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Historia[editar]

Siglo XIII[editar]
Antecedentes[editar]
Artículo principal: Juan I de Inglaterra

Coronación de Juan I. Miniatura del Flores Historiarum, por el coetáneo Mateo de París (c. s. XIII).

La Carta Magna surgió como un intento fallido de lograr la paz entre facciones realistas y
rebeldes en 1215 y fue parte de los eventos que propiciaron el estallido de la primera
guerra de los Barones. Inglaterra era gobernada por Juan I, el tercero de los
reyes angevinos. Aunque el reino tenía un sistema administrativo robusto, la naturaleza del
gobierno bajo los monarcas angevinos estaba pobremente definida e inestable.78 Juan I y
sus predecesores habían gobernado usando el principio de vis et voluntas («fuerza y
voluntad»), según el cual podían tomar decisiones ejecutivas y ocasionalmente arbitrarias,
con frecuencia justificadas sobre la base de que un rey estaba por encima de la ley.9
Muchos escritores contemporáneos creían que los monarcas debían gobernar de acuerdo
con la costumbre y la ley y seguir el consejo de los principales miembros del reino, pero no
existía un modelo de lo que debería suceder si un rey se negaba a hacerlo.9
Juan I había perdido la mayoría de sus tierras ancestrales en Francia ante el rey Felipe
II en 1204 y estuvo luchando por recuperarlas durante muchos años. Impuso varios
impuestos sobre los barones con los que acumuló el dinero destinado a la guerra, que
terminó en un cuantioso fracaso en 1214.10 Después de la derrota de sus aliados en
la batalla de Bouvines, Juan I fue forzado a negociar la paz y pagar una indemnización.11
Para ese momento ya era muy impopular para un amplio sector de los barones, muchos
de los cuales debían dinero a la Corona y existía poca confianza entre ambas partes.121314
Una victoria hubiera fortalecido su situación, pero ante la derrota, pocos meses después
de su regreso de Francia, Juan I descubrió que los barones rebeldes en el norte y este de
Inglaterra estaban organizando la resistencia a su autoridad.1516
Los rebeldes juraron que «se mantendrían firmes por la libertad de la Iglesia y el reino» y
exigieron que el rey confirmara la Carta de Libertades que había sido proclamada
por Enrique I en el siglo anterior y que era percibida por los barones como una protección
a sus derechos.171618 Los líderes rebeldes eran insignificantes según los estándares de la
época, incluso tenían mala reputación, pero les unía el odio hacia Juan I;19 Robert
FitzWalter —más tarde elegido líder de los barones rebeldes— afirmó públicamente que
Juan I había intentado violar a su hija;20 este sublevado estuvo implicado en un complot
para asesinar al rey en 1212.21
Mural contemporáneo del papa Inocencio III.

En enero de 1215, Juan I celebró un concilio en Londres para discutir posibles reformas y


patrocinó discusiones en Oxford entre sus agentes y los rebeldes durante la primavera.22
Ambas partes apelaron al papa Inocencio III para que interviniera en la disputa.23 Durante
las negociaciones, los barones rebeldes elaboraron un documento inicial, que los
historiadores han denominado «la Carta de las Libertades Desconocida» (the Unknown
Charter of Liberties), que se basó en la mencionada Carta de las Libertades de Enrique I
para gran parte de su texto; tiempo después, aparecieron siete artículos de ese documento
en los «Artículos de los Barones» y la carta subsiguiente.242526
Juan I tenía la esperanza de que el papa le diera un valioso socorro legal y moral y, en
consecuencia, dilataba las discusiones para hacer tiempo; el rey inglés se había declarado
a sí mismo como vasallo papal en 1213 y creía fervientemente que podía contar con la
ayuda del romano pontífice.2723 También comenzó a reclutar tropas mercenarias de
Francia, aunque algunas fueron convocadas poco a poco para evitar dar la impresión de
que el monarca estaba incrementando el conflicto.22 En una jugada para afianzar su apoyo,
Juan I juró convertirse en cruzado, lo que le daba protección política adicional según las
leyes de la Iglesia católica, aunque muchos pensaron que la promesa no era sincera.2829
En abril llegaron mensajes de respaldo papal al rey, pero para entonces los barones
rebeldes se habían organizado en una facción militar. Se congregaron en Northampton en
mayo, renunciaron a sus lazos feudales con Juan I y marcharon
hacia Londres, Lincoln y Exeter.30 Los esfuerzos de Juan I por aparentar moderación y
conciliación habían tenido mucho éxito, pero, una vez que los rebeldes tomaron Londres,
atrajeron una nueva ola de desertores en el bando realista.31 El rey ofreció someter el
problema a un comité de arbitraje con el papa como el intermediario supremo, pero esto no
era atractivo para los rebeldes.32 Stephen Langton, arzobispo de Canterbury, había estado
trabajando con los barones rebeldes sobre sus demandas y, después de que la sugerencia
de un arbitraje papal fracasó, Juan I le instruyó para que organizara conversaciones de
paz.3133
Gran Carta de 1215[editar]

Los Artículos de los Barones (1215), en la Biblioteca Británica.

El 10 de junio de 1215, Juan I se entrevistó con los líderes rebeldes en Runnymede, una
pradera de inundación en la ribera sur del Támesis. Runnymede era un sitio tradicional
para asambleas, pero también estaba ubicado en territorio neutral, entre la fortaleza real
del castillo de Windsor y la base rebelde en Staines, lo que ofrecía a ambos bandos la
seguridad de una cita donde era poco probable que se encontraran en desventaja militar.34
35
Allí los rebeldes presentaron a Juan I sus proyectos de reforma, los «Artículos de los
Barones».313336 Los esfuerzos pragmáticos de Stephen Langton en la mediación durante
los siguientes diez días transformaron estas demandas incompletas en un documento que
resumía el acuerdo de paz propuesto; unos años más tarde, este acuerdo fue
renombrado Carta Magna, que significa «Gran Carta» en latín.373336 El 15 de junio, llegaron
a un acuerdo general sobre el texto y, el 19 de junio, los rebeldes renovaron sus
juramentos de lealtad al rey y emitieron formalmente las copias de la carta.3633
Como señaló historiador David Carpenter, aunque la carta «se apresuró en la teoría
política», fue más allá de simplemente abordar las quejas individuales de los barones y
formó una propuesta más amplia para la reforma política.37 Prometía protección de los
derechos eclesiásticos, protección contra el encarcelamiento ilegal, acceso a justicia
inmedianta y, lo que es más importante, limitaciones sobre la tributación y otros pagos
feudales a la Corona, así como ciertos impuestos feudales que requerían consentimiento
de los barones.3815 Se centró en los derechos de los hombres libres, en particular los
barones;39 sin embargo, los derechos de los siervos se incluyeron en las cláusulas 16, 20 y
28.40iv Su estilo y contenido rememoran la Carta de las Libertades de Enrique I, así como
un conjunto más amplio de tradiciones legales, como las cartas reales emitidas a las
ciudades, las operaciones de la Iglesia en Inglaterra y los tribunales de los barones y las
cartas europeas como el Estatuto de Pamiers de 1212.4344
De acuerdo a la «cláusula 61» o «cláusula de seguridad», denominación informal de
historiadores posteriores, se crearía un concilio de veinticinco barones para vigilar y
asegurar la futura adhesión de Juan I a la carta.45 Si el rey no cumplía sus obligaciones a
los cuarenta días de ser notificado de una infracción por el concilio, los veinticinco barones
estaban facultados por la cláusula 61 para apoderarse de los castillos y tierras de Juan I
hasta que, a discreción de ellos, se hayan hecho las enmiendas.46 Para asistir al concilio
que controlaría al rey los súbditos tenían la obligación de rendir juramento, pero una vez
que se hubieran hecho las reparaciones de cualquier violación, el soberano continuaría
gobernando como antes. En cierto sentido, esto no tenía precedentes; otros reyes habían
concedido previamente el derecho de resistencia individual a sus súbditos si el soberano
no cumplía con sus obligaciones. Sin embargo, la Carta Magna era novedosa en el sentido
de que estableció un medio formalmente reconocido para coaccionar colectivamente al
rey.47 El historiador Wilfred Warren argumentó que era casi inevitable que la cláusula
resultara en una guerra civil, ya que «era tosca en sus métodos e inquietante en sus
implicaciones».48 Los barones trataron de obligar a Juan I a cumplir con la carta, pero la
cláusula 61 era tan exigente con el rey que tal disposición resultó inaplicable.46
Juan I y los barones rebeldes no confiaban entre sí y ninguno de los dos bandos intentó
seriamente implementar el acuerdo de paz.4549 Los veinticinco barones seleccionados para
el nuevo concilio fueron anteriormente rebeldes, elegidos por los barones más extremistas
y muchos de los sublevados encontraron excusas para mantener sus tropas movilizadas.50
5152
Surgieron disputas entre los rebeldes y los realistas que esperaban que la carta
devolviera las tierras confiscadas.53
La cláusula 61 contenía por compromiso que Juan I «no trataría de obtener nada de nadie,
en nuestra propia persona ni a través de otra persona, por lo que cualquiera de estas
concesiones o libertades puede ser revocada o disminuida».5455 A pesar de esto, en julio
de 1215, el rey hizo un llamado al papa Inocencio III en busca de ayuda, con el argumento
de que la carta comprometía los derechos del romano pontífice como su señor feudal.5653
Como parte del acuerdo de paz de junio, el 15 de agosto los barones debían entregar
Londres, pero rehusaron hacerlo.57 Entretanto, las instrucciones del papa llegaron en
agosto, escritas antes del acuerdo de paz, con la orden de que los comisionados papales
debían excomulgar a los barones rebeldes y suspender a Langton de su cargo a principios
de septiembre.58 Una vez consciente de la carta, el papa respondió en detalle: en una
misiva fechada el 24 de agosto y que llegó a fines de septiembre, declaró que la carta «no
solo [era] vergonzosa y denigrante, sino ilegal e injusta», ya que Juan I había sido
«forzado a aceptarla» y, en consecuencia, la carta era «nula y carente de validez por
siempre»; bajo amenaza de excomunión, el rey no debía obedecer la carta ni los barones
tratar de imponerla.59536057
Para entonces, la violencia había estallado entre ambos bandos; menos de tres meses
después de que se había acordado, Juan I y sus barones leales rechazaron firmemente la
fallida carta y estalló la primera guerra de los Barones.616253 Los rebeldes concluyeron que
la paz con Juan I era imposible y recurrieron al hijo de Felipe II, el futuro Luis VIII, en busca
de ayuda, ofreciéndole el trono inglés.6353v La guerra pronto se estancó. El rey inglés
enfermó y murió la noche del 18 de octubre, siendo sucedido en el trono por su
heredero Enrique III (de nueve años de edad).64

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