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LOS ÚLTIMOS DÍAS DEL PLÁSTICO.

LA NECESIDAD INMARCESIBLE DEL


SILENCIO ATARÁXICO

MAX DE LA ROSA
“...ahora me cae del cielo este ángel que en pocas
horas me convence de que no hay nada en el mundo
que pueda interesarme más que estar con ella... Por
eso ha tenido tanto éxito el amor: no hay droga que
se le compare. Qué sería de toda nuestra literatura,
de todo nuestro arte, de toda nuestra cultura, sin el
amor. El amor, esta química maravillosa que nos
saca de quicio, le agrega una dimensión a la vida. Sin
él, tendríamos planos, planicies, veredas largas o
cortas, amplias o estrechas, pero nos faltarían
cumbres y abismos. Sin él, la vida no sería más que
biología y economía: un organismo que funciona para
obtener lo necesario para seguir funcionando... Eso
seríamos, nada más... (Y en último término, si es una
ilusión, al menos es de las que más tarda en
desaparecer)”

Rolando Martiñá. Fin de Siglo.


DANTE INTOXICADO

El título referencia al arte de moldear y el culto utilitarista al plástico. Así,


el narrador en primera persona se inserta como cuestionador de la realidad y
testigo de su propia caída en un recorrido donde la música indie, el manga y
Faraón Love Shady adquieren relevancia plástica al matizarse con las
referencias a Nietzsche, Mircea Eliade, Jung o Hildebrandt. Las constantes
apreciaciones de Max son ácidas y sinceras; se presentan mediante un texto
versátil tanto en la temática y longitud de los capítulos en prosa o versos como
el empleo del español, quechua, inglés, alemán y latín.

Esta confluencia de discursos exhibe los difusos límites de lo popular y


la alta cultura en el Perú, donde la televisión basura y la improvisación imperante
se refleja en personajes como el ingeniero Haiga o un Alan García en sus últimos
momentos de criminal acorralado, cuyo suicidio parece orquestado por un
redactor de sórdidos policiales. Sin embargo, de manera sublime, la prosa
alcanza niveles poéticos en el difícil contexto de la pandemia opacado por las
pasiones insanas del protagonista. Este expone su adictiva relación tóxica con
Unicornio como idealización de una dependencia frustrada. Así, nunca se
concreta su transmutación en pokemones legendarios, pues permanecen
atrapados en el segundo canto del infierno, donde «el secreto es recordar que
todo es inflamable».

Frente a un arte elitista destinado a una burguesía que solo aspira a


fracasados modelos sublimes, el narrador opone lo profundo y trascendente de
lo cotidiano, masivo y pop. Esto se traduce en un personaje enamorado
tóxicamente de una femme fatale irremediablemente dañina y autodestructiva;
donde la alta cultura es confrontada y desarticulada mediante sus reflexiones
corrosivas. En cierto sentido, el texto es un testimonio de cómo el amor y la
sociedad parecieran constantemente caminar en círculos grotescos, como el
eterno retorno al que está condenada cualquier civilización que alcance ciertos
grados de degeneración, es decir, de renovación. El narrador es arrastrado
irremediablemente hacia el ombligo de su mundo: la mujer de ojos chinitos
cuando ríe. Un simple mensaje de Unicornio basta para anular su juicio crítico.
El recuerdo de su voz de Marge Simpson desbarata por completo la consciencia
cáustica con la que se protege del mundo mientras lo interpreta. Unicornio
representa el eterno retorno a un tiempo fuera del tiempo donde solo queda ser
feliz o esperar la muerte, la nada.
Aunque extremadamente perjudicial, un nuevo encuentro tóxico
posibilita la renuncia a lo racional de la linealidad del tiempo. El pasado corrupto
y desastroso no es garante de nuevos dolores, a pesar de que la razón —torpe
Virgilio— le advierta de su inminente caída. La memoria de Max invoca citas,
anécdotas, teorías y amores fugaces para convencerse de lo trágico de su
destino con Unicornio, pero sin escapatoria. Constantemente, el protagonista se
declara libre de adicciones mientras sucumbe al vicio y rito de amar un unicornio
tierno y autodestructivo. En una sociedad que ha normalizado la corrupción, el
amor de pareja seduce y degrada a sus practicantes sin que la razón pueda
auxiliarlos.

La mujer fatal como esfinge o enigma mítico representa el no lugar


donde la razón falla. Así, un inesperado mensaje de texto por Whatsapp anula
“el mito del progreso emocional” y arrastra al protagonista a lo irracional, donde
renovar el paraíso implica necesariamente renovar el infierno y sus placeres
culposos. Así, el amante tóxico padece ante la proximidad del punto definitivo,
pues es imposible soltar la mano de Hathor mientras se recorre la infinita avenida
Arequipa.

Mediante Mircea Eliade se profetisa el sufrimiento eterno de los


amantes; porque Unicornio es «bella y necesaria como el fuego, pero el fuego
no se abraza». En su recorrido por los círculos tétricos la pasión tóxica, desfilan
amores pálidos y amigos opacos como fantasmagorías de una razón inerme
frente a la necesidad inmarcesible del silencio ataráxico. De esta manera, el
amor se revela como un síntoma de la enfermedad de vivir y las constantes citas
a Dante anuncian la ubicuidad del infierno. Esta nueva caída es orquestada por
una Beatriz tierna y despiadada que somete la razón de Max mediante unas
cuantas letras virtuales, por lo que cabe preguntarse desde cuándo hay wi fi más
allá del Aqueronte.

Yared Medina

Chosica. Febrero, 2021


LICENCIA PARA VIVIR

Desde el punto de vista de poéticas genéricas, en Los últimos días del


plástico, el texto de Max De La Rosa, poeta, escritor peruano, adhiere al
paradigma de la creación de una nueva forma de concebir los ecosistemas
poéticos; hay una inclinación a fundar propuestas con tendencias estéticas que
cuestionan modelos escriturales, aunque exhibe una íntima filiación con el
campo extenso de la rica tradición literaria peruana, donde se opta por la
exploración de un singular modo de apropiación de la realidad cultural como
punto de anclaje desde el que la ruptura avanza hacia neo-vanguardias.

Ruptura en el sentido, no sólo de romper, sino de arar o labrar, colocar


en condiciones el territorio –concepto de Antonio Méndez Rubio, poeta y
ensayista español–, que comparte con la posmodernidad fenómenos de contacto
escénico: Lima, como mapa poético, la lírica hegemónica de significantes
integrado por dominantes cánones literarios imprescindibles como César Vallejo
–o inevitables.

Con el subtítulo: “La necesidad inmarcesible del silencio ataráxico” se


establece la saturación de un contexto impactado por la impresión de la época,
dibujos animados, manga, escritores; artefactos de colisión con la realidad
política y cultural. El planteo circunvala una tensión respecto a un tema: el amor
en los tiempos de la tecnología, el consumo de elementos que proveen una
experiencia ambigua respecto a la satisfacción amorosa.

El texto extrapola convenciones intertextuales que generan


bifurcaciones hacia una materialidad poética que se convierte en elegíaco por la
vía del objetivo amoroso.

El protagonista se asimila a arquetipos, El creador, El héroe, El


explorador –constructos de Carl Jung–, confluyen en el reflejo de una visión al
retratar la realidad con elementos de la misma realidad presentados como
obstáculos y trayectorias ambiguas.

El plástico como metáfora de aquello que fue útil, sorprendente, pero


que en la actualidad significa agonía, destrucción; una reflexión sobre “modelar”
un modo de convivir con el sentimiento amoroso; el cuerpo del texto elude las
sujeciones a las formas, como si el transcurrir de la escritura representara, a su
vez, el transcurrir de emociones; por momentos prosa, por momentos estructura
espacial de silencios.
El protagonista, el héroe, el creador, aborda la fragua de sus
circunstancias en una Lima hecha de fragmentos, representada en los diferentes
lenguajes e idiomas; escenarios que nos saturan desde los medios, televisión,
vídeos, redes sociales, Internet, películas, enunciados publicitarios; intervención
de la globalización en la vida cotidiana.

El texto deriva en la crónica de circunstancias, respiración entrecortada


en tiempos pretéritos y verbales compulsivos sometidos a la sístole de
impresiones, citas, lecturas, reflexiones; la realidad que condesciende licencia
para vivir.

Ana Abregú

Escritora, crítica; ha publicado novelas, poemarios, relatos.


Editora de www.metaliteratura.com.ar.
CABA, Argentina. Marzo 2021.

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