Está en la página 1de 101

hojas sueltas

mirella rivera
1
2
3
4
hojas sueltas
poemas

mirella rivera

5
6
hojas sueltas
(o días y días de torpes intentos)
poemas

mirella rivera

lima, otoño del 93

7
hojas sueltas
(o días y días de torpes intentos)
© ana mirella rivera noceda (lima 1969)
© fantasma editores
portada “santa bárbara”
de jan van eyck (holanda, 1386-1440)

primera edición impresa, lima, otoño de 1993


segunda edición, cdmx, otoño de 2020
ilustraciones zaida herrera (chiapas 1974)
diseño y formación blanca medel (cdmx 1990)

8
a la vida

9
10
solo quiero ser feliz
de una manera pequeña

martín adán

para que las palabras no basten


es preciso una muerte en el corazón

alejandra pizarnik

Dios mío ¿por qué nos has dado


todo esto?

malcolm lowry

11
12
hojas sueltas

el otoño ha muerto, recuerda


no nos veremos ya sobre la tierra.
g. apollinaire

sus labios son tibios

a menudo
le pido que me bese sólo para entrar en calor

es invierno
todas las noches me encojo como un pollo
en un rincón del cuarto
frente a la estufa

a menudo
me besa porque siente mi débil y último
temblor de feto
arrojado al descuido en el arroyo

13
sus labios son carnosos

no lo veo siempre
jamás sube al cuartito

es delgado como un tallo


su cara es larga

solemos caminar
hacemos tiempo

***

a menudo
deslizo mis manos bajo sus ropas
por su cintura
hacia su espalda:
él se estremece
no de placer, no,
de frío.

mis manos empiezan a aflojarse


de su espalda brota como sangre
el chisporroteo de una gota de agua
en el aceite hirviente

me estremezco

solemos caminar
hasta cansarnos

mis manos ya no son huesudos


bloques
son ligeras
suben y bajan
despaciosas por su espalda
él no se inmuta

14
***

cuando llega el frío no me baño


ayer por ejemplo, lo intenté
estuve desnuda
acurrucada miré las luces rojas de la estufa
los ojos me lloraban
y por momentos se me erizaba la piel

siempre acabo
acariciándome las piernas
vistiéndome
arrullándome
acostada
abrazando mis rodillas
buscando una hebrita de calor
su espalda
el sueño

***

con un gesto recuerdo el día de la playa


había niebla:
así lo veo todo
gris o
en sepia
giramos como locos tomados de la mano
y caímos riendo
sonrosados
en la arena

tiramos en un rito
piedrecitas al mar
como un deseo

15
el rito sólo se renueva en el olvido

jamás volvimos

***

hablamos poco
la ciudad es grande y nos devora
se alimenta de nosotros
y en el fondo
nosotros somos ella:
es una panza inmensa
–o un aborto–

prefiere los lugares oscuros


los zaguanes
el malecón que acaba en el barrio viejo

yo lo sigo

la palabra confianza es un asco

***

un día
puso una flor amarilla en mis cabellos
luego
bajó la cara
y lloró mucho

no dije nada

***

caminando
encontró un pequeño alambre en la basura
lo recogió

16
lo limpió frotándolo contra sus pantalones
lo puso en su bolsillo

le he ganado:
hallé una tuerca

***

cuando hace frío


los días se me escapan resbalosos como
peces
no distingo ayer de hoy
mañana de tarde

duermo
leo
y estoy horas encogida frente a la estufa
le veo

eso es todo

***

hace unos
nos botaron de la puerta de la iglesia
a nosotros
y a un mendigo

era la medianoche
y en la plaza
se oían muchos cánticos

la gente es tan extraña

17
***

hoy estuve tirada


leyendo todo el día
cuando bajé no estaba
había nueve florecitas amarillas
–pisoteadas–
y un tornillo

lo he encontrado en la plaza
en la banca azul
¿por qué habrán pintado cada banca de un
color distinto?

la gente es tan rara

le he sorprendido
no me vio llegar

me ha quitado del cuello la pañoleta roja


y se la ha puesto en la frente
parecía un gitano

tenía los ojos hinchados


y el labio roto

no le hago preguntas
él tampoco

***

me enseño un poema
no lo entiendo
y sin embargo
es tan hermoso

18
tenía dibujados una muchacha con el cabello
largo
una lágrima rodándole por la mejilla
y un lunar a un costado de la cara
muchas flores
un ave azul

***

él es el ave
lo he notado

sólo yo conozco los parajes sobre los que él


se eleva
sus nubes rosadas
sus lágrimas

jamás le he pedido
que regrese

***

hoy ha llovido

corrimos como locos


la gente buscaba donde guarecerse

no la entiendo
cuando ya no pudimos respirar
nos tiramos empapados en un jardín
sonreía
con sus labios parecía querer besar cada una
de las gotas

19
era feliz
lo éramos

***
ahora duerme
parece mentira que la estufa esté apagada
he puesto algo de música

ahora vuela

la sonrisa parece no borrársele

estoy desnuda mientras escribo esto:


mi barriga en cruz
sobre la suya

él no despierta.

20
el mimo, 1993
foto de marco miguel ravines (1969)
21
22
dedicatoria

A TODOS los que alguna vez


Me abandonaron:
Dios los ilumine con la luz
Que cubre lo perdido

luis hernández

Así Sea

23
24
como si me oyeras

a alejandra pizarnik

hemos danzado en el ritual


que precede a la lluvia
hemos clamado por su voz
lenta cavernosa

invocamos al amor
y vino la muerte

25
26
2

a javier heraud

¡anda javier!
gustarte el frío
y si es por dentro
y ya nada abriga
a ver intenta abrazarme las entrañas
a ver ponle bufanda a ésta mi pena
a ver que un café caliente
entibie al menos
mi tristeza

27
28
3
a camu

brevísimo canto
para la niña feliz
que hace que mi corazón
ande flotando por toda la casa

29
30
el beso de la paz, 1869
j. margaret cameron (garden reach, Calcuta 1815-1879)
31
32
epílogo:

arte poética

la Poesía es Una
sola
sola
Sola

Y Es Hermosa

33
34
me gustan los gatos
me gusta la lluvia
me gustan los gatos cuando llueve y estoy sola
me gusta estar sola
me gusta estar sola cuando llueve
me gusta la lluvia cuando estoy sola con mi gato
me gusta cuando llueve y mi gato siente frío y miedo
y corre
y salta
desde el otro sofá
–el suyo, el pequeño–
y se acurruca en mis piernas
sobre mis piernas
entre mis piernas
y ronronea
y ronroneo
y me acurruco en el sofá
bajo mi gato
sobre mi frío
entre su miedo
bajo el techo que ahora nos protege del frío
de la lluvia
sobre este sofá que nos une y nos salva de la soledad
–de la grande, de la que sí asusta–
entre los sueños que nos amodorran
mientras se apagan las luces y los ronroneos
se pierden con la noche
con el frío
con el miedo

35
36
canto lento para mí solo
vagos cantos que compongo mientras espero

fernando pessoa

se mueve pero luego


todo se mueve y le da miedo
el solitario cuando lo llaman
pequeño pequeño pequeño
se hace el desentendido

paul eluard

reviens-moi fantôme de mes nuits.


Revois-moi que je me trouve.

césar moro

37
38
ella me adora con flores
con pájaros de papel plegado en mis paredes

con su piel siempre sonriente me espera


en todas las salidas
me dibuja y me pinta
con crayolas brillantes todas las entradas

y de mi mano
–también pintada en salmón y rosa–
entra feliz
apurada

y el monigote torpe que soy


se dibuja solito una sonrisa
con un trocito de carbón caído
y se pasa una a una las lágrimas

mientras ella desenreda con ternura mis mechones


totalmente hechos de lana

39
40
él juega a contar mentiras que él mismo inventa
juega a creérselas

juega a creer que existo


y sueña
sueña y me sueña
esperando en esquinas de calles sin nombre:
me busca

me ve de lejos
de alto

me ve: piernas de tallos


tallos de brazos

los cabellos y el vestido locos al viento me sueña

ojos locos me busca entre la gente arremolinada


en la esquina como hojas secas

me busca ojos-cielo
me encuentra y me pierde
y llora llorando
y llora
y despierta

41
42
lagunar y pétalos ii, lima 1993
foto de sarah quintanilla (la oroya 1972)
43
44
agazápame

1
oculta camita de musgo
alza para mí tu tibio manto
y cúbreme del miedo

2
que de mis ojos de mis palabras
que de entre mis brazos y mis piernas
broten delgadas y nuevas ramas

otra vez ha de nacer mi corazón

3
sombras
verdades cierran mis ojos

mis palabras son cruces doradas


sobre las que yo espero

45
46
para ti gato nube
pez dorado sueño
cosmos

de tu mirada nacen cada día peces y nubes

cada mañana cuando te desovillas


y logras escaparte de la maraña tenue de tus sueños
una lágrima torpemente sostenida pierde compostura
y cae rápido
al ya despierto suelo
y nace la paz

cada cosa entonces vuelve a ocupar su lugar:


los peces recorren millas en tu parpadeo dudoso de
–aún es pronto–
y vuelan a perderse en el lejano fondo

verde-dorado nadan
dorado-rojo se emocionan y dan vueltas vueltas
en el fondo-fondo
dorado-dorado se pierden entre corales
y nuevos sueños
las nubes suben henchidas a ocupar su puesto
emocionadas panzonas
se posan sobre ti y giran
y son pequeñamente felices
mientras explotan empapando tu jean
y tus cabellos largos

47
y cada noche cuando vuelves cansado
y sienten el arrastrarse de tus pasos sobre las gradas
se esconden tras el muro de tu ventana sin cortinas
ni nombre
y esperan murmurando recuerdos y secretos
–que tú piensas gatos o carros–

y cuando entras
–tintineo de llaves y espera–
entran también trémulas
y cuando te acuestas y buscas dormir
vuelven a hacer su guarida en tu tristeza

48
torpes intentos

ven, ven, muerte, amor; ven pronto, te destruyo;


ven, que quiero matar o amar o morir o darte todo

vicente aleixandre

la lluvia cae daleada como tu letra


como junco y viento amándose

empapados caminamos por lavalle


puertas cerradas ni un peso en el bolsillo

no corremos, no
no hay apuro
el pequeño cuarto nos espera
y no hemos de cerrar ningún paraguas

tenías razón
era la coca-cola más sabrosa del mundo

para hacer el amor, al fin, mi amor


es necesario haber bajado al mismo infierno
no amarse
o escuchar entre ritos puerto pollensa

49
4

¡oh! que esto sea solamente un viaje


y que al volver
me esperes
solo con tus besos

al fin
poder registrarse en un hotel
y no temer preguntas ni miradas

¡oh! si el tiempo no fuera tan malo


si tuviera piedad y se diera la vuelta
y yo dejara este tonto cuaderno
y me diera la vuelta
porque quiero darte un beso

50
Los cuerpos abrazados, van cambiando de posición
mientras dormimos, mirando hacia aquí, mirando
hacia allá, tu cabeza sobre mi pecho, el muslo mío sobre
tu vientre, y al girar los cuerpos va girando la cama
y giran el cuarto y el mundo. «no, no, -me explicás
creyéndote despierta-, ya no estamos ahí, nos mudamos
a otro país mientras dormíamos»

eduardo galeano

y en cuanto a mí, no olvides que si despierto y lloro


es porque en sueños sólo soy un niño perdido
que busca entre las hojas de la noche tus manos

pablo neruda

51
52
escribo cosas para no pensar que no escribo
y recorto pliegos rosados
que pego con saliva
sobre cuartillas celestes

para no pensar

grito pero tú sabes que estoy callada


silencio tus patadas hacia ningún lado
con piedras que arrincono en mi cajón de la
mesita de noche
junto a una canica dorada
y mi casete de blues

cuando te vas
apago y enciendo la luz del velador
–con cautela–
algunas veces la dejo totalmente apagada
para encender recuerdos de colores tenues
que van tras de ti
corriendo en tu última sonrisa
que se escapa entre los faros-vuelta a la izquierda
de la avenida al sur y tus cabellos revueltos

53
54
lejanía de las garzas, lima 1992
foto de sarah quintanilla (la oroya 1972)
55
56
nadie, ni la lluvia, tiene esas manos pequeñitas

e.e. cummings

si me dices cosas que no entiendo


no es que sea boba
sólo es que tiemblo cuando la antigua lámpara violeta
se me apaga
y despierto y
ya te has ido

y es que yo también te digo cosas


que te parecen raras
–es como ese cuento en el que unas gentes
hablan en tebeo
y sólo un niño y un gato logran responderles–

todo es tan fácil


pero es que esto ahora es tan difícil

por eso cuando bajo de nuevo a este cuartito


lloro
y por eso repuse con cuidado el espejo
aunque ya no quise verme
y colgué una foto inmensa y triste de ella
y otra de ti
sobre su corazón
llorando.

por eso ahora tomo el bus en el sentido opuesto


y sólo si en mí dan las 9
vuelvo a la plaza y me siento en el muro
–destrozado ya–
y me río a solas de la estatua
y compro pastillas de limón que como por mitades

57
y de golpe
¿sabes?
veo formas
como si entendiera

pero tú sabes que así no son las cosas


tú sabes
que no puedo bajar más que al cuartito
y que tú habitas en el fondo de las rosas

58
pero un pájaro extraviado es impredecible
dentro del sueño

i.t.

si es que ahora me despierto y ya no estás


no es que te hayas ido
es por mi torpe manía de levantarme
cuando ya no estás

velar es necesario y nadie entiende

los ojos bien abiertos como abrazo feliz


la respiración leve para no perturbar
apartar a los zancudos y a los miedos
con mis caricias a una pulgada de tu cuerpo

abrir lo suficiente la ventana


para que puedan salir los malos sueños
no fumar –no fumo–
no beber –hace tiempo–

acuclillada
con las rodillas abrazadas
a un costado de tus sueños
sin encender la luz: leer
repasar
en la mente hermosísimos poemas
que son nuestros
tarareando para adentro viejas canciones
y limpiar despacito con una ropa sucia
el hilo leve de saliva
que no puede evitar que te confundas
con nuestras mantas revueltas
y las rosas

59
60
fotografía

el viento lleva a tus cabellos


de las muñecas
apenas
como una ola

y no lo aprieta por temor a hacerte daño

61
62
y me encierra dentro de ti a mí solo

césar moro

me voy perdiendo de ti
entre las esquinas de nuestro cuarto
revuelto por el viento de la tarde

y tú no puedes verme

una corriente de aire arroja mis cabellos


contra mi cara
y avanzo hacia la ventana con el rostro perdido

y si me vieras
sólo podrías mirarme los ojos

mi mirada también quiere perderse


pero el cielo me obliga a abrir los ojos
y ahora estoy tirada entre restos de ayer
migajas de pan dulce
y el eco de una cinta que no quiere acabarse

ahora no podrías mirarme


si quisieras
te hablo desde una distancia infinita
adonde el viento me ha traído
sin saber yo cómo

te habla ahora mi voz


que no soy yo

como un eco me repito


en notas que abandono
entre las sábanas sucias
o el sofá

63
todas te hablan de largarme
de morirse
todas acaban en garabatos indescifrables
que me unen a ella más que a ti

la que te habla ahora


se ha quedado dormida
acurrucada en el sofá
esperándote

64
de alicia y tus canciones

first i think and ther i draw a line


round my think

un niño, citado por roger fry

en un inmenso campo de un color indefinido,


un hombre pequeño, imberbe, de prominente
panza trae atados a un cinturón muy ancho y
por la parte de atrás, un millón de globos, de
todos los colores y tamaños. lo miro, anhelo
un globo pequeño, casi imperceptible, medio
azul, medio verde; trato de acercarme y siempre
está tan lejos, pienso, no se eleva porque es muy
gordo, arrugo ese pensamiento, lo boto al suelo,
lo pateo como quien no quiere y pienso uno
nuevo que no recuerdo

soy yo, con el cabello largo, sin edad, ni sexo, ni


nombre, por lo tanto, o uno ambiguo, de pie en
medio de todo esto. en el campo titilan flores
sobre un pasto altísimo, blando, tembloroso,
húmedo aún de rocío; no sé qué extrañas flores
pequeñas crecen en este sitio: trémulas, como
manos extendidas; meciéndose, como labios
balbuciendo no sé qué cosas en otros sueños;
desconozco el nombre de casi todas, salvo las
rosas

camino hacia algo a lo que nunca alcanzo

65
al fondo de todo esto un trenecito de juguete,
como el de las películas, lleno de colores
chillones, de vagones, de señales de siga y alto
y niños-cuidado. yo corro a su lado, pasa lento
y no deja de pasar, corro a su lado y no logro
subirme, sólo corro por correr sin esperar nada;
debo haber querido subir en algún momento,
subir al vuelo, como quien huye o juega, pero
seguro lo olvidé o no hay de quién huir en este
sueño. siempre el tren corre como yo, no necesito
alcanzarlo, pero me aburro, nunca he dejado
de pensar, es como el tren, nunca ha dejado de
correr, aunque no llegue a media cuadra, pienso

me echo sobre el pasto, no se me ve, pienso


primero, mientras ruedo y me mojo, me ensucio,
mientras jugueteo con una flor de hermosura
extraña, terriblemente indescifrable, pienso,
decía, si pusiera cada idea en un globo, sin orden
alguno y respectivamente, si se fueran volando
todas y yo durmiera con el tiempo a mi favor,
como en los sueños, si todas se fueran volando,
pienso, no hay nostalgia en todo esto, sólo el
sabor extraño en la garganta al despertarse y
no encontrar a nadie y sólo el otro sitio, que es
también el mío, revuelto

pienso, no siento, pienso en el tren, en lo fácil que


es sacarse una a una las ideas, e irlas poniendo
una a una en cada vagón, pienso, es tan fácil,
tan bajito el tren. el tren es larguísimo, no deja
de pasar jamás, y luego caminar, hacia otro
lado, pienso en otro lado con autos y personas
y compras que hacer y avenidas y gatos; siento

66
como si me jalaran el cabello por todos lados
con el único fin de despertarme asustada.
caminar hacia donde baja el sol, quiero, aquí es
una verdadera pelota naranja flotando baja en
un cielo de nubes celeste-grises, rosadas-rojizas,
con matices blancos y azulinos salpicados por
todos lados como en un cuadro pintado en un
lugar algo oscuro por un niño, un cuadro en
el que suceden muchas cosas y parece que no
pasara nada, pienso esta idea es mía, pero no la
he escrito yo, pliego y suelto al mar esta idea
y vuelvo a pensar, en los sueños esas cosas no
importan

quiero despertarme para ir al baño, pero estoy


adormecida y no puedo, pienso que seguro
como siempre, sólo han pasado diez minutos y
son las cinco a.m., pienso que no quiero pensar
y recuerdo que no hay nada que hacer en la
mañana, que no importa dormir o no, que el
señor de los globos debería acercarse y darme
uno, el más grande, el rojito, para que me vaya
volando, hacia allá, hacia las nubes, y-ya-no-
pien-se-en-na-da

pienso que es un final un poco cursi y como es


un sueño, no me hago caso, nada importa. y
vuelvo a quedarme entredormida.

67
68
vení a dormir conmigo
no haremos el amor, él nos hará

julio cortázar

me parece incomprensible
que hayan construido una ciudad
tan grande
cuando tú sólo necesitas un cuartito

franz kafka

69
70
canto del tonto final feliz

un viento horrible agita las ventanas


parece que en cualquier momento llueve en la ciudad

algo explota a lo lejos


y esta vez no eres tú

vuelve la calma a la ciudad vacía

acá todo es miseria


quién diría que somos reyes
que escondes tu corona bajo la almohada
que ocultas tu cetro entre tu ropa interior

en nuestro cuarto algo huele a muerte a acechanza


algo que no es tu corazón o el mío

cómo creer que no son ellos los muertos


cómo esperar que el viento no traiga
todas estas cosas
hasta tu ventana

quién creería que somos felices


que renegamos de las noticias de los carteles
de las puertas a la calle
quién creería que acabarían haciéndome sonreír
tu descuido
y las migas esparcidas por toda la cama

71
72
sonríe y yo soy una minúscula marioneta rosa con
un paraguas celeste yo entro por su sonrisa yo hago
mi casita en su lengua yo habito en la palma de su
mano cierra sus dedos un polvo dorado un poco de
sangre adiós oh adiós

alejandra pizarnik

pero qué inútil


tanta luz
entre dos
qué tristeza
tú y yo
y nada más
qué tristeza

j.e. eielson

73
74
bastardo príncipe o el leve canto

a sally

freya camina perdida en la ciudad


se dice hermosa
y enreda con locura sus cabellos

se detiene en las esquinas por lo del viento


cisne: estira su larguísimo cuello para atrás
y cierra fuertemente los ojos
invocando a los dioses

a cada vuelta de cuadra un nuevo cuadro


para la niña perdida en un trazo de klee
que anda arrojando pétalos
y juega a pintar las piedras de todos los colores

ella se trepa en los árboles más altos


jala la cola a un gato
y se mira desde arriba
mirarse las largas piernas descubiertas
y el no usar calzón

75
3

no conoce a nadie, pero todo le resulta conocido


–esto lo he vivido ya –piensa–
y corre torpemente para llegar al mar

sobre unas peñas astillosas y negras de moho


la encuentra
jasir mira el roce de las olas
y el sol que se va lento la hace sonreír

un ave azul huye de sus manos temblorosas

freya se acerca
intenta unas frases un enseñar las uñas
decir el color del cielo de jasir de sus ojos

jasir está totalmente hecha al silencio


ella hace el silencio
dice el silencio
no sonríe

76
5

freya se pierde triste entre las olas


se deja llevar
se empapa los cabellos que envuelven su cuerpo
y se pegan a su traje inmenso y blanco
y tantas algas

jasir la mira
y rueda herida de muerte entre las rocas

debo saber del silencio


que él no va a volver

que la muerte se disfraza de niña lánguida


llorando en las esquinas

77
78
venus regaña a cupido y le quita las alas, 1873
j. margaret cameron (garden reach, calcuta 1815-1879)
79
80
nadie te amará en la forma en la que yo
trato de hacerlo
y llévate todo tu dolor

janis joplin

si hubiera escuchado todo lo que me decías


si hubiera tomado nota al menos
–cuando era más chica
escribía lo hermoso en una libretita
color de terciopelo
que ocultaba por las noches
en el primer cajón–
no lo hubiera olvidado
no estuviera balbuciendo torpes intentos de tu rostro
de tus hombros desnudos y sus pecas
de tu voz

pensaba a veces
que si ponía tapones de algodón a mis oídos
si escuchaba
si respiraba
si acariciaba todo con los ojos cerrados
no olvidaría las cosas
no olvidaría los recuerdos
tus fotografías: señas sueños
tus ojos mirando hacia el mar
hacia algún lugar que no existiese
o hacia mí

81
quería aprisionarlo todo
–¡dedos de mantequilla! –dijo mamá–
cuando dejé caer el elefante azul
de cristal transparente
y luego
no supo qué decir
porque yo callada
me recogí como en un sueño
y empecé a recoger los vidrios
y a mirarlo todo al través
y no le dije que la vi a ella
grande
deforme
con ojos de araña loca
con orejas como el elefante
con lágrimas de hielo
y una manota en alto–

sueño enfermo: tú mirabas a lo lejos


y una puerta negra se abría
y te alejabas cabeza gacha
musitando cosas extrañas
no sé qué nombres
silencios
y yo volteaba con furia
enardecida
para no mirarte
porque odiaba tu tristeza
y tú ya no eras tú
y no había puertas ni ventanas
y estaba sola
encerrada en un cristal azul
como un dado
y me acercaba tanteando a las paredes

82
y quería traspasarlo
romperlo todo
y no podía
y buscaba algo que me ayudara
y todo estaba vacío
y giraba sobre ningún sitio
y yo estaba desnuda
y te alejabas mirando al suelo
y yo me quedaba sola
odiándote
sola sola sola

si no hubiera hablado
si no le hubiera contado a nadie nada de nada
si no me hubiera arrancado así los algodones
quizás no te me hubieras ido
como frío adorno de cristal
entre las manos

debí callarme, dios,


mirar al vacío
no escuchar tantos tangos ni tonadas tristes
no dejarme llorar
no moverme de entre mis colchas tibias

pero no
me gustaba danzar desnuda entre las dalias
y hablar tu voz
y algún día
escribí un poema
y en él
una niña se moría de amor
porque alguien no volvía

83
no debí haberme quedado
tantos días y noches en los árboles
no debieron anidar en mi cabeza y en mi corazón
tantos pájaros
debí matar al ave azul
renegar del viento
del tiempo

no debí haberte muerto

84
me pedías que apague la luna
que cuente hasta nueve
y esto horrible acabaría
que no llene el cuartito de esas cosas
que no asfixie al gato
que no me vaya no tarde
que no me duerma aún
que no siempre
que no nunca, siempre

me decías: píntame una máscara de estrellas


que sean todas pequeñas
diferentes
que no se borren nunca
que en el brillo de la más pequeña
pueda mirarse mi rostro
que mi rostro no sonría
lánguida me pedías
plegando nostalgias recortando rosas
acicalándote el cabello, despacito,
como a un gato

me pedías dormirme, amor, de una vez,


apagar la luna
encender un sueño

y dijiste que los sueños no separan


que este sueño sería para siempre
que no te acabarías las cuartillas melón
el refresco los poemas tristes las pajaritas
mentías, dios, mentías
me mentiste
me mentiste
me mentiste

85
86
seguramente tú estás triste
y por eso estoy triste yo también

attila jozsef

sobre la piedra grande


y con un trozo roto de ladrillo
ella dibuja un corazón
lo pinta lo raya
se sale de las líneas

hace mal la tarea


todo lo hace mal
es torpe

y en la esquina más oscura


arrodillada sobre chapas
llora lágrimas de coca-cola
y escribe torpemente:
no-lo-bolbere-acer, 100 veces
–¡para que no lo olvides!–
no lo volveré a hacer
no lo volveré a hacer
no lo volveré a hacer

sobre la pista escribe unas palabras


luego las borra con sus pies desnudos
se corta se lastima y no lo siente.

por el centro de la inmensa avenida ella camina


dentro de su vestido blanco sucio
ella camina lento y
los faros no la ciegan
y los perros negros la muerden
y un pequeño gato calladito
a través de las cornisas,
la acompaña
87
88
hojas sueltas

todas las pestes y las plagas para los que duermen en paz

alejandra pizarnik

estoy harta, todos los días es lo mismo. el doctor me


pide que lo tome con calma, que me relaje, que cierre
los ojos e intente dormir, que pruebe a decir los colores
que se forman tras mis párpados cerrados. lo intenté,
realmente lo intenté, apagaba la lámpara, cerraba los
ojos y empezaba: verde, verde-esmeralda, azul, azul-
cobalto, carmesí… pero no puedo, no lo soporto, de
pronto el dolor de cabeza se hace más agudo, la presión
como un asqueroso reloj de cuerdas golpeándome
las sienes y el inmenso agujero negro cerrándose
y abriéndose como en una plegaria y sobre todo la
sensación de que alguien va a sorprenderme por la
espalda o por cualquier otro lado si tan sólo un pedazo
de mi cuerpo se asoma por entre las colchas

***

es horrible, me arde el estómago de tantas pastillas y


analgésicos, me falta el aire, siento nauseas, no se lo he
dicho a mi madre, porque volvería a llamar al doctor
y a embotarme de caldos y porquerías para que no me
debilite más, dice. voy al baño y vomito todo, sin hacer
ruido y lloro despacito de nervios, de miedo

89
***

le conté al doctor lo de las pesadillas, puerco


imbécil, lo único que hace es darme más calmantes y
recomendarme a un amigo suyo, que es psicoanalista,
dice, que me va a ayudar

hoy otra vez lo mismo, en la tarde logré conciliar el


sueño estaba realmente dopada. caminaba por un
lugar demasiado oscuro, estrecho; eran interminables
pabellones, llenos de humedad, de porquería, parecía
un laberinto, como si nunca fuésemos a llegar a ningún
sitio. quien me guiaba no hablaba, era como de mi
tamaño, pero yo sólo veía su inmensa capa arrastrándose
tras el ruido de sus pasos y la mísera luz de una lámpara
antigua, de esas que funcionan con petróleo. el olor
putrefacto, el humo, y el ruido de las ratas que se me
acercaban por todos lados, que pasaban por sobre mis
pies como si nada, la impresión de ser caminada, por
asquerosos insectos: me hacían vomitar, a cada rato
me detenía a vomitar, pero el extraño no se detenía,
caminaba y caminaba y yo corría asustada y asqueada
para alcanzarlo. en los cruces de camino –todos igual de
oscuros y lúgubres– se detenía y emitía extraños ruidos
indicándome por dónde habría de seguirlo. parecía
que nunca íbamos a llegar a ningún sitio; yo siempre
lo seguía angustiada, pero con igual avidez –de mí sólo
recuerdo las náuseas y el sonido de mis pasos–. hasta
aquí siempre, todas las veces fue lo mismo; pero hoy
después de mucho andar, con la sensación de asfixia y
sudando frío, llegamos a un lugar, era un lago, pero desde
donde estábamos se veía como una inmensa piscina de
paredes transparentes –o era una placenta–. con toda
naturalidad, como si eso fuese lo que yo esperaba, vi
cuerpos flotando por doquier, todos eran asexuados y
con inmensos cabellos, cuerpos huesudos, morados,
que flotaban muertos, muertos, muertos. de pronto, un

90
cuerpo que me resulta familiar flota por donde estamos
nosotros, con el vientre hinchado, amoratado, se voltea
levemente, como meciéndose y ante lo esperado,
empiezo a temblar, a sudar aún más, mientras se revela
ante mí, mi rostro. y de golpe me despierto gritando y la
lámpara está apagada, y ya es de noche y grito y no paro
de temblar, y estoy sola, otra vez sola

***

afuera llueve, sólo siento la humedad y un ligero gotear


en mi ventana. llevo días acostada sin querer moverme.
ella se cansó de rogarme, me prepara cualquier cosa y
sale, porque la pongo nerviosa, dice

se enojó porque corté el cable del teléfono, pero ya no


lo soportaba, y ella no lo ha arreglado. la señora de la
farmacia llega puntual, me inyecta, le pago y se va. no
pregunta. sólo espera que le pague y se va

***

las hemorragias cesaron. el doctor no ha vuelto.


diariamente el pequeño minino devora con fruición lo
que ella me prepara, alguna vez pensé que estaría de
verdad harta, y que me habría envenenado la comida.
el pequeño tiene más de siete vidas

***

ya me despidieron del trabajo, me lo dijo ella, que


enviaron a alguien de la oficina, que no supo qué decir,
que inventó un viaje a no sé dónde, quizá en el fondo
no mintió

91
***

ya me acostumbré a las pesadillas, aunque prefiero


dormir de día –la verdad no sé qué sentido tiene,
aquí siempre está nublado, además la ventana de
mi habitación es muy pequeña y alta y siempre está
cerrada– si estuviera papá, me contaría historias
bellísimas de unicornios y princesas, de gatos que son
ovejas, de reyes sin reinos, de amores; pero se murió
y nos dejó una pensión mísera «que no alcanza para
nada» y libros y fotos inexplicables.

***

todotodotodo detienestienes todotodotodo conviertes


viertes conviertesconviertes……………….

***

anoche leí por quinta vez «extracción de la piedra de


la locura». hermosísimo. tengo miedo. Le pedí a ella
que me buscara «niebla», pero salió apurada y no
tengo fuerzas para llegar a la biblioteca de papá. estoy
tan acostumbrada a los sueños que los invoco para no
sentirme tan sola, para tener algo sobre lo que escribir
en mi diario, para hacer alguna cosa mientras espero

92
el aleteo de las jarcias, lima 1992
foto de sarah quintanilla (la oroya, 1972)
93
94
epílogo

yo sé que tú estás esperándome


detrás de la lluvia

carlos oquendo de amat

95
96
fe de erratas (t.i.)

son inútiles sus intentos


la verdadera palabra es
daleada

97
98
Se terminó de imprimir
en los talleres gráficos

de azangarito

numeradas del 1 al 333


el día 29 de abril de 1993

ejemplar n°…….

esta reedición virtual infinita


se acabó el día 16 de septiembre de 2020

ejemplar n° libérrimo

99
100
101

También podría gustarte