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Paradigmas de identidad
Algunos analistas consideran que la moda identitaria consti- identidad, según la cual ésta se define como un conjunto de propie-
tuye la prolongación del fenómeno de exaltación de la diferencia que dades y atributos específicos y estables, considerados como consti-
emerge en los años setenta y que ha sido orquestada por ideologías tutivos de entidades que se mantienen constantes y sin mayores
muy diversas e incluso contrapuestas como las que predican la variaciones a través del tiempo.
apología de la sociedad multicultural y las que, por el contrario, Nosotros añadiremos que la noción de identidad es también una
proclaman el "cada quien con su identidad, pero en su propia casa" noción p o l í t i c a m e n t e peligrosa, por su aptitud para integrar mitos
(Cuche, 1996: 83). Otros analistas amplían la perspectiva y conside- políticos con fuertes resonancias pasionales, como en el caso de
ran que la exaltación moderna de la diferencia -particularmente de los nacionalismos que proclaman el principio "un Estado, una na-
las diferencias subnacionales- debe interpretarse como efecto del ción, una cultura", de los etnonacionalismos que desembocan en
debilitamiento del modelo del Estado-nación, por una parte, y por la lógica de la "limpieza étnica", y del racismo disfrazado bajo la
otra como reacción a la creciente integración política supranacional reivindicación del "derecho a la diferencia, pero cada quien en su
y a la mundialización de la economía. Se trataría, entonces, de un propia casa" (Taguieff, 1986: 91 y ss.).
reflejo de autodefensa y de una especie de antídoto frente a los pro- Pero, pese a todo, sigue siendo un concepto imprescindible en
cesos de globalización. las ciencias sociales por su poder heurístico, analítico y desmistifica-
dor. Por ejemplo, no podríamos comprender ni mucho menos expli-
En diferentes puntos del planeta, los movimientos de minorías
car las acciones y las interacciones sociales -es decir, el conjunto
étnicas o lingüísticas han suscitado interrogaciones e investi-
de la d i n á m i c a s o c i a l - sin elaborar enunciados implícitos o explí-
gaciones sobre la persistencia y el desarrollo de las identidades
citos acerca de la identidad de los actores en ellas implicados
culturales. Algunos de estos movimientos son muy antiguos
(Pizzorno, 1989: 161-183).' Bajo este aspecto p o d r í a m o s afirmar
(piénsese, por ejemplo, en los kurdos). Pero sólo han llegado a
que la teoría de la identidad no es más que una extensión de la teo-
imponerse en el campo de la problemática de las ciencias socia-
ría del actor y de la acción social, y que, por lo mismo, es indisocia-
les en cierto momento de su dinamismo que coincide, por cier-
ble de lo que algunos autores han llamado "retorno del sujeto" en
to, con la crisis del E s t a d o - n a c i ó n y de su soberanía atacada
las ciencias sociales (Touraine, 1984). De a q u í la importancia y la
s i m u l t á n e a m e n t e desde arriba (el poder de las firmas multina-
urgencia de rescatar este concepto de los t e n t á c u l o s del sentido
cionales y la dominación hegemónica de las grandes potencias)
c o m ú n , para conservar todo su poder analítico y hacer un uso res-
y desde abajo (las reivindicaciones regionalistas y los particu-
ponsable de sus innegables connotaciones humanistas.
larismos culturales) (Lapierre, 1984: 197).
En segundo lugar, se echa de ver que, como dice Balibar, la A h o r a bien, la mayor o menor legitimidad de uno u otro polo,
identidad sólo existe en y para sujetos, en y para actores sociales; es decir, la prevalencia de la autoafirmación o de la asignación, de-
y que su lugar propio es la relación social, es decir, la relación entre pende de la correlación de fuerzas entre los grupos o actores so-
los grupos sociales. Por lo tanto, no existe identidad en sí ni para 2
Un caso particularmente c l a r o de este segundo tipo de identidades puede encontrar-
sí, sino sólo en relación con "alter". C o n otras palabras, la identidad se en F r i e d l a n d e r , 1977.
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ciales en contacto. En efecto, la identidad es un objeto de disputa una serie de reglamentos y controles. Incluso se puede decir que
en las luchas sociales por la " c l a s i f i c a c i ó n l e g í t i m a " , y no todos el Estado tiene una verdadera obsesión por el control de la identidad
los grupos tienen el mismo poder de identificación. Porque, como de sus ciudadanos, llegando en ocasiones a fabricar documentos de
explica Bourdieu en un artículo clásico (1980: 63-72), sólo los que identidad infalsificabies. Lo malo está en que el Estado tiende a la
disponen de autoridad legítima, es decir, de la autoridad que con- mono-identificación, sea porque reconoce una sola identidad cultu-
fiere el poder, pueden imponer la definición de sí mismos y la de ral legítima para sus ciudadanos de derecho pleno, sea porque tien-
los demás. Sólo ellos tienen el poder de hacer o deshacer grupos. Es de a aplicar etiquetas reductivas a las minorías y a los extranjeros
así como, en los E E . U U . , por ejemplo, el grupo dominante de los que habitan en su territorio.
White Anglo-Saxon Protestant (WASP), clasifica a los d e m á s esta- El ascenso de las reivindicaciones identitarias subnacionales
que se observa en muchos estados c o n t e m p o r á n e o s puede interpre-
dounidenses en la categoría de "grupos étnicos" o en la de "grupos
tarse como una consecuencia de la centralización y burocratización
raciales". A la primera pertenecen los descendientes de inmigran-
del poder. Todo el esfuerzo de los grupos minoritarios se orienta, no
tes europeos no WASP; a la segunda los estadounidenses llamados
tanto a reapropiarse una identidad que frecuentemente es la que
"de color" (negros, chinos, japoneses, puertorriqueños, mexicanos).
les ha sido otorgado por el grupo dominante, sino a reapropiarse los
medios para definir por sí mismos y según sus propios criterios su
Según esta definición las etnias son los otros, es decir, los que
identidad. Con otras palabras, se esfuerzan por transformar la hete-
se d e s v í a n de una manera u otra de la referencia identitaria
ro-identidad, que frecuentemente es una identidad negativa, en
americana. E n cuanto a los WASP, escapan, por una especie de
identidad positiva.
truco de la magia social, a esta identificación étnica y racial.
Hemos presentado aquí una c o n c e p c i ó n relacional y situacio-
E l l o s se colocan fuera de toda clasificación (fuera de cate-
nal de la identidad, que está muy lejos de la intuición sustancialista
goría), porque evidentemente se consideran muy por encima
del sentido c o m ú n . Se trata de una verdadera inversión de pers-
de los clasificados (Cuche, 1996: 88-89). 3
• Por último, la identidad se construye y se reconstruye cons- la identidad se nos a p a r e c í a como distinguibilidad y diferencia
tantemente en el seno de los intercambios sociales; por eso el en contextos relaciónales, ahora se nos presenta (tautológicamente)
centro del análisis de los procesos identitarios es la relación como igualdad o coincidencia consigo mismo. De aquí derivan la
social. relativa estabilidad y consistencia que suelen asociarse a la identi-
dad, así como también la atribución de responsibilidad a los acto-
res sociales y la relativa previsibilidad de los comportamientos. 5
determinado?
constancia sustancial. Hemos de decir entonces que es m á s bien
la dialéctica entre permanencia y cambio, entre continuidad y dis-
LA IDENTIDAD COMO PERSISTENCIA continuidad, la que caracteriza por igual a las identidades personales
E N E L TIEMPO y a las colectivas. Estas se mantienen y duran adaptándose al entor-
no y recomponiéndose incesantemente, sin dejar de ser las mismas.
OTRA CARACTERÍSTICA fundamental de la identidad -sea ésta perso- Se trata de un proceso siempre abierto y, por ende, nunca definitivo
nal o colectiva- es su capacidad de perdurar -aunque sea imagina- ni acabado.
riamente- en el tiempo y en el espacio. Es decir que la identidad Debe situarse en esta perspectiva la tesis de Fredrik Barth (1976)
implica la percepción de ser idéntico a sí mismo a través del tiempo, según la cual la identidad se define primariamente por la conti-
del espacio y de la diversidad de las situaciones. Si anteriormente
5
Desde esta perspectiva constituye una contradictio in tenninis la idea de una iden-
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D i c h o de otro m o d o : la diferencia identitaria no es consecuencia directa de la diferen- tidad c a l e i d o s c o p i c a , fragmentada y e f í m e r a que sería propia de la "sociedad posmoderna"
c i a cultural observable desde el exterior. " U n a cultura particular no produce por sí m i s m a una s e g ú n el discurso especulativo de ciertos f i l ó s o f o s y ensayistas.
identidad d i f e r e n c i a d a : é s t a s ó l o puede resultar de las interacciones entre grupos y de los
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Incluso esta e x p r e s i ó n resulta t o d a v í a inexacta. H a b r í a que hablar m á s bien de proceso
p r o c e d i m i e n t o s de d i f e r e n c i a c i ó n que é s t o s ponen en j u e g o en sus r e l a c i o n e s " ( C u c h e , d i n á m i c o , ya que nuestra b i o g r a f í a , por ejemplo, es m á s bien un proceso c í c l i c o , no s e g ú n
1996: 87). un m o d e l o e v o l u t i v o y l i n e a l s i n o s e g ú n una d i a l é c t i c a de r e c o m p o s i c i o n e s y rupturas.
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re a los d e m á s sujetos que constituyen su contraparte en el proceso identidad genera frustración, desmoralización, complejo de inferio-
de interacción social. Y ello es así, en primer lugar, porque "aun ridad, insatisfacción y crisis.
inconscientemente, la identidad es el valor central en torno al cual
cada individuo organiza su relación con el mundo y con los d e m á s
E S T R A T E G I A S IDENTITARIAS
sujetos (en este sentido, el «sí m i s m o » es necesariamente egocén-
trico)". Y en segundo lugar, DEJAMOS dicho más arriba que una de las características de la iden-
tidad es su plasticidad, es decir, su capacidad de variación, de rea-
porque las mismas nociones de diferenciación, de comparación
comodamiento, de modulación e incluso de manipulación.
y de distinción, inherentes [...] al concepto de identidad, impli-
Precisamente para subrayar esta característica algunos analistas
can l ó g i c a m e n t e como corolario la b ú s q u e d a de una valori-
han introducido el concepto de estrategia identitaria. En esta pers-
zación de sí mismo con respecto a los d e m á s . La valorización
pectiva, la identidad aparece como medio para alcanzar un fin. El
puede aparecer incluso como uno de los resortes fundamentales
concepto de estrategia indica también que los actores sociales dis-
de la vida social (aspecto que E. Goffman ha puesto en claro
ponen de cierto margen de maniobra, y que en función de su apre-
a través de la noción de face) (Lipiansky, 1992: 41).
c i a c i ó n de la s i t u a c i ó n utilizan de una manera e s t r a t é g i c a sus
recursos identitarios. Sin embargo, el concepto de "estrategia identi-
Concluyamos, entonces, que los actores sociales -sean éstos taria" no significa que los actores sociales son completamente libres
individuales o colectivos- tienden, en primera instancia, a valorar para definir su identidad según sus intereses materiales y simbóli-
positivamente su identidad, lo que tiene por consecuencia estimu- cos del momento. Las estrategias deben tomar en cuenta necesa-
lar la autoestima, la creatividad, el orgullo de pertenencia, la solida- riamente el marco estructural, la situación social, la correlación de
ridad grupal, la voluntad de a u t o n o m í a y la capacidad de resisten- fuerzas entre los grupos, las maniobras de los d e m á s , etcétera. En
cia contra la penetración excesiva de elementos exteriores. Pero 9
El carácter estratégico de la identidad nos permite comprender e m p e ñ a d o s en redefinir ¡a "identidad de g é n e r o " y el papel de la
ciertos fenómenos, como los de las resurgencias y recomposicio- mujer en la sociedad mexicana.
nes identitarias. Por ejemplo, cuando hablamos de "despertar de los Pero sin duda alguna, el problema principal ya tiene que ver
grupos i n d í g e n a s " en M é x i c o , no debemos pensar en una especie con el resurgimiento del movimiento indio que, esgrimiendo estra-
de resurrección de identidades indias por largo tiempo soterradas tégicamente los recursos de su identidad étnica frente a un Estado
o en estado de hibernación, sino en la reinvención estratégica, por excluyente y centralizador, no sólo ha logrado proyectar la cuestión
parte de dichos grupos, de una identidad colectiva en un contexto de ¡a autonomía indígena al primer plano de la escena política, sino
totalmente nuevo, como es el de un Estado neoliberal que los exclu- que ya ha obligado al propio Estado a redefinir la identidad nacio-
ye y margina en nombre de la modernidad. nal en t é r m i n o s multiculturales. Lo que quiere decir que quizás
A s í también, las sucesivas recomposiciones de la identidad de por primera vez en su historia, M é x i c o ha dejado de definirse, por
los haitianos inmigrados en Nueva York, estudiadas por Francoise lo menos en el plano jurídico y formal, como una "nación mestiza". 10
M o r i n (1990), tienen un significado estratégico. La primera oleada Por eso, y para dar mayor concreción a las reflexiones preceden-
de migrantes, constituida por la élite mulata, tiende a asimilarse a tes, nos proponemos ahora incursionar brevemente en el terreno
la nación americana, pero diferenciándose cuidadosamente de los de las identidades étnicas y sus conflictos.
negros de origen africano. Los contingentes de la segunda oleada, Carece de sentido, por supuesto, hablar de las identidades étni-
constituida por elementos de la clase media, se identifican como hai- cas en general. Las identidades étnicas remiten siempre, como toda
tianos, y para distinguirse de los negros hablan francés. Los de la identidad, a contextos histórica y socialmente específicos, y se pue-
tercera generación, compuesta mayoritariamente por j ó v e n e s , se de esperar razonablemente que variarán en cuanto a su composición
identifican g e n é r i c a m e n t e como caribeños para escapar al estigma y significado según los diferentes procesos de etnicización que le
de boat peaple y de portadores de SIDA asociado con los nuevos dieron origen. En lo que sigue nos referiremos exclusivamente a
inmigrados de Haití. las identidades de ios grupos i n d í g e n a s que habitan el territorio
mexicano y que son herederos de las "naciones originarias" (First
Nations) que podemos llamar mesoamericanas. C o m o sabemos,
I D E N T I D A D E S ÉTNICAS
el colonialismo español primero, y luego el Estado mexicano some-
SON MUCHOS los problemas identitarios que tendrá que afrontar tió a estas "naciones" a un proceso de extrema marginación en sus
México en los umbrales del segundo milenio. Podríamos señalar de propios territorios ancestrales. 11
paso la recomposición del campo religioso como consecuencia de la Según Fredrik Barth (1976), la etnicidad, que es un producto del
proliferación de nuevos movimientos portadores de nuevas iden- proceso de identificación, puede definirse como la organización
tidades religiosas que exigen reconocimiento; las migraciones ma- social de la diferencia cultural. Por lo tanto, lo que realmente impor-
sivas a través de la frontera norte con todas su implicaciones de acul- 10
V é a s e , a este respecto. la reforma al a r t í c u l o 4o. constitucional realizada hacia finales
turación y adaptación identitaria; la aparición en la escena política de 1990.
11
Para apreciar todo el d a ñ o i n f l i g i d o por el c o l o n i a l i s m o y la conquista a las " n a c i o -
de nuevos actores que pugnan por dotarse de una fisonomía propia
nes o r i g i n a r i a s " , basta considerar que A u s t r a l i a , C a n a d á y los E E . U U . ocupan, en conjun-
y de una identidad, como la llamada "sociedad c i v i l " , y miles de to, el 18 por c i e n t o de la s u p e r f i c i e terrestre, pero s ó l o el 6 por c i e n t o de la p o b l a c i ó n
organizaciones no gubernamentales (ONG) preocupadas por los de- m u n d i a l . Pero dentro de la p o b l a c i ó n total de estos tres p a í s e s , s ó l o el I por ciento está cons-
tituido por los habitantes o r i g i n a r i o s de la r e g i ó n , mientras que el 90 por ciento e s t á consti-
rechos humanos; y, en fin, la multiplicación de grupos feministas tuido p o r pobladores de o r i g e n europeo ( D o m i n e n , 1997: 95).
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GILBERTO GIMÉNEZ MONTIEL PARADIGMAS DE IDENTIDAD 51
ta para explicar la etnicidad no es tanto el contenido cultural de la • la valorización del propio sistema de parentesco como funda-
identidad, sino los mecanismos de interacción que, utilizado cierto mento primordial de su pertenencia grupal;
repertorio cultural de manera estratégica y selectiva, mantienen o • un complejo religioso-ritual que actualiza, reafirma y renueva
cuestionan las fronteras colectivas. la identidad del grupo, mediante la dramatización de su
Ahora bien, ¿cuál es ese repertorio cultural utilizado por los gru- visión del mundo, de la vida y de la muerte.
pos indígenas nacionales para reivindicar su dignidad y su autono-
mía frente al Estado y a los segmentos regionales de los grupos Existe un relativo consenso entre los autores acerca de la impor-
cultural y políticamente dominantes? tancia decisiva de la referencia a un común origen o a ancestros co-
La respuesta tendrá que ser en gran parte hipotética y conjetu- munes para la identidad étnica. Según George de Vos, por ejem-
ral, y se limitará a enumerar, con base en una especie de inducción plo, la identidad étnica es "una forma de pertenencia orientada
incompleta apoyada en las pocas exploraciones empíricas realizadas prevalentemente hacia el pasado" (1972: 437) que comporta "un
en nuestro país, algunos de sus componentes básicos, con plena
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todo, los trabajos ya citados de Miguel Alberto Bartolomé y A l i c i a Mabel Barabas (1996),
y de Miguel Alberto Bartolomé (1997). porque nunca es mera repetición del pasado en el presente, sino
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GILBERTO GIMÉNEZ MONTÍEL
filtro, redefinición y reelaboración permanentes del pasado en fun- como pocos los lazos entre identidad étnica y territorio. "Resulta
ción de las necesidades y desafíos del presente. Incluso pueden indudable - d i c e - que para los pueblos nativos el territorio represen-
existir "tradiciones inventadas", como dijera Hobsbawm (1983). ta un referente fundamental dentro del cual inscribir la identidad
Digamos entonces, en conclusión, que la tradición "es el conjunto colectiva, en la medida en que la ideología social se construye tam-
de representaciones, imágenes, saberes teóricos y prácticos, compor- bién en relación con un medio ambiente determinado" (1997: 86).
tamientos, actitudes, etcétera, que un grupo o una sociedad acepta Hemos dicho al comienzo de este apartado que las identidades
en nombre de la continuidad necesaria entre el pasado y el presen- é t n i c a s comparten con las identidades nacionales la referencia
te" (Hervieu-Léger, 1993: 127). a un territorio pletórico de s í m b o l o s . Pero existe, como también
Así entendida, la tradición d e s e m p e ñ a un papel estratégico en dejamos dicho, una diferencia fundamental. En el caso de la iden-
la definición de la identidad étnica, debido a su carácter englobante tidad nacional, dicha referencia implica apropiación y posesión
y abarcador. En efecto, todos los d e m á s elementos que enumera- pacíficas. Pero en el caso de la identidad étnica la referencia al terri-
remos a continuación pueden interpretarse como elementos de los torio es frecuentemente una referencia reivindicativa y nostálgica,
tradita. porque es la referencia a un bien preciado del cual ha sido despo-
jado física o s i m b ó l i c a m e n t e .
Las identidades étnicas que estamos considerando comparten
con las identidades nacionales la referencia a un territorio conside- También la relación con la lengua nativa -que puede ser una
rado no tanto bajo el ángulo utilitario o instrumental, sino principal- variante dialectal o un sociolecto- parece ser un componente deci-
mente bajo el á n g u l o s i m b ó l i c o - c u l t u r a l . Se trata de territorios- sivo de las identidades étnicas. En efecto, sabemos desde Sapir-
signos que se consideran también como una herencia común, como Worf que la lengua no es sólo un medio de comunicación, sino tam-
la tierra de los padres y de los antepasados "con relación a los bién un "sistema modelante" que propone "modelos del mundo", y
cuales todos se sienten y se comportan como descendientes genui- una especie de c ó d i g o que compendia la visión del mundo de una
nos y como hermanos de sangre" (Tonnies, citado por P o l l i n i , colectividad.
1987: 201). Se trata, bajo otro aspecto, de un territorio modelado por A d e m á s , corno dice Anderson, el lenguaje exhibe por sí mismo
el trabajo de muchas generaciones y que, por lo mismo, funciona un aura de primordialidad o una connotación ancestral que lo enla-
como vínculo material entre las generaciones de pasado y las del zan con el mito de los orígenes, con la vida y con la muerte. Y en
presente. Por último, el territorio se considera como espacio de ins- algunas de sus concreciones - c o m o la poesía y el canto- llega a
cripción de la memoria colectiva, como soporte material de la vida actualizar en forma a la vez sensible y extremadamente emotiva
comunitaria y como referente s i m b ó l i c o de la identidad colectiva. la c o m u n i ó n entre los miembros del grupo. "A través del lenguaje
En el caso límite funciona como "territorio sagrado", es decir, como aprendido sobre las rodillas de nuestra madre, lenguaje del que nos
"un espacio de c o m u n i ó n con un conjunto de signos y valores" separamos sólo en el sepulcro, el pasado es reconstituido, una mem-
(Bonnemaison, 1981: 257). brecía es imaginada y un futuro es s o ñ a d o " (1983: 40).
También el lenguaje es considerado como herencia de los ante-
En conclusión, la "topofilia" bajo su modalidad de apego a un
pasados de la comunidad y, por lo tanto, está estrechamente ligado
territorio ancestral, parece ser un componente fundamental de la
con la tradición (Rocher, 1972: 103-104).
identidad étnica. A s í lo afirman un número creciente de sociólogos
y antropólogos, como Jean-Michel Hoerner (1996: 43 y ss.) y, nue- Por todo lo dicho, la pérdida de la lengua nativa -frecuentemen-
vamente entre nosotros, M i g u e l Alberto B a r t o l o m é quien percibió te fomentada por un sistema escolar que impone la castellaniza-
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G I L B E R T O GIMÉNEZ M O N T I E L
ción compulsiva y la inferiorización concomitante de las lenguas 221 y ss.), pero a q u í nos limitaremos a señalar su función identi-
i n d í g e n a s - suele ser uno de los primeros signos de erosión de la ficadora.
identidad étnica y de su cultura. "Se podría proponer que una ten- Dentro de las comunidades indígenas, el santo patrono consitu-
dencia generalizada es que el reemplazo lingüístico esté acom- ye siempre la base de la organización social y del consenso simbó-
pañado por el renunciamiento étnico", dice Miguel Ángel Bartolomé lico, en cuanto se lo considera no sólo como el protector y el abo-
(1997: 83). gado local, sino sobre todo como centro de convergencia de todas
las relaciones sociales, principio vital de la comunidad y elemento
La valorización del parentesco y, particularmente, de la fami-
clave de su identidad. C o m o los "dioses abogados" del pasado pre-
lia, parece ser otra de las marcas distintivas de la identidad étnica.
hispánico ( L ó p e z Austin, 1973: 69), el santo patrono es el "corazón
No hay que olvidar que la pertenencia étnica -que no es volun-
del pueblo" y resume en sí mismo - p o r s i n é c d o q u e o metonimia-
taria- se adquiere fundamentalmente por nacimiento, es decir, a
su identidad histórica, su realidad presente y su destino.
través de la inserción en una familia y, por lo tanto, en un sistema de
Por eso no hay peor ofensa para una comunidad que un atenta-
parentesco.
do -bajo cualquiera de sus formas posibles- contra la imagen del
Es sobre todo aquí donde son pertinentes, a mi modo de ver,
santo patrono. 14
El modo de exposición hasta aquí elegido pudiera provocar la de la interferencia de subidentidades internas como son la
impresión de que las identidas étnicas son hasta cierto punto inamo- identidad de genero y la de clases. Así, algunos estudios femi-
vibles, excluyentes y h o m o g é n e a s . Por lo que se impone concluir nistas sobre la identidad de las mujeres afroamericanas han
este apartado con algunas puntualizaciones adicionales. demostrado la m e m b r e c í a dual de estas últimas: por un lado se
sienten miembros de su in-group étnico, pero por otro también
• Como toda identidad, las identidades étnicas son el resultado del out-group de las mujeres oprimidas. Por eso, a veces se
de una construcción en el tiempo; su contenido puede variar sienten m á s solidarias con los hombres de su raza, pero otras
en cuanto a la jerarquización y la relevancia relativa de sus com- veces se sienten m á s solidarias con las mujeres euroamerica-
ponentes; sólo pueden perdurar adaptándose, r e c o m p o n i é n d o - nas organizadas en grupos feministas. Otros autores han puesto
se y redefiniéndose permanentemente a su entorno; y son sus- de manifiesto ciertos conflictos aparentemente é t n i c o s que
ceptibles no sólo de transformación adaptativa, sino también de en realidad encubren conflictos de clase (Thompson, 1989). En
alteración cualitativa. Así, por ejemplo, Miguel Alberto Bar- nuestro país, la compleja articulación entre identidad étnica,
tolomé y A l i c i a Mabel Barabas ilustran cómo las identidades de identidad política e identidad de género podría ilustrarse muy
los grupos minoritarios de Oaxaca (ixcatecos, chochos, chon- bien con el caso de Juchilán (Miano Borruso, 1992).
tales, zoques) se fueron modificando en el tiempo, sea por
" t r a n s f i g u r a c i ó n " , sea por e x t i n c i ó n (1996: 34-44 y 101-
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C O N F L I C T O S ÉTNICOS
276).
• Vistas las cosas desde el punto de vista de los individuos, la TRATAREMOS de poner a prueba, a modo de conclusión, la capacidad
identidad é t n i c a no es la única identidad de pertenencia ni explicativa del concepto de identidad en relación con un campo em-
la más abarcativa. A d e m á s de su pertenencia étnica, un indi- pírico específico: los conflictos interétnicos. Para este propósito
viduo puede reconocerse miembro de conjuntos m á s vastos nos apoyaremos en un trabajo muy reciente de H . D . Forbes (1997).
como un grupo etnolingüístico (identidad etnolingüística), una Hemos sugerido que las identidades étnicas no cohabitan pacífi-
identidad regional (v.gr. una región interétnica, como la región camente en el espacio social, sino que frecuentemente se definen
istmeña) y, por supuesto, una comunidad nacional. Pero son y se recomponen en y por la confrontación, en y por el conflicto con
muchos los estudios que han demostrado que en la mayor parte los actores sociales de su entorno, incluido el Estado. Se trata, enton-
de las interacciones interétnicas, la dimensión étnica de la iden- ces, de lo que suelen llamarse conflictos interétnicos.
tidad es siempre la m á s visible y la más destacada (saliency) Por mucho tiempo se ha pretendido explicar estos conflictos por
(Emmison/Western, 1990; citado por Hecht, 1993: 58). 17
cultural".
entre individuos pertenecientes a diferentes grupos étnicos coexis-
16
E n t e n d i d a c o m o " l a d e s a p a r i c i ó n de una t r a d i c i ó n c u l t u r a l y su r e e m p l a z o por una tentes en un mismo espacio social, pero en condiciones inadecuadas
nueva c o n f i g u r a c i ó n " .
que generan fatalmente hostilidad y prejuicio. Si estos contactos se
1 7
" L a identidad é t n i c a es m á s sobresaliente en el caso de los afroamericanos, de los his-
p a n o - a m e r i c a n o s y de los a s i á t i c o - a m e r i c a n o s , que en el c a s o de los e u r o a m e r i c a n o s " realizaran en las condiciones adecuadas, los conflictos y ios prejui-
L a r k c y / H c c h t (1991). cios que les a c o m p a ñ a n más bien disminuirían.
58 G I L B E R T O GIMÉNEZ M O N T I E L PARADIGMAS DE IDENTIDAD ¡9
Thomas Pettigrew, un discípulo de Allport, resume de este modo Pero lo malo de esta concepción un tanto simplista y materia-
las condiciones adecuadas para que la c o m u n i c a c i ó n y el contac- lista es que no puede explicar ciertas peculiaridades de los conflic-
to entre individuos de diferentes etnias puedan tener efectos posi- tos étnicos. Es verdad que los grupos étnicos se baten ciertamente
tivos: por la tierra, por recursos materiales o por más trabajo y empleo. Pero
los conflictos étnicos más típicos no se agotan en este tipo de re-
El prejuicio tiende a reducirse cuando los dos grupos 1. poseen
clamos y muchas veces tienen poco que ver con el choque de inte-
igual estatus social, 2. persiguen fines comunes, 3. depen-
reses materiales o e c o n ó m i c o s . En efecto, muy frecuentemente
den r e c í p r o c a m e n t e el uno del otro en t é r m i n o s cooperativos
tienen por foco principal demandas de bienes intangibles, como el
y 4. interactúan entre sí contando con el apoyo de las autori-
reconocimiento de la dignidad, el respeto, o la valorización del esta-
dades, de las leyes o de las costumbres (1971: 275).
tus social. Lo característico de los grupos étnicos, como nos han
e n s e ñ a d o los "inconformados" de Chiapas, es la disposición para
De alguna manera, la desegregación en las escuelas estadouni- luchar por aparentes abstracciones, como el reconocimiento de su
denses a partir de la famosa decisión de la Suprema Corte de Justi- dignidad, de sus derechos humanos o de su derecho a la autonomía.
cia de 1954, que se extendió a los autobuses escolares en 1970, Y es aquí donde interviene la "teoría de la identidad" -elaborada
respondía a estas ideas y se orientaba a fomentar la interacción entre por la escuela francesa de psicología social (Tajfel y Turner, 1979)
escolares blancos y negros en condiciones de igualdad y coopera- y subsumida por Forbes (1997) en su "modelo lingüístico" del con-
ción. De aquí la enorme acumulación de investigaciones empíricas flicto- como expediente explicativo-. En efecto, según esta teoría,
a raíz de este "experimento social" para medir los supuestos efec- lo que subyace a la disputa por "bienes intangibles" es en realidad la
tos positivos de esta medida en la d i s m i n u c i ó n de los prejuicios b ú s q u e d a del reconocimiento de la propia identidad minorizada,
raciales. descalificada y estigmatizada en el proceso permanente de etni-
La "teoría del contacto" fue acremente criticada por los so- cización perpetrado por los grupos dominantes y el Estado. El "bien
ciólogos y los antropólogos por su planteamiento individualista y intangible" por antonomasia que se halla en juego es la propia iden-
psicologizante. Según éstos, los conflictos interétnicos y los prejui- tidad, considerada como valor supremo, y todos los demás, como la
cios raciales no radican en los sentimientos y actitudes de los indi- dignidad, la a u t o n o m í a y los derechos, no son m á s que atributos y
viduos, sino en las relaciones entre sus respectivos grupos de perte- derivaciones de la misma.
nencia, juntamente con las caracterizaciones r e c í p r o c a s de los
mismos, a través de procesos colectivos tales como la intervención
En todo conflicto por recursos escasos -dice M e l u c c i - , siem-
de los mass-media.
pre está presente un conflicto de identidad: los polos de la iden-
Las teorías alternativas que se presentaron fueron dos: la "teoría
tidad (auto y heteroidentificación) se separan y la lucha es una
del conflicto realista" y la de la "identidad social".
manera de afirmar la unidad, de restablecer el equilibrio de su
La primera sostiene que los conflictos raciales o interétnicos
relación y la posibilidad del intercambio con el otro fundado
se explican fundamentalmente, como cualquier otro conflicto social,
en el reconocimiento (1982: 70).
por la oposición entre "intereses reales", que frecuentemente se
entienden como intereses materiales (Deutsch, 1949; Sherif, 1966).
Por lo tanto, dichos conflictos tienen siempre en última instancia Estas consideraciones son de gran utilidad para comprender
una motivación e c o n ó m i c a o política. el discurso de la dignidad que nos llega de la selva chiapaneca. En
60 GILBERTO GIMÉNEZ MONTIEL PARADIGMAS DE IDENTIDAD 61
suma, para comprender un discurso como éste, que nos hace es-
tremecer:
BIBLIOGRAFÍA
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