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Historia de la Filosofía Moderna

Escuela de Filosofía
Facultad de Humanidades y Artes
Universidad Nacional de Rosario

Guía para la confección de la monografía


Prof. Dr. Alberto Mario Damiani

1. Introducción

La presentación de la monografía es uno de los requisitos para aprobar la asignatura


Historia de la Filosofía Moderna. Se espera que este requisito contribuya a desarrollar la
capacidad de exponer argumentos de manera clara y ordenada.
Una monografía es un informe escrito referente a un único tema. En primer lugar, ello
significa que no es una presentación panorámica de las ideas de un período o de una escuela
filosófica, ni la exposición y comentario de un sistema filosófico completo. Una monografía
trata sobre una cuestión particular: una idea, una tesis o un argumento. Para escribir una
monografía es necesario evitar las generalidades.
En segundo lugar debe advertirse que una monografía es un informe. No es una
interpretación novedosa de textos filosóficos ni la demostración de una tesis original. Quien
redacta una monografía no se propone presentar y demostrar sus propias ideas, sino algo
mucho más modesto y elemental: exponer objetivamente ideas ajenas. Una buena monografía
es un material que puede ser utilizado por futuros lectores como bibliografía introductoria al
tema elegido.
La presente guía se propone indicar algunos procedimientos básicos y lineamientos
generales para confeccionar la monografía de Historia de la Filosofía Moderna. Para ello se
presentan a continuación algunas consideraciones referentes a la elección del tema, a la
búsqueda, selección y organización de la información, a la redacción, a las referencias
bibliográficas, a la extensión y al formato de la monografía.

2. El tema

El tema de la monografía es elegido libremente por el estudiante. Es importante que el


estudiante escriba su monografía sobre un tema que le interesa, no sólo para que disfrute del
trabajo, sino también para que se ejercite en comunicar a sus lectores las razones de la
relevancia del tema elegido. La monografía tendrá que versar sobre los argumentos
presentados en textos filosóficos modernos (de comienzos del siglo XVII a comienzos del
siglo XIX). La monografía no debe tratar sobre los textos examinados durante el curso. El
período abarcado por nuestra asignatura es especialmente rico en la producción de textos
filosóficos y en la diversidad de autores y perspectivas. Seguramente, el estudiante puede
encontrar un tema interesante para su monografía si lee los manuales de historia de la filosofía
indicados en la bibliografía secundaria del programa de la asignatura (ABBAGNANO,
BRÉHIER, CASSIRER, COPLESTON, LAMANNA, WINDELBAND).

3. El esquema

Una vez elegido el tema, es necesario realizar simultáneamente dos tareas. Por un
lado, recabar información en las fuentes primarias y secundarias, por otro lado, preparar un
esquema de la monografía.

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Las fuentes primarias son las obras escritas por los filósofos modernos, las fuentes
secundarias son los comentarios y estudios críticos sobre esas obras, escritos por especialistas.
Las referencias bibliográficas (notas y bibliografía final) de los manuales mencionados
brindan una primera indicación de cuáles son las obras que deben leerse para estudiar el tema
elegido. Las buenas ediciones y traducciones de estas obras contienen, por lo general, una
bibliografía básica sobre el autor. La monografía debe realizarse atendiendo sobre todo a las
fuentes primarias. Los comentarios, los estudios críticos y los manuales pueden ser útiles
como introducción o como ayuda para la interpretación, pero su lectura no sustituye el trabajo
directo con las obras filosóficas. Para la monografía no es necesario consultar las opiniones de
muchos comentaristas pero es imprescindible trabajar seriamente con las fuentes primarias.
Recabar información de las fuentes no implica sólo leerlas, sino también anotar,
mientras las leemos, todo lo que parece relevante para el tema elegido. Existen técnicas
precisas para ordenar esas anotaciones en fichas. Puede resultar útil conocer estas técnicas, si
nos facilitan el trabajo de investigación, organización y redacción de la monografía. De todos
modos, seguramente, cada uno descubrirá el método que le resulte más apropiado para
conservar y organizar la información relevante.
Simultáneamente a este trabajo con las fuentes, es necesario ir preparando un esquema
del trabajo monográfico. El esquema es un índice tentativo y provisorio en el que se ordenan
coherentemente los subtemas de la monografía. Estos subtemas pueden presentarse mediante
proposiciones sencillas (afirmaciones o negaciones). No es conveniente aferrarse al primer
esquema elaborado, sino que es preferible considerarlo como el primer borrador de una serie
de esquemas que se irán corrigiendo a medida que se avance en el trabajo con las fuentes.
Esta serie de borradores corregidos tiende hacia un esquema coherente y determinado. La
coherencia se logra atendiendo al orden lógico de los subtemas: los presupuestos y las
premisas deben explicitarse antes que las conclusiones. Cuanto más coherente sea el esquema,
más ordenada será la exposición del tema en la monografía. La determinación del esquema se
logra agregando diversos niveles de subtemas. Cuantos más niveles de subtemas contenga el
esquema, más fácil será luego la tarea de redacción.
Una vez formulado un esquema coherente y determinado, se pueden incorporar las
anotaciones, hechas al leer las fuentes, bajo los subtemas del esquema. El resultado será,
entonces, no sólo un índice más o menos preciso, sino también un verdadero bosquejo de la
monografía, en el que se indican brevemente los contenidos de cada uno de los subtítulos del
índice. Es muy útil contar con un bosquejo antes de comenzar a redactar la monografía. El
mismo indica todo lo que queremos decir y el orden en que queremos decirlo.

4. La redacción

La elaboración del esquema y del bosquejo permitió ordenar los contenidos. Ahora se
trata de comunicarlos al lector. El lector de la monografía no es sólo el profesor que la evalúa
sino también todo posible interesado. Por eso, al escribirla, es conveniente tener en mente a
un futuro lector que desconoce por completo el tema tratado (y que incluso carece de
formación filosófica) y que pretende introducirse al tema mediante nuestro escrito
monográfico. Este lector ideal medio nos obliga a ser claros, explícitos y ordenados en la
redacción del trabajo. Una vez terminada la monografía, es deseable también testear la
claridad y la coherencia de la redacción. Para ello es conveniente pedirle a algún amigo o
pariente que lea nuestro trabajo y nos indique los pasajes incomprensibles. Muchas veces la
familiaridad con un tema nos impide advertir muchos presupuestos implícitos en nuestro
texto, obvios para nosotros, pero extraños para el lector corriente.
La claridad en la expresión escrita es una meta que sólo se alcanza mediante la
ejercitación constante. La aplicación de reglas estilísticas no es suficiente para lograrla. Sin
embargo, hay algunos consejos que pueden ser útiles.

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En primer lugar la monografía debe tener una estructura formal compuesta de: autor,
título, índice, introducción, desarrollo, conclusión, notas y bibliografía. El índice designa una
estructura compuesta de las partes sucesivas de la monografía y los números de página en que
comienza cada parte. En la introducción debe presentarse el tema al lector, indicando la
importancia de la cuestión, el propósito de la monografía y los pasos que se darán en el
desarrollo para cumplir con ese propósito. El desarrollo se encuentra articulado de acuerdo al
esquema elaborado. Los subtemas de nivel superior se presentan como ítems numerados, que
pueden llevar subtítulos. La conclusión debe contener las afirmaciones más relevantes que se
siguen del desarrollo. Estas afirmaciones no deben aparecer aisladas en la conclusión, sino
que debe explicitarse su conexión lógica.
En segundo lugar, el lector debe poder identificar, sin esfuerzo alguno, el sujeto, el
verbo y los complementos de cada frase. Con ese fin, es conveniente usar oraciones breves,
unidas por punto seguido. Las oraciones largas y compuestas por muchas subordinadas
siempre pueden ser desmenuzadas en una sucesión de oraciones simples. De esta sencilla
modificación sintáctica resulta, por lo general, un texto más claro y comprensible.
En tercer lugar, es conveniente recordar, de vez en cuando, el tema central del trabajo
e indicar explícitamente la conexión que mantiene con el subtema que estamos presentando en
ese momento. Una buena oportunidad para hacerlo es el comienzo de cada uno de los
apartados o ítems en los que hemos dividido el desarrollo del trabajo. Esto le evitará al lector
la indeseable sensación de encontrarse ante una serie de fragmentos inconexos, en lugar de la
monografía unitaria, prometida en la introducción.
Por último, es recomendable no conformarse con la primera versión. El estilo de un
texto académico siempre puede ser corregido y mejorado en múltiples detalles que se van
advirtiendo mediante sucesivas lecturas. Conviene ser paciente y esperar que pasen algunos
días entre la finalización de una versión y su corrección. Esa espera permite tomar cierta
distancia del texto ya escrito y nos habilita para advertir los puntos débiles de la redacción
anterior.

5. Citas, notas y bibliografía

La monografía no es una sucesión arbitraria de citas inconexas. Hay que citar sólo
cuando resulta conveniente. Por ejemplo, se cita un pasaje para luego analizarlo
pormenorizadamente o porque el mismo sirve como prueba, etc. Las citas deben reproducir
los pasajes tal como se encuentran en el texto. Si éste contiene errores, se reproducen y a
continuación se indica: (sic). Si se desea intercalar una aclaración, debe estar entre corchetes.
Los puntos suspensivos entre corchetes, dentro de una cita, significan que se ha eliminado
parte del texto en la cita. Si la cita tiene menos de cuatro renglones debe ir entre comillas en el
cuerpo del texto (con caja normal). Si es mayor, debe ir en un párrafo a parte y con una caja
menor. Las citas no deben ser muy extensas. Si exceden la media carilla, es conveniente
seccionarlas y comentarlas por partes (o parafrasearlas en vez de citarlas, indicando en nota la
referencia bibliográfica correspondiente, antecedida por: véase, vid., cf. o cfr.)
Al final de la cita debe ir un número que refiere a una nota. Ésta contiene la referencia
bibliográfica del texto citado.

1. Los libros se citan del siguiente modo:

NOMBRE Y APELLIDO DEL AUTOR, Título del libro, trad. Nombre del Traductor,
Ciudad, Editorial, año, p. número de página dónde se encuentra el pasaje citado.

2. Los capítulos se citan del siguiente modo:

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NOMBRE Y APELLIDO DEL AUTOR, “Título del capítulo”, id., Título del libro,
trad. Nombre del Traductor, Ciudad, Editorial, numero de edición, año, cap. número
del capítulo, p. número de página dónde se encuentra el pasaje citado.

Si se trata de un capítulo de un volumen colectivo, en lugar de id., antes del título del libro se
escribe: Nombre del Compilador (Comp.)

3. Los artículos publicados en revistas se citan del siguiente modo:

NOMBRE Y APELLIDO DEL AUTOR, “Título del artículo”, Nombre de la revista,


número, año, pp. los números de la primera y de la última página del artículo, p.
número de página dónde se encuentra el pasaje citado.

Si un mismo texto se cita varias veces sucesivas, a partir de la segunda vez se indica
sólo: op.cit., p. número de página dónde se encuentra el pasaje citado. Si las citas sucesivas
corresponden a la misma página se indica loc. cit., p. número de página dónde se encuentra el
pasaje citado (en vez de loc. cit. se puede escribir ibid.). Si un mismo texto se cita varias
veces no sucesivas, a partir de la segunda vez todo lo indicado entre el título (del libro,
capítulo o artículo) y el número de página (dónde se encuentra el pasaje citado) se sustituye
por cit.

Cuando la cita no es textual, en la nota, antes del nombre del autor debe escribirse:
véase, vid., cf. o cfr.

Las notas deben estar numeradas de manera sucesiva y pueden estar ubicadas al pie de
página o en un apartado especial, titulado Notas y localizado entre la conclusión y la
bibliografía. Las notas no sirven sólo para indicar las referencias bibliográficas de los pasajes
citados en el cuerpo del texto. Pueden contener también comentarios y aclaraciones
marginales, que se ubican en notas para no cortar el hilo argumentativo de la exposición
monográfica, o incluso citas de pasajes que no consideramos lo suficientemente relevantes
para ubicarlos en el cuerpo del texto, por ejemplo citas de estudios críticos, comentarios y
manuales.
El último apartado de la monografía es la Bibliografía. La misma consiste en una lista
de todos los libros, capítulos y artículos citados en las notas, ordenados alfabéticamente por el
apellido del autor. En la Bibliografía se ubica primero el APELLIDO y luego el NOMBRE de
los autores citados y no se indica el número de página dónde se encuentran los pasajes citados
(las demás referencias bibliográficas se indican igual que en las notas y de manera completa)

6. Tipografía, extensión y presentación

Las cursivas (o el subrayado) se utilizan para palabras o expresiones en otro idioma,


para títulos de libros o nombres de revistas y para destacar un término o una expresión que
consideramos particularmente relevante. Las negritas, para el título (y eventuales subtítulos)
de la monografía, Las comillas dobles para encerrar las citas textuales y títulos de artículos y
capítulos.
La monografía puede tener entre 10 y 15 páginas (aprox.) A4, interlineado 1,5, letra
n°. 12.
El estudiante debe presentar su monografía, por lo menos, 15 días antes de rendir el
examen final, debe hacer constar un número de teléfono o dirección electrónica, para que le
sea comunicado el resultado de la evaluación y debe conservar una copia de la monografía
hasta el examen final.

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