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expedición científica de Malaspina en Nueva España
QUÍMICA
Durante la primera parte del siglo xvm, la investigación química se ·vio do-
minada por la teoría del flogisto debida a Georg Ernst Stahl. 1 Pero hacia
1791, año en que la Expedición Malaspina tocó tierras mexicanas, Antonio
Lorenzo Lavoisier2 había ya revolucionado el estudio de la química. Desde
el principio de sus investigaciones, Lavoisier recurrió sistemáticamente a la
medición precisa, llegando a utilizarla como instrumento para derribar las
antiguas teorías que entorpecían el progreso de esta ciencia. Se interesó vi-
vamente en el problema de la combustión que Stahl había explicado por me-
dio de la existencia de una sustancia imaginaria llamada flogisto, que nunca
se definió claramente y que por supuesto nunca se aisló. El flogisto era una
invención originada dentro del marco de una química cualitativa irreconci-
liable con las exigencias de la química cuantitativa moderna.
Para que Lavoisier lograra desentrañar el mecanismo de este fenómeno,
fue de gran utilidad el descubrimiento del oxígeno, pues éste permitió dar
1 Georg Emst Stahl (1660-1734). Químico alemán. Enseftó química y medicina en la Univer-
sidad de Halle y fue nombrado médico del rey de Prusia. Entre sus principales aportaciones de
carácter químico se cuentan la distinción entre la sosa y la potasa y los estudios sobre la composi-
ción del alumbre, del calcio y de la calamina. Junto con Johann Joachim Becher formuló la teo-
ría del flogisto, aceptada durante más de un siglo como explicación del fenómeno de la combus-
tión. Sus obras principales son Theoria medica vera (1707) y Experimenta observationes,
animadversiones chymicae et physicae (1731).
2 Químico francés, nació y murió en París (1743-1794). Fue admitido en la Academia de
233
tos". En este pasaje, Pineda se refiere sin duda a los alquimistas, pero cier-
tamente ya no se refería a ellos cuando agregó: "la opinión de aquellos
físicos que conciben los metales como tierra particular combinada con el
flogisto, parece cierta". 6
Volvió a mencionar el flogisto en otras ocasiones; una de ellas, a propósi-
to de la composición de la veta Santa Rosa; dice haber visto en ella serpenti-
na, arenario y fragmentos de otras especies de piedra entre las cuales estaba
la veta metálica. "Por tanto es a mis ojos indubitable la formación de los
metales, o ya cristalizandose, o ya filtrandose, o ya en cales despojadas de
su flogisto, combinandose siempre los principios que los constituien. " 7
En otra oportunidad aludió al flogisto al referirse a la formación de una
veta en Zimapán. Pineda tenía la hipótesis de que, antes de que se formara
dicha veta, los materiales semejantes se unieron entre sí, pero que la materia
inmediata al metal
Así pues, Pineda acude a la teoría del flogisto para explicar ciertos proce-
sos, e inclusive emplea algunos términos arcaicos; sin embargo, como ya hi-
cimos notar, utiliza también la terminología de Lavoisier, ío cual indica que
obviamente conocía bien su Método de nomenclatura química, publicado
en 1787, y probablemente hasta su Tratado elemental. . ., aparecido dos
años más tarde; en rigor, este último fue el primer texto moderno de química.
ANALISIS QUÍMICOS
9 El estudio de las aguas minerales se desarrolló de una manera notable durante la primera
mitad del siglo XVIII e incluso aparecieron varios trabajos sobre el particular, como los que Ve-
nel hizo en Francia por encargo de su gobierno en 1753. Por su parte, Pineda se dio a la tarea
de hacer análisis de agua siempre y cuando tuvo oportunidad para ello. Sabemos por comunica-
ción verbal del doctor Elías Trabulse que en México existió un grupo de químicos que en el siglo
XVIII se consagraron activamente a estos trabajos.
10 AMNM, ms. 562, f. 155.
11 AMNM, ms. 562, f. 137v.
Las aguas que Pineda vio brotar en el cerro de Guadalupe y que visitó
en compaft.ía de Alzate, tampoco tuvo tiempo de examinarlas con cuidado;
es decir, no las sometió a la acción de los reactivos, pero subrayó el hecho
de que los fieles las bebían con gran devoción por hallarse en un lugar sagra-
do. Pineda tuvo la impresión de que éstas contenían mucho aire fijo (dióxi-
do de carbono); no obstante, nada averiguó acerca de sus propiedades cura-
tivas.12 En realidad, la paleontología y otros asuntos absorbieron su
atención en aquel paraje. A menudo era menester sacrificar el estudio de
alguna ciencia a favor de otra: era imposible hacerlo todo a la vez.
En la región del Bajío, a una corta distancia de Salvatierra, Pineda en-
contró una fuente sulfurosa en cuyos contornos -según informes del ciru-
jano del pueblo- abundaba el "alkali mineral aunque no tan puro como
el de México". Se percibía un fuerte olor a azufre y las aguas bullían a tan
alta temperatura que era perfectamente factible cocer una gallina en pocos
minutos. Había tres o cuatro pozas en las cuales el agua se veía muy clara
y cuyo calor era bastante tolerable. Conforme a los datos proporcionados
por el médico de Salvatierra, había también otras fuentes al este del poblado
y las llamaban Ojo de Agua. Sus aguas eran calientes y pasaban por marcia-
les (es decir, se creía que contenían mucho hierro). Pineda se confiesa inca-
paz de hablar sobre las sustancias que contenían por el simple hecho de no
haberlas analizado, pero oyó decir que eran buenas para la curación o mejo-
ría de los enfermos que tuviesen problemas con la piel, parálisis y ''todas
las que piden sudorificar". Sin embargo, el cirujano aludido aseguró a Pi-
neda -suponemos que basado en la propia experiencia- que dichas aguas
eran nefastas para los hidrópicos y para los que sufrían de mal de pecho u
otras enfermedades inflamatorias.1 3
Otras aguas examinadas por nuestro científico fueron las fuentes terma-
les de San Bartolomé, situadas al suroeste de Querétaro, ciudad de la cual
distaban aproximadamente cinco leguas. Formaban unas caída8 de agua tan
caliente que arrojaban mucho vapor, circunstancia que las hacía visibles
desde muy lejos. En sus inmediaciones había un pequeño pueblo de indios
llamado San Bartolomé. Cerca de los baft.os había algunos edificios destina-
dos a hospital; años atrás, dicho establecimiento había estado bajo el cuida-
do de los padres hipólitos; no obstante, para esas fechas, dice Pineda que
las fuentes sólo eran aprovechadas por los vecinos del lugar. El científico
observó que alrededor de estas fuentes había canteras negras revestidas de
cortezas calcáreas y tierras blancas con oquedades como los tophos, las cua-
les, aft.adió, "ni dan fuego al eslabon ni el accido muerde en ellos y corre
por su Superficie: con el fuego del Soplete, puesta en fa punta de un tubito
de vidrio se vuelven blancas: estas tierras arrastradas por las aguas petrifi-
can quanto encuentran'' . 14
Los bai'i.os constaban de pocitos de tamaño regular envueltos en denso
humo; todas las termas se hallaban cercadas de una tapia octagonal pero
irregular, cuya circunferencia era de unas ciento cuarenta y cuatro varas.
Antonio Pineda probó el agua de San Bartolomé y le supo muy mal (co-
mo el agua en la que se cuecen los huevos); cuando no soplaba el viento se
percibía en ella un olor hepático. Encontró que la temperatura del agua era
considerable y estimó que difícilmente se hallarían en otra parte fuentes ter-
males de tal actividad. Al coronel le hubiese gustado obtener datos acerca
de las virtudes medicinales de aquellas termas, pero en vista de que no pudo,
se conformó con citar los que proporcionaba el padre Beaumont, francisca-
no que escribió en 1772 un Tratado del agua mineral caliente de San Barto-
lomé.16
Beaumont fue profesor de cirugía y, aunque su tratado le revelaba como
un erudito, la obra adolecía -en opinión de Pineda- de una parte experi-
mental que la sustentara, razón por la cual mucho se alegró de que tanto
él como el doctor Martín Sessé hubiesen hecho sus propios análisis quími-
cos. Así pues, nos enteramos que el jefe de la Real Expedición Botánica de
Nueva España también realizaba investigaciones químicas; dedicado al es-
tudio de la flora, es indudable que esta ciencia le resultaría de gran utilidad
para completar sus observaciones, o acaso le interesaba independientemente
de la botánica.
Pero volviendo al asunto del Tratado . .. de Beaumont, sin ningún afán
de menospreciar a su autor, Pineda estimó que carecía de suficientes conoci-
mientos "en esta parte de la Física"; hasta cierto punto le disculpaba por-
que no había dispuesto de los medios necesarios; por ejemplo, supo que usó
El pesa licores marcó 12 divisiones en la poza, de que se infiere que esta agua es
mas ligera que la ordinaria de Mexico, efecto de su enrarecimiento: despues de
perdido algun calor quando ya solo marcaba 113° quedo el pesa licor en 10 213
y no dudo que al paso que se condense quedaría mas pesada. 20
El agua [de una laguna próxima a Acámbaro] es templada al tacto ... Los salta-
deros o globulillos de gas de naturaleza accida son innumerables, y comunican
al agua un gusto notablemente accido, por lo que creo que sea probablemente
gas vitriolico ... me persuado que no fuese el aire fixo o accido carbonico, por-
que esta agua no chispea como las que son accidulas: se percibe un ligero olor
de azufre, y esta sustancia se ve sensiblemente depositada en varios parages del
fondo. 21
sobre la superficie de las aguas para saber qué clase de emanaciones exhala-
ban. Obviamente, si se apagaba la llama es que faltaba oxígeno.
No siempre logró saber con certeza cuál era el contenido de las aguas;
a veces sus respuestas son meras deducciones y es muy posible que se haya
equivocado no pocas veces. Cuando hallaba una fuente termal, Pineda no
se limitaba sólo al análisis de las aguas; también procuraba revisar el terreno
que las circundaba. Así, por ejemplo, Pineda observó en los alrededores de
las fuentes de San Bartolomé muchas ocras metalicas de diversos colores;
las amarillas, expuestas al soplete, adquirían un hermoso rojo de minio.
Pero Pineda no tuvo ocasión de saber si se trataba de plomo y no de hierro
como parecía. A dos varas de profundidad de un arroyo observó gran canti-
dad de piritas marciales en medio de tierras arcillosas de color gris. Notó
que si procedían de estratos más bajos, estaban más calientes, y ni él ni los
operarios que aquella vez le acompaftaban, las aguantaban en la mano. Su
descripción es ilustrativa:
Aquí se nota con claridad confirmada la opinion de algunos sabios, que las piri-
tas marciales como estas experimentan en lo interior de la tierra una descomposi-
ción y movimiento acompaftada del calor ocasionado por la accion del aire y la
humedad. Aqui babia grandissima cantidad de estas sustancias el azufre, el hierro
y la tierra, que juntos segun la experiencia de Lemey se inflaman por si. Yo no
dudo -afirma Pineda- que continúada la excabacion llegarian estas piritas sul-
furicas a una gran profundidad, y que se estenderan por lo menos hasta llegar
debaxo de las termas, las cuales distan mas de 100 varas de estos humeros que
se situaron unas 20 o 30 varas mas abaxo. En las cercanias de la fuente, y
aun en su fondo y lodos abundan, y las dan el nombre de marmasitas. No es du-
dable que la descomposicion de estas Su~tancias minerales que contienen todos
los principios de la experiencia... (?) hierro azufre, &a, produzcan algun fer-
mento, y el color tan considerable que se experimenta en ellas; y el accido sulfuri-
co obrando en ocasiones libremente sobre el hierro produzca en las cabidades
Subterraneas el aire inflamable como en el laboratorio de los Quimicos, y con
el contacto del aire comun, y el fuego los terribles estampidos de los volcanes.
Esta observacion nos patentiza uno de los principales y acaso el único agente de
los fuegos Subterraneos. Bomare hizo una observacion semejante en Francia;
pero en esta se ven con mayor intensidad, y mas palpables los efectos. 23
23 AMNM, ms. 562, ff. 134v, 135. Al hablar de Lemey, se refiere sin duda a Nicolás Le-
méry, quien en 1675 escribió un Curso qufmico, el cual fue traducido al español en 1721; Val-
mont de Domare fue autor de un Diccionario de historia natural.
manifiesta muchas laminas y toma el color de algunos Gneis. Con el Borras ape-
nas da color. A el So/ Microscopico forma dentro una borilla cinerea; en otro
ensallo (en aquel tenia porcion de ceniza) el Sol lo formo en Bolilla blanca y el
fragmento tomo por cima color cinereo sus verdes negros creo que sea mica con
alguna sustancia mineral refracta. La bolilla se componía de la mini. liciente su
color negro mas oscuro, el fragmentillo no hacia globito: con el Alkali tampoco
se fundio, ni mudo color, solo se puso el fragmento negro. Con todo lo demas
hirvió. 28
FABRICACIÓN DE PÓLVORA
Entre muchas otras regiones del país, la zona aledaña al poblado de Acám-
baro y la zona de la Laguna Verde eran muy ricas en azufre. Ya vimos que
incluso las tierras del primer lugar se beneficiaban sometiéndolas a altas
temperaturas para extraerles esta sustancia. Sabemos que el azufre se desti-
naba principalmente a la fabricación de pólvora. Pineda llegó a visitar algu-
nas fábricas de este material explosivo y la reseña de su visita a dichos sitios
es muy interesante.
En el pueblo de Santa Fe (próximo a México), el naturalista visitó dos
fábricas de pólvora. En ellas observó que se cocía el salitre en varias calde-
ras o pailas, las cuales se hallaban empotradas en piedra. Con el salitre, se
practicaban las mismas operaciones que en Europa, es decir, ''de cocido se
hace evaporar su solución etc." Solían obtener sal común del salitre. 29
Con base en la experiencia habían ido perfeccionándose métodos expeditos
y económicos para la fabricación de pólvora.
Cuenta Pineda que uno de los dos establecimientos o fábricas de pólvora
se localizaba en una quebrada, más abajo del pueblo. La construyó el inge-
niero Miguel Costanzó, quien, como medida preventiva, optó porque las
oficinas o secciones en donde se realizaban las diversas operaciones estuvie-
con mucha abundancia para abastecer el pueblo; y de los salitres y salpetras que
se entregan a la fabrica, separan cantidad considerable. Esta operacion consiste
en solo echarlo en el agua, y como el sal marino se disuelve antes que el del nitro,
con decantar la solución, ó separar el agua después de cierto espacio de tpo en
que solo se halla cargada de Sal marino queda hecha: despues se pone a cristalizar
con las debidas preparaciones, y resulta un Sal comun excelente de que se provee
el publico, y contribuie a costear los salpetras. 32 Despues la ponen con agua á
hervir en las pailas; aquella disminuie por la evaporacion, y luego la salmuera
mui cargada se pone a cristalizar al frio, o bien en grandes peroles de cobre, don-
de se cristaliza mas prontamente, o en grandes artesas o canoas de madera de 4
varas de largo: en estas que es donde sale mejor el nitro resultan unos cristales
transparentes blancos de 9 o 10 pulgadas algunos, y aumentan a proporcion de
los vasos: las paredes y todo el centro se cubren de grupos hermosisimos de cris-
tal, que se parecen a los de roca que adornan los gavinetes en prismas de á 6 para-
lelogramos terminados por paredes exagonas. Para sacar los cristales sin que que-
de agua Superflua fuera de las cristalizaciones, ponen una capa de arena seca
sobre un caxon de madera que tiene 4 varas de largo y dos y media de ancho y
media de alto; sobre ella mantas de algodón, y encima extienden el nitro cristali-
zado. La arena bibula chupa todas las humedades superfluas del Sal; estas pasan
por las mallas o intersticios de la tela, y como esta impide el contacto de la arena,
y los cristales no se manchan, ni se pega cosa alguna Asi permanecen un cierto
tiempo hasta que bien secos estan aptos para que se muelan y pulverizen.
Ya no se si hacen esta operacion en molinos o morteros; pero quando lo esta
suficientemente se pasa a un cedazo silindrico, el qual gira por un ciguef\al. La ari-
na nitrosa filtra por una tela sutil de alambres, y sale ya apta para mezclarse con
los demas ingredientes. El carbon se reduce tambien a polvo por el metodo ordina-
rio y no merece descripcion particular. Se emplea carbon de Sauce en canutillos
de 4 á 6 lineas de diametro y se muelen 16 libras de carbon al dia ...
Antes de estar el azufre en estado de molerse es necesario Separarlo de las
piedras y demas cuerpos a que se encuentra adherido (A veces suele venir el azufre
ya preparado y hecho pasta, en cuio estado pasa inmediatamente al Molino, o bien
lo hacen convertir en flores). 33 Para esta operacion hay varios hornos en fila, so-
bre los quales ponen retortas de barro, cuia boca esta unida, y enlodada a un vaso.
El azufre se liquida, y pasa de retorta al recipiente, etc. El horno tendra media vara
de alto y son proporcionales las demas piezas.
Antonio Pineda vio otros hornos (en los que salían flores de azufre) insta-
lados en aquella misma fábrica; sin embargo, no pudo describirlos porque
perdió los apuntes en donde hacía referencia a ellos y honestamente confiesa
que no se atrevía a hacerlo de manera inexacta. El azufre que se empleaba
en aquel establecimiento se llevaba de unas minas situadas cerca de la ciudad
de México. El naturalista hizo hincapié en que los novohispanos no se toma-
ban la molestia de investigar a fondo dónde había "criaderos" de azufre, los
cuales, tratándose de un país eminentemente volcánico, era obvio que abun-
dasen.
Este es un rollo como truncado de dura y solida piedra, y cuio mayor diametro
es una vara, y el largo de la palanca 5/4, el qual gira alrededor de su centro sobre
un plano inclinado que desciende desde él hasta la circunferencia, y se adapta per-
fectamente a la figura del cono; cuio diametro menor esta en la parte interior.
Qualquiera concebira que la forma de este molino, es mui a proposito para conmi-
nuir y desmenuzar cuerpos de cierto volumen, como los fragmentos del azufre, a
quien se suponen reducidos de antemano a muy pequeños pedazos. Examinada teo-
ricamente la forma conica del rodillo se vera que es la mas apta: la palanca segun
leyes mecanicas tiene mas fuerza en el primer tercio donde es minima la fuerza,
y donde lo es tambien la masa que arrastra: de que se sigue que asi como los grue-
sos del cono decresen en la misma razon que las fuerzas de la palanca, el impulso
de este debe ser igual en toda su extención y moler con igual fuerza por todos sus
puntos aun mismo tiempo Asi se ve que esta maquina se mueve con gran facilidad,
y que un Solo hombre hacia mover el cono, que tiene muchos quintales. Yo no
he tenido lugar de cotejar este con otros varios molinos que tienen cilindro en lugar
·de cono; no pude verle en accion, y asi no consegui examinar si la calidad del cuer-
po molido pedia esta forma preferente a la cilindrica.
El azufre ya molido, tamizado por un cilindro, cuias mallas son de cerda se
mezcla con los demas ingredientes esto es 75 partes de nitro, 9 112 de azufre,
19 1/2 de carbon que es la proporcion mas conveniente segun los Chimicos: echan
por capas estas materias en unas grandes artesas, y los Yndios las amasan con la
mano lo mas intimamente que pueden, y luego pasan con esta preparacion para
la pasta de Morteros. Las manos de estos se mueven por molinos de batan. 34
Visto esto último, reiteramos que las investigaciones químicas del sabio Pi-
neda no se ciñeron al aspecto teórico, al mero análisis de líquidos, sólidos o
gases, sino que en buena medida sus estudios perseguían obtener información
aprovechable ulteriormente como, por ejemplo, determinar las propiedades
curativas de las aguas termales o conocer el proceso de fabricación de la
pólvora, del aguafuerte y del vidrio.
La obtención de estos dos últimos productos está estrechamente ligada al
funcionamiento de la Casa del Apartado. Siendo la minería parte fundamen-
tal del sistema económico de Nueva Españ.a, esta institución jugó un papel
de enorme importancia, ya que de sus puertas, al decir de Pineda, salieron
todos los metales preciosos que se acuñaron en la colonia en los últimos años
del siglo xvm. El naturalista tuvo ocasión de presenciar las operaciones quÍ~'
micas que allí se efectuaban para separar el oro de la plata. Su minucioso re--
Se nos dice que el edificio que alojaba esta institución era un tanto inapropia-
do, pues formaba parte de las casas del marqués del Apartado ("cuia familia
tenia como en patrimonio esta operacion lucrosa" hasta 1778), es decir, que
no tenía espacio suficiente para los distintos departamentos de que constaba,
incluyendo una pequefia fábrica para material de laboratorio en donde se ha-
cían retortas, diversos recipientes y otras vasijas indispensables. Para la fabri-
cación del vidrio se utilizabala piedra del hidrófana Peckstein. De hecho, la
casa funcionaba como un gran laboratorio del cual estaba encargado un se-
fior apellidado Buenaventura que, en opinión de Pineda, era un hombre ade-
más de inteligente y preparado, muy eficiente en su trabajo. A sus órdenes
laboraban cincuenta jornaleros cuyos sueldos los proporcionaba la Casa de
Moneda.
El aguafuerte, cuya producción anual era de quince mil libras, se prepara-
ba allí mismo a base de salitre, que traían de los alrededores de México, y
de alcaparrosa. Ambos ingredientes, previamente pulverizados, se echaban
en unas retortas de vidrio que se llenaban hasta dos terceras partes de su ca-
pacidad. Varias filas de retortas se acomodaban en unos hornos y sus cuellos
se dejaban asomar por pequefios orificios que tenían dichos hornos en sus
paredes. Se unían los cuellos de unas con otras, usando un barro para este
fin. La acción del fuego provocaba que el gas sulfúrico o vitriólico se des-
prendiera de la alcaparrosa y,
abriendose los poros de aquellos cuerpos en que tiene mas afinidad el accido sulfú-
rico con la base alkalina del nitro se una con ella, y así el gas nitroso combinado
con dicha sustancia, se desprende, y va a parar a las retortas o recipientes coloca-
dos exteriormente.
Como el accido nitroso que se obtiene de este modo contiene algo del accido
muriático por la Sal marina que lleva el nitro, le purifican echandole solucion de
plata en la misma aguafuerte: esta se combina con todo el accido Marino que en-
cuentra, y se precipita en forma de cal blanca, o lo que llaman aquí calcin, y forma
lo que los Chimicos llaman Luna cornea. Cada parte de esta Sal se une con 5 de
plata. 35
de alto. Esta operación no está descrita en forma completa por Pineda; qui-
zá, al igual que tantas otras ocasiones, se perdieron definitivamente sus apun-
tes; sin embargo, por lo menos sabemos que al final del proceso se recupera-
ba toda la plata contenida en la luna c6rnea.
También llamó la atención de Pineda el procedimiento de la tarea princi-
pal que se llevaba a cabo en aquella casa: separar la plata del metal áureo.
Es preciso indicar que a la Casa del Apartado únicamente se llevaban los pe-
dazos de metales mezclados que contenían suficiente cantidad de oro, a fin
de que fuera costeable su extracción de los tejos de plata. Los metales que
contenían de 16 a 29 granos por marco se beneficiaban por cuenta del rey
y los que contenían más de 30 granos, por cuenta de los mineros. 36 El pri-
mer paso era desmenuzarlos hasta dejarlos en la forma que llamaban grana-
lla. Los ponían en un gran horno de reverbero, del cual se hizo un dibujo
"útil para los que no hayan visto esta especie de oficinas". Pero es tan deta-
llado el relato de esta operación que es preferible atender directamente a la
pluma del coronel Pineda:
El pequeño horno donde se ponen los texos tiene por detras una ventana, por la
qual se hace entrar la llama dirigida con el fuelle, sin que se introduzca el humo:
la qual reberberando en la boveda del horno exerce una accion violenta: el aire que
tiene circulacion, entrando por este mismo conducto, y saliendo por otras dos ven-
tanillas laterales, en la misma razon en que se encarece la cabidad interior del hor-
no, busca su salida, y hace que se introduzca la llama con igual violencia. Tambien
se usan otros hornos Semiesfericos con Su ventana en la parte Superior o cupula
que abre y cierra segun conviene, pues con la repeticion de esta accion aumenta
el calor. El mecanismo de este horno es en grande, lo que el de Maguer que se usa
en los laboratorios de Chirnica es en pequeño. Luego que la plata se halla liquida
ocupa el centro del horno; le destapan, y por una reguera practicada en el sale el
caño de metal fundido: un operario con una barra de hierro se presenta a recivirlo
con cuio choque se rompe, se subdivide en pequeñas gotas, y van a dar a una pileta
de agua: cinco hombres echan incesantemente con gran destreza y velocidad, cubos
de agua que sacan de un gran estanque inmediato. En la pila donde va a dar el
metal hay un grande herbor y tumulto, porque se derrama con la ebullicion, y gol-
pe de los metales que caen en ella: el metal se refrigera al mismo tiempo subitamen-
te, y queda retorcido a hojas retorcidas, planas al modo de las virutas, a lo qual
llaman Granalla. El agua que sale de esta pileta, y las granallas que tambien salen
con ella va a dar en otra pequeña alberca, en donde nada se desperdicia: en el para-
ge inferior de este quadrilongo hay un Sumidero, al qual van e. dar todos los derra-
mes, y de la otra cabidad donde los cuelan, sin que se pueda desperdiciar, ni una
minima particula. El agua que ya ha servido se recoge en otro estanque, donde cria
despues una nata argentea, de que tambien se utilizaban. 37
36 "El oro que sale del apartado extraido por fa vía húmeda que es la única que aquí se usa,
tiene regularmente de 23 quilates, tres y medio granos a 24 quilates". Malaspina, 1885, p. 399.
37 AMNM, ms. 562, ff. 91, 9lv.
Llegados a este punto, varios operarios se llevaban las retortas a una ofici-
na cuyo piso estaba cubierto de paja con el objeto de que al colocarlas sobre
él no se rompieran. Cada retorta contenía de 25 a 30 marcos de granalla y
dos o tres pulgadas de aguafuerte con el que las cubrían. Luego se colocaban
las retortaS sobre cazuelas con tierra suelta. Las ponían de nuevo sobre horni-
llos en los que cabían cuatro retortas a fin de favorecer la disolución, esta
vez, con un calor suave. Finalmente, el oro quedaba precipitado en el fondo,
en forma de tierra negra o de barro húmedo: lo pasaban a crisoles o caletes
y al ponerlo de nuevo sobre el fuego adquiría su color resplandeciente.
Pero tampoco el aguafuerte empleado en la disolución de la plata se des-
perdiciaba todo. Se recogía en retortas y, por destilación, el ácido pasaba al
recipiente quedando la plata en el fondo y, en vista de que no era fácil des-
prender esta última de las retortas que quedaban como estafiadas, hacían otra
nueva operación para recogerla de allí: rompían las retortas, y los fragmentos
de vidrio los pasaban a un molino (parecido al que describió y vio Pineda
en las fábricas de pólvora) hasta pulverizarlos. Enseguida los pasaban a un
horno que llamaban castellano, no muy diferente de los otros. Tras la aplica-
ción del calor se obtenía una parte de plomo por tres de plata y, al fundirlos,
se obtenía plata líquida. El vidrio y el plomo formaban una mezcla que se
asemejaba a cierto tipo de lavas; la mezcla también se molía y un grupo de
mujeres, equipadas con bateas de plata, se acomodaban en una pila y allí la-
vaban las partículas de plata mezcladas en dichos polvos.
Aquellos últimos desechos se los vendían a los indios, quienes, según se
nos dice, los empleaban "en algunos usos económicos", aunque no se especi-
fica en cuáles. Así pues, en aquel sitio no se desperdiciaba nada, pues hasta
de las escorias sacaban partido ya que representaba ingresos para la Casa del
Apartado. Por ello Pineda señaló que el proceso seguido en México para se-
parar el oro de la plata le había parecido además de interesantísimo muy eco-
nómico.
Y, a propósito de obtención de plata, mencionaremos que estando Pineda
en Nueva España hizo un interesante experimento, quizá estando en la capi-
tal o tal vez en una de sus incontables travesías (nos inclinamos a creer que
lo llevó a cabo o en el gabinete del oidor González de Carbajal, pues allí hizo
exámenes de algunas muestras minerales, 38 o en el tribunal de minería don-
de residían). El caso es que de una pirita y nitro obtuvo algunas veces escorias
rojas, pero una vez botones de plata, lo cual obviamente le entusiasmó mu-
chísimo; sin embargo, para desconsuelo suyo, no pudo volver a repetir la ha-
zaña.