Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Ecl 3:15 “Aquello que fue, ya es; y lo que ha de ser, fue ya; y Dios restaura lo
que pasó”.
El pasado es parte de nuestras vidas, negarlo es como “pretender ocultar el
sol con un dedo”, es sencillamente imposible. Por eso, en vez de mortificarte
con el ayer, ¿no te gustaría dejarlo y avanzar hacia la felicidad? ¿no sería
fantástico despertarse un día y focalizarte en lo que tienes por delante en vez
de estar mirando siempre para atrás? En este sencillo sermón te daré cinco
consejos prácticos que te ayudarán a abandonar la prisión de la amargura, a
salir del sótano del miedo, a romper las cadenas de las dudas, dejar las
excusas del ayer, ¡basta de oxidarte en remordimientos del pasado y
comienza a disfrutar de la vida que el Arquitecto divino diseñó para ti! El
pasado, si no lo sueltas puede convertirse en tu ancla de por vida.
1º ACEPTA QUE EL AYER EXISTIÓ. Partamos de lo más básico, el pasado en tu
vida fue una realidad, nada puedes hacer para negarlo (ignorarlo y olvidarlo
es una misión condenada al fracaso, te lo digo por experiencia); tampoco
puedes hacer nada para cambiarlo, lo que pasó pasó, acéptalo y sigue
avanzando. Deja el pasado donde está, en el ayer, hacerlo te ayudará a
encaminarte hacia el éxito. Esto parece algo sencillo de hacer, pero no lo es,
en realidad es el primer paso hacia tu liberación y es críticamente importante
para tu desarrollo personal. Lo que trato de decirte es simple, ¡da vuelta la
página! Mira lo que el sabio Salomón nos dice al respecto: «Aquello que fue,
ya es; y lo que ha de ser, fue ya; y Dios restaura lo que pasó» (Eclesiastés
3:15).
2. PERDÓNALOS Y PERDÓNATE. Si tu pasado contiene situaciones que te
hicieron daño o donde tú lo provocaste, lo que debes hacer es algo que tal
vez no te gustará escuchar, algo que sabes que debes hacer pero que has
estado posponiendo por años: Perdona. Así es, perdonar a esa persona, a esa
Organización, a esa situación es un acto liberador, y perdonarte a ti mismo
también. No hacerlo es como abrazar un cactus e irse a la cama con él, lo
único que conseguirás es dañarte y por efecto colateral a los que amas.