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Regina Fuentes Oliva

Alberto Masferrer: intelectual y filósofo latinoamericano


Regina Fuentes Oliva6

Alberto Masferrer, es sin lugar a duda, un personaje de esos que hay que leer, releer, discutir,
con los que hay que dialogar. Esos personajes que no pasan desapercibidos pueden tener
defensores o detractores por igual, es uno de los “héroes” de los que se hace lectura política
y se le utiliza según las necesidades del momento. Sin embargo, merece más que eso, y es
importante leerlo desde otras ópticas y no encasillar su figura porque es sumamente
importante para el estudio de su época y sobre todo un esfuerzo constante y denodado por
pensar desde y para Centroamérica. En la historia de la filosofía latinoamericana Masferrer
debe ser incluido y si bien se le puede leer desde su postura política, son sus propuestas
filosóficas y la forma como estas influyeron en sus contemporáneos, lo que resulta más
significativo.

En un trabajo anterior (Fuentes Oliva, 2021) apuntábamos que este tipo de figuras a las que
se les otorga la categoría de héroe se convierten en grandes desconocidos a pesar de ser
sumamente visibles, porque se les conoce de nombre y hasta de rostro, sin embargo, se les
lee poco y sobre todo se les suele leer desde las posturas políticas que los acusan o defienden
como emblemas.

Me gustaría iniciar contando por qué desde Guatemala me parece tan importante el trabajo
de este gigante salvadoreño.

Masferrer fue un pensador, un intelectual que fue central en el pensamiento de su época y me


parece que debe ser considerado en la historia de la filosofía latinoamericana por los
esfuerzos teóricos por pensar desde y para Centroamérica. En Guatemala fue un intelectual
clave para la década, influyó a un grupo de intelectuales guatemaltecos con los que mantenía
una conversación fluida y frecuente. Dio conferencias, sus libros fueron publicados en varias
ocasiones, algunas de ellas oficiales, tanto del gobierno central como de la Municipalidad del
departamento de Quetzaltenango, dirigió a través de su hermana y su cuñado un semanario
que hacía eco del periódico salvadoreño Patria y organizó una Sociedad vitalista
guatemalteca que, hizo mucho trabajo a pesar de que no llegó a ser partido político, como sí
lo fue en El Salvador. Las discusiones que estos intelectuales sostuvieron con él fueron parte
de la construcción de un proyecto social y educativo que se llevó a la práctica una década
más tarde, en el primer gobierno de la revolución de 1944, durante el cual, parte de sus obras

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Maestra en filosofía y licenciada en Historia. Ha trabajado en distintos proyectos de investigación,
sus temas principales son la historia intelectual y conceptual. Ha sido catedrática de grado y
posgrado en distintas universidades del país.

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volvieron a ser publicados de manera oficial. Sin embargo, por esas razones políticas y
probablemente también ideológicas que construyen la memoria y la historia, todo el trabajo
que originó este proyecto fue invisibilizado y esto supuso que en Guatemala Masferrer pasara
a ser un auténtico desconocido.

Afortunadamente en El Salvador se conserva su nombre y su trabajo. En el año 2019, la


Universidad Salvadoreña Alberto Masferrer hizo una reedición de la mayor parte de sus obras
en la que tuve participación haciendo un pequeño aporte en el volumen que recupera parte
de la gran obra periodística de Masferrer (Casaús y Fuentes Oliva, 2019), por lo menos de la
que subsiste en El Salvador y Guatemala, aunque a ese número le hace falta la que está en la
prensa de Honduras y Costa Rica, otros dos países en los que también publicó. A pesar de
ese gran esfuerzo de recuperación, sigo pensando que es importante insistir en el estudio y
profundización de su obra y una lectura que, en este siglo, pueda hacerse yendo más allá de
la que se hizo desde el marxismo en el siglo pasado, lectura un tanto fragmentada por los
intereses políticos del momento.

Al respecto hay un interesante debate epistolar que sostuvieron las escritoras Matilde Elena
López y Teresa Masferrer de Miranda, en la que esta última le debatía la interpretación que
López hacía de la obra de Alberto Masferrer a quien había calificado como “pequeño
burgués”, así como que llamara al Mínimum Vital “confusa mezcla de buenas intenciones
[…] arcaicas doctrinas orientales […] filosofías mal digeridas y que caen con singular gracia
del idealismo al materialismo” (“Protesta animadversión roja contra Masferrer”, 13 de
septiembre de 1968). López acusaba a Alberto Masferrer no haber sido un buen político y de
no haber asimilado el marxismo (Cf. López, 1954).

Por su parte Teresa Masferrer respondió a estas críticas haciendo énfasis en que su hermano
nunca había sido marxista. Que, aunque conocía el pensamiento de Marx, no lo compartía,
además que Masferrer nunca había pretendido ser un líder político:

Masferrer sabía por experiencia que las ideas que se cristalizan en leyes escritas
pierden su vitalidad, su virtud vigente, se modifican en los archivos y no se cumplen,
como las constituciones. Él prefería que el Mínimum Vital se transforme en hábitos,
en costumbres, parte de una nueva moral. Él sabía que las reivindicaciones obreras en
los programas políticos son torta y pan pintados, precisamente porque no era político
(“Protesta animadversión roja contra Masferrer”, 13 de septiembre de 1968:18).

Resulta evidente que, durante la época de la hegemonía marxista en el pensamiento


centroamericano, el que su obra tuviera un trasfondo teosófico y espiritualista pasó
desapercibido o fue intencionalmente ocultado y muchas de sus obras pudieron parecer
superficiales y cargadas de planteamientos ilusorios. Sin embargo, este es un aspecto
fundamental cuando se examina la obra en su conjunto.

Pienso que leerlo hoy, con otros ojos, puede darnos una perspectiva más integral que no
fragmente su obra entre escritos sociológicos, políticos y literario-espirituales, porque todo
el desarrollo de su trabajo guarda una unidad que, si se lee desde ahí, permite entenderla
desde una postura más cercana al llamado socialismo utópico que al marxismo.

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El eje central de su obra fue sin duda, hacer una propuesta propia, que respondiera a las
necesidades de la región. Desde este pensamiento situado en América Latina y concretamente
en Centroamérica, Masferrer toma como criterio fundamental, la vida y desde ahí construye
toda su propuesta. Cuando dice vida se refiere a la vida concreta y material:

Vida: no abstracta, no estatal, no filosófica, ni moviéndose en no sé qué regiones


nebulosas de la metafísica, sino animal, concreta visible y tangible (Masferrer, 22 de
agosto de 1928).

La vida, es decir, mi vida: porque si me arruinan o me quitan la mía, de nada me sirve


que eleven hasta el cielo las de otros. Mi vida, mi bien supremo, es esta que yo vivo
y disfruto (Masferrer, 27 de julio de 1930).

Vida material, sí, pero es el criterio espiritual, incluso religioso, entendiendo religión en un
sentido amplio, lo que le permite conceptualizar a la vida no como algo abstracto sino, desde
una postura ética, como elemento fundamental, como condición de posibilidad para cualquier
planteamiento que necesariamente tiene que partir de la existencia, del vivir.

Por esta razón llama a su postura “vitalismo” y a este concepto le dedica toda su obra,
pensando en los diferentes aspectos de ella. En una serie de artículos escritos en forma de
cartas dirigidas a Salarrué define al vitalismo como una religión, entendida esta como
“religar”, “atar de nuevo” lo que está desunido y esto es precisamente la vida, al ser planteada
como desde una perspectiva individual y no como unidad. Este concepto unitario de la vida
promueve un respeto hacia todos los seres vivientes, vegetales, animales y por supuesto
humanos, porque concebirla desunida y fragmentada, produce dolor, muerte e impide la vida
misma.

Considerar la vida propia por encima de las demás vidas: “viva yo, aunque los demás
perezcan o sufran” “vivir yo, y que los demás vivan, si pueden”, o incluso “vivir y dejar
vivir”, es decir, cuando no la voracidad y el egoísmo, la simple indiferencia, producen un
desequilibrio general:

En el mundo reina el canibalismo. Disfrazado en mil formas, unas más visibles que
otras, la verdadera creencia y práctica de los hombres, actualmente, es una atenuación
del canibalismo: no devoramos a nuestros semejantes, no nos comemos su carne, ni
nos bebemos su sangre, […] PERO ABSORBEMOS SU VIDA. Absorbemos, para
inflar e hipertrofiar la nuestra, su descanso, su trabajo, su aire, su pan, su recreo, todas
las modalidades de su vivir. El vampiro es el acabado símbolo de nuestros conceptos
sobre la vida, y el vampirismo, el nombre real de nuestras maneras de vivir
(Masferrer,16 de septiembre de 1929).

En consecuencia, la propuesta del vitalismo masferreriano es “vivir y hacer vivir”, procurar


de manera consciente todo lo que sustente la vida. No es solo no matar, sino crear condiciones
para que todas las formas de vida empezando por la humana, puedan desarrollarse
ampliamente. Vivir, no sobrevivir. Por ello cuando planteaba su “mínimum vital” buscaba
ese mínimo para producir vida digna, no supervivencia, no caridad, el mínimo para vivir con

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dignidad y la posibilidad de desarrollar todas sus capacidades. Que la pobreza no sea tanta
que se convierta en miseria, que la riqueza no sea tan grande que absorba la vida de los otros.

El vitalismo es entonces, el eje central de toda su obra y el desarrollo de esta lo va llevando


a analizar, interpretar y organizar toda la sociedad desde esta perspectiva vitalista.

La pretensión era hacer una propuesta que, por supuesto, pudiera ser puesta en práctica, es
decir, no eran solo reflexiones teóricas, lo veía como un programa político, aunque su
aspiración no era tener acceso un puesto político como tal, crea un partido político sí, aunque
su trabajo era más el de un divulgador o ya el de un maestro.

En ese sentido, es muy interesante el uso que hace del periódico en el que combina su trabajo
como pensador, periodista y maestro.

Masferrer fue un autodidacta, a pesar de ello (o quizá debido a ello) tuvo una formación muy
sólida, muy disciplinado en el hábito de la lectura, mantuvo una conversación y discusión
constante con los intelectuales de la época, tanto por carta como por sus múltiples viajes e
incluso estancias prolongadas en otros países de América y Europa. Debido a su amplia
formación pudo haber hecho gala de erudición, sin embargo, se mantuvo muy modesto,
sosteniendo un objetivo claro y explícito, ser un educador integral:

volvernos sencillos, sobrios; modestos, y consagrar pensamiento, dinero y


acción a restaurar la salud física del pueblo, arruinada, por siglos de hambre y
de esclavitud; a desintoxicar su sangre saturada de alcohol, y a desen-
tenebrecer su alma, sumergida en la superstición y la ignorancia (Masferrer,11
de septiembre de 1929).

Esto es evidente en la claridad y hondura de sus análisis. Toca temas muy profundos, sus
múltiples citas evidencian sus amplias lecturas, sin embargo, cuando escribe, lo hace con un
lenguaje simple y, sobre todo, muy didáctico, lo cual es muestra de la profundidad de su
pensamiento. Se evidencia en sus escritos al pedagogo, al educador, busca términos que
puedan ser entendidos por todas las personas que lo leen o escuchan, no para demostrar lo
mucho que él sabe, sino para educar, para formar. Está convencido de que en la educación
está la llave para acceder al “alma” de la persona (Cf. Masferrer, 29 de junio de 1928).

La educación es indispensable para la conformación de la nación y para “humanizar” a las


personas, que, en su análisis, es un paso más allá de la civilización. Por humanización
entiende “aquel estado en que el hombre no puede ya vivir para sí mismo, si al mismo tiempo
no vive intensamente para los demás” (Masferrer, 28 de julio de 1928).

A su juicio la educación guarda una importancia tal que no puede ser una tarea exclusiva del
gobierno debe ser un proyecto nacional en el que todas las personas estén de alguna manera
involucradas. Es una “obra de patriotismo” e incluso de “defensa de la seguridad nacional”.
Encuentra en el compromiso de los ciudadanos de erradicar el analfabetismo el gran proyecto
que podría formar una nación, no solo por la índole unificadora del esfuerzo sino además por
la conciencia que crea en las masas cuando sepan leer y escribir:

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procurarnos una extensa comunión mental que nos vincule y nos oriente; sin
la cual viviremos siempre en total anarquía de ideas y aspiraciones, tirando
cada uno la manta para su lado y sin posibilidad ninguna de transformar en
nación, lo que hoy es simplemente un territorio muy poblado (Masferrer,
1950 b:110).

La “educación nacional” debería llamarse “educación para El Salvador”,

nuestro patriotismo, tan frágil, parcial y voluble; tan confundido con móviles
personales o con aspiraciones de círculos y bandos, ya se habría cambiado en
cosa firme, viva, desinteresada y general, si una siquiera de las generaciones
existentes hubiera sido educada siguiendo el concepto de lo que llamamos,
educación nacional, es decir, preparación de los salvadoreños para El
Salvador (Masferrer, 4 y 6 de julio de 1929).

Planteaba que la esclavitud y el sometimiento de los países centroamericanos se fundamenta


en el problema educativo, “un pueblo analfabeto será, sin remedio, el esclavo de un grupo de
perversos de su propio suelo, o la presa fácil de cualquiera nación poderosa que desee
absorberlo o dominarlo” (Masferrer, 1950 a:60).

Masferrer considera imposible pensar en nación y libertad si no se empieza por liberar de la


ignorancia a la población. Este proceso empieza, sin lugar a duda, con la alfabetización.
Porque con la condición de analfabetismo, ignorancia y miseria que se vive produce un
sistema que solo puede encontrar solución en su destrucción

Esa cosa hedionda, hipócrita, mezquina, vil y torpe que llamamos civilización,
educación, […] alta sociedad, refinamiento, está pidiendo a gritos la tea que
venga a incendiarlo y consumirlo. Ha llegado la hora de destruir todo eso, de
borrarlo de aventar sus tétricos y fatales cenizas, para que pueda nacer otra
vida con otro aire (Masferrer, 29 de febrero de 1928).

Para Masferrer la posibilidad de una vida digna empieza con la educación porque la primera
condición para transformar las estructuras sociales es conformar una nación o un “pueblo”.
Sin esta condición previa ningún movimiento social puede trascender más allá de
escaramuzas aisladas (Cf. Masferrer, 1950 a: 64). Ningún grupo social puede conformarse
como nación si es ignorante y analfabeto, por lo tanto, la alfabetización reside en la base de
su proyecto.

Lo que quiero proponer es que toda su obra forma parte de un gran proyecto pedagógico. No
es solo el estudio, la investigación, la reflexión que se plasma por escrito en artículos y libros;
si no que estos constituyen una unidad interna con un claro objetivo didáctico que pretende
llegar a un público muy amplio promoviendo el debate con los académicos e intelectuales y
al mismo tiempo, divulgándolo entre personas con menor nivel de formación académica. La
educación es origen y medio para conseguir la transformación social que suponga la vida
para todos.

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Entonces el vitalismo masferreriano pasa en primer lugar por el proyecto educativo. La


construcción de la vida digna depende de la educación, la de los niños por supuesto, la
transformación de la escuela formal. Analiza la formación de maestros, la estructura del
sistema educativo, el compromiso social que todo esto supone para cubrir a toda la población
en edad escolar. Sin embargo, hay un énfasis muy grande en la otra parte, la más difícil, que
es la educación de adultos, que inicia con la desanlfabetización, término que supone la
erradicación total de analfabetismo, como decíamos, la base del proyecto. Cuando analiza la
situación social señala al analfabetismo como uno de los “tres gusanos voraces” que roen el
corazón de la sociedad enferma y añade: “Al mismo nivel que dar de comer al que tiene
hambre, se halla entre las obras de misericordia la de enseñar al que no sabe. Porque una y
otra satisfacen las dos primordiales necesidades del ser, que son conservar y perfeccionar la
vida del cuerpo y la vida del espíritu” (Cf. Masferrer, 1950 a: 94).

Otro punto importante es la formación de escuelas de adultos, principalmente dirigidas a


obreros y personas que no hubieran tenido acceso a completar su formación académica
formal. En este sentido participó y apoyó en las universidades populares, promovió
conferencias y preparó recopilaciones de artículos a los que llamó “cartillas vitalistas” que
tenían como objetivo la formación de los adultos. Como parte de ello también promovió las
actividades culturales como música y teatro.

Vinculado a lo anterior, está la creación de bibliotecas y la promoción de la lectura como


actividad recreativa. Para este tema el documento central es La cultura por medio del libro,
escrito en 1922, publicado en Patria por partes en septiembre de 1928 y como libro en
Guatemala en 1929. En este libro plantea la necesidad de crear bibliotecas en cada rincón del
país, con el objetivo de darle seguimiento a la obra de alfabetización por medio de crear el
hábito de la lectura en adultos y niños. Para ello analiza una forma práctica de llevar la lectura
a todos los rincones del país, acomodándolas al tamaño y necesidades de cada población.
Piensa en bibliotecas pequeñas cuyo contenido sea muy cuidadosamente escogido y que se
pudieran llevar a los diferentes pueblos para que los trabajadores pudieran hacer uso de ellas
sin dejar sus labores.

Finalmente podemos mencionar que todo este proyecto vitalista, que tenía como eje central
el proyecto educativo, cristalizó en Patria el diario que fundó y dirigió a partir de 1928.

Patria no es un periódico común, tiene una estructura interna que evidencia el proyecto macro
como estrategias pedagógicas podemos señalar: el desarrollo de temas complejos analizados
con profundidad, pero expuestos con términos simples; exposiciones cortas que facilitan la
comprensión; reiteración de los temas importantes; el uso de múltiples ejemplos prácticos y
el fomento al diálogo con los interlocutores (los alumnos, los lectores de Patria).

Los temas se desarrollaban en forma de breves artículos, este material luego era recogido y
formado para ser convertido en libros, así nacieron, por ejemplo, El mínimum vital, El libro
de la vida I y II, las Cartillas Vitalistas I-V (inéditas) y otros, también lo hacía al contrario,
los libros que nacían como tales, eran posteriormente seccionados y publicados por entregas
ese es el caso de libros como Leer y Escribir, la Cultura por medio del libro, El Dinero
Maldito, Religión Universal, etc., lo cual le permitía asegurar una lectura íntegra, pausada,
en ocasiones explicada y discutida. Estos artículos se volvían a publicar con cierta

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regularidad en una columna llamada “Confirmando y reafirmando ideas”, porque lo que


buscaba era fijar el contenido.

Todos los artículos se ilustraban con ejemplos sencillos y fomentaba la conversación con sus
lectores publicando sus cartas y discutiéndolas.

De esta manera Masferrer utilizaba un medio, que en aquel momento constituía la forma más
segura de llegar a un público amplio, para difundir su ideal de transformación social por
medio de la educación de todos los estratos de la sociedad.

Entonces para concluir podríamos decir que el vitalismo de Masferrer consiste en vivir y
hacer vivir, es decir, que la vida y todo lo necesario para que esta se produzca, reproduzca y
sostenga con amplitud esté disponible para todos los seres vivos humanos y no humanos.
Esto implica vivir no solo para uno mismo sino para los demás y para lograrlo depositaba
todas sus esperanzas y esfuerzos en una educación entendida de manera amplia que
trascendiera las fronteras de la escuela y se convirtiera en una forma de vivir.

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Referencias

Libros

Casaús, Marta y Fuentes Oliva, Regina. Comp. (2019). Obras completas de Alberto
Masferrer, Vol. 4. San Salvador: Masferrer editores.

Fuentes Oliva, Regina (2021). “Anotaciones para recuperar los aportes teóricos de autores
latinoamericanos”. Cultura de Guatemala. Guatemala: Cara Parens. Año XL, vol. II, julio-
diciembre de 2019.

López, Matilde Elena Masferrer, alto pensador de Centroamérica. San Salvador: Editorial
del Ministerio de Educación Pública, 1954.

Masferrer, Alberto (1950 a). “Leer y escribir” Alberto Masferrer. El mínimum vital y otras
obras de carácter sociológico, Guatemala: Ediciones del Gobierno de Guatemala, Colección
Clásicos del Istmo.

Masferrer, Alberto (1950 b). “La cultura por medio del libro”. Masferrer, El mínimum vital
y otras obras….

Publicaciones periódicas

(13 de septiembre de 1968). “Protesta animadversión roja contra Masferrer”. La prensa


gráfica.

Masferrer, A. (29 de febrero de 1928). Carta a Hortensia. Fondo del Archivo General de El
Salvador.

______. (29 de junio de 1928). “Cultura”. Patria.

______. (4 y 6 de julio de 1929). “La educación nacional. Orientaciones para reorganizarla I


y II”. Patria.

______. (28 de julio de 1928). “Humanización”, Patria.

______. (22 de agosto de 1928). “La vida frente al dinero”. Patria.

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Regina Fuentes Oliva

______. (11 de septiembre de 1929). “Carta Prólogo a la Edición de 1929 de Leer y escribir”.
Patria.

______. (16 de septiembre de 1929). “El vitalismo es una religión. Conversando con
Salarrué”. Patria.

______. (27 de julio de 1930). “Máquinas y hombres”. Patria.

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