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Alejandra Leyva Maciel

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PODER Y DOMINACIÓN DE LAS SOCIEDADES ANTIGUAS DE AMÉRICA


América central
Debido al desarrollo la agricultura, surgieron nuevas estructuras sociales y políticas
complejas, de acuerdo con la interpretación del historiador Enrique Florescano surgieron
entre 2500 y 1200 a.C. los primeros cacicazgos y a partir de la cultura olmeca los primeros
Estados.

 En el cacicazgo, una élite empezó a destacarse y es dueño de ciertos saberes, al


mismo tiempo que se hace de las fuerzas productivas; se establece una clara
distinción entre el linaje dominante y el resto de la población. Para justificar esa
distinción se desarrolla una ideología. Los mitos empiezan a legitimar las
diferencias entre los hombres y adjudican tareas excepcionales a los jefes, quienes
son descendientes directos de los dioses.
 El “estado” se puede considerar como una fase superior del cacicazgo. En él, se
institucionaliza la diferencia entre los caciques (los jefes) y el pueblo. Una
burocracia estatal empieza a administrar las fuerzas productivas y las tareas del
pueblo. Se realizan obras públicas para las cuales se entrega un tributo.
A partir de entonces, el Estado se encargará de organizar la sociedad y el trabajo, de
justiciar, del culto religioso, la educación, así como la organización geográfica de la
población. En el periodo clásico y posclásico coexistieron varias formas de ejercicio del
poder estatal:

 El ejercicio de un poder centralizado por un gobernante quien heredaba el poder


político, económico, social y cultural.
 El ejercicio de un poder centralizado por los sacerdotes, también conocido como
una teocracia.
 El ejercicio de un poder colectivo generalmente caracterizado por un consejo de
varios individuos o comunidades.
Las características de los estados variaban según los tiempos y los espacios. Así hubo
grandes estados que formaban verdaderos imperios hasta ciudades-estado o altépetl que
dominaban pequeñas localidades o regiones.
La organización política implicaba un reordenamiento social, desde el Preclásico (2500
a.C.), se evidencia una profunda división o estratificación social. En términos generales se
distinguen en las civilizaciones mesoamericanas tres grupos sociales principales: la clase
gobernante, los nobles y la gente común. Dentro de algunas sociedades sobresalen los
comerciantes y artesanos como una clase social distintiva. La gente común vivía en barrios
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o pueblos donde no había una diferenciación social interna. Las familias vivían en
condiciones de igualdad y solamente se destacaban los jefes o mayordomos quienes se
encargaban de resolver los problemas y pleitos comunales.
América del norte
De todas las culturas amerindias, las tribus habitantes de América del norte no llegaron a
tener la complejidad social, económica y cultura de las civilizaciones azteca, maya,
zapoteca, olmeca y mixteca. Esto se debió, según los estudios antropológicos, a la menor
densidad demográfica de estas tribus a sus diferencias étnicas y sobre todo al nomadismo.
sin embargo, a estos pueblos se les atribuye una fuerte conexión con la naturaleza y un
profundo respeto y cuidado hacia ella.
Cada tribu se componía de varios clanes: los mohawk y oneida de tres cada uno, los
cayuga de diez, y los onondaga y seneca de nueve cada una. Cada clan era gobernado a
través de un consejo donde votaban todos los hombres y mujeres adultos; estos elegían a
los sachem, jefes en tiempos de paz, con fuerte autoridad moral, pero sin capacidad
coercitiva; y los caudillos para los tiempos de guerra pero que solo tenían autoridad para
dirigir las campañas. También se les consideraban jefe y sub-jefe o jefe guerrero (algunos
clanes solo elegían jefes). Los hijos de un hombre elegido no podían ser elegidos por ser
miembros del clan de la madre y solo se podía ser jefe del clan propio, usualmente los
cargos se transmitían del sachem a su hermano o sobrino. Sachem y caudillos podían ser
depuestos si el consejo lo decidía y debían responder ante las ancianas del clan por sus
decisiones. A inicios del siglo XIX los blancos que convivieron con los iroqueses detectaron
frecuentes conflictos entre los sachem (cargos por entonces hereditarios) y caudillos
(hombres que llegaron al liderazgo demostrando su valía como dirigentes militares).
Los nombramientos de estos jefes debían contar con el apoyo de otros clanes de la misma
fratría (hermandad). Todos los clanes de cada tribu se agrupaban en fratrías de primera y
segunda categoría. Así, en los consejos tribales se incluían a los jefes de paz y guerra de
cada clan, más los representantes de cada fratría. En estas reuniones se resolvían las
cuestiones que atañían a toda la tribu y los asuntos más delicados que exigían
unanimidad, como hacer la paz, declarar la guerra o recibir embajadores. Todos los
asistentes, hombres o mujeres, podían hablar si querían. Los jefes tenían el deber de
proteger social y políticamente a su tribu, y podían vender sus tierras o decidir el traslado
a otro sitio.
Los consejos de madres o ancianas de las tribus tenían gran poder. Según sus costumbres,
se requería la aprobación de dos tercios de ellas para decidir, y podían vetar tratados de
paz o declaraciones de guerra. Se reunían de forma separada a los consejos masculinos y
solían usar a varones como mensajeros para informar de sus decisiones, o a féminas de
oradoras y representantes ante sus contrapartes de hombres. Era frecuente que fueran
mujeres quienes sugirieran en todos los consejos los temas a tratar.25 Los embajadores
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europeos solían malinterpretar la presencia de las mujeres en los consejos, por su


herencia cultural las veían como simples ayudantes. Esta actitud se debía a que los
iroqueses veían a las relaciones entre sexos como interdependencia y complementación,
no eran iguales pues tenían sus propios deberes, derechos y responsabilidades, pero
ninguno estaba en un lugar secundario. Se buscaba un equilibrio social, político,
económico y cultural.
En asuntos internos las tribus eran autónomas y tenían iguales derechos, pero en
cuestiones de la Confederación un consejo común de sachem elegidos por sus clanes,
aunque sólo en este consejo podían autorizarlos a tomar sus cargos. Los candidatos eran
seleccionados por la madre de cada clan y confirmados por los consejos del clan y de la
tribu. Los cargos eran vitalicios a menos que los depusieran sus clanes o renunciaran
voluntariamente.28 Si era depuesto, usualmente lo era por ir contra los designios de la
madre de su clan o romper la Ley de la Gran Paz. Ceremonialmente se le quitaban los
cuernos del ciervo que llevaba en su cabeza y simbolizaban su autoridad, retornando a la
vida privada.
En las reuniones del consejo central cualquier asistente podía hablar, pero solo los sachem
votaban. Una elección sólo era legítima si era unánime a nivel de clanes y tribus. El
consejo común no debe verse como un gobierno central que desarrollaba e implementaba
políticas. Las decisiones políticas y diplomáticas eran tomadas a nivel local y se basaban en
el consenso. Este se distribuía en 9 sachem mohawk, 9 oneida, 1 onondaga, 8 seneca y 10
cayuga. Esos números se basaban por la tradición. Los tuscarora no tuvieron
representación en un inicio. El consejo común era precedido por un «primero entre
iguales», cargo que solía ocupar un onondaga, tribu guardiana del fuego sagrado de la
Confederación. No había un jefe de gobierno visible, aunque los asuntos militares tenían
dos jefes supremos con iguales poderes y atribuciones.
Las mujeres con poder, gantowisa, no podían ser sachem, pero se reunían en un consejo
de madres de clan propio. Tenía la misma autoridad que su contraparte masculina. Las
mujeres moderaban el poder de los hombres y viceversa, controlando mutuamente la
toma de decisiones y el femenino siempre decidió quienes podían ser electos para el
masculino. Ningún tratado era vinculante sin tener aprobación de tres cuartos de ambos
consejos.
América del sur
La cultura chavín, la cultura madre América del Sur, cuyos restos más antiguos datan de
1200 a. C. impuso su culto religioso pacíficamente. Con el tiempo se desvaneció y otras
culturas prosperaron, estando siempre muy influenciadas por los chavín. Los paracas
sucedieron a los chavín y posteriormente, la cultura nazca en el sur de Perú y los mochica
en el norte sustituyeron a la paraca.
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Tras su paso, los nazcas dejaron una gigantesca red de líneas en el desierto. Los mochicas,
en cambio, construyeron edificios, carreteras y una compleja red de riego. Éstos
expandieron su dominio por la fuerza, a diferencia de los chavines.
En cuanto a la estratificación social el ámbito andino se presentaba como un mosaico de
diversos caciques y curacas, agrupados bajo la hegemonía de jefes de mayor rango. Bajo el
dominio incaico este esquema varió, ya que los jefes principales aceptaron la
preeminencia del Sapa Inca y reconocieron el nuevo ordenamiento estatal. Este grupo de
señores regionales, a los que se agregaban los mayores funcionarios del imperio, los
sacerdotes y algunos mercaderes, conformaban la élite del Tahuantinsuyo. Se distinguían
de los demás por el uso de llamativos aros, por lo cual recibieron el nombre de "orejones",
cuando arribaron los españoles. El Ayllu (núcleo familiar) constituía la unidad básica de la
organización social. Poseían una organización comunitaria de la propiedad, tanto sobre la
tierra como sobre el ganado. Cada miembro tenía acceso a ellos y, en retribución, debía
trabajar para el ayllu. Cada ayllu tenía derechos sobre un territorio determinado, dentro
del cual cada jefe de familia recibía un terreno para sus sustentos. Sobre los ayllus se
ordenaba una sociedad altamente jerarquizada, con una gran burocracia.
Presenta la estructura social de una población inca entre los años 1438 y 1535, en toda la
parte oeste de Latinoamérica, comenzando por el Perú, y hasta la selva amazónica.

 El Inca: Era el gobernador. Tenía todo el poder.


 El Auqui: Eran los sacerdotes, el clero.
 Panacas reales: Primeras generaciones de la familia.
 Nobleza de sangre: Resto de la familia real.
 Nobleza de privilegio: Una clase de ciudadanos muy similar a la nobleza existente
en Europa. Compuesta por sacerdotes, jefes y asesores del Inca.
 Hatun Runa: El pueblo, en general.
 Mitimaes: Personas encargadas de ir en busca de nuevos territorios que colonizar,
siendo su fin, además, enseñar las tradiciones y la cultura en aquellos territorios
conquistados.
Los incas gobernaron sobre múltiples culturas y etnias que en muchos casos poseían una
trayectoria más larga en el tiempo que los propios incas. Desde la capital Cuzco, el
"ombligo del mundo" en idioma quechua, el dominio incaico se extendió hacia los cuatro
puntos cardinales. El imperio se denominó Tahuantinsuyo que significa "las cuatro
regiones que se integran" y que eran: Chinchasuyo al norte, Cuntisuyo al oeste, Collasuyo
al sur y Antisuyo al este en relación al Cuzco.
La jerarquía de mando del Tahuantinsuyo era muy rígida y vertical, pues el denominado
Sapa Inca era quien tomaba las decisiones, secundado por los cuatro suyuyoc-apu (jefes
de cada uno de los cuatro suyos) que residían en la capital. Otros consejeros asesoraban al
Sapa Inca en materia judicial, militar o religiosa, además de un grupo de funcionarios que,
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en su calidad de veedores generales del Incario, se desplazaban por todo el imperio


informando al Sapa Inca de cuanto sucedía. El Sapa Inca gozaba de todas las comodidades
imaginables y su figura era respetada y venerada por todos. Entre sus privilegios también
estaba el de poder elegir a sus mujeres entre las escogidas para tales fines.
Cada suyo estaba dividido en provincias o huamani, cuyos límites coincidían a menudo con
las fronteras étnico-políticas preincaicas y eran encabezados por los apo o jefes. Los
huamani se descomponían a su vez en sectores o sayas al frente de las cuales estaban los
tocricoc o gobernadores. Por último, las sayas se constituían a partir de un número
variable de ayllus, el núcleo social básico andino al cual nos referiremos más adelante,
donde la autoridad era ejercida por los curacas o caciques.
El dominio inca modificó en parte esta situación, al exigir a las comunidades la entrega de
cierta cantidad de su producción (agrícola, textil, metalúrgica, etc.) al imperio y a los
almacenes del Tahuantinsuyo. Sin embargo, los funcionarios incas abastecían a los ayllus
con mercaderías obtenidas de otras latitudes, a cambio de la producción local. Eso es lo
que se llama redistribución, donde la figura del curaca cobraba una especial importancia al
constituirse en intermediario entre la reciprocidad comunal y la redistribución estatal.

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