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Immanuel Kant, probablemente el filósofo más grande de Alemania, nació el 22 de

abril de 1724 en la ciudad prusiana de Königsberg (actual Kaliningrado, Rusia) y


moriría en la misma ciudad en 1804. No se movió apenas de su lugar de nacimiento en
toda su vida, pues consideraba que era la ciudad perfecta para él. Justa su fama de
sedentario y poco dado a la aventura.
Para hacernos una idea del peso que terminaría alcanzando el personaje, vamos a
fijarnos en una escena sucedida durante su funeral. El día 28 de febrero (Kant
había fallecido el 12 del mismo mes), el cadáver del filósofo salió de la cámara
mortuoria y fue recibido con el repicar de todas las campanas de la ciudad. Al
cortejo fúnebre se fueron sumando miles de ciudadanos de toda condición, que
querían honrar así a su paisano más insigne, tal y como relataba su albacea, E.
Wasianski: “Un entierro semejante, en el que confluyeron las huellas más patentes
del respeto general, la pompa solemne y el buen gusto, no lo habían visto nunca
antes los habitantes de Königsberg”.

En su intento de crear una filosofía del ser humano para el ser humano, Kant
terminó por convertirse en uno de los más grandes filósofos de la Ilustración y de
la historia. Su filosofía marcaría una nueva etapa, siendo también el padre de uno
de los grandes movimientos filosóficos que estaban por llegar: el idealismo alemán.

“Dormía y soñé que la vida era belleza; desperté y advertí que es deber”. Kant

¿A qué se debe su tremenda influencia? Principalmente a su metodología. Un método


que cambió la manera en que los seres humanos reflexionamos sobre nosotros mismos y
sobre todo lo que nos rodea: el mundo, Dios, el derecho, la moral, la naturaleza,
etc. Es decir, prácticamente todo. Kant logró alcanzar un cierto equilibrio entre
racionalismo y empirismo al considerar que, si bien es cierto que nuestro
conocimiento empieza en nuestros sentidos, no todo es resultado de ellos. La razón
juega también un papel muy importante, aunque tampoco esta es inviolable: debemos
apelar a la razón, pero asumiendo que la misma no nos viene dada como tal, sino que
hemos de cultivarla.

El pensamiento de Kant influyó de manera decisiva en algunos de los grandes nombres


de la filosofía de los siglos posteriores. Su huella es patente en las figuras más
importantes del idealismo y el romanticismo alemán: Fichte, Schelling, Hegel y el
otro gran peso pesado de la filosofía alemana de esa época, Arthur Schopenhauer.

“El derecho es el conjunto de condiciones que permiten a la libertad de cada uno


acomodarse a la libertad de todos”. Kant

Sus críticas de la razón


Si bien Kant legó a la humanidad una vasta producción de obras filosóficas de toda
temática, destacan dos: Crítica de la razón pura y Crítica de la razón práctica. En
el caso de la primera, de hecho, podemos decir que es una de las más grandes obras
de la historia de la filosofía.

En la Crítica de la razón pura, Kant distingue la experiencia a posteriori y el


conocimiento a priori, es decir, más allá de la experiencia. La experiencia, dice
Kant, no nos da más que apariencias (fenómenos) de las cosas. Pero dichas
apariencias no son las cosas “en sí” (noúmeno), no son lo que son esencialmente. Es
decir, con ese criterio, solo podemos afirmar que conocemos lo que nuestra propia
consciencia crea. Además, en el libro desarrolló las condiciones y categorías
necesarias para que se dé el conocimiento: entre las primeras, espacio y tiempo; y
entre las segundas, cantidad, cualidad, relación y modalidad.

“Haz lo que hay que hacer”. Kant

En el otro gran baluarte de su filosofía, la Crítica de la razón práctica, Kant


aborda otro tema: el de los juicios de valor. Para el alemán no existe nada bueno
salvo la voluntad. Y, realmente, ni siquiera esta, al menos no en cualquier caso.
Solo será buena siempre y cuando actúe conforme a una sencilla norma: el imperativo
categórico, el cual establece que hemos de actuar conforme a una teórica
legislación universal. Es decir, debemos comportarnos según máximas que
consideremos que deberían ser normas morales para todo el mundo. Por ejemplo, no
deberíamos robar por la sencilla razón de que no querríamos vivir en una sociedad
de ladrones en la que quitarle al prójimo lo que es suyo fuera lo normal.

Vivir de acuerdo a una correcta moral


¿Y qué es lo que dota a nuestra vida de sentido según nuestro protagonista?
¿Alcanzar el éxito profesional? ¿Nadar en riquezas? ¿Ser famoso? ¿Pasar a la
historia? Nada de eso, en opinión de nuestro protagonista.

Todas esas cuestiones son, y deben ser, superfluas a la hora de determinar el


sentido de nuestra vida. Para Kant solo importa una cosa a este respecto y es el
vivir conforme a una correcta conducta moral. No actuar buscando determinados fines
y analizando cómo lograrlos, sino simplificar la cuestión y limitarnos a hacer
aquello que está bien, por la sencilla razón de que está bien: “El cumplimiento
exacto de aquello que nos prescribe la moral para que la conciencia no nos reproche
nada, nos satisface y tranquiliza. ¿Qué culpa tengo yo de que las cosas del mundo
no vayan según mi voluntad? Ellas no solo no deben robarme mi satisfacción, sino
que yo mismo quiero estar conforme con ellas”.

“Vemos las cosas no como son, sino como somos nosotros”. Kant

EPICUO

Una filosofía para ser feliz


Según los historiadores, Epicuro dejó a su muerte una enorme producción literaria
de más de 300 obras y tratados, pero, tristemente, apenas ha llegado nada hasta
nosotros. Hoy, tres cartas (a Heródoto, sobre gnoseología –o epistemología, teoría
del conocimiento– y física; a Pitocles, sobre cosmología y astrología; y a Meneceo,
la más famosa, sobre ética) nos permiten conocer sus tesis fundamentales, así como
apuntes diversos sobre él, principalmente del poeta latino Tito Lucrecio Caro (De
rerum natura) y Diógenes Laercio, gran historiador griego que dedicó a Epicuro en
exclusiva el último capítulo de su imprescindible obra Vidas, opiniones y
sentencias de los filósofos más ilustres.

Cabeza de Epicuro. Copia romana de la era imperial (siglo II antes de Cristo) de un


original griego.
Cabeza de Epicuro. Copia romana de la era imperial (siglo II antes de Cristo) de un
original griego.
Pese a que la filosofía de Epicuro engloba las principales ramas de la filosofía,
se centra en la ética, y de esta, en un aspecto concreto: la felicidad. Cuestión
básica según Epicuro, pues es la principal motivación que persigue todo ser humano
en su vida.

Existen dos factores que determinan nuestro grado de felicidad: el placer y el


dolor. El primero nos acerca a ella, mientras que el segundo nos aleja de la misma.
De este modo, Epicuro determina que la clave de una vida feliz es conseguir
acumular la mayor cantidad de placer mientras reducimos al máximo el dolor. De
hecho, esta segunda parte de la fórmula es más importante que la primera. El
requisito indispensable para una buena vida es la erradicación del dolor.

Epicuro es, por tanto, un hedonista, sí, pero no de la manera de otros filósofos,
como por ejemplo Aristipo de Cirene (que es lo que se entiende normalmente por
hedonista: un amante de los placeres corporales). El de Samos apuesta por el
placer, pero lo hace desde un punto de vista del todo racional. Los principales
placeres que hemos de perseguir no son los corporales, pues, pese a su intensidad,
son efímeros y desaparecen enseguida. Hemos de buscar antes los placeres
espirituales. Ahora bien, para escoger y saciar cualquier deseo placentero, es
necesario hacer uso de una virtud, la prudencia, pues sólo con ella podremos
disfrutar de un modo inteligente. Es gracias a la prudencia que somos capaces de
rechazar un placer que más tarde podría provocarnos dolor (como ocurre con las
adicciones).

Epicuro apuesta por la búsqueda de los placeres, pero no los corporales, que son
efímeros, sino los espirituales

Es ahí donde se producen los grandes malentendidos en la filosofía de Epicuro. No


apuesta, en absoluto, por una existencia lasciva y descontrolada; al contrario,
apuesta por una existencia moderada y basada en el autocontrol, pues considera que,
de esa manera, se maximiza el placer y se evita, en lo posible, el dolor. Es por
ello por lo que centra su búsqueda de aquellos placeres que son seguros y a largo
plazo.

¿En qué se traduce entonces su idea de una vida feliz? En una vida sencilla, con
sólidas amistades, pequeños placeres y alejada de tensiones innecesarias. Una vida
tranquila, sin excesos. Independiente. Autónoma. Autárquica. Una vida basada en el
mismo principio de la filosofía estoica: la ataraxia. La tranquilidad de ánimo. La
paz de espíritu. Y toda su filosofía está enfocada a ello. Para Epicuro, el
conocimiento no sirve para nada si no ayuda al hombre a ser feliz.Teoría del
conocimiento
Epicuro, de Carlos García Gual (Alianza Editorial)
Epicuro, de Carlos García Gual (Alianza Editorial)
En cuanto a epistemología, es decir, la teoría de conocimiento, Epicuro comparte
ideas con los ya citados estoicos y con Aristóteles, entre otros. Determina qué
fuente de nuestro conocimiento son las sensaciones. Ante estas, nos vemos sometidos
a diferentes respuestas emocionales, entre ellas, las que moldean la moral: el
placer y el dolor. Estas sensaciones, repetidas una y otra vez por la experiencia,
acaban formando en nuestra mente lo que podríamos denominar «ideas generales» (o
previas) que serían el principio a partir del cual empezamos a conocer la realidad
que nos rodea.

Esta realidad, dice el filósofo griego, está compuesta por dos elementos: átomos y
vacío, que es el espacio en el que se mueven los átomos. Estos elementos forman la
realidad, el universo en el que vivimos. Un universo que, dice Epicuro, es eterno,
lo que supone un gran golpe de efecto en cuanto a las opciones metafísicas
aportadas antes y después de él. Olvidémonos de motores inmóviles, de Dioses y de
primeros principios. La existencia, sencillamente, existe. Desde siempre y para
siempre. No tiene principio ni fin. La existencia es infinita.

Para Epicuro, la filosofía no sirve de nada si no hace feliz al ser humano

Como vemos, las ideas de Epicuro beben directamente de la filosofía atomista de


Demócrito (Demócrito de Abdera, «el filósofo que ríe», Tracia, 460-370 a.C.), si
bien nuestro protagonista opta por no seguirla al pie de la letra. Niega, por
ejemplo, el determinismo de su colega e introduce el concepto del azar como
elemento que afecta a los átomos y su movimiento en el espacio. Esta teoría permite
que existan ciertas desviaciones en las sucesiones de causas y efectos, y sería una
explicación plausible para fenómenos descubiertos muchos siglos después de Epicuro,
como por ejemplo la evolución.

JOHN STUART MILL


Principales ideas de John Stuart Mill
La contribución de Stuart Mill abarca varias áreas de la economía, filosofía y
derecho. Acá revisaremos de manera simplificada sus principales ideas:

Positivismo y empirismo: El conocimiento se deriva de la experiencia por lo que


necesariamente es limitado (no podemos observar todo, solo una parte y sacar
conclusiones).
Libertad y principio del daño: Todos los individuos deben ser libres de tomar las
acciones que consideren pertinentes siempre y cuando no impongan daño sobre otros.
Libertad de expresión: La libertad de expresar y discutir ideas es una condición
necesaria para el progreso social. Aunque las ideas de otros no nos gusten, el
debate ayuda a las personas a reconocer los fallos de sus ideas, abrirse a otros
puntos de vista y a reforzar el adecuado razonamiento.
Democracia con respeto de las minorías: Las sociedades deben crear mecanismos para
limitar el poder de los gobernantes que solo buscan su propio beneficio. Asimismo,
se debe proteger a las minorías de la tiranía de la mayoría, en donde se imponen
ideas solo por el número, pero sin respeto a grupos minoritarios.
No a la esclavitud: Renegó de las ideas que supuestamente justificaban la
esclavitud (por asumir una inferioridad genética e intelectual).
Feminismo: El sometimiento de la mujer constituye un modelo social obsoleto basado
en prejuicios y que afecta gravemente el progreso social.
Propiedad pública de los recursos naturales: El progreso económico no debe ser a
costa de la sobrexplotación y posible extinción de los recursos naturales.
Utilitarismo: Se trata del principio de actuar con el fin de conseguir la mayor
felicidad para el mayor número de personas posible (dentro de algunos limites como
el respeto a minorías). Mill distinguió su concepto de utilidad basándose en la
calidad del sentimiento de satisfacción (intelectual y moral es superior al físico)
en vez de la cantidad como habían propuesto autores anteriores (como Jeremy Bentham
por ejemplo).
Contribución a la Economía de John Stuart Mill
Stuart Mill fue un representante de la escuela económica clásica. En 1848 publicó
“Principles of Political Economy” la que sería una de sus principales obras en el
campo de la economía.

Entre sus análisis Mill investigó el proceso de formación de los salarios, el valor
de los bienes basándose en su utilidad y la relación real de intercambio. Mill
también expuso la idea de un estancamiento del capitalismo por la reducción
progresiva de los beneficios y propuso diversas medidas para la mejora de la
distribución de los ingresos en la sociedad.

Principales obras de John Stuart Mill


Las principales obras de John Stuart Mill son:

1843: Un sistema de lógica.

1844: Ensayos sobre algunas cuestiones disputadas en economía política.

1848: Principios de economía política: con algunas de sus aplicaciones a la


filosofía social.

1859: Sobre la libertad.

1860: Consideraciones sobre el gobierno representativo.

1863: El utilitarismo.
1865: Examen de la filosofía de sir William Hamilton.

1869: El sometimiento de la mujer / La esclavitud femenina.

1873: Autobiografía.

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