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Gilles Lipovetsky, fil—sofo

ÒVivimos en la era de
la hipermodernidadÓ
G
ILLES Lipovetsky
(1944), profesor de Es una de las mentes m‡s lœcidas del actual panorama intelectual,
la Universidad de
Grenoble (Francia), un pensador ajeno a corrientes o escuelas que se ha pasado m‡s de veinte a–os
solicitado conferenciante y autor
de multitud de obras (Òme gusta analizando el concepto de modernidad en nuestra sociedad, de manera pragm‡tica y
escribir sobre lo que observo y
no libros sobre librosÓ, ha di- huyendo de cualquier alienaci—n
cho), contribuye a interpretar del
mejor modo posible nuestra
Žpoca, abriendo nuevos cauces una tiran’a, una obsesi—n por de-
al desarrollo del pensamiento. terminadas marcas; y la que, por
Segœn Žl, Òhemos pasado de la el contrario, superada esa edad,
postmodernidad a la hipermo- es m‡s tolerante, despliega ante
dernidadÓ, en un momento en el nosotros una multiplicidad de
que los intelectuales Òcomparten modas, permitiŽndonos adoptar
los mismos valores que el con- estilos. La moda es m‡s tolerante
junto de la sociedad; proponen que antes, porque, por ejemplo,
interpretaciones divergentes, no ahora podemos llevar prendas de
otro modelo colectivoÓ. otras Žpocas; no hay m‡s que ver
ÐSu œltimo libro traducido el estilo vintage (retro). La veo
al castellano lleva el t’tulo de como un panorama de geometr’a
Metamorfosis de la cultura li- variable.
beral. Mientras, en su pa’s, ÐÀC—mo percibe la actitud
Francia, acaba de publicar del ser humano ante las cat‡s-
Les temps hypermodernes. En trofes mundiales?
Žste se percata de una realidad ÐHoy en d’a carecemos de mo-
que va m‡s all‡ de la moderni- delos para actuar ante el mundo.
dad. Nuestros antecesores vieron en la
ÐLes temps hypermodernes es Revoluci—n la mejor v’a para
el œltimo estado de mi reflexi—n. cambiar el rumbo, se daba esta
Cre’amos que sal’amos de la ilusi—n, con la idea de que Žsta
modernidad, pero se preparaba resolver’a los problemas. Ya na-
una hipermodernidad, una so- die cree en ello, aunque con esto
ciedad fundada sobre grandes no quiero decir que lo que carac-
principios de la modernidad, los teriza a los seres humanos actua-
derechos del hombre, el merca- El profesor y fil—sofo Gilles Lipovetsky les sea permanecer de brazos cru-
zados. Todo lo contrario. Ah’ es-
crucial. Creo que el siglo XXI, la tonces las cosas han cambiado. t‡n multitud de movimientos y
ÒLa sociedad sin alma es la que est‡ sujeta Žpoca hipermoderna, va a crear Efectivamente, hay para quien asociaciones, cada vez m‡s nu-
condiciones extremamente con- esto es as’; otros buscan saciar su merosas, con deseos de hacer un
s—lo al dinero, y nuestra intenci—n es flictivas entre hombres y muje- exigencia de comunicaci—n, ha- mundo mejor.
res, tanto directas como indirec- blando, haciendo el amor... No ÐEn cierta ocasi—n, usted ha-
la de no ser esclavos de nadaÓ tas. estamos ante cosas, sino ante otra bl— de una Òsociedad sin almaÓ.
ÐÀY la felicidad? Una y otra realidad. Asistimos, adem‡s, a la ÀOpina que vivimos en ella?
vez nos empe–amos en creer relaci—n con el trabajo. ÐEl tŽrmino no me parece
do y la tecnociencia. Estos tres promiso en el terreno familiar. que por medio del consumo ac- ÐÀPodemos, por medio del apropiado, lo veo un tanto cruel.
principios se han exacerbado, Antes s—lo se la encuadraba en la cederemos a ella. arte, la cultura, contribuir a La sociedad sin alma es la que es-
han ido al extremo. No nos ha- familia. No creo que la mayor’a ÐEsto nos lo dice la publicidad. cambiar el mundo? t‡ sujeta s—lo al dinero, y nuestra
llamos en una sociedad que ha de las mujeres renuncien a su vi- En parte es cierto: creemos que ÐEl arte se ha convertido en un intenci—n es la de no ser esclavos
sobrepasado la modernidad, si- da privada, a educar a sus hijos, teniendo, por ejemplo, un coche producto m‡s de consumo, en de nada. Esta sociedad es una so-
no en una modernidad superlati- œnicamente por el trabajo. Vamos m‡s grande y potente nos ir‡ me- una figura de la moda. No tiene ciedad perdida, incierta e inquie-
va. Se ha liberado de contramo- hacia un equilibrio que puede jor en la vida. Al mismo tiempo, m‡s que ver las masas de perso- ta, pero no sin alma.
delos. De ah’ que vivamos en la crear desequilibrios. no es as’. El consumo ocupa un nas que acuden a las exposicio- ÐÀTiene alguna receta ante
era de la hipermodenidad. ÐSe ha dicho que hoy la pare- lugar muy importante en la exis- nes de los museos. Consumimos este panorama?
ÐÀPor quŽ fue tan polŽmico ja es un producto m‡s del mer- tencia humana, procura satisfac- arte. Este no tiene mucha in- ÐEn todos los planos, nuestras
su libro La tercera mujer? cado. ciones, pero es evidente que no fluencia en el modo de vida. Eso sociedades han de invertir, por
ÐQuienes hicieron de este li- ÐReposa sobre un solo valor, el da la felicidad, aunque s’ el pla- de que con el arte se pod’a cam- encima de todo, en la educaci—n.
bro una obra polŽmica fueron amor, no el mercado. Es el amor, cer. biar el mundo fue m‡s bien un Esa es la autŽntica conquista,
las feministas, porque no se re- pero m‡s conflictivo, por la situa- ÐEsto me trae a la memoria sue–o de los modernos. porque el campo de la educaci—n
conocieron en Žl, mientras que ci—n de inestabilidad que vivi- Les choses (Las cosas), aquel ÐEl creativo Philippe Starck es ilimitado. Son los seres huma-
el conjunto de las mujeres s’ se mos. El individualismo se acom- relato de Georges Perec en el opina que la moda es c’nica y nos y su inteligencia quienes tie-
vieron identificadas. Lo que pre- pa–a del conflicto en la relaci—n que somos testigos de la vida de que se han de dar otras res- nen en su mano poder dibujar un
tend’ transmitir con esta obra es de pareja. Antes tambiŽn, pero una joven pareja, para quien puestas en este terreno. futuro de esplendor.
que la emancipaci—n de las mu- hab’a c—digos, normas... Òla felicidad es algo inaccesible ÐPersonalmente, percibo dos ÐH‡blenos, antes de finali-
jeres no es total, y que se da den- ÐAhora que cita la palabra Ðest‡ unida a las cosas que ad- tendencias contradictorias en la zar, de las obras en las que est‡
tro de un cuadro heredado del individualismo, ÀquŽ empuja quieren, est‡ al servicio de las moda vestimentaria; una, a la que trabajando.
pasado. La tercera mujer es una cada vez m‡s a los seres huma- cosasÐÓ. ÀNo seguimos igual? hace referencia y que se concreti- ÐEstoy finalizando un volumi-
mezcla de mujer antigua y mo- nos hacia Žl? ÐNo. Perec escribi— ese libro za, por ejemplo, en los adoles- noso libro que gira en torno al
derna, de igualdad y diferencia, ÐLo que yo describo desde ha- hace cuarenta a–os, y desde en- centes, donde claramente se da concepto de felicidad, el placer y
de tradici—n y de autonom’a in- ce veinte a–os se acompa–a de el consumo. En lo que respecta a
dividual. conflicto en la pareja, que viene a su pa’s, el pr—ximo a–o ver‡n la
ÐLa liberaci—n de la mujer ser inevitable, como en toda de- ÒNo nos hallamos en una sociedad que ha luz Tiempos hipermodernos, li-
en la sociedad occidental ha mocracia. Asistimos a un inquie- bro sobre el que habl‡bamos al
creado una nueva relaci—n con tante debilitamiento emocional sobrepasado la modernidad, sino en una principio, y El lujo eterno, en es-
el hombre. de los individuos. Todos estamos pa–ol.
ÐEn la actualidad, ella busca faltos de tiempo. La cuesti—n del modernidad superlativaÓ
conciliar su profesi—n y el com- tiempo se ha convertido en algo Abraham de AmŽzaga

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