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LA CARTA PARA SANTA CLAUS 

Ximena Lizbeth Fernández Godínez Grado: 3 Grupo: 306

Era la noche del 24 de diciembre de 1998, eran las 11:30 p.m., cuando Nicolás se
encontraba en su recámara acostado, se suponía que tenía que estar dormido
para que el gran Santa Claus le viniera a dejar sus regalos, pero este, como todos
los niños, querían ver al misterioso y mágico viejito peli blanco.

Él no era el único que se encontraba despierto en esa casa, sino que también
Timothée, el hermano menor de Nicolás. Los dos se habían puesto de acuerdo
para ver a Santa esa noche, su plan consistía en que el menor de los hermanos
saldría de su cuarto gateando y sin hacer ruido dando la media noche, iría
directamente al cuarto de su hermano mayor, y de ahí, bajarían las escaleras y
esperarían a lo lejos a Santa en la cocina. El plan para ellos era perfecto, ellos
estaban en una posición muy buena, pues veían directamente a la chimenea, todo
iba a la perfección, hasta que, a Nicolás, le dieron ganas de ir al baño, pero él se
estaba aguantando, porque no quería perderse la oportunidad de ver a Santa.
Pero eran tan grandes sus necesidades que tuvo que ir a atenderlas.

Cuando Nicolás ya había acabado de hacer lo suyo, a lo lejos se puede escuchar


muchos vidrios caer al suelo, con mucho miedo, él va hacia donde se había
escuchado aquella sinfonía escandalosa, al llegar, no lo podía creer, era SANTA
CLAUS. Él estaba muy emocionado viendo todo desde el pasillo, de repente se da
cuenta que santa Claus, era un poco distinto a como se lo habían contado, pues a
este, se le había dicho que era un viejecito regordete con una barba blanca y que
portaba un traje rojo con unas botas negras, y su forma de entregar los regalos en
las casas, era por la chimenea. 
Así que por que este dichoso santa había entrado por la ventana y no por la
chimenea, lo que le habían dicho no coincidía nada, pues esta persona
físicamente era delgada, y no tenía pelo blanco, más bien era negro y era largo,
pero su traje si estaba presente. Nicolás lo miraba todo desde el pasillo, y vio
como ese Santa, comenzó a hurtar cosas de su sala a una bolsa, en eso se puede
escuchar a Timothée decir:

SANTA, ERES TU.?? - dijo con una emoción.


El dichoso santa levanta la mirada, ve al pequeño y no lo pensó dos veces, carga
al niño y se lo lleva con él. Nicolás al ver esto, corre a la habitación de los padres,
que estos se encontraban en un sueño muy profundo, el muy espantado comienza
a zangolotearlos y grita:

MAMÁ, PAPÁ, SANTA SE HA LLEVADO A MI HERMANO, LEVÁNTENSE. - dijo


muy espantado.
Los padres al principio lo ignoraron, pues pensaron que era otra de sus muy
dichosas bromas, pero cuando lo escucharon decir con una voz muy agitada y
casi en lágrimas, fue ahí que se despiertan y le dicen al niño que se calme, que
tome aire y que lo diga tranquilo. Ellos creían que había tenido una pesadilla, pero
cuando escucharon las palabras de su hijo, salieron corriendo de la cama y se
dirigieron a la sala y ahí pudieron apreciar la ya mencionada ventana rota y
evidentemente, él más pequeño de la casa ya no se encontraba. 

Rápido se visten y se dirigen a la estación de policías que estaba a 20 minutos, en


el camino, se podía escuchar a la madre llorar mientras acariciaba una foto del
pequeño y al padre que trataba de no romper en llanto, mientras iba manejando.
Cuando llegaron, pusieron una denuncia y el departamento de policía pide datos,
foto y descripción del niño.
Nicolás estaba sentado en las bancas esperando a sus padres, él estaba muy
confundido, no sabía porque su mamá lloraba y aún tenía la duda, si en verdad
ese era santa, ya era raro que entrara por la ventana, pero lo que aún no puede
procesar es porque se llevó a su hermano, no se supone que el deja los regalos
debajo del árbol y ya después de eso se va.
Cuando terminaron todo el papeleo de la denuncia se retiraron, la madre estaba
muy nerviosa, temblorosa y murmuraba con una voz muy tenue:

Mi bebe, mi bebe, ¿Dónde está mi bebe?

Su esposo intentó calmarla, pero esta estaba muy paniqueada.

Cariño, por favor siéntate. - dijo él.

No, no puedo, como le puedes pedir a una madre que se calme cuando no sabe
dónde diablos está su hijo.  - respondió ella casi gritándole en la cara.

Yo también estoy preocupado, también es mi hijo, pero que se supone que pueda
hacer a esta hora, no sé dónde está ese maldito, no sé a dónde se lo llevaron. -
respondió él.
Los dos se comenzaron a decir de cosas y Nicolás al ver todo se retiró a su
recámara. A la mañana siguiente, ya estaba el anuncio de la desaparición de
Timothée en la televisión y este decía así:
Se reporta la desaparición de Timothée Adams, de 5 años de edad, la última vez
visto fue en la sala de su vivienda y se lo llevó un sujeto disfrazado de Santa
Claus, le pedimos a todas las familias del condado que cierren muy bien todas las
puertas y ventanas de sus casas, y que les pongan un especial cuidado a sus
hijos, pues se han estado reportando varios robos en la ciudad. Les pedimos de
favor que, si reconocen a este niño, llamen al número que está en pantalla,
ayuden lo a regresar con su familia.
Los padres de Nicolás ya estaban pegando por toda la ciudad carteles de su hijo,
y como el caso llegó a oídos de familia y vecinos, estos ayudaron a repartir y
pegar los anuncios. El pequeño Nicolás no sabía por qué santa se había llevado a
su hermano, no se supone que él trae la felicidad a las casas, no se la roba.

Las horas, se convirtieron en días, los días en meses y los meses en años, ya se
iban a cumplir casi 4 años desde la desaparición del pequeño Timothée, hasta que
un día, Nicolás ya con 11 años, vuelve a pedirle a ese mismo Santa, que le
devuelva a su compañero de vida, que mil veces hubiera preferido ser el, a quien
se lo llevaran, desde el día de la desaparición, Nicolás no dejaba de pensar en
ello, todas las noches se repetía esto:

” Si tan solo no hubiera ido al baño, nada de esto hubiera pasado. “

Esa frase fue la que terminó comiéndole el cerebro, pues no podía dejar de pensar
en su hermano, cada día de esos 4 años él se arrepiente de haber sido un mal
hermano, él cree que no lo trato lo suficientemente bien y fue por eso que santa se
lo quito, porque él no lo merecía. Nicolás todos los días fue a la tumba de
Timothée, aunque no hubiera cuerpo en aquel ataúd, pues los padres ya habían
perdido todas las esperanzas de reencontrarse con su hijo. 
Cuando Nicolás terminó su visita, se dirigió a su casa y se fue directo a dormir,
como era costumbre él ya había dejado una carta en el árbol y en esta solo pedía
una cosa y era:
Quiero a mi hermano devuelta. 

Él ya sabía que era algo imposible, pues, aunque se realizaron búsquedas e


investigaciones, nunca encontraron nada, ni con los perros de búsqueda, pero él
era el único de su familia que aún tenía esperanza de volver a ver a su hermano.

A la mañana siguiente, él fue el primero en despertar y cuando bajó a la cocina vio


un regalo, solo había uno, el tamaño de este era mediano y su envoltura era muy
bella, él un poco desconcertado se acercó y pudo ver en la etiqueta había sido de
parte de aquel Santa. No sabía cómo reaccionar, pues él no pidió nada material,
solo quería a su hermano de vuelta, pero como las ansias y la curiosidad sé lo
comían, el muy desesperadamente quito la envoltura, y quito con un poco de
miedo la tapa. Cuando vio lo que había adentro, solo se echó a llorar, pues en
este se encontraban un montón de huesos, por el tamaño era posible deducir que
eran los de Timothée.
Nicolás entre tantas lágrimas, soltó una pequeña sonrisa, pues por fin pudo
reencontrarse con su hermano, tal vez no fue como él lo quería, pero pudo
despedirse de él. 

FIN

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