los el Museo Nacional que contó con dos
arqueólogos estadounidenses, financia- secciones con sus propias sedes: la de
dos por el enclave United Fruit Company. Historia y Bellas Artes y la de Arqueología.
Estos hallazgos generaron la creación de Nació, así, la colección arqueológica de
toda una serie de instituciones para la in- piezas mayas más grande del mundo.50

46
José Edgardo Cal Montoya, “La historiografía guatemalteca hasta Severo Martínez Peláez: trazos iniciales para un
debate”, en Caleidoscopio, Revista de Ciencias Sociales y Humanidades, num. 22, 2007, pp. 27-69.
47
Expresada como “la revolución más salvaje que presentan los anales del Nuevo Mundo” y protagonizada, según
Montúfar, por indígenas. Citado en Arturo Taracena Arriola, ob. cit., pág. 94.
48
Petición K’iche’ de 1894. Reproducida por Grez Grandin, ob. cit., pág. 195.
49
Gustavo Palma Murga, “La Sociedad de Geografía e Historia y la historia en Guatemala”, en Estudios, num. 3, 1994,
pág. 23; “Las preocupaciones historiográficas de la Sociedad de Geografía e Historia de Guatemala”, en Estudios,
num. 1, 1995, pág. 68.
50
Fernando Moscoso Möller, “Setenta años del Museo Nacional de Arqueología y Etnología de Guatemala”, en So-
ciedad Estatal para la Acción Cultural Exterior, El país del Quetzal. Guatemala maya e hispana, Madrid, Sociedad
Estatal para la Acción Cultural Exterior, 2002.
Racismo y genocidio en Guatemala: una mirada de larga duración (1851-1990) 67

Políticas y prácticas de Estado dominio cuando se instrumentalizaron a


las viejas autoridades indígenas a favor
El imaginario de nación pudo construir- de las nuevas estructuras de poder. La
se y reproducirse gracias a la puesta en estructura social, como consecuencia,
práctica de la segregación y la discrimi- se mantuvo desmembrada en veintidós
nación. En Guatemala, la práctica de la grupos étnicos, con diversos idiomas y
segregación heredada del período colo- economías autosuficientes. Esto explica
nial se perpetuó a lo largo del tiempo en el apoyo que dieron las autoridades de la
tanto se combinó con modalidades de sociedad indígena al régimen de Rafael
inferiorización, protección y paternalis- Carrera contra las medidas impuestas por
mo. Esta práctica a través de la “exclu- los liberales.
sión por fusión” (asimilación, eugenesia, Carrera restableció los protectorados
civilización), en cambio, fue la forma de corporativos comunitarios que habían
racismo preponderante mientras el libe- sido suspendidos por las reformas libe-
ralismo apeló formalmente al ideal de la rales. Restauró la administración de los

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igualdad universal y reinó la nación civili- asuntos indígenas en los principales,
zada. La explicación de larga duración a los métodos tradicionales de disciplina
la persistencia del racismo en sus formas y resolución de conflictos, los cargos de
elementales, especialmente en el modo fiscal, protector de indios, corregidores,
de la segregación, hay que buscarla en gobernadores e intérpretes indígenas.
las matrices societales. Según Waldo An- Además, “el gobierno se comprometió a
saldi, sus estructuras mentales han sido y publicar decretos y leyes en lenguas indí-
son las más persistentes y resistentes al genas y convocó una comisión de cinco
cambio, obrando como verdaderas cár- individuos para tratar las quejas y los pro-
celes de larga duración.51 blemas indígenas.”52
La sociedad guatemalteca se constitu- Este tipo de políticas consensuadas
yó durante la dominación colonial sobre tuvieron enormes desventajas: crearon
la base de dos matrices societales que una sociedad de castas; pero también al-
funcionaron articuladamente: la hacien- gunas ventajas: permitieron cierto grado
da y las comunidades indígenas. La pri- de autonomía a las comunidades indí-
mera se sostenía gracias a la mano de genas.53 Por un lado, marginaba y aisla-
obra indígena servil, disponible a través ba a las comunidades de la vida política
instituciones como el repartimiento, la central y reforzaba su enclaustramiento54;
encomienda y el tributo que se aplicaban por el otro, permitía el establecimiento de
a los pueblos de indios (vasallos libres una “república de indios republicana” en
tributarios del Rey) y al bloqueo agrario la que la figura restaurada del gobernador
de los mestizos. La organización políti- indígena, limitada por una legislación que
ca colonial se había caracterizado por la se orientaba a controlar los abusos y los
conservación de la organización social castigos, permitió articular la autonomía
precolombina, lo que permitió cierto gra- indígena con la administración del nuevo
do de autonomía y autogestión al interior Estado. Aquí la paradoja fundacional de
de los pueblos de indios y de su canali- Guatemala: el principio de la segregación
zación en favor del nuevo sistema de sirvió para la centralización del Estado

51
Waldo Ansaldi y Verónica Giordano, América Latina. La construcción del orden, Buenos Aires, Ariel, 2012, pp. 123
y 465.
52
Greg Grandin, ob. cit., pág. 153.
53
Marta Casaus Arzú, ob. cit., pág. 31.
54
Edelberto Torres-Rivas, ob. cit., pág. 55.
68 Julieta Rostica

contra las pretensiones de los federales La legislación social persiguió la trans-


y separatistas. La segregación, no obs- formación gradual cultural y biológica de
tante, se combinó con lógicas de inferiori- la población indígena. El decreto 244 de
zación. La primera Acta Constitucional de 1879 del presidente Justo Rufino Barrios
1851, si bien consideró que los hombres otorgó al poder ejecutivo la capacidad de
eran por naturaleza iguales, y por eso te- elegir a los “jefes políticos”. Estos eran los
nían iguales derechos, aclaró que no to- encargados en los pueblos de los depar-
dos estaban bajo la misma condición en tamentos de incorporar a la población in-
la sociedad. Tal caso era el de los indí- dígena a la civilización, “promoviendo, por
genas, que se los admitía como débiles, todos los medios posibles y necesarios,
incultos y carentes de ilustración, razón que dejaran paulatinamente sus costum-
por la cual merecían protección por parte bres, salieran del estado abyecto en que
del Estado. se encontraba procurando que utilizaran
Esto fue cambiando, pero moderada- el vestido de los ladinos que, además de
mente, durante el período de apogeo de homogeneizarlos, los civilizaba.”56
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la dominación oligárquica (1879-1920), ya Las maneras para “civilizar” a los indí-


que el sistema de hacienda y las redes fa- genas fueron fundamentalmente tres: la
miliares que garantizaban su durabilidad, inmigración, la educación y el protestan-
se constituyeron en su pilar. 55 Al mismo tismo. La Ley de Inmigración de 1879 y
tiempo que la población indígena fue ex- el tratado económico entre Guatemala y
cluida de la ciudadanía (en tanto persona Alemania que fomentaron conjuntamente
no libre, analfabeta y no propietaria) y de la inmigración alemana entre 1873 y 1885,
los beneficios de las tierras comunales de es uno de los ejemplos. Barrios ofreció
los pueblos de indios, se impulsó su civili- títulos gratuitos de tierras consideradas
zación por medio de la asimilación. baldías en Alta Verapaz, una salida más
De cara al auge de la producción ca- corta al Atlántico y comunidades indíge-
fetalera que requería de tierras producti- nas Q’eqchies, lo que favoreció la afluen-
vas y mano de obra barata, el gobierno cia de un empresariado agrícola que se
liberal pretendió desarticular la estructura confundió rápidamente con la oligarquía
social colonial de las dos repúblicas me- cafetalera.57 A fines de 1890 concentraron
diante la extinción de los fueros, y con las dos terceras partes de la producción
ellos, todos los derechos de los pueblos cafetalera de Alta Verapaz evitando el
indios, incluidas las tierras comunales. La mestizaje con la población indígena.
reforma tuvo como objetivo transformar la La reforma positivista de la educación
propiedad comunal en propiedad privada se llevó a cabo a través de la fundación
individual de la tierra. El correlato fue el del Ministerio de Instrucción Pública el
despojo de las comunidades indígenas 18 de julio de 1872. En 1879, Justo Ru-
de sus tierras y su expulsión masiva al fino Barrios emitió el decreto 241 por el
mercado laboral, como fuerza de trabajo que se fundó un colegio destinado a la
que requería el cultivo del café. Sin em- civilización de los indígenas. Las razones
bargo, los reglamentos y las leyes obliga- aducidas fueron: “que los aborígenes […]
ron a la población indígena rural a trans- se encuentran en un estado de atraso y
formarse en trabajadora semiservil hasta abyección, que les incapacita para parti-
el año 1945. cipar en los beneficios de todo jénero que

55
Marta Casaús Arzú, Guatemala: linaje y racismo, Guatemala, F&G editores, 2007.
56
Artemis Torres Valenzuela, El pensamiento positivista en la historia de Guatemala (1871-1900). Guatemala: Caudal,
2000, pág. 260.
57
Carlos Chávez, “La cara alemana de Guatemala”, en Revista Séptimo Sentido, El Salvador, La Prensa Gráfica, 29
de junio de 2009. Disponible en http://www.laprensagrafica.com/index.php/revistas/septimo-sentido/14386.html.
Racismo y genocidio en Guatemala: una mirada de larga duración (1851-1990) 69

proporciona la civilización, pero que indu- testantismo atacaría la médula de viejo


dablemente son susceptibles de mejorar orden comunal: la “costumbre”, las cofra-
en ese sentido”.58 En el Primer Congreso días, el lugar de la resistencia indígena.
Pedagógico Centroamericano de 1893 se Un enorme problema emergió cuan-
discutieron nueve tesis que resumían los do se comprobó que ni la educación, la
problemas que acosaban a la región. El inmigración, ni el protestantismo habían
primero de ellos indicó “¿Cuál será el me- alcanzado a civilizar al indio, lo cual co-
dio más eficaz de civilizar a la raza indí- incidió con el nacimiento de la preocu-
gena, en el sentido de inculcarle ideas de pación por la degeneración de la raza.
progreso y hábitos de pueblos cultos?” Entre 1924 y 1926, con el fin explícito de
Frente a la experiencia de los primeros detenerla, se discutieron en la Asamblea
liberales de la independencia, se propu- Nacional Legislativa diferentes políticas.62
so civilizar a los indígenas “poco a poco, De cara a la crisis económica mundial
gradualmente y en sus propias condicio- de 1929, Jorge Ubico militarizó el país,
nes, en su medio natural y cultural, respe- diseñó un régimen policíaco y restableció

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tando la esencia de su ser”.59 el trabajo forzado. La universalización del
Este período liberal también se caracte- servicio militar sirvió de justificativo para
rizó por su acción contra el pensamiento considerar innecesaria la creación del Ins-
vinculado al orden colonial, al conserva- tituto Indigenista en Guatemala dado que,
dor, a la iglesia católica y a los indígenas. según Ubico, “la solución del ‘problema
Así se dio una interesante afinidad entre indígena’ estaba realizándose a través de
liberalismo, positivismo, darwinismo so- la alfabetización en los cuarteles”. 63 La
cial y protestantismo. Mediante la libertad construcción de carreteras se ideó con el
de conciencia y culto se pretendió una ac- fin de acercar pueblos, sacarlos del aisla-
ción civilizadora, regeneradora de almas y miento y llevarles el progreso, a través de
mentes, que quedó en manos de las mi- la ley de vialidad que establecía el trabajo
siones protestantes.60 La primera misión en obras públicas, y en la construcción de
fue presbiteriana y llegó a Guatemala en caminos a cambio de una paga insignifi-
1882, producto de una solicitud directa de cante. También restableció el Reglamen-
Barrios en Nueva York ese mismo año. A to de Jornaleros. Si bien anuló por decre-
mediados del régimen de Manuel Estrada to el peonaje por deudas, para evitar que
Cabrera los liberales comenzaron a iden- los indígenas, ya sin obligaciones, aban-
tificar explícitamente la correlación entre donasen el trabajo en las fincas, dictó la
protestantismo y capitalismo. Según la vi- ley contra la vagancia, la cual obligaba al
sión de Estrada Cabrera, las misiones pro- individuo a contar con el documento de
testantes “came to Guatemala to reform not identificación autorizado por el patrono
only the souls but also the ‘minds, bodies que hacía constar el estatus de trabaja-
and spirits’ of the indigenous population, dor, ya que de no contar con él era obli-
making them loyal and productive citizens gado a realizar trabajos forzosos en obras
of the emerging state”.61 El ingreso del pro- públicas o haciendas de café.64

58
Citado en Marta Casaus Arzú, La metamorfosis del racismo…, ob. cit., pág. 37.
59
Artemis Torres Valenzuela, ob. cit., pág. 222.
60
Decreto Nº 93 emitido por el general Justo Rufino Barrios el 15 de marzo de 1873.
61
Virginia Garrard-Burnett, “Liberalism, Protestantism, and Indigenous Resistance in Guatemala, 1870-1920”, Latin
American Perspectives, vol. 24, num. 2, 1997, pág. 35.
62
Jorge Ramón Gonzáles-Ponciano, “Esas sangres no están limpias”, en Clara Bianchi, Charles Hale y Gustavo Pal-
ma Murga, ¿Racismo en Guatemala? Abriendo el debate sobre un tema tabú, Guatemala, AVANCSO, 1999, pág. 19.
63
Ibíd, pág. 20.
64
Decreto 1996, 8 de mayo de 1934, disponible en http://afehc-historia-centroamericana.org/index.php?action
=fi_aff&id=2114.
70 Julieta Rostica

Ubico fue el gobernante que mejor re- recía las diferencias culturales. El acuerdo
presentó el poder de la blancura “a través por el que se creó el Instituto Indigenista
de una especial combinación de orden, Nacional, de 1945, decía: “Guatemala, en
higiene, pureza racial y sanidad políti- su constitución étnica confronta el proble-
ca.”65 El general fue un exégeta del “indio ma de grupos indígenas con una cultura
puro”. Para preservar la paz social procu- cuyos valores positivos deben de prote-
ró evitar que los ladinos o los indios ala- gerse, pero a los cuales es preciso esti-
dinados fueran agentes de corrupción en mular para que eleven su nivel cultural,
el seno de las comunidades indígenas, lo social y económico y concurran en mejor
que le valió una curiosa simpatía por par- forma a la integración de una fuerte na-
te de algunos principales que ayudaban cionalidad.” 67 Como mostraremos más
a mantener “indios a los indios” a través adelante, no fueron las ideas de la nación
del trabajo semiservil. De hecho, cuando mestiza las que lo gobernaron. Tras el de-
canceló por decreto las deudas de los rrocamiento de Jacobo Arbenz en 1954,
mozos con los finqueros, los indígenas, la política integracionista fue legitimada
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en gratitud, construyeron un monumento a partir de la creación del Seminario de


en homenaje a Ubico al sur de la ciudad.66 Integración Social Guatemalteca y sus
Estas son cuestiones que permiten expli- publicaciones. La antropología culturalis-
car la defensa del régimen que hicieron ta estadounidense siguió dictando el pro-
muchas comunidades indígenas cuando grama a las políticas de Estado.
Ponce Vaidés, a quien Ubico había deja- A partir del golpe militar de 1963 y la
do a cargo del gobierno, fue desplazado Constitución de 1965 que este dejó, se-
por el alzamiento revolucionario de octu- guridad, desarrollo e integración se arti-
bre de 1944. Allí fue cuando aconteció, cularon como ejes de la política de Esta-
en respuesta, la masacre de Patzicía que do. El artículo 110 indicaba que el Estado
presentaremos más adelante. fomentaría “una política que tienda al me-
Durante la década revolucionaria de joramiento socioeconómico de los grupos
1945-1954 se ampliaron los derechos indígenas para su integración a la cultura
civiles, políticos y sociales a grandes nacional”. A esto se buscó llegar con la
masas de la población anteriormente ex- reducción al mínimo del presupuesto al
cluida. Esto significó el ingreso de una Instituto Indigenista Nacional, con el im-
amplia población indígena a la ciudada- pulso a los planes de acción cívica impul-
nía. Sin embargo, esa inclusión generó sados por la Alianza para el Progreso, la
un problema social diferente: el de la in- vía libre al Instituto Lingüístico de Verano
tegración social. Estos gobiernos optaron y a la Agencia Internacional para el Desa-
por el indigenismo, que si bien implicaba rrollo de los Estados Unidos.
asumir al indígena como un ser social
económica y culturalmente débil e inten-
tar integrarlo a la nación homogénea a El discurso de los intelectuales
través de la introducción gradual de nue-
vos hábitos y costumbres, se oponía a la La tercera dimensión en la que se inscri-
desigualdad biológica y respetaba y favo- be el racismo es en el plano del discur-

65
Jorge Ramón Gonzáles-Ponciano, “La antropología, la blancura, el mestizaje y la construcción de lo nacional en
Guatemala”, en COPREDEH, Discriminación y Racismo, Guatemala, Comisión Presidencial Coordinadora de la
Política del Ejecutivo en Materia de Derechos Humanos, 2003, pág. 197.
66
Ibíd, pág. 198.
67
Acuerdo reproducido en José Emilio Ordóñez Cifuentes, “Etnocidio antropológico: la versión de la antropología cul-
tural norteamericana sobre los indios en Guatemala”, en VVAA, Cuadernos del Instituto de investigaciones jurídicas:
La problemática del racismo en los umbrales del siglo XXI, México, UNAM, 1997, pp. 233-234.
Racismo y genocidio en Guatemala: una mirada de larga duración (1851-1990) 71

so, que puede adoptar dos modalidades: dio por resultado la nación civilizada y la
la del prejuicio y la de la ideología racial. justificación seudocientífica a la misma.
La diferencia entre una y otra radica, fun- La desigualdad biológica y cultural ma-
damentalmente, en la conciencia de los nipulada por la élite ilustrada inferiorizó
actores. Michael Wieviorka ha formulado tanto a los indígenas como a los ladinos
que el prejuicio racial se reproduce a tra- pobres y apoyó su civilización para el
vés de la socialización, de los procesos progreso.
de comunicación y aprendizaje y que por Un excelente ejemplo lo constituye el
eso se oculta en la estructura y en las for- pensamiento de un intelectual de cabece-
mas de dominación social. El prejuicio, ra de las clases dominantes: Antonio Ba-
en otros términos, constituye parte del tres Jáuregui.70 Su libro Los indios, su his-
sentido común. Por el contrario, cuan- toria y su civilización de 1893, al ser gana-
do el racismo entra de la arena social a dor del concurso conmemorativo por el IV
la política, los proyectos y programas de Centenario del Descubrimiento de Améri-
los agentes políticos pueden estructurar ca, no solo expresó la visión oficial sobre

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ideológicamente los elementos que con- la cuestión indígena, sino que legitimó las
forman el racismo para legitimar las prác- propuestas políticas para solucionar el
ticas existentes y crear un contexto para problema. El intelectual consideraba que
el despliegue de la violencia.68 los indios, que formaban más de las dos
terceras partes de la población, estaban
en ese entonces como antes de la con-
El positivismo y el pensamiento
quista y que incluso habían retrotraído.
civilizatorio
Sostenía que los indios eran susceptibles
El positivismo en América Latina consti- de desenvolver su civilización y progreso
tuye el núcleo duro de las proposiciones porque muchos lo habían hecho al con-
científicas que sirvieron de fundamento fundirse con la gente ladina.71 En conse-
a los principios de legitimidad constituti- cuencia, proponía un viraje respecto de
vos del Estado bajo su forma oligárquica. la política segregacionista del período
Apelando a la consigna “orden y progre- conservador y la opción por la civilización
so”, las clases dominantes traicionaron del indio a través de su asimilación. A su
los principios del liberalismo clásico que juicio, una de las causas que impedían la
se expresaban en la letra muerta de la civilización y favorecían la “abyección” del
Constitución. Así, el positivismo vino a su- indio era que formaban colectividades nu-
turar la contradicción entre igualdad no- merosas concentradas en sí mismas, sin
minal y desigualdad práctica, a través del expansión y roce con los demás pueblos,
racismo.69 A partir de 1890 en Guatemala, aisladas y endogámicas: “Estancados
los principios que definían el alcance de muchos de ellos en sus colectividades, y
la inclusión y de la exclusión se reformu- sin tener patria, ni aspiraciones, ni supe-
laron en clave racial. El progreso, bajo la riores anhelos, ni tendencias a mezclarse
óptica del racismo inglés evolucionista, con la parte culta del pueblo” contempla-

68
Michael Wieviorka, ob. cit., pág. 128.
69
Patricia Funes y Waldo Ansaldi, “Cuestión de piel. Racialismo y legitimidad política en el orden oligárquico latino-
americano”, en Waldo Ansaldi (coord.), Calidoscopio Latinoamericano, Buenos Aires, Ariel, 2004, pp. 451-495.
70
El mismo formaba parte de la red familiar que principió el conquistador e historiador del reino Bernal Díaz del Casti-
llo, de la cual también era descendiente Jorge Ubico. Una familia que unió a los primeros encomenderos y funcionó
en dos sentidos: concentrando y acumulando fortunas y justificando el certificado de limpieza de sangre. Marta
Casaús Arzú, ob. cit., pp. 36, 39 y 54. Batres Jáuregui fue diplomático, presidente del Organismo Judicial y dipu-
tado durante los gobiernos liberales. Asimismo, miembro fundador de la Academia Guatemalteca de la Lengua
(1888) y de la Sociedad de Geografía e Historia (1923).
71
Antonio Batres Jáuregui, Los indios, su historia y su civilización, Guatemala, Establecimiento Tipográfico La Unión,
1893, pág. 178.
72 Julieta Rostica

ban por doquier a enemigos o domina- duación de la Universidad de San Carlos,


dores.72 Para el intelectual era harto peli- como El problema Social del Indio (1923)
groso dejar a los indios formar un status de Miguel Ángel Asturias, Sociología Gua-
in statu, perpetuando su separación, la temalteca (1927) de Jorge García Grana-
rusticidad de las costumbres, su miseria dos, El indio Guatemalteco. Ensayo de
y todos los motivos de odio contra las Sociología Nacionalista (1931) de Fernan-
otras castas.73 Batres Jáuregui proponía do Juárez Muñoz, Ensayo sobre Psicolo-
la inmigración extranjera, la educación y gía Indígena (1931) de Jorge Luis Arriola,
la alfabetización, pero también medidas El Libro del Buen Ciudadano (1930) de
proteccionistas. Exhortaba a vehiculizar la Horacio Espinosa Altamirano y Ensayo de
propiedad particular contra la propiedad Sociología Guatemalteca (1932) de Jorge
en común de las tierras y la abolición de del Valle Matheu.75
los mandamientos, al mismo tiempo que Los intelectuales de esta generación
impulsaba la ley especial para indios va- cuestionaron la ahistoricidad de los pre-
gos frente a su “indolencia y pereza”. juicios, como la “pereza” del indio, ca-
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racteres que fatalmente los intelectuales


liberales habían determinado por la raza y
El degeneracionismo, la eugenesia
el clima y que legitimaban la dominación
y la homogeneización
oligárquica. Asturias76 y Del Valle Matheu77,
Los intelectuales de la generación de la por poner algunos ejemplos, explicaban
década de 1920, en cambio, transitando el problema social del indio por una larga
la crisis del consenso liberal, estuvieron historia de esclavitud. Esta historia, en el
influidos especialmente por el pensa- relato de estos autores, tuvo una impronta
miento spenceriano y las soluciones eu- muy fuerte en la explicación de las carac-
genésicas, como el mejoramiento de la terísticas del indio presente. Así, la explica-
raza indígena gracias a la mezcla con una ción sociohistórica acompañó a la explica-
raza superior o el exterminio. Estos temas ción racial de la “degeneración” del indio
fueron ampliamente debatidos en la pren- o su “evolución regresiva” y las soluciones
sa diaria y en las revistas de la época,74 como la inmigración y el mestizaje euge-
así como en las numerosas tesis de gra- nésico. Ambos creían en la existencia de

72
Ibíd., pág. XI.
73
Ibíd., pág. XII.
74
Marta Casaus Arzú, “Las élites intelectuales y la generación del 20 en Guatemala: su visión del indio y su imagina-
rio de nación”, en Marta Elena Casaus Arzú y Oscar Peláez Almengor (comp.), Historia Intelectual de Guatemala,
Guatemala, CEUR, 2001, pág. 13 y Marta Casaús Arzú, “El binomio degeneración-regeneración en las corrientes
positivistas y racialistas de principios del siglo XX: de la eugenesia al exterminio del indio en la Generación de 1920
en Guatemala”, en Mesoamérica, num. 51, 2009, pp. 21-22, fuente original: Tiempos Nuevos. Diario de la Juventud
Independiente, 14 de mayo de 1924.
75
Arturo Taracena Arriola, ob. cit., pp. 110-124.
76
Miguel Ángel Asturias, Sociología guatemalteca: el problema social del indio, Tesis de Licenciatura. Guatemala,
Editorial Universitaria, Universidad San Carlos de Guatemala, 2007 [1923]. Miguel Ángel Asturias fue miembro de la
generación literaria de la década de 1920, fundador de la Asociación de Estudiantes Universitarios y participó del
derrocamiento del dictador Manuel Estrada Cabrera. Durante el período revolucionario (1944-1954) fue agregado
cultural en la embajada de Buenos Aires entre 1947-1952 y embajador en El Salvador entre 1952-1954. Fue parte
de la delegación que encabezó el canciller Guillermo Toriello en la X Conferencia Interamericana. Más adelante
fue premio Nobel de Literatura. En 1923 se había graduado en Derecho con su tesis Sociología Guatemalteca: El
problema social del indio, pensamiento que ratificó, con breves matices, tras sus dos reimpresiones, una en 1971
en Francia y otra en 1977 en Estados Unidos.
77
Jorge del Valle Matheu, Sociología Guatemalteca, Manual Introductoria, Guatemala, Editorial Universitaria, 1950. Del
Valle Matheu fue ministro de educación del gobierno contrarrevolucionario de Carlos Castillo Armas. Es conside-
rado precursor de la sociología en Guatemala. El texto que aquí trabajamos corresponde a 1950. En este retomó
sus argumentos expuestos en 1932 en Ensayo sobre Sociología Guatemalteca. Se trata del manual introductorio
de Sociología, materia que impartía como profesor en 1950 en las Facultades de Ciencias Jurídicas y Sociales, de
Ciencias Económicas y de Humanidades de la Universidad de San Carlos de Guatemala.
Racismo y genocidio en Guatemala: una mirada de larga duración (1851-1990) 73

las razas, en la transmisión hereditaria y en meros representan la nación, por ser me-
la correlación entre los aspectos físicos y nores de edad en cultura los últimos”.82
psíquicos. Se orientaban a una nación ho- La homogeneización se lograría a través
mogénea definida por rasgos culturales e de la integración del indio con “formas
incluso a una nación de iguales. Pero a ella de incorporación lenta” y por medio de la
se llegaba con la homogeneización bioló- migración interna y la inmigración, ya que
gica, con el mestizaje. el mestizaje producía “magníficos resul-
Para Asturias, el problema del indio tados” en la incorporación cultural.83 Se
afectaba al “alma colectiva de la nación”: refería, concretamente, no a ladinización
Guatemala estaba “formada por civiliza- sino al “mestizaje eugenésico bien orien-
ciones distintas, donde no pueden en- tado” que permitía lograr la completa ho-
tenderse los conciudadanos porque ha- mogeneización racial guatemalteca.84
blan diferentes dialectos; convivir porque
tienen opuestas costumbres y contrarias
aspiraciones, y donde unos son inmen- El funcionalismo

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samente ricos y otros terriblemente po-
bres.”78 Su ideal era hacer de Guatemala Pocos años más tarde, Mario Monteforte
una nación “racial, cultural, lingüística y Toledo85 describió la estructura social gua-
económicamente idéntica”, es decir, una temalteca a partir, también, de la noción
nación más homogénea, donde reine la de raza, y le atribuyó cierta valoración:
solidaridad entre sus miembros, la unidad
cultural y la comunidad de aspiraciones.79 —
Para “salvar a Guatemala de la ruina”, El indio es como una fuerza telúrica y obstinada,
más que la educación y la higiene hacía que se defiende dentro de su averiada cultura
falta sangre nueva. Al considerar al indio (…) Es una tremenda fuerza anti revolucionaria
por su ignorancia, por su actitud tribal que lo di-
como una “raza agotada”, antes que una vorcia de las comunidades ajenas a la suya, por
reacción económica, psicológica o edu- su falta de intereses comunes con la clase labo-
cacional, consideraba necesaria la “reac- rante de la ciudad y por su apego semireligioso
ción biológica”.80 De allí la importancia de a la tierra que de día en día empobrece con sus
favorecer el cruce de razas con inmigran- sistemas cavernarios de trabajo; es inútil embe-
tes de Suiza, Bélgica, etcétera.81 llecer este carácter negativo de la raza indígena
Para Jorge del Valle Matheu, las castas ahora, cuando necesitamos conocer a fondo la
debían acabarse y solo esto podía darse realidad, por más lacerante que resulte.86
con la homogeneización de la población. —
Afirmaba que “la sociedad guatemalteca
es efectivamente una, con tres elementos Hacia 1959, en Guatemala: monografía
diferentes, de los cuales solo los dos pri- sociológica, rechazaba el concepto raza y

78
Miguel Ángel Asturias, ob. cit., pp. 52-53.
79
Ibíd., pág. 53.
80
Ibíd., pp. 102-103.
81
Ibíd., pág. 105.
82
Jorge del Valle Matheu, ob. cit., pág. 141
83
Ibíd., pág. 215.
84
Ibíd., pág. 234
85
Mario Monteforte Toledo fue un ensayista, sociólogo, poeta y narrador, miembro del Grupo Tepéu de la generación
de 1930 junto a Manuel Galich. Representó a Guatemala ante la ONU (1946-1947), fue diputado entre 1947 y 1951,
presidente del Congreso y vicepresidente de la república (1948-1949).
86
Mario Monteforte Toledo, “Guatemala 1951: Isla de esperanza”, Cuadernos Americanos, año X, vol. LV, num. 1,
enero-febrero 1951, pp. 7-35.
74 Julieta Rostica

utilizaba, a cambio, la noción de etnia. En de unidad nacional y, sobre todo, situa-


ese estudio señalaba que indios y ladinos ción de amenaza. Uno de los grandes
componían étnicamente a la población quiebres ocurrió en 1962 cuando Richard
guatemalteca y definía al indio por su iden- Adams se retractó de sus afirmaciones
tidad de pertenencia, por su cultura y por que sostenían la ladinización inevitable de
su “sentido social de comunidad aislada” la población indígena. Esto dio un fuerte
y al ladino como “todo lo que no pertenece impulso a las políticas estatales de inte-
a las culturas indias”, como un concepto gración, en su dimensión cultural, política
que definía el proceso de aculturación en y económica. Asediados por la ideología
Guatemala. A su juicio, el proceso de mes- anticomunista, como ya hemos señalado,
tizaje y de aculturación eran parte de una a medida que se fueron gestando las or-
evolución incontrovertible y constituían el ganizaciones guerrilleras y desarrollando
hecho más importante para la integración la lucha armada durante las décadas de
de la población, ya que no solo favorecía 1960 y 1970, los programas de integra-
“la mezcla biológica sino la formación y la ción indígena comenzaron a ser parte de
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conciencia de la nacionalidad”.87 las medidas de contrainsurgencia bajo


La introducción del integracionismo los programas de desarrollo.
había sido favorecida por la influencia de
la antropología funcionalista y culturalis-
El marxismo
ta estadounidense en Antonio Goubaud
Carrera88, quien junto a David Vela creó Durante la década de 1960, mientras que
el Instituto Indigenista Nacional. 89 Del la opción no armada volvió a deshacerse
campo antropológico también provenía como instrumento para el cambio social
Richard Adams, quién abordó el estudio con el golpe militar de 1963 y el pacto con
del “ladino” y el tránsito del indio hacia el los militares del presidente Julio César
mismo. A su juicio, como el ladino crecía Méndez Montenegro, y la opción armada
con mayor rapidez, no transcurriría “mu- sufrió reveses con la desarticulación y de-
cho tiempo antes de que la población rrota de los emprendimientos guerrilleros
india disminuya en números absolutos y del Oriente, se desarrollaron procesos
que, cuando llegue ese momento, pro- de modernización conservadora en los
bablemente disminuya con rapidez su pueblos del Altiplano. La intelectualidad
resistencia a adoptar los usos y las cos- de la izquierda guatemalteca debía “re-
tumbres de los ladinos, por lo que Gua- descubrir” a la sociedad indígena. Esto
temala dejará de ser una nación con dos impuso una relectura de los problemas
culturas”. 90 Para todos ellos, la barrera sociales del país. Ideas como antiimpe-
real para la asimilación de los indígenas rialismo, marxismo, dependentismo y co-
era el aislamiento de las comunidades in- lonialismo interno, llegaron a hibridarse
dígenas de Guatemala.91 dando formas muy novedosas de pensar
Pero esta perspectiva comunitaria re- la realidad social. A nuestro juicio, los me-
mitía a imágenes de un Estado débil, falta jores exponentes fueron Carlos Guzmán

87
Mario Monteforte Toledo, Guatemala. Monografía sociológica, México, UNAM, 1965 [1959], pp. 90, 111.
88
Antonio Goubaud Carrera fue un antropólogo guatemalteco muy destacado que se formó en Estados Unidos con
expertos de la antropología funcionalista. Integró el Consejo Editorial de la Revista de Guatemala fundada y dirigida
por Luis Cardoza y Aragón. En 1949 se hizo cargo de la representación diplomática en Estados Unidos como em-
bajador extraordinario y plenipotenciario de Guatemala. En 1951 renunció a ese cargo y a los siete días se suicidó.
89
José Emilio Ordóñez Cifuentes, ob. cit., pág. 238; Carol Smith, “Interpretaciones norteamericanas sobre la raza y el
racismo en Guatemala”, en Clara Bianchi, Charles Hale y Gustavo Palma Murga, ¿Racismo en Guatemala? Abrien-
do el debate sobre un tema tabú, Guatemala, AVANCSO, 1999, pág. 99.
90
José Emilio Ordóñez Cifuentes, ob. cit., pág. 244.
91
Carol Smith, ob. cit., pág. 104.
Racismo y genocidio en Guatemala: una mirada de larga duración (1851-1990) 75

Böckler92 y Severo Martínez Peláez.93 En- por encuadrarse en una relación colonial
tre ambas perspectivas se dio una aca- o de dependencia, tenía un contenido ra-
lorada polémica. En la Universidad de cial. La emancipación, entonces, debía
San Carlos llegaron a ponerse rótulos: los provenir de la ruptura de la dominación
bocklerianos y los severianos. por la afirmación absoluta del ser históri-
Carlos Guzmán Böckler junto a Jean- co dominado, de la toma de conciencia
Loup Herbert publicaron Guatemala: una del antagonismo y del racismo. El incla-
interpretación histórico-social en 1970, sificable “indio” de los ortodoxos marxis-
obra en la que problematizaron, por pri- tas, sometido, desconocido, colonizado y
mera vez, la cuestión del racismo y del explotado, era el único que podía librar la
colonialismo interno en el país. Según los contienda fuera del sistema.
autores, el antagonismo entre los grupos Estos planteamientos polemizaron con
ladino e indígena constituía la determina- el historiador Severo Martínez Peláez,
ción primera de la estructura social gua- quien desde una perspectiva más orto-
temalteca y se ligaba a la intensidad de doxa del marxismo, había publicado casi

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la dominación exterior (conquista, colo- en paralelo La patria del criollo. A juicio de
nización, imperialismo, neocolonialismo) Martínez Peláez, el problema del indio se
constituyendo, además, una relación de explicaba en la “historia de aquellos fac-
clase. Tras cuatro siglos y medio desde la tores que durante siglos han bloqueado
conquista, consideraban que el indio ha- el desarrollo de [sus] facultades físicas o
bía resistido a su destrucción, “defiende intelectuales (…), encerrándolo en una si-
su identidad amenazada, afirma su soli- tuación de esclavo, de siervo, o de traba-
daridad, se rebela contra el trauma de la jador asalariado semiservil”.95 Se trataba
colonización. Al contrario y paralelamente, de los factores económicos (explotación,
el ladino niega y discrimina a la mayoría, pobreza, fatiga), de los derivados de los
convirtiéndose en un intermediario eco- económicos (hambre, debilidad, enfer-
nómico y cultural de las sucesivas metró- medad, ausencia de medios para evitar-
polis”.94 En ese violento antagonismo se la y combatirla) y de los que han existido
había forjado la nación guatemalteca. Los en función de los económicos (coerción,
autores entendían que la clase “indíge- terror, superstición, aislamiento cultural).
na”, por ser la clase más explotada y más Estos factores, que habían convertido al
resistente, era la llamada a “profundizar nativo en el indio colonial, se hallaban “en
el movimiento de liberación y revolución” la reducción de indios, en el régimen de
en marcha. Ellos consideraron que el an- pueblos, en el repartimiento, en la extor-
tagonismo objetivo, de clases sociales, sión del trabajo por tarea”.96 El historiador

92
Carlos Guzmán Böckler fue un intelectual guatemalteco, pieza central en la institucionalización de las ciencias so-
ciales en el país. Una entrevista al mismo, en la que relata su biografía, está próxima a publicarse: Julieta Rostica,
“Carlos Guzmán Böckler. Finura y osadía en la interpretación de la cara oculta de Guatemala”, en Yamandú Acosta
et al. (comp.), América Latina piensa América Latina, Buenos Aires, CLACSO, en prensa.
93
Severo Martínez Peláez fue un destacado historiador, catedrático de la Universidad de San Carlos, miembro del
Partido Guatemalteco del Trabajo. La obra que aquí trabajamos es considerada parte aguas de la historiografía
guatemalteca al ser la que inaugura el ejercicio de historiar en una actividad crítica y desembarazada del rol que
había tenido hasta el momento la disciplina: constituirse en un discurso ideológico de legitimación de los regíme-
nes de turno. En rigor, fue la primera obra historiográfica producto del proceso de radicalización de los intelec-
tuales tras la contrarrevolución de 1954. Para valorar el lugar que ocupa en la historiografía guatemalteca véase
José Edgardo Cal Montoya, “La historiografía guatemalteca hasta Severo Martínez Peláez: trazos iniciales para un
debate”, en Caleidoscopio, Revista de Ciencias Sociales y Humanidades, num. 22, 2007, pp. 27-69. Véase también
W. George Lovell y Christopher Lutz, Historia sin máscara, Guatemala, CEUR/FLACSO, 2009.
94
Carlos Guzmán Böckler y Jean-Loup Herbert, Guatemala: una interpretación histórico-social, México, Siglo XXI,
1970, pág. 56.
95
Severo Martínez Peláez, La patria del criollo, México DF, Ediciones en Marcha, 1994, pág. 566.
96
Ibíd., pág. 515.
76 Julieta Rostica

consideraba que el problema del indio te- grupos fueron estereotipados, valorados
nía su verdadera fuente en la opresión, es y jerarquizados. Los intelectuales se con-
decir, en la transformación de los “natura- sideraban parte del grupo no-indio y se
les” en la clase social de indios siervos.97 atribuían más posibilidades de encauzar
La pervivencia a lo largo de siglos de la lucha por la liberación. La revista Ale-
estos factores de opresión era lo que im- ro constituyó un vehículo socializador del
pedía resolver en el presente el problema imaginario de la nación dicotómica y de
del indio. Él concluía que en Guatemala que eso constituía un problema a resolver
había “indios siervos” porque la estructu- por la vía de la revolución violenta para
ra socioeconómica colonial –de carácter alcanzar la nación homogénea. Marco
feudal– no había sido aún revolucionada. Antonio Flores decía:
Tras cuatro siglos de servidumbre, el tra-
bajador permanecía en el nivel miserable —
de un siervo colonial: “una pobreza de El país fue dividido en dos mundos: el indígena
siglos, una ignorancia plagada de su- y el ladino; ambos sometidos a la presión de
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persticiones, un profundo escepticismo una realidad que los ha enajenado. Al indíge-


respecto de las iniciativas de rebeldía”.98 na lo ha ensimismado, silenciado, lo ha llevado
La revolución en Guatemala, como con- a refugiarse en un mundo mítico, místico y al-
cohólico en el que el presentimiento de lo fatal
secuencia, tendría como correlato la des-
predomina.100
aparición del indio y debía orientarse ha-
cia la supresión de la cultura (las lenguas
indígenas y la indumentaria, por ejemplo), El mismo Severow Martínez Peláez:
las costumbres y la mentalidad del indio
porque eran parte de la opresión y del Todo ello mantuvo a los indios sumidos en una
espantosa pobreza, que por supuesto impli-
siervo colonial.99
caba ignorancia, idiotismo, y profundos sen-
No toda la intelectualidad de izquierda timientos de inferioridad unidos a un odio de
reflexionaba sobre la problemática del ra- clase gigantesco y justificado. El conjunto de
cismo. Un rápido repaso por los conteni- realizaciones y creencias de aquella clase so-
dos de la revista Alero que publicó la Uni- cial, lo que llamamos su cultura, tenía que ser
versidad de San Carlos entre 1970 y 1980 testimonio de la opresión: fue y sigue siendo
y reunió a los intelectuales críticos de una cultura pobre.101
Guatemala, ilustra cómo la dicotomía in- —
dio-ladino fue escasamente cuestionada
y cómo muchos intelectuales ayudaron a Los diferentes planteamientos sobre el
reproducir la construcción de ese imagi- “problema social del indio” fueron parte
nario social. En muchísimos artículos de de la autocrítica de la izquierda guate-
la revista, la sociedad fue clasificada en malteca y signaron las características de
dos grupos con atributos étnicos y cultu- las organizaciones revolucionarias que se
rales diferentes. Los grupos, sus relacio- reorganizaron y refundaron en la década
nes y atributos fueron explicados históri- de 1970. Así, las ideas en torno al racismo
camente, pero no su construcción como fueron retomadas radicalmente en la Or-
imaginario o representación de la socie- ganización del Pueblo en Armas (ORPA),
dad. También, en no pocos casos, esos la cual salió a la luz pública en septiembre

97
Ibíd., pág. 568.
98
Ibíd., pág. 585.
99
Ibíd., pp. 594-618.
100
Marco Antonio Flores, “Una generación de poetas en el contexto de la violencia”, en Revista Alero, num. 2.3,
diciembre 1970, pág. 8.
101
Severo Martínez Peláez, “¿Qué es el indio?”, en Revista Alero, num. 1, julio-agosto 1973, pág. 40.
Racismo y genocidio en Guatemala: una mirada de larga duración (1851-1990) 77

de 1979. Su mentor, el comandante Gas- 1956, la resistencia cultural de los indíge-


par Ilom (Rodrigo Asturias), escribió dos nas era elevada por su aislamiento y su
largos y densos textos titulados Racismo atraso y, como consecuencia, las políti-
I y Racismo II, aún inéditos, a comienzos cas de integración debían ser graduales
de lesa década. Ideas más matizadas, en y lentas. Prevalecía el imaginario de una
cambio, se vieron en el EGP, que salió a nación no cohesionada, no unida, no inte-
la luz en junio de 1975. grada, lo que ponía en crisis y amenaza a
la misma nación. Mientras se iniciaron los
planes de acción cívica del ejército, los
Representaciones, prácticas intelectuales de izquierda construyeron la
y discursos, el fantasma de la figura de un indio irredento que esperaba
guerra de castas y la violencia o sería sujeto de la revolución y las orga-
nizaciones revolucionarias comenzaron
La división de la sociedad en grupos, una larguísima implantación en las zonas
llámense razas o etnias, por supuestas del altiplano llamando a una guerra popu-

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diferencias biológicas y/o culturales y su lar revolucionaria.
reducción a dicotomías típicas, constituye No es casual que en febrero de 1980,
una abstracción y una construcción de la el periódico oficial del gobierno haya
realidad social. Hemos visto cómo el bi- señalado la “fuerte incidencia” que te-
nomio indígena/ladino se constituyó y se nía la Universidad de San Carlos “en el
reorganizó como descriptor de las rela- brote subversivo que vive el país”. 103 El
ciones sociales en Guatemala y también vicepresidente Francisco Villagrán Kra-
cómo esa clasificación siempre estuvo a mer responsabilizó del mismo al Partido
un paso de la valoración y jerarquización. Guatemalteco del Trabajo y señaló que
Los prejuicios y estereotipos acompaña- el área preferida del partido en la Univer-
ron las diferentes representaciones de la sidad era “la relación entre dominantes y
dicotomía a lo largo de la historia de di- dominados (amos y siervos) entre ladinos
cho país. e indígenas y la necesidad de impulsar
Si realizamos una cronología de las re- el enfrentamiento entre ambos sectores
presentaciones de los intelectuales que para superar la relación.”104 Volvemos al
hemos estado mencionando en el apar- comienzo: esta representación del peligro
tado anterior y las observamos compa- es lo que prima para poder comprender
rativamente, podemos ver cómo se fue la represión desencadenada.
transitando del imaginario de un indio re- La lógica de la diferenciación se impu-
dimido, a la de un indio redimible, para fi- so por sobre la lógica de la inferiorización
nalmente llegar a la representación de un en los contextos de crisis, constituyendo
indio irredento. Si para los intelectuales al indio en una potencial amenaza, favo-
de la generación de la década de 1920, reciendo las soluciones por la violencia
el indio representaba “la penuria mental, y el exterminio de aquellos elementos
moral y material del país”, las “dos terce- incivilizados. Este imaginario se estable-
ras partes muertas para la vida inteligen- ció para quedarse tras la crisis del con-
te”, un ser que había perdido su rebeldía senso liberal en la década de 1920 y la
y que degeneraba102, para los intelectua- ampliación de la ciudadanía en el período
les que integraban el Seminario de Inte- 1945-1954. A pesar de la retórica política
gración Social Guatemalteca, creado en a favor del indigenismo y la integración, la

102
Miguel Ángel Asturias, ob. cit., pág. 54.
103
Diario de Centro América, Guatemala, 6 de febrero de 1980.
104
Francisco Villagrán Kramer, ob. cit., pág. 207.
78 Julieta Rostica

creencia persistente en que los fracasos a todos cuando mataron a trece adultos y
de esas políticas de Estado se debían a a un niño en una sublevación en supues-
la culpa de un indio que difícilmente podía to apoyo del ex-dictador Federico Ponce
dejar de serlo por su naturaleza rebelde e Vaides. Este constituye el último motín de
irredimible, implicaba un límite por defini- indios que se registra en Guatemala. 106
ción a toda política institucional a favor de Frente a ese gran miedo, el ejército los
la inclusión. reprimió dejando un saldo de trescientos
Si bien la geografía de la violencia se indígenas asesinados y docenas de de-
corresponde con las áreas de presencia tenidos.107 En ese mismo año, también,
guerrillera, la opción por la lucha armada dio comienzo un proceso revoluciona-
no explica el tipo de violencia específica rio que terminó derribado en 1954. Las
desplegada desde 1978 por agentes es- transformaciones producidas durante esa
tatales, porque los intentos guerrilleros década habían permitido a un porcentaje
fueron previos, datan de 1962. La institu- importante de la población guatemalteca
cionalización de la autonomía corporativa acceder a los derechos civiles, políticos
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de los militares (1945) y su adscripción y sociales, experimentar el régimen de-


a la doctrina de las fronteras ideológicas mocrático y adquirir una parcela de tierra
y guerra interna (1954-1956) fueron an- junto a los medios de producción necesa-
teriores a la existencia de guerrilleros o rios para su subsistencia. Tras el golpe de
combatientes armados. Si bien la guerrilla Estado de 1954, se anuló la Constitución
fue militarmente derrotada alrededor de de 1945, la reforma agraria arbencista y
1982105, la violencia estatal genocida se se socavó la movilización campesina que
perpetuó hasta 1989, con la última ofen- la había llevado a cabo. Durante los dos
siva hacia los desplazados internos. El primeros meses que siguieron al golpe
genocidio se corresponde mejor con la de Estado de 1954, se calcula que hubo
visibilización de la participación indígena- entre dos mil y cinco mil ejecuciones, fun-
campesina en los movimientos de masas damentalmente de indígenas campesi-
de características insurreccionales y su nos que habían sido beneficiados por la
articulación con un viejo temor a la guerra reforma agraria.108
de castas generado por el racismo deci- En la actualidad nadie objeta que el
monónico al cual hemos hecho referencia año 1954 representa una nueva bisagra
a lo largo del artículo. en la historia reciente del país. Conden-
El año 1944 había constituido un par- só el fracaso de la resolución de la crisis
teaguas en la historia de Guatemala. En del Estado oligárquico; de la revolución
octubre de ese año, dos días después de por etapas; de la transformación de la
la caída del sucesor de Jorge Ubico, en estructura social, pero también de la vía
Patzicía, los ladinos creyeron que los indí- no armada para el cambio social. Desde
genas se habían propuesto masacrarlos entonces se abrió un largo proceso de

105
Hay un debate al respecto, pues en enero de 1982 recién se habían unido las guerrillas en la Unión Revolucionaria
Nacional Guatemalteca y declarado la guerra popular revolucionaria. Sin embargo, la contraofensiva del ejército
bajo el plan de campaña Victoria 82 y Firmeza 83 fue tan intensa en el altiplano, que muchos sostienen que en ese
momento la guerrilla se vio obligada a replegarse y limitarse a colaborar con las Comunidades de Población en
Resistencia. Muchos líderes guerrilleros, embebidos de un triunfalismo palaciego, no lograron verlo.
106
Manolo Vela, “De los motines de indios a la rebelión. Guatemala, 1820-1980”, en Masas, armas y élites. Guatemala,
1820-1982, Guatemala, FLACSO, 2008, pp. 47-89.
107
Richard Adams, “De la hegemonía a la antihegemonía. Racismo y antropología estadounidense en Guatemala”,
en Clara Bianchi, Charles Hale y Gustavo Palma Murga, ¿Racismo en Guatemala? Abriendo el debate sobre un
tema tabú, Guatemala, AVANCSO, 1999 y Charles Hale, Más que un indio, Guatemala, AVANCSO, 2007, pp. 62-65.
108
Carlos Figueroa Ibarra, “Cultura de terror y guerra fría en Guatemala”, en Daniel Feierstein y Guillermo Levy
(comp.), Hasta que la muerte nos separe: poder y prácticas sociales genocidas en América Latina, La Plata, Edi-
ciones al Margen, 2004, pp. 121-122.
Racismo y genocidio en Guatemala: una mirada de larga duración (1851-1990) 79

luchas sociopolíticas frustradas en torno argumentar señaló que el racismo fue un


a la democratización, de la mano de una componente ideológico que caracterizó
modernización económica lenta y conser- de manera específica al orden social y
vadora dirigida por una alianza entre éli- político, y que este fue un principio que
tes militares y económicas y partidos polí- modeló los discursos, prácticas y repre-
ticos de ultraderecha. Mientras que algu- sentaciones que dieron sentido a la prác-
nos derechos de ciudadanía se mantuvie- tica social y política genocida.
ron e incluso se ampliaron nominalmente No hemos realizado entrevistas a los
durante las décadas siguientes, como el perpetradores del genocidio. El mismo
sufragio universal que se estableció en Manolo Vela, quien sí lo hizo, esgrime
1965, bajo gobiernos electos y constitu- que es “imposible descubrir qué real-
cionales (salvo dos períodos durante los mente motivaba a los soldados, qué era
cuales gobernaron las Fuerzas Armadas: lo que pasaba por su mentes en medio
1963-1966 y 1982-1985), se violaron sis- de las masacres”. 111 Tal vez debamos
temáticamente por prácticas antidemo- volver en este momento a los clásicos de

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cráticas y represivas.109 la sociología. El “motivo” es el fundamen-
Durante la década de 1960 hasta 1973, to con sentido de una conducta determi-
la prosperidad económica había acompa- nada para el actor o para el observador.
ñado un proceso de cambio social, polí- Sin embargo, por las características de
tico, religioso, cultural, inclusive econó- los genocidios, las motivaciones, valo-
mico, en la sociedad rural que favoreció res y fines últimos que parecen orientar
el desarrollo de un vigoroso movimiento las acciones no son asequibles de forma
indígena campesino nucleado en el Co- directa o con plena evidencia. Esto tiene
mité de Unidad Campesina.110 Hacia fines que ver con las dificultades de compren-
de la década de 1970, este coincidió con derlos de forma endopática al alejarse
el nuevo movimiento guerrillero, que des- radicalmente de las valoraciones últimas
de inicios de la década había cambiado de quienes procuramos investigarlos
sus estrategias revolucionarias: se había para evidenciar las causas que los gene-
asentado en el altiplano, apostaba a la ran. Bajo circunstancias como estas, We-
guerra popular revolucionaria y conside- ber realiza una sugerencia que haremos
raba a las masas indígenas como una nuestra:
pieza clave de la insurrección social. Se
creó, así, una situación revolucionaria. —
Este momento es el antecedente inme- Tenemos que contentarnos, según el caso, con
diato a la escalada represiva. su interpretación exclusivamente intelectual o,
El artículo se había planteado el objeti- en determinadas circunstancias –si bien esto
puede fallar–, con aceptar aquellos fines o va-
vo de ofrecer una explicación más, desde lores sencillamente como datos para tratar lue-
el campo de la sociología histórica, a esa go de hacernos comprensible el desarrollo de
forma específica de violencia política que la acción por ellos motivada por la mejor inter-
fue el genocidio guatemalteco de c. 1978- pretación intelectual posible o por un revivir sus
1990. Y la hipótesis que nos propusimos puntos de orientación lo más cercano posible.112

109
Edelberto Torres-Rivas, “Vida y muerte en Guatemala: reflexiones sobre la crisis y la violencia política”, Foro Inter-
nacional, 20, 4, 1980, pp. 549-574.
110
Arturo Arias, “Changing indian identity: Guatemala’s violent transition to modernity”, en Carol Smith (ed.), Guate-
malan indians and the state: 1540 to 1988, Austin, University of Texas Press, 1992; Greg Grandin, “To end with all
these evils: ethnic transformation and community mobilization in Guatemala’s western highlands, 1954-1980”, Latin
American Perspectives, vol. 24, num. 2, 1997, pp. 7-34.
111
Manolo Vela, Los pelotones de la muerte, pág. 198.
112
Max Weber, Economía y Sociedad, México, FCE, 1996, pp. 6-7.
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El abordaje del problema a través de la teniendo en cuenta las representaciones


sociología histórica, al anudar el estudio de la nación, las prácticas racistas, los
de las estructuras con el de la acción so- discursos sobre el indio, creemos que no
cial, creemos que nos brinda un marco es muy arriesgado afirmar que el racismo,
interpretativo interesante. Vela documen- como impulsor y organizador del miedo
tó las canciones que la tropa cantaba al levantamiento indígena contra los la-
cuando hacía ejercicios o marchaban, dinos, constituye un argumento racional
como parte de la vida militar. Una de ellas motivo del genocidio. Nos muestra que el
era: “Esta es la historia de don Pedro de racismo estructural actuó en la subjetivi-
Alvarado, mataba indios con el chile bien dad de los actores sociales y políticos a la
parado”.113 Visto en perspectiva histórica, hora del genocidio.—
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113
Manolo Vela, ob. cit., pág. 197.

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