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PROGRAMA DE FORMACIÓN HUMANÍSTICA

Presencia de la mujer en la vida de Vallejo


En esta compilación se expondrá algunas reseñas sobre los principales romances del poeta, desde
María Rosa Sandóval hasta cuando conoce a su esposa.

I. María Rosa Sandóval y/o María Bashkirtseff

Hermana del poeta Francisco Xandóval, los amigos de Vallejo la llamaban María
Bashkirtseff1 como la célebre rusa que llevaba igualmente un Diario íntimo de su vida.
Nació en Ascope, sus padres fueron Alvaro Gabino (capitán del ejército) y su madre
manuela Bustamante (preceptora de instrucción primaria en Ascope). Su padre era
cuzqueño y firmaba así: Sandóval. Conoce a Vallejo en 1915 en un recital que hiciera César Vallejo del
poema Primaveral. Esto ocurrió mientras César Vallejo estudiaba en la Universidad Nacional de Trujillo y
ya integraba el grupo de amigos intelectuales al cual se lo identifica ahora como el Grupo Norte de Trujillo,
a cuyas tertulias María Rosa también asistía.

Ella quedó huérfana de padre a la tierna edad de los 9 años, y huérfana de madre a los 19 años. Vivía
María Rosa a una cuadra del Hotel El Arco, casa de huéspedes en donde se alojaba César Vallejo, situado
entre las calles Mariscal Orbegozo y San Martín, a apenas también una cuadra de la Plaza de Armas de
Trujillo. El domicilio que ella ocupaba se sitúa en el Jr. Mariscal Orbegozo, antes calle de la Libertad 121,
y que hace esquina con el jirón Zepita 513.Tiene un ventanal de reja a baja altura. La casa queda enfrente
de la iglesia de Santa Ana, y que según se cuenta era la ventana por la cual intercambiaban mensajes y
conversaban furtivamente los dos amantes durante un año aproximadamente hasta que ella enferma y
se aleja para no contagiarlo.

La describen como un ser de excepción: bella de rostro y cuerpo. Juan Espejo Asturriaga dice que fue
una muchacha atractiva y de muchas simpatías, poseedora de un espíritu fino y cultivado. Amante de la
poesía y curiosa e interesada por toda clase de actividades artísticas (Rivero, 2004). De su diario íntimo se
han recuperado milagrosamente algunas páginas en donde figuran textos como el siguiente, de su
autoría:

Hoy me ha sorprendido verme desnuda, de cuerpo entero, en el espejo.


He visto mis hombros; mis brazos firmes y largos, mis dos senos.
He mirado con atención mis muslos, fuselados y fuertes; el ángulo, en fino dombo de las caderas; el
sexo, mis pies pequeños y ágiles.
En tanto, repaso el aire de mi frente, antigua y muda, vista todos los días.

A César Vallejo y a María Rosa Sandoval se les vio muchas veces paseando por la Ramada, el Óvalo, la
Grama y por Mansiche, sobre todo al atardecer, cuando el cielo se arrebola y ensangrienta en el ocaso del
crepúsculo.

Un día estando sola le vino repentinamente en un acceso de tos un coágulo de sangre que manchó
su pañuelo de muselina blanca. En sucesivas consultas se le diagnosticó tuberculosis que en aquel tiempo
era una enfermedad temible y terminal. Conocido por parte de ella cuál era su mal ya no se dejó ver por
el poeta, ocultándose con uno y otro pretexto, hasta desaparecer rumbo a Otuzco, de aire fresco y
templado, como recomendaban en aquella época que fuera el lugar en donde vivían los pacientes que
padecían esta enfermedad.

César Vallejo a fines de 1917 viaja a Lima. El 10 de febrero del año 1918, cuando apenas frisaba los
24 años de edad, María Rosa Sandoval murió en Otuzco. Al morir de tisis pulmonar que era una
enfermedad estigmatizada, quemaron todas sus pertenencias, sobre todo sus diarios. Envia un poema a
Federico Esquerre quien le cuenta en una carta que María Rosa había muerto, dichos versos fueron
publicados en el primer número de “La Semana”(1918) dirigido por Antenor Orrego.

1
María Rosa nace el 7 de noviembre de 1894, a 10 años de la muerte de la autora rusa que también
nació en noviembre. Ambas mueren de tisis pulmonar a los 24 años de edad.
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Vallejo dedicaría sus versos del poema Los dados eternos a María Rosa Sandóval :

II. Zoila Rosa Cuadra o Mirto

Bazán
asegura que
Vallejo no era un
hombre triste,
aunque sí
sensible. “Vallejo
era bohemio, le
gustaba divertirse y compartir con los amigos. Además, era un
romántico, sus poemas hacían suspirar a las mujeres más hermosas
de la época. Ahí recordamos a Zoila Rosa Cuadra, a quien él llamaba
‘Mirto’, y por quien casi se suicida, tras sufrir una decepción”,
subraya. Su opinión la comparte el poeta y cronista Eloy Jáuregui,
quien se presentó recientemente en la Feria del Libro de Trujillo.

El dolor que le causó la ruptura con Mirtho lo llevó al borde


del suicidio. Pero sucedió que ese mismo año, se enamoró de una
adolescente llamada Lourdes Murguía. A fines de ese mismo año
sintió una profunda atracción por Hemelinda Melly, de 16 años.

III. Otilia Benedicta Villanueva

En su reciente biografía de Vallejo, Miguel Pachas Almeyda proporciona informaciones


facilitadas por “un sobrino nieto de Otilia Villanueva”, Julio César Villanueva Vidal, que
parecen ser fruto de su memoria. De acuerdo con estas, habría nacido en Cajamarca,
en 1903. Existen dudas sobre su fecha de nacimiento, ya que otros señalan: 1896 o
1897. Además, se dice que su segundo apellido no fue “Pajares” sino “Gonzales”(como
indicó también una inscripción en el registro civil del matrimonio entre Manuel Rabanal
y Rosa Villanueva, donde su madre firma, en calidad de testigo, como Zoila Gonzales).

Otilia formó una familia con Andrés Nicanor Tirado Reyes (1890-1961), hijo del coronel Manuel
Nicanor Tirado Váscones y de Enriqueta Reyes de la Lama. Con él tuvo tres hijos, Zoila Enriqueta, Jaime
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Andrés, que murió siendo bebé, y Carlos Alberto. Falleció en Lima el 14 de junio de 1967, cuatro meses
antes de que naciese su nieta.

Spelucín parece haber sabido también acerca de su relación con Otilia Villanueva ya que en el
primer simposio de Córdoba aludió a ella (sin mencionar su nombre) y reveló: “El propio Vallejo me dijo
alguna vez, hacia marzo o abril de 1922, que había amado extrañamente a una chica que yo conocía de
años atrás y de cuya familia era viejo amigo”. Spelucín se refirió, acto seguido, a una conversación que
tuvo con un “pariente de la muchacha”, que le dijo que “Vallejo no se había portado bien con ella”.

Hay que subrayar, además, que, dado que el noviazgo se produjo en un momento clave del
desarrollo poético de Vallejo, las composiciones que se inspiran en su relación sentimental constituyen
uno de los escasos medios que nos permiten datar, aunque solo sea aproximadamente, algunos de los
poemas de Trilce (Fernández y Gianuzzi, 2021).

Miguel Pachas Almeyda, la describe como una mujer blanca, de regular estatura, conversadora,
alegre y de una belleza muy particular, es la mejor definición que puedo hacer de Otilia Villanueva Pajares,
la mujer que más amó Vallejo en el Perú.

Cuando César trabajaba en el colegio Barrós, ubicado en la quinta cuadra del jirón Áncash, gracias
a su colega Manuel Rabanal, conoció y se enamoró de la bella quinceañera con quien casi llega a tener un
hijo. Él solía visitarla en su casa de la calle Maravillas, en los Barrios Altos; ella también venía a verlo
constantemente al colegio donde dictaba clases de Literatura. Corría el mes de junio de 1918, y en
diversos escenarios de la Lima de entonces se les vio juntos, completamente enamorados. Fue una
historia extraordinaria, llena de amor y felicidad en un inicio, pero con un trágico final. Ella fue la musa
inspiradora de Trilce XIII, XXXVII. Y como es natural también, temía un probable embarazo, dejando
constancia de sus preocupaciones en los siguientes versos: “Los novios sean novios en eternidad. / Pues
no deis 1, que resonara el infinito. / Y no deis 0, que callará tanto, / hasta despertar y poner de pie al 1”.

Sin embargo, muy pronto sus temores se hicieron realidad: la bella Otilia, salió embarazada;
entonces, como todo poeta autobiográfico escribió en Trilce X: “Prístina y última piedra de infundada /
ventura, acaba de morir / con alma y todo, octubre habitación y encinta. / De tres meses de ausente y
diez de dulce. / Como el destino, / mitrado monodáctilo, ríe”.

En estas circunstancias, la familia Villanueva le exigió que se casara con Otilia. El poeta se negó
rotundamente. Entonces la familia optó por algo fatal: Otilia eliminó al hijo que llevaba en su vientre, y
luego fue enviada a San Mateo, un pueblo de la provincia de Huarochirí. Vallejo nunca más vio a Otilia, y
tampoco llegó a saber nada sobre el hijo o hija que pudo tener. Es así como escribió: «El niño crecería
ahíto de felicidad / oh albas, / ante el pesar de los padres de no poder dejarnos / de arrancar de sus sueños
de amor a este mundo» (Trilce LVI).

El 9 de julio de 1919, es la fecha que marcó el final de esta historia de amor. Y el poeta no pudo
menos que plasmar sus más tristes recuerdos en los siguientes versos: «Se acabó el extraño, con quien,
tarde / la noche, regresabas parla y parla» (Trilce XXXIV), y «En el rincón aquel, donde dormimos juntos /
tantas noches, ahora me he quedado sentado / a caminar» (Trilce XV).

IV. Henriette Maisse


Vallejo era un hombre sumamente enamoradizo, admirador de las mujeres bellas, aunque
muchas veces no era correspondido. En Francia tuvo un idilio con Henriette Maisse, una hermosa chica
de Versalles. Vallejo convivió con ella en 1926. Pobre y enfermo, el poeta recibió el auxilio y amor infinito
de Henriette, debido a que desarrollaba sus actividades como modista. Nació en París en el mes de
septiembre de 1900, huérfana de padre y mayor de dos hermanas, pasó por serias penurias económicas
en su niñez. Estudió hasta concluir con estrechez su educación secundaria, siendo una de sus tías quien
le enseñó el oficio de modista. Trabajaba en varios lugares o casas particulares y a veces lo hacía en su
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departamento alquilado, para lo cual había adquirido una máquina manual de cocer. Desde fines de 1926,
Vallejo y Henriette Maisse vivieron en el Hotel Richelieu de la rue Moliere.
Era una mujer sencilla, agraciada, sobre todo poseía una extraordinaria lucidez, rasgo mental por
que Vallejo quedó sumamente impresionado, enamorado, según Desirée Lieven. No era digamos bella,
pertenecía a lo que se denomina en París, la classe ouvriere.
Una de las únicas fotografías que ha quedado de ella es en la que
aparece junto a Vallejo y Carlos More. Está sentada junto al Cholo,
festejando la navidad de 1926, en el atelier de la rue Vereingetorix,
ocasión en que sobre la mesa, aparece pan, vino, botellas vacías con
velas encendidas. Henriette junto a Vallejo, tiene una copa levantada
para hacer un brindis. La foto fue tomada por Ernesto More.
Se ha dicho que es posible que Vallejo la conociera a fines de mayo
de 1925 y que después vivirían intensamente un amor con vino, pan,
patatas y pobreza. Pero ni Henriette ni Vallejo estaban dotados para realizar o emprender tareas que les
permitieran ganar lo suficiente como para poder vivir cómodamente. Cuando Vallejo se refería a ella le
llamaba siempre mi “Zorrita”. “Mi dulce zorrita” (debido al color de la piel y el cabello). Todo indica
que en realidad nunca hubo entre ellos la posibilidad de que algún día contrajeran matrimonio. No ha
faltado quien haya acusado a Henriette de haber “vendido” a Vallejo a Georgette “por una fuerte suma
de dinero”. Eso no es verdad, Vallejo no era una mercancía no tenía precio. También es denigrar a
Henriette, no porque haya sido una obrera, iba a “vender” a un hombre que amaba. La prueba es que lo
cuidó, lo atendió en los momentos más graves y finalmente le salvó a vida. En este caso su amor no fue
tan profundo, al punto de que tuvo que dejarla porque en el camino se deslumbró por Georgette.

V. Georgette Phillipart

No queda duda, Vallejo encontró la felicidad que buscaba en Georgette, aunque ella supo
encauzarlo en su destino a punto de un carácter temible e indomable. Ambos amaban la poesía, pero lo
más importante fue que coincidieron y lucharon juntos bajo los ideales políticos marxistas. Georgette
supo amarlo hasta los últimos días de su vida y logró publicar con mucho esfuerzo toda su obra póstuma.
La joven escritora conoció a César Vallejo cuando tenía 18 años. En mayo de 1926, cuando Vallejo
mantenía una relación con Henriette Maisse, Georgette se entera de la existencia del poeta. “Nos
conocimos de una manera muy curiosa, un poco ridícula si usted quiere. Usted sabe que los
sudamericanos hacen muchos gestos al hablar. Y yo veía en la casa de enfrente, contra la luz tamizada de
una pantalla roja de muy mal gusto, a unas personas discutiendo, gesticulando. Era invierno y las ventanas
estaban cerradas. Y yo, conmovida le dije a mi madre: Pobres los vecinos de enfrente son sordomudos.
Llegó la primavera; un domingo, yo estaba asomada a la ventana y los vi gesticulando como siempre, pero
también oí su voz. ¡Mamá, el vecino de enfrente habla! Así, de esta manera, empezaron las cosas. Por eso
puse atención en él”, contó Georgette de Vallejo en una entrevista con la revista española “Triunfo” en
abril de 1976.

En 1927, Vallejo le hace una invitación para tomar café. Marie Travers, madre de Georgette, se
opone a la relación entre ambos. Un año después de la muerte de Marie, en noviembre de 1928, ella
decide comenzar el romance con Vallejo. “Nos tratamos tres meses y un día desapareció. Mi madre cae
enferma, se muere y ese día regresa Vallejo a la calle Molière. Me vino a presentar las condolencias y me
dijo, así como si me dijera: por favor, alcánceme los fósforos, que debíamos vivir juntos. Y yo no dije ni sí,
ni no, siguió la conversación, pero ni por un momento pensé decir que no. Sin estar enamorada, hacía
tiempo que sentía que tendría que ser así: era la predestinación”, contó.
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En octubre de 1934, Vallejo y Georgette se casan por civil en París, dos años después de retornar
al país europeo tras ser expulsados de Francia por sus vínculos comunistas. La poesía y el marxismo eran
dos cosas que unían a la pareja.

Cuando Vallejo muere a los 46 años, un viernes santo en París. Georgette le cede su espacio en
la tumba familiar en Montrouge. En 1939, un año después de su muerte, edita y publica “Poemas
humanos”, la obra poética completa de su esposo junto a Raúl Porras Barrenechea.

Tras su muerte, dedicó sus esfuerzos para lograr que la obra literaria del poeta peruano se
convirtiera en un bien universal. Durante los años de la ocupación alemana a Francia, Georgette cuidó los
manuscritos de su esposo con temple de guardián. Llega a Perú en 1951, donde decide vivir bajo una
pequeña pensión que obtuvo tras la llegada de Porras Barrenechea en el Ministerio de Educación hasta
1968. Es recordada por su mal carácter y la irritabilidad para guardar con celo la memoria de su esposo.

En 1970 y luego de años de trámite, Georgette logra trasladar los restos de Vallejo al cementerio
Montparnasse, con un epitafio que se lee “Ha nevado tanto, para que duermas”, haciendo alusión al
tiempo que tardaron las gestiones. El cementerio de Montparnasse guarda en sus tierras los restos de
grandes artistas de la historia mundial: Charles Baudelaire, Samuel Beckett, Jean Paul Sartre, Simone
Beauvoir, Julio Cortázar y Carlos Fuentes.

En 1970 y luego de años de trámite, Georgette logra trasladar los restos de Vallejo al cementerio
Montparnasse, con un epitafio que se lee “He nevado tanto, para que duermas”, haciendo alusión al
tiempo que tardaron las gestiones.

En 1978, Georgette sufre un severo accidente: rueda por las escaleras y presenta un accidente
cerebrovascular y hemiplejia parcial. Incluso en esa época y en un difícil proceso de recuperación,
Georgette seguía oponiéndose seriamente a la repatriación de los restos de su esposo “siguiendo su
voluntad”. Murió en Lima.

Georgette de Vallejo fue la encargada de difundir las obras de Vallejo tras su muerte. “Poemas
humanos”, “Novelas y cuentos completos” -que incluye famosos relatos como “El Tungsteno” y “Fabla
salvaje”-, “Obra poética completa” con “Los heraldos negros” y “Trilce” como principales poemas, “Contra
el secreto profesional”, “El arte y la revolución”, “Teatro completo” y “Obra poética completa” son las
obras que supervisó. Además del trabajo editorial, Georgette también creó y publicó tres obras: “Máscara
de cal”, “Apuntes biográficos sobre poemas en prosa y poemas humanos” y “Allá ellos, allá ellos, allá
ellos”. Muchos de esos versos, 30 en total, fueron dedicados a Vallejo.

Referencias bibliográficas

Fernández, C. Gianuzzi, V. (23 febrero de 2021). Trilce y otilia Villanueva Gonzales.


https://www.vallejoandcompany.com/trilce-y-otilia-villanueva-gonzales/

Pachas, M. (2019). ¡Yo que tan solo he nacido!(Una biografía de César Vallejo). Juan Gutemberg

Rivero, T. (2004). Vallejo: dos amores en París. Revista de educación, Cultura y sociedad. 6 (IV).pp.113-
117.

Rivero, T. (2004). María Rosa Sandoval y/o María Bashkirtseff. Revista de educación, Cultura y sociedad.
7(IV).pp.122-126.

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