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Según datos de la CEPAL, entrando los años 90, la política económica implementada en la
República Dominicana se basó en el control del tipo de cambio, la tasa de interés, un programa
muy activo de inversión pública, control precios, y se postergó el pago de la deuda estatal en
pesos, aunque si se procedió al pago de la deuda en moneda extranjera (dólares), por lo que
según analistas se aumentó la emisión de circulante, y esto dio pie a una crisis muy profunda,
caracterizada por más de 20% de desempleo, un aumento de un 250% en el índice de precios, y
una caída del PIB per cápita de más del 7%.
Ya entrando de lleno, a partir del 91, con la permanencia en el poder de Joaquín Balaguer, se
vio obligado, según mi opinión, a adoptar políticas más acordes al consenso de Washington,
obligado por los poderes facticos, y eso se reflejó en lo concerniente a la política fiscal. Con su
salida del poder en el 96, Leonel Fernández siguió una política económica neoliberal,
completando lo que ya había iniciado Balaguer desde el 1990, esta vez aplicando Fernández lo
que tenía que ver con la liberalización y por supuesto, la privatización.
Para fijar estas políticas, los gobiernos e instituciones son a menudo influidos por las
instituciones internacionales de índole crediticia, tales como el Fondo Monetario
Internacional (FMI), o el Banco Mundial, además las formas de gobierno que adopten los
partidos políticos que gobiernan.
En tal sentido, las instituciones internacionales mencionadas, desde su génesis, surgieron con
una línea muy marcada hacia las políticas económicas neoliberales, no solo las que adoptan
para países como República Dominicana, sino que lo hemos visto en diferentes partes del
mundo, como Grecia, Bélgica, Haití, entre otros.