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TOXICOLOGIA

 
¿Cómo entran al cuerpo los contaminantes tóxicos del aire?

Las personas están expuestas a las sustancias tóxicas por diferentes vías. Sin embargo, algunas formas
características de exposición, como la ingesta de alimentos y bebidas, son irrelevantes para ser tratadas
en una explicación sobre los contaminantes tóxicos del aire. Las principales vías de exposición para los
contaminantes del aire, clasificadas según su importancia, son las siguientes:
• Contacto con la piel o los ojos;
• Ingesta, e
• Inhalación.

Generalmente, el primer punto de contacto entre el cuerpo humano y los contaminantes tóxicos del aire
es la piel. Sin embargo, a diferencia de las vías respiratorias y el aparato digestivo, esta no está diseñada
para la absorción. Cuando su superficie no está dañada, la piel sirve como una barrera eficaz contra la
mayoría de sustancias extrañas. De los miles de potenciales contaminantes tóxicos del aire, solo pocos
tienen las características químicas necesarias para ser absorbidos fácilmente por la piel. Aunque los ojos
son solo una vía menor de exposición, deben ser mencionados. Debido a que poseen muchos vasos
sanguíneos diminutos cerca de la superficie ya que carecen de una capa exterior gruesa, absorben las
sustancias más fácilmente que la piel. Ciertas sustancias químicas, como el fluoroacetato, se absorben a
través de los ojos en cantidades suficientes como para originar un envenenamiento sistémico. La ingesta
incluye el paso a través del aparato digestivo, aunque esto no solo se aplica a las sustancias que se
comen. Las sustancias transportadas por el aire que entran a las vías respiratorias a través de la boca o
la nariz pueden ser retenidas en la capa protectora de la mucosa, transportadas a la faringe e ingeridas.
Obviamente, la inhalación por los pulmones es la vía que supone más problemas en lo que a
contaminantes tóxicos del aire se refiere. La mayoría de las sustancias que se encuentran en los
pulmones tienen acceso fácil a la circulación por el cuerpo y pueden llegar prácticamente a cualquier
punto de este.

Diferencias entre exposición y dosis

El factor crítico al determinar los efectos adversos para la salud relacionados con los contaminantes
tóxicos del aire no es la exposición a una sustancia sino la cantidad de esta sustancia que llega hasta un
tejido o célula donde puede ejercer un efecto.
La exposición se caracteriza por el contacto entre un agente y un organismo. Ya se produzca en la piel,
la boca, el aparato digestivo o en los pulmones, el nivel de exposición es la cantidad disponible de una
sustancia para la absorción.
La dosis, por otro lado, es la cantidad de una sustancia realmente absorbida por el cuerpo (recuérdese la
distinción entre “dentro” y “fuera” del cuerpo). Más específicamente, podemos decir que la dosis
absorbida es la cantidad de una sustancia que un organismo ha absorbido, mientras que la dosis efectiva
es la cantidad de una sustancia que llega a una parte del cuerpo donde puede originar un efecto adverso.
Esta es más complicada de determinar que la primera, porque resulta difícil medir las concentraciones
químicas en partes específicas dentro del cuerpo, y este presenta, por otra parte, reacciones diversas
frente a los agentes. Por estas razones, generalmente la dosis efectiva se calcula a partir de la dosis
absorbida, y esta, a su vez, se determina mediante las concentraciones sanguíneas.

Descripción de los efectos de los contaminantes tóxicos del aire

Todos los efectos adversos para la salud de los contaminantes tóxicos del aire se pueden clasificar como
locales o sistémicos. Los efectos locales ocurren en la puerta de entrada; es decir, en el lugar donde se
produce la absorción. Las sustancias altamente reactivas tienden a ejercer sus efectos localmente, en el
primer lugar de contacto; en cambio, los efectos sistémicos ocurren en un lugar distinto, después de que
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una sustancia ha sido absorbida, distribuida y quizás incluso metabolizada. Los componentes más
estables tienen mayores probabilidades de ser transportados por la sangre hasta zonas que presentan
una sensibilidad particular a ellos. Algunas sustancias tóxicas, como los plaguicidas organofosforados,
pueden originar efectos tanto locales como sistémicos.

¿Qué es un tejido diana?

La parte del cuerpo en la que una sustancia química origina efectos adversos se denomina tejido diana.
Pero un “tejido” diana puede ser, en realidad, un órgano íntegro, un tejido, una célula o tan solo un
componente subcelular. Las mutaciones, por ejemplo, son efectos subcelulares en los que algunas
sustancias químicas tóxicas alteran el material genético.
Los siguientes conceptos le ayudarán a comprender cómo los contaminantes tóxicos del aire pueden
originar efectos adversos en diversos lugares diana dentro del cuerpo:
• Una sustancia química puede tener más de un tejido diana.
• El tejido diana de una sustancia química puede cambiar con el transcurso del tiempo, con la magnitud
de la dosis o la duración de esta.
• Las interacciones químicas y el metabolismo pueden crear sustancias con lugares diana distintos de los
que tendría la sustancia química original.
• Sistema nervioso.
• Hígado.
• Sistema hematopoyético (formación de sangre).
• Riñones.
• Aparato digestivo.
• Piel, vías respiratorias.

Clasificación de la actividad entre sustancias químicas

Debido a que generalmente las personas están expuestas a más de un contaminante a la vez, las
interacciones químicas, al relacionarse con los efectos en la salud, constituyen consideraciones
importantes para determinar los riesgos de exposición de individuos y de la población a los contaminantes
tóxicos del aire. A menudo, las combinaciones de sustancias químicas originan efectos diferentes de los
que se hubiera predicho para las mismas sustancias de manera independiente. Lamentablemente,
desconocemos la naturaleza de muchas interacciones. Incluso cuando se conocen los efectos resultantes
de la combinación de dos contaminantes, la adición de una tercera variable hace que los efectos finales
sean inciertos. Esta compleja área de estudio constituye el tema central de diversas investigaciones
toxicológicas desarrolladas en la actualidad.

A continuación, se describen los tipos generales de interacciones químicas que pueden ocurrir y se
brindan algunos ejemplos. Aunque los ejemplos presentados se centran en las interacciones de dos
sustancias químicas, los principios discutidos también se aplican a la combinación de cualquier número
de sustancias. Recuerde que la preocupación aquí no reside en las interacciones químicas en sí mismas
(eso queda para los químicos) sino en la forma como las interacciones alteran los efectos en la salud.

A veces 2 + 2 no es 4
Los efectos de la exposición simultánea a una combinación de dos o más sustancias tóxicas se pueden
clasificar en alguno de los tres tipos generales que se presentan a continuación:
• Aditivos (adición);
• Sinérgicos (sinergia), y
• Antagónicos (antagonismo).
Un efecto aditivo es un efecto combinado de dos o más sustancias químicas que equivale a la
suma de los efectos aislados de cada una de ellas. En otras palabras, es simplemente como sumar 2 + 2
= 4. (Estamos suponiendo que los efectos individuales no son directamente contrarios, con lo que
tenderían a cancelarse entre sí.) Cada sustancia química realiza sus acciones como si no existiera otra.

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Este es el efecto observado más común en las exposiciones a sustancias químicas simultáneas. Por
ejemplo, los efectos de distintos plaguicidas organofosforados se combinan de manera aditiva.
La sinergia supone un efecto combinado de dos o más sustancias químicas que es mucho mayor
que la suma de los efectos de cada sustancia por sí sola; o sea, 2 + 2 = 10.
El tetra cloruro de carbono y el etanol son un buen ejemplo.
La exposición simultánea a estas dos sustancias químicas —ambas hepatotóxicas (tóxicos hepáticos) —
produce mucho más daño al hígado del que se hubiera producido de manera aditiva. La potenciación es
un tipo particular de sinergia en el que una sustancia que no ejerce efecto alguno en determinada zona
corporal aumenta los efectos tóxicos de otra sustancia en dicha zona. Se podría representar este efecto
como 0 + 2 = 10. A manera de ejemplo, el isopropanol, que no es tóxico para el hígado, potencia la
hepatotoxicidad del tetra cloruro de carbono. La interacción de las partículas de gas en los pulmones es
un mecanismo sinérgico importante en la toxicología de la contaminación del aire. A veces, los gases
adsorbidos en las partículas pueden penetrar más profundamente en los pulmones (y, por consiguiente,
experimentar mayor absorción y ejercer un mayor efecto) que si hubieran sido inhalados en la fase
gaseosa. Un caso típico de esta clase de interacción es el gas de fluoruro de hidrógeno adsorbido al
aerosol de sulfato de berilio.
En el antagonismo, dos o más sustancias químicas interfieren en las acciones de cada una de
ellas (o bien una interfiere con la acción de la otra), por lo que el efecto combinado es menor que la suma
de los efectos químicos individuales:
2 + 2 = 3. La interacción antagónica constituye la base para la mayoría de antídotos de venenos.
Asimismo, el potencial carcinogénico del arsénico es contrarrestado de esta manera por el selenio. Existe
un caso especial de antagonismo en el que dos sustancias químicas que originan efectos opuestos en la
misma función fisiológica terminan cancelándose entre sí. Esta situación puede representarse mediante la
siguiente ecuación: -4 + (-4) = 0. Un ejemplo sería la cancelación del efecto de un barbitúrico, sustancia
que reduce la presión sanguínea, mediante la administración de un agente vasoconstrictor (constrictor de
los vasos sanguíneos) como la norepinefrina.
Una forma de antagonismo entre sustancias químicas es precisamente la contraria a la potenciación. En
ese caso, una sustancia que no origina ningún efecto en un órgano particular o sistema disminuye la
toxicidad de otra (0 + 4 = 1).
La tolerancia es una interacción química comúnmente observada y relacionada con el
antagonismo. Es un estado de disminución de los efectos de una sustancia química que resulta de la
exposición previa a dicha sustancia o a otra estructuralmente relacionada. Este fenómeno generalmente
ocurre con la administración crónica de medicamentos: con el transcurso del tiempo, se requiere una
dosis mayor para producir el mismo efecto. La tolerancia con sustancias tóxicas puede permitirle a un
individuo resistir niveles que normalmente hubieran sido sumamente tóxicos o incluso letales. Las
pruebas indican que ciertas poblaciones del sur de California están desarrollando tolerancia al ozono
simplemente por estar expuestas a él en el aire ambiental.

Toxico cinética: ADME o qué hace el cuerpo con las sustancias que ingresan

Como se mencionó anteriormente, el factor crucial para determinar los efectos adversos en la salud que
resultan de la exposición a una sustancia química tóxica es la cantidad de esta que llega hasta un tejido
diana. Esta dosis efectiva depende, en parte, de cuatro factores, comúnmente resumidos por las siglas
ADME:
• Absorción;
• Distribución (por determinados lugares de almacenamiento);
• Metabolismo (biotransformación), y
• Excreción.
La absorción es el mecanismo natural por el cual las sustancias pasan a través de los recubrimientos del
cuerpo para entrar en este. Una vez que son absorbidas, se distribuyen por todo el cuerpo a todas las
células o bien a uno o varios lugares de almacenamiento específicos. Toda sustancia absorbida puede
experimentar también una transformación metabólica en diversas partes del cuerpo. La excreción es una
suerte de proceso opuesto a la absorción: es el traslado de sustancias fuera del cuerpo y los seres
humanos tienen varios mecanismos para hacerlo.
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Al estudiar la toxicidad de las sustancias transportadas por el aire, es importante comprender los
mecanismos de destoxificación del cuerpo. La acción biológica de una sustancia tóxica puede terminar en
el almacenamiento, la transformación metabólica o la excreción; esta última es la más común.

Absorción
Para que un organismo se mantenga vivo, debe tener la capacidad de tomar de su alrededor los
nutrientes que necesita. En el cuerpo humano, las vías respiratorias y el aparato digestivo están
especialmente diseñados para hacer eso.
Lamentablemente, este eficiente sistema de absorción de nutrientes funciona igualmente bien para la
absorción de muchas sustancias tóxicas que entran a los pulmones o al aparato digestivo. Antes de tratar
estas dos vías principales de absorción más detalladamente, veamos cómo las sustancias atraviesan las
membranas celulares.
Las sustancias pueden atravesar las membranas biológicas por cualquiera de dos mecanismos: el
transporte activo o pasivo. El transporte pasivo es el traspaso de una membrana sencillamente por leyes
básicas de la física: seguir un gradiente de concentración. Siempre que la membrana sea permeable a la
sustancia, esta tiende a moverse de áreas de mayor concentración a áreas de concentración inferior. Por
otro lado, en el proceso de transporte activo, se emplea la energía para mover una sustancia a través de
una membrana, de manera que el gradiente de concentración no es un factor. El transporte activo de
algunos elementos traza es fundamental para mantener la vida humana. Lamentablemente, algunas
sustancias tóxicas también pueden aprovechar estos mecanismos de transporte beneficioso. Otro factor
que interviene en el transporte de sustancias a través de las membranas es la composición de la
membrana en sí. Las membranas biológicas contienen lípidos y, por consiguiente, son sumamente
permeables a las moléculas solubles de lípidos y muy impermeables a todas las moléculas solubles en
agua, excepto las más pequeñas.

 La piel
La presentación anterior sobre las vías de exposición humana a los contaminantes tóxicos del aire
demostró que algunas sustancias transportadas por el aire pueden atravesar la barrera de la piel. La
mayoría de sustancias químicas absorbidas de esta manera pasan a través de la piel misma, las células
epidérmicas. Las glándulas sudoríferas y los folículos del pelo, a pesar de proporcionar acceso fácil al
cuerpo, son muy pocos y se encuentran muy distanciados como para producir alguna consecuencia. La
absorción a través de la piel depende de varios factores:
• Las propiedades de la sustancia química misma.
• El espesor de la capa exterior de la piel.
• La difusividad de la capa exterior. Por ejemplo, las sustancias tóxicas cruzan fácilmente la piel del
escroto, la cual es sumamente delgada y tiene alta difusividad. (¿Recuerda la gran incidencia de cáncer
del escroto entre los limpiadores de chimeneas en la Inglaterra del siglo XIX, de la que hablamos en una
lección anterior?) En contraste, las sustancias tóxicas atraviesan la planta del pie con mucha dificultad: a
pesar de que esta área presenta la mayor difusividad, también tiene la capa exterior más gruesa de la
piel.
• Estado de la capa exterior (es decir, si está intacta o dañada).
• Contenido de agua de la capa exterior (la alta hidratación incrementa la absorción).
A pesar de la gran incidencia de contacto entre la piel y los contaminantes tóxicos del aire, muy pocas
sustancias químicas tienen las propiedades necesarias para entrar al cuerpo por esta vía.

 Pulmones
Como se hubiera esperado, la mayor cantidad de absorciones de contaminantes tóxicos del aire ocurre
en los pulmones. La captación de productos químicos que se inhalan depende de algunos factores:
• Propiedades químicas y físicas de las sustancias;
• La anatomía y función respiratoria y cardiovascular de la persona;
• La tasa y profundidad de respiración.
La tasa de absorción de un gas depende, en gran parte, de la presencia de gas en la sangre y de la
solubilidad de este. Para los gases de la sangre con baja solubilidad, la tasa de absorción depende
principalmente del flujo sanguíneo a través de los pulmones. En otras palabras, si una unidad de sangre
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puede tan solo absorber determinada cantidad de una sustancia, la manera de aumentar dicha absorción
será poniéndola en contacto con más sangre. La tasa de absorción de gases de la sangre con alta
solubilidad depende principalmente de la tasa y la profundidad de la respiración.
O, dicho de otra forma, si la sangre absorbiera un suministro ilimitado de un gas, entonces la clave para
aumentar la cantidad absorbida sería poner en contacto mayor cantidad de este gas con la sangre que se
encuentra en los alvéolos de los pulmones.
El lugar donde se depositarán las partículas inhaladas, ya sean líquidas o sólidas, dependerá
principalmente de su tamaño. Como señalamos en la lección 2, el movimiento mucociliar del aparato
respiratorio está diseñado para mantener las vías respiratorias inferiores libres de partículas extrañas y
realiza esta tarea con gran eficiencia. En cambio, al no estar diseñado para impedir que el cuerpo
absorba las sustancias, no es muy eficiente para ello. De hecho, la mayoría de partículas que se inhalan
quedan atrapadas por una cobertura de mucosa móvil y son expulsadas al aparato digestivo, que está
especialmente diseñado para absorber las partículas sólidas y líquidas.
A pesar de los mecanismos de defensa mencionados, creados en las vías respiratorias, algunas
partículas muy pequeñas (generalmente menores que un micrómetro de diámetro) logran llegar a los
alvéolos y puede tomar meses o incluso años despejar los pulmones de ellas. Algunas, con el tiempo,
pueden alcanzar el sistema de circulación general mediante la absorción en el sistema linfático.

 Aparato digestivo
Debido a que las sustancias atrapadas por la cobertura de mucosa del aparato respiratorio pueden ser
ingeridas con el tiempo, el aparato digestivo constituye una vía posible de exposición para los
contaminantes tóxicos del aire bajo la forma de partículas (líquidas o sólidas). La absorción puede
realizarse a lo largo de todo el aparato digestivo, incluida la boca y el recto, pero el intestino delgado es la
zona principal donde ella puede ocurrir. En el intestino delgado, así como en las partes más profundas de
los pulmones, la zona superficial se maximiza y la distancia hacia la circulación general se minimiza.
Aunque la mayor parte de la absorción ocurre por difusión sencilla, algunas sustancias tóxicas se
absorben activamente por medio de mecanismos de transporte intestinal diseñados para la captación de
nutrientes fundamentales, como el hierro y el calcio.
Todo lo absorbido a través del intestino delgado se desplaza primero al hígado para ser procesado, con lo
cual este se convierte en un enlace vital para otros procesos toxico cinéticos de distribución, metabolismo
y excreción. Los procesos que puede iniciar el hígado posteriormente incluyen los siguientes:
• Almacenamiento;
• Secreción dentro de la bilis;
• Descarga en la circulación general.
Todo lo absorbido a través del intestino delgado se desplaza primero al hígado para ser procesado, con lo
cual este se convierte en un enlace vital para otros procesos toxico cinéticos de distribución, metabolismo
y excreción.
Los procesos que puede iniciar el hígado posteriormente incluyen los siguientes:
• Almacenamiento;
• Secreción dentro de la bilis;
• Descarga en la circulación general.

Distribución
Una vez que una sustancia es absorbida dentro del torrente sanguíneo, puede alcanzar virtualmente
cualquier parte del cuerpo. Sin embargo, todavía deberá dejar el torrente sanguíneo y entrar en las
células corporales. La tasa de distribución a un tejido depende principalmente de dos factores:
• El flujo sanguíneo a través del tejido.
• La facilidad con que la sustancia química atraviesa la membrana capilar y penetra las células del tejido
(es decir, la capacidad que tiene para atravesar las membranas celulares). Generalmente, la alta
liposolubilidad es buena conductora para efectuar el transporte a través de membranas biológicas.
Algunas sustancias no atraviesan fácilmente las membranas celulares (a menos que sean transportadas
activamente) y, por consiguiente, tienen una distribución limitada. Las sustancias que pasan fácilmente a
través de las membranas celulares se distribuyen por todo el cuerpo.

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A menudo, después de la exposición, la distribución de una sustancia varía con el tiempo. Por ejemplo,
poco después de la absorción, la mayor parte del plomo inorgánico se localiza en el hígado, los riñones y
los glóbulos rojos. Sin embargo, dos horas después, 50 por ciento se encuentra en el hígado y un mes
después, 90 por ciento del plomo restante en los huesos.
Eso trae a colación el tema del almacenamiento. Algunas sustancias presentan afinidades a ciertos
tejidos o componentes tisulares. El almacenamiento a menudo ocurre cuando la tasa de absorción de una
sustancia es mayor que su tasa de metabolismo o excreción. El siguiente cuadro indica en qué momento
diversas sustancias químicas tienden a acumularse en el cuerpo y dónde tienden a ejercer sus efectos
tóxicos.
Un lugar de almacenamiento puede o no ser el lugar donde ocurre la acción tóxica. Si no lo es, el
almacenamiento se puede considerar un mecanismo protector, porque generalmente cuando un
contaminante circula libremente origina los efectos más perjudiciales. Las sustancias químicas
almacenadas pueden permanecer en el cuerpo durante años sin efecto adverso evidente (por ejemplo, el
DDT), o bien su acumulación puede producir efectos adversos de desarrollo lento, como la intoxicación
crónica por cadmio.

Metabolismo (biotransformación)
El tercer proceso de la secuencia ADME, el metabolismo, también es conocido —quizá más
descriptivamente— como biotransformación. Comprende la suma de los procesos por los cuales un
organismo vivo somete a una sustancia extraña a un cambio químico. La biotransformación de sustancias
tóxicas en el cuerpo busca que las sustancias lipofílicas sean más hidrofílicas o solubles en agua. Los
seres humanos cuentan con un arsenal variado de procesos enzimáticos que promueven esta conversión
beneficiosa, que ayuda a la excreción de las sustancias nocivas.
Algunos puntos básicos relacionados con la biotransformación son los siguientes:
• El compuesto de origen se puede integrar o descomponer para formar nuevos compuestos llamados
metabolitos.
• Los metabolitos pueden ser más o menos tóxicos que el compuesto de origen.
• El órgano principal de la biotransformación es el hígado; también ocurre, vía reacción enzimática, en el
plasma de la sangre, los riñones, los pulmones, el aparato digestivo, la piel, las gónadas y la placenta.
• Algunas sustancias químicas (por ejemplo, los insecticidas organofosforados, el tetra cloruro de
carbono, el ozono y el monóxido de carbono) inhiben las enzimas microsómicas. Esta inhibición puede
dar lugar a la persistencia de alguna sustancia que, en condiciones normales, se metabolizaría.

Excreción
Las sustancias pueden salir del cuerpo o excretarse de diferentes maneras. Las cantidades reducidas de
sustancias se pueden eliminar mediante las secreciones de sudor, lágrimas, saliva y leche; sin embargo,
así como la piel es una vía insignificante de absorción, las mencionadas secreciones constituyen vías
menores para la excreción de sustancias tóxicas.
Una vía algo más significativa son los pulmones, que constituyen la vía principal de eliminación para las
sustancias que se encuentran en forma gaseosa a la temperatura del cuerpo. El tetra cloruro de carbono,
incluso cuando se ingiere en forma líquida, se puede excretar parcialmente por los pulmones bajo la
forma de vapor.
Como se mencionó anteriormente, el hígado se encuentra en primera línea en la eliminación de las
sustancias tóxicas porque procesa toda la sangre que proviene directamente del intestino delgado. Los
tóxicos se pueden secretar en la bilis dentro del intestino delgado para eliminarse en las heces. Esta es la
vía primaria de excreción para muchos metales traza como el cadmio, el mercurio y el plomo, y para
ciertas moléculas grandes, como los plaguicidas. Los riñones son los órganos principales en la remoción
de las sustancias tóxicas del torrente sanguíneo. El proceso comprende la filtración, la difusión y la
secreción activa, al igual que con el procesamiento de los productos finales del metabolismo. Como
hemos visto, generalmente la biotransformación convierte los tóxicos en sustancias más solubles en
agua, las cuales no tienden a reabsorberse y son más fácilmente excretables por los riñones.

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