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Lección 32
El estudio del pastor
En su vida el pastor debe evitar dos extremos. Por un lado, él no debe ser un gusano de
libros, siempre encerrado en su oficina, sin contacto vital y emocional con los en su
alrededor. Por otro lado, un pastor puede ser un hombre desorientado, un chismoso que
anda de casa en casa, ocupado con revistas y diarios, más o menos al tanto con el
pensamiento popular, mientras que descuida el proceso de la disciplina necesaria para
crecimiento mental.
En su vida el pastor debe evitar dos extremos. Por un lado, él no debe ser un gusano de
biblioteca, siempre encerrado en su oficina, sin contacto vital y emocional con los de su
alrededor. Algunos pastores con gran conocimiento han sido relativamente inútiles por
falta de una conexión viviente entre su conocimiento y las necesidades verdaderas del
mundo activo en el cual ellos viven.
Por otro lado, un pastor puede ser un hombre desorientado, un chismoso que anda de
casa en casa, ocupado con revistas y diarios, más o menos al tanto del pensamiento
popular, mientras que descuida el proceso de la disciplina necesaria para el crecimiento
mental. La falta de estabilidad en el pastoreado puede ser resultado de esto. Se ha
perdido la frescura y la originalidad en el pensar y expresarse. Se ha perdido, y la gente,
cansada de repeticiones y trivialidades, deja de amar y respetar al púlpito. Lo ideal,
entonces es una combinación del alumno y el pastor – una mente creciendo en
conocimiento y poder por el afán habitual de administrar e influir por el contacto
constante entre la iglesia y la gente. Hace falta un sistema bien planeado y
continuamente puesto por obra. ¿Qué sistema debe ser? Al contestar la pregunta quiero
seguir dos líneas de sugerencias; el método de estudiar y los objetos del estudio.
El método de estudiar
Sea un alumno por dondequiera. El pastor debe ocuparse de la mente humana y las
experiencias de los hombres. Por eso, el debe andar en el mundo con sus ojos y oídos
abiertos, estudiando a fondo la gente y la vida en su alrededor. En la calle, en la
sociedad, en reuniones sociales, la mente debe estar funcionando continuamente
observando caracteres, estudiando fases de la vida y juntando material para su trabajo
mental. Muchos de los mejores razonamientos, puntos de vista de las Escrituras, e
ilustraciones más vívidas surgen en la conversación o en la reunión de oración. Nadie
debe perderlos porque, desde que saltan de contactos con la gente, (Esta frase no se
entiende bien) es más probable que tales razonamientos satisfagan las necesidades de
la congregación y tratarán de preguntas de gran importancia para ellos. El pastor
estudioso que preservare estos textos, pensamientos e ilustraciones se sorprenderá a la
rapidez con que ocurren, y la riqueza y frescura que añaden a sus pensamientos e
instrucciones.
Siempre anda con un libro en la mano. Cada vida tiene momentos libres y se puede
añadir mucho a su cultura y conocimiento por aprovecharse de ellos. Mucha de la
literatura de hoy, junto con mucho de la biografía, historia ciencia, poesía y arte se puede
leer de esta manera si tenemos a mano el libro correcto. En 15 o 30 minutos por día se
puede leer una gran cantidad de libros en un año. Si tenemos cuidado al elegirlos,
añadirán en gran manera a la anchura e inteligencia del ministro y renovarán en vez de
agotar su mente.
Una vez que un hábito llega ser fijo es cada vez de más poder. La mente funciona con
más facilidad cuando tenemos la costumbre de estudiar en períodos que ocurren
regularmente. En vez de luchar por horas tratando de concentrarnos sobre el tema en
cuestión, la mente entra enseguida con energía para la obra. Cuanto más fijo el hábito,
más fácil, rápido y potente será el proceso mental. Este es el secreto del gran importe de
trabajo que algunos hombres ejecutan con la fuerza de su mente. A través de hábitos
fijos ellos pueden concentrar su fuerza mental y trabajar arduamente
Una vez que dedique estas horas de manera habitual, la gente lo entiende, y por regla
general, serán libres de interrupciones. La congregación se conformará al plan del pastor
y respetará su fidelidad en preparar para su instrucción en el día del señor. No hay
ninguna regla para decir la parte del día que debe ser elegida para estudiar. Depende,
en parte, de los hábitos del ministro y, en parte, de las necesidades de su carga. Por
regla general, la mañana es mejor. No hay tantas interrupciones y deja la tarde libre para
visitar, reuniones y su vida social.
Quiero añadir que, nada menos que un concepto alto del ministerio y un anhelo alto de
cumplir con su deber permitirá el pastor persistir en semejante disciplina en estudiar. El
debe tomarlo como un deber solemne que le debe a Dios, a su pueblo y a sí mismo. Si
no, fracasará. La indolencia a menudo es llevada para adelante por depender
engañosamente del ingenio o esperar que en el momento vendrá lo que precisa para dar
eficacia y brillantez a sus palabras públicas. A veces, oyentes desconsiderados
aplaudirán los sermones no bien preparados y así desanimará el pastor de preparar
bien. Aparte de esto, siempre hay obstáculos al estudio en la obra del pastor. El tiene
que atender a los enfermos, los afligidos, los errantes, junto con la administración de la
iglesia. Hay también deberes que cumplir con la sociedad en general. Muchas veces
estas le empujan y hay peligro que le impidan cumplir con su deber de estudiar. Muchos
hombres han achicado su crecimiento intelectual y poder en el púlpito por permitir que
estos quehaceres les impida dedicar el tiempo adecuado al estudio. La única cosa capaz
de vencer estas tentaciones es la convicción profunda de que el estudio persistente,
regular y de por vida es el deber solemne de cada hombre que se atreve a meterse en el
púlpito y enseñar a la gente. Deja los quehaceres tener su lugar pero el primer deber
imperativo de aquel que enseña a los demás es enseñarse a sí mismo.
Los temas
Supongamos que el pastor tiene horas fijas sagradas para su obra mental. ¿Qué debe
estudiar? Yo contesto: no únicamente para preparar sermones. Muchos caen en un error
grave en esto. Dedican todo el tiempo a la preparación de sermones sin dejar tiempo
para la cultura en general, conocimiento bíblico y la teología. Resulta que la mente llega
a estar vacía y estéril. No tiene material para pensar. La mente siempre esta rindiendo
sin añadir algo y el recipiente se vacía. Siempre está moliendo sin echar algo en la tolva.
Falta frescura. La mente siempre anda en las mismas ranuras y en el mismo círculo
reducido. Al contrario, si estaban leyendo, investigando, mirando las cosas desde otros
puntos de vista y siendo influenciados por otros pensadores, la mente para siempre
estaría creciendo y sus sermones estarían llenos de puntos de vista nuevos, frescos e
interesantes. En el estudio tenemos que buscar tres objetivos; la cultura general,
investigación bíblica y teológica y la preparación de sermones.
La cultura en general. Por esto quiero decir estudios para desarrollar el hombre entero.
El pastor no debe ser, en un sentido técnico reducido, un mero teólogo. Su anhelo debe
ser el de ser un hombre con cultura ancha, desarrollada en su naturaleza en todo
sentido. Para lograrlo hace falta un rango amplio de estudios. El debe estar expuesto a
los grandes rangos de verdad revelados por la ciencia, la filosofía, poesía y la historia.
La ciencia. Por supuesto, el pastor no debe descuidar su obra sagrada para estudiar
demasiado la ciencia. Pero, en esta edad de investigación científica, cuando los
problemas de la ciencia ocupan tanto los pensamientos de los hombres, el hombre que
predica en público semanalmente no puede estar ignorante de la ciencia. La ciencia ha
transformado profundamente la civilización y toca cuestiones profundas de la religión y la
vida. La astronomía, la geología, la botánica, la química, cada una abre un mundo nuevo
de verdad y ayudan en la interpretación de la Palabra d
e Dios y abundan en ilustraciones ricas de los temas sagrados del púlpito. Libros en
general sobre todas estas ciencias están al alcance de cada pastor y aun uno, de cada
una, sería suficiente para aumentar en gran manera su conocimiento.
La filosofía o ciencia de la mente. Ningún pastor debe anhelar ser un filósofo. Para
hacerlo tendría que dejar de tratar con las almas y su relación para con Dios y perderse
en la especulación metafísica. El pastor, en su trabajo con las almas, trata de
influenciarlas por el razonamiento, persuasión y un orden de motivos. La mente humana
entonces, y sus poderes, y los mejores métodos de influenciarla debe constituir un
estudio de por vida. En este estudio le conviene tener conocimiento de algunos de los
espíritus maestros del mundo del pensar. Hay algunas mentes que han controlado los
pensamientos de las edades. Son hombres como Platón, Aristóteles, Descartes, Bacón
Leibnitz y Locke. Con todo lo que un pastor tiene que hacer, sería imposible leer todos
pero se puede elegir a algunos libros como los de Mansel, McCosh y Porter.
La cultura estética. Dios no nos hizo meras máquinas lógicas sino seres con gustos,
imaginación, capacidad de ser movidos por objetos de belleza. Una buena parte del libro
de Dios es poesía dirigida a la imaginación. El universo a nuestro alrededor está lleno de
formas innumerables de belleza. Cuando una lógica, fría, e impasible falla, la verdad
muchas veces viene a través de la imaginación y los sentidos. Un hombre no puede ser
completo sin cultivar también este aspecto de su naturaleza. Sirve para aumentar
nuestro poder. Uno de las mejores maneras de lograrlo es por leer cuidadosamente los
grandes poetas. Una de las últimas cosas que hizo el gran hombre, el difunto Dr.
Wayland, era leer de nuevo Shakespere y Milton. Estas maravillosas creaciones de
genio sirvieron para amplificar su mente con rica instrucción y placer.
La cultura bíblica y teológica. La obra más grande del pastor es educar a la gente en las
verdades de la Biblia. Si llega a fallar en algo, por lo menos, el debe ser un maestro en el
evangelio. La ignorancia en algunos de los temas ya nombrados, aunque sería
lamentable, puede ser tolerada pero en el hombre que se atreve a subirse al púlpito y
enseñar la Biblia a la gente públicamente no puede ser perdonado si falta conocimiento
bíblico o si habla de ella de una manera cruda o equivocada. Poder retórico o lo que
parece ser sinceridad no pueden expiar por una falta de maestría de los temas del
púlpito. Estudios bíblicos y teológicos entonces deben tener un lugar importante en el
plan de estudio del pastor.
De suma importancia es el estudio de la Biblia porque trae la mente al contacto vivo con
la Palabra de Dios. Como alumnos en el hebreo y griego, debemos dedicar una parte de
cada día a un estudio cuidadoso y crítico de las Escrituras en los originales divinos como
fueron editados por el Espíritu santo. Ninguna traducción, cual perfecta que sea, es
capaz de darnos la impresión de los originales. Un poco de trabajo cada día en la lectura
de los originales, dentro de poco facilitará el proceso y gozo, y su valor es grande. La
Biblia es la Palabra de Dios y el gran instrumento de su poder, "La espada y el Espíritu."
El Espíritu Santo obra únicamente a través de la verdad divina y el púlpito más potente
es aquel que descubre más claro y plenamente estas palabras vivientes de Dios.
Sugiero que estudiamos toda la Biblia. El libro de Dios no es completo si no incluye todo
entre Génesis hasta Apocalipsis. Un sistema de verdad y la manera de la redención se
revela en etapas sucesivas. No es una mera colección fortuita de escritos sagrados sino
una sola gran revelación de Dios. Cada parte se relaciona con la otra y forma parte de la
obra completa. Los tipos y profecías y símbolos en la primera parte son los gérmenes del
evangelio que se revela claramente más adelante. Nadie puede entender perfectamente
un testamento sin un estudio cuidadoso del otro. Hay algunos libros que ayudan al
alumno a comprender esta unión de toda la Escritura.
También se debe estudiar la Biblia analíticamente. Una lectura rápida de las Escrituras
no sirve para interpretarla. Tenemos que analizarla cuidadosamente si hemos que
penetrar a ó en su significado completo. Por ejemplo; uno está leyendo el libro de
Romanos, empieza por decir "Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol,
apartado para el evangelio de Dios que él había prometido antes por sus profetas en las
Santas Escrituras, acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que era del linaje de
David según la carne, que fue declarado Hijo de Dios con poder según el Espíritu de
santidad, por la resurrección de entre los muertos." Ahora analice o extrae las
proposiciones que hay.
(1). Que fue anunciado anteriormente en las Escrituras por los profetas.
De Jesucristo dice:
El hombre que cuidadosamente y fielmente analiza así la Palabra de Dios, mientras que
la estudia, penetrará el corazón de ella y estará asombrado por su riqueza. Los grandes
pensamientos de Dios se abrirán a su vista de una manea que sería imposible para el
lector descuidado y superficial. Si el pastor se dedica a estudiar la Biblia así será capaz
de predicar, en parte por lo menos, en el día del señor sermones expositivos. Esta
conexión directa entre el estudio del pastor y el púlpito añadirá interés y fuerza a ambos.
Al estudiar las doctrinas cristianas también se debe tener un sistema. Debe ser planeado
de tal manera que, a través de los años, tomando un tema a su vez, el pastor puede
investigar todos los temas principales. Se puede empezar con un libro como el de
Hodge, "Bosquejos De La Tología" u otro parecido y seguir el orden de temas,
estudiando cada uno hasta dominar los puntos principales. Por ejemplo, supongamos
que empezamos con el tema de la inspiración. Primeramente debemos leer lo que
algunos autores de confianza dicen sobre el tema. Así tenemos un concepto claro, en la
mente, del tema. El segundo paso es anotar las porciones de la Biblia que dicen algo
sobre el tema. Examine cada una cuidadosamente y haga una nota de sus
observaciones. El tercer paso es el de escribir una declaración completa de su concepto
de la inspiración como resultado de su estudio. Se puede hacer lo mismo con cada tema.
Tal proceso de investigación teológica, practicado, año tras año, no puede menos que
hacer del pastor un buen pensador en cuanto a verdades espirituales y añadirá mucho a
su poder en el púlpito.
Una gran parte del tiempo que el pastor pasa en su estudio será dedicado a la
preparación de sermones. Sin embargo, este tema pertenece al estudio de la homilética.
Hay libros buenos sobre el tema como las siguientes:
Son temas que han ocupado con reverencia las mentes más nobles de las edades. Se
tratan de las almas de los hombres y los grandes intereses de la eternidad. Seguramente
el hombre que se atreve a levantarse y hablar ligeramente sobre tales temas ha
fracasado en comprender la solemnidad del gran oficio de ser un pastor evangélico.
El pastor debe ocuparse de la mente humana y las experiencias de los hombres. Por
eso, el debe andar en el mundo con sus ojos y oídos abiertos, estudiando a fondo la
gente y la vida en su alrededor. En la calle, en la sociedad, en reuniones sociales, la
mente debe estar funcionando continuamente observando caracteres, estudiando
fases de la vida y juntando material para su trabajo mental. Muchos de los mejores
razonamientos, puntos de vista de las Escrituras, e ilustraciones más vívidas surgen
en la conversación o en la reunión de oración.
2. ¿Cuáles son los dos extremos que debe evitar un pastor en el estudio?
El no debe ser un gusano de libros, siempre encerrado en su oficina, sin contacto vital
y emocional con los en su alrededor. Por otro lado, un pastor puede ser un hombre
desorientado, un chismoso que anda de casa en casa, ocupado con revistas y diarios,
más o menos al tanto con el pensamiento popular, mientras que descuida el proceso
de la disciplina necesaria para crecimiento mental.
Por otro lado, un pastor puede ser un hombre desorientado, un chismoso que anda de
casa en casa, ocupado con revistas y diarios, más o menos al tanto del pensamiento
popular, mientras que descuida el proceso de la disciplina necesaria para el
crecimiento mental
Él pastor debe tomarlo como un deber solemne que le debe a Dios, a su pueblo y a sí
mismo. Si no, fracasará. La indolencia a menudo es llevada para adelante por
depender engañosamente del ingenio o esperar que en el momento vendrá lo que
precisa para dar eficacia y brillantez a sus palabras públicas
Dedican todo el tiempo a la preparación de sermones sin dejar tiempo para la cultura en
general, conocimiento bíblico y la teología. El pastor no debe descuidar su obra sagrada
para estudiar demasiado la ciencia. Pero, en esta edad de investigación científica,
cuando los problemas de la ciencia ocupan tanto los pensamientos de los hombres, el
hombre que predica en público semanalmente no puede estar ignorante de la ciencia