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ábado, 26 de marzo de 2011

JULIÁN CORTÉS-CAVANILLAS: La lealtad, la bondad y la


buena educación.
Desde el pasado terremoto de Japón, comenzaremos nuestras entradas pidiendo ayuda y el recuerdo para los damnificados de este
trágico suceso (tanto como a los que hoy se han producido en otros seísmo). Hay múltiples formas de colaborar con la Cruz Roja
(para enviar dinero, objetos y alimentos de primera necesidad a damnificados en estos terremotos).
Muchas gracias a quienes así lo hagan.
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Sobre este párrafo: Retrato inacabado de Julián Cortés - Cavanillas, pintado por Betsy Westendorp hacia 1985-
1986 (ver www.betsywestendorp.com). Poco después de esta fecha, Julián comenzó a sufrir enfermedades que le
impidieron ir a posar, para que la pintora terminase la obra. Recuerdo que Betsy se portó maravillosamente con el
escritor y periodista; como una gran amiga, siempre atendiéndole, con mucha cortesía y sobre todo en la última etapa
de su vida (cuando Cortés-Cavanillas estaba enfermo y apartado de las élites, a las que antes había pertenecido).

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BAJO ESTAS LINEAS Y SOBRE ELLAS: Un ejemplar del libro sobre Alfonso XII escrito por Julián y que me dedicó al
poco de entablar amistad. Le conocí hacia 1977 en casa de Betsy Westendorp, pero no sería hasta 1985 cuando volví a
verle; tras ello Cortés-Cavanillas, se aficionó a venir semanalmente a comer a casa de mis padres y a tener tertulias
allí. De él debo decir, que -tal como mis padres y hermanos afirmaban-: Era una de las personas más educadas y más
agradables que nunca habíamos conocido; un tertuliano nato, siempre con una sonrisa y una anécdota curiosa en
cada conversación. Se hizo tan acostumbrada su visita a casa, que tristemente nunca nos hicimos fotos con él (algo
que siento profundamente, pues por aquel entonces Julián era un viejecito divertido y entrañable, que a mi mujer le
encantaba, ya que siempre le contaba anécdotas de su viaje y experiencias en Japón -junto a los reyes-).
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Si alguien he conocido educado y leal, este ha sido Julián Cortés-Cavanillas. Lo que digo tiene un doble valor: Primero
porque vivo en Japón, donde la lealtad y la educación se lleva a límites "insospechados". Segundo, porque nunca he sido
monárquico (tampoco republicano). Por ello, la admiración que me despertó Julián -un hombre entonces, de una
ideología distinta a la mía-, goza de un verdadero mérito por su parte. Y es que Cortés-Cavanillas era un hombre de otra
época, con el que incluso, pude comprender por qué -o cómo-, el padre de mi madre (y sus hermanos) adoraban a
Alfonso XIII.
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Como digo, mi abuelo y sus hermanos tenían pasión por Alfonso XIII y algunos en la familia (muchos, incluso tras haber
sido "liberales"). Pero para mí era un rey que tristemente nada me complacía y así se lo hacía saber al pobre Julián, quien
fue uno de sus más cercanos colaboradores, y hasta amigo... . Nunca se molestó por aquello y me explicaba una y otra vez
anécdotas y razonamientos sobre su reinado, defendiendo a quien él tanto quería, con la mejor cara y con la mayor
educación. Recuerdo -por aquel entonces, en mi juventud-, que le manifestaba entender como Isabel II levantaba
algunas pasiones, porque era de "pura raza ibérica" y un personaje interesante. Tan amada por su pueblo -y tan odiada en
otras ocasiones-; con una vida de las más tristes que nadie pueda tener y rodeada de gente que se solo se aprovechaba de
ella, resultaba un monarca intersante. Incluso, le explicaba a Julián, que comprendía a los admiradores de Alfonso XII: El
rey del romanticismo, de la meticulosidad y la "pandemia" de un fin de época, que entonces toda Europa vivía . Pero me
costaba creer que Alfonso XIII hubiera sido un gran rey, como Cortés-Cavanillas afirmaba. Él, una y mil veces, me
explicaba los motivos por los que este monarca pudo ser una de las causas vitales para mis abuelos y sus hermanos. Tanto
que el padre de mi madre dicen que fué apresado y muerto en el 36, fundamentalmente por manifestar su lealtad a la
Corona; mientras poco antes, mi abuelo paterno puso por nombre a su hijo, nacido en el año 1931: Alfonso. -Eso, que
algunos, anteriormente habían tenido ideas muy liberales...-.
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Pero pasemos a Julián Cortés-Cavanillas, a quien recuerdo perfectamente como y dónde lo vi por primera vez (debió ser
hacia 1978, porque yo aún no conducía y tuve carnet en 1979, tras cumplir los dieciocho). Me acuerdo que fué un sábado,
a altas horas de la noche. Sonó el teléfono y me llamaba Betsy Westendorp, pidiéndome si me podía acercar hasta su casa
con un disco de música polaca (de los siglos XV y XVI), en el que yo había encontrado por aquel entonces los acordes que
posiblemente eran el origen de la Marcha Real (o de Granaderos). Me dijo Betsy que alguien quería escucharlo y se
trataba de una persona con la que habían cenado allí ("un señor muy importante, recién llegado de Italia", literalmente),
que investigaba todo sobre la Casa Real. Estaban hablando sobre música, y se había quedado muy interesado por ver si
era verdad que el himno pudiera estar entre las partituras polacas del siglo XV (como yo entonces afirmaba....). Pedí a mi
hermano que me llevara hasta la casa de la pintora y así conocí a Julián Cortés-Cavanillas, cuando todavía él era un
periodista y escritor famosísimo. Oímos el disco que yo llevé y observó, que efectivamente había muchos acordes
comunes con los del himno español, aunque concluyó que podía ser quizás un hecho casual, pues le faltaban cadencias o
notas más iguales, para considerarlo el verdadero origen de la Marcha Real.
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Para terminar, comentó que igualmente le había pasado con una ópera, que algunos consideraban la fuente de
inspiración del "Cara al Sol"; narrando Cortés-Cavanillas que ese himno se había compuesto primero con letra vascuence
y se llamaba "Amanecer en Cegama"; siendo obra de Juan Tellería ( compositor nacido en Cegama). No recordaba Julián
bién la ópera en la que decían podía estar "inspirado" el Cara al Sol y preguntándome sobre ello, le comenté que quizás se
refiriera a la Gran Marcha de Aida. A lo que replicó que, exactamente era esta; quedándose algo sorprendido por que yo
lo hubiera acertado. Más tarde, recuerdo que siguió la conversación y la tertulia hasta altas horas de la madrugada, en la
que Julián contó (entre otras) una anécdota verdaderamente divertida. Narrando como en sus primeros días en Roma,
cuando llegó como corresponsal de ABC hacia 1945, tuvo que esperar a que le dieran un piso, viviendo en una pensión.
Allí, no podía hacerse ni un café por las noches, mientras escribía las redacciones. Así que ya harto de no tener donde
poner agua a hervir, salió una de las mañanas a comprar una cazuela eléctrica. Y como todos los españoles creemos que
hablar italiano, consiste en acortar las palabras y ponerle "zetas" e "ies", entró en una tienda de electrodomésticos y pidió:
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-"Per favore.... Un cazzo elettrico"-. Ni que decir tiene, que el dependiente de la tienda, hace mas de sesenta y cinco años,
cuando vió entrar a un señor bajito y trajeado, preguntando por un "cazzo elettrico" , no sabía donde mirar; menos qué
explicación dar a un hecho "tan significativo". Hasta que uno (que al parecer, era cliente) le preguntó para qué necesitaba
aquel "cazzo elettrico", a lo que Julián le dijo que para hacer café.... ¿Hacer café, con aquello? -ya sabemos todos lo que
significa "esta palabra" en idioma de Petrarca-... Los italianos no podían parar de reirse... Al igual que nosotros, de
cuanto nos contaba Cortés-Cavanillas, esa noche de 1978, en casa de Betsy.
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Recuerdo que al salir de allí, mi hermano me comentó si sabía quien era ese señor tan simpático con el que habíamos
hablado horas. Yo lo desconocía y me comentó que se trataba del biógrafo oficial de Alfonso XIII y de gran parte de la
familia real, habiendo sido unos de los grandes colaboradores de los reyes en el exilio (a más de Secretario General de
ABC). Yo no podía dar crédito a lo que me comentaba, porque aquel señor con el que habíamos estado hasta altas horas
de la madrugada, más parecía un humorista escritor (del tipo de Alvaro de la Iglesia), o un bohemío del Gijón, contando
anécdotas y chistes sin parar. Tras lo que mi hermano me apostilló: "-Es que si algo tenía Alfonso XIII, era ser simpático;
y este Cortés-Cavanillas, debe ser muy del estilo...-" . De ello tengo guardo una gran pena, pues años después vino mucho
Julián por casa, y siempre contaba anécdotas increíbles y divertidísimas. Aunque, tristemente, nunca se me ocurrió hacer
un cuadernito con lo que nos narraba -que a veces era genial-. Así, que cuanto ahora escribo, lo guardo en la memoria y
es solo lo más relevante de todo lo que nos fué transmitiendo Cortés-Cavanillas, en comidas y tertulias (durante sus
últimos años).
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Pues fue unos siete años después (en 1985) cuando volví a encontrárme con Julián en una cena. Allí le comenté que yo
era amigo de Betsy Westendorp y que muchos años antes le había conocido en casa de la pintora; afirmaba acordarse de
la velada y de lo que hablamos sobre la ópera y la Marcha Real (dejándome admirado de su memoria). Antes de
despedirnos, me dijo "que le enviara muchísimos recuerdos a la aquella encantadora dama y conocida común". Al día
siguiente telefoneé a Betsy y le comenté mi encuentro con el escritor, tras lo que quiso saber de él, pues se había enterado
que estaba ya un poco mayor y muy retirado de la profesión (tenía por aquel entonces mas de setenta y cinco años,
Julián). Me dijo Betsy que le quería hacer un retrato, pero que como Cortés-Cavanillas no conducía, debía haber alguien
que le trajera y le llevara a su estudio, para que posara. Me ofrecí a hacerlo y a llamarle para comentarle que comenzaría a
recogerle semanalmente en su casa de General Moscardó y trasladarle hasta la de la pintora. Entonces recuerdo que
Julián se quedó muy pensativo y comentó:
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-"Dile Betsy, que yo ya estoy totalmente retirado y no aparezco ni escribo en ningún sitio. Así que si me hace el cuadro, no
puedo corresponder, ni sacarlo en las revistas, ni hacer nada para promocionarla. Y es que un retrato de ella vale
millones, así que no puedo ir a posar"-. Le comenté aquello a la pintora, quien se enfadó terriblemente; le telefoneó ante
mí diciendo que ese, precisamente, era el momento de hacerle un cuadro; ahora que tenía tiempo para ir y que nadie les
molestaba por las tardes. Tras echarle una pequeña bronca la artista, parece que Julián aceptó el retrato e ir a posar, para
lo que fui haciendo yo de chófer algunas tardes.
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Así conocí a Julián, quien tuvo una especial predilección por mi amistad, porque le presenté a la que entonces comenzaba
a ser mi novia (mi actual mujer); quien al ser japonesa, le despertaba una enorme admiración. Poco después llevé a casa
de mis padres a Cortés-Cavanillas, donde desde entonces y hasta su enfermedad, no faltaba una semana en la que nos
reuniéramos y nos diviertiéramos, haciendo tertulias y contando historias. Le encantaba estar entre gente joven y a pesar
de tener ya setenta y siete años, se divertía contando sus experiencias y aventuras a todos. En especial las ocurridas en el
país del Sol Naciente, que narraba con verdadero arte a mi novia japonesa (-entonces, hoy mi mujer- que en esos años no
había cumplido los veinte). Teniendo la virtud de poder sentar en la misma mesa a tres generaciones (abuelos, padres e
hijos), e irles contando historietas a todos, sin aburrir nunca a nadie, porque con una enorme atención seguíamos
siempre las aventuras y anécdotas que nos relataba Cortés-Cavanillas.
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Normalmente trataban sobre su vida, que comprendía fundamentalmente desde que había publicado su primer libro:
"Alfonso XIII (Causas y episodios de una revolución)". Obra que editó en 1931 y con la que tuvo un enorme éxito;
llegando a los cincuenta mil ejemplares de ventas en solo un par de años. Parece que tras ello, su amigo el Doctor
Florestán Aguilar, le llevó a Roma a conocer a Alfonso XIII en el exilio, quien le hace su biógrafo oficial ya en 1933,
cuando Cortés-Cavanillas solo contaba vienticuatro años (que eran casi los mismos que yo tenía por aquel entonces,
cuando sucede lo que narro -en 1986-). Su amigo Enrique González Fernández, que también le conoció por estos años,
narra que poco después -en 1935- Alfonso XIII fué padrino de su boda, tanto como de su primer hijo (Alfonso Cortés-
Cavanillas, también un destacado periodista, que durante tiempo llevó los informativos de TVE). Pero pasemos a algunas
anécdotas que recuerdo narraba de esas épocas:
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La primera, que nunca podré olvidar es la que contaba sobre la casa de su amigo Florestán Aguilar, que al parecer era el
médico de Alfonso XIII. Decía Julián, que este afamado doctor, vivía en Madrid, en la calle Fernando VI, precisamente en
la casa modernista que hoy es la SGAE (Sociedad General de Autores). Allí, en ese palacete a la "última moda de
entonces", tenía su casa Don Florestán y al parecer, un día, mientras Julián y sus amigos estaban en aquel domicilio, una
persona del servicio doméstico sufrió un extraño accidente. Consitió ese percance en que una chiquita, mientras limpiaba
las ventanas y las cristaleras, se resbaló y en su ropiezo tuvo la desgracia de que uno de los muchos "chirimbolos" que
decoran las balaustradas de esta casa modernista, se le introdujo por aquella parte donde entonces se creía que "vivía la
honra". Tras recogerla, Don Florestán se apresuró a curarla y al reconocerla, vio. que no había sido mas que un pequeño
golpe en zona nobilísima, sin producirle daños; pero que infortunadamente, le había roto aquella minúscula zona en la
que muchas familias asentaban el honor de las hijas....
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La chica no paraba de llorar y llorar, sin saber como iba a contar a sus padres y a su novio lo sucedido y tanta pena les dio
a todos, que el doctor Aguilar dispuso que se le hiciera un certificado oficial. Dictando el escrito que tan solo aquel
percance (con un "chirimbolo" de la barandilla de su casa), había sido la causa de esa "terrible rotura"; por lo que la pobre
infortunada, era pura y casta. Tras eso parece que pidió también, que certificaran Julián y el resto de los amigos que
estaba en ese momento allí, haber presenciado el accidente. De tal manera, el médico extendió su "acta" y los amigos
firmaron una carta de autenticidad de los hechos, con la que aquella pobrecita -"así herida"-, pudo presentarse ya
tranquila ante el novio y sus padres. Tras aquello, contaba Julián, que Don Florestán (con alguna sorna), les comentaba
que aquella chiquita había mejorado muchísimo de carácter y estaba muy tranquila y alegre... Sin saberse por qué...
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Aunque quizás, el misterio se resolvió cuando a los pocos meses -o semanas- otra mujer jóven de la limpieza, sufrió un
idéntico incidente (que igualmente hubo de certificar Don Florestán, con un mismo diagnóstico e historial al del
anterior). Desde aquello, contaban muchos, que diariamente iban chicas y chicas, para intentar colocase a trabajar en la
casa del Doctor Aguilar... . Casi sesenta años después (hacia 1987), mientras una tarde andábamos con Cortés-Cavanillas
por la calle Fernando VI, viniendo de una fiesta; al pasar ante la SGAE, Julían nos dijo: -"Mira, esta es la casa de
Florestán y esos herrajes que ves en las escaleras, son los chirimbolos, gracias a los que nunca faltaban chicas muy
interesadas en trabajar para el hogar de mi buen amigo...."-
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Puede parecernos fácil ser así, pero estamos narrando anécdotas de un hombre que nació en 1909 y que en a mediados de
los ochenta, ya tenía casi los ochenta (y valga la redundancia). Haciendo siempre reír a todos, con sus anécdotas y su
sentido del humor. Recuerdo que una vez le pedi por qué no me contaba una de las "mas fuertes" que le había oído
mencionar a Alfonso XIII de sí mismo y me dijo que tenía "una" que era "incontable", pero que se "iría de la lengua": Se
trataba de un día, en que comiendo en Lhardy el cocido y los callos (que era el menú preferido de este rey), tuvo que
compartir mesa con un profesor de Filosofía que era un pedante. Harto ya de pedanterías del "sabio", le preguntó con
cara de serio en un momento en que aquel tan docto, se había callado: -"¿Oiga profesor, eso de la Filosofía que nos
cuenta, cree Usted que se le puede echar al cocido, o es más partidario, que lo pongamos en los callos?"-. Se produjo un
momento de incertidumbre y tras ello, dicen que la carcajada de todos los que estaban en la mesa, fué sonada.
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Como ya dije al principio, Julián Cortés-Cavanillas, sentía una predilección y amistad especial por la que entonces era mi
novia y ahora mi mujer. No solo por ser japonesa, sinó también por la cultura que ella tenía ya con solo diecinueve años y
poder conversar así sobre el Pais del Sol Naciente, al cual tanto admiraba el escritor. Uno de los viajes que decía mas se
había divertido en su vida, fué el que había hecho como corresponsal en 1972 hasta Japón, con los reyes (entonces
príncipes). Narraba mil anécdotas y casi todas imitando a los japoneses, lo que provocaba enormes risas; pues cada vez
que contaba como se le había acercado un nippon para regalarle, preguntarle o pedirle algo, se levantaba de la silla, ponía
cara de "chinito" y se movía como si estuviera embutido en un kimono. Las historietas eran múltiples y todas terminaban
refiriéndose al Emperador a la Emperatriz y a costumbres del baño, o cosas cotidianas de los japoneses. Le habían
encantado las geishas (porque narraba que fué invitado a una de las mejores casas de Kioto) y las imitaba tocando el
samisén, cogiendo el ABC y haciendo con el periódico que tañía la guitarrita japonesa, dando con la boca con el sonido "a
lata" de aquel instrumento, mientras cantaba en un perfecto castúo unas canciones que se inventaba en "su japonés".
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Pues Cortés-Cavanillas era de Badajoz y sus orígenes estaban cercanos a Medellín; y por ello, le había dicho una y mil
veces Alfonso XIII, que seguramente tenía algo que ver con el conquistador (Hernán), tanto como con el marquesado del
Valle de Oaxaca. Comentando Julián que una y mil veces el rey en el exilio le expuso que debería hacerse la genealogía,
pues de tener tronco en Medellín con el conquistador, le podía rehabilitar títulos. Al final de su vida, el escritor me
confesó que había sentido mucho no haber tenido tiempo para investigar este punto de su pasado, pues le hubiera
encantado encontrar entronque con Hernan Cortés, al cual él admiraba profundamente.
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Una de las cosas de las que también hablaba comunmente Julián era del significado de los Emperadores del Japón y de
su admiración por aquello. Yo entonces no le comprendía, ni entendía su admiración por estos hechos. Tampoco su
devoción hacia Alfonso XIII, del que decía que era el verdadero rey, pues fué el único caso en la Historia de Europa que
nació ya monarca. Hablaba de su señorío, de su simpatía, de su forma de ser en el exilio y de mil cosas que le contaba en
Roma (mientras fué su asesor). Tristemente, no le hice el caso que hubiera debido, apuntando los hechos que me relataba
sobre el rey Alfonso. Solo recuerdo un día en que le pregunté cual era la esencia de la monarquía y me contestó que tenía
un significado espiritual y cultural. Que por ello, una figura como el Emperador de Japón, o la reina de Inglaterra, era el
ideal a seguir (lo otro, lo que hacíamos en España, "descafeinando" la institución, era "complejo"). Me explicó sobre todo
ello, que se trataba de desvincular la cabeza del Estado de algo "material", y así, poniéndola en la Corona, se trataba de
crear una figura cultural o histórica (inmaterial e inaccesible) que representara al Jefe del Estado. No lo comprendí.
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Años más tarde me fui ya a vivir a Japón y allí conocí a alguien que también hablaba de cosas parecidas. Le comenté que
"aquello" de considerar a un hombre dios por haber nacido en una estirpe, era inconcebible en Occidente. Me contestó
que efectivamente; que eso era quizás para nosotros, una gran injusticia: Considerar a alguien superior, solo por el
nacimiento... . Pero prosiguió diciendo, que aquello, era el vivo ejemplo de la vida, que estaba llena de desigualdades e
injusticias (ya desde el momento de nacer). Aunque gracias a aquel dios que los japoneses tenían en su Emperador, se
había creado esa nación. Por lo cual, ya la injusticia merecía la pena... . De lo que se concluía que posiblemente, la peor
injusticia quizás era la de que otros países no hubieran podido cometer el mismo "error" y copiar ese ejemplo, para ser
como Nippon. Pues quizás la gran pena del Mundo, era que solo una pequeña parte de la humanidad podía nacer en un
país tan organizado, bien estructurado y maravilloso como el Japón... . Tras ello, me dijo si había comprendido algo del
significado de su país. Me dejó pensativo aquello... .
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Después oí decir algo similar a los ingleses, quienes ven en su reina el origen de sus ancestros y la cabeza espiritual de su
Nación. Tras ello, sentí mucho no haber podido respetar de joven un poco más a Julián Cortés-Cavanillas y a sus ideas,
entre las que estaba que la monarquía mejor era la teocrática. No sé si tendría razón, pero puedo asegurar que Inglaterra
y Japón funcionan y que tienen un enorme sentido de Nación, de su pasado, de la solidaridad y de su Sociedad. Vaya esta
última frase en petición de disculpas al desaparecido amigo y de cuantas tardes le discutía a Julían, diciendo que la
monarquía era solo un atraso. Él, con la mayor educación me expresaba sus pareceres y nunca dejó de respetar mi punto
de vista. De veras, era un hombre educadísimo y "en el buen sentido de la palabra, bueno" (como diría Machado).

Publicado por Angel Gómez-Morán Santafé e


domingo, 27 de marzo de 2011

JULIÁN CORTÉS-CAVANILLAS: Señor, entre señores.

SOBRE ESTAS LINEAS: Interesante foto de Don Carlos de Borbón pretendiente al trono español, como Carlos VII,
junto a su hijo y heredero (Jaime). De ellos me habló a veces Julián Cortés-Cavanillas, quien pudo oir la historia de
Isabel II contada "de primera mano". Me comentaba que el "colmo del infortunio" para esta reina, fue nacer diez años
mayor a "aquel rival". Pues, de haber sido algo más joven, la hubieran casado con D.Carlos de Borbón y no con
Francisco de Asís ( que fue un mal marido y un peor compañero para la monarca). De haberse casado Isabel y Carlos
-afirmaba Julián-, la Historia de España se habría ahorrado varias guerras civiles, decenas de miles de muertos en
campaña y hasta -en parte-, el separatismo vasco-navarro y catalán (pues con D. Carlos al frente, los fueros y
tradiciones del Norte, se habrían respetado).

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SOBRE ESTAS LINEAS: La famosa reina María de las Mercedes de Orleans, que murió muy joven y al poco de casarse.
Su fallecimiento se dice actualmente que se debió a fiebres de tifus, contraídas -al parecer-, por beber agua de los pozos
del palacio de San Telmo, en Sevilla (que se encontraban contaminados por su proximidad al rio Guadaquivir, donde
se vertían los detritus de la ciudad). Muy amada por su marido y primo, era hija de uno de los enemigos " mas fuertes"
de Isabel II (el duque de Montpensier). El padre de su nuera y su hijo (Luis Felipe) también intentaron coronarse como
"reyes de España".

Me decía Julián, hablando de esta época que tanto conocía: -"Por aquel entonces, a nuestro país le salían más
pretendientes, que a una sucia bailando entre soldados..."-. Se refería a los "pretendientes" al trono (evidentemente),
pues no solo estaban los carlistas, con "ciertos" derechos. A ellos, les acompañaban otros como: Amadeo de Saboya,
Leopoldo de Hohenzollern, el Duque de Montpensier, su hijo Luis Felipe, el general Espartero y largo etc.. Todos, de una
forma u otra, "pretendieron" y ocuparon el puesto de la la reina, sintiéndose en el Derecho de hacerlo por ser "el
monarca" una mujer -no tanto por motivos políticos...-. ¡Qué tiempos!. Pensemos y reflexionemos un poco para
comprender que entre 1474 y 1517, en Castilla y Aragón (España) reinaron Isabel I y Juana I; reconocidas perfectamente
por todos sus caballeros y súbditos. Incluso, Isabel La Católica, "suplió" en el trono a un hombre, que tenía más derechos
como legitimo heredero... . Pese a nuestra historia y a tener una de las mas recordadas reinas en Isabel I, cuatrocientos
años después (en 1874), tuvieron que sustituir "a la madre", por su hijo Alfonso XII, principalmente por la falta de
reconocimiento general de una mujer como monarca.

BAJO ESTAS LINEAS: Curiosa foto-lámina de la familia de Alfonso XII, con las infantas Paz y la reina Maria Cristina
(a la izquierda). Entre el rey y la reina, María de las Mercedes, la primera hija y "Princesa de Asturias", entonces
(1881). Bajo ellos, las infantas Isabel y Eulalia. (imágenes tomadas del libro de Julián Cortés-Cavanillas: ALFONSO
XII).

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Como ya hemos comentado, antes de comenzar cada nueva intervención, incluiremos una lineas en memoria y
solidaridad de los afectados por el terremoto de Japón. Para todos los que deseen ayudar o donar algo a estos
damnificados, les proponemos dos páginas (una de Cruz Roja y otra de Unicef). Del mismo modo, nunca debemos de
olvidar que la mejor ayuda a Japón en estos momentos es: Consumir sus productos (sin miedo alguno), tanto como
comprar sus máquinas y sus coches (que son magníficos).
http://www.cruzroja.es/pls/portal130/portal.donante.donativo
http://servidorseguro.unicef.es/web/donacion.html
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Como decíamos ayer, si la buena educación hubiera tenido nombre y apellidos, esta se hubiera llamado: Julián Cortés-
Cavanillas. Porque nunca conocí una persona más agradable y menos conflictiva, siempre dispuesto a escuchar a todos
con una sonrisa y a contestar con un chascarrillo o un chiste (si alguien decía algo desagradable, o inconveniente). Así
contábamos en nuestra anterior entrada; que durante los años 1985 al 1988, pude compartir con él muchas reuniones,
tertulias y fiestas -aunque tras esta última fecha, comenzó a tener problemas de salud, que le obligaron a ausentarse de
las celebraciones-. En esa época, tuve la gran fortuna de que se aficionó a venir una vez por semana a casa de mis padres,
donde siempre teníamos una "charleta" que comunmente, se amenizaba con historias sobre Japón (debido a que a Julián
le encantaba este país, de donde era mi novia de entonces -quien hoy es mi mujer-). Siempre me arrepentiré de no haber
tenido entonces una libretita a mano, para ir apuntando todo lo que narraba Julián sobre su pasado, sobre los reyes,
sobre sus amistades y sobre lo vivido por él -Porque era verdadera memoria histórica-. Aunque pese a haber transcurrido
casi veinticinco años, me acuerdo de algunas de las historietas que nos comentaba (por su importancia y por lo divertidas
que eran).
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Siempre que pude, le hice de "chófer", ya que como no conducía y en aquellos años tenía mas de setenta y siete, le venía
fenomenal que alguien le recogiera en su casa de General Moscardó y le devolviera a ella (tranquilo y seguro). Mi
intención de llevarle y traerle en coche, no era "humanitaria" (como muchos entendían). Para nada, era cultural y se
debía a que en estos trayectos, cuando estábamos a solas y sabía que nadie nos oía, comentaba cosas verdaderamente
interesantes -a mi mujer le encantaba viajar con él, porque era un hombre increiblemente ameno y con una conversación
agradabilísima-. También en estos momentos (dentro de "tapones" de tráfico o durante largos recorridos), entablaba
discusiones conmigo, intentando convencerme para que fuera "más" monárquico... .
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Recuerdo que un día de esos en los que ir de un lado a otro de Madrid suponían varias horas de coche, me preguntó:
-"¿Oye, pero tú no eres nada republicano?. Lo que pasa es que no te gustan tanto los reyes, porque te caen mal algunos de
sus amigos"- .
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Yo le contesté: -"No Julián. Yo soy... Monarquicano"-. A lo que repuso: -"Anda y ... ¿Eso, qué cosa es?"-.
Respondiéndole entonces con ahínco: -"Pues... .Que... . Lo que a mí me molestan no son los reyes (que los ha habido
buenos y hasta bien inteligentes); a mí lo que me repatean, son muchos monárquicos; todo el día enredando y
snobeando."-
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Se quedó el pobre pasmado, pero como era un hombre rápido e inteligente soltó un chascarrillo aseverando mis "duras"
palabras con un: -"¡Los monárquicos, somos fatales. El primero yo, que soy el más monárquico de España!"-.
Inmendiatamente le expliqué que lo dicho, no iba nunca por él (que era un verdadero amigo). Sonrió con unos dientes de
rata que sacaba bajo la boca y luego comentó que bien sabía que por él no lo decía.... . Continuando con un: -"Mira que
eres malo... . Ya sé por quién lo dices y quién te cae mal a ti... . Pero los monárquicos no somos todos iguales. Los hay
muy buenas personas..."-.
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Tuve entonces que callar lo que pensaba sobre cómo le habían relegado y jubilado (totalmente) "ciertos grupos" y
sectores de la Alta Sociedad. Pues era sabido que Julián estuvo sesenta años haciéndo favores y portándose de maravilla
con cuantos seguían a los reyes. Pero en su vejez, tuvo que ver como muchos amigos de la nobleza y parte de la burguesía
monárquica, le daban la espalda. Solo por haber cumplido años, estar retirado y haber perdido ya la capacidad para
hacerles más favores. Nunca tuvo una queja ni un ápice de amargura, pero para quienes sabíamos quién había sido Julián
Cortés-Cavanillas, nos sublevaba ver como había tantos de sus amigos importantes, que ya ni se ocupaban de él, por verle
anciano y débil.
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El día que le manifesté mi poco aprecio por algunos monárquicos, quedó pensativo y quizás dolido por mis palabras.
Comentando Julián, tras el momento de silencio que se produjo en el coche (al decir yo lo de "monarquicano"); que
quizas, la única ventaja que tenían las Repúblicas, frente a las monarquías, era la de que cada cuatro -u ocho- años, las
amistades del Jefe del Estado cambiaban y rotaban. Tras ello, se echó a reir, llamándome "el chorra monarquicano"... .
Así era Julián Cortés-Cavanillas, un hombre de una educación absoluta, sin nada amargo, al que era imposible cambiar
en su buen humor y que contestaba todas las preguntas, e incluso a las impertinencias (aunque vinieran de un chico de
veinticuatro años -como yo-, entonces muy herido y enfadado con algunos sectores de gran poder; por haber tenido
graves encontronazos con "ciertos ambientes snobs" y malvados, de la Villa y Corte).
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Pese a ello, me reconoció que "los incondicionales" eran su ilusión, al final de su vida. Dos grandes alegrías había tenido
en su existencia: La primera fue cuando Alfonso XIII le había nombrado biógrafo dándole un gran abrazo. La última,
cuando hacía pocos años entonces (en 1987), el rey Juan Carlos le había cogido en brazos y llevado hasta un sofá en la
Zarzuela, como si se tratara del niño de la casa... . Pero entre todas, una de las grandes ilusiones, eran los
"incondicionales", los amigos que todavía conservaba en estos días finales, cargados de penalidades y problemas.
"Incondicionales": Así llamaba a los antiguos amigos, que todavía le trataban y quienes eran por aquel entonces, solo
"unos pocos", para un hombre que había conocido a media España y ayudado a la otra mitad. Entre estos que siempre le
arropaban, se encontraba su admirado y querido amigo Leandro Alfonso Ruiz Moragas (entonces; hoy D. Leandro de
Borbón). Decía que era igual a su padre y que una de las mayores ilusiones que tendría sería la de verle apellidado Borbón
-tristemente, el reconocimiento de D. Leandro llegó tras la muerte del escritor-. Contaba Julián que su sobrino (el rey)
siempre estaba tratando de que por fin inscribieran oficialmente a Leandro, como legítimo tio suyo diciéndole
comunmente: -"Leandro, tú lo que tienes que hacer, es firmar y presentarte como Borbón y pasar ya de los abogados y
esas cosas"-.
.
Pude en esos años conocer al este hijo de Alfonso XIII -por mediación de a Julián- y tras hablar con D.Leandro y ver que
realmente era un "tipo" divertido y castizo, le pregunté al escritor, si era verdad que tanto se parecía a su padre. A lo que
Cortés-Cavanillas me lo confirmó, diciendo: -" Se parece muchísimo, anque el rey Alfonso era aún más divertido y
animado. Había momentos en los que no podías parar en horas de reirte, de las cosas que decía; con la flema y la juerga
con las que las pronunciaba..."-. Muy interesado entonces, le pregunté tras ello, qué tipo de persona era Alfonso XIII, y su
biógrafo me contestó: -"Parecido a Leandro, muy similar, pero áun con mas gracia y con más estilo y garbo. Para que te
hagas una idea, al lado suyo, Jaime de Mora y Aragón sería un soso y un tío sin gracia ni clase".- (¡Cómo debía de ser,
pensé yo para mis adentros!).
.
No pude comprobar como fué Alfonso XIII, que según lo que contaba en privado Cortés-Cavanillas, era un hombre
simpático y lleno de ingenio. Pero lo que sí puedo afirmar es que Julián era un tertuliano inmejorable y una persona
cargada de humor, ironía y de bondad. De ello, aún recuerdo algunas anécdotas que narraba en las reuniones de casa
(donde a veces se "explayaba"); historias de las que alguna desearía recoger, pues son "Historia viva" -y precisamente,
muchas, historia del humor más refinado-.
.
Así nos comentó, que tras haber ido al Japón de corresponsal, con los "todavía" príncipes (en el año 1972) y a su regreso
del viaje, le mandó llamar Franco (para tener con él audiencia privada). Llegó a El Pardo el día que concertaron la
conversación y dice que le recibió "cordialmente", saludándole con el "efusivo": -"Como anda por allí, Cortés"-. Ello era la
manera en la que siempre se dirigía a él, debiendo saberse que el "Cortés" era como llamaba Franco a Julián y el "allí",
suponía Italia, donde el escritor llevaba años. "Cortés" le respondió que le iba muy bien por Roma (donde era desde 1945
corresponsal de ABC). Tras lo que el general le preguntó, cómo había encontrado España.
.
Parece ser que aquella cuestión, ya la consideró "Cortés" un tanto compleja y no sabiendo qué contestar - y sobre todo,
sin querer decir que Italia estaba mejor-, le respondió, que había visto a nuestro país animadísimo y muy alegre. El
general (que ya estaba mayor) no acertaba a entender a qué se refería al decir aquello de "muy alegre", por lo que le
preguntó a qué se refería concretamente. Así, Julián le explicó que la española, era una alegría que se veía hasta en las
calles. Por ejemplo, que todas las noches de verano, a las dos de la mañana, la Gran Via o el Paseo de Recoletos, estaba
aún llenos de vida y de gente, tomando copas y cambiando de un local a otro; mientras, a esas horas la ciudad de Roma
estaba desierta. Entonces parece ser que Franco se quedó pensativo un momento y le dijo con tono "semi-enfadado":
.
-"¿Ahh... Es eso?. ¡Pues yo le digo Cortés, que todos esos que hay allí a ´las tantas`, son señoritos!." Julian, al ver un
tanto alterado al general, se quedó preocupado y tras escuchar su afirmación le preguntó si creía que realmente estas
miles de personas que pululaban por La Gran Via, o el centro de Madrid, a altas horas de la noche, eran señoritos. Tras lo
que Franco le contestó, incorporándose sobre la mesa y diciendo exactamente:
.
-" Evidentemente: Son señoritos. Población flotante.... . Esos, no cuentan"-.
.
Quedó el escritor con cara y corazón admirado al escuchar aquello y viendo que el general estaba molesto al hablar de los
trasnochadores -a los que habían dedicado ya demasiada atención-, entendió que debía derivar la conversación hacia otro
punto. De tal manera, siguió en ella comentando que de su regreso de Japón había venido admirado de la organización y
la calidad humana de aquel país. A lo que Franco le respondió:
.
-"¿Japón?. Un país maravilloso. Está a punto de convertirse enteramente al catolicismo. ¿No lo sabe; Cortés?"-. Julián
me dijo que en ese momento, lo que no sabia era dónde mirar ni qué decirle; por lo que se le ocurrió comentar en tono de
despistado, que no tenía esas noticias precisamente sobre el catolicismo y Japón. A lo que ya Franco, un tanto molesto, le
advirtió que los gobernantes tenían una información muy superior a cualquier periódico y que -evidentemente-, en pocos
años, Japón sería por completo católico... . Era entonces 1972 o 1973, y parece que fué la última vez que Cortés-
Cavanillas habló en privado con Franco. Cuando contaba aquella audiencia, la cara de juerga que "se le ponía" a Julián,
era como para haberle tomado cien fotos; porque comentaba que en verdad había sido mucho mas surrealista que
cualquiera de sus conversaciones con Dalí (que al parecer, fueron varias y variadas).
.
Sobre este último personaje, también me narró una preciosa anécdota que se desarrollaba durante un vuelo Nueva York -
Madrid, en el que viajaban en los asientos de primera: Dalí y el hijo de un afamado banquero de los años sesenta, junto a
Julian. Decía que durante el vuelo, se les acercó Salvador Dalí para exlicarle que venía de Arizona, donde estaba
planteando construir el "Templo Crustaceo"... . Así, al poco de despegar del J.K.Kennedy, el pintor les dijos si querían ver
los planos de su templo crustaceo y el escritor, y el hijo y heredero de un famosísimo banquero, contestaron que sí. Allí
mismo, Dalí desenrolló los planos de algo pintado y que mas bien parecía un cangrejo mecánico, andando sobre el
desierto, construido de metales (con cruces y símbolos religiosos por doquier). Les fue explicando a los dos españoles las
funciones y significado del "Templo Crustaceo de Arizona", lo que parece, era incomprensible para un simple mortal.
Pese a ello, al hijo del banquero le entusiasmó la idea, tanto que pasaron horas hablando del tema. Antes de llegar a
Madrid el rico heredero le dijo al pintor que en el aeropuerto le estaba esperando su padre y que tenía mucho interés de
que hablara con él, por ver si le patrocinaban el maravilloso proyecto de Arizona, desde el banco familiar.
.
De tal manera, aterrizaron en Barajas y al salir de frontera allí estaba el mencionado magnate, que tras saludar a su hijo,
recibió la noticia de que había volado junto a Dalí y que deseaba presentárselo, tanto como explicarle el proyecto del
Templo Crustaceo (que era la última maravilla daliniana). Así llegó hasta el banquero, Dalí; que junto a Julián, fueron
invitados a comer y a subirse al amplio mercedes que traía para recoger a su hijo. Cargaron el equipaje de todos en un
taxi (que les seguía) y llegaron al banco. Allí pidió el presidente que les prepararan el almuerzo para todos (él, su hijo,
Dalí y Julián); con el fin de que mientras comían, el pintor expusiera lo que era el Templo Crustaceo, por ver si se podía
patrocinar por alguna entidad financiera relacionada con ellos. Contaba Julián, que la reunión y lo concerniente al
templo, duró bien poco, pues la conversación entre Dalí y el banquero fue bastante breve.
.
Pues el pintor comenzó exponiendo que había encontrado en el hijo del financiero, uno de los hombres mas inteligentes
del Mundo; ya que a todos había explicado el Templo Crustaceo y nadie lo entendía. Pero que el heredero de aquel
magnate, tan solo en unas horas, e incluso en unos minutos, había captado y comprendido todo el significado, tanto como
la importancia del proyecto de Arizona. Ello, lo corroboró Julián, quien dijo que ciertamente, tras haber intentado
atender durante largo tiempo las explicaciones de Dalí, poco o nada comprendía; mientras su compañero de asiento, lo
entendió todo rápidamente. Tras aquello, comenzó el pintor a exponer de nuevo, qué era y en qué consistía el Templo
Crustaceo; explicando detenidamente todos los pormenores a su posible patrocinador (ante el hijo, quien animaba al
artista a que hablara de una cosa y de otra....). Trascurridos unos minutos y antes de que pasaran al segundo plato, dijo el
financiero que ya "lo entendía todo y bastante bien". A lo que Dalí le felicito. Tras eso le preguntó el pintor, qué le parecía
la idea y el proyecto. Entonces, y ante el asombro de todos, el anfitrión dijo severamente:
.
-"Que, qué me parece lo del Templo Crustaceo.... Me parece una imbecilidad..."-. Los comensales quedaron mirándose,
con un gesto de "horror". Todos, menos el artista, pues Dalí, en décimas de segundo, le contestó al banquero con un
acento catalán más marcado que de costumbre: -"Oiga... Es verdad que el inteligente no es su hijo.... Lo es Usted..."-. La
carcajada fue general (hasta al camarero que les servía, parece que se le cayó la bandeja de la risotada) y la amistad entre
el financiero y el pintor parece que desde ese momento se perpetuó.
.
Estas y otras cosas eran las que Julián nos contaba una tarde sí y otra también, haciendo mas que amena cualquier
tertulia o reunión en casa. Pudiera parecer fácil ser así, realmente no lo era, porque entonces, Cortés-Cavanillas tenía mas
de setenta y siete años, con grandes problemas de salud (y profesionales). Además, entre sus amistades, había sufrido
tremendas deslealtades. Pese a ello, nunca tuvo un mal comentario ni un mal gesto hacia nadie. Porque Julián era un
verdadero señor (de los pies a la cabeza), para quien lo mas importante era ser educado y fiel, agradable, ameno y culto
(hasta límites insospechados). Sean estas palabras a la memoria de quien era tan buena persona y tan divertido amigo;
pese a que se distanciaba en casi cincuenta años de edad conmigo y en más de cincuenta y cinco, con mi mujer (la
japonesa con la que le encantaba hablar horas y horas sobre el Sol Naciente y sus emperadores).

Publicado por Angel Gómez-Morán Santafé


jueves, 31 de marzo de 2011

JULIÁN CORTÉS-CAVANILLAS: Por la "gracia" de Dios


BAJO ESTAS LINEAS: Foto de Julián Cortés-Cavanillas hacia 1970, tomada de la solapa de su libro "Psicoanálisis". Este escritor
(como puede verse en su fisionomía), era un "tipo" de una simpatía e ironía genial; pudiendo a sus "casi ochenta años", mantener
los ambientes y tertulias más divertidos y entretenidos imaginados. Entre estos "ambientes" narramos al final de esta entrada, un
"sonoro" suceso que se aconteció en el Palacio de la Zarzuela, protagonizado por este divertido hombre, quien fuera el biógrafo de
la Casa Real.

BAJO ESTOS PÁRRAFOS: Foto de Alfonso XIII, en los brazos de su madre (la Reina Regente, Ma.Cristina); imagen
que le encantaba a Julián Cortés-Cavanillas y que publica en algunos de sus libros. En ocasiones le manifesté que -yo
personalmente- no consideraba al el rey Alfonso, un buen monarca (tal como lo había sido su padre o -quizás- hasta su
abuela). A lo que su biógrafo me respondía con la mayor educación: -"Pues no sabes que buen hombre y qué simpático
era; tenía una "casta" y una "clase" que ya me gustaría hubieras visto de cerca. Para que te hagas una idea, parecido
a Leandro, pero aún más flemático... Y con eso te lo digo todo"-.

Julián, fué nombrado biógrafo de Alfonso XIII hacia 1935, cuando el rey - ya en el exilio- apadrinó su boda y el escritor
tenía solo veinticuatro años. Tras ello, parece que le asesoraba y ambos compartían largas horas de "charla", de las
que Cortés-Cavanillas siempre nos mencionaba, lo irónico que era el monarca. Muchas veces le comenté al periodista
que él debía escribir un "anecdotario real" (y nunca mejor dicho); recogiendo dichos, frases y chistes, que había oído
del rey. Pero comentaba que habiendo publicado uno sobre Alfonso XIII, las verdaderamente divertidas eran
conversaciones privadas y no se podían transcribir, ni dar a conocer. Yo le transmití que realmente era una pena, pues
normalmente se escriben unas biografías, que a veces son unos "ladrillos", plenos de noticias y hechos históricos
(conocidos por todos). Dejándo al margen el lado humano, que verdaderamente es el que a todos puede interesarnos.

Hace pocos días, charlando sobre Cortés-Cavanillas con Cristina Caro -cuyo padre, Ignacio Caro, fue un amigo
cercano al rey - le comentaba lo mismo. Preguntando si su progenitor le había dejado un anecdotario (o un
cuadernillo con anotaciones), sobre cosas y casos comunes y divertidos ocurridos junto a D. Juan Carlos. Historias en
que se mostrase su lado humano y que pudieran interesar de veras a la gente. Tristemente, parece que los biógrafos se
inclinan más hacia el lado serio y oficializado de la vida real, algo que en el caso de "los Borbón" es una pena, pues
hasta Fernando VII tiene anécdotas de partirse de risa (alguna de ellas me las contó Julián y las intentaremos relatar,
cuando podamos).

Desde el pasado terremoto de Japón, comenzaremos comúnmente cada entrada de nuestro blog con el recuerdo a los
damnificados de este trágico suceso; solicitando ayuda para ellos. Hay múltiples formas de colaborar con la Cruz Roja
o UNICEF (para enviar dinero, objetos y hasta alimentos).
Del mismo modo, recuerden que una de las mejores maneras de ayudar a Japón, es consumir sus productos (en
especial su maquinaria y tecnología, que es inmejorable).
Muchas gracias a quienes así lo hagan.

.
Tras la entrada anterior, he recibido alguna llamada (o comentario), exponiendo que quizás en el pasado artículo, me he
excedido en la crítica de la Alta Sociedad Madrileña de hace más de treinta años. Pues "normal parece" que un hombre de
setenta y cinco años (como era en esta época Julián Cortés-Cavanillas) esté ya en edad de retirarse, viviendo el "tramo
final" de su vida. Evidentemente, ello es así y nada decimos sobre la falta de trabajo, publicaciones o colaboraciones de
este autor en aquellas épocas. Es más, hay que entender y añadir a ello, el hecho de que en 1982 entra a dirigir España un
Gobierno de Izquierdas (algo, que para nada había sido Cortés-Cavanillas). Lo que, evidentemente, supone una lógica
"pérdida de importancia" para quienes han "apoyado" un lado un "tanto diferente". Por lo demás, en esa época, tener
setenta y cinco años, era ser considerado un verdadero anciano. Incluso, hemos de añadir, que a principios de "los
ochenta" (cuando España era gobernada por el Socialismo, tras cincuenta años de "paréntesis"), pudiera ser "más
recomendable" que los monárquicos fueran encabezados y representados por personas más integradas en la Transición y
con una trayectoria "menos definida" (como la que tenía Cortés-Cavanillas).
.
Por cuanto decimos, nada nos referíamos en la anterior entrada a la falta de trabajo y de publicaciones, que desde 1985
vivía Julián; siempre deseoso de hacer colaboraciones y proyectos (para los que me solicitaba ayuda). Sino que nuestra
crítica se refiere a quienes le habían cerrado sus casas y su cariño, siendo incapaces de enviarle ni un "christmas" en
Navidades -pese a que pocos años antes (cuando este periodista era famoso), se deshacían en abrazos y elogios, en cuanto
le veían entrar por una puerta-. De tal manera, mi comentario referido a ello en la anterior entrada, se centraba en una
"Sociedad" madrileña entonces existente ( bastante dura y rígida) y que hace treinta años aún ocupaba las más
importantes "capas sociales hispanas". Una "élite" que en su gran mayoría ya ni existe, habiendo dando paso a grupos
mucho más tolerantes y -sobre todo-, menos rígidos y endogámicos. Habrá quienes se pregunten sobre una cierta
animadversión, que se delata en mi persona, hacia la Alta Sociedad del Madrid de finales de los años setenta. A ellos les
contestaría esto se debe tan solo "a que la sufrí".
.
La sufrí y la viví en "mis carnes"; pudiendo asegurar que en gran parte, aquella "gente", tenía muchos mas parecidos y
similitudes con el ambiente de la "clarina" Vetusta (ciudad de La Regenta), que con el Madrid actual. Tanto era así, que la
pedantería y estiramiento de algunos círculos cerrados y "superbien" de fines de los ochenta, habían fracturado altamente
el "clima social". De esa situación de "Sociedad cerrada", quizás los "de Izquierdas", se negaban siquiera a ponerse una
simple corbata ni en Las Cortes, o a vestirse de manera similar a aquellos "tan importantes" (por no parecerse en nada a
estos). Lo que provocaba que en la "calles capitalinas", se supiera quien era de Derechas o de Izquierdas, tan solo por el
aspecto o el "uniforme"; llegándose a distinguir su filiación política hasta en el afeitado (siendo los de barba larga y jersey
de punto muy ancho, los más "izquierdosos"...). Este clima había surgido en parte, "gracias" a una Sociedad altamente
impermeable, dirigida en gran parte desde la capital, cuya endogamia y rigidez mental era solo comparable a su falta de
interés por añadir a nadie nuevo en sus listas de "conocidos" o "amigos".
.
Lo que relato, llegó a ser cómico, puesto que hacia 1980, en las calles de Madrid podía saberse qué votaba cada ciudadano
con quien nos cruzábamos, tan solo con observar cómo vestía (en un pueblo o ciudad pequeña era más difícil, ya que
aquellos de "aspecto izquierdoso" podían tratarse de simples aldeanos...) . De tal manera, la filiación política y su relación
con el aspecto (por lo general), eran más o menos como a continuación los describimos -tomando como modelo el
"uniforme" de ciudad, de otoño a primavera, por aquello de que en verano, todos vamos mas o menos "hechos unos
cerdos"...-.
.
-VOTANTE DE IZQUIERDA (P.C.; O.R.T., o similar): Jersey de punto grueso y muy ancho, con caída de hombros
enorme y sobradamente largo. Pantalón preferentemente de pana (o vaquero), pero siempre de fabricación española.
Nunca corbata ni menos pinzas en el pantalón. Camisa de cuadros, tipo campo y en caso de frio, bufanda de punto
manual grueso (pocos abrigos usaban, aunque era normal verles con una pelliza -a ser posible usada y vieja-). En los pies,
calcetines de lana (estilo mili) y botas katiuskas o de marca Segarra (con suela de goma). Comúnmente, se movían
siempre con carpeta de papeles en las manos y un paquete de tabaco nacional, que ponían sobre el cuaderno, al dejarlo
sobre las mesas (Celtas o Ducados, aunque de fumar rubio -cosa rara- "gastaban" Fortuna). Siempre con pitillo
encendido a cualquier hora y sobre todo en la calle, principalmente "colgado en boca", ello les generaba una "mirada
inquietante", producida por aquel humo del cigarro que "encedía" su rostro delgado y barbado. Pues era común una gran
barba sin arreglar ni cortar en años -a la que algunos añadían en las celebraciones: Flores o pegatinas del partido-.
Luciendo comúnmente una larga pelambrera, sin cuidar desde hacía años. Por lo demás, de usar gafas, eran común
vérselas redondas y finas (del tipo Valle-Inclán, teniendo vetado el bigote "corto" y tan solo tolerados grandes bigotazos
peludos, rotos y sin "guías").
.
-VOTANTE DE CENTRO IZQUIERDA (PSOE fundamentalmente): Vestimenta de diario, con camisa de sport a ser
posible fea y con cuellos peligrosamente picudos, jersey de punto fino (quizás, hasta inglés). Pantalón de pana o sport
bueno y sin pinzas; nunca de gabardina o "vestir", pero de pata ancha y corte raro. Chaqueta de sport, cuanto mas rara y
hasta fea, mejor Calzaban botas o zapatos de cordón -en cuero y de calidad-, principalmente de ante. En caso de ser
jornada de importancia o asistir a celebraciones, lucían traje de pana (fundamentalmente en marrón). Rara vez usaban
corbata -salvo que el caso lo exigiera- y no era tan común, verles con el pitillo en la mano (al menos por la calle). En vez
de carpeta sucia y llena de papeles -como los anteriores-, solían llevar un pequeño portafolios en la mano; tanto como
podían usar abrigo, tipo trenca hecha con botones de hueso (que parecían mas bien colmillos de un recién cazado,
facochero sudafricano). De utilizar bufada, esta era de lana fina, tipo inglesa y de cuadros (en rojo principalmente). No
era ta obligada la barba, aunque de llevarla, se lucía medianamente arreglada y aseada, tanto como el pelo podía llevarse
largo, pero peinado (teniendo prohibido el bigote corto, tipo "facha").
.
-VOTANTE DE CENTRO DERECHA (UCD principalmente): A diario, traje abierto y a ser posible del tipo normal o de
confección. Jamás traje cruzado, ni menos con chaleco; sino modelo "simple" y en tonos en azules o grises (sin vueltas en
el pantalón). Camisas de confección en un solo color -a ser posible blancas y sin adornos-, con corbata colorida y muy
ancha (eso sí, con pasacorbata del partido, del club, o la empresa), las solapas y cuellos de camisa, podían ser peligrosos
en día de viento por su extremada anchura . Prohibido tirantes ni barrigas, y solo permitido un buen cinturón de cuero
(nunca de cocodrilo), se permitía el traje con pantalón sin "pinzas". Siempre sin pañuelo en la solapa, ni adorno alguno
más en la chaqueta; sus zapatos mejor debían ser unos mocasines, no muy relucientes y preferentemente en cuero boscan
negro (nunca en ante). Importante es que el calzado nunca tuviera color ni adornos llamativos (negros y de simple
antifaz; nada de utilizar zapatos en tono vino o con bocados, flecos, borlas ni mas "aditamentos"). Podían usar abrigo,
mas nunca Loden; tanto como si fumaban, no debían hacerlo por la calle y debían sacar siempre una cajetilla de pitillos
caros (al menos Winston o Marlboro, nunca Celtas ni Ducados, que era cosa de Izquierdas). Rara vez usaban barba ni
bigote; siendo aun mas raro verles con bigotillos recortados, que tanto habían lucido los falangistas (años antes). Pelo
recortadillo y especialmente prohibido el uso de la gomina o de la brillantina.
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-VOTANTE DE DERECHAS (desde A.P. hasta los "difuntos" partidos de la Extrema): Traje caro, en tonos claros de día y
oscuros de noche. A poder ser, siempre hecho a medida -o, de lo contrario, "de marca"-; mejor en cruzado (o con
chaleco) y comúnmente con vueltas en la pierna. Pantalón, siempre con pinzas, teniendo prohibido el de "caída libre", a
menos que fueran de pana y para el campo. Luciendo pañuelo en el bolsillo alto de la chaqueta, era común también algún
adorno o insignia en las solapas. Siempre que se pudiera y fueran vistos, convenía usar tirantes -los había con la bandera
nacional-. Ya que todo este equipamiento (los tirantes, el chaleco o el traje cruzado), permitían la barriguita, que decían,
mejoraba mucho "la pinta". Camisa llamativa, con rallas, o de color y sobre todo, blanca de noche, a ser posible hecha
medida, con iniciales y de gemelos. Corbata siempre discreta y nunca colorida ni ancha (pasacorbata, solo si era antiguo o
un regalo de familia). Abrigo Loden al ser joven y tras cumplir los cuarenta, de lana muy buena (en azul o beige). Ello,
junto al zapato inglés bueno (en invierno) o mocasín llamativo (en verano), tenía unas reglas fundamentales, como la de
no fumar en la calle, no llevar bufanda si no se vestía de "sport" o de smoking (bufanda blanca) y lucir algo que nadie
pudiera adquirir en España (corbatas, gemelos, o zapatos de importación). Jamás calcetín blanco (solo para deporte) ni
convenía llevarlos cortos: Largos, oscuros y de hilo, en verano. Nunca con pelo largo, a menos que lo llevaran muy
engominado, habían de salir a la calle bien peinados (o con brillantina), tanto como muy "encoloniados". De llevar bigote,
siempre bien recortado o -de ser largo- con las guias engominadas. De lucir barba, había de ser muy cuidada y de tipo
"decimonónica" (nunca larga y similar a la de los retratos románticos).
.
Ni que decir tiene, que "un menda" pertenecía al último grupo y (además) era de los más imbéciles. Pero no se preocupen
que fue solo una fiebre de juventud, pues la vida (a golpes) me fué rectificando y me encaminó hacia la normalidad
-siempre, dentro de mis posibilidades-. Los hechos que me "rectificaron" fueron derivados por la dureza, antes
mencionada, que se vivía entonces en la Alta Sociedad Madrileña. Al igual que fácilmente podemos entender que el ser de
Derechas (en mi juventud, los años ochenta), significaba oponerse al poder y los mas fuertes de entonces -un "deber"
para todo hombre con inquietudes, a los veinte años...-. Por lo demás, las diferencias de ideología y sociales de la
sociedad madrileña es claro que se percibían hasta en la forma de vestir que hemos mencionado, siendo tan distintas las
ideas como los aspectos de las personas. Algo que hoy puede observarse de igual manera, cuando vemos como los de
Derechas y los de Izquierdas asisten a Las Cortes (o a sus mítines), prácticamente vestidos de igual manera. Así, sin
apenas grandes diferencias en sus trajes muestran ahora las cercanías entre las formas de pensar hoy. Aunque, muy por
el contrario, hace treinta años, las formas de vestir eran tan distintas como lejanas las ideas de quienes lucían las
prendas. Algo que "fracturaba" peligrosamente la Sociedad. Por ello, digo que aquel Madrid de tres décadas atrás era
muy diferente, algo que muestra y demuestra que actualmente hemos mejorado y avanzado mucho (aunque no lo
creamos).
.
Pero pasemos a la "dura Sociedad" de los setenta, que se constituía bastante cerrada (sobre todo en Madrid, Villa y
Corte), en la que dijimos que ciertos grupos eran "impermeables", estando muy poco interesados en que nadie ajeno a
ellos, despuntase. Un hecho que se hacía más grave, por cuanto cada vez que algún "desconocido" o "ajeno estos
círculos", tenía éxito en Madrid, sufría diariamente el examen y observación de aquellos que "desde décadas atrás", se
auto-consideraban "los importantes". Siendo consecuencia directa, que cuando el "nuevo triunfador" perdía un ápice de
poder -o de fuerza-, la Alta Sociedad madrileña, pasaba rápidamente a prescindir de él y a discriminarle. Esto era así y yo
lo ví y lo viví en mis propias carnes. Lo sufrí en mi persona cuando a fines de 1983 -con veintidós años, recién cumplidos-
regresé de la mili, y decidí dedicarme a la guitarra y a la Historia. Recibí entonces el primer "toque de expulsión" de los
círculos "bien" madrileños; que entonces me fueron avisando que de seguir en mi intención de ser guitarrista (o
dedicarme a la cultura), sería expulsado de muchos "grupitos de amigos". Algo que se agravó cuando un año después,
decidí dedicarme plenamente a la música y a preparar una tesina sobre arqueología del Derecho (un estudio que me
dijeron, era bastante raro e inadecuado). Con la intención de ingresar en el seminario de Historia, entregué mi "paper"
llamado "Las Leyes de Tarschisch" -que deseaba fuera el principio de mi tesis de Derecho- y aquello, fué el hazmerreir de
algunos de mis compañeros que se iban a dedicar a las finanzas y con los que desde niño había estudiado (algo que
llamaban "la gente bién"...).
.
Finalmente (en 1985), desistí de seguir con mis intenciones jurídicas y preferí dedicarme a componer y tocar la guitarra,
lo que supuso ya el final de muchas de mis amistades desde la niñez (quienes dejaron de tratarme, como si tuviera una
enfermedad contagiosa e incurable). Las puertas de casi todas las grandes mansiones, que hasta entonces estaban
abiertas, se me cerraron y la mayor parte de la "gente bien" me comenzó a tratar como a una oveja descarriada o un
individuo "de tercera categoría". Siempre, en cualquier reunión donde te preguntaban por la guitarra, aparecía una
sonrisa con mas sorna que gracia. Para colmo, pareció que algún listillo se enteró que no iba a seguir con el Derecho ni
aquella tesina jurídica (escrita par de años antes) y me la vi en publicada por una de las mejores editoriales -
evidentemente, firmada por un profesor...- .
.
Esta situación personal fue la que viví entre 1984 y 1987; los años en los que compartí tertulias y charlas con Cortés-
Cavanillas. Por lo que comprendía muy bien qué sentía Julián al ver como le discriminaban, quienes poco antes le
adularon y le debían decenas de favores. Ello, quizás fue lo que me hizo volcarme y atender doblemente a Cortés-
Cavanillas, cuando dos amigos suyos (de los incondicionales, como él los llamaba), me comentaron en privado la
situación que vivía. Se trataba de Fina y Fernando Calderón, quienes he de reconocer que se portaron muy bien con el
escritor hasta los últimos días de su vida. Tristemente, por mi carácter o por mi forma de ver la cultura, no pude
congeniar con Fina, quien intentaba "ayudarme", a cambio de integrándome a su "grupo"; lo que me llevó a tristes
encontronazos con ella (pido perdón por mi sinceridad, pero lo incluyo para dar a conocer la verdad, tanto como el valor
de cuanto hicieron por nuestro común amigo Julián). Ella y su marido Fernando (un hombre educado y bueno), se
portaron muy bien con Cortés-Cavanillas, del me pusieron en antecedentes, sobre como estaba sufriendo una fuerte
depresión, al ver que tras perder fama y poder, casi todos le daban la espalda. Se lo pregunté a Betsy Westendorp, quien
igualmente me lo confirmó, tanto como ella intentó ayudarle y animarle.
.
Como digo, todo ello me hizo interesarme mucho por el escritor y aborrecer bastante los círculos de "elite" madrileños de
los setenta-ochenta. Una "cierta alergia", hacia estos grupos "bien" de la capital, que pocos años más tarde, se me
confirmó definitivamente; al tener que ver algo muy similar en mi casa. Sucedió hacia 1988, cuando "jubilaron" a mi
padre de todos los cargos y le mandaron para casa, sin más que el agradecimiento (para poner a sus amigos, en los
puestos y lugares, que él había creado). Tristemente la situación se repitió, porque fueron muchos de los "más cercanos",
los que procuraron hacerle el vacío, para que se marcharse "a su casa" (donde al menos conseguí aficionarle a la
arqueología, para que entretuviera sus ratos libres). Por cuanto viví y me sucedió en esta época, he comentado y escrito
de la manera que lo hice sobre los años ochenta. A nadie he mencionado, más que de manera positiva (solo he dado los
nombres de quienes se portaron bien con Julián), por lo que no creo que nadie pueda sentirse ni aludido, ni menos
citado.
.
Así que sigamos con Julián Cortés-Cavanillas, al que pregunté alguna vez el por qué algunos monárquicos -a veces- le
hacían tanto "vacio". Él me contestó, que la razón principal era la "pelusilla", pues el rey (la Familia Real, al completo) le
seguían tratando con predilección y mucha diferenciación frente a otros. Así supe que algunos detalles del rey con él,
levantaban muchos celos a otros que se sentían más importantes. Como por ejemplo, cuando a veces le comentaba con
sorna y en público una broma como la de: -"Julián, que me están saliendo canas. A ver si para la proxima vez, me vienes
a la Zarzuela, con La Carmela"-. (La Carmela, era entonces un tinte-agua de colonia de pelo) . Tanto como que la gente
supiera que le había cogido en brazos, llevándole en volandas haciendo chistes. O que, a veces el monaca, hiciera unas
"pequeñas" diferencias, mostrándole un cariño muy distinto al que tenía con otros. Algo que había llegado a
manifestarse en darle a Julián, hasta besos en la calva, en público. Todo ello, provocaba algunos "celos" a muchos, porque
eran actos absolutamente fuera de todo protocolo -en ocasiones, realizados frente a todos, o en recepciones oficiales-.
.
Sobre este último hecho del beso en plena calva, hay una anécdota increible, que pudo presenciar "medio Madrid" y que
la narro, porque cuando Julián la contaba, no podía parar de reirse. Se refiere a ella Alfonso Ussia, recogiéndola con
detenimiento y gracia, en un artículo de la revista Tiempo, publicado el pasado mes de semptiembre, intitulado "Pumba".
En este, recoge claramente que en la Recepción del 23 de abril (de 1980 -creo-) en la que los reyes recibían a los
escritores y periodistas, habían asistido varios gafes de la profesión. Los presentes en el acto, se separaban de los gafes
que allí había, pero parece ser que Julián -que era siempre correcto y bondadoso- debió sentir pena hacia aquel al que
nadie se le acercaba. Tanto fué así, que al subir al salón de la Recepción, Cortés-Cavanillas pidió ayuda al peor de los
gafes (pese a estar avisado por varios); atreviéndose a tenderle su brazo con el fin de que este "repartidor del infortunio",
le asistiera echándole una mano mientras intentaba llegar arriba (en las grandes escaleras).
.
Una vez en el segundo piso, parece que se situaron todos los escritores y periodistas invitados a la celébración del Dia de
Cervantes. Allí aparecieron los reyes y fueron saludando uno a uno; pero al llegar frente a ellos Cortés-Cavanillas, este se
cuadró como de costumbre, dando un fuerte taconazo de saludo mientras bajaba la cabeza enérgicamente. Parece ser que
con "el esfuerzo" y al hacer tan rítmico movimiento, se le escapó una ventosidad terrible que dicen, se oyó hasta en los
montes de El Pardo. No se sabe si aquel "pedillo" (o mas bien habría que decirse "pedazo de pedazo" -según quienes lo
oyeron-); se debió a los nervios, a problema fisiológico, o a otro motivo "suprahumano". Más la cosa cierta, es que todos
los asistentes a la recepción, dedujeron rápidamente que se trataba de un maleficio del "gafe", que le había ayudado a
Julián a subir las escaleras.
.
Por lo narrado, el escritor "apedrentado", parece que tras el acústico suceso, se encontraba en una doble situación difícil:
Primera, la "nota" dada (nunca mejor dicho). Segunda, que acusaban a su acompañante de haberle producido el "airoso
maleficio"; algo que le creaba una peor sensación, pues pensaba el escritor, que ninguna culpa podía tener aquel hombre
que le había ayudado a subir, de su triste "fallo de escape". El asunto, terminó bien, ya que al acabar el saludo
(besamanos); mientras se celebraba el ágape, se acercó el rey hasta Julián y sin mediar palabra alguna, ni poner el
monaca cara de broma (cosa que parece más que difícil, dada la situación). Allí, mirándole con gran cariño, le dió un beso
en medio de la cabeza -de la calva, pues el pobre Julián debió perder el pelo, poco después de hacer la Primera
Comunión...-. Parece que tras ello, el escritor se volvió a sus compañeros y les dijo que aquel quien le echó una mano en
la escalera, no era ningún gafe y muestra de ello era el besito en plena la calva que le habían dado, un honor a pocos
concedido por un monarca.
.
Recuerdo como contaba Julián este hecho, que le encantaba a mi madre; pues el pobre, ponía una cara de sorpresa
tremenda, llevándose las manos a la boca, mientras definía el tipo de "estruendo" emitido en tan regio momento.
Diciendo con gran emoción: -"No sabes como fué... . Sonó a la vez que el taconazo; con tal fuerza, que los centinelas que
estaban en la puerta, debieron de creer que se trataba de una ráfaga, y hasta montaron el arma... ."-. Tras ello se echaba a
reir y se le saltaban las lágrimas, recordando lo del gafe y la cara de los asistentes (tanto como la de los monarcas).
Terminando poco después -cuando podía parar de reirse-, con la frase: Menos mal que llegó luego el rey, con gran cara
de cariño y me dio el besito en la calva. Porque si aparece con cara de juerga, no sé como hubiera terminado la tarde, ya
que el ambientillo de cachondeo que había en la recepción era de cuidado. Así era Julián, un tipo genial, cargado de buen
humor, capaz de generar en plena realidad (nunca mejor dicho), una situación mejor y más divertida a las de Peter
Sellers en la famosa película, El Guateque... . Y es que dice el Lema Real, que la "gracia" es de Dios... . Y es que Julián; la
tenía toda -y con la mayor bondad-.

Publicado por Angel Gómez-Morán Santafé


sábado, 2 de abril de 2011

JULIÁN CORTÉS-CAVANILLAS: Psicoanálisis del olvido


Desde el pasado terremoto de Japón, comenzaremos cada entrada de nuestro blog con el recuerdo a los damnificados de este trágico
suceso; solicitando ayuda para ellos. Hay múltiples formas de colaborar con la Cruz Roja o UNICEF (para enviar dinero, objetos y
hasta alimentos).
Del mismo modo, recuerden que una de las mejores maneras de ayudar a Japón, es consumir sus productos (en especial su
maquinaria y tecnología, que es inmejorable).
Muchas gracias a quienes así lo hagan.

SOBRE ESTAS LINEAS: Primera página del libro Psicoanálisis, de Cortés-Cavanillas. Al abrirlo me he dado cuenta
que Julián se lo dedicó una de las tardes que venía por casa en 1986, a mi hermana Tere y a su hijo (entonces, recién
nacido: Enrique). El escritor en esta obra, recoge unha gran parte de las entrevistas a personajes de los años sesenta,
que fueron apareciendo en los dominicales de ABC. Intituladas como PSICOANÁLISIS; la mayor parte de ellas fueron
realizadas a amigos suyos, de los que a continuación recogeremos algunas anécdotas.

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SOBRE ESTAS LINEAS: Foto de Edgar Neville. Cineasta perteneciente a la generación del 27, hombre de gran cultura;
artista polifacético y de profesión diplomático, fue quiza el amigo del que Cortés-Cavanillas conservaba uno de los
mejores recuerdos. Hasta 1968 (fecha en que fallece Neville), parece que mantuvieron una magnífica relación. Cortés-
Cavanillas siempre comentaba que era de las personas más divertidas y geniales que había conocido. De proporciones
desmesuradas y amor descomunal a la belleza, el arte y la comida, estuvo unido en segundas nupcias a la "curiosa
abogada" y actriz Conchita Montes. Julián narraba de ellos múltiples historietas y anécdotas, destacando el amor de
Neville por la gastronomía (que le produjeron gaves problemas de salud y posiblemente terminaron con su vida).
.
BAJO ESTAS LINEAS: Ava Gardner. Una de las más famosas musas y actrices de los años cincuenta y sesenta. Parece
que se la presentó a Julián Cortés-Cavanillas, Edgar Neville; quien fué secretario de embajada en Estados Unidos en
años cercanos en los que también trabajó (para Hollywood) con personajes como Charlie Chaplin. Durante los sesenta,
contaba Julián que Ava Gardner, frecuentaba en muchas ocasiones su casa de Roma (sita en Piazza Navona), donde
mantenían las más divertidas tertulias. Para conseguir que asistiera a sus tertulias bastaba con invitarle a una paella
de Lhardy, aunque para hacer llegar el arroz hasta Italia, Cortés-Cavanillas había ingeniado un divertido sistema.

Prefaccio:

Por ver si habíamos exagerado, cuando expusimos -hace unos días- que la figura de Julián Cortés Cavanillas había
quedado en un triste olvido, hicimos "propósito de enmienda". De tal manera, comenzamos por repasar internet (la
fuente de nuestros nuevos archivos) y marcar en distintos buscadores su nombre. Apenas, salen referencias directas a su
persona y todo cuanto se encuentra, son sus obras: Libros a la venta en segundamano o "tramos" de sus entrevistas,
"colgadas" en la red. Un nuevo repaso por internet, da solo como final ABC y las colaboraciones de quien fuera uno de sus
directivos; llevando a tres artículos más en la red y algunas anotaciones. Los artículos , algunos muy cariñosos, como el
de Enrique González Fernández, tratando del centenario del nacimiento; al igual que otro de Santiago Castelo (y el ya
mencionado, de Alfonso Ussia, que narra la "sonora anécdota" palaciega, que ayer recogíamos)..

Aunque, increíblemente, si buscamos Cortés-Cavanillas en libros a la venta (por ejemplo, en IBERLIBROS, portal que
ofrece obras de segunda y primera mano), nos encontraremos con unos 350 ofertados. Ello no es fácil, pues son pocos
los escritores fallecidos que consiguen mantener por encima de cien ejemplares en listado , máxime si son títulos de
cuarenta y hasta sesenta años de antigüedad (mérito que se acrecienta por el hecho de haber muerto Julián hace casi dos
décadas ya). La conclusión es que verdaderamente, la memoria no ha sido justa con este hombre; tanto como no lo
fueron algunas personas, al final de su vida. Creyendo que había sido yo "un raro" por escribirlo últimamente; he visto
que su también amigo Enrique González Fernández, finaliza con la misma idea su artículo de ABC -dedicado al
centenario del nacimiento de Julián-. Por esta razón, siento no poder rectificar mucho lo escrito, pues parece que hay
varias personas que piensan casi igual, sobre este hecho.

Todo ello, me ha llevado a reflexionar sobre aquello que muchos afirman, diciendo que ciertos escritores (o artistas), caen
en el olvido por haber estado adscritos a una ideología "no izquierdista" (echando la culpa a "la progresía" de su falta de
éxito, o del olvido del desaparecido). Ello, sintiéndolo mucho, es un absurdo, pues no es la izquierda la que debe
preocuparse de mantener en el éxito o en la memoria, a personas que ha sido ajenas (o contrarias) a su ideología. Sinó,
que son sus más cercanos en opinión o pensamiento los que deben cuidar y estudiar sus personajes de la cultura. Por
esto, del olvido de muchos escritores (o artistas), considero que solo se debe responsabilizar a quienes no conservan
como merecen su recuerdo (o su obra). Algo que que en los que no son de izquierdas tiene quizás su razón en que casi
todos los intelectuales "de Derechas" hayan sido bastante críticos con las altas esferas hispanas. De tal manera, escritores
como: Muñoz-Seca, Jardiel Poncela, Alvaro de Laiglesia, Miguel Mihura, Wenceslao Fenandez Flores (o el mismo Julián
Cortés-Cavanillas -en su medida-), se han visto en la obligación de huir de la Sociedad que les rodeaba (exiliarse de algún
modo), pero esta vez por medio del humor. Reírse de lo que les rodeaba, que a veces era patético.

Por todo cuanto digo y escribo, muchos me preguntan cómo he sido "bastante" de Derechas hasta los veinte años; a lo
que les contesto, que ello se debió a la intensidad con la que mis profesores (del colegio o la universidad) fueron
intentando enseñarme sus "lecciones" y pensamiento -a veces "inculcados", más que enseñados-. Bien es sabido, que el
gremio de los "maestros", en aquellos años de mi infancia, estaba compuesto por personas cultas y muy progresistas (al
menos en donde yo estudiaba), lo que suponía incluir sus teorías sociales en todas las materias. De tal manera, como yo
en 1976, tenía solo quince años, las clases colegiales desde entonces, comúnmente comenzaron a tener un claro
componente político (que en ocasiones se hacía pesadísimo). Fué sobre todo a finales de los setenta, cuando aquello
resultaba "un rollo", pues no había asignatura importante en la que la política y la situación social, no se relacionara con
cuanto aprendíamos. Las teorías del marxismo (o del progresismo antifranquista) siempre se mezclaban con la Historia,
la Filosofía, la Literatura y hasta la Religión. Así, el cambio tan necesario que había dado España, hizo que (a veces) los
profesores se pusieran verdaderamente pesados intentando inculcarnos sus pensamientos, que a muchos no nos
interesaban (pues veíamos el marxismo como un hecho histórico). En la Universidad, "tres cuartas partes de lo mismo" y
peor; a más de que cada jornada había "asambleas" y que la politización era la nota común (al menos entre fines de los
setenta y principios de los ochenta)... .

Entonces, la reacción lógica de juventud era llevar la contraria al maestro, lo que provocaba muchos problemas; o nos
hacía acabar hartos de quienes hablaban de política una hora sí y otra también (cuando lo que queríamos era aprender la
lección y salir del colegio, o de la carrera, cuanto antes). Después, me di cuenta que seguramente muchos de estos
profesores de mi niñez intentaron darnos una magnífica y novedosa formación (entonces) y que lo hicieron con la mejor
intención. Incluso recuerdo al de Historia -quien era totalmente marxista-, como uno de los mejores maestros que tuve y
he tenido. Pese a ello, el resultado que consiguó al insistir tanto en la exposición de la Historia, desde un análisis
marxistas; fue que aunque yo me interesara mucho por los hechos históricos, terminase "hasta el gorro" de lo que "le
añadía"... . Como este ejemplo que expongo, hubo otros muchos; por lo que es fácil entender que algunos, hasta los veinte
años, estuviéramos hartos "de políticas"; pues lo que deseábamos era solo tranquilidad y hacer nuestra vida.

Pese a ello, tras integrarme en el mundo de la cultura, cambié mucho (hacia 1982). Tanto que comprendí como "las
Izquierdas" tenían grandes valores, a veces inexistentes en otros ámbitos. Entre ellos me gustaría destacar el hecho de
que siempre estudian, potencian y mantienen en la memoria, a sus intelectuales y artistas. Tristemente, muchos afirman
aún, que algunos escritores y creadores, quedan en el olvido o viven en el "ostracismo", por no haber sido de izquierdas.
Como si los "progresistas" pudieran ejercer un maleficio sobre aquellos que no lo son (obligándonos a todos a no leerlos y
no recordarlos -allí están: Delibes, Cela, o Vargas LLosa ). La realidad creo que es muy distinta y en mi opinión son los de
su misma ideología -los de Derechas, o los Liberales-, quienes no se preocupan suficientemente por los intelectuales de
su "órbita" (a veces, simplemente ni siquiera de leerlos...). -Es decir, que mientras "unos" estudian sin problemas la obra
de Ortega y Gasset; hay "otros" a los que aún, comprar un libro de Federico García Lorca, les produce alergia-.

Dicho lo dicho, no saben cuanto me hubiera gustado ser de izquierdas (incluso nacer de izquierdas); pero tristemente,
creo en la economía de mercado y en la empresa privada. Pese a ello, no saben cuanto agradezco a tantos "progresistas"
los proyectos a los que me han acercado, al igual que su interés porque me convierta a su "tendencia". De veras, gracias.
Sobre todo por su respeto y por comprender además, que no tengo mucha opción de cambiar: En la vida, hay que ser
horado con las ideas y con el pasado. Además, ya no es hora cambiar; porque hoy los de "un lado y los de otro" -por
suerte-, ya somos casi los mismos (al menos, bastante parecidos).

Psicoanálisis:

Centrándonos en el tema, que es Julián Cortés-Cavanillas: Hablaba no hace mucho con la hija de un amigo del rey
(Cristina Caro, persona culta y encantadora -hija de Ignacio, que falleció hace unos tres años-) y le exponía que los
monárquicos debieran dejar de preocuparse tanto por tener trato cercano con los monarcas, para centrarse bastante más
en intentar transferir la imagen personal de los reyes a todos. Ni que decir tiene, que si lo que hacen algunos es: Intentar
acercarse cuanto más a "aquellos", y luego, despreciarnos "los demás" (sobre todo a los "no muy monárquicos"), pues la
cosa va mal... . Porque dado que los reyes son los Jefes de Estado y ello es algo que no va a cambiar (a menos que
deseemos más jaleos); para la estabilidad nacional, vale más que "su pueblo" les conozcamos bien -fundamentalmente en
el lado humano-.

Así le comenté también y en innumerables ocasiones a Cortés-Cavanillas, que los monárquicos debieran dedicarse (por
ejemplo) a escribir sobre las anécdotas y lo cotidiano "de palacio"; olvidándose de esas biografías llenas de hechos
históricos (que muchas veces son solo un compendio de datos, que todos conocemos, pues en su mayoría se escriben en
los periódicos). En referencia a la posibilidad de que Cristina pudiera aportar algo en este aspeco, me comentó la hija de
Ignacio Caro, que en su poder tenía gran cantidad de cartas de la reina M.Victoria Eugenia y otros escritos personales de
sus abuelos (de época de Alfonso XIII). Por lo que le animé a abrir un blog de este tipo, para que fuera recogiendo y
comentando estos documentos. Papeles que a primera vista pudieran verse "sin importancia" por ella, pero que una vez
explicados y comentados en un blog, a muchos les pueden interesar tanto o más que un libro (o que la revista Hola).

Dicho lo anterior pasamos a narrar otras anécdotas sobre Julián y sus amigos, pues bien recuerdo algunos de los que nos
mencionaba historietas. Uno de los que mas hablaba y más valoraba, era Edgar Neville. Este personaje, que hoy no es
muy conocido, antaño fue uno de los más famosos cineastas, estetas (y hasta gastrónomo), de nuestras latitudes. Nació a
finales del siglo XIX, de ascendencia anglo-hispana, su niñez se desarrolló en los ambientes de gran gusto en de su
familia. A principios del XX, ya rueda su primera película y poco más tarde (en Granada), entabla fuerte amistad con
García Lorca y Manuel de Falla. Secretario de embajada en Wasington y Los Angeles, posteriormente, entra a trabajar
con Charlot, quien le llega a dar papeles en sus películas (mientras establecía fuertes lazos con personalidades y diversos
actores de la Metro Golden Mayer). Sobre la amistad entre Neville y Chaplin, contaba Julián el "mal chiste", de que Edgar
al conocerle, le había dicho que le parecía muy lógico que "el rey del Cine Mudo" se llamara: "Charles" (pués al salir a
rodar, bastaba para actuar bien, con hacer lo que le decía su mujer por las noches: -"No, charles"-).

A su regreso a España, continuó Edgar, con su labor de cineasta y se establece en una gran mansión de Marbella, llamada
Malibú -que creo es la misma que adquiere Sean Conery a los pocos años de morir este-. Allí, en su gran chalet
malagueño, pasó los últimos años junto a su segunda mujer: La curiosa actriz, Conchita Montes (añado el apelativo
"curiosa", dado que fué una de las primeras licencidas en Derecho, de la Complutese en Madrid, tanto como "una mujer
de carácter"). Entre sus amistades comunes estuvieron, a más de decenas de actores y directores de cine (extranjeros y
españoles), diversos artistas. Algunos antes mencionados (como Falla o García Lorca), junto a numerosos miembros de la
Generación del 27, entre los que destacaban especialmete: Dalí y Buñuel. Otros amigos serían: Manuel Altolaguirre,
Tono, Jardiel Poncela, Alvaro de Laiglesia, Miguel Mihura, Mingote y Cortés-Cavanillas; que igualmente, iban a verle
cuando podían a su casa de Marbella.

Recuerdo que era muy normal escuhar a Julián narrar anécdotas sobre los Neville-Montes, algo que él compartía con mis
padres, en conversaciones en las que yo casi no participaba, o muy poco entendía (dado que apenas había visto las
películas, ni conocía mucho de la vida de estos dos personajes del cine). Tristemente, no ha quedado en la memoria casi
ninguna de ellas, aunque me acuerdo que comentaba Julián que un título nobiliario le era más útil que a nadie, a Edgar
Neville. Narraba el director de cine, que tras casarse pudo reservar las mesas en los restaurantes (o llamar a los amigos)
como el conde de Berlanga, comprendiéndole todos. Pues antes, los camareros, las secretarias o las personas que le
atendían al teléfono, le tenían horas "al aparato", repitiendo su nombre. Tanto era así, que los más listos, tras decir diez
veces lo de Edgar Neville, acababan entendiendo: -"Ah... Sí. ¿Es Ud. el francés... Claro?. Don Eduardo de Vil "- (como si
se tratara del mismo marido de Cruella de Vil, la de "Ciento-un dálmatas").

Ello nos lo comentó Julián, tras algo divertido que (al parecer) sucedió pocos días antes, en casa de nuestra común amiga
Betsy Westendop; cuando llamó a su hija -Isabel- uno de los Muñoz-Seca. Esa noche, la persona que atendió al teléfono
(una chiquita filipina que apenas hablaba español) se acercó al comedor, donde estaban todos y en voz muy alta dijo:
-"Al teléfono; el Señor Coña-Seca-". Se produjo un momento de "silencio total" y alguien se acercó hasta aquella, para
comentarle que no repitiera "esas palabras", explicándole el terrible significado de lo pronunciado. Tras lo que la confusa
mujer, muy extrañada, exclamó: -"¡Qué nombre mas feo!"-. Aunque eso no era nada comparado con la normal fórmula
usada por las recién llegadas del extranjero y que no sabían mucho español; quienes cuando se quedaban solas en la
casa, atendían al teléfono diciendo comúnmente: -"No. Nadie. Aquí... .El Sr. está salido; la señora también salida; familia
salidos. Todos salidos"-.
Pero volviendo a Edgar Neville, desearía citar algunas palabras de este amigo de Julián, que recoge el escritor en su libro
"Psicoanálisis". Donde a la pregunta de Cortés-Cavanillas sobre qué haría si le dijeran que solo le quedaba una hora de
vida. El director de cine responde que entonces hay que realizar lo que la copla enseña: "Cada vez que me doy cuenta //
/ que me tengo que morir /// echo la mantita al suelo /// y me harto de dormir". Por cierto, cuestionado el
hispano-inglés, sobre cual era el peor vicio español; respondió literalmente que lo era: -"Esa manía que tenemos de
hablar a gritos"-. Algo que no explicó del todo bien Julián, en su entrevista; pues parece ser, que cuando se enteraban
que el Sr. Neville era de origen inglés, le hablaban más alto de o común: "A grito pelao"; para que les comprendiera bien
(pese a que la dicción y el lenguaje hispano del cineasta, eran mas claros y castizos, que los de "La Chata" con dolor de
muelas; porque pese a llemarse Edgar Neville, era más español que Gibraltar...).

Siguiendo con el mismo libro "Psicoanálisis", y ya en otras entrevistas ajenas a la anterior, tiene algunas frases que son
célebres y consideramos debiéramos recoger. Llamando mucho la atención la que realiza a José Martínez Ruiz (Azorín),
en la que pregunta al gran escritor: -"¿Qué piensa de sí mismo, Maestro?"- . A ello, el miembro de la Generación del 98 le
responde: -"Que no soy yo mismo, sino otro"-. Tras aquello, le vuelve a cuestionar Julián algo tan personal como:
-"¿En qué consiste el éxito, para Ud.?"-. Siendo la contestación de Azorín: -"En la sinceridad"-. Para colmo, esta
interesante entrevista termina con frases en las que el escritor de "El 98" describe el arte de Cúchares, diciendo
literalmente Azorín: -"Los toros son un espectáculo espiritualista. Un hombre sale de su casa; va a trabajar, pero nunca
sabe si volverá. El torero juega con La Eternidad"-.

Llama la atención también en este libro, el epitafio que expresa desear poner Ernesto Halfter, sobre su tumba. Un letrero
que diga: -"Fué feliz, a pesar del Mundo"-. Durante ella manifiesta el compositor que el mejor músico de todas las épocas
de España, fue Manuel de Falla (a lo que yo me atrevería a añadir, que -quizás- también Falla fue el mejor compositor
del Planeta, en el siglo XX). Entrevista en el mismo libro, al escultor asturiano Sebastían Miranda, del que tanto hemos
hablado. Quien, a la pregunta de Julián sobre lo que más detesta de la vida, aquel le responde que es: -"Pensar que me
tengo que morir. (pues) No hay palabra mas bella que: Vida"-. Terminando Sebastián explicando, que si tienen que darle
a elegir un epitafio para poner en su tumba, el que más le gustaría sería la frase: -"Que me saquen de aquí, rápido"-.

Igualmente, muy entretenido es el "Psicoanálisis" con el escritor Miguel Mihura, quien manifiesta que el primer recuerdo
de su vida era el de una señorita que estuvo observado de niño, por el ojo de una cerradura (durante mucho tiempo),
mientras ella tomaba "baños de Sol". Aunque aún le llamaba mucho la antención a Mihura, porqué aquello sucedió en un
día totalmente nublado... . El comediógrafo, preguntado por "cual es el éxito, para una mujer", responde sin miedo:
-"Saber fingir, hasta el final; que ese hombre le parece inteligente"- . Para rematar la entrevista, añade Mihura, a la
cuestión sobre "cual es el invento mejor de la Historia"; que lo ha sido: "El bikini".

Siguiendo con Julián, parece ser que en Marbella y por mediación de Neville, conoció a Georges R. Hearst; el hijo del
famoso William Randolph, magnate del periodismo en cuya vida se inspiraba la película "Ciudadano Kane". La entrevista
que le hizo en Psicoanálisis a ese millonario, "es más que llamativa" y comienza hablando de la finca que tenía este
Hearst (en Saint Simon). Hacienda que era igual en extensión a la toda la provincia de Pontevedra; conteniendo un
claustro románico español en su interior. A ello, añadimos que el mencionado claustro comprado y traido desde España
en barco por Hearst (en catorce mil cajas), por el que pagó a principios del siglo XX cuatro cientos mil dólares. No es
otro, más, que el famoso "Coto de San Bernardo"; construcción románica elevada hacia el siglo XIII, en Sacramenia
(Segovia). Cuya iglesia y otras edificaciones, aún permanecen en pié en este pueblo y que -curiosamente- fueron
adquiridas (hacia 1990) como finca privada, por Sánchez Junco -empresario también muy vinculado a los medios de
comunicación, ya que era el propietario de la revista Hola-.

En la entrevista a Hearst (hijo), Julián le pregunta: -"Cual es el colmo de la imbecilidad humana"-. A lo que el ciudadano
estadounidense le responde (sin cortarse) que lo es: -"El comunismo"- . Tras ello, le cuestiona cual es para él, el
personaje histórico preferido y el magnate de la comunicación americana replica: -"Mi padre"- (desde luego, las
respuestas no pueden ser mas "claras"). Tras explicar que editaba treinta millones de periódicos al dia, le dice a Julián,
sin reparos, que la ciudad más bonita del Mundo en el extranjero era Madrid... (sin comentarios). En el tramo final de su
"Psicoanásis", le vuelve a cuestionar a quién le elevaría una estatua; el entrevistado responde con contundencia que: -"A
mi padre"-. (como podemos observar en toda esta entrevista, puede verse que este era un hombre verdaderamente seguro
de sí mismo).

Pero pasemos y sigamos con los amigos de Julián en el mundo del cine, de los que muchos, había conocido a través de
Neville. Entre ellos destacaba a Ava Gardner, mujer de Frank Sinatra. Sobre ella, nos comentaba que para conseguir la
asistencia a la casa romana de Cortés-Cavanillas (sita en Piazza Navona), lo mejor era invitarla paella de Lhardy allí
mismo (algo que en principio parecía difícil, pero que el escritor consiguió resolver a "módico precio"). Parece que a la
famosa actriz, le encantaba la paella; pero aún más fría y sobre todas, las del restaurante español: Lhardy. Así, que para
asegurarse de que asistiera a su casa, le encargaba un arroz al restaurante, con un sistema infalible (y barato) para
hacerla legar en perfectas condiciones hasta Piazza Navona. Todo lo realizaba a través de los camareros de Lhardy y las
azafatas de Iberia (amigos y amigas suyas). De tal manera la paellita (una vez terminada), era llevada hasta Barajas en la
fecha de la fiesta, donde una amiga azafata la trasladaba hasta Roma, dentro de la cocina del avión (con paella -o
paellera- incluida). Luego, los amiguetes de Julián, se iban al aeropuerto, donde recogían el arroz llegado desde España y
pagaban a la azafata el total que le había cobrado Lhardy (más un regalo, o bien la invitación para comer con la actriz).
Con ello, decía Cortés-Cavanillas que conseguía la visita de una de las mas famosas divas del cine a su casa, siempre que
esta iba a Roma (lo cual resulta más que curioso).

Pero, para curioso, lo que nos sucedió un día que pusieron Vacaciones en Roma por la televisión. Debió ser hacia 1986 y
nos advirtió el escritor en fechas previas, que una de esas noches emitían (en la primera cadena), una película donde
actuaba él, junto a Audrey Hepburn. Se lo comenté a mis padres y ellos la habían visto, recordando que en esta salía
Cortés-Cavanillas -aunque nosotros (jóvenes amigos y algunos hermanos) no la conocíamos aún-. Así, quedamos todos
(para animarle y celebrarlo un poco), a cenar en casa con el actor del film (Julián) y sobre todo para ver "Vacaciones en
Roma". Comenzó la película, que para quien no lo sepa, trata de una princesa que se escapa del séquito real y huye
veraneando secretamente por Roma, con un italiano (que encarna Gregory Peeck). Al rato largo, ya todos le
preguntábamos a menudo al periodista cuando comenzaba su papel, a lo que él decía: -"Más adelante, luego; casi al
final"-. Así, esperamos casi una hora y media, mirando todos el televisor (con total atención) y ya justo al término,
cuando se descubre en la película que Audrey Hepburn es una princesa (huida por Roma); se sucede una rueda de prensa
con periodistas. Es en este momento, cuando en breves segundos, aparecía el escritor amigo, diciendo textualmente:
-"Julián Cortés-Cavanillas. ABC, de Madid"-. Tras ello, besaba la mano a la protagonista y poco después acababa la
película.

Al fin de ella, Julián -que estaba pletórico por volver a verla (esta vez repuesta en TVE)-, se volvió hacia nosotros y nos
preguntó, qué nos había parecido. En verdad, tras aquello estábamos todos extasiados por la espera de casi dos horas
-aguardando que él apareciera en la televisión-. Además, aquellos pocos segundos en los que salía su imagen, nos habían
dejado un tanto atónitos. Así que alguno de los presentes a la reunión, se atrevió a decir con poca educación y voz algo
tímida: -"Hombre, tu papel. Un poco breve"-.

Julián, ni se inmutó y con su educación acostumbrada le respondió: -"Hombre, ya lo decía Gracían: Lo bueno, si breve.
Dos veces bueno"-.

Publicado por Angel Gómez-Morán Santafé


domingo, 3 de abril de 2011

BETSY WESTENDORP DE BRIAS: Orígenes


Desde el pasado terremoto de Japón, comenzaremos comunmente cada entrada de nuestro blog con el recuerdo a los damnificados de
este trágico suceso; solicitando ayuda para ellos. Hay múltiples formas de colaborar con la Cruz Roja o UNICEF (para enviar dinero,
objetos y hasta alimentos).
Del mismo modo, recuerden que una de las mejores maneras de ayudar a Japón, es consumir sus productos (en especial su
maquinaria y tecnología, que es inmejorable).
Muchas gracias a quienes así lo hagan.
.

ARRIBA: Foto tomada en la fiesta de fin de curso de Santa Ma. de los Rosales (hacia 1970); en ella, aparecen -de izquierda a
derecha-: Mi padre (en primer término); a su izquierda, Betsy Westendorp y al fondo, Jose Luis Pérez-Plá (cuñado de Betsy y padre
de mi amigo Carlos, alias "El Caniche"). Mis hermanas -Tere y Ma-José-, fueron desde niñas compañeras de clase, de las hijas de
Betsy (de Sylvia y Carmen). Por su parte, yo fuí casi catorce años compañero de "pupitre" de su sobrino y ahijado (Carlos Pérez-Plá
Westendorp). La amistad que nos unió desde niños a la familia de Betsy (y la de los Pérez-Plá), hizo que fuéramos casi parientes.
Cuando me quise dedicar a la cultura (la música y la Historia), fue esta pintora y sus hijas las personas que más me ayudaron y me
apoyaron. Siempre con gran fé en mis dotes y mi persona, nunca han dejado de seguir mis andandas, trabajos y novedades (que
desde hace dos décadas se suceden fundamentalmente en Japón). Betsy y sus hijas son un ejemplo de generosidad y cariño en modo
extremo; tanto como del buen gusto, la bondad, "el saber ser y mejor estar".
.
SOBRE ESTAS LINEAS Y BAJO ELLAS: Dos cuadros de la pintora holandesa Betsy Westendorp-Osiek (1880-1968), quien
fuera tía abuela y madrina de Betsy Westendorp de Brias. La obra de la sobrina, está muy inspirada en la de la hermana de su
abuelo, considerada una de las mejores pintoras del post-impresionismo neederladés. Arriba vemos el retrato de LIZZI ANSINGH
(realizado por Westendorp-Osiek) artista que lideraba a las diez componentes de lo que se llamó la "escuela femenina de
Amsterdam". Este grupo de pintoras (encabezado por Elizabeth Ansing y Betsy Westendorp-Osiek), bebió de las mejores fuentes del
impresionismo y post-impresionismo centroeuropeo, siendo sus maestros directos: August Allebe, Geoges H. Breitner y Piet
Mondrian. Se denominó en los Paises Bajos a estas ocho mujeres artistas: AMSTERDAMSE JOFFERS -Sobre su historia y
significado entre los movimientos pictóricos, podemos consultar en internet varios potales; aunque les recomendaría este video de
unos cinco minutos, en el que se recogen importántes imágenes de las artitas que componían el grupo de
Amsterdam: http://www.youtube.com/watch?v=hwANoQ4KO54
.

El marido de la tía abuela de Betsy (Karl Westendorp), era banquero y un conocido especialista de arte oriental. Ambos (Karl y
Betsy Osiek), fueron adquiriendo en Asia una magnífica colección de antigüedades, que posteriormente donaron al museo para el
cual el financiero era mecenas, curador y asesor (el Rijk Museum de Holanda, que recibió el legado Westendorp). Asimismo escribio
este banquero una curiosa obra, el libro "Japan"; que trata sobre Japón y está ilustrado con setenta y cinco láminas en acuarela
pintadas su mujer (Betsy). El hermano de Karl Westendorp, era diplomático y vino destinado a España a fines del siglo XIX, donde
se casó con una española. De ellos nació Carlos Westendorp, el general que luego fué padre de Betsy (la pintora hispano-holando-
filipina de la que hablamos).

La mencionada madrina de Betsy (la pintora holandesa Westendorp-Osiek), pasó su vida viajando entre las costas de Holanda, las
de China y el Japón (paises asiáticos que visita en varias ocasiones). Este contacto con Oriente dió un especial carácter a su
pintura, que unen el buen gusto del impresionismo neederlandés, con la estética ("plana y flotante") de las obras en tinta y color,
shino-niponnas. Esa fusión del mas alto post-impresionismo, unida a la estética oriental, es la fuente en la que se forma y se inspira
también su sobrina (Westendop de Brias). Quien, igualmente, termina casándose en Asia y realizando obras en un estilo ecléctico;
fusionando las técnicas y el sentido de la belleza europea, con la estética de Extremo Oriente. El resultado de la sobrina
(Westendorp de Brias) es un eclecticismo asio-europeo, que "lo integra todo" en una obra cargada de fases y matices; que pudiera
describirse como: "Preciosista-postimpresionista-costumbrista, de inspiración asiática". Influida también plenamente por el
impresionismo-decó, el expresionismo y los movimientos asiáticos pictóricos, cada cuadro y etapa de la Betsy Westendorp de Brias,
es una sorpresa (llena de buen gusto y feminidad).
.

AL LADO: Retrato del general de aviación, Carlos Westendop, pintado por su hija, hacia 1973. Pude conocer al padre de Betsy de
niño y le recuerdo como un hombre mayor, encantador, agradable y educado. Abuelo de mi amigo Carlos, le íbamos a ver de
pequeños para que nos enseñara sus aficiones de jubilado: La Filatelia y la horticultura (tenía un huertecito en casa, regalando a
todos los que iban a verle, fresas y verduras). También nos narraba historias de su juventud, con lo que nos pasábamos horas
escuchándole y aprendiendo sobre su vida y sus sellos. Era Carlos Westendorp (padre) "un hombre de otra época", con una
educación especial: De los que nunca se quejaban. Recuerdo, día en el que cenando con él y sus nietas, teníamos de primero
"huevos a la flamenca", pero a la cocinera se le había olvidado poner la cazuela de este señor en el horno. Así se lo sirvieron
(totalmente crudo), y ninguno de los presentes se dió cuanta de ello. Él nada dijo; solo puso una cara rara, y nos miró a todos con
extrañeza. Luego comento si "aquello" estaba realmente bueno; quedándose parado, preguntando si había que comerlo. Le dijimos
sorprendidos que era evidente que había que comerlo y cuando comenzó a hacerlo, nos dimos cuenta que tenía todo crudo en el
plato (huevos, verduras y etc)... . Tras la carcajada general, él ni se inmutó y solo nos dijo con rostro muy serio: -"Me parecía
extraño. Esto estaba... . Un poco frio."-

.
EN LA FOTO junto estas lineas: Sylvia Brias Westendorp, junto a mi hermano Mario, con unos quince años los dos; hace bastante
tiempo (tampoco hace falta poner la fecha, por cosas de la edad...). Las tres hijas de Betsy eran de una belleza admirable. Aunque,
lo guapas que son, solo se supera con la simpatía y bondad de las tres. Sylvia es una magnífica pintora que hacía preciosos retratos
con solo veinticinco años, pero tuvo que dejarlo durante un tiempo, por estar obligada a atender a sus hijas. Ahora ha regresado a
los pinceles de nuevo con fuerza; y es que, en estas profesiones del arte, como no te dediques al menos seis o nueve horitas, y a
diario, de domingo a domingo (y en serio), no hay quien avance (son bonitas, pero duras). http://www.sylviabriaswestendorp.com/

EN LA FOTO INFERIOR: Carmen Brías, en la Feria de Sevilla. Fueron a La Feria, ella y mi hermana Ma. José, donde los
andaluces disfrutaron de su belleza y la fotografiaron mas que a La Macarena. Y es que, Carmen, fué de las mujeres mas guapas que
había por España durante décadas; ahora es una señora "de lo mejorcito".... Igualmete, se dedicó a pintar, pero ella y el color del
estilo en su corazón (y de su espIritu) son completamente: Naif.

http://www.carmenbriaswestendorp.com/

.
.

Nació Betsy hace algún tiempo -no vamos a decir cuanto, pues las mujeres si son bellas, no tienen edad- y la "apadrinó" su tía, la
famosa pintora de la que ya hemos hablado. Quien era mujer de un banquero holandés y que por entonces parece que viajaba
normalmente a China y a Japón. Prometieron por aquello y la lejanía, llamarla igual a la madrina (Elizabeth), aunque al ir a
bautizarla, sus padres se dieron cuenta de que ya su primera hija -la hermana mayor de Betsy-, se llamaba Isabel (que es exactamente
lo mismo, pero en castizo). Así, parece que como el padre de Betsy era un hombre muy agradable y no quería darle un disgusto a su
tía, dedujo que lo mejor era ponerle a la recién nacida, el nombre de Betsy (directamente). Aunque parece que poco después, al
enterarse la tía pintora de este hecho, les comentó que aquello era como si un holandés tenía dos hijos y al primero le llamaba
Francis, mientras al segundo le bautizaba: "Paco".

Practicamente nadie cree -realmente- en reencarnaciones, aunque sí sabemos como verdad ineludible que el Sol que cada día nace
por el horizonte, es siempre el mismo. De igual manera, los brotes que surgen de semillas en una misma espiga, son muy similares; y
que también lo serán a la planta que les dió "el ser". Así, como si de un "karma" japonés se tratara, la pequeña Betsy dicen que se
parecía "en lo sumo" a su artista tía. Comenzó a tomar los pinceles desde niña, tanto como a viajar por cuantos países pudo. En ello
fue que, siendo guapísima mujer y de gran carácter, conoció antes de los veinte años a un jóven considerado uno de los hombres más
elegantes y "mejor plantados" de Filipinas -y parte del Planeta-: Antonio Brias. Por lo que decidió trasladarse y casarse en el mismo
Manila, apenas cumplidos los veintiuno. Allí vivió en una etapa que en Filipinas era de "transición social" -no mucho después de la
Segunda Guerra Mundial-; pudiendo completar su formación como artista, tanto como viajar por Asia y por Japón (donde estudió su
arte y su cultura). Tres hijas tuvieron -a cual más bella- que junto a ella y su marido (Tony) parecían sacados de una pantalla de cine;
porque no había gente así en aquella época, más que en Hollywood. Aunque, tristemente al los pocos años, su marido comienza a
sufrir una esclerosis que le va mermando las condiciones físicas. De tal manera, en un intento por buscar una solución a la entonces
incurable enfermedad, a mediados de los años sesenta se trasladaron todos a Madrid.
.
Fue en esta época cuando que les conocimos, tras entrar sus hijas en el colegio donde todos nosotros cursábamos estudios. Recuerdo
perfectamente el primer día que fui a casa de Betsy... . Tendría yo unos seis años (hacia 1967) y era la celebración de la Primera
Comunión de su ahijado y mi compañero de pupitre (Carlos Pérez-Plá, quien dio la fiesta en su jardín). Desde entonces, no recuerdo
cuantas veces habré podido ir a aquella maravillosa casa (que era una de las más bonitas de Madrid); seguro, miles... . Pero como
íbamos diciendo, de la primera vez que allí fui, aún me acuerdo. Estuvimos toda la tarde los niños invitados, jugando a Indios y
Vaqueros en unos montones de tierra que había en el exterior (luego supe que aquello eran las obras que estaba realizando en el
jardín, Peter Bourgignon -uno de los mejores paisajistas de España-). En un momento, mi amigo Carlitos, me llevó a un lugar
retirado y me dijo: -"Te enseño una cosa que tiene mi tía, si me prometes que no se lo vas a decir a nadie"-. Es evidente que si a los
seis años te hacen tan interesante propuesta, todos hubiéramos jurado callar para siempre: Así lo hice. En un despiste, mientras nadie
nos miraba, conseguimos colarnos al interior de la magnífica casa y llegar hasta el salón principal. Allí, mi amigo me hizo un gesto
con la mano, para que callase y me acercara sigilosamente hasta una mesa-vitrina central que había en el centro de la gran sala.
.
Cuando llegamos hasta ponernos sobre ella, me señaló algo que parecía una naranja de color oscuro, de la que colgaba un mechón de
pelo. Tras ello, en un tono muy bajito me preguntó: -"¿Ves lo que es?"-. Yo nada veía, aunque aquello parecía una cara pequeña (con
una coleta colgando), o una cabeza de muñeca muy sucia, oscura y de cabellos largos. Le contesté al anfitrión que no sabía qué podía
ser aquello; pero entonces Carlos gritó en voz muy alta (con el fin de asustarme, seguramente): -"Es una cabeza de jíbaro. Una
cabeza humana reducida"-. Tras ello, aquelchaval salió pitado (echando a correr). Yo, al ver que me quedaba solo frente a tal
objeto, creyendo que me moría de miedo, salí despavorido; sin saber hacia qué lado ir -pues la casa era inmensa y no conocía ni
entradas ni salidas-. Corriendo de un lado a otro, a los pocos segundos choqué contra una persona mayor, que al verme ir tan
amedrentado, me paró y me preguntó qué me sucedía. Al comentarle que había visto una cabeza reducida, soltó una enorme voz a mi
amigo (que se escondía entre las cortinas del cuarto para "disfrutar" observando el susto dado); gritándole: -"Carlos que sea la última
vez que ´metes` miedo a tus invitados, con la cabeza"-.
.
Desde este hecho -sucedido hace casi cuarenta y cinco años-, hasta hoy; es seguro que regresé miles de veces a aquella casa, que era
preciosa. Donde Betsy situó entre jardines, estanques y balcones, su obrador con una luz que entraba desde los montes de la Zarzuela,
entre vegetación y estanques.

Eran tiempos felices por aquel entonces (al menos para los niños) y Betsy solo pintaba por afición, regalando muchas de sus obras y
retratando a los amigos. Aunque pocos años después, la vida le obligaría a ejercer duramente la profesión de pintora, pues su marido
(Tony Brias) ya dijimos que cayó preso de una dolencia incurable -lo que le impide volver trabajar, necesitando de cuanta asistencia
se pudiera-. Años de enfermedad de su esposo (al cual adoraba) y el dolor de ver como "se va" poco a poco, le llevan a sublimar esta
terrible situación, con los colores y los lienzos, llegando a crear una obra de importancia. Así deciden los que le rodean que debe
definitivamente comenzar a exponer y a promocionarse como artista. Ello lo realiza unos pocos años después, ya en madurez plena,
mientras comienza a crear de manera casi cumpulsiva (quizás para olvidarse de la enfermedad de Tony). Tristemente, le va llegando
el éxito a la vez que a su marido se le va marchando de la vida; y finalmente, viajan a Manila durante un tiempo, para que este viera
la última luz en aquel lugar donde nació.

Pintora de éxito por aquel entonces, habiendo solicitado ya sus retratos distintas personalidades del mundo de la política, la empresa
o las artes; tanto como los diferentes Jefes de Estado (en España y Filipinas -de ellos y para sus hijos-). Queda tristemente entonces
viuda y comienza la andadura a solas con sus tres hijas (Isabel, Sylvia y Carmen). Desde aquellos años, sigue creando en "actitud casi
obsesiva" (quizás para olvidar); no pudiéndosela haber visto ya nunca más sin un pincel, una brocha, un lienzo (o un simple bote
color, en la mano). Día y noche, sigue de forma titánica e incansable, pintado o diseñado obra. Retratando, haciendo paisajes o
bodegones, viajando de un lado a otro, montando exposiciones en cualquier lugar del Mundo y trabajando (sobre todo, trabajando).
Verla solo un rato, es acabar agotado; pues no para de moverse nunca y si no es un lienzo recién acabado, lo que está moviendo; lo
que tiene entre manos, es otro nuevo que está pintando (o preparando). Sin parar nunca y -quizás-, sin poder dejar de pintar jamás.

Recuerdo que una vez hablando con una de las íntimas amigas de Betsy (la francesa Ivi Quintanilla, que fuera amiga de Jaqueline y
de Pablo Picasso), me dijo que el "problema" del genio malagueño, era que creaba de forma obsesiva. De tal manera, comentaba Ivi
Quintanilla, que Picasso en el obrador se hacía hasta incómodo de ver; porque en los brochazos, en la manera de moverse sobre los
cuadros y de trabajar incansablemente; se le veía como obsesionado. Casi, hasta "sufriendo"; siempre buscando algo nuevo tras la
pintura. Mientras me lo contaba, le sonreí y le pregunté a aquella señora francesa (cuyo marido consiguió traer el Guernica a
España): -" ¿ Oye Ivi: Picasso, cómo estaba de obsesionado con los pinceles y el trabajo?. Mas o menos... ¿Como Betsy?"-.

Sean estos recuerdos y semblanzas de hoy; para nuestra incansable amiga y pintora: Betsy (tanto como para sus hijas y nietos).

Publicado por Angel Gómez-Morán Santafé en 12:05

1 comentario:
1.Angel Gómez-Morán Santafé11 de mayo de 2014, 13:49
Hace unos días me escribió un lector que al parecer había participado en alguna biografía de Betsy
Westendorp, y en un estudio sobre la pintura impresionista de su tía (Betsy de Westendorp y Osiek).
Transmitiéndome que tenía errores en mis datos; todo lo cual recojo más o menos como literalmente
expresa (rogando disculpas por los posibles errores):
-1º El hermano del abuelo paterno de Besty Westendorp de Brias se llamaba Herman Karel
Westendorp y se casó con Elisabeth Osieck, pintora -conocida tras su matrimonio como Betsy de
Westendorp Osieck-
-2º: Este matrimonio no vivió largas temporadas en Asia pero sí viajaron con frecuencia a Oriente,
especialmente a Japón, como coleccionista de arte Oriental. Por lo que el tio de la actual Betsy (de
Brias) publicó un libro titulado JAPON con las magnificas ilustraciones de las acuarelas su mujer Betsy
de W. y Osiek.
Sylvia Brías puede enseñarte el libro ue menciono.
Por lo demás:
-3º La actual Betsy Westendorp no se casa en Asia, sinó conoció a Tony Brias en Manila y me casó con
él en Madrid (fuimos amigos de ellos aquí y en Filipinas).

Atentamente "...." . Me han divertido mucho sus notas sobre Betsy. Me despido de Ud. enviando estos
datos, rogando no incluya mi nombre si expone que son correcciones solicitadas por un lector (dada la
poca importancia de ellas).
Responder
sábado, 9 de abril de 2011

BETSY WESTENDORP DE BRIAS: Su casa, taller de la


cultura

SOBRE ESTAS LINEAS: Retrato de Betsy Westendorp, hacia los veinticinco años. Vemos la beldad de la pintora,
heredada de sus padres. La de Betsy, es la belleza de toda mujer inteligente y sensible, que va haciéndose cada vez mas
atractiva, con la edad (tal como un buen vino se "redondea y se mejora" con el tiempo). El mérito de esta pintora
artístico, personal y familiar es inimaginable; habiendo creado un taller ("madriguera de cultura"), en su maravillosa
casa, junto con sus hijas. Su hogar, obrador, punto de arte y estética, situado en una magnífica casa (a pocos
kilómetros del centro de Madrid); ha sido fuente de cultura, enseñanza, inspiración para muchos
artistas. VER:http://betsywestendorp.com/spanish/spanish.htm
.
EN LA IMAGEN INFERIOR: De derecha a izquierda: En primer término, Antonio Brias y tras él, su cuñada Ma.
Isabel Westendorp (hermana de Betsy y madre de mi amigo Carlos; alias: " El Caniche"). A continuación, Enrique
Pérez-Plá (cuñado de Ma.Isabel y padre de otro amiguete: Quique Pérez-Plá); al fondo, mi madre. Esta foto tomada
hacia 1970, debe pertenecer a una de las últimas fiestas a las que Tony Brias pudo asistir, pues poco después, la
enfermedad grave que sufría le afectaría tanto físicamente, que le impidió hasta caminar.
.
Antonio Brías (marido de Betsy), pertenecía a una de las familias criollas filipinas, enraizadas aún con la España de
1898 y que tras la independencia quedaron dirigiendo aquel país -con el mejor recuerdo de "la madre patria";
conservando el idioma, la cultura y las costumbres hispanas- . Relacionado con otras familias filipinas, como los
Zobel-Ayala o los Roxas, (creadores, mecenas del arte y hasta patronos del Premio Nobel); cuando los Brias
Westendorp, se vinieron a vivir a Madrid, en su casa se reunían las élites de aquel país asiático en divertidas tertulias
(con los artistas e intelectuales de la España de los sesenta y setenta).
.
En todo ello, el recuerdo de aquella nación hispana que tomó el nombre de Felipe II (y que conservaba una bella
memoria de su etapa anterior), envolvía el ambiente de esa "casa de Brias", en un halo de cultura, Historia y exotismo,
maravillosos. Pudiéndose escuchar allí narraciones de primera mano, sobre la Filipina española. Entre otros hechos,
recuerdo como Sylvia Brias guardaba un gran libro -del los años cuarenta-, con los manuscritos en faximil del Padre
Rizal (sacerdote jesuita que organizó el independentismo en Filipinas. Libro que regaló a mi hermano Mario, al
términar su carrera de arquitecto). El respeto y cariño que los criollos hispano-filipinos tenían hacia la Historia y la
cultura de "la madre patria", llamaba la atención, siendo a veces mucho mayor que el respeto y conocimiento que
nosotros (los españoles) guardábamos y sentíamos, por nuestro propio país.

En cuantas ocasiones salí de la casa de Betsy Westendorp, acompañado por mi padre; este, siempre me decía:
-"Yo. Frente a esa mujer me acomplejo... . Es que; con unos pinceles, unos colores y un caballete; ha conseguido ´sacar
adelante` su casa y su familia; viviendo mejor que cualquier gran empresario"-. Tras decir aquello, mi progenitor se
quedaba normalmente pensativo y muchas veces, con la mirada perdida; así entraba en el coche haciendo un gesto de
"menuda tía esta", para terminar afirmando: -"¡Cuánto mérito tiene esta mujer!"-.

Por aquel entonces, yo no entendía del todo lo que mi padre quería expresar; pero la vida me fue enseñando la dificultad
tan absoluta que tenía lo que Betsy hizo. Y es que, cuando su marido (Antonio Brías) comenzó a estar en fase terminal, no
pudiendo seguir él con los negocios y necesitando toda la asistencia médica posible (un proceso que duró largo tiempo).
"La mujer", en vez de hundirse -como a todos nos hubiera ocurrido- hizo de su capa un sayo y se puso a trabajar cuanto
pudo; saliendo adelante en pocos años, con lo que hasta entonces había sido su devoción y su afición. Así, convirtió el
caballete y los pinceles, en sus herramientas inseparables y tal como el oficinista más duro hace, se puso en su obrador
desde las ocho de la mañana hasta las diez de la noche, a diario. -Desde aquel entonces fue ya imposible verla sin un
lienzo, un color, una brocha o un artilugio de pintar, en la mano. A excepción de aquellos otros momentos en los que
atendía a sus clientes, como anfitriona en su casa-taller-.

Porque "la profesión y devoción" de Betsy, tiene tanto mérito como dificultad ; ya que no solo basta con pintar, o retratar
magníficamente a quien lo encarga. Además hay que atenderle mientras posa, generando la situación necesaria para
obtener el carácter y trasladarlo al cuadro. Igualmente, hay que atender y estar junto a los que le acompañan a la sesión
(familiares o amigos, que se acercaban a ver como se hacía el cuadro). Todos ellos, terminaban siendo íntimos amigos de
la pintora y sus hijas; aprovechando para quedarse a comer y cenar en el acogedor hogar de la pintora, tras posar, u
observar. Además, mientras se hacía el retrato, llegaban visitas hasta la casa, para disfrutar de la escena y entretener a
quien posaba y sus parientes. Así se organizaban interesantísimas cenas y reuniones para "agasajar" como se merecía
cada importante cliente; a las que venían muchas veces las personas mas cultas e interesantes de Madrid. Ello, se
completaba, con la asistencia al obrador de los críticos de arte y gentes de la profesión, que también pasaban a ver la
sesión de pintura, opinar y a charlar... .

Por cuanto la jornada duraba más de doce horas, pues solía empezar hacia las diez de la mañana, tras haber preparado el
taller, para el posado. Así, seguía con el almuerzo, que había de ser bien preparado para los que posaban. Luego, tras la
comida, venía la segunda sesión de posado, en la tarde. Después de las cinco, además venían al obrador los amigos de la
casa -críticos de arte, pintores, artistas y etc.-, con los que se comenzaba charlando, pero se terminaba merendando (y
muchas veces, también cenando...) . El horario pues, podía oscilar en una jornada de nueve de la mañana a nueve de la
noche. Aunque, de haber cena -algo común de viernes a domingo y festivos-, se prolongaba por la noche mucho mas allá
de las doce (hasta altas horas de la madrugada). Para todo ello, Bestsy contaba y cuenta, con la ayuda y el cariñoso apoyo
de sus tres preciosas hijas (¡A cual más guapa!).

BAJO ESTAS LINEAS: Retrato de Isabel Brias (la hija mayor de Betsy, pintada por su madre), quien era una
magnífica soprano de ópera. Tras las cenas y en reuniones, Isabel, interpretaba arias de los mejores compositores,
dejando absortos a los invitados y a los que la escuchaban (su tono y calidad en voz, era cercano y muy parecido a
Leontine Price). Es una maravillosa traductora de libros y de literatura clásica (las dotes de Isabel para los idiomas,
eran excepcionales y le vi de niño aprender alemán -o italiano- en meses; mientras estudiaba canto).

De algunas cosas que comento, solo tengo "vagos recuerdos"; al menos de los primeros años. Era yo "algo" pequeño por
aquel entonces; pues el éxito primero de Betsy sucede a comienzos de los años setenta, cuando no habría cumplido ni
quince años. Por lo que tan solo pude oír algunas "historietas" de lo que se hablaba y vivía en casa de las Brías (sin que
las circunstancias y los años, me permitieran asistir a aquellas innumerables reuniones). De esos días, se oía "mucho" de
todo lo que allí ocurría; sabiéndose que en las noches y por el taller de Betsy estaban pasando los más poderosos y
famosos de España, de Europa, Filipinas y parte de Sudamérica.

El éxito, sin duda, se debió al merito y a la perseverancia de Betsy, a cuyo esfuerzo como pintora ha de unirse el hecho y la
dificultad de tenerlo, siendo mujer (y viuda). Porque no nos engañemos, que aún en los años setenta, ser mujer era un
handicap para desarrollar cualquier trabajo (no digamos ya si este era artístico y tan marcadamente de "machos" como la
pintura"). Pero a Betsy nada la paraba y desde aquellos años finales de los sesenta, tomó sus pinceles y su caballete, sin
dejarlos ni de día ni de noche -tal como un gran cheff coge la sartén (por el mango y sin soltarla nunca)- . Así, logró
montar su CasaTaller, que era empresa de la cultura, cercano en concepto al taller renacentista. Donde la vida cotidiana
circundaba y giraba alrededor del arte y de la belleza. Pues el verdadero artista desde los Siglos de Oro de la pintura es:
Fabricante, artesano y empresario; a más de filósofo y artista. Todo ello exige de un trabajo incesante y con una obsesión
desesperada. Trabajando de Sol a Sol y solo pensando en la belleza y en superarse a diario.

Y así, en ese estado de "iluminación", he visto siempre a Betsy: Curra que te curra, con un pincel, unos pasteles, un lienzo,
o unos alicates en la mano... . Montando y desmontando, pintando y "sopintando", creando y mejorando; fuera invierno o
verano, lunes o domingo, hiciera calor o frío; estuviera donde estuviese. Con ello logró crear una casa del Renacimiento,
con un verdadero taller que trabajaba "a la antigua usanza", en familia y generando cuanto mayor belleza se podía
(consiguiendo un estado sublime). Irradiando en su casa, cultura y uniendo allí a las élites para llevarlas hacia el arte o
para que llevaran allí el arte. Un ambiente inigualable, en que cual fue un verdadero lujo compartir tantas y tantas horas,
rodeado de tan absoluta belleza: Pictórica, arquitectónica, artística, musical y femenina.

Y tras esta exposición de lo que fue para mi persona aquel maravilloso ambiente y obrador del arte, que creaban Betsy y
sus hijas, en su preciosa casa. Déjeseme terminar con una anécdota que escuché un día, sobre lo que debe ser un
verdadero artista. Pues me acoraba yo de un genio del cine, llamado Luis García Berlanga, quien vivía muy cerca de mis
padres y que a veces asistía a las reuniones de la Comunidad de Vecinos. Aquellas juntas, en ocasiones, se convertían en
el típico "guirigay" de "unos y otros"; todos opinando. Entonces, en momentos de confusión, a veces tomaba el micro
Berlanga para decir: -"Yo siempre afirmo, que si el cine y el arte lo quitamos de Cultura y lo llevamos al ministerio del
Industria y las Juntas de Vecinos, las pasamos a los psiquiátricos... Este país se arregla"-. Mucha razón tenía Berlanga,
porque el verdadero artista, ante todo es un gran trabajador (un currante); pasando más horas de sufrimiento en su
obrador o sobre su instrumento, que cualquier otro empresario o artesano en su negocio. Y de entre esos artistas, a la que
más vi trabajar fue a Betsy Westendorp (!siempre currando!).

BAJO ESTAS LINEAS: El Taller de Betsy Westendorp y sus hijas, Sylvia y Carmen Brias. En este artículo de la
revista Blanco y Negro, las vemos dando clase en la balconada (cubierta en cristal).

.
EN LA IMAGEN INFERIOR: Retrato de mi padre hecho por Sylvia Brias, pintado por ella con tan solo veintidós
años (tristemente, la foto es de poca calidad y con tonos muy grises, aunque no he podido hacerme con una mejor).
Tuvo que dejar Sylvia de pintar, tras casarse, para dedicarse a cuidar de sus hijas y de la familia, pero ya me ha
confirmado que ha vuelto a diario a los caballetes. Tanto ella, como su hermana Carmen, colaboraron a diario y
durante decadas con su madre, para "cuidar" la clientela, mantener el obrador, cuidar de las obras, organizar
exposiciones y pintar junto a ella.
.
Es este el concepto del Taller, como centro de un arte y de una industria; un sentido pleno en el que el negocio es la
creación y la creatividad. Hoy, tristemente "el oficio y la profesión" parece que se intenta enseñar en centros docentes,
aunque la pintura es una profesión que se aprende desde niño y "limpiando pinceles". Como otras artes, su aprendizaje
precisa del conocimiento de las funciones y funcionamiento del Taller, en el que muchas personas trabajan a diario,
con diferentes funciones (desde la que prepara los bártulos, hasta los que tocan instrumentos o charlan para
entretener a quien posa para el retrato).

-Desde el pasado terremoto de Japón, dedicaremos cada entrada de nuestro blog un recuerdo a los damnificados de este
trágico suceso; solicitando ayuda para ellos. Hay múltiples formas de colaborar con la Cruz Roja o UNICEF (para enviar
dinero, objetos y hasta alimentos). Del mismo modo, recuerden que una de las mejores maneras de ayudar a Japón, es
consumir sus productos (en especial su maquinaria y tecnología, que es inmejorable). Muchas gracias a quienes así lo
hagan.-

Publicado por Angel Gómez-Morán Santafé


domingo, 17 de abril de 2011

BETSY WESTENDORP DE BRIAS: El retrato

Si alguien ha sabido sobre arte y pintura en la España del siglo XX, este fué el marqués de Lozoya. Su personalidad y obras, como
estudioso de cultura e Historia, es solo comparable con las de Cean Bermúdez o Juan d.D. de Rada (unos cien años antes). Del
mismo modo, en esos últimos lustros, en nuestras tierras únicamente estuvo a la misma altura de Lozoya, D.Manuel Gómez-Moreno
(quien solo pudo asimilarse en conocimientos y en la profundidad de sus investigaciones). Por ello, deseamos comenzar esta entrada
con lo que dice el marqués de Lozoya en una de las ocasiones en las que escribe sobre los retratos de Betsy Westendorp -sin añadir
palabra alguna a tan ilustre experto-:
.
"Para quien, dentro de algunos años, quiera saber algo de los más elevados estamentos sociales de la España de los 70, un album
de fotografías de los retratos pintados por Betsy Westendorp de Brias será un documento inapreciable. La pintora es -hemos escrito
en otra ocasión- "una madrileña cosmopolita" (...) . Pero a pesar de su apellido y de sus largas estancias en Oriente, por el que
siente tanto cariño y nostalgia, es española cien por cién en su alma, lo que se refleja en su pintura.
.
En esos retratos de príncipes y de aristócratas, de niños, destinados a dejar su nombre en la historia, hay una cualidad propia de los
retratistas españoles: La elegancia, ponderada y señoril. Los pintores del gran siglo visten a sus personajes con un sentido exquisito
de color y de forma, y Goya, que en concepto popular es el pintor de majos y manolas, es en algunos de sus retratos, el más refinado
de los pintores.
.
Elegancia española es la característica de los pasteles, ligeramente coloreados y de los oleos de Betsy Westendorp" (...) " Pone en
sus bellos modelos cuanto hay en su propia alma de distingción y de poesía... todo retrato es, en realidad, un autorretrato" -El
marqués de Lozoya-
.
EN LA IMAGEN INFERIOR: Retrato de Jose Torroba, por Betsy Westendorp hacia 1970. Jose era muy amigo de las hijas de la
pintora, por lo que el carácter que tiene es muy distendido. Hemos recogido esta magnífica obra, comparable con las mejores de
Sorolla, Sargent, o Ramón Casas.
.

EN LA IMAGEN INFERIOR: Retrato a tamaño natural de L.Floirendo-Lagmedo, por Betsy Westendorp en los años
setenta. En este tipo de obras observamos claramente lo que se expone lineas arriba, al describir que un artista puede
expresar y marcar el sentimiento de una época. Normalmente en el arte de fines del siglo XX, solo se ha observado la
"intención" de recoger el costumbrismo popular de ciudad, el de barrio o el de "lo urbano". Así, ciertamente hay
muchos creadores (de los setenta, ochenta y noventa) que plasmaron la vida de "la calle" (desde Antonio López a
Almodovar). Aunque, casi nadie desde "el medio siglo" se preocupó por los gestos y formas de las vidas en las élites, ni
de lo popular (olvidando también el ambiente del "pueblo").

Betsy, se inspiró en las élites y en el pueblo para sus cuadros; que representan unas veces a aristócratas, pero también
recoge a imágenes del campo y de zonas deprimidas; tal como lo hicieran los pintores del siglo XIX y principios del XX
(Zuloaga, Rusiñol, Sorolla, Casas y largo etcétera). Betsy encuentra su inspiración en este ambiente que siempre fue
objeto del arte en nuestra Hispania; hasta mediados del siglo pasado. Ello nace debido al contraste y el colorido de
ambos mundos opuestos (el de los que más tienen y el de los que menos "han"); lo que genera en principio, un
sentimiento romántico, capaz de idealizar y sublimar todo lo que rodea aquel contraste, en una imagen. Con ello, los
retratos y el costumbrismo de Betsy, consiguen reflejar y captar todo el halo de las élites -de los adinerados y los
dirigentes en una época-, pero a la vez , la pintora en otras obras mira a quienes apenas nada tienen (recogiendo sus
coloridos "palafitos y chabolas"; como todo "preciosista"). Es en verdad su fuente de inspiración, la de los artistas
hispanos, principalmente del Regeneracionismo al 27 (lo que se ha llamado Belle Epoque y que en nuestro pais se
denomina las Generaciones -del 98, del 14 y del 27)).

Lo más importante en el arte es saber quien lo ha creado. Decimos algo muy cierto, pues Goya, Veláquez o el Greco, se
reconocen a primera vista. De igual modo, en "lo contemporáneo sucede tres cuartos de lo mismo" y el valor de Miró
reside en que hace cuadros de Miró y quien pintase otros como los suyos, solo sería "un "Miró". Lo mismo ocurre con
Picasso y con todos "los grandes". Es lo que le sucede a la obra de Betsy Westendorp: Con solo ver sus retratos, paisajes o
bodegones, durante unos días; cuando, en cualquier tiempo o lugar, nos encontramos con una obra de ella, siempre la
identificamos. Me ha sucedido una y mil veces, tanto como he oíido decir a "todos" al verlo: -"Eso es un Betsy"-. Ello es
algo que he comprobado incluso cuando por televisión (o en películas de cine) han salido sus pinturas. Y es lo que se
llama carácter, personalidad o genio -no lo sé-, pero lo que sí sé, es que se denomina: Gran Arte (con mayúsculas).

Tan solo me he confundido al mirar "un retrato de Betsy" y decir que era de suyo, al ver uno de Vittorio Corcos (para ver
Vittorio Mateo Corcos, pulsar abajo en referencia imágenes Google:)
http://www.google.es/images?hl=es&biw=1024&bih=471&q=amalia%20de%20portugal%20por%20vittorio
%20corcos&wrapid=tlif130307856901711&um=1&ie=UTF-8&source=og&sa=N&tab=wi.

Concretamente, me equivoqué al mirar por foto, la cara -recortada- de la reina Amelia de Portugal (en un retrato de ese
pintor). Parecía "un Betsy", totalmente; luego supe que no es "el tipo normal" de lienzos que realizaba este "machiaiaioli
italiano" - que no "machiavelli"- . Después me enteré que su carácter al pintar a la familia real en Lisboa, se debía un
tanto a lo que había "de añadido" en el ambiente de la época (en la última Corte portuguesa). De hecho, en Italia y en
Francia, Corcos pintó de manera muy distinta y reflejaba otros entornos (a veces de la burguesía, pero en ocasiones
también muy costumbristas y populares). Ello me hizo reflexionar sobre el retrato y su significado, muy unido al
preciosismo y al costumbrismo. Pues parece cierto que aquel que pinta al poderoso o al noble, con sus mejores galas;
después se fija plenamente en las gentes del pueblo; de quienes también les interesa mucho su imagen y color.

De nuevo, esta reflexión nos lleva hasta lo que dicen los expertos en arte, sobre los retratos de Betsy: Que son plenamente
españoles, demostrando y mostrando la elegancia y riqueza en vestidos y adornos (estando en la linea de los que desde el
XVIII se hacían en los palacios hispanos). Siendo su ejemplo más notable, Goya; quien pintaba aquellos aristócratas en
ambientes a veces "etéreos" y plenos de colores; mientras, a la vez, recogía a los majos y manolas, en sus juegos y
verbenas. Así, por ejemplo, la marquesa de Santa Cruz por Goya, es una obra en esta linea que hablamos y que nos lleva a
reconocer y conocer, el gusto pleno del estilo Imperio, tanto como la vida en las altas esferas de fines del XVIII (la moda
francesa, llegada a España etc). Vestida la marquesa de "Odalisca", con corona de flores y un traje estilo "peplo-
napoleónico-imperial", portando un lira que por puro romanticismo luce hasta el símbolo vasco de "lauburú". Es el típico
ejemplo de costumbrismo de Corte, o de élite, al que nos referimos. Frente a esa obra, podemos reflexionar unos
momentos, permiténdonos conocer el cuadro todo el carácter de la allí retratada -tanto como el de su época-. Igualmente
sucede con el retrato que en la foto de arriba incluíamos (el de L.Floirendo-Lagmedo, pintada por Betsy).

Evidentemente, esta capacidad de mimetismo con la época y el ambiente solo se produce cuando el creador se impregna
de su época y la vive (como le sucede a Goya, a Ingres y a otros tantos genios, que han conseguido transmitirnos su
mundo y sus años). Pese a ello, no es nada fácil, porque implica que el artista se adapte a los gustos de su tiempo y acepte
pintar para quienes en muchas ocasiones son tan exigentes, como incómodos en el trato. De ello, posiblemente "el retrato
de élite", quizás haya tenido su último exponente en España, en Betsy Westedorp; pues -con Macarrón desaparecido- no
hay ya prácticamente artistas de este difícil género. Pese a todo, la pérdida de este histórico tipo de retrato (que hemos
llamado "de élite") es tanta para la Historia del Arte, como lo fue la desaparición de los compositores "clásicos". Algo que
siempre explico, cuando digo que el último músico del siglo XVIII, murió hace apenas unos años y se llamaba Joaquín
Rodrigo. Tras él, ya todos son muy diferentes; quizás vendrán compositores magníficos; pero ya, ninguno del siglo XVIII
y XIX, como lo era el creador del Concierto de Aranjuez. Lo mismo le sucede a Betsy, a quien por suerte tenemos
magníficamente coservada, sana y "como una rosa"; pinta que te pinta y creando obra a diario.

EN LA IMAGEN INFERIOR: Retrato de Felipe de Borbón y Grecia -hoy S.A.R. Prícipe de Asturias-, hacia los cinco
años de edad. Pintado a principios de los setenta, constituye un ejemplo de retrato infantil maravilloso. Tiene todas las
carácterísticas del cuadro figurativo-impresionista, pero guarda a la vez, la sensación de una obra de los años setenta
(expresionista). Se puede observar en la obra, cómo la pintora se siente plenamente identificada con el modelo al que
lleva al lienzo, "sin tensión". Llamando la atención en Betsy algo que le sucede a todos los grandes retratistas: Que
pintan a sus amigos y a los niños, de forma muy diferente a como plasman a otras personas. Basta para ello, ver como
Goya retrata a sus amigos (Jovellanos, el marqués de San Adrián etc), o a los infantes y a los hijos de los nobles. Ello
contrasta con la tensión y expresión, que muchas veces plasma en lienzos en los que recoge personalidades y
desconocidos. Este que presentamos abajo, es un precioso retrato infantil, que recuerda también mucho lo que
transmiten otros de tiempos atrás (como los niños pintados por José Llaneces, Anglada Camarasa o Arthur Hughes).
Siendo, por otra parte, plenamente moderno, aunque sin perder su carácter romántico (en esencia).
.
.

A nuestro parecer, si algo hubo muy distinto, bello y memorable, en las altas esferas hispanas, ello fue el amor de los
reyes y nobles por la pintura. Solo imaginar a Isabel la Católica trayendo pintores (a diestro y siniestro) desde
Centroeuropa; a su nieto -Carlos- "importando" a Tiziano; o a Felipe II coleccionando cuadros de "El Bosco". Solo ello,
cambia todo cuanto podamos pensar de nuestros reyes. No digamos ya, si recordamos a Felipe III con Rubens de
embajador en su Corte plena de pintores; o a Felipe IV, cargado de artistas en palacio y "chateando" a diario con
Velázquez (me refiero al "chatear", de tomar chatos de vinito y tapas, juntos... evidentemente). Tanto es así, que en los
cuadros de monarcas existe una extrañísima costumbre hispana, como la de introducir al pintor junto a ellos, o en la
escena de la Familia Real. No nos referimos solo a Las Meninas; que curiosamente se llamaba antiguamente La Familia
(entre los que aparece, el pintor y caballero Velázquez). Ni al retrato de La Familia de Carlos IV, con "Pancho" Goya a un
lado. Sino a los múltiples lienzos en los que entre nobles y reyes, aparece también retratado el artista que lo pinta
(muchas veces oculto entre figuras o espejos).

Ello viene sucediendo desde fines del siglo XV (aunque no lo creamos) y ha sido objeto de un estudio nuestro, que algún
día publicaremos. Estudio que inicié porque me parecía extrañísimo que fuera tan común en España, que junto a la
Familia Real, se plasmase el autorretrato del pintor. Pese a todo, aquello refleja la importancia que el retrato y la pintura
tuvo en nuestra cultura (hasta nuestros días...). Tanto, que el retratista, era tenido como "uno mas de la casa". De ese
valor del retrato y del que lo hace, de seguro nace la gran colección de pintores y obras que hubo entre los monarcas de
España; tanto como su afición por la pintura. Lo que nos legó El Museo del Prado. Pese a ello y a haber sido un referente
histórico durante mas de quinientos años (desde el comienzo del Renacimiento); el retrato es un "genero", del que apenas
se habla ya. Algunos creen que puede sustuirse con la fotografía y ello es como pensar que un caballo puede ser algo
similar a una bicicleta... . Y para más datos le diré a quién lo dude, que su fotografía la perderán sus biznietos dentro de
un siglo (sin saber ni quien era el que aparece en imagen)... Mientras, en esos mismos años, es posible que su retrato se
exponga en algún museo.

BAJO ESTAS LINEAS: Una foto de la exposición celebrada en 1974 en la Hispanic Society de Nueva York. En ella
aparece, Betsy Westedorp mostrando sus cuadros a Jacqueline Kennedy -entonces Onassis-, acompañada de su esposo
(Aristóteles Onassis). En esos años tenía yo trece recién cumplidos y cuando vino al colegio nuestro amigo Carlos
Pérez-Plá contando que su abuelo y su tia Betsy estaban con Onassis y con Jackie Kennedy; lo único se que nos ocurría
era "darle para el pelo", o pensar que "El Caniche" (así era como llamábamos a Carlos) era demasiado jóven para
probar la cerveza... . Una semana después, vimos las fotos en las revistas y la prensa; resultó que era verdad

Pero en el siglo pasado un retratista todavía era un retratista; y llegaban en las noticias de Nueva York (entonces pocas,
muy pocas): Corrían los setenta; era ya 1974 y todos los de mi clase -de colegio- tenían entre doce y trece años. Solo unos
pocos días antes (quizás meses) habían puesto un especial de Raquel Welch por la televisión, que nos había quitado el
hipo durante días a media España (porque la otra media, eran mujeres)... . El mismo conserje del colegio, se acercaba día
sí y día también, para comentarnos aquel programa de la actriz. Hablaba con todos los chicos de la Raquel "Well",
diciendo que "era de mármol y bronce; nunca de carne y hueso" (para apostillar aseverando que no se trataba de "animal
de la misma especie" con el que él había contraído matrimonio...). Algunos para quitarle hierro y que el conserje llevara
su "pesada carga" con más alegría, le decíamos: -"No te preocupes, si allí donde la ves; esa ni se apellida Welch. Se llama
Raquel Tejada y debe ser mas burra que un hortelano con hambre de tres días"-. Nadie se lo creía y en la retina de todos
había quedado la imagen de "El Cuerpo" (como entonces se conocía a la actriz). Eran esas las noticias que llegaban de
Nueva York; mientras, aquí comúnmente, la mayoría llevábamos en la cabeza una boina enroscada y cerrada al vacío
(mitad por la situación de país; mitad por nuestra "catetez" personal intransferible).

En ese estado de circunstancias se le ocurrió aparecer un lunes en clase a nuestro amigo El Caniche (Carletes) contando
que su tía y su abuelo estaban con los Onassis y en Nueva York. Todos quedamos aterrorizados... . La siguiente pregunta
fue si también había ido allí la Raquel Welch, pero no hubo suerte... . Tras la primera impresión llegó el descrédito;
aparecieron los incrédulos del colegio (envidiosos de pacotilla) y decidieron que lo mejor para que al Caniche se le
quitaran un poco las "ínfulas", era darle alguna colleja. Yo le intenté defender explicando que había asistido a alguna
exposición de su tía y aquello estaba lleno de famosos, pero no hubo forma de acallar "a la marabunta y a la canalla", que
rugía envuelta en envidias... . Caniche y yo (que éramos muy amigos) huimos de la barbarie que no comprendía porqué
"el asunto" era para contarlo. Después, nos escondimos hasta que a los más burros de la clase "se les pasara"; él me
prometió enseñarme las fotos. Yo le creí porque ya había visto ya muchas exposiciones de su tia Betsy.

Recuerdo la primera a la que asistí. Tendría yo unos once años (debía de ser 1972) y me dijo mi hermano que me
arreglara bien, que íbamos a ir a una inaguración donde estaba "todo Madrid". Me puse las mejores galas (que entonces
eran de corbata y chaqueta oscura, para las tardes); fuimos hacia un lugar cercano a la Ciudad Universitaria. Nada más
entrar en la exposición, vimos como salían, cogidos de la mano, Julio Iglesias y su entonces recientísima esposa: Isabel
Preysler. Al pasar dentro, "aquello" estaba lleno de "gente importantísima" y yo fui llevado (dejado, depositado, aparcado,
o apalancado) en el lugar de los niños -que era siempre próximo y colindante al de las mascotas; y también muy cercano
al de las niñeras, para que te soltaran un sopapo si te pasabas de gracioso-. En aquel espacio para nenes y chuchos, estaba
evidentemente mi amigo Caniche (Carlos Pérez-Plá), quien era el ahijado de la pintora y lo sabía todo sobre los asistentes
al acto.

Así que comenzó a contarme maravillas: Me señaló hacia una mujer que tenía dos "cachos de cristal" colgandos de las
orejas (como dos huevos de paloma). Aquellos parecían los pomos del centro de una araña-lámpara, de La Granja.
Diciéndome el Caniche: -"Ves a esa. Pues lleva un Ferrari en cada oreja"-. Yo nada entendía, hasta que me aclaró que
aquellos pendientes que me parecían los picaportes de una puerta de discoteca; eran dos brillantes de Cartier, con mas
kilates, que kilos le sobraban a la portadora. Luego me hizo mirar para otra y me dijo: -"Has visto esas perlas que lleva
esa. ¡Si más parece un collar hecho con cocos, por el tamaño de cada boniato que le cuelga...! "- .

Para colmo de los colmos, me señaló a otra, que tan solo portaba un collarcito de lagartijas y me preguntó qué me
parecía aquello. Yo le comenté que eran unas lagartijas (o lagartos) en oro; vamos, que no parecía nada valioso. -"¿Que
no?"- . Respondió en tono alto, para seguir aseverando. -"¿Que te parece poca cosa?. ¡Pues esas lagartijas que lleva al
cuello esa mujer, son precolombinas... De los tesoros precolombinos!"-. Era yo entonces un poco pequeño y no entendía
bien lo del "precolombino", así que le pregunté por al valor de aquello; a lo que me contestó: - "Pues que son del tesoro
del rey Atahualpa, que lo tenía su hijo: atao-al-pito..."-. (Tras oír esto, pensé yo para mis adentros "cuan valioso debía ser
aquello...").

Fuimos creciendo, visitando la "casa de las Brias" y conociendo a Betsy (tanto como a muchas de sus amigas que con ella
se pintaban). Incluso a la de las famosas lagartijas, que era una persona encantadora de Hispanoamérica y una de las
mayores coleccionistas de piezas precolombinas. Pues casi todas se fueron pintando con Betsy, que es quizás la que mejor
retrató "a la mujer", en el siglo XX. Esto último no lo digo yo solo, son frases de Antonio Manuel Campoy y de Elena
Florez, que sabido es, estuvieron entre los más grandes críticos de arte, de fines del siglo XX. Un día; unos y otros, nos
casamos y fuimos haciendo nuestras vidas. Tanto que por vivir en países extranjeros y por mil cosas, ya las visitas
semanales a la "casa de las Brias" se hubieron de hacer semestrales (al regreso de Japón y etc). Pero no hace mucho, en el
año 2006, me dijo Betsy que queria hacer un retrato de mi mujer. No solo uno: Dos a tamaño natural. Aquello fué
espectacular y mucho siento que en las fotos no se aprecie bien la magnífica calidad de los retratos. Uno de ellos ha
estado expuesto en Japón durante tres años en Kinso, un gran escaparate y tienda de kimonos clásicos y antiguos, donde
los japoneses han podido disfrutar de aquel retrato (hace apenas unos meses ha "regresado" a casa de mi mujer, en
Japón). El otro sigue en España, donde me encantaría exponerlo para que vieran la preciosidad que es, pues Betsy
pintando mujeres y ambientes orientales, es una joya.

EN LAS IMÁGENES DE ARRIBA Y ABAJO. En la superior: Betsy Westendorp en su estudio, pintando a mi mujer (en
el año 2006). En la de abajo: posando mientras le hacen uno de los retratos con kimono blanco, de boda.
-Desde el pasado terremoto de Japón, dedicaremos cada entrada de nuestro blog un recuerdo a los damnificados de este
trágico suceso; solicitando ayuda para ellos. Hay múltiples formas de colaborar con la Cruz Roja o UNICEF. Del mismo
modo, recuerden que una de las mejores maneras de ayudar a Japón, es consumir sus productos (en especial su
maquinaria y tecnología, que es inmejorable). Muchas gracias a quienes así lo hagan.-

Publicado por Angel Gómez-Morán Santafé

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