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Luis XVI de Francia

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Luis XVI de Francia

Rey de Francia y de Navarra


Rey de los franceses

Retrato de Luis XVI por Callet, Museo del Prado, Madrid

Rey de los franceses3

10 de octubre de 17891-21 de septiembre de 17922

Predecesor Él mismo
(como Rey de Francia y de Navarra)

Sucesor Convención Nacional


(Primera República Francesa)
Rey de Francia y de Navarra4

10 de mayo de 1774-10 de octubre de 1789

Predecesor Luis XV

Sucesor Él mismo
(como Rey de los Franceses)

[mostrar]Otros títulos

Información personal

Nombre
Luis Augusto de Francia
secular
(en francés: Louis Auguste de France)

Tratamiento Su Majestad Cristianísima

Otros títulos Duque de Berry (1754-1774)


Delfín de Francia (1765-1774)
Rey titular de Francia y de Navarra (1789-1793)

Coronación 11 de junio de 1775, Reims

Nacimiento 23 de agosto de 1754


Palacio de Versalles, Francia

Fallecimiento 21 de enero de 1793 (38 años)


Plaza de la Revolución, París, Francia

Sepultura Tras su muerte es enterrado en el cementerio de la


Magdalena de París. En 1815 es trasladado a
la basílica de Saint-Denis, (Saint-Denis, Francia)

Himno real Vive Henri IV (de facto)

Religión Católico

Residencia Palacio de Versalles (1774-1789)


Palacio de las Tullerías (1789-1792)

Familia

Casa real Borbón


Padre Luis Fernando de Francia

Madre María Josefa de Sajonia

Consorte María Antonieta de Austria

Hijos Véase descendencia

Información profesional

Conflictos Guerra de Independencia de los Estados


Unidos (1775-1783)
Campaña de la India
Campaña de apoyo de Gia Long en Vietnam

Firma

Montjoie Saint-Denis!

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Luis XVI de Francia (en francés: Louis XVI; Versalles, 23 de agosto de 1754 – París,
21 de enero de 1793) fue rey de Francia y de Navarra4 entre 1774 y 1789, copríncipe
de Andorra entre 1774 y 1793, y rey de los franceses3 entre 1789 y 1792.2 Fue el último
monarca antes de la caída de la monarquía por la Revolución Francesa, así como el
último que ejerció sus poderes de monarca absoluto. Fue conocido como Ciudadano
Capeto (en francés: citoyen Capet) durante los cuatro meses que precedieron a
su ejecución en la guillotina. Luis XVI se convirtió en delfín de Francia tras la muerte de
su padre y presunto heredero, Luis de Francia. Tras la muerte de su abuelo, el rey Luis
XV el 10 de mayo de 1774, heredó el cargo de rey de Francia y de Navarra que
mantendría hasta 1789, cuando asumió el título de rey de los franceses bajo
una monarquía constitucional. El 21 de septiembre de 1792 se le despojaron todos sus
títulos al ser abolida la monarquía.
Los primeros años de su reinado estuvieron marcados por los intentos de reformar la
administración francesa de acuerdo con las ideas de la Ilustración. Algunas de estas
medidas incluyeron esfuerzos para abolir la servidumbre, la eliminación de
la taille (impuesto sobre los bienes) y la corvée (obligación de trabajar sin remuneración
para el señor feudal) así como el aumento de tolerancia hacia los no católicos y la
abolición de la pena de muerte para los desertores.6 Sin embargo la nobleza
francesa reaccionó a las reformas propuestas con hostilidad y se opuso con éxito a su
implementación. Esto sumado a su falta de carácter y las intrigas de su corte hicieron
que la mayor parte de las reformas ilustradas nunca vieran la luz. Luis implementó
la desregulación del mercado de granos, defendida por su ministro de economía
el liberal Turgot, pero esto acabó en un aumento en los precios del pan. En los
períodos de malas cosechas, condujo a la escasez de alimentos que, durante una
cosecha particularmente mala en 1775, llevó a las masas a rebelarse. Desde 1776,
Luis XVI apoyó activamente a los colonos norteamericanos, que buscaban su
independencia de Gran Bretaña, que se concretó en el Tratado de París de 1783. Para
evitar la bancarrota del país causadas principalmente por las malas cosechas y la
escasez de alimentos, sus ministros Turgot, Necker y Calonne intentaron en seis
ocasiones (1774-1776, 1781 y cuatro en 1787) realizar profundas reformas
estructurales y fiscales. La nobleza de toga del Parlamento de París y la corte
de Versalles se negaron a tales reformas, haciendo al rey tener que presentar sus
propuestas ante una Asamblea de Notables y más tarde ante los Estados
Generales para aprobarlas. En los Estados Generales de 1789, el Tercer Estado, al
que no se le concedió el voto por persona que solicitaba, se autoproclamó Asamblea
Nacional, jurando no disolverse hasta dar una Constitución a Francia. El descontento
entre los miembros de las clases media y baja de Francia dio como resultado una
fuerte oposición a la aristocracia francesa y a la monarquía absoluta, de la que Luis y
su esposa, la reina María Antonieta, eran vistos como representantes. El aumento de
las tensiones y la violencia estuvieron marcadas por eventos como la toma de la
Bastilla, durante el cual los disturbios en París obligaron a Luis a reconocer
definitivamente la autoridad legislativa de la Asamblea Nacional.
La indecisión y el conservadurismo de Luis llevaron a algunos elementos del pueblo de
Francia a verlo como un símbolo de la tiranía percibida del Antiguo Régimen, y su
popularidad se deterioró progresivamente. Su fallida huida a Varennes en junio de
1791, cuatro meses antes de que se declarara la monarquía constitucional, parecía
justificar los rumores de que el rey vinculaba sus esperanzas de salvación política a las
perspectivas de una intervención extranjera. La credibilidad del rey se vio
profundamente minada y la abolición de la monarquía y el establecimiento de una
república se convirtieron en una posibilidad cada vez mayor. El crecimiento del
anticlericalismo entre los revolucionarios resultó en la abolición del dîme (impuesto
territorial religioso) y varias políticas gubernamentales destinadas a
la descristianización de Francia. En un ambiente de caos nacional provocado por
la guerra civil e internacional, tras la fuga de Varennes, Luis llevado de vuelta a París y
suspendido de sus funciones. A pesar de que hubo un movimiento republicano que
exigió que el rey fuera castigado, el monarca firmó la Constitución de 1791 y fue
repuesto en sus funciones. En un asalto a las Tullerías, en la jornada del 10 de agosto
de 1792 fue arrestado (arresto motivado por su negativa a enviar soldados a luchar
contra Austria y Prusia),7 puesto a disposición de la nueva Convención Nacional (en
sustitución de la Asamblea Nacional Legislativa) y procesado. Fue condenado por alta
traición y condenado a pena de muerte. Fue guillotinado el 21 de enero de 1793, como
ciudadano francés desacralizado bajo el nombre de citoyan Capet en referencia a Hugo
Capeto, fundador de la dinastía borbónica. Luis XVI fue el único rey de Francia en ser
ejecutado, y su muerte puso fin a más de mil años de monarquía francesa continua.
Sus dos hijos murieron en la infancia, antes de la Restauración borbónica; su única hija
en llegar a la edad adulta, María Teresa, fue entregada a los austriacos a cambio de
prisioneros de guerra franceses, y finalmente murió sin descendencia en 1851.

Índice

• 1Biografía
o 1.1Infancia y juventud
o 1.2Matrimonio
o 1.3Ascenso al trono y reinado
▪ 1.3.1Ministerio de Turgot
▪ 1.3.2Ministerio de Necker
▪ 1.3.3Ministerio de Calonne
▪ 1.3.4Política exterior
▪ 1.3.4.1La Guerra de
Independencia de los
Estados Unidos
▪ 1.3.4.2Relaciones con
Austria
▪ 1.3.5Los Estados Generales
o 1.4La Revolución
o 1.5Ciudadano Luis Capeto
▪ 1.5.1Reclusión en la torre del Temple
▪ 1.5.2Proceso
o 1.6Ejecución
▪ 1.6.1Reliquias
▪ 1.6.2Las reacciones a la ejecución del
monarca
• 2Personalidad
• 3Ancestros
• 4Legado
o 4.1En cine y literatura
• 5Títulos
• 6Condecoraciones
o 6.1Órdenes francesas
o 6.2Órdenes extranjeras
• 7Ancestros
• 8Véase también
• 9Referencias y notas
• 10Bibliografía
• 11Enlaces externos
Biografía[editar]
Infancia y juventud[editar]
Nacido como Luis Augusto de Francia (Louis Auguste de France), duque de Berry, fue
el cuarto hijo del delfín Luis Fernando y María Josefa de Sajonia. La segunda esposa
del delfín era hija de Federico Augusto III, rey de Polonia. En el momento de su
nacimiento, su padre y su hermano Luis José Javier (nacido en 1751 y fallecido en
1761) le precedían en la línea de sucesión, por lo que nunca se creyó que llegara al
trono. Sus otros hermanos fueron María Teresa (1746-1748), hija del primer matrimonio
de su padre con María Teresa de España y fallecida a los dos años de edad; María
Ceferina (1750-1755), fallecida a los cinco años; Javier María (1753-1754), fallecido al
año de edad; Luis Estanislao (1755-1824), conocido como conde de Provenza (durante
la Revolución se exilió y tras la caída de Napoleón subió al trono como Luis XVIII,
iniciando así la Restauración); Carlos Felipe (1757-1836), conocido como conde de
Artois (subió al trono como Carlos X, sucediendo a su hermano Luis
XVIII); Clotilde (1759-1802), reina consorte de Cerdeña; e Isabel (1764-1794), conocida
como Madame Isabel.
Luis fue confiado a Marie Louise, condesa de Marsan y princesa de Rohan, quien lo
apartó de la corte y se lo llevó al palacio de Bellevue, colmándolo de cuidados y,
probablemente, salvándole la vida.8 A los seis años debió ser separado de su nodriza y
traído junto a los hombres, lo que le causó una gran tristeza que intentaron aliviarle con
juguetes y otras distracciones, como fuegos artificiales, que no surtieron efecto.9 Su
padre eligió personalmente a los hombres encargados de educarlo: el duque de La
Vauguyon fue escogido como gobernador; Jean-Gilles du Coëtlosquet, obispo de
Limoges como preceptor; el marqués de Sinety como vicegobernador y el abad de
Radonvillers para realizar las tareas esenciales del vicepreceptor. Su padre desechó el
método educativo mayoritario en la época, que reducía a entretenimiento y diversión la
instrucción, y abogó por el trabajo y el esfuerzo, lo que no combatió su predisposición a
una extrema timidez y a un carácter reservado, que se convirtieron en un defecto. 10

Luis (a la derecha) y su hermano, el conde de Provenza (a la izquierda) en su infancia, pintados por François
Hubert Drouais.

Detestando los falsos cumplidos, no correspondía a los que se los dedicaban, y éstos
lo aislaban, lo que le produjo una fuerte inseguridad en sí mismo y una exagerada
modestia,10 hasta el punto de que, en una ocasión, al elogiarle un arengador de
provincias por sus cualidades precoces, respondió: «Os equivocáis, señor, yo no soy el
que posee [el] espíritu, es mi hermano [el conde] de Provenza». 11
Su tía y madrina, la princesa María Adelaida, desarrolló un gran afecto por él, y se
gustaba de llevarlo a su casa, donde más de una vez le dijo: «Vamos, mi pobre [duque
de] Berry, estáte a tu gusto, tienes los codos libres: habla, grita, haz ruido, te doy carta
blanca».11
El ya delfín (tras la muerte de su padre en 1765) recibió una exquisita enseñanza, por
parte del jesuita Berthier12 y, por supuesto, del duque de La Vauguyon, la cual dio unos
espléndidos resultados: el delfín Luis Augusto conocía el latín, el italiano le era tan
familiar como su lengua materna, hablaba el alemán pasablemente y dominaba
el inglés, traduciendo de este último L'histoire de Charles Ier (La historia de Carlos I),
de David Hume; Doutes historiques sur les crimes imputés à Richard III (Dudas
históricas sobre los crímenes imputados a Ricardo III), de Horace Walpole y los cinco
primeros volúmenes de Décadence de l'Empire romain (Decadencia del Imperio
romano), de Gibbon, los cuales fueron impresos y editados.13 El duque de La Vauguyon
era consciente de que debía prepararle para insuflarle fuerzas a la monarquía, que se
encontraba muy debilitada y para «curar todas las "heridas" de Francia con rapidez y
precisión», no solo educándolo con los conocimientos elementales, sino «enseñándole
a conocer a los hombres».14
Recibió una educación propia de un «príncipe de las Luces», y se le consideraba «un
monarca iluminado».15 Practicaba la lógica, la gramática, la retórica, la geometría y
la astronomía.16 Tenía unos conocimientos históricos y geográficos incontestables
(diseñó él mismo un atlas de rigurosa precisión)17 y competencias económicas.16
Estuvo muy influenciado por Montesquieu, quien le inspiró una concepción moderna de
la monarquía, libre del derecho divino.16
Matrimonio[editar]

Luis XVI como delfín de Francia.


El duque de Choiseul decide aliarse con Austria con el propósito de poner fin a la
prosperidad de Gran Bretaña y Rusia, por lo que pide la mano de María Antonieta de
Austria, archiduquesa de Austria e hija de Francisco de Lorena y la emperatriz María
Teresa, para desposarla con el delfín.18
Para el cruce de la frontera por María Antonieta se construyeron dos pabellones,
simbolizando a las dos potencias aliadas. En el pabellón de Francia se encontraban la
condesa de Noialles, dama de honor; la duquesa de Cossé, dama de vestuario; cuatro
damas de palacio; el conde de Saulx-Tavannes, caballero de honor; el conde de Tessé,
primer escudero, y el obispo de Chartres, primer capellán.19 En el otro pabellón se
hallaban las damas austríacas que habían acompañado a la archiduquesa y la habían
vestido con prendas francesas enviadas desde París.19

María Antonieta como delfina de Francia, retratada por Joseph Ducreux (1769).

María Antonieta entró en Estrasburgo e hizo un alto en Compiègne, a donde llegó el 15


de mayo de 1770. Allí conoció al rey, a su futuro marido y a las Mesdames de
Francia (las hijas de Luis XV).20 Después, el séquito se dirigió a Saint-Denis, donde la
monja carmelita Luisa de Francia (hija de Luis XV) conoció a la futura delfina.21 En
Saint-Denis, la archiduquesa y su séquito se alojaron en el palacio de la Muette y el rey
y el delfín volvieron a Versalles. A la mañana siguiente (16 de mayo), la delfina llegó a
Versalles y los jóvenes novios fueron conducidos a la capilla de palacio, donde el gran
capellán, el cardenal de la Roche, les dio la bendición nupcial.22
Las celebraciones de la corte fueron brillantes, pero las de París las superaron, y tanto
en la capital como en Versalles hubo una gran afluencia de público. 23 Sin embargo,
estas celebraciones derivarían en catástrofe: en una de las celebraciones en París, en
la plaza de Luis XV, en la cual se hallaba una gran masa de público, se lanzaron
fuegos artificiales, los cuales causaron un gran temor en la muchedumbre, que huyó en
dirección a otra calle. Las imperfecciones del terreno provocaron la caída de algunas
personas, lo que llevó a que otras muchas más cayeran, siendo aplastadas por el paso
de los carruajes e incluso cayendo al cauce del río Sena.24
El matrimonio no fue consumado hasta siete años después de la boda, cuando la
pareja ya había ascendido al trono. Esto se achaca a una fimosis de Luis XVI, que le
impedía tener relaciones sexuales, aunque también debido a que el joven, por su
timidez, al principio evitaba a su esposa. Superados al fin tales escollos y él más
confiado, iniciaron relaciones conyugales de las que nacieron cuatro hijos:

• María Teresa, Madame Royale (19 de diciembre de


1778-19 de octubre de 1851), duquesa de
Angulema con Luis Antonio de Francia, y para los
monárquicos Reina consorte de Francia y de
Navarra (1830) por su matrimonio con este mismo.
• Luis José (22 de octubre de 1781-4 de junio de
1789), delfín de Francia y duque de Bretaña. Muerto
en la infancia.
• Luis Carlos (27 de marzo de 1785-8 de junio de
1795), duque de Normandía. Considerado rey por
los enemigos del régimen republicano y por varios
Estados europeos tras la muerte de su padre,
aunque en realidad nunca llegó a gobernar.
• Sofía (9 de julio de 1786-19 de junio de 1787),
muerta a la edad de once meses.
Ascenso al trono y reinado[editar]

Luis XVI a los veinte años, por Duplessis.

Tras enfermar de viruela negra y sufrir una lenta agonía, Luis XV murió el 10 de mayo
de 1774. Al saberse de la muerte del rey, una gran multitud acudió a los aposentos de
los hasta entonces delfines de Francia y, entrando en los mismos, se dirigieron a la
pareja como Sus Majestades. Tanto Luis XVI como María Antonieta quedaron
impactados y, arrodillándose exclamaron: «¡Oh, Dios mío! Vamos a reinar demasiado
jóvenes. ¡Dios mío, guíanos y protégenos de nuestra inexperiencia!» 25
La primera medida que tomó el joven Luis XVI como rey fue despedir a los ministros
más odiados por la opinión pública; el duque de Aiguillon y el abad de Terray fueron
descartados. Sin embargo, el soberano se dio cuenta de que necesitaba tener a
alguien a su lado que lo guiase en su difícil tarea. Tras descartar al duque de
Choiseul y a Machault, el rey se decantó por Maurepas.26
Una de las decisiones más importantes que debía tomar el monarca era la de restaurar
o no el Parlamento de París, abolido por el ministro de su abuelo, Maupeou, quien lo
sustituyó por los seis Tribunales Superiores de Arrás, Blois, Clermont-
Ferrand, Lyon, París y Poitiers. Finalmente, Luis XVI tomó la decisión de restaurarlos,
permitiéndose el regreso de los miembros exiliados del parlamento, que pudieron
recobrar sus puestos.27
El conde de Vergennes fue encargado de los Asuntos Exteriores, el conde de Muy de
los de Guerra, Antoine de Sartine de los de la Marina, Jacques Turgot fue
designado Controlador General de las Finanzas (equivalente a ministro de
Economía), Malesherbes fue destinado al departamento de París y Armand Thomas
Hue de Miromesnil fue nombrado guardián del sello de Francia (el equivalente a
un ministro de Justicia).27
Tras un periodo de debate sobre la celebración de la ceremonia de consagración del
soberano, considerada un acto propio de la servidumbre feudal por diversos sectores
(el mismo ministro Turgot era de esta opinión),28 el 11 de junio de 1775 se llevó a cabo
en la catedral de Reims. La coronación se realizó utilizando el procedimiento empleado
desde la consagración de Pipino el Breve. El rey fue ungido por el arzobispo de
Reims y recibió del mismo los atributos reales: el anillo real, el cetro, la Mano de
justicia y la corona.29 Un gran número de enfermos (principalmente, escrofulosos)
venidos de toda Francia acudieron para que el recién ungido monarca les impusiera las
manos y rogara a Dios por su sanación. El gasto de la ceremonia no excedió la suma
de 180 000 francos.30
El famoso Hôtel-Dieu de París, fundado en el año 661 y dedicado durante más de un
milenio a la caridad y el cuidado de los enfermos, se encontraba en una situación
deplorable, pues había sufrido un incendio en 1772.31 Aunque se planeó la
construcción de cuatro hospitales en la capital en sustitución del añejo Hôtel-Dieu, el
déficit de las arcas no lo permitió; los distintos edificios que conformaban la milenaria
institución fueron considerablemente reformados y ampliados.31 El 14 de diciembre de
1774 se coloca la primera piedra del nuevo edificio de la Escuela de Medicina de
París en la rivera del río Sena.32 Más tarde se dedicó a mejorar la Justicia. Liberó a un
gran número de hombres encarcelados por razón de Estado, hizo revisar
el Código para eliminar los apartados más severos, en 1780 abolió la question
préparatoire (acción de tortura) y reguló los atenuantes de la pena por deserción.32
El reinado de Luis XVI está marcado por numerosas tentativas de reformas económicas
e institucionales en la línea de la reforma iniciada por René Nicolás Carlos Agustín de
Maupeou (1771) bajo el reinado de Luis XV. Luis XVI restaura los Parlamentos. Por lo
menos en cuatro ocasiones (Turgot, Necker, Calonne, Brienne y de nuevo Necker)
intenta llevar a cabo reformas más o menos profundas del reino, y más
específicamente, el establecimiento de un impuesto igualitario. En cada ocasión se
topa con la oposición de los privilegiados (la mayoría de la nobleza y una parte del
clero) y sus círculos más próximos (la corte, la reina...). Los Parlamentos, formados por
la nobleza de toga, aferrada al mantenimiento de los privilegios, también se oponen, y
Luis no piensa en exceder los poderes que le dan las leyes fundamentales del reino,
por lo que tiene que hacer avalar sus reformas. Espera lograr instaurar sus reformas en
los Estados Generales, los cuales son convocados en 1789.
Si la paralización de sus reformas por parte de la nobleza y el alto clero es su mayor
obstáculo político, su mayor problema económico es el creciente déficit. Entonces
piensa que la única forma de acabar con él es tomar medidas que comprometan los
privilegios de las clases altas. Los Estados Generales, convocados por su primer
ministro para intentar llevarlas a cabo lo más apaciblemente posible, escapan
rápidamente de su control.
Ministerio de Turgot[editar]

Luis XVI

Jacques Turgot.

Jacques Turgot es nombrado por Luis XVI controlador general de las finanzas.
Turgot se lanza entonces a un proyecto "revolucionario" de creación de un sistema de
asambleas con estructura piramidal, elegidas por el pueblo: municipalidades en los
municipios, distritos en provincias y finalmente una municipalidad de reino. Como
explica en 1854 el historiador Victor Duruy: «Había novedades muy grandes; Turgot
planeaba otras más temibles: eliminación de las cargas que asfixiaban a los pobres,
establecimiento sobre los nobles y el clero de un impuesto territorial; pero mejora de la
situación de los curas y vicarios, que poseían la porción más pequeña de las rentas de
la Iglesia y supresión de la inmensa mayoría de los monasterios, igual participación en
el impuesto a través de la creación de un catastro, libertad de pensamiento para los
protestantes, rescate de las rentas feudales, el mismo sistema de peso y medida para
todo el reino, libertad de pensamiento también para la industria y el comercio y
finalmente, como Turgot se ocupaba de necesidades morales y materiales, un vasto
plan de instrucción pública para difundir las Luces (los principios de la ilustración)».33
Se formó una gran coalición de individuos, cuyos intereses se veían perjudicados por
las reformas, contra Turgot: poseedores del monopolio del grano, parlamentarios
pertenecientes a la nobleza de toga, privilegiados..., etc. A esta coalición se unieron los
allegados del rey (el ministro Maurepas y la reina María Antonieta). El rey intentó
resistir a los privilegiados, su ministro y a la reina, con el fin de mantener los planes de
Turgot. En marzo de 1776 declara: «Veo que sólo Turgot y yo amamos al pueblo.» 34
Hubo graves disturbios: en casi toda Francia, estallaron revueltas populares por el
precio de la harina (llamadas la guerra de la harina), probablemente organizadas por
algún príncipe de sangre, que junto a la rica burguesía eran perjudicados por las
reformas económicas,35 los cuales espolearon al ya molesto pueblo hambriento.
Tras dos años de resistencia, Luis XVI y sus ministros reformistas cedieron a las
presiones. Malesherbes dimitió y el soberano se vio obligado a cesar a Turgot el 12 de
mayo de 1776 y desbaratar sus reformas.36
Ministerio de Necker[editar]

Jacques Necker.

El sustituto de Turgot murió varios meses después del cese. En octubre de 1776, Luis
XVI nombró a Jacques Necker director de finanzas (el equivalente a controlador
general de las finanzas). Era una elección triplemente vanguardista: Necker
era plebeyo, extranjero (ginebrino) y protestante.
Luis XVI y Necker volvieron a las reformas esenciales, el ministerio de Necker está
caracterizado así por la liberación de los últimos siervos del reino, por una ordenanza
del 8 de agosto de 1779.37 Esta ordenanza estuvo favorecida por Voltaire, que en 1778
apoyó la causa de los siervos del Mont-Jura y la abadía de Saint-Claude.37 Sin
embargo, la ordenanza apenas fue aplicada y la servidumbre persistió localmente hasta
la Revolución, cuando sería eliminada con la abolición de los privilegios la noche del 4
de agosto de 1789.37
Abolió además la pregunta previa (aplicada a los condenados a muerte). También
proyectaba una organización de asambleas provinciales, pero con un fin meramente
financiero.38
Luego de la publicación por parte de Necker de la rendición de cuentas del estado de
las finanzas en 1781, la "guerra" que tan buen resultado dio con Turgot comenzó con
su sucesor. El Parlamento rechazó el edicto que restablecía las asambleas
provinciales, y los cortesanos, viendo mermados sus presupuestos, usaron la calumnia
para socavar la autoridad del rey y de sus ministros. El monarca y Necker no pudieron
permanecer demasiado tiempo soportando la oposición de los privilegiados, por lo que
Necker presentó su dimisión, que fue aceptada el 21 de mayo de 1781. 39
Un edicto del 8 de agosto de 1779 autorizaba a las mujeres casadas, los mineros y
los monjes a gastar la pensión sin requirimiento de autorización (del marido en el caso
de la mujer casada).40
Ministerio de Calonne[editar]
Luis XVI nombró a Charles Alexandre de Calonne, con reputación de buen técnico de
las finanzas, como inspector general de las finanzas (noviembre de 1783) y luego
ministro de Estado para reemplazar a Necker. Calonne llevó a cabo durante tres años
una política de gastos y préstamos, de "reactivación" según algunos (grandes trabajos
en transportes, la industria, el tratado de comercio con Inglaterra en 1786) destinada a
recuperar el crédito del Estado.
Pero fue en falso, Calonne tuvo que volver al mismo plan de reformas de sus
predecesores: liberalizar el comercio interior eliminando las aduanas interiores, suprimir
los tratados, reducir la talla, reemplazar las corveas reales (trabajos gratuitos de
plebeyos para la Corona, en naturaleza, medievales) por un impuesto metálico,
transformar la Caja de descuento en un banco estatal y sobre todo «someter a los
privilegiados a un impuesto y a la subvención territorial; establecer las asambleas
provinciales», elegidas, que repartirían este impuesto. Así como Turgot, Calonne
pretendía crear una pirámide de asambleas locales (asambleas parroquiales,
asambleas municipales y asambleas de distrito) elegidas por los contribuyentes.
Luis XVI le dijo a Calonne: «¡Es puramente de Necker lo que usted me propone!», pero
el plan era más parecido al de Turgot. Uno de los principales redactores del proyecto
era el fisiócrata Pierre Samuel du Pont de Nemours, antiguo colaborador de Turgot.
Para no enfrentarse con la minoría noble de toga del Parlamento, que siempre
rechazaba las reformas, el gobierno tuvo que convocar una asamblea de 144 notables
(también privilegiados) para llevar a cabo su proyecto. Pero reunida en febrero-marzo
de 1787 deniega el impuesto territorial igualitario. El monarca, que había mantenido su
apoyo a Calonne durante varios meses, lo retira bruscamente en abril de ese mismo
año,41 posiblemente bajo la influencia de la corte, la reina o la opinión pública.
En enero de 1787, Luis XVI abolió el peaje personal que debían pagar los judíos
de Alsacia.42
Política exterior[editar]

Existen dudas o desacuerdos sobre la exactitud de la información en este


artículo o sección. Consulta el debate al respecto en la página de discusión.
Este aviso fue puesto el 10 de enero de 2018.

Existen desacuerdos sobre la neutralidad en el punto de vista de la versión


actual de esta sección, en apariencia sesgada favorablemente a Luis XVI.
En la página de discusión puedes consultar el debate al respecto.

La Guerra de Independencia de los Estados Unidos[editar]


Artículo principal: Guerra de Independencia de los Estados Unidos

Carlos III de España.

En el verano de 1776 llegó a Francia la noticia de la proclamación de independencia de


las colonias americanas de Inglaterra. Ya en el año anterior tuvieron lugar
negociaciones entre las colonias y Francia. Finalmente, Vergennes convenció a Luis
XVI para entrar en la guerra por la libertad de las colonias, en detrimento de los hostiles
ingleses. El objetivo de Francia era recuperar las colonias perdidas en la guerra de los
Siete Años.
Benjamin Franklin.

El 8 de febrero de 1778 se hizo pública la alianza franco-americana. Ese mismo año,


Luis XVI acogió en Francia a Benjamin Franklin y convenció a Carlos III de
España para que se aliara a las colonias. Otra noticia importante fue que María
Antonieta quedó embarazada en la primavera de 1778. Daría a luz el 19 de diciembre
del mismo año, con una gran decepción para los presentes: una niña, llamada María
Teresa. Entretanto, Francia había cosechado numerosas victorias, entre las cuales la
decisiva batalla frente a la isla Ouessant, el 27 de julio de 1778. El propio Luis XVI, con
ayuda de Sartine, ministro de la Marina, planificó ataques en el canal de la Mancha.43
En 1779, los franceses lograron reconquistar el Senegal, pero sufrieron varias derrotas
navales; además su flota y la española fueron diezmadas por enfermedades como
la disentería.

Retrato de John Adams, por Gilbert Stuart (1755-1828).

El rey decidió guarnecer América enviando numerosas tropas, compuestas en parte por
nobles cortesanos, en ayuda del general Washington. El 1781 fue un año rico en
acontecimientos: en América tuvieron lugar numerosas victorias durante el asedio de
Yorktown, y en Francia, el 22 de octubre María Antonieta dio a luz al tan deseado
delfín, Luis José. Otro hecho importante fue la muerte de Maurepas el 21 de
noviembre. Los cortesanos se preguntaron entonces quién sería el sucesor, mas el
soberano lo aclaró todo al decir las siguientes palabras: "J'entends régner" (yo pienso
reinar).44
El 2 de febrero, la flota franco-española reconquistó Menorca al derrotar a la flota
inglesa. En la noche del 8 al 9 de abril, Luis XVI se comprometió a calmar una
sublevación burguesa en Ginebra dejando bajo los principios del absolutismo,
olvidando que estaba luchando en América por la libertad y la igualdad.45 Como
consecuencia de este acontecimiento, los delegados del Congreso
americano, Benjamin Franklin, John Adams y John Jay, rechazaron los acuerdos con
Francia y firmaron una paz separada con Inglaterra, lo que hizo montar en cólera al rey
francés, que ordenó a Vergennes reprender a Franklin.
Finalmente, el 20 de enero de 1783 se llegó a un acuerdo cuando los delegados
franceses, españoles, norteamericanos e ingleses se reunieron en la Sala del Consejo
del palacio de Versalles. La firma del acuerdo trajo consigo la obtención por parte de
Francia del Senegal, algunas islas caribeñas y de escalas comerciales en
la India y Dunkerque, mas los franceses perdieron seis millones de libras acordados
inicialmente con los americanos, con lo que se agravó la crisis financiera del Estado. El
déficit llegó a los 80 millones de libras.46
Relaciones con Austria[editar]

José II de Habsburgo.

Artículo principal: Guerra de Sucesión bávara


Artículo principal: Guerra de la marmita
En los primeros meses de 1778 estalló la guerra de Sucesión bávara a causa de los
supuestos derechos al trono bajo-bávaro del emperador José II, hermano de María
Antonieta. La reina, sufriendo constantes chantajes psicológicos por parte de su madre,
y hábilmente manipulada por el embajador Mercy,47 habló a su marido y a sus ministros
sobre la causa austríaca, pero éstos y el rey se opusieron, no valiendo para nada los
arrebatos de la reina, y tampoco su embarazo en primavera cambió la situación. Luis
XVI decidió hacer de mediador entre las dos partes, pidiendo a José II que renunciara a
sus derechos al trono de Baja Baviera. La paz fue firmada en Teschen el 13 de mayo
de 1779.
Catalina II de Rusia, la Grande.

En 1782, José II le pidió expresamente a su hermana que le solicitara al rey intervenir


en apoyo de Austria y Rusia en una operación ventajosa para las tres naciones. Junto
con la zarina Catalina II, José II tuvo intención de repartir el Imperio Otomano,
y Egipto fue ofrecido a Luis XVI a cambio de la neutralidad de Francia. El soberano
pudo aceptar esta oferta, mas le escribió una carta a su cuñado en la que denunció el
«monstruoso sistema de las compensaciones», que causó conflictos perennes en el
viejo continente. José, resentido y enfadado y convencido de que desde hacía tiempo
Francia era protectora del Imperio Otomano y lo hubiese defendido, se vio obligado a
renunciar a sus planes. María Antonieta tuvo un acercamiento con Luis, quedando
nuevamente embarazada y teniendo un aborto involuntario el 1 de noviembre de 1783.
En 1784, José II, renunciando a los Balcanes, se centró en los Países Bajos. Quiso que
los holandeses reabrieran la desembocadura del río Escalda para permitir la plena
expansión del puerto de Amberes, en los Países Bajos austríacos. Aquello fue una
violación de la Paz de Westfalia de la que Francia se percató. Los planes del
emperador, además de violar los intereses comerciales holandeses, molestaron a los
franceses. Exasperado de su cuñado, el cual no paraba de poner en peligro la paz en
Europa, Luis no tuvo ninguna intención de apoyarlo; además la opinión pública gala se
alineó con Holanda, teniendo incluso un ataque de rabia contra el emperador.
El emperador ejerció nuevas presiones sobre María Antonieta, pero para nada valieron
las peticiones de la soberana, aunque quedara embarazada por cuarta vez. 48 No tuvo
otro remedio que confesar a su hermano su derrota.49 Aunque intuyera que el rey no lo
apoyaría, José II se reafirmó por la fuerza y mandó un buque austríaco por el Escalda.
Después de varias advertencias, los holandeses dispararon al barco. El emperador
amenazó con declarar la guerra. Cuando las hostilidades llegaron al punto de poder
hacer desaparecer la paz en Europa, Luis XVI apareció como pacificador. José pidió 10
millones de florines para renunciar a sus conquistas, rebajados a ocho por los
holandeses. Luis XVI se ofreció a pagar los dos millones restantes por amor a la paz,
tal y como dijo.50 Esta inútil maniobra de reconciliación fue atribuida a la influencia de la
reina, la cual, el 27 de marzo de 1785 dio a luz a otro varón: Luis Carlos. Un año
después tendría a María Sofía Elena Beatriz, que moriría casi al año de vida
de tuberculosis.
Los Estados Generales[editar]

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Artículo principal: Estados Generales de 1789


El 5 de mayo de 1789 se reunieron los Estados Generales en Versalles. El Tercer
Estado entró rápidamente en oposición con los otros dos. Lo que ocurría aquellos días
no implicaba a los soberanos, que estaban pendientes del ya moribundo delfín. 51 Luis
José falleció el 4 de junio de 1789, y Luis XVI decidió suspender las reuniones de los
Estados Generales durante dos meses, en señal de luto. El Tercer Estado, que
mientras se había autoproclamado Asamblea Nacional, rechazó la decisión del rey y
reuniéndose el 20 de junio en la Sala de la Pelota, juraron no disolverse hasta que
Francia tuviera una constitución.
El 9 de julio la Asamblea Nacional se convirtió en Asamblea Nacional Constituyente. En
el mismo día, la mayor parte del clero y cincuenta nobles se sumaron a la recién nacida
Asamblea. Para controlarla, el rey hizo traer desde Alsacia a los regimientos
del mariscal de Broglie para tomar Versalles y París, pero la presencia de soldados
hizo que se descubriera el complot monárquico. La furia popular aumentó el 13 de julio
y el monarca aceptó la dimisión de Necker. El 14 de julio el pueblo parisino y un buen
número de desertores tomaron la fortaleza de la Bastilla, para ellos símbolo del
despotismo real: La Revolución había comenzado.52
La Revolución[editar]
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Artículo principal: Revolución Francesa


Toma de la Bastilla, pintado en 1789 por Jean-Pierre-Louis-Laurent Houel.

En las semanas que siguieron, las familias más conservadoras, como los Artois o
los Polignac, huyeron del país por miedo a ser asesinados. El 17 de julio, Luis XVI
partió hacia París, aunque la reina intentó por todos los modos hacerlo desistir: la
consideraba una acción humillante y peligrosa no habiendo esperanza de volverlo a ver
vivo. El rey volvió a Versalles. Había apoyado la revolución de París y llevaba sobre el
sombrero la escarapela tricolor, símbolo de la unión de la monarquía y la nación. 53
El 29 de julio, a petición del pueblo, Necker volvió y fue nombrado Primer Ministro de
Hacienda.54
Mientras tanto, el miedo a una reacción militar de los nobles emigrados, la hambruna y
el desconcierto frente a los acontecimientos parisinos provocaron en toda Francia una
serie de revueltas campesinas conocidas como el Gran Miedo, dirigidas casi
exclusivamente en detrimento de la nobleza. Para poner remedio, el 4 de agosto, la
Asamblea votó la abolición de los derechos feudales y la igualdad de todos los
ciudadanos ante la ley, poniendo fin al feudalismo. El rey montó en cólera, puesto que
su persona estaba en la cúspide de la misma sociedad estamental que los
revolucionarios querían subvertir con sus reivindicaciones de igualdad. El 1 de octubre,
en el palacio de Versalles se dio una cena en honor a los regimientos de Flandes, pero
en París se filtró la noticia de que era en realidad una reunión antirrevolucionaria. 55 El 5
de octubre, una muchedumbre armada compuesta en su mayoría de mujeres marchó
sobre Versalles para pedirle pan al rey y presentarle una petición con la esperanza de
que la situación se resolviera. La mañana del 6 de octubre las habitaciones reales
fueron invadidas y hubo muertos entre los guardias y los civiles. La familia fue obligada
entonces a trasladarse a París, al palacio de las Tullerías, bajo vigilancia de la Guardia
Nacional.
María Antonieta retratada por Kucharsky poco antes de la fuga a Varennes. En la parte baja izquierda se
puede apreciar el golpe de bayoneta que un revolucionario le asestó a la pintura.

El 10 de octubre de 1789, la Asamblea General aprobó la nueva titulación de


Luis: Louis, par la grâce de Dieu et la loi de l'État constitutionnelle, Roi des
Français («Luis, por la gracia de Dios y la ley del Estado constitucional, rey de los
franceses»). A partir de este momento obtuvo el título de Rey de los franceses, el cual
no solo se diferenciaba gramaticalmente del de Rey de Francia, sino que simbolizaba el
cambio en el Estado, y el cambio de concepción del monarca, que ahora «pertenecía a
los franceses y les debía lealtad».
No pudiendo salir ya de caza y ni tan siquiera salir de las Tullerías, el rey cayó en una
profunda apatía. En la familia real empezó a crecer la agitación y se empezó a hablar
de planes de fuga de París, para buscar apoyo político y militar en las cortes europeas.
La empresa era muy arriesgada y complicada. Así, los reyes tuvieron que hacer pactos
con el sector más moderado de la Asamblea. Se inició una correspondencia secreta
entre la familia real y el marqués Honoré Mirabeau. Los soberanos estudiaron con
detalle los informes de Mirabeau; pero tenían más confianza en el conde Fersen y en
Breteuil: este último, emigrado a Suiza, fue nombrado por el monarca su único
representante en las cortes europeas.
Mientras tanto, la presencia de la Guardia Nacional recordaba a los reyes que eran
prisioneros políticos y también los llamaba a un estado de sumisión. Temían
la Constitución con cuyo preámbulo no estaban de acuerdo pero también los avisos de
los nobles exiliados, que afirmaban querer hacer estallar una auténtica
contrarrevolución. Pero estos nobles no mostraron más que desprecio por Luis XVI y
María Antonieta, los cuales, aterrorizados por sus afirmaciones habían enviado
emisarios instándoles a calmarse. Entretanto, se desencadenó en París la ira popular
contra los reyes porque Marat acusó a Luis XVI de ser el jefe de una contrarrevolución
e incitó al pueblo a exterminar a la familia real. Fue así como los parisinos se
acostumbraron a ver a Luis XVI como un traidor a la nación que merecía la muerte. 56
A causa de esto, la reina, impulsada por el conde Fersen, empezó a insistir a su marido
para que se decidiera a huir de París. También Mirabeau aconsejó a la familia huir:
propuso organizar un ejército formado por tropas leales (según él, recibir ayuda de las
tropas extranjeras habría sido un error irreparable) para disolver la Asamblea y elegir
una nueva que revisara la Constitución en favor del monarca. Al principio, Luis XVI no
estaba de acuerdo, pero consintió tras ser obligado a firmar la Constitución civil del
clero: «En tales condiciones, preferiría ser Rey de Metz antes que seguir siendo Rey de
Francia» parece ser que dijo inmediatamente después de ratificar el decreto.57

Moneda francesa de 1791. En el anverso aparece el busto del rey con la inscripción: «Louis XVI. Roi des
Français». En el reverso aparecen el fascio y el gorro frigio, ambos símbolos propios de la Asamblea Nacional
Constituyente que pasarían a asociarse completamente con la República francesa.

Los problemas se multiplicaron a la muerte de Mirabeau, el 2 de abril de 1791. El rey,


aunque no se fiaba mucho de él, lo consideraba el único hombre capaz de perorar la
causa monárquica en la Asamblea Nacional. El 18 de abril, día de Pascua, la familia
fue detenida por la muchedumbre y no se le permitió celebrar la misa en Saint-Cloud.
Enfadado, Luis XVI exclamó: «Es sorprendente que, después de darle libertad a la
nación, yo mismo sea privado de ella». Bajaron de la carroza la reina y los dos niños y
se dirigieron a las Tullerías entre los abucheos y risas de la plebe.58 «El rey ha llegado
al escalón más bajo de la vileza» escribió en la época Madame Roland, la mujer de
un girondino, que abrió un salón en París. «Ha sido puesto al descubierto por quienes
están a su alrededor; no inspira otra cosa que desprecio... La gente lo llama Luis el
Mentiroso o el cerdo gordo. Es imposible imaginar en el trono a un ser tan
abominable.» L'Ami du peuple calificó a Luis Capeto como un ser hipócrita, físicamente
vulgar, que «se consolaba con una botella».59

Regreso de la familia real a París tras su captura en Varennes.


El 21 de junio de 1791, la familia real emprendió la fuga hacia los Países Bajos
austríacos, pero a pocos kilómetros de la frontera, cerca de la ciudad de Varennes-en-
Argonne fueron reconocidos, detenidos y enviados a París. El viaje de vuelta fue una
auténtica pesadilla: en Épernay un hombre escupió frente al rey y otros intentaron
matarlo.60 El intento de fuga demolió por completo la ya muy mellada idea del carácter
sagrado de la persona del rey. Se empezó a pensar que un rey, que había traicionado
a su propio país intentando fugarse, ya no era necesario para el Estado; mas el
monarca dejó una reclama explicando las razones de su fuga: en aquel largo acto de
acusación, acusó a la Revolución desde el principio subrayando que fue coartado para
realizar los actos que la Asamblea quería.61
Los reyes siguieron viviendo un año más en las Tullerías, sintiéndose como prisioneros.
Mientras, el 14 de septiembre de 1791, Luis aceptó la Constitución francesa (en
realidad no estaba de acuerdo con su contenido; la aceptó por temor a la Asamblea). El
soberano, impulsado por parte de la Asamblea, declaró la guerra a Austria pero
en junio de 1792 usó su poder de veto para prohibir la deportación de los sacerdotes
que no habían jurado fidelidad a la nueva Constitución y la creación de un cuerpo de
soldados provinciales para asignarlos fuera de París. El 20 de junio de 1792, la
muchedumbre en armas atacó por primera vez las Tullerías. Tanto sus apologetas
como sus detractores atribuyen a Luis XVI en esa ocasión una fría impasibilidad. 62 Ni
siquiera tembló cuando un carnicero, un tal Legendre,[cita requerida] despotricó contra él
diciendo: «Señor, tenéis que preocuparos en escuchar, sois un bribón. Siempre nos ha
engañado y seguirá haciéndolo. Nuestra paciencia se ha agotado. ¡La gente está harta
de sus puestas en escena!» Mientras afirmaba esto, obligó al soberano a asomarse al
balcón. El soberano aceptó impasible ponerse el gorro frigio y bebió vino a la salud del
pueblo.63 La Asamblea Nacional delegó a 25 diputados que, junto con el alcalde de
París, Pétion, consiguieron calmar a la multitud y convencerles de que se dispersaran
pacíficamente.64
Los acontecimientos del 20 de junio anticiparon lo que ocurriría el 10 de agosto, cuando
una insurrección popular liderada por los hébertistas derrocó el gobierno municipal de
la capital para instaurar una comuna rebelde y presionar a la desacreditada Asamblea
Nacional para destronar al Rey. Aquel día tuvo lugar el más violento asalto al edificio,
que sentenció la caída definitiva de la monarquía francesa. En las Tullerías murieron
todos los guardias suizos del palacio, un gran número de criados y algunos aristócratas
al quedarse para defender a la familia real que ya no se encontraba en el palacio. A
petición de Pierre-Louis Roederer, delegado del gobierno en el departamento del Sena,
ya habían buscado refugio en la Asamblea Nacional donde el rey y el delfín fueron
recibidos con fuertes aplausos.65 A las dos de la mañana, la Asamblea se había
convertido ya en Convención por la seguridad nacional, decidida a encerrar a la familia
real. El soberano tuvo que asistir a la creación de un gobierno provisional únicamente
formado por revolucionarios.66 La tarde del 13 de agosto de 1792, el rey de los
franceses fue oficialmente detenido y hecho prisionero en el Temple, una torre parte de
una propiedad del Estado y que perteneció a la Orden de los Templarios, transformada
en prisión para la familia real.67
[...] Entre la Monarquía absoluta y la Asamblea Nacional transcurrieron siglos; de la Asamblea a la
Constitución dos años; de la Constitución al asalto de las Tullerías, un par de meses; del asalto de las
Tullerías a la prisión sólo tres días. Todavía quedan unas pocas semanas para el cadalso y luego sólo un
barquinazo para la tumba.68
Stefan Zweig

Ciudadano Luis Capeto[editar]


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Reclusión en la torre del Temple[editar]

Luis en la prisión del Temple, óleo de Jean-François Garneray (1755-1837).

En el Temple, la familia real fue separada de sus acompañantes, entre los cuales
estaba la princesa de Lamballe; esta última moriría durante las matanzas de
septiembre. Solo a Hanet Cléry, uno de los criados del delfín, se le autorizó a
permanecer junto a ellos, incluso cuando las condiciones de arresto empeoraron. Ante
el temor de que la familia real pudiera mantener una correspondencia oculta se
tomaron varias medidas. Pero a pesar de ello, Cléry consiguió informar de las noticias
que había escuchado en el exterior cuando venía a peinar al rey o a las señoras.
Después, cada tarde, los fieles realistas hicieron gritar a un vendedor de periódicos las
noticias del día justo debajo de las paredes del Temple.69
Durante el periodo de reclusión del rey, además de hacer de profesor de su hijo y de
jugar con él dedicó sus últimos días a leer los libros que se encontraban en la biblioteca
de la torre: mil quinientos volúmenes que constituían el archivo de los caballeros de
Malta. Leía aproximadamente un libro al día, frunciendo el ceño cuando leía
a Voltaire y Rousseau, afirmando que hubieran sido la ruina de Francia.70 Luis también
tuvo que soportar varias groserías por parte de los guardias, que además de empezar
por llamarlo Monsieur (Señor) o incluso Louis (Luis) en vez de Majesté (Majestad),70
ensuciaron las paredes exteriores de la torres con dibujos obscenos o pintadas
amenazadoras.71 El 21 de septiembre, los prisioneros sintieron un gran clamor que
venía de la ciudad. Desde el exterior una voz imperiosa proclamó que la monarquía
había sido abolida oficialmente y había nacido la República. La reina se acostó
sintiéndose desgraciada y el rey ni siquiera interrumpió su lectura.
Proceso[editar]
Mientras tanto se inició el debate sobre la suerte que debía correr el soberano. Se creía
que, mientras estuviese vivo, constituiría el pretexto para una contrarrevolución. Se
crearon así dos comisiones: una con el encargo de investigar los documentos
encontrados en las Tullerías y la otra con el deber de establecer si Luis Capeto,
declarado inviolable por la Constitución, podía ser procesado.
El 6 de noviembre la inmunidad del soberano fue revocada, con lo que el exmonarca
pudo ser puesto bajo proceso de la Convención. El 19 de noviembre fue descubierto
el armario de hierro, escondite de la correspondencia entre Luis XVI y los soberanos
extranjeros. Después de tal hallazgo, algunos diputados, como Robespierre o Saint-
Just, declararon su deseo de querer castigar al ciudadano Luis Capeto sin proceso
alguno, pero la mayoría de la Convención optó en cambio por un proceso regular, para
que Francia y los países extranjeros no dudaran de la legalidad del veredicto.

La Convención interroga a Luis el Último.

Al principio del proceso, el 10 de diciembre de 1792 Luis fue separado de su familia.72


Mientras tanto, el exmonarca trató de reunir a los abogados que lo defenderían, pero
muy pocos accedieron a ello. Al fin, los únicos dispuestos a defenderlo
fueron Malesherbes, François Denis Tronchet, un exmagistrado y el abogado Raymond
de Sèze, un girondino temido por sus grandes capacidades oratorias e intelectuales. 73
Luis Capeto trabajó activamente con sus abogados, pero supo que tenía pocas
posibilidades de salvarse: «No espero convencer a los diputados y tampoco
conmoverlos. Sólo os ruego que no recurráis a peroraciones tocantes a mi dignidad. Yo
no quiero suscitar otro interés que el que tiene que nacer espontáneamente de la
exposición de mis justificaciones.» dijo a de Sèze.73 El 25 de diciembre escribió su
Testamento, un documento de gran valor político.
Véase también: Testamento de Luis XVI de Francia
El día siguiente, de Sèze desarrolló su larga alegación, pero no convenció: quería
demostrar la inviolabilidad del soberano, referida en la Constitución de 1791 y pidió que
fuera juzgado como un ciudadano normal y no como un jefe de Estado. 7374 Los
diputados estaban divididos, ya que los más moderados querían juzgar al monarca
pero no ejecutarlo. Los debates duraron varios días pero finalmente la sentencia de
muerte fue proclamada (con 362 votos a favor, 288 en contra y 72 abstenciones) y fue
leída a las 2 de la mañana del 19 de enero. La ejecución estaba fijada a las once de la
mañana en la Plaza de la Revolución (hoy Plaza de la Concordia) el 21 de enero.75
El monarca estaba preparado para el veredicto. Escuchó en silencio la sentencia con
estoica resignación; el único momento en el que mostró sorpresa fue cuando escuchó
que su primo, Felipe de Orleans, conocido entonces como Philippe Égalité (Felipe
Igualdad) había votado a favor de su muerte.76 Fue conducido por el sacerdote
refractario (es decir, que no había jurado la constitución) Edgeworth de Firmont a quien
le entregó una copia firmada de su testamento, ya que temía que la entregada a la
Convención nunca fuera hecha pública. A las ocho de la tarde, Luis Capeto fue
conducido hasta su familia. Madame Royale en sus memorias dijo que su padre le
habló a María Antonieta del proceso, luego, tomando al delfín y sentándolo en sus
rodillas, les hizo prometer que perdonarían a sus enemigos. Escribió: «Mi padre lloró
por nosotros, no por miedo a la muerte». María Antonieta habría querido pasar la última
noche junto a su marido, pero este se lo negó. Más tarde el rey le dijo a Edgeworth:
«Es terrible amar tanto sobre la tierra y ser correspondido de tanto amor. Pero ahora
cada pensamiento y cada amor debe irle solamente a Dios».77
Ejecución[editar]
Artículo principal: Ejecución de Luis XVI
La mañana del 21 de enero de 1793, recibida la comunión, Luis XVI, llamado Luis
Capeto por los revolucionarios y todavía rey de Francia y de Navarra para los
monárquicos, le confió a Cléry la tarea de dar el último adiós a sus parientes y
abandonó el Temple en carroza. A las diez y cuarto de la mañana, el condenado llegó
al lugar en el que se encontraba instalada la guillotina, la entonces llamada Plaza de la
Revolución.
La ejecución de Luis XVI.

Al bajar de la carroza se quitó la chaqueta, se desabrochó la camisa de lino y se apartó


el pañuelo del cuello. Algunos guardias trataron de atarle las manos, pero Luis se negó
indignado: «Haréis lo que se os haya ordenado, pero no me ataréis nunca». 78
Edgeworth lo ayudó a subir los empinados peldaños del cadalso y, alcanzado el
patíbulo, el verdugo Sanson le cortó la coleta y finalmente tuvo que acceder a que le
ataran las manos, espoleado por Edgeworth, quien le dijo que ese sería su «sacrificio
final».79 Tras todo esto, Luis de Borbón preguntó si los tambores redoblarían durante su
ejecución;79 el otrora Luis XVI de Francia, logrando apartarse del verdugo, hizo ademán
de volverse hacia el pueblo de Francia siendo detenido en el intento; llegó a exclamar:
«¡Pueblo, muero inocente de todos los delitos de los que se me acusa! Perdono a los
que causaron mi muerte y ruego a Dios, que la sangre que vais a derramar no recaiga
jamás sobre Francia!».80 El verdugo refirió más tarde en sus memorias que «[el rey]
soportó todo eso con una compostura y una firmeza que nos asombró a todos
nosotros. Estoy convencido de que sacó su fortaleza de los principios de la religión, de
los que nadie parecía más convencido y afectado que él».79 Uno o dos minutos
después de las diez y veinte, fue finalmente guillotinado.79

Litografía ficticia de Luis XVII. Luis Carlos se convirtió en Luis XVII para los monárquicos tras la muerte de su
padre.

Decapitado ya, un joven miembro de la Guardia Nacional recogió la ensangrentada


cabeza y la mostró al pueblo paseándose por el cadalso.81 Se oyó un rugido que
proclamaba «¡Viva la República!». La mayoría de los presentes comenzó a entonar «La
Marsellesa», mientras algunos espectadores empezaron a bailar en círculo alrededor
del cadalso. Otros se afanaban en recoger la sangre que se había filtrado a través de
los maderos del cadalso; algunos la probaban.82 Un ayudante del verdugo subastó las
prendas y el pelo del difunto Luis XVI.83 Los guardias, mientras tanto, colocaron el
cadáver junto con la cabeza en un cesto de mimbre que trasladaron a un carro. Este se
dirigió más tarde al cementerio de la Magdalena, donde fue inhumado Luis XVI de
Borbón, último monarca del Antiguo Régimen francés.84 En la Restauración (1815-
1830), bajo el reinado de su hermano Luis XVIII (1815-1824), sus restos fueron
trasladados junto con los de la reina María Antonieta a la basílica de Saint-Denis,
donde se inhumaron de nuevo en ataúdes de plomo, en un mausoleo propio digno de
un monarca francés.
A su muerte, su hijo de ocho años, Luis Carlos, se convirtió automáticamente para los
monárquicos y los monarcas europeos8586 en el Rey Luis XVII. La reina María
Antonieta, al igual que su marido, fue condenada a la guillotina, a la que tuvo que
enfrentarse el 16 de octubre de 1793, e igual que tuvo que hacerlo Madame Isabel (la
hermana de Luis XVI) el 10 de mayo de 1794. El niño Luis XVII murió en misteriosas
circunstancias, puede que a causa de la tuberculosis, el 8 de junio de 1795.87 Solo su
hermana María Teresa sobrevivió a la Revolución, viviendo en completa soledad
durante un año tras la ejecución de su tía Isabel; al final de la guerra fue usada como
rehén y liberada el 26 de diciembre de 1795. Se exilió en Austria, donde residían sus
familiares, y, atendiendo a los deseos de sus tíos se casó con su primo Luis Antonio,
duque de Angulema.
Reliquias[editar]
El antes mencionado hecho de que muchos de los presentes en la ejecución del rey
empaparon trozos de tela en la sangre del monarca es ampliamente conocido.
Relativamente recientes son las apariciones en escena de sendas reliquias que
supuestamente contienen restos de la sangre de Luis XVI.
Las que presumiblemente se conocen son:

• Un pañuelo con restos de sangre del monarca


contenido en una calabaza tallada.
Supuestamente, Maximilien Bourdaloue, un
ciudadano, mojó su pañuelo en la sangre de Luis
XVI y, más tarde, encargó la calabaza tallada para
usarla como recipiente. La calabaza se encuentra
en posesión de una familia de Boloña (Italia) desde
hace más de un siglo. El ADN de la mancha de
sangre del fondo del recipiente ha sido analizada
por unos científicos del CSIC, hallando que
perteneció a un individuo europeo con ojos azules,
tal y como los tenía Luis XVI (y puede verse en los
cuadros de Antoine-François Callet).88
• Un pequeño trozo de tela (cuyas dimensiones son
de 20x16 cm) manchado igualmente de sangre,
acompañado de una nota manuscrita en papel que
reza: «Sangre preciosa de Luis XVI, 21 de enero de
1793. Entregada por el coronel Joubert en 1829».
Ambos, tela y papel, se encuentran, junto a un
pequeño saquito de arena (supuestamente, del
lugar en el que fue ejecutado el soberano),
contenidos en un pequeño cofre de caoba. El cofre
y su contenido fueron subastados en abril de
2013.89
Las reacciones a la ejecución del monarca[editar]
La muerte del soberano indignó a todas las monarquías europeas y a la
mismísima Roma. El papa Pío VI, en la apología Quare Lacrymae abordó por primera
vez el tema de la beatificación de Luis XVI.90
Con la restauración de la monarquía en 1814, la autodenominada «buena sociedad
francesa» (partidaria del regreso de los borbones) comenzó a vivir una etapa de luto
para expiar las culpas del doble regicidio e idealizó la vida de los dos monarcas. 91 El 18
de enero de 1815 se empezó con la exhumación de los cuerpos de los reyes,
enterrados en el cementerio de la Magdalena, con vistas a una inhumación en
la basílica de Saint-Denis, apropiada para un soberano francés. Los restos de la reina
María Antonieta fueron extraídos en primer lugar, seguidos por los de Luis XVI, todo
ello gracias a que un abogado llamado Pierre Louis Desclozeaux había señalado el
lugar exacto en el que se encontraban los cuerpos plantando árboles. La hija
primogénita de ambos, la princesa María Teresa, fue conducida a este lugar de
enterramiento primigenio por la condesa de Bearne, Madame de Tourzel, donde se
dice que cayó de rodillas y comenzó a rezar.92
Por orden de Luis XVIII se construyeron dos capillas expiatorias, una en la celda de
María Antonieta en la Conciergerie y otra en el cementerio de la Magdalena. Esta
última, diseñada como un mausoleo clásico se emplazó en el lugar donde los reyes
fueron originalmente enterrados. El 21 de enero de 1815 los restos de los soberanos
fueron llevados en pompa magna a la basílica de Saint-Denis, donde fueron inhumados
en ataúdes de plomo. Desde aquel momento, poetas, escritores, pintores y escultores
simpatizantes con sus ideas no hicieron otra cosa que exaltar las virtudes del Roi
Martyr.93

Personalidad[editar]
Luis XVI no trabajaba metódicamente a diario, sino que más bien se concedía
numerosos descansos, durante los que leía cuentos de viajes, consultaba mapas
geográficos, se dedicaba a estudios de topografía, de física o de química. Asimismo, se
entretenía planificando el recorrido cotidiano de las batidas de caza, una de sus
grandes pasiones. La otra gran pasión del rey era montar y arreglar cerraduras y
forjar llaves y candados junto a Gamain, el herrero real y Poux-Landry, un experto
en mecánica. Todo el trabajo con cerraduras y llaves se realizaba en
una fragua instalada en el interior de su biblioteca personal. Los cortesanos,
comenzando por la misma reina María Antonieta, se sorprendían al verlo enfrascado en
tareas tan «bajas». Se han elaborado dos hipótesis para explicar este comportamiento
a priori, tan extraño:

• Una de ellas defiende que podría tratarse de


una neurosis obsesiva; después de todo, Luis XVI
mostraba otras «rarezas»: apuntaba toda cosa por
insignificante que fuera, como las noches pasadas
fuera del palacio, los paseos, las cabalgatas, las
presas abatidas, los animales (perros, golondrinas,
...) abatidos por error durante las batidas de caza,
etc.94
• Por otra parte, según los psicoanalistas Nicolás
Abraham y María Torok, Luis XVI habría estado
sometido a una criptoforia, término utilizado para
describir un trastorno en el que el individuo afectado
pierde sus propias identidad y personalidad para
sustituirlas por la imitación de aquellas de un
familiar fallecido, generalmente, un hermano o una
hermana. De ser cierta la conjetura, muy
probablemente el «fantasma» del soberano sería su
hermano mayor, el duque de Borgoña, Luis de
Francia, un niño sano e inteligente al que sucedió
como futuro delfín de Francia y cuya muerte a los
diez años le afectó profundamente.94

Ancestros[editar]
[mostrar]Ancestros
de Luis XVI de
Francia

Legado[editar]
Cenotafio de Luis XVI y María Antonieta en Saint-Denis.

El historiador del siglo XIX, Jules Michelet atribuyó la restauración de la monarquía


francesa a la conmoción que había generado la ejecución de Luis XVI. La Histoire de la
Révolution Française de Michelet y la Histoire des Girondins de Alphonse de Lamartine,
en particular, mostraron las huellas de los sentimientos suscitados por el regicidio de la
revolución. Los dos escritores no compartían la misma visión sociopolítica, pero
estaban de acuerdo en que, aunque la monarquía terminó correctamente en 1792, las
vidas de la familia real deberían haberse salvado. La falta de compasión en ese
momento contribuyó a la radicalización de la violencia revolucionaria y a una mayor
división entre los franceses. Para el novelista del siglo XX Albert Camus la ejecución
marcó el final del papel de Dios en la historia, por lo que lamentó. Para el filósofo del
siglo XX Jean-François Lyotard, el regicidio fue el punto de partida de todo el
pensamiento francés, cuyo recuerdo sirve como recordatorio de que la modernidad
francesa comenzó bajo el signo de un crimen.
La hija de Luis, María Teresa de Francia, la futura duquesa de Angulema, sobrevivió a
la Revolución Francesa y presionó enérgicamente en Roma para la canonización de su
padre como santo de la Iglesia Católica. A pesar de haber firmado la "Constitución Civil
del Clero", Luis había sido descrito como mártir por el Papa Pío VI en 1793. En 1820,
sin embargo, un memorando de la Congregación de Ritos en Roma, declarando la
imposibilidad de probar que Luis hubiera sido ejecutado por razones religiosas más que
políticas, puso fin a las esperanzas de canonización.
Algunas de las conmemoraciones a Luis XVI incluyen:

• El Réquiem en Do menor para coro mixto de Luigi


Cherubini fue escrito en 1816, en memoria de Luis
XVI.
• Sinfonía de Paul Wranitzky, op. 31, que tiene como
tema los acontecimientos de la Revolución
Francesa, incluye una sección titulada "La marcha
fúnebre por la muerte del rey Luis XVI".
• La ciudad de Louisville, en el estado de Kentucky,
lleva el nombre de Luis XVI. En 1780, la Asamblea
General de Virginia otorgó este nombre en honor al
rey francés, cuyos soldados estaban ayudando al
bando estadounidense en la Guerra de
Independencia. La Asamblea General de Virginia vio
al Rey como un hombre noble, pero muchos otros
delegados continentales no estuvieron de acuerdo.
(En ese momento, Kentucky era parte de la
Mancomunidad de Virginia Kentucky se convirtió en
el decimoquinto estado de los Estados Unidos en
1792.)
En cine y literatura[editar]
El rey Luis XVI ha sido retratado en numerosas películas. En Capitán de la
Guardia (1930), es interpretado por Stuart Holmes. En María Antonieta (1938), fue
interpretado por el actor Robert Morley. Jean-François Balmer lo interpretó en la
miniserie en dos partes de 1989 Historia de una revolución. Más recientemente, fue
representado en la película María Antonieta de 2006 por el actor Jason Schwartzman.
En Si Versailles m'était conté, Louis fue interpretado por uno de los productores de la
película, Gilbert Bokanowski, usando el alias de Gilbert Boka. Varias representaciones
han mantenido la imagen de un rey torpe, casi tonto, como la de Jacques Morel en la
película francesa Marie-Antoinette reine de France de 1956 y la de Terence Budd en la
película de acción en vivo Lady Oscar . En Start the Revolution Without Me, Luis XVI es
retratado por Hugh Griffith como un cornudo ridículo. Mel Brooks interpretó una versión
cómica de Luis XVI en The History of the World Part 1, retratándolo como un
libertino.quien tiene tal disgusto por el campesinado que los usa como blancos en el tiro
al plato . En la película Ridicule de 1996; Urbain Cancelier interpreta a Louis.
Luis XVI también ha sido objeto de novelas, incluidas dos de las historias alternativas
antologizadas en Si hubiera sucedido de otra manera (1931): "Si el carro de Drouet se
hubiera atascado" de Hilaire Belloc y "Si Luis XVI hubiera tenido un átomo de firmeza".
de André Maurois , que cuentan historias muy diferentes pero que imaginan a Luis
sobreviviendo y aún reinando a principios del siglo XIX. Louis aparece en el libro
infantil Ben and Me de Robert Lawson, pero no aparece en el cortometraje animado de
1953 basado en el mismo libro.
Robert Morley como Luis XVI en la película María Antonieta de 1938.

Año Película Director Actor

1916 My Lady's Slipper Ralph Ince Joseph Kilgour

1921 Las dos huérfanas D. W. Griffith Lee Kohlmar

1931 Danton Hans Behrendt Ernst Stahl-Nachbaur

1938 La Marseillaise Jean Renoir Pierre Renoir

1938 María Antonieta W. S. Van Dyke Robert Morley

1954 Madame du Barry Christian-Jaque Serge Grand

1956 María Antonieta, reina de Francia Jean Delannoy Jacques Morel

1981 Historia del Mundo Mel Brooks Mel Brooks

Robert Enrico
1989 Historia de una revolución Jean-François Balmer
Richard T. Heffron

1996 Ridicule Patrice Leconte Urbain Cancelier


2001 The Affair of the Necklace Charles Shyer Simon Shackleton

2006 Marie-Antoinette Francis Leclerc Olivier Aubin

2006 María Antonieta Sofia Coppola Jason Schwartzman

Títulos[editar]

Sucesor:
Predecesor: Abolición del
Rey de Francia y de
Luis XV título
Navarra (él mismo como rey
Copríncipe de de los franceses)
Andorra95
1774-1789

Predecesor: Sucesor:
Nuevo título Abolición del
(él mismo como rey título
de Francia y de (Primera República
Navarra) Rey de los franceses Francesa)
1789-1792

Sucesor:
Predecesor: Luis XVII
(Rey titular de
Abolición de la Rey titular de Francia y Navarra)
monarquía Francia y de Napoleón
(él mismo como rey Navarra
de los franceses) Bonaparte
Copríncipe de (copríncipe de
Andorra)
Andorra
1792-1793
Predecesor: Sucesor:
Delfín de Francia
Luis Fernando Luis José de
1765-1774
de Francia Francia
Predecesor: Sucesor:
Carlos de Duque de Berry Carlos Felipe
Borbón y 1754-1765 de Borbón y
Baviera Sajonia

Condecoraciones[editar]
Órdenes francesas[editar]
• Gran maestre de la Orden del Espíritu Santo
• Gran maestre de la Orden de San Miguel
• Gran maestre de la Orden de San Luis
Órdenes extranjeras[editar]
• Caballero de la Orden del Toisón de Oro (Reino de
España)

Ancestros[editar]

16. Luis de Francia, el Gran Delfín

8. Luis de Francia, duque de Borgoña

17. María Ana Victoria de Baviera

4. Luis XV de Francia

18. Víctor Amadeo II de Saboya

9. María Adelaida de Saboya

19. Ana María de Orleans

2. Luis de Francia

20. Rafael Leszczyński

10. Estanislao I Leszczynski

21. Anna Jabłonowska

5. María Leszczynska

22. Jan Karol Opalinski

11. Catalina Opalinska


23. Zofia Czarnkowska

1. Luis XVI De
Francia

24. Juan Jorge III de Sajonia

12. Augusto II de Polonia

25. Ana Sofía de Dinamarca

6. Augusto III de Polonia

26. Cristián Ernesto de Brandeburgo-Bayreuth

13. Cristiana Eberardina de Brandeburgo-


Bayreuth

27. Sofía Luisa de Württemberg

3. María Josefa de Sajonia

28. Leopoldo I de Habsburgo

14. José I de Habsburgo

29. Leonor Magdalena de Palatinado-Neoburgo

7. María Josefa de Austria

30. Juan Federico de Brunswick-Luneburgo

15. Guillermina Amalia de Brunswick-


Luneburgo

31. Benedicta Enriqueta del Palatinado

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