Está en la página 1de 14

Huanca

Ir a la navegaciónIr a la búsqueda
Para la lengua originaria, véase Quechua huanca.
Cultura huanca
Vivienda circular Tunanmarca.jpg
Recintos en Tunanmarca: el yacimiento más representativo de la etnia huanca
Información histórica
Periodo
Intermedio Tardío
Horizonte Tardío
Periodo transicional
Primeros registros ¿Siglo XIII?
Decadencia Siglo XVIII
Causa Inestabilidad política y homogeneización cultural virreinal
Información geográfica
Área cultural Andina
Equivalencia actual Perú
Información antropológica
Idioma Quechua huanca
Religión Religión huanca/Animismo
TunanmarcaArhuaturoHuajlasmarcaUmpamarcaHuarihuilca
[editar datos en Wikidata]
Huanca (del quechua wanka, en alusión a los monolitos típicos del área cultural
andina) es el nombre de un grupo étnico que se desarrolló durante el Intermedio
Tardío, habitando el territorio de las actuales provincias de Jauja, Concepción,
Huancayo y Chupaca.1 Fue un pueblo guerrero y agrario, dedicándose a la caza,
siembra y cosecha de maíz, papas y otros productos agrícolas; en la ganadería se
dedicaron al cuidado de llamas en la puna.2 La mayoría de la población radicaba en
el Valle de Jatunmayo o Valle de Huancamayo, llamado desde 1782 como Valle del
Mantaro. Se identificaban con una vincha negra. Son habitualmente confundidos con
los xauxas, quienes habitaban en el norte del Mantaro y en el valle de Yanamarca.

Índice
1 Etimología
2 Historia
2.1 Origen
2.2 El hombre en el valle del Mantaro
2.3 Época preincaica
2.3.1 Pre-huanca
2.3.2 Intermedio Tardío
2.4 Anexión al Imperio incaico
2.5 Época incaica
2.6 Contacto con los españoles
2.7 Anexión al Imperio español
2.7.1 Guerra contra los atahualpistas
2.7.2 Rebelión de Manco Inca
2.8 Época virreinal
2.8.1 Rebelión de Hernández Girón
2.8.2 Polémica sobre la captura de Girón
2.8.3 Las Probanzas huancas (1558-1561)
2.8.4 Viaje de Felipe Guacrapaucar a Madrid
2.8.5 Década de los 70's
2.9 Después del siglo XVI
2.10 Época peruana
2.10.1 Surgimiento de una identidad "neo-huanca"
3 Organización política
4 Sociedad
5 Aspectos culturales
5.1 Religión
5.2 Arquitectura
5.3 Cerámica
5.4 Lengua
6 Véase también
7 Referencias
8 Bibliografía
9 Enlaces externos
Etimología
Según la Descripción de Xauxa (1582), el nombre "huanca" fue acuñado por los incas
debido a la presencia de un monolito al inicio del valle. Posteriormente, fue
generalizado por los cronistas españoles. Se reintrodujo en la década de los 20's
por Julio César Tello y difundido por Federico Gálvez Durand: pionero en impulsar
la arqueología en el Mantaro. Todos los habitantes prehispánicos del valle fueron
catalogados de forma masiva e indiscriminada como huancas, aplicándose tanto a los
huancas étnicos como a los xauxas.

Historia
Origen
Estudios arqueológicos plantearon que el origen de los primeros grupos que poblaron
la región de los huancas estuvo en la región selvática, desplazándose desde algún
lugar del nor-oriente hacia el sur de la sierra central del Perú. Desde Huánuco
(Huargo y Lauricocha) prosiguiendo por Pasco, Junín y Huancavelica; dejando
evidencias en Parimachay, Curimachay y Pachamachay en Ondores, Junín y que datan
aproximadamente de 9850 a. C. (Rick y Matos 1976, Hurtado de Medoza 1979). Su
desplazamiento se proyectó desde la selva central hacia el Valle del Mantaro.3 En
el área de Jauja, estudios evidencian ocupaciones de pobladores entre valles
rocosos de Tutanya y Helena Puquio en Pachacayo y Canchayllo ambos en el Distrito
de Canchayllo (Oreficso y Mota 1984; Mallma 2002). En Huancayo y Chupaca también se
encontraron evidencias en abrigos rocosos de Tschopik o Callavallauri (Tschopik
1948; Fung 1959; Kaulicke 1994). La presencia de material lítico, en colinas como
San Juan Pata en Jauja, como esquirlas, lascas, núcleos y performas4 llevaron a
planteamientos de esquemas cronológicos por investigadores como (Matos y Parsons
1979), David Browman (1970), Catherine LeBlanc (1980) y Christine Hastorf (1986).
En algunos casos en cerámica dejaron evidencias que permitieron plantear esquemas
cronológicos. Posteriormente, estos sitios albergaron a sociedades agro-alfareras
de los cuales surgió la sociedad Pre-Wanka.

Esquema Comparativo de la Arqueología e Historia Xauxa - Wanka, por el antropólogo


Arturo Mallma Cortez.
El Dr. Ramiro Matos Mendieta considera que la población en el Valle del Mantaro no
es mayor al Formativo Medio:
... "la primera ocupación fue una sociedad organizada agro-alfarera acontecida
alrededor de los 800 a.C. con la fundación de la primera y única aldea Chavín de
Ataura - Jauja. Un lugar estratégicamente ubicado en el extremo norte del valle;
casi en el acceso del Valle del Mantaro por la ruta del norte".5
abstracción de: "Primeras sociedades sedentarias del Mantaro", Matos Mendieta,
Ramiro (1978)
En Jauja se constituye asentamientos matrices desde donde se difunden los Xauxas y
posteriormente los Wankas. Es en Jauja donde hasta la actualidad se encuentran
mayormente restos arqueológicos que datan desde el Pre-cerámico, Formativo,
Horizonte Temprano, Intermedio Temprano. En el Horizonte Medio van a sufrir
presiones foráneas de grupos provenientes del sur altiplánico como Tihuanaco y
posteriormente se producirá la migración de los Yaros, hoy en día ubicada en la
Provincia de Yarowilca.

El hombre en el valle del Mantaro


Los primeros pobladores que ocuparon el Valle del Mantaro, posiblemente procedieron
de las zonas altoandinas, de las que descendieron siguiendo el curso de sus
afluentes. En los refugios naturales del río Cunas, en el distrito de Chupaca, hay
vestigios de la existencia de una sociedad cazadora nómada cuya economía estaba
basada en la recolección de frutos silvestres y en la caza de camélidos andinos.
Según las evidencias encontradas, la vida humana en el Valle del Mantaro tiene por
lo menos 10 mil años de antigüedad.

Estos primeros pobladores, cazadores y recolectores, con el correr del tiempo


experimentaron la domesticación de las plantas, es decir, descubrieron la
agricultura. Al encontrar esta valiosa fuente de recursos el hombre se volvió
sedentario y abandonó las cuevas para construir albergues de piedra, dando origen a
las primeras aldeas, de las que existen en todo el valle, numerosos restos con una
antigüedad de 3 mil años.

El hombre de Junín, poco a poco, fue perfeccionando sus herramientas de piedra, no


solo para la caza de camélidos (de los que extrajo carne para alimentarse, pellejo
para cubrirse y huesos para sus usos), sino para iniciar la agricultura y la
domesticación de plantas.

Época preincaica
Pre-huanca
Con estos hechos, en la historia del hombre en la sierra central del Perú finaliza
el periodo precerámico y comienza otra etapa en la que aparece la cerámica y luego
el surgimiento de las aldeas. Aparecen, asimismo, las primeras prácticas de una
religión mágica.

Por aquellos tiempos, hace aproximadamente unos 3500 años, se produce la expansión
de la cultura Chavín a la Sierra Oriental, y se advierte su influencia en las
diversas zonas del Valle del Mantaro. Las últimas investigaciones han encontrado
importantes testimonios de la presencia de la cultura Chavín en Ataura (Jauja) y en
San Blas, distrito de Ondores, Junín. Hacia 1300 a. C. aparecen los primeros brotes
de cerámicas en la sierra central de estilo chavinoide y se inicia lo que se
denomina el horizonte temprano.

El proceso continúa siglo tras siglo, con el correr del tiempo las aldeas que
recibieron influencia de Chavin entran en decadencia y los pobladores reafirman su
individualidad y se independizan de su predominio cultural. Aparecen entonces
influencias de otras sociedades como la de Tiwanaku y Huari. El Imperio wari, según
parece, no estableció un control firme ni directo sobre las poblaciones del
Mantaro, sino que se limitó a relaciones de reciprocidad y comercio.

Intermedio Tardío
Durante el Intermedio Tardío, aparecieron los huancas y los xauxas. De ellos, los
xauxas eran más prominentes. Conforme a la clasificación inicial del proyecto UMARP
(Upper Mantaro Archaeological Research Project), este periodo corresponde a las
fases Wanka I (1000-1350), caracterizado por una rudimentaria sociedad tribal, y
Wanka II (1350-1460), caracterizado por el surgimiento de vastos asentamientos en
tierras altas. Según el historiador Aquilino Castro Vásquez, se gestaron 5
jefaturas huancas: Tunanmarca, Marcavilca, Chongos, Llacsapallanga y Xauxa.

El virrey Francisco de Toledo describe esta etapa en las Informaciones de 1570 como
violenta y carente de orden:
"antes de que el dicho tupa ynga conquistase este reyno cada pueblo y cada yndio
vivía sobre si sin obedecer a nadye y que como tenyan guerras unos indios con otros
y unos pueblos con otyros quando avia algún onbre valiente entre ellos se señalava
al qual lla mavan cinchecona ques que quiere decir “agora es este valiente” […] y
ansy le odedecian y que no auia otra manera de señorio ny de gobierno sino hera
este"
Francisco de Toledo
Anexión al Imperio incaico
Hacia 1460, las tropas incaicas, conducidas por Túpac Yupanqui, llegaron al
Mantaro. Las jefaturas jefaturas huancas no reaccionaron uniformemente. Según los
cronistas Sarmiento de Gamboa y Cieza de León, algunas jefaturas ofrecieron
resistencia. Según Garcilaso y Santa Cruz Pachacuti, no se produjo ningún
altercado. Carlos Hurtado Ames aduce que los huancas se integraron de forma
totalmente pacífica y que fueron los xauxas quienes se opusieron al ejército inca.
La integración de los huancas al Imperio incaico dio inicio a la tercera fase
propuesta por el UMARP: Wanka III.

Época incaica
Una vez sujeto el territorio huanca al Estado incaico, se instauró el huamani
(provincia) de Huanca, compuesto por tres sayas (sectores): Ananguanca (Hanan
Huanca, el sector de arriba), Luringuanca (Hurin Huanca, el sector de abajo) y
Atunxauxa (Hatun Xauxa, el sector principal y núcleo político). Estas entidades
territoriales se conservaron aún después de la fractura del Incanato, hasta bien
entrada la época virreinal.

En la parcialidad de Atunxauxa se edificó la llacta de Hatun Xauxa, que se


convirtió en el mayor centro administrativo, urbano y comercial en el valle del
Mantaro. Algunos huancas fueron usados en calidad de colonos incaicos, como lo
demuestra la actual población de Huancas en Chachapoyas. También se construyeron
redes de caminos; el célebre tramo Xauxa-Pachacamac parte justamente del valle.
Restos arquitectónicos incaicos se encuentran en yacimientos como Hatun Malka y
Arhuaturo; de este último es notoria la presencia de una kallanka.

Las élites huancas continuaron al mando de las nuevas parcialidades. Ananguanca era
regida por la familia Apoalaya, Luringuanca era regida por los Guaucrapaucar-
Limaylla y Atunxauxa era regida por los Surichac (Cusichaqui). De entre todos, los
Apoalaya fueron los más activos colaboradores con el Estado. Su curaca principal
fue recompensado con la entrega de una esposa inca noble, llamada Mullo Maca, por
los servicios prestados al padre de esta, llamado Cayo Topa, militar incaico al
servicio del inca Huayna Cápac que participó en las campañas bélicas del norte
(actual Ecuador). Apo Apolaya, otro jefe de la familia, también recibió una esposa
inca, de nombre Manco Yarro. Él fue autorizado por un inca denominado "Caxi Gualpa"
para heredar el título de gobernante de su parcialidad.

Sobre la agricultura, Christine Hastorf refiere que el cultivo de maíz y quinua se


intensificaron, en desmedro de los tubérculos.

Durante la guerra civil incaica los huancas se encuadraron en el bando huascarista


del Cuzco. Ello les acarreó problemas en contra de las implacables fuerzas
atahualpistas que habían logrado capturar el Mantaro tras derrotar y expulsar a las
fuerzas del general cusqueño Guanca Auqui.

Contacto con los españoles


Los curacas huancas tuvieron las primeras noticias acerca de los españoles cuando
estos consiguieron apresar sorpresivamente a Atahualpa, decapitando la cadena de
mando de los ejércitos atahualpistas que todavía estaban repartidos en diversos
puntos de los Andes. La desestabilización del poder quiteño generó un clima
caótico. El general Chalcuchímac, pasando por el Mantaro mientras avanzaba hacia
Cajamarca para rescatar a Atahualpa, aprovechó para intentar castigar a los huancas
por su apoyo a los cusqueños durante la guerra civil. Las élites huancas, alertadas
de ello, solicitaron auxilio para rechazar la presencia atahualpista.

De esta forma, enviaron regalos a los españoles según la tradición andina de


relaciones de poder, de reciprocidad y redistribución. Sin embargo los hispanos, al
no comprender el trasfondo simbólico de estos actos, lo interpretaron como una
muestra de sumisión. Ellos, por su parte, enviaron 3 expediciones al territorio
huanca. Todas tendrían como objetivo arribar a Hatun Xauxa: en ese entonces la
mayor urbe del valle. Antes de evacuar la ciudad, los atahualpistas, como parte de
su política de tierra quemada designaron un escuadrón a incendiarla, lo que fue
interrumpido por el arribo hispano. Sin embargo, los daños causados generaron gran
indignación entre las élites del Mantaro.

La expedición de Pedro Martín de Moguer fue la primera en alcanzarla en 1533.


Fueron atacados por un pequeño pelotón de atahualpistas, por lo que solicitaron
refuerzos a la segunda expedición, comandada por Hernando Pizarro, que consiguió
derrotar al ejército atahualpista. Asimismo, se percataron de que Chalcuchímac
andaba en las cercanías. Pizarro también se propuso continuar avanzando por el sur
hasta el santuario de Pachacámac y saquear sus tan ponderadas riquezas. Mientras
Pizarro y Chalcuchímac se enfrentaban en estratagemas diplomáticos (resultando con
la partida de este último hacia Cajamarca), comenzó la época de fiestas y
borracheras conforme lo dictaba la costumbre andina del tinkuy.

Este cargaba con una fuerte connotación ritual que cumplía diversas funciones
simbólicas como la renovación de los vínculos, la reconciliación y el culto a los
antepasados. Era también un método empleado frecuentemente por los incas para
enlazarse con sus dominios. La enorme plaza de Hatun Xauxa (en la que según el
cronista Miguel de Estete cabían hasta 100,000 personas) fue escenario de grandes
bailes, cantos y celebraciones durante varios días que fueron presenciadas por los
españoles como discretos testigos.

La última expedición española en arribar estuvo dirigida por el mismísimo Francisco


Pizarro, quien, en las inmediaciones de Hatun Xauxa, fundó la nueva ciudad de Jauja
para ser capital de la gobernación de Nueva Castilla. Sin embargo, el proyecto
quedó inconcluso debido a su rápida partida hacia el sur. Tanto la nueva Jauja como
la antigua Hatun Xauxa pasaron a segundo plano.

Anexión al Imperio español


Guerra contra los atahualpistas
Cuando los españoles se asentaron en el valle, las élites huancas les proveyeron
comida, armas y efectivos, lo cual daría el inicio a la alianza efectiva entre los
curacas y los conquistadores, abriendo la cuarta y última fase diferenciada por el
UMARP: Wanka IV. Esto lo hicieron no solamente en respuesta a las atrocidades
atahualpistas, sino también para ganar prioridad ante el inminente régimen español
y evitar así la creación de encomiendas en el valle.

Estas ideas están particularmente encarnadas en el curaca huanca Jerónimo


Guacrapaucar, quien se mostró obediente y colaborador ante los españoles. Alentó a
los pobladores huancas a colaborar como cargadores en el transporte de ingentes
cantidades de oro y plata, botines que fueron capturados de sitios incaicos
abandonados o de porciones encontradas del tesoro que pagaría el rescate de
Atahualpa. Por su buena relación con los españoles, su rápida conversión y devoción
hacia la fe cristiana, obtuvo el derecho a usar el distintivo "don" delante de su
nombre, junto con los demás curacas huancas. El Mantaro se mantuvo en relativa
calma tras la partida de Chalcuchímac.

No obstante, las operaciones atahualpistas se reanudaron cuando el general


Quizquiz, en su marcha desde el Cusco hacia la región de Quito, donde las tropas de
Rumiñahui se encontraban resistiendo los embates de Sebastián de Belalcázar, lanzó
una ofensiva con el fin de asaltar Hatun Xauxa. Gabriel de Rojas y Córdova esparció
el falso rumor de que los huancas estaban maquinando una rebelión para atacar a los
españoles en alianza con Quizquiz. El empuje quiteño avanzó por el estratégicamente
vital Mantaro, exponiendo a los huancas, por lo que desde el Cusco ocupado por los
hispanos se despacharon refuerzos bajo las órdenes del cusqueño Manco Inca y el
hispano Hernando de Soto. La batalla de Yacusmayo frustró contundentemente los
intentos atahualpistas por perforar las defensas del valle, a pesar de conseguir
propinar fuertes bajas a los huancas. Tras sufrir una nueva derrota en la posterior
batalla de Maraycalla, los atahualpistas se retiraron para intentar reorganizarse
en Tarma, al norte.

En 1533, los españoles inauguraron un nuevo Imperio incaico, vasallo de la


Monarquía Hispánica, con Túpac Hualpa como primer gobernante. Las muertes de los
generales Quizquiz y Rumiñahui en 1535 culminaron la guerra y con ella, cualquier
forma de resistencia atahualpista.

Rebelión de Manco Inca


En 1536, Manco Inca, quien había sido nombrado como segundo inca títere en 1533,
desertó y se rebeló en contra del oficialismo cusqueño pues percibía que los
españoles solamente lo estaban manipulando mientras discretamente se afianzaban
cada vez más en las estructuras de poder andinas. Aunque al principio algunos
curacas huancas vieron con cierta simpatía este levantamiento, la llegada del
militar español Alonso de Alvarado al valle revocó la situación y decantó el apoyo
de los curacas hacia el bando capitaneado por los hispánicos.

Se produjo una batalla entre sublevados y realistas en las cercanías de Jauja, que
se saldó con la victoria de los primeros. 50 españoles y un número desconocido de
huancas fueron eliminados. La derrota obligó a los españoles a retirarse, dejando
al valle del Mantaro a merced de las represalias de Manco.

En contraste con Chalcuchímac, quien pretendía castigar a los huancas mediante


masacres, pillaje y demoliciones, Manco Inca ordenó la humillación su ídolo
principal, Huarivilca, arrastrándolo por colinas, caminos y ciénagas para
finalmente arrojarlo a un río. Posteriormente ejecutó a todos sus servidores
religiosos. Vale la pena mencionar que, según otras versiones, fue Vicente de
Valverde el destructor del ídolo huanca.

A pesar de todo, Jerónimo Guacrapaucar mantuvo su convicción de apoyo a los


españoles. Entre tanto, los insurgentes se retiraron poco después debido a lo
insostenible de su situación estratégica. Para 1547, la ciudad de Hatun Xauxa
estaba ya totalmente abandonada conforme lo atestigua el cronista Pedro Cieza de
León. No obstante, el fin de Hatun Xauxa no marcaría el final de la participación
huanca en la empresa expansionista española. La siguiente oportunidad de
Guacrapaucar para demostrar su valía llegó durante la rebelión de Francisco
Hernández Girón, quien se rebeló debido a su disgusto contra las nuevas leyes que
suprimían el poder de los encomenderos españoles.

Época virreinal
Rebelión de Hernández Girón

Hernández Girón, según Guamán Poma


Girón inició su rebelión en el Cuzco en 1553 y posteriormente tomó rumbo a Lima,
debiendo pasar obligatoriamente por el valle del Mantaro. Los realistas adoptaron
urgentemente medidas para rechazar el avance de sus fuerzas, despachando un
ejército comandado por el capitán castellano Lope Martin y el noble huanca don
Carlos Limaylla, con un total de 50 españoles y más de 500 huancas para enfrentar a
los gironistas. Sin embargo, la moral entre los efectivos huancas era baja, motivo
por el cual se postula que la presencia de Limaylla era únicamente para cohesionar
sus fuerzas y evitar un desbande masivo que hubiera abandonado al capitán Martin.

Nunca se produjo un gran choque entre ambas fuerzas, sino que Girón se ciñó a
cometer atrocidades, requisamientos y pillaje en contra de los huancas por su
alineamiento con la Corona. Una gran cantidad de ellos fueron forzados a vivir como
esclavos de los gironistas, principalmente como porteadores. La estrategia de
evitar un encuentro resolutivo debilitó al ejército realista, aunque finalmente
consiguió expulsar a Girón de vuelta al Cuzco.
Alonso de Alvarado, ascendido a Mariscal desde la sublevación de Manco Inca, renovó
a las fuerzas realistas, quienes reanudaron su contraataque. El apoyo huanca se
redujo a tareas de abastecimiento como cargadores. Aún con la destreza militar de
Alvarado, los gironistas obtuvieron un contundente triunfo en la batalla de
Chuquinga. En ella, auxiliares nativos del ejército realista traicionaron al
mariscal, robando víveres, provisiones y eliminando a soldados españoles que huían
del campo de batalla. Alvarado falleció poco después producto de las heridas
recibidas.

En consecuencia a este desastre, las fuerzas fieles a la Corona retomaron el teatro


de operaciones en Xauxa, mientras que los huancas recobraban protagonismo. Los
gironistas continuaron cometiendo abusos en contra de las poblaciones locales y
españolas que iban encontrando, al punto de saquear Cuzco y Arequipa.

El encuentro final de la guerra en contra de las fuerzas de Hernández Girón se dio


en la batalla de Pucará, 1554. Jerónimo Guagrapaucar, entusiasta, acordó con los
demás curacas huancas la entrega de suministros y tropas a las fuerzas realistas.
Se despacharon miles de efectivos huancas para reforzar a los realistas que se
dirigían desde el Cuzco hacia el altiplano, último reducto gironista. Las fuerzas
sublevadas se hallaban cada vez más acorraladas debido a las continuas deserciones
y reveses militares que el éxito en Chuquinga no pudo solventar.

Jerónimo, al igual que otros curacas del Mantaro, asistió en persona a la batalla
de Pucará. No participó en la lucha debido a su avanzada edad, así que se remitió a
desempeñar labores de apoyo logístico. Pucará finalmente se saldó con la derrota
total gironista y su posterior desbande. Por otro lado, los soldados huancas
sufrieron gran cantidad de bajas; muy pocos retornaron vivos.

Tropas huancas derrotan a la caballería gironista


Polémica sobre la captura de Girón
Hernández Girón escapó con rumbo a Lima, aunque fue apresado en el Mantaro. Según
el cronista Felipe Guamán Poma de Ayala, fueron los propios huancas los que
capturaron y apresaron a Girón, quien se encontraba acompañado por un mermado
séquito de soldados aún fieles.

Poma es el único cronista que le otorgó el mérito principal a las tropas huancas,
debido a que otros cronistas españoles buscaron minimizar el impacto huanca en la
captura. Particularmente notables son las declaraciones escritas del cronista
hispano Diego Fernández de Palencia, quien describe la participación general huaca
en el conflicto como poco colaborativa y estorbosa, ejecutando acciones inútiles y
calificando a sus efectivos como cobardes y apocados.

Él y el cronista Inca Garcilaso de la Vega atribuyen la captura de Girón a los


militares europeos. Sin embargo, otros testigos españoles reconocieron el decisivo
e importante papel huanca en la derrota y captura del prófugo de Pucará. El motivo
del desdén de Fernández de Palencia pudo ser el obstáculo que suponían los deseos
de reconocimiento de los líderes huancas en contra de los intereses de algunos
españoles sobre los territorios del Mantaro. Don Jerónimo Guacrapaucar y Francisco
Cusichac (gobernador de Atunxauxa) también aseveraron que fueron sus hombres
quienes lograron capturar a Girón.

El reconocimiento que expectaban los huancas se limitó a unas felicitaciones por


parte de Juana de Austria, mientras que el mérito de la captura de Girón fue
conferido por las autoridades virreinales a los hispánicos Gómez Arias de Ávila y a
Arias Maldonado, quienes también participaron en el apresamiento. Hubo algunas
protestas entre otros militares españoles (destacando el capitán Juan Tello
Sotomayor) que habían estado igualmente presentes en la captura de Girón y
reclamaban la obtención de recompensas, aunque ignorando la participación huanca.

Las Probanzas huancas (1558-1561)


Los curacas huancas quedaron satisfechos con su colaboración en la pacificación de
los territorios conquistados por los españoles, por lo que procedieron a efectuar
los reclamos por la entrega de beneficios de los que se sentían merecedores. Para
ello comenzaron a escribir las Memorias, mejor conocidas como Probanzas: listas
minuciosas de "méritos". Luringuanca presentó las listas más extensas y precisas.
Los curacas huancas usaron los quipus para calcular bienes y personal enviado a
colaborar con los españoles, además de otros gastos. Célebre es el caso de las
Probanzas de 1558, pues es un hecho histórico que respaldan la noción de que el
quipu fue un sistema de escritura andino. Los curacas huancas empezaron a "leer"
los quipus que traían consigo ante la Real Audiencia de Lima, apoyados por
intérpretes y escribas españoles. Cieza describió el caso particular de Jerónimo
Guacrapaucar, quien lo dejó totalmente anonadado con la lectura de su quipu. En
1560, Felipe Guacrapaucar, hijo de Jerónimo Guacrapaucar, viajó a Lima en
representación de su padre, muy avanzado en años, y Luringuanca para colaborar con
las probanzas, resultando en una Información.

En la última Probanza huanca, realizada en 1561, el curaca de Atunxauxa, Francisco


Cusichaqui, hizo un llamado a la preservación de los privilegios de su familia
noble, su exoneración de cualquier tipo de tributo y a la prioridad de su
parcialidad sobre las otras. Felipe Guacrapaucar solicitó condiciones similares. De
esta manera, las parcialidades de Atunxauxa y Luringuanca cobraron un rol
protagónico en la situación geopolítica del Mantaro, en desmedro de la taciturna
Ananguanca. Hicieron especial énfasis en el rechazo a la posibilidad de que sus
parcialidades sean asignadas a los encomenderos, situación que empezaba a tornarse
riesgosamente factible gracias a los incesantes reclamos de estos últimos.

Aunque hasta el momento, el Mantaro se encontraba relativamente libre de


latifundios españoles, ya se habían producido algunos tensos roces con los
encomenderos, como el caso de la explotación de pobladores en las minas de
Antusulla, lo que avivó las inquietudes huancas. Cusichaqui prefería que en todo
caso, su territorio pase a administración directa de la Corona española, mientras
que Felipe Guacrapaucar exigió que él mismo se convirtiese en el encomendero de sus
dominios. También había propuesto que los nobles locales pudiesen ser elegidos en
los cargos regionales de la administración virreinal, tal cual lo habían sido
durante la administración incaica. De esta forma, serían capaces de resguardar
eficazmente a sus subordinados de los abusos encomenderos.

Viaje de Felipe Guacrapaucar a Madrid


Entre 1562 y 1564, Felipe Guacrapaucar viajó a Madrid con la Información elaborada
en 1560. Tuvo la intención de presentarse como curaca principal de Luringuanca aún
cuando en ese momento su hermano, Carlos Limaylla, ocupaba el cargo. Limaylla era
impopular entre los demás nobles de la parcialidad, por lo que favorecieron a
Guacrapaucar financiando sus viajes. Al arribar a Europa, solicitó personalmente al
rey Felipe V de España la adquisición de preeminencias y beneficios para su
parcialidad, además de su reconocimiento como curaca de Luringuanca. Esta
pretensión fue rechazada. Aún así, retornó en 1565 con un escudo personal y una
renta. El blasón de Guacrapaucar se ha convertido actualmente el escudo de armas de
Huancayo. Vale la pena mencionar su poca precisión, en cuanto representa jaguares,
un castillo, un arco y un lucero del alba, elementos que no existían en el valle
del Mantaro y no representan la cultura local.

Escudo otorgado por el rey Felipe II al curaca huanca don Felipe Guacrapaucar, tras
su viaje a Madrid
Década de los 70's
Como resultado de sus continuos fracasos legales, el 2 de noviembre de 1570, Felipe
Guacrapaucar fue exiliado del valle del Mantaro por 10 años, sin la posibilidad de
ejercer influencia alguna en las políticas de las parcialidades huancas. Se le
acusó de despilfarrar el dinero comunal asignado para su parcialidad en continuos
juicios. Limaylla, al describir su activismo, refiere que:
"...como el dicho don Felipe fue a España e trato con letrados yaprendio a escrevir
quando volvió se hizo pleitista y a rebuelto el repartimiento con pleitos."
Don Carlos Limaylla
Tras ser desterrado de su tierra natal por la supuesta malversación de fondos,
Felipe Guacrapaucar continuó obseso por garantizar el bien común ante los continuos
conflictos contra encomenderos, funcionarios virreinales y nobles huancas rivales
como Carlos Limaylla, a quien llegó a considerar como su acérrimo rival. A pesar de
que estaba mucho mejor capacitado tanto en los métodos andinos como en los
europeos, la estrategia escogida para alzarse como el curaca legítimo de
Luringuanca y su incesante búsqueda por preeminencias lo convirtieron en una figura
incómoda, propiciando su encarcelamiento en 1571. Él y su descendencia jamás
volvieron a participar en las políticas del Mantaro.

Entre 1570 y 1575 se dio inicio a la Visita General, en la que una comitiva en
representación del virrey Francisco de Toledo recogió informaciones sobre los
territorios locales. El primer destino fue el valle del Mantaro, específicamente
Concepción. Los curacas locales usaron quipus como registro de datos ante los
españoles. Entre las tantas investigaciones efectuadas por el virrey y sus hombres,
se indagó sobre los "pleitos de Jauja", poco esclarecidos episodios acontecidos en
las décadas pasadas de los 50's y 60's que involucraban acaloradas disputas
políticas entre los nobles del Mantaro e incluso numerosas muertes de pobladores
huancas durante los trayectos hacia Lima.

Desde la desaparición del orden centralizado cusqueño, la cuestión de la de


sucesión de los curacazgos había entrado en un tenso y turbio clima de
inestabilidad, caracterizado por rivalidades y enfrentamientos legales. El problema
pretendió zanjarse con la imposición de la sucesión hereditaria, con la Corona
española como última instancia. Tras disponer de medidas provisionales, Toledo
prosiguió con su trayecto hacia Huamanga. El visitador Jerónimo de Silva fue la
persona designada por el virrey para culminar con la resolución de los problemas
que carcomían la estabilidad de la élite huanca, elaborando la llamada
"Averiguación sobre cacicazgos". Sin embargo, esto no logró apaciguar la situación,
que continuaría a lo largo del periodo virreinal.

Después del siglo XVI


El Mantaro virreinal persistió con un activo dinamismo político interno, aunque
mucho menos violento a comparación de las primeras décadas de la instalación
española. Más curacas huancas también participaron en numerosos juicios y uniones
matrimoniales. Se tiene evidencia de que algunos apelaron a ritos religiosos
andinos para combatir a sus rivales. También acontecieron nuevos pleitos, como los
de la sucesión de Luringuanca durante la segunda mitad del siglo XVII,
protagonizados por Bernandino Mangoguala Limaylla y don Jerónimo Lorenzo Limaylla;
este último incluso usó como argumento ser descendiente directo del inca Pachacútec
Inca Yupanqui. Un miembro de los Apoalaya, don Blas Astocuri Apoalaya, logró
unificar temporalmente a todas las parcialidades a principios del siglo XVIII.
Otros nobles alcanzaron notable fama por cuestiones no políticas; tal fue el caso
de Catalina Huanca y su mítico tesoro oculto. Por lo demás, la identidad étnica
huanca finalmente se disolvió dentro de un margen de homogeneización y aculturación
masivos que se gestaba a lo largo del Virreinato.

Época peruana
Surgimiento de una identidad "neo-huanca"

Estatua de Zenobio Dagha Sapaico en el parque de la Identidad Huanca. Los


huancaínos actuales están asociados con la etnia quechua gracias al proceso de
homogenización virreinal, distando mucho de la etnia huanca descrita en las
crónicas.
La historia precolombina del Mantaro quedó sumida en el olvido durante el siglo
XIX. Muchos sitios arqueológicos huancas fueron afectados o destruidos por el
avance agrícola y urbano. Durante el siglo XX, se emprendieron trabajos
etnohistóricos y arqueológicos para estudiar la ocupación humana del valle;
ejemplos son la obra precursora de Galvez Durand y particularmente el libro de
Waldemar Espinoza Soriano titulado "La destrucción del imperio de los incas"
(finales de los años 70's), el cual dio origen al concepto ficticio del "reino
huanca", construyendo en torno a ello una narrativa basada en la bravura indómita
huanca.

Esta atractiva narrativa se esparció rápidamente en la mentalidad de los actuales


habitantes del valle del Mantaro como un estímulo moral que fundamentó la creación
de una redefinida identidad "neo-huanca". Originalmente pretendía legitimar el
encumbramiento de Huancayo, gracias su explosivo auge comercial y minero, como una
urbe protagónica del territorio peruano recurriendo a justificaciones históricas y
raigambres ancestrales. La exacerbación emocional que apela a la nostalgia de un
presunto pasado glorioso se ha imbuido en las mentes de los huancaínos a tal grado
de consumarse la construcción un Parque de la Identidad Huanca. Complementado la
explicación del porqué del "reino huanca", Carlos Hurtado señala:
"...se trataba de un argumento que se adaptaba perfectamente a las necesidades
explicativas de una colectividad en crecimiento y formación, como lo era Huancayo
en la década de los setentas del siglo XX, y por ajustarse además a ciertos
intereses políticos de ese lugar, la idea caló hondo. Un ejemplo son las frases de
“Nación Huanca” o “Construyendo el futuro de la Nación Huanca”"
Carlos Hurtado Ames
Es decir, se trata de un caso de revisionismo histórico con intencionalidad
política empleado como guía identitaria. La narrativa del reino huanca igualmente
acarreó otra consecuencia: la invisibilización de la etnia xauxa.

Organización política
La organización política de los huancas ha sido un tema de debate entre
arqueólogos, historiadores y antropólogos, a pesar de que existe consenso sobre su
naturaleza comunitaria y preestatal. Se les ha señalado como cacicatos, jefaturas
de mayor o menor complejidad e incluso como un sistema corporativista , dependiendo
del autor. Las jefaturas componen la división política más aceptada. Por otro lado,
la propuesta de Espinoza acerca de los huancas como un estado monárquico adolece de
muchas incongruencias.

Valle del Mantaro. Aunque las crónicas aluden a que las jefaturas huancas
comúnmente entablaban guerras por los recursos, la gran fertilidad del valle
convierte esta posibilidad en muy improbable.
El planteamiento sobre la existencia del reino huanca es equiparado al existente
acerca del reino de Quito defendido por Juan de Velasco o el reino de Tucumán
descrito por Garcilaso, siendo realmente mitos politizados en vez de teorías
científicamente rigurosas. La denominación de "reino" es fantasiosa pues los
curacas huancas, lejos de servir a un señor principal, eran autónomos y
equivalentes entre sí. En palabras del investigador Terence D'Altroy, como miembro
del proyecto UMARP:
“Contrariamente a los reportes de un reino Wanka unificado, los datos arqueológicos
señalan la existencia de un conjunto de numerosas unidades políticas en competencia
dentro de la región. Lo que ocurre es que, simplemente, una identidad étnica común
no implica necesariamente una unificación política.”
Terence D'Altroy
La configuración política no permaneció uniforme a lo largo del tiempo; en la fase
Wanka II se habla indudablemente de una organización mucho menos sencilla (jefatura
compleja). Los extensos emplazamientos pertenecientes a esta fase han llevado a
elaborar suposiciones apresuradas. Considerando su magnitud, el antropólogo Arturo
Mallma fue el primero en asumir que la capital huanca se encontraba en Tunanmarca.
Waldemar Espinoza perpetuó esta idea añadiéndole detalles literarios épicos,
referenciando a Tunanmarca como el último bastión huanca ante el asedio del
ejército inca. No obstante, Hurtado Ames sugirió que Tunanmarca ni siquiera era
huanca, sino xauxa.

Sociedad

Colcas de Arhuaturo. La enorme cantidad de estos depósitos en el valle indica una


intensa actividad agrícola. La proporción de instrumentos agrarios documentada es
vastamente superior a la de armas.
Los huancas son frecuentemente retratados como un pueblo bárbaro, aguerrido e
incluso que comía perros. Esta imagen fue difundida por cronistas como Garcilaso y
Cieza. A propósito de estos autores y parafraseando a Aquilino Castro, Pavel Carlos
escribe:
"... eran muy duros y poco objetivos sobre algunas descripciones que hicieron
acerca de los huancas, a quienes les imputaron fama de guerreros belicosos, que
desollaban a sus prisioneros, de sus pellejos hacían tambores, que buscaban
“camorra” o reyerta sin ningún motivo."
Pavel Carlos Leiva García
El carácter militarista huanca fue retomado por Waldemar Espinoza para construir su
narrativa épica. En contraste, la evidencia sugiere que, si bien las jefaturas
huancas eran independientes y potencialmente rivales, conformaban una sociedad
mayoritariamente dedicada a la agropecuaria para sustentar su gran densidad
demográfica, disponiendo de redes comerciales y cuyos ayllus cooperaban entre sí.

En relación con la jerarquía social, se encontraban encabezados por los curacas,


considerados los hombres más capacitados para el liderazgo. Las crónicas los
mencionan como sinchis, jefes y caudillos activos en épocas de guerra. En este
sentido, fueron similares a los chachapoyas. Debajo de ellos estaba el grueso de la
población, compuesta principalmente por campesinos y artesanos. Aunque
evidentemente estratificada, se discute si esta jerarquización generaba auténticas
clases sociales. En las épocas incaica y virreinal, aparecieron 3 niveles mejor
definidos: curaca principal, curacas secundarios y curacas terciarios.

Aspectos culturales
Religión

Huarihuilca, de filiación wari. El hecho de que correspondió también con la huaca


principal de los huancas lleva a plantear una posible relación de dominio religioso
entre la población local del Mantaro y el Imperio wari durante el Horizonte Medio.
Los huancas reconocieron como lugar de origen o pacarina a una fuente ubicada en el
sitio arqueológico de Huarihuilca, de las que emergió una pareja que dio origen a
su etnia. El mito añade que alrededor de la fuente se construyó un templo para la
veneración religiosa. Según Espinoza, la divinidad principal era Apu Con Ticsi
Viracocha Pachayachachi, a quien ofrecían sacrificios de ganado, cuyes y
presentaban ofrendas de oro y plata. Los huancas creían en la inmortalidad del
alma, por cuyo motivo momificaron a los muertos. Los envolvían en pellejos de
llama, los cosían y le deban figuras humanas y los enterraban en sus casas.

Después de la llegada de los españoles al valle del Mantaro, y con la disolución de


los huancas como etnia, los pobladores de la zona, al igual que en gran parte del
Perú, adoptaron el cristianismo católico como su religión. Sin embargo, algunas
tradiciones persistieron durante el periodo virreinal temprano, como los
sacrificios humanos y de animales, conforme lo refieren quipucamayocs a Cristóbal
Vaca de Castro sobre el destino de españoles desertores apresados:
"...los indios de Jauja les tenían presos con otros soldados y caballos [...] para
hacer sacrificios de ellos a sus huacas e ídolos, porque cada mañana hacían
sacrificios de dos soldados y caballos"
Declaración de los Quipucamayos a Vaca de Castro
Arquitectura
La arquitectura huanca se caracteriza por la construcción de recintos con
mampostería rústica, muro doble, argamasa y planta circular. Por lo general,
cuentan solamente con un piso. Los dinteles estaban compuestos por una laja de
piedra. Los vanos de acceso eran ligeramente trapezoidales. Los nichos y ventanas
fueron escasos. Aunque cilíndricos a simple vista, los recintos podían ostentar una
leve inclinación hacia el interior. Existían dos tipos de techado: de paja y de
piedra falso arco. Se cree que estos recintos correspondieron con viviendas usadas
únicamente como dormitorios en razón de su relativamente pequeño tamaño. Las casas
se agrupaban e interconectaban con muros para formar un ordenamiento elíptico
conocido como "complejo patio", en los cuales se realizaron actividades
comunitarias. Conjuntos de "complejos patio" integraban aldeas de dimensiones
variables que se ubicaban al fondo del valle. Salvo contadísimas excepciones, las
estructuras estaban desprovistas de tarrajeo y pintado alguno.

Los huancas también construyeron centros mayores en las partes altas de los cerros,
señalados como ciudadelas o "aldeas fortificadas" dada su magnitud y complejidad
superior, cuya principal característica era su condición amurallada. Es todavía
debatida la función de las murallas en la arquitectura huanca; si para la defensa
militar, para el resguardo de animales o como marcador de diferenciación social.
Indicadores como la falta de medidas protectoras asociadas a los conjuntos de
colcas favorecen las últimas opciones. Además de murallas también contaban con
canales de agua y plazas. Las ciudadelas manifestaban una rudimentaria pero
perceptible sectorización en áreas públicas, religiosas, de almacenaje y
residenciales.

Tanto las aldeas como las ciudadelas carecían de una planificación urbana compleja,
sino que crecían y se adaptaban conforme las necesidades inmediatas.

Cerámica
La cerámica, de rústico acabado, simple y monocroma, tenía un carácter
eminentemente utilitario. Es famosa la investigación de Luis Guillermo Lumbreras
sobre la cerámica local, empleando el término "estilo Mantaro".

Lengua
La lengua fue un dialecto del runashimi, llamado "quechua huanca", que todavía se
sigue hablando en algunos poblados.

Véase también
Conquista del Perú
Jauja
Huancayo
Lecturas Huancas
Referencias
Espinoza Soriano, Waldemar (1971). Los huancas, aliados de la conquista. Tres
informaciones inéditas sobre la participación indígena en la conquista del Perú
1558 - 1560 - 1561. Universidad Nacional del Centro del Perú "Anales Científicos de
la Universidad Nacional del Centro del Perú. Huancayo. N° 1, Págs. 1-407.
Según libro Lecturas Huancas.
Mallma Cortez, Arturo (2004). Introducción a la arqueología e historia de los
Xauxa Wankas. Biblioteca Nacional del Perú - Fondo Editorial.
Villanes Esteban, Lucio; Loayza Espejo, Henoch; Cáceres Osorio, Luis (2009). Los
Xauxas Territorio e Historia. C.E.H.S. "Julio Espejo Núñez" - Jauja.
Matos Mendieta, Ramiro (1978). Primeras sociedades sedentarias del Mantaro. III
Congreso del Hombre y la Cultura Andina - Lima pp 285-293.
Bibliografía
Arauzo Arancibia, Martín (2019). Federico Gálvez Durand y el nacimiento de la
arqueología en el valle del Mantaro. Escritos seleccionados y otros documentos en
torno a su obra (PDF). Dirección Desconcentrada de Cultura de Junín. ISBN 978-612-
47185-3-3. Consultado el 17 de noviembre de 2021.
Chirinos, Andrés (2020). Un curaca huanca en la corte española 16.
Di Tolla, Bonilla (2010). «Una aproximación al paisaje cultural del valle del
Mantaro». Ingeniería Industrial (28): 229-242. ISSN 1025-9929. Consultado el 20 de
julio de 2022.
Dueñas, Alcira (2008). Fronteras culturales difusas: autonomía étnica e identidad
en textos andinos del siglo XVII 37 (1). pp. 187-197. doi:10.4000/bifea.3404.
Flores Nuñez, Darío (2020). «La participación indígena durante la revuelta de
Francisco Hernández Girón (1553-1554). El caso de los indios del valle de Xauxa».
e-Spania [Online], 35. Consultado el 7 de noviembre de 2021.
Hurtado Ames, Carlos (2011). «Don Blas Astocuri Apoalaya y los cacicazgos de Jauja
(primera mitad del siglo XVIII)». Pueblos del Hatun Mayu. Historia, Arqueología y
Antropología en el valle del Mantaro. Consultado el 20 de julio de 2022.
Hurtado Ames, Carlos (2011). «Las curacas de Jauja y las jefaturas étnicas en la
sierra central del Perú (siglo XVIII)». Pueblos del Hatun Mayu. Historia,
Arqueología y Antropología en el valle del Mantaro. Consultado el 20 de julio de
2022.
Hurtado Ames, Carlos (2013). «¿Huanca o Xauxa? Los grupos étnicos prehispánicos y
la invención de la historia en la sierra central del Perú». Historia y Región 1
(1): 221-242.
Leiva García, Pavel Carlos (2012). Los huancas del intermedio tardío de los Andes
Centrales del Perú: una entidad sociopolítica compleja entre dos imperios
(Maestría). Escuela Nacional de Antropología e Historia.
Medelius, Mónica; Puente Luna, José (2004). «Curacas, bienes y quipus en un
documento toledano (Jauja, 1570)» (PDF). Histórica 28 (2). Consultado el 7 de
noviembre de 2021.
Perales Munguía, Manuel (2004). La ocupación inca en el valle del Cunas (Junín,
Perú): una aproximación desde el sitio arqueológico de Arhuaturo (15). pp. 155-172.
doi:10.15381/arqueolsoc.2004n15.e12738.
Perales Munguía, Manuel (2011). «El antiguo “Reino Huanca”: deslindes y alcances
sobre un mito en la historia prehispánica del Valle del Mantaro». Apuntes de
Ciencia & Sociedad. Consultado el 7 de noviembre de 2021.
Perales Munguía, Manuel (2013). «Una reconsideración sobre la extensión del centro
provincial inca de Hatun Xauxa» (PDF). Cuadernos del Qhapaq Ñan (2). ISSN 2309-
804X. Consultado el 6 de noviembre de 2021.
Perales Munguía, Manuel (2016). «PERIPLOS EUROPEOS TEMPRANOS Y FIESTAS ANDINAS: UN
ENCUENTRO EN HATUN XAUXA Y SUS IMPLICANCIAS RESPECTO DE LA TESIS DE LA ALIANZA
HISPANO-HUANCA». Diálogo Andino - Revista de Historia, Geografía y Cultura Andina
(en línea) (49): 181-185. ISSN 0716-2278. Consultado el 5 de noviembre de 2021.
Perales Munguía, Manuel (2018). Buscando a los cinchecona: arquitectura funeraria y
organización sociopolítica en la región de Jauja durante el periodo Intermedio
Tardío. pp. 371-389.
Puente Luna, José (2007). Los curacas hechiceros de Jauja. Batallas legales y
mágicas en el Perú colonial. Fondo Editorial PUCP. ISBN 978-9972-42-830-2.
Puente Luna, José (2011). «Curacas ‘amigos de cristianos’ y ‘traidores’ a sus
indios: a propósito de la alianza hispano-huanca». Pueblos del Hatun Mayu.
Historia, Arqueología y Antropología en el valle del Mantaro: 87-110. Consultado el
7 de noviembre de 2021.
Enlaces externos
¿Quiénes eran los Xauxas? por Carlos H. Hurtado Ames (Blog Pucp)
El año de todas las esperanzas (abril de 1534-julio de 1535) por Bernard Lavallé
(2013)
Muerte de Huayna Cápac y lucha por la mascapaicha
[1]
Control de autoridades
Proyectos WikimediaWd Datos: Q746915Commonscat Multimedia: Huanca
IdentificadoresBNF: 12415713t (data)LCCN: sh85062734Diccionarios y
enciclopediasBritannica: url
Categorías: HuancasPueblos antiguos
Menú de navegación
No has accedido
Discusión
Contribuciones
Crear una cuenta
Acceder
ArtículoDiscusión
LeerEditarVer historial
Buscar
Buscar en Wikipedia
Portada
Portal de la comunidad
Actualidad
Cambios recientes
Páginas nuevas
Página aleatoria
Ayuda
Donaciones
Notificar un error
Herramientas
Lo que enlaza aquí
Cambios en enlazadas
Subir archivo
Páginas especiales
Enlace permanente
Información de la página
Citar esta página
Elemento de Wikidata
Imprimir/exportar
Crear un libro
Descargar como PDF
Versión para imprimir
En otros proyectos
Wikimedia Commons

En otros idiomas
‫تۆرکجه‬
Deutsch
English
‫فارسی‬
Français
Italiano
日本語
Runa Simi
Русский
7 más
Editar enlaces
Esta página se editó por última vez el 14 ago 2022 a las 01:05.
El texto está disponible bajo la Licencia Creative Commons Atribución Compartir
Igual 3.0; pueden aplicarse cláusulas adicionales. Al usar este sitio, usted acepta
nuestros términos de uso y nuestra política de privacidad.
Wikipedia® es una marca registrada de la Fundación Wikimedia, Inc., una
organización sin ánimo de lucro.

También podría gustarte