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ASPECTOS BIOGRAFICOS DE VALLEJO

César Vallejo (1892-1938) fue un novelista, ensayista, cuentista y poeta peruano. Destacó por
alcanzar gran notoriedad en cada género literario desarrollado. Su trayectoria en el
modernismo dejó huella, y su poemario Los heraldos negros es una prueba inequívoca de ello.
El vanguardismo también es notorio en la obra poética de Vallejo. Su manejo del lenguaje,
además de su caudal de recursos al escribir, le dieron un sitial privilegiado entre los autores de
la época. El tungsteno es una de sus piezas más representativas.

Santiago de Chuco vio nacer al poeta. Llegó al mundo el 16 de marzo, en 1892. Su Familia era
meztiza, indígena y española. Su entorno se manejó entre costumbres muy arraigadas, y el
trabajo honrado era el ejemplo del día a día. Francisco de Paula Vallejo Benítez fue su padre,
una figura indispensable en su crianza. Su madre fue María de los Santos Mendoza, quien
procuró encaminarlo por la fe católica. El escritor tuvo 10 hermanos, él era el menor.

El Centro Escolar 271 de Santiago de Chuco fue el lugar en el cual Vallejo inició su formación.
Ya para esos momentos se tenía pensado que el niño fuese sacerdote. En 1905, César ingresó
al Colegio Nacional San Nicolás en Huamachuco. Allí cursó clases hasta 1909.

Pese a la insistencia de la familia de que Vallejo fuese religioso, a los 18 años entró a la
Universidad Nacional de Trujillo. Allí comenzó sus estudios de letras. No obstante, la falta de
entradas de dinero en su hogar complicaron las cosas, así que el escritor debió suspender sus
estudios. Luego de aquel tropiezo, César decidió probar estudiando medicina. No obstante, al
poco tiempo desistió. Pese a los malos pronósticos, el poeta logró volver a la carrera de letras,
y en 1915 obtuvo su titulación.

La etapa que vivió César Vallejo en Trujillo estuvo llena de experiencias, se integró al Grupo
Norte, al cual pertenecieron jóvenes artistas e intelectuales. Además se le presentó la
oportunidad de dar a conocer algunos de sus versos en medios locales; también fue la época
del amor.

En 1917 se enamoró perdidamente de Zoila Rosa Cuadra, una joven de quince años. Pero la
corta duración de la relación lo deprimió y casi se quitó la vida. Sin embargo, sus amigos
fueron luz en la oscuridad porque lo convencieron de irse a la capital peruana para que hiciera
un doctorado.

Vallejo arribó a la capital peruana a finales de 1917. Era el 30 de diciembre, exactamente.


Apenas llegó, empezó a interactuar con un privilegiado círculo de autores. Manuel González
Prada y Abraham Valdelomar fueron compañeros comunes de charlas en las tardes limeñas. En
esa época, la revista Suramérica sirvió al poeta como espacio para muchas de sus
colaboraciones poéticas.

No pasaron tres meses, cuando Vallejo comenzó a dar clases. En esos años mantuvo una
relación amorosa con la adolescente Otilia Villanueva, eso lo llevó a perder su trabajo en la
institución educativa. Luego, entró a trabajar como profesor de gramática en el Colegio
Nacional Nuestra Señora de Guadalupe.

En 1919 Vallejo publicó su primera obra, Los heraldos negros. El poemario destacó por su
enorme valor lírico. Este libro tuvo rasgos modernistas y trató temas muy recurrentes de
Vallejo, relacionados con el sufrimiento humano. Con este título se abrió camino en la
literatura latinoamericana; al año siguiente viajó a su tierra natal.

Cuando estaba en Santiago de Chuco, César Vallejo fue acusado injustamente de participar en
el incendio de la casa de una familia de comerciantes de la ciudad. Así que pasó casi cuatro
meses en una cárcel de Trujillo. Dicha desventura no fue tropiezo para que el poeta dejara de
escribir. De hecho, hasta ganó un concurso literario.

Aunque el caso no se cerró, un tiempo después pudo salir bajo ciertas condiciones y regresó a
la capital del país. Allí publicó, en 1922, Trilce, un poemario que renovó la poesía que se
conoció en aquel entonces. Al año siguiente salió a la luz el conjunto de cuentos Escalas
melografiadas.

VALLEJO EN PARIS
Vallejo se fue a vivir a París en 1923 en busca de nuevas experiencias, allí trabajó en varios
medios latinoamericanos y también conoció a su compañera de vida. En 1927 conoció en París
a Georgette Marie Philippart Travers, una joven de 18 años que vivía con su madre en un
apartamento situado enfrente del hotel donde se hospedaba. Profundizó en sus estudios sobre
el marxismo. Apareció una narración suya en Amauta, la revista que fundó en Lima su amigo
José Carlos Mariátegui y en la que también se reprodujeron varias de sus crónicas
periodísticas.

En abril del año siguiente enfermó nuevamente de gravedad, pero se recuperó a los pocos
meses. Todavía le acompañaba Henriette. Empezó a interesarse con más ahínco por las
cuestiones político-sociales. Ese mismo año realizó su primer viaje a Rusia. Retornó a París y
fundó la célula parisina del Partido Socialista que había fundado Mariátegui en su patria
(después denominado Partido Comunista Peruano).
En 1929 empezó a convivir con Georgette (quien acababa de heredar el apartamento y bienes
de su fallecida madre) y junto con ella realizó un segundo viaje a Rusia. Se detiene en Colonia,
Varsovia, Praga, Viena, Budapest, Moscú, Leningrado y varias ciudades italianas, antes de
retornar a París. Inició su colaboración para el diario El Comercio, como corresponsal oficial, y
continuó haciéndolo con las revistas Variedades y Mundial. Esta labor periodística fue
forzosamente suspendida en 1930 a raíz de la crisis mundial, cuando dichas revistas
desaparecieron, al igual que el suplemento dominical de El Comercio, donde se publicaban sus
artículos. Continuó dedicado a la escritura, de esos años fue El tungsteno.

Cesar Vallejo llegó a París en julio de l923, y murió en la misma ciudad en abril de l938. En los
quince años desde su llegada y su partida definitiva todos los que conocen su obra y algo de su
vida, saben que no sólo escribió poesía, así como también que no fue posible que se dedicara
exclusivamente a la literatura. Su río poético fue interrumpido muchas veces por las fuertes
depresiones económicas que sufría y que lo obligaban a realizar otros trabajos, por ejemplo
periodismo.

O conseguir la ayuda de amigos mejor situados que él para poder superar momentos graves,
como por ejemplo la beca que su amigo Pablo Abril de Vivero le consiguió en Madrid. Pero el
periodismo no le era del todo desconocido y lo practicó con asiduidad y acierto. Como también
escribió teatro, novela, cuento y ensayo. Y a pesar de tanta tarea literario-periodística hubo
espacio para otra actividad a la que abrazó con tanto fervor como la poesía, la política. Las
razones principales de la presencia del poeta peruano en París son, por una parte, la atracción
que ejerció sobre él el mundo cultural francés.

Por otra, el duro golpe que le significó sufrir cárcel, por injustos motivos políticos, durante casi
un año. El temor a que su caso se reabriera y pudieran volverlo a encerrar en una cárcel
peruana lo martirizó hasta hallándose en Europa, y muchas veces temió que desde Lima
llegara una orden a la Embajada del Perú en Francia pidiendo que se le enviara a su país. Esos
dos motivos, el degustar de un lugar, y el temer a otro, aunque en diferentes proporciones
determinaron la larga estancia del poeta de Los heraldos negros en la capital francesa.

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