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H. pylori fue cultivado a partir de biopsias gástricas y descrito por primera vez en 1983 por
Robin Warren y Barry Marshall
Es una bacteria Gram negativa de forma espiral o helicoidal
Microaerofílica (que requiere mínima concentración de oxigeno)
Presenta de dos a seis flagelos, lo que le da gran movilidad.
De 3,5 μm de longitud y 0,5 μm de grosor
H. pylori posee una gran capacidad para sobrevivir en uno de los ambientes más inhóspitos de nuestro
organismo: el estómago, que presenta un medio extremadamente ácido, con un pH inferior a 4.
La acidez del estómago es uno de los mecanismos de defensa de nuestro organismo contra las bacterias
que son ingeridas con los alimentos. Pocos son los seres vivos que logran sobrevivir en un ambiente tan
ácido. No obstante, H. pylori presenta factores de patogenicidad que le permiten adaptarse al medio,
produciendo sustancias que neutralizan los ácidos y formando una especie de nube protectora a su
alrededor, lo que permite a la bacteria diseminarse dentro del estómago hasta encontrar un sitio
para adherirse.
Además de esta protección, H. pylori logra superar la barrera de moco que el estómago posee para
protegerse de la acidez adhiriéndose al moco, área debajo de la mucosa, donde la acidez es menos
fuerte. Esta capa es esencial para la protección del estómago, pues impide que el ácido clorhídrico
agreda a su mucosa.
EPIDEMIOLOGIA
H. pylori es uno de los patógenos humanos más prevalentes y afecta aproximadamente al 60% de la
población mundial. En los países en desarrollo su prevalencia es superior al 80%.
La infección se adquiere habitualmente en la infancia
El principal determinante de la prevalencia de la infección es el estatus socioeconómico en la infancia.
Los factores socioeconómicos reflejan los niveles de higiene, saneamiento, densidad de individuos y
nivel educativo.
MECANISMO DE TRANSMICION
PATOGENIA
H. pylori posee mecanismos que le permiten sobrevivir al ácido gástrico, proliferar en dicho medio y
causar enfermedad gastroduodenal.
La infección induce una lesión celular que aumenta la permeabilidad de la mucosa y desencadena una
potente reacción inflamatoria local.
La infección por H. pylori es predominantemente extracelular y afecta a la superficie mucosa y a la capa
de moco gástrica.
Sin embargo, se ha demostrado la presencia de bacterias viables en el espacio intracelular, intercelular y
en el tejido subyacente a la mucosa gástrica
La forma espiral de H. pylori y la presencia de flagelos en uno de sus polos le permite moverse desde la
luz gástrica al interior de la capa de moco y a la superficie de la mucosa, donde el pH casi neutro es
óptimo para su crecimiento.
H. pylori se adhiere al epitelio gástrico a través de moléculas de adhesión.
Se han descrito tres proteínas:
BAbA (Blood group Antigen binding Adhesin),
OipA (Outer inflammatory proteinAdhesin)
SabA (Sialic acid binding Adhesin).
Dichas adhesinas fijan la bacteria a la célula y evitan que sea arrastrada con el moco o el contenido
gástrico.
H. pylori posee también un cierto número de enzimas que contribuyen a su resistencia al medio externo.
Entre ellas destaca una potente ureasa que transforma la urea en dióxido de carbono y amonio.
Este amonio produce un microclima alcalino alrededor de la bacteria que le confiere protección ante la
acidez gástrica.
H. pylori también produce catalasa y superóxido dismutasa, que constituyen una línea de defensa de la
bacteria ante la acción de los leucocitos polimorfonucleares.
Los factores citotóxicos se consideran especialmente importantes en la patogenia de las
manifestaciones clínicas asociadas a la infección por H. pylori.
CagA es el factor citotóxico más importante y mejor estudiado. La infección por una cepa que exprese la
proteína CagA aumenta el grado de inflamación mucosa y el riesgo de úlcera y de cáncer gástrico.
La segunda citotoxina en importancia es la proteína vacuolizante (VacA).
Esta colonización de H. pylori constituye el factor principal de riesgo de que surjan:
- úlceras pépticas
- adenocarcinoma gástrico
- tejido linfoide asociado a la mucosa gástrica- MALT
H. pylori origina una fuerte respuesta inmune, humoral y celular en la mucosa gástrica del hospedero,
aunque con esto no consigue eliminar la infección; además, produce daños en el epitelio gástrico.
A pesar de la gran incidencia de infección por H. pylori a nivel mundial, no todas las personas infectadas
por este patógeno desarrollarán una enfermedad.
Al parecer, el resultado de una patología gástrica es la suma de varios factores como:
Existen estudios donde han mostrado una variabilidad de cepas de H. pylori que son más agresivas y
cepas menos dañinas; esto explica, en parte, la ocurrencia de síntomas en pocas personas. Además, no
todas las cepas de H. pylori presentan los mismos factores de patogenicidad.
A pesar de los millones de personas que están colonizadas por H. pylori, sólo una pequeña parte están
infectadas con H. pylori y desarrollan síntomas clínicos. Esto implica una vía multifactorial en el
desarrollo de la enfermedad.
H. pylori tiene diversos factores que le permiten colonizar el estómago y permanecer por largos
periodos de tiempo.
La infección por H. pylori se inicia con una gastritis crónica, que puede originar complicaciones como el
desarrollo de úlcera péptica, adenocarcinoma y linfoma gástrico; estos dos últimos se desarrollan en una
minoría de personas infectadas por la bacteria, y predominan en
hospederos adultos.
Flagelos. La gran movilidad de estas bacterias es fundamental para colonizar la mucosa gástrica,
contrarrestando el peristaltismo y penetrando la capa de mucina secretada por las células de la
superficie de la mucosa para alcanzar la superficie epitelial y escapar del ácido que la rodea
Proteínas de membrana externa (PME).
La adherencia de H. pylori a la mucosa gástrica es de gran importancia para la colonización inicial, así
como para la persistencia de la bacteria en el estómago humano. La adhesión es fundamental, ya que le
confiere mecanismos de protección a la bacteria frente a la acidez gástrica, además de minimizar el ser
eliminada por el peristaltismo, el vaciado gástrico o el desprendimiento de la capa
mucoide por regeneración.
Anatomía patológica
La infección por H. pylori se asocia a una reacción inflamatoria en la mucosa gástrica. La respuesta
inflamatoria puede adoptar dos patrones distintos:
DIAGNOSTICO
El tratamiento con inhibidores de la secreción ácida gástrica disminuye la sensibilidad de las pruebas
diagnósticas para H. pylori
Dichos fármacos, especialmente los IBP(inhibidores de la bomba de protones), deben suspenderse 2
semanas antes de cualquier prueba diagnóstica. Por el contrario, los antiácidos no afectan la fiabilidad
de las pruebas diagnósticas y pueden utilizarse para el control sintomático del paciente durante este
período. Finalmente, los antibióticos también negativizan las pruebas diagnósticas, por lo que deben
evitarse durante las 4 semanas previas
Los métodos diagnósticos para la infección por H. pylori se dividen en invasivos, que requieren la
realización de una gastroscopia, y no invasivos
Métodos invasivos
La prueba rápida de la ureasa consiste en la utilización de un medio líquido o sólido rico en urea que
contiene un marcador de pH en el que se introduce una o más biopsias gástricas.
En caso de infección por H. pylori, la potente actividad ureasa de la bacteria hidroliza la urea en amonio
y CO2. La liberación de amonio aumenta el pH y en unos minutos produce un cambio del color del
marcador de pH.
Su precisión diagnóstica global es ligeramente inferior a la de la histología.
El estudio histopatológico de la biopsia tiene una sensibilidad y unas especificidades muy elevadas. En
condiciones de práctica clínica, se considera suficiente el estudio de dos o más biopsias antrales.
Sin embargo, para la estadificación de la atrofia y la metaplasia intestinal es necesario obtener biopsias
del cuerpo y el antro en frascos separados.
El estudio histopatológico de la biopsia tiene una sensibilidad y especificidad superiores a la prueba
rápida de la ureasa; sin embargo, la técnica es más cara y el resultado no es inmediato. Ambas
alternativas se consideran adecuadas para el diagnóstico inicial de la infección. En cambio, tras el
tratamiento erradicador se recomienda comprobar la curación con pruebas altamente fiables, como la
histología o la prueba del aliento, ya que las pruebas menos específicas producen un número
elevado de resultados falsos positivos.
En el caso de pacientes con úlcera gástrica se recomienda control mediante gastroscopia y estudio
histológico tras el tratamiento. La gastroscopia permite comprobar la cicatrización de la úlcera y tomar
nuevas muestras para descartar una neoplasia incipiente.
El cultivo tiene una baja sensibilidad para detectar la infección y raramente se utiliza en la práctica
clínica. Su mayor ventaja es que permite determinar la susceptibilidad de la bacteria a los distintos
Antibiótico
Métodos no invasivos
La prueba del aliento con urea marcada con 13C se considera la técnica no invasiva de elección tanto
para el diagnóstico inicial como, especialmente, para el control tras el tratamiento de la infección por
sus elevadas sensibilidad y especificidad.
Se realiza del siguiente modo: con el paciente en ayunas, se administra pretratamiento con ácido cítrico.
El ácido cítrico mejora la fiabilidad de la prueba al estimular la actividad ureasa de H. pylori, a
la vez que puede inhibir otras bacterias. Posteriormente se administra urea marcada con 13C, un
isótopo no radioactivo del carbono.
Si el estómago está infectado, H. pylori degrada la urea en amonio y CO2; el CO2 (marcado con 13C)
pasa a la sangre y se elimina a través de la respiración. El incremento del 13C en el aire espirado puede
detectarse mediante espectrofotometría, lo que permite el diagnóstico.
En caso de que el estómago no esté infectado, la urea no se degrada, es absorbida y, posteriormente,
eliminada por la orina; no se detecta, por tanto, un aumento del 13C en el aire espirado.
La detección de antígeno de H. pylori en las heces por métodos inmunológicos
permite un diagnóstico rápido y razonablemente fiable de
la infección. Los métodos de detección de antígeno fecal mediante
ELISA son más eficaces que los métodos inmunocromatográficos
rápidos. Asimismo, los kits que utilizan anticuerpos monoclonales
son más fiables que los que emplean anticuerpos policlonales. Resultan
más económicos que la prueba del aliento y pueden considerarse una
alternativa diagnóstica válida cuando no puede realizarse esta última.
Los estudios comparativos entre la prueba del aliento y los métodos de
determinación de antígeno fecal de H. pylori sugieren que la fiabilidad
de la detección de antígeno en las heces es ligeramente inferior a la de
la prueba del aliento.