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DESCRIPTORES
ENERGÍA
ECOLOGÍA HUMANA
MEDIO AMBIENTE
COMBUSTIBLES FÓSILES
ENERGÍA RENOVABLE
DESARROLLO SOSTENIBLE
CAMBIO CLIMÁTICO
El gasto energético desde la ecología la regulación de los rayos UVB (disminución del ozono estra-
humana. La demanda mundial de energía tosférico) o la sexta gran extinción que erosiona masivamen-
Una de las características ecológicas más definitorias de la te nuestra biodiversidad.
especie humana frente a las restantes especies es el uso deli- Durante el siglo XX hemos multiplicado prácticamente por
berado de grandes cantidades de energía exosomática, es diez el consumo energético mundial, y este crecimiento man-
decir, externa al metabolismo o desligada de la alimentación tiene un patrón exponencial de un 1,6 % de incremento anual,
directa. La proporción entre la energía somática o metabóli- por lo que hoy consumimos 70 % más energía que hace trein-
ca y la energía exosomática es, en sociedades urbanas e in- ta años. La Agencia Internacional de la Energía tiene previsto
dustrializadas, de 1 a 100. Por cada 2.000 kilocalorías, una para el año 2030 una subida de otro 50 % (AIE, 2005). Lógi-
alimentación básica para una persona y día, gastamos en di- camente, las fuentes energéticas han mostrado una evolución
chas sociedades 200.000 kilocalorías per cápita/día que no dispar durante este último siglo. En los últimos cien años hemos
pasan por nuestro metabolismo biológico, y que consumimos transitado desde un consumo energético basado en el carbón,
en la industria, el comercio, las actividades domésticas, el la biomasa y otras energías tradicionales, a principios de siglo
transporte, en todo. Medido en kilovatios hora, una persona (el carbón constituía aproximadamente el 70 % del consumo
consume como energía somática unos 1.000 kwh al año. La energético en los años veinte), hasta el dominio del petróleo
media mundial se sitúa en torno a los 19.000 kwh/año, aun- desde los años setenta, con una aportación que llegó a sobre-
que en Norteamérica consumen unos 92.000 kwh/año, en pasar el 40 % del total consumido. En el inicio del siglo XXI (año
Europa entre los 35.000 y los 50.000 kwh/año (España 2001), el consumo mundial de energía primaria ha sido de
36.000 y Alemania, por ejemplo, 49.000 kwh/año) y los más de 10.000 millones de toneladas equivalentes de petróleo,
países menos desarrollados pueden estar incluso por debajo con el reparto siguiente: petróleo, 35 %; carbón, 23,3 %; gas
del gasto somático, como ocurre en determinadas zonas sub- natural, 21,2 %; fuentes renovables no hidráulicas, 10,9 %; nu-
saharianas (en torno a las 700 kwh/año), y en general, en- clear, 6,9 %; hidráulica, 2,2 %; y otras, 0,5 %, lo que supone
tre una y tres veces el consumo básico metabólico. Desde una una aportación de aproximadamente el 80 % para los com-
perspectiva ecológica, en este enorme consumo energético re- bustibles fósiles. El alto peso relativo de las energías renovables
side nuestra capacidad para escapar de los sistemas natura- responde a una rigurosa contabilidad de los recursos energé-
les de regulación local, los límites locales del crecimiento, me- ticos utilizados en los países en vías de desarrollo, donde la
diante un transporte muy activo de recursos, productos y per- biomasa (madera) puede suponer más del 50 % de sus recur-
sonas. Esa superación energéticamente forzada de la capaci- sos energéticos diarios. Efectivamente, como se señaló en Jo-
dad de acogida de cada territorio nos enfrenta al siguiente hannesburgo, en la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sosteni-
gran reto: los límites globales o planetarios, entre los que ble, 1.600 millones de personas no tienen acceso a la electri-
emergen como principales componentes el cambio climático, cidad y 2.400 millones dependen de la leña para cocinar y ca-
Costes ambientales y sociales y Afganistán tienen como trasfondo el control de los recursos
del ciclo de vida de los combustibles energéticos (Leech, 2006). Basta una mirada a la correlación
fósiles: extracción y transporte entre reservas-compra de armamento-conflictos en las zonas
Aunque las emisiones de gases de efecto invernadero se con- productoras (Tabla 1) para que surja claramente ese vínculo
sideran hoy día el mayor límite ecológico para el uso de los (nos limitamos solo al caso de los diez mayores productores).
combustibles fósiles, queremos destacar el alto coste social y Por otro lado, los niveles de destrucción ecológica alcan-
ambiental que tiene la parte inicial del ciclo de utilización de zados en algunas zonas de producción son alarmantes, con el
dichos combustibles, especialmente la extracción y el trans- coste humano añadido de una violencia de baja intensidad cu-
porte. En general, estos costes no están reflejados en el pre- yo objetivo es inicialmente desplazar a la población que habi-
cio final del producto, ya que casi nunca son las compañías ta las zonas donde se encuentran las reservas y posteriormen-
encargadas de su explotación las que deben hacer frente al te eliminar cualquier conato de organización para denunciar
impacto causado. Por tanto son costes externalizados, que si tanto el delito ecológico como las violaciones de derechos hu-
se incluyeran súbitamente en el precio final de la energía lle- manos que se hayan producido (Tablada, 2004). Los vertidos
varían los precios a valores mucho más altos de los actuales durante las guerras de Irán-Irak (1980-1988), Primera (1991)
y generarían una crisis económica importante. Sin embargo y Segunda Guerra del Golfo (2003) han sido desastres ecoló-
no se puede renunciar a incluir paulatinamente estos costes, y gicos de primera magnitud. Además habría que destacar la
las redes y mecanismos bilaterales y multilaterales que deben destrucción del Delta del Níger, el enclave de Cabinda en An-
crearse para ello están todavía muy poco desarrollados, limi- gola, o los daños en la selva amazónica y la selva atlántica en
tándose en el mejor de los casos a sentencias condenatorias las zonas productoras de Colombia y Ecuador (Shelley, 2005).
tras largos y costosos juicios que en muy pocas ocasiones han También durante el transporte se produce un alto riesgo de de-
llevado a indemnizaciones económicas que cubran ni siquie- sastre ecológico, ya sea en oleoductos –numerosas roturas en
ra un pequeño porcentaje de los daños provocados. Siberia, Alaska, Ecuador, o sabotajes en el Chocó y Arauca,
En un artículo breve es difícil hacer un repaso exhaustivo Colombia–, o en grandes petroleros –hundimientos del Exxon-
de los altos impactos sociales y ambientales, aunque sí pode- Valdez en Alaska (1989, 37.000 toneladas de hidrocarburos
mos agrupar de forma general las distintas categorías de da- vertidas), del Erika en Bretaña (1999, 35.000 toneladas) y del
ño, directo o indirecto, claramente asociado a la extracción y Prestige en las costas gallegas (2002, 77.000 toneladas, co-
transporte de los recursos fósiles. mo casos más representativos–. Las consecuencias ecológicas
Por un lado, la asociación directa con conflictos bélicos: de estos desastres durarán todavía mucho tiempo. Este tema es
Oriente Medio, la zona que contiene las mayores reservas pro- además mucho más grave, pues los vertidos accidentales que
badas del mundo, con más de un 70 % del total, y además de generan mareas negras suponen menos del 10 % de los verti-
la mejor calidad, no ha conocido la paz a lo largo del último dos totales de petróleo al mar, siendo mayoritarios los que se
siglo. Las guerras árabe-israelíes, la invasión soviética de Af- producen durante las operaciones cotidianas de mantenimien-
ganistán, la guerra Irán-Irak, y la más reciente invasión de Irak to y transporte y por escorrentía superficial.
Participación en la producción
Participación en la producción
Tecnología de energía primaria
eléctrica de origen renovable
de origen renovable