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En este supuesto, el conflicto surge en relación con el párrafo anterior, ya que el padre de
Javi, así como el de otros alumnos del centro, se muestran molestos al ver que el
protagonista de la obra de teatro es un niño que está disfrazado de princesa, la cual cosa
les inquieta, ya que los disfraces de princesas se identifican con las niñas, y no con los
niños. Por tanto, con este conflicto podemos observar que “En los centros educativos no
sólo se generan problemas que tienen que ver con la moralidad de personas provenientes
de otros contextos culturales, sino también y cada vez más, del nuestro”, como apunta
Joan Canimas Brugué (2012).
Al igual que en otros aspectos de la vida cotidiana, las personas, nos vemos influenciados
por los medios de comunicación, una fuente inagotable de noticias que, en muchas
ocasiones, no solo informan de los hechos que ocurren a diario, sino que, además crean
corrientes de opinión, que consiguen crear una alarma social desproporcionada, como se
apunta en el comunicado del V encuentro de secundaria de la Confederación de
Movimientos de Renovación Pedagógica (Madrid. Mayo 2002). Este influjo de los
medios de comunicación deriva en un tratamiento diferenciado según tu persona, como
dice Carbonell, J. y Tort, T. (2006): “Existe un tratamiento desigual de las personas
justificado en diferencias sociales, culturales o biológicas, con la intencionalidad de
defender un determinado orden social.” Tal vez, si los medios de comunicación trataran
la identidad de género o la homosexualidad como algo normal en nuestra sociedad, los
individuos no se sorprenderían tanto al ver, por ejemplo, una obra de teatro como la que
se representaba en este colegio.
Como apunta Joan Canimas Brugué (2012): “La atención a la diversidad en los centros
educativos se ha centrado, hasta ahora, en los niños, niñas y adolescentes procedentes
de otros contextos culturales, lo cual ha provocado que la diversidad se entienda más en
términos culturales que morales”. Aunque, poco a poco, parece que el color azul ya no
es tan de chico y el color rosa tan de chica, todavía encontramos muchos estereotipos en
los juegos. Las acciones que se realizan en el juego guardan una estrecha relación con el
ambiente, ideas sociales, formas de organización de grupos sociales, etc.., reproduciendo
la situación y contexto sociocultural donde se realizan los juegos. Por ello, en muchas
ocasiones nos vemos privados de jugar a ciertos juegos simplemente por el sexo al que
perteneces. Desde muy pequeña me ha gustado jugar a fútbol, o con coches y motos, a la
vez que jugaba con muñecas y con cocinitas. Mis padres nunca me pusieron obstáculos
para jugar, pero ya se encargaron otras personas de ponerlos. Yo quería jugar en el equipo
de fútbol del pueblo, y cuando mis padres fueron a apuntarme, se encontraron con la
sorpresa de que no me podían inscribir porque era una chica, y en ese equipo, como ya
competían, solo podían jugar chicos.
Son las propias administraciones, las empresas, los medios de comunicación, etc.…, los
que nos crean barreras, para que diferenciemos conceptos que no necesitan diferenciación
alguna. Porque, como dice (Paco Cascón Soriano): “Vivimos en un solo mundo, plural y
en el que la diversidad desde la cooperación y la solidaridad es una fuente de crecimiento
y enriquecimiento mutuo.” Las diferencias no son malas, siempre y cuando estas
conlleven el respeto y la admiración hacia otras culturas, otros géneros, otras clases
sociales…
Por tanto, para transformar la situación en la que los padres se muestran molestos por una
identidad de género que ellos ven como no habitual, como maestra del centro, lanzaría
una campaña en la que la participación del pueblo sería esencial.
Porque debemos eliminar de nuestra mente los conceptos de que: la raza nos diferencia,
alejándonos, la clase social nos divide, ordenándonos, el género nos complementa,
enfrentándonos, y para ello, como dice Joan Canimas Brugué (2012) “En un centro
educativo, los problemas éticos deben ser contemplados como posibilidades de
aprendizaje.” Por lo tanto, para educar en disciplina y en valores “normales” como dice
el padre de Fernando, es necesario que surjan esta clase de conflictos, porque la educación
en las aulas va más allá de las fichas para aprender matemáticas y lengua.
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