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Carta colectiva de los obispos españoles

con motivo de la guerra en España


La Carta Colectiva del Episcopado español a los obispos del mundo entero fue un
documento de los obispos españoles, cuyo objetivo era informar a los católicos de fuera de España
de la postura que había tomado la Iglesia Católica en España en la Guerra Civil Española. Llevaba
fecha de 1 de julio de 1937, cuando se cumplía casi un año del inicio de la guerra, pero no se
divulgó hasta mediados de agosto «con la intención de obtener la firma de los pocos obispos
recalcitrantes, y también para que los obispos de todo el mundo, a los que la carta se dirigía, la
hubieran recibido cuando la prensa la diera a conocer al gran público».1 ​ Fue redactada por el
cardenal primado de Toledo Isidro Gomá a instancias del "Generalísimo" Francisco Franco que le
pidió al cardenal el 10 de mayo de 1937 que, dado que el episcopado español le apoyaba, publicara
"un escrito que, dirigido al episcopado de todo el mundo, con ruego de que procure su
reproducción en la prensa católica, pueda llegar a poner la verdad en su punto".2 ​ La "verdad"
que pretendía el general Franco que se difundiera en este documento estaba destinada a
contrarrestar la condena hecha por amplios sectores del catolicismo europeo y americano más
avanzado de los asesinatos cometidos por los sublevados de diecisiete sacerdotes en el País Vasco y
de miles de obreros y campesinos en toda la zona sublevada, además de su rechazo a considerar a
la guerra civil española como una cruzada o guerra santa, una idea difundida por las autoridades y
la propaganda franquistas y apoyada por la inmensa mayoría del episcopado español.1 ​

El objetivo que perseguía Franco con la carta colectiva de ganarse a la opinión católica mundial en
favor de la causa del bando sublevado lo logró plenamente porque prácticamente los obispos de
todo el mundo adoptaron a partir de entonces el punto de vista sobre la Guerra Civil Española que
manifestaba la carta colectiva, sobre todo por la descripción que se hacía en ella de la persecución
religiosa que se había desencadenado en la zona republicana. Como escribió un colaborador de la
Oficina Nacional de Propaganda franquista "la carta de los obispos españoles es más importante
para Franco en el extranjero que la toma de Bilbao o Santander". Así pues "se produjo
plenamente la manipulación propagandística que el cardenal Vidal y Barraquer había temido", y
que le había llevado, entre otras razones, a no suscribir la carta colectiva.3 ​

Índice
Historia
Contenido
Los obispos que no firmaron
Repercusiones
Referencias
Bibliografía
Enlaces externos

Historia
Nada más llegar a Roma a mediados de agosto de 1936 el marqués de Magaz, "encargado oficioso"
ante el Vaticano de la Junta de Defensa Nacional, presionó a la Secretaría de Estado de la Santa
Sede para que condenara a los católicos vascos que se mantenían leales a la República, un
problema militar pero también propagandístico ya que "desautorizaba el esquema simplista [que
difundían los sublevados] de una lucha entre católicos y bolcheviques, o entre Dios y el diablo".4 ​
Cuando el cardenal primado de Toledo Isidro Gomá y Tomás regresó de Roma, donde había sido
recibido por el papa Pío XI el 12 de diciembre de 1936 quien le había nombrado "encargado
oficioso provisional" ante la Junta Técnica del Estado nombrada por el "Generalísmo" Franco,
supremo jefe político y militar de los sublevados desde el 1 de octubre, se entrevistó con Franco el
29 de diciembre de 1936, y éste volvió a insistir en que "una desautorización de la conducta de los
vascos por parte de la autoridad eclesiástica podría ser decisiva para hacerles desistir en su
lucha".4 ​

Aunque el cardenal Gomá dudaba de la efectividad de dicha condena, recordando que la


"Instrucción Pastoral" de los obispos de Pamplona y Vitoria de agosto de 1936 a los católicos
vascos no había dado ningún resultado, escribió al Vaticano, y el secretario de Estado, el cardenal
Pacelli, le respondió que el papa estaría dispuesto a dirigir una carta pontificia al clero vasco "si
S.E. el General Franco se decidiera a hacer alguna concesión a las aspiraciones de los vascos".
Como Franco no estaba dispuesto a cumplir esa condición, el Vaticano sugiere entonces al
cardenal Gomá que, en lugar de una declaración papal directa, los obispos españoles redacten una
"carta colectiva sobre la colaboración de los católicos [vascos] con los comunistas". Pero el 23 de
febrero de 1937 el Cardenal Gomá, tras consultar a varios obispos, respondió: "No juzgo
procedente la publicación de un escrito colectivo de este episcopado" (sobre los católicos vascos).
Aunque añadió a continuación la "posible conveniencia de que por parte del Episcopado español
se publique un documento colectivo acomodado a las circunstancias presentes". Pero esta carta
colectiva dirigida a los católicos españoles nunca se redactó.5 ​

El punto de partida de la carta colectiva dirigida a los obispos de todo el mundo se sitúa en la
entrevista que mantuvo el 10 de mayo de 1937 el "Generalísimo" Franco con el cardenal Gomá en
la que el "Caudillo" se quejó de la hostilidad de la prensa católica internacional hacia el "bando
nacional" que atribuía, entre otras razones, a la "influencia del judaísmo y la masonería" y "al
soborno de algunos directores o redactores de periódico que han recibido fuertes sumas para la
odiosa campaña". Y a continuación le pidió, según cuenta el propio cardenal Gomá en una carta al
cardenal Pacelli6 ​

que, toda vez que el Episcopado español está en su totalidad y sin reservas al lado del
general [Franco] y a favor del Movimiento, publique un escrito que, dirigido al
episcopado de todo el mundo, con ruego de que procure su reproducción en la prensa
católica, pueda llegar a poner la verdad en su punto, haciendo a un mismo tiempo obra
patriótica y depuración histórica, que podría redundar en gran bien para la causa
católica de todo el mundo

Tras consultar de nuevo a los obispos el 15 de mayo de 1937, el cardenal Gomá redactó la carta en
las dos semanas siguientes y a principios de junio enviaba a cada obispo un ejemplar de la misma
en galeradas (en el escrito de Gomá sólo hubo algunos retoques doctrinales por parte del obispo de
Salamanca Enrique Pla y Deniel y otros estilísticos del obispo de Madrid-Alcalá Leopoldo Eijo
Garay).7 ​ La inmensa mayoría de los obispos acogieron con entusiasmo la carta y la firmaron 43 y
5 vicarios capitulares. Pero hubo cinco prelados que no la firmaron: el obispo de Menorca Juan
Torres y Ribas, el cardenal Pedro Segura, el obispo de Orihuela-Alicante Francisco Javier de
Irastorza Loinaz, el obispo de Vitoria Mateo Múgica Urrestarazu y, el caso más significativo, el
arzobispo de Tarragona cardenal Vidal y Barraquer. Y también hubo un sexto que "casi" no firmó,
el obispo de Urgel y copríncipe de Andorra Justino Guitart y Vilardebó.8 ​
En cuanto al Vaticano, cuando Gomá envió a Roma el borrador de la Carta no recibió ninguna
respuesta y ni siquiera hizo acuse de recibo cuando Gomá envió al cardenal Pacelli el texto
definitivo. Cuando la carta colectiva se hizo pública a mediados de agosto el Vaticano siguió
guardando silencio. La respuesta oficial tardó nueve meses en producirse y la forma en que lo hizo
enfureció a las autoridades del bando sublevado, porque en la carta que el cardenal Pacelli envió a
Gomá en marzo de 1938 elogiaba el documento por condenar el mal, "de cualquier parte que
venga'". Así cuando la carta se publicó como prólogo a un libro en el que se recopilaban las
respuestas favorables de los obispos de todo el mundo, se suprimió la frase "... de cualquier parte
que venga", lo que obligó al diario oficioso del Vaticano L'Osservatore Romano a publicarla
completa.9 ​ El embajador de la "España nacional" ante el Vaticano, Yanguas Messía en lugar de
presentar excusas por haber manipulado un documento de la Santa Sede, presentó una queja
formal por la publicación del documento completo que incluía la frase "de cualquier parte que
venga" lo que, según él, había causado un "penoso efecto" entre "la opinión católica nacional"
porque equiparaba "en cierto modo" a los "nacionales" con los "rojos". Yanguas Mesía a
continuación afirmaba:10 ​

Nosotros no pretendemos que la zona roja sea el infierno y la nuestra el cielo, porque el
cielo no está en la tierra. Más sí podemos afirmar que la zona roja es el infierno, con
todos sus refinamientos satánicos, y la nuestra es la tierra, con sus virtudes y sus
flaquezas, que nadie es perfecto en este mundo. Y una tierra, eso sí, donde se bendice a
Dios y en su nombre se lucha y por Él se muere

Contenido
La extensión de la carta es de unas 45 páginas, con la siguiente estructura :

Razón de este documento.


Naturaleza de la carta.
Nuestra posición ante la guerra.
El quinquenio que precedió a la guerra.
El alzamiento militar y la revolución comunista.
Características de la revolución comunista.
El movimiento nacional: sus caracteres.
Se responde a unos reparos.
Conclusión.

La Carta, en contra de lo que se suele afirmar, no declara que la Guerra Civil sea un cruzada a
pesar de que el propio Gomá, y otros obispos como Enrique Pla y Deniel lo habían declarado así en
cartas pastorales y en discursos y sermones, aunque sí la proclama como un "plebiscito armado".
En ella lo que más impacto produciría fue el relato de los asesinatos de sacerdotes y religiosos y la
destrucción de iglesias y de conventos cometidos en la zona republicana.11 ​ "20.000 iglesias y
capillas destruidas o totalmente saqueadas. Los sacerdotes asesinados, contando un promedio
del 40 por 100 en las diócesis devastadas -en algunas llega al 80 por 100- sumarán, sólo el clero
secular, unos 6.000.", se afirma en la Carta. En ella además los obispos niegan que la Iglesia
hubiese instigado la guerra, que esta fuese una lucha social, que la causa del conflicto fuese que la
Iglesia se hubiese aliado con los ricos, o que la Iglesia apoyase una dictadura.

Que la Iglesia, a pesar de su espíritu de paz y de no haber querido la guerra ni haber


colaborado en ella no podía ser indiferente en la lucha...

Hoy por hoy, no hay en España más esperanza para reconquistar la justicia y la paz y
los bienes que de ellas derivan, que el triunfo del movimiento nacional. Tal vez hoy
menos que en los comienzos de la guerra, porque el bando contrario, a pesar de todos
los esfuerzos de sus hombres de gobierno, no ofrece garantías de estabilidad política y
social...

Demos ahora un esbozo del carácter del movimiento llamado «nacional». Creemos
justa esta denominación. Primero, por su espíritu; porque la nación española estaba
disociada, en su inmensa mayoría, de una situación estatal que no supo encarnar sus
profundas necesidades y aspiraciones; y el movimiento fue aceptado como una
esperanza en toda la nación; en las regiones no liberadas sólo espera romper la coraza
de las fuerzas comunistas que le oprimen...

La irrupción contra los templos fue súbita, casi simultánea en todas las regiones, y
coincidió con la matanza de sacerdotes. Los templos ardieron porque eran casas de
Dios, y los sacerdotes fueron sacrificados porque eran ministros de Dios...

Prueba elocuentísima de que de la destrucción de los templos y la matanza de los


sacerdotes, en forma totalitaria fue cosa premeditada, es su número espantoso. Aunque
son prematuras las cifras, contamos unas 20.000 iglesias y capillas destruidas o
totalmente saqueadas. Los sacerdotes asesinados, contando un promedio del 40 por
100 en las diócesis devastadas en algunas llegan al 80 por 100 sumarán, sólo del clero
secular, unos 6.000. Se les cazó con perros, se les persiguió a través de los montes;
fueron buscados con afán en todo escondrijo. Se les mató sin perjuicio las más de las
veces,
«Cartasobre la marcha,
colectiva de los sin más españoles
obispos razón que asulos
oficio social.
obispos de todo el mundo con motivo de
la guerra en España» (http://secviccentdocumentosoficiales.blogspot.com/2006/09/c
arta-colectiva-de-los-obispos.html), en la Enciclopedia Espasa-Calpe, suplemento
1936–1939, páginas 1553–1555.

Varios historiadores como Alfonso Álvarez Bolado12 ​ o Hilari Raguer13 ​ han señalado cuatro
grandes "limitaciones" en la carta colectiva:

Que absolviera demasiado fácilmente a la Iglesia de haberse puesto de parte de los ricos
olvidando a los pobres, ya que la Iglesia Católica en España siempre se alineó con las
derechas que se oponían a las reformas que se pusieron en marcha durante el primer bienio
de la Segunda República Española y durante el gobierno del Frente Popular. Así lo atestiguó
el político católico y nacionalista catalán Francesc Cambó en plena guerra: "Si la mitad de los
mártires hubieran sido apóstoles, la horrible catástrofe no se hubiera producido".
Que simplificara la cuestión de los católicos vascos que se mantuvieron fieles a la República,
a los que la carta les reprochaba su "desobediencia", a pesar de que el Papa nunca los
condenó. En este punto se seguía la línea iniciada en la "Instrucción Pastoral" redactada por
el propio cardenal Gomá y hecha pública por los obispos de Vitoria y de Pamplona en agosto
de 1936, en la que se condenaba a los católicos vascos del bando republicano.
Que tuviera una falta de sensibilidad para los valores democráticos, al identificar de modo
simplista al bando republicano con el comunismo y al elogiar al "nuevo régimen" que estaba
construyendo en la zona sublevada el "Generalísimo" Franco.
Que no mencionara prácticamente la represión en el bando sublevado y que cuando lo hacía
adoptara una actitud benevolente muy diferente al juicio que le merecía la represión en la
zona republicana. Esto constituye, según Hilari Raguer (monje e historiador independentista
catalán14 ​), la más grave deficiencia del documento. En la carta se decía sobre este punto:15 ​

Toda guerra tiene sus excesos; los habrá tenido, sin duda, el movimiento nacional;
nadie se defiende con total serenidad de las locas arremetidas de un enemigo sin
entrañas. Reprobando en nombre de la justicia y de la caridad cristiana todo exceso que
se hubiese cometido, por error o por gente subalterna y que metódicamente ha
abultado la información extranjera, decimos que el juicio que rectificamos no responde
a la verdad, y afirmamos que va una distancia enorme, infranqueable, entre los
principios de justicia de su administración y de la forma de aplicarla de una y otra parte

En conclusión, lo que hizo la Carta colectiva fue legitimar el alzamiento militar y condenar la
República, utilizando para ello las ideas del pensamiento tradicional de la derecha católica.15 ​

Los obispos que no firmaron


El obispo de Menorca Juan Torres y Ribas,16 ​ anciano de 92 años, medio ciego y enfermo,
confinado en su diócesis y respetado por los republicanos, estaba incomunicado con el exterior.
Murió el 20 de enero de 1939.

El cardenal Pedro Segura y Sáenz, que estaba exiliado en Roma, a quien el cardenal Gomá
"seguramente no le pidió la firma porque era arzobispo dimisionario de Toledo".17 ​

El obispo de Orihuela-Alicante, el vasco Francisco Javier de Irastorza Loinaz, exiliado en Gran


Bretaña, que no quiso regresar a la zona sublevada aun sabiendo que ello podría considerarse
como una desafección hacia la causa de los "nacionales" y simpatía hacia los "rojos". "Un sacerdote
alicantino, buen conocedor del caso, aseguraba que no firmó por su fuerte nacionalismo vasco".18 ​

El obispo de Vitoria Mateo Múgica Urrestarazu (que había sido expulsado de España por orden de
la Junta de Defensa Nacional bajo la acusación de tolerar propaganda "separatista" en el seminario
y de proteger a sacerdotes enemigos del alzamiento militar, pero en realidad por haber protestado
por el asesinato de 14 sacerdotes vascos por los sublevados), le dijo al cardenal Gomá que no le
parecía oportuno firmar estando obligado a permanecer fuera de su diócesis y que no quería
firmar un documento de exaltación de los "nacionales". El obispo Múgica "no podía firmar un
documento en el que, respondiendo a la acusación de que en la zona franquista también había una
dura represión, se elogiaban los principios de justicia y el modo de aplicarla de los tribunales
militares".19 ​

El quinto prelado que no firmó la carta, y "que pagaría su negativa con la muerte en el exilio",20 ​
fue el cardenal arzobispo de Tarragona Francesc Vidal i Barraquer, quién había conseguido huir de
España gracias a la intervención del presidente de la Generalidad de Cataluña Lluís Companys que
lo salvó de ser asesinado por un comité anarquista y que no había querido regresar a la zona
nacional. Según Hilari Raguer, este es sin duda el caso más significativo de los cinco porque se
trataba tal vez de la figura más destacada de aquel momento de la Iglesia Católica en España. La
negativa a firmar la carta se basó en dos argumentos: que era un documento "propio para
propaganda... poco adecuado a la condición y carácter de quienes han de suscribirlo" y al que "se
le dará una interpretación política por su contenido y por algunos datos o hechos en él
consignados"; y en segundo lugar, porque su publicación podría empeorar la difícil situación que
ya vivían los eclesiásticos que se hallaban en la zona republicana. También aducía el cardenal el
origen del documento, complacer la petición del general Franco, pues juzgaba peligroso "aceptar
sugerencias de personas extrañas a la jerarquía en asuntos de su incumbencia". Pero la razón
fundamental de la negativa del cardenal Vidal y Barraquer fue que "creía que en aquella guerra
fratricida la Iglesia no debía identificarse con ninguno de los dos bandos, sino más bien hacer obra
de pacificación. Así lo exponía repetidamente en sus cartas al cardenal Pacelli, Secretario de
Estado".19 ​

El obispo que "casi" no firmó fue el de Urgel y como tal copríncipe de Andorra Justino Guitart y
Vilardebó, que era íntimo amigo y principal consejero del cardenal Vidal y Barraquer, y que había
escapado de la persecución religiosa de la zona republicana huyendo a Andorra y más tarde a Italia
donde pasó los dos primeros años de la guerra, sin querer volver a la zona nacional porque no
quería adherirse al bando sublevado. Cuando recibió la primera petición del cardenal Gomá para
que subscribiera la carta colectiva Guitart le contestó que lo haría si también se adhería a la misma
Vidal y Barraquer. En la segunda petición que le formuló el primado Gomá llegó incluso a
amenazarle si no firmaba la carta, pero Guitart siguió negándose. Finalmente dio su
consentimiento al parecer porque el cardenal Vidal y Barraquer así se lo pidió. "Éste [Vidal y
Barraquer], decidido a hacer frente a las previsibles consecuencias de su negativa, pensaría que su
gesto testimonial ya era suficiente, y que en cambio convenía que un hombre de su entera
confianza, como era Guitart, estuviera entre los obispos de su provincia eclesiástica".21 ​ De hecho
el obispo de Urgell no volvió a la zona nacional hasta el momento en que parecía inminente la
llegada de los sublevados a Urgel, "para entrar en su diócesis con las primeras tropas y estar
presente en los primeros y más delicados momentos de la ocupación y la represión. (...) Cuando
finalmente toda la diócesis de Urgel cayó, el obispo Guitart se enfrentó valientemente a las
autoridades militares defendiendo el uso pastoral de la lengua catalana y negándose a colaborar en
la represión de los vencidos".22 ​

También pagaron con el exilio eclesiásticos menores e intelectuales de fuste, como el canónigo y
amigo del futuro cardenal Vicente Enrique y Tarancón José Manuel Gallegos Rocafull, que
defendió activamente la inocencia de la República en la represión religiosa y había asistido a la
terrible represión en Córdoba, que según algunos superó el doble de muertos de la más divulgada
de Paracuellos. En 1937 publicó el folleto La carta colectiva de los obispos facciosos: Réplica y
cuando pasa a París, continua su apoyo a la República, tanto en sus obras, como con su
colaboración en la revista Esprit, órgano de la izquierda católica intelectual, en la que sostuvo su
tesis contra el concepto de “Cruzada Nacional” aplicada por el episcopado español a la Guerra
Civil. Entre sus amigos se encontraban Emmanuel Mounier, fundador de la antes dicha revista
Esprit, o el filósofo Jacques Maritain, al que valora como pensador pero más como persona. El
papa presionó para que se callara y fue suspendido a divinis por su obispo. Tuvo que exiliarse en
México, donde dio clases en la UNAM. La iglesia mexicana consiguió levantarle esa suspensión.23 ​

Repercusiones
La Carta colectiva indignó a la opinión pública de la zona republicana, lo que supuso que la política
de restablecimiento de la libertad religiosa iniciada por el ministro de Justicia Manuel Irujo del
gobierno de Juan Negrín encontrara a partir de entonces muchas dificultades. De hecho cuando
cayó prisionero en la batalla de Teruel de enero de 1938 el obispo de Teruel Anselmo Polanco la
principal acusación que se le hizo fue haber firmado la carta colectiva, que constituía una
excitación a la rebelión. Así pues, se confirmaron los temores que había manifestado el cardenal
Vidal y Barraquer de que la carta colectiva empeoraría la situación del clero que se hallaba en la
zona republicana, que fue una de las razones principales que alegó para no firmarla.24 ​

En cuanto al plano internacional, el impacto de la carta colectiva fue extraordinario porque


prácticamente los obispos de todo el mundo adoptaron el punto de vista sobre la Guerra Civil
Española que manifestaba la carta colectiva, sobre todo por la descripción que se hacía en ella de la
persecución religiosa que se había desencadenado en la zona republicana. Hubo 580 mensajes
episcopales, colectivos o individuales, de respuesta a la carta colectiva española. Así pues, "el
efecto sobre la opinión católica mundial perseguido por Franco al pedir a Gomá el documento se
había logrado plenamente. El director nacional de propaganda, Conde, decía a un religioso que
trabajaba en los servicios franquistas: Diga usted al señor cardenal (Gomá) que se lo digo yo,
práctico en estos menesteres: que más ha logrado él con la carta colectiva que los demás con
todos nuestros afanes. La carta de los obispos españoles es más importante para Franco en el
extranjero que la toma de Bilbao o Santander, escribía un año más tarde el P. Calasanz Bau,
colaborador entusiasta de la Oficina Nacional de Propaganda, difusora del documento. Se produjo
plenamente la manipulación propagandística que el cardenal Vidal y Barraquer había temido", y
que le había llevado a no suscribir la carta colectiva.3 ​

La Carta recibió la contestación oficial de aproximadamente novecientos obispos, que mostraban


su apoyo y solidaridad. Son destacables las respuestas colectivas de los obispos de Italia, Austria,
Suiza, Alemania, Bélgica, Polonia, Hungría, Checoslovaquia, Rumanía, Albania, Grecia, Irlanda,
Inglaterra, Portugal, Estados Unidos, México, Canadá, Armenia y África Central.25 ​

La gran importancia de estas muestras de reconocimiento del Episcopado mundial no fue ignorada
por obispos como el catalán Pla y Deniel, de la diócesis de Salamanca, que en su Carta pastoral El
triunfo de la Ciudad de Dios y la Resurrección de España resaltaba el hecho de que las respuestas
de países democráticos como Estados Unidos, Francia o Bélgica, daban legitimidad a la actuación
del Episcopado español durante la guerra civil por no haberse extralimitado en su misión, ni
“dejado arrastrar por partidismos”.26 ​ Pla y Deniel, defendiendo la legitimidad y veracidad de la
Carta, afirmó lo siguiente:

Los obispos españoles no se han entregado a un partidismo político; pero ante la ruina
inminente de la religión y de la patria han creído que dentro de su ministerio entraba
también el de ser defensores civitatis, no empuñando armas, pero sí esclareciendo las
conciencias sobre los deberes de momentos trágicos y trascendentales, sin olvidar su
carácter pastoral, como lo reconoció Su Santidad Pío XI, en la carta que por su orden
dirigió en 5 de marzo de 1938 al Cardenal Primado de España su Cardenal Secretario
de Estado y futuro Sucesor en la Cátedra de Pedro, al llegar a conocimiento de la Santa
Sede que en breve se editaría una publicación que contendría los Mensajes enviados
por los Obispos de las Naciones en contestación a la Carta Colectiva del Episcopado
Español: "La gran resonancia y la favorable y amplísima acogida de tan importante
documento eran ya bien conocidas del Augusto Pontífice, el cual con paternal
satisfacción había echado de ver los nobles sentimientos en que está inspirado, así
como el alto sentido de justicia de esos Excmos. Obispos al condenar absolutamente
todo lo que tenga razón de mal, y particularmente las palabras de generoso perdón que
tiene el mismo Episcopado, tan duramente probado en sus miembros, en sus
sacerdotes y en sus iglesias, para cuantos al perseguir sañudamente a la Iglesia, tantos
daños han causado a la Religión en la noble España»

Los Obispos españoles han declarado solemnemente en su Carta Colectiva que


ellos no provocaron el Alzamiento ni conspiraron para el mismo, pero hubiese
sido monstruosa su neutralidad entre el comunismo ateo devastador y
sacricida y los que exponían cuanto tenían, bienes, libertad y su misma vida
por defender la religión, la patria y la civilización. No debían acaudillar
ejércitos ni lo han hecho, pero dentro de su ministerio pastoral debían ser, en
circunstancias decisivas para la Iglesia y la patria, defensores civitatis.

En la zona roja han sabido ser mártires los Obispos y morir bendiciendo y perdonando.
Y el Obispo de Teruel que de la zona nacional pasó prisionero a la zona roja en la
efímera posesión de esta ciudad por el ejército rojo, fué invitado a retractar su firma
puesta a la Carta Colectiva de los Obispos; y con noble entereza contestó que muy
conscientemente la había firmado y por ser verdad cuanto en ella se decía, comprobado
por él personalmente en su propia diócesis. La Providencia divina permitió la prisión y
al fin la muerte del Obispo de Teruel, que no quiso comprar la libertad con una
retractación que habría sido una traición a su conciencia, para que brillase ante el
mundo, contra las afirmaciones mezquinas y calumniosas de unos pocos, que los
Obispos españoles habíamos suscrito libremente la Carta Colectiva, no como acto de
servilismo, sino sabiendo lo que ella podía acarrearnos en momentos en que la guerra
no estaba todavía decidida; pero entendiendo que eran no los intereses de un partido o
de una facción los que defendíamos sino los sagrados intereses de la Religión y de la
Patria y aun los intereses de la civilización cristiana amenazada en todo el mundo. La
Carta Colectiva de los Obispos españoles debía tener su mártir que atestiguase la
libertad y los fines apostólicos propios de su sagrado ministerio de todos los que la
suscribieron.27 ​

Referencias
5. Raguer, Hilari (2001). pp.  152-155. Falta el
1. Raguer, Hilari (2001). p.  151. Falta el
|título= (ayuda)
|título= (ayuda)
6. Raguer, Hilari (2001). p.  155. Falta el
2. Raguer, Hilari (2001). pp.  151-152. Falta el
|título= (ayuda)
|título= (ayuda)
7. Raguer, Hilari (2001). pp.  151; 155-156.
3. Raguer, Hilari (2001). p.  172. Falta el
Falta el |título= (ayuda)
|título= (ayuda)
8. Raguer, Hilari (2001). pp.  156-159. Falta el
4. Raguer, Hilari (2001). p.  152. Falta el
|título= (ayuda)
|título= (ayuda)
9. Raguer, Hilari (2001). pp.  172-173. Falta el firmado la carta colectiva  ». Falta el
|título= (ayuda) |título= (ayuda)
10. Raguer, Hilari (2001). pp.  173-174. Falta el 21. Raguer, Hilari (2001). pp.  159-160. Falta el
|título= (ayuda) |título= (ayuda)
11. Raguer, Hilari (2001). p.  161. Falta el 22. Raguer, Hilari (2001). p.  161. Falta el
|título= (ayuda) |título= (ayuda)
12. Álvarez Bolado, Alfonso (1995). pp.  163- 23. Véase el artículo "José Manuel Gallegos
165. Falta el |título= (ayuda) Rocafull" en Cordobapedia
13. Raguer, Hilari (2001). pp.  162-164. Falta el https://cordobapedia.wikanda.es/wiki/Jos%C3%
|título= (ayuda) 24. Raguer, Hilari (2001). p.  171. Falta el
14. OK diario (24 de septiembre de 2018). «Un |título= (ayuda)
monje separatista de Montserrat [Hilari 25. Pueden consultarse algunos fragmentos de
Raguer] anima a tener un “ejército completo” estas contestaciones en BAYLE, C., “El
para hacer la ‘república’» (https://okdiario.co mundo católico y la carta colectiva del
m/espana/monje-separatista-montserrat-ani episcopado español”, Razón y Fe 114
ma-tener-ejercito-completo-hacer-republica- (1938), 245-261. También se encuentran
3150208). Consultado el 25 de abril de reproducidas cartas de adhesión de
2019. prelados extranjeros en los siguientes
15. Raguer, Hilari (2001). p.  164. Falta el Boletines diocesanos: Boletín Oficial del
|título= (ayuda) Obispado de Avila 2 (22 de febrero de 1938)
63- 68 y 5 (25 de mayo de 1938) 213-224;
16. Raguer, Hilari (2001). pp.  156-157. Falta el Boletín Oficial del Obispado de Pamplona
|título= (ayuda) 1861 (1 de noviembre de 1937) 410-412 y
17. Raguer, Hilari (2001). p.  157. Falta el 1863 (1 de diciembre de 1937) 445-448.
|título= (ayuda) 26. Boletín Oficial del Obispado de Salamanca 8
18. Raguer, Hilari (2001). pp.  157-158. Falta el (28 de mayo de 1939), 189-190. Puede
|título= (ayuda) consultarse la Carta pastoral íntegramente
19. Raguer, Hilari (2001). p.  158. Falta el aquí: https://summa.upsa.es/viewer.vm?
|título= (ayuda) id=9981&view=main&lang=es&search=Pla+y+
20. Raguer, Hilari (2001). p.  158. «Cuando en 27. Boletín Oficial del Obispado de Salamanca 8
enero de 1939 el embajador de Franco ante (28 de mayo de 1939), 191-192. Puede
la Santa Sede le comunicó al cardenal de consultarse aquí:
Tarragona que no le permitiría el regreso a https://summa.upsa.es/viewer.vm?
su sede, la principal acusación fue no haber id=9981&view=main&lang=es&search=Pla+y+

Bibliografía
Álvarez Bolado, Alfonso (1995). Para ganar la guerra, para ganar la paz. Iglesia y Guerra Civil:
1936-1939. Madrid: Universidad Pontificia de Comillas.
Raguer, Hilari (2001). La pólvora y el incienso. La Iglesia y la Guerra Civil española (1936-
1939). Barcelona: Península. ISBN 9788483078488.

Enlaces externos
Wikisource contiene la Carta colectiva de los obispos españoles a los obispos de todo
el mundo con motivo de la guerra en España.
Documento original (http://secviccentdocumentosoficiales.blogspot.com/2006/09/carta-colectiv
a-de-los-obispos.html)
Artículo sobre la carta (https://web.archive.org/web/20071123234555/http://www.galeon.com/r
azonespanola/r113-car.htm)
IGLESIA - SUBLEVACIÓN MILITAR (1936 - 1939) (http://www.fuenterrebollo.com/Gobiernos/
Obispos-Espana/carta-colectiva.html#cruzada)
Obtenido de «https://es.wikipedia.org/w/index.php?
title=Carta_colectiva_de_los_obispos_españoles_con_motivo_de_la_guerra_en_España&oldid=145948957»

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