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Nº 38 2013
Debates en Sociología
N° 38, 2013
Revista del Departamento de Ciencias Sociales
Pontificia Universidad Católica del Perú
Comité editorial
Director: Martín Benavides cbenavides@pucp.edu.pe)
Consejo asesor: Fanni Muñoz (famunoz@pucp.edu.pe)
Gonzalo Portocarrero (gportoc@pucp.edu.pe)
Martín Santos (msantos@pucp.edu.pe)
David Sulmont (sulmont@pucp.edu.pe)
La revista Debates en Sociología es una publicación anual editada desde 1977 por el Departamento
de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP).
Temática: La revista publica resultados de investigaciones sociológicas, así como ensayos y dis-
cusiones teóricas, principalmente sobre la realidad social peruana y latinoamericana. También se
incluyen reseñas y comentarios de trabajos que son de interés académico en las ciencias sociales.
Colaboraciones: La revista está abierta a colaboraciones nacionales y extranjeras. Para la selección
de escritos se realiza una evaluación anónima por parte de académicos externos a la revista. La
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Esta publicación es de acceso libre, su contenido está disponible en la página web de la revista:
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Investigaciones
Consideraciones sobre las tensiones en la intermediación política del
movimiento cocalero en el Perú
Nicolás Zevallos y Jaris Mujica 5
Ensayos
El enmarcado de la mente: análisis de una clave central de la visión del poder
de Manuel Castells
Esteban Torres 81
Reseñas
Sampson, Robert (2012). Great American City: Chicago and the Enduring
Neighborhood Effect. Chicago – Londres: The University of Chicago Press.
Omar Pereyra 129
Drinot, Paulo (2011). The Allure of Labor. Workers, Race and the Making of
the Peruvian State. Durham y Londres: Duke University Press.
Miguel F. Canessa Montejo 137
* Doctorando en Ciencia Política, magíster en Ciencia Política y bachiller en Derecho por la Ponti-
ficia Universidad Católica del Perú. Investigador principal del Laboratorio de Criminología Social y
Estudios sobre la Violencia – CISEPA PUCP. Correo-e: nzevallos@pucp.pe
** Candidato a doctor en Ciencia Política, Magíster en Ciencia Política y licenciado en Antropología
por la Pontificia Universidad Católica del Perú. Investigador principal del Laboratorio de Crimino-
logía Social y Estudios sobre la Violencia – CISEPA PUCP. Correo-e: jmujica@pucp.edu.pe
Debates en Sociología N° 38, 2013 / ISSN 0254-9220
Consideration about the tensions within the political intermediation of Coca Leaf
Producers Movement in Peru
Abstract
In Peru, the coca growers’ movement emerged as a response to the State stance against the prolif-
eration of illicit cultivation of coca leaf. To defend this product, this social movement has appealed
mainly to three kinds of actors: pressure groups, political parties and insurgent groups. This article
points that, in the exercise of this intermediation, these three actors deploy contradictory discourses
and practices, according to the political arenas in which the movement requires navigate to defend the
cultivation of the coca leaf.
Keywords: social movements, political organizations, ilicit crops, antidrugs policies, Peru, coca leaf.
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Zevallos y Mujica / Consideraciones sobre las tensiones en la intermediación política del movimiento cocalero
La racionalidad de las políticas públicas es una de las formas posibles para dar
cuenta del significado de un problema público y para establecer las relaciones para
resolverlo, mas no es la única (Arellano, 1996, p. 333). En los espacios locales
y en el seno de la formación de colectividades existen otras maneras de abordar
los problemas; que no necesariamente buscan la eficiencia y maximización de los
recursos, a diferencia de la mirada impresa en la estructura formal de las políticas
públicas (Segura, 2009). Esa tensión de aproximaciones implica que actores con
racionalidades diferentes a la estatal se movilicen (O´Donnell y Ozlak, 1981,
pp. 115-116), y evidencien los rasgos de escenarios políticos heterogéneos respecto
a intereses y objetivos (Medellín, 1997). Entre las diversas formas en que se
disponen las tensiones respecto al Estado se encuentran los movimientos sociales. El
comportamiento de estos actores tiende a modificar el panorama de las relaciones
sociales, afectando el universo y la jerarquización de los problemas públicos.
(O´Donnell y Ozlak, 1981, p. 110).
Un movimiento social está constituido por redes de grupos e individuos que
comparten una «identidad colectiva» y cuyo objetivo es tratar de «prevenir, alcanzar
o resistir un cambio social» (Kolb, 2000, p. 19). Para algunos la existencia de un
movimiento social requiere i) un sentido de solidaridad fuertemente enraizado,
ii) identidad colectiva y iii) oportunidad política (Tarrow, citado por Van Dun,
2009, p. 214). Desde la mirada de los nuevos movimientos sociales (Touraine, 1999),
para que un movimiento social exista y subsista se requiere una oposición al orden
imperante desde una serie de valores esenciales para un conjunto de la sociedad
(Meyer, 2004, p. 134). Así, un movimiento social devendría en un conjunto de
redes de grupos e individuos caracterizados por su sentido de solidaridad e identidad
colectiva, que se movilizan en tensión a la institucionalidad de una postura estatal
ante un problema público, por considerar que representa un orden imperante
diferente a sus valores (u objetivos).
Existe una relación bidireccional entre las políticas públicas y los movimientos
sociales (Özen y Özen, 2010, p. 36). Junto a que la toma de postura del Estado
puede generar movilización social, esta última puede influenciar en los contenidos
de las políticas públicas. De esta manera, si un movimiento social se siente efectiva
o potencialmente afectado por determinada política, puede apostar por movilizarse
a fin de resistir el impacto negativo o promover un impacto positivo de la misma.
Esta movilización sienta sus bases en la existencia de racionalidades distintas para
abordar un mismo problema público: una forma estatal, marcada por la necesidad
de efectividad en el cumplimiento de metas burocráticas y administrativas, acotada
por la disponibilidad de recursos públicos; otra forma que responde a la proliferación
del descontento ante el orden imperante que representa la toma de posición del
Estado (Jenkins y Perrow, 1977, p. 250).
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Zevallos y Mujica / Consideraciones sobre las tensiones en la intermediación política del movimiento cocalero
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La información de terreno ha sido recogida por Nicolás Zevallos y su equipo de campo entre 2010
y 2012, y procesada por el equipo del Laboratorio de Criminología Social entre 2012 y 2013.
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En el Alto Huallaga, la hoja de coca no ha sido simplemente un producto agrícola, sino la protago-
nista y dinamizadora de un proyecto histórico de colonización del territorio nororiental. El boom de la
coca entre 1970 y 1990 significó un importante cambio de rumbo para el valle del Alto Huallaga. Tan
solo en el departamento de Huánuco la coca pasó de ocupar 2460 ha en 1972 a 28 800 has en 1985
(Van Dun 2009, p. 90). Para 1990, los cultivos llegaron a 210 000 ha a nivel nacional (UNODC,
2010). Este crecimiento respondía al asentamiento de traficantes internacionales, que luego dieron
espacio a traficantes peruanos. Con este crecimiento, también cambió la forma en que se distribuía el
cultivo, pues si para fines de la década de 1970 el 54% se encontraba en el Cusco y el 24% en el de
Huánuco, para inicios de la década de 1980, la participación del Cusco cayó a 13%, concentrándose el
36% en Huánuco y el 45% en San Martín (CVR, 2003). Desde 1991 la extensión de cultivos empezó
a reducirse, pero es a partir de 1995 que, con el corte del puente aéreo entre Perú y Colombia y la
consecuente caída de los precios de la hoja de coca, la extensión de los cultivos se redujo hasta llegar
a 38 000 en 1999, el punto más bajo de los últimos treinta años. Desde el año 2000, los cultivos han
vuelto a crecer nuevamente, hasta alcanzar las 62 500 ha en 2011 (UNODC, 2012).
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Zevallos y Mujica / Consideraciones sobre las tensiones en la intermediación política del movimiento cocalero
social puede ganar acceso institucional al proceso de políticas, tiene mayor opor-
tunidad para lograr un cambio en las mismas (Kolb, 2000, p. 65). Los partidos
políticos ofrecen la posibilidad de participar de las decisiones del gobierno (Burs-
tein y Linton, 2002, p. 385), y para lograr el acceso institucional, el movimiento
cocalero optó por varios caminos (ante la ausencia de un partido cocalero). Por
ejemplo, los principales dirigentes de la Conpaccp al ver que, a pesar de sus movi-
lizaciones, no lograban frenar la implementación de las estrategias de control de
cultivos, especialmente de la erradicación, optaron por la participación partidaria
(Van Dun, 2009, p. 286).
Algunos dirigentes buscaron insertarse en la política nacional, a través de can-
didaturas al Legislativo. Los cocaleros del Alto Huallaga establecieron alianzas con
el Partido Nacionalista del Perú liderado por el candidato Ollanta Humala, quien
llevó en su lista parlamentaria a las dirigentas Elsa Malpartida y Nancy Obregón en
el período 2006-2011. El objetivo de estas era, desde el Parlamento, «acabar con
las acciones de erradicación». Ahora, si bien lograron ser elegidas representantes, no
pudieron contar con el apoyo de su bancada para llevar adelante una reforma legis-
lativa que les permitiera frenar las acciones de control e interdicción (Bebbington et
al., 2008). Otros dirigentes apuntaron a copar los espacios locales, aprovechando el
soporte del movimiento, a fin de promover desde ahí la protección de los cultivos
de hoja de coca. Es así que Nelson Palomino (dirigente cocalero del VRAE) fundó
en Pichari el partido Kuska Perú, que sirvió de plataforma para sumar a varios
dirigentes del VRAE en movimientos regionales de cara a las elecciones municipales
y regionales (Van Dun, 2009) Esas dos opciones no mostraron los logros esperados,
generando desconfianza en la población y significando un quiebre interno en la ya
complicada organización de la Conpaccp.
Se organizaron porque ellos pensaban llegar a la Presidencia de la República, pero
iban probando poco a poco [...]. Aplaudieron, hicieron mesadas todo para la
asunción pero después en el ejercicio, eran un desastre. [...] Al congreso no han
tenido una buena participación porque el objetivo de ellos era legalizar la coca,
vinieron con esa carta. Después ya vieron que era inviable. (Especialista en tráfico
ilícito de drogas)
Líderes, líderes no hay. Los que más o menos representaban han sido usados por
grandes políticos y la gente se ha dado cuenta. [...] La gente ya no confía tanto.
No podría decir que haya representantes fuertes en el valle. (Dirigente cocalero
del VRAE)
Aquellas, sin embargo, no han sido las únicas relaciones constituidas por el
movimiento cocalero con organizaciones políticas intermediarias. Los grupos insur-
gentes ofrecen múltiples servicios a los agricultores cocaleros, ya que dan protección
frente a la Policía Antidrogas, a la par que los protegen de los narcotraficantes.
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Las pretensiones iniciales de Sendero Luminoso se vieron frustradas con la caída de Abimael
Guzmán en 1992 y posteriormente con la del camarada «Feliciano» en 1999. Luego de ello, siguieron
adelante dos facciones que, en términos prácticos, deben ser analizadas como dos organizaciones
totalmente distintas tanto en su organización, proyección e incluso, en su discurso. Así, para fines ana-
líticos, en lo sucesivo se denominará Sendero Luminoso o SL-AH a la organización del Alto Huallaga.
Para la organización insurgente ubicada en el VRAE, se utilizará la denominación Militarizado Partido
Comunista del Perú o MPCP-VRAE.
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Zevallos y Mujica / Consideraciones sobre las tensiones en la intermediación política del movimiento cocalero
Los gremios cocaleros han desarrollado con cierta claridad las demandas del movi-
miento social al que se articulan, aun cuando presentan algunas particularidades
relacionadas al escenario local al que pertenecen4. Los intentos por integrar una
agenda nacional han llevado a identificar al menos cuatro ejes. Haciendo una revisión
a las demandas planteadas en las acciones de protesta y conflictos protagonizados
por los gremios cocaleros entre 2007 y 2010, en el primer plano, se encuentran las
demandas relativas al estatus de la hoja de coca. En estas, el movimiento demanda
el reconocimiento de la hoja como patrimonio nacional, suspendiendo la efecti-
vidad de las leyes relativas a su proscripción, en especial la ley 22095. Junto a ello,
se reclama la protección y promoción del cultivo, ya en la línea de suspender la
erradicación forzosa, empadronar a los agricultores cocaleros y mejorar los pagos
de Enaco.
En tercer lugar, se exige que el Estado fiscalice a tres instancias importantes, rela-
tivas al control de cultivos y la lucha contra las drogas. Por un lado, la Comisión
Nacional para el Desarrollo y Vida sin Drogas (Devida), ente rector de la política
antidrogas en el Perú y que juega un papel clave en la promoción del control de cul-
tivos, especialmente desde el desarrollo alternativo. Por otro lado, las organizaciones
no gubernamentales (ONG) que operan en los valles, también dedicados princi-
palmente a acciones relativas al desarrollo alternativo. Finalmente, ya de manera
concreta sobre el aspecto, se demanda fiscalizar los programas y proyectos de desa-
rrollo alternativo, buscando sancionar a quienes no hayan logrado los impactos
planificados. En cuarto lugar, las demandas de los gremios cocaleros también han
integrado mejoras para el desarrollo local: se ha reclamado la promoción de la diver-
sificación de cultivos y la mejora de los circuitos comerciales. Asimismo, se exige
que el Estado realice mayor y mejor inversión pública en las zonas cocaleras.
4
Mientras que en el Alto Huallaga los reclamos son bastante más amplios y pragmáticos, en el
VRAE y en La Convención, las demandas tienen un fuerte componente étnico. Así, mientras los pri-
meros demandan mejores condiciones de vida y mayor presencia del Estado, los segundos suman a su
demanda la tutela de la hoja de coca por ser una planta sagrada.
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Para el análisis se ha revisado y codificado el tratamiento hecho a las estrategias de control de cultivos
en los planes de gobierno de los partidos ganadores de las elecciones distritales (58), provinciales (18) y
regionales (8) de las zonas cocaleras de Ayacucho, Cusco, Huánuco y San Martín para 2006 y 2011.
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Zevallos y Mujica / Consideraciones sobre las tensiones en la intermediación política del movimiento cocalero
6
Ver: Plan de gobierno del Movimiento Regional Frente Amplio. Elecciones 2006 en el distrito de
José Crespo y Castillo, Huánuco.
7
Ver: Planes de gobierno del Partido Nacionalista del Perú para las elecciones distritales de 2006 en
Ocobamba o de la Alianza Nacionalista para las elecciones distritales de 2010 en Huayopata.
8
Al respecto, revisar los planes de gobierno de Unión por el Perú para las elecciones distritales de
2006 en Pichari o de Somos Perú en el mismo proceso para el distrito de Vilcabamba, ambos en el
Cusco. En ambas zonas no se implementan operativos de erradicación.
9
Ver: Plan de gobierno de Despertar Nacional para las elecciones provinciales de 2010 en Tocache.
10
Ver: Plan de gobierno de Unión por el Perú para las elecciones 2006 en el distrito de Echarate.
11
Ver: Planes de gobierno de Qatun Tarpuy para la elección distrital de 2006 en el distrito de Sivia, así
como de 2006 y 2010 de los partidos ganadores en el distrito del Mozón para las elecciones distritales.
12
Sobre el tema, se recomienda revisar los planes de gobierno de Somos Perú para las elecciones dis-
tritales de Vilcabamba de 2006, así como el Plan de gobierno de Nueva Amazonía, para las elecciones
regionales de 2006 en San Martín.
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Debates en Sociología N° 38, 2013 / ISSN 0254-9220
alternativo. En esa línea, no solo ocurre que esta estrategia de control de cultivos es
la única presente en el plano de las propuestas y cuyas críticas no están centradas
en su desaparición, sino en su mejora (el desarrollo alternativo es la estrategia que
genera menos resistencias, al punto de ser integrada como demanda de las organi-
zaciones partidarias). Además, incluyendo las propuestas de industrialización y de
legalización de hoja de coca, es la única que expresamente es vinculada a la genera-
ción de mercados y de mano de obra, diferenciándose naturalmente por tratarse de
cultivos distintos.
Por otro lado, las organizaciones derivadas del Sendero Luminoso histórico,
han asumido explícitamente la defensa política del cultivo de la hoja de coca. Sin
embargo, sus discursos han presentado matices en las dos zonas donde tiene pre-
sencia esta organización. En las declaraciones del capturado camarada «Artemio»,
si bien no se muestra en contra de los cultivos de hoja de coca y demandan el fin
de «la erradicación violenta y forzosa» (Comité Regional Metropolitano – Partido
Comunista del Perú, 2010), sí expresa una disposición positiva hacia los cultivos
alternativos, sin dejar de criticar la implementación de estos programas.
Tercero, posición de ‘Artemio’ sobre la coca.- Aquí es donde se encontrará las
mayores sorpresas. ‘Artemio’ expresa su discrepancia con los dirigentes de las dos
organizaciones cocaleras en el Alto Huallaga, a quienes considera ‘sectarios’ por
concentrarse solo en la coca. Y, aunque critica al PDA (Programa de Desarrollo
Alternativo), ‘Artemio’ no plantea una defensa cerrada de la coca sino, por lo con-
trario, se concentra en cultivos alternativos (cacao, café, piña, sacha inchi) y en
ganadería. Además expresa la necesidad de evitar deforestación y de reforestar. En
lugar de hablar sobre política cocalera, habla sobre una «política agraria». En los
hechos, suena como un predicador de la sustitución de cultivos y su discurso deja
a la coca en un lugar secundario. (IDL-Reporteros, 2010)
Por su parte, el MPCP-VRAE plantea algo distinto a Artemio. Así, buena parte
de la defensa de los intereses cocaleros se concentra en diferenciar la actividad coca-
lera del narcotráfico, argumentando que el agricultor, víctima de la erradicación, es
un productor agrícola a quien el Estado «deben felicitarlos, por tener la capacidad
de generarse ellos mismos un trabajo» (Comité Regional Metropolitano-Partido
Comunista del Perú, CC-PCP, 2009). Del mismo modo, en línea con su distancia-
miento con la organización del Alto Huallaga así como con la posición originaria de
Guzmán, critica su posición respecto a la erradicación forzosa y al desarrollo alter-
nativo, demostrando desconfianza frente a las estrategias estatales:
¿Qué esperan del narco Estado? ¿Desarrollo, cultivo alternativo, generación
de puestos de trabajo? Es naturaleza de todo narco Estado el monopolio de la
fuerza reaccionaria para proteger los intereses de sus financistas; bancos y grupos
financieros dedicados al blanqueo de dinero del narcotráfico, la DEA y DINANDRO
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Zevallos y Mujica / Consideraciones sobre las tensiones en la intermediación política del movimiento cocalero
son sus brazos armados, DEVIDA y CORAH son sus carnes de cañón. El campesino
cocalero sabe que este Estado jamás llenará sus estómagos con alimentos, más que
con balas. De allí la necesidad de la organización popular, la incorporación a la
guerra popular democrática, para barrer a las fuerzas armadas reaccionarias que
aseguran la erradicación de nuestra fuente de sustento diario. (CC-PCP, 2009)
Ellos dicen así genéricamente, la defensa de la coca y del campesinado. Ellos más
defiende, ellos dicen «anteriormente que te dio Guzmán o Feliciano. Te organi-
zaba, te decía que no permitas el ingreso de los militares. Pero cuando vienen ellos
se retiraban. Nosotros no, vamos estar acá». Entonces cuando viene un operativo
ellos lo emboscan, por lo tanto el operativo aborta. Son mucho más prácticos.
(Especialista en tráfico ilícito de drogas)
Las organizaciones gremiales han logrado la movilización del apoyo en contra del
control de cultivos mediante acciones de protesta pública. Este tipo de acciones
deben entenderse como una modalidad mediante la cual se busca mostrar oposición
frente a ciertas políticas, cuyo objetivo es lograr una respuesta favorable del Estado
o del sistema económico (Lipsky, 1968, p. 1145). De acuerdo al monitoreo de
conflictos que realiza la Defensoría del Pueblo, entre 2007 y 2011, las acciones de
protesta realizadas con mayor frecuencia han sido las movilizaciones locales, seguidas
de los bloqueos de carreteras y los paros regionales (aunque también hubo acciones
más radicales, como tomas de local, sabotaje a instalaciones públicas o privadas).
La movilización nacional realizada en octubre de 2007 luego del incumplimiento
del Acta de Tocache en la que (de acuerdo a los gremios cocaleros) el Estado se
comprometía a suspender la erradicación, ha sido el único episodio nacional
registrado en este lapso. Sin embargo, contrasta con la marcha nacional que la misma
organización (Conpaccp) logró realizar en 2003, que consistió en una marcha de
sacrificio desde el Alto Huallaga hacia Lima, y que le valió a la organización ser
reconocida como «interlocutor válido» en el debate público sobre el recrudecimiento
de las acciones de erradicación en el Huallaga (Castillo y Durand, 2008, p. 51). Estas
acciones de protesta han implicado trece conflictos sociales registrados, situaciones
en las que, de acuerdo a la Defensoría del Pueblo, existe una tensión sostenida entre
el grupo movilizado y el Estado.
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Respecto a los conflictos con Enaco, revisar la información provista por la Defensoría del
Pueblo sobre los paros cocaleros en La Convención, Kosñipata, Lares y Yanatile en los Reportes
de Conflictos 50 y 70.
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Zevallos y Mujica / Consideraciones sobre las tensiones en la intermediación política del movimiento cocalero
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Gráfico 3. Frecuencia de propuestas y críticas sobre hoja de coca y control de cultivos en planes de
gobierno de candidatos electos a nivel distrital en zonas cocaleras en procesos de 2006 y de 2010*
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Zevallos y Mujica / Consideraciones sobre las tensiones en la intermediación política del movimiento cocalero
Por otro lado, el cambio de discurso del MPCP-VRAE, así como la diferencia
de su accionar con respecto al SL-AH, se hace evidente en el tipo de víctimas que
han tenido sus incursiones en los últimos años. Mientras que SL-AH ha cobrado
85 víctimas civiles entre 2000 y 2010, el MPCP-VRAE ha cobrado 13. En con-
traste, la facción del VRAE ha concentrado sus esfuerzos en las fuerzas del orden,
de manera que sus acciones han tenido como resultado 63 muertes entre oficiales y
suboficiales de las Fuerzas Armadas, la Policía y los ronderos. En el Alto Huallaga,
esa cifra ha sido la mitad. En el VRAE, debido a los sostenidos enfrentamientos
entre las Fuerzas Armadas y el grupo insurgente, se han reportado más víctimas de
Sendero en ese lapso de tiempo, siendo poco más del doble que en el Alto Huallaga.
Con estos resultados, puede argumentarse que la principal diferencia entre el VRAE
y el Alto Huallaga es el foco del enfrentamiento que tiene cada facción.
Gráfico 4. Víctimas de las facciones de Sendero Luminoso según tipo (2000 - 2010)
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Debates en Sociología N° 38, 2013 / ISSN 0254-9220
Las organizaciones gremiales, los partidos políticos y los grupos insurgentes han jugado
un rol importante para el movimiento cocalero, y han sido actores relevantes en
la defensa política de sus intereses. Sin embargo, cada una de esos actores implica
escenarios de premisas, demandas y estrategias diferentes (e incluso contradictorias
entre sí).
El gremio cocalero ha nacido con el movimiento, y tiene presencia desde sus
primeras acciones de resistencia al control de cultivos. Sus objetivos principales
han sido claros: presionar al gobierno para que deponga su postura frente a la hoja
de coca. En ese trayecto, el gremio ha mostrado varias dificultades relacionadas
sustancialmente a sus diferencias e intereses regionales. Mientras en el valle de La
Convención el foco del reclamo está en el precio pagado por Enaco, en el Alto
Huallaga se trata de la resistencia a los operativos del Proyecto Especial de Control
y Reducción de Cultivos en el Alto Huallaga - Corah (aunque debe quedar claro
que, en estos casos, no se rechaza la institucionalidad estatal, sino que se cuestiona
la manera en la que se dispone hacia los cultivos).
La vocación del movimiento cocalero por reconocer (al menos de manera ins-
trumental) la vigencia de la institucionalidad, se ve reforzada en su relación con
intermitente con los partidos políticos y las plataformas electorales. Partiendo de
la premisa que integrar un partido político puede darle al movimiento cocalero
mayor accesibilidad a la toma de decisiones del Estado, líderes locales y nacionales
han optado por ser candidatos para diversos cargos. Más allá de los intereses y
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Zevallos y Mujica / Consideraciones sobre las tensiones en la intermediación política del movimiento cocalero
a spiraciones personales de los dirigentes, o de las reales competencias que tienen los
gobiernos locales para influir en el control de cultivos, lo relevante es que la integra-
ción a una organización partidaria implica el reconocimiento de la «importancia»
de la vía democrática-procedimental.
En contraste, resulta relevante que el movimiento también recurra a la
intermediación de una organización política cuya principal vocación es la des-
trucción-transformación de esa institucionalidad: la relación de intermediación
ocasional del movimiento cocalero con organizaciones insurgentes llama la aten-
ción sobre su interés por mantenerse dentro del plano institucional y legal. Así, las
organizaciones insurgentes personificadas en un primer momento por SL-AH y en
tiempos más recientes por los remanentes de esta organización y del MPCP-VRAE,
han servido como resistencia armada, en algunos casos simbólica y en otros efectiva,
para reducir la efectividad del control de cultivos, especialmente de la erradicación.
Así, aun con el ejercicio de la presión pública mediante paros y huelgas protago-
nizadas por los gremios, el movimiento cocalero se encuentra en el ejercicio de un
derecho reconocido por el marco normativo nacional, pero las acciones armadas
desplegadas por Sendero Luminoso están fuera de ese escenario.
¿Cuál es el asunto relevante aquí? Pues que la amplia gama de demandas
diferenciadas y los rostros contradictorios de varios de los actores que se relacionan
e intermedian el movimiento.
En el plano discursivo, se hacen evidentes las diferentes arenas y rostros en los
que se encarna el movimiento cocalero según el tipo de organización por la cual es
intermediada. A la par que se podía exigir más presencia del Estado desde los gremios
y los partidos, se rechazaba su presencia desde las organizaciones insurgentes. Por
otro lado, en el caso de las acciones desplegadas por las organizaciones intermediarias
para defender el cultivo ocurre algo semejante: al mismo tiempo que con los
gremios se busca presionar al Estado y que desde los partidos políticos se quiere
formar gobierno para conducir al mismo con una perspectiva favorable al cultivo
de hoja de coca, desde las organizaciones insurgentes se busca reducir la capacidad
de acción del Estado.
Ello sugiere una estructura fragmentaria y heterogénea, así como compartimentos
sin un centro de articulación estable. Al estar compuesta y vinculada (por lo menos
discursivamente) a una serie diversa de entidades y organizaciones, cada cual puede
asumir un mismo objetivo desde diferentes aristas que, incluso, pueden parecer
contradictorias.
¿Cuál es la racionalidad del movimiento cocalero? Pues parece que en tal sentido,
resulta complejo pensar al movimiento desde una única racionalidad. Asimismo,
es difícil decir que la variedad de sus rostros y organizaciones obedece a un carácter
instrumental interno, pues la inconsistencia práctica entre las posiciones divergentes
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Debates en Sociología N° 38, 2013 / ISSN 0254-9220
que llegan a asumir las organizaciones que los intermedian parecen no tener un
enfoque de maximización de recursos: lo que de un lado puede ser considerado
un logro, para otra arista que persigue el mismo objetivo, puede representar una
amenaza14.
Lo relevante es que aquellas tensiones entre los fragmentos que componen
el movimiento y entre las herramientas, estrategias y discursos de las arenas de
intermediación parecen mostrar la convivencia de campos diferenciados y de
contradicciones que, paradójicamente, no parecen competir entre sí, y por lo tanto,
a pesar de las tensiones, generan campos de defensa política del cultivo de hoja de
coca. La bandera «coca o muerte», izada durante los últimos años, parece reflejar la
radicalidad discursiva en un escenario que tiene un objeto común, pero múltiples
objetivos y singularidades.
Referencias bibliográficas
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perspectiva diferente. Gestión Pública, V(2), 319-347.
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com/2010/03/barrer-la-capitulacion-revisionista-con.html
14
Por ejemplo, en los inicios del movimiento cocalero en el VRAE, el involucramiento de Sendero
Luminoso con las organizaciones de agricultores, llevó a que las fuerzas del orden desconfíen de estos,
incluyéndolos dentro de su lista de objetivos de control. En la actualidad, el accionar de dirigentes al
sumarse a los partidos políticos y no lograr cumplir sus metas por estar simplemente fuera del alcance
de sus competencias, merma la capacidad de las organizaciones gremiales de conducir las demandas
del movimiento, ya que genera quiebres institucionales internos.
26
Zevallos y Mujica / Consideraciones sobre las tensiones en la intermediación política del movimiento cocalero
27
Debates en Sociología N° 38, 2013 / ISSN 0254-9220
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28
Debates en Sociología N° 38, 2013, pp. 29-54
ISSN 0254-9220
Sharon Gorenstein**
Resumen
El fenómeno social de la prostitución se encuentra inmerso en una gran cantidad de situaciones,
lamentablemente la mayor parte de ellas invisibilizadas y oscurecidas desde los estigmas generados a
partir del orden moral y social imperante. Es posible, sin embargo, dentro de esta variedad de situacio-
nes, interpretar a la prostitución desde el contexto de un antiguo prostíbulo con licencia que, desde los
años setenta, ha albergado a un gran número de mujeres que optaron por ejercer la prostitución. Es a
partir de este contexto que se busca desentrañar una situación paradójica a partir de seis entrevistas a
profundidad a mujeres que se prostituyen en El Trocadero: mujeres que aun trabajando en un prostí-
bulo legal se encuentran estigmatizadas socialmente.
Palabras clave: trabajo, abstracción, identidad, estigma, vergüenza
Prostitution: allowed and stigmatized. Discursive perspectives from the life stories
of six women who prostitute in El Trocadero
Abstract
The social phenomenon of prostitution is immersed in a lot of situations, unfortunately most of them
are invisible and obscured from the stigmas generated from the prevailing social and moral order. It
is possible, however, within this range of situations, to interpret prostitution from the context of a
former licensed brothel that, since the seventies, has given refuge to a large number of women who
chose to work in prostitution. It is from this context that, the investigation, seeks to unravel a paradox
situation from six depth interviews to women who prostitute in El Trocadero: women that even work-
ing in a legal brothel are socially stigmatized.
Keywords: work, abstraction, identity, stigma, shame
30
Gorenstein / Prostitución: permitida y estigmatizada
1. Introducción
En el Perú, la prostitución no es considerada un delito por la ley, lo que sí está
considerado delito es el proxenetismo: obtener beneficios económicos a partir
de la explotación sexual a una persona. La prostitución es considerada como una
actividad legal entre personas adultas que, sin embargo, no es reconocida como
una actividad laboral, ya que no encuentra cabida dentro de los campos laborales
convencionales. La prostitución, al igual que el proxenetismo, implica una remu-
neración económica a partir del servicio sexual de una persona. Sin embargo, en la
prostitución, es la persona que realiza el servicio sexual quien gana íntegramente a
partir de su servicio y quien decide por voluntad propia ejercer la actividad. En ese
sentido la prostitución en sí no quiebra la ley, pero quiebra el orden social y el orden
moral por ser considerada como una actividad ilegítima de ser elegida por voluntad
propia que, además, se apropia íntegramente de su ganancia.
Es a partir de este supuesto, que la prostitución puede ser considerada como un
fenómeno social estigmatizado. El estigma es entendido como lo que no cumple con
el requerimiento de los códigos morales dominantes (Wuthnow, 1989). Un estigma
deriva de la interpretación que le dé un grupo de personas pertenecientes a una
determinada cultura con significados particulares que construyen y reconstruyen ima-
ginarios acerca de lo deseable en una sociedad. En la prostitución, el estigma refiere a
un comportamiento sexual y uso del cuerpo no deseado y vergonzoso para la sociedad.
Existen dos prostíbulos legales en el Callao y ocho en Lima Metropolitana
(Movimiento El Pozo, 2005). Todos están regulados varias instituciones estatales,
tales como la municipalidad de su distrito, el Ministerio de Trabajo y el Ministerio
de Salud1. El hecho de contar con prostíbulos con licencia trae de por sí una incon-
gruencia normativa con respecto de las implicancias prácticas de la normatividad
legal, ya que las mujeres que se prostituyen son consideradas solo parcialmente como
trabajadoras: no poseen derechos ni deberes laborales. No obstante, se encuentran
desempeñando su actividad en un espacio que sí los posee dado que los estableci-
mientos pagan impuestos.
Esta investigación no pretende responder a todas las problemáticas acerca de la
prostitución, sino que, a partir de la pregunta ¿cómo construyen, las mujeres que
se prostituyen, los significados y la legitimación de su actividad?, se busca analizar
los discursos de las mujeres que se prostituyen en El Trocadero, para cuestionar el
estigma y para entender las motivaciones que las llevaron a elegir la prostitución
como actividad laboral.
1
Proyecto «Hacia un proyecto de empoderamiento de los derechos humanos de las trabajadoras
sexuales en Perú»: recopilación de normas legales relacionadas al trabajo sexual. Disponible en: http://
www.cepesju.org/mat_new/estudios/estudio_normasl_mvd.pdf
31
Debates en Sociología N° 38, 2013 / ISSN 0254-9220
2. Metodología de investigación
El presente estudio es de carácter explicativo y se basa en técnicas cualitativas de
investigación. Se consideró importante realizar el análisis desde las perspectivas dis-
cursivas de las mujeres que se prostituyen, ya que son ellas las que experimentan la
actividad y que, a su vez, se encuentran estigmatizadas socialmente. La posibilidad
de indagar en la subjetividad de las mujeres que se prostituyen sirve para com-
prender la prostitución directamente, porque permite construir un diálogo con los
actoras directas.
A partir de la importancia del diálogo es que se utilizó, como estrategia de aná-
lisis, historias de vida de las mujeres que se prostituyen en su actividad como tal2,
dentro del período de trabajo en El Trocadero. Estas historias de vida en la acti-
vidad permitieron una mejor aproximación a la subjetividad de las entrevistadas,
lo que ayudó a entender cómo la prostitución se convirtió en su actividad laboral;
cómo se les presentó como opción, cómo lograron insertarse en ese mundo, cómo
se sienten con respecto de su actividad, cómo funciona la relación con sus clientes
y si experimentaron vergüenza; cómo manejaron el estigma social; entre otras inte-
rrogantes.
Por tratarse del análisis a profundidad de historias de vida en la actividad, se
realizaron entrevistas a seis mujeres que ejercen la prostitución en El Trocadero
del Callao3. El centrarse en un número reducido de entrevistas permitió un aná-
lisis a profundidad en sus subjetividades, lo que hubiese sido difícil de obtener
por la recopilación de datos mediante entrevistas estructuradas o semiestructuradas.
Esto se complementó con entrevistas y focus informales, y observaciones de campo
2
Las «historias de vida» refieren a las historias de vida en la actividad, desde el momento en que la
mujer decidió ejercer la actividad en adelante, mientras se mantenga ejerciendo la prostitución, en El
Trocadero.
3
Cuando el contenido de la tesis se refiera a «las mujeres que se prostituyen» se estará haciendo
referencia a estas seis mujeres. No se tiene como objetivo generalizar a las demás mujeres que se
prostituyen en El Trocadero dado que que seis mujeres no cumplen con ser una muestra estadísticamente
significativa, que permita generalizar.
32
Gorenstein / Prostitución: permitida y estigmatizada
4
Las entrevistas a profundidad formales finalizaron en marzo de 2012; sin embargo, el seguimiento
luego de su finalización, permitió generar una relación de mayor empatía con las entrevistadas que
dio acceso a su red de información oculta: chismes de otras trabajadoras, de ellas mismas, del local,
de la administración, de la ilegalidad y «la otra cara de El Trocadero». Logré mantenerme en contacto
especialmente con tres de ellas en mayor medida, y pude conocer la casa y familia de una de ellas; fui
invitada al Baby Shower de una de sus compañeras, «Tieta», la cual no quiso ser entrevistada, pero
con la que se logró tener empatía. Finalmente, un evento que causó gran motivación y placer fue la
celebración de mi cumpleaños en El Trocadero, con torta, regalo, fotos y canciones.
33
Debates en Sociología N° 38, 2013 / ISSN 0254-9220
quince minutos hasta una hora, y puede implicar distintas actividades sin depender
de una cantidad de tiempo estática para su realización. Esto, nuevamente, depen-
diendo de la negociación previa con el cliente.
La valorización en cuestión del tiempo sigue siendo una unidad importante para
la medición del costo del servicio. Así, la ganancia de la mujer que se prostituye se
estima por el número de servicios realizados que consumen una fracción de la jor-
nada de trabajo, pero que no se encuentran predeterminados más allá del concepto
de «servicio básico». Todo lo que implique algo más allá del servicio básico se realiza
sobre la base de la negociación, en la que la mujer tiene la última palabra.
F: «Treinta soles, incluye lo básico, ya si el cliente me pide algo más… yo cobro ciento
veinte la hora, más yo trabajo por hora, y ya lo que venga la hora, o sea yo le hago
masajes, se trata de que… yo trato de engañar en esa hora5, le digo <ay, que estás
estresado>, para que pase el tiempo y le doy una atención… tú sabes que no es porque
yo sepa, sino es que es normal que toda persona, que todas las personas tengamos
problemas, entonces le digo <oye, pero ¿Cómo has estado?, ¿Has tenido problemas?>
entonces ya, vamos a hacerte masajitos y tanta nota, entonces ya faltando quince
minutos, veinte minutos ya le digo <ya ven para atenderte> y al cliente más es que le
gusta eso pues. (Entrevista a una mujer que se prostituye. Marzo, 2012).
V: «Cobro treinta soles por el servicio… el servicio normal pues ¿no? que dura quince,
veinte minutos, hjm, pero si a veces piden una hora, media hora, yo ya les cobro un
poquito más [...]. O sea oral, vaginal, unas poses y ya este… «la cola», como le decimos
acá, ese cuesta… o sea, puedes pedirle diez soles más… o depende pues… veinte…
depende pues, y por más tiempo yo también ya veo, a veces la hora cobramos cien,
ciento veinte, hjm, ajá». (Entrevista a una mujer que se prostituye. Marzo, 2012).
5
La ganancia por servicio cumple un período de tiempo negociado; sin embargo, aun respetando la
hora, no existe una performance predeterminada por unidad de tiempo exacto, tan solo cumplimiento
de la hora.
34
Gorenstein / Prostitución: permitida y estigmatizada
El trabajo de estas mujeres depende del placer que puedan producir en un determi-
nado momento en el cliente, ya que el placer no es compartido6.
J: «Yo, por ejemplo, utilizo mi cuerpo y vendo lo que el cliente me pida, si es, este, por
decirte oral y poses… eso, ya esos son treinta soles, así, si es oral y anal, esos son cua-
renta soles, cuarenta soles le cobramos, mi cuerpo sería como mi herramienta de trabajo
<Sh: Y tú, entonces, ¿Qué es lo que das?> Sexo… sexo… sexo y un rato de compañía,
nada más [...] yo uso mi cuerpo y ellos vienen a comprar el producto ¿no? y com-
pran sexo… placer… compañía… Eso». (Entrevista a una mujer que se prostituye.
Marzo, 2012).
6
Las mujeres entrevistadas afirman que en algunos casos sí han sentido placer cuando se sintieron
atraídas por el cliente.
35
Debates en Sociología N° 38, 2013 / ISSN 0254-9220
Tiene una preorganización histórica que posee distancias sociales entre grupos y
que constituye el marco de libertad de las potencialidades de los individuos y el
alcance de las posibilidades de acción. La organización previa de un subuniverso se
encuentra impregnada de referencias apresentacionales7. Esto debido a que el indi-
viduo se encuentra en ambientes previamente simbolizados con herencia social del
conocimiento, tipificaciones significativas del mundo, conocimiento socialmente
aprobado, etc. (Schutz, 1996, p. 309), y marcas de posición en la realidad fáctica:
estatus, rol y prestigio dentro de cada grupo (Schutz, 1996, p. 311).
A partir de la posibilidad de tipificación de las relaciones sociales dentro de un
subuniverso, se considera necesario hacer la distinción entre dos subuniversos por
los cuales transitan y performan las mujeres que se prostituyen en El Trocadero8.
S: «Porque, porque las pinturas de ahí son exagerado, entonces al salir de mi casa
pintada así, entonces este, la gente como que te ve y ya saca sus conclusiones, entonces
por eso es que no me pinto así, como debo de pintarme ahí en el trabajo ¿no?, por la
pintura, más por la pintura, y la forma a veces que se le escapa a uno de caminar, de
hablar ¿no?, sí». (Entrevista a una mujer que se prostituye. Noviembre, 2011).
H: «Yo cuando llego acá ya me cambio toda, ya me pongo mi ropa para trabajar,
pero no voy a venir maquillada pue, ya yo me maquillo acá dentro porque se usa bas-
tante maquillaje [...] acá cambio mi rostro, me maquillo bien, me peino y ya, mis
peinados… como que no me reconozcan, como que cambio por completo acá dentro,
por lo que te decía que el maquillaje es bastante pues, ahí ya yo cambio, por lo que
me pongo mi bikini también, estoy diferente». (Entrevista a una mujer que se pros-
tituye. Marzo, 2012).
Estos subuniversos dan lugar a la constitución del estigma hacia las mujeres que
se prostituyen por estar insertas en ambos, uno dentro del otro, aun con fronteras
que los limitan debido a sus significatividades. El primer subuniverso, el subuni-
verso mayor, es el más grande, el que contiene a la sociedad que, a partir de códigos
morales, estigmatiza su actividad y con la cual tienen que coexistir cotidianamente
fuera del ámbito laboral. El segundo subuniverso, el subuniverso menor, es el más
pequeño y está contenido dentro del primero. Este es el de El Trocadero, lugar de
trabajo en el que desempeñan el rol de prostitutas y en el que el estigma se decons-
truye y genera permisividad.
7
Schutz toma el concepto de «apresentación» de Husserl para dar cuenta de los procesos de
representación a partir de las cuales el hombre experimentan distintas realidades, más allá de su
percepción inmediata de su mundo. Esto incluye símbolos y marcas comunes dentro de un mismo
ambiente sociocultural.
8
El tránsito entre subuniversos es ejemplificado en la necesidad de transformarse según el subuni-
verso en el que se encuentre.
36
Gorenstein / Prostitución: permitida y estigmatizada
F: «Para dentro soy otra persona por así decirlo, yo separo mi vida personal de mi tra-
bajo». (Entrevista a una mujer que se prostituye. Marzo, 2012. Ver anexo 2.5).
37
Debates en Sociología N° 38, 2013 / ISSN 0254-9220
subuniverso mayor permanecen; aun cuando los roles difieran según el ambiente: el
rol de prostituta no se espera, bajo ninguna excepción en el subuniverso mayor. Por
otro lado, el tránsito entre subuniversos es lo que prueba la existencia de su frontera,
ya que supone un cambio en la performance de la mujer debido a la tajante dife-
rencia con respecto a las expectativas de lo que supone su comportamiento según
el subuniverso en el que se encuentre inserta. La performance de una mujer que se
prostituye pueda incluir un comportamiento esperado del subuniverso mayor, pero
no implica que deje de transformarse visualmente para ejercer su actividad laboral.
9
Cabe destacar que para Mead es posible distinguir a la persona de su cuerpo. Él señala que el
cuerpo puede existir y operar en forma inteligente sin que haya una persona involucrada en la expe-
riencia. Esta investigación no considera la idea de la separación entre el cuerpo y la Persona de la
misma manera en que es enfocada por Mead por considerarla fuera de la línea de análisis que se toma
en esta investigación. La línea de análisis de esta investigación supone considerar a la persona como
sujeto encarnado intencional que actúa en el mundo a través de su cuerpo. En este caso, el cuerpo de
las mujeres que se prostituyen, actúa en el espacio y en la situación (Merleau-Ponty, 1975, pp. 109-
111) de dentro de El Trocadero. Su movimiento implica un comportamiento significativo dentro de
ese mundo de significados. Es la encarnación de la subjetividad (Escribano, 2004, p. 187), pertenece
al espacio y se es persona en él (Merleau-Ponty, 1975, pp. 165-167). La investigación sí considerará la
posibilidad de separación entre la persona misma («mi» y «yo») y el cuerpo como herramienta teórica
que permitirá explicar la posibilidad de abstracción de las mujeres que se prostituyen frente al estigma
inserto y la utilización de su cuerpo como su herramienta de trabajo para brindar placer.
38
Gorenstein / Prostitución: permitida y estigmatizada
10
En ese sentido, se estima que el cliente también cuestione su rol fuera de El Trocadero —de padre,
esposo, etc.— para tomar el rol de «cliente».
11
Mead afirma la normalidad de las personalidades múltiples. Esto depende del ambiente y de las
personas con que se tenga contacto.
39
Debates en Sociología N° 38, 2013 / ISSN 0254-9220
J: «Para mí fue lo peor, fue horrible, era un asco, era como si me hubiera metido a un
panal y no hubiese podido salir nunca, fue horrible —con el paso del tiempo— ya me
acostumbré, ya con el tiempo uno se acostumbra, pero ahora igual me molesta estar
con varios hombres ¿no?, no es que me guste hacerlo con ellos, porque no me gusta que
me toquen… pero con el tiempo ya me he acostumbrado, ya repito no más… a veces
cuando pienso en que me siento incomoda ¿no?, pero trato de no pensar en eso pues,
porque yo me mantengo sola, y sacado a mis niños adelante, yo no le robo a nadie».
(Entrevista a una mujer que se prostituye. Marzo, 2012).
12
Algunas entrevistadas comentaban experiencias propias, y de otras compañeras, en las que se
sintieron muy incómodas e incluso temerosas. Esto se da en casos en que el cliente no respeta la nego-
ciación previa con la mujer que se prostituye y trata de performar de una manera distinta que, muchas
veces, puede «desactivar» el anestésico.
13
Actuación en una situación determinada.
40
Gorenstein / Prostitución: permitida y estigmatizada
F: «¿Qué siento?... nada… trabajo y tengo que tratar de hacerlo bien para que el
cliente se termine ¿no?, si me voy a poner con tabús que no esto o lo otro me voy
a desconcentrar y tengo que trabajar bien para… tengo que trabajar bien para que
sea rápido pues ¿no? eso es… —con respecto cómo se siente— ida… mi mente
está en que estoy trabajando, yo estoy en mi trabajo y me comporto como en mi tra-
bajo, nada sentimental todo es trabajo» (Entrevista a una mujer que se prostituye.
Marzo, 2012).
41
Debates en Sociología N° 38, 2013 / ISSN 0254-9220
14
«La hegemonía pone el énfasis en los modos en que opera el poder para formar nuestra compren-
sión cotidiana de las relaciones sociales y para orquestar las maneras que consentimos (y reproducimos)
esas relaciones tácitas y disimuladas del poder» (Butler, 2011, p. 21). Para el caso de las mujeres que
se prostituyen, en la cotidianidad del subuniverso mayor, no existe la posibilidad de relacionar el con-
cepto de prostituta con el de mujer esperado.
42
Gorenstein / Prostitución: permitida y estigmatizada
que se prostituye es15 una prostituta. Así, las mujeres que se prostituyen se encuen-
tran estigmatizadas y se atienen a adjetivos dicotómicos tales como puta, impura,
sucia, no-respetable; en contra de lo que culturalmente debería reflejar una mujer
virtuosa: madre, pura, respetable, decente, limpia, entre otros (Burnham, 1993;
Brake, 1982; Barrig, 1981; Nencel, 1996).
S: «Claro, porque, porque te señala la gente, te discriminan ¿no? porque discrimi-
nación no es que tú eres blanco yo soy negro, discriminación hay de todo tipo ¿no?
entonces como que te discriminan ¿no? te dicen (personas): <¡ay ella es puta!> entonces
como que, porque tienen la ignorancia de que nosotras las meretrices tenemos muchas
enfermedades, entonces al saber la otra persona que nosotros somos así dicen (per-
sonas): <¡ay ella puede tener hasta sida!>, entonces te discriminan de una u otra
forma, entonces mejor evitemos ¿no? para no tener esa, como se puede decir, sen-
tirnos mal o bajar nuestra autoestima» (Entrevista a una mujer que se prostituye.
Noviembre, 2011).
Es así que una mujer, por ser madre y relacionarse con el adjetivo de pureza y
decencia, desde el subuniverso mayor, no puede encajar dentro de las categorías
de impureza e indecencia de la prostituta, lo que impide relacionar ambos con-
ceptos. Luego de considerar dichas dicotomías con respecto al enfrentamiento entre
prostituta-sucia versus mujer-limpia, o prostituta-indecente versus mujer-decente,
es posible analizar el caso del concepto de «mujer-prostituta» como identidad que
excluye su posibilidad de performatividad16 dentro de la categoría de «mujer».
A partir del concepto de identidad —a secas— previamente explicado, es posible
afirmar que la mujer que se prostituye ha estado sujeta a la «identidad de prosti-
tuta» que, por ser «inmóvil», no ha permitido la posibilidad de resignificación de
sus estigmas.
Existen dos problemas principales para el caso de las mujeres que se prostituyen.
El primero muestra que la mujer que se prostituye es identificada por la sociedad
como «prostituta» en sí misma, como lo que es —su identidad—; esto hace que se
generalice la idea de que las mujeres que se prostituyen son de una determinada
manera y tienen una conducta determinada, distinta de lo que se espera que sea una
«mujer» virtuosa (Stevens, 1997; Barrig, 1981) o una «mujer de su casa» (Nencel,
1996). El segundo problema evidencia que debido al fuerte estigma que existe por
encasillar (e inmovilizar) el significado de «prostituta» existe un fuerte rechazo en el
15
Afirmar que la mujer «es», es considerar que ya está realizada; es considerarla como una categoría
cerrada, llena, que limita la posibilidad de construirse sobre la base de su experiencia y llenarla de
significados. De ahí que se posea una carga «inmóvil», invariable con respecto de su significación.
16
La tipificación de lo que significa ser mujer no admite el hecho de que una mujer utilice su cuerpo
para vender placeres sexuales.
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discurso público que las determina peyorativamente como no virtuosas o las victi-
miza de manera comprensiva (Walkowitz, 1980, p. 20; Caulfield, 1993, p. 153)17.
La identidad de «mujer-prostituta» no solo implica una tipificación con respecto
a su modo de conducta esperado, sino que ese modo de conducta, de acción y reac-
ción se encuentra reflejado en el uso de su cuerpo: la persona es su cuerpo, señaló
Merleau-Ponty (1975). La conducta esperada de una «mujer-prostituta», desde
el concepto de identidad —a secas— supone vestirse de manera provocativa, ser
seductora, ser sexual y sentir placer al ser tocada por muchos hombres, etc.: preparar
su cuerpo y su actitud para conseguir sus objetivos. Nuevamente, esta conducta
esperada no se desarrolla tal cual en la práctica: se da usualmente la combinación
entre «trato de pareja» y mujer sexual y seductora.
Con respecto a la conducta esperada y la forma de comportarse, en el rol de
prostituta
C: «Sonriente, y adentro pues lo más provocativa posible pues, porque lo que yo busco
que se exciten a que me chanquen, o sea más mi chamba es excitarlo al cliente que
tener relaciones, como soy senona, ya hay, hay, hago un proceso, una atmosfera, no soy
fría trato de seducirlo, bailarle… así, para que se excite» (Entrevista a una mujer que
se prostituye. Marzo, 2012).
17
La victimización comprensiva se refiere a que, de alguna manera, se avala la posibilidad de ejercer la
prostitución, pero a modo de una alternativa extrema empujada por la necesidad, por lo que la mujer
que se prostituye termina por ser una víctima de su propia actividad. No se enfoca desde el punto de
vista de una actividad elegida voluntariamente por una mujer como su modo legítimo de subsistencia
y ganancia.
44
Gorenstein / Prostitución: permitida y estigmatizada
La mujer que se prostituye, así como cualquier otra persona, tiene la posibilidad
de identificación y desidentificación con un rol a partir de una situación o acti-
vidad. En este caso, la mujer que se prostituye se identifica con la «identidad» de
prostituta mientras realiza el servicio de prostitución; cuando este finaliza, no nece-
sariamente se identifica con él. La mujer que se prostituye, por lo tanto, no es una
prostituta, ejerce ese rol —con características de comportamientos que ella misma
construye— mientras desempeña su actividad. La «identidad», finalmente, a partir
de la multiplicidad de identificaciones y roles que puede tener inserta, es vacía de
categorías inmóviles, porque no tiene un sentido final y trascendente (Scott, 1988,
p. 49). Esta solo puede ser llenada a partir de las propias experiencias subjetivas de
la mujer que la construya.
45
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Existen activistas a favor de la prostitución como Ángela Villón que, aun siendo consciente del
estigma, lo utiliza para, a diferencia de las entrevistadas, mostrarlo como parte de su discurso político.
En este caso, no vale que la mujer se estigmatice, ya que debe de ser consciente de que su actividad es
legal e involucra autonomía con respecto a su elección.
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Gorenstein / Prostitución: permitida y estigmatizada
F: «Afuera sí pero acá… que importa. Yo soy una mamá que cuida a sus hijos, que
me preocupo que estén bien, que hayan salido bien, acá yo soy… hmmm… como dices
una «prostituta» jaja» (Entrevista a una mujer que se prostituye. Marzo, 2012).
Con respecto al estigma heredado y al miedo de que los hijos se enteren dice S:
«Sí, ya tiene 10 años está en 5to, dos años más entra a lo que es este secundaria ¿no?
entonces ya comienza a tener roce con los de IV y V, que mayormente a veces puede ir a dar
sus escapadas al Troca, sí hay de 17, 18 años que ingresan, pero así solapa entran, Entonces
vaya ser que uno de ellos de otro salón me puedan ver, le puedan decir como fastidio ¿no?
porque a veces uno se bromea y hay un pequeño roce, un pequeño pleito (compañero): <sí,
pero tu mamá es así>, entonces como que a mi hijo le puedan bajar la moral ¿no?» (Entre-
vista a una mujer que se prostituye. Noviembre, 2011. Ver anexo 2.1).
47
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Se relaciona con la posibilidad de disociación del «yo» subversivo para dejar de lado los estigmas
que trae el «mi» social: la mujer que se prostituye, en este caso, concibe su actividad como mecánica,
en el sentido de que asume su rol de prostituta dentro de su lugar de trabajo: El Trocadero.
20
La separación de la palabra «trans-formarse» sirve para ejemplificar la idea de re-formación, en
el sentido de performar de distinta manera según el subuniverso: cambiar la vestimenta, la forma de
actuar, etc.
48
Gorenstein / Prostitución: permitida y estigmatizada
sepa de la actividad que realizan, por o que muchas de ellas viven solas —o con sus
hijos de ser pequeños—, en lugares lejanos a su familia; y diciéndoles sus familias
que trabajan en otra actividad, y 3. En que si bien se reconocen a ellas mismas como
trabajadoras independientes y valoran el hecho de considerar a la prostitución como
un trabajo, no abogan por el reconocimiento público de su actividad21. Esto refuerza
el discurso de no-identidad de prostituta por el de múltiples identidades.
La ubicación del estigma en dos situaciones y en dos discursos ambiguos ejem-
plifica su fuerte influencia en las mujeres que se prostituyen en El Trocadero: existe
un temor constante con respecto a ser marcadas y etiquetadas socialmente. Si bien
su primera aproximación sobre la prostitución las empodera con respecto a estigma
social, la contradicción emerge conforme avanza su discurso. Las mujeres que se
prostituyen son conscientes de su punto de vista con respecto a la actividad que rea-
lizan como un trabajo legítimamente elegido por ellas. Sin embargo, la constante
convivencia y tránsito entre subuniversos invalida la posibilidad de mantenerse
anestesiadas. Resulta imposible dejar de lado las normatividades sociales y morales
del subuniverso social que estigmatiza a la prostitución y en el cual ellas también se
encuentran insertas.
Las mujeres que se prostituyen son conscientes que, desde el enfoque del subuni-
verso mayor, la «prostituta» como identidad —a secas— posee un comportamiento
sexual y uso del cuerpo que no es deseado por la sociedad. Esas características deben
de ser, por tanto, escondidas fuera de El Trocadero. La necesidad de ser escon-
didas, de cambiar de performance por no cumplir con las significatividades del
subuniverso mayor que estigmatiza a la prostitución convierte a las mujeres que se
prostituyen, finalmente, en estigmatizadas y en estigmatizadoras (Goffman, 1970).
Por administrar su performance según un conjunto de expectativas sociales, encuen-
tran la necesidad de esconder su rol de prostitutas por no sentirse fuera de lugar.
Estas mujeres son vistas de forma peyorativa por la sociedad que las estigmatiza,
pero también por ellas mismas, lo que hace necesario la existencia de su doble vida.
Las mujeres que se prostituyen, por último, perciben que los atributos dentro de
su rol como prostitutas suponen una posición desprestigiada, impura y de «mujer
mala» (Stevens, 1997) de la cual difícilmente pueden imaginarse exentas.
21
Con algunas excepciones como el de la activista Ángela Villón, presidenta de la Asociación de
Trabajadoras Sexuales Miluska Vida y Dignidad que sí promueve el reconocimiento público de la
prostitución y a ella misma como trabajadora sexual. En este caso, la prostitución forma parte de su
identidad como sujeto político y supone un cambio en el sentido del estigma: este es utilizado como
un recurso para la formulación de su discurso político a favor de la prostitución como trabajo legítimo.
49
Debates en Sociología N° 38, 2013 / ISSN 0254-9220
8. Reflexiones finales
Nada debo agradecerte, mano a mano hemos quedado; no me importa lo que has
hecho, lo que hacés, ni lo que harás; los favores recibidos creo habértelos pagado [...]
y mañana cuando seas deslocado mueble viejo y no tengas esperanzas en el pobre
corazón, si precisás una ayuda, si te hace falta un consejo, acordate de este amigo que
ha de jugarse el pellejo pa ayudarte en lo que pueda cuando llegue la ocasión. («Mano
a mano». Carlos Gardel, 1930).
Al igual que las mujeres entrevistadas, esta investigación no posee una identidad
total; no posee una identidad en sí misma que le permita ser concluyente de afir-
maciones finales que supongan un juicio de verdad —o acercamiento a la verdad.
Posee una «identidad» múltiple que le permite mantenerse en construcción, posee
problemáticas abiertas a futuras investigaciones que hacen interesante cuestionar
ciertos aspectos relevantes.
Inicialmente se hace una clara separación entre el sexo y el amor, sin embargo
a medida que uno se adentra, sorprende un vulevú22: un cuarto sombrío lleno de
medias luces, propicio de sexo que invita al goce y a la lujuria, pero que termina
por convertirse en un ambiente de siniestra pureza habitado por un preocupado y
nostálgico hombre en busca de la añoranza de una mujer. Sin embargo, en esa año-
ranza, el cuerpo no permite trascender los límites de su soledad. El acto sexual solo
frustra y es la conversación la que calma y permite evadir la dura realidad cotidiana.
Es así que, uno de los aspectos más curiosos es la idea de «placer», considerado
a lo largo de la investigación. Inicialmente y desde un enfoque materialista clásico,
la mujer que se prostituye es considerada como un recipiente utilizable para la des-
carga —eyaculación— masculina. Sin embargo, esta idea ha sido contrarrestada. La
idea de «placeres» intenta develar que los clientes que acuden a solicitar un servicio
no se limitan a querer penetrar y eyacular en la trabajadora, sino que demandan
otras actividades. No son unos simples animales hambrientos de sexo que necesitan,
a como dé lugar, descargar sus fluidos para evitar cometer una locura23.
La actividad más resaltante es la conversación. En ella se tratan temas del diario
vivir como el trabajo, la familia y los problemas de pareja. La mujer, en su rol de
prostituta, oferta el placer de la compañía, de la mujer comprensiva y cariñosa
que le permite al cliente «descargarse» de sus problemas. La descarga, en este caso
emocional, termina por convertirse en un servicio, más allá de cualquier otro, en
El enfoque clásico de la necesidad de «descarga» consideraba que una de las labores «filantrópicas»
23
de las prostitutas era evitar que los hombres cometiesen adulterio y violación. La descarga de fluidos
corporales era inevitable para los hombres.
50
Gorenstein / Prostitución: permitida y estigmatizada
No se trata de indagar acerca del nivel de veracidad del cariño, sino tan solo de
la capacidad creativa para montar una escena capaz de satisfacer el placer de la com-
pañía romántica: de ofertar el amor.
No es de extrañar que puedan combinarse características a primera vista
opuestas. Ellas, como actoras creativas, le dan vida a su personaje según las particu-
laridades que consideren complacientes. Además, no es de extrañar que a medida
que pase el tiempo, en el ejercicio de la prostitución, posean mayores experiencias
y entrenamiento del cuerpo que les provea más herramientas para modificarlo, para
trans-formarlo y actuarlo.
Es a partir de la repetición y la mecanización que los roles formados para el
curioso servicio de «trato de pareja» permitan prevalecer características del amor
romántico, caballeresco. El «amigo» que visita constantemente a su amada y ella que
lo consuela de sus cuitas, esas que tienen como núcleo un amor imposible, oculto,
desafiante a la sociedad.
Y todo a media luz, que es un brujo el amor; a media luz los besos, a media luz los dos.
Y todo a media luz, crepúsculo interior; que suave terciopelo la media luz del amor.
(«A media luz». Carlos Gardel).
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Debates en Sociología N° 38, 2013 / ISSN 0254-9220
Pero todo esto vendible, ofertable y demandado por un sujeto que escapa a la
cotidianidad, que por el tiempo que dura el servicio se convierte en un caballero
que abandona su animalidad y que, tal vez, al igual que la amada, prefiere ejercitar
ese rol para aplacar el estigma del que es consciente.
Seguidamente, las contradicciones abandonan las letras del tango, pero no sus
orígenes y su continuo desarrollo: la industrialización, que a sus orillas constituyó
un grupo humano de carácter marginal y, que al pasar de los años, terminó por ubi-
carse en la cuna de la legalidad, pero que aun así convive con sus irregularidades.
La licencia de El Trocadero muchas veces no puede controlar algunas irregulari-
dades e ilegalidades producidas dentro. Así como la gran capacidad que tienen las
trabajadoras de transitar en sus papeles performativos, en la práctica las normas
legales de funcionamiento conviven con ilegalidades encubiertas que, más allá de
ser conocidas son difíciles de probar. El prostíbulo transita entre la legalidad y la ile-
galidad según la perspectiva visual desde la que se la observe. De la misma manera,
la prostitución solo puede ser entendida como un trabajo de carácter flexible, no
predeterminado.
Se utiliza el concepto de perspectiva visual porque: un hombre parado frente a
la puerta de una prostituta podría ser un cliente que espera su turno, sin embargo,
en varios casos resulta ser su proxeneta. Él cuenta la cantidad de servicios realizados
para, finalizando la jornada, cobrar por la espera. De la misma manera, una mujer
que trabaja a primera vista tranquila y al parecer conforme con su trabajo podría
estar influenciada por drogas que atenúen su realidad. Este es el caso del «detrás del
telón», de lo que se conoce pero no se puede probar, de la parte que no cubre la
licencia municipal por mera «ignorancia».
Lo que desde la perspectiva formal se juega a ignorar es el hecho de que aun
en un prostíbulo legal puede existir proxenetismo encubierto. La modalidad es,
inicialmente, bastante parecida al modo de acceso de una mujer que decide volun-
tariamente prostituirse y al de un cliente. La mujer paga por el alquiler de su cuarto
y el cliente paga su entrada a El Trocadero. Sin embargo, aun habiendo entrado de
forma separada, el «cliente» —que es en realidad un proxeneta— se para frente al
cuarto de la mujer a la cual explota y le cuenta los «pases» —servicios— que realiza
para luego cobrarle lo adquirido. En algunos casos el proxeneta exige una cantidad
total por día de trabajo, por lo que la mujer explotada debe tratar de conseguir el
dinero a como dé lugar. Esto muchas veces repercute en el hecho de que acepte
cosas que no desea realizar o que afecten su salud, como las relaciones sexuales sin
preservativo.
Aun dentro de la legalidad pueden encontrarse casos como estos que escapan a
la definición de prostitución que postula esta investigación. Los proxenetas mani-
pulan la condición de libre elección de la mujer de prostituirse, para sacar provecho
52
Gorenstein / Prostitución: permitida y estigmatizada
Referencias bibliográficas
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derechos humanos de las trabajadoras sexuales en Perú. Abriendo Caminos: boletín
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Press.
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Debates en Sociología N° 38, 2013 / ISSN 0254-9220
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Debates en Sociología N° 38, 2013, pp. 55-80
ISSN 0254-9220
* Pontificia Universidad Católica del Perú. Este artículo ha sido elaborado en el marco del proyecto
The Transnationalization of Local Water Battles. Water Accumulation by Agribusiness in Peru and Ecuador
and the Politics of Corporate Social Responsibility, a cargo de la Universidad de Wageningen y la Ponti-
ficia Universidad Católica del Perú.
Debates en Sociología N° 38, 2013 / ISSN 0254-9220
Resumen
A principios del año 2000 los biocombustibles se promovieron en el Perú mediante discursos que
subrayaban sus beneficios para el país. No solo responderían al incremento de los precios de los com-
bustibles fósiles en los mercados internacionales sino también aumentarían el nivel de empleo al crear
puestos de trabajo en zonas rurales, contribuirían a cambiar la matriz energética, así como reducirían
los gases de carbono para desacelerar los cambios climáticos. Para el año 2006 varias empresas habían
mostrado interés en producir etanol de la caña de azúcar en una zona semiárida de Piura. La inversión
incluía la adquisición de grandes extensiones de terreno además de derechos de agua suficientes para
irrigar extensas áreas de monocultivos. Desde el enfoque de la ecología política, en este artículo analizo
cómo se usaron las ideas de abundancia y escasez de agua para construir discursos que aseguraran los
derechos de agua de las empresas de biocombustibles en perjuicio de las comunidades campesinas y los
pequeños productores, que eran los usuarios tradicionales del agua. Finalmente, argumento que estos
discursos contribuyeron a la producción de un «paisaje hídrico» que no solo reforzó la insostenibilidad
hídrica sino también las desigualdades sociales en esa cuenca.
Palabras clave: ..................
Between water abundance and scarcity: the cultural politics of biofuels in Piura,
Northern Peru
In early 2000 the promotion of biofuels in Peru was set through the construction of discourses stress-
ing their benefit to the country. Biofuels would not only respond to the increasing prices of fossill fuels
in international markets, but it would also improve employment level by creating jobs in rural areas,
contribute to change the energetic matrix and decrease carbon gases to slow down climatic changes.
By 2006, several companies showed interest in producing ethanol from sugar cane in Piura, a semiraid
area located in the northern coast of Peru. Investment included the acquisition of large extensions
of land in addition to water rights adequate enough to irrigate large areas of monocrop production.
From a political ecology framework, here I analyze how these companies discursively played with the
ideas of water abundance and scarcity to secure their water rights to the detriment of peasant commu-
nities and smallholders who were traditional water rights holders. Finally, I argue that these discourses
contributed to the production of a «waterscape» that not only reinforced water unsustainability but
also social inequalities.
Key words: ..................
56
Urteaga / Entre la abundancia y la escasez de agua
Introducción
Hoy en día el agua es sin duda un recurso disputado. Múltiples intereses, a menudo
contrapuestos, giran alrededor del control del agua y de la forma como este debería
distribuirse y asignarse. Las controversias y conflictos que surgen por la distribu-
ción del agua son generalmente precedidos por una serie de discursos acerca de la
cantidad de agua existente en una cuenca. Los discursos no solo imaginan la oferta
de agua en la cuenca, sino también moldean y deciden qué intereses deberían pre-
valecer y, por ende, cómo debería distribuirse el agua. Precisamente, este ensayo
analiza esas contiendas discursivas en Piura, una región semiárida costera en la que
empresas de biocombustibles vienen sembrando caña de azúcar para producir etanol
desde 2006. Para entonces varias empresas internacionales y nacionales se intere-
saron en Piura como una región apropiada para establecer plantaciones de caña de
azúcar y producir etanol. A partir de ello surgieron preocupaciones acerca de la pre-
sión que dichas empresas podrían ejercer sobre el balance hídrico en la cuenca del
Chira. En respuesta a estas preocupaciones, las empresas pusieron mucho esfuerzo
en demostrar discursivamente la abundancia de agua en la cuenca de manera que
se permitiera las plantaciones de caña de azúcar. En este artículo analizo las con-
tiendas discursivas que surgieron entre los años 2006 y 2007 sobre la oferta de
agua en la cuenca del Chira, en Piura, Perú. En la primera parte, reflexiono sobre
la utilidad teórica de relacionar la ecología política y la antropología para analizar
los discursos e imaginarios sobre la abundancia y la escasez de agua. Luego describo
la cuenca del Chira, en Piura. Seguidamente, analizo cómo estos discursos —los
de las empresas, el estado y las poblaciones locales— compitieron en condiciones
desiguales, luego de lo cual se impuso un paisaje hídrico particular en la región.
Finalmente concluyo resaltando la importancia de los discursos para analizar cómo
se va formando el poder en contiendas en torno de los recursos hídricos. Los datos
para este artículo han sido recogidos de fuentes primarias y secundarias. En Piura
entrevisté a expertos en agua y agricultura, a autoridades del gobierno regional,
miembros de comunidades campesinas, a pequeños agricultores, trabajadores y
representantes de las empresas, etc. También visité el río Chira y algunos canales del
sistema Poechos1. En Lima entrevisté a autoridades agrícolas, académicos y expertos
en biocombustibles y agua.
El sistema Poechos es una infraestructura hidráulica construida en cuatro etapas entre 1970 y 2004.
1
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Debates en Sociología N° 38, 2013 / ISSN 0254-9220
Por lo general, los ecologistas políticos han enfatizado los aspectos materiales de los
conflictos ambientales para evidenciar las desigualdades de poder: «los procesos sub-
yacentes [...] que [...] generan injusticias sociales y ambientales…, la acumulación
continua de capital y las asimetrías extraordinarias de los poderes económico y polí-
tico que están involucradas en ese proceso» (Harvey, 2005, p. 352). Les interesaba
especialmente develar los distintos términos de intercambio material en conflictos
ambientales, por lo cual incidían en cuestionar «quién gana y quién paga por algo,
quién se beneficia y quién es víctima [...] a causa de determinados procesos de
cambio circulatorio metabólico» para eventualmente democratizar la «distribución
del poder social y una forma más inclusiva de producir naturalezas» (Swyngedouw,
2004, p. 30).
Pese a que los ecologistas políticos neomarxistas incluyen en sus análisis no solo
aspectos naturales y físicos, sino también aspectos sociales, culturales, económicos,
técnicos y políticos de la distribución ecológica2 en su intento por subrayar las des-
igualdades materiales establecidas en esos conflictos, algunos han subestimado la
importancia de lo simbólico (véase Martínez-Alier, 2010; p. 107; también 1998
y 2002; además, Mung’ong’o, 2009). Una crítica proveniente de la antropología
social ha señalado que la ecología política ha desarrollado una «visión excesiva-
mente determinista sobre la estructura social [que] a menudo eclipsa las maneras
en que, mediante lenguajes culturales, se articulan los reclamos que compiten por
recursos en complejos contextos de la política local» (Moore, 1998, p. 381). Últi-
mamente, ecologistas políticos posmodernos han señalado que es imperativo ver
más allá de la materialidad para incluir los aspectos socioconstructivos de las des-
igualdades ecológicas (véase Peet y Watts, 1993). Trabajos recientes de ecologistas
políticos para comprender las políticas ambientales han respondido al llamado de
los antropólogos para examinar cuidadosamente «la infinidad de luchas por las cate-
gorías culturales mediante las cuales se disputa el acceso a recursos ambientales
indispensables» (Moore, 1998, p. 382)3. Desde el año 2000 la ecología política
ha dado un vuelco hacia lo simbólico. Por ejemplo, en su análisis de los conflictos
ambientales, Swyngedouw (2006) analiza la socionaturaleza híbrida del agua, seña-
lando la relación intrínseca que existe «entre las transformaciones de, y en el ciclo
hidrológico», y los diferentes tipos de relaciones de poder (Swyngedouw, 2004).
En su descripción detallada del desarrollo de la ecología política, Escobar (2010)
2
Ecologistas políticos, como Swyngedouw (2009) y Gandy (2004) usan metáforas como androides,
circulación, hibridez, paisajes hídricos para reflejar las peculiaridades involucradas en este ambiente.
3
Para una crítica antropológica de la ecología política, ver Moore (1998).
58
Urteaga / Entre la abundancia y la escasez de agua
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Debates en Sociología N° 38, 2013 / ISSN 0254-9220
por fuerzas locales, nacionales e internacionales con diferenciales de poder que des-
pliegan distintas representaciones, prácticas culturales y políticas vinculadas al agua.
A continuación abordo las ideas de escasez y abundancia de agua para develar cómo
son representadas mediante discursos que responden a intereses económicos y polí-
ticos que determinan las formas específicas en que debe distribuirse el agua en el
valle del Chira en Piura.
60
Urteaga / Entre la abundancia y la escasez de agua
del agua en el valle de La Ligua ubicado en el norte de Chile para probar cómo se
refuta socialmente la escasez. Mientras los que viven en la parte baja del valle y río
abajo aseguran que la escasez es provocada por los usuarios ubicados en la parte
alta (que hacen un extenso uso de las aguas subterráneas para regar sus tierras para
la agroexportación), estos consideran que la escasez de agua es imposible en Chile.
Acá, la conceptualización de la escasez como producto de las condiciones hidrogeo-
lógicas oculta el hecho de que fue provocada, antes que nada, por el incremento
del consumo de agua para la agroexportación. Del mismo modo, en Ica, Perú, la
sobreexplotación de aguas subterráneas para el riego de productos agroindustriales
en el desierto fue la causa principal de la escasez de agua al grado de agotar el acuí-
fero. La solución ofrecida tanto por los usuarios de agua de Ica como por el gobierno
central fue la construcción de un proyecto hidráulico para canalizar el agua desde las
alturas de Huancavelica y llevarlo hasta la costa de Ica. Por lo tanto, la construcción
discursiva de la abundancia de agua en las partes altas de la cuenca tuvo el propósito
de encubrir las prácticas no sostenibles de riego en la parte baja de la cuenca que
fueron las que finalmente ocasionaron la escasez hídrica (Urteaga, 2013).
La estructura del conocimiento creada alrededor de la idea de la escasez o la
abundancia de agua puede contribuir a crear percepciones de aquellos fenómenos
físicos que influyen sobre las prácticas sociales y las decisiones políticas que apuntan
a transformar los paisajes hídricos para atender determinadas agendas. En este artí-
culo sostengo que la escasez y la abundancia de agua como estrategias discursivas
(Nader, 1997) podrían tener consecuencias catastróficas similares a las de los fenó-
menos físicos, no solo porque permiten la transformación de la naturaleza sino
también porque podrían poner seriamente en riesgo a aquellos excluidos de los
beneficios de esas transformaciones (véase Wali, 1989 y Johnston, 2005). Las repre-
sentaciones implementadas mediante estrategias discursivas pueden generar «efectos
de verdad»(véase Alonso, 1988) con consecuencias políticas, sociales y económicas
que podrían reforzar las desigualdades sociales y las prácticas no sostenibles. En rea-
lidad, «si bien las condiciones hidrológicas físicas pueden producir escasez de agua,
los discursos de “escasez” y “abundancia” se utilizan para movilizar los intereses de
diversos agricultores» (Budds, 2012, p. 72), que frecuentemente perjudican a otros.
En este sentido, «se debe prestar [...] atención especial a las relaciones de poder social
[...] por las que ocurren las transformaciones hidrosociales. Esto también incluiría el
análisis de los discursos y argumentos que se activan para defender o legitimar determi-
nadas estrategias» (Swyngedouw, 2009, p. 57, mis cursivas). Mediante el análisis de
los discursos podemos descubrir cómo las «estrategias discursivas [...] crean “efectos
de verdad”» (Alonso, 1988, p. 35) que transforman la naturaleza y producen paisajes
hídricos. Un paisaje hídrico «no es simplemente una escala espacial alternativa, sino
una configuración socioespacial constituida por procesos sociales y ecológicos que se
61
Debates en Sociología N° 38, 2013 / ISSN 0254-9220
Véase: http://hispagua.cedex.es/sites/default/files/especiales/Trasvases/monograficocuencas2012/
5
Cuencas-compartidas-peru-ecuador.html
62
Urteaga / Entre la abundancia y la escasez de agua
6
Por ejemplo, los pastores locales usaban tierras eriazas que no estaban formalizadas para su ganado,
los pequeños agricultores también lo usaban para sus productos de pan llevar o como bosques. Véase
Sabogal (2013).
7
Por ejemplo, el numeral «d» del artículo 2 del decreto legislativo 653 promueve la inversión en
tierras eriazas para la agricultura, la ganadería, la industria forestal o agrícola; mientras el artículo 9
señala que aquellos productores agrícolas que eran propietarios de más de cinco hectáreas de tierra
podrían hipotecar sus tierras a favor de cualquier personal natural o jurídica.
8
Véase: http://www.minag.gob.pe/portal/sector-agrario/agricola/cultivos-de-importancia-nacional/
azúcar/producción25? start=1
9
Ingeniero Carlos Cabrejos, comunicación personal, 26.08.12.
63
Debates en Sociología N° 38, 2013 / ISSN 0254-9220
Por lo tanto, no es casual que el agua haya sido una preocupación crucial no
solo para los campesinos y los pequeños agricultores, sino también para las grandes
corporaciones agroindustriales y para el estado mismo. De hecho, el Plan Nacional
de Agroenergía (2009-2020), redactado por el Ministerio de Agricultura, menciona
algunos riesgos que la producción de biocombustibles en la costa puede significar
para el agua: la falta de información acerca de la oferta de agua en las cuencas, inclu-
yendo agua azul, verde y blanca, etc., el poco conocimiento que hay acerca de los
marco normativo existente para la utilización del agua, la falta de claridad sobre los
derechos y obligaciones con respecto al agua, la excesiva informalidad de los dere-
chos de agua, los problemas relacionados con la salinidad de los suelos debido al
riego ineficiente y a la falta de estructura de drenaje en valles tales como el de Chira,
la falta de cultivos adecuados a los suelos y el déficit de agua que caracteriza la costa
peruana, la deficiente infraestructura hidráulica debido a la sedimentación (Minis-
terio de Agricultura, 2009, p. 13).
Sin embargo, la mayoría de autoridades encargadas de promover los biocom-
bustibles no consideraron el agua en los esquemas de inversión. Aparentemente,
la necesidad de promover los biocombustibles eclipsó cualquier dato de la realidad
que pudiera fungir de obstáculo. Isabel Quispe10 señala: «El agua no ha sido tema
64
Urteaga / Entre la abundancia y la escasez de agua
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Ingeniero Ricardo Pineda, comunicación personal, agosto 2012. Torres Aguas (1995, p. 196) cal-
cula que el consumo de agua de la caña de azúcar «oscila/ranges entre 1200 y 1500 mm al año,
mientras en zonas subtropicales en las que las épocas secas son más largas y la evaporación es mayor
que en las zonas tropicales, es un poco mayor».
65
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Urteaga / Entre la abundancia y la escasez de agua
WEAP (Water Evaluation and Planning), Ramos (2011) trabajó sobre cuatro posibles
escenarios en el año 2030. El primero mantenía la oferta y la demanda de agua, exclu-
yendo los nuevos cultivos bioenergéticos, a excepción de los que ya estaban instalados.
El segundo aumentó la demanda hídrica en 24 000 hectáreas de caña de azúcar; mien-
tras que las demás variables se mantuvieron constantes. El tercer escenario suponía un
incremento de 24 000 hectáreas de sorgo. Finalmente, el cuarto suponía una amplia-
ción de las zonas de caña de azúcar y otros cultivos de pequeños agricultores, así como
una mayor presión sobre el nivel operativo de la represa. El estudio concluyó que las
instituciones del estado no toman en cuenta el manejo del agua en la planificación del
uso de las tierras: «Los resultados para los escenarios 2, 3 y 4 indican una reducción
de la confiabilidad del sistema hidráulico, que lleva a disminuir la demanda hídrica
de los agricultores cubierta de 90 por ciento a …84, 89 y 85 por ciento, y de 80 por
ciento a 60, 74 y 52 por ciento de los cultivos bioenergéticos». El autor sostiene que
«el escenario 1 es satisfactorio con limitaciones, y que los escenarios 2, 3 y 4 son insa-
tisfactorios» (Ramos, 2011, p. 69). En pocas palabras, aumentar las áreas de cultivo
con caña de azúcar para producir etanol podría afectar la disponibilidad de agua que
cubre la demanda del sistema regulado Chira-Piura, impactando así no solo a los
demás usuarios de agua sino también a las mismas empresas productoras de bioetanol.
Este análisis coincide con un estudio publicado en 2010 por la Academia Nacional
de Ciencias (National Academy of Sciences – NAS) de Estados Unidos de Norteamé-
rica, que concluyó que «aumentar la producción de etanol podría ejercer más presión
sobre los recursos hídricos porque se expandirían los cultivos para biocombustibles en
regiones más secas que requerirían nuevos riegos» (Huffaker, 2010, p. 130). La evi-
dencia de la vulnerabilidad del agua en la cuenca del Chira no constituía un escenario
auspicioso para las empresas de biocombustibles. El problema del agua estaba muy
vinculado al esquema corporativo para adquirir miles de hectáreas de tierras eriazas en
Chira, como se verá a continuación.
67
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Urteaga / Entre la abundancia y la escasez de agua
de 150 000 hectáreas, mientras que en el valle del Chira se estiman 37 000 ha
vendidas.34 Extraoficialmente se conoce que las hectáreas vendidas a corporaciones
agroindustriales incluían tierras de comunidades, tierras del Estado, tierras para
pastoreo, entre otras16, muchas de los cuales habían sido clasificadas como tierras
eriazas17, a pesar de que varias comunidades, grupos de agricultores y asociaciones
de pastores las poseían y/o las utilizaban de alguna forma para sus actividades eco-
nómicas36.. Este hecho no solo ha transformado la propiedad de la tierra y los
medios de subsistencia en el valle del Chira, sino también la gestión del agua porque
varias hectáreas de tierras eriazas se han incorporado al sistema hidráulico regu-
lado como económicamente productivas y, por lo tanto, con necesidad de agua. En
Piura la mayor parte de las tierras que obtuvieron las empresas de biocombustibles
fue tierra eriaza, con lo cual «las tierras que no estaban produciendo ningún cultivo
[serían] modificadas para producir caña de azúcar» (Deforge-Lagier, 2009, p. 49).
Esta tierra improductiva, una vez transformada, presiona por la oferta de agua de la
cuenca Chira-Piura. Por esta razón, señalan que «los cambios en el uso de la tierra
intensifican la explotación del suelo, incrementan la extracción de agua y aumentan
la contaminación del agua» (Deforge-Lagier, 2009, p. 49).
En la actualidad se podría identificar hasta cuatro tipos de propietarios en la
región: «en el primer grupo, hay grandes corporaciones con más de 1000 hectáreas;
en el segundo grupo, pequeñas y medianas empresas con más de 100 hectáreas; en
el tercer grupo podemos encontrar grandes y medianos propietarios de tierras con
más de 5 y hasta 99 hectáreas y, el último, está formado por pequeños propieta-
rios...» (Cabrejos, 2011, p. 44). Entre los primeros está la corporación «M», a la que
en 2006 el gobierno regional de Piura le otorgó 10 000 hectáreas de tierras eriazas,
a través del Proyecto Especial Chira-Piura. En la primera etapa, «M» adquirió tie-
rras de la siguiente manera: 400, 5232, 1701, 1230, 196 y 877 hectáreas. Un tercio
de estas tierras estaban ocupadas por pequeños agricultores y ganaderos, que no
solo las consideraban bienes colectivos, sino que las usaban para sus actividades
económicas. El impacto no se limitó a la apropiación de tierras sino también a la
acumulación de agua, lo que fue cuidadosamente diseñado mediante discursos téc-
nicos y jurídicos, como se observará en la siguiente sección.
16
También se incluyó un cementerio en el área vendida por el Gobierno Regional a una empresa de
Biocombustibles en Piura. Ing. Cabrejos, comunicación personal, 26.08.12.
17
Legalmente, las tierras eriazas son aquellas que no pueden cultivarse debido a la escasez o el exceso
de agua por lo que se requiere inversión para ser trasformadas en tierras cultivables. El artículo 24 del
decreto legislativo 653 define las tierras eriazas y menciona como ejemplos las praderas con pastos
naturales, las tierras protegidas y aquellas que constituyen patrimonio arqueológico. Véase también la
ley 26505 o Ley de la Inversión Privada en el Desarrollo de las Actividades Económicas en las Tierras
del Territorio Nacional y de las Comunidades Campesinas y Nativas.
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En esta sección analizo el conflicto que surgió en 2006 cuando «M» requirió agua
para cultivar 10 000 hectáreas de caña de azúcar para etanol en el valle del Chira.
«M» requería una reserva de agua de aproximadamente 186,6 m3, que corría de la
represa de Sullana «hasta perderse en el mar». Generalmente, esta agua se denomina
«caudal de retorno» y se define como agua superficial que no puede ser almacenada
en los embalses, agua superficial que fluye hacia el mar y agua subterránea del acuí-
fero (Gallo, 2009). Esta observación es importante ya que ha sido el argumento
que «M» usó para afirmar que no competiría con otros usos agrícolas del agua del
sistema regulado.
Uno de los puntos más conflictivos consistió en demostrar la existencia de un
volumen de agua suficiente para cubrir la demanda adicional que significaría esta
inversión para el sistema hidráulico regulado. Se produjo así una batalla burocrá-
tica dirigida principalmente por instituciones del estado acerca de la asignación de
una reserva de agua de 186 Mm3 para «M». En el grupo opuesto al cultivo de caña
de azúcar para etanol se encontraban principalmente las autoridades regionales de
agua, como el presidente de la Junta Directiva de la Autoridad Autónoma de la
Cuenca Hidrográfica Chira Piura (AACH-CHP), el gerente general de la AACH-
CHP y de la Autoridad Técnica del Distrito de Riego (ATDR) Chira, así como los
agricultores de las Juntas de Usuarios del Medio y Bajo Piura, y la Junta de Usua-
rios de Sechura, las comisiones de regantes de los márgenes derecho e izquierdo del
río Chira, y del distrito El Arenal, quienes estaban definitivamente en contra de
la concesión de agua a «M». El segundo grupo, a favor de la producción de bioe-
tanol, estaba conformado principalmente por las autoridades del gobierno regional
y nacional, algunos dirigentes de la Junta de Usuarios del Chira y la corporación
«M» (Gallo, 2009).
En agosto de 2005 las autoridades de la AACH-CHP recomendaron que «M»
elaborara un estudio hidrológico y un balance hídrico. Se suponía que el estudio
hidrológico evaluaría el volumen de agua disponible para el proyecto de etanol.
Solo un mes después, «M» tenía listo el estudio que envió al gobierno regional para
su aprobación. La Evaluación de Impacto Ambiental de «M» contenía suficientes
datos como para concluir sobre la abundancia de agua en el Chira:
El EIA [de 2006] [incluye] estudios hidrológicos y de balance hídrico de la cuenca
del río Chira. El ámbito de aplicación se extiende desde la represa de Sullana
hasta el estuario del río Chira. Este concluye que el balance hídrico es suficiente
para abastecer de agua a los actuales usuarios de agua, preservar el flujo ambiental
y [llevar a cabo] el proyecto de agrocombustibles. No obstante, el acceso a los datos
70
Urteaga / Entre la abundancia y la escasez de agua
18
Informe 1-2006-AACH.
19
Informe 1-2006-AACH.
20
Oficio 580-2006-GRP-PECHP.
71
Debates en Sociología N° 38, 2013 / ISSN 0254-9220
máximo. Sin embargo, si bien existe un alto nivel hídrico durante 3 meses, de
junio a diciembre no hay suficiente agua para todos los usuarios. (Deforge-Lagier,
2009, p. 47, mis cursivas).
Los expertos sostenían que existía una duda razonable en cuanto a la disponibi-
lidad de agua de la cuenca para cubrir 15 000 ha de nuevas tierras adquiridas para
biocombustibles porque el balance hídrico original de la cuenca Chira-Piura no
tomó en cuenta la extensión de la frontera agrícola, incluso cuando el reservorio de
agua de Poechos estaba operando con la capacidad para la que había sido diseñado21.
Sin embargo, las suspicaces autoridades del gobierno regional de Piura decidieron
realizar otro estudio para «demostrar» que había suficiente agua para todo. El debate
discursivo debía ser resuelto. Por ello, mediante la ordenanza regional 110-2006/
GRP-CR, el gobierno regional llevó a cabo un estudio del balance hídrico que
indicó que:
el volumen total de agua que suministran el [río Chira] y el sistema de riego es sufi-
ciente para abastecer de agua a todos los usuarios. Existe suficiente agua disponible
para abastecer la demanda actual de los usuarios de 290 Mm3, considerando una
pérdida del 30% y una demanda adicional de 186 Mm3 del proyecto [«M»].
Ellos sí toman en cuenta el suministro del río Chira además del de la reserva de
Poechos. Es importante señalar que el estudio se basa en una demanda agroin-
dustrial adicional de 10672 hectáreas. Pareciera que la necesidad de la segunda
empresa [6,000 ha más] no se ha tomado en cuenta en este estudio realizado en
2006. (Deforge-Lagier, 2009, p. 47, mis cursivas).
72
Urteaga / Entre la abundancia y la escasez de agua
23
Acuerdo del Consejo Regional de Piura 352-2006/GRP-CR.
24
Véase: oficio 518-2006-AACH CHP.
25
Véase: resolución ministerial 01497-2007-AG.
26
Véase: acuerdo del Consejo Regional 368-2006/GR Piura-CR.
27
Resolución ministerial 380-2007-AG.
73
Debates en Sociología N° 38, 2013 / ISSN 0254-9220
norma afectó a los usuarios de agua que habían estado solicitando derechos de agua
sin éxito, pero también a los pequeños agricultores y las comunidades locales que
deseaban sembrar nuevos cultivos, e incluso, a empresas que deseaban invertir en
caña de azúcar para etanol28.
Luego que el estudio hidráulico fuese aprobado por la Autoridad Nacional del
Agua, la configuración de un nuevo paisaje hídrico empezó a tomar forma. «M»
realizó su propia ingeniería hidráulica, que suponía no solo el cambio del uso de la
tierra, sino también la transformación de tierras eriazas a tierras agrícolas, estudios
arqueológicos, estudios sobre el flujo ecológico del río, etc. Luego, la Autoridad
Nacional del Agua emitió la resolución directoral 1497-2006-IRH y «M» pre-
sentó un expediente para sustentar el proyecto de construcción de dos estaciones
de bombeo de agua llamadas Macacará y El Arenal29. Para la estación de bombeo
Macacará, ubicada en el distrito de La Huaca, «M» recibió una «Licencia» de la
Autoridad Nacional del Agua para aproximadamente 2 452 800 m3 de agua super-
ficiales del río Chira para el uso industrial de la planta de producción de etanol30.
Los reservorios de agua de «M» (estaciones de bombeo) tienen 400 m y 280 m, que
suman un total de 650 000 m3, con 8 metros de profundidad.
En mayo de 2009 «M» requería que la Autoridad Nacional del Agua le otorgara
«Licencias» para el riego de miles de hectáreas de semillas de caña de azúcar. En la
primera etapa, se programaron 7800 ha, pero finalmente se sembraron 7500 ha.
Durante la segunda etapa, no se podían sembrar las 2300 ha debido a la calidad del
suelo, pero las autoridades de agua le permitieron tomar agua de los terrenos adya-
centes que fueron adquiridos de pequeños agricultores. Las «licencias» no solo se
otorgaron para usos industriales del agua, también se otorgaron para usos agrícolas,
confirmando así los temores iniciales de los pequeños agricultores y las organiza-
ciones de usuarios de agua que aseguraban que la corporación terminaría usando el
agua del sistema y no solo los flujos de retorno (véase la tabla 1). La empresa señala
que el volumen del flujo de retorno asignado legalmente es suficiente para todo lo
que ya se ha sembrado y también para las áreas proyectadas. Por los volúmenes de
agua usados por «M» en enero de 2013 se pagó a la Junta de Usuarios de la margen
izquierda del río Chira S/. 0,02794/m3.
28
Por ejemplo, BioLatina.
29
Véase: resolución 565-2008-INRENA
30
Véase: resolución directoral 0316-2012- ANA-AAA-JZ-V. Esta «licencia» renovó una anterior
otorgada mediante resolución administrativa 0389-2011-ANA-AAA-JZ-V.
74
Tabla 1. Licencias» otorgadas a «M» en 2009 para uso agrícola del agua
75
Urteaga / Entre la abundancia y la escasez de agua
Debates en Sociología N° 38, 2013 / ISSN 0254-9220
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Urteaga / Entre la abundancia y la escasez de agua
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Debates en Sociología N° 38, 2013, pp. 81-108
ISSN 0254-9220
Esteban Torres*
Resumen
En el presente artículo analizamos de modo sistemático y pormenorizado un aspecto central de la
perspectiva sociológica contemporánea del poder de Manuel Castells: la cuestión del enmarcado o mo-
delado de la mente. El estudio nos permitirá descubrir, principalmente, la proliferación de un discurso
edificado a partir de dos operaciones teóricas ocultadas por el autor: la postulación de una lógica de
imposición como lógica excluyente del poder y del poder de enmarcado, y la separación entre el poder
y las mentes. Demostramos que tal discurso encarna un movimiento contradictorio en tanto asume
con frecuencia una forma marcadamente ideológica que tiende a enmascarar las operaciones mencio-
nadas. La apropiación que efectúa Castells de la teoría de Entman, su fuente teórica principal en este
caso, aporta pruebas significativas para evidenciar tales hallazgos.
Palabras clave: poder, mente, cognición, teoría sociológica, comunicación política.
Abstract
In this paper, we analize in systematic and detailed terms one central aspect of Manuel Castells´s
contemporary sociological perspective of power: the question of frame or modeling mind. The research
will allow us to discover, mainly, the proliferation of a discourse built from two theoretical operations
hidden by the author: the postulation of a logic of imposition as exclusionary logic of power or power
of framed, and the separation between power and minds. We demonstrate that such discourse embo-
dies a contradictory movement as often assumed a markedly ideological form that tend to mask the
mentioned operations. Castells´s appropriation of Entman´s theory, his mainly theoretical source in
this case, provides significant evidence to demonstrate such findings.
Keywords: power, mind, cognition, sociological theory, political communication.
82
Torres / El enmarcado de la mente: análisis de una clave central de la visión del poder de Manuel Castells
1. Introducción
En el presente artículo nos ocupamos del análisis sistemático y pormenorizado de un
aspecto central de la perspectiva sociológica del poder de Manuel Castells, tal como la
formula en los últimos tiempos: la cuestión del enmarcado o modelado de la mente. La
comprensión de este aspecto nos interesa, por ello mismo, en la medida que colabora
en el esclarecimiento de la visión del poder de nuestro autor. A partir de 2009 la teoría
del poder de Castells, y en particular la relación que establece entre poder y comuni-
cación, se abre a la preocupación por los procesos de cognición social e individual. La
referencia a la cuestión mental ingresa en su formulación sobre el poder, por un lado,
a partir del reconocimiento de la comunicación como dimensión principal del poder,
y por el otro, a partir de un nuevo discurso metodológico que alude muy tímidamente
a la limitación de cierta mirada estructural, y que propone completarla a partir de una
teoría cognitiva de la agencia. Respecto a este segundo punto nuestro autor anuncia
que la integración de la perspectiva de la estructura y de la agencia, de la determina-
ción estructural con los procesos cognitivos, es la transición analítica clave de su libro
Comunicación y poder (Castells, 2009, p. 27). De este modo, en lo que respecta a la
determinación de la forma comunicativa del poder, Castells señala que es necesario no
solo estudiar cómo y quién origina los mensajes y cómo se transmiten o forman en las
redes electrónicas de comunicación, sino también cómo se procesan en las redes cere-
brales (p. 25). De la misma manera, nuestro autor no duda en afirmar que el emisor
del mensaje (redes de comunicación y las empresas propietarias) es solo una de las
condiciones para la construcción del significado —está en su origen— y que la otra
es la mente de receptor, ya sea individual o colectiva (p. 537). Comprometido —al
menos en apariencia— en la promoción del nuevo enfoque sociológico integrador,
Castells señala que los mecanismos de construcción del poder se pueden identificar en
última instancia en las formas concretas de conexión entre las redes de comunicación
y de significado en nuestro mundo y las redes de comunicación y de significado de
nuestro cerebro (p. 25). Insistimos que lo novedoso del discurso explícito de Castells
en este último texto es el reconocimiento de la necesidad de comprender de qué
forma la mente humana procesa estos mensajes y cómo se traduce tal proceso en el
ámbito político. Ahora bien, una de la hipótesis que intentaremos demostrar en este
punto es que la ansiada integración no llega a concretarse, no al menos de un modo
satisfactorio.
Como ya insinuamos, la forma general que adopta el nuevo enfoque sociológico
integrado sobre el aspecto comunicacional del poder se sintetiza en buena medida
a partir de la noción de proceso de enmarcado o modelado de la mente1, que como
1
Todo indica que Castells pretende instalar la idea del enmarcado de las mentes como una innova-
ción conceptual al interior de las teorías del poder, dando a entender que todas ellas están en cierto
83
Debates en Sociología N° 38, 2013 / ISSN 0254-9220
punto desactualizadas: «Aunque las teorías sobre el poder y la observación histórica apuntan a la
importancia decisiva del monopolio de la violencia por parte del estado como origen del poder social,
sostengo que dicha capacidad requiere el enmarcado individual y colectivo de las mentes» (Castells,
2009, p. 535). Aquí el enmarcado de las mentes ingresa como una forma concreta de aludir a la
dimensión simbólica del poder. Ahora bien, ¿en qué teorías del poder está pensando Castells? Pareciera
que principalmente en la perspectiva de Weber, aunque asumiendo una lectura equívoca, estadocén-
trica, de su teoría del poder, entendida esta como pura violencia institucionalizada y desprovista en
todo momento de cualquier legitimidad. De tal modo la presenta principalmente en su primer libro
relevante de ruptura con el marxismo (La ciudad y las masas, sociología de los movimientos sociales
urbanos, 1983, p. 411) y luego tiende a conservarla en buena medida. De la manera en que efectúa
la afirmación, nuestro autor tiende a desconocer aquellas teorías sociales clásicas y contemporáneas
del poder que hacen de lo simbólico una dimensión crítica o la dimensión principal del poder (Ej.,
Gramsci, Williams, Foucault, Bourdieu, Baudrillard, Mann, Thompson, Laclau, etc.). Para poder sos-
tener dicha afirmación, antes que aludir a las teorías del poder, nuestro autor quizás debería referirse
directamente a las teorías del Estado, pero es evidente que con ello se desvanecería su pretensión de
generalidad social. En cualquier caso, es menester señalar que la originalidad del autor español consiste
en ofrecer un abordaje al problema de la relación entre mente o cognición y poder social desde una
matriz sociológica general.
2
En 1997 Castells llega a sostener por única vez que la sede del poder simbólico es la mente de la
gente. En concreto, nuestro autor dirá: «El nuevo poder reside en los códigos de información y en las
imágenes de representación en torno a los cuales las sociedades organizan sus instituciones y la gente
construye sus vidas y decide su conducta. La sede de este poder es la mente de la gente» (Castells et al.,
2007, p. 463). Ahora bien, es fácil observar que las nociones de residencia y sede del poder son equi-
valentes, y por lo tanto el poder, tal como lo describe Castells, no podría situarse en ambos elementos.
Al tener que elegir entre uno y otro, y tomando como referencia la trayectoria conceptual de nuestro
autor, nos inclinamos a suponer que la sede del poder simbólico finalmente no es la mente de la gente
sino el espacio de producción y difusión de información e imágenes. Luego, en 2005, Castells afirma
—también por única vez— que «la dominación del espacio mediático sobre la mente de las personas
trabaja con base en un mecanismo fundamental: presencia / ausencia de mensajes en el espacio mediá-
tico (traducido del portugués) (Castells, 2005, p. 25). El reconocimiento del poder de los medios sobre
la mente de la gente, en cierto modo confirma la validez de nuestra suposición anterior. La referencia
a la lógica de dominación del espacio mediático como cierta lógica de presencia/ausencia no vuelve a
repetirse en dichos términos.
3
Si bien luego del texto mencionado nuestro autor continuó escribiendo y publicando textos orien-
tados a exponer su nueva teoría del poder (ver en especial Castells, 2011), estos tienden en gran
medida a reproducir la conceptualización ya desarrollada en 2009.
84
Torres / El enmarcado de la mente: análisis de una clave central de la visión del poder de Manuel Castells
comunicación como forma o forma principal de poder, que pone en juego en tér-
minos generales a partir de 19944, este se sitúa como una de las claves principales
y al mismo tiempo más polémicas de su visión sociológica actual del poder. El
problema principal que aquí se plantea, y que atañe a su sentido polémico, es que
pudimos corroborar que el discurso explícito que despliega Castells no se condice
en gran medida con su visión teórica sustantiva. Al calor de un movimiento dis-
cursivo acentuadamente contradictorio, la posición explicitada de nuestro autor
tiende a cobrar una forma básicamente ideológica, en el sentido marxiano clásico
del término, esto es, asociado a cierta idea de falsedad o de enmascaramiento. Tal
aseveración se evidencia en el presente estudio principalmente a partir del encu-
brimiento de dos operaciones teóricas que efectúa Castells: la adopción de una
lógica de imposición como lógica excluyente del poder y del poder de enmarcado,
y luego la separación que efectúa nuestro autor entre el poder y las mentes. La pri-
mera la tiende a ocultar a partir de un discurso que promociona una racionalidad
dialógica y/o interaccionista basada en la construcción social de significados, y
la segunda a partir de un relato de mutua interpenetración entre poder y mente,
de integración parcial entre ambos. En cualquier caso, tales descubrimientos per-
miten visualizar el modo específico en que la visión sociológica del poder de
Castells se inclina a favor de universalizar la lógica de actuación de los actores
dominantes, o dicho en términos más efectistas, de los dominadores. A nuestro
entender, tal hallazgo en sí mismo ya justifica con creces la validez del presente
estudio. De este modo, el tema que nos ocupa, el análisis conceptual de la noción
de enmarcado de la mente y su relación con el concepto de poder, reviste la mayor
importancia ya que si no logramos acceder a su plena comprensión no podremos
dilucidar los aspectos centrales que encierra el discurso sociológico más reciente
de uno de los científicos sociales más prestigiosos del planeta en estas horas, así
como imaginar posibles vías de superación de tal perspectiva. Por otra parte cons-
tatamos que la temática específica del artículo, los aspectos de su concepto de
poder desentrañados en estas páginas, pese a la importancia central que adquiere
en la teorización de Castells, no han sido analizados sistemáticamente por los
comentaristas del texto de referencia del presente estudio5. Entendemos que tal
desatención garantiza en buena medida la originalidad del trabajo.
4
Para nuestro autor las formas esenciales de ejercicio del poder o de construcción de poder son
básicamente dos: coerción y comunicación, expresado también como coerción e influencia (siendo
esta última para Castells su forma comunicativa) o violencia física y comunicación, si bien en algunos
casos la comunicación se insinúa como forma única de poder. Si bien dicha distinción no termina de
resultar convincente por varios motivos, su análisis excede los objetivos del presente artículo.
5
No registramos estudios sistemáticos y detallados sobre los elementos teóricos centrales de Comu-
nicación y poder, menos aún sobre su concepto de poder. Simplemente pudimos identificar algunas
reseñas y textos más bien superficiales (Fuchs, 2009; Van Dijk, 2010; Howard, 2011; Pickard, 2011;
85
Debates en Sociología N° 38, 2013 / ISSN 0254-9220
Munch, 2012; Kavada, 2011), que si bien abordan aspectos importantes del libro en ningún caso se
ocupan del análisis de la relación conceptual que propone Castells entre poder y discurso.
86
Torres / El enmarcado de la mente: análisis de una clave central de la visión del poder de Manuel Castells
siglo XXI hasta 2009, momento del desarrollo teórico central, casi excluyente, de la
noción en cuestión. De este modo, a partir de la combinación del registro de Cas-
tells y el nuestro, podemos decir que el tiempo de la presente centuria es el tiempo
de la comunicación y el enmarcado de la mente como forma principal de poder.
En resumidas cuentas, en sus textos de la primera década del siglo XXI Castells
hace referencia a cuatro tendencias sociales generales, siendo las dos primeras las más
importantes: la oposición entre globalización e identidad (local6) (Castells, 2006a,
2009; Castells y Arsenault, 2008b), la globalización de las actividades económicas,
comunicativas y culturales centrales (Castells, 2000b, 2008), la reestructuración
del capitalismo —con énfasis en la desregulación y la liberalización— (Castells,
2000a), y finalmente la diversidad, especificación e individualización de la vida, el
trabajo, el espacio y la comunicación (Castells, 2000b). Las tres primeras tenden-
cias mencionadas —junto a otras— caracterizan igualmente para nuestro autor
la década de 1990. En el plano de la comunicación, que es el campo específico
involucrado en el proceso de enmarcado, Castells alude en primer lugar a cinco
procesos generales: el surgimiento de la autocomunicación de masas —en referencia
a Internet, las redes sociales, y la tecnología móvil7— (Castells, 2007b, 2009; Cas-
tells et al., 2007; Castells y Arsenault, 2008a, 2008b; Linchuan Qui, 2008), el
desarrollo de un nuevo sistema de medios que encierra las expresiones culturales y
formas de comunicación en un hipertexto digital global/local interactivo (Castells,
2000a, 2004a, 2005, 2007a, 2009), la globalización de la comunicación (en los
controles financieros y tecnológicos) (Castells, 2003a, 2004b, 2008, 2009; Castells
y Arsenault, 2008a; ), la universalización de Internet como medio de comuni-
cación interactiva (Castells, 2000a, 2001; 2002c; 2002b), el desarrollo de redes
horizontales de comunicación interactiva (Castells, 2000b, 2005, 2007b, 2009)
y finalmente la determinación cada vez mayor de las relaciones de poder por el
campo de la comunicación (Castells, 2007b; 2008c; 2009; Linchuan Qui, 2008).
A las tendencias de este primer nivel las secunda un grupo importante de siete ten-
dencias comunicacionales fuertemente relacionadas o bien emparentadas con las
primeras: la digitalización del sistema de comunicación (Castells, 2005; 2008b;
2009; Castells y Arsenault, 2008a), la expansión de la comunicación inalámbrica
(Castells, 2004b; Castells et al., 2007; Castells y Arsenault, 2008a), el carácter local
/ global del negocio mediático de los grupos empresariales (Castells, 2001, 2005,
2009), la extensión del poder de procesamiento de información y comunicación de
Internet a todos los ámbitos de la vida social (Castells, 2001; 2007b), la ruptura de
los patrones de comunicación social (Castells, 2000b; 2004a; Castells y Himanen,
Aclaración nuestra.
6
Aclaración nuestra.
7
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– [1] «Mi hipótesis de trabajo es que la forma esencial de poder está en la capa-
cidad para modelar la mente» (p. 24);
– [2] «Las relaciones de poder se basan en gran medida en la capacidad para
modelar las mentes construyendo significados a través de la creación de imá-
genes» (p. 262);
– [3] «El ejercicio del poder opera mediante la activación de redes de asociación
entre acontecimientos e imágenes mentales8 a través de procesos de comunica-
ción» (p. 259);
– [4] «La forma decisiva de ejercicio del poder se lleva a cabo mediante el mode-
lado de la mente» (p. 392);
– [5] «La batalla primordial por la definición de las normas de la sociedad y la apli-
cación de dichas normas9 a la vida diaria gira en torno al modelado de la mente»
(p. 24);
8
Veremos más adelante que dicha activación de redes de asociación es sinónimo de enmarcado de la
mente.
9
La batalla primordial por la definición de las normas de la sociedad y la aplicación de dichas
normas a la que alude Castells es para este sinónimo de la batalla por el poder.
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Torres / El enmarcado de la mente: análisis de una clave central de la visión del poder de Manuel Castells
– [6] «La capacidad para emplear con éxito la violencia o la intimidación10 requiere
el enmarcado individual y colectivo de las mentes» (p. 535).
En un segundo grupo recolectamos las referencias a la identificación entre poder,
comunicación y mente que se presentan —de distintos modos— a partir de la noción
de «construcción en la mente», lo cual invita a imaginar una relación más horizontal
e interactiva entre dichos elementos. En cualquier caso, las presentes afirmaciones
emplean otros términos para aludir a lo mismo que el primer grupo:
– [7] «El poder se construye en nuestra mente a través del proceso de comunica-
ción» (p. 25);
– [8] «Las relaciones de poder se construyen en la mente a través de procesos de
comunicación» (p. 30);
– [9] «El poder se ejerce fundamentalmente construyendo significados en la mente
humana mediante los procesos de comunicación que tienen lugar en las redes
multimedia globales-locales de comunicación de masas» (p. 535);
– [10] «Las relaciones de poder se construyen en gran medida en la mente humana»
(p. 537).
– [11] «Las redes —de poder ejercen el poder influyendo en la mente humana
principalmente (pero no solo) a través de las redes multimedia de comunicación
de masas» (p. 548);
– [12] «El poder funciona actuando sobre la mente a través de los mensajes»
(p. 27).
En el primer grupo podemos observar cómo Castells emplea tres modos similares
de aludir a la relación entre poder y modelado de la mente. En términos simpli-
ficados, nuestro autor dirá que la forma principal de poder es la capacidad para
modelar la mente [1 y 2], que aquella opera mediante el enmarcado de la mente [3
y 4] y finalmente que requiere del enmarcado de la mente [5]. La primera acepción
implica sostener que el poder es principalmente capacidad para modelar la mente,
lo que equivaldría a decir, dada la igualación que asume Castells entre poder y capa-
cidad11, que el poder es principalmente poder para modelar la mente. Veremos en
10
Nuevamente, aquí «la capacidad para emplear con éxito la violencia o la intimidación» equivale en
los términos de nuestro autor al poder físico o poder material.
11
Exceptuando un breve período de tiempo, a lo largo de su producción científica, que se inicia en
1967, Castells define en primera instancia al poder como una capacidad. El poder como capacidad
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Debates en Sociología N° 38, 2013 / ISSN 0254-9220
está centrado en las atribuciones propias de un actor, sea individual o colectivo, y por tanto tiende a
desconocer —o sino a minimizar— la dimensión sociorrelacional y sociocontextual del poder. Sobre
la relación entre poder y capacidad en el período 1967-1982, ver Torres, (2011a).
12
Tal equivalencia, sin embargo, no conlleva en ningún momento de la obra del sociólogo español la
fijación de una visión dialógica o relacional del poder. De este modo, la noción de relación de poder
asume una formula discursiva desprovista de valor conceptual. Para un análisis del vínculo entre las
nociones de poder y de relación social en el período 1967-1982, ver Torres (2011b).
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Torres / El enmarcado de la mente: análisis de una clave central de la visión del poder de Manuel Castells
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La ley general del poder de Castells postula que «donde hay dominación hay resistencia a la domi-
nación». Eventualmente esta fórmula cobra otras formas, como puede ser el antagonismo entre poder
y contrapoder. Nos atrevemos a sostener que esta regla determina en gran medida la teoría social de
nuestro autor, particularmente a partir de 1981, de una forma muy polémica: acompañando una
nueva visión dual del espacio social y de la sociedad como un todo. Castells hace referencia explícita
a dicha ley del poder en seis oportunidades abarcando un período de 25 años (entre 1981 y 2006):
1981; 1997; 1998; 2006b. A partir de 1981 Castells transforma la oposición entre el espacio de los
flujos y el espacio de los lugares, o lo que es prácticamente lo mismo, entre el espacio local y el espacio
global, en la oposición central de su teoría social. De allí en adelante la dicotomía espacial del autor,
su teoría del espacio dual, operará en primera instancia en todas sus categorías sociorrelacionales,
incluida la de poder. La ley del poder señalada encarna en primera instancia el enfrentamiento entre
dos lógicas o formas espaciales: la dominación se inscribe exclusivamente en el espacio global, mien-
tras la que resistencia lo hace en el espacio local. Para un análisis detallado de la ley en cuestión, ver
Torres (2013).
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Torres / El enmarcado de la mente: análisis de una clave central de la visión del poder de Manuel Castells
– [13] «La comunicación del significado se convierte en la fuente del poder social
por su capacidad de enmarcar la mente humana (puesto que el significado deter-
mina en gran medida la acción)» (Castells, 2009, p. 189);
– [14] «La capacidad de programación14 depende en última instancia de la posi-
bilidad de generar, difundir y poner en práctica los discursos15 que enmarcan la
acción humana» (p. 85);
– [15] «Los códigos culturales enmarcan la mente» (p. 533);
– [16] «El modelado de la mente depende en gran medida de la comunicación y
en última instancia de la política mediática» (p. 392);
14
La capacidad de programación representa para Castells la forma principal de poder en red, según la
tipología que propone en Comunicación y poder, y anteriormente, en una versión preliminar, en 2004a
y 2008c.
15
En Comunicación y poder (2009) los discursos quedan contenidos en la noción general de comuni-
cación.
93
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Torres / El enmarcado de la mente: análisis de una clave central de la visión del poder de Manuel Castells
partir de una lógica circular. De este modo, todo indica que la puesta en prác-
tica de los discursos, que en abstracto parece aludir a un proceso sociodiscursivo
general, significa para Castells el último eslabón de la secuencia sugerida, y por lo
tanto expresa la forma concreta de cierto aterrizaje de los discursos en el espacio
social local (luego de que estos son creados y difundidos por los actores domi-
nantes). En el caso de la [15], al decir que los códigos culturales enmarcan la
mente, nuestro autor nuevamente estaría omitiendo que no todos los actores
sociales son productores o potenciales productores de dichos códigos. Hay que
recordar que para Castells la mente es básicamente la mente del receptor (por más
activa que resultase) y por tanto la mente de un actor dominado o bien condenado
a la sublevación. Luego, cuando nuestro autor reconoce en la [16] que el mode-
lado de la mente depende en gran medida de la comunicación, está indicando que
depende principalmente de los medios de comunicación de masas (y no de toda la
comunicación, que puede llegar a incluir los procesos interpersonales y de autoco-
municación de masas) y más en concreto de los grupos privados de comunicación
global, dejando sin posibilidades de emisión —menos aún legítimas— al Estado-
nación y las organizaciones sociales principales. Ahora bien, en la [17], al referirse
a la manipulación de las imágenes y el procesamiento de la información en nuestras
mentes, Castells ofrece un discurso ambiguo a partir del cual la mente del receptor
bien podría resultar la manipuladora de imágenes y la procesadora de información
principal. Entendemos que ello es falso. La clave de distorsión aquí vuelve a ser
la preposición «en». Por lo tanto, atento a las creencias de nuestro autor, donde
este dice «en», consideramos que debería decir «sobre». Ello devuelve la referencia
a un proceso social e informacional marcado por la lógica de los dominadores. El
caso de la [18] no genera mayores inconvenientes, ya que allí la lógica mencionada
del enmarcado actúa con cierta claridad: los discursos (en tanto forma discursiva
del poder) se imponen sobre la mente colectiva. Aquí simplemente registramos
que las redes de comunicación se conciben como tecnologías, mientras que en la
[17] se aludía a las primeras como entorno simbólico, lo cual no es precisamente
lo mismo. En síntesis, en el primer grupo surgen variaciones importantes de la
noción de comunicación, pero la gran mayoría tiende a confirmar una relación de
identificación directa con el enmarcado de la mente.
En el segundo grupo podemos apreciar el empleo de ciertas expresiones que
tienden a producir efectos de lectura en algún grado opuestos al primer grupo.
Ello representa una deficiencia significativa en la medida en que ambas aluden a
un mismo proceso de comunicación y enmarcado. Las ideas de la mente humana
interactuando con su entorno social y natural mediante la comunicación [19], de la
activación de las mentes para compartir significado [20] y de la construcción de sig-
nificado en la mente humana [21] nos remiten a una visión más bien dialógica e
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Debates en Sociología N° 38, 2013 / ISSN 0254-9220
5. El concepto de enmarcado
Hasta aquí analizamos los vínculos entre el poder, la comunicación y el proceso
de enmarcado o moldeado de la mente, tal como se presentan principalmente en
Comunicación y poder, sin hacer referencia a las propias definiciones de enmarcado
y de mente que ofrece Castells en dicho libro. Los resultados que arroja tal aná-
lisis resultan esenciales para apuntalar las posiciones que sostenemos en los puntos
anteriores. Nos ocuparemos en primer lugar del proceso de enmarcado. Nuestro
autor elige emplear uno de los principales textos de Robert Entman, reconocido
politólogo y experto en comunicación norteamericano, profesor de Medios y
asuntos públicos en la School of Media and Public Affairs de la Universidad George
Washington, como fuente teórica del concepto:
El enmarcado es el proceso de «seleccionar y resaltar algunos aspectos de los acon-
tecimientos o asuntos y establecer relaciones entre ellos con el fin de promover
una determinada interpretación, evaluación y/o solución»17. El enmarcado es
un mecanismo fundamental de activación de la mente porque relaciona direc-
tamente la estructura de una narración transmitida por los medios con las redes
neuronales del cerebro. Recuérdese que los marcos mentales son redes neuronales
asociativas18 (Castells, 2009, p. 218).
16
En cuanto a las nociones de redes de comunicación que emplea Castells en el segundo grupo, no
es posible saber a ciencia cierta si se trata o no de una referencia principalmente tecnológica.
17
Entman, 2004, p. 5 (Projections of power, Framing News, Public Opinion, and US Foreign Policy,
Chicago University Press) (pie de página de Castells).
18
Cursivas del autor.
96
Torres / El enmarcado de la mente: análisis de una clave central de la visión del poder de Manuel Castells
persuasiva que adquiere la promoción de ciertas ideas, tal como las menciona
Entman en la cita previa. Sobre el proceso de enmarcado nuestro autor también
aseveraba en páginas anteriores:
Los marcos son redes neuronales de asociación a las que se puede acceder desde el
lenguaje a través de conexiones metafóricas. Enmarcar significa activar redes neu-
ronales específicas. En el lenguaje, las palabras se asocian en campos semánticos.
Estos campos semánticos se refieren a marcos conceptuales. Así pues, el lenguaje y
la mente se comunican por marcos que estructuran narraciones que activan redes
cerebrales (p. 197).
97
Traducción propia del inglés.
19
Debates en Sociología N° 38, 2013 / ISSN 0254-9220
Si las ideas expresadas son más variadas, el enmarcado puede ser menos uni-
direccional. La metáfora de la cascada fue elegida en parte para enfatizar que
la capacidad para promover la propagación de marcos es estratificada; algunos
actores tienen más poder que otros para impulsar ideas en las noticias y luego en
el público. El presidente y los principales asesores gozan de la mayor capacidad
independiente para decidir qué asociaciones mentales activar y de la mayor pro-
babilidad de que sus pensamientos se conviertan en parte de la circulación general
de las ideas, y los líderes del Congreso gozan de mayor autonomía e influencia
que los asesores parlamentarios20 (Entman, 2004, p. 9).
Llegados a este punto podemos suponer que existe la posibilidad que Castells
omita la referencia al modelo en cascada con el fin de borrar la referencia explícita
a la distribución desigual del poder de enmarcado, a su lógica predominantemente
unidireccional y descendente, y finalmente a la función protagónica del poder
estatal en el proceso de enmarcado. Por otra parte, vemos cómo el propio concepto
de marco que define Entman se aleja del que eventualmente sugiere nuestro autor,
ya que el primero se identifica con los textos producidos y se opone explícitamente
98
Torres / El enmarcado de la mente: análisis de una clave central de la visión del poder de Manuel Castells
De este modo, Entman concibe los marcos como textos concretos inscriptos
en relaciones de poder, incorporando la referencia a las condiciones de produc-
ción social de dichos textos. En cualquier caso, el autor reconoce que el proceso de
enmarcado de un actor o un acontecimiento se efectúa a partir de una situación de
dominación total de un marco o de un escenario de lucha competitiva entre marcos
—siendo esta última más bien una excepción—. En ambas situaciones la capacidad
de enmarcado es un patrimonio de los marcos creados por los actores sociales domi-
nantes, y no precisamente por las mentes individuales y colectivas de los receptores:
El enmarque de un actor, una cuestión o un evento dado durante un período
de tiempo definido puede ser clasificado a lo largo de un continuum que va
desde la dominación total de un marco a un enfrentamiento totalmente parejo
entre marcos en competencia. A veces, uno de los marcos potenciales de una
situación domina tan profundamente los medios de comunicación que las lec-
turas alternativas se vuelven prácticamente irrelevantes para la política. En estos
casos, el marco dominante produce resultados de encuestas extraordinariamente
unilaterales, que desalientan a los disidentes políticos a manifestarse en contra,
consolidando así el mantenimiento del marco22 (Entman, 2003, p. 417).
99
Debates en Sociología N° 38, 2013 / ISSN 0254-9220
del sociólogo español. Lo que sí deja entrever es que enmarcar es enmarcar al otro,
tal como reconocimos más arriba, acercando dicho proceso a la lisa manipulación.
Para concluir este punto aludiremos en términos muy acotados a la noción de
mente que emplea nuestro autor. Simplemente mencionaremos dos brevísimas defi-
niciones que presenta Castells en Comunicación y poder. Nuestro autor dirá que «la
mente es un proceso de creación y manipulación de imágenes mentales (visuales o
no) en el cerebro» (Castells, 2009, p. 192) y luego señalará que la mente colectiva es
el contexto cultural en el que se recibe el mensaje (p. 537). Pese a que no lo admite en
ningún momento, para Castells la mente, y más aún la mente colectiva, es la mente
del receptor. Paradójicamente Castells presenta dicha mente en primera instancia
como un proceso creativo y/o productivo. Aquí sin dudas se constata una disonancia
respetable entre la impronta supuestamente creativa de la mente y la mente colec-
tiva concebida como espacio de recepción. En cualquier caso, si decidimos validar
la primera referencia, deberíamos reconocer que se trata de un proceso de creación
débil, extremadamente condicionado por la imposición creativa de las clases domi-
nantes. Para explicar la posición de Castells quizás convenga introducir la relación
entre creador y creado: la audiencia se r esolvería en la tensión entre la imposición de
imágenes por parte de los actores sociales dominantes y su modo de creación siempre
reactiva. La imposición de los primeros determinaría un actor creado (y progra-
mado) por estos. Para Castells, la resistencia al proyecto de dominación imaginaria
no parece introducirse como un elemento crítico de la actividad mental. Queda la
sensación de que la creatividad que señala Castells representa la creatividad de las
mentes dominantes. ¿O acaso cuán c reativa es la mente de «lo programado», en los
términos ya analizados? Suponemos que antes que creadora de imágenes, la mente
que concibe Castells es re-creadora de imágenes dominantes o bien activadora de imá-
genes. Para el sociólogo español, al igual que para Entman, enmarcar es imponer,
aunque nuestro autor opta por no reconocerlo explícitamente. En cualquier caso, el
tema del enmarcado de la mente es el tema central de su último libro. Castells no
dudará en afirmar, haciendo gala de su posición antiestatal, que quien gane la batalla
de la mente de la gente gobernará, porque los aparatos rígidos y potentes —en alu-
sión principalmente al Estado nación— no serán un rival, en un espacio de tiempo
razonable, para las mentes movilizadas en torno a las redes alternativas y flexibles
(Castells, 2009, p. 463). Incluso proyecta más allá la cuestión del enmarcado, de
un modo exageradamente enigmático: dirá que las conexiones ocultas entre las rela-
ciones de poder, la mente y los procesos de comunicación muy bien pudieran ser el
código fuente de la condición humana (p. 30). Finalmente es importante señalar que
en ningún momento Castells se preocupa por analizar cuán democrático o no resulta
el proceso de enmarcación cultural.
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7. Enmarcado y contrapoder
Del mismo modo que Castells reconoce que el poder es principalmente poder para
enmarcar la mente o poder de la comunicación, en aquellas pocas ocasiones que
se refiere a las posibilidades expansivas de los movimientos de contrapoder, deja
102
Torres / El enmarcado de la mente: análisis de una clave central de la visión del poder de Manuel Castells
23
La cursiva es nuestra.
24
La cursiva es nuestra.
25
Si bien en el presente trabajo no abordamos sistemáticamente la filosofía de la técnica y la teoría
social de la tecnología del Castells, podemos adelantar una de nuestras hipótesis centrales en torno al
determinismo tecnológico que por momentos le adjudicamos a nuestro autor. Diremos que mientras
que en la dimensión política de su teoría las TIC refuerzan principalmente los movimientos de con-
trapoder (y no así los poderes políticos establecidos), en la dimensión económica, en cambio, aquellas
potencian exclusivamente los poderes establecidos (y en ningún caso los proyectos económicos alter-
nativos —que efectivamente son escasos—). En ambos casos encarna cierta ideología de la libertad.
Castells trata dicha contradicción al interior de su teoría de la evolución social. El punto crítico es que
para nuestro autor, que aquí demuestra su filiación parcial al marxismo, lo económico —o más pre-
cisamente lo tecnoeconómico— determina la dinámica social. De este modo, el contrapoder político
potenciado por las TIC, que mencionamos en el cuerpo del texto, tiende a operar sobre un proceso de
causación social previamente clausurado por el autor. Esta reflexión conduce a dos de los problemas más
espinosos que abordan las teorías del cambio social: la cuestión de la direccionalidad del cambio y de la
irreversibilidad o no de los patrones de cambio social. En líneas generales, Castells declara que el proceso
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Debates en Sociología N° 38, 2013 / ISSN 0254-9220
de los sujetos solo se hace materialmente posible en los términos de Castells a partir
del empleo de las nuevas tecnologías de la comunicación. Algo similar sucede con
la noción de «sujetos comunicadores» que emplea nuestro autor más arriba. Desde
que constatamos que la comunicación es casi exclusivamente la forma principal del
poder (y no del contrapoder), los sujetos comunicadores no serían aquellos sujetos
que simplemente emplean las tecnologías de la información y comunicación (TIC)
para relacionarse, sino los actores dominantes, esto es, los principales productores
y difusores de símbolos. Si la mente individual y colectiva se circunscribe para Cas-
tells al ámbito de la recepción, y si los medios de comunicación dominantes aún
siguen siendo —ampliamente— para nuestro autor los medios de comunicación de
masas (y no los medios de autocomunicación), la proactividad inherente a la noción
de «sujetos comunicadores» no encuentra asidero en la realidad social. A nuestro
entender, la identificación que sugiere nuestro autor entre las TIC y la capacidad
de comunicación de los sujetos no logra desembarazarse de una ideología montada
sobre cierto optimismo tecnológico.
Respecto a los problemas centrales del presente apartado, podemos constatar
que así como nuestro autor emplea con frecuencia las nociones de contrapoder y
esporádicamente la de contraprogramación, tan solo en una ocasión a lo largo del
libro de 2009 Castells utiliza la noción de contraenmarcado. Nuestro autor simple-
mente aludirá, de un modo lacónico y descriptivo, a la interacción entre enmarcado
y contraenmarcado en la configuración de la mente humana mediante el proceso de
comunicación (p. 227). Nos atreveríamos a decir que en la teoría del poder dual de
Castells (comentada muy brevemente en pie de página 10) la atención en el movi-
miento de contrapoder es ciertamente accesoria. La impresión es que la noción
de contrapoder sigue habitando de modo subsumido en el sistema conceptual del
poder, y por lo tanto en una perspectiva que le resulta ajena. Como ejemplo de ello
podemos recuperar las dos primeras expresiones marcadas con cursiva. Castells elige
hacer referencia a los códigos culturales que enmarcan la mente y no a aquellos que
la contraenmarcan, y luego a la modificación de las relaciones de poder a partir
de la influencia en la mente colectiva y no a partir de la contrainfluencia en dicha
mente. Si bien tanto la inclusión de la noción de contraenmarcado como de con-
trainfluencia resultan estéticamente cuestionables, no sucede lo mismo en el plano
conceptual. Siguiendo los postulados centrales de la perspectiva del poder dual de
Castells, la influencia es una expresión simbólica del poder y eventualmente una
manifestación de un poder social débil, pero no del contrapoder. Nuestro autor
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Torres / El enmarcado de la mente: análisis de una clave central de la visión del poder de Manuel Castells
proyecta una ley general del poder centrada en la oposición espacial entre poder y
contrapoder, que no solo desacredita en primera instancia las fuerzas de la sociedad
local (ni qué mencionar la desaparición espacial de la sociedad nacional) a partir de
su encasillamiento en la noción de contrapoder, sino que además posterga el desa-
rrollo conceptual del contrapoder.
8. A modo de conclusión
La forma general que adopta el nuevo enfoque sociológico integrado de Castells
sobre el aspecto comunicacional del poder se sintetiza en buena medida a partir de
la noción de proceso de enmarcado o modelado de la mente, cuyos elementos centrales
analizamos en el presente trabajo. Pudimos comprobar incluso que la comunicación,
en tanto dimensión o forma principal del poder, es en si el proceso de enmarcado
de la mente. En el cierre de este artículo quisiera hacer hincapié en lo que considero
son los dos hallazgos centrales de nuestro análisis.
La exploración conceptual nos permitió develar, en primer lugar, que el poder de
enmarcar la mente se rige prácticamente y en todos los casos por una lógica de impo-
sición, unidireccional y descendente, de arriba hacia abajo, y en ningún caso por
una racionalidad dialógica basada en la construcción social de significados, tal como
por momentos insinúa Castells. Para nuestro autor, así como también para Entman,
enmarcar es imponer. En este sentido no sería exagerado señalar que Castells inscribe
explícitamente el enmarcado de la mente y el poder en una lisa teoría de la mani-
pulación. Al correr las distintas capas y pliegues contradictorios del discurso teórico
del sociólogo español logramos reconocer que el poder para enmarcar la mente es
prácticamente para este el poder de los productores y los difusores dominantes para
enmarcar la mente de los otros, de los demás o de las mayorías receptoras, aspecto
que nunca reconoce abiertamente. Aquí la comunicación o el poder comunicacional
no es más ni menos que una lógica de imposición de marcos, y en este sentido el
significado que se comparte es aquel que ya ha sido impuesto/enmarcado. Ya demos-
tramos cómo nuestro autor manipula el concepto de enmarcado de Entman para
intentar minimizar la lógica de imposición que lo constituye en primera instancia.
En segundo lugar, comprobamos a lo largo del artículo que la ansiada comple-
mentación del enfoque estructural a partir de la inclusión de lógica cognitiva de la
agencia no llega a concretarse, no al menos de un modo satisfactorio. En un primer
momento, descubrimos que los factores sociales del poder y los procesos cogni-
tivos operan en la práctica de forma inarticulada; no es posible registrar la puesta
en funcionamiento de una lógica de conexión entre la dimensión estructural y de
la agencia. Luego, más allá de ciertas declaraciones de Castells, pudimos observar
que el poder se inscribe en la dimensión social estructural y no así en la dimensión
105
Debates en Sociología N° 38, 2013 / ISSN 0254-9220
cognitiva de las mentes, y por lo tanto no puede concebirse como un proceso que
se constituye entre ambas dimensiones, y por ende como una clave explicativa de
dicha relación. Ello queda en evidencia a partir de la maniobra de separación que
efectúa Castells, en esta ocasión de modo subyacente, entre el poder y las mentes.
Finalmente, vinculado con el punto anterior, constatamos que la dimensión social
estructural prácticamente determina los procesos cognitivos, echando por tierra la
dialéctica sugerida por nuestro autor entre mentes, poderes y sociedades. A modo de
ejemplo, es importante señalar que aquí no se trata de poner en cuestión la partici-
pación conjunta de emisor y receptor en el proceso de significación, tal como sugiere
Castells. Ello sin dudas no tiene sentido. Lo que estamos intentando comprender es
la determinación social de las relaciones de poder en dicho proceso. En tal dirección,
consideramos que Castells finalmente concibe —desde las coordenadas centrales de
su teoría— una incidencia ínfima y reactiva del receptor individual y de la recepción
colectiva en la definición de contenidos e imágenes del proceso de significación,
contradiciendo la idea de influencia e interacción recíproca tal como sugiere líneas
arriba. De este modo, para Castells la sede del poder simbólico no es la mente de la
gente —como sugiere en cierto momento— sino el espacio de producción y difu-
sión de información e imágenes, como ya indicamos al inicio. Será objetivo de otro
estudio evaluar en qué precisa medida el reconocimiento de una lógica de imposi-
ción como lógica social excluyente del poder, así como la separación radical entre
poder y mente, representan un obstáculo teórico y epistemológico para comprender
los procesos concretos de constitución social del poder en el convulsionado mundo
en que vivimos, así como proponer una vía de superación a la posición de nuestro
autor. Respecto a este último aspecto, podemos adelantar simplemente que resultará
imprescindible abrir el concepto de poder de Castells, asumiendo una racionalidad
no circunscripta exclusivamente a una lógica de imposición, iniciando a partir de
allí una aproximación sociorrelacional, dialógica y eventualmente interaccionista a
los procesos de constitución simbólica y material del poder, que permita una articu-
lación más satisfactoria entre los elementos estructurales y las teorías de la agencia,
recuperando la posibilidad de habilitar a los actores sociales como actores de poder,
rescatando algunos elementos valiosos que provee el pensamiento sociológico de la
frame perspective. Finalmente, a partir de las recomposiciones mencionadas, se vuelve
imprescindible reconsiderar la teoría del Estado del sociólogo español, para escapar
de los cerrojos que establece su visión antiestatal.
106
Torres / El enmarcado de la mente: análisis de una clave central de la visión del poder de Manuel Castells
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107
Debates en Sociología N° 38, 2013 / ISSN 0254-9220
1
El presente ensayo tiene como principal insumo la ponencia titulada «La Lima de la revocatoria.
Un análisis del poder», presentada en el grupo de Sociología política del IX Congreso Nacional de
Sociología y Pre ALAS 2013, realizado en la UNMSM entre los días 5 y 8 de agosto de 2013, la misma
que se apoya en artículos de opinión sobre el tema escritos en el blog www.omarcavero.lamula.pe.
Aprovecho para agradecer los comentarios de Tomás Osores y Guillermo Rochabrún, que resultaron
sumamente provechosos. Por supuesto, los errores cometidos son exclusiva responsabilidad del autor.
2
Licenciado en Sociología por la Pontificia Universidad Católica del Perú y docente en el Departa-
mento de Ciencias sociales de la misma universidad. Correo electrónico: cavero.omar@gmail.com
Debates en Sociología N° 38, 2013 / ISSN 0254-9220
Resumen
El ensayo se pregunta cómo explicar la constitución de un sector impulsor de la campaña por revocar
a la alcaldesa de Lima Metropolitana, Susana Villarán, el año 2013. El análisis se centra en el carácter
de las relaciones de poder dentro de las cuales se constituyen instituciones, actores, intereses y posi-
bilidades de acción. La hipótesis propuesta es que el conglomerado de intereses que se organizó para
tal fin revela un tipo de organización del poder en forma de red: una estructura flexible de vínculos
entre personas, grupos y organizaciones en torno a distintos recursos, siendo uno de ellos el acceso al
Estado. Los sectores que impulsaron la campaña del SÍ expresarían, antes que oposiciones ideológicas,
la resistencia de redes incomodadas por acciones de la gestión.
Palabras clave: sociología política, consulta de revocatoria, relaciones de poder, redes.
Abstract
The present essay attempts to explain the formation of a sector who leaded the campaign to revoke
Lima Metropolitana’s mayor, Susana Villarán, in 2013. The analysis focuses on the nature of power
relations, within which institutions, actors, interests and chances of action are constituted. Our hy-
pothesis is that the conglomerate of interests that organized for this purpose reveals a type of power
organization in a network way: a flexible structure of links between people, groups and organizations,
around different resources, one of which is State access. Sectors that led the «Yes» campaign express,
rather than ideological differences, some networks resistance, bothered by management actions.
Keywords: Political Sociology, revoke consulting, power relations, networks.
110
Cavero Cornejo / ¿Cómo explicar la campaña para revocar a la alcaldesa de Lima Metropolitana?
1. Introducción
En el presente ensayo quisiera abordar desde la Sociología un tema que fue el centro
de la agenda mediática y política en Lima Metropolitana (Perú) entre fines del año
2012 e inicios del año 2013, un tema alrededor del cual se configuró la coyuntura
y se alinearon las fuerzas políticas de la capital. Me refiero al proceso de consulta
popular de revocatoria que enfrentó la actual alcaldesa de Lima, Susana Villarán.
Brevemente, para situarnos en el contexto de tal coyuntura, recordemos algunos
aspectos del caso, sin afán de exhaustividad, y hagamos un mapeo rápido de algunos
actores protagonistas en esos meses.
Fue la primera consulta de revocatoria realizada en la historia de la capital. Poco
después de un año de haber sido elegida, Villarán, candidata de una confluencia de
partidos identificados como de izquierda3 (la Confluencia por Lima), enfrentó una
campaña de revocatoria impulsada por el abogado Marco Tulio Gutiérrez, principal
dirigente del denominado «Comité pro-revocatoria».
Esta organización comenzó en enero del año 2012 la recolección de las 400 000
firmas que, según la Ley de los Derechos de Participación y Control Ciudadanos
(ley 26300), son necesarias para solicitar una consulta popular de revocatoria en la
ciudad de Lima. El 6 de julio fue entregado el último lote de firmas4 y a finales de
octubre del mismo año estas fueron aprobadas. Inició así la campaña.
El discurso oficial del Comité pro-revocatoria fue que ellos recogían un clamor
ciudadano contra la ineficiencia de la gestión y que su campaña era una iniciativa
independiente, no partidaria. No obstante, se sumaron a ella tres fuertes partidos
en el trascurso del proceso.
Si nos basamos en la cobertura de los medios de comunicación, el primero en
aparecer —aunque negando su participación— fue Solidaridad Nacional (SN),
partido del exalcalde de Lima, Luis Castañeda Lossio.
Ante las denuncias periodísticas de la existencia de vínculos entre Castañeda y
Gutiérrez, ambos respondieron que se conocían —fueron regidores de Lima entre
1981 y 1983—, pero que no había ningún tipo de coordinación entre los dos.
3
La Confluencia por Lima postuló con la inscripción del partido Fuerza Social (FS), y está con-
formada por partidos y agrupaciones que se reconocen de izquierda como: Fuerza Social, Tierra y
Libertad, Movimiento Nueva Izquierda, Partido Socialista, Movimiento por el Poder Popular, Voz
Socialista, entre otros.
4
Conviene recordar que el plazo legal de entrega de las firmas vencía el 5 de julio, pero ante un error
administrativo del Registro Nacional de Identificación y Estado Civil (Reniec), encargado de revisar
las firmas, que informó a los promotores que el plazo límite era el 6 de julio, el Jurado Nacional de
Elecciones, presidido por Hugo Sivina, dispuso que se continúe con el proceso. Aquello fue funda-
mental para que se llevara a cabo la consulta. Más información en: http://www.laprimeraperu.pe/
online/politica/cuestionan-decision-del-jne-ante-revision-de-firmas-para-revocatoria_120427.html
111
Debates en Sociología N° 38, 2013 / ISSN 0254-9220
No obstante ello, el partido del sol se sumó de forma oficial a la campaña pocos días
antes de la fecha de la consulta, programada para el 17 de marzo.
El segundo en mostrarse fue el fujimorismo, sobre todo tras los sucesos de vio-
lencia que ocurrieron en el frustrado desalojo —realizado por la Policía Nacional
del Perú (PNP) en coordinación con la Municipalidad de Lima Metropolitana—
de los comerciantes del centro mayorista de acopio de alimentos La Parada, que se
negaban a trasladarse al nuevo centro ubicado en el distrito de Santa Anita.
El operativo policial encontró una gran resistencia. Se denunció que se había
contratado delincuentes y matones para evitar el desalojo. Circularon imágenes
de policías agredidos por turbas de decenas de personas. Tras verse sobrepasada la
policía, se registraron saqueos en otras zonas, como en el conocido centro comercial
de Gamarra. El saldo final ese día 25 de octubre fue la muerte de 2 civiles y 108
heridos, la mayoría de ellos efectivos policiales5.
Algunos congresistas del partido de Fujimori, como Julio Gagó, se sumaron a los
comerciantes que se resistían al traslado. Más adelante la parlamentaria fujimorista
Martha Moyano6 se sumó también a la campaña por el SÍ. Aun así, sin embargo,
este partido declaró que dejaba a discreción de sus militantes apoyar el SÍ o el NO.
Por último, el partido aprista se sumó públicamente en diciembre de 2012 y fue
una de las organizaciones más visibles en la campaña del SÍ durante el verano de
2013, y aportaron varios de los principales voceros, entre ellos Mauricio Mulder y
Nidia Vílchez, además de la maquinaria partidaria.
Así, a inicios de 2013, la campaña para revocar a la alcaldesa de Lima Metropo-
litana congregó a tres partidos con importante presencia en la política nacional y en
Lima en particular: SN, APRA y fujimorismo.
Asimismo, los impulsores de la revocatoria articularon en torno a su agenda a
dos sectores sociales opositores a la gestión: un grupo de comerciantes mayoristas
y un grupo de empresarios del transporte público. En el primer caso, la oposición
giró sobre todo en torno al cierre de La Parada y la reubicación en Santa Anita. En
el segundo caso, el motivo central de las críticas a la gestión fue la reforma del trans-
porte, que tenía como principales objetivos acabar con la informalidad, ordenar las
rutas y renovar las flotas.
Del lado de los defensores de la gestión, en esta coyuntura se ubicaron no solo
organizaciones de izquierda, jóvenes independientes y algunas organizaciones
sociales aliadas, sino también el Partido Popular Cristiano (PPC) y la C onfederación
5
Véase: http://elcomercio.pe/actualidad/1487826/noticia-se-elevo-dos-muertos-violencia-vandalismo-
parada
6
Más información en: http://peru21.pe/politica/revocadores-presentan-frente-si-revocatoria-susana-
villaran-2111813
112
Cavero Cornejo / ¿Cómo explicar la campaña para revocar a la alcaldesa de Lima Metropolitana?
7
Según la encuesta de GfK publicada el 3 de marzo, a solo catorce días de la consulta de revocatoria,
la intención de voto del SÍ era de 52% y de 47% en los niveles socioeconómicos (NSE) D y E, respec-
tivamente, mientras que en el sector A/B era de 39%. Fuente: Diario La República, 3/3/13.
8
Fueron revocados la mayoría de los regidores de Fuerza Social (FS), el partido de la alcaldesa: 19 de
21. Del Partido Popular Cristiano (PPC), de oposición, se mantuvieron 11 de 13 regidores. Fuente:
ONPE.
9
El presente artículo se escribe en el mes de agosto del año 2013.
10
Cabe recordar que la alusión al «SÍ», se entiende en tanto la consulta de revocatoria se formuló de
la siguiente manera: «¿Debe dejar el cargo de alcalde?» / «¿Debe dejar el cargo de regidor?», debajo el
nombre de la persona en el cargo y al lado las opciones SÍ y NO.
113
Debates en Sociología N° 38, 2013 / ISSN 0254-9220
Por ello, su análisis puede permitir encontrar pistas sobre características más estables
de las relaciones de poder, los entramados institucionales, las alineaciones políticas
y la estructura social.
En esa línea, el ensayo se dividirá en tres partes. En primer lugar, se recogerán
algunas de las interpretaciones más comunes desde las que se buscó entender el
proceso de revocatoria, se mostrarán sus límites y se argumentará la pertinencia de
realizar un análisis del poder para comprender el juego político y, en particular, la
conformación de una oposición organizada contra Villarán.
En segundo lugar, se propondrá y sustentará una hipótesis sobre las caracterís-
ticas de las relaciones de poder que se expresan en la configuración de la oposición
a la alcaldesa, desde donde se impulsó el proceso de revocatoria, y la necesidad de
un estudio más exhaustivo en esa dirección.
En tercer lugar, se realizarán algunas reflexiones teóricas sobre la estructura social
peruana y el entramado institucional que organizan la política realmente existente,
a modo de agenda futura de investigación.
11
Con diversos términos, la idea era la misma que la expresada por el partido Tierra y Libertad en
una nota de prensa del 31/10/12: «La revocatoria impulsada por sectores de la derecha, en contu-
bernio con la mafia de Castañeda Lossio y avalada ilegalmente por el Jurado Nacional de Elecciones,
sumado a los paros de las mafias del transporte y a la asonada delincuencial de las mafias de La Parada,
son todas parte de una campaña de sectores políticos y empresariales que intentan recuperar el con-
trol de los recursos municipales para manejarlos como les dé la gana» (Fuente: La República). En la
misma línea se encuentran las declaraciones de Susana Villarán el 1 de marzo de 2013, en una reunión
con partidos de izquierda: «Decían que íbamos a durar un mes, que nos íbamos a sacar los ojos. Pero
aquí estamos, gobernando Lima después de tres décadas en que las fuerzas progresistas no pudieron
gobernar la ciudad». (Fuente: La Razón).
114
Cavero Cornejo / ¿Cómo explicar la campaña para revocar a la alcaldesa de Lima Metropolitana?
pero sin perder la esencia de la misma. Villarán sería de centro-izquierda y sus ene-
migos serían de la «extrema derecha». La centro-derecha (o la derecha no extrema,
en todo caso), donde ubican a una derecha liberal como la que representaría el PPC,
sí la apoyaba.
¿Qué diferenciaba a la centro-derecha de la extrema derecha? En la lógica de esta
lectura, la diferencia sería la apuesta de la primera por fortalecer las instituciones
democráticas y apoyar la gobernabilidad de la ciudad.
Partiendo de un diagnóstico en el que la estabilidad es necesaria para fortalecer
la democracia, una campaña para revocar a la alcaldesa de la ciudad capital iría en
el camino contrario a ese fortalecimiento, generando desorden, pérdida de conti-
nuidad en reformas importantes y gastos innecesarios. A ese discurso apeló también
otro sector de los actores políticos aliados a Villarán, el PPC, cuya presencia en
el Concejo estaba igualmente en riesgo en tanto los promotores de la revocatoria
solicitaban una revocatoria total —el eslogan era «40 veces SÍ»—, lo que les daba
mayores probabilidades de revocar a la alcaldesa y/o a sus regidores12.
Se combinaban así dos ejes: izquierda/derecha y democrático/no democrático,
pues en tales análisis lo liberal fue asociado al respeto de las instituciones y del plu-
ralismo político.
Uno de los analistas más representativos de esta posición fue el politólogo Steven
Levitsky (2012, 2013), pero con algunas diferencias otros como Fernando Tuesta
expresaron opiniones similares13.
Ahora bien, ambas visiones parten de dos afirmaciones discutibles. La primera,
que Villarán era atacada por la derecha (o extrema derecha) por ser de izquierda (o
de centro-izquierda). La segunda, que es posible entender la oposición (organizada)
a Villarán a partir de alineaciones en una escala de preferencias políticas del tipo
izquierda/derecha.
Sobre la primera afirmación, decir que Susana Villarán es de izquierda es discu-
tible. Si bien postuló con una confluencia de partidos y organizaciones de izquierda,
no dudó en deslindar de sus aliados durante su campaña electoral ante las presiones
de los principales medios de comunicación. En las elecciones p residenciales, por
12
Si más de un tercio de los regidores eran revocados, debían convocarse nuevas elecciones de Con-
sejo, aun si la alcaldesa se mantuviera en el cargo. Un resumen muy útil de los escenarios posibles que
abría la consulta de revocatoria es el que realiza Fernando Tuesta en su artículo «Los cuatro escenarios
de la revocatoria» (Tuesta, 2013).
13
En los planteamientos de Tuesta, el énfasis es puesto en el diseño institucional y en las consecuen-
cias de este en términos de incentivos para determinados comportamientos políticos. En particular,
Tuesta señala que la forma en que está diseñada la consulta de revocatoria genera ingobernabilidad
e inestabilidad pues resulta un incentivo para los opositores a la gestión de turno. Se infiere que los
impulsores del proceso de revocatoria no tienen el debido respeto por la institucionalidad democrá-
tica. Sus artículos pueden encontrarse en su blog: http://blog.pucp.edu.pe/fernandotuesta.
115
Debates en Sociología N° 38, 2013 / ISSN 0254-9220
14
Así lo afirmó en una entrevista con la periodista Mariella Balbi. Ante la pregunta sobre si plantea
cambiar el modelo neoliberal, como lo afirmaría el Movimiento Nueva Izquierda (MNI), Rodríguez
respondió: «Eso no lo dice FS ni lo diré yo como candidato. En el mundo solo hay un modelo de eco-
nomía: el del mercado. No me interesa lo que plantean las partes conflictivas de la alianza sino lo que
propone FS». (El Comercio, 12/12/10).
116
Cavero Cornejo / ¿Cómo explicar la campaña para revocar a la alcaldesa de Lima Metropolitana?
Tales sentidos comunes muchas veces toman formas propias más allá del conte-
nido original que aportó a su nacimiento. Provienen algunas veces de afirmaciones
explícitas y defendidas por intelectuales, y otras de razonamientos poco formalizados
que se popularizan a través de la adopción por parte de determinado público (aca-
démico o no) de ideas de «analistas» o «comentaristas» expresadas en espacios de
difusión de información, como periódicos, radios o canales de televisión, o acaso
libros, conferencias, artículos, etc. Son, finalmente, formas de razonar la realidad que
se problematizan poco pero que tienen suma importancia pues están en la base de
la construcción de preguntas sobre la realidad, primer paso para cualquier análisis.
Pensemos en afirmaciones como las siguientes, frecuentemente usadas para
explicar las características del sistema político peruano. No hay partidos políticos
institucionales que formen un sistema de partidos. Los electores no tienen pre-
ferencias estables sino que son muy volátiles. No existe una cultura democrática
fuertemente arraigada sino que aún persisten valoraciones autoritarias. No son
sólidas las instituciones, tienen poca aprobación y en algunos casos poco tiempo
de vida estable. Las leyes y los procedimientos son constantemente trasgredidos por
irregularidades de diverso tipo y actos de corrupción. Antes que lo formal y lo ins-
titucional, prima lo informal. Antes que gobernabilidad y estabilidad, es recurrente
la ingobernabilidad y la crisis.
En todas ellas tenemos una constatación de ausencias o negaciones. Es como
si se pusiera a la realidad política frente a un espejo que diera un reflejo diferente
al esperado, un reflejo ideal que se inspira en las democracias occidentales de pos-
guerra que tienen lugar en países industrializados y en esquemas teóricos elaborados
desde aquellas experiencias históricas.
Cabe hacerse la siguiente pregunta: ¿por qué no analizar la estructura de poder
real en nuestra sociedad y su correlato institucional, entendiendo lo institucional
como formas de ordenar las conductas y las situaciones sociales, algo que va más allá
de lo normativo positivo y que se construye en el marco de tal estructura de poder?
Si en Lima lo formal e institucional no es la regla, sino la excepción, como apa-
rentemente sucede, ¿por qué aquella intuición nos debería llevar a buscar entender
la política dentro de esos marcos institucionales ideales antes que desde las manifes-
taciones políticas concretas de la realidad social?
Es preciso, pues, desplazar el punto de enunciación. Si nos ubicamos en la órbita
formal-institucional no pasaremos de constatar que hay un gran entorno que es su
negación o su ausencia. La negación podría llegar a verse como lo común, lo exten-
dido, pero no pasaría de tener un carácter residual en el análisis: lo que no es como
debería ser.
Además de la consecuente frustración de sentir que «falta todo» o que «falla
todo», podríamos caer en lo que a mi juicio fue el principal límite de la idea clásica
117
Debates en Sociología N° 38, 2013 / ISSN 0254-9220
de «desborde popular» propuesta por José Matos Mar (1988): todo lo no oficial es
parte de un caótico desborde.
¿Y si nos ubicamos en el lado del desborde?
15
Nótese que, como sugiere indirectamente Quijano (2000) al hablar de «autoridad colectiva», no
estoy adelantando la afirmación «Estado», para evitar encorsetar lo político a un tipo de institución
histórica y culturalmente específica como es el Estado moderno.
118
Cavero Cornejo / ¿Cómo explicar la campaña para revocar a la alcaldesa de Lima Metropolitana?
Las cinco proposiciones anteriores nos pueden ayudar a entender, por ejemplo,
que quizá ganar una elección presidencial dé poder para lograr un interés específico,
pero tener la propiedad de varios medios de comunicación y la capacidad, por lo
tanto, de influir en la generación o agravamiento de una crisis política, pueda sig-
nificar contar con un recurso más efectivo para lograr el interés propio, que ocupar
la presidencia del país. Del mismo modo, podríamos comprender que sea posible
que ser ministro del Interior dé amplios recursos para realizar reformas en la Policía
Nacional, pero que si dentro de ella existen redes de corrupción articuladas al nar-
cotráfico o a la delincuencia común, o a ambos, pueda suceder que estas tengan
mayor poder que quien dirige el sector. Los ejemplos son múltiples. Como se ve,
en términos analíticos, es posible acercarnos a la política sin antes comprometernos
con un deber ser institucional.
119
Debates en Sociología N° 38, 2013 / ISSN 0254-9220
16
Un buen resumen del historial personal de los actores vinculados al proceso se encuentra en
Diario16. Véase el siguiente enlace: http://diario16.pe/noticia/22045-la-telaraana-de-una-mentira-
llamada-revocatoria. Otro artículo que resume bastante de la información periodística disponible se
encuentra en el blog El útero de Marita, disponible en el siguiente enlace: http://utero.pe/2012/10/
17
A menos de dos días de las elecciones, se difundió un audio en el que se mostraba a Castañeda
Lossio coordinando el fin de la campaña del SÍ, evidenciando que el ex alcalde, que negaba todo
tipo de vínculo públicamente, no solo participaba, sino que tenía poder de decisión en la campaña.
La noticia puede encontrar en: http://elcomercio.pe/actualidad/1550638/noticia-audio-confirmaria-
participacion-castaneda-campana-si-revocar-villaran
18
Sobre el vínculo, la revista Caretas muestra una foto de Sivina, entonces vocal supremo presidente
de la Sala Penal Permanente, brindando con Montesinos el año 2000, con el Poder Judicial interve-
nido por el régimen de Fujimori. La nota se encuentra disponible en el siguiente enlace: http://www.
caretas.com.pe/2001/1683/secciones/marfon.phtml
120
Cavero Cornejo / ¿Cómo explicar la campaña para revocar a la alcaldesa de Lima Metropolitana?
osibilidad de que el expresidente y principal líder aprista, Alan García, haya sido
p
«el cerebro detrás de la campaña del SÍ»19.
Finalmente está el apoyo de un grupo de empresarios formales e informales
(medianos y grandes) dedicados a la comercialización de alimentos en el exmer-
cado mayorista La Parada y otro de empresarios formales e informales (medianos y
grandes) dedicados al transporte público de pasajeros, como ya vimos.
¿Con qué interés buscaban revocarla quienes promovían la campaña por la revo-
catoria? Una vez identificados estos sectores organizados y algunos de sus operadores
nos hemos trasladado al plano de los intereses particulares en pugna, algo que nos
aleja definitivamente de la sola oposición ideológica y que nos lleva a preguntarnos
quiénes ganan, quiénes pierden y qué ganan o pierden con la permanencia de la gestión.
No es fácil determinar esos intereses con contundencia por la falta de informa-
ción, pero se pueden plantear algunas hipótesis.
Del lado de los grupos de grandes y medianos empresarios de La Parada y del
transporte público, es identificable la oposición a reformas que implicarían impor-
tantes mermas de poder (control y dinero, sobre todo) para los afectados.
En el primer caso, un traslado y una obligación a la formalización pueden tener
como efecto la desestructuración de dinámicas económicas asociadas al espacio en
el que se ubicaba La Parada, lo que podría ir en detrimento de la gravitación eco-
nómica y el control de facto que beneficiaban a algunos comerciantes que supieron
situarse mejor. Asimismo, la reforma también reduciría el margen de ganancia rela-
cionado a la evasión de impuestos, bastante grande si se toma en cuenta que se trata
de capitales que comercian enormes cantidades de bienes diarios para abastecer a
una ciudad de más de ocho millones de personas20.
En el segundo caso, la reforma del transporte plantea no solo la formalización,
que tiene un impacto por el lado de la tributación, como en el caso anterior y que
además implica el reconocimiento de derechos laborales a choferes y cobradores,
sino también la necesidad de ordenar rutas y renovar flotas. Así, con la reforma no
solo se desestructurarían posiciones de control en ciertos ámbitos socioespaciales
sino que se reducirían también los márgenes de ganancia inmediata dada la presión
por incurrir en gastos nuevos.
Del lado de Solidaridad Nacional una hipótesis tejida por algunos medios de
comunicación es que la oposición de Castañeda se radicalizó cuando Villarán
investigó a su gestión y, en particular, trató de ir al fondo del denominado «caso
Comunicore», un fraude millonario en el que se vio inmersa la gestión del
19
Fue el caso del exprocurador supranacional Luis Alberto Salgado. Sus declaraciones son recogidas
en el diario La Primera. Véase el enlace: http://www.diariolaprimeraperu.com/online/politica/garcia-
tras-la-revocatoria_129481.html
20
Es la estimación que realiza el INEI para el año 2010, sobre la base del censo del año 2007.
121
Debates en Sociología N° 38, 2013 / ISSN 0254-9220
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«Comunicore fue la empresa que compró parte de la deuda de la Municipalidad de Lima con la
compañía de limpieza ReLima Ambiental S.A. por 35,9 millones de soles, desde 1998. En enero de
2006, el municipio de Lima, bajo la dirección de Luis Castañeda Lossio, le saldó a Comunicore la
totalidad de los 35,9 millones de soles, de los cuales 15,4 millones se depositaron en cuentas de fun-
cionarios de ReLima. Luego de realizado este pago, la cuestionada firma fue literalmente desactivada»
(Diario La Primera). Véase el siguiente enlace: http://www.diariolaprimeraperu.com/online/politica/
el-sonado-caso-comunicore_130973.html
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Cavero Cornejo / ¿Cómo explicar la campaña para revocar a la alcaldesa de Lima Metropolitana?
Esta forma de red debe ser entendida como una estructura flexible, anclada sobre
todo en relaciones personales, que traspasa los límites institucionales formales, que orga-
niza el acceso a los recursos más relevantes para lograr la propia voluntad tanto en el
ámbito público como en el privado y que permite la conformación de nodos organiza-
cionales, institucionales y grupales, supeditados a la lógica que definan las relaciones
personales mencionadas.
Las redes están organizadas, pero su organización es diferente a la de las organi-
zaciones sociales con fronteras delimitadas y objetivos explícitos, como se esperaría
desde la perspectiva pluralista estadounidense, donde la pluralidad de intereses se
ve representada en organizaciones de la sociedad civil y partidos políticos estables
(Dahl, 1991)22.
Estas redes tienen límites difusos, se desarrollan sobre todo mediante lazos per-
sonales, atraviesan diversas esferas institucionales (cruzan las dicotomías formal/
informal, legal/ilegal, institucional/no institucional, público/privado, etc.) y orga-
nizan el acceso a distintos tipos de recursos tangibles y no tangibles, relevantes
—como todo recurso— en tanto amplían la posibilidad de lograr la propia voluntad
dentro de una relación social.
Si centramos el análisis en el juego político, por ejemplo, vemos que las orga-
nizaciones políticas —se acerquen o no a los modelos de partido de la academia
anglosajona: institucionales, con cuadros profesionales, con ideología explícita, con
representación estable en el electorado, etc.— toman la forma de nodos dentro
de ese entramado de redes y se articulan con mayor o menor éxito a las relaciones
de poder que ahí se desenvuelven. Antes que una competencia frente a las redes,
pueden tomar la forma de nodos dentro de estas, pueden hacer de ella su hábitat e
incluso —nada lo impide— encabezarlas.
Así, en el escenario en el que se definirá el éxito o fracaso en la competencia sobre
la toma de decisiones públicas —la política— se articularán o competirán intereses
diversos: grandes capitales (formales o informales, nacionales o transnacionales),
pequeños y medianos empresarios (también formales o informales), mafias del nar-
cotráfico, mafias del contrabando, bandas delincuenciales, funcionarios corruptos
o limpios, contrabandistas, sindicatos, asociaciones vecinales, grupos familiares,
población dispersa con peso electoral o sin él, frentes de defensa con capacidad
de movilización o sin ella, medios de comunicación grandes y pequeños, organi-
zaciones no gubernamentales, centros financieros transnacionales, calificadoras de
riesgo país, organizaciones multilaterales, Estados extranjeros. Y un largo etcétera.
22
Frente a una visión similar ironiza Carlos Meléndez cuando afirma: «Los politólogos también
sueñan. Cuando lo hacen, conciben una política basada en organizaciones sólidas (formales e infor-
males), con vínculos estrechos con la sociedad (también organizada), con militantes registrados en
comités en todo el país» (Meléndez, 2012).
123
Debates en Sociología N° 38, 2013 / ISSN 0254-9220
124
Cavero Cornejo / ¿Cómo explicar la campaña para revocar a la alcaldesa de Lima Metropolitana?
dentro de la red lo que comparte su código. A mi modo de ver en las redes de poder
en Lima, el carácter personal e informal hace que sus límites sean difusos, aunque
pudiera haber espacios de mayor definición.
Finalmente, a nivel de propuesta teórica, el concepto de red que desarrolla Cas-
tells se ubica en una hipótesis mayor: que nos encontramos dentro de un nuevo
paradigma tecnológico, el informacionalismo, y la red es la estructura social predo-
minante, sostenida en el desarrollo de la microelectrónica. La hipótesis que presento
no se ubica a ese nivel.
Por otro lado, la propuesta que expongo aquí está también en directo diálogo
con los trabajos de etnografía política sobre la corrupción realizados por Jaris Mujica
(2011), basados sobre todo en las propuestas teóricas de Michael Foucault.
Comparto con Mujica la búsqueda de explicaciones de las relaciones de poder
a partir de su carácter concreto y no de lo que no son. Si la corrupción es vista
desde un inicio solo como una trasgresión, es muy difícil entender cómo se man-
tiene y reproduce en el tiempo. Ahora bien, un acercamiento a las relaciones de
poder desde una perspectiva macro, buscando identificar características de forma
que estén asociadas a la estructura social y al entramado institucional, podría com-
plementar el análisis micropolítico y viceversa.
125
Debates en Sociología N° 38, 2013 / ISSN 0254-9220
126
Cavero Cornejo / ¿Cómo explicar la campaña para revocar a la alcaldesa de Lima Metropolitana?
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Caretas: http://www.caretas.com.pe
Diario La Primera: www.diariolaprimeraperu.com
Diario Perú21: http://peru21.pe/
128
Debates en Sociología N° 38, 2013, pp. 129-132
ISSN 0254-9220
Omar Pereyra*
Hay mucho que decir sobre Great American City (GCA), pero empezaré diciendo
que este es uno de los libros más importantes de sociología urbana en lo que va
del siglo. Creo que GAC, además de revisar muchos de los temas centrales de la
sociología urbana y de ser un libro innovador teórica y metodológicamente, nos
invita a pensar estos y otros temas desde lo que Sampson llama una «sociología
contextual»1. Por las dimensiones de este proyecto y por las consecuencias de dicha
propuesta, creo que GAC va a dar lugar a mucho que estudiar y discutir (sea a favor
o en contra) en los próximos años, tanto en sociología urbana, en otras áreas de
la sociología, en las políticas públicas y otras áreas en donde el contexto deba ser
tomado en serio.
Una de las preguntas centrales de GAC es ver cómo y en qué medida el barrio
o contexto tiene efecto en la vida de los individuos2. Sampson muestra, a través de
una combinación de métodos bastante sofisticados (análisis estadístico, espacial,
de redes, experimentos en la calle y observación sistemática) dos grandes procesos.
Primero que las características sociales del contexto moldean el sistema cultural
* Licenciado en Sociología, Pontificia Universidad Católica del Perú. M.A. en Ciencias Sociales, The
University of Chicago. Ph.D. en Sociología, Brown University. Profesor del Departamento de Socio-
logía, Pontificia Universidad Católica del Perú. Correo-e: pereyra.o@pucp.edu.pe
1
Este giro es, como el mismo Sampson lo señala, un regreso a uno de los postulados centrales de la
Escuela de Chicago. De este modo, Sampson cita a Abbott (1997) cuando dice que uno de los prin-
cipios que guía su trabajo es el principio que: «… ningún hecho social tiene sentido si es abstraído de
su contexto social, espacial (generalmente geográfico) y temporal.» (p. 68).
2
En adelante usaré las palabras contexto y barrio indistintamente.
Debates en Sociología N° 38, 2013 / ISSN 0254-9220
local, el cual a su vez afecta las percepciones individuales, que a su vez influyen
en las acciones y respuestas individuales y colectivas. Segundo, las características
sociales de los barrios se mantienen a lo largo del tiempo generando desigualdades
persistentes3. En otras palabras, los individuos actúan de forma diferente en barrios
distintos, y vivir en un barrio y no en otro tiene efectos importantes para las opor-
tunidades de vida de las personas (por ejemplo, en niveles de criminalidad, tasas
de desempleo, deserción escolar, embarazo adolescente, salud infantil e incluso en
nuestros sesgos a la hora de elegir un nuevo lugar para vivir). Sampson llama a este
fenómeno «efecto barrio» (neighborhood effect). En contra de las perspectivas que
enfatizan la disminución de la importancia del lugar o del barrio dado que las redes
y dinámicas sociales se encuentran dispersas por la ciudad o por efecto de la tecno-
logía, Sampson presenta evidencia bastante sólida que muestra que el barrio sigue
siendo central para los individuos, sobre todo en lo que respecta a generación de
desigualdades y oportunidades de vida.
El siguiente paso es medir dicho «efecto barrio». Para ello Sampson sugiere
la necesidad de desarrollar una «ecométrica» (ecometrics) entendida como «… la
ciencia de medir mecanismos barriales y medidas a nivel barrio» (p. 60). En este
punto, Sampson elabora la noción de «eficacia colectiva» (collective efficacy) como
una forma de aproximarnos al efecto barrio. Eficacia colectiva se refiere a la unión
de procesos de cohesión social y de expectativas compartidas (p. 152). Vale la pena
aclarar que para Sampson el barrio no es una «comunidad», sino un espacio geo-
gráfico cuyos habitantes pueden tener relaciones sociales cercanas o no. Que un
barrio sea también una comunidad es más bien un hecho contingente. De hecho,
la mayoría de las veces no lo es4.
Para observar el efecto barrio, Sampson compara los barrios de Chicago como
si estos fueran «laboratorios naturales» (p. 77). Siguiendo la lógica de una socio-
logía contextual, Sampson sugiere el uso de observación sistemática y el uso de
experimentos en «el mundo real» (o datos que se asemejen a estos)5. Uno de estos
experimentos es el dejar correspondencia abandonada cerca a una dirección para
3
Anteriormente autores como Wilson a través del concepto de «efectos de concentración» (1987)
y Massey y Denton a través del concepto de «híper-segregación» (1993) habían señalado que dichos
fenómenos generan desventajas y peores oportunidades de vida para la población (principalmente
negra) concentrada en guetos. Sin embargo, la innovación de Sampson radica en señalar el mecanismo
por el cual dichos fenómenos ocurren y en separar lo que efectivamente es efecto del contexto y no de
dinámicas micro o macro.
4
Ver Wellman (1979) y Fischer (1982).
5
Sampson critica a las ciencias sociales que, por un complejo de inferioridad frente al modelo de la
física, realizan estudios en laboratorios artificiales, los cuales intencionalmente buscan des-contextua-
lizar a los participantes en dichos experimentos para «controlar» la información y evitar que esta se
«contamine».
130
Pereyra /Reseña de Great American City: Chicago and the Enduring Neighborhood Effect
ver si la carta llega a su destinatario, además de medir el tiempo que ello toma. El
resultado: en algunos barrios el altruismo se practica más que en otros. De forma
similar, Sampson analiza una base de datos de tasas de atención a ataques cardiacos
en la calle (una situación similar a un experimento espontáneo). Aunque no existe
una relación clara entre esta eficacia colectiva y el nivel organizativo del barrio, sí
ocurre que la eficacia colectiva es menor en los barrios en donde se combinan niveles
altos de pobreza y de delincuencia.
Puede objetarse que Sampson tiene cierta orientación moralista en la definición
de eficacia colectiva asociada a alguna idea de lo que es un «buen barrio». Sabemos
en cambio que la ciudad se asemeja a un mosaico de subculturas con valores y
aspiraciones distintas, incluso con diversas concepciones de lo que es «normal» y
lo que es «bueno»6. Sabemos también que muchos barrios que Sampson calificaría
como desorganizados o poco efectivos son en realidad bastante organizados, pero
de una forma distinta, incluso a contracorriente de los parámetros aceptados por la
sociedad7. Sampson es consciente de esta crítica y sustenta su posición siguiendo la
tesis del «velo de la ignorancia» de Rawls. Sampson señala que aunque existen sub-
culturas distintas en la ciudad y formas alternativas de orden, todos compartimos
una idea aproximada de lo que es «justicia» y lo que es «bueno» y deseamos vivir en
barrios donde se practica el altruismo, donde hay menor criminalidad y que ofrezca
mejores condiciones de vida (capítulo 9).
Algunos dirán que GAC es otro libro del tipo Escuela de Chicago que pone
nuevamente a Chicago como el centro desde el cual mirar los procesos urbanos y a
la sociedad contemporánea. Y sí, es un estudio hecho en Chicago. Pero lo impor-
tante en GAC no es Chicago. Lo realmente importante es que el efecto barrio se
puede observar de manera muy clara en dicha ciudad, pero este aparece también
en otras ciudades de Estados Unidos, así como también, aunque con menor inten-
sidad, en formaciones institucionales y culturales tan distintas como Estocolmo,
Londres, Bogotá, São Paulo, Tianjin (China), Brisbane (Australia) y Moshi (Tan-
zania) (p. 166)8. Sampson reconoce que los casos de Brasil y Colombia muestran
que la concentración de pobreza y violencia pude llevar a altos niveles organizativos
y de eficacia colectiva (p. 167). Sabemos que los niveles de cooperación y de orga-
nización pueden ser bastante altos en barrios marginales en su etapa de formación
6
Ver Fischer (1995).
7
Ver por ejemplo White (1955), Suttles (1968) y Sánchez-Jankowski (2008) sobre el rol de las pan-
dillas en el mantenimiento del orden en el barrio y en la defensa de sus habitantes.
8
Sobre este nivel exagerado del efecto barrio en EE.UU. y los mecanismos que explican la creación
y persistencia de desigualdades, Sampson comenta: «Podría incluso arriesgarme a decir que lo que
es verdaderamente (norte)americano no es tanto la desigualdad entre individuos sino entre barrios»
(p. 356).
131
Debates en Sociología N° 38, 2013 / ISSN 0254-9220
(Roberts, 1995) pero, ¿se mantiene esta organización y cooperación a lo largo del
tiempo, cuando el barrio se convierte en una trampa de pobreza con altos niveles de
violencia? GAC nos invita a seguir investigando.
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School. Social Forces, 75, 1149-1182.
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Roberts, B. (1995). The Making of Citizens: Cities of Peasants Revisited. Londres – New York:
Arnold.
Sánchez-Jankowski, M. (2008). Cracks in the Pavement: Social Change and Resilience in Poor
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Suttles, G. (1968). The Social Order of the Slum. Chicago: The University of Chicago Press.
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White, W. F. (1955). Street Corner Society: The Social Structure of an Italian Slum. Chicago:
The University of Chicago Press.
132
Debates en Sociología N° 38, 2013, pp. 133-136
ISSN 0254-9220
*
Ph.D. en Sociología, Universidad de Texas, Austin. Investigadora asociada del Instituto de Estu-
dios Peruanos (IEP). Profesora de la Especialidad de Sociología de la Facultad de Ciencias Sociales.
Pontificia Universidad Católica del Perú. Correo-e: taniavasquez@iep.org.pe)
Debates en Sociología N° 38, 2013 / ISSN 0254-9220
134
Vásquez / Reseña de Everlasting Countdowns. Race, Ethnicity and National Censuses in Latin American States
135
Debates en Sociología N° 38, 2013 / ISSN 0254-9220
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136
Debates en Sociología N° 38, 2013, pp. 137-139
ISSN 0254-9220
Drinot, Paulo (2011). The Allure of Labor. Workers, Race and the Making
of the Peruvian State. Durham y Londres: Duke University Press.
El historiador peruano Paulo Drinot presenta una investigación sobre el mundo del
trabajo peruano de la primera parte del siglo XX con una visión controversial sobre
lo que la historiografía tradicional suele presentarlo.
La visión tradicional sobre el Estado oligárquico señala que los gobiernos que se
suceden a lo largo de buena parte del siglo XX se caracterizaron por reprimir dura-
mente cualquier oposición política a los intereses de la oligarquía y promulgar una
normativa que reconoce derechos laborales con el objetivo de minar la influencia de
ideologías revolucionarias dentro de los trabajadores.
Drinot plantea que esa lectura resulta incompleta a la luz de su investigación.
La regulación laboral no solo tiene un objetivo político contra los partidos de
izquierda, sino que también evidencian un proyecto de Estado laboral (Labor State)
formulado por las élites del país. Este proyecto consiste en identificar la industria-
lización del país como la herramienta principal para lograr que el país salga de su
atraso y se conduzca como una nación «moderna y civilizada». La elite peruana esta-
blece que el atraso del país proviene de un problema de la raza predominante en el
Perú, los indígenas, quienes por un proceso histórico no son laboriosos. De acuerdo
a esta visión, el país no puede avanzar hacia el progreso mientras no se resuelva esta
problemática. Por ello, se plantea que la industrialización puede cumplir esa tarea al
lograr que los indios se transformen en civilizados trabajadores mestizos, es decir, en
agentes de progreso. Drinot pone el acento en que esa visión racial es la que explica
la acción pública del Estado. No se trata de una cuestión económica sino cultural.
Esto explica porque la regulación laboral excluye de su ámbito de aplicación a la
138
Canessa / Reseña de The Allure of Labor. Workers, Race and the Making of the Peruvian State
veniente para el progreso del país. Además, resulta controversial postular que se
viene constituyendo un Estado laboral, cuando la regulación laboral solo cubre a
una minoría de peruanos, regulación diseñada desde el Estado con exclusión de los
indígenas y de los que se considera trabajadores.
Una visión crítica de la historiografía tradicional sobre el Estado oligárquico no
requiere caer en una visión pendular sobre los hechos, mostrar que existe una lec-
tura incompleta es un valioso aporte sobre este período de la historia peruana.
139
Indicaciones para los autores
141
Debates en Sociología N° 38, 2013 / ISSN 0254-9220
Forma 1 Forma 2
Dubet y Martuccelli (1998) (Dubet y Martuccelli, 1998)
Dubet y Martuccelli (1998, p. 121) (Dubet y Martuccelli, 1998, p. 121)
Dubet y Martuccelli (1998, pp. 52-54)
Lareau (2002, 2003), Montero (1995) (Lareau, 2002, 2003; Montero, 1995)
Para mayor información sobre el estilo, por favor consultar el manual de estilo APA
(sexta edición). Para aspectos básicos, recomendamos la siguiente página: http://flash1r.
apa.org/apastyle/basics/
8. Al final del escrito se debe incluir una lista de referencias completas, ordenada alfabéti-
camente según el primer apellido del autor. Las referencias deben contener el apellido y las
iniciales de todos los autores del documento. Todas las fuentes citadas en el texto deben estar
en la lista de referencias y viceversa. Presentamos algunos ejemplos a continuación.
Libro
Dubet, F. y Martuccelli, D. (1998). En la escuela. Sociología de la experiencia escolar.
Buenos Aires: Losada Editores.
Capítulo en libro
Montero, C. (1995). Ciclos de vida y tiempos de escuela: el caso de las mujeres en el
Perú. En S. Bourque, C. Montero y T. Tovar (Eds.), ¿Todos igualitos? Género y educación
(pp. 43-66). Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú.
Artículo
Beck, A., Epstein, N., Brown, G., y Steer, R. (1988). Un inventario para medir la
ansiedad clínica: propiedades psicométricas. Revista de Psicología Clínica, 56, 893-950.
Lareau, A. (2002). Invisible inequality: Social class and childbearing in black familias
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documents/ tremblay05.pdf
9. Las notas a pie de página deben ser utilizadas para comentarios cortos y sustantivos.
Se pueden incluir anexos al final del texto con información adicional.
10. Los textos deben estar en MS Word y deben enviarse únicamente al correo electró-
nico institucional de la Revista.
11. La ética en los procedimientos y contenidos es responsabilidad expresa de los
autores. La rigurosidad en la citación de fuentes es un requisito indispensable para par-
ticipar en el proceso de selección de escritos. Se deberán realizar los procedimientos de
certificación de originalidad de escritos y liberación de derechos, para lo que se brindará
la información una vez iniciado el proceso editorial.
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142