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TEXTO, LECTURA Y ESCRITURA PARA UNIVERSITARIOS

Leer consiste en la comprensión de un mensaje codificado mediante símbolos que generalmente están
representados por letras o cifras. Esta definición nos puede resultar abstracta e incompleta, en cierto
modo, cuando abordamos el tema del analfabetismo total frente al analfabetismo funcional. El primero
consiste en la carencia de preparación (sistemática o asistemática) y el conocimiento necesario para
descifrar un texto escrito. El segundo se refiere a la pérdida de la destreza de lectura previamente
adquirida. Este fenómeno puede ser producto de un entorno cultural muy limitado y del consecuente
desuso.
El analfabetismo funcional hace inútil el dominio de las destrezas básicas y presenta el riesgo de
contribuir al empobrecimiento personal del individuo, debido a que éste se aleja cada vez más de la
información disponible en los textos escritos. Esto nos conduce a enfatizar la importancia de cultivar los
hábitos y el gusto por la lectura. Aprender a leer es la primera etapa del proceso, le sigue a ésta una labor
constante de desarrollo y ejercitación de la capacidad lectora.
La sensibilización hacia la lectura debe insertarse en la realidad circundante. Dado que las nuevas
técnicas de enseñanza - aprendizaje contribuyen a que este proceso resulte menos agotador para los
estudiantes que en los métodos tradicionales, se pueden combinar las actividades de lectura con la
realización de otras tareas de tipo cultural, que permitan un mejor aprovechamiento intelectual.
En el nivel de Educación Superior hemos detectado casos de analfabetismo funcional, el cual va más
allá de la simple sub - utilización de las destrezas adquiridas en los niveles de educación sistemática
anteriores. El problema se evidencia por la incapacidad del individuo para identificar las ideas
principales expuestas en un texto, imposibilidad de captar la intención del escritor y en la redacción
incoherente de resúmenes de los textos objeto de lectura.
TEXTO ACADÉMICO: Se denomina texto académico a toda producción escrita surgida en el ámbito
de la educación superior ya sea de nivel terciario, universitario de pregrado, grado o postgrado. También,
se entiende por texto académico a aquellas publicaciones, libros de textos, por ejemplo, escritos por
profesionales destacados de las diversas ramas del saber y por investigadores de las diversas disciplinas.
Dichas producciones constituyen un género en sí mismo ya que responden a una misma situación
comunicativa –la de transmitir conocimientos disciplinares, describirlos, explicarlos, ejemplificarlos,
analizarlos, cuestionarlos, justificarlos, refutarlos, etc.
Los textos producidos en el contexto académico se rigen bajo las mismas convenciones de forma y
contenido asociadas a dicho género. Es decir, tanto su estilo como sus secuencias textuales básicas son
similares y responden a criterios consensuados socialmente. Conocer estas características ayudará al
lector a comprender mejor los contenidos por ellos ofrecidos.
Desde el punto de vista del estilo, un texto académico al igual que los textos científicos y técnicos en
general, se caracteriza por su claridad, objetividad y la precisión. Y, desde el punto de vista lexical, cada
disciplina desarrolla una terminología o lenguaje especializado propio cuyo conocimiento permitirá al
lector evitar cualquier ambigüedad típica de la lengua estándar.
Estructura y organización del texto académico: Los textos académicos se construyen a partir de
algunas secuencias textuales básicas. La estructura que presenta todo trabajo académico se puede
sintetizar en los siguientes componentes:
a) La presentación, donde se expone de que se va a hablar;
b) El núcleo, que desarrolla el tema del que se habla y
c) El cierre, que hace referencia a lo que se ha hablado. La presentación o introducción se compone de
un título, un índice general y un sumario, una introducción sobre los principales temas a abordar,
agradecimientos, etc.
La presentación es la encargada de provocar las primeras impresiones al lector. El título, el índice y el
sumario brindan una idea rápida del texto y deben permitir que el lector sea capaz de responderse
preguntas, tales como: ¿me interesa?, ¿debo leerlo?, ¿debo leerlo completo?
El sumario o resumen constituye una síntesis de todo el trabajo. No es un relato sobre los distintos
capítulos o temas a abordar, sino un resumen preciso del documento en su conjunto.
La elaboración del sumario constituye una actividad relevante y exigente. Es relevante porque permite
al lector tener una idea general sobre los temas tratados y las conclusiones. Es exigente porque implica
un esfuerzo de abstracción en relación a las ideas fundamentales del trabajo.
El capítulo introductorio de un texto académico también anticipa el contenido del trabajo. Debe ser breve
y, en general, presenta los distintos temas a abordar, señalando el orden en qué serán presentados.
Generalmente, la introducción y el sumario son lo último que se redacta, porque cumplen la función de
“Di de qué vas a hablar”. Entonces para hacerlo correctamente suele ser necesario haber culminado
completamente la elaboración del texto.
El núcleo o cuerpo está conformado por el problema a estudiar, los objetivos del trabajo, los
antecedentes, el marco teórico, la metodología empleada, dependiendo del tipo de texto académico de
que se trate.
El cuerpo constituye el elemento central y es dónde se concentra la información y la argumentación del
texto. El análisis de la información se estructura en capítulos que responden a los ejes temáticos del
trabajo. Los capítulos, a su vez, suelen organizarse en apartados para facilitar tanto la lectura como la
formulación del desarrollo del texto.
Por último, el cierre incluye las conclusiones del trabajo, las recomendaciones, etc. Al igual que la
introducción, se caracteriza por ser un texto breve y esquemático, constituyendo un recurso organizador
de todo el contenido del trabajo.
El cierre presenta los resultados del análisis y es dónde se registran los nuevos conocimientos. Asimismo,
proyecta la información hacia el futuro ya que permite la preparación de tareas posteriores, tales como
la formulación de nuevas hipótesis, la preparación de nuevas investigaciones y, en el caso de los informes
técnicos, las recomendaciones o conclusiones finales.
Todos los textos académicos deben contener las fuentes bibliográficas que han sido utilizadas o a las que
se ha hecho alusión y, en algunos casos, contienen un apartado con anexos.
En los anexos se agrega toda la información que es necesaria para demostrar la idea y que no resulta
imprescindible que aparezca en el cuerpo principal. Estos solo constituyen un material complementario,
por lo que el texto debe poder ser comprendido por el lector sin los anexos.
La bibliografía incluye el listado de todas las fuentes citadas en el texto, conteniendo las referencias
bibliográficas completas y ordenadas alfabéticamente. Además, las notas al pie, los párrafos y la propia
estructura de la página contribuyen a organizar los datos e inciden en la confección de un texto
académico.
Tapa, índice, onomástico, glosario y datos de publicación: El primer elemento que abordamos al
tomar un libro de texto es su tapa o portada. El libro de texto académico ofrece en su portada el título
del mismo, su autor/es, editor/es o compilador/es; la editorial y la edición. También puede presentar
alguna imagen.
Por lo general, el título de un libro académico es muy amplio como para decidir si en él está desarrollado
el tema que me interesa encontrar y en qué grado de profundidad. Mire el ejemplo que acompaña la
siguiente figura:
Para el lector, el título, en general, es la primera clave del contenido del libro, por lo que —junto con la
ilustración de tapa y el sello de colección— constituye el disparador de sus primeras conjeturas
Según Genette, el título tiene tres funciones: 1) identificar la obra, 2) designar su contenido, 3) atraer al
público. No necesariamente están las tres presentes a la vez; y sólo la primera es obligatoria, ya que la
función principal de un título es la de nombrar la obra. El título puede no ser atractivo, e incluso puede
no guardar relación con el contenido del texto, pero siempre será el modo de identificarlo.
Por otro lado, es probable que alguna vez haya intentado buscar algún dato en un libro y haya encontrado
dificultad. Los contenidos de los libros no servirían de nada si no existiera un sistema que nos permitiera
encontrarlos de forma rápida y sencilla.
Para eso existe el índice. En principio, vale aclarar que lo que frecuentemente se llama “índice” es en
realidad la tabla de contenidos o de materias: un listado de los títulos del texto por orden de aparición
con la indicación de la página correspondiente, que puede estar al comienzo o al final del libro.
Según esta primera definición, su función sería la de facilitar al lector la búsqueda de los temas de su
interés en el texto. Pero no es sólo eso. El índice refleja la estructura lógica del texto (centro y periferia,
tema central y ramificaciones); por lo tanto, cumple una función organizadora de la lectura, ya que arma
el esquema del contenido previamente, sobre todo cuanto más articulado esté en capítulos, parágrafos y
subparágrafos (Eco, 1990).
En este sentido, es indistinto que esté al comienzo o al final del libro, ya que lo que importa es que el
lector acude a él antes de leer el texto -e incluso antes de comprar el libro- para saber de qué se trata o,
aun sabiéndolo, cómo lo trata. En síntesis, cualquiera sea el tipo de publicación, una mirada al índice
permite al lector darse una idea general del contenido de la misma y el punto de vista o enfoque
privilegiado.
Ahora bien, además de la tabla de contenidos, el índice es también un listado de palabras en orden
alfabético con la indicación de las páginas en que aparecen mencionadas. Básicamente, existen cuatro
clases de índice:
El índice temático: En él se exponen los distintos capítulos y apartados de la obra en cuestión. Puede
presentarse en forma de esquema.
El índice onomástico: Aparece normalmente al final de algunas obras, y en él se presentan por orden
alfabético todos los nombres de persona que aparecen en el libro, seguidos de los números de las páginas
en los que se citan.
El índice por materias: En ocasiones, un libro puede estar dotado de un índice adicional en el que se
presentan los temas tratados por orden alfabético, junto a las páginas donde aparecen.
El índice específico: También se pueden encontrar índices que se refieran a contenidos muy específicos
de la obra, como pueden ser mapas, láminas, figuras, etc.
El glosario es un conjunto de anotaciones que tratan de explicar palabras de difícil comprensión
contenidas en un texto, pudiendo tratarse del conjunto de palabras técnicas utilizadas en determinadas
ciencias.
En los textos académicos el glosario contiene palabras pertenecientes a una misma disciplina o campo
de estudio, apareciendo las mismas explicadas, definidas y comentadas.
Muchas veces el glosario suele ser incluido al final, o en su defecto, al comienzo de un libro o de cada
capítulo con el objetivo de complementar la información que el mismo proporciona.
Los glosarios son elaborados mayormente por especialistas en los campos sobre los cuales se ocupan y,
apuntan a llegar a un público más amplio, es decir, buscan llegar más allá de aquellos interesados en la
materia en cuestión.
Forma y función textual: La preocupación por clasificar los textos –construir una tipología- desempeñó
un papel central para la lingüística del texto desde su constitución. El tratamiento de los tipos de textos
(también clases de textos o géneros) ha tenido diferentes modos de abordaje.
Actualmente, predominan las propuestas de multiniveles, que analizan y tipifican los textos a partir de
una jerarquía de criterios funcionales, situacionales y estructurales (Klaus Brinker, 1988) destacando el
carácter cognitivo de los tipos textuales.
Es así como se denomina «género», en sentido amplio, a una forma de comunicación reconocida como
tal por una comunidad de hablantes. Se trata, pues, de una realidad de carácter sociocultural sujeta a
variación, tanto intercultural como intercultural, si bien dentro de una comunidad cada género comparte
unos rasgos que lo hacen reconocible y que permiten su descripción y análisis.
Esta perspectiva parte de la consideración de «texto» como un fragmento de lengua utilizado para llevar
a cabo un acto o acontecimiento comunicativo de tipo discursivo. Cuando dicho texto presenta una serie
de características en particular, se puede decir que pertenece a un determinado género. Estas
características son las siguientes:
Una determinada estructura esquemática del discurso (estructura textual global). Es el esquema
organizativo del texto. Permite la anticipación de contextos, la lectura selectiva en busca de una
información concreta y la interpretación de las intenciones del autor dentro de la comunidad discursiva,
tres características fundamentales para lograr una comunicación rápida y eficaz. La estructura textual
global se divide en: estructura primaria, compuesta por secciones, que son, en su manifestación textual
más esquemática, la introducción, el desarrollo y la conclusión; y estructura secundaria, compuesta por
movimientos, que son las partes integrantes y diferenciadas de cada sección y que cumplen una función
concreta dentro de ella.
Limitaciones en cuanto a las posibilidades de desarrollo temático. Por ejemplo, dentro del campo de los
negocios, el género «carta comercial» difícilmente tratará temas científicos, del mismo modo que el
género «artículo científico» no se ocupará de la gestión empresarial.
Condicionamientos de registro (microestructura). La disposición y las características de los elementos
que componen el texto oral o escrito le proporcionan cohesión y coherencia, y lo convierten en un
mensaje que reconoce la comunidad discursiva a la que va destinado. Son precisamente esos elementos
(el léxico, la gramática, la oración y sus relaciones) los que permiten diferenciar un escrito de otro dentro
de una determinada estructura textual global.
Cumplimiento de una función concreta dentro de la comunidad en la que se utiliza. Los textos tienen
muchas funciones diferentes en la vida social, lo que conlleva las diferencias correspondientes en forma
y sustancia. Por ejemplo, para realizar la función concreta de «solicitar una tarjeta de crédito» se utilizan
los textos correspondientes al género «formulario».
El género permite una interacción rápida y eficaz entre los individuos que conocen sus características,
ya que una vez identificada su estructura y función tanto el emisor como el receptor pueden anticipar
gran parte de las intenciones de su contenido, lo que facilita la posibilidad de acceder al objetivo
comunicativo previsto. Las muestras de cada género en concreto pueden presentar diversos patrones,
pero serán similares en cuanto a función, estructura, registro, contenido y audiencia prevista.
En conclusión, el género, entendido de esta forma, constituye una categoría universal, ya que todas las
culturas disponen de una gran cantidad de géneros entre los que pueden elegir para comunicarse,
adaptándolos a las circunstancias concretas de uso.
Texto y paratexto: Etimológicamente, “paratexto” sería lo que rodea o acompaña al texto (para = junto
a, al lado de), aunque no sea evidente cuál es la frontera que separa texto de entorno. El texto puede ser
pensado como objeto de la lectura, a la que preexiste, o como producto de ella: se lee un texto ya escrito
o se construye el texto al leer. Pero ya se considera que el texto existe para ser leído o porque es leído,
la lectura es su razón de ser, y el paratexto contribuye a concretarla.
El paratexto es un dispositivo pragmático, que, por una parte, predispone –o condiciona– para la lectura
y, por otra, acompaña en el trayecto, cooperando con el lector en su trabajo de construcción –o
reconstrucción– del sentido. Además de los elementos verbales (prefacios, epígrafes, notas, etc.), el
paratexto incluye manifestaciones icónicas (ilustraciones), materiales (tipografía, diseño) y puramente
factuales (hechos que pesan sobre la recepción, información que circula por distintos medios acerca de
un autor entre otros).
Entonces, se llama paratexto a las variaciones tipográficas y de diagramación o disposición de texto y
gráfica (cuadros, gráficos, ilustraciones, etc.) en la página. Son cuestiones morfológicas, que hacen a la
forma en que el texto se presenta a la vista. Un mismo texto puede asumir “formas” (diseños) distintas,
sin que el contenido del mismo se modifique sustancialmente.
El paratexto permite anticipar el contenido del texto. Prestar atención a ciertos paratextos permite
construir una idea sobre el tema del texto que tenemos en nuestro poder. A través de los paratextos
podemos decidir rápidamente si nos interesa o no un libro o un texto en particular. Los paratextos pueden
clasificarse de forma amplia en gráficos y verbales.
Los paratextos gráficos se componen de ilustraciones, fotografías, variaciones en las letras, y la
diagramación o presentación de la información. Por ejemplo, las fotos, las imágenes, el tamaño de las
letras, los colores, proporcionan información sin necesidad de leer todo.
Por otro lado, los títulos, subtítulos e índices son elementos paratextuales verbales que anticipan mucha
información del texto englobando el tema central a desarrollar en el mismo.
Tópicos y subtópicos: El tópico designa un tema, hace referencia a una idea o a una forma de estereotipo
que se suele aplicar en determinadas situaciones o momentos. Un tópico puede ser entendido como un
tema del cual hablar o investigar.
En lingüística, el tópico es el tema sobre el cual se habla o el sujeto al cual se hace referencia, entendido
sujeto no como persona si no como materia, asunto. Para esta rama de la comunicación, el tópico es el
centro de un debate, de una conversación o discusión mientras que los comentarios son aquellas formas
discursivas que se arman en torno del tema o asunto propuesto.
El término subtópico define aquellas entidades asociadas o relacionadas con un constituyente tópico
activado en el discurso o inferibles de una unidad tópica conocida. Los subtópicos poseen una doble
naturaleza informativa, como entidades novedosas, debido a que son introducidas como tales por primera
vez en el discurso, y, al mismo tiempo, como entidades conocidas ya que son contextualmente
dependientes y proceden o se pueden reconstruir, aunque sea de forma indirecta de otras entidades
evocadas en el discurso. El subtópico puede ser deducible tanto del contexto lingüístico como del
contexto situacional o del conocimiento general que los interlocutores comparten.
Por ejemplo, dentro del tópico “Proceso Empresarial” correspondiente al segundo capítulo del libro se
desarrollan los subtópicos sobre los factores críticos para el comienzo de una nueva empresa, la
evaluación de las oportunidades, la determinación de las necesidades de recursos y su adquisición,
potencial de ganancia e ingredientes para el éxito de un nuevo negocio
Por otro lado, se entiende que el subtópico sobre “atributos personales” refiere a aquellos atributos
fundamentales para comenzar una nueva empresa y no para, por ejemplo, para obtener un nuevo empleo.
Imágenes, cuadros, tablas y diagramas: Concebir la imagen como texto permite diseñar esquemas de
análisis de las realidades visuales (fotografías, pinturas, dibujos, etc.) basados en el estudio de la
gramática de las unidades textuales, intentando buscar tanto las propiedades del enunciado como las de
la enunciación.
Todo texto posee unidad, propiedad semántica global según la cual adquiere coherencia (sentido). Para
Vílchez (1983: 34) la coherencia textual en la imagen "es una propiedad semántico-perceptiva del texto
y permite la interpretación de una expresión respecto a su contenido y de una secuenciación de imágenes
en relación con su significado".
En nuestra práctica docente intentamos mediante la alfabetización icónica que los alumnos estudien las
capas profundas de significación de los textos visuales intentando que lleguen a descubrir los
significados metatextuales (subliminales) que contienen.
Si bien existe una diferencia de grado entre el dibujo (más codificado por ser artesanal) y la fotografía
(supuesta reproducción mecánica de lo real), el estilo es ineludible en ambas. Usualmente se otorga a la
fotografía el privilegio documental, testimonial: lo que está fotografiado es “verdadero”.
Como la cámara tiene la extraña virtud de fijar la realidad cambiante, se confiere a la fotografía carácter
probatorio. No obstante, la fijación de la realidad es también su fragmentación, lo que disminuye el valor
documental de la fotografía. En segunda instancia, implica la elección de un ángulo, de un encuadre: es
siempre un punto de vista y una construcción. De aquí la costumbre de acompañar las imágenes con
epígrafes o leyendas que orienten su interpretación, anclando uno entre los muchos sentidos virtuales.
Según Umberto Eco “(...) los signos icónicos reproducen algunas condiciones de la percepción del
objeto, pero después de haberlas seleccionado según códigos de reconocimiento y haberlos registrado
según convenciones gráficas (...)” (Eco, 1972:30). Claro que en muchos casos se invierte la relación, y
es la imagen la que ancla el texto, dando volumen o jerarquizando ciertos pasajes. Cuando la imagen se
vincula de este modo con el texto, se transforma en ilustración.
Las publicaciones científicas y los libros de texto, por su parte, incluyen otros tipos de ilustraciones
aparte de fotografías y dibujos: esquemas y gráfica. La gráfica exige un tratamiento lógico de la
información. Usualmente el autor acompaña el texto con los gráficos, diagramas y mapas pertinentes
como forma de reforzar, ejemplificar, resumir o facilitar la comprensión de la información escrita.
Ilustración y diseño están estrechamente vinculados desde los comienzos del libro y en la actualidad se
han transformado en un factor dominante desde el punto de vista comercial. El diseño gráfico,
específicamente, es la manipulación del texto, la ilustración y los márgenes con vistas a su impacto
visual (Dalley, 1981:104).
Es justamente en el campo del diseño, en lo concerniente a la forma que el texto asume ante los ojos del
lector, donde hoy se hace sentir más la influencia de los medios audiovisuales. En el libro de texto el
diseño se vuelve doblemente significativo, ya que permite jerarquizar la información según grados de
importancia y facilitar la comprensión.
Los procedimientos más habituales son la diferenciación de bloques tipográficos (presentación, texto
central, resumen, comentarios, ejercicios, epígrafes de las fotografías, etc.), el uso de recuadros para
resaltar conceptos o informaciones importantes y los cambios de grosor (negrita, seminegrita) o de
variante (romana, bastardilla) para destacar palabras clave (Richaudeau, 1981).
En un grado inferior de iconicidad que los diagramas, redes y mapas, se encuentran los cuadros y otras
formas de representar la información aprovechando las dos dimensiones del plano.
Un cuadro sinóptico es una forma de expresión de gráficos e ideas o textos ampliamente utilizados como
recursos instruccionales y se definen como representaciones visuales que comunican la estructura lógica
del material educativo. Son estrategias para organizar el contenido de conocimientos. Un cuadro
sinóptico es aquel que muestra proyectos de manera sencilla.
Un cuadro sinóptico sirve para estudiar un tema, una teoría o una variable que tratan diversos autores,
porque su principal función es contrastar, o sea, encontrar semejanzas y diferencias, entre una o varias
variables de un mismo tema.
El cuadro sinóptico proporciona una estructura global coherente de una temática y sus múltiples
relaciones. Los cuadros sinópticos pueden presentarse por medio de llaves y tomar forma de diagramas
o pueden estar compuestos por filas y columnas a manera de tablas.
El diagrama de bloques es la representación gráfica del funcionamiento interno de un sistema, que se
hace mediante bloques y sus relaciones, y que, además, definen la organización de todo el proceso
interno, sus entradas y sus salidas.
El capítulo: La forma en la que está organizado el material de un libro tiene un impacto significativo
que representa si el autor ha logrado comunicar efectivamente lo que deseaba decir a los lectores o no.
Los textos académicos deben, de esta forma, estar organizados de una forma coherente y cohesiva.
Para ello, el libro de texto será organizado en varios niveles. Es decir, el libro entero necesita tener
sentido como un todo, pero cada parte o sección también necesita tener sentido independientemente del
resto. La escritura clara, entonces, debe llegar a estar organizada hasta el nivel oracional para que una
oración fluya lógicamente en la otra.
Al igual que el texto académico en general, el capítulo del texto académico también se encuentra
organizado bajo estándares comunes al entorno al que pertenece. Es decir, si tomamos hojas sueltas de
algún libro de texto universitario, seguramente podríamos reconocerlo como tal. O, si hallamos una hoja
de diario o de una revista destinada al público en general, será fácil distinguir por su presentación visual,
su organización textual y otros paratextos, a qué tipo de publicación pertenecen.
Partes constitutivas: Los capítulos de los textos académicos se construyen a partir de algunas
secuencias textuales básicas. La estructura que presenta todo capítulo de un texto académico se puede
sintetizar en los siguientes componentes: a) La introducción, donde se expone de que se va a hablar o se
hace una breve reseña general sobre el tema; b) El núcleo, que desarrolla el tema del que se habla en
detalle y c) El cierre, que hace referencia a lo que se ha hablado en forma de resumen o conclusión
Algunos capítulos de textos académicos incluyen, además, un listado de objetivos o conceptos que se
deberían adquirir o dominar luego de haber abordado la lectura del capítulo, y, preguntas de discusión
que sirven para autoevaluarse al final de la lectura.
El párrafo: El párrafo es una unidad de discurso que en un texto escrito expresa una idea o argumento
o bien reproduce las palabras de un orador en un discurso. Se encuentra compuesto por un conjunto de
oraciones que ostentan cierta unidad temática. Dicha unidad se expresa a través de una palabra clave o
una idea clave que controla la información en el resto del párrafo.
Todo texto en prosa se organiza en párrafos. Comienza con una mayúscula y termina con un punto y
aparte y comprende varias oraciones, como se mencionó anteriormente, relacionadas por el mismo tema,
en tanto una de ellas solamente expresará la idea principal.
La práctica más habitual que se utiliza para separar los párrafos de un texto es colocar una sangría al
comienzo del mismo, ocupando la misma de tres a cinco espacios, complementándose la misma con la
introducción de una línea en blanco o una mayor separación con respecto a la siguiente línea al finalizar
el mismo.
La organización del párrafo refleja el ordenamiento de las ideas, es decir, por lo general se expone la
idea principal y se la apoya, se la explica o se la complementa con ideas secundarias.
Existen varios tipos de párrafos: narrativo (formado por una secuencia de afirmaciones, típico de una
noticia o crónica), descriptivo (potencia el uso de la palabra con una descripción sensorial),
argumentativo (su objetivo es el de presentar opiniones o en su defecto rebatirlas para persuadir al
receptor),expositivo (explica o desarrolla más ampliamente el tema que presenta), de compasión o
contraste (compara objetos o ideas con la intención de marcar semejanzas y diferencias) y de
enumeración (enumera situaciones que van de lo más a lo menos importante).
Criterios para la organización de los Párrafos en los Textos: Escritos El párrafo puede definirse como
“la unidad mayor del texto en el cual se plantea y desarrolla un aspecto, o subtema concreto del tema
general del texto” (Figuera, C. 2001: Pág. 53). Un párrafo constituye una unidad de sentido, y no un
mero encadenamiento de oraciones que tienen alguna relación entre sí. Queda claro que el párrafo no
puede ser catalogado como un grupo de oraciones acerca de un tema, que son agrupadas arbitrariamente
a lo largo de una página escrita con el objetivo de presentar la información. Sin embargo, es bastante
frecuente que los estudiantes presenten algunas dificultades en la distribución de las ideas de los párrafos
en los textos escritos (Montolío, 2001).
Por otra parte, Cassany, M. Luna y G. Sanz (1994) definen el párrafo como una unidad significativa y
visual, en donde se desarrolla completamente una idea, distinta de los otros párrafos del texto. Estos
autores afirman que muchas veces los escritos de los estudiantes pueden ser desorganizados ya que por
ejemplo, a veces los estudiantes producen textos que se dividen en tantos párrafos como oraciones
ortográficas hay, esto da la impresión de que la información presentada está entrecortada y presentada
más en un listado que en un todo unificado. Otras veces, varias ideas se presentan compactadas en un
sólo párrafo, es decir, el estudiante no utiliza el punto y aparte para separar un párrafo de otro, lo cual
causa ciertas dificultades para el lector, ya que un solo bloque de información podría resultar aburrido o
abrumador para los lectores, dificultando así la lectura y, por ende, su comprensión. El estudiante debe
encontrar un equilibrio en la organización de sus párrafos y estar consciente de cuáles son los criterios
que debe emplear para dividir la información de un texto en diferentes porciones de información.
Otro aspecto importante a tomar en cuenta en la distribución de la información es que los párrafos pueden
tener diferentes funciones dentro de un texto. Brown, F. (2001) afirma que algunas de las funciones más
frecuentes de los párrafos son: servir de introducción a un escrito, definir un término importante dentro
de un texto, presentar un ejemplo o anécdota que ayude a describir mejor el tema del que se habla en el
texto, resumir o unificar lo expresado en párrafos anteriores y presentar las conclusiones o resumen de
un escrito o capítulo. Esto quiere decir que el estudiante también debe estar consciente que los párrafos
no sólo sirven para presentar la información, sino que también éstos pueden determinar la introducción,
desarrollo y cierre de las ideas de un texto, así como llevar a cabo diferentes funciones como exponer,
describir o argumentar sobre un tema.
Por otra parte, Figuera (2001) afirma que no importa cuál sea la función del párrafo, el mismo debe ser
organizado en atención a 3 niveles o dimensiones, la dimensión visual que es delimitada por el uso de
un espacio o sangría al principio del párrafo y se extiende hasta el punto y aparte. La dimensión
estructural, que tiene que ver con el hecho de que cada párrafo de un texto puede estar constituido por
uno o varios enunciados textuales, que comienzan con mayúsculas y culminan con un punto y seguido,
los cuales deberían introducir, desarrollar y cerrar las ideas presentadas en un párrafo. Finalmente, la
dimensión semántica, la cual establece como distribuir las ideas principales y secundarias en el texto.
Este autor afirma que cada párrafo debería presentar una idea principal del tema tratado, la cual debería
ser desarrollada a través de las ideas secundarias. Es la organización de las ideas principales y
secundarias lo que hace que cada párrafo sea considerado como una unidad semántica constitutiva del
texto.
La oración tópico: Teniendo en cuenta que los párrafos pueden contener muchos diferentes tipos de
información, ya sea varios ejemplos, una sola ilustración del tema en general, también podría describir
un lugar, un personaje o un proceso, narrar una serie de eventos, comparar o contrastar dos o más cosas,
clasificar elementos en categorías o describir causas y efectos. A pesar del tipo de información que
contengan, todos los párrafos comparten ciertas características, una de las más importantes es la oración
tópico
Un párrafo bien organizado avala o desarrolla una idea central única, que es expresada en una oración
llamada oración tópico. Esta oración tiene varias funciones importantes, a saber: sustancia o avala la
afirmación central del texto, unifica el contenido del párrafo y dirige el orden de las oraciones
adelantando al lector el tema a ser tratado y como el párrafo lo tratará.
Los lectores generalmente observan las primeras oraciones en un párrafo para determinar el tema y la
perspectiva del párrafo. Por eso es aconsejable colocar la oración tópico al comienzo del mismo. En
algunos casos, sin embargo, es más efectivo colocarla luego de una oración que una el párrafo anterior
con el actual que provea antecedentes.
En conclusión, la oración tópico es aquella en la que se expone el tema central, la idea más importante
de la que se trata un párrafo. También se la conoce con el nombre de oración foco la cual encapsula u
organiza el resto del párrafo. Aunque puede aparecer en cualquier lugar del párrafo, en el texto
académico a menudo aparecen al principio. Por ello, puede pensarse a la oración tópico como con dos
funciones diferentes a la vez. Por un lado, relaciona al párrafo con el tema central del capítulo o apartado
y, por otro, define el alcance del párrafo mismo.
El texto académico on-line: Existen tres tipos de textos académicos electrónicos que el lector encuentra
online, ellos son: los textos no lineales, los textos multimediales y los textos interactivos. Todos ellos
presentan diferentes desafíos para el estudiante universitario.
Sin embargo, este tipo de textos electrónicos son de preferencia para los estudiantes con acceso a Internet
ya que se caracterizan por su conveniencia y rapidez en cuanto a la búsqueda. Además, los vínculos
asociados a los textos académicos online tales como gráficos animados, íconos, videos, tablas e
ilustraciones en dos o tres dimensiones agilizan la comprensión y por ello son elegidos por los
estudiantes.
Los textos académicos electrónicos destacan la autenticidad e integridad de contenido que debería
coincidir con cualquier versión impresa incluyendo todos sus elementos: texto, gráficos e ilustraciones.
Además, los textos académicos electrónicos incorporan cada vez más información que solo puede ser
presentada como medios no impresos, por ejemplo, animaciones, visualizaciones, contenido interactivo,
etc.
Texto e hipertexto: Un texto común está diseñado principalmente para ser impreso y leído de forma
lineal, esto es, comienza a leerse por la primera línea del primer párrafo y termina de leerse en la última
línea del último párrafo.
En el hipertexto, por el contrario, generalmente no es necesario seguir el documento de forma lineal,
sino que en diferentes puntos del mismo se da la posibilidad de saltar a otros documentos diferentes u
otras partes del mismo documento, mediante enlaces especiales incluidos en él llamados hipervínculos.
Es decir, que el hipertexto es un texto que se vincula a otra información mediante enlaces entre palabras,
íconos u otros elementos llamados hipervínculos. Mediante dichos enlaces el usuario puede rápidamente
acceder a otro contenido diferente o relacionado con el texto que está leyendo.
Los sistemas hipertextuales están basados en un enfoque en cual el usuario tiene la posibilidad de crear,
agregar, enlazar y compartir información de fuentes diversas, proveyendo la posibilidad de acceder a
documentos de manera no secuencial. Esta flexibilidad de acceso genera las nociones de navegación,
personalización de presentaciones y anotaciones.
Así, el hipertexto configura una tecnología que organiza una base de información en distintos bloques
de contenidos, conectados a través de una serie de enlaces cuya activación o selección por el lector
provoca la recuperación de información [Díaz et al, 1996].
En consecuencia, el hipertexto ha sido definido como un enfoque para manejar y organizar información,
en el cual los datos se almacenan en una red de nodos conectados por enlaces. Los nodos contienen
textos como también gráficos, imágenes, audio, animaciones y video, así como código ejecutable u otra
forma de datos a los que se les da el nombre de hipermedios.
Considerando cómo se representa el conocimiento humano, el hombre opera por asociación, saltando de
un ítem al próximo, en forma casi instantánea. El paradigma hipermedia intenta modelar este proceso
con enlaces entre bloques de información contenidos en nodos.
A diferencia de los libros impresos, en los cuales la lectura se realiza en forma secuencial desde el
principio hasta el final, en un ambiente hipermedial la "lectura" puede realizarse en forma no lineal, y
los usuarios no están obligados a seguir una secuencia establecida, sino que pueden moverse a través de
la información y hojear intuitivamente los contenidos por asociación, siguiendo sus intereses en
búsqueda de un término o concepto.
Lectura lineal e hipertextual: La lectura hipertextual produce una extensión del concepto de lectura y
requiere de habilidades de selección para la integración correcta de textos generalmente dispersos y
fragmentados. También exige profundizar la concentración ante las numerosas distracciones que pueden
extraviar los objetivos de la lectura. Y, en general, en la lectura hipertextual, la automatización de la
percepción visual de la escritura electrónica se complejiza y la reconfiguración del conocimiento del
lector se enriquece.
La navegación Web dentro de la cual se realiza la lectura hipertextual trae consigo la oportunidad del
acceso a recursos pedagógicos no lineales – hipertextos- fuentes de información de enorme actualidad,
pero, que presentan desafíos al sistema educativo universitario, debido a la enorme carga cognoscitiva
que desorienta al estudiante. Para ello deben tenerse en cuenta los conceptos y métodos de observación
del fenómeno Web caracterizando un modelo general de interactividad humana - computador como así
también los factores humanos en su cibernética y, fundamentalmente, la comprensión lectora de textos
en escenarios digitales complejos.
Entre los mecanismos cognoscitivos surgidos de la relación humanos y computadoras involucradas en
la lectura hipertextual se encuentran varios modelos de navegación web los cuales influencian a tal punto
la propuesta lectora en la que cada vez más se apoya la educación superior, que de ellos dependerá en
mucho el éxito de esta educación.
Es así como, todo profesor que recurre a la navegación Web con algún propósito educativo, debe basarse
en un modelo cognoscitivo que prediga y explique las actuaciones humanas en las tareas de educación
en interacción con el ciberespacio.
Tenemos entonces que el formato hipertextual y su sistema de enlaces electrónicos permite que el paso
de una opción a otra sea rápido y práctico, pudiendo el estudiante, volver atrás y elegir otra de las
opciones propuestas sin necesidad de pasar páginas, perder el punto, marcar las páginas con encrucijadas
para volver a ellas más tarde, etc. El estudiante podrá, una vez finalizada su lectura, empezar de nuevo,
o si lo prefiere, volver, siempre por medio de enlaces electrónicos, a la última encrucijada. De esta
manera el estudiante no siente que se está perdiendo una de las muchas alternativas que ofrece la lectura
puesto que sabe que siempre tendrá acceso a todos los caminos existentes.
El propósito educativo de la lectura online se sustenta, de esta forma, básicamente en la capacidad
multimedia del hipertexto que permite el uso de ayudas para la comprensión textual y la adquisición de
vocabulario que combinan diversos modos de presentación de la información -audio, vídeo, texto,
imagen, etc.- y que facilitan la tarea del estudiante en su práctica de la lectura. Numerosos autores
coinciden en que comprender a partir de un texto o de una imagen conlleva un proceso cognitivo
diferente ya que, la construcción del modelo mental que deriva en la comprensión textual, difiere en
cada uno de los casos.
En conclusión, la lectura hipertextual supone un nuevo cambio histórico y tecnológico que tiene
repercusiones culturales puesto que afecta los modos tradicionales de lectura secuencial del texto. La
lectura hipertextual por parte de un usuario/lector se basa en la navegación o exploración de los
contenidos. Esta lectura por exploración o navegación difiere de la lectura tradicional de un documento.
Además, al margen la secuencialidad del libro impreso y la multisecuencialidad del libro en pantalla, la
lectura sobre una pantalla electrónica es mucho más activa, el lector hace barridos visuales y búsquedas
de fragmentos de interés. Se trata de una lectura extensiva, más superficial y horizontal, mientras que la
lectura de un libro impreso es mucho más pausada, inmersiva, intensiva, en profundidad, vertical de
abajo arriba y prolongada en el tiempo.
La navegación web ha sustituido a la lectura lineal. La información es un espacio a recorrer, un camino
a explorar y los enlaces del hipertexto son los que nos permiten, mediante los anclajes de partida y de
llegada, saltar de un nodo a otro y de una información a otra. En la lectura y navegación de un hipertexto
nos movemos de una pantalla a otra adentrándonos en una inmensidad de información en la que podemos
sentirnos abrumados y desorientados si es que no contamos con las herramientas y los conocimientos
adecuados para dar coherencia y significatividad a nuestra lectura.
Conclusión
En esta unidad se han explicado las características de los textos académicos impresos y online escritos
en inglés. Es de fundamental importancia que los estudiantes universitarios adquieran las destrezas
lectoras necesarias para abordar los textos académicos de su especialidad.
Para ello, vale recordar que los textos producidos en el contexto académico constituyen un género
específico para responder a una situación comunicativa que les es propia. Por ello, comparten
características formales y de contenido consensuadas socialmente y responden a convenciones asociadas
a dicho género como son el estilo y las secuencias textuales básicas.
Tanto los textos académicos impresos como los que se encuentran online presentan una portada, un
índice, un prólogo e introducción, capítulos, conclusiones, sumarios, glosarios, anexos con tablas e
información asociada, bibliografía y otros apartados que, en mayor o menor medida, conforman este
género tan particular.
A diferencia del texto impreso, el texto académico online presenta enlaces a vínculos con animaciones,
explicaciones graficadas, ilustraciones, tutoriales, ejercitación interactiva, etc. que hacen de la lectura
hipertextual una herramienta de aprendizaje de avanzada.

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