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Abby Galines, nElshIA y Molly Bloom

Kyda

Micawagner
Olivia
Maria_clio88
Sabrinuchi
Nanis

Nanis

Roxx
Créditos
Índice
1
2
3
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8
9
Próximo Libro
Sobre la Autora
Braxton y yo estamos disfrutando el uno del otro. Todo se sentía mejor de lo que lo ha
hecho en años. Todo eso cambió cuando vi el contrato de la MMA. Era una vida de la que no
quería ser parte. ¿Sería capaz de lidiar con ello?
Emmi

Las luces de un auto, o algo, continuaron parpadeando a través de una grieta en las
persianas y me despertaron. Estaba realmente exhausta, no quería despertarme. ¿Por qué
estaban abiertas mis persianas? Siempre las cerraba por la noche. Empecé a rodar hacia un
lado para quitarlo de mi rostro, pero me di cuenta que no podía moverme. Ahí fue cuando
recordé que no estaba en mi habitación ni en mi cama. Estaba en la cama de Braxton y mi
brazo estaba debajo de él.
Me tomó un minuto recordar lo que había sucedido anoche… o supongo que aún era
esta noche. Sin embargo, lentamente comencé a recordar. Sarah tomando una fotografía de
nosotros en los vestuarios, después de su lucha. Estaba preocupada por lo que la gente iba a
pensar si veían esa foto. Probablemente pensarían que era solo otra de sus folladas de una
noche. Eso no me detuvo de tener sexo con Braxton en la ducha, sin embargo.
Sonreí mientras pensé en cómo había finalizado la noche. Apenas habíamos entrado al
apartamento cuando me empujó contra la pared y me besó. Desde allí, dejamos un camino de
ropa por el pasillo y caímos en su cama. El sexo, como siempre, había sido espectacular. A
medida que rodé contra él, Braxton se movió y giró hacia mí.
Mmm, rico ―exclamó, enterrando su rostro entre mis senos.
Me tienes en el borde de la cama, pervertido. ¿Qué tal si me das algo de espacio?
Se rió y rodó retrocediendo, llevándome consigo.
No sé si soy el único pervertido en la habitación, saltaste sobre mis huesos anoche.
Tenía razón en eso. Había ido a los vestuarios exactamente para lo que había obtenido.
Me volví a acurrucar junto a él.
Tus huesos no deberían verse tan bien, entonces no sería tan pervertida.
Hablando de huesos. Aquí tengo un gran hueso si estás interesada.
Me reí, pero no pude resistirme, extendí la mano y la envolvía a su alrededor. No estaba
mintiendo.
Mientras empecé a acariciarlo de arriba abajo lentamente, comentó:
¿Ves lo que me haces?
Me reí nuevamente y respondí:
Sabes, es un hecho científico que la excitación mañanera está relacionada con las
hormonas, no con quien estés.
Eres tan romántica contestó mientras me envolvía en sus brazos y cubría mi boca
con la suya.
Sus besos me derretían. Después de sentir sus labios y lengua contra la mía, era masilla
en sus manos. Aún más convincente era el hecho que a medida que nos besamos, tomó uno
de mis pezones entre su pulgar e índice y lo retorció hasta que pude sentir humedad entre
mis muslos junto con un profundo dolor en mi coño, otra vez, como si no acabara de ser
usada dos veces por él en las últimas seis horas o más.
Oh, Dios mío murmuré, retorciéndome bajo su peso.
Movió su mano a mi otro pezón y le dio el mismo trato, solo que esta vez estaba tirando
más duro, haciéndome gemir.
¿Te gusta eso, nena? susurró contra mis labios.
Mmm, sí me gusta… me encanta. Te deseo. Ahora rogué y entonces rocé mis labios
con los suyos.
Mmm, eso es lo que quería escuchar ―dijo, casi en un ronroneo―. Espero que estés
lista, porque voy a hacerte estremecer, gemir y gritar.
No podía rebatírselo. Tenía razón.
Braxton se inclinó y lamió un pezón, luego el otro, finalmente chupando uno
completamente dentro de su boca. Usó su lengua para lamer alrededor y sus dientes para
raspar a lo largo del pezón. No lo suficiente para que doliera, pero me hizo jadear y gruñir en
un charco de deseo.
Oh Dios, Braxton, me estás matando exhalé.
Sonrió y ordenó:
Extiende tus brazos y sujétate de la cabecera.
No lo cuestioné. Comprendía que él sabía lo que estaba haciendo, siempre me
encantaba.
Ahora abre las piernas para mí, ampliamente.
Hice lo que pidió de nuevo.
Me estás matando, Brax, al menos tócame…
Antes que pudiera finalizar, se subió y me montó a horcajadas. Podía sentir su polla
presionando duro contra mi estómago a medida que se inclinó hacia adelante para besarme.
Solté la cabecera, tenía que tocarlo. Lo tomé en mi mano y lo acaricié mientras nos besamos.
Deslizó su lengua en mi boca y la chupé a medida que aumenté el ritmo de mis caricias.
Lo sentí temblar. Cuando rompió el beso, movió su boca hacia la cima de mi hombro y lo
besó. Entonces pasó su lengua por mi clavícula, haciéndome jadear a medida que sentí su
boca en mi pezón. Hizo círculos en él con su lengua juguetonamente y entonces lo chupó
dentro de su boca mientras acarició el otro con su mano.
Después de unos pocos minutos, sonrió y me miró. Se movió hacia el otro seno,
haciendo círculos, saboreando y chupando… enviándome a otra dimensión en mi mente. Una
en donde la única sensación que importaba era el placer. Estaba retorciéndome debajo de él y
sentí como si no pudiera soportarlo otro segundo. Iba a tener que empezar a tocarme a mí
misma en un segundo, si él no lo hacía.
Por favor, solo tócame, joder.
Estaba rogando y cedió, dejando caer su mano hacia mi montículo y cubriéndolo. Usó
un dedo para abrir mis labios y sentir lo húmeda que estaba.
Mm… Emmi.
Sumergió un dedo dentro de mí, haciéndome gemir más duro y que me moviera contra
su mano, rogando que su dedo fuese más profundo. Comenzó a acariciar mi clítoris y ya
estaba justo en el borde por todo el juego previo.
¡Me voy a venir, Jesús! chillé, apenas siendo capaz de respirar lo suficiente para
hablar. No te detengas, por favor.
Me ignoró completamente, sacó su dedo y apartó la mano.
Por favor supliqué con una voz entrecortada.
¿Qué quieres, Emmi? preguntó con una sonrisa. Dime qué quieres que haga.
Sabía lo que quería, no sé por qué me estaba provocando tanto. Quería acabar, lo
necesitaba.
Chúpame, lámeme… hazme acabar. ¡Sabes lo que quiero, Braxton!
Antes de terminar de hablar su boca estaba sobre mí. Pude sentirlo extendiendo mis
labios con su lengua. Tuve que sujetar la cabecera nuevamente, porque continuaba
deslizándome lejos de él. Finalmente extendió sus manos debajo de mí, tomó mis caderas y
me arrastró hacia sus labios.
Me estaba lamiendo ferozmente, como si fuera un hombre hambriento, chupando mi
clítoris, mordiéndolo suavemente, haciéndome querer gritar. Tuve que morder la almohada
para evitar gritar tan duro que los vecinos me escuchasen. Extendí aún más las piernas, liberé
la cabecera de nuevo y envolví las manos en su cabello, sosteniéndome fuerte.
Oh Dios sí, Braxton. Oh Dios, eso se siente bien. No te detengas.
No se detuvo, lamió, chupó un poco más y entonces metió un dedo dentro de mí otra
vez, mientras que lamió mi clítoris. Estaba tan húmeda que no tuvo problemas introduciendo
otro y moverlos de adentro hacia afuera, a medida que continuó chupando mi clítoris
hinchado. Sentí el orgasmo construyéndose, estaba tan cerca.
Oh Dios. ¡Oh Dios mío! Fue todo lo que pude pronunciar.
Arremetió sus dedos dentro y fuera más rápido, más duro y más profundo. Su lengua
moviendo y lamiendo mi clítoris, hasta que mis gemidos sonaron como si fuera un animal
para mis propios oídos. Finalmente caí por el borde del precipicio y sentí un orgasmo
dispararse a través de cada nervio de mi cuerpo.
¡Oh Dios mío! ¡Oh, Braxton! ¡Oh, mierda!
Mi cuerpo se estremeció incontrolablemente, mientras se acostó a mi lado y me tomó
en sus brazos. Espasmos de la magnitud de un terremoto corrieron a través de mi cuerpo.
Braxton me sostuvo y besó mis labios hasta que mi cuerpo finalmente dejó de temblar.
Se echó hacia atrás. Sujetándome de las caderas, me volteó, luego se acercó a mi oreja y
sentí su dura polla presionando en mí.
Ponte sobre las manos y rodillas susurró.
Hice como me pidió, extendió su mano alrededor y tomó mis senos en sus manos.
Embistió contra mí desde atrás, ya estaba sin aliento por el orgasmo, pero eso me quitó lo que
quedaba. Alcanzó lugares dentro de mí que ni siquiera yo sabía que existían. La fuerza de sus
movimientos me estaba arrojando hacia adelante y tuve que sujetarme de la sábana para que
pudiéramos encontrar un ritmo. Una vez que lo hicimos, fue una experiencia increíble.
Nos mecimos juntos, como un baile perfectamente coreografiado. Pude sentir otro
orgasmo apoderándose de mí a medida que lo sentí empezar a alargarse en mi interior. Todo
su cuerpo se tensó y aceleró su ritmo, arremetiendo contra mí desde atrás hasta que por fin
explotó. Sentí un estremecimiento empezando profundamente dentro de mi centro y
expandiéndose a lo largo de mi cuerpo mientras tuve mi segundo orgasmo. Ambos
colapsamos y nos quedamos allí acostados, temblando juntos hasta que fue capaz de moverse
de nuevo. Puso su brazo a mi alrededor, me llevó hacia su pecho y ambos, finalmente, nos
quedamos dormidos.
Braxton

―¿Limpian este lugar alguna vez? ―le dije a Sam a medida que dejaba mi bolso en la
banca.
―¿Qué sucede, princesa, un poco de olor a sudor es ofensivo para ti? ―preguntó Sam.
―Huele como si cien hombres sin desodorante hubieran estado haciendo ejercicio aquí
―respondí. En serio me estaba dando ganas de vomitar. Normalmente no era tan malo.
Había sólo unas pocas personas en el gimnasio por el momento, así que supuse que
simplemente no había sido limpiado en un largo tiempo.
Fui al almacenamiento y bajé mi botella de agua y mis envolturas. Me quité mi camiseta
y empecé a envolver mis manos. Sam vino y se hizo cargo. Nunca dijo “Oye, chico, ¿necesitas
algo de ayuda?” o ni siquiera “Ven, déjame hacer eso”. Siempre simplemente se acercaba y lo
quitaba de mis manos.
Sam tomó las envolturas y dijo:
—Extiende tus manos.
Puse mis ojos en blanco. Hablaba conmigo como si fuera un niño a veces. Guió mi
pulgar a través del hueco como si yo no supiera que iba allí y empezó a enrollar la tela
amarilla alrededor de mi mano. Dos círculos alrededor de la muñeca y luego sobre el pulgar,
cinco o seis veces alrededor de los nudillos, un entrecruzamiento entre cada dedo y el
reforzamiento con lo que quedaba. Era como un mantra en mi cabeza y no tenía problema en
hacerlo yo mismo.
A medida que envolvió la otra mano preguntó:
—Así que, ¿cómo está tu chica?
Sonreí y dije:
—¿Qué chica?
―La que dejó el vestuario empapada la otra noche. Los dos estaban…
―¡De acuerdo, de acuerdo! Está bien, Emmi está bien. ―Nunca me había molestado
hablar de mis conquistas en el pasado, pero Emmi era diferente. No era simplemente alguna
chica que me estaba follando. Presentí que Sam sabía esto y sólo estaba tratando de
incitarme.
―¿Estás listo para ejercitarte? ¿Ya terminaste con tu pequeño ataque amanerado por el
olor, Prima Donna?
No lo dignifiqué con una respuesta a eso, sólo puse mis ojos en blanco de nuevo y
contesté:
—Estoy listo, ¿qué haremos hoy?
Sam deslizó una soga con dos manillas, alternando entre carcasas azules y rojas, las
levantó del piso del ring y me las entregó.
―Trabajaremos en ese elegante juego de piernas ―dijo. Sonreí; saltar la cuerda no era
mi cosa. Quizás porque no era una niña de doce años.
Esperó a que me alistara y luego presionó el botón del temporizador en la pared. Tan
pronto como hizo bip empecé a brincar.
Entré en un ritmo y me obligué a enfocarme en algo más mientras escuché la cuerda
golpear el piso. Si me concentraba demasiado en saltar, mis pies tendían a enredarse. Pensé
en mi cosa favorita… Emmi. Las cosas habían estado yendo tan bien entre nosotros,
finalmente. A pesar que aún no me había hablado de esas dos temidas palabras que se me
escaparon.
El timbre sonó y dejé de brincar.
―Muy bien, ¿has estado fuera en el parque practicando con esas niñas de nuevo, eh?
―No sabía qué haría sin la forma de alentarme de Sam. Extendió y alcanzó de nuevo en su
pequeño baúl de trucos y sacó un par de guantes de boxeo color rojo. Aflojando los cordones
me los extendió para que me los pusiera. Presionó de nuevo el temporizador en el reloj.
―Muy bien, chico, trabajemos.
Me puse de pie frente a la bolsa y esperé que sonara el timbre. Cuando lo hizo di mi
primer golpe, un jab1. Entonces tiré mi mano izquierda de vuelta y llevé ambos guantes a mi
rostro. Arrojé un derechazo, sintiendo la rotación automática en mis pies y luego traje de
vuelta mi mano a mi rostro a medida que observé la bolsa empezar a mecerse. Se columpió
lejos de mí y di un paso a un lado antes que regresara. Arrojé un golpe con la izquierda, otro
más, luego uno con la derecha y osciló alejándose. Di un paso al otro lado y cuando regresó
arrojé un golpe con la izquierda, uno con la derecha y otro más con la derecha.
―¡Mantén tu barbilla hacia abajo! ―gritó Sam.
La bolsa volvió y lo hice todo de nuevo, manteniendo mi barbilla hacia abajo. La
monotonía de ello me relajaba y daba fuerza. Arrojé uno con la izquierda, luego derecha y
Sam me recordó que me extendiera completamente. Amaba el sonido de los guantes cuando
golpeaban la bolsa. A veces pensaba que cuando me graduara y consiguiera un trabajo de
verdad, realmente extrañaría esto.
―Dos minutos ―dijo Sam, innecesariamente ya que el reloj era inmenso y estaba justo
frente a mí. Cuando el temporizador sonó de nuevo, Sam preguntó―: ¿Quieres agua?
Asentí. No podía beberla por mí mismo con los guantes puestos. Sam cogió la botella y
la sostuvo sobre mi cabeza. La inclinó para que fluyera hacia afuera y bebí un trago. Solía
intentar beberla de una, pero eso llevaba a una fea ronda de vomitar. Sam podría haberme
advertido de eso pero no lo hizo. Siempre decía que una lección era mejor cuando se aprendía
por experiencia propia.
Me apoyé contra el costado del ring por un descanso de diez segundos antes que me
hiciera hacerlo nuevamente. Cuando lo hice, obtuve un vistazo de mí mismo en el espejo que

1
Jab: un golpe recto y rápido con el puño delantero del púgil.
estaba clavado contra la pared opuesta. Sabía que algunas personas pensaban que era un
narcisista, pero me gusta lo poderoso que me veía. Lo engreído me ayudaba en el ring.
Cuando el timbre sonó otra vez, volví a la bolsa. Empecé con un jab nuevamente.
Siempre iniciaba con uno. Lo hice tres minutos más; tuve un descanso para tomar agua, otros
tres minutos y un descanso más. Entonces Sam me envió a la pera loca.
Comencé con un jab, como siempre, y mi hombro gritó de cansancio. La bolsa tembló
frente a mí. La bolsa era para habilidades, no para fuerza como la otra. Me quedé de pie por
unos pocos segundos y la observé de cerca. Si mi sincronización estaba mal no golpearía
nada. Vi mi oportunidad y di un derechazo rápido y un gancho. ¡Pum! ¡Pum! la bolsa se meció
de ida y vuelta, di un paso y la golpeé de nuevo con la derecha. Tres minutos más, Sam me
dejó tomar otro descanso y luego a hacerlo de nuevo.
Pasamos alrededor de una hora y media intercambiando ejercicios y teniendo pequeños
periodos de descanso entre uno y otro.
Cuando finalmente me dijo que podía ir a ducharme, comentó:
—Pero no te vayas cuando hayas terminado, hay alguien aquí que quiere hablar contigo.
―¿Quién?
―Sólo ve a limpiarte y verás ―respondió. Entonces con la sonrisa que hace cuando cree
que está siendo divertido, agregó―: No podemos permitirte que agregues más a los horribles
olores de este lugar, ¿cierto, princesa?
Cuando salí de las duchas, Sam estaba sentado frente a otro hombre vestido de traje.
Cuando me acerqué, el hombre se puso de pie y extendió su mano.
―Braxton, este es Scottie, el promotor de la MMA del cual te estaba diciendo ―dijo
Sam.
Estreché la mano del hombre y este declaró:
—Un placer conocerte finalmente, Braxton. No he escuchado más que cosas buenas.
También estuve en tu última pelea y tengo que decir, me sorprendiste.
―Gracias ―contesté, viendo cuestionablemente a Sam. ¿No le había dicho ya que no
estaba interesado en una carrera en este negocio?
―Sentémonos y conversemos ―me dijo Scottie. Tomamos asiento y recogió una
carpeta que estaba a su lado―. Hablé con todas las personas que les interesas y les mostré los
videos que Sam me envió de tus peleas, estamos listos para ofrecerte un contrato. Creo que lo
encontrarás bastante generoso.
―Um, no sé qué decir. En realidad no he estado pensando en hacer esto a largo plazo.
―¿Qué edad tienes, Braxton? ―me preguntó Scottie.
―Veintiuno, casi veintidós.
―Estás en tu mejor edad para esto. Si eres lo suficientemente bueno, y creo que lo eres,
puedes retirarte de por vida en cinco años. Solamente los patrocinios valen una fortuna.
Miré a Sam. Él estaba asintiendo como si pensara que era una gran idea. Todo en lo que
siempre había pensado era en que no quería hacer esto hasta ser viejo. Pero demonios, era
persuasivo. ¿Retirarme a los veintisiete? Podría viajar, comprar una casa o dos. Callie podría
tener todo lo que necesitara, y hasta podría ayudar a Emmi a hacer que su negocio despegara.
Scottie deslizó el contrato hacia mí y dijo:
—Una vez que lo firmes, empiezan a pagarte. Te lo digo, he estado en este negocio por
quince años y todo lo que tengo que hacer es mirarte y sé que los patrocinios estarán
entrando tan rápido que tendrás que rechazarlos. Aman a los galanes jóvenes como tú.
―Lo revisé, Braxton ―comentó Sam―. No te está mintiendo. Te están ofreciendo un
trato genial.
Ojeé a través de las páginas, había como diez. Pensé de nuevo en Emmi, no le gustaría
que hiciera esto a largo plazo aunque significara ayudarla a iniciar su negocio. Tampoco
Callie, de hecho. Ambas ya me habían hecho saber cuán estúpidas pensaban que eran las
peleas.
―¿Puedo llevármelo y revisarlo, pensar en ello por un par de días?
Scottie miró a Sam, claramente estaba decepcionado pero dijo:
—Seguro, chico. Sólo llámame el miércoles y hazme saber qué decidiste. Tenemos un
lugar para ti y si no será tuyo, será para alguien más.
Me dio su tarjeta y prometí llamarlo en un día o dos, Sam lo acompañó hacia afuera y
cuando regresó dijo:
—Es un gran trato, Braxton.
―¿Vale la pena ser golpeado hasta que te saquen la mierda a diario? ―le pregunté.
―Lo sería para mí ―respondió Sam.
Emmi

Me apresuré a la oficina del periódico con mis fotografías para la edición del día
siguiente. Sabía que en otra hora Sarah estaría finalizando el periódico y perdería mi
oportunidad.
―Oye, Sarah, lamento llegar tan tarde. Tengo algunas fotografías geniales, pero tengo
que esperar que las chicas se calmen luego de la práctica para poder obtener los nombres,
estadísticas y todo lo que va con ellas ―Mis asignaciones han sido tomar fotos del equipo de
fútbol femenino durante las prácticas. Uno de los reporteros ya había conseguido una
entrevista con ellas y se suponía que estuvieran en el periódico de mañana.
Atípicamente, Sarah dijo:
―Debiste haber empezado más temprano. ―Su tono me sorprendió.
―Sí, lo siento. De hecho sí lo intenté, pero estaban fuera de la ciudad por un torneo y
hoy era su primera práctica desde que regresaron ―respondí, tratando de no sonar a la
defensiva.
―Bueno, sólo espero que hayas conseguido algunas buenas tomas ya que no tenemos
tiempo para rehacerlas.
Le entregué la tarjeta de memoria.
―Creo que te gustaran. Por cierto, Sarah… ¿estamos en la misma página con respecto a
la foto que tomaste de Braxton y yo en los casilleros la otra noche, cierto? ¿No la imprimirás?
Sarah se encogió de hombros.
―Si te lo estás follando, no sé por qué estás tan avergonzada al respecto.
Pude sentir mis mejillas sonrojarse, más de ira que vergüenza. No estaba segura del
porqué Sarah estaba actuando tan fría hacia mí.
―Sólo prefiero mantener mis asuntos personales para mí. Por favor no la imprimas,
Sarah.
―Está bien, de acuerdo ―dijo―. ¿Algo más? Tengo que finalizar esta edición.
―No, gracias ―le respondí. Me despidió a medida que regresó a trabajar, me fui
pensando que esta chica estaba realmente obsesionada con Braxton. Supongo que si iba a
salir con el semental de la escuela, debería acostumbrarme a ello.

* * *
La mañana siguiente estaba sentada en la cafetería del campus, esperando que Zoe
apareciera. Se suponía que nos encontráramos para desayunar hace veinte minutos. Justo
cuando estaba pensando en enviarle un mensaje de texto para asegurarme que aún venía,
apareció. Probablemente era algo bueno, porque me di cuenta cuando iba a hacerlo que había
olvidado mi teléfono. Ella estaba usando un pantalón corto con hoyos en los bolsillos y una
sudadera. Zoe tiene su propio sentido de la moda y no importa cuán extraño fuera lo que
usara, siempre se veía bien.
―Lo siento, estoy retrasada ―dijo―. Parecía que todo el mundo en la casa tenía algún
lado en el cual estar esta mañana, tuve que luchar para conseguir diez minutos en el baño.
―Ugh, sí. Vivir con un montón de mujeres no debe ser divertido cuando se trata de
privilegios de baño.
El rostro de Zoe se tornó serio y comentó:
―Siempre y cuando estemos hablando de cómo las mujeres pueden mantener
resentimientos.
Me reí.
―Um, debí haberme perdido esa parte de la conversación ―respondí.
Cuando posó el periódico en la mesa, sabía de qué estaba hablando. Era el periódico
escolar que acababa de salir, y estaba recién salido de la imprenta con una inmensa imagen
en la página frontal de Braxton y yo besándonos en los vestuarios. Síp, la misma imagen que
Sarah había aceptado no imprimir.
―Adentro hay unas pocas más también ―mencionó frunciendo el ceño.
―¡Esa perra! ―gruñí, un poco demasiado alto. Varias personas en la cafetería se
voltearon para mirarme. Sin embargo no me importaba, ella estaba siendo una perra, me lo
había prometido, ¿no?
Zoe sonrió.
―Aún pienso que no es una gran cosa, pero sabía que ibas a enojarte.
―Sí es una gran cosa, Zoe. Braxton tiene una reputación y ahora todo el mundo en el
campus va a saber que estamos saliendo y pensaran las mismas cosas que me has estado
diciendo todo el tiempo. Es un jugador y sólo me está usando.
―Escucha, Emmi, sé que dije todo eso sobre él, pero estoy pensando que quizás estaba
equivocada.
―¿Con respecto a qué? ―le pregunté.
―Braxton. Estaba juzgándolo por su pasado y eso no es justo realmente. Desde que han
estado juntos no lo he visto con otra chica, ni escuchado nada de que esté con alguna. Parece
feliz, tal vez lo que ha estado buscando todo el tiempo era a ti, y ahora que te tiene, está
satisfecho.
―Es lindo que digas eso, Zoe. Sé que no te gusta admitir cuando te equivocas, así que
me siento bendecida. Pero lo que tú piensas y lo que piensa el resto de la escuela son dos
cosas diferentes. Todos creerán que soy sólo otra más de sus mujerzuelas.
―No si los ven juntos. Personalmente, creo que te preocupas demasiado por lo que
piensas las otras personas, pero dudo que pueda cambiar eso. Así que, necesitas salir como
pareja a algunos clubs, fiestas o a cenar. Deja que vean que está contigo por más que sexo.
Además, las mujerzuelas duermen con todo el mundo. Jamás podrán decir eso de ti.
―Mira quién de pronto está en el equipo de Braxton ―le dije con una sonrisa.
―No, soy del equipo Emmi. Siempre lo seré, y si te hace daño lo mataré. Pero supongo
que hasta un casanova puede madurar.

* * *

Como siempre, Zoe me hizo sentir mejor. Me llevé el periódico conmigo para poder
mostrarle a Braxton y al menos avisarle. No que en serio pensé que le importaría, estaba
mucho menos preocupado por ellos que yo. Cuando entré en el apartamento, lo encontré en
el sofá rodeado de sus libros. De hecho estaba leyendo uno y de pronto me di cuenta que a
pesar que veía sus libros tirados por allí todo el tiempo, esta era la primera vez que de hecho
lo veía estudiar.
Levantó su mirada hacia mí y sonrió. Dios, amaba lo que esa sonrisa le hacía a mi
interior. Cerró el libro y lo puso a un lado.
Dando palmadas en el sofá a su lado, dijo:
―Llegas justo a tiempo, necesito un descanso.
Era mi turno para sonreír. Reconocí la mirada en su rostro y sabía qué tipo de descanso
estaba sugiriendo.
―Lo siento, sólo olvidé mi teléfono. Tengo clase en media hora.
―Eso es suficiente tiempo.
Me reí.
―Más tarde, lo prometo ―respondí.
Intentó agarrarme cuando caminé a su lado hacia la cocina para buscar mi teléfono.
Terminó fallando así que me dio una nalgada en su lugar. Cuando llegué a la cocina estuve
aliviada de ver que mi teléfono estaba justo donde lo dejé esta mañana, al lado de la cafetera.
Cuando me di cuenta que no lo tenía había temido que se me hubiera caído en el camino a
encontrarme con Zoe más temprano.
Lo recogí y empecé a dirigirme de vuelta a la sala cuando algo en la mesa atrapó mi
vista. Se veía como algún tipo de documento legal y decía “MMA” en la cima. No pude
evitarlo. Lo levanté y empecé a leer. Estaban ofreciéndole a Braxton un contrato por dos años
para pelear exclusivamente para ellos. Había una parte que cubría lesiones y otra parte que
hablaba de patrocinios. Me quedé muda; Braxton me aseguró más de una vez que no quería
hacer más esto después que terminara este gran torneo.
Lo llevé de vuelta hacia la sala conmigo. Me había olvidado completamente de las
fotografías en el periódico, y no me importaba si se enojaba porque hubiera leído el contrato
o no. Cuando regresé, me miró, su sonrisa desvaneciéndose cuando vio lo que estaba en mi
mano.
―¿Pensé que no querías hacer esto? Me dijiste que sólo era temporal hasta que ganaras
este torneo y que después había terminado con ello. Te escuché decirle a tu hermanita lo
mismo. ¿Nos mentiste?
―No, no lo hice ―respondió―. Pero, sabes algo… si quieres hablar al respecto, hay algo
más de lo que tenemos que hablar primero.
Realmente no sabía de qué estaba hablando hasta que dije:
―¿De qué?
―Han pasado casi dos semanas desde que te dije que te amaba, y lo hago, Emmi, ya sea
que lo creas o no. Estaba dispuesto a cambiar todo mi estilo de vida por ti porque te amo
tanto. No espero que me lo digas de vuelta, pero tampoco creo que sea justo que
simplemente te rehúses a hablar de ello.
Tiene razón, estaba siendo injusta. Era terrible que se expusiera a sí mismo de esa forma
y yo sólo lo ignorara como si no hubiera dicho nada. Odiaba cuando tenía razón, o al menos
cuando tenía que admitir que la tenía. Me dejé caer en la silla frente al sofá porque si me
sentaba demasiado cerca de él, mis poderes de poder pensar racionalmente normalmente me
dejaban.
―De acuerdo ―dije finalmente―. Hablemos de ello.
Sonrió.
―Ya he dicho mi parte, quiero escuchar qué piensas de ello ahora. ¿Cómo te sientes por
mí?
Respiré profundamente. No sabía cómo explicarlo. Empecé con:
―Realmente me importas.
Resopló.
―También he usado esa línea. Más de una vez. Es una salida fácil y lo sabes.
―No es una línea ―respondí a la defensiva―. Y no es una salida fácil. Realmente me
importas. Sólo tengo miedo, Braxton. Soy una gallina grande y gorda.
―¿Qué temes? ―preguntó, tratando de entender sinceramente, pensé.
―Estaba enamorada de mi exnovio, o al menos pensé que lo estaba. Cuando descubrí
que me había estado diciendo siempre lo mucho que me amaba mientras me engañaba todo
el tiempo, fue como ser pateada en el estómago y que te quiten el aliento. Mi pecho dolió
tanto que finalmente entendí por qué la gente dice que su corazón está roto. Simplemente no
quiero pasar por eso de nuevo.
―Podría sentarme aquí y decirte que no te haré pasar por eso, Emmi, o que jamás te
heriré en lo absoluto. Pero el hecho es que a veces aun cuando tienes las mejores intenciones
terminas haciéndole daño a la gente que amas. No te engañaré. Eso puedo asegurártelo. Eres
más que suficiente para mí, estoy completamente satisfecho, más de lo he estado nunca. Sin
embargo, con respecto a romper tu corazón, tengo que decir que estar enamorado es a veces
como estar en una gran pelea. Te derriban una y otra vez ocasionalmente. Sin embargo, jamás
ganarás si no te levantas de nuevo. Negarte a amar nuevamente es como rehusarte a
levantarte del piso del octágono. Si al menos no lo intentas, perderás al final.
Una sonrisa se esparció en mi rostro.
―Vaya, eres como un filósofo.
―Cállate ―dijo juguetonamente―. Es la verdad. No dejaré de amarte porque eres
demasiado terca para darte cuenta que también me amas. Seguiré sosteniéndome y
esperando que te des cuenta pronto. No puedes rendirte nunca, Emmi.
Era un lindo discurso, pero considerando el contrato que acababa de descubrir, estaba
un poco preocupada.
―¿Eso también aplica para esta cosa de las peleas? ¿Ahora piensas que no quieres
salirte?
―No ―dijo―. Ese tipo vino al gimnasio. Creo que Sam lo arregló. Sigue diciéndome
que soy demasiado bueno para simplemente detenerme. Pienso diferente. Creo que detenerte
mientras estás en la cima es una buena estrategia. Un golpe por suerte es todo lo que se
necesitaría para cambiar mi vida por siempre y no para mejorarla, especialmente con estos
luchadores profesionales. No quiero preocuparme por eso todo el tiempo. No quiero que esa
sea mi vida. El ciclo de pelear, sanar, luchar de nuevo, cansa muy rápido.
―Braxton, esto no es una amenaza, ultimátum ni nada. Respeto que es tu vida y tienes
que hacer lo que piensas que es lo mejor para ti pero, no puedo estar con alguien que hace
eso para ganarse la vida. Me estremezco cada vez que estás en la jaula y te golpean. Mi
estómago se tensa sólo de pensarlo. Sé de hecho que no podría vivir así todo el tiempo.
―Entonces estamos de acuerdo ―afirmó―. Ya he decidido no firmarlo. Mayormente
porque sabía que tú y Callie me patearían mi trasero si lo hiciera, pero también porque no
quiero que esa sea mi vida. Tengo planes más grandes.
―Bien ―contesté con una sonrisa. Me puse de pie―. Será mejor que me vaya a clases.
Llegaré tarde. ―Braxton también brincó y me agarró desde atrás.
―Ya que igual vas tarde de todas maneras ―susurró. Podía sentir su aliento caliente en
mi oreja y me convertí en masilla en sus manos una vez más.
En lugar de insistir que tenía que irme, le respondí susurrando:
―De verdad no puedo quedarme por mucho tiempo.
No sonaba convincente, ni siquiera para mis propios oídos. Estaba besando mi cuello y
sus manos estaban deslizándose lentamente por mis costados hacia mis senos. Suspiré y me
apoyé contra él. Sabía que él ya había ganado.
Mientras chupaba mi cuello, sus manos continuaron su viaje hacia arriba y aterrizaron
en mis senos, bajo mi camiseta pero encima de mi sujetador. Aún con el material entre
nosotros pude sentir el calor de sus manos a medida que se apoderaba de ellos y los
masajeaba. Sacó su cabeza de mi cuello y puso su boca al lado de mi oreja. Primero la lamió y
entonces chupó el lóbulo por un segundo antes de susurrar:
―No necesito mucho, lo prometo.
El tibio aliento contra mi oreja me hizo estremecer. Extendiéndome hacia atrás, rastrillé
mis dedos a través de su cabello y guié sus labios de vuelta a mi cuello. Amaba cuando lo
chupaba y besaba.
―¿Puedo asumir por eso que estamos de acuerdo? ―interrogó antes de ahondar
nuevamente.
Asentí, incapaz de hablar con una de sus manos haciéndole cosas locas a mis pezones y
la otra continuando su viaje hacia abajo para descansar justo dentro de la cinturilla de mis
vaqueros. Deslizó sus dedos hacia abajo lentamente, tan abajo como pudo meterlo en mis
vaqueros ajustados.
Colocando su boca de vuelta en mi oreja, dijo:
―Si aún estás apurada, esto irá más rápido si te quitas estos.
Ya no estaba apresurada. Ya me había olvidado de mi clase. Sonriendo y probando que
no tenía fuerza de voluntad en lo absoluto en lo que se trataba de él, me desnudé de mi ropa
rápidamente. Se quitó la suya al mismo tiempo. Cuando ambos estábamos desnudos,
envolvió un brazo alrededor de mi cintura y me besó en los labios. Nos movimos hacia su
habitación y mientras nos besamos me empujó hacia atrás con sus caderas hasta que estaba
presionada contra la pared.
Se inclinó hacia abajo y cerró sus labios sobre uno de mis pezones, lamiendo
velozmente la punta sensible. Mis ojos se cerraron y mi cabeza se inclinó hacia atrás en la
pared a medida que gemía. Lo escuché decir algo y abrí mis ojos. Cuando lo hice me di cuenta
que le estaba hablando a mis senos, diciéndoles lo sexy que eran. Me reí y apoyé hacia atrás
nuevamente mientras tomó el otro en su boca y le dio el mismo trato que al primero.
―Oh Dios ―jadeé a medida que enterraba mis dedos en sus hombros. Podía sentí su
dura erección presionándose contra mí mientras chupaba mis pezones y mi coño estaba
poniéndose más y más húmedo con cada segundo.
Sus manos se extendieron hacia abajo y apretó mi trasero mientras dijo:
―Apuesto a que estás empapada por mí, ¿cierto, Emmi?
Demonios, me encantaba cuando hablaba de esa forma.
No confiaba en mí misma para tratar de hablar en ese momento, así que asentí
débilmente. No esperó mi respuesta, sin embargo. Decidió revisar por sí mismo. Deslizó un
dedo dentro de mí desde atrás y expertamente masajeó mi clítoris.
―Mm, sí, lo estás ―dijo. Repentinamente sujetando mis muslos, sorprendiéndome, y
me levantó. Nos volteó y me colocó sobre el escritorio.
―Afortunadamente estaba estudiando en la sala ―comentó―. Los libros estaban todos
fuera para nosotros.
Aún tenía mis dudas que de hecho hubiera estado estudiando, pero amaba el hecho de
que su escritorio estuviera vacío ya que todos sus libros estaban en la mesa de centro de la
sala. Me senté enfrentándolo con mis muslos ampliamente abiertos en la fría madera del
escritorio. Deslizó un dedo dentro de mí, luego dos. Colocó sus labios de vuelta en los míos y
nos besamos mientras deslizó sus dedos dentro y fuera de mí, causando que me estremeciera
de placer.
Cuando rompimos el beso y empezó a bombear sus dedos dentro de mí más rápido, dije
en una voz ronca que sonaba desconocida para mí:
―Oh sí, Braxton.
―¿Sí qué? ―me cuestionó, mirándome a los ojos con un deseo increíble.
―Mm… valiste mucho la pena el perderme química ―susurré.
―En realidad no lo hiciste ―declaró con una sonrisa―. Esto es química pura aquí
mismo.
Apartó su mano de mi coño y temblé en protesta. Cayó a sus rodillas y pude sentir su
aliento en la parte interior de mis muslos a medida que su mano pasó por la parte posterior
de mis pantorrillas. Mis ojos estaban cerrados así que cuando se acercó y me lamió desde
abajo hasta arriba de mi hendidura, dejé salir un pequeño chillido de sorpresa y éxtasis
mientras sus dientes encontraron mi clítoris. Empezó a rodarlo gentilmente entre ellos
mientras lamía alrededor en la parte de afuera.
―¡Mierda! ¡Joder! ―Normalmente no maldecía, pero algunas cosas requerían una
palabra más fuerte, y esta era una de ellas. Estaba estremeciéndome por todos lados por su
embestida furiosa y no quería que terminara.
A medida que empezó a lamer más profundamente dentro de mí, usó su pulgar para
acariciar mi clítoris. Presionó más duro con su pulgar y movió su lengua profundamente
dentro de mí, haciéndole cosquilla a mis paredes internas.
Me molí contra su boca y gemí de lo bien que se sintió. Era como estar ebria. No estaba
segura en lo absoluto de qué estaba haciendo, especialmente cuando calibró mi reacción y
comenzó a presionar más duro y pellizcar mi clítoris rudamente por un segundo antes de
iniciar a acariciarlo con ligeros círculos.
―¡Oh Dios, sí! ¡Sí, Braxton… sí! ―grité, retorciéndome bajo él, enfocada en su boca y
manos mientras trataba desesperadamente de no caerme del escritorio.
Debe haberme sentido balanceándome tenuemente en el borde porque abruptamente
se puso de pie y deslizó sus brazos debajo de mí. Temblé en sus brazos a medida que me bajó
gentilmente sobre el piso alfombrado. Cubrió mi cuerpo con el suyo y su boca encontró la
mía nuevamente. Podía saborearme a mí misma en él mientras empujaba su lengua entre mis
labios y la chupé, degustando el sabor de ambos, juntos.
Sus manos fueron a la deriva por mi cuerpo, apretando mis senos y luego moviéndose
más hacia abajo para empujar entre mis labios aún húmedos, hábilmente acariciando mi
clítoris. Tuve que alejarme de nuestro beso para jadear. Me retorcí bajo él. Estaba tan cerca.
Mi gran problema era que lo quería dentro de mí tanto. Quería sentir mis propios jugos
contra su dura polla. Extendí mi mano hacia abajo, lo tomé mientras estaba duro y pulsante
contra nuestros cuerpos calientes, acariciándolo, amando la sensación de ello. Pude sentirlo
brincar en mis mano y sonreí, disfrutando el hecho de que mi toque le hacía lo que él me
hacía. Sacó su mano de entre mis piernas y la envolvió sobre la mía. Lo acariciamos juntos
con nuestras lenguas haciendo el mismo movimiento. Estaba quemándome, se sintió como si
estuviera prendida en fuego.
Gemí ruidosamente contra sus labios y dije:
―Te necesito, Braxton, dentro de mí, ahora.
―Por supuesto que lo haces ―acordó y metimos juntos su polla en mi coño empapado.
Se enterró en mí con un solo movimiento y gruñó contra mi boca abierta. Se meció
completamente adentro antes de retroceder. Extendí mi mano para ahuecar su trasero,
rogando que empujara dentro de mí de nuevo. Me acomodó deslizándose otra vez adentro.
Aún tenía el control y yo estaba indefensa a medida que se salió casi completamente.
Entonces siguió con varias estocadas rápidas pero superficiales.
―Una vez más, estás matándome ―le dije entre jadeos.
Mientras continuó su tormento lento y agonizante, usó su lengua para lamer a lo largo
de la línea de mi mandíbula y luego de vuelta hacia abajo a mi cuello.
Halé duró de su trasero, trayéndolo hacia mí, queriendo que fuera más profundo.
Entonces lamió mi mandíbula, saboreándome completamente, mientras continuaba
enloqueciéndome abajo.
Chillé de nuevo cuando finalmente entró por completo en mi otra vez:
―Sííííííí.
Abrí mis ojos y lo miré, una deliciosa sonrisa se había esparcido en su rostro a medida
que deslizó su mano entre nuestros cuerpos y empezó a acariciar mi clítoris con sus dedos
mientras se movía dentro y fuera de mí. Se movió lenta y perezosamente haciéndome
empujar más duro en sus nalgas, rogándole por más.
Repentinamente me lo dio, hundiéndose completamente, juntando nuestros cuerpos de
un solo golpe. Dejé salir un grito, pero mientras lo hice, cubrió mi boca con la suya,
acariciando mi lengua a medida que empezó a empujar más profundo… y con propósito.
Comenzó a frotar mi clítoris más duro con caricias cortas y brutales. Su boca estaba
ferozmente sobre la mía y sentí todo mi cuerpo empezar a temblar a medida que mi clímax se
construyó, amenazando con liberarse. Cuando finalmente lo hizo, me levanté de la alfombra
con un gemido largo y lento. Cada parte de mi cuerpo estaba hormigueando y los dedos de
mis pies estaban enrollados mientras que la lenta presión era liberada en una ola increíble
tras otra.
Braxton continuó embistiendo contra mí, empujándome más allá de los gemidos hacia
los sonidos como maullidos que ni siquiera sabía que podía hacer.
―Eso es ―gruñó―. Dios, amo verte venirte.
No podía emitir palabras. Sólo sonreí y me sostuve de sus hombros a medida que sus
caderas continuaron golpeando contra mi cuerpo una y otra vez. Aún podía sentir los
temblores sacudiendo mi cuerpo mientras su ritmo aumentó y supe que estaba acercándose.
Extendió su mano hacia abajo y llevó mi pierna hacia arriba, atrapándola junto con su pecho.
Entonces hizo lo mismo con mi otra pierna, prácticamente doblándome a la mitad y
golpeándome más profundamente adentro con cada estocada. Estaba jadeando por aire y
arañando sus hombros mientras se molía contra mí, convirtiéndose en una masa caliente
entre mis piernas a medida que lo sentí tensarse.
―¡Mierda! ―gritó en su orgasmo.
Empujó dentro de mí unas pocas veces más mientras terminamos, finalmente
permitiendo que mis piernas se desdoblaran y estiraran a cada lado de él a medida que se
acercó y me besó nuevamente.
―Te amo ―murmuró.
Lo besé de vuelta, duro… esperando que no notara que a pesar que acabábamos de
hablar al respecto, aún no podía decírselo.
Nunca llegué a mi clase.
Braxton

Unos pocos días después que habíamos hablado del contrato, Emmi dándome el mejor
sexo vespertino que había tenido en mi vida y que le dijera que la amaba, me llegó un
mensaje de texto de su parte mientras caminaba de casa a clases.
Decía:
Oye, ¿me harías un favor?
Seguro, ¿qué?
Tengo una tarea para la clase de fotografía. Necesito un modelo.
¿Desnudo?, pregunté, bromeando.
¡No!, dijo con signos de exclamación y todo. Entonces me hizo sonreír agregando:
Podemos hacer esas más tarde para nuestra colección privada.
Claro, lo que sea que necesites.
Cuando llegué a casa, ella tenía mis “atuendos” en la cama. Quería que usara vaqueros
con una linda camisa, luego vaqueros y una camiseta, vaqueros sin camiseta y por último en
mi pantalón corto de boxeo. Empecé a desnudarme.
―Te daré algo de privacidad ―dijo y cubrió sus ojos.
―¿Todavía tienes miedo de ver mi cuerpo sexy? Me has visto desnudo muchas veces ya
―le contesté riéndome.
Estaba sonrojándose lo cual me pareció muy tierno.
―Lo sé, pero si simplemente me quedo de pie aquí y te veo desnudo, no seré capaz de
enfocarme en mi proyecto.
Sí, me gustaba saber que realmente tenía el mismo efecto en ella como ella lo tenía en
mí.
Se fue y me puse el primer atuendo. Era una camisa que había comprado literalmente
hace años y nunca había usado. La compré en casa y decidí que no era mi color. Entonces la
había colgado en el armario y olvidado de ella. Era una camisa como un suéter de lana de
manga larga hecha de algún tipo de material de algodón. Por eso es que lo compré. Me
gustaba la forma en la que se sentía. Era un color raro, a pesar que pensé que una mujer lo
llamó verde azulado. Como un hombre, diría azul o verde, o azul-verde.
Cuando estaba vestido me aseguré que mi cabello estuviera bien y salí a la sala. Emmi
tenía sus luces, todas sus cosas de fotografía arregladas y juguetonamente me silbó cuando
me vio.
―Vaya, te ves excelente. Deberías usar esa camisa más a menudo. De verdad te favorece
ese color.
―¿Qué? ¿Esperabas que no me viera maravilloso? Gracias, sin embargo ―le dije con
una sonrisa―. ¿Qué quieres que haga?
―Creo que tomaremos unas de pie y otras sentado. La luz es realmente buena aquí
cerca del sofá. Iniciemos allí. ―Noté que había colocado una sábana sobre el sofá que tenía
líneas marrones gruesas y “verde azuladas” también que hacían juego exactamente con mi
camisa.
Fui, me senté y a medida que puso su ojo en el lente de la cámara, le pregunté:
―¿Cómo quieres que pose?
―Nada de posar ―me informó―. Quiero que te veas natural. Solo no olvides respirar,
respirar es muy importante. Solo inhala y exhala como lo harías normalmente. ―Tomó un
par de fotos y luego declaró―. De acuerdo, espalda derecha, los hombros hacia arriba.
Encorvarte afecta el ambiente de toda la cosa y se lleva esos abdominales en los cuales has
trabajado tanto.
Supongo que estaría posando.
Me senté más derecho y tomó unas pocas más, acercándose en algunas, y alejándose al
otro lado de la habitación en otras, diciéndome que sonriera, recordándome respirar. Era
como una profesional de verdad y me estaba excitando verla en su elemento. Después de un
rato me envió a cambiarme mi camisa a la camiseta verde que había sacado para mí.
Esta vez cuando salí, dijo:
―Vaya, ese color realmente hace que tus ojos sobresalgan. Muy bien, vamos a ponerte
de pie al lado de la ventana. Que se vea como que estas mirando a través de las persianas.
―Debo haber empezado viéndome bastante incomodo porque dijo―: Veamos. ―Tomó uno
de mis brazos, lo puso derecho en mi costado y dobló el otro en mi codo, luego me dijo que
me aferrara a la cortina―. También dobla una rodilla ligeramente, no coloques ambas
piernas derechas o te hará ver como un robot ―comentó.
Hizo que me quitara mi camiseta, hizo una mueca divertida y se abanicó a sí misma.
Sabía que solo estaba bromeando, pero me estaba excitando.
―Bien, recoge uno de esos libros y actúa como si estuvieras leyéndolo, que te veas
inteligente.
Sonreí.
―Eso es fingirlo ―dije.
Se rió.
―Silencio, sabes que lo eres. Ahora, no mires la cámara. Observa el libro. De acuerdo,
ahora echa un vistazo por la ventana y ladea tu cabeza hacia atrás un poco. Ahora, cambia tu
expresión, dame una mirada pensativa.
Sus órdenes de las capturas me estaban haciendo anhelar tocarla. Podía sentir el frente
de mi pantalón tratando de estirarse para acomodar mis pensamientos.
Después de varias tomas, dijo:
―Está bien, ve a ponerte tu pantalón corto de boxeo.
―A tus ordenes ―declaré, saludándola.
Mientras la pasaba a medida que se dobló haciendo algo con su cámara, agarré su
trasero haciéndola brincar. Ya no podía soportarlo más, tenía que conseguir aunque sea un
beso. Sostuvo su mano en su corazón, probablemente por ser asustada. Incliné mi cabeza
hacia abajo y la besé en los labios. Parecía ansiosa y compartimos un beso largo y caliente.
―Podríamos tomar un descanso y tontear ―intenté.
Emmi rió y dijo:
―Solo ve a cambiarte y preocúpate por eso más tarde.
Mierda. Quizás la próxima vez.
Cuando regresé, dijo:
―Mm… sí, definitivamente habrá tiempo para eso más tarde. ―Ahora mi polla estaba
retorciéndose en mi pantalón corto. Miró mi entrepierna y comentó―: Piensa en tu abuela o
algo por ahora, no quiero entregar fotos de clasificación X.
―Te dije que deberíamos tomar un descanso corto.
―Sam, desnudo, dándote un beso francés. ―Eso fue sucio de su parte, pero funcionó.
Me hizo hacer algunas poses de pelea y tomó un montón de fotografías.
―Dame una mirada ruda. Bien, ahora un ceño. Y ahora un ceño fruncido. ―Cuando
finalizó, mencionó―: ¿Te importa si tomamos unas pocas juntos ahora?
―No si eso significa que puedo tocarte ―respondí con una sonrisa.
Se rió y declaró:
―Sí, puedes tocarme pero nada demasiado subido de tono. Son para el periódico
escolar.
―¿El periódico? ¿Por qué?
―¿Recuerdas la fotografía que Sarah se suponía que no publicara? ―asentí y
continuó―. Bueno, lo hizo. Creo que aún le gustas mucho y está haciendo su mejor intento
por hacerme miserable. Quiero hacer un reportaje de ti como luchador; entonces
agregaremos un trozo de tu vida personal y tu nueva novia. Ya que toda la escuela vio la foto
de Sarah, démosle más información al respecto.
Me reí y asentí. No tenía ninguna objeción con que todo el mundo me viera con Emmi.
Sabía que era un hombre afortunado.
Emmi

―¡Detén eso! Mi mamá estará aquí en cualquier momento. ―Estaba de pie en el


fregadero lavando unos platos y Braxton estaba apoyado detrás de mí, deslizando sus manos
sobre mí por todos lados.
―Si me detengo antes de que ella llegue, jamás sabrá que estaba abusando de ti
anteriormente ―intentó.
―Es mi madre y lo sabrá ―dije.
Se rió, pero se detuvo.
―¿Qué puedo hacer para hacerte sentir menos nerviosa? ―preguntó.
―No estoy nerviosa ―mentí.
Se rió nuevamente.
―Oh, lo siento, mi error ―comentó sarcásticamente.
―De acuerdo, estoy un poco nerviosa ―admití.
―¿Crees que no le gustaré?
―No, creo que te amará. Es sólo que… bueno, cuando me mudé éramos solo
compañeros de casa, ahora estamos saliendo y el hecho de que estemos saliendo y viviendo
juntos hace que sea obvio que estamos teniendo sexo.
―¿Y se opondrá a eso? Somos adultos consensuales ―dijo y se rió.
―Sí, lo somos y ella lo sabe. No es una mojigata, pero es diferente cuando es tu hija.
Frunció el ceño.
―Debería estar feliz de que tu papá no pudo venir, ¿cierto?
Él no tenía ni idea de lo cierto que era eso. Después de que Trent me engañó, tuve un
colapso nervioso y le admití a mi mamá que habíamos estado teniendo sexo. Luego le dije
que lo él estuvo haciendo. Debí haber sabido que le diría a mi papá, le decía todo. Él estaba
furioso y quería hacerle lo que Braxton le hizo esa noche en el bar. Dudaba que fuera a ser
fácil con Braxton cuando lo conociera a causa de eso.
Sin embargo, no quería asustarlo así que dije:
—Nah, mi papá en un hombre gentil.
Braxton se rió.
―De alguna forma dudo eso.
El timbre sonó y corrí a abrir la puerta. No había visto a mi mamá en más de un mes.
Cuando la abrí, me envolvió en un abrazo de eso.
―¡Estoy tan contenta de verte! ―chilló―. Déjame mirarte. Estás demasiado delgada,
¿has estado comiendo?
―Como todo el tiempo, mamá. Entra. ―Braxton estaba esperándonos en la sala―.
Mamá, este es Braxton, Braxton esta es mi madre.
―Encantado de conocerla, señora…
―Jennifer ―le dijo mi madre, tomando su mano―. No me gusta esa cosa de señora. Es
un placer conocerte también, Braxton. He escuchado mucho de ti.
Los ojos de Braxton se desplazaron hacia mí y luego hacia mi mamá otra vez mientras
con una risa dijo:
—Lamento escuchar eso.
―Estaba preparándome para hacer la cena ―comenté―. ¿Quieres venir a la cocina
mientras termino?
―No, quiero ayudar ―respondió.
―Yo también ―mencionó Braxton con una sonrisa. Estaba luciéndose por mi mamá.
Eso era mejor que el hecho que ni siquiera lo intentara.
―Muy bien entonces, los pondré a ambos a cortar vegetales.
Estaba haciendo pollo salteado con jengibre, así que mientras empecé el pollo, puse a
mamá y a Braxton a cada lado de la mesa con tablas para cortar y vegetales que necesitaban
ser cortados para saltearlos. No solo hicieron un buen trabajo cortando el calabacín,
espárragos, cebollas y pimientos, también parecieron divertirse mientras hablaban como
viejos amigos.
―Así que, Braxton, ¿Emmi me dice que te especializas en algún tipo de computadoras?
―Sí, quiero hacer programación de computadoras y creación de redes, cosas como esas
algún día. Me gusta meterme con las computadoras.
―Ojalá yo lo hiciera ―dijo mi madre. La había escuchado quejarse del sistema
electrónico que el hospital había adoptado por cinco años y sabía lo que venía―. ¿Sabes que
soy enfermera? ―Braxton asintió y ella continuó―: Bueno, tuvieron la idea brillante de que
los registros médicos deberían ser todos electrónicos. Estaría bien con eso excepto que
esperan que yo coloque todo lo que hago allí dentro de esa maldita computadora. La mitad
del tiempo el sistema está caído o si tocas una cosa errónea se cae. Solo pienso que sería
mucho mejor si simplemente nos dejaran escribir en la tabla como solíamos hacerlo y ellos
tuvieran a alguien más para que lo introduzca en la computadora, como solían hacerlo.
Estaba sonriendo a medida que metí el pollo en el aceite caliente. Mi madre era
definitivamente de la vieja escuela cuando se trataba de electrónicos. Aún tenía un teléfono
plegable.
―Quizás su sistema no es bueno ―respondió Braxton―. Eso realmente hace una
diferencia.
―Sí, estoy segura de que es uno barato. A los hospitales les gusta cobrar un brazo y una
pierna por cuidado médico, pero invertir dinero nunca está en la cima de su agenda. Emmi,
¿cómo está Zoe? Vi a su mamá en el salón el otro día y dijo que raramente escucha de ella.
―Está bien, mamá. Solo ha estado realmente ocupada con sus estudios. ―Estaba
tratando de no hacer contacto visual con Braxton pero él me forzó al moverse en mi línea
visual. Estaba articulando “fiestas” sobre la cabeza doblada de mi mamá.
―Cállate ―articulé de vuelta. Él tenía razón: Zoe nunca había sido tan fiestera antes de
unirse a la hermandad. Pero siempre estuvo segura e igual obtenía calificaciones decentes, así
que no la iba a delatar.
―Bueno ―declaró mi madre―, es bueno saberlo. Dile que llame a su mamá.
―Lo haré ―dije con una sonrisa. Tomé los vegetales cortados de ellos y los puse en el
sartén. Mientras tanto, mi mamá hizo un poco de arroz jazmín y Braxton arregló la mesa.
Cuando terminó dijo:
—Señora… lo siento, Jennifer, ¿qué te gustaría beber con la cena? Tenemos vino tinto, té
helado, refresco…
―¿Vino tinto? ―preguntó inquisitivamente con una mirada en mi dirección.
Braxton salvó el momento diciendo:
—Sí, fui a un viaje de degustación de vinos con unos amigos el verano pasado y lo
recogí. Dijeron que era realmente bueno, pero aún no lo he abierto.
Eso pareció hacerla sentir un poco mejor. Braxton era lo suficientemente mayor para
beber legalmente, pero como dije antes, es una madre.
―Creo que solo tendré agua helada, querido, gracias.
Mientras comimos, mi mamá fue lo suficientemente amable para agasajar a Braxton con
historias de mi juventud. No estoy segura de por qué los padres siempre piensan que los
momentos más vergonzosos de tu vida son los que más valen la pena contar. Braxton estaba
disfrutándolo de todas formas, o al menos parecía estarlo. Probablemente porque su hermana
me había dicho historias de su juventud. Estoy segura de que sintió que esto era una
venganza fácil.
Era un enigma tan grande a veces. Pasó de ser un mujeriego a un luchador rudo y luego
a un ganador de madres tan fácilmente. Realmente nunca sabía en qué rol se iba a meter
después. Era divertido observarlo sin embargo; me mostró que tenía tantos lados diferentes.
Después de la cena todos ayudamos para limpiar la cocina y cuando finalizamos mi mamá
anunció:
—Traje Scrabble.
Scrabble había sido nuestro juego favorito para jugar juntos cuando vivía en casa. Desde
que me mudé, aún jugábamos una contra otra en Facebook.
―Oh, bien ―dije―. ¿Quieres jugar, Braxton?
Una sonrisa se formó en su rostro.
—Seguro, pero tengo que advertirte que soy un jugador magnifico de Scrabble.
Mi mamá se rió agudamente y dijo:
—Veremos si eres tan creído después que mi hija y yo terminemos contigo, jovencito.
―De acuerdo, ustedes dos. Eso es suficiente. ―Reí.
Mi mamá sacó el juego y nos reunimos alrededor de la mesa. Ella estaba llevando la
puntuación y Braxton pretendió no confiar en que no hiciera trampa. Insistió en ver cada
punto que escribía. En una jugada hice la palabra “Patinadores” y usé todas mis letras. Con los
extra cincuenta, llegué a ochenta y dos puntos.
―Bueno, este juego ha terminado ―anunció Braxton.
―Había terminado antes de que iniciara ―respondí.
Me dio una mirada con los ojos entrecerrados y mencionó:
—Esas son palabras para pelear.
―Vamos ―contesté. Realmente lo hizo, y a pesar de mis más de ochenta puntos,
todavía nos venció a ambas.
―¡Demonios! Emmi me dijo que eras un luchador. Solo asumí que tu cerebro estaría
demasiado blando para ganar en Scrabble ―bromeó mi mamá.
Mantuvo un rostro serio y una expresión de asombro estaba cubriendo el rostro de él.
Sabía que estaba bromeando pero él no parecía saberlo.
―Ya veo de dónde lo tiene tu hija ―intentó él, fingiendo una risa.
―Somos perfectas ―se burló de nuevo, sujetando mi brazo―. Bueno, mejor me voy a
casa antes de que tu padre piense que me perdí.
―De acuerdo ―repliqué a medida que ambas nos pusimos de pie y caminamos a la
puerta.
―¡Un placer conocerte! ―gritó Braxton a mi mamá desde la mesa.
―¡A ti también, Braxton! ―vociferó en respuesta y luego me miró―. Es un chico muy
agradable pero más vale que ambos sean buenos, Emmi. No necesito recordarte cómo se
hacen los beb…
―Adiós, mamá. Te amo ―dije, abriendo la puerta y casi empujándola.
―También te amo, dulzura ―contestó.
Después de que mi mamá salió por la puerta, Braxton comentó:
—Al principio no estaba seguro con respecto a si mi cerebro estaba blando o no.
Me reí y respondí:
—Descifraste que estaba bromeando, ¿cierto?
―Sí, lo entendí cuando la miré a los ojos. Tiene este pequeño destello en sus ojos como
el que tú tienes cuando estás burlándote. Sin embargo también delata a los malos mentirosos.
―Eso es algo bueno, ¿verdad? ―dije―. ¿Siempre serás capaz de saber si no estoy
siendo honesta contigo?
―Es gracioso ―contestó―. Pero no puedo imaginar que no seas honesta conmigo. Por
cierto, realmente me gusta tu mamá.
―Bien ―repliqué. Me alegraba escuchar eso―. Estoy bastante segura que le gustaste
también.
Me paré en las puntas de mis pies y besé sus labios húmedos.

* * *
Cuando desperté la mañana siguiente, Braxton ya se había ido a ejercitarse pero había
dejado una nota que decía “Por favor no hagas ningún plan para esta noche. Llamaré más
tarde para explicarte”.
No podía imaginar qué tramaba, su pelea era en dos días y era un jueves en la noche.
Por todo lo que sabía, nada especial estaba sucediendo en la ciudad o en el campus. Pasé el
resto de mi mañana pensando en ello cuando finalmente llamó.
―Hola, hermosa ―dijo.
―Hola, ¿qué ocurre?
―Bueno, estaba pensando cuando conocí a tu mamá anoche que realmente me gustó
eso, y era algo que una pareja “normal” haría. Me hizo pensar en cosas como recoger a una
chica en su puerta, conocer a sus padres y darle un beso de despedida en el pórtico. No
hemos sido realmente la pareja más normal desde que nos juntamos.
―Cierto ―comenté―. Así que, ¿estás tratando de decirme que estás enamorado de mi
madre? ―bromeé. No podía resistirme.
―¡Asco! ¡No!
―¿Asco? ―pregunté, aún mofándome.
―No, no me da asco ella. Tu mamá es una dama que se ve bien… solo, ¡demonios,
Emmi! ―Estaba todo sonrojado. Eso raramente sucedía y lo encontré hilarante. Pero también
me sentí un poco mal.
―Me detendré. ―Reí―. ¿Qué estás tratando de decirme?
―Estaba intentando invitarte a una cita.
―¿Una cita?
―Sí, quiero recogerte en la puerta, ir a un lindo restaurante, acompañarte a la puerta
cuando te lleve a casa y besarte en el pórtico.
―Eso suena genial. ―Literalmente me sentí cálida y hormigueante por dentro―. ¿A
qué hora debería estar lista?
―Te recogeré a las siete.
―¿Y a dónde vamos, para saber cómo vestirme?
―Usa algo con un buen escote y ajustado ―replicó con una risa.
―Justo cuando pensé que había esperanza para ti después de todo ―respondí.
―Estoy bromeando; solo usa lo que te pondrías para un buen restaurante.
―De acuerdo, ¿te veré antes de las siete? ―cuestioné.
―Nop, te veré entonces ―dijo. Entonces justo antes que llamada se desconectara,
escuché―: Te amo.
Esa tarde a medida que me preparaba para nuestra “cita”, me pregunté en dónde se
estaba alistando él. A donde sea que haya ido, funcionó. Exactamente a las siete tocó el
timbre. Me sentí tonta y abrumada de agradecimiento por hacer esto mientras abrí. Estaba
usando una camiseta negra que se veía tan suave que quería tocarla. Si conocía a Braxton,
probablemente ese era el punto. Estaba bien afeitado y tenía puesto unos vaqueros
desgatados que se le ajustaban… completamente bien. También estaba sosteniendo un gran
ramo de flores mezcladas.
Se estaba convirtiendo en todo el paquete.
―Hola ―dije, ya sin aliento.
―Hola ―contestó con la sonrisa que tanto amaba―. Te ves hermosa.
Estaba usando un vestido corto azul claro. Terminaba justo encima de mi rodilla y a
pesar de que el corte era simple, era femenino y me hacía sentir sexy. Aún más cuando sus
ojos me recorrieron de arriba abajo.
―Gracias, tú también ―respondí.
―Estas son para ti ―mencionó extendiendo las flores hacia mí.
―Son preciosas ―repliqué. Entonces, jugando el papel dije―: ¿Te gustaría entrar
mientras las pongo en agua?
―Seguro, gracias ―declaró. Me siguió adentro, entonces estuvo de pie como un
caballero en la puerta y esperó que encontrara un florero donde colocarlas.
Cuando terminé, preguntó educadamente:
—¿Estás lista?
―Sí, lo estoy.
Extendió su brazo y me guió hacia la camioneta. Entonces, abrió la puerta para mí y
sosteniéndome por la cintura me ayudó a subir. Mantuve mis ojos pegados a su trasero sexy a
medida que caminó alrededor por el frente de la camioneta hacia el otro lado. Demonios,
vaya que era afortunada.
Mientras conducimos al restaurante, dijo:
—Así que, ¿hace cuánto tiempo que no vas a una cita real?
―Bueno, um… un par de años…
―¿En serio? Ese tipo debe ser un idiota más grande de lo que pensé.
No respondí. Tenía razón pero no quería hablar de Trent. Para darle crédito a Braxton,
cambió el tema. Estaba hablando de su pelea, de lo cual tampoco quería hablar, pero prefería
eso que hablar de Trent. Preferiría cualquier cosa.
Cuando finalizó de hablar de las cosas que Sam le hizo hacer para prepararse para su
pelea venidera, pregunté:
—Así que, ¿a dónde iremos a cenar?
―Seraphina’s, ¿te parece bien?
―No lo conozco, pero estoy segura que será genial.
―Es una casa de filetes italiana. A la mejor que he ido, por mucho.
―Creeré en tu palabra.
Mientras conducíamos robé vistazos de él, tratando de evaluarlo como lo haría en una
primera cita. Era guapo, eso era seguro, pero también tenía confianza y seguridad en sí
mismo. Me hizo sentir segura. Miré sus manos descansando en el volante. Tenía cicatrices en
sus nudillos por las peleas; me estremecía cuando pensaba en ello. Pero aparte de eso, tenía
una mano linda, gruesa y masculina. Imaginé cómo se sentía cuando tocaba mi piel desnuda.
Si hubiera sido una primera cita con alguien que no hubiera tenido sexo ya, no habría estado
pensando en tales cosas. Eso me hizo reír.
Me miró.
―¿Qué es tan gracioso?
―Solo estaba teniendo un pensamiento carnal, pero entonces recordé que esta era una
primera cita y lo mejor que debería estar esperando es un beso de despedida.
―Eso está abierto para negociarse ―dijo con una mirada llena de lujuria.
―Por cierto ―comenté―. Olvidé decirte lo bien que hueles.
―Gracias. Puede que me haya echado demasiado. Me preparé en el gimnasio y ese sitio
huele tan mal que temía que algo del mal olor podría pegárseme de nuevo después de salir de
la ducha.
Reí.
―Bueno, lo que sea que hiciste, funcionó. Hueles maravilloso.
―Gracias, tú también.
Cuando estacionó en Seraphina’s abrí mi puerta para salir, sin notarlo viniendo
alrededor hacia mi lado. Cuando llegó allí, sujetó la puerta, la sostuvo y extendió una mano
para ayudarme a bajar.
―Oh, lo siento ―comenté―. No estoy acostumbrada a toda esta cosa de las citas.
―Bueno, acostúmbrate. Lo haremos algo regular. Mereces ser tratada especialmente.
Pensé que me sonrojé, pero afortunadamente estaba oscuro y realmente no podía ver mi
rostro. Me dio su brazo de nuevo y me guió hacia el restaurante. Las mesas no tenían sillas
regulares, en su lugar tenían sofás con respaldar alto y acolchados que se estiraban a lo largo
de la pared en un lado y sillas grandes y cómodas en el otro lado. Braxton había hecho una
reservación para nosotros, así que la anfitriona nos llevó directamente a nuestra mesa. A
medida que la seguimos, Braxton colocó su mano en la parte baja de mi espalda, y su toque
ligero despertó todas mis terminaciones nerviosas. Era como si mi mente y cuerpo hubieran
aceptado que era una primera cita y reaccionara como si fuera su primer toque.
Fuimos guiados a una cabina acogedora en la parte trasera, lejos del bar, el cual parecía
estar en medio de la hora feliz. La música y ruido apenas penetraron a través de la barrera de
los sofás grandes y cómodos. La iluminación era tenue pero había una vela ardiendo en la
mesa y agregaba otro toque de romanticismo. Nos sentamos uno frente al otro. Pensé que ya
que habíamos esperado tanto para tener nuestra primera cita de verdad, no teníamos esa
incomodidad rara, característica de las primeras citas.
Justo después que tuve ese pensamiento, ambos tratamos de hablar a la vez. Los dos
sonreímos y entonces al unísono dijimos:
—Tú primero.
―Tú primero ―dije.
―Realmente me alegra que hagamos esto. Anoche, cenar con tu mamá, y esta noche,
cenar solo nosotros dos. Me hace sentir como que somos una pareja de verdad.
Su voz sonaba como si temblara un poco mientras hablaba. Estaba nervioso, volviendo
hacia los días antes de ser el semental del campus.
―También me alegra que lo hagamos.
―¿Sabes algo? ―dijo―. Cuando estaba en la secundaria, habrías sido el tipo de chica
que me intimidaba como el infierno.
Resoplé.
―Dudo eso. Era tan tonta en la secundaria. Probablemente habría estado tan
intimidada como el infierno por ti.
―De acuerdo, acordaremos que ambos fuimos tontos. Sin embargo, apuesto a que eras
una tonta sexy ―supuso, guiñando un ojo.
Antes de que pudiera responder, la mesera apareció, salvándome de tener que pensar en
una respuesta. Trajo nuestras bebidas y tomó nuestras órdenes.
Cuando se fue, dije:
—Así que, me has dicho mucho de tu papá pero, ¿qué hay de tu mamá? Realmente no
sé nada sobre ella excepto que falleció.
Un ceño fruncido cubrió su rostro inmediatamente y me sentí mal al instante.
―¿Sabes qué? Lo siento, no importa.
―No, está bien, en serio ―contestó―. Es solo que ya nunca tengo oportunidad de
hablar de ella. Pone demasiado triste a Callie y no le hablo a mi papá de nada. No tengo que
hacerlo. Mi mamá era hermosa. No solo en el exterior, tenía esta luz dentro de ella que
brillaba hacia afuera sobre todos y todo lo que tocaba. Era anfitriona en un restaurante como
este. Era buena con las personas. Hacía que todos se sintieran como su amigo. Era la mejor
madre que un niño pudiera pedir.
Me sentí mal a medida que vi una lágrima escapar y deslizarse por el lado de su rostro.
Cambié el tema a lo largo de la cena, y después hablamos de todo. De mi mamá, mi papá y su
hermana, nuestros primeros trabajos, nuestros gustos. Nos reímos y bromeamos, debatimos
política, religión y nos burlamos del gusto musical del otro, pero acordamos en nuestro gusto
en libros. Entonces hablamos de lo que cada uno quería para su futuro. Él de su negocio de
computadoras y yo del de fotografía. Ninguno de los dos mencionó el elefante en la
habitación, sus peleas en la MMA, o el hecho de que aún no había respondido realmente sus
expresiones de amor.
Todo el rato mientras hablamos, mi atracción por Braxton creció. Lo observé mientras
habló, fascinada por los simples movimientos de sus labios. No parecía poder dejar de
sonreír.
Finalmente le dije:
—Braxton, realmente estoy feliz que me hayas pedido salir en una cita real contigo.
Nunca habría tenido el valor de pedírtelo. ―Solo estaba medio bromeando―. Esto significa
tanto para mí y me estoy divirtiendo mucho. ―Braxton me deslumbró cuando sonrió con la
misma sonrisa estúpida que tenía pegada en mi rostro.
Cuando la mesera vino con los menús de postres, educadamente declinamos. Mi pollo
Alfredo estuvo delicioso y me había comido cada bocado. Estaba tan llena que apenas podía
moverme. Ambos estuvimos sorprendidos de escuchar que el bar estaba a punto de cerrar, no
nos habíamos dado cuenta de cuán tarde era; nos habíamos divertido tanto pasando el
tiempo simplemente hablando.
Mientras Braxton me llevó a casa, me di cuenta de lo cansada que estaba. Traté de
contener un bostezo tras mi mano, pero lo notó.
―¿Agotada, eh?
―Sí. La larga semana me está alcanzando ―dije con una sonrisa en su dirección. Sabía
exactamente qué me había estado manteniendo despierta en las noches.
―Yo también ―acordó, mirándome y destellando una sonrisa de suficiencia antes de
enfocarse de nuevo en el camino.
Cuando llegamos a nuestros edificios, Braxton estacionó la camioneta.
―Te llevaré hasta la puerta ―insistió.
Me reí, pero hizo justamente eso. No dije nada hasta que llegamos a la puerta.
La desbloqueé y comenté:
—¿Te gustaría entrar?
―Me encantaría, excepto que sé que estás agotada, ¿tal vez el próximo fin de semana?
―Sonrió, aún en su rol.
Sí, definitivamente la próxima vez.
―Será mejor que te dé mi número telefónico para que pueda haber una siguiente vez
―bromeé. Ambos reímos.
Se acercó para el beso de la primera cita, besándome suave y dulce en los labios. Se
esparcieron temblores a través de mi piel.
―Te amo ―declaró. Eso no iba realmente con el tema, pero lo dejé pasar.
Esa noche cada uno fue a su cama. Había sido una noche divertida. Era lindo soñar con
cómo las cosas podrían haber empezado diferentemente. Sin embargo, jamás querría
retractar cómo habíamos terminado juntos.
Braxton

En la cuarta ronda, el público era muy ruidoso. Noté que con cada nueva ronda, cada
vez que estaba un poco más cerca de ese campeonato, parecían emocionarse un poco más.
Quizás un poco más sedientos de sangre. Mientras me quedé detrás de las cortinas,
esperando que me llamasen, pude escucharlos hablar de mi última pelea y cómo no hubo
suficiente acción.
Nada de sangre estaba comentado un tipo. Nadie viene a una pelea como esta
para ver a un par de tipos bailar alrededor del otro hasta que uno finalmente da un golpe de
suerte.
Sí, pero debiste haber estado aquí para la anterior a esa le aseguró su amigo.
Parecía Rocky Balboa esa noche cuando lo golpearon. Tiene al dóberman dentro de sí, sólo
necesita un oponente para liberarlo.
No estaba seguro si debería sentirme orgulloso o insultado por esa conversación. Decidí
que la mejor opción era ignorarlo. No quería salir buscando sangre como un bulldog rabioso,
sólo para arremeter contra un par de hombres viejos con barrigas cerveceras quienes
probablemente nunca habían estado en una pelea verdadera.
Sam vino detrás de mí y me dio una palmada en la espalda.
¿Preparado, chico?
Listo respondí.
Realmente me sentí como que lo estaba. Las cosas estaban bien en mi mundo y mi
cabeza estaba completamente en el ring.
Los escuché anunciar mi nombre y Sam anunció:
Esto es todo.
A medida que me empujó hacia adelante y a través de la cortina. Los escuché
aplaudiendo y cantando mi nombre. Pero lo único en el público en lo que estaba realmente
interesado, estaba sentada en la segunda fila con una cámara colgada a su cuello. Emmi
estaba allí para animarme a pesar que sabía que odiaba todo esto. Era un gran sistema de
apoyo.
Sam y yo nos subimos al octágono y entonces llamaron a mi oponente. Su nombre era
Jake Sandoval pero su apodo era Crusher2. No había tenido la oportunidad de verlo luchar,
pero Sam sí; dijo que Crusher era decirlo suavemente. Como siempre, Sam usó sus palabras
suaves para alentarme.

2
Crusher: Trituradora en inglés.
Crusher atravesó corriendo la puerta del octágono. Después de exhibirse ante la
multitud, me miró desde el otro lado del octágono. No era una mirada amigable, tampoco
hostil, era más curiosidad. Probablemente, yo también tenía esa mirada. Por unos pocos
segundos antes que cualquier combate, mirabas al contrincante preguntándote sobre él.
Entonces, suena la campana y unos pocos segundos después, eres encerrado en un combate
sin piedad y tratando de golpearse el uno al otro hasta dejarse inconsciente. De verdad, era
un deporte bárbaro.
Las chicas en la audiencia parecían estar gritando más duro por Sandoval que por mí.
Eso muy rara vez pasaba. No sabía si era su cabeza llena de cabello oscuro, o esos cautivantes
ojos marrones. Quizás era el cuello grueso y musculoso, con las venas tan gruesas y pulsantes
en las cuales un vampiro podría darse un festín por días. Algo de él las estaba enloqueciendo.
Se dio la vuelta y se pavoneó hacia donde se encontraba la prensa. Sarah estaba allí otra
vez esta noche, un hombre llamado Lewis del Chronicle y Jones del Sun. También había otros,
probablemente de periódicos universitarios. Crusher parecía decidido a hacerse amigo de
todos ellos, como si eso evitase que pateara su bonito culo.
Sam me dio golpecitos en el hombro, me volteé y extendí mis manos mientras me las
envolvía con vendas. Entonces, por fin, el árbitro nos llamó al centro del ring y estaba cara a
cara con el hombre que estaría celebrando o llorando en cuestión de minutos.
Avanzamos para encontrarnos el uno con el otro y mientras la campana sonó, Sam salió
de la jaula. Nos estrechamos las manos y ambos adoptamos nuestras personalidades
combativas.
Instantáneamente, Crusher atacó una y otra vez, dándome golpes por todos lados.
Golpeó con la izquierda mi mejilla, con la derecha a mis costillas. Cuando respondí con un
gancho, retrocedió elegantemente y bailó, justo a tiempo para que yo golpeara el aire. Era
jodidamente rápido, tanto en su ofensiva como defensiva. La multitud en las gradas estaba
viendo un espectáculo deslumbrante. Estaba gritando, mayormente su nombre. Y ya podía
sentir mis pulmones rogando por aire, sudor goteando de mi cabello hacia mis ojos.
Tenía que tener en cuenta que sus golpes eran demasiado rápidos. Sam me repitió todo
el tiempo que si eran demasiado rápidos y limpios, no son muy peligrosos. Me recordé dejarlo
apresurarse, mientras gastaba toda su energía en el primer asalto. Cuando finalmente lograra
darle un golpe, sería peligroso, eso podía garantizarlo. Ya he luchado con tipos como él.
Estaba tratando de aplastarme con su velocidad, necesitaba responderle siendo paciente y
entonces, aplastarlo con mi fuerza.
Me era difícil ser paciente, porque este tipo atacaba una y otra vez. Golpeando,
pateando y saltando a través del octógono como Spiderman, de un lado a otro de a jaula.
Percibí el rostro de Sam. Estaba tratando de decirme algo, pero no entendí la señal. Se veía
como si quisiera que lo dejara golpearme… en la cabeza. Por fin había entrado en un ritmo
con el tipo y a pesar que la mayoría de mis golpes aún no estaban conectando con el hijo de
perra que se movía rápido, tampoco me estaba dando una paliza.
Sam estaba frotando sus nudillos. Eso es lo que estaba tratando de decirme. Quería que
lo dejara golpearme en la cabeza, justo en la parte trasera de mi cráneo donde era duro como
una roca. Eso heriría sus nudillos más que a mí y quizás, lo ralentizaría un poco. Con una
sonrisa de suficiencia, un movimiento para esquivarlo rápido y luego levantarme, conecté mi
cabeza con su puño. Dolió como una perra pero miré a Sandoval y supe que lo había herido
más.
A medida que el reloj corría, sólo había podido darle unas pocas patadas y uno o dos
golpes suaves. El primer asalto definitivamente fue suyo. Hacia el final, cuando sólo
quedaban segundos, usé mi defensa como una ofensiva. Lo dejé venir hacia mí como un
torbellino, lanzando golpes a derecha e izquierda mientras lo bloqueaba, esquivaba y me
cubría, pero nunca le respondí. Estaba evitando un castigo seguro si él conectaba y a la vez
estaba dejando que se desgastara. Ocasionalmente un golpe me daba, haciéndome saber de
dónde venía su apodo. Pero en su mayoría, los había evitado.
El dolor verdadero venía de la audiencia, la mayoría de los cuales no sabían nada de
estrategias de pelea y pensaban que por no arrojar golpes estaba siendo un cobarde. Lo
estaban vocalizando y a medida que incliné mi cabeza hacia atrás para que Sam me vertiera
una bebida energizante, vi los ojos de Emmi. Me estaba dando lo que estoy seguro que
pensaba que es una mirada alentadora. Desde donde estaba sentado, se veía más como
estreñimiento. Tal vez no estaba viendo las cosas correctamente por estar tan agotado.
Le eché un vistazo rápido a mi oponente en su esquina. Estaba sentado en su taburete,
con las piernas estiradas y de brazos cruzados, mientras jadeaba. Tenía los ojos cerrados,
estaba seguro de que estaba absorbiendo lo que decía la multitud. En su mayoría querían que
me noqueara, me sometiese o que me rompiera algo vital. Querían que terminara con el
cobarde en el segundo asalto. Estaban gritando que él era mucho más rápido, diciéndole que
me pateara el culo. Lo bloqueé todo lo mejor que pude. Sabía que estaba haciendo lo
correcto. Miré a Sam y me guiñó un ojo, él también lo sabía.
La campana sonó y avancé lentamente, dejando que el recorriera la distancia más larga
para alcanzarme. Él volvía a estar excitado y aunque estaba cansado, no había terminado aún.
Pronto lo estaría sin embargo, me di cuenta mientras lo observé. No tenía un Sam. Nadie le
había dicho que cuando enfrentas a un oponente de fuerza y habilidad igual, reservar algo de
tu aguante para el final era completamente necesario.
Empezó a atacar en una embestida tumultuosa de patadas y golpes, con la audiencia
aún gritándome que me defendiera. Él quería que el ritmo fuera rápido, quería que la pelea
terminara para poder ir a celebrar con sus amigos, su novia o esposa. No iba a complacerlo.
Continué conteniendo mi fuerza, porque todavía sabía que con este tipo, esa sería la clave.
Mientras tanto, estaba desperdiciando la suya tan rápidamente como podía. Y ya sea
que fuera el favorito de la audiencia o no, estaba peligrosamente cerca de perderla toda. Para
la mayoría de los espectadores parecía como si yo estuviera irremediablemente superado,
pero sabía que había unos pocos sabios allí afuera que sabían que si habían apostado por mí,
su dinero estaba tan seguro como si ya estuviera en el banco.
Cuando finalizó el segundo asalto, sabía que aún estaba perdiendo.
El tercer asalto empezó igual que los dos anteriores. Todavía estaba liderando él y yo
estaba obteniendo la mayoría del castigo. Podía ver el cambio en sus ojos, el exceso de
confianza que venía por dominar los primeros dos asaltos. Yo también había caído en esa uno
o dos veces. Fue lo suficiente para causarle que me dejara una oportunidad y tan pronto como
lo hizo, la tomé. Mi brazo derecho salió en el segundo que lo vi, fue el primer golpe real que
había logrado dar en toda la noche. Había pivotado mi cuerpo antes de lanzarlo y aterrizó
contra el lado izquierdo de su mandíbula con todo mi peso tras él, derribándolo hacia el piso.
El público, repentinamente, reevaluó sus opiniones de mí y estaba de pie gritándome que
acabara con él.
Crusher estaba visiblemente perturbado. Giró en un movimiento lento e intentó
levantarse pero para ese momento, mi peso completo estaba en su espalda y estaba clavado al
piso. El público estaba gritando. Nadie tendría voz por la mañana. Su emoción le dio la oleada
de adrenalina y de hecho fue capaz de sacar una rodilla debajo de sí y empujarnos a ambos
del piso alrededor de medio centímetro. Usé toda la fuerza que había estado guardando toda
la noche para forzarlo hacia abajo. En un movimiento tonto, logró sacar un brazo debajo de sí
e intentó dar un golpe hacia atrás. Mientras sujeté su brazo justo debajo de su codo, sentí un
chasquido enfermizo. Todo lo que quería hacer era detener el golpe pero el brazo de Crusher
estaba roto y el último pedazo de fuerza en su cuerpo se había ido.
La audiencia estaba toda de pie y el caos se formó. Podía ver a Sam sonriéndome y
haciéndome una señal con sus pulgares hacia arriba, mientras el árbitro me levantó de
Sandoval y sostuvo mi mano hacia arriba, hacia la multitud. Los hombres de Sandoval y los
paramédicos con la camilla a cuesta estaban apresurándose hacia dentro para ayudarlo
mientras estaba tirado retorciéndose en el medio del piso. Pude ver a los hombres grandes de
seguridad tratando de contener a la multitud para que yo pudiera salir de la jaula. A medida
que salí vi una vista para mis ojos adoloridos. Era Emmi, esperando justo detrás de uno de los
hombres grandes.
Está conmigo le aseguré, mientras extendí mi mano tras él y tirando de ella.
Me abrazó, lo cual dolió un poco. Pero una vez que sus labios estuvieron presionados
contra los míos, el dolor fue olvidado.
Cuando retrocedió comentó:
Buena pelea… Te amo, Braxton.
No era la primera vez que lo había escuchado. Muchas chicas jóvenes mezclaban el
amor y el sexo. La diferencia eran que no significó nada entonces y significaba todo ahora.
Emmi me amaba. La acerqué para otro beso. Todo el mundo y todo a nuestro alrededor se
desvaneció a la nada a medida que tiré de sus labios cerca de los míos.
¿Te importaría repetir eso? susurré.
Sonrió.
Dije, te amo.
Finalicé el beso, fue realmente bueno.
Emmi

―Así que, ¿vendrás a la fiesta esta noche, cierto? ―me preguntó Zoe mientras
caminábamos a casa después de la pelea.
―Mm, no sé. ―No estaba segura que estuviera de humor para una casa de hermandad
llena de chicas lindas y hombres cachondos. Estaba de buen humor… no, de un gran humor,
pero estaba esperando simplemente ir a casa y esperar que llegara Braxton.
―Pero Braxton salió con sus amigos ―dijo Zoe haciendo un puchero.
―Salió a celebrar con su equipo, pero no estará fuera por mucho tiempo y realmente
me gustaría estar allí cuando llegue a casa.
―Vamos, Em. Déjale una nota y ven a pasar el rato conmigo por un tiempo.
Quería ser una buena amiga.
―Está bien ―acordé con un suspiro. No me iba a dejar en paz hasta que lo hiciera de
todas formas.
Zoe puso una mirada sinuosa en su rostro.
―Escuché que le dijiste que lo amas esta noche.
Sentí mi rostro ponerse caliente.
―Sí. Ni siquiera puedo describir cómo. Es mejor de lo que me sentí con Trent, mejor
que nada que haya sentido. Mi vida es tan buena ahora mismo, lo cual es raro para mí. Estoy
pasando todas mis clases con “A”, el periódico, a pesar de la mini obsesión de Sarah con
Braxton, está usando todas mis fotografías y estoy enamorada. Y él me ama también.
Podía sentir mi rostro estirándose ampliamente por la sonrisa. Era como caminar
alrededor con un perchero en mi boca, pero no podía evitarlo, no podía parar, era más feliz
de lo jamás había sido.
―Eso es bueno ―comentó Zoe sonriendo―. Estoy feliz por ustedes.
―Gracias ―chillé―. También estoy contenta por nosotros. Sólo necesito pasar por el
apartamento para cambiarme y dejarle una nota, ¿de acuerdo?
―Bien ―acordó Zoe, sabiendo que si no lo hacía, simplemente no iría.
Cuando llegamos al apartamento me cambié. Cuando salí de la habitación fui al
escritorio de Braxton para buscar un pedazo de papel y escribirle una nota. Aún estaba
teniendo una sonrisa grande, tonta y estúpida cuando vi un papel sobresaliendo de la cima.
Me tomó unos pocos segundos procesar lo que estaba viendo en realidad. Era el contrato de
la MMA, pero estaba volteado hasta la última página y estaba firmado… por Braxton.
Estaba en un estado de ligero impacto por unos pocos segundos. Zoe debe haber notado
que me había congelado porque estaba de pie detrás de mí y dijo:
—¿Qué está mal, Em?
Le acababa de decir lo perfectas que estaban las cosas y lo enamorada que estaba. No
estaba preparada para informarle que él ya me estaba mintiendo… no aún. Inhalé toda una
bocanada de aire y me volteé.
―Sólo recordé que tengo que subir unas fotos para Sarah. Las necesita esta noche.
―¿Qué? Son casi las diez. Nos perderemos toda la fiesta.
―Por qué no vas sin mí y si termino a tiempo, te veré allá ―le dije.
Hizo un mohín de nuevo y luego preguntó:
—¿Al menos tratarás de ir?
―Lo intentaré ―mentí. Se lo explicaría después, odiaba mentirle, pero simplemente no
tenía la energía para hacerlo.
―De acuerdo, llámame ―respondió.
Le di un abrazo y le agradecí por venir a la pelea. Entonces, la acompañé a la puerta, la
cerré y tuve una crisis nerviosa en el pasillo. Cuando vi el contrato una sensación inquietante
se había posado en mis músculos. Repentinamente me sentí apretada por todos lados y mi
pecho se sintió pesado, como si algo estuviera sentado sobre él cuando trataba de respirar.
Imaginé a Braxton en la jaula con algún hombre todo musculosos tratando de golpearlo
hasta dejarlo idiota. Imaginé como se vio su rostro después de su última pelea. Imaginé la
sensación enfermiza que vi en su rostro esta noche cuando rompió el brazo del otro hombre.
Esta sería su vida… la mía, si me quedaba con él.
Estaba jadeando y supe que estaba hiperventilando. Necesitaba regular mi respiración
antes que terminara desmayándome. Traté de recordar si teníamos alguna bolsa de papel,
pero mi cerebro estaba nublado y no podía alcanzar a través de la neblina para sujetar el
recuerdo de dónde las había colocado. Intenté encontrar algo en mi cabeza en lo que me
pudiera envolver además de estar mentalmente atormentada por las ideas de Braxton
mintiéndome, yo diciéndole que lo amaba, y él siendo golpeado cada semana de su vida por
quién sabe cuánto tiempo.
Era una sensación terrible cuando no pude apoderarme de mi propia mentalidad. Mi
mente estaba corriendo a miles de kilómetros por segundo, pero rehusándose a enfocarse en
nada más que mis problemas con Braxton. Mi respiración estaba volviéndose más superficial
y mi estómago comenzó a revolverse. Podía saborear la bilis en la parte posterior de mi
garganta. Miré hacia abajo, a las manos en mi regazo y pude verlas temblando. Me pregunté
si a Braxton le importaría si me viera así o si pensaría que estaba exagerando de la misma
forma que lo había hecho por el beso. ¿Se arrepentiría de haberme mentido?
El pensamiento de él mintiéndome era la peor parte de todo. Fui llevada de vuelta a
Trent y sus mentiras. Tuve que preguntarme si estaba destinada a pasar mi vida con hombres
que decían que me amaban, pero en realidad no lo hacían en lo absoluto. Esa idea no hizo
nada para el estado de mi respiración y a medida que empeoró, empecé a entrar en pánico.
Intenté relajarme.
Hasta comencé a mecerme de ida y vuelta diciendo en voz alta:
—Relájate, sólo relájate, respira profundamente, ahora déjalo salir.
¿Por qué no podía respirar? Oh Dios, no podía respirar. Sólo relájate, simplemente
relájate y respira lentamente, Emmi. No tragues el aire. Respira larga y lentamente.
Mis pensamientos no se detenían, y no me permitían relajarme. En lugar de decirme a
mí misma confiadamente que iba a estar bien, empecé a decir que no podía. No podía dejar
de pensar en que había mentido. No podía dejar de recordar que le dije que lo amaba y él dijo
que también me amaba. Estaba teniendo una guerra dentro de mi cabeza. La porción cuerda
de mí era la que estaba cantando el lema de que respirara y me relajara, y el lado preso del
pánico, ¡estaba gritándome que no estaba funcionando!
Me quedé sentada allí, con mi espalda contra la puerta del frente en el pasillo oscuro y
sentí que me iba a morir.
Braxton

Sam, un par de los otros chicos del torneo y yo nos encontramos en Lou’s. Era el lugar
favorito de Sam para ir a tomar una cerveza ya que las noches de los viernes Lou vendía la
jarra por solamente tres dólares. Sin embargo no teníamos que preocuparnos por ello, parecía
que todo el mundo que había estado en la pelea estaba allí y no pagaríamos por nada.
Sam ordenó otra jarra de cerveza cuando Scottie llegó. Habíamos estado sentados en el
bar por más de una hora y me habían chocado los cinco, dado un puñito y golpes en la
espalda alrededor de cien veces. Era genial ser el héroe, y no tenía que pagar por mi cerveza.
Sin embargo, todo en lo que podía pensar era en llegar a casa con Emmi. Me dijo que me
amaba y eso significaba que un capítulo nuevo en mi vida estaba a punto de iniciar. No tenía
miedo, ninguna ansiedad y ningún arrepentimiento al respecto. No podía esperar y así era
como supe que ella era la indicada. Sabía que siempre y cuando me amara, el resto de las
piezas encajarían.
―Así que, chico, ¿trajiste mi contrato? ―me preguntó Scottie, interrumpiendo mis
pensamientos.
Tomé un largo trago de mi cerveza. Imaginé el contrato tirado en donde lo dejé en mi
escritorio tras firmarlo.
Entonces dije:
―No, de hecho quería hablarte de eso… ―Sin embargo, él no había terminado de
hablar.
―No podía creerlo cuando escuché el chasquido del brazo de ese chico esta noche.
Estaba sentado a dos filas y de verdad lo oí. Fue como… chasquido… crujido… ¡pum! Que se
joda Crusher. ¡Más como aplastado3!
Era gracioso que estuviera tan emocionado por eso. De hecho estaba sonriendo de oreja
a oreja, hablando del final de la carrera de un hombre básicamente. Tomaría mucho tiempo
que eso sanara y cuando lo hiciera, dudaba que sería tan rápido como lo era antes. Me sentía
mal por ello. Esa era la única parte de toda esta noche que de hecho me hacía encogerme. No
era tímido con respecto a la pelea, infligir castigo con mis puños. Cuando era golpear o ser
golpeado, patear o ser pateado, me gustaba ser bueno. Quería ser el mejor, pero nunca quería
sentir el hueso de alguien romperse en mis manos nuevamente… jamás. Era especialmente
malo porque simplemente continuaba pensando en lo muy rápido que era él y lo mucho que
eso fue una ventaja para él en la jaula. Me dio un escalofrío solo de escuchar a Scottie hablar
de ello como si fuera nada. Había roto la nariz de otros hombres, huesos de la mejilla y

3
Más como aplastado: juego de palabras ya que en inglés crusher significa aplastador, demoledor. Por ello el
comentario.
cuencas orbitales antes, pero por alguna razón el crujido del hueso de ese tipo mientras lo
sostuve en mi mano era demasiado. No quería pensar en ello. Empecé a abrir mi boca de
nuevo para decir lo del contrato.
―Te dije que era asombroso ―dijo Sam, deteniendo cualquier sonido audible saliendo
de mi boca. Una gran sonrisa se fijó en su rostro con su pecho hinchado. Sí hizo mucho por
mí, pero por la mirada en su rostro, pensarías que me parió.
―Eso lo hiciste, Sam. Todo lo que dijiste era cierto. Talento natural con tus enseñanzas
ha convertido a este chico en una maquina luchadora ―respondió Scottie. Se volteó hacia mí
y comentó―: Esa audiencia esta noche pensó que estabas perdiendo esa lucha. Estaban
esperando que el hombre te acabara. No yo, sin embargo. Podía ver la pasión en tus ojos. Sé
que eres demasiado joven para recordar las películas de Rocky, pero así es como se sintió para
mí. No dejarías ese ring como un perdedor. No dudé ni por un segundo que ibas a responder.
¡Demonios! Esa fue una buena pelea. Escuchar a la multitud animar por Crusher y llamarte
un cobarde, mientras que todo el tiempo lo tuviste en tu bolsillo. Apostaría que un montón
de gente perdió mucho dinero esta noche apostando en tu contra. También apostaría que eso
no sucederá de nuevo. La próxima vez todo el dinero estará sobre ti.
―Gracias ―contesté―. Sin embargo, con respecto al contrato…
―¿Qué piensa tu chica de todo esto? ―declaró Sam con un guiño y una sonrisa―.
Apostaría a que está emocionada. Repentinamente su novio es un luchador famoso de la
MMA. Espero que no sea del tipo celoso, las chicas ya están arrastrándose por ti. Una vez que
firmes con la MMA tendrás que quitártelas a golpes con un palo.
―¿Puedo hablar ahora? ¿Por favor? ―dije, más bruscamente de lo que quería.
Estaban tan emocionados que no podía hacer que escucharan lo que necesitaba decir y
era molesto. Medio halagador, pero fastidioso de igual manera. Ambos me miraban, con los
ojos amplios, preguntándose que me molestaba seguramente.
―Lo siento, no quise gritar ―comenté―. Pero necesito decirte que aunque aprecio
mucho tu oferta y aunque esté verdaderamente halagado por ella, tengo que decir, no,
gracias.
Fue como si el tiempo se hubiera detenido repentinamente en el bar. Ambos me
miraban con sus bocas abiertas, pensando que alguien seguramente le había echado algo a mi
cerveza.
―¿Qué? ―preguntó Sam finalmente.
―No es lo que quiero hacer con mi vida. Nunca ha sido lo que he querido hacer. Todo
esto inició como una forma de ponerme en forma y construir algo de confianza en mí mismo.
Hice ambas cosas. Quiero terminar este torneo, tomar el lugar del número uno y entonces
quiero que termine.
―Braxton, ¿te das cuenta lo que estás diciendo, lo que estarías dejando ir? ―cuestionó
Sam, como si le estuviera haciendo esto a él. Realmente sí me enseñó todo lo que conocía y
sabía que tenía sueños de ser entrenador de alguien que luchara en la MMA. Tenía que
mantenerme recordándome a mí mismo que nunca lo dejé creer que esa era una opción para
mí. Le dije desde el principio cómo me sentía al respecto.
―Sí, Sam. Lo hago. Es una gran oferta y lo siento por la parte que también estarás
perdiendo, de verdad lo hago. Simplemente no será lo suficiente para hacerme feliz el
ganarme el dinero por golpear a personas o ser golpeado. Tengo una buena cabeza sobre mis
hombros y pienso… no, estoy seguro que seré capaz de usarla para ganarme la vida
decentemente algún día. No quiero terminar como algunos de estos viejos boxeadores que
ves que apenas pueden unir dos oraciones por las muchas veces que han sido golpeados en la
cabeza a través de los años. Lo he pensado mucho, de verdad que sí, y estoy seguro que no es
como quiero pasar mi vida.
―¿Quieres más dinero? ―interrogó Scottie―. ¿Un contrato más largo, uno más corto?
Suspiré, frustrado. Él y Sam simplemente no podían creer que aunque era tan bueno en
esto, no quería que fuera mi vida.
―No ―le dije―. No quiero ningún dinero. Ya he hecho bastante, lo suficiente para
hacer lo que quería hacer con él. Tu oferta fue más que generosa. Simplemente no quiero
hacerlo.
―¿Esto es por la nueva novia? ¿Te está desalentando a hacer esto? ―quería saber Sam.
Sus grandes cejas pobladas estaban arrugadas en el medio como si estuviera listo para decir
algo malo de ella si respondía que sí. Me enojó aunque no lo dijo. Sentí como si estuviera
pensando que Emmi era algún tipo de perra manipuladora que quería destruir mi vida
haciéndome cambiarla por ella. No que fuera de su incumbencia, pero lo haría. Si me lo
pidiera, cambiaria mi vida por ella. Sin embargo no me lo pidió. Esto fue mi decisión.
―No, esto no tiene nada que ver con Emmi, Sam. Es sobre mí. Nunca quise hacer esto
por siempre y sabes eso. Te dije eso hace mucho tiempo antes de conocer a Emmi. A veces
solo escuchas lo que quieres. No tienen que buscar a alguien a quien culpar aquí. Es toda mi
culpa.
―Braxton, si rechazas esta oferta, no te la haré de nuevo. Es un trato de una sola vez así
que debes estar muy, muy seguro que sabes lo que estás haciendo cuando dices que no.
Tengo un trabajo que hacer y en el segundo que sepa que no tomarás esto, tengo que
empezar a buscar a alguien más.
―Entiendo eso, aprecio tu paciencia y que me des unos pocos días para pensarlo. Sin
embargo, no cambiaré de opinión y te llamaré en una semana. Estoy seguro de esto. Puedes
considerarme fuera de ello ahora y hacer lo que tienes que hacer.
Sam se veía como que quería llorar, Scottie estaba negando como si no pudiera creer y
yo… estaba feliz de saber que era lo suficientemente bueno para que me lo ofrecieran. Estaba
emocionado que tenía la sensación de creer en mí mismo y saber que podía hacer lo que sea
que me propusiera a pesar de mi crianza. Aún con todo eso en mi cabeza, en su mayoría
estaba extático porque Emmi me dijo que me amaba.
Hablando de Emmi, ya he tenido suficientes cervezas y palmadas en la espalda por la
noche. Le dije a un triste Sam y un sorprendido Scottie gracias y buenas noches, y me puse de
pie para ir a casa a verla.
A medida que empecé a alejarme, Sam dijo:
―¿Aún entrenaremos según el horario?
―Sí, siempre y cuando nada haya cambiado para ti, nada ha cambiado para mí tampoco
con respecto a ti, yo y el resto del torneo.
―Que tengas una buena noche, chico.
* * *

La luz del pórtico estaba encendida, pero el resto del apartamento estaba oscuro. Me
pregunté si Emmi se había ido a algún lado con Zoe y estaba sintiéndome decepcionado
cuando abrí la puerta del frente. Cuando caminé por la entrada, la primera cosa que vi fue a
Emmi. Estaba acostada en el piso de baldosas en una posición fetal y a primera vista pensé
que debió haberse caído cuando entró. Mi corazón estaba en mi garganta mientras me
arrodillé a su lado y allí es cuando vi ese estúpido, maldito contrato de la MMA. Debe haberlo
visto y pensado que le mentí.
―¿Emmi? Emmi, háblame por favor, ¿qué sucede? ―Tenía sus ojos abiertos pero estaba
pálida y podía verla temblando como si tuviera frío.
Finalmente me respondió, sonando como un asmático en el medio de un ataque con
respiraciones sibilantes y tuvo que forzar una palabra a la vez para lograr sacar una oración.
Sonó como:
―Estoy… teniendo… un… ataque… de… pánico ―respiración ruidosa.
¡Mierda!
―¿Has tenido estos antes, Emmi?
Asintió y dijo:
―En… la… secundaria ―jadeo.
―Emmi, escúchame, ¿de acuerdo? Mi mamá solía tener estos, mucho. Fui con ella a
algunas clases y seminarios, aprendí a ayudarla a controlarlos. También aprendí como ayudar
a calmarla en el medio de uno. Solo déjame ayudarte, ¿está bien? ―Asintió―. Lo primero
que necesito que hagas es controlar tu respiración, ¿de acuerdo? No inhales y no olvides
exhalar. Toma una lenta, profunda respiración y llena tus pulmones completamente. Eso es,
ahora exhala todo, deja que lo que sea que estés sintiendo se vaya con él, ¿bien?
Emmi estaba intentando hacer lo que le dije. Sus respiraciones aún eran superficiales y
por eso es que estaba tan pálida, estaba hiperventilando. Sin embargo estaba intentándolo así
que necesitábamos continuar con ello.
Asintió nuevamente y dije:
―Lo que sea que pienses que está causando esto, tienes que detenerlo ahora mismo,
¿sí? Di a ti misma que tienes que parar, piensa en otra cosa, lo que sea. Los pensamientos que
están dando vueltas una y otra vez en tu cabeza son lo que están empeorando esto. Piensa en
algo feliz, algo positivo. Deja que eso reemplace lo que te están haciendo sentir tan mal. ¿Está
ayudando? ¿Te sientes mejor? ―No me respondió, así que seguí hablando―. Muy bien, solo
sigue respirando, concéntrate en eso también. Inhala profundamente, llena tus pulmones
antes de dejarlo salir. Mantenlo por unos pocos segundos y luego empújalo todo hacia afuera
otra vez. Mientras haces eso di a ti misma que todo estará bien. Sé que esta es una sensación
aterradora y mi mamá solía decir que se sentía como si fuera a morir. Si eso es lo que piensas,
Emmi, sácalo de tu cabeza. Lo que sea que te enojó es temporal, pasará; estarás bien. Di a ti
misma, he pasado por estos ataques de pánico antes y puedo superarlo nuevamente, estoy
bien, todo está bien. Eres tan fuerte. Eres una de las personas más fuertes que conozco.
Pude notar que su respiración se había igualado y estaba volviendo a ser normal. Ya no
estaba temblando, así que eso era bueno. Quería colocar mis brazos a su alrededor, pero no
quería hacer nada para restringir la corriente de aire que finalmente estaba llevando a sus
pulmones.
Finalmente, después de alrededor de diez minutos, dijo:
―Está mejor, estoy bien. ―Ya no estaba sibilante y no sonaba como si tuviera que
forzar las palabras a salir. Hasta podía ver color regresando a su rostro.
―Bien, te ayudaré a levantarte, ¿de acuerdo? ―Asintió de nuevo―. ¿Te sientes
mareada o aturdida?
―No, estoy bien.
―Solo sujétate de mí, por si acaso.
Puse mi brazo bajo uno de los suyos y alrededor de su espalda para ayudarla a
levantarse. Entramos en la sala y nos sentamos. Traté de mantener mi brazo a su alrededor
pero se alejó.
―¿Qué sucedió, Emmi? ―Pensé que ya sabía, ya que el contrato de la MMA había
estado tirado a sus pies.
―Lo firmaste ―respondió. Sus ojos estaban tristes, acusadores y húmedos en las
esquinas con lágrimas que estaba tratando de contener.
―Sí, lo firmé. Pero le dije que no. Sé que es difícil de entender, pero realmente
necesitaba firmarlo, me hizo sentir confianza, confirmó que era lo suficientemente bueno. Lo
firmé antes de ir a la pelea. Fue motivacional, supongo. Pero quise decir lo que te he dicho
más de una vez; no quiero hacer esto por siempre. Después que gane este torneo, he
terminado. Te prometo que no tienes que preocuparte por ninguna oferta que quien sea me
dará. He terminado.
Todo su rostro cambio. Eso debe haber sido lo que necesitaba escuchar. Puso sus brazos
a mi alrededor y entonces me besó. Fue suave y dulce como ella, y luego susurró:
―Lo siento, simplemente no puedo soportar la idea de ti metiéndote en esa jaula una y
otra vez. Simplemente te amo demasiado.
Dios, amaba escucharla decir eso, era como música para mis oídos.
―No lo lamentes. Debí habértelo explicado antes que lo vieras así. Sé que es raro, pero
mi seguridad en mí mismo estuvo tan baja por tanto tiempo que desarrollé maneras de
mejorarla. Es vergonzoso hablarlo siquiera.
―No te avergüences. No eres el que simplemente estaba enrollado en posición fetal en
el piso ―dijo y se rió. Se limpió las lágrimas con la parte trasera de su mano y entonces sus
ojos lentamente me miraron.
―No hay nada de que estar avergonzada para ti tampoco. Te amo, Emmi. En las buenas
o en las malas, te amo. Vayamos a la cama y durmamos para olvidar esto.
―Buen plan ―contestó y me besó nuevamente, envolviendo gentilmente sus brazos a
mi alrededor.
Después que ambos nos alistamos para la cama, nos deslizamos bajo el edredón. Mi
cuerpo estaba adolorido y se sintió bien estar acostado contras las sábanas frías, contra
Emmi. Era agradable no estar tan golpeado que no pudiera ponerme cómodo. Emmi me
había dado la espalda y acurrucado. Comodidad instantánea. Amaba la sensación de sus
curvas contra mi cuerpo. Puse mi brazo a través de su cintura, mi rostro en su cabello e inhalé
su fresca esencia. Me dormí pensando que podía quedarme así por siempre.
Emmi

Desperté envuelta en los brazos de Braxton. Era una sensación tan cálida y segura que
me acurruqué contra su cuerpo y pensé en volver a dormir. Dios, se sentía tan bien estar allí
acostada con él. Aún estaba completamente dormido, lo podía notar por el patrón de su
respiración a medida que sentía su pecho subir y bajar contra mi espalda. El pobre chico tenía
que estar horriblemente adolorido después de su pelea, y luego venir a casa a encontrarme de
la forma que lo hizo. Estaba avergonzada por eso. Sin embargo lo manejó bien, hablándome
para ayudarme. El hecho de que dijo que había pasado por esto con su mamá muchas veces
me hizo un poco menos auto consciente al respecto. A veces podía ser un enigma tan grande.
Cuando pensé en la vez que lo conocí y estaba enojado conmigo por interrumpirlo mientras
lo hacía con una chica, jamás habría imaginado el inmenso corazón que tenía latiendo dentro
de su pecho sexy. Pensé que era simplemente otro mujeriego egocéntrico… vaya que estaba
equivocada.
No quería levantarme pero mi boca se sentía como si estuviera llena de algodón.
Necesitaba una bebida. Traté de deslizarme fuera de la cama sin ser notada. No quería
despertarlo. A medida que me deslicé fuera de su brazo, apretó su agarre. Era dulce, pero
también era tan malditamente fuerte y no iba a ser capaz de salirme tan fácilmente como
pensé. Tuve que liberar un brazo y usar mi mano para sostener su brazo hacia arriba un poco
mientras me deslicé. Se movió, pero no se despertó. Solo me quedé de pie observándolo por
unos pocos minutos, pensando en lo afortunada que era que me amara. Quería besarlo, pero
me dije que debería dejarlo dormir y guardarlo para más tarde.
Entré en la cocina y tomé una botella de agua de la nevera. Bebí toda la cosa mientras
aún estaba de pie allí con la puerta abierta. Definitivamente estaba deshidratada. Mientras
cerré la puerta de una patada y pensé en hacer algo de desayuno, recordé a Zoe. Primero que
nada nunca la llamé anoche. Ella tampoco me llamó, así que asumí que se divirtió mucho.
Esperaba que no estuviera enojada conmigo, pero estaba segura de que entendería cuando le
dijera lo que ocurrió. Estuvo presente en algunos de mis grandes ataques durante la
secundaria, así que sabía que a veces simplemente se apoderan de mí. Gracias a Dios que eran
pocos y alejados. Si tuviera que pasar por ellos cada día me volvería loca.
Zoe y yo se suponía que desayunáramos también. Una pastelería francesa acababa de
abrir a una cuadra de la escuela y ella había estado muriendo por probarla. Miré el reloj, eran
las ocho y media. Había planeado que me recogiera a las nueve.
Levanté mi teléfono y le envié un mensaje de texto.
¿Aún desayunaremos?
Me respondió inmediatamente.
Sí, si no me dejarás plantada otra vez.
Sabía que no estaba muy enojada conmigo porque me envió un emoticón sonriente.
Lo siento. Tuve un ataque de pánico.
¡Oh, mierda! ¿Braxton hizo algo?
Me reí en voz alta.
No. Braxton es maravilloso. Te contaré cuando te vea. ¿A qué hora estarás aquí?
¿A las nueve?
Demasiado pronto.
¡Tengo hambre!
Me reí de nuevo.
Está bien, me apresuraré.
Entré a mi habitación, reuní mis ropas y cosas para la ducha. Era el primer vistazo que
obtenía de mí misma desde la noche anterior. Era una vista medio aterradora. Braxton
realmente debía amarme si me vio así de mal sentada en el piso y no salió corriendo y
gritando del apartamento.
Sacudí mi cabeza y suspiré cuando abrí la puerta del baño. Braxton se desvistió para la
cama en el baño la noche anterior y la camiseta y vaqueros que había estado usando estaban
aún tiradas donde las había dejado caer. Me desvestí y arrojé las mías encima de las suyas.
Decidí que simplemente las pondría todas en el cesto cuando terminara. Hombres…
Sabía que Zoe estaría aquí pronto y me molestaría por no estar lista aún, pero
necesitaba rasurar mis piernas. Además, el agua se sentía bien en mis músculos que aún
estaban tensos de la noche anterior. A veces cuando tenía un ataque de pánico me sentía
como si me hubiera ejercitado la noche anterior. Supongo que era simplemente por mantener
mis músculos tan apretados por tanto tiempo.
Me quedé en la ducha demasiado tiempo pero para el momento en que cerré el agua y
comencé a secarme, sabía que había valido la pena. Me sentí como una mujer nueva. Sequé
mi rostro y cabello un poco antes de salir para buscar otra toalla. Cuando lo hice, me di
cuenta que no había otra toalla colgando en el estando al lado del lavabo. Probablemente
culparía a Braxton por eso también y sonreí pensando en ello.
Envolví la toalla que tenía alrededor de mi cabeza y salí al armario para agarrar una
toalla. ¡Oh! ¡Joder! ¿Qué demonios fue eso? Miré hacia abajo y vi que había pisado mi
camiseta y los vaqueros de Braxton. Debe haber algo bajo ellos.
Me agaché para recogerlos y me di cuenta que no estaba bajo ellos; era algo duro en el
bolsillo de sus vaqueros.
Pensé en simplemente dejarlo en paz. Pero… iba a arrojarlos en la cesta y no quería que
lo que sea que fuese se arruinara. Decidí que no era entrometerse si los dejaba tirados justo
en el medio del piso del baño. Metí mi mano en el bolsillo y cuando lo hice, una pequeña caja
se cayó y golpeó el piso. Me quedé allí de pie observándola por un largo tiempo. Era una caja
de terciopelo blanco como en las que vienen los anillos de compromiso. Finalmente envolví la
toalla a mi alrededor y me senté casi desnuda en la alfombra. ¿Por qué cargaría Braxton un
anillo de compromiso por todos lados?
Quizás no era un anillo. Tal vez era el cumpleaños de su hermana y le compró unos
aretes o algo. A lo mejor me compró unos aretes o algo. Venden otras cosas pequeñas en la
joyería aparte de anillos. De ninguna manera estábamos siquiera cerca del punto de pensar en
matrimonio. Tenía que tener razón con respecto al regalo para Callie, o para mí, pensé con una
sonrisa. Estaba satisfecha en mi creencia de eso, justo hasta que abrí la caja.
El interior de la caja era de terciopelo blanco también y estaba rodeando un anillo de
oro blanco con un diamante solitario en la cima, el más hermoso que había visto jamás. El
diamante brillaba bajo la luz fluorescente del baño. Realmente era precioso. No sabía mucho
de diamantes, pero este estaba cortado en una forma extraña, como en un octágono. No era
inmenso, pero definitivamente tampoco era minúsculo. Era de un quilate o dos… no tenía ni
idea. Lo que sí sabía era que es de un buen tamaño y el quilate que sea, esto debe haberle
costado unos cuantos miles de dólares al menos, quizás más. Así que, ¿por qué lo cargaba por
ahí en el bolsillo de sus vaqueros? ¿Por qué lo tenía en primer lugar? Quizás lo estaba
guardando para un amigo. Seguramente no estaba pensando en proponerse, ¿cierto?
Repentinamente hubo un golpe en la puerta del baño. Me sorprendió y brinqué. De
pronto me sentí como una criminal sentada allí desnuda, con un anillo de diamante en mi
mano. También tenía miedo de que estuviera a punto de averiguar para qué era el anillo y no
estaba segura de estar lista para eso.
―¿Sí? ―grité.
―Oye, hermosa. Has estado allí adentro un tiempo realmente largo, ¿estás bien?
Seguro, estaba bien. Simplemente sentada en el piso, desnuda, viendo el hermoso anillo de
diamante que tenías en tu bolsillo.
Tratando de mantener mi voz estable, dije:
—Sí, estoy bien, apenas voy saliendo de la ducha.
―¿Puedo entrar?
Encontré un anillo de diamantes en el bolsillo de
Braxton. No sabía si era para mí o si era de su madre.
Después de que no me hizo la pregunta sólo traté de
olvidarlo. Sin embargo, comenzó a actuar raro antes de su
última pelea. ¿Él me pedirá que fuera su esposa o seré sólo su
novia por el resto de mi vida?
Soy Alycia Taylor y soy la autora de libros de romance.
He amado escribir libros desde la primaria.

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