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La carta magna (de charta magna "volumen principal, escrito señalado" en latín) es

uno de los antecedentes de los regímenes políticos modernos en los cuales el poder del
monarca o presidente se ve acotado o limitado por un consejo, senado, congreso,
parlamento o asamblea. También es constitucionalismo clásico.

La carta magna tiene su origen en Inglaterra, donde era conocida como Magna charta
libertatum ('Carta magna de las libertades'). Fue un documento inglés aceptado por el
rey Juan I de Inglaterra, más conocido como Juan sin Tierra (originalmente Sans-Terre
en francés, Lackland en inglés) ante el acoso de los problemas sociales y las graves
dificultades en la política exterior. Fue elaborada después de tensas y complicadas
reuniones en Runnymede. Después de muchas luchas y discusiones, entre los nobles de
la época, la Carta Magna fue finalmente sancionada por el rey Juan I en Londres el 15
de junio de 1215. Los nobles normandos oprimían a los anglosajones y éstos se
rebelaron en contra de los primeros.

Sin embargo, procesos similares se habían producido con anterioridad en la Península


Ibérica, en las Cortes de León de 1188. Entre otras cosas exigidas, se pedía el favor de
no pervertir el derecho; y se formó el derecho al debido proceso; también se separó la
iglesia del estado.

Fue comparada con la Bula de Oro de 1222 sancionada por el rey Andrés II de Hungría.
Similares circunstancias obligaron al monarca húngaro a elaborar un cuerpo legal donde
otorgaba privilegios a la nobleza y reducía los del rey, convirtiéndose así, la Carta
Magna y la Bula de Oro de 1222, en los dos documentos más antiguos que fungieron
como antecedentes para los sistemas políticos modernos y contemporáneos.1

Juan Sin Tierra, sucesor del famoso rey Ricardo, Corazón de León, era detestado por los
barones ingleses a los que había obligado a pagarle muchas multas e impuestos; pero
cuando Juan fue derrotado en el desastre de Bouvines, en Francia, viéndole vencido se
pusieron de acuerdo para obligarle a cambiar de conducta. El arzobispo de Canterbury,
Langton, les mostró una vieja carta en que el rey, Enrique I - que era francés - prometía
observar las costumbres de los ingleses. Decidieron redactar también una carta en que
quedaran consignados lo derechos de los ingleses, y que obligaba al rey a que jurase
respetarla en lo sucesivo. Los barones juraron que, si se negaba, le harían la guerra hasta
que cediese (1214).
Juan volvió a Inglaterra con una banda de soldados de oficio, jinetes, infantes
brabantinos y ballesteros (1215). Los barones se armaron y se reunieron, y el arzobispo
asumiendo la representación del grupo, presentó a rey una larga lista con sus peticiones.
Juan, se negó en un principio. Entonces los barones atacaron sus castillos, enviaron
cartas a todos los caballeros de Inglaterra y se pusieron de acuerdo con los habitantes de
Londres. Juan, habiendo perdido casi todos sus partidarios, resolvió ceder. Dio cita a los
barones en una pradera cerca de Windsor y puso su sello en la Carta presentada por los
barones.
Este documento, que se ha llamado Carta Magna, enumera los abusos que el rey y sus
agentes tenían costumbre de cometer, y en ella el rey se compromete a no incurrir en lo
sucesivo; también, promete no imponer tributo alguno, sino después de haber reunido a
todos sus vasallos y haber obtenido su consentimiento y, prometía que ningún hombre
libre sería detenido, encerrado en prisiones o desterrado, sino con arreglo a las formas
habituales de la justicia. Juan, para desemba-razarse de la Carta Magna, la envió al
Papa, diciendo que no la había aceptado sino a la fuerza. El Papa, habiéndola leído, dijo
encolerizado: "Los barones de Inglaterra intentan destronar a un rey que ha tomado la
cruz y se ha puesto bajo la protección de la Santa Sede''. Luego declaró sin valor la
Carta y escribió a los barones que la actitud que habían adoptado era vergonzosa e
injusta.

Juan, desligado por el Papa del juramento que había prestado de observar la Carta,
mandó venir de Francia mercenarios de ca-ballería y ballesteros que empezaron a
saquear el país. Los barones ingleses, entonces, resolvieron no reconocer más a Juan, y
eligieron rey a Luis, hijo del monarca de Francia, esposo de una sobrina de Juan (1215).
Luis llegó con sus caballeros y fue recibido en Lon-dres. Recién se disponía a
conquistar Inglaterra cuando Juan murió (octubre de 1216).
La muerte de Juan varió la situación. Los barones ingleses ya no tenían razón para
apoyar a un rey extranjero, y aceptaron como rey al hijo de Juan, Enrique III, de nueve
años de edad. El Papa le hizo consagrar y coronar por su legado y excomulgó a Luis y
sus partidarios; pero, para reconciliarse con los barones ingleses, el legado confirmó la
Carta Magna y puso en ella su sello. Tras esta acción, Luis y los franceses fueron
arrojados de Inglaterra.
Enrique III, al ser mayor de edad, confirmó otra vez la Carta Magna (1225); veintiocho
años más tarde, los obispos ingleses, en presencia de los principales barones, hicieron
una ceremonia solemne, con ves-tidura episcopal y cirios encendidos, y declararon
excomulgado al que violase las promesas de la Carta.

Desde entonces los ingleses han denominado a la Carta Magna "el fundamento de las
libertades inglesas". No impedía que el rey gobernase mal; pero determinaba por
escrito, de manera indiscu-tible, las costumbres que el rey y sus consejeros tenían el
deber de observar. El rey mismo ya no tenía derecho de obrar según su ca-pricho. Como
decían los ingleses, "estaba sometido a la ley", es decir, obligado a respetarla.

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