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INSTITUCION EDUCATIVA FRANSISCO TOORES LEÓN PUENTE AMARILLO.
El conflicto armado en Colombia.
El conflicto armado en Colombia es una realidad que todos ven como algo una
situación y anuncio diario, ya sea en los medios de comunicación o por las
amenazas de estos grupos que siguen deteriorando la esperanza y visión del
mundo y el futuro en las personas que son y fueron víctimas directas, además de
las generaciones no futuras sino actuales que aprenden, sienten y siguen viviendo
esta problemática diariamente, como una mancha en entorno que afecta en más
de un aspecto el destino de sus vidas.
Lamentablemente se acude a las armas para defender esta verdad exigida, poco a
poco, frente a la represión de quién es en su ansia y terror de poder perderlo,
aparece la violencia en cada uno de sus campos y de manera gradual para
aparentemente, en nombre del pueblo, cometer una serie de actos inhumanos
afectando principalmente a aquellas personas que creían defender; a partir de ese
momento, aparecen pues, las guerrillas con diferentes denominaciones y nombres
por las cuales se reconocen actualmente: las FARC, el ELN, el EPL, el m-19, entre
otros; Entonces el campesino; el dueño de la Tierra y el trabajador que sólo quiere
lograr el sustento para su familia, decide armarse para defender lo suyo de unos
grupos guerrilleros que sólo pretenden aprovecharse de la situación para adquirir
insumos y riquezas temporales. Las autodefensas colombianas son creadas para
contrarrestar estos ataques, lo que una vez más, genera derramamiento de sangre
en las parcelas, campos y en los pueblos; todo frente a la mirada de un gobierno
al que no le importa el sufrimiento del pueblo o no puede tomar las riendas de la
situación por más que lo desee por el peligro de cada actuar.
Al hablar de conflicto también podemos decir que, los actos ilegales del mismo
aparecen como un medio de financiación para todos estos grupos usando a la
comunidad como rehén para conseguirlo; el narcotráfico y la corrupción junto con
la justicia que aumenta la impunidad por lo que en el paso de los años, la situación
cada vez empeora, dejando al enemigo crecer y a las victimas perder su voz y
relevancia ante el mundo que los rodea, dejando por obligación sus cabezas
mirando al suelo y con el temor de tener que huir en cualquier momento a pesar
de los intentos aparentes de la misma población y de los antiguos nuevos
gobiernos por darle un final definitivo al conflicto, y de que se hiciera un proceso
de diálogo con el grupo armado de las FARC; hay mucha impunidad rodante,
prevalece el dolor y preguntas sin respuesta, muertos que se desconoce su
paradero, mucho dolor qué no ha sido resarcido y muchos desplazamientos que
no han sido restituidos.
Ante esta situación tan preocupante y dolorosa, está una sociedad que se ha
acostumbrado a todas estas crueldades, a toda esta injusticia. Vemos atónitos un
noticiero que alimenta nuestro deseo novelesco de conocer lo que pasó, pero que,
a las horas de haber saciado la curiosidad o el escándalo, todos pasamos a la
indolencia ante tantas realidades que dejan en nuestro país y subconsciente la
tristeza, pobreza, mendicidad, desplazamiento, homicidios, desapariciones,
secuestros, extorsiones, abusos sexuales, robo de la inocencia y el derecho a la
niñez y dolores profundos que siguen alimentando la sed de venganza y recelo.
Todos estos efectos nefastos del conflicto armado simplemente deterioran cada
vez más la realidad social del país, destruye la esperanza y el futuro de todos
aquellos que son sus víctimas, recientes a la que seguimos llamando futura y
pasadas; realidades ante las cuales, emergen de ella, líderes que buscan el
restablecimiento de los derechos para sus comunidades y que lamentablemente
son y fueron callados por los victimarios qué en muchas ocasiones se camuflan en
las entidades gubernamentales y son olas que imparten justicia. Nada ni nadie es
seguro o lo está.