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Tras el Espejo

Medieval
* Tradición Mágica *
* Creencias *
* Prácticas * Ritos en
la Europa Medieval y
Moderna

Lic. Fernando Cammarota.


A: Tomás y Agustín,
Imaginar otro mundo es posible.
Papá.
Introducción

La presente obra es una


travesía, y al mismo tiempo, es
producto de una compleja comunión
entre saberes, ritos, mitos y
leyendas en la Europa Medieval y
Moderna que ven la luz por vez
primera en forma coherente y
ordenada en nuestro ámbito.

Anhelamos que, el arduo


trabajo de exhumar cuantiosos
documento –aquí citados y
expuestos- facilite a través de los
mismos, expresar el clima de una
época, los imaginarios sociales,
las necesidades de las gentes,
vivencias, prácticas y temores. En
otras palabras, hablar y expresarse
por si mismos. ¿Necesitan acaso un
interlocutor valido para hacerlo?
Entendemos que la única respuesta
es un contundente no.

De modo tal no tomará


desprevenido al lector, encontrar
pues, numerosas fuentes
documentales que hemos intentado
amalgamar en un corpus coherente y
al mismo tiempo aportar testimonios
inéditos tanto para el público en
general como para futuros
investigadores.

A pesar de ello debemos subrayar


que no es nuestra intención el
dirigirnos a un público
exclusivamente académico.
Detrás del Espejo Medieval

El 7 de noviembre de 2010,
los reyes españoles se inclinan
ante el papa Benedicto XVI, besan
su anillo y hacen la reverencia del
caso. Así, se convierte en basílica
La Sagrada familia de Gaudí, luego
de más de 100 años en construcción.
En torno a ceremonia eclesiástica,
los oleos, el incienso, la
iluminación, la presencia de 12
arzobispos 43 obispos, 6000
mandatarios y unos 40.000 fieles
han dado el marco a una Barcelona
festiva que congregó a más de
250.000 personas. Allí la Edad
Media pervive.
Decir que muchas cosas nos
vinculan con el Medioevo quizá no
sería suficiente pretexto como para
justificar el presente compendio.
No obstante la falta de un anclaje
sólido, que la más de las veces nos
brinda nuestra contemporaneidad,
sus numerosos cambios y
continuidades, así como sus veloces
rupturas, convertirían este corpus
en un argumento de peso histórico a
ser tenido en cuenta.
Valiosísimas muestras de
estas reminiscencias aun continúan
vigentes: el trébol de cuatro
hojas, el beso bajo el muérdago del
dintel de las puertas, las
herraduras colgadas, gnomos,
trolls, duendes, elfos, genios,
hadas, etc., pueblan nuestros
cuentos, películas, festividades y
la imaginación de niños, jóvenes y
adultos. ¿Es de mala suerte, acaso,
romper un espejo? ¿Al derramarse
accidentalmente la sal, debe ser
arrojada una pizca sobre el del
hombro izquierdo? ¿Tener plantada
una ruda en el jardín es un buen
augurio? ¿Ha jugado a la rayuela
alguna vez? ¿Cree en el mal de ojo?
¿Se ata cintas de colores en las
muñecas? Podríamos de esta manera
seguir enumerando prácticas
medievales que, algunas más y otras
menos, continúan vigentes en
nuestros tiempos. Huelga decir que
todas estas cuestiones encuentran
su atadura en una Larga Edad Media.
Es dable que las mentes
inquietas se cuestionen si vale la
pena dar cuenta de estas prácticas,
pues no encuentra por lo general un
amarre con nuestra mal llamada
“modernidad1”. A lo que sería
posible alegar que: conocer el

1 Concepto que por sí solo deberíamos


analizar en profundidad aunque superaría
los límites del presente trabajo.
Pasado para poder dar cuenta del
Presente y construir así un Futuro
mejor y porque no más justo,
debería ser uno de los paradigmas
centrales de todo historiador.
O para decirlo de otra manera, la
idea de realizar investigaciones
que tengan su anclaje en la Edad
Media nos permitirá dar cuenta del
pensamiento de hombres y mujeres
que se alejan y se acercan
notoriamente a los nuestros y, al
mismo tiempo, podremos adquirir
herramientas que nos permitan
enfrentar los tiempos venideros con
un verdadero pensamiento crítico.
Así, partiendo desde un lugar
arbitrario y seleccionando las
fuentes que creemos indicadas, no
por orden cronológico, sino por el
relato histórico que creemos prima
en el presente compendio, damos
comienzo a esta travesía.
Bienvenidos…

Un Gigante con Pies de Barro

Sin dudas, hace ya medio


siglo y con un accionar de amplio
apoyo a la institución eclesiástica
española, erraba Menéndez Pelayo al
afirmar que por ser España el país
menos supersticioso de la tierra,
pagaría su tributo a la humanidad
desde los días más remotos de su
historia2. Por el contrario,

2 Menéndez Pelayo, Historia de los


Heterodoxos Españoles, Tomo II, Buenos
Aires, ESPASA-CALPE ARGENTINA S.A., 1951,
Pág. 216. Con todo, debemos reconocer el
importante aporte del autor, en cuanto a
la recopilación de fuentes y archivos, que
utilizaremos asiduamente en este libro
desde la perspectiva de la Historia
Social.
estamos en condiciones de afirmar
que las historias relacionadas a lo
sobrenatural y lo divino, pueblan
de forma exuberante, la Europa
Occidental y en particular, toda la
Península Ibérica. Más tarde, y en
un proceso análogo, la impulsaría
hacia América Latina.
Es cierto que no resulta
sencillo el abordaje de dichos
temas, muchos son polémicos y
oscuros, mientras que otros han
sido descartados de plano por la
historiografía tradicional. No
obstante su mera existencia en
cuantiosos documentos medievales y
modernos no puede ni deben ser
dejados de lado por los
historiadores, de modo tal, hemos
aspirado concretar un aporte que, a
la vez desconocido en nuestro
medio, anhela poseer una relación
lógica y adecuada entre las partes
que lo conforman.
De tal forma, es dable
percibir que el estudio de las
supersticiones populares, no ha
sido tratado como se lo merece,
hecho por el cual se encuentra aun
perdido en la bruma del tiempo, más
aún, podría afirmarse que está casi
virgen entre nosotros. La
aseveración anterior unida a los
testimonios de diferentes autores,
Concilios y las numerosas fuentes
históricas que nos acompañarán, así
también el cotejo de ritos, mitos y
tradiciones de algunos pueblos
europeos, intentaran dar alguna luz
sobre la materia.
Creo conveniente precisar en
este punto que he intentado
permanecer lo más aséptico posible
en cuanto a temas relacionados con
el cristianismo, específicamente
con la Iglesia Católica, sus
prácticas y las cuestiones de Fe.
De modo tal, pretendo no ofender a
nadie con mis apreciaciones a lo
largo de este trabajo.
Al mismo tiempo, dejaré en claro
mis acuerdo o divergencias con
diferentes autores, cuando así lo
juzgue conveniente, aunque entiendo
que los lectores más críticos serán
sin duda los más fecundos.

El Eterno Problema del Tiempo

Pocos temas han sido -y aun


hoy lo son- tan debatidos como la
periodización de la Edad Media.
Alcanzaría quizá con instalarla
entre el Siglo V y el Siglo XV, mas
eso no sería del todo correcto,
pues no existen en el periodo
mencionado acontecimientos
concretos que marquen en forma
determinante el comienzo y fin del
Medioevo. Me limito a señalar que
se trató de un amplio proceso que
gozó, es verdad, de varios
renacimientos y una poderosa
mutación hacia el año mil de
nuestra era.
De todos modos, aun juzgando que no
es éste el ámbito indicado para
abrir una nueva discusión sobre un
tema que como ya he mencionado se
encuentra en disputa, conviene si
señalar que siguiendo la línea de
Le Goff, el Medioevo se extendió
bastante más allá del año 1492 al
que, dicho sea de paso, tanto y tan
mal estamos acostumbrados. Por
consiguiente, no nos limitaremos a
utilizar una periodización cuyo fin
fue el de menospreciar al periodo
más largo y rico de la humanidad,
la Edad Media. A ella le debemos el
Estado, la nación, la ciudad, la
universidad, los derechos del
individuo, la emancipación de la
mujer, la conciencia, el molino, la
brújula, la hora, el libro, el
tenedor, las sabanas, por señalar
algunos3.

En Perspectiva

La Historia es absolutamente
social, y por lo tanto, lo que nos
reúneme aquí es nuestra

3 Véase el excelente artículo de Jacques


Le Goff, “Seguimos viviendo en la Edad
Media”, Diario La Nación Line, miércoles
12 de Octubre de 2005.
http://lanacion.com.ar/archivos/notas
preocupación por el hombre y más
específicamente por la mujer y el
hombre Medieval, Lucien Febvre
decía: La historia se hace, no cabe
duda, con documentos escritos.
Cuando los hay. Pero, si no
existen, se puede, se debe hacer
sin documentos escritos. Por medio
de todo cuanto el ingenio del
historiador le permita usar […] Con
palabras. Con signos. Con paisajes
y con ladrillos. Con formas de
campos y malas hierbas. Con
eclipses lunares y colleras. Con
investigaciones sobre piedras
realizadas por geólogos, y con
análisis de espadas metálicas
realizadas por químicos. En una
palabra, con todo lo que siendo
propio del hombre depende de él, le
sirve, lo expresa, significa su
presencia, su actividad, sus gustos
y sus modos de ser hombre4.
En este sentido, es complejo
imaginar la vida en la Edad Media,
sus tradiciones, sus costumbres y
hábitos, dificultan el oficio del
historiador5. No obstante podemos
afirmar que el horizonte medieval
es abierto y amplio. Aunque el
hombre que lo habita es victima de
una naturaleza que todo lo abruma,
es esta misma naturaleza, la que le
brinda lo necesario para su
conservación.
El espeso bosque, es ante todo, una
imagen que no deberíamos perder de
vista. Cabe, pues, imaginar,
pequeñas casas rusticas bien
distantes unas de otras. Los

4 Véase: LE GOFF, Jacques, Pensar la


historia, España, Paidos, 2005.
5 BLOCH, Marc, Apología para la historia
o el oficio de historiador, México, Fondo
de Cultura económica, 1996 p.33.
historiadores medievales, conocemos
minuciosamente estas
representación, es abrumadora la
suma de relatos que favorecen estas
descripciones.
El bosque es mágico, sobrenatural y
las potencias invisibles moran en
él. Se trata, pues, de una
tendencia sumergida inevitablemente
en la realidad mitogénica medieval,
en la que se encuentran
simultáneamente el nacimiento y la
vida perenne. ¿No fue acaso en ese
oscuro bosque donde el heredero del
primer monarca de Asturias -el Rey
Pelayo- Fafila fue muerto por un
oso? ¿Y acaso uno de los últimos
carolingios, Luis IV, no encontró
la muerte en un bosque al luchar
contra un demonio, disfrazado de
lobo?
Esa relación cotidiana con
la naturaleza y con un entorno, del
que no podía dar cuenta plenamente,
hacen del campesino y del rustico,
en mayor medida, pero también del
noble y del monje, un consumado
practicante y un participe
necesario del mundo inmaterial.
La Iglesia

Es un hecho prácticamente
irrefutable para la mayoría de los
investigadores que el cristianismo
paso velozmente de ser hostigado ha
convertirse en perseguidor de
aquellos que no acordaban con sus
prácticas, anatemizando y tildando
de “herejes” a una multitud de
individuos que se oponían
básicamente a la forma que -
paulatinamente- iba tomando la
institución eclesiástica.
El fracaso de Diocleciano en
restaurar los tradicionales cultos
del Estado Romano, basado en una
cruenta persecución contra los
cristianos durante el bajo imperio,
abrió el camino para que poco
después Constantino6, decidiera
ceder a una prudente tolerancia.
Sería el emperador Teodosio el que
en última instancia implantaría al
cristianismo como única religión
del estado, iniciando la
persecución de los que comenzaron
por entonces a llamarse paganos7.
Por el favor del que ahora gozaban
y tomando por modelo las salas en
las que los magistrados impartían
justicia, los funcionarios
eclesiásticos se construían
basílicas, largas naves que estaban
escoltadas por galerías que
finalizaban en el sillón
episcopal8. De modo tal, la Iglesia
de Cristo, comenzó a modelar y
6 Viejo y enfermo en el año 337
Constantino pide el bautismo.
7 ROMERO, José Luis, La Edad Media, Buenos
Aires, Fondo de Cultura Económica, 2004.
8 Véase: DUBY, George, Arte y Sociedad en

La Edad Media, Buenos Aires, Taurus, 2011.


modelarse dentro del Estado Romano,
que se encontraba ya en franco
retroceso, y del cual sería -solo
en parte- custodio a su modo, de un
exquisito legado.
Precisamente, esta situación,
permitió que las cuestiones
espirituales -de éste cristianismo
primitivo- comenzaran a dominar las
cuestiones públicas y privadas con
una centralidad hasta entonces
inédita. De tal forma las
escrituras de los apóstoles y la
buena nueva del reino llegarían
para aportar un nuevo soplo al
embrionario Medioevo.
Así y al mismo tiempo, la Iglesia
combatió, en toda Europa en general
y en la Península Ibérica en
particular, a numerosos movimientos
que se le oponían, calificándolos
de ahí en adelante como
“sacrílegos”.
Sirvan de ejemplo: Migecio, quien
defendía que la trinidad estaba
compuesta por David, Jesús y Pablo
de Tarso; Sereno, quien se había
autoproclamado como un nuevo mesías
o a los numerosos seguidores del
movimiento que sostenía que Jesús
era un hijo adoptivo de Dios, entre
otros tantos. Nicea9, sería el
punto de inflexión que sentaría las
bases de una ininterrumpida
política eclesiástica. De igual
modo, aunque por una vía diferente,
la escuela neoplatónica que
intentaba explicar la naturaleza de
lo divino, debería ser sitiada por
sus prácticas paganas y mágicas:

9 Primer Concilio Ecuménico celebrado en


325 en la Ciudad de Nicea.
Proclo tomó consigo al gran
Pericles de Lidia, hombre que
era un gran amigo de la
sabiduría, y juntos se
dirigieron al Asclepeon, para
orar al dios y suplicarle por
la niña enferma. Lo cierto es
que por entonces la ciudad
todavía tenía la suerte de
disfrutar la presencia del
dios y el templo todavía ni
había sido saqueado [por los
cristianos]. Y mientras Proclo
oraba según el antiguo rito,
se produjo un cambio repentino
en el estado de la criatura,
que enseguida se sintió
mejor10.

10 Véase: CAMERON, Averil, El Mundo


Mediterráneo en la Antigüedad Tardía 395 –
600, Crítica, Barcelona, 1998.
Así, todo aquel individuo,
escuela u movimiento, que
acometiera en forma directa o
indirecta contra el dogma de la
santísima trinidad11, correría con
la misma suerte y sería catalogado
como hereje. Isidoro de Sevilla
había concebido una definición
inaugural del tema: Heretici, qui
de Ecclesia reccesserunt12.
Ciertamente, en el pensamiento
medieval solo un bautizado podía
ser hereje, ya que, por algún
motivo, había dejado de aceptar la
autoridad Romana como cabeza de la
Iglesia y al mismo tiempo renegaba
sobre los dogmas de la Fe, que
razonaba, desgarraban la tradición

11 Tres personas, espirituales,


incorpóreas, indivisas, inconfusas,
coesenciales, consustanciales, coeternas,
en una Divinidad, poder y majestad, sin
principio ni fin.
12 Véase: Etymología, VIII, 5, 1.
y los mandatos divinos. Al decir de
Thouzellier13, el hereje tiene
conciencia de ser ortodoxo y
conserva la esperanza de vencer en
nombre de la verdad evangélica.
De modo tal, a los ojos de Roma, el
hereje es quizá el peor enemigo de
la cristiandad, había formado parte
de sus filas y ahora desde su
propio seno, renegaba sobre el modo
en que esta se conducía. Si el
judaísmo o el islam no eran bien
vistos, al menos, ambos tenían
cierto grado de organicidad y
verticalidad que los emparentaba
con la Iglesia cristiana.
No obstante, aseveramos que siempre
existió un límite demasiado borroso
entre lo esotérico y lo tolerado

13 THOUZELLIER, C., Tradición y


Resurgimiento en la Herejía Medieval, en:
LE GOFF, Jacques Herejías y sociedades en
la Europa pre industrial. Siglos XI-XVIII.
Madrid, Siglo XXI, 1999.
por la institución eclesiástica que
permitió al mismo tiempo un punto
de fuga de esta sociedad.
Los controles, aunque intentaron
ser severos y efectivos, resultaron
a todas luces infructuosos y a
decir verdad creemos que hasta
causaron el efecto contrario.
Las Fiestas de Carnaval quizá son
el ejemplo más conocido. Una
crónica del Siglo XII, afirma:

Los sacerdotes de una iglesia


elegían un obispo de los
bufones, que acudía a la
iglesia con gran pompa y se
sentaba allí en el trono
episcopal. A partir de ese
momento comenzaba la misa
cantada en la que participaban
todos los clérigos con las
caras tiznadas o con máscaras
repulsivas o ridículas.
Durante la misa, los clérigos
disfrazados de bailarines o
mujeres danzaban en el coro y
cantaban allí canciones
indecorosas. Los demás comían
salchichas sobre los altares,
jugaban a las cartas o a los
dados en presencia del
sacerdote que decía la misa,
lo ahumaban con un incensario
donde ardían trapos viejos y
le hacían respirar ese humo14.

Justamente el juego de la oca, que


muestra el derrotero del Camino de
Santiago -empezando en los pirineos
y culminando en la Ciudad Santa- es
un claro ejemplo de ello. De la
misma manera podemos imaginar sin
demasiado esfuerzo el juego de la
rayuela que va desde la tierra

14 Véase al respecto el interesante


trabajo de Uwe Schultz, La Fiesta, Mardid,
Alianza, 1993.
hasta el cielo, describiendo un
camino en forma de cruz que simula
una catedral vista desde arriba, o
la costumbre de arrojar sal por
encima del hombro para ahuyentar al
demonio, así lo ratifican.
La institución eclesiástica sabía
congregar un abrumador poderío y
las cruzadas representan, para el
historiador, un significativo
exponente. Y la elocuencia de
Urbano II, haría alarde de este
poderío. Durante el año 1095, se
reunió en la ciudad Gala de
Clermont, un concilio presidido por
el Papa. Numerosos príncipes,
cardenales, obispos y caballeros,
tanto germánicos como francos
concurrirían al mismo. Cuentan los
documentos que tenemos ante
nosotros como, después de haber
regulado los asuntos eclesiásticos,
el Papa Urbano II salió a un lugar
espacioso, ya que ningún edificio
podía contener a aquellos que
venían a escucharle y les dijo:

Que vuestros corazones se


conmuevan y que vuestras almas
se estimulen con valentía por
las hazañas de vuestros
ancestros, la virtud y la
grandeza del rey Carlomagno y
de su hijo Luis […] Sed
conmovidos sobre todo en favor
del santo sepulcro de
Jesucristo, nuestro Salvador,
poseído por pueblos inmundos,
y por los santos lugares que
deshonran y mancillan con la
irreverencia de sus
impiedades. Oh, muy valientes
caballeros, posteridad surgida
de padres invencibles, no
decaed nunca, sino recordad la
virtud de vuestros ancestros;
[…] Que no os retenga ningún
afán por vuestras propiedades
y los negocios de vuestra
familia, pues esta tierra que
habitáis, confinada entre las
aguas del mar y las alturas de
las montañas, contiene
estrechamente vuestra numerosa
población; no abunda en
riquezas, y apenas provee de
alimentos a quienes la
cultivan: de allí procede que
vosotros os desgarréis y
devoréis con porfía, que os
levantéis en guerras, y que
muchos perezcan por las mutuas
heridas. Extinguid, pues, de
entre vosotros, todo rencor,
que las querellas se acallen,
que las guerras se apacigüen,
y que todas las asperezas de
vuestras disputas se calmen.
Tomad la ruta del Santo
Sepulcro, arrancad esa tierra
de las manos de pueblos
abominables, y sometedlos a
vuestro poder. Esta ciudad
real, [Jerusalén] situada al
centro del mundo, ahora
cautiva de sus enemigos, ha
sido reducida a la servidumbre
por naciones ignorantes de la
ley de Dios: ella os demanda y
exige su liberación, y no cesa
de imploraros para que vayáis
en su auxilio. Es de ustedes
eminentemente que ella espera
la ayuda, porque así como os
lo hemos dicho, Dios os ha
dado, por sobre todas las
naciones, la insigne gloria de
las armas: tomad, entonces,
aquella ruta, para remisión de
vuestros pecados, y partid,
seguros de la gloria
imperecedera que os espera en
el reino de los cielos" [y los
presentes] gritaron todos:
¡Dios lo quiere! ¡Dios lo
quiere! Habiendo escuchado
esto el venerable pontífice de
Roma, dijo: "Muy queridos
hermanos, hoy se manifiesta en
vosotros lo que el Señor dice
en el Evangelio: "Cuando dos o
tres estén reunidos en mi
nombre, yo estaré en medio de
ellos". Porque si el Señor no
hubiese estado en vuestras
almas, no hubieseis
pronunciado todos una misma
palabra: y en efecto, a pesar
de que esta palabra salió de
un gran número de bocas, no ha
tenido sino un solo principio;
es por eso que digo que Dios
mismo la ha pronunciado por
vosotros, ya que es Él quien
la ha puesto en vuestro
corazón. Que ése sea, pues,
vuestro grito de guerra en los
combates, porque esa palabra
viene de Dios: cuando os
lancéis con impetuosa
belicosidad contra vuestros
enemigos, que en el ejército
de Dios se escuche solamente
este grito: ¡Dios lo quiere!
¡Dios lo quiere! Que los ricos
ayuden a los pobres, y que
lleven consigo, a sus
expensas, a hombres apropiados
para la guerra; ningún laico
deberá prudentemente ponerse
en ruta, si no es con la
bendición de su pastor; quien
tenga, pues, la voluntad de
emprender esta santa
peregrinación, deberá
comprometerse ante Dios, y se
entregará en sacrificio como
hostia viva, santa y agradable
a Dios; que lleve el signo de
la Cruz del Señor sobre su
frente o su pecho; que aquel
que, en cumplimiento de sus
votos, quiera ponerse en
marcha, la ponga tras de sí,
en su espalda; cumplirá, con
esta acción, el precepto
evangélico del Señor: "El que
no tome su cruz y me siga, no
es digno de mí".

Había llegado la hora de la


acción, y la Iglesia estaba
colmatando un proceso iniciado
en el año mil. Era este sin
dudas, el momento preciso de
pasar a los hechos.

Pasar a los Hechos

Se puede afirmar que existe


una coherencia impecable entre el
Antiguo y el Nuevo testamento,
algunos libros más y en otros
menos, todos concuerdan como
protervo y vedado el consultar
brujos, adivinas y hechiceras15.
Así también lo dejaría plasmado
Columela16 en el Siglo I de nuestra
era y en pleno Imperio Romano al
afirmar que “el amo” debía prohibir
los sacrificios que él mismo no
haya ordenado, mientras se debían
evitar por todos los medios el
contacto con hechiceros y místicos
por impulsar actos criminales.
Tales cuestiones no escapaban al
conocimiento de los noveles
seguidores del humilde carpintero
judío crucificado cerca del año 33.

15 Véase: Segundo Libro de Zacarías 10:2,7;


Adivinación consultar en Deuteronomio
18:9-12, Levítico 19:26,1- 20:27; Jeremías
23:32. Magia y Hechicería consultar Daniel
1:20, 2:2,10,27; Génesis 41:8, 24; Mateo
6:13, entre otros.
16 Escritor latino, natural de Gades,

España y contemporáneo de Seneca; escribió


alrededor del año 60 de nuestra era.
La incipiente iglesia cristiana que
mucho después se transformaría en
católica, es decir en Universal,
conocía perfectamente las
prohibiciones que el Antiguo
Testamento primero y el Nuevo
Testamento después enumeraba sobre
esas prácticas.
El sillón Romano, forzado heredero
de un pasado germánico que apenas
podía comprender, no realizó (como
era de esperar) ningún esfuerzo por
preservarlo. La estigmatización de
las costumbres paganas, fue una
práctica habitual del cristianismo
antiguo y medieval, suceso éste que
nos permite dar cuenta del lento
pero ininterrumpido proceso de
“conquista” llevado a cabo por la
Iglesia católica.
Es significativo remarcar
aquí que esta institución fue la
única que se mantuvo en pie desde
la desaparición del mundo antiguo y
sin lugar a dudas encontró un campo
fértil de acción siempre que la
coyuntura de la hora se lo
permitió.
Bastará con señalar como
prontamente los Apóstoles se
lanzaron a divulgar las enseñanzas
de Jesús por todo el mundo romano.
San Pablo, llegaría hasta España,
como lo indica la epístola a los
romanos. Su misión por éstas tierra
se encuentra respaldada por
numerosas fuentes históricas
contemporáneas, entre las que
destacamos la de su discípulo San
Clemente.
De igual forma San Pedro
remitió a predicar en Bética a sus
discípulos: Torcuato, Ctesifon,
Indalecio, Eufrasio, Cecilio,
Hesichio y Segundo; hoy conocidos
como los Siete Varones Apostólicos.
Mientras que la llegada del
Apóstol Santiago cerca del año 60,
es más controversial
historiográficamente hablando,
aunque no por eso afirmamos que no
se haya producido. Sabemos
efectivamente de la existencia de
un Misal del Siglo IV que decía:
Regens Joannes dextra solus Asiam,
Ejusque frater politus Spaniam.
Caput refulgens aureum Spaniae.
Comenzaba así un lento pero
ininterrumpido proceso de
cristianización del mundo antiguo
que ganaría celeridad durante todo
el Medioevo. Menéndez Pelayo lo
resumía de esta manera:

La insania crucis, la religión


del sofista crucificado, que
decía impíamente Luciano,
había triunfado en España y en
todo el mundo romano, de sus
primeros adversarios. Lidió
contra ella el culto oficial
defendido por la espada de los
emperadores, y fue vencido en
la pelea, no solo porque era
absurdo e insuficiente, y
habían pasado sus días, sino
porque estaba, hacía tiempo,
muerto17.

Similar suerte correrían los ídolos


de los pueblos germanos, los
cuales, sufrirían una vigorosa
aculturación a lo largo de un
interrumpido proceso, de avances y
retrocesos, por más 6 siglos.
La inestabilidad de los límites
territoriales del cristianismo

17 Menéndez Pelayo, Historia de los


Heterodoxos Españoles, Bs.As., Espasa-
Calpe, 1951, P.24.
occidental, sobre todo en los
territorios noruegos y su zona de
influencia, fue la norma y no la
excepción. El abuelo de Olaf el
Santo, el rey de Noruega Olav
Trygvesson, circa del año mil,
lucho denodadamente por eliminar
todo rastro de paganismo, aunque su
tarea quedo inconclusa; como lo
indican Las Sagas de los Reyes:

Había un terrateniente que se


llamaba Raud el Fuerte. Vivía
en la isla de Godöy en el
fiordo de Salten. Raud era un
hombre riquísimo que tenía
muchos dependientes. Era muy
poderoso, un gran contingente
de lapones acudía a ayudarle
en cuanto lo necesitaba. Era
conocido por los sacrificios
que celebraba y poseía grandes
dotes mágicas.
Pero aunque los encargados
de difundir la nueva religión
tenían nociones disímiles de las
“adecuadas” prácticas religiosas
que debían mantener las gentes, ya
que su bagaje cultural era
naturalmente diferente, era
evidente para todos que la magia se
diferenciaba notoriamente de la
adivinación. Así la primera
requería como condición sin ecua-
non; el haber realizado un pacto
con Satanás o algún ángel caído,
mientras que la adivinación era
ampliamente practicada, sobre todo
por los estamentos más encumbrados
de la sociedad medieval y se la
vinculaba teóricamente, en lo que
hoy podríamos encuadrar, hacia
nociones alquímicas o cuasi
científicas.
Añádase que no eran del todo
desconocidas -por el cristianismo-
las prácticas de los mal llamados
pueblos “Barbaros”, así cuando Cayo
Julio César18, marcho sobre la Galia
Transalpina; circa del 58 al 50
A.C., pudo registrar como:

Los Druidas [Galos] se esmeran


en persuadir la inmortalidad
de las almas y su
transmigración de unos cuerpos
a otros, cuya creencia juzgan
ser grandísimo incentivo para
el valor, poniendo aparte el
temor de la muerte. Otras
muchas cosas disputan y
enseñan a la juventud acerca
de los astros y su movimiento,
de la magnitud del orbe
terrestre, de la naturaleza de

18 Véase: Cayo Julio César, Comentarios de


las Guerras de las Galias, Bs.As.,
Claridad, 2008.
las cosas, del poder y
soberanía de los dioses
inmortales. [Mientras que] Las
costumbres de los Germanos son
muy diferentes, pues ni tienen
druidas que hagan el oficio de
sacerdotes ni se curan de
sacrificios. Sus dioses son
sólo aquellos que ven con los
ojos y cuya beneficencia
experimentan sensiblemente,
como el Sol, el fuego y la
Luna.

Apaleamos, en este sentido al


historiador romano Tácito, circa
del año 80:

Son [los Germanos] los máximos


observadores de auspicios y de
suertes; le cortan a un frutal
una rama que [luego] cortan en
ramitas, a la que marcan con
ciertos signos distintivos;
después las esparcen, sin
orden y al azar, sobre una
tela blanca. Luego, el
sacerdote de la ciudad, si la
consulta es pública, el mismo
padre de familia, si es
privada, después de haber
invocado a los dioses, y
volviendo la atención al
cielo, toma sucesivamente
tres, que interpreta de
acuerdo a los signos que antes
ha impreso.

A juzgar por los testimonios aquí


vertidos, es más que probable que
dichas costumbres propiciaran –
siglos después- la tendencia de los
Francos, ha llevar sus ofrendas de
agradecimiento a los sepulcros de
los milagrosos Santos Galos, como
San Martín de Tours, bajo cuya
protección ganarían numerosas
batallas e incrementarían
exponencialmente sus territorios y
heredades. No obstante, debemos
explicitar sin temor a ser
reiterativos que la Iglesia Romana
canalizó todos sus esfuerzos contra
estos antiguos lugares y prácticas.
Quedaba inaugurado un
período de fuertes cuestionamientos
iconoclastas que venían a eclipsar
la exhibición de diferentes
representaciones. Así El Papa
Gregorio II (715-731) confirmaba
tempranamente en sus cartas:

No adoraremos piedra, ni
paredes, ni cuadros, sino que
por medio de ellos
conmemoramos a aquellos santos
cuyos nombres y semejanzas
llevan […] delante de la
imagen del Salvador, decimos:
<< Jesucristo, Socórrenos y
Sálvanos.>> Delante de una de
la Virgen: << Santa María,
ruega a tu hijo por la
salvación de nuestras almas.>>

Una opinión generalmente


extendida dice que los rústicos19 se
caracterizaron, en esencia, por la
conformación de un Universo Mágico,
por los ritos de taumaturgia y en
definitiva por la búsqueda de la
fecundidad del mundo agrario20.
Justamente, a principios del siglo
VIII el Papa Gregorio le indicaba
claramente a San Agustín de
Canterbury como debía llevar la fe
a tierras nuevas:

Después de prolongadas
reflexiones, he estatuido

19Léase: Campesinos y/o Aldeanos.


20 Véase: Le Roy Ladurie, Emmanuel,
Montaillou aldea occitana de 1294 a 1324,
Madrid, Taurus, 1981.
respecto de los anglos: que
los templos de ídolos en
ningún caso deben derribarse
en esa nación; solo hay que
destruir los ídolos que se
encuentran en su interior. Se
tomará agua bendita y rociarán
los templos; se construirán
altares y en ellos se
colocarán reliquias; en
efecto, si esos templos están
bien construidos, lo único que
hace falta es cambiar su
destino: en lugar de servir al
culto de los ídolos, servirán
a la veneración del Dios
verdadero.
De este modo, el pueblo, al
ver que se respetan sus
templos, depondrán más
fácilmente el error de su
corazón y, al conocer y adorar
al Dios verdadero, se reunirá
de manera más familiar en los
lugares a los cuales ya tenía
el hábito de asistir. Como
existe la costumbre de ofrecer
muchos bueyes en sacrificio a
los espíritus, también será
necesario transformar
ligeramente el aspecto
ceremonial de esas ofrendas, a
fin de vincular esas
costumbres rituales con el día
que se dedica o se festeja a
los santos mártires cuyas
reliquias se hayan depositado
en la iglesia; que la gente
continúe construyendo cabañas
de ramas juntos a los mismos
templos transformados en
iglesias y que celebren la
fiesta con ágapes rituales21.

21Sancti Gregorii Magni registrum


epistularum (Corpus Christianorum, series
latina, CXLA), Turnout, 1982.
Pero no debemos perder de vista que
estamos aquí ante un doble
movimiento que por un lado niega o
impide, mientras que por el otro
reutiliza en su favor, prácticas y
creencias antiguas.
Legítimamente, lo confirman los
registros sobre el origen de las
procesiones de las primeras
Rogaciones22 que nos llegan de la
mano de Jacobo de Voragine:

Se lleva una cruz, se hacen


sonar las campanas, se
enarbolan estandartes y en
algunas iglesias se transporta
además un dragón con una cola
enorme y se implora

22 Lunes, martes y miércoles anteriores a


la ascensión. Época de la Luna roja que el
libro de las revelaciones advertía como
presagio del fin de los tiempos y que no
era desconocido para las mentalidades
medievales.
especialmente la protección de
todos los santos.
Se lleva una cruz y se hacen
sonar las campanas para que
los demonios despavoridos
emprendan la fuga.

La cruz, las campanas, los


estandartes y el muñeco de dragón,
son todos símbolos que tienen una
función específica en el imaginario
medieval, por lo tanto, deben
respetar un rito, una forma precisa
de proceder y operar a los efectos
de lograr lo buscado.
Al fin y al cabo, era tan
importante la existencia terrena
como la futura en la ciudad
celestial. Así el cristianismo, que
modifico la sociedad en gran
medida, influyo como era de
esperar, también, en las prácticas
de sepultura. Por consiguiente la
antigua tradición Germana de
enterrar a sus difuntos de cara al
Este, envueltos en una capa y
habitualmente sin ataúd, debió dar
paso a un novísimo ritual idóneo
para una cristiandad que
desconfiaba de todo y de todos.
Los francos fueron durante varios
siglos paganos. De modo tal, los
Merovingios no escatimaron
esfuerzos en subrayar que el origen
de su dinastía se emparentaba con
una divinidad marina en este caso
un Tritón, y como tal sus poderes
“extraordinarios” provenían del
Panteón Germánico; pero aquello era
inconcebible para la Iglesia Romana
que pretendía ocupar un papel
cardinal del que se creía legítima
heredera.
Así en 751, San Bonifacio ungía a
Pipino23 por vez primera con el
Santo Óleo, vehículo que lo
conectaba con Dios Padre y la
gracia divina. Samuel, había ungido
rey a David en lugar de Saúl y de
igual manera procedía Roma con los
Carolingios24. Tres años más tarde
el papa Esteban II partía rumbo a
Saint Denis a coronar a Pipino como
Rey de los Francos. De modo tal,
imbuida por un poder sobrenatural
la mutación “bárbaro-cristiana”
elevaba indiscutiblemente, a la
dinastía Carolingia, al estatus de
divinidad. El cenit, llegará con la
coronación de Carlomagno, como

23
Pipino el Breve, con la ayuda del Papa
Zacarías y el Abad de San Dionisio
destronó al último rey merovingio
Childerico III y logró coronarse rey de
los francos, dando inicio a la dinastía
Carolingia.
24 Véase: Wallace-Haldrill, El Oeste

Bárbaro, Bs. As., EUDEBA, 1962.


emperador, en la mismísima Roma, la
navidad del año 800.
A todos los lugares hasta donde el
Imperio Carolingio extendió sus
fronteras, llevó consigo el
cristianismo, pero aun en los
lugares donde la institución
eclesiástica no había penetrado
completamente, era incuestionable
su ascendiente. En efecto la
presión evangelizadora fue más que
evidente, rechazar la idea del
juicio final, del fin del mundo, de
la resurrección de los cuerpos y de
la vida eterna, implicaban ganar un
sin número de enemigos que el
pesado andamiaje medieval podía
movilizar.
A medida que el
cristianismo, fue extendiéndose a
latitudes más elevadas, resulto
preciso, tutelar este avance. Al
decir de Raoul Glaber, circa del
año mil, la razón central sería
“…tener cuidado con las formas tan
variadas de las supercherías
diabólicas y humanas que abundan
por todo el mundo; y que tienen
particular predilección por esas
fuentes y esos árboles que los
enfermos veneran sin
discernimiento”.
Acaso, ¿No había sido San
Bonifacio, quien había destruido el
roble de Donar en Geismar? Ni que
decir del Emperador de los francos,
cuando teniendo este y otros
precedentes no dudo ni por un
segundo en reducir a pequeñas
astillas el Irminsul de los
Sajones, el gran tronco del árbol
sagrado que soportaba la bóveda
celeste.
Y sin embargo, no debería
sorprendernos como el Emperador
Carlo Magno se pretendía protegido
por fuerzas invisibles,
omnipotentes y celestiales. Exhibía
con orgullo la sacro-santa espada
Gozosa, que poseía en su empuñadura
incrustada, la punta de la lanza
por la cual Jesús había sido
lacerado y que otorgaba a su
poseedor, cualidades divinas que
impedían conocer la derrota en
batalla. Así lo manifiesta el
cantar de Roldán cuando afirma:

El emperador se ha tendido en
un prado. Su gran lanza colocó
cerca de la cabecera, él, el
esforzado. Esta noche no ha
querido desarmarse, y conserva
su blanca loringa recamada, y
lleva atado a su yelmo de oro
gemado y ceñida su espada
Gozosa, que jamás tuvo par, y
que muda la color treinta
veces al día. Nosotros sabemos
bien qué acaeció a la lanza
con que fue lacerado Nuestro
Señor en la cruz; Carlos, por
la gracia de Dios, posee la
punta, que hizo incrustar en
la empuñadura de oro. Por este
honor y esta gracia la espada
recibió el nombre Gozosa. Los
barones de Francia no deben
olvidarla; de ella tomaron su
grito de guerra “Montjoie”. Y
por esto ningún pueblo puede
sostenerse contra ellos.

Y era común entre los Germanos el


hecho de darle nombre a las
espadas, ellas eran objetos
animados y por lo general
disfrutaban de una fuerte
personalidad que les permitía
morder a sus dueños, cantar,
aconsejar y ciertas veces realizar
algún auxilio milagroso.
Como era de esperar, Beowulf25,
blandía la poderosa Hrunting: No
fue tampoco menos poderosa la ayuda
que el orador de Hrothgar le prestó
en estos momentos de necesidad.
Hrunting era el nombre que tenía
esa espada de hermosa empuñadura,
que era entre las viejas herencias,
el legado más preciado y quizá la
mas conocida de todas Excalibur la
espada del rey Arturo o la de Juana
de Arco, encontrada en un altar y
que le permitió vencer a los
Ingleses y como no mencionar a
Durandarte, la mágica espada del
héroe franco Roldan, que había sido

25 Probablemente escrito durante el Siglo


VIII, aunque la tradición de los Bardos,
se remonta a varios siglos antes.
obsequiada por el mismísimo
Emperador Carlos.
La violencia a los que
pensaban de otra manera se haría
cada vez más notoria, así lo
atestigua el Obispo de Toledo
Elipando alrededor del año 700
dirigiéndose en forma terminante a
un supuesto “hereje”: vimos y nos
burlamos de tu fatua y ridícula
locura. Antes de que llegase a
nosotros el fetidismo olor de tus
palabras […] tu desvarío no debe
ser curado con vino y aceite, sino
con el hierro.
No obstante de modo alguno se
extinguieron las referencias a la
herejía, ni mucho menos a la
hechicería o las artes mágicas,
como lo evidencia el sexto canon
del Concilio de Coyanza (1050)
llamando al arrepentimiento y
penitencia a magos, adúlteros,
incestuosos, ladrones y homicidas.
Seis años más tarde, el quinto
Concilio de Santiago de Compostela
endurecía su posición, que ningún
cristiano tome agüeros ni
encantamientos por la luna ni por
el semen, ni colgando de los
telares figuras de mujercillas o
animales inmundos, u otras cosas
semejantes, todo lo cual es
idolátrico.
En cualquier caso, y en
términos generales, en la Atmósfera
Mental de estas sociedades, Dios
castigaba severamente estas
prácticas, ya que ninguna potencia
–con excepción a Dios padre, Hijo,
Espíritu Santo, la Virgen María o
los numerosos Santos- era
reconocida como válida. De modo
tal, los castigos purificadores de
las almas de aquellos pecadores
eran dados por seguro. Así lo
observamos si seguimos los cifrados
mensajes de la abadesa, Hildegarda
de Bingen: un ardiente abismo
contenía las almas de aquellos que,
mientras estaban en sus cuerpos,
habían desesperado de la gracias y
la misericordia de Dios. Porque
desecharon la esperanza de la
salvación [es que] estaban en esa
fosa.
Obsesionados por el juicio
celestial, los monjes que
redactaron, El Cantar de Roldán,
una de las mayores gestas
caballerescas, dan cuenta como “el
arzobispo les ha matado a Siglorel,
el encantador aquel que ya había
bajado a los infiernos a donde
llevara a Júpiter, por
sortilegio26”.
Así, acusadas de envenenar las
conciencias y manchar las almas y
el conocimiento de aquellos que las
practicasen, las Artes Mágicas,
estaban vedadas a hombres y
mujeres, sin importar la posición
social que ocupase.
En este contexto, es que debemos
concebir las afirmaciones de
Hildegarda27 hacia 1163:

Porque cuando los hombres


ociosamente recorren muchas
cosas que les son ajenas [la
magia y la adivinación],
también, abandonando a Dios,
mediante diabólicas artes
indagan en las creaturas

26Véase: CVIII, de El Cantar de Roldán.


27Hildegarda de Bingen, Abadesa canonizada
y Doctora de la Iglesia.
muchas veces vanas, hasta que
en cada una encuentran lo que
quieren. De lo que el diablo
se ríe, y los induce a muchos
tropiezos.

De este modo, la adivinación por


medio de espejos mágicos, así como
la capacidad de evocar imágenes en
una copa, en una vasija llena de
agua, en un anillo, en la hoja de
una espada, o en un escudo, se
oponía a las practicas licitas de
la todo cristiano. Pues por sobre
todas las cosas, las artes oscuras,
atacaban la trinidad y el poder
Dios y de la Iglesia como
institución que moldearía las
conciencias, las prácticas y las
creencias hasta bien avanzada la
Edad Moderna.
La Adivinación y las Artes Mágicas

La tradición de la Europa
Occidental se compone por un crisol
de conocimientos y tradiciones
diversas que la definen atractiva y
compleja a la vez, así tropezamos
con disímiles mundos, cosmovisiones
y creencias. Celtas, Romanos,
Visigodos, Árabes, Normandos y
Cristianos proporcionarán un rasgo
distintivo a esta porción
particular del territorio europeo.
Como el futuro solo corresponde a
Dios, y es condenable el intentar
conocerlo, varios concilios
reprobaron estas prácticas28.
Derrotados los visigodos en el año
711, los musulmanes se extendieron

28 Véase, hacia el 511, el canon 30 del


Concilio de Orleans I.
rápidamente por toda la península.
Los fugitivos se refugiaron en los
valles Cantábricos, y allí, unidos
a los pueblos celtas de la región,
se defendieron y lograron contener
el avance árabe. Esta coyuntura
histórica, da origen una larga
transición que permitió la
integración de ritos, mitos,
imágenes y símbolos que imbricaron
lo pagano y lo cristiano.
Debido a su mayor antigüedad en la
Península y sus primitivas
tradiciones los Vascones, tuvieron
ya desde fines del Imperio Romano
fama de adivinos y agoreros.

Precisamente el historiador romano


Lampridio29, en: La vida de

29 Documento biográfico de fecha incierta


posiblemente su elaboración se pueda
Alejandro Severo Marco Aurelio
(208-235), se atribuye gran
maestría en la orneoscopia30 y mil
años después en las Primeras
Crónica General, ordenada por
Alfonso X en el Siglo XIII,
advertimos como aún se recurre a
dichas prácticas:

Un águila cabdal ferrera que


estava encima de un pino.
Muchol peso de coraçón a ese
Nuño Salido
Estas aves nos lo muestran,
tornemos nos, mios fijos […] e
dexose caer en tierra muerta a
pie del pino.

Imaginaban a Dios Todo Poderoso,


dominando el mundo desde las

situarse entre los siglos III y IV de


nuestra era.
30 Pues se tenía por factible, adivinación

por el vuelo de las aves.


alturas y, por tal razón, las aves,
por hallarse más próximas de la
divinidad, deberían percibir mejor
la voluntad del Creador y por tanto
manifestarla en su vuelo,
inequívocamente.
Tal vez, la Crónica de Enrique de
Livonia31 permita visibilizar la
tenacidad -en este caso de los
livonios- en preservar sus
tradiciones:

Convocado el pueblo se busco


una lanza, un caballo sobre
ella, considerando que la
“pata de la vida” manifestaría
la voluntad de Dios. El
hermano [un monje] ora con la
boca y bendice con la mano.
Ariolus [el sacerdote pagano]
aseguró que el Dios cristiano

31 Sacerdote de las actuales Estonia y


Letonia hacia fines del Siglo XII
estaba sentado sobre el lomo
del caballo. Y que por esa
razón el lomo del animal debía
ser frotado, de tal manera que
el Dios [de los cristianos] se
resbalara.

Por lo cual no debe sorprendernos


la prolongada resistencia ofrecida
por los habitantes de los Pirineos
en ser convertidos al Cristianismo,
y aun después de ser evangelizados
retuvieron muchas de sus
tradiciones mágicas.
Huelga decir que obraron
injustificadamente aquellos
primeros historiadores que
supusieron como monoteístas desde
los tiempos más remotos a los
vascongados, sabemos por las
fuentes consultadas que ya en el
siglo VI San Amando “trabajó mucho
para extirpárselas”, derribando en
algunas partes ídolos paganos32.
Nos revelan los documentos
consultados como hacia el mismo
lapso, los ocupantes de la parte
francesa estaban entregados al
culto de los demonios, es decir, a
la magia, según nos lo indica la
Crónica de Santa Rictrudis33. Y
sabemos fehacientemente del
esfuerzo de los reyes francos por
introducir -a sangre y fuego- el
cristianismo entre los sajones y
demás pueblos, condenando a muerte

32 Audivitque ab eis gentem quandam


Vacceiam appellavit antiquitas, quae nunc
vulgo nuncupatur VASCONIA, nimio errore
deceptam, ita ut auguriis, vel ovni errore
deceptam, IDOLA etiam pro Deo coleret.
33 “Cujus incolae liceo illo tempore pene

omnes demoniacis essent dedito cultibus, a


Deo tamen praelecta Rictrudis, sic ex
eisdem impiis, et sine Deo, prodiit
hominibus, velutu solet rosa de spinosis
efflorere sentibus: quae ab ipsis
incunabulis cum aetatis tenerae
provectibus honestis est alta et instituta
moribus.” (La Vasconia del P. Risco)
a todos aquellos que “coman carne
humana” pues se tenía por verosímil
que los magos, brujas y
adivinadores comían el corazón de
niños, hombres y mujeres para
acrecentar sus poderes.
De igual modo resulta inapreciable
el registro dejado por San Martin
de Dumiense, con respecto a los
ritos de numerosos campesinos34:
Muchos demonios de los expulsados
del cielo presiden en el mar, en
los ríos, en las fuentes o en las
selvas, y se hacen adorar por los
ignorantes como dioses. A ellos
hacen sacrificios: en el mar
invocan a Neptuno, en los ríos a
las Lamias, en las fuentes a las
Ninfas, en las selvas a Diana.

34 En su mayoría de lo que hoy podríamos


denominar el territorio de Galicia.
Anclada en el mundo antiguo,
observamos que Tetis será una de
las primeras divinidades marinas,
madre de los ríos y las fuentes que
han sido veneradas desde tiempos
inmemoriales. Igualmente, el
termino Ninfas, alude a la idea
femenina de jóvenes hermosas
casamenteras, y de igual manera las
que habitan en las montañas llevan
el nombre de Oréadas u Orestíadas;
las que residían en los prados
Limníades; en los valles Napeas y
en los bosques Dríadas35.
Ya en el Siglo I Plinio el Viejo,
registraba como en Hispania:

Al emperador Tiberius le fue


enviada una legación
olisiponense para comunicarle
que se había visto y oído en

35 Véase: Nerac G., Mitología griega y


romana, Bs.As., EDICOL, 2007.
una caverna a un tritón que
tocaba la concha [y] tampoco
es falsa la forma que se da a
las Nereidas36, solo que el
cuerpo lo llevan cubierto de
escamas incluso allí donde
toma la forma humana.

La alternativa cristiana, proponía


un modo diferente de integrar al
bagaje que la sociedad traía del
Mundo Antiguo. Ahora, bajo
“inspiración Divina” la doctrina
romana intentaba -no siempre con
éxito- cooptarlas a su favor, pues:
El creador de todas las cosas
[había dispuesto] para la salvación
de las almas de los hombres el baño
purificador del Bautismo.
Que de hecho así lo creían no
debería ponerse en cuestión, sin

36
Se las considera las Ninfas del
Mediterráneo.
embargo, los antiguos pueblos
germánicos resistieron reciamente
el avance eclesiástico. Para tal
propósito ensayaron -siempre que
pudieron- algunos ritos
liberadores, a saber:

El viento ya había hinchado


las velas y he aquí a los
traidores livonios emergiendo
de sus acostumbrados baños,
echándose agua del Duina,
mientras decían: “Eliminamos
el agua del bautismo y al
mismo cristianismo con el agua
del río. Nos frotamos para
alejar la fe que hemos
recibido y la enviamos a los
sajones que se alejan.
Aquellos que se habían alejado
habían cortado una rama de
cierto árbol que se asemejaba
a una cabeza de un hombre. Los
livonios supusieron que era el
Dios de los sajones y creyeron
que esto traería inundación y
pestilencia sobre ellos. De
común acuerdo, cocinaron carne
según sus ritos, bebieron
juntos y tomaron la cabeza del
árbol, la colocaron sobre
maderas que habían atado y
enviaron esto, como si fuera
el Dios de los sajones, junto
con la fe cristiana, hacia
aquellos que volvían a Gotland
por mar.

Expresión fantástica de la
antigüedad tardía y medieval, las
aguas, las fuentes y los ríos,
disfrutaban de poderosos dones
curativos, que la mentalidad de
época propugnaba. Así lo demuestra
este dialogo entre dos caballeros
en la España del siglo XIII:
[…] pero antes que nos vayamos
quiero que probéis la gran
virtud de esta fuente. No hay
ponzoña en el mundo que tenga
fuerza contra esta agua.
Muchas veces sucede que vienen
aquí a beber bestias
ponzoñosas y revientan en
seguida. Todas las personas de
esta comarca acuden a curarse
aquí sus enfermedades37.

Todavía en el siglo XVI las


muchachas casaderas, con el cabello
suelto y el pie en una vasija de
agua clara y fría, esperaban
atentas la primera voz que sonase,
la cual debía traerles el nombre de
su futuro esposo. Miguel de
Cervantes Saavedra, daba un lugar

37 Véase: Anónimo, Amadís de Gaula, S.XIII.


privilegiado a este rito, en su
comedia Pedro de Urdemalas:

Tus alas, ¡oh noche! extiende


Sobre cuántos te requieran,
Y a su gusto justo atiende,
Pues dicen que te celebran
Hasta los moros de allende.
Yo, por conseguir mi intento,
Los cabellos doy al viento,
Y el pie izquierdo a una vasija,
Llena de agua clara y fría
Y el oído al aire atento.

Siguiendo esta vía de análisis no


debe sorprendernos que tanto en
Asturias, Galicia o Portugal,
pervivan historias sobre aguas
minerales llenas de tesoros y al
mismo tiempo hechizadas, así lo
demuestra Vicente Gil38 cuando

38Obras de Gil Vicente, Hamburgo, Tomo II,


Pág. 489.
hablando de las Mouras encantadas,
rescata este antiguo poema:

Eu tenho muitos thesouros


Que lhe poderao ser dados,
Mas ficaram [enterrados]
D´elles do tempo dos mouros,
D´elles do tempo pasado39.

Bien entrada la Edad


Moderna, aun pervivían en Bohemia,
varias ceremonias bien estatuidas
que se remontan a tiempos
medievales. Nos interesa
substancialmente la práctica de
expulsar a La Muerte de las
ciudades. La representaba un muñeco
que era lanzado desde lo alto de un

39Esta leyenda, nació quizá de un error en


la traducción de la palabra celta mahra o
mahr, que designa ciertos espíritus
infernales.
risco o precipicio mientras se
cantaba:

La Muerte flota en el agua.


Pronto estará aquí el Verano;
Os alejamos la Muerte
Y trajimos el Verano.
Danos o Santa María!!!
Un prospero año
De trigo y centeno.

Así, la figura de la muerte -que es


ahogada en el agua- acarrea
simultáneamente una nueva estación.
Y las gentes creen que de esta
manera, sus aldeas y villas
quedarán libres de toda fetidez
hasta el año próximo en el que se
deberá, obligatoriamente, repetir
la ceremonia.
Prima indicar que aun ante la
reprobación hacia los adoradores de
ídolos, piedras, fuentes, árboles y
demás “entidades” de la naturaleza
(frecuentes en todo el territorio
de la Europa Occidental) los
propios servidores de Dios no eran
ajenos a estas prácticas.
En las vísperas de San Juan Apóstol
-de noche en algunas partes y por
la mañana en otras- se celebran al
santo con purificaciones en ciertas
fuentes o cursos de agua, de igual
manera son bien conocidas las
prácticas de inmersiones en el mar
de Biarritz40 el domingo siguiente a
la Asunción.
De estos y otros usos da cuenta en
sus escritos el Arzobispo de
Sevilla y más tarde Doctor de la
Iglesia, San Isidoro, el cual
promediando el año 633 y durante el
IV Concilio Toledano afirmaba:

40 Comuna del suroeste de Francia, en la


región de Aquitania.
Si algún Obispo, Presbítero o
Clérigo consulta a magos,
arúspices, ariolos, agures,
sortílegos, o a cualquiera que
profese artes ilícitas, sea
depuesto de su dignidad y
condenado a perpetua
penitencia en un Monasterio41.

Hacia 1211, el mismísimo Arzobispo


Compostelano, Don Pedro Muñoz, fue
tenido por nigromante42 y fue
recluido en el eremitorio de San
Lorenzo por indicación del Papa
Honorio III43.

41
San Isidoro (560–636), convoco dos
sínodos 619 a 625 y presidio el IV
Concilio de Toledo en el año 633, de este
último véase: Canon XXIX.
42
Arte supuesto de evocar a los muertos
para conocer el futuro.
43
Véase: Menéndez Pelayo, Historia de los
Heterodoxos Españoles, Tomo III.
El Papa Silvestre II, cargó durante
un considerable período el mote de
El Mago. Se le endilgaba una
robusta fascinación por las artes
oscuras y la astrología, que aún se
practicaban en la Ciudad de Toledo.
Al decir de Menéndez Pelayo, el
Papa, aprendió de los mahometanos
la necromancia o evocación de los
muertos, la interpretación del
canto y del vuelo de las aves, etc.
Sabedor de que otro mago poseía un
libro de conjuros de extraordinaria
virtud, enamoró a su hija y robó al
padre aquel tesoro. Con ayuda de
tal volumen hizo maravillas, entre
ellas una cabeza de plata, que
hablaba y revelaba el porvenir. Las
artes mágicas le abrieron camino
hasta el solio pontificio44.

44 Ibídem, p. 298.
En esta vía y próximo al año mil,
Geriberto escribía a Reynaldo,
monje de la Abadía de Bobio:

…Sabes con qué ardor busco


libros (prohibidos) por todas
partes; también sabes cuantos
copistas encuentra uno en las
ciudades y campos de Italia.
Ponte pues en marcha y, sin
decírselo a nadie, de tu
bolsillo, hazme copiar M.
Manilius, De la Astrología…

Y trecientos años después cronista


de una Florencia medieval- no omite
señalar como:

[…] bastante después de la


hora de vísperas, se oscureció
el sol, casi en toda su mitad
hacia el final del siglo de
Cáncer.
La oposición provocada entre
la luna y el sol, oscureció la
luna en el Sagitario. Luego,
el 26 de diciembre siguiente,
se oscureció la luna en signo
de Cáncer.
Ciertos sabios astrólogos
dijeron que esto significaba
(entre otras cosas que) la
ciudad de Lucca, habría de
sufrir muchas pérdidas y
humillaciones.

Claro está que la Astrología estaba


lejos de coincidir con las
prácticas habituales de la Iglesia
Católica y por lo tanto se la tenía
por demoniaca.
Como era de esperar, no solo los
clérigos recibían una fuerte dosis
de control. La tutela hacia los
laicos, debía ser tanto o más
rigurosa que la recibida por los
monjes y curas ya que su vida, por
lo general alejada de los caminos
de Dios, los hacía presas fáciles
de los artilugios demoniacos.
En este contexto, el hombre ingenuo
-es decir libre- que incurriese en
tales prácticas quedaba sujeto a la
pérdida de todos sus bienes y a la
servidumbre perpetua, del mismo
modo el esclavo podía ser azotado,
decalvado45 y vendido en tierras
ultramarinas. Si esto fuera poco,
se podía atormentar al trasgresor
de diversos modos (diverso genere
tormentorum) y en caso de que no
fuera suficiente y que no renegase
de sus prácticas contrarias a la
cristiandad, se le podía encadenar

45 Práctica común visigoda.


perpetuamente y/o hacerle perder la
vida46.
Al decir de Menéndez Pelayo: San
Paciano de Barcelona, en su Codex
Cervus o Kerbus, reflejaba la
costumbre pagana que tenían sus
feligreses y fieles ya que al
parecer era práctica común,
recorrer las calles disfrazados en
enero es decir durante las
calendas, con pieles de animales
cometiendo “excesos y
abominaciones”.
Pasajes análogos encontramos en las
“Crónicas Florentinas” invalorable
documento del siglo XIV.
Precisamente en 1332 luego de
muchos incendios que estallaron en
la ciudad de Florencia se advierte
como en esta ciudad “la influencia

46 Véase: Fuero de Juzgo, Libro VI, Leyes


I, III y IV.
del planeta Marte, que al
encontrarse en conjunción con el
signo del León en su tercer
decanato, es signo de fuego, puesto
que en poco más de un año
estallaron tantos incendios en
nuestra ciudad47”.
Y acaso no es cierto que ya en el
siglo V estaba establecido
férreamente, más allá de la Galia,
el culto a San Dionisio, protector
de animales y de aquéllos cuyas
vidas estuvieran en peligro.

47 Véase: el magnífico trabajo de Nilda


Guglielmi en el manuscrito del S. XIV,
Crónicas Florentinas.
Las Brujas

Personaje controvertido que


es posible rastrear hasta la Grecia
de Teócrito48, cuando inmortalizaba
aquellas invocaciones: Reina de la
noche y las estrellas, Hécate que
en los trivios escondidos […]
resuenan del perro los alaridos,
negra sanguaza en los sepulcros
huellas. Da a mis hechizos fuerza
poderosa, cual diste a los de Circe
o de Medea.
Y es que el paisaje de ese
imaginario social que acompañaba a
hombres y mujeres en aquel tiempo
estaba densamente poblado de seres
sobrenaturales, así resultaba
cotidiano identificar aquí y allá

48
Poeta griego 315-250 a.c.
aproximadamente.
sorguiñas o brujas, cuya principal
características las vincula
mediante un pacto secreto con el
mismísimo Lucifer, el cual les
proporcionaba el oscuro poder de
maleficiar hombres y animales.
Así, Burchard49 de Worms y Régino de
Prüm50, han dejado una amplia
caracterización sobre las creencias
populares:

Algunas mujeres afirman tener


que hacer, por deber y por
orden [de los demonios] lo
siguiente: algunas noches,
deben cabalgar un animal, con
un grupo de demonios que
tienen apariencia de mujeres,
y que la tontería popular
llama Holda, y que forman

49
Nombrado en el año 1000 obispo de Worms
por el emperador Otón III.
50
Abad benedictino del Siglo X.
parte de su compañía… la diosa
de los paganos Diana o
Herodiana, y una multitud
innumerable de mujeres,
franquean, en el silencio de
las noches serenas, inmensos
espacios de tierra, y obedecen
sus órdenes como una ama, y
algunas noches son llamadas a
sus servicios.

Del mismo modo, están presentes:


las adivinas, los saludadores –
nacidos en vísperas de la navidad-,
los hechizos o conjuros del mal de
ojo (begui yecó miñá), que se
consideraban mortales.
Es central comprender que del mismo
modo, estos agentes del mal podían
ser repelidos o mitigados, por
rituales específicos que requerían
de un orden determinado por una
larga simbología pagano-cristiana
que se fundía hasta el corazón
mismo de las campiñas europeas.
Signos, caracteres y formas
determinadas tales como los
exorcismos, persignarse luego de un
bostezo y haciendo cruces en una
taza de agua llena de estaño
derretido, conforman nuestro
colorido paisaje51.
Geoffrey de Monmouth, en su:
Historia de Los Reyes de Britania52,
nos revela como era frecuente que
el monarca consultaba a Hechiceros
sobre el origen de Merlín, quienes
aseveraban como:

51 Sobre las supersticiones, véase: el


excelente trabajo de R. Salillas, La
fascinación en España (1905), como también
los trabajos de Agustín G. de Amezúa y
Mayo, El casamiento engañoso y el Coloquio
de los perros.
52 Circa del 1100.
[Habiendo] leídos los libros
de nuestros sabios y en
numerosas historias que muchos
hombres han sido concebidos en
semejante forma [practicas
mágicas y/o divinas]. Como
afirma Apuleyo en su tratado
De deo Socratis, habitan entre
luna y tierra ciertos
espíritus a los que llamamos
demonios íncubos. Participan
de la naturaleza de los
hombres y de los ángeles y,
cuando quieren, adoptan
figuras humanas y cohabitan
con mujeres.

Más curiosas y características


parecen las de la Navarra francesa,
las cuales poseen cierta semejanza
con las de los territorios Gallegos
y Cántabros. En una composición
anónima El niño enfermo, que se
encuentra en la Colección de
poesías en dialecto asturiano53,
podemos dar cuenta de esto:

¿Si lu agueyará
La vieya Rosenda
Del otru llugar?
Desque allá na cuerra
Lu diera en besar,
Pequeñin y apocu
Morriéndose va.
Dalgun maleficio
La maldita i fai;
Que diz q´á Sevilla
Los sábados va,
Y q´anda de noche
Por todu el lugar,
Chupando los ñeños
Que gordos están.

53 Colección que, como otras tantas, ha


sido digitalizada por Google para su
preservación y beneficio de la humanidad.
Y la literatura caballeresca del
Siglo XIII, la plasmo para la
posteridad en Amadís de Gaula:

Cuando bajó el puente, entró


por él una doncella, que puso
en gran pavor al caballero del
castillo. Era Urganda la
Desconocida. El caballero de
los leones, que había acudido
allí guiado por ella, ordenó
que le diesen lo que pedía.
Trajeron en seguida a un
caballero que estaba preso en
el castillo y a una doncella
que le había llevado allí.
Urganda hizo un encantamiento,
y a la doncella le pareció que
tenía a cada lado un hacha
ardiendo. Para apagar el ardor
se arrojó al agua.

Del otro lado de los Pirineos


Ibéricos se creía vehementemente en
la aparición de almas en pena, en
los laminiac, especie de seres
fatídicos, y en cierto ser
monstruoso que habita en lo más
oscuro de la selva, y llaman Bassa-
Yaon o señor salvaje que es común
en el Reino Unido y en Francia.
Es sugestivo destacar aquí, la
descripción particularísima de las
brujas en las montañas Cántabras.
Al decir de José María de Pereda,
la bruja montañesa, no es la
hechicera, ni la encantadora, ni la
adivina: se cree también en estos
tres fenómenos, pero no se les
odia; al contrario, se les respeta
y se les consulta, porque, aunque
también familiares del demonio, con
frecuencia son benéficas sus artes;
dan salud a un enfermo, descubren
tesoros ocultos, y dicen dónde ha
ido a parar una res extraviada,
(sin embargo disfrutaban igualmente
su lado maligno) […] chupa la
sangre a las jóvenes, muerde a sus
aborrecidos por las noches, hace
mal de ojo a los niños, da maldao a
las embarazadas, atiza los
incendios, provoca las tronadas,
agosta las mieses y enciende la
guerra en las familias. Que montada
en una escoba va por los aires al
aquelarre los sábados a media
noche, es la leyenda aceptada para
todas las brujas.
Las montañas, los cerros y las
cuevas son lugares de aprendizaje,
aulas en las que los ángeles caídos
instruyen a entusiastas discípulos,
así en La Cueva de Salamanca, es
posible aprender: la sutil
Quiromancia, profeta por las líneas
de las manos, la incierta
judiciaria Astrología, emula de
secretos soberanos: y con gusto
mayor, Nigromancia, la que en
virtud de caractéres vanos a la
naturaleza el poder quita, y
engaña, almenos, quando no la
imita54. Y en este sentido, Miguel
de Cervantes Saavedra, en un
entremés afirmaba:

La ciencia que aprendí en la


Cueva de Salamanca, de donde
yo soy natural, si se dejara
usar sin miedo de la Santa
Inquisición, yo sé que cenara
y recenara a costa de mis
herederos; y aun quizá no
estoy muy fuera de usalla,
siquiera por esta vez, donde
la necesidad me fuerza y me
disculpa; pero no sé yo si

54 Véase: Juana Ruiz de Alarcón y Mendoza,


La Cueva de Salamanca, Novelista del Siglo
de Oro Español.
estas señoras serán tan
secretas como yo lo he sido55.

Las hechiceras tienen su punto de


reunión en Cernécula, pueblo de la
provincia de Burgos. Allí se juntan
todas las congregadas, alrededor de
un espino, bajo la presidencia del
diablo en figura de macho cabrío.
El vehículo de que se sirve para el
viaje es también una escoba; la
fuerza misteriosa que la empuja se
compone de dos elementos: una
untura negra como la pez, que
guarda bajo las losas del llar de
la cocina, y se da sobre las
carnes, y unas palabras que dice
después de darse untura:

Sin Dios y sin Santa María


¡Por la chimenea arriba!

55 Véase: Miguel de Cervantes Saavedra, La


Cueva de Salamanca, 1615.
Se reduce el concilio de Cernécula
a bailar alrededor del espino,
excesos sexuales y la actitud
lujuriosa del presidente (así) si a
un labrador se le suelta una noche
el ganado en el establo es porque
una bruja se ha metido entre las
reses, por lo cual al día siguiente
llena de cruces pintadas los
pesebres; si un perro aúlla junto
al cementerio, es la bruja que
llama a la sepultura de cierta
persona; si vuela una lechuza
alrededor de un campanario, es la
bruja que va a sorber el aceite de
la lámpara o va a fulminar sobre el
pueblo alguna maldición56.
Y Luego, es posible que la brecha
entre la vida y la muerte se

56 Véase: José María de Pereda, Tipos y


paisajes. Segunda serie de Escenas
montañescas. s/d.
reduzca, como ocurrió en Provenza
el día de la Epifanía de 1323,
cuando:

Él espíritu de un hombre de
esa tierra, muerto poco tiempo
atrás. Olía a cadáver mientras
hablaba y decía grandes y
maravillosas cosas de la otra
vida y de las penas del
Purgatorio. El prior de los
frailes predicadores, hombre
de santa vida, acompañado por
muchos hermanos y por más de
cien hombres honrados de la
región, se dirigió a
examinarlo y a conjurarlo.
Llevaba consigo, oculto el
Corpus Dominus por temor de
que se tratara de un espíritu
maligno y engañoso. Éste
inmediatamente conoció y
declaró que ese era el
verdadero Dios. Dijo al prior:
“tienes contigo al Salvador
del mundo”. Exhortando en
nombre de las virtudes de
Cristo dijo cosas muy
secretas. Luego, por la ayuda
y los méritos del prior y de
sus hermanos, logró descanso
eterno.

Contigua a los territorios


asturianos, se encuentran las
vastas comarcas Gallegas, allí se
atribuye a las brujas (meigas), las
tuberculosis pulmonar comúnmente
denominada tisis, y a los espíritus
malignos (mengues) las enfermedades
nerviosas57. Así, se tenía por
remedio contra estas enfermedades,
devenidas en maleficios u
encantamientos, el aspirar a media

57Jesús Rodríguez López, Supersticiones de


Galicia, Madrid, 1910.
noche el olor de la ruda, o recibir
a la misma hora las seis olas en el
mar de la Lanzada, al igual que los
vascos franceses en el mar de
Biarritz58.
Extraños y numerosos, nos
parecen los documentos consultados
en relación a las supersticiones
vinculadas con la muerte y el más
allá. Precisamente, se tenía por
funesto recibir la última mirada de
los moribundos y no se deben cerrar
de golpe las puertas, portillas, ni
hacer disturbios en los pórticos,
para no lastimar a las almas que
allí purgan sus pecados. Ni yendo
de peregrinación a San Andrés de
Teixido (antigua Cetaria Romana) se
debe matar ningún reptil, ni
alimaña que se halle en el camino,

58
A esta costumbre aludía ya en el siglo
XV Juan Rodríguez del Padrón.
por creerse que las almas de los
muertos van en aquella forma a
cumplir su romaxe, que no
cumplieron en vida, pues es bien
sabido que: a San Andrés de Teixido
o vas de vivo o vas de muerto, pues
el mismísimo Jesucristo así lo
prometió.
De igual manera queda bajo el
influjo de un encantamiento quien
ve a un amigo cuando lo llevan al
cementerio, pues el difunto le echa
el aire para atraerlo. De este
pernicioso conjuro, se libra la
persona que ten o aire,
especialmente si es mujer, yendo al
cementerio de tres Marías. Ya ahí,
“colócanse éstas en torno al
sepulcro y conjuran a la difunta
para que vuelva a la maleficiada el
aire que le quitó, mientras ella,
echada de bruces sobre la tierra,
aspira con fuerza para trocar en
vital el aliento maléfico” 59.

No sabemos, ni en parte alguna


consta que entre los celtas
peninsulares hubiese sacerdotes
semejantes a los druidas de las
Galias. Pero resulta innegable que
el culto que llamaban druídico
arraigó profundamente en Galicia, y
de él son monumentos los altares
naturales, dólmenes, túmulos (en
gallego mámoas o medorras),
menhires y piedras vacilantes.
Estas últimas servían para la
adivinación. De igual forma, en el
territorio Lusitano (que por
entonces no estaba dividido en
forma alguna de Galicia) y según
Estrabón, eran muy dados a los

59
Véase: Obras completas de Menéndez Pelayo,
Historia de los Heterodoxos Españoles,
Tomo II, Buenos Aires, ESPASA-CALPE
ARGENTINA S.A., 1951.
sacrificios y predecían lo futuro
por la observación de las entrañas
de las víctimas o palpando las
venas de los costados60. Aunque
menos, también es posible encontrar
reminiscencias del culto a las
encimas y los robles sagrados.
Cerca de la villa de Alcarrete, en
un sitio llamado Entre Cabezas, hay
un carvalho (roble), y al pie de él
una cisterna o depósito de aguas
pluviales, que los vecinos del
pueblo recogen para diversos usos,
naturales unos y supersticiosos
otros, entre ellos para preservarse
de las brujerías y para matar el
piojo de las habas (o piolho das
fabas) el Sábado Santo.

60Véase: Strabón, Libro III, 3, párrafos 6


y 7.
Las Potencias Invisibles

Algunas tradiciones nos han


sorprendido gratamente y creímos
conveniente realizar un apartado
especial para ellas.
Así por ejemplo con respecto al
origen de las reliquias de los
santos abundan las fuentes
consultadas. Nos limitaremos a
transcribir aquí parte del
inestimable trabajo del Obispo de
Génova Santiago de la Vorágine, a
finales del siglo XIII, La Leyenda
Dorada, sin lugar a dudas un
compendio altamente acreditado de
leyendas piadosas y relatos
sobrenaturales:

Los discípulos de Juan


[Bautista] habían enterrado su
cuerpo en Sebasta, Palestina,
entre los cuerpos de los
profetas Eliseo y Abdías. Y
como se producían muchos
milagros en ese lugar, Julián
el Apóstata mandó esparcir al
viento los huesos del santo.
Pero los milagros no cesaron,
y por eso, los hizo quemar,
reducir a polvo y dispersar
por el campo. Pero mientras
los recogían para quemarlos,
algunos monjes de Jerusalén,
se mesclaron con los paganos y
se llevaron una gran parte de
los santos huesos (…). Debemos
añadir que en la actualidad,
esas venerables reliquias se
encuentran en Génova.

Pensamos que, sería negligente no


ver aquí esa incierta línea que
distancia, lo omnipotente y lícito
producto la religión Judeo-
Cristiana y lo mágico y
oscurantista de las religiones
paganas, tan ampliamente comentado
en los capítulos precedentes.
Cuenta una fuente referida sobre la
expansión Catalana– Aragonesa61,
circa del año 1303, como no se
cuestionaban las propiedades
curativas de un misterioso maná:

“Dicen que en esta ciudad de


Éfeso está el sepulcro donde
San Juan se encerró cuando
desapareció de los mortales,
que poco después vieron
levantar una nube en semejanza
de fuego, y que creyeron que
en ella fue arrebatado su
cuerpo, porque después no
apareció […]-y continúa- […]
El día de antes de San Juan

61 Véase: MONCADA DE FRANCISCO, Expedición


de los Catalanes y Aragoneses contra los
Turcos y Griegos, 03 de Noviembre de 1620.
cuando se dicen las vísperas
del Santo, sale un maná por
nueve agujeros de mármol que
está sobre el sepulcro… Y
Curaba este maná de muchas y
graves dolencias…”

Pero no menos intensos eran los


relatos que, aceptados como
verdaderas revelaciones del cielo,
la Iglesia fomento y ayudo a
diseminar.

Digamos ya brevemente algo


sobre la vida y costumbre de
los caballeros de Cristo, para
que los imiten o al menos se
queden confundidos los de la
milicia que no lucha
exclusivamente para Dios, sino
para el diablo: cómo viven
cuando están en guerra o
cuando permanecen en sus
residencias. Así se verá
claramente la gran diferencia
que hay entre la milicia de
Dios y la del mundo62.

Posiblemente, el más excepcional


documento, publicado con el título
inexacto de las “Mocedades de
Rodrigo” y que el docto Menéndez
Pidal, prefirió llamar –
simplemente- Rodrigo, aunque al
publicar sus reliquias de la poesía
épica española, lo incluyo como
“Rodrigo y el Rey Fernando”, ahí se
describe como se realiza el
descubrimiento de la Cueva de San
Antolín, casi por casualidad más
que por la buena ventura divina:

62Bernardo de Claraval, Elogio de la nueva


milicia templaria, Madrid, Siruela, 1994,
p. 179.
Salieron a esparcirse, luego
de haber comido y cruzaron
juntos el río. Y la mula del
Rey [Don Sancho Abarca] quedo
atrapada en un hueco
pantanoso, con lo que las
demás gentes se apresuraron a
rescatar ileso al Rey, pero su
mula se manco ambas patas
delanteras. El Rey, se agacho
para ver el hueco y vio que
por el mimo bajaba una
escalera labrada de piedra.
Entonces, llamo a un caballero
que le decían Bernardo y le
dijo “Entra Bernardo, por essa
escalera y cata este
soterrado”. Cuando descendió
Bernardo pudo observar un pozo
cavado y un altar, y pudo
leer: Que San Antolín yacía en
aquel lugar.
Los más de setecientos años de
ocupación Árabe en la Península
Ibérica dejaron también su impronta
en los temas que hoy nos ocupa.
Entre algunas fuentes Árabes,
referentes a la conquista de la
Península Ibérica -siguiendo la
traducción de Lafuente Alcántara-
nos encontramos con particulares
descripciones mágicas y fantásticas
que rememoran a numerosos relatos
cristianos, así por ejemplo el
comandante árabe Táriq, para
atemorizar a los cristianos, mandó
descuartizar a un prisionero, coció
su carne e hizo correr el rumor de
que había sido comida por sus
tropas; u otros más fantástico como
el de unos berberiscos que
encontrando un tapiz tejido de oro
y lleno de perlas sólo a hachazos
pudieron dividírselo. En esta
línea, abundan aquellos que
habiendo golpeado un muro habrían
recibido cuantiosos rubíes y
esmeraldas u otros relatos más
comunes en Galicia, Asturias de
individuos que al bañarse en algún
lago u espejo de agua escondido
había hallado un inmenso tesoro,
abandonado ahí por los Moros.

El Fuego Sagrado

El rito por excelencia de


las hogueras de la noche de San
Juan, cristiana transformación de
la fiesta del solsticio de verano,
se extendía ampliamente por casi
toda la Europa y sin dudas es una
de las pocas que aún perviven en
toda América latina. A la misma
fiesta, se acoplaban otros usos
raros, que podríamos denominar
profanos, hoy casi perdidos como
una manera de preservar u ocultar
ritos paganos en las fiestas
cristianas. Justamente, los reyes
Luis XI, Enrique II y Luis XIV de
Francia, conservaron la tradición
de encender ellos mismos las
hogueras.
En este sentido, aunque por una vía
diferente, El Fuego del Infierno, o
más conocida como Fuego de San
Antonio, que contamina el centeno,
la avena, el trigo y la cebada,
tenía un conjuro para se repelida:

Pico Sagro, Pico Sagro,


Que te consagrou o bendito Santiago
Con seus boys e con seu carro,
Libranos déste fogo airado…
Pico Sagro! Pico Sagro!
Saname d´o mal qu´eu trago…

Estos documentos y prácticas que


mencionamos aquí buscan no solo una
forma de preservarlas para el
futuro, sino que al mismo tiempo
encuentran un punto de fuga del
imaginario social, porque desde la
Vasconia peninsular se propagaron
hacia la Gascuña francesa, aunque
más tarde los Vascos españoles las
olvidasen, fruto de a la
persistente y encarnizada lucha que
la Iglesia española entabló contra
todo género de hechicería y
supersticiones63.
Como era de esperar, los nombres
originarios de las diversas hiervas
y remedios antiguos, fueron
cristianizados por decirlo de

63Véase: Miguel Rodríguez Ferrer, Los


Vascongados…, Madrid, 1873.
alguna forma. Así y solo para dar
cuenta de un caso, la Artemisa
Vulgaris, trocó en Hierba de San
Juan, la cual era apreciada por sus
poderes para tratar las afecciones
nerviosas y seguramente por este
motivo era recomendada para
ahuyentar al diablo de los hogares.
Precisamente, la Edad Media
estaba inmersa en el dominio de las
encantadoras y de los hechizos, las
supersticiones, las brujas, los
espíritus y el intento infructuoso,
las más de las veces, por parte del
cristianismo en controlarla. Al
decir de Milá, frecuente fueron los
hechiceros, que sólo se distinguían
de los curanderos o empíricos
ordinarios en que adivinaban las
enfermedades; los saludadores, o
personas que habiendo nacido la
noche de Navidad tenían, además de
un signo impreso en el paladar, el
privilegio de curar la hidrofobia;
los que practicaban la magia blanca
o negra, hombres de gran poderío;
los fantasmas, que entre la niebla
de la montaña se distinguían con
los dos pies sobre sendos pinos;
los follets (duendes o trasgos) y
las hadas, propiamente dichas,
entes de sospechosa procedencia al
igual que las sirenas64.

Chegae aquella janella,


Ouvi un doce cantar;
Ouvi cantar as sereias,
No meio d´aquelle mar…65

64 Véase el trabajo inédito del Sr. Milá,


Observaciones sobre la poesía popular, con
muestras de romances inéditos, Barcelona,
1853.
65 También del Sr. Milá, Romancerillo
Catalán, Pág. 108.
Entre las creencias más antiguas, y
de claro perfil céltico en la
Europa Occidental, debemos
mencionar la de los duendes o
trasgos, quienes según el autor de
“El Ente Dilucidado”, el Padre
Feijóo, no son ángeles buenos, ni
ángeles malos, ni almas separadas
de los cuerpos sino que en su
opinión se trataría de espíritus
familiares, semejantes a los
lemures de los gentiles66. O para
decirlo de otro modo, se trataría
de espíritus nocturnos
pertenecientes a los antiguos
pobladores celtas que por una u
otra razón no conocieron o, en su
defecto, se negaron a adoptar el
mensaje propuesto por los
evangelios.

66
Espíritus nocturnos.
Una vez más, la idea educadora,
formadora de conciencias de la
Iglesia, buscaba justificar
numerosas aristas de una realidad
que la superaba en todos los
frentes, no obstante la enrarecida
coherencia dialéctica, que a sangre
y fuego pudo desplegar la
institución eclesiástica, no deja
de sorprendernos.
Conclusiones

Hemos visto como la


pervivencia de numerosas
tradiciones, prácticas y ritos, han
sido combatidos y reelaborados por
la Iglesia Católica, como una forma
de legitimar lo que desde Roma se
consideró El Dogma Verdadero de la
fe.
De igual modo y simultáneamente se
gestó un proceso de resistencias a
abandonar las antiguas prácticas
vinculadas con la naturaleza, la
utilización de plantas medicinales
es un claro ejemplo de ello.
Confío en haber demostrado como en
vano trataron los Concilios, en
declarar profana, ridícula,
fantástica o demoníaca, la
adivinación y la magia. De ninguna
forma los ubicaría en el bando de
los perdedores. Así lo demuestra el
hecho que numerosos clérigo que
ocuparon los más encumbrados cargos
dentro de la institución
eclesiástica hayan practicado tales
artes prohibidas e inferimos que en
mayor grado fueron practicadas en
el ámbito campesino y aldeano. Este
último hecho, es en definitiva el
que nos impulsa a reflexionar al
respecto.
Por un lado afirmar que nos es
absurdo concebir la expansión del
cristianismo medieval sin el apoyo
decidido de la institución
eclesiástica a través, sobre todo,
del extendido sistema de
parroquias. Además, la asimilación
de las Deidades Paganas, al vasto
panteón hagiográfico, generó una
afanosa coacción por parte del
flamante Estado Pontificio.
Para decirlo de otra manera, la
Iglesia no solo asimilo las
tradiciones paganas, sino que al
mismo tiempo, al incorporarlas, las
resignificó, permitiéndole
propagarse hacia nuevos territorios
conforme el modelo feudal se hacía
presente en una dinámica expansiva.
Como no podía ser de otra manera,
la América Colonial y Moderna,
recibió este pesado legado que aun
hoy pervive, en formas veladas, en
nuestras sociedades.
Cercana a la Ciudad de Bariloche en
el villorrio de Colonia Suiza,
existe una campana cuya leyenda
reza: Esperamos que esta campana
proteja con su sonido a los
arboles, los lagos, los ríos y las
cercanas montañas y que aleje de
ellos la violencia de los hombres.
Huelga decir que, tres décadas
atrás, era una práctica habitual de
las familias gallegas en la
República Argentina, tomar como
signo de buen augurio la entrada
accidental de aves o mariposas en
las casas. De igual modo, se tenía
por funesto bostezar frente a los
espejos y solo santiguarse impedía
el maleficio. Nefasto era ver el
reflejo de un rayo en un espejo las
noches de tormenta, pues indicaba
un mal presagio, al igual que
acostarse en una mesa o matar un
grillo.
Podríamos seguir describiendo
numerosas prácticas, costumbres,
signos, y ritos que demuestren
cabalmente la pervivencia, en
cierta forma, de la Edad Media,
entre nosotros. Pero, coincidirá el
lector en que ya lo hemos logrado.
El imaginario medieval aun late
dentro del tejido social y
deberíamos buscarlo tras el espejo
medieval.
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simbólica de la Edad Media Occidental,
Katz, 2006.
Nilda Guglielmi, Crónicas Florentinas,
Villani, 1967.
Ruiz Domenéc, José Enrique, La novela
y el espíritu de la caballería,
Grijalbo, 2000.
Uwe Schultz, La Fiesta, Alianza, 1993.
Sumario

Introducción.....................X
Detrás del Espejo Medieval.......X
Un Gigante con Pies de Barro.....X
El Eterno Problema del Tiempo....X
En perspectiva...................X
La Iglesia.......................X
Pasar a los Hechos...............X
La Adivinación y las Artes
Mágicas..........................X
Las Brujas.......................X
Las Potencias Invisibles.........X
El Fuego Sagrado.................X
Conclusiones.....................X
Bibliografía General.............X

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