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psicología

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Praxis psicosocial comunitaria
en salud. Campos epistémicos
y prácticas participativas

Graciela Zaldúa
María Marcela Bottinelli
compiladoras

3
xxxxxxxxx, xxxxxxxxxxxxx
Praxis psicosocial comunitaria en salud. Campos epistémicos y
prácticas participativas - 1a ed. - Buenos Aires : Eudeba, 2010.
xxx p. ; 15,7x23 cm. -

ISBN XXX-XXX-XX-XXXX-X
CDD XXX.X

Eudeba
Universidad de Buenos Aires

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ÍNDICE

ÍNDICE .................................................................................................................5

Presentación de los recorridos epistémicos, las prácticas psicomunitarias y las


decisiones metodológicas .............................................................................9
Graciela Zaldúa y María Marcela Bottinelli

CAPÍTULO I. INTRODUCCIÓN A UNA PERSPECTIVA CRÍTICA EN INVESTIGACIÓN

I.1. Cuestiones desde la Epidemiología crítica: trabajo y salud .......................17


por Graciela Zaldúa, María Teresa Lodieu, María Marcela Bottinelli, María Pía
Pawlowicz

I.2. Contextos críticos en salud .......................................................................29


por Graciela Zaldúa, María Teresa Lodieu, Paula Gaillard, Ana Tisera y María Pía
Pawlowicz

I.3. Salud mental: territorios y narrativas entre la reproducción y la transformación ......47


por Graciela Zaldúa, María Teresa Lodieu, María Marcela Bottinelli, María Pía
Pawlowicz, Kattya Pérez Chávez, Paula Gaillard, Ana Tisera y Mariela Nabergoi

CAPÍTULO II. MOVIMIENTOS SOCIALES

II.1. La praxis psicosocial comunitaria en salud, los movimientos sociales y la


participación...............................................................................................63
por Graciela Zaldúa, María Belén Sopransi y Verónica Veloso

II.2. Vulnerabilidad, género y prácticas de autonomía en dos organizaciones de


trabajadores desocupados en General Mosconi y conurbano bonaerense .....79
por Graciela Zaldúa, María Belén Sopransi y Roxana Longo

CAPÍTULO III. TRABAJO Y SUBJETIVIDAD

III.1. Contextos críticos en salud. Los efectos y las voces de los médicos/as de
las guardias hospitalarias 
por Graciela Zaldúa, María Marcela Bottinelli, María Teresa Lodieu, Paula Gaillard,
Mariela Nabergoi

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INDICE

III.2. Representaciones profesionales e identidad profesional en los trabajado-


res de la salud............................................................................................131
por Graciela Zaldúa, María Marcela Bottinelli, María Teresa Lodieu, Paula Gaillard,
Mariela Nabergoi

III.3. Praxis y territorios. Estrategias de prevención y promoción de salud con


trabajadores de subterráneos ....................................................................139
por Kattya Pérez Chávez, Malena Lenta y Patricia Brousson

III.4. El trabajo bancario en contextos críticos: un estudio de caso ..............161


por Graciela Zaldúa, María Marcela Bottinelli, María Pía Pawlowicz, Mariela Nabergoi

III.5. Salud en el problema de la prostitución femenina ...............................169


por Kattya Pérez Chávez, Cynthia Bruno, Rosana Peirano, Gabriela Estelle, Alina
Piatelli, Vanina Delbene

CAPÍTULO IV. INFANCIAS Y ADOLESCENCIAS

IV.1 La mirada de los profesionales sobre los adolescentes. Representaciones y


prácticas en el marco del sistema de protección integral.........................191
por Garciela Zaldúa, María Marcela Bottinelli, Paula Gaillard, María Pía Pawlowicz,
Mariquena Gambetta, Roxana Longo y Romina Moschella

IV.2 Proyectos de vida privados y públicos de mujeres adolescentes pobres con


y sin hijos..................................................................................................199
por María Pía Pawlowicz y Graciela Zaldúa

IV.3 Actos de salud con niño/as y jóvenes. Persistencias, desenclaves y reflexi-


vidad .........................................................................................................215
por Kattya Pérez Chávez, Paula Gaillard, Mariela Nabergoi, Roxana Longo, Leticia
Grippo, Dolores Pérez

IV.4 Vulnerabilidad y arte. Experiencias creativas como espacios de salud en


áreas marginales urbanas ..........................................................................233
por Hugo Leale, Rosana Peirano

IV.5 Praxis psicosocial comunitaria en salud: las representaciones y las prácti-


cas de salud en los adolescentes ................................................................. 239
por Graciela Zaldúa, María Teresa Lodieu, María Marcela Bottinelli, María Pía
Pawlowicz, Dora Koloditsky

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INDICE

CAPÍTULO V.GÉNERO

V.1 Representaciones y prácticas en los actos de salud desde los discursos de


género .......................................................................................................249
por Graciela Zaldúa, María Teresa Lodieu, María Marcela Bottinelli, María Pía
Pawlowicz, Paula Gaillard y Andrea Barbieri.

V.2 El ethos de cuidado y las cuestiones de género .......................................261


por Graciela Zaldúa

CAPÍTULO VI. TRANSFERENCIA TÉCNICA Y DISPOSITIVOS DE INTERVENCIÓN

VI.1 Dispositivo taller: modalidad de construcción de saberes y prácticas auto-


gestivas en salud .......................................................................................269
por Graciela Zaldúa, María Belén Sopransi y Verónica Veloso

VI.2. Espacios asamblearios y transformación comunitaria...........................287


por Graciela Zaldúa, Roxana Longo, Sandra Estrada Maldonado y María Belén Sopransi

VI.3 Ciudadanía, accesibilidad a la salud y afectaciones subjetivas


y colectivas........................................................................................... 295
por Graciela Zaldúa, María Belén Sopransi, Mariela Nabergoi, Roxana Longo, Sandra
Estrada Maldonado y Verónica Veloso

VI.4. Salud mental, desinstitucionalización y rehabilitación........................303


por Ana Tisera y Daniel Moreno

VI.5. Investigación-acción participativa con colectivos de migrantes en orga-


nizaciones comunitarias ...........................................................................311
por Graciela Zaldúa, María Belén Sopransi y Sandra Estrada Maldonado

VI.6 Gestión asociada en la articulación universidad-comunidad. Proyectos


diagnóstico comunitario y encuesta autogestionada de vivienda ............319
Por la universidad: María Marcela Bottinelli, Mariela Nabergoi y Francisco M. Díaz
Por el barrio: Virina Rojas, Eva Torres, Felipe Vera, Juanita Escobar, Marta Orduñez,
Norma Torres, Julio Sarico, Gloria Quesnel, Pedro Escalante y otros

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PRESENTACIÓN DE LOS RECORRIDOS EPISTÉMICOS,
LAS PRÁCTICAS PSICOMUNITARIAS
Y LAS DECISIONES METODOLÓGICAS

Graciela Zaldúa y María Marcela Bottinelli

Desde una perspectiva de la salud colectiva y la producción de subjetivida-


des, nos implicamos como colectivo universitario en ámbitos y con actores co-
munitarios, para develar los procesos de exclusión y expulsión y sus afectaciones
en las relaciones afectivas, laborales, sociales, creativas. Frente a los procesos
de fragilización y vulnerabilidad de las existencias se ha generado la posibilidad
de propiciar dispositivos alternativos o sustitutivos que resisten a la declinación
institucional.
El debate sobre la salud colectiva y su praxis se enmarca en un contexto de he-
gemonía del capitalismo globalizado, cuyos ciclos de reproducción, junto a la con-
centración de inversiones y ganancias, han producido deterioros y devastaciones a
nivel planetario. La paradoja instalada es que ante las inequidades y desigualdades
sociales se desarrollan reformas de políticas públicas, en muchos países de nuestro
continente, basadas en la mercantilización de los servicios sanitarios y una supues-
ta eficiencia financiera y técnica que produce, por ende, una doble exclusión, una
doble vulneración y abandono y una invisibilización de los mecanismos paradojales
a partir de los cuales, al cumplir los propósitos y fines de las políticas públicas, se
subvierten los principios básicos de las mismas.
Las consecuencias de la fragmentación y selectividad social evidencian
la falta de universalidad en el derecho a la salud. La privatización y mercan-
tilización de los servicios y bienes de salud y la focalización de las acciones
fueron los rasgos centrales que marcaron las operatorias hegemónicas. El de-
terioro de la salud, la emergencia de situaciones de catástrofe, el malestar y

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GRACIELA ZALDÚA Y MARÍA MARCELA BOTTINELLI

el sufrimiento son analizadores del proyecto neoliberal y cuestionan su legi-


timidad.
Los determinantes sociales, económicos, culturales y políticos son centra-
les en la distribución desigual de los patrones de salud - enfermedad - atención.
El campo sanitario comprende el acceso, la calidad de atención y sus efectos
como expresiones de las condiciones de vida.
Para Foucault la lógica en salud es un campo de fuerzas en que se articulan
y posicionan estratégicamente los dominios de la técnica, del saber y de las tec-
nologías y que imponen su racionalidad sobre otros.
Los enfoques del movimiento de Salud Colectiva latinoamericano con-
frontan al modelo hegemónico en el campo científico, político y en las prácti-
cas. Los procesos determinantes y mediadores de la desigualdad e inequidad se
expresan en los procesos de salud-enfermedad-atención-cuidado en la distribu-
ción poblacional, en los grupos sociales, en las diferencias de género, de etnias.
La llamada “epidemiología del modo de vida”, comprende y reflexiona so-
bre dimensiones epistémicas, metodológicas y técnicas que implican las dife-
rencias en salud por clase, etnia, género, familia, redes y los modos culturales y
sociales de enfermar, atender, cuidar, sanar, morir y transitar dichos procesos.
Los modelos socioepidemiológicos funcionalistas, por el contrario tratan
las desigualdades sociales y económicas como factores de riesgo e incluyen los
efectos diferenciales por el acceso desigual a los recursos sociales y sanitarios.
Las corrientes hegemónicas en salud, basadas en el paradigma funcionalista
multicausal y en la pragmática gerencial eficientista, sostienen epistémicamente
sus formulaciones a través de los factores causales, sus asociaciones y las probabi-
lidades de riesgo sostenidas en estadísticas abstraídas de sus contextos de signi-
ficación tanto teórica como social, escindiéndolas y definiendo causas y efectos
desde un lógica conjuntiva lineal, reificados y reducidos a probabilidades.
La metodología de investigación y las estrategias de intervención también
han sido colonizadas por las lógicas hegemónicas, recayendo en la inmediatez
falaz de las conclusiones únicas, las lecturas vacías, las miradas desubjetivan-
tes y descontextualizadoras de la globalización positivista de la ciencia. Movi-
mientos innovadores de deconstrucción de las lógicas imperantes ideados para
poder abordar las realidades complejas y cambiantes de los contextos sociales
como la investigación-acción participativa y las estrategias cualitativas también
sufrieron dicha colonización desarticuladora que las vació de su contenido de
compromiso social y político de la investigación. Las perspectivas sociohisótir-
cas, constructivistas y dialéctico-críticas han sostenido la posibilidad de resistir
la tentación del ideal de unicidad y pureza científica en la posibilidad de la
reflexividad crítica y la vigilancia epistémica de sus prácticas y lógicas de la
producción y validación de conocimiento. La deconstrucción de los procesos
implicados en dichas operatorias nos obliga a reconocer la necesidad de revisar

10
PRESENTACIÓN DE LOS RECORRIDOS EPISTÉMICOS, LAS PRÁCTICAS PSICOMUNITARIAS

las nociones lineales de explicación para buscar abordajes que nos permitan tra-
bajar desde la complejidad misma de nuestras prácticas y procesos sin renunciar
a su democratización desde su focalización hasta las variaciones en la interpre-
tación, lectura y sentido de los datos mismos.
Las ciencias sociales tienen un compromiso pues, que supera la descripción
y explicación para convertirse además en denunciantes de las realidades sociales
que denotan las claves emancipatorias de la opresión.
Pensamos nuestro trabajo desde la perspectiva de la Epidemiología Crítica,
basada en un modelo integral de desarrollo humano, de humanización de la vida, de
denuncia y de lucha frente a las inequidades. Se constituye así no sólo en una pers-
pectiva conceptual sino en un instrumento ético de construcción de ciudadanía,
con las dificultades que esta tarea implica, incluso habiendo mostrado sus potencia-
lidades teóricas y prácticas para abordar los problemas de Salud Colectiva.
Desde esta perspectiva vemos la materialización de la afirmación de István
Mészaros: “Cualquiera sean las pretensiones de la presente ‘globalización’, no
puede haber universalidad en el mundo social sin una igualdad sustancial.” [...
sin embargo, el sistema capitalista en todas sus formas históricas demuestra que]
“la potencialidad de la tendencia universalizadora del capital se convierte en la
realidad de una alienación y una cosificación deshumanizante”.1
De allí surge nuestra postura metodológica basada en una ética relacional,
que desde la planificación misma, mediante estrategias como la gestión asociada
y los procesos de investigación-acción participante, permita la producción de
conocimientos desde la implicación misma de los actores a partir de procesos de
participación empoderante no como “invitados ocasionales” ni como “fuentes
de información” sino como protagonistas en los diferentes niveles posibles de
acción en la producción de conocimientos y por tanto en las claves para com-
prender y accionar sus posibilidades de intervención social.
Por lo expuesto hasta aquí nuestra tarea no se agota en la identificación de
variables, en la observación y descripción de fenómenos empíricos o en la enu-
meración de factores de riesgo. El desafío que plantea cada uno de los textos que
aquí se presentan es el de abordar la complejidad del trabajo, desde la salud co-
lectiva hasta las afectaciones en el modo de vida y la subjetividad, identifican-
do, desde una ética relacional y participativa, tanto sus aspectos negativos como
los positivos, los destructivos como los protectores, los activos y los potenciales
desde la construcción intersubjetiva e interdisciplinaria de los abordajes.
La metodología planteada, asimismo se propone una vigilancia epistémica
que considere la contextualidad histórico-cultural, la reflexibilidad en relación
con la producción de conocimientos y la problematización de la realidad y la

1. Mészáros, I. (2001): El Siglo XXI. ¿Socialismo o Barbarie? Buenos Aires, Ediciones Herramienta,
p. 13.

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GRACIELA ZALDÚA Y MARÍA MARCELA BOTTINELLI

coherencia lógica de las propuestas en función de la articulación y explicitación


de los marcos referenciales y las decisiones metodológicas.
Los diferentes trabajos se apoyan pues en combinaciones de herramientas ya
validadas y propias de cada proceso, validadas y trianguladas a fin de sostener su
consistencia teórico-metodológica y contextual. Por ende, los diseños metodoló-
gicos propuestos se construyen en función de cada abordaje particular donde se
verán articulados aspectos de nuestra actividad docente, profesional e investiga-
tiva realizada en el marco de diferentes proyectos de investigación triangulando
metodologías, fuentes, herramientas y perspectivas cuali y cuantitativas (inven-
tarios, entrevistas en profundidad, grupos focales, observaciones, técnicas psico-
dinámicas, historias de vida, dispositivos de reflexión, etc.) que permitan captar
los aspectos de concreción individual de las prácticas y saberes vinculados con
la producción y distribución de la salud, enunciados de tal manera que permitan
ser revisados desde los criterios de validez metodológica pertinentes a ellos, dado
que cada metodología requiere distintos modos de validación.
El abordaje propuesto respecto de la praxis en salud, plantea la relación con el
sujeto colectivo o individual a través de mediaciones del lenguaje, de las formas cul-
turales, del método y las bases de información en la práctica científica.2 Se consti-
tuye simbólicamente y sus efectos estructurantes además de actos comunicacionales
son formas de poder. Este poder simbólico puede operar para el oscurecimiento de la
realidad, subordinando y legitimando otras formas de poder o puede transformarse
en un instrumento de construcción de ciudadanía.
En virtud de los atravesamientos sociales y las nuevas formas de expresión
ciudadana, se advierten nuevos encuentros entre el saber académico y el saber
popular. Encuentros de asambleas y servicios de salud y asociaciones gremia-
les, intervenciones en empresas recuperadas, organizaciones de mujeres inician
diálogos sobre necesidades y posibilidades de nuevas gestiones participativas.
Incipientes espacios y caminos prometedores de nuevas identidades colectivas.
El carácter complejo, contextual, material y subjetivo que configura los pro-
cesos sociales y los modos de expresarse en las desigualdades e inequidades en salud
es un desafío epistémico y crítico de nuestras prácticas. La contemporaneidad de la
globalización pone en cuestión las dimensiones témporo-espaciales, lo global y lo
local o las condiciones de posibilidad de los campos científicos y sus aportes para
resolver las prioridades sanitarias.
Z. Bauman3 sostiene que la globalización divide en la misma manera que une:
las causas de la división son las mismas que promueven la uniformidad del globo.

2. Breilh, J. (2003): Epidemiología Crítica. Ciencia emancipadora e interculturalidad, Buenos Ai-


res, Lugar Editorial.
3. Bauman, Z. (2008): La Globalización. Consecuencias Humanas, Buenos Aires, Fondo de Cultura
Económica.

12
PRESENTACIÓN DE LOS RECORRIDOS EPISTÉMICOS, LAS PRÁCTICAS PSICOMUNITARIAS

Juntamente con las dimensiones planetarias emergentes de los negocios, las finan-
zas, el comercio y el flujo de información, se pone en marcha un proceso localizador,
de fijación de espacios. Dos procesos tajantes en la divisoria de existencias de pobla-
ciones enteras y los distintos segmentos de sus vidas... ser local en un mundo global
es una señal de penuria y degradación social. Los procesos globalizadores incluyen
una segregación, separación y marginación progresiva. Desempleos, migraciones
son las emergentes condiciones de existencia poblacionales y sus efectos son la mar-
ginación, segregación y expulsión social.
El contenido y práctica en salud, atravesados por las consecuencias de las
transformaciones de las condiciones de vida, generaron brechas en el acceso
al derecho a la salud. Esta afectación de la producción de los actos de salud y
los derechos es la que nos propusimos abordar desde la Psicología social comu-
nitaria y los valores de autodeterminación, justicia distributiva y prácticas de
empoderamiento ante la opresión y subordinación.
Los objetivos de este programa investigativo fueron: propiciar el monitoreo
estratégico de necesidades, representaciones y prácticas en escenarios sanitarios
y facilitar la co-construcción de estrategias de promoción y prevención de salud,
desde una Ética Relacional.
Los temas y perspectivas de los artículos de contextos críticos, género,
derechos sexuales y reproductivos, psicodinámicas del trabajo, movimientos
sociales, colectivos de trabajadores, temas de salud y salud mental son produc-
ciones del equipo integrado por María Teresa Lodieu y María Pía Pawlowicz
como investigadores principales, las becarias María Belén Sopransi, Marie-
la Nabergoi, Malena Lenta, Mariquena Gambetta y los/las investigadoras/es
Hugo Leale, Ana Tisera, Kattya Pérez Chávez, Paula Gaillard, Verónica Velo-
so, Roxana Longo, con la codirección de María Marcela Bottinelli y la direc-
ción de Graciela Zaldúa.
Los colectivos de trabajo de equipos de salud, bancarios, mujeres en si-
tuación de prostitución, adolescentes, integrantes de movimientos sociales y
asambleas barriales co-suscriben las producciones que serían impensables sin
sus aportes a la autonomía, participación y la promoción de un verdadero ethos
democrático, en términos de Castoriadis.

Profesora Graciela Zaldúa


Profesora María Marcela Bottinelli

13
CAPÍTULO I.
INTRODUCCIÓN A UNA PERSPECTIVA CRÍTICA
EN INVESTIGACIÓN
I.1. Cuestiones desde la Epidemiología crítica: trabajo y salud∗
por Graciela Zaldúa, María Teresa Lodieu,
María Marcela Bottinelli, María Pía Pawlowicz

1. La complejidad de la salud del capital

La salud colectiva y la Epidemiología tienen un desafío frente a los problemas


actuales de la salud/enfermedad/atención relacionados con la creciente inequidad
social y la amenaza a la vida humana y planetaria. La expansión del terror en la glo-
balización capitalista, la extrema polarización social y el retroceso en los derechos
de ciudadanía, constituyen una realidad compleja que se sostiene con dispositivos
de control material y simbólico desde el centro a la periferia. La relación entre el
dominio social y subjetivo y la enfermedad y la muerte adquieren dimensiones de
catástrofe social, en consecuencia, reclaman con urgencia un paradigma contrahe-
gemónico. Jaime Breilh, desde la Epidemiología Crítica, plantea la necesidad de
incorporar de manera rigurosa la concepción epistemológica sobre la complejidad
y las relaciones de producción, propiedad y poder como condiciones objetivas de
la materialidad social que determinan la salud. A su vez, la subjetividad social es
central en la acción emancipadora de integración de fuerzas y culturas contrahege-
mónicas y de construcción de poder simbólico alternativo (Breilh, 2003).
Temas e interrogaciones teóricas que superen los enfoques de cálculo del
“global burden of disease” son alternativos para instalarse en una ética del modo
de vida, que incluye la humanización del trabajo y los derechos a la equidad.
Los modelos reduccionistas y los causales comprimen los tres dominios de la
realidad general, actual y empírica, a una parte de esta última (Bhaskar, citado
por Breilh, 2003). Los procesos se explican sólo en el plano de los fenómenos
empíricamente observables y sus conjunciones de eventos asociados.
El recorrido realizado por nuestro colectivo de investigación sobre las cues-
tiones de la Epidemiología y el trabajo permitió revisar nociones sobre causa-
lidad y riesgo e incorporar las categorías de desgaste laboral, segregación por
género e identidades profesionales. La integración de técnicas extensivas e in-
tensivas y la gestión asociada con los trabajadores de salud conformó el diseño
teórico metodológico hermenéutico. La búsqueda reflexiva interpretativa sobre
la naturaleza del campo del trabajo y la salud requiere narrativas metacríticas y
enfoques acordes a los fenómenos estudiados. En este sentido, desde una herme-

* El presente artículo fue publicado en el XI Anuario de Investigaciones de la Facultad de Psicología,


UBA, año 2003, págs. 283-289

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GRACIELA ZALDÚA, MARÍA TERESA LODIEU, MARÍA MARCELA BOTTINELLI, MARÍA PÍA PAWLOWICZ

néutica crítica los aspectos ideológicos subyacentes a toda práctica social plan-
tean revelar las fuentes de dominación y coerción de los discursos y las acciones,
y construir proyectos enmarcados en una praxis emancipadora.
En relación con las problemáticas de los trabajadores de la salud, desde
la perspectiva de la Epidemiología Crítica nuestra práctica investigativa nos
permite constatar la materialización de la afirmación de István Mészaros: “Cua-
lesquiera sean las pretensiones de la presente ‘globalización’, no puede haber
universalidad en el mundo social sin una igualdad sustancial”[...sin embargo, el
sistema capitalista en todas sus formas históricas demuestra que] “la potencialidad
de la tendencia universalizadora del capital se convierte en la realidad de una
alienación y una cosificación deshumanizante” (cursivas en el original) (Mészaros,
2001:13).
Sostenemos que las condiciones de trabajo en salud en los espacios públi-
cos reflejan los avatares del conjunto social y, en particular, del declive persis-
tente de las relaciones contractuales y de las condiciones de vida de los actores
del sector. Paradoja siniestra de la hegemonía neoliberal que libera mercados
y desregula protecciones en la globalización de la periferia, pero controla la
fuerza de trabajo, a través de la flexibilización, precarización y/o desempleo.
Los cambios productivos y la regresividad del empleo incrementaron la in-
equidad en nuestro país, incluyendo a vastos sectores en la pobreza e indigencia
y las consecuencias han sido el aumento de la demanda hacia el sector público
y una transformación de sus características. Los trabajadores de la salud quedan
sitiados ante las necesidades crecientes y los límites de las prácticas. El avance
de la concentración monopólica, el antagonismo radical entre capital y trabajo
y las múltiples contradicciones en las que se manifiesta, posicionan a las institu-
ciones y a los actores del sector salud en un complejo campo de batalla. Si bien
las metáforas guerreras han sido tradicionales en la literatura sanitaria y en los
programas preventivos –no podemos dejar de mencionar que el nacimiento de
la “salud pública” estuvo relacionado con la necesidad de tener hombres fuertes
para conformar los ejércitos– actualmente, los profesionales de la salud reiteran
su estar en la trinchera y en una lucha frente a la cual no poseen los recursos vi-
tales: el desempleo, el hambre, la violencia devastan los cuerpos de la población
que deben asistir. Nuevas y viejas dolencias demandan respuestas, aumentando
con la crisis la falta de registro temprano de las alertas, o la inaccesibilidad
económica a los centros de salud. Problemas de salud que con una intervención
temprana son de simple resolución, se tornan de difícil resolución frente a la
consulta tardía y generan posturas de impotencia, o temor frente a juicios de
mala praxis. Las expresiones de los profesionales enunciadas en las entrevistas
en profundidad ilustran estas situaciones: “Terror a que llegue un paciente grave
por la desprotección en que estamos” (psicólogo, Centro de salud); “Algunos sí
tienen problemas sociales como la falta de trabajo. Hay muchos casos de aplas-

18
CUESTIONES DESDE LA EPIDEMIOLOGÍA CRÍTICA: TRABAJO Y SALUD

tamiento subjetivo, el país te aplasta subjetivamente, ¿qué hacés con esa gente?”
(psiquiatra, Centro de salud).
Asimismo, el avance de la tecnología médica y farmacológica los enfrenta
a contradicciones dilemáticas entre las posibilidades científicas, –y por ende el
mandato social profesional– y las condiciones reales de su práctica cotidiana.
La devastación opera también en los recursos materiales y simbólicos para la
atención y el cuidado de los sujetos más vulnerables. El mecanismo de culpabi-
lización y rechazo frente al acto de salud imposible se impone como operatoria
ideológica de un hacer, sin saber (Zizek, 2003). Las creencias prácticas operan
en esta delegación a los otros, al punto de confirmar esta afirmación de Slavoj
Zizek: “una ideología triunfa en realidad cuando incluso los hechos que a pri-
mera vista la contradicen empiezan a funcionar como argumentaciones en su
favor” (Zizek, 2003: 366). Los mecanismos de despersonalización defienden de
la tensión del hacer y obliteran el cuestionamiento de los condicionantes socia-
les y culturales, cosificando al “otro”.
Los trabajadores de la salud, sometidos a la lógica del capital, afectados
por una polaridad destructiva entre ritmos laborales intensificados y el desem-
pleo mantienen con dificultad los ideales profesionales. Las características de
las situaciones actuales del trabajo en el sector salud aunadas a las tensiones
inherentes al trabajo con la incertidumbre, el sufrimiento y la muerte marcan
no sólo la complejidad en la que se desarrollan los actos de salud sino también
los efectos en la morbimortalidad de los trabajadores del sector: “Me agarré púr-
pura por estrés. Estaba trabajando en terapia (Terapia Intensiva) y acá (Centro
de salud). Antes en terapia me pinchaba con agujas, me pasó de cortarme con
un bisturí...” (enfermera, Centro de salud); “...a veces me pongo a llorar en
casa, por ver a los chicos que atiendo como están. Me siento cansada” (médica,
Centro de salud).

2. Las paradojas de la Salud Pública

En el dominio neoliberal las funciones de la Salud pública se han redefini-


do en función de los retrocesos del Estado Benefactor y la gestión de la reduc-
ción y focalización de gastos. Los niveles mínimos de supervivencia y los planes
mínimos o ausentes de atención plantean el agravamiento de la crisis social. En
este sentido, la revitalización de las consignas para legitimar el modelo expresa
contradicciones y paradojas indicativas de la ceguera que existe sobre los meca-
nismos de dominación.
La consigna ampliamente difundida de la OMS/OPS “Salud para todos
para el año 2000”, no sólo ha quedado atrás cronológicamente sino que exhibe

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GRACIELA ZALDÚA, MARÍA TERESA LODIEU, MARÍA MARCELA BOTTINELLI, MARÍA PÍA PAWLOWICZ

que el “para todos” era sólo para “algunos”: los datos epidemiológicos muestran
los perfiles diferenciales entre los distintos sectores sociales. Veenstra (2001)
afirma que en la mayoría de los países occidentales se constata una relación di-
recta entre el estatus social de los individuos y la salud. En Quebec, la esperanza
de vida en los hombres es de setenta y seis años, sin embargo, en la población
más desfavorecida este indicador desciende a setenta y un años y llega a ochenta
años en el sector más favorecido de la población (Leroux et al. 2002).
En la publicación Salud Materno Infantil Juvenil en cifras 2001 editada por
UNICEF y la Sociedad Argentina de Pediatría (2001: 14) se informa sobre los
diferenciales de la mortalidad materna: la tasa por cien mil R.N.V. en 1999 para
la Provincia de Formosa fue de 161, mientras que la total del país es de cuaren-
ta y uno por mil R.N.V. Desigualdades extremas entre las tasas de mortalidad
materna por regiones que muestran las inequidades frente al acceso a la salud
en nuestro país.
Según ONUSIDA los adolescentes constituyen grupos de alta vulnerabili-
dad, la gran mayoría de las personas HIV positivos se infectan en la adolescen-
cia y un alto porcentaje tiene relaciones sexuales sin protección.
En particular, son alertas epidemiológicos dos aspectos relacionados con las
cuestiones de género: la situación de los embarazos adolescentes y el aumento del
HIV en mujeres. La doctora Gabriela Hamilton, Directora del Programa Nacio-
nal de Lucha contra el Retrovirus del Humano, SIDA y ETS, afirma que inter-
nacionalmente está demostrado que la prevalencia del virus disminuye cuando
el ingreso de las personas aumenta. Si la epidemia es cada vez más joven y, a su
vez, la prevalencia aumenta en relación con la pobreza, los jóvenes pobres están
expuestos a un doble factor de riesgo. Sin embargo, es necesario reconocer que
además de los aspectos de etapas vitales y de clase social, las cuestiones de género
acompañan esta triple inequidad.
Autores latinoamericanos, Gastao W. de Souza Campos, Eduardo Menén-
dez (1998) realizan contribuciones relacionadas con el nivel discursivo de la
Salud Pública y las prácticas. La distancia entre los postulados de integralidad
del sistema de salud y el requerimiento de una puerta de entrada que asegure
el acceso y recepción de los problemas, es decir su universalidad y de la in-
tervención personalizada como proyecto terapéutico, es decir equidad y alta
resolutividad, nos advierte de sus límites o fracasos. Insuficiencias y malestares
en los usuarios, que ante lo esperado y no encontrado en las respuestas de salud,
provocan efectos de desilusión y deslegitimación de los escenarios y actores.
Estas tensiones carecen de espacios para potenciar un análisis crítico de la red
de determinaciones complejas de los procesos de salud-enfermedad-atención y
los efectos de competencia y responsabilidad de los actores del sector.
Repensar el concepto de Georges Canguilhem (citado por Souza Campos,
1998) sobre la salud como la mayor o menor capacidad de cada uno para gas-

20
CUESTIONES DESDE LA EPIDEMIOLOGÍA CRÍTICA: TRABAJO Y SALUD

tar la/su propia vida, remite a la dimensión de los proyectos existenciales y la


posibilidad de los riesgos impuestos por las circunstancias o elegidos en algunos
casos. El sujeto social y subjetivamente constituido descoloca a la enfermedad
como centralidad, la pone entre paréntesis y adquiere presencia en la dialéctica
del acto de salud. Necesidades y demandas se instalan en contextos específicos
donde colisionan las racionalidades clínicas y otras económicas, políticas, ideo-
lógicas. Los límites que impone el marco de formación en los profesionales de
la salud son fundantes de enfoques reduccionistas y de implicancias negativas
para el campo de saberes como para los métodos y técnicas de intervención. El
impacto epidemiológico de los vínculos violentos, o de transmisión del VIH
SIDA, o de pasajes al acto de adolescentes, con cierto cinismo despersonali-
zante se atribuyen: “a elecciones subjetivas tanáticas, a fallas en la constitución
subjetiva, por eso, no cedemos al discurso de la necesidad del orden médico”
(Psicóloga, Hospital). Así se instalan operatorias denegatorias de la comple-
jidad de las situaciones y son contribuyentes de una ideología reproductiva
de la exclusión social. Trabajar con las paradojas que la adolescencia plantea:
“máxima pasión por la vida máxima pasión por la muerte” (Collado, citada por
Conde et al., 1998) es dimensionar histórica y subjetivamente la etapa vital y
sus atravesamientos. En otras situaciones y en virtud de las urgencias se impone
una visión sintomática y el abordaje de la cura, basada en una concepción del
cuerpo fragmentado, secundarizando las posibilidades promocionales y preven-
tivas. “Las atiendo y les recomiendo métodos para cuidarse, pero vuelven, otra vez...”
(Médico, Hospital).
En estos casos de oportunidades perdidas es en donde se imponen las mira-
das parciales y no se integran a un proyecto terapéutico integral. Estas situacio-
nes producen relaciones paradojales y posiciones alienadas, sostenidas en proce-
dimientos técnicos especializados. La fragmentación de la dolencia, del sujeto y
del contexto constituye una defensa para sostener los poderes y saberes frente a
las incertezas e imprevisibilidad de lo cotidiano de los actos de salud.

3. Propuestas desde la Epidemiología crítica

“El objetivo de la ciencia social no es meramente describir, explicar y prede-


cir, sino también denunciar para cambiar el dominio estudiado. La ciencia
ha de ser funcional a la emancipación del ser humano” (Gómez, 2002).

El poder económico y militar de EE.UU. y las salvajes intenciones impe-


riales demostradas en la guerra contra Irak evidencian las dificultades para la so-
brevivencia de la humanidad. En ese sentido sólo es posible la defensa de la vida

21
GRACIELA ZALDÚA, MARÍA TERESA LODIEU, MARÍA MARCELA BOTTINELLI, MARÍA PÍA PAWLOWICZ

desde un “proyecto humanista emancipador” (Breilh, 2003). La epidemiología


crítica puede ofrecer todas sus herramientas para la construcción del proyecto
emancipador. La epidemiología crítica, basada en un modelo integral de desa-
rrollo humano, de humanización de la vida, de denuncia y de lucha frente a las
inequidades, se constituye a ese fin en un instrumento ético de construcción de
ciudadanía. No debemos desdeñar las dificultades que esta tarea implica. Inclu-
so en Brasil en donde las propuestas teóricas y prácticas de Salud Colectiva han
mostrado sus éxitos, Souza Campos admite:

Luchar en pro de una sociedad más justa y solidaria es muy difícil. Exceso de
derrotas, exceso de pragmatismo, de realismo cínico. El pensamiento ‘neoli-
beral’ tiene un peso muy grande, todos estamos obligados a cargarlo. Algunos
para mejor disfrute propio y personal; otros solamente para combatirlo mejor
(Souza Campos, 1998:80).

Los debates actuales alrededor de una teoría general de la salud ponen en


cuestión las construcciones negativas de la salud, es decir enfocadas desde la
perspectiva de la enfermedad. Breilh las agrupa en tres ejes: a) reducción de
la salud a la enfermedad y a lo individual, b) reducción la realidad en salud
al plano único de los fenómenos empíricamente observables y c) atribución
del movimiento de esa realidad a la simplicidad unidimensional de un orden
mecánicamente determinado por leyes deterministas. Frente a estos límites del
pensamiento convencional hegemónico en salud, Breilh aporta a las dimensio-
nes y órdenes de la complejidad en los niveles ontológicos, epistemológicos y
práxicos. Señala que en cada uno de éstos operan órdenes de movimiento y de
contradicciones en los procesos de las dimensiones generales de la sociedad, en
las dimensiones particulares de los grupos sociales y en las dimensiones singu-
lares de los individuos y su cotidianidad. Lo mismo sucede en las diversas inter-
venciones curativas, preventivas o promocionales. La salud es multidimensio-
nal tanto en lo relativo al objeto, como al concepto, como al campo de acción.
Polisemia en la construcción que lucha contra la centralidad de la enfermedad
y de la asistencia individual. En el campo de la praxis, refiere no sólo a las me-
diaciones de lo económico, institucional y cultural, sobre el modo de pensar
de las/los científicos, sino a la presión directa de dos tipos de impulsos sociales.
Uno es el del poder o estructura financiera e ideológica-política dominante con
sus injerencias en la producción y mercadeo de productos científicos; y otro, por
medio de la amenaza explícita o implícita por parte del Poder a la comunidad
científica, con efectos de debilitamiento del proceso crítico de la intelectualidad
o finalmente por medio de mecanismos de hegemonía o condicionamiento de
las ideas.

22
CUESTIONES DESDE LA EPIDEMIOLOGÍA CRÍTICA: TRABAJO Y SALUD

4. Cuestiones epistemológicas y metodológicas

Partimos desde la perspectiva de que el acto epidemiológico no se agota en


la identificación de variables, en la observación de fenómenos empíricos o en la
enumeración de factores de riesgo. Con respecto a la teoría del riesgo, central en
la epidemiología hegemónica, organiza la realidad de salud escindiendo la tota-
lidad y definiendo causas y efectos desde un lógica conjuntiva lineal, reificados
y reducidos a probabilidades.
Breilh aporta una cita ilustrativa de Healthismus Kuhn: “La prevención
basada en la epidemiología de los factores de riesgo está gobernada por el tipo
de lógica, según el cual, la temperatura de un habitación es reducida mediante
la ubicación del termómetro dentro de un cubo de hielo” (Kuhn, citado por
Breilh, 2003: 205).
El desafío que plantea la noción de procesos epidemiológicos en nuestra inves-
tigación es el de abordar la complejidad del trabajo en salud y las afectaciones en el
modo de vida y subjetividades tanto en sus aspectos destructivos como en los pro-
tectores. Los aspectos instrumentales están articulados en formas de construcción
intersubjetiva e interdisciplinaria de las prácticas y una hermenéutica metacrítica.
Tomamos como principios interpretativos la coherencia lógica y totalizadora de los
textos, la contextualidad histórico-cultural, la reflexibilidad en relación con la pro-
ducción de conocimientos y la problematización de la realidad.
Este trabajo se apoya en nuestra actividad docente, profesional y en el pro-
ceso investigativo realizado en el marco de dos proyectos de investigación.1 Con
las instituciones de salud, trabajamos con la modalidad de gestión asociada. La
metodología utilizada triangula un cuestionario sociodemográfico y laboral, el
Inventario de Burnout de Rivera Delgado, entrevistas en profundidad, grupos
focales, observaciones, técnicas psicodinámicas y dispositivos de reflexión sobre
la tarea. Las entrevistas en profundidad como técnica cualitativa permiten el
abordaje de los patrones de individuación o formas típicas de concreción indi-
vidual de las prácticas y saberes vinculados con la producción y distribución de
la salud. El trabajo de triangulación está sujeto a criterios de validez metodo-
lógica. Cada metodología requiere distintos modos de validación. Las métodos
cualitativos, aunque son flexibles, se legitiman a través de “criterios de rigor”
específicos, ya descriptos en trabajos anteriores (Zaldúa, 2000).
Desde la perspectiva de la Epidemiología Crítica nos proponemos dos ob-
jetivos centrales: 1) develar los mecanismos alienantes y desubjetivantes, en el

1. “Estudio del Síndrome de Burnout en Hospitales Públicos” (UBACyY PT 57) Directora Graciela
Zaldúa y “Estudio de las condiciones de producción de los actos de salud en Hospitales Públicos”.
(UBACyT P065). Directora Graciela Zaldúa y Codirectora María Marcela Bottinelli.

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GRACIELA ZALDÚA, MARÍA TERESA LODIEU, MARÍA MARCELA BOTTINELLI, MARÍA PÍA PAWLOWICZ

sector salud, que inciden en el bienestar individual y colectivo. 2) propiciar la


autonomía, la creatividad y el empoderamiento de los trabajadores de la salud.
En los grupos de reflexión sobre la tarea el objetivo es abrir un diálogo con
los trabajadores de la salud de distintas disciplinas y servicios a fin de co-cons-
truir un saber acerca del impacto del desgaste laboral y co-construir propuestas
propiciadoras del bienestar y de la salud.

5. Las identidades profesionales y las prácticas en salud

La insatisfacción laboral, la pérdida de la vocación presente en los discursos


de los trabajadores de la salud, nos han conducido a analizar la construcción de las
identidades profesionales. A este fin, Claude Dubar (1991) se apoya en el concepto
de socialización que le permite comprender la dinámica de las identidades y su cons-
trucción desde una perspectiva individual y social. La identidad no es más que “el
resultado a la vez estable y provisorio, individual y colectivo, subjetivo y objetivo,
biográfico y estructural, de los diversos procesos de socialización que, conjuntamen-
te, construyen a los individuos y definen a las instituciones” (Dubar, 1991: 111).
No es sólo la elección de una ocupación o la obtención de un diploma
lo que configura una identidad profesional, sino también los procesos interac-
tivos que se juegan en los lugares de formación y de trabajo. En este proceso
constructivo intervienen la imagen que el sujeto tiene de sí mismo, sus ca-
pacidades, su deseo. El estatus profesional se sostiene en un saber científico,
convalidado por el diploma que otorga una autorización legal para ejercer una
actividad que les es asignada socialmente, el mandato social (Hughes, citado
por Dubar, 1991).
La práctica profesional en el sector salud, conlleva dos componentes es-
pecíficos. El primero (Hughes lo denomina “saber culpable”) es una especie de
conocimiento inconfesable que caracteriza un aspecto clave de la relación entre
el profesional y el usuario. Médicos, enfermeros, psiquiatras, psicólogos, traba-
jadores sociales, terapeutas ocupacionales, deben saber escuchar –guardando
silencio– informaciones “culpables”, perturbadoras o peligrosas. El otro compo-
nente refiere a la existencia de instituciones destinadas a proteger el diploma y a
mantener el mandato de sus miembros. Estas organizaciones protegen el secreto
y reactualizan el diploma y el mandato. Constituyen sistemas intermediarios
entre los profesionales y el Estado; a la vez resguardan a los profesionales del pú-
blico. Las profesiones forman “comunidades” unidas alrededor de los mismos va-
lores y de la misma “ética de servicio”. Procesos inherentes a la dinámica de los
contextos macropolíticos y/o micropolíticos pueden determinar las alternativas
del poder de los distintos grupos profesionales. Las problemáticas inherentes a

24
CUESTIONES DESDE LA EPIDEMIOLOGÍA CRÍTICA: TRABAJO Y SALUD

estas situaciones se visualizan en las relaciones interprofesionales en el interior


de los equipos de trabajo.
En la construcción de la identidad convergen dos procesos: la identidad
para sí y la identidad para otro. La identidad para sí es correlativa a la del Otro y
de su reconocimiento: “yo no sé jamás quien soy más que en la mirada del Otro”
(Dubar, 1991: 110). Las instituciones y los actores sociales en contacto directo
con el individuo son instancias de atribución de identidad. En sus trayectorias
sociales, los individuos construyen su identidad para sí. Las identidades sociales,
en particular las identidades profesionales, necesitan confirmaciones subjetivas
y objetivas. En la identidad para otro las instituciones que atribuyen o legitiman
una identidad son esenciales. En las dinámicas interactivas comunicacionales
el sujeto captura la identidad que le es atribuida. Los espacios institucionales
relacionados con la formación y el trabajo constituyen lugares claves en los pro-
cesos de construcción de las identidades sociales. En la relación con los otros, la
cooperación y el reconocimiento convalidan la identidad profesional. Al con-
trario, los conflictos y el no reconocimiento perturban esta vertiente –identidad
para otro– de la identidad profesional. Una frase ilustra el malestar: “Siento
enojo, bronca, impotencia, ganas de hacer otra cosa que no tenga que ver con
la profesión” (asistente social, Centro de salud).
En el sector salud, a nivel macropolítico y micropolítico, en relación con
las identidades profesionales, relevamos ciertas particularidades.
El avance del “complejo médico industrial” en la atención a la salud ha
modificado radicalmente el ejercicio de la práctica profesional. Desde una
profesión liberal ejercida casi artesanalmente “hacia un mercado de servicios
médicos altamente complejo, fragmentado en especialidades y apoyado en un
vasto arsenal de tecnologías y equipos de gran sofisticación” (Llovet, 1997:14).
Esta mutación no sólo ha modificado el acto médico, ya que la práctica médica
con tecnología involucra rentas al capital, sino que implica un posicionamiento
diferente del profesional y una nueva relación médico-paciente. Estas nuevas
tecnologías, no siempre disponibles en los procesos de formación o en los distin-
tos ámbitos de ejercicio profesional, pero que han pasado a ser dominio público
por la difusión mediática de los avances científicos, actúan de manera compleja
sobre los actores intervinientes en las prácticas de salud. El profesional conmi-
nado al logro de la salud se siente despojado de recursos cuando en su lugar de
trabajo no puede brindar estas posibilidades tecnológicas. En el sector público,
los pacientes o familiares se sienten nuevamente discriminados frente a las limi-
taciones de las ofertas en salud, excluidos de las innovaciones científicas.
La utilización de los recursos de avanzada permite la sobrevida a bebés, ni-
ños, jóvenes o adultos que han presentado riesgos de diversa magnitud, sin em-
bargo, los cuidados posteriores conllevan, en muchos casos, insumos no siempre
disponibles para los pacientes; esta situación crea tensiones entre los profesio-

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GRACIELA ZALDÚA, MARÍA TERESA LODIEU, MARÍA MARCELA BOTTINELLI, MARÍA PÍA PAWLOWICZ

nales de las distintas especialidades y/o servicios. Un problema inherente a las


políticas de salud se dirime en enfrentamientos entre los efectores de salud. Los
profesionales que trabajan en Neonatología, Pediatría, Terapia Intensiva, o en
transplantes son los más afectados por estas situaciones: “Hay sobreexigencia
laboral, desintegración del equipo de salud y no posibilidad de trabajo interdis-
ciplinario” (psiquiatra, Centro de salud).
La relación que el trabajador de la salud entabla con el usuario, se en-
cuentra moldeada por la relación que entabla con sus instituciones. En cuanto
al binomio médico-paciente se ha transformado en un cuatrinomio médico-
paciente-institución-sistema (Llovet, 1997) en el cual el profesional es un en-
granaje más de un sistema que lo despersonaliza. Esta situación va aunada a
las complicidades a que debe someterse en los ámbitos de trabajo como en su
vocación humanista. “Cuando el profesional no encuentra estímulos en su ám-
bito de trabajo acaba convirtiéndose en un disidente vencido por la abrumadora
vorágine del día a día” (Navarro Pedreño, 1998: 41).
Ciertas representaciones tradicionales del “médico” ligadas a lo que Eliot
Freidson (1978) describió como “clase médica” persisten y se juegan en las elec-
ciones vocacionales, en las relaciones con otros profesionales del sector salud
y con los usuarios. Para mencionar algunas de estas circunstancias: a) El cho-
que entre las expectativas, en especial en los residentes o jóvenes graduados
y la realidad de la práctica. b) Enfermeros/as, instrumentadoras, psicólogos/as
marcan las desigualdades que se presentan en la cotidianeidad laboral en los
equipos de salud. c) La desautorización o el no reconocimiento a la palabra
profesional:“uno sufre más, te sentís muy frustrada al no poder hacer como qui-
sieras o como soñaste” (médica, Centro de salud); “Yo creo que la medicina en
general, actualmente no está nada reconocida, ha perdido el reconocimiento
como profesión. Creo que la medicina ha permitido que todo el mundo sepa me-
dicina, bah... que sepa medicina es imposible porque si un médico no termina
nunca de saber y nunca sabe todo, menos la gente. Entonces, hay tanta opinión
sobre la medicina... es la única profesión de la cual todo el mundo se permite
opinar, diagnosticar, medicarse” (médica, Centro de salud).

6. La praxis en salud: afectaciones, acciones y sentidos

Desde el trabajo de campo en grupos focales y o talleres relacionados


con los actos de salud y el desgaste laboral emergen los efectos de la crisis.
Los trabajadores hoy se encuentran expuestos y vulnerables. Son abruma-
dores los calificativos sobre la violentación económica, institucional y sub-
jetiva expresados en sentimientos de hostilidad, rabia, indignación y de-

26
CUESTIONES DESDE LA EPIDEMIOLOGÍA CRÍTICA: TRABAJO Y SALUD

caimiento físico y emocional. La propuesta de Breilh de crear un proyecto


humanista emancipador, en el sector salud requiere recuperar el valor del
equipo de salud como un primer paso en la construcción de cotidianidades
laborales saludables. Los dispositivos de intervención en los colectivos la-
borales permiten contextuar y visualizar los estragos subjetivos y colectivos
de las condiciones actuales de vida y de trabajo. La participación grupal y
el hacer comunicativo desafían a los encierros y temores generados por los
juicios de mala praxis, y el no reconocimiento profesional y reubican a los
determinantes del malestar social. La operatoria grupal pone en juego la
posibilidad de pensar nuevos escenarios y gestión de estrategias participa-
tivas. En estos encuentros en los enunciados de los trabajadores de la salud
aparecen acciones como: resistir, cambiar, transformar.
La praxis en salud plantea la relación con el sujeto colectivo o individual
a través de mediaciones del lenguaje, de las formas culturales, del método y las
bases de información en la práctica científica. Se constituye simbólicamente y
sus efectos estructurantes además de ser un hacer comunicacional son formas de
poder. Este poder simbólico puede operar para el oscurecimiento de la realidad,
subordinando y legitimando otras formas de poder o puede transformarse en un
instrumento de construcción de ciudadanía (Breilh, 2003).
En virtud de los atravesamientos sociales y las nuevas formas de expresión
ciudadana, se advierten nuevos encuentros entre el saber académico y el saber
popular. Encuentros de asambleas y servicios de salud y asociaciones gremiales,
intervenciones en empresas recuperadas, organizaciones de mujeres, inician
diálogos sobre necesidades y posibilidades de nuevas gestiones participativas.
Incipientes espacios y caminos prometedores de nuevas identidades colecti-
vas.

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28
I.2. Contextos críticos en salud*
por Graciela Zaldúa, María Teresa Lodieu,
Paula Gaillard, Ana Tisera y María Pía Pawlowicz

1. Introducción

En este trabajo1 enfocamos la repercusión de las políticas neoliberales en el


sector salud. Hablamos de contextos críticos entendiendo tanto el contexto ma-
cropolítico como su particularización en determinadas unidades asistenciales que
referirá, en esta presentación, a los Servicios de Guardia.

2. Metodología

La modalidad de trabajo en esta investigación-acción es de gestión aso-


ciada, integrada por el quipo de investigación de la Facultad de Psicología y un
equipo del hospital en el que se desarrolla el proceso investigativo.
Se utilizan técnicas cuantitativas y cualitativas para el relevamiento y el
análisis de los datos. Los instrumentos son: una encuesta sociodemográfica, ob-
servación participante, entrevistas, grupos focales, Inventario de Burnout (Ri-
vera Delgado, 1997), técnicas gráficas y psicodinámicas grupales.
La muestra es intencional y se trabaja con datos primarios y secundarios.
La unidad de análisis está constituida por trabajadores de la salud y unidades
asistenciales de Hospitales Públicos.

3. Objetivos

El trabajo apunta a indagar los contextos de producción del acto de salud


desde la perspectiva de los trabajadores de salud del sector público en la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires.

*. El presente artículo fue publicado en el IX Anuario de Investigaciones de la facultad de Psicolo-


gía, UBA, año 2001, págs. 205-215.
1. En esta presentación confluyen dos proyectos, la investigación “Estudio sobre las condiciones de
producción de los actos de salud en Hospitales Públicos”, y el proyecto “Estudios del Síndrome de
Burnout en Hospitales Públicos”.

29
GRACIELA ZALDÚA, MARÍA TERESA LODIEU, PAULA GAILLARD, ANA TISERA Y MARÍA PÍA PAWLOWICZ

Además, busca promover el desarrollo y/o fortalecimiento de procesos pro-


tectores que tiendan a evitar o minimizar el desgaste (Burnout) de los trabaja-
dores.

4. Fundamentación

Una serie de investigaciones realizadas en distintos países desde fines de los


setenta, motivadas por los datos epidemiológicos de morbimortalidad encon-
trados en el personal sanitario, indagó las problemáticas de los trabajadores de
la salud. Un relevamiento de estas investigaciones puede encontrarse en varias
publicaciones, entre ellas: Moreno Jiménez (1995), Gil-Monte (1997).
Nuestra tarea de investigación en el campo sanitario nos permitió compro-
bar la existencia de un malestar creciente en los profesionales de la salud. Sin
embargo, al analizar la literatura científica sobre el desgaste o el Burnout de los
profesionales de la salud, constatamos que los estudios de los países centrales
no reflejan la problemática de los trabajadores de la salud ni la situación de los
sistemas de salud de nuestro país. Un panorama descriptivo más cercano a lo
relevado por nuestro equipo puede encontrarse en una Revista Médica publica-
da por la Asociación Médica de Avellaneda, en abril de 1985 sobre “La insalu-
bridad del trabajo médico”. Relacionan la insalubridad del trabajo médico con
las condiciones en las que se desenvuelven las actividades profesionales de los
trabajadores de la salud: largas jornadas de trabajo sin horario, condiciones de
vida difíciles en los lugares de trabajo, guardia con mal alimento, calidad higié-
nica deplorable, pérdida de tiempo y riesgo por el sobreempleo, proletarización,
dificultades para continuar la formación y la actualización profesional.
Teniendo en cuenta estas situaciones y el agravamiento de las condiciones
socioeconómicas en la Argentina, consideramos que no pueden estudiarse las
problemáticas de los trabajadores y de los colectivos de trabajo del campo sani-
tario y por ende las condiciones de producción de los actos de salud, sin analizar
los efectos subjetivos y sociales de la hegemonía de las políticas neoliberales.
Los supuestos que enmarcan nuestra perspectiva sostienen que:
Los condicionantes macro y micropolíticos que interfieren en el proceso de
salud-enfermedad-atención, y el desgaste de los trabajadores (Burnout) afectan
negativamente al acto de salud, a las posibilidades de realización profesional, y
a las gestiones autónomas, creativas y eficaces.
Las representaciones y prácticas en los procesos de trabajo y de gestión
donde se contemplan las posibilidades de realización y creatividad de los tra-
bajadores, y las necesidades y demandas poblacionales propician actos de salud
autónomos, responsables y promotores de igualdad y equidad.

30
CONTEXTOS CRÍTICOS EN SALUD

4.1. Actos de salud en contextos críticos

Al referirnos a los actos de salud en contextos críticos lo hacemos en una do-


ble dimensión. A nivel de los servicios de salud, el trabajo en las unidades asisten-
ciales dedicadas a la atención de patologías severas (infecto-contagiosas, o procesos
terminales), o unidades de cuidado intensivo (Terapia Intensiva, Neonatología)
y los servicios de emergencia, suelen ser catalogados como críticos por el alto ni-
vel de riesgo y alto compromiso subjetivo, colectivo e institucional que implican.
Consideramos también como contexto crítico las condiciones macroestructurales
en las que se desempeñan las prácticas de salud en la Argentina en la actualidad.
En este trabajo marcamos el impacto de la hegemonía de las políticas neo-
liberales en el sector salud y el interjuego que se produce entre las condiciones
socioeconómicas y el trabajo en servicios tradicionalmente críticos, enfocando
en particular, las repercusiones sobre la salud de los trabajadores de la salud y
sobre los colectivos de trabajo. A fin de particularizar esta problemática selec-
cionamos los servicios de guardia.

4.2. Hegemonía neoliberal

En este trabajo sólo mencionamos algunos rasgos de las políticas neolibe-


rales y de su impacto socio-económico e ideológico, enfocando en forma más
específica la repercusión en el sector salud.
Sebastián Loureiro (1991) en su artículo “Medidas de ajuste y su impacto
en la salud”, señala para los países de América Latina dos problemas centrales
como consecuencia de las políticas neoliberales: las tasas negativas del producto
bruto nacional (PBN) y el aumento del volumen de la deuda externa. La situa-
ción se agrava por la sumisión política de los gobiernos a los dictados del Fondo
Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial (BM) que los obliga a
aceptar políticas de ajuste a fin de afrontar el pago de los intereses de la deuda.
La Argentina se encuadra en esta descripción.
Aldo Ferrer (2001) caracteriza la emergencia que deviene de esta situación
con el concepto de vulnerabilidad. Explica la dimensión de la vulnerabilidad
externa argentina en estos términos: “En vez de mantener la casa en orden y
en equilibrio los pagos internacionales, el país entró en un proceso frenético de
endeudamiento…Argentina es el país más endeudado de América Latina y del
mundo. La deuda externa es casi seis veces mayor que las exportaciones y los
pagos en concepto de intereses y utilidades representan más del cincuenta por
ciento de éstas últimas”.

31
GRACIELA ZALDÚA, MARÍA TERESA LODIEU, PAULA GAILLARD, ANA TISERA Y MARÍA PÍA PAWLOWICZ

Las prioridades que establece el gobierno pueden evaluarse comparando el


monto destinado al pago de los intereses de la deuda con el gasto en salud. Los da-
tos del Ministerio de Economía y Hacienda de la República Argentina (diciem-
bre de 1999) del gasto público por finalidades y funciones confirman la ejecución
como pago del servicio de la Deuda Pública, en millones de $ de 8.572,185. Por
otra parte, el correspondiente a Salud es en millones de $3.057,370.
Las políticas neoliberales no sólo condujeron a la vulnerabilidad económi-
ca, sino también a la vulnerabilidad social y subjetiva. La pérdida de los derechos
ciudadanos, el desmantelamiento de los bienes sociales colectivos vinculados a
necesidades materiales y simbólicas esenciales (educación y salud), la destruc-
ción de las fuentes de trabajo, el avasallamiento de la soberanía territorial. Al
mismo tiempo, y como garantía de la gobernabilidad, se desplegó una política
de cooptación ideológica que instaló una nueva ética social, destructora de los
mecanismos de solidaridad social y propiciadora de la violencia y de la corrup-
ción. Las altas tasas de desempleo, el aumento de la población con necesidades
básicas insatisfechas, el crecimiento de la pobreza, el suicidio de los jubilados
son una clara muestra del impacto de las políticas neoliberales.
Asa Cristina Laurell (1992) sintetiza los rasgos más salientes de la política
neoliberal “la reducción drástica y el control estricto del gasto público (con excep-
ción de la parte destinada al pago de la deuda pública) e incrementos en las tarifas
de los bienes y servicios públicos; redefinición del tipo de cambio, apertura externa,
comercial y de inversión; privatización de las empresas públicas; desregulación de
la actividad financiera; desregulación y flexibilización de la relación laboral (con
ataques a los sindicatos, destrucción de los contratos colectivos y cambios regresi-
vos en la legislación laboral) y depresión salarial” (Laurell, 1992: 3).

4.3. Políticas neoliberales en el sector salud

El ideario neoliberal posiciona al ámbito privado como responsable de las


actividades ligadas al cuidado de la salud y desliga al Estado como garante y fi-
nanciador de la salud poblacional; deja sólo bajo su jurisdicción los problemas de
salud o los sectores no cubiertos por el ámbito privado (Laurell, 1992, 1994).

4.3.1. Privatización

Un cambio significativo es el que se opera en la concepción de la salud: la salud


pasa a ser una responsabilidad individual y privada; ese posicionamiento implica un
corte con el sistema simbólico ideológico que caracterizaba al Estado Benefactor.

32
CONTEXTOS CRÍTICOS EN SALUD

La legitimación se apoya en el logro de un consenso social que se construye a


través de una idea fuerza –que no sólo se presenta en el sector salud– que sostiene
la ineficiencia del Estado y la contracara correspondiente: la eficiencia de lo pri-
vado y el auge democrático. La otra idea a ser asimilada y aceptada como válida es
la escasez de los recursos públicos para cubrir los requerimientos del sector.
Los niveles deficitarios del sector público no son nunca atribuidos a la des-
financiación producida por las políticas de ajuste o la tercerización de servicios
(que no son regulados) sino imputados a fallas estructurales del propio sistema.

4.3.2. Privatización-mercantilización

Laurell (1994) sostiene que ubicar a la salud como actividad privada tiene
como objetivo convertirla en un nuevo campo de acumulación capitalista. “Esta
intención se inscribe en la ofensiva de recuperación de los servicios sociales para
la empresa privada, o sea su re-mercantilización, que constituye uno de los móviles
del actual ataque al Estado de Bienestar en todo el mundo” (Laurell, 1994:26).

4.3.3. Industria tecnológica sanitaria

La circulación de capitales encuentra una vía regia en las nuevas tecnolo-


gías (Petras, 2000). Los adelantos científicos y las transformaciones tecnológicas
en el campo de la medicina requieren un gran aporte de capital. Este sector
pasa a tener relevancia para los capitales privados interesados en la industria
tecnológica hospitalaria.
En la medida en que el Hospital público por su desfinanciamiento no puede
acceder a la nueva tecnología se propician los procesos de terciarización-privati-
zación. A esto se aúnan los aportes privados, individuales o de fundaciones que se
insertan en determinados servicios hospitalarios. Es así como vemos dentro de un
mismo hospital pabellones o servicios con situaciones dispares desde el aspecto
edilicio, hasta la aparatología y la modalidad de prestación. Estas realidades no
dejan de tener impacto sobre el clima laboral y el bienestar de los trabajadores
de la salud. En un sector o servicio desmantelado o deteriorado, el profesional
se siente él mismo sujetado a ese destino. En un servicio en esas condiciones,
un profesional expresa “somos el tacho de basura”. La “sofisticada tecnología
diagnóstica y terapéutica” (Laurell, 1994:29) que circula como recurso salvador
ideal en el imaginario colectivo, pero inexistente por las contradicciones de su
práctica cotidiana: “en la clínica privada sí…se hace…se puede, pero acá no…”

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GRACIELA ZALDÚA, MARÍA TERESA LODIEU, PAULA GAILLARD, ANA TISERA Y MARÍA PÍA PAWLOWICZ

La inversión de capitales en instalaciones y equipos modifica la práctica mé-


dica. El peso simbólico del acto de salud pasa de la relación médico-paciente a la
relación aparatología-paciente. Esta situación tiene su doble lectura. Por un lado,
el médico se apoya en la tecnología, si tiene acceso a ella, y la usa en demasía para
cubrirse frente a juicios por mala praxis y para desligarse de la abrumadora deman-
da de los pacientes. Por otro lado, el médico frente a la invasión tecnológica pierde
su valor y pasa a ser sólo un engranaje en la tarea de circulación económica. Esta
última situación favorece la proletarización progresiva del profesional médico.

4.3.4. Alienación-autonomía

Los trabajos de salud son producto del sistema de relaciones en que están
inmersos y al mismo tiempo son también productores de este sistema. Sujeto y
objeto todo el tiempo. Objeto producido por el mercado, por las políticas guber-
namentales, por el saber estudiado en disciplinas, por las leyes o valores cultura-
les, los trabajadores tienden a sufrir pasivamente los efectos de la maquinaria so-
cioeconómica, alienándose. Pero en tanto profesionales de la salud participan en
la construcción del saber disciplinar, influencian políticas, contribuyen a la deter-
minación del valor de uso para la vida. Quiere decir que como trabajadores de la
salud pueden operar con diferente grado de autonomía. En consecuencia, el grado
de alienación de los trabajadores en relación con el objetivo (misión), al objeto y
medios de trabajo de los sistemas de salud puede variar conforme a la coyuntura o
conforme a la propia actuación como actores sociales (de Souza Campos, 1997).
En este sentido, es nuestro objetivo relevar los procesos de alienación y desgaste y
colaborar en el proceso de recreación de la autonomía y de la creatividad.

4.4. La Emergencia en Hospitales Públicos. Servicio de guardia

Cristophe Dejours (1998) al estudiar la relación entre el individuo y el


trabajo sostiene que distintos niveles de malestar psíquico pueden surgir tanto
por las condiciones laborales, como por la organización del trabajo. Los servicios
o unidades asistenciales pueden ser concebidos como una organización, es decir
como:
…un sistema socio-técnico integrado, deliberadamente constituido para la rea-
lización de un proyecto concreto, tendiente a la satisfacción de necesidades de
sus miembros y de una población o audiencia externa, que le otorgan sentido.

34
CONTEXTOS CRÍTICOS EN SALUD

Está inserta en un contexto socioeconómico y político con el cual guarda rela-


ciones de intercambio y de mutua determinación (Schlemenson: 1988:38).
Schlemenson plantea que existen seis dimensiones relevantes en toda organi-
zación: el proyecto, la estructura organizativa, la integración psicosocial, las condi-
ciones de trabajo, el sistema político, el contexto. Si bien pueden hallarse dimen-
siones con características semejantes dentro de una misma institución de salud, en
cada colectivo de trabajo se crean culturas laborales diferentes, un determinado
clima social, relaciones profesionales y jerárquicas particulares que condicionan
las prácticas de salud y la salud de los colectivos laborales.
Las deficiencias a nivel organizativo se manifiestan como deterioro en la
calidad asistencial, ausentismo, pedidos de rotación de servicios o de institu-
ciones, abandono, sobrecarga laboral, maltrato, mal uso de los escasos recursos,
crisis del equipo de salud.
Las guardias y los servicios de terapia intensiva son tradicionalmente con-
siderados lugares críticos; en ellos es donde se ponen más en juego la vida y la
muerte y en donde la habilidad del profesional, del equipo médico y la disponi-
bilidad de recursos podrán definir situaciones de riesgo. El Director del SAME,
Dr. Marcelo R. Muro (2001) considera que los pedidos a este servicio han au-
mentado en forma exponencial en los últimos años, a pesar del crecimiento de
los sistemas privados de emergencia. El problema para los sistemas de emergen-
cia no sólo ha sido el incremento de la demanda, sino las características de las
intervenciones en las que el personal médico debe participar: la violencia y la
peligrosidad connotan la práctica actual (desalojos, asaltos, homicidios).
A fin de presentar algunas de estas problemáticas, en este trabajo realizare-
mos un análisis comparativo de las guardias en un hospital polivalente de alta
complejidad (H1) y de dos hospitales monovalentes (una maternidad: H2 y un
psiquiátrico: H3).
El inventario de Burnout (Rivera Delgado, 1997) sistematiza los datos en
siete categorías: cansancio emocional, despersonalización (percepción del vín-
culo con los pacientes y/o familiares), realización personal, tarea (vínculo con
la tarea, y con las características del lugar de trabajo), tedio, organización (re-
laciones jerárquicas y con pares), manifestaciones de Burnout (percepción por
parte del profesional del impacto del estrés sobre su persona, sobre sus relaciones
o sobre su trabajo).
Los resultados del análisis comparativo entre los servicios de guardia de los
hospitales investigados en relación con el Inventario de Burnout (Rivera Delgado,
1997), arrojan los datos presentados en el Anexo 1.
La categoría despersonalización en los tres servicios es la punteada con mayor
puntaje, e indica el nivel de conflictividad en relación con el aspecto investigado
bajo este rubro, que refiere a la relación con los pacientes y/o familiares. Las res-
puestas relevan el grado en que los profesionales se sienten sobrepasados por las

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GRACIELA ZALDÚA, MARÍA TERESA LODIEU, PAULA GAILLARD, ANA TISERA Y MARÍA PÍA PAWLOWICZ

exigencias de los pacientes y sus familiares y afectados por el poco reconocimiento


de su labor profesional. Si analizamos específicamente uno de los ítems de esta cate-
goría, el que refiere a cómo el profesional vive la demanda de los pacientes tanto en
la guardia del hospital polivalente como en el monovalente (maternidad) más del
noventa por ciento de los profesionales investigados arrojan una puntuación alta.
Los puntajes más altos en todas las categorías investigadas corresponden a
la guardia del hospital polivalente.
Las excepciones son:
• En la categoría tarea, el puntaje más alto lo presenta la guardia psiquiátrica.
• En manifestaciones de Burnout el puntaje es casi semejante tanto en la guar-
dia del hospital polivalente como en la Guardia de la Maternidad.
En la guardia psiquiátrica los puntajes en realización personal y en tarea com-
parados con los de las otras dos guardias, permiten pensar que los profesionales
del primer grupo sienten mayor distancia entre las expectativas profesionales y
las modalidades de la práctica asistencial que realizan y experimentan mayor
incomodidad en relación con las características del lugar de trabajo. En un ítem
(incluido en la categoría tarea) que investiga cómo se siente el profesional en re-
lación con el ambiente y las condiciones físicas del trabajo, el ochenta por ciento
de los profesionales de la guardia psiquiátrica, puntúa alto este rubro, es decir que
considera que el ambiente y las condiciones físicas son malos. Este último ítem
obtiene un puntaje alto también en la guardia del hospital polivalente.
En la encuesta que diseñamos, planteamos dos tipos de preguntas con al-
ternativas opcionales de respuestas y que apuntan a indagar: 1) las situaciones
productoras de estrés en las prácticas de salud y 2) las propuestas posibles para
solucionar los problemas de trabajo.
Sobre la base de la pregunta que indaga fuentes posibles productoras de es-
trés en la actividad asistencial con las siguientes alternativas de trabajo: pacien-
tes terminales, patologías infecto-contagiosas, situaciones de maltrato, situacio-
nes de desprotección social, riesgo de mala praxis, los resultados comparativos
entre los servicios de guardia nos brindan los datos presentados en el Anexo 2.
El trabajo con pacientes terminales o con patologías infecto-contagiosas
parece no afectar a los profesionales. Las problemáticas referidas a situaciones
de maltrato parece afectar más a la guardia de la maternidad, un sesenta y tres
por ciento del personal marca este rubro como productor de estrés.
En relación con la desprotección social, la guardia de maternidad y la guar-
dia psiquiátrica marcan este rubro (el sesenta y siete por ciento y el sesenta y seis
por ciento del personal respectivamente).
El riesgo de mala praxis preocupa más a la guardia de la maternidad ya que
el setenta y cuatro por ciento de los profesionales lo señaló como estresante.
En la guardia del hospital polivalente, el sesenta por ciento de los profesionales
también lo puntúa como estresante. Esta problemática no parece afectar tanto a

36
CONTEXTOS CRÍTICOS EN SALUD

la guardia psiquiátrica, puesto que sólo es señalada por el cuarenta y cuatro por
ciento de los profesionales.
En cuanto a las propuestas de solución a los problemas de trabajo que presen-
tan como alternativas las siguientes posibilidades: implementación de espacios de
reflexión, implementación de espacios de formación, planificación de la asistencia
y la prevención, aumento de los niveles de la organización, aumento de la remu-
neración, aumento del equipamiento, los resultados pueden verse en el Anexo 3.
En espacios de reflexión, la guardia de la maternidad cuenta con el ma-
yor porcentaje de profesionales que marcan este rubro, un sesenta y cuatro por
ciento. Una observación a realizar es que ésta es una respuesta de género, en la
maternidad más del sesenta por ciento son profesionales mujeres. En los otros
servicios de guardia, este rubro también es marcado por los profesionales.
En espacios de formación, nuevamente en la Guardia de la maternidad
el sesenta por ciento del personal marca este rubro y podemos señalar que esto
también responde a una característica de género, observada no sólo en los ser-
vicios de guardia.
En el rubro planificación de asistencia y de prevención, en los tres servicios
es señalado por el sesenta por ciento o más de los profesionales, y alcanza un
setenta por ciento en la maternidad.
Todas las guardias parecen requerir un mayor nivel organizativo, los porcen-
tajes son casi semejantes y corresponden a un setenta y cuatro por ciento en el
polivalente y en el psiquiátrico y un setenta y siete por ciento en la maternidad.
El aumento de la remuneración también es señalada por el sesenta y tres
por ciento (maternidad) y el setenta y cuatro por ciento (guardia del hospital
polivalente) de los profesionales.
En relación con el equipamiento, las cifras son muy dispares y parece ser
algo muy necesitado por la guardia del hospital polivalente, ya que el ochenta
y siete por ciento de los profesionales marca este rubro como una solución a
problemas en el trabajo.

5. Análisis cualitativo2

Un breve análisis cualitativo ilustra algunas de las problemáticas relevadas


a través de preguntas abiertas del cuestionario sociodemográfico, comentarios a

2. En el VIII Anuario de Investigaciones de la Secretaría de Investigaciones de la Facultad de Psico-


logía de la UBA en el artículo “Las problemáticas de los trabajadores de la salud” explicitamos los
fundamentos de la metodología cualitativa que utilizamos.

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GRACIELA ZALDÚA, MARÍA TERESA LODIEU, PAULA GAILLARD, ANA TISERA Y MARÍA PÍA PAWLOWICZ

lo largo del proceso de administración de los instrumentos de indagación, de las


temáticas que emergen en los procesos de devolución de la información recaba-
da, o cuando se trabaja con los dispositivos psicodinámicos.
Las categorías que presentamos en este trabajo son Subjetividad y Colectivo
de trabajo. Subjetividad refiere a los efectos singulares, o sea al malestar vivencia-
do o expresado por cada trabajador de la salud. Colectivo de trabajo refiere a las
temáticas relevadas en cada servicio o unidad asistencial.
Dejours (1998) diferencia el sufrimiento “creativo” del sufrimiento “pa-
tológico”. En el primer caso, los sujetos ponen en juego recursos simbólicos
–invención y creatividad– al servicio de estrategias que permitan afrontar los
requisitos impuestos por el trabajo prescripto. En el sufrimiento patológico en
cambio, las tácticas apuestan a la negación de las cargas laborales mediante
rituales o pactos de desmentida.

5.1. Subjetividad

En el sufrimiento patológico podemos sistematizar algunas categorías:

- Vínculo con la tarea

Escenas temidas o traumáticas aparecen cuando el profesional se dirige a


atender la emergencia fuera del ámbito del hospital, o situaciones que se repiten
tipo flash back.
Una médica emergentóloga comenta que las situaciones más traumáticas
se relacionan con las urgencias a domicilio en donde se encuentran con “suici-
dios, ahorcados, los bebés muertos, los casos de reanimación”. Esta situación afecta
en la medida en que la aparición de la enfermedad y de la muerte es esperada
dentro del ámbito hospitalario, en cambio en la vida cotidiana, en el ámbito
de lo doméstico y con las características en que emerge, su aparición se torna
siniestra. Las condiciones socioeconómicas del lugar o de la vivienda a la que
concurren los profesionales acentúan aun más lo “traumático” de la situación.
Contraposición entre la emergencia y los problemas comunes: La gravedad, las
características y la masividad de las situaciones de emergencia a ser afrontadas
hacen que en esta “cotidianeidad” se contraponga la cotidianidad familiar; en
ese sentido, toda situación conflictiva o problemática familiar es degradada en
función de los parámetros de la emergencia: “todo comentario de mi hijita o de

38
CONTEXTOS CRÍTICOS EN SALUD

mi mucama me parece nimio porque los seres humanos se dividen entre los que
respiran y los que no respiran” (H.3).
Esta misma situación parece estar presente en cierta irritabilidad con que los
profesionales reciben a “los que vienen por un simple resfrío”. La guardia parece
ser el lugar de recepción no sólo de las urgencias sanitarias, sino un lugar adonde
acude todo aquel a quien le pasa algo, o que necesita algo aunque no esté claro para
el mismo sujeto qué le pasa y qué necesita: “Parece que todos se vienen a atender
a la guardia” (H.1). Esta concurrencia, que para los profesionales es innecesaria, se
torna abusiva en el marco de la sobredemanda actual que impacta en las guardias.
Modificaciones comportamentales: Los bajos salarios y la proletarización del
trabajo médico determinan que los profesionales encuentren más fácilmente
trabajo en las guardias médicas que en otros sectores y, al mismo tiempo, una vez
dentro de una institución, la posibilidad de realizar varias guardias a la semana,
es bastante factible; algunas guardias son estables otras son por reemplazos. Las
guardias repetidas a lo largo de la semana modifican totalmente el ritmo bioló-
gico, la vida cotidiana y el bienestar del profesional. Sin embargo, la situación
económica obliga aceptar estas situaciones laborales: “Cuando hacía tres guar-
dias a la semana, cada vez que me despertaban de noche para una emergencia
estaba tan irritable que todos huían de mi lado” (H.3).
Mecanismos de renegación: son habituales para enfrentar el monto de angus-
tia; muchas veces no hay conciencia del estrés hasta que eclosiona alguna situa-
ción: enfermedad, accidente, irritabilidad. Las sintomatologías que acompañan
las prácticas de salud en los profesionales investigados son: hipertensión, úlcera
erosiva, colon irritable, tabaquismo, irritabilidad, dificultades en el dormir. Nos ha
sido relatado también un caso de púrpura e infartos de miocardio.
Pérdida de las coordenadas espacio-temporales: La discontinuidad en los espa-
cios familiares cotidianos y desubicación temporal por los ritmos de las guardias
y las dificultades para reponerse del desgaste laboral, conducen a estas expre-
siones:
“Es un día y el otro para recuperarse”, (H.1), “Somos diferentes, un día a
la semana estas afuera de tu casa y eso pesa” (H.2), “Hay días que no sé quién
soy” (H.2).
Proyectos personales-profesionales: Las restricciones salariales son una cons-
tante y hacen que los trabajos de guardias se prolonguen en el tiempo: “Nunca
pensé que me iba a jubilar en la guardia” (H.1) o el único proyecto es la subsis-
tencia económica: “Sé que me liquido, pero no me queda otra que hacer varias
guardias” (H.1).
Contradicción en relación a la guardia: Coinciden, en algunos profesionales,
dos situaciones contradictorias, por un lado el deseo de dejar la guardia por lo
estresante del trabajo, lo impredecible, el ritmo acelerado que exige la urgencia,
la alteración de la vida cotidiana, y por otro lado la imposibilidad de pensarse
en un trabajo pasivo y “aburrido” de consultorio.

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GRACIELA ZALDÚA, MARÍA TERESA LODIEU, PAULA GAILLARD, ANA TISERA Y MARÍA PÍA PAWLOWICZ

5.2. Colectivo de trabajo

En este trabajo mencionaremos brevemente, en la categoría colectivo de tra-


bajo, algunos indicadores que den cuenta de las relaciones que se establecen den-
tro de cada unidad asistencial. Se contemplan las modalidades y características de
los vínculos con los pacientes y los familiares, a nivel intraprofesional, interprofe-
sional, las relaciones jerárquicas e institucionales y los agenciamientos grupales.
Baczko llama la atención sobre la dimensión de poder que se pone en jue-
go en las prácticas sostenida por representaciones colectivas. “El ámbito del
imaginario y de lo simbólico es un lugar estratégico de una importancia capital”
(Baczko, 1991). Los actos de salud serán diferenciales de acuerdo con la valora-
ción que se construya sobre grupos particulares (adolescentes madres, chicos de
la calle, prostitutas, inmigrantes y otros grupos vulnerables). Las representacio-
nes o significaciones del otro, cristalizadas en estereotipos en el acto de salud,
interfieren en los vínculos y perturban el proceso salud-enfermedad-atención.
Relación con los pacientes o familiares: La frase que sigue es elocuente de una
problemática frecuente: “Me angustia en particular un tema en relación con el
trato del equipo de salud hacia los pacientes en su relación con su condición
socio-cultural. Es decir, las diferencias no en lo técnico o médico en su atención
pero sí en las diferencias que se establecen entre pacientes carenciadas-margi-
nadas desprotegidas y pacientes con recursos. En relación con lo humano aclaro
que no de todos los profesionales sino de algunos” (H.3).
Relaciones intraprofesionales: Las distintas guardias o días de guardia presen-
tan relaciones diferentes entre sus integrantes. En algunas guardias los profesio-
nales sostienen que ellos están bien porque son un grupo de amigos y marcan a
otros días de guardia como conflictivos, carentes de lazos de amistad o incluso
en algunos casos, con presencia de “bandas”. Algunos de estos subgrupos son
mixtos, otros marcan la diferencia, “ellos se van a dormir, nosotras nos juntamos a
charlar”. En algunas especialidades ha estado muy presente la lucha de las pro-
fesionales para ser respetadas (en especial cirugía y anestesiología): “Mal com-
pañerismo (por competitividad desleal de otro par generalmente de la misma
especialidad) para lograr ascender a lograr nuevos puestos a partir de ‘sacar de
juego’ al propio compañero” (H.3).
Relaciones interprofesionales: En estas relaciones, que a veces conllevan
también relaciones jerárquicas, son muy variadas las situaciones que se presen-
tan, en dependencia de las distintas instituciones, de los lugares de circulación
compartidos o excluidos y de modalidades particulares que adquieren ciertas
dinámicas colectivas. En algunos lugares las bromas son una constante en la que
se ponen de manifiesto situaciones de género, relaciones valorativas atribuidas
a las distintas especialidades.

40
CONTEXTOS CRÍTICOS EN SALUD

Relaciones jerárquicas: El jefe, o director o autoridad, tiene un peso rele-


vante en los discursos de los trabajadores de la salud. Su presencia o ausencia,
su interés o desinterés, su apoyo frente situaciones complejas, es enunciada con
frecuencia.
La matriz relacional le permite a cada sujeto no sólo su constitución sub-
jetiva sino que es, a la vez, base de su reconocimiento como individuo. Este
interjuego dinámico entre el yo y los otros puede ser creador y potencializador
de las condiciones de un sujeto y de un grupo. Hemos constatado el sufrimiento
que genera la falta de reconocimiento por parte de los pacientes o familiares por
la labor asistencial.
Unas palabras de Souza Campos nos pueden ser útiles para sintetizar algu-
nas de las cuestiones planteadas:

“Los trabajadores del área de salud se encuentran frustrados, trabajando por


la supervivencia y por alcanzar un cierto nivel de consumo. Existe una mar-
cada alienación de los profesionales en relación con su objeto de trabajo
–ligazón débil con la enfermedad o salud del otro–, con sus medios de traba-
jo –una separación progresiva entre los que ejecutan las acciones y los que
dirigen las instituciones– y también en referencia al equipo de salud –hay
trabajo en grupo pero no hay identidad del trabajador colectivo–”. (Souza
Campos, 1997).

Las mediaciones alienantes (tanto en términos del proceso de trabajo,


como de un clima social negativo y de modalidades vinculares empobrecedo-
ras y agobiantes) modulan actos de salud repetitivos y reproductivistas, que
convergen con los procesos destructivos de la vida y la salud. Las condiciones
macroestructurales construyen escenarios de violentación material y simbólica
conducentes a prácticas alienantes.

6. Implementación de grupos focales y psicodinámicas


en los colectivos laborales

En nuestro proceso investigativo-participativo utilizamos técnicas grupales


–grupos focales o técnicas psicodinámicas–, para la devolución y análisis de los
datos recogidos y para relevar y compartir problemáticas relativas al colectivo
de trabajo –técnicas audiovisuales como estímulo y visualización de problemá-
ticas–.
En los servicios de guardia, cada día presenta particularidades. Los procesos de
relevamiento de la información, sistematización y devolución del material inves-

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GRACIELA ZALDÚA, MARÍA TERESA LODIEU, PAULA GAILLARD, ANA TISERA Y MARÍA PÍA PAWLOWICZ

tigativo se realiza en forma independiente, día por día. Las condiciones de trabajo,
las problemáticas y las dinámicas grupales adquieren características particulares en
cada día de guardia, si bien en este trabajo no enfocamos estas diferencias.
Una de las formas de enfermedad o de falta de salud, es la sintomatología
psicosomática. Los trabajadores de la salud presentan habitualmente esta sintoma-
tología. En este sentido, nuestro dispositivo tiende a poner de manifiesto estas pro-
blemáticas a fin de realizar un proceso de resignificación. Las eclosiones somáticas
coinciden generalmente con acontecimientos que sobrepasan la capacidad de to-
lerancia del sujeto. “El cuerpo psicosomático no habla, sino que obra” (McDougall,
1991). Históricamente los fenómenos psicosomáticos se han asociado con el con-
cepto de “elexitimia” –del griego a=sin, lexis=palabra o afecto–. El sujeto carece
de palabras para nombrar sus estados afectivos o no llega a distinguir unos de otros
–por ejemplo, el miedo de la irritación, la angustia de la tristeza–. (Sifneos, citado
por Mc Dougall, 1991). La aparición de sintomatología orgánica, que puede ser
grave y poner en peligro la vida misma, es una señal de alarma que emite el cuerpo,
y que indica el momento de fractura con la sobreadaptación a la realidad laboral.
En la investigación, se utilizan técnicas gráficas para visualizar la locali-
zación e intensidad de las cargas laborales. La propuesta concreta consiste en
visualizar el propio cuerpo en situación laboral y localizar en él las zonas de
mayor tensión, con el objetivo de producir un efecto sensibilizador. En el equi-
po de guardia de un hospital polivalente, la consigna de visualizar el cuerpo en
situación laboral despierta algunas resistencias. Sólo una médica dibuja su cuer-
po con rasgos humanos, los demás médicos/as utilizan figuras unidimensionales
–tipo fosforito– o bidimensionales sumamente esquemáticas.
La localización gráfica de las tensiones en la zona de la cabeza fue marca-
da. Las asociaciones al respecto tuvieron que ver con el “dolor de cabeza”, el
“desequilibrio”, “el estrés”, “el cansancio”, no sólo en relación con el trabajo
en la guardia sino también con el “día después” de la misma. Desde una lectura
simbólica, la cabeza representa la “sede” de las funciones del pensar, la inteli-
gencia y también de la atemperación de los afectos. Una diferencia interesante
en relación con el género fue la localización de las cargas en las piernas y pies
por parte de las médicas. El corazón y los pulmones fueron indicados por pro-
fesionales que habían sufrido episodios graves relacionados con dichos órganos
–infarto y ataques somáticos– estando en el trabajo, y permitieron el relato y la
verbalización de tales episodios. El impacto de las cargas laborales en el cuerpo
fue verbalizada finalmente por una médica como un “síndrome gripal”: dolor de
cabeza, dificultad para pensar, embotamiento, dolor de espalda y de los múscu-
los. Esta definición causó sorpresa y asentimiento en todo el grupo.
El dibujo, como un testimonio personal y grupal, funciona en algunos ca-
sos como objetivación de problemáticas corporales no conscientes relacionadas
con el trabajo; en otros, indica las secuelas del daño somático atribuible al estrés
laboral. La discusión grupal de los gráficos, tanto de las características que tien-

42
CONTEXTOS CRÍTICOS EN SALUD

den a repetirse como aquellas que se destacan por su singularidad –por ejemplo
en relación con el género, en relación con la práctica de la especialidad– es el
punto de partida para la elaboración de estrategias preventivas adecuadas a las
necesidades de cada colectivo laboral en particular.
Las técnicas gráficas se revelan como un instrumento valioso para visualizar
la localización e intensidad de dichas cargas y los aspectos de la actividad des-
plegada en el trabajo, es decir su “saber hacer”. A partir de su implementación
conjuntamente con dispositivos grupales se puede resignificar el cuerpo vivido
en el trabajo y sus riesgos, así como potenciar la elucidación de las prácticas y la
articulación con requisitos psíquicos, cognitivos, sociales y éticos.
Dentro del dispositivo implementado a demanda en una guardia hospita-
laria, en un momento de circularidad del malestar con quejas recurrentes, una
técnica utilizada en el enfoque de administración estratégica (SWOT: streng-
ths, weaknesses, opágs.rtunities, threats o FODA: fortalezas, oportunidades,
debilidades y amenazas) facilitó poner en la escena grupal nudos críticos del
funcionamiento interpersonal e institucional. M. Rovere (1993) a partir de una
analogía con programas de juegos computacionales define cuatro niveles en la
planificación. El primer nivel es de instrumentación de objetivos, y en cómo
lograrlos. El segundo nivel, definido como DOFA –inversión silábica que no
altera el sentido–, lo caracteriza como detección de obstáculos y facilitadores
para desarrollar la capacidad de enfrentar y/o aprovechar eventos circunstancias
o hechos que se interponen entre el presente y la situación objetivo. El tercer
nivel, de mayor complejidad, se desarrolla cuando los obstáculos y factores faci-
litadores son sujetos, con recursos de poder, pero en una confrontación bajo re-
glas. Y el cuarto nivel remite a cuando se enfrentan las reglas mismas. En los dos
últimos (niveles) se jerarquiza el quién y señala como propiamente estratégico
al referirse a cambios en la correlación de fuerza entre dos o más actores sociales,
para avanzar significativamente al poner el objetivo al alcance.
Dentro de la psicodinámica grupal, esta técnica operó como facilitador para
poner en común obstáculos de orden administrativo, edilicio, técnico, organi-
zacional, y los efectos de los acosos vivenciados. Poder reconocer la potencia
subjetiva ligada al reconocimiento y el lazo entre miembros del equipo permitió
dimensionar los vínculos grupales como fortalezas y visibilizar escenarios más
innovadores y posibles estrategias de prevención y protección de la salud.

7. Discusión

A fin sintetizar, consideramos que los efectos de la hegemonía de las po-


líticas neoliberales repercuten doblemente sobre los trabajadores de la salud.

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GRACIELA ZALDÚA, MARÍA TERESA LODIEU, PAULA GAILLARD, ANA TISERA Y MARÍA PÍA PAWLOWICZ

Por un lado, el proceso de privatización-mercantilización del campo de la sa-


lud y las políticas de ajuste conducen al deterioro de las condiciones de tra-
bajo en el sector. Esta situación, que se manifiesta a través de una progresiva
precarización y proletarización del mercado laboral en este ámbito, posiciona
al profesional de la salud en un lugar social conflictivo y contradictorio: la caí-
da del valor social de la profesión le quita los soportes sociales que le permiten
sostener la complejidad de la práctica profesional y a la vez lo ubican en una
realidad laboral cotidiana muy distante de los ideales que lo condujeron a la
profesión. Por un lado, estas mismas políticas neoliberales, al provocar desem-
pleo y marginación, determinan que amplios sectores poblaciones presenten
problemáticas de salud y carencias en las condiciones cotidianas de vida que
dificultan el logro de objetivos terapéuticos. Este interjuego negativo entre el
deterioro de los servicios de salud, las condiciones laborales inadecuadas, y la
problemática compleja de los usuarios de los servicios de salud impacta tanto
a nivel de la salud de los efectores como a nivel de los colectivos de trabajo, y
se manifiesta en sintomatología psicofísica y en problemas organizativos.
Develar las condiciones laborales actuales producto de las políticas neo-
liberales y los mecanismos de alienación del acto de salud propicia la produc-
ción de autonomía y favorece en los actores la confianza, el reconocimiento,
la cooperación y la promoción de dispositivos que, entre las grietas, impulsan
ciudadanías.

Anexo I
Estudio comparativo de Guardias
Inventario de Burnout

44
CONTEXTOS CRÍTICOS EN SALUD

Anexo II
Estudio comparativo de Guardias
Situaciones productoras de estrés

Anexo III
Estudio comparativo de Guardias
Propuestas de resolución de problemas

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46
I.3. Salud mental: territorios y narrativas
entre la reproducción y la transformación1
por Graciela Zaldúa, María Teresa Lodieu, María Marcela Bottinelli, María Pía Pawlowicz,
Kattya Pérez Chávez, Paula Gaillard, Ana Tisera, Mariela Nabergoi

1. Introducción

El cuestionamiento a las estructuras tradicionales de salud mental y el


análisis de las condiciones de posibilidad de las estrategias de desinstitucio-
nalización revelan las tensiones entre los procesos de reproducción/transfor-
mación y la relación con el trabajo y las narrativas de trabajadores/as de esta
área asistencial. La asociación de desinstitucionalización con deshospitaliza-
ción es encubridora de una operatoria de renegación. Denegatoria que instala
ambas estrategias y campos como equivalentes por la captura y hegemonía
del sentido, remitiendo al abandono, la desatención, la judicialización de los
pacientes internados como directriz inevitable, al velar las diferencias.
El concepto de territorio es de apertura para pensar un más allá del orden psi-
quiátrico o institucional tradicional, como un nuevo escenario estratégico, enten-
dido como una fuerza viva de relaciones concretas e imaginarias que las personas
establecen entre sí, con los objetos, con la cultura, con las relaciones que se dina-
mizan y transforman. Franco Rotelli (1997) señala dos aspectos: 1) La práctica del
trabajo en territorio es un trabajo de construcción y promoción de salud mental y
2) El saber del sujeto paciente, el saber de los familiares, los saberes del territorio
deben ser incorporados a las prácticas. Espacios de producción de subjetividades, de
solidaridades, de convivencia, de ayuda, de integración.
La epidemiología crítica, que estudia los procesos de salud/enfermedad/
atención en el marco de los determinantes sociopolíticos, resulta una perspecti-
va de análisis necesaria para pensar las agendas y escenarios transformadores, en
un contexto de catástrofe económica y social, que se manifiesta en un proceso
creciente de desigualdades, inequidades y vulnerabilidades extremas para más
de la mitad de la población del país.
En los marcos de las investigaciones: “Estudio del Síndrome de Burnout en
Hospitales Públicos” y “Estudio sobre las condiciones de producción de los actos
de salud en Hospitales Públicos”; articuladas con las actividades de la pasantía
en Río Negro y las horas de investigación de la carrera de Psicología, relevamos
la presencia del síndrome de Burnout, las estrategias de afrontamiento al estrés

1. El presente artículo fue publicado en el X Anuario de Investigaciones de la Facultad de Psicolo-


gía, UBA, Buenos Aires, año 2002, págs. 223-231.

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GRACIELA ZALDÚA, MARÍA TERESA LODIEU, MARÍA MARCELA BOTTINELLI Y OTROS

asistencial y los modos de producción de los actos de salud como espacios de


intersección entre usuarios y efectores, de necesidades y demandas, que más allá
de la carencia, afirman la dimensión positiva del ser que en potencia desea ser,
existir, ser mundo y parte de él. Bajo esta óptica pautada por la ética del compro-
miso con la vida se expresa el acto de salud en las dimensiones asistenciales del
trabajo vivo, como relación de acogimiento, creación de vínculos, de capacidad
de resolución y de mayores grados de autonomía en el modo de las personas de
andar la vida (Merhy y Onocko, 1997).
Los espacios hospitalarios públicos en salud se constituyen en lugares de las
micropolíticas del trabajo, donde se intersectan decisiones político-técnicas, encua-
dres teóricos y prácticas que disputan fuerzas instituyentes de trabajo vivo y modos
fijados de trabajo muerto. ¿Cómo abrir fisuras o grietas para nuevos sentidos que
rompan con las capturas del trabajo y favorezcan los actos potenciadores de salud?
¿Cómo favorecer estrategias resilientes que desde la disociación y la elaboración de
los aspectos desgastantes y traumáticos del quehacer cotidiano puedan potenciar
nuevos escenarios o proyectos instituyentes? ¿Cómo operar desde la creatividad, la
responsabilidad y el compromiso ético-político? ¿Cómo reconstruir las operatorias
de hegemonía del sentido manicomial y de peligrosidad?
El contexto económico político es un referente ineludible sobre el lugar de
“valor” del sector y sus instituciones. La devastación del aparato productivo y
del mercado interno de bienes y servicios en la crisis de acumulación capitalista
afecta a los actores del sector –usuarios y efectores– y a la eficiencia y eficacia
de los actos de salud. Pero también el nuevo escenario contradictorio abre a
estrategias de sobrevivencia múltiples, entre otras la aparición de las empresas
sociales, y produce múltiples efectos, en particular en los equipos y en la consti-
tución en acto de la interdisciplina y la participación social comunitaria.
En momentos en que se interpela a la Salud mental y a sus fines terapéuti-
cos, tanto desde la técnica, como la política y la ética, creemos que compartir
las necesidades y demandas de uno de los actores contribuye a un protagonis-
mo creativo en el escenario de debate entre el modelo asistencial tradicional
y las estrategias sustitutivas con nuevos dispositivos. Prácticas sociales, múl-
tiples racionalidades instituyentes, deconstrucción de la producción norma-
tizadora y prescriptora son fundamentos para la gestión, la planificación y la
praxis innovadora. Identidades en ámbitos complejos que se posicionan desde
territorios disciplinarios, desde los procesos y flujos situacionales/provisorios,
desde las demandas, desde los medios y los fines, desde la instrumentalidad
operativa y la racionalidad crítica al servicio emancipador, garante del respeto
de los derechos humanos y de subjetividades autónomas.
La referencia a Salud mental –un proceso de transición entre la reproduc-
ción y la transformación– habilita a pensar en diferentes territorios donde los
significantes desmanicomialización-desinstitucionalización generan disputas y
diferentes formas de afectación que, a fin de caracterizarlos, identificamos como
institucional, conceptual, jurídico.

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SALUD MENTAL: TERRITORIOS Y NARRATIVAS ENTRE LA REPRODUCCIÓN Y LA TRANSFORMACIÓN

2.1. Territorio Institucional

La historia del campo institucional está marcada por el proceso de psiquia-


trización y patologización de la locura, y la constitución de asilos, alienistas y
alienados. Lo paradójico en las instituciones totales se advierte en relación con
el objetivo “humanitario” de cuidado y la forma de captura total. El panóptico
como ideal de poder sobre los otros diferentes, alerta u ubicuo, omnipresente
como invisible para vigilar y castigar pudo ser tomado del proyecto de cárcel
para los hospicios, cuarteles, fábricas y escuelas.
El hospital psiquiátrico, las colonias, el asilo, englobables en el término
manicomio, son hasta hoy la figura clásica de la institución psiquiátrica. Se
pueden definir como lugares de residencia y trabajo, en los que un número
de individuos que comparten la situación de enfermos, aislados del resto
de la sociedad durante un tiempo, en general muy prolongado y sin fecha
ni razones ciertas para la salida, participan, en su condición de internados,
de los rituales y ceremonias cotidianas que formalmente dirige un supuesto
y no siempre conocido curador. Desde sus comienzos, el manicomio es la
figura central de la Psiquiatría: la amenaza de encierro pende sobre todos los
que, considerados enfermos por sí mismos o los otros, acuden a la medicina
mental. Por lo mismo se funden las representaciones de la enfermedad con
el encierro y el castigo (Galende, 1990, pág. 96).

A comienzos del siglo veinte se producen nuevos discursos frente al orga-


nicismo alienista y las instituciones manicomiales. Los portadores de cuestiona-
mientos en lo científico e institucional más relevantes fueron: el Psicoanálisis, la
Psicopatología Fenomenológica y el movimiento de Higiene Mental. A partir de
la segunda posguerra con el respaldo de movimientos sociales o políticos se logra
producir efectos transformadores, como la Psiquiatría Democrática Italiana, La
Comunidad Terapéutica y la Antipsiquiatría inglesa y las políticas del sector en
Francia. Sus efectos se anudan a experiencias en nuestro país, particularmente a
fines de los sesenta y principios de los setenta, relacionadas con transformaciones
hospitalarias, de colonias psiquiátricas, de servicios de Psicopatología, etc. (Lanús,
Colonia Federal (Entre Ríos), Centros de Salud Mental en Capital, etc.).
Salud mental es un campo complejo inscripto en redes de instituciones y
prácticas que le dan existencia a modalidades instaladas en la repetición tradicio-
nal de la exclusión y del encierro o habilitan escenarios sustitutivos que contem-
plan dispositivos facilitadores de autonomía, del sostén terapéutico frente a los
sufrimientos y padecimientos y propician el ejercicio de ciudadanía. Dan cuenta
de estos procesos los movimientos de desmanicomialización y desinstitucionali-
zación internacionales y nacionales, sus logros, sus impasses, sus debilidades, sus

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GRACIELA ZALDÚA, MARÍA TERESA LODIEU, MARÍA MARCELA BOTTINELLI Y OTROS

continuidades y discontinuidades. Surge por tanto, el repensar lo institucional


como territorio instituyente de nuevos lazos sociales, con permanente interpela-
ción a sus fines, a sus saberes, a sus legitimidades.

2.2. Territorio conceptual

Se inscribe en la lucha por la hegemonía de los campos teóricos y de las


prácticas sobre y para la locura, la subjetividad, la enfermedad, la salud y define
inclusiones y exclusiones en los espacios profesionales. Y en particular, en el
reconocimiento del “otro”. A su vez, incide en la producción de sentido que los
padecimientos tienen en las significaciones imaginarias colectivas.
La historia de la locura se articula con las significaciones imaginarias y
las instituciones del orden psiquiátrico. Con la Antipsiquiatría el replanteo del
lugar de la locura parte del cuestionamiento a las instituciones –materiales y
simbólicas– de la sociedad. Desde el concepto de metanola ensayará un movi-
miento hacia el sí mismo activamente autónomo y al mundo (Cooper, 1971).
Vuelta de un viaje en el que la esquizofrenia como forma más acabada traducía
en respuesta delirante el malestar de una alienación social o familiar (Roudi-
nesco, 1996). El movimiento de ‘negación institucional’ o antiinstitucional que
promovió la Reforma Psiquiátrica en Italia veía en la Psiquiatría un orden re-
productor de la dominación al asumir el mandato social de aislamiento y exclu-
sión y justificarlo desde un saber técnico.
Según Cornelius Castoriadis (1997) las significaciones que cada sociedad
crea cumplen tres cometidos: a) estructuran las representaciones de lo general,
b) designan finalidades de acción, imponen lo que hay que hacer, lo normal y lo
desviado, c) establecen tipos de afectos característicos de cada sociedad. Las ins-
tituciones generales y mediadoras instauran de este modo, tipos antropológicos
específicos, roles sociales, pares de oposición y lógicas conjuntistas identitarias.
La locura como sinrazón es el lado oscuro del dominio pretendidamente
racional sobre todo lo natural y también lo humano, en la modernidad. La razón
es una significación central antinómica a la de autonomía individual y social se-
gún formas de libertad colectivas, pero ambas significaciones se instituyeron con
las sociedades modernas. Según este autor, en el proceso identificatorio se revela
la crisis de las significaciones que daban sentido y un avance de la insignifican-
cia. Bajo la forma de una expansión ilimitada del consumo y del conformismo
generalizado que desplaza el mito del progreso inexorable, las formas heteró-
nomas de las instituciones y del pensamiento clausuran el sentido y obturan
nuevas preguntas. La capacidad de cuestionar significaciones y reglas recibidas
corresponde a la subjetividad reflexiva y democrática (Castoriadis, 2001).

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SALUD MENTAL: TERRITORIOS Y NARRATIVAS ENTRE LA REPRODUCCIÓN Y LA TRANSFORMACIÓN

El cuestionamiento de toda autoridad que no justifique la validez de sus


enunciaciones es una condición para la transformación democrática de las ins-
tituciones. De allí, a) la obligación de dar cuenta de sus actos y decires, b) el
rechazo al poder que se desprende de las jerarquías, c) la cuestión acerca de
las instituciones deseables y no deseables, como actividad colectiva explícita-
reflexiva. Movimiento hacia la auto-institución o proyecto de autonomía, la de-
mocracia como régimen apunta a realizar el bien común tal como es concebido
por la colectividad concernida. La actividad fundamental en este proceso es la
reflexividad. Mediante ésta, la propia actividad del sujeto podrá devenir objeto,
para sí. La explicitación de sí mismo como un objeto no objetivo, o como objeto
simplemente por posición, hará que el prójimo se vuelva posible (Castoriadis,
1992) pero, advierte, la posibilidad de ayudar a otros a devenir autónomos, pai-
deia, es imposible sin las decisiones políticas pertinentes.
Las narrativas sobe la locura se inscriben en una lucha por los sentidos que
es también una lucha de poder. La locura identificada con la peligrosidad, con el
riesgo o lo extraño, no deja de ser el contenido particular que sutura el universal
vacío –de una sociedad que globaliza la exclusión– mediante la operación de
hegemonía ideológica.
Según Ernesto Laclau (2002) cada institución política, cada categoría de
análisis se nos presenta hoy en día como locus de juegos de lenguaje indecibles.
La hegemonía será entonces un movimiento político-tropológico (o retórico)
generalizado en que, primero, algo constitutivamente heterogéneo al sistema
o estructura social tiene que estar desde el principio impidiendo la totalidad
representable, luego la sutura hegemónica tiene que producir un efecto re-tota-
lizante y, en tercer lugar, esta re-totalización no puede tener el carácter de una
reintegración dialéctica para mantener visible la heterogeneidad constitutiva.
Slavov Zizek (2001) que también encuentra en el conocimiento reflexivo
un arma de transformación, llama la atención acerca de una modalidad hege-
mónica de racismo con distancia en el trato con el Otro que denomina neutra-
lidad multiculturalista. La operación contraria, nos dice, será la de identificar la
universalidad con la cuestión de la exclusión.

2.3. Territorio jurídico

Interviene en los estatutos de peligrosidad, inimputabilidad, incapacidad,


responsabilidad y pone en tensión las acciones del campo de salud mental. Las
leyes de Río Negro (2440) y de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (448) se
instalan en procesos diferentes desde su gestación, implementación y gestión,
que a su vez permiten pensar las diferencias.

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GRACIELA ZALDÚA, MARÍA TERESA LODIEU, MARÍA MARCELA BOTTINELLI Y OTROS

La internación referida en el artículo 482 del Código Civil y particular-


mente la Ley de internación y egreso de los establecimientos de Salud mental
(22.914) nos remiten a la circunstancia en que una persona es afectada en su
derecho de libertad, resguardada por la Constitución Nacional y los pactos in-
ternacionales sobre Derechos Humanos.
La ley 22.914 fue sancionada en 1983 y contempla cuatro internaciones:
por orden judicial, a pedido del propio interesado, por disposición de la au-
toridad policial –según el artículo 482 del Código Civil de obligatoriedad de
Tratamiento–, y en caso de urgencia a pedido de las personas enumeradas en el
artículo 144 del Código Civil (esposos, parientes, el Ministerio de Menores o el
cónsul si el paciente es extranjero)
Se sostiene que debe garantizarse la tutela de los derechos y que toda deci-
sión que afecte a valores esenciales de la persona debe ser adoptada por ella mis-
ma o por su representante legal y si no por el Poder judicial (Cárdenas, 1985).
Pero es un dato relevante que la mayoría de las internaciones sean judiciales que
produce efectos en las definiciones de alta terapéutica.
¿Cuál es la fundamentación de fondo de la internación? Sin dudas es la pe-
ligrosidad. Se considera el mito fundador en el derecho Francés de 1810, cuando
el paciente mental queda inhibido por completo de la responsabilidad civil de
todos sus actos, penales y/o civiles, y el orden médico asume su control. La
construcción médico jurídico política de la peligrosidad para sí o para terceros
cristaliza como elemento estructural de la locura y habilita estrategias y espacios
de segregación y aislamiento.
En relación con la incapacidad e inhabilitación, el Código Civil en su
artículo 30, establece que son personas todos los entes susceptibles de adquirir
derechos y contraer obligaciones como casarse, testar, disponer de bienes, etc.
por cuenta propia. La incapacidad puede ser total o parcial. Es total cuando
impide en absoluto la capacidad de obrar. Los dementes tienen incapacidad
absoluta según el artículo 54 del Código Civil.
La inimputabilidad, desde lo jurídico, es la imposibilidad de culpabilidad o
reprochabilidad. De acuerdo con el Código Penal, artículo 34, se entiende que
si un sujeto al cometer un hecho delictivo presenta estado de alienación no es
punible, en cambio sí lo es quien pueda comprender la criminalidad de su acto.
Por lo contrario la imputabilidad es la capacidad de culpabilidad.
Los conflictos en relación con lo jurídico y la viabilidad de procesos desins-
titucionalizantes se advierte en la Provincia de Río Negro. Se plantea la inter-
nación como último recurso terapéutico, un tiempo mínimo de internación y
la reinserción comunitaria frente a la aplicación, sin atenuantes, del Código
Civil. Es un proceso de construcción permanente, inacabado, de “recuperación
de la identidad, dignidad y respeto de la persona con sufrimiento mental”. Para
sus actores no es suficiente con que la ley 2440 plantee un trabajo en conjunto

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SALUD MENTAL: TERRITORIOS Y NARRATIVAS ENTRE LA REPRODUCCIÓN Y LA TRANSFORMACIÓN

entre los jueces y el equipo terapéutico en los casos de personas con sufrimiento
mental y sujetas a la jurisdicción judicial. Se requiere en cada caso, en cada
situación, afirmar la estrategia terapéutica singular, la libertad y la autonomía
como valor.
Los territorios citados no agotan la problematización, pero aportan a los di-
lemas que se plantean en relación con la asistencia del sufrimiento psíquico y la
autonomía; a la igualdad y la ciudadanía con la necesidad de atención y protec-
ción. Asimismo, como dimensiones a interrogar, están algunas cuestiones estra-
tégicas planteadas alrededor de los procesos de reformas en curso, que instalan
un contexto de incertidumbre y malestar cuando se limitan a la reformulación
de servicios o a propuestas normativas y/o jurídicas. Estas modalidades provocan
un franco rechazo cuando se suponen encubridoras del desmantelamiento o de-
safinación y se intentan realizar sin el protagonismo de los actores del sector. A
su vez, el otrora trabajo vivo con potencial creativo e instituyente de ciudadanía
en una provincia del interior, puede afectarse por el no reconocimiento y la ne-
gación de la existencia como trabajador activo de Salud mental. Los obstáculos
económicos y políticos del escenario actual, de reducción de gastos o incumpli-
miento salarial entre otros, representan políticas de producción de salud mental
y la innovación frente a viejos o nuevos problemas del sector.

3. Metodología

Este trabajo corresponde a resultados surgidos de los proyectos UBACyT


mencionados. La modalidad investigativa es de gestión asociada con equipos de
los hospitales donde se realiza la investigación.2 Se utilizaron por triangulación
una encuesta sociodemográfica-laboral, observación participante, entrevistas,
grupos focales, Inventario de Burnout (Rivera Delgado, 1997), con una pobla-
ción de 120 profesionales de dos Hospitales Psiquiátricos en un área provin-
cial.
En nuestro trabajo hay múltiples datos que requieren ser medidos, evalua-
dos y que permiten extraer regularidades a partir de variables. Sin embargo, el
estudio de su significado, de las motivaciones en la vida cotidiana, de las per-
cepciones y construcciones requiere de la utilización del análisis del discurso, e

2. Se presentan resultados cualitativos sobre las condiciones de trabajo y salud de servicios de salud
de zonas sanitarias diferentes: de una provincia del interior del país, de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires y Gran Buenos Aires. Las muestras están conformadas por un total de 120 profesio-
nales de salud mental, en su mayoría médicos psiquiatras que se distribuye en cantidades similares
por distrito.

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GRACIELA ZALDÚA, MARÍA TERESA LODIEU, MARÍA MARCELA BOTTINELLI Y OTROS

incluso de la triangulación desde una perspectiva cualitativa pero que utilice el


cruce de técnicas y datos cualitativos.
El movimiento objetivante desde la perspectiva crítica consiste en enten-
der que es la realidad objetiva la que determina las posibilidades de conocerla,
el método es uno pero las posibilidades riqueza y variedad de su configuración
están dadas por los procesos del objeto mismo. Por lo anterior la triangulación
en sus diferentes variaciones es entendible desde un marco conceptual sólido
que involucre las diferentes técnicas y combinaciones de recolección de infor-
mación y no como triangulación de métodos y teorías, lo que derivaría en un
eclecticismo distorsionante. En este sentido, las técnicas cualitativas tendrían
su lugar en el abordaje de los patrones de individuación o formas típicas de con-
creción individual de las prácticas y saberes vinculados con la producción y dis-
tribución de la salud. Nuestro trabajo integra complementariamente distintas
técnicas, pero bajo un marco teórico y un control metodológico que potencie la
integración e interpretación de resultados.
La discusión cualitativismo-cuantitativismo nos encierra en posiciones di-
cotomizantes: medir y comprobar versus observar/escuchar e interpretar; análisis
de variables versus análisis de discurso; positivistas versus fenomenológicos; to-
das ellas fragmentarias de la realidad. Tanto el mundo como los conocimientos
no son ni únicamente cuantitativos ni sólo cualitativos. La realidad es un com-
plejo de relaciones y determinaciones que incluyen en movimiento cualidades
y cantidades; por ende en el recorte de cualquier objeto de estudio es necesaria
la integración de técnicas que deben articularse según el problema concreto. La
validez de su utilización dependerá del movimiento del objeto que se intenta
conocer, de las dimensiones que se quieran conocer y las circunstancias que
rodean la relación sujeto-objeto.

4. Resultados y/o dimensiones narrativas de los trabajadores

Es posible sistematizar en tres ejes las problemáticas relevadas en las narra-


tivas: vulnerabilidad poblacional, políticas del sector, retribuciones y recursos. En estos
ejes confluyen las categorías: despersonalización, realización personal del Inventa-
rio de Burnout y desprotección social del cuestionario sociodemográfico laboral.
Los grupos focales posibilitaron profundizar estas temáticas e indagar y re-
flexionar sobre las situaciones de sufrimiento, las necesidades y las faltas y las estra-
tegias defensivas y creativas.

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SALUD MENTAL: TERRITORIOS Y NARRATIVAS ENTRE LA REPRODUCCIÓN Y LA TRANSFORMACIÓN

4.1. Vulnerabilidad poblacional

La destrucción de las fuentes de trabajo producto de la implantación de las


políticas neoliberales –con el crecimiento desmedido de la desocupación– y el
avasallamiento de los derechos laborales han provocado una gran crisis social
que dejó a la población en situación de desprotección y vulnerabilidad. La des-
ocupación más el crecimiento de trabajo precario han dejado sin cobertura de
obra social a gran cantidad de trabajadores que acude al hospital público.
Los trabajadores de la salud se encuentran con un incremento de la deman-
da, avanza la indigencia y la pobreza en la población usuaria y no cuentan con
los recursos apropiados. Ante esto, la exclusión se presenta como única opción.
Retornan las significaciones sobre la condena, la locura como encarnación del
mal, heredera de la lepra que debía expulsarse y los problemas actuales adictivos
o de violencias reactualizan los fantasmas.
El incremento de trabajo sobre la urgencia, la falta de recursos, la despro-
tección de los pacientes, la sobrecarga por exigencias de los pacientes y de los
familiares y la falta de reconocimiento a la labor profesional, repercuten en
los sistemas de afrontamiento de los profesionales, en agotamiento y acentúan
mecanismos de despersonalización3 ante el otro: “Impotencia, con algunos pa-
cientes carenciados y nuestro accionar…” (médica, GBA). “En este lugar no se
sabe dónde está ni si sos médico, penitenciario, personal de salud o carcelero”
(médico, GBA). “Estamos o están en una nave de los condenados” (médico,
GBA).
La vulnerabilidad poblacional en aumento, tanto de usuarios como de
efectores, genera incertidumbre sobre el presente y el futuro y vela la necesidad
de promover subjetivación y no control.

4.2. Políticas del sector

Son hitos en el desarrollo de Salud mental en Argentina, el Instituto Na-


cional de Salud Mental (1957), los Servicios de Psiquiatría (1959), luego Psi-
copatología, los Centros de Salud Mental, las carreras de Psicología en Rosario
(1956) y en Buenos Aires (1957), las experiencias del Servicio de Psicopatolo-
gía del Policlínico de Lanús dirigido por Mauricio Goldemberg y luego Valentín
Baremblit; y la Colonia Federal en Entre Ríos.

3. La categoría de despersonalización en el Inventario de Burnout presenta puntajes más altos.

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GRACIELA ZALDÚA, MARÍA TERESA LODIEU, MARÍA MARCELA BOTTINELLI Y OTROS

Las corrientes transformadoras en Salud mental presentan avances y retro-


cesos. Las tres A y luego la dictadura interrumpieron de manera sangrienta los
debates y experiencias abiertas. El nuevo impulso de los años ochenta impactó
en procesos desinstitucionalizantes en Latinoamérica, particularmente Brasil,
y abrió el camino a experiencias alternativas en el país. Sin embargo, reformas
como la de Río Negro quedan aisladas y fragilizadas por el desfinanciamiento
del sector público, por el embate de las políticas económicas y sociales, por los
intereses corporativos de ciertos sectores profesionales y de la industria médico-
farmacológica. Los procesos de desinstitucionalización en la Ciudad de Buenos
Aires, presentan situaciones controvertidas entre intereses económicos domi-
nantes (inmobiliarios, corporativos, industria medicinal) y amenazas de pérdida
de los lugares de trabajo. El aumento de las confrontaciones corporativas frente
a la horizontalidad y la interdisciplina se reflejan en las disputas teóricas sobre
el dominio de los saberes y el control de los espacios de gestión tradicional
psiquiátrica y tornan secundarias las transformaciones y su sentido social, histó-
rico y subjetivante. La invisibilidad de violaciones a los derechos humanos en
las ciudadanías institucionalizadas y las prácticas que omiten el protagonismo
conjunto de trabajadores y usuarios son imperativos éticos y político-técnicos
no siempre visibilizados y priorizados.
Desde los profesionales el trabajo se subsume en la urgencia. Solución momen-
tánea que impide producir acortes de salud, valorados como tales o favorecedores
de realización personal. El trabajo parece ver perdido el sentido que antes tenía.
Contribuyen a ello la falta de insumos para la atención adecuada, la presencia de
enfermedades relacionadas con el deterioro de la calidad de vida que compromete
al tratamiento y a las posibilidades de recuperación del paciente. El registro de una
excesiva responsabilidad y de impotencia con respecto a la desprotección social en
que se encuentra la población a la que atienden, aparecen en el contenido, forma
de enunciación y grafismo de las respuestas abiertas de los trabajadores.
La desprotección social, situación señalada como productora de mayor es-
trés, como temática no es ajena a la desprotección que sienten los trabajadores
de la salud frente a las políticas socioeconómicas, a la falta de apoyo y de reco-
nocimiento por su labor de parte de sus superiores y al riesgo ante la posibilidad
de juicios por mala praxis. Es potente la interrogación y puesta en cuestión sobre
la (in)eficacia de las políticas del sector: “Los peores elementos humanos termi-
nan llegando a lugares de decisión; hacen imposible la búsqueda de un cambio
y crean agotamiento y resignación en los médicos” (médico, GBA); “Observo
la degradación y a ningún responsable parece importarle” (médica, interior);
“Nos ponen a guerrear por los puestos y nombramientos” (psicóloga, GBA): “Es
una Ley virtual la 448, si siguen los mismos directores” (terapista ocupacional,
CABA).

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SALUD MENTAL: TERRITORIOS Y NARRATIVAS ENTRE LA REPRODUCCIÓN Y LA TRANSFORMACIÓN

4.3. Retribuciones y recursos

Entre las demandas de los profesionales de la salud, es central el reclamo de


una remuneración digna, cobrada en tiempo y forma. Claus Offe (1996) postula
que los procesos de mercantilización del trabajo presuponen la existencia de
relaciones de poder que se expresan, entre otras cosas, en una relación dife-
renciada en la apropiación y/o consumo de los bienes materiales y simbólicos.
Señala un punto que nos interesa relevar que es la forma en que la capacidad de
espera se juega en las relaciones de poder. Los trabajadores que venden su fuerza
de trabajo, que representan al trabajo “vivo” no pueden esperar para comer, en
cambio los propietarios del capital que poseen una estructura temporal distinta
–lo que posibilita la caracterización como trabajo “muerto”– pueden esperar.
Esta situación diferencial les posibilita imponer condiciones a los que suminis-
tran trabajo. La disminución de salario, su ausencia en los trabajos ad-honorem
o el retraso periódico y prolongado en los pagos deja al desnudo la explotación
capitalista actual en nuestro país. En la necesidad de un mayor y más adecua-
do espacio físico para trabajar, de insumos y materiales (medicación, camas,
elementos técnicos), de capacitación y de compromiso con sus derechos labo-
rales, los recursos materiales, como carencia, afectan también las dimensiones
subjetivas: “No recibimos una digna remuneración, el atraso salarial no permite
proyectos ni planificar acciones futuras. Vivimos el día a día, y lo peor de todo,
en condiciones de salud, anímicas y económicas pésimas” (médico, Interior).
“Los recursos deben ser controlados y distribuidos en forma transparente”
(médico, CABA).

4.4. Situaciones de sufrimiento ¿resistencia


a la transformación?

La crisis económico social e institucional afecta a los trabajadores e inter-


fiere en la posibilidad de actos y proyectos que planteen una transformación
en el sector. El problema de los salarios adeudados pasa lógicamente a primer
plano y se convierte en “lo urgente” que tapa otras cuestiones. El malestar y
la incertidumbre obstaculizan los procesos desinstitucionalizantes, interpelados
no como dispositivos instituyentes, sino como parte del modelo neoliberal y
la exclusión. Emergen identidades profesionales con resistencia a alternativas
que modifiquen los contratos institucionales y vinculares entre los miembros
del equipo. Las consecuencias subjetivas son diversas: afectación psicosomática,
desestabilización de los proyectos personales, dificultades vinculares entre los
miembros del equipo de trabajo, enfrentamiento entre sectores, otros efectores

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GRACIELA ZALDÚA, MARÍA TERESA LODIEU, MARÍA MARCELA BOTTINELLI Y OTROS

o usuarios: “Aquí estamos para que nada cambie” (médico, GBA); “No hay
deseo de cambio, sino de reducción” (psicóloga, CABA).
Sistematizamos en las siguientes dimensiones, las percepciones subjetivas
de sufrimiento de los trabajadores de salud mental: a) malestar económico, b)
sentimientos de aislamiento, c) sentimientos mortificantes, d) agotamiento, e)
obstáculos a los proyectos de vida. Como efecto de la situación de resistencia a
los cambios y de la crisis en el cuidado de las personas se manifiestan, en varios
trabajadores, afecciones íntimas y profundas en su singularidad.

4.5.1. Necesidades y faltas

Es llamativo el monto de necesidades explicitadas. En particular, las enuncia-


das como “falta de” componen una larga lista de reclamos: treinta y dos diferentes.
Dichos enunciados pueden agruparse básicamente en los siguientes ejes de deman-
das que van desde lo institucional (macro y micro) hasta las necesidades persona-
les y grupales: política institucional, organización, condiciones legales de trabajo,
recursos e insumos; situaciones grupales, condiciones económicas, capacitación
y formación: “Falta de incentivación, tanto de capacitación como económica”;
“Falta de reconocimiento económico” “Falta de compromiso con los derechos del
trabajador (falta de pago, carencia de insumos)” (profesionales del interior).

4.5.2. Estrategias entre defensivas y creativas

Estas frases se relacionan también con una falta pero, desde propuestas
enunciativas, imaginan posibilidades diferentes, y esbozan territorios democra-
tizantes en los niveles de las condiciones de trabajo, la planificación y la gestión
y el lugar de los profesionales:
“Es necesaria la oportunidad para un tiempo de reflexión laboral e insti-
tucional; disponer de directivas claras desde la dirección para una mayor
operatividad institucional” (médico, GBA).
“Resulta imprescindible la reducción de las horas de guarida continua que no
debería superar las doce horas” (médico, CABA).
Mejorar el aspecto laboral de las guardias en lo que se refiere al hábitat en el
que se permanece durante las mismas” (médico, CABA).
“Promover la postergada ley de salud” (médico, CABA).
“Legitimar Salud mental, con concursos, nombramientos, presupuesto” (psi-
cólogo, CABA).

58
SALUD MENTAL: TERRITORIOS Y NARRATIVAS ENTRE LA REPRODUCCIÓN Y LA TRANSFORMACIÓN

“Ver la problemática social de algunos pacientes” (médico, GBA).


“Creo que gran parte de la problemática comentada excede al hospital como
lugar de resolución, ya que por ejemplo habría que buscar soluciones a nivel
del GCBA” (médico, CABA).
“Que las decisiones y las planificaciones se realicen teniendo en cuenta los
criterios de los profesionales que se encuentran en la base de la pirámide,
producto de la visión horizontal y vertical de la problemática de salud” (mé-
dico, GBA).
“Reorganización de una red social de prevención primaria, secundaria y ter-
ciaria dentro y fuera del ámbito institucional. Protección de la tarea profe-
sional implementando espacios de reflexión, formación y solidaridad” (mé-
dico, GBA).
“Tendríamos que tener mayores horas donde pudiéramos consultar sobre ca-
sos que no sabemos cómo resolver” (médico, GBA).

La explicitación de propuestas por parte de los trabajadores de salud indica


una alternativa saludable aunque se da en menor proporción que la enumeración
de problemas y faltas inscriptas en la queja. Y si bien aluden a acciones e identifica-
ción de problemas, lo hacen en estilo impersonal, aun sin implicación reflexiva.

5. Conclusiones

La estrategia neoliberal ha tenido un fuerte impacto destructivo en sector


salud. La mercantilización de la salud, la privatización y el desfinanciamiento de
los servicios públicos agravó la precariedad y el deterioro o la insuficiencia de
las instalaciones. El flujo irregular de los recursos (insumos hospitalarios, medi-
camentos, salarios, nombramientos, partidas para infraestructura, etc.) confiere
atributos negativos, devaluados a los espacios cotidianos de labor. El acto de
salud se despliega en un lugar signado por la carencia. Carencia que tiene una
manifestación sintomática en todos los servicios de salud relevados a lo largo de
este proceso investigativo: falta es la palabra reiterada en los protocolos, en los
diversos encuentros con los trabajadores de la salud. ¿Será en ese sentido que esta
falta, esta carencia remite al desamparo, a la vulnerabilidad y a caracterizar como
productor del mayor estrés laboral a la desprotección social? Esta interrogación
habilita a poner en cuestión la viabilidad de las estrategias de sustitución de los
dispositivos tradicionales, como proceso transformador en acto, si uno de sus
actores claves no resiste a la captura ideológica del desaliento y la desesperanza.
La fragmentación y pujas corporativas alienan aun más la posibilidad de un hacer
transformador. Profundizar los procesos desinstitucionalizantes o iniciarlos en los

59
GRACIELA ZALDÚA, MARÍA TERESA LODIEU, MARÍA MARCELA BOTTINELLI Y OTROS

territorios institucionales, conceptuales, jurídico políticos y económicos requiere


de sujetos implicados en la resistencia y en el deseo de transformación. Latencia
de colectivos de salud mental en sí hacia colectivos para sí son momentos de
registro situacional del malestar actual, de los impasses, de las defensas que llegan
a la impotencia o a aquellas que propician enunciados singulares y colectivos de
ciudadanía para todos: usuarios y efectores.

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60
CAPÍTULO II.
MOVIMIENTOS SOCIALES
II.1. La praxis psicosocial comunitaria en salud,
los movimientos sociales y la participación1
por Graciela Zaldúa, María Belén Sopransi y Verónica Veloso

Introducción

El enfoque de la praxis psicosocial comunitaria en salud se instala como


instrumento de investigación, planeamiento y monitoreo estratégico de las con-
diciones de salud y del impacto de las acciones y programas sanitarios. Los mo-
mentos de un proceso dialéctico de construcción de conocimientos y prácticas
de promoción y prevención de la salud se constituyen frente a la producción de
necesidades de diferentes campos: procesos de trabajo, consumo, organizativos,
cotidianidad, vida cultural y subjetividad, y en relación con las condiciones de
defensa y promoción de la salud, del trabajo y la vida cotidiana (Breilh, 2003).
El deterioro de las condiciones de vida y la situación de pobreza e indigen-
cia en América Latina (de 43,45 por ciento y 18,8 por ciento respectivamen-
te), profundizan las brechas sociales de las desigualdades y de las inequidades.
Argentina duplicó y triplicó, en el último quinquenio, ambos niveles en el área
urbana (Cepal, 2003).
Si analizamos los datos del Indec correspondientes al último trimestre del
año 2003, advertimos que el 10 por ciento de la población de nuestro país se
apropia del 36,4 por ciento del total de ingresos generales, mientras que el 10
por ciento más pobre apenas del 1,3 por ciento. Es decir, el 10 por ciento más
rico tiene ingresos 28 veces superiores que el 10 ciento más pobre. En la Encues-
ta Permanente de Hogares (EPH) correspondiente al primer semestre de 2004,
se observa en el total de aglomerados por áreas geográficas 44,3 por ciento de
pobreza y 17 por ciento de indigencia. La región Noreste presenta las tasa más
alta con 60,3 por ciento y 30,4 por ciento y la Patagonia tiene tasas más bajas
comparativamente, de 31 por ciento y 12 por ciento respectivamente. En este
mismo semestre, la situación en relación con el género y las edades nos advierte
que un 51,3 por ciento de pobreza y 51,2 por ciento de indigencia son mujeres.
Un elemento significativo es el aumento de la pobreza en la población adulta
del 53,6 por ciento (de veintidós a sesenta y cuatro años) y de un 58,8 por ciento
en mayores de sesenta y cinco años. Otro aspecto relevante es el de la infanti-
lización de la pobreza al concentrarse en edades de cero a trece años y catorce

1. El presente artículo fue publicado en el XII Anuario de Investigaciones de la Facultad de Psicología,


UBA, Buenos Aires, año 2004, págs. 115 a 122.

63
GRACIELA ZALDÚA, MARÍA BELÉN SOPRANSI Y VERÓNICA VELOSO

a veintidós años. Este cuadro de situación nos interpela éticamente en relación


con nuestro quehacer comunitario en diversos niveles relacionados con: a) los
obstáculos planteados en relación con la exigibilidad de derechos de mujeres
y hombres de sectores populares, b) las desigualdades e inequidades en las re-
laciones de género, clase social y ciclos vitales, c) los criterios de demarcación
epistémica de la ciencia social crítica, en los entrecruzamientos de los saberes
populares y científicos y en la posición de negatividad-materialidad y el “poner-
se de parte” o de compromiso y responsabilidad por el Otro. La configuración
de territorios de exclusión plantea las condiciones objetivas y subjetivas que
le dan sentido al orden social y simbólico y a su vez, en estos espacios, tienen
lugar las estrategias de los habitantes para resistir su relegación y transformar
autogestivamente su estar en el mundo. Su revés son las experiencias de vida y
las prácticas y significaciones construidas por los colectivos sociales atravesadas
por el fatalismo. Define M. I. Baró (1998) esta concepción, derivada del latin
fatum (predicción, oráculo, destino inevitable), como “una relación de sentido
entre las personas y el mundo al que encuentran cerrado e incontrolable” y
traducido en ideas, sentimientos y comportamientos de pasividad, resignación,
conformismo y sumisión. Su apuesta al proceso dialéctico que podría eliminar la
actitud fatalista de las mayorías latinoamericanas involucra tres cambios: a) la
recuperación de la memoria histórica, b) la organización popular y c) la praxis
de clase, como nueva identidad social y articulada en el eje de los intereses
populares. La perspectiva de Baró está inspirada en la teología de la liberación y
las teorías de la emancipación de aquellos grupos sociales que sufren opresión y
carencia. Se enmarca en una posición dialógica entre psicólogos y comunidad,
constituida por actores con recursos y fortalezas para lograr transformaciones.
Desde las últimas décadas, un sector de la producción psicosocial comunitaria
en América Latina es solidario con el compromiso, pero se replantea el sustento
teórico de las prácticas a la luz de los paradigmas construccionistas o materialis-
tas dialécticos, la escuela de Frankfurt, la teoría de la dependencia, de la aliena-
ción, los aportes de Freire y Fals Borda. Se resignifican el objeto y la episteme en
una praxis reflexiva desde la superación-negación de las epistemes dominantes.
Estas producciones discursivas son tramas de sentido y de legitimidad del or-
den dominante y se asientan en la construcción de los otros como excluidos y
peligrosos. Adviene esta construcción a partir de una operatoria de hegemonía
ideológica que regula las relaciones existentes, la visibilidad y no visibilidad
social, y excluye la lógica económica y social de la crisis y la expulsión social.
La culpa subjetiva y la responsabilidad, si se descontextualizan, operan
ideológicamente ocultando la complejidad de las condiciones políticas, eco-
nómicas e ideológicas de las situaciones de exclusión y violentación. No es el
latino indolente, definido por su destino y por fuerzas ajenas al control y poder,
sino aquel que activamente irrumpe con sus demandas, resiste con sus cortes o

64
LA PRAXIS PSICOSOCIAL COMUNITARIA EN SALUD, LOS MOVIMIENTOS SOCIALES Y LA PARTICIPACIÓN

piquetes. Se juega en los hechos, en el sentido de exceso, que requiere no ser vis-
to, y como lo hace se inscribe ideológicamente, como esos peligrosos, diferentes,
resistentes, disruptivos, en el universo simbólico de los incluidos.
La Psicología social comunitaria desde la perspectiva crítica y de la liberación
interroga las dimensiones de la participación y el compromiso comunitario, en sus
efectos de satisfacción de necesidades, de promoción de ciudadanía y de la sociedad
civil. Desde el dominio de los valores puede promover la autodeterminación, el
empoderamiento en la diversidad y la justicia distributiva para el bienestar subjeti-
vo y comunitario. El bienestar y la justicia emergen como componentes centrales y
necesidades personales, relacionales y colectivas están estrechamente ligadas. Para
Prilleltensky (2001) las necesidades personales y relacionales conciernen princi-
palmente al dominio psicológico y aunque necesarias son insuficientes para deter-
minar el bienestar. Postula las necesidades de políticas justas de acceso a servicios
de atención de salud, de educación pública, de seguridad, de justicia, de vivienda,
de empleo, de protección contra la explotación, y a su vez, la atención universal en
salud, las redes de cuidado infantil y seguridad social como garantía del aumento
del bienestar público y privado de los ciudadanos (Sen, 1999).
Sin embargo, queda por fuera de estas explicaciones el antagonismo social
real, dirá Zizek:

La lucha de clases es real en el sentido lacaniano estricto: un obstáculo,


un impedimento que hace surgir simbolizaciones siempre nuevas por me-
dio de las cuales uno intenta integrarlo y domesticarlo (el desplazamiento-
traducción corporativista de la lucha de clases en la articulación orgánica de
los “miembros” del cuerpo social, por ejemplo), pero que simultáneamente
condena estos intentos al fracaso final. (2003: 32).

El efecto de hegemonía es que la violencia inicial del no trabajo, o la exclu-


sión o la constitución de verdaderos ghetos urbanos no es percibida como violen-
cia, como círculo vicioso de un acto que establece el orden, volviendo invisible
ese acto constitutivo de la violencia social simbólica. En este sentido se puede
interrogar con Zizek sobre las modalidades de posición frente a los movimientos
sociales que irrumpen y se toma distancia, o se los reprime o se los coopta desde
la superioridad privilegiada del capital en la lucha económica y política.

Cuestiones epistemológicas y metodológicas

Si el propósito de la investigación es de acción participativa y reflexiva


acerca de los problemas comunitarios, la participación social y el posiciona-

65
GRACIELA ZALDÚA, MARÍA BELÉN SOPRANSI Y VERÓNICA VELOSO

miento de los actores sociales implicados en los movimientos sociales: ¿cómo


definimos participación?, por otra parte ¿cuáles son los enfoques, los métodos y
las técnicas que propician información relevante e iluminan las situaciones y las
alternativas en salud comunitaria?
Desde las perspectivas epistemológicas y metodológicas de la Psicología
social comunitaria sostiene Prilleltensky (2001) que corresponde relacionar
los valores, los temas, los supuestos, las prácticas y los potenciales beneficios o
riesgos en relación con cuatro paradigmas: tradicional, empowerment, postmo-
derno y de la emancipación. Desde este último, el abordaje emancipatorio, se
enfatizan los valores de la autodeterminación, la justicia distributiva, el bien-
estar subjetivo y colectivo. Los supuestos que sostienen a la buena vida y la
buena sociedad están basados en las mutuas obligaciones, responsabilidades y la
destitución de la opresión. Las prácticas participativas y de empoderamiento se
definen en pos de transformar las situaciones opresivas y los cambios interper-
sonales y sociales. Los riesgos que pueden considerarse son los sacrificios de la
singularidad personal por el bien comunitario. Los beneficios destacables son el
sentido de pertenencia comunitaria y los procesos emancipatorios de las opre-
siones de género, de clase, de etnias, de cultura.
El desarrollo de una reflexividad crítica nos permitió incorporar al de-
bate actual de la Psicología social comunitaria los problemas marginados o
silenciados sobre los dominios del poder, del discurso y de las diferencias, a
partir de la teoría crítica y del feminismo. La práctica teórica y el análisis del
contexto histórico nos condujo a las estrategias de investigación intersubje-
tivas, desde las diversas perspectivas de los actores: trabajadoras, trabajadores
desocupados. Los pilares de esta investigación contrahegemónica se asientan
en tres mecanismos: planeación estratégica, monitoreo participativo y control
social sobre la gestión (Breilh, 2003). Es decir, de ruptura y superación de las
propuestas funcionalistas que eluden los temas del poder, del género, de la
subjetividad, de los grupos emergentes, del Estado. Uno de los objetivos de la
IAP es transformar la realidad. La demanda del MTD estuvo referida a la aper-
tura de espacios participativos, todas las tareas emprendidas conjuntamente,
incluyendo los instrumentos diseñados para el relevamiento de datos, fueron
pensadas para producir efectos en esa dirección, respetando el compromiso
asumido.
El tipo de diseño de investigación es de estudio de caso definido por Denny
(1978: 370) como “un examen completo o intenso de una faceta, una cuestión
o quizás los acontecimientos que tienen lugar en un marco geográfico a lo largo
del tiempo”. En general, se coincide en que el estudio de casos implica un pro-
ceso de indagación que se caracteriza por el examen detallado, comprehensivo,
sistemático y en profundidad del caso objeto de interés (García Jiménez, 1996,
pág. 67).

66
LA PRAXIS PSICOSOCIAL COMUNITARIA EN SALUD, LOS MOVIMIENTOS SOCIALES Y LA PARTICIPACIÓN

La estrategia investigativa implementada es de tipo inclusivo de unidades


múltiples de análisis, con objetivos de evaluación-transformación. Es parte de
una investigación de casos múltiples sobre las praxis en salud en los movimien-
tos de desocupados y se pretende comprender el fenómeno de la participación.
Las fuentes de datos son 1) técnicas cualitativas: entrevistas en profundi-
dad a informantes calificados, grupos focales de devolución de datos, observa-
ción participante de asambleas, talleres, movilizaciones, y 2) técnicas cuantita-
tivas: encuestas colectivas, relevamiento documental de recolección, análisis y
triangulación de fuentes e instrumentos. Las unidades de análisis son mujeres
y varones participantes de actividades desarrolladas en el área territorial del
MTD, durante el periodo 2002-2004. En el proceso, la realidad estudiada fue
cambiante, con rupturas y discontinuidades. A partir de un método de análisis
hermenéutico dialéctico de los corpus transcriptos y la asistencia de Epi Info y
Atlas Ti, construimos categorías e indicadores sobre la base de diversos desarro-
llos teóricos y de las voces de los protagonistas. El muestreo no está planteado
en términos de representatividad, sino de homogeneidad e intencionalidad,
para abordar en profundidad un grupo particular.
Los criterios de rigor están sustentados en la credibilidad, desde la experiencia
signficativa de los actores, la adecuación a otros escenarios comunitarios, la audi-
tabilidad y la confirmación de hallazgos tratando de evitar los sesgos en el campo.
Con la modalidad de retroalimentación de los datos y el trabajo resignificamos la
praxis psicosocial comunitaria y los supuestos ideológicos de la participación.
La población abordada (N=98) participa del MTD autónomo de zona sur
del conurbano bonaerense. La autonomía de la organización está definida por
la no vinculación a partidos políticos, Iglesia, sindicatos u otras instituciones
estatales.
Se seleccionaron dos grupos de integrantes del MTD para realizar el estu-
dio comparativo, el primero corresponde a participantes de una asamblea ge-
neral de la organización y el segundo a participantes del taller de formación de
agentes promotores en salud –en el que participamos junto a los compañeros y
las compañeras del MTD como coordinadoras-docentes–.
Dentro del grupo 1 (N1=44) la distribución por género es 61,3 por ciento
de mujeres y 38,7 por ciento de varones, y por franjas etarias: 31,8 por ciento de
veintiuno a treinta y cinco años; 34,2 por ciento de treinta y seis a cincuenta
años; 29,5 por ciento de cincuenta y uno a sesenta y cinco y 4,5 por ciento ma-
yores de sesenta y cinco años.
Dentro del grupo 2 (N2=54) la distribución por género es 77,3 por ciento
mujeres y 22,7 por ciento varones, y por franjas etarias: 18,5 por ciento menor
a veintiuno años; 57,4 por ciento de veintiuno a treinta y cinco años; 18,5 por
ciento de treinta y seis a cincuenta años y 5,6 por ciento de cincuenta y uno a
sesenta y cinco.

67
GRACIELA ZALDÚA, MARÍA BELÉN SOPRANSI Y VERÓNICA VELOSO

La configuración de la población responde a las características de las or-


ganizaciones de trabajadoras y trabajadores desocupados (mayor desocupación
cuanta mayor edad, alto porcentaje de mujeres, amplia base de integrantes con
participación reciente y grupo estable de integrantes con más de cuatro años de
participación).
Las categorías se construyeron sobre la base de la indagación en torno a
la adjudicación de importancia que se les adjudica a las tareas dentro del MTD
(por relevancia para el movimiento y por elección subjetiva), hitos históricos
de la organización, percepción de fortalezas colectivas, necesidades y propuestas
de cambio organizacional, percepción de logros, percepción de representaciones
del MTD en el resto de la sociedad y mensajes que el MTD quiere transmitir a
la sociedad.
Con respecto al proceso salud-enfermedad, las categorías relevadas fueron:
estrategias de autoprotección de la salud, acceso al sistema sanitario y a recursos
preventivos y salutíferos, percepción epidemiológica de morbilidad –específi-
ca sobre VIH-SIDA, desnutrición, violencias, embarazo no deseado, drogas–,
representaciones sobre el proceso salud-enfermedad, estrategias colectivas de
abordaje de las problemáticas de la salud, ejercicio de ciudadanía en relación
con el derecho a la salud, recursos en salud dentro del MTD y su historia de
construcción.

Trabajar en salud desde los movimientos sociales


y la participación

El concepto de participación social (PS) en salud está cargado de presupues-


tos ideológico-técnicos generalmente no explicitados que, sin embargo, orientan
su uso. Al igual que otros conceptos2 la PS ha sido producida y aplicada por las
ciencias sociales y posteriormente apropiada por las ciencias de la salud sin un
análisis crítico del proceso de producción y aplicación previa que generó una dis-
torsión en su significado (Menéndez, 1998: 65-66). La PS está ligada a procesos
de transformación socio-política, a formas de organización social, a diseño de
políticas públicas e implementación de programas sociales. Según quién la defi-
na y con qué objetivos será empleada, asume diferentes características, diversos
nombres según tendencias y movimientos políticos. Participación social, parti-
cipación comunitaria, participación política, participación ciudadana, partici-
pación popular, etc. muchas veces son empleadas como sinónimos que ocultan

2. Redes sociales, comunidad, estilo de vida, necesidades, grupo doméstico, etc.

68
LA PRAXIS PSICOSOCIAL COMUNITARIA EN SALUD, LOS MOVIMIENTOS SOCIALES Y LA PARTICIPACIÓN

diferencias y convergencias en las delimitaciones conceptuales no explicitadas


ni consensuadas. La polisemia y el la condición polifacética de la PS requieren
asumir la “existencia de una triple historia en la construcción de saberes parti-
cipativos (académica, política, técnica), que la ahistoricidad dominante tiende
constantemente a anular” (Menéndez, 1998: 67).
A partir de la revisión de las definiciones sobre PS (Montero, 2004; Ugalde,
1999; Menéndez, 1998; Spinelli, 1999; Baró, 1998; OPS/OMS, 1992; Grodos
y Bethume, 1988; Fals Borda, 1985), en el presente trabajo conceptualizamos
la PS como el proceso general de la participación de los sujetos y los colectivos
en las relaciones sociales de producción-reproducción de la sociedad, que puede
ser analizada en diversos niveles (singular-colectivo-estructural) y áreas. En este
proceso general se distinguen: la participación comunitaria (Pco), la participa-
ción política (Ppol), participación ciudadana (Pci) y la participación popular
(Ppop).
La Pco es aquella participación que es promovida desde los programas a
nivel gubernamental (incluyendo redes clientelares-asistenciales) y de organis-
mos internacionales, así como aquellos programas formales vinculados a ONGs.
Dicha participación está basada en la idea de cooperación de la población con
la agencia efectora de programas.
La Ppol es aquella que se expresa bajo una concepción política integrada
a la cotidianeidad y puede estar centrada en tres ideas: de defensa y promoción
de la civilidad, de transformación y/o de emancipación. La primera se refiere al
conjunto de aspectos que resisten a la violencia extrema (condiciones de paupe-
rización absoluta, condiciones de represión extrema, etc.). La segunda está cen-
trada en la idea de transformación material de las estructuras de dominación. Y
la tercera se relaciona con la exigencia de un máximo de libertad y un máximo
de igualdad: la exigencia de “égaliberté”.3
En la Ppop la centralidad del concepto reside en que las iniciativas de
participación son promovidas desde las clases subalternas (movimientos socia-
les, políticos y/o reivindicativos autoconvocados), incluyendo procesos de em-
poderamiento que tienden hacia la autodeterminación y la autonomía de los
colectivos.
La Pci está referida al reconocimiento y la defensa de los derechos, a la
participación como ciudadanos en la lógica de las democracias formales repre-
sentativas.
Esta delimitación conceptual intenta aprehender las relaciones entre di-
versos actores de la sociedad civil (ONGs, movimientos sociales, organizaciones
barriales, etc.) y el Estado. Los distintos tipos de participación no son excluyen-
tes y, en lo concreto, se presentan muchas veces superpuestos o intersectados.

3. Balibar, 2001: 15 -16.

69
GRACIELA ZALDÚA, MARÍA BELÉN SOPRANSI Y VERÓNICA VELOSO

Por su característica dinámica, la PS y sus diversas expresiones están atra-


vesadas por procesos dialécticos que se dirimen entre polos tensionales. Se
enuncian algunas de las tensiones reconocidas:
• autonomía-heteronomía: este eje aparece vinculado a quién realiza
las propuestas participativas, si son definidas externa o internamente
respecto del colectivo participante,4 a la posibilidad de autogestión o
heterogestión, a quién induce y/o direcciona la PS.
• integralidad-focalización: se refiere a la amplitud de las propuestas par-
ticipativas en relación con el enfoque selectivo sobre problemáticas
específicas o al abordaje desde una perspectiva integral de la vida coti-
diana de los sujetos, los colectivos, la sociedad.
• empoderamiento-cooptación: remite a los objetivos de los procesos par-
ticipativos, está estrechamente vinculado al eje autonomía-heteronomía
y al sostenimiento de los conflictos por parte de los colectivos, al seña-
lamiento de las contradicciones sociales y a la creación de contrapoder,
y ubica en el otro polo los mecanismos de integración de elementos
críticos a través de la canalización o evitación de conflictos sociales.5
• crítica-conformismo: dicha tensión se vincula al posicionamiento co-
lectivo en los procesos participativos; está relacionada con la posibi-
lidad de desarrollar un análisis crítico de las situaciones e intervenir
en la toma de decisiones, en la definición de necesidades e intereses
dentro del proceso manteniendo o no la propia posición a nivel co-
lectivo.
• actores-recursos: dicha tensión remite a la modalidad de participación
subjetiva dentro del proceso. El polo actores evidencia una participa-
ción activa-creativa, mientras que el polo recursos refiere a una parti-
cipación pasiva-objetal.
• singular-colectivo: se refiere a los modos de negociación y toma de de-
cisiones al interior de los colectivos (horizontalidad-verticalismo), así
como a los rasgos de los liderazgos presentes (autoritarios, caudillistas,
democráticos, etc.). En este eje también se expresan las posibilidades
de implicancia y compromiso subjetivo a través de la asunción de res-
ponsabilidades dentro del proceso o la delegación.
• flujo-reflujo: este eje remite a los niveles de participación y a sus movi-
mientos. Se relaciona con los niveles de visualización en la vida polí-

4. Sobre los conceptos de autonomía y heteronomía ver: Castoriadis, 1997.


5. Desde la perspectiva de Moscovici (1981), la posibilidad de evidenciar y sostener el conflicto
a nivel social es una de las estrategias de las minorías activas para ejercer su influencia social. La
tendencia contraria está referida a los procesos de normalización y conformismo, ligadas al oculta-
miento de las contradicciones sociales.

70
LA PRAXIS PSICOSOCIAL COMUNITARIA EN SALUD, LOS MOVIMIENTOS SOCIALES Y LA PARTICIPACIÓN

tica societal y la regresión a niveles infrapolíticos de participación,6 así


como con los procesos de empoderamiento-cooptación.
• espontaneidad-programación: dicha tensión está relacionada con la
génesis de la participación y el modo de generación e inclusión de
cambios dentro del proceso.
• creatividad-burocratización: el eje se refiere a las formas organizativas
dentro de los procesos (democracia directa o de base, sistemas delega-
tivos-representativos, etc.), a su grado de innovación o reproducción
de formas tradicionales.
• subalternidad-hegemonía: esta tensión se vincula con el grado de des-
naturalización de los procesos estructurales en los discursos y las prác-
ticas: existencia de clases sociales, de necesidades, de conflictos, de
inequidad económica, de desigualdad social y de opresiones de clase,
género, etnia y cultura.
• liberación-alienación: este eje remite a la presencia o no de desarrollos
que permitan subvertir las relaciones sociales hegemónicas a través de
la creación de formas alternativas humanizantes o a la reproducción
de las relaciones vigentes de subordinación.7

Durante la década del cincuenta en varios países del Tercer Mundo se ge-
neralizaron los esfuerzos por incentivar el desarrollo de programas sociales que
involucraban a la población, especialmente rural. En el sector salud, la PS tuvo
una incorporación relativamente tardía, llegó amalgamada con otros programas
de desarrollo rural integrado. La PS en salud está referida al proceso de salud /
enfermedad / atención. El hito que marca definitivamente la inclusión de las
propuestas participativas en salud es la conferencia de Alma Ata en 1978:

El pueblo tiene derecho y el deber de participar individual y colectivamente


en la planificación y aplicación de su atención en salud (...) la APS8 exige
y fomenta en grado máximo la autoresponsabilidad y la participación de la
comunidad y del individuo en la planificación, la organización, el funcio-
namiento y el control de la APS, sacando el mayor partido posible de los

6. Scott (2000) postula: “Siempre que limitemos nuestra concepción de lo político a una actividad
explícitamente declarada, estaremos forzados a concluir que los grupos subordinados carecen in-
trínsecamente de una vida política o que ésta se reduce a los momentos excepcionales de explosión
popular. En ese caso, omitiremos el inmenso territorio político que existe entre la sumisión y la
rebelión y que, para bien o para mal, constituye el entorno político de las clases sometidas. Sería
como concentrarse en la costa visible de la política e ignorar el continente que está detrás”.
7. Para Basaglia (1976) la creación de formas alternativas en las relaciones sociales que respeten la
humanidad de los sujetos es un componente central de las prácticas desinstitucionalizadoras.
8. Atención Primaria de la Salud.

71
GRACIELA ZALDÚA, MARÍA BELÉN SOPRANSI Y VERÓNICA VELOSO

recursos locales y nacionales y de otros recursos disponibles, y con tal fin


desarrolla mediante la educación apropiada la capacidad de las comunidades
para participar (OMS y UNICEF, Alma Ata, 1978).

El énfasis que se hizo en el autocuidado individual, familiar y colectivo res-


pondió a dos posiciones ideológicas: una posición conservadora que tiende a re-
ducir el papel del sector público y hacer responsables a las poblaciones de su salud
(congruente con las políticas neoliberales de ajuste del área salud pública y la im-
plementación-financiamiento internacional de programas de APS selectiva); otra
vertiente que, como movimiento totalizador, intenta desmitificar la orientación
biomédica de la medicina, reducir la medicalización de la atención, y desprofesio-
nalizar la medicina, asignando al Estado responsabilidades de proteger a los ciuda-
danos contra los productores de enfermedad y muerte, y educar para la salud (vin-
culada a propuestas de APS integral) (Ugalde, 1999, Grodos y Bethume, 1988).

Acerca de una experiencia de participación social en salud

Al introducirnos en el terreno específico de la PS en salud en el Movi-


miento de Trabajadores Desocupados (MTD)9 de zona sur del conurbano bo-
naerense, en un principio se evidencia que la salud se torna un espacio par-
ticipativo de manera secundaria. Ante la inmediatez de la sobrevivencia, las
acciones prioritarias son dirigidas hacia la búsqueda de recursos que aseguren
la vida: los alimentos o su intermediario, el trabajo. Este hecho, sumado a que
en nuestro país aún funciona, aunque precarizado en todos los aspectos, un sis-
tema público de salud, hace que la salud pase a un segundo plano y se accione
sólo ante la urgencia. Este punto de vista es compartido por gran cantidad de
personas que se reconocen como militantes de la salud dentro de los MTDs y
señalan la dificultad al intentar comprometer a los compañeros en tareas vin-
culadas al área. Dicho obstáculo se relaciona con la génesis del MTD, cuya
constitución se remonta a las primeras comisiones provisorias de desocupados
organizadas a fines de 1995 para hacer frente a la situación contextualizada por
el incremento del desempleo y la consecuente pauperización de sus condiciones
de vida. El reclamo inicial que dirigen al Estado es por la recuperación de pues-
tos de trabajo o subsidios y bolsones de alimentos, reivindicando el derecho al
trabajo. Estos grupos darían lugar a los diferentes movimientos territoriales de

9. Acerca de la historia del Movimiento de Trabajadores Desocupados, ver Zibechi, 2003, capítulo
4 y Oviedo, 2001.

72
LA PRAXIS PSICOSOCIAL COMUNITARIA EN SALUD, LOS MOVIMIENTOS SOCIALES Y LA PARTICIPACIÓN

desocupados con diversas líneas políticas-organizativas. Consecuentemente, las


primeras acciones de los MTDs están vinculadas a proyectos productivos y de
autoconsumo.
A medida que los MTDs se consolidan y se inicia una tarea sistemática de
relevamiento de condiciones de vida y necesidades en los territorios de acción,
la salud aparece en el discurso como reclamo reivindicativo al Estado frente al
desmantelamiento neoliberal del sistema de salud y la deficiencia en la atención
sanitaria por falta de insumos y profesionales, por sobredemanda, etc. Conjunta-
mente se expresa el reclamo por la educación. Este primer esbozo de PS en salud
surge a partir del reconocimiento del derecho a la salud y la falta de garantías
por parte del Estado. Las primeras acciones con respecto a la salud están relacio-
nadas con la defensa de la estructura en salud existente y tienen un fuerte sen-
tido político: evitar cierres o privatización de hospitales y centros de salud, no
permitir el cobro de aranceles o bonos para la atención, denunciar los reiterados
robos y el control punteril en las unidades sanitarias, etc. Para estas acciones se
recurrió a articulaciones territoriales con otras organizaciones del barrio, otros
movimientos sociales, sindicatos de trabajadores de la salud, etc.
Los MTDs están formados mayoritariamente por personas que perdieron
sus trabajos durante el periodo de desindustrialización y privatización de em-
presas públicas de finales de los noventa. Con lo cual, las necesidades de la vida
cotidiana, hasta ese momento, aunque de manera precaria estaban aseguradas.
Complementando la lucha por el trabajo y los alimentos con el reconocimiento
y las primeras acciones en defensa del derecho a la salud y la educación, los
MTDs comienzan a perfilar una integralidad de los aspectos de la vida cotidiana
ligada a la reconstrucción colectiva a través de la organización.
Al nivel reivindicativo de la PS en salud, se suman acciones concretas den-
tro del territorio: relevamiento de los recursos y los problemas de los centros de
salud, vinculación con los trabajadores de la salud, diagnóstico comunitario de
las problemáticas de la salud en el territorio, rastreo de los problemas endémi-
cos, aspectos ecológicos del hábitat, etc. Se esbozaron diversas propuestas para
hacer frente a las problemáticas rastreadas a través de la creación de comisiones
de salud dentro de los movimientos. Estos aspectos estuvieron vinculados a la
participación dentro de los MTDs de estudiantes y profesionales de ciencias
sociales y de salud, muchos de los cuales compartían la situación de desocupa-
ción.
A principios de 2002, un tema convocante en relación con la salud fue el
aumento de los precios de los medicamentos (por la reciente devaluación del
peso) y su escasez.10 Este hecho propició la gestión de medicamentos en labo-

10. Un estudio sobre el impacto de la situación sanitaria en el 2002 dentro de estos colectivos se
puede consultar en Sopransi, M.B., Veloso, V., Sasia, R., Udrisard, G., 2003.

73
GRACIELA ZALDÚA, MARÍA BELÉN SOPRANSI Y VERÓNICA VELOSO

ratorios públicos y privados, así como el reclamo a Municipios y al Ministerio


de Salud de la Nación Argentina. La estrategia principal fue la apertura de
farmacias comunitarias en los territorios, muchas de las cuales aún perduran.
También hubo colectivos que retomaron los saberes populares sobre el uso de
plantas medicinales y emprendieron proyectos relacionados con su producción.
Algunos de estos proyectos de farmacias comunitarias dieron lugar a la creación
de postas de salud autogestionadas (con atención de un enfermero o promotor
de salud miembro de la comunidad, visita semanal de médico, suministro de
medicación y prestaciones básicas –control de desarrollo de niños, control de la
presión, atención de primeros auxilios, etc.–), especialmente en los lugares con
difícil acceso a los centros de atención.
En los MTDs se va creando una representación social de la salud ligada a
la propia cotidianeidad de los colectivos. Se comienzan a reconocer los aspectos
salutíferos de la reconstrucción del entramado de las relaciones sociales a partir
de la organización y la gestión conjunta de bienes que aseguran la reproduc-
ción material. Las estrategias de lucha y los emprendimientos son espacios de
recuperación de la sociabilidad que propician los lazos solidarios y recíprocos
y la redefinición de los actores dentro del proceso a través de la creación de
nuevos ámbitos de pertenencia e identidad colectiva. Este aspecto relacional de
la organización a través de la desocupación colectiva es reconocido como salu-
tífero en comparación con la situación de desocupado individual, que muchos
vivenciaron.11
Con respecto a los temas de mayor repercusión al que se intentan dirigir
las estrategias, aparecen principalmente la desnutrición y el bajo peso en ni-
ños, la problemática del HIV-SIDA en jóvenes y la contaminación ambiental.
Incipientemente empiezan a formarse promotores que se dedican a tareas de
prevención, las tareas de control de peso y talla son sistematizadas y se continúa
la gestión de recursos ante los organismos gubernamentales. Comienza a asomar
la necesidad de trabajar en redes de diversos niveles y de formar a los propios
recursos en salud. Durante el 2002, surgen experiencias como el Foro Social de
Salud12 y otras coordinaciones que convocan a diversos MTDs y organizaciones

11. Un análisis sobre los cambios en la subjetividad a partir de la participación en los MTDs se
puede ver en: Sopransi, M.B. y Veloso, V., 2004.
12. Los objetivos centrales definidos desde el Foro Social de Salud son: Promover y defender la idea
de un sistema público y gratuito, igualitario y de calidad, accesible a todas las personas que habitan
el suelo argentino. Propiciar el derecho a la salud como derecho humano y social inalienable, dere-
cho de ciudadanía. Generar redes que articulen distintos actores sociales (médicos, otros profesiona-
les de salud, trabajadores de salud, pacientes, organizaciones sociales, barriales y humanitarias, etc.),
favoreciendo el protagonismo de todos los actores sociales en la lucha para impulsar mecanismos de
participación democrática en la redefinición de las políticas públicas para el área nacional, regional
y local. Promover el intercambio de experiencias y el debate de propuestas superadoras en cada uno

74
LA PRAXIS PSICOSOCIAL COMUNITARIA EN SALUD, LOS MOVIMIENTOS SOCIALES Y LA PARTICIPACIÓN

de base, de estudiantes, junto a sindicatos de trabajadores de la salud. Muchas


de estas formas organizacionales no han sido estables en el tiempo, puesto que
remitieron a articulaciones situacionales con configuraciones innovadoras,
otras experiencias perviven en las grietas del capitalismo en una red abierta con
configuración rizomática.13 Las posibilidades que inauguran las redes dinámicas
están vinculadas a la policentralidad (descentralización del poder en nodos), la
multiarticulación, el flujo informacional, la interorganización y la expansión.
La clave de la elección de la organización en redes reside en que cada experien-
cia nutre su autonomía de la interdependencia con otros componentes a través
de la potencia que reside en la interconexión dentro de la red. La red pasa a
ser la base multiplicadora y dinamizadora del conjunto. Como experiencias de
resistencia, multiplicidad de prácticas, no son pensables en su unidad (como
un movimiento homogéneo), sino a través de una transversalidad capaz de ha-
cer producir resonancias en la diversidad. Su “temporalidad refiere al carácter
muchas veces no permanente de estas construcciones y al intento constante de
parte del sistema del capital de suturar estas fisuras” cooptándolas, integrándolas
o reprimiéndolas (López y Menéndez, 2003: 44-45).
Las características de la red dificultan su cooptación; puede cooptarse o
retirarse un nodo y la red seguirá existiendo en la dinámica transitoriedad-per-
manencia, conexión-desconexión como un sistema abierto e inestable. La red
nunca se fija como estructura cristalizada porque es fundamentalmente diná-
mica. Cada componente de la red es otra red, que a la vez participa de varias
redes.
Las diversas articulaciones se dan a partir de las necesidades concretas,
de la práctica en cuestiones puntuales, de las carencias territoriales convocan-
tes, de la confluencia de líneas político-organizativas. El compartir prácticas, la
generación de estrategias y acciones de lucha propician el conocimiento y las
relaciones de confianza entre las organizaciones y promueven la estabilidad de
la articulación. Estas convergencias potencian la capacidad de los colectivos de
negociar con los organismos estatales e incidir sobre el tratamiento de ciertos
temas de la agenda pública para el diseño de políticas sociales.
La salud funciona como eje transversal articulador de diversas organiza-
ciones y sectores. En estas experiencias se condensan los diferentes tipos de

de los campos problemáticos hallados: desnutrición, crisis del sistema público de salud y de la segu-
ridad social, barreras de accesibilidad a los servicios de salud, acceso a medicamentos, problemas de
salud mental y discapacidad y problemas de salud ambiental. En www.forosalud.org.ar.
13. “EI rizoma es un sistema acentrado, no jerárquico y no significante, sin General, sin memoria
organizadora o autómata central, definido únicamente por una circulación de estados. Un rizoma no
empieza ni acaba, siempre está en el medio, entre las cosas, inter-ser […] el rizoma tiene como tejido
la conjunción ‘y...y...y’”. Los tres primeros principios del rizoma son conexión, heterogeneidad y
multiplicidad. Deleuze y Guattari, 1994, cap. I.

75
GRACIELA ZALDÚA, MARÍA BELÉN SOPRANSI Y VERÓNICA VELOSO

participación social: política, popular, ciudadana y comunitaria. Su mayor gra-


do de visibilización o legitimación social está ligado a su temporalidad y a la
dinámica de avance-reflujo en los niveles de la política y la infrapolítica. Al ser
experiencias con un claro sentido democrático, su posibilidad de trascendencia
está ligada a las marcas subjetivas que imprime el tránsito por ellas en los sujetos
verdaderamente implicados con el proyecto, un habitus14 instituyente en el que
descansa su potencia real aún en los momentos de repliegue.

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14. Conjuntos de relaciones históricas “depositadas” en los cuerpos individuales bajo la forma de
esquemas mentales y corporales de percepción, apreciación y acción (habitus) y la distribución des-
igual del capital material y simbólico entre las clases sociales (Bourdieu y Wacquant, 1995: 23).

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77
II.2. Vulnerabilidad, género y prácticas de autonomía
en dos organizaciones de trabajadores desocupados
en General Mosconi y conurbano bonaerense1
por Graciela Zaldúa, María Belén Sopransi y Roxana Longo

Introducción

El objetivo de este artículo es debatir sobre las condiciones de posibilidad


de prácticas autónomas de salud en sectores afectados por la vulnerabilidad y
la exclusión social, desde una perspectiva de la Psicología crítica y la salud co-
lectiva. En consecuencia, pretendemos revisar los conceptos de vulnerabilidad,
autonomía y género a partir de las representaciones y prácticas de los conjuntos
sociales y sus afectaciones subjetivas y colectivas, y por otra parte, de algunas
corrientes teóricas de las ciencias sociales y de la salud que las formulan. Nues-
tra perspectiva de investigación participativa nos enfrenta a problemas sanita-
rios en que dichos conceptos nos permiten interpretar situaciones complejas
y/o contingentes, reconociendo sus trayectorias epistémicas y su provisoriedad
como constructos. De esta manera intentamos conjurar la apropiación concep-
tual acrítica y la reificación que impone la precisión y la aceptabilidad para cual-
quier situación o condición contextual y su transformación en realidad empíri-
ca. No entendemos el criterio de construcción conceptual heurística por fuera
de las prácticas sociales. Elias (2002) afirma que para comprender las funciones
de los grupos humanos, es necesario conocer desde dentro cómo experimentan
los seres humanos los grupos de los que forman parte y los que les son ajenos, y
esto no puede conocerse sin participación activa y compromiso.
Menéndez (2000) considera que todo concepto debería ser usado tratan-
do de articular teorización/problema, de tal manera que el uso del concepto
sea realmente intencional en su articulación o distanciamiento del problema,
reduciendo la posibilidad de producir información superficial o no estratégica
y no limitando la capacidad de describir e interpretar lo contingente, lo pro-
cesual, lo antiestructurante. A su vez, advierte que el uso de ciertos conceptos
para reconocer algunas problemáticas no sólo puede contribuir al opacamien-
to de su causalidad, sino favorecer interpretaciones y acciones que contribu-
yen al mantenimiento del problema. Como analizadores en América Latina
señala: pobreza extrema, niños de la calle, etc. que inciden como tendencias

1. Trabajo publicado en el XIV Anuario de Investigaciones de la Facultad de Psicología-UBA, Buenos


Aires, año 2006, págs. 183-198.

79
GRACIELA ZALDÚA, MARÍA BELÉN SOPRANSI Y ROXANA LONGO

para describir lo manifiesto, por presiones de las instituciones financiadoras de


proyectos de intervención, y por la posibilidad de ejercer acciones puntuales a
nivel de sujetos y/o grupos, contribuyendo a desarrollar acciones locales y tam-
bién a identificar con atributos culpabilizando a los afectados. En este sentido,
concluye que los conceptos deben ser articulados con los procesos sociales más
generales que tienden al olvido, al desgaste o a la resignificación, vinculados
con las presiones políticas y las condiciones institucionales por las hegemonías
teóricas-ideológicas del mercado de saberes dominantes.
“Pensar quiere decir identificar”, otorgar una identidad, pero “los objetos
son más que su concepto”. Desde un pensamiento abierto, Adorno sostiene que
la contradicción “es índice de lo que hay de falso en la identidad, en la adecua-
ción de lo concebido con el concepto” (1990: 13). Lo heterogéneo queda ne-
gado en la identidad adjudicada. “Identidad es la forma originaria de ideología.
Su sabor consiste en su adecuación a la realidad que oprime. Adecuación que
fue siempre a la vez sumisión bajo objetivos de dominación, y en este sentido
su propia contradicción” (op.cit.: 151). Es por eso que creemos necesaria una
“desmitologización de los conceptos”, un pensamiento que rescate las contra-
dicciones encerradas-negadas en los constructos teóricos, una dialéctica nega-
tiva. Pensar la anti-identidad a través de una revisión crítica es el camino que
elegimos.

Trazos sobre el concepto vulnerabilidad y sus efectos

Como categoría, la vulnerabilidad es inherente a diversos enfoques disci-


plinares y a su vez, tiene continuidades y discontinuidades en su uso; de ahí que
nos plantea la necesidad de analizar las condiciones epistémicas y su articula-
ción con la indagación empírica en el campo de la salud colectiva.
Caracterizar desde contextos sociohistóricos y culturales las dimensiones
epistemológicas y metodológicas, y sus alcances y límites, nos impone una tarea
que sólo señalaremos a grandes trazos. Su raíz latina la asocia a la calidad de
vulnerable –vulnerabilis–, es decir que pude ser herido, o recibir lesión física o
moral. La acción de vulnerar –vulnenare– se define como dañar, perjudicar.
En un recorrido básico tomaremos a la Planificación normativa en salud
(Cendes-OPS, 1965) como antecedente de la inclusión de vulnerabilidad de
las enfermedades al tratamiento. La metodología se basaba en el Diagnóstico
de Situación, que incluía un triple análisis: a) el de los daños y sus factores
condicionantes, b) el de los recursos, su forma de organización o instrumenta-
ción y sus rendimientos, y c) el de las relaciones que se generaban entre daños
e instrumentos o la asignación de recursos a los daños. Estos se reducían a un

80
VULNERABILIDAD, GÉNERO Y PRÁCTICAS DE AUTONOMÍA EN DOS ORGANIZACIONES ...

conjunto basado en la clasificación internacional de enfermedades y causas de


muerte, utilizando criterios epidemiológicos de homogeneidad de daños y de
factores condicionantes. A partir del diagnóstico se formulaban planes de ata-
que a daños y selección de prioridades. La asignación de prioridades se realizaba
por una fórmula de cuatro variables: magnitud del daño, medida por la tasa de
mortalidad; la trascendencia, referida a la evaluación que se le asignaba al grupo
principalmente afectado por el daño en una situación especifica; la vulnerabi-
lidad era una característica del daño definida como una capacidad de actuar
sobre éste o con las tecnologías disponibles y el costo era el gasto necesario. La
vulnerabilidad, definida como la probabilidad de disminución de mortalidad de
un daño, parte de categorizar a las enfermedades en tres grupos: erradicables,
irreductibles y reducibles. La insuficiencia, limitaciones e inviabilidad del pro-
cedimiento fue rigurosamente fundamentada por M. Testa (1993). Entre otros
aspectos señalaba que tomar los daños letales excluía a otras afectaciones sig-
nificativas. Los parámetros de medición de las categorías y la asignación de re-
cursos para algunos daños irreducibles constituían un problema. La formulación
técnica y sus condicionamientos políticos e institucionales en el escenario del
subdesarrollo, sumado a que era una traslación de la planificación económica se
analiza desde perspectivas históricas, científicas, políticas y constituye aportes
insoslayables del autor al pensamiento y acción en salud.
Por otra parte, desde la perspectiva de R. Castel (1997) el constructo de
vulnerabilidad aparece asociado al trabajo. Éste resulta un soporte privilegiado
de la inscripción en la estructura social y verifica las relaciones entre el lugar que
se ocupa en la división social del trabajo y la participación en las redes de socia-
bilidad y los sistemas de protección. Conforma zonas de máxima tensión entre
la integración y la exclusión o desafiliación. La primera dimensión se constitu-
ye con la asociación de trabajo estable y la inserción relacional sólida, por el
contrario la falta de actividad productiva y el aislamiento relacional plantea la
negatividad. La vulnerabilidad social se constituye como una zona intermedia,
inestable que conjuga la precariedad del trabajo y la fragilidad de los soportes
de proximidad. Para el autor, la vulnerabilidad además de ocupar una posición
estratégica, históricamente fue marca de incertidumbre y desdicha de los sec-
tores populares. La desafiliación como tendencia, trayectoria o zona, en primer
lugar, es una ruptura de redes de integración primaria, es decir, un corte en las
regulaciones a partir de la inserción en la familia, el linaje, la pertenencia comu-
nitaria. A su vez, los riesgos de desafiliación están dados por las fallas de las rela-
ciones de proximidad con inscripción territorial –familiar y social– dificultando
la reproducción de la existencia y la protección. El autor advierte que algunas
comunidades pueden paliar esas fallas movilizando potenciales de sociabilidad
y cuidado, aunque hoy domina la afectación de la condición salarial, el desem-
pleo masivo, la precarización de las situaciones de trabajo, la desprotección y la

81
GRACIELA ZALDÚA, MARÍA BELÉN SOPRANSI Y ROXANA LONGO

multiplicación de sujetos en posición de supernumerarios, inempleables, desem-


pleados o empleados intermitentes. Abre la interrogación sobre los garantes de
la pertenencia de todos a una misma sociedad.
En América Latina, el concepto define a un rasgo social dominante para
cientistas de la CEPAL. R. Pizarro (2001) afirma que los impactos provocados
por las formas de producción, las instituciones y los valores que caracterizan al
nuevo patrón de desarrollo en los países de la región han dejado a los grupos de
bajos ingresos y a las capas medias expuestos a elevados niveles de inseguridad
e indefensión. A su vez, señala que la vulnerabilidad también se expresa en la
incapacidad de los grupos más débiles para enfrentarlos, neutralizarlos u obte-
ner beneficios de dicho impacto. El segundo efecto, también discutible como el
anterior, es que la inseguridad e indefensión no son necesariamente atribuibles
a la insuficiencia de ingresos, propia de la pobreza, evidencia que surge al com-
parar los efectos sobre trabajadores urbanos y rurales. Reafirma textualmente:
“Porque más allá de las condiciones de pobreza y de concentración de ingre-
so, propias del capitalismo subdesarrollado, la economía de mercado abierta al
mundo y el repliegue productivo y social del Estado han generado un aumento
de la indefensión y de la inseguridad para una gran mayoría de personas y fami-
lias de ingresos medios y bajos, las que experimentan una notable exposición
a riesgos especialmente en las áreas urbanas” (Pizarro, 2001:10). En el mismo
documento asume la existencia de factores objetivos y subjetivos en la concep-
tualización de vulnerabilidad. Los factores objetivos son: a) la acentuación de
la heterogeneidad productiva, con efectos en la ocupación, la segmentación
del trabajo y su mayor precariedad, a la que agrega la desregulación laboral o
flexibilización, sin seguro de desempleo con impacto en la protección de los
asalariados; b) los sistemas mixtos de educación, salud y previsión de carácter
privado para los de mayores ingresos y públicos para las capas medias y de bajos
ingresos muy debilitados; c) la disminución cuantitativa de las organizaciones
sindicales y menor significación cualitativa como instrumentos de compensa-
ción de poder frente a los gremios empresarios; d) el crecimiento de la econo-
mía informal. En relación con la percepción subjetiva, indica el sentimiento
de indefensión generado por el repliegue del Estado de su función protectora y
por la preponderancia que han adquirido los valores que fomentan el esfuerzo
individual en la lucha por la vida por sobre las lógicas colectivas.
Varios autores en el campo de las ciencias sociales advierten sobre la
imprecisión conceptual del término y su supuesto corrimiento reduccionista
a la categoría de pobreza o la atribución a los sujetos como “grupos vul-
nerables” con su carga discriminatoria. Como dimensiones de la categoría
incorporan la inseguridad e indefensión que experimentan las comunidades,
familias e individuos en sus condiciones de vida como consecuencia del im-
pacto de algún evento económico-social de carácter traumático, y por otra

82
VULNERABILIDAD, GÉNERO Y PRÁCTICAS DE AUTONOMÍA EN DOS ORGANIZACIONES ...

parte, al manejo de los recursos y las estrategias que utilizan las comunida-
des, familias y personas para enfrentar los efectos del evento. Las fuentes de
este abordaje provienen de estudios sobre desastres naturales, en la evalua-
ción de riesgos y estrategias de afrontamiento y a su vez de cientistas sociales
anglosajones que utilizan el enfoque de vulnerabilidad en la explicación
de los cambios en las condiciones de vida y los eventos socioeconómicos
traumáticos (Chambers, 1989 y 1995; Buchanan-Smith y Maxwell, 1994;
Bayliss Smith, 1991).
Además de las dimensiones en la vida social y sus relaciones, la vulnerabili-
dad en la salud se torna manifiesta por el patrón de inequidades entre las presta-
ciones en diferentes sectores sociales, es decir, entre servicios privados y públicos.
Los problemas de accesibilidad, calidad y oportunidad conjugan una problemática
de inequidad manifiesta y de vulnerabilidad en los derechos de ciudadanía.
Otra perspectiva que revisaremos de la vulnerabilidad como constructo
complejo es la del campo de la intervención comunitaria de la abogacía social
por los derechos de grupos o individuos frágiles jurídica o políticamente en la
promoción, protección o garantía de sus derechos de ciudadanía (Alves, 1994).
Estas perspectivas son hoy ampliadas en función de la inclusión en conjuntos
que operan dimensiones biológicas de sensibilidad, culturales, económicas, polí-
ticas y subjetivas. Debate epistémico que no está cerrado y que puede ampliar el
horizonte de las políticas y los programas de salud, más centrados en la categoría
de riesgo y sus sucedáneos comportamientos y grupos de riesgo que han mostra-
do sus límites y sus cargas discriminatorias.
El derecho a la salud está consagrado constitucionalmente e incluido en
diversos instrumentos internacionales con igual jerarquía. La ley básica de sa-
lud de la CABA plantea, a través del sistema público, acciones de promoción,
protección, prevención, atención y rehabilitación y sus componentes centrales
se refieren a salud integral, universal, accesible, gratuita y equitativa a todas las
personas sin excepción, residan o no en la ciudad. La Ley de Salud Sexual y de
Procreación Responsable de CABA postula el acceso de varones y mujeres a la
información y a las prestaciones, métodos y servicios necesarios para el ejercicio
responsable de sus derechos sexuales y reproductivos; el derecho de obtener in-
formación relacionada con la prevención del VIH-SIDA y otras enfermedades
de transmisión sexual, y de contar con la presencia de profesionales y agentes
de salud capacitados en sexualidad y procreación. A nivel nacional, en el 2002
se sanciona la Ley nº 25.673 que crea el Programa Nacional de Salud Sexual y
Procreación Responsable. Sus objetivos son: alcanzar el nivel más elevado de
salud sexual y procreación responsable para toda la población; disminuir la mor-
bimortalidad materno infantil; evitar los embarazos no planificados; promover
la salud sexual de las /los adolescentes; contribuir a la prevención y detección
precoz de infecciones transmitidas sexualmente, de VIH-SIDA y patologías

83
GRACIELA ZALDÚA, MARÍA BELÉN SOPRANSI Y ROXANA LONGO

genitales mamarias; garantizar a toda la población el acceso a la información,


orientación, métodos y prestaciones de servicios referidos a la salud sexual y
procreación responsable y potenciar la participación de las mujeres en la toma
de decisiones relativas al tema.
Varios estudios muestran los obstáculos en la implementación de las le-
yes vigentes en los efectores y usuarias/os. Algunos datos epidemiológicos dan
cuenta de los diferenciales que ponen en cuestión los propósitos enunciados y
muestran las brechas asociadas a indicadores de pobreza, con particular mag-
nitud en el área de salud sexual y reproductiva y la población adolescente. La
fecundidad adolescente de Argentina es de 60,6 por mil para el año 2005, y
muestra un comportamiento diferencial por provincias. La ciudad de Buenos
Aires es la jurisdicción con menor tasa, 23,9 por mil, las provincias de Córdoba
y Buenos Aires 52,8 y 50,7 por mil respectivamente y las más elevadas son del
Chaco 101,1 por mil, Misiones 100,5 por mil, Catamarca 94,3 por mil, Jujuy
80,3 y Salta 76,2 por mil (CONAPRIS-CENEP, 2004).
La vulnerabilidad como categoría construida y constructora se despliega
en los campos antedichos pero a su vez desafía a pensar la praxis en salud en
sentido dinámico, sin pasivizar a los sectores-actores afectados y resignificando
la cotidianidad en que se conjugan factores generales, particulares y singulares.
La vulnerabilidad social plantea situaciones en las que las subjetividades se ex-
ponen a nuevas resignificaciones y al despliegue posible de nuevas praxis trans-
formadoras. Desde la perspectiva de la Prevención crítica y la Salud colectiva
(Breilh, Castellanos, Czeresnia, entre otros) podemos interpretar las situaciones
de vulnerabilidad en tensión al despliegue de la autonomía y la posibilidad de
control sobre los recursos materiales, simbólicos e intelectuales, para gestar ac-
ciones de cambio singulares y colectivas.

Género y sensibilidad en las políticas y planes

La vulnerabilidad está estrechamente ligada a las cuestiones de género y en


particular a las relaciones de sometimiento y subordinación, es decir, de violencia
material y simbólica sobre las mujeres. Los obstáculos en la construcción de rela-
ciones más igualitarias entre mujeres y hombres contribuyen a la permanencia de
estereotipos y desigualdades que requieren interrogación desde una perspectiva
crítica de género en el campo de la salud. La naturalización de las violencias y la
confusión habitual con la variable sexo, nos habilitan a retomar debates que en
general se dan entre esencialistas, naturalistas y los de carácter social cultural,
histórico que se referencian en el feminismo y en los estudios académicos de
género. Resistencias y dominaciones se incluyen en la identidad de género como

84
VULNERABILIDAD, GÉNERO Y PRÁCTICAS DE AUTONOMÍA EN DOS ORGANIZACIONES ...

construcción cultural, no pertenencia a un sexo biológico y por otra parte, como


perspectiva relacional de jerarquías socialmente construidas y reproducidas por
la sociedad patriarcal. La naturalización/normalización de la opresión estructura
psíquicamente componentes sexistas. La visibilización de discursos y prácticas
que en forma explícita o implícita imponen modelos dominantes masculinos o
universalizan el binarismo y la fragilidad femenina, conjuntamente con las des-
igualdades de clase y etnias, posibilitan estrategias transformadoras.
Las demandas feministas tuvieron sus efectos en las relaciones entre las mu-
jeres y el poder de acuerdo con el momento sociohistórico, con las formas de pen-
sarse y relacionarse con el Estado y con la caracterización del mismo. La demanda
de ciudadanía lleva a cuestionar las políticas públicas y a constituir este un campo
de debate e intervención. En este sentido, las llamadas políticas de reconocimien-
to actúan como formas de afirmación de los grupos o movimientos que reivindi-
can ser considerados en su diferencia, en sus deseos, proyectos y sueños.
Los temas de las condiciones de vida y salud de las mujeres son incorpora-
dos a los organismos internacionales, sobretodo en los años noventa, pero como
forma de institucionalizar el aporte femenino para atenuar la pobreza. En la IV
Conferencia Mundial de Beijing se planteó la incorporación del enfoque de géne-
ro transversal a todas las políticas y temáticas relevantes para los derechos de las
mujeres. Pero el avance neoconservador en el mundo plantea los obstáculos de
realización y la derivación de ciertos discursos a limitadas demandas de equidad de
oportunidades, que instalan la promoción de salud sin relación con las situaciones
de dominación. Paradojalmente los países que obtuvieron acceso a los derechos
reproductivos y sexuales, y en particular el derecho al aborto, en los setenta no
retrocedieron a pesar de los embates conservadores del Vaticano. En nuestro país,
los grupos fundamentalistas insistieron e insisten en instalar la equivalencia de la
legalización y despenalización del aborto con la muerte “al niño por nacer” y la
conjunción de aborto con asesinato. El problema aún pendiente pone en cuestión
el derecho como nudo estratégico de ciudadanía en relación con la igualdad, la
libertad sobre los propios cuerpos y la garantía de las decisiones aseguradas desde
los espacios públicos de salud, así como también la inscripción en el orden simbó-
lico de la sexualidad y la reproducción. Asimismo la necesidad de comprender que
la sexualidad es un complejo cultural históricamente determinado consistente en
relaciones sociales, instituciones sociales y políticas, así como en concepciones
del mundo que definen la identidad de los sujetos.
El VIH-SIDA que se torna cada vez más femenino, más joven y más pobre,
constituye otro desafío. Los jóvenes de ambos sexos de quince a veinticuatro años
conforman el grupo etario más afectado a nivel global. La desigualdad genérica
es evidente en relación con los distintos niveles de intervenciones preventivas y
asistenciales, ya que no contemplan las condiciones de poder para, por un lado,
disponer de recursos informativos, acceso a tratamientos y detección, calidad

85
GRACIELA ZALDÚA, MARÍA BELÉN SOPRANSI Y ROXANA LONGO

de la atención, y por otro, las estrategias relacionadas con conductas como la


abstinencia, el uso de preservativos o el consentimiento y, fundamentalmente:
los deseos. Otro desafío, que denota los condicionantes de género es la violen-
cia contra mujeres y niñas/os, que son objeto de violencias: sexual, económica,
doméstica, abusos, tratas y prostitución forzada, que se vinculan con las trans-
misiones sexuales y el HIV-SIDA. Las diferentes conferencias internacionales,
incluida la de Toronto 2006, plantean la urgencia de la prevención y asistencia.
Sin embargo, la brecha aumenta por regiones, países, grupos y género.
En algunos países como España (R. Peiró, N. Ramón, C. Álvarez, C. Co-
lomer, C. Moya, C. Borrell, A. Plasencia, E. Zafra y M.I. Pasarin, 2004) se ha
comparado la sensibilidad de género en las políticas formuladas en los planes
de salud de las comunidades autónomas. Se define como la medida en que los
planes de salud tienen en cuenta la existencia del género como categoría de
relación, y desarrollan acciones para aminorar las desigualdades genéricas. Estas
políticas parten de la definición de la OMS de desigualdades en salud, como
variaciones que son innecesarias, evitables e injustas.
La invisibilidad de las formas de producir desigualdades perpetúa la cadena
de situaciones que favorecen los patrones diferenciales de qué y de cómo enfer-
man y mueren mujeres y hombres. Los contenidos simbólicos y operativos, que
incluyen objetivos y valores del plan, y por otro lado, se refieren a cómo concre-
tan los objetivos y las acciones, se materializan en indicadores de sensibilidad
simbólica de género y sensibilidad operativa de género. Las conclusiones mues-
tran la desigualdad por comunidades. El País Vasco, la Comunidad Valenciana
y Canarias tienen el índice de sensibilidad simbólica más alto. Proponen para
revertir las desigualdades la creación de coaliciones y de redes de profesionales y
colectivos que aboguen por incluir estos problemas en las agendas.
Insistir en los diferentes significados y sentidos a que nos remiten las cate-
gorías asociadas a las identidades como género nos permite reconocer que no son
la expresión de un principio universal e intemporal, sino que son producto de
prácticas contingentes, sujetas a las variaciones históricas y a la indeterminación
(Buttler y Laclau, 1999). En tanto resultado de cierto tipo de articulación hege-
mónica, los límites de la vida y la salud, en la esfera pública o privada, dependen
de las relaciones de fuerza, y entender el género como acción, permite suponer
que se puede cuestionar, transgredir o reproducir los mandatos establecidos.

Autonomía: diversidad de sentidos e implicancias

La autonomía es definida por la Real Academia de la Lengua Española


como condición del individuo que de nadie depende en ciertos conceptos y, a su

86
VULNERABILIDAD, GÉNERO Y PRÁCTICAS DE AUTONOMÍA EN DOS ORGANIZACIONES ...

vez, expresa la capacidad para darse normas a sí mismo, sin influencias externas
o internas, se opone a heteronomía. Sin embargo, es un constructo polisémi-
co que se despliega en diversos campos: filosóficos, psicológicos, sociopolíticos,
educacionales, de género.
Para Kant es un imperativo categórico y su interrupción significa violar la
libertad individual. Para Stuart Mill la autonomía se relaciona con la utilidad
y todo acto ético se vincula con la finalidad. Desde las perspectivas psicológi-
cas, la integración del sí mismo en la identidad personal y el desarrollo de la
autonomía moral son centrales en las dinámicas psicogenéticas. Esta dimensión
subjetiva se relaciona con la intersubjetividad y posibilita una ética de la res-
ponsabilidad solidaria.
El nacimiento de un proyecto de autonomía y de una actividad política
autónoma, reflexiva y democrática requiere de una subjetividad reflexiva, co-
rrelativa al proyecto de autonomía propuesto. Se trata de un sujeto que no es
simplemente conciente, sino que es capaz de cuestionar las significaciones y las
reglas que recibió de su sociedad (Castoriadis, 1997).
La autonomía supone, pues, un proceso de autoanálisis y una búsqueda
prolongada y conflictiva sustentada en el reconocimiento del otro y en el auto-
reconocimiento, así como en la recuperación del valor de la dignidad. La auto-
nomía no está dada, sino que es una conquista; sin embargo, se trata de una con-
quista a realizar juntas y dialógicamente. Autonomía supone audacia para crear
significados y valores nuevos, al desafiar significados estériles y cristalizados.
Desde esta autonomía, no la impuesta por estructuras instituidas, se posibilitan
nuevas lógicas instituyentes, de redes interactivas y soportes solidarios, y a su
vez, se propicia una subjetividad más libre de mandatos e inercias paralizantes.
En el campo jurídico la autonomía implica un poder de derecho público,
con posibilidad de darse la propia ley, con sujeción a ciertas restricciones. Las
diferencias entre autonomía y autarquía se entienden a partir de que la primera
puede dictar sus propias normas y regirse por ellas, y la autarquía recibe la Ley
de afuera, aunque pueda darse su propio estatuto, sujeto a la norma que fuera
aprobada por el ente central.
En términos políticos se vincula con la independencia o no ingerencia
de los partidos o los proselitismos de la esfera del poder dominante. A su vez,
se relaciona con la autodeterminación y autoorganización, y constituye un eje
central en las perspectivas políticas del Autonomismo, corriente que promue-
ve el desenvolvimiento autónomo del poder político dominante y hace eje en
la democracia asamblearia. Con bases en el llamado socialismo libertario, sus
orígenes se remontan al obrerismo italiano, la participación directa de los traba-
jadores en las fábricas y las perspectivas situacionistas. Algunos referentes son
Negri, Hardt, Virno, Holloway, Marcos, quienes transitan caminos teóricos y
prácticos diversos.

87
GRACIELA ZALDÚA, MARÍA BELÉN SOPRANSI Y ROXANA LONGO

Para P. Freire (1997) la práctica educativa se centra en la autonomía del ser


de los educandos. Señala que formar es mucho más que adiestrar en destrezas y
es la lucha permanente contra la maldad neoliberal, el cinismo de la ideología
fatalista y a su rechazo, inflexible al sueño y la utopía. Afirma el punto de vista de
los condenados de la tierra y los excluidos y la reflexión crítica de la práctica como
exigencia.
Su articulación con el género es puesta de manifiesto por M. Lagarde
(2000) cuando afirma que para ser autónomos/as necesitamos desarrollar pensa-
miento crítico, abierto, flexible, en movimiento, que no aspire a construir ver-
dades, y esto para las mujeres significa hacer una revolución intelectual. Dice:
“No hay autonomía sin revolucionar la manera de pensar y el contenido de
los pensamientos. Si nos quedamos solas únicamente para pensar en los otros,
haremos lo que sabemos hacer muy bien: evocar, rememorar, entrar en estados
de nostalgia”. Agrega que en la subjetividad de las mujeres la omnipotencia, la
impotencia y el miedo actúan como diques que impiden desarrollar la autono-
mía subjetiva y práctica. Una cuestión relevante es la asociación que hace con
el verbo cuidar, muy útil para el neoliberalismo patriarcal y la globalización
inequitativa (Lagarde, 2003). La fragmentación del cuidado por las mujeres y la
asignación como condición natural a partir de las organizaciones sociales, la de
género, la de clase, la étnica, la regional, la local, continúan como en el pasado.
Es un mandato y un observable que las mujeres cuidan a los otros: familias, hi-
jos, hombres, pacientes, escolares, personas con necesidades especiales, etc., sus
vidas, sus bienestares, sus progresos. La significación social del cuidado produce
gratificación afectiva y simbólica. La satisfacción del cuidar convertido en de-
ber ser, ahistórico, naturalizado como propio deseo. El maternazgo privativo del
mundo doméstico no se traslada al ámbito político institucional y aporta una
clave de la enajenación: del descuido para lograr el cuidado, desarrollando una
subjetividad alerta a las necesidades de los otros, de abnegación, y políticamente
subsumidas y subordinadas a los otros y en posiciones de inferioridad en relación
con la supremacía de los otros sobre ellas. La autora señala que las transforma-
ciones del siglo veinte refuerzan para millones de mujeres en el mundo un sin-
cretismo de género, cuidar a los otros a la manera tradicional, y a la vez, lograr
un desarrollo individual para formar parte del mundo moderno a través del éxito
y la competencia: tensión entre cuidar y desarrollarse.
Para Wainerman (2005) desde los ochenta en la Argentina, un número
creciente de mujeres ha asumidos los roles productivos sumándolos al que siem-
pre desempeñaron en la esfera reproductiva del hogar. La toma de conciencia
de la situación inequitativa y el discurso feminista puso en cuestión la repro-
ducción cotidiana y la generación actual formó unidades familiares en las que
los varones tienen alguna participación, hecho que disminuye en algo la brecha
de género. Sin embargo, a nivel discursivo se advierten diferencias entre los

88
VULNERABILIDAD, GÉNERO Y PRÁCTICAS DE AUTONOMÍA EN DOS ORGANIZACIONES ...

sectores populares y medios en la valoración relativa del trabajo, la familia. El


autor advierte que junto a trabajos más descalificados y poca educación sigue
en la mayoría de las mujeres de sectores populares, la concepción de familia y
mujer tradicional, con la responsabilidad doméstica femenina, y la autoridad y
provisión económica masculina. La familia, el trabajo doméstico, la maternidad
son fuentes de realización y dignidad, por lo que el trabajo externo resulta un
sacrificio. Las mujeres de clase media cuestionan radicalmente el altruismo y la
abnegación de las mujeres tradicionales, privilegian el tiempo para sí y la posi-
bilidad de desarrollarse profesionalmente. Este aspecto, por tanto, no se reduce
a la colaboración económica, sino es central en la autonomía de género.
En síntesis, entendemos a la autonomía como un proceso dinámico que no
está exento de contradicciones, pero que busca el protagonismo de los sujetos,
que tiene como proyecto su emancipación.

Cuestiones epistémicas y metodológicas

La estrategia investigativa propuesta en el marco del Proyecto de Inves-


tigación denominado Praxis psicosocial comunitaria tiene como objetivos: 1)
monitorear estratégicamente necesidades, representaciones, saberes y prácti-
cas en escenarios territoriales; 2) indagar las condiciones de enunciación y los
sistemas de representación (procesos discursivos, cognitivos y subjetivos) que
obstaculizan o favorecen los actos de salud en condiciones de diversidad y ex-
clusión. Al articular la perspectiva de la Investigación Acción Participativa y la
Reflexividad se enfatizan los marcos referenciales de los actores privilegiando la
perspectiva Emic sobre la Etic.
Con la modalidad de estudio de casos desarrollamos dos situaciones/pro-
blemas de poblaciones afectadas por la desocupación y el deterioro de la calidad
de vida, es decir, en situaciones de vulnerabilidad, y a partir de las categorías de
género y autonomía interpretamos los posicionamientos subjetivos y grupales.
Pretendemos como tipo intrínseco alcanzar una mejor comprensión a partir de
cada caso peculiar, particular y concreto, y como casos únicos, ampliar, confir-
mar el conocimiento del objeto de estudio, en la perspectiva evaluativo, trans-
formadora y participativa dentro de la estrategia de la IAP.
La interrogación fundante fue: si en situaciones de vulnerabilidad social es
posible resistir a la heteronomía política e institucional y al sincretismo de género
en los movimientos sociales estudiados; si es posible revelarse ante la inequidad y la
desocupación y a la vez no visibilizar las exigencias emancipadoras de las mujeres.
Como modelo de informes alternativos construidos con organismos que
resisten a los efectos devastadores del modelo de acumulación económica en

89
GRACIELA ZALDÚA, MARÍA BELÉN SOPRANSI Y ROXANA LONGO

General Mosconi, Salta (UTD) y el Conurbano Bonaerense (Coordinadora


de Salud Popular), nos propusimos registrar los mecanismos hegemónicos alie-
nantes que operan para reproducir la triple inequidad de clase social, género
y cultural y se expresan en las subjetividades y las modalidades de resistencia.
Las categorías que se ponen en juego para la interpretación del objeto son: vul-
nerabilidad, género y prácticas de autonomía, guardando coherencia, credibi-
lidad y confianza con la filiación teórica y la práctica social. En relación con
las cuestiones metodológicas, no buscamos la representatividad estadística y la
generalización, sobre la base de situaciones estandarizadas que ignoran las di-
mensiones colectivas y singulares en ambos contextos. La recolección de datos
en la perspectiva territorial y de los actores involucrados nos remiten a campos
de relaciones socialcomunitarias, de género, familiares y singulares, que fueron
documentadas y elaboradas para su transferencia. A través de la aplicación de
instrumentos cualitativos y cuantitativos, que contemplan la triangulación de
técnicas y fuentes, incluidos los verbatim de los actores del proyecto (referentes
de los movimientos, profesionales, adolescentes, etc.) documentamos y regis-
tramos los significados en contexto, las hipótesis y las interpretaciones produci-
das, para su confirmabilidad situacional. La metodología incluye entrevistas en
profundidad, talleres, observación participante, grupos focales y encuesta sobre
condiciones de salud y percepción sanitaria, y se propone problematizar en el
sentido de Freire. Como proceso dialógico supone una relación dinámica y di-
ferencial entre los miembros de los dos movimientos y se implementan criterios
de muestreo intencional que se corresponden con las concepciones ontológicas,
epistemológicas y éticas, es decir, cómo se concibe la realidad, las relaciones de
producción de conocimiento y las concepciones sobre el respeto al otro y las
relaciones de poder.
A continuación revisamos dos contextos de vulnerabilidad en los que ubi-
camos la tensión con prácticas de autonomía colectiva y equidad de género, a
partir de la participación activa de los colectivos en la definición de problemas
y estrategias de transformación de la vida y el entorno. La producción de co-
nocimientos se realiza como experiencia educativa-movilizadora mutua, entre
participantes internos y externos. La forma de exposición guarda coherencia
con los procesos de IAP.

1) Caso 1: General Mosconi y el movimiento social

El desarrollo que se presenta a continuación corresponde al análisis preli-


minar de los resultados surgidos del proyecto de investigación “Estudio Epide-
miológico Comunitario de las condiciones de Salud en General Mosconi – Sal-

90
VULNERABILIDAD, GÉNERO Y PRÁCTICAS DE AUTONOMÍA EN DOS ORGANIZACIONES ...

ta”, en convenio solidario con la Unión de Trabajadores Desocupados (UTD).


El estudio tiene por objetivo explorar las condiciones de vida y los perfiles de
salud-enfermedad de los hombres y mujeres de la comunidad de General Mosco-
ni (2005-2006). La estrategia investigativa propuesta es tanto cualitativa como
cuantitativa y el modelo de evaluación incluye la triangulación de técnicas y
fuentes (incluidos los actores informantes) para las dimensiones, variables e in-
dicadores relativos a los diversos planos que comprende la acción del proyecto.
La metodología incluye entrevistas en profundidad, talleres, observación par-
ticipante, grupos focales y encuesta sobre condiciones de salud y percepción
sanitaria. La encuesta sobre condiciones de vida fue realizada con criterios de
muestreo representativo acordados con miembros de la UTD, profesionales del
lugar y miembros del equipo externo. Por otro lado, se trabajó con dos grupos
focales de adolescentes de quince a veintiún años, y diez entrevistas.
General Mosconi pertenece al departamento de General San Martín, en el
norte de la provincia de Salta. Es el segundo conglomerado más importante de
esa provincia, la segunda cuenca petrolífera y gasífera del país, y está próximo a
una de las regiones más ricas en biodiversidad: la reserva de biosfera de las Yun-
gas. La privatización del sector petrolero trajo aparejadas consecuencias nefastas
para la comunidad de General Mosconi. Actualmente, ésta enfrenta diversas
problemáticas entre las más relevantes se encuentran: desocupación (alrededor
del sesenta por ciento), ambientales, salud, judiciales, etc.
En muchos casos el impacto subjetivo que produce el desempleo se traduce
en cuadros severos de angustia, malestar y/o sufrimiento psíquico, adicciones,
violencias. Los problemas relacionados con la salud comunitaria plantean situa-
ciones críticas, ya que en muchas ocasiones se encuentra obturada la posibilidad
de ejercer el derecho a la salud. Los obstáculos simbólicos y materiales que se
presentan en el acceso a los recursos oficiales en salud acompañado del deterioro
en las prestaciones de los servicios sanitarios, incide en los procesos de salud-
enfermedad-atención de la población.

- El escenario de los jóvenes y la vulnerabilidad

La situación actual nos muestra que 3,5 millones de jóvenes (entre cator-
ce y veinticuatro años) viven en hogares pobres en nuestro país. De ellos, 1,3
millón son indigentes. La pobreza entre los adolescentes de catorce a diecinue-
ve años promedia el cincuenta y cinco por ciento, mientras que la indigencia
alcanza al veintiuno por ciento. En cuanto a los jóvenes adultos entre veinte y
veinticuatro años, la pobreza promedia el cuarenta por ciento y la indigencia el
catorce por ciento (A. López, 2006). Los jóvenes tienen menor tasa de partici-

91
GRACIELA ZALDÚA, MARÍA BELÉN SOPRANSI Y ROXANA LONGO

pación laboral. Los datos de la EPH del INDEC correspondientes al primer tri-
mestre del 2006 indican que los ingresos que perciben los jóvenes (de dieciocho
a veinticinco años) son 37,5 por ciento inferiores a los que reciben en promedio
el conjunto de la población. Por otra lado, la población juvenil es la que más
afectada está por los procesos de flexibilización laboral vigente. La fuerza laboral
precarizada es del 74,5 por ciento para los jóvenes, mientras que para el conjun-
to de la población es del 60,2 por ciento.
La vulnerabilidad de ingresos que afecta buena parte de la población argen-
tina es la que obliga prematuramente a que los jóvenes tengan que salir a buscar
trabajo. El funcionamiento del mercado laboral actual hace sentir sus efectos
plenos dentro de este grupo (C. Lozano, 2006).
Teniendo en cuenta la heterogeneidad regional, se debe aclarar que en el
NOA y NEA son regiones que siguen mostrando los mayores índices de pobreza e
indigencia y vulnerabilidad entre los jóvenes. En la provincia de Salta se consoli-
da la desigualdad social, y se acrecientan los índices de salteños empobrecidos.

- La situación en General Mosconi

La indagación que se desprende de los grupos focales demuestra que la falta


de alternativas para los jóvenes de General Mosconi es múltiple, desde la falta
de educación, la discriminación, violencia familiar, falta de espacios culturales
y recreativos, falta de empleo, vivienda y salud, situaciones de discriminación y
violencia doméstica.
Los mecanismos de exclusión, generadores de inequidad y discriminación,
determinan las privaciones a las que son expuestos los jóvenes que afectan consi-
derablemente sus capacidades creativas, su realización en el plano simbólico, en
la posibilidad de expresión y de transmisión de sus pensamientos, vivencias y sen-
timientos. El escenario de los jóvenes de Mosconi es poco alentador: no pueden
continuar sus estudios, ni tampoco tienen posibilidad de encontrar un puesto de
trabajo. La falta de oportunidades educativas, la ausencia de proyectos laborales,
la dificultad de ser comprendidos y la necesidad de ser independientes ubica a los
jóvenes en situación de especial vulnerabilidad. En sus relatos aparecen las si-
guientes vivencias angustiantes de desamparo, carencia, inermidad y abandono:

Acá en Mosconi es lindo dentro de todo, lo único feo hay es que no hay
trabajo. Es feo porque tenemos tantas riquezas naturales.
Los jóvenes no tenemos capacitación. Las empresas petroleras no capacitan
y tampoco toman gente.

92
VULNERABILIDAD, GÉNERO Y PRÁCTICAS DE AUTONOMÍA EN DOS ORGANIZACIONES ...

El principal problema en relación con la salud es que acá no tenés médicos.


Si te choca un auto tenés que esperar dos horas para que te atiendan. Ade-
más los médicos no hacen cursos, no se especializan.
Acá en el hospital faltan personas, equipo, móviles. Tenemos una sola am-
bulancia.
A veces en los fines de semana se ponen a tomar los chicos y se arma flor de
bardo. La vez pasada un vago que salió un poco tomado del boliche los cana
lo llevó preso y los golpearon, eso se denunció.
Cuando estudiamos nos falta plata para comprar materiales, apuntes, fotoco-
pias y se hace difícil sostener el estudio.
Por la falta de trabajo, corre mucho la droga, nafta, poxirrán y marihuana.

Quizás uno no tiene trabajo por tres meses o más y los viejos te dicen anda
a buscar laburo y la cosa con ellos se pone áspera. En parte tiene razón, pero no
hay laburo.
La percepción de los adultos hacia los jóvenes está relacionada con una
gran preocupación por el avance del consumo de drogas y alcohol que se visua-
liza fuertemente en los últimos años. En relación con estas problemáticas en las
entrevistas en profundidad se registraron los siguientes relatos de trabajadores
de la salud, vecinos, docentes e integrantes de organizaciones de desocupados:

Acá la droga no se veía, ahora corre como el agua (integrante de la UTD).


Cuando estaba YPF no había droga (vecino de General Mosconi).
Lamentablemente la problemática de salud de los jóvenes es porque no tie-
nen trabajo ni posibilidad de estudiar. Lo que se ve es la vagancia, la droga-
dicción y el alcoholismo (médico clínico de General Mosconi).
En los últimos diez días escuché por la radio entre cinco y seis casos de coma al-
cohólico, imagínense qué bebidas habrá tomado. Los viernes ves a muchachos
vendiendo droga. Se dedican a eso por la falta de trabajo. Las muertes que hay
de adolescentes son por drogadicción (enfermera de General Mosconi).
Uno de los grandes problemas que tenemos es que los chicos para estudiar
tienen que partir de Mosconi, y el padre no tiene dinero y los chicos quedan
sin poder continuar sus estudios (Docente de General Mosconi).
Los chicos cuando llegan a una edad se quieren casar, formar una familia; lo
hacen pero lo que sucede es que los padres los tienen que cobijar en sus ca-
sas. Los jóvenes acá, suelen tener trabajos temporarios o tienen solamente la
oportunidad de recibir un plan trabajar de ciento cincuenta pesos (Docente
de General Mosconi).

93
GRACIELA ZALDÚA, MARÍA BELÉN SOPRANSI Y ROXANA LONGO

- El embarazo adolescente y la salud reproductiva y Sexual

El embarazo adolescente es un fenómeno que fue aumentando en las últi-


mas décadas. La proporción de madres menores de quince años en los últimos
cinco años pasó de 0,4 por ciento del total de nacidos vivos, a 0,5 por ciento.
Este aumento contribuyó en el año 2000 a tener por primera vez muertes mater-
nas de menores de quince años. Los distintos entrevistados/as aluden al aumen-
to de embarazos en jóvenes, adolescentes y niñas:
Antes se veían a los dieciséis años, pero ahora se ve a partir de los doce años.
Hace diez años se veía a los dieciséis años, después pasó a los catorce y ahora
se ven chicas de doce años embarazadas y ahora se vieron casos de nueve
años (Docente de General Mosconi).
El embarazo adolescente ha aumentando, llegan al hospital chicas embaraza-
das de trece años (pediatra de General Mosconi).
Las chicas se embarazan a edades tempranas, catorce, quince, dieciséis años. Hay
chicas de doce, trece que ya tiene marido (enfermera de General Mosconi).
Llegan a la consulta muchas mamás adolescentes (entre quince y diecinueve
años) (ginecólogo de General Mosconi).
Los padres perdieron la autoridad sobre los hijos, hay mucho embarazo ado-
lescente. La familia está desintegrada (promotora de salud de General Mos-
coni).
“La problemática del joven actual son los embarazos no deseados, se pre-
sentan cada vez más los embarazos no programados, cada vez más en chi-
cas más jóvenes. Desde el ante año pasado se dan casos en octavo grado,
estamos hablando de chicas de trece, catorce años. Aparejado a esto los
problemas de adicciones, drogadicción y alcoholismo (Docente de General
Mosconi).

Las versiones de los actores frente a la situación por una parte es de pre-
ocupación por la incidencia y por otra, se instalan los mandatos ideológicos de
responsabilidad familiar y del universo de ideales y principios de la familia y las
identidades tradicionales. No se pone en cuestión la ambigüedad y contradic-
ción con que se trata la sexualidad adolescente, momento de requerimientos e
impulsos, y por otro lado las dinámicas sociales que prolongan su dependencia y
no descentran la identidad femenina de la función materna. La incapacidad para
regular la fertilidad y la falta de acceso a métodos anticonceptivos es un tema que
fue señalado como carencia de estrategias de prevención y escasa sensibilidad de
género en las políticas públicas de la región.

94
VULNERABILIDAD, GÉNERO Y PRÁCTICAS DE AUTONOMÍA EN DOS ORGANIZACIONES ...

- La tarea de la Unión de Trabajadores de Desocupados


de General Mosconi

La Unión de Trabajadores de Desocupados de General Mosconi es un mo-


vimiento social autónomo que se organizó en la década del noventa para recla-
mar puestos de trabajo, planes sociales y las herramientas y materiales necesarios
para desarrollar sus propios proyectos. En la actualidad también luchan por el
medio ambiente y por los recursos naturales. Realizan diversas acciones de pro-
testa, cortes de ruta, movilizaciones y cortes de acceso a las petroleras, etc. En
este recorrido organizaron proyectos productivos como cooperativas de vivien-
da, reparación de escuelas, construcción de salones multiuso, salas de primeros
auxilios, han realizado arreglos en hospitales y en todas las plazoletas del mu-
nicipio con juegos recreativos. Tienen cuatro ladrilleras, huertas comunitarias,
un vivero que rescata los árboles autóctonos de la región, un emprendimiento
de herrería y un taller de costura. En dichos emprendimientos participan mu-
chísimos jóvenes, ya que estas actividades les posibilitan encontrar un espacio
de formación y diálogo entre pares. Por ejemplo, con esa finalidad funciona el
emprendimiento de herrería destinado a jóvenes en el que aprenden el arte de
trabajar en hierro. Algunos de sus relatos:

Nosotros, los jóvenes, en el taller hacemos tareas comunitarias, por ejemplo


ahora estamos haciendo reparación de mesas y sillas de las escuelas. Después
hacemos juegos para las escuelas, para los parquecitos. Le que se necesite.
Nosotros arreglamos las cosas de la gente (joven adolescente, integrante de
la UTD).
Nosotros en el taller aprendemos a amular, pintar, soldar. Se aprende bastan-
te. Y entre todos vamos aprendiendo. El que aprendió le va a enseñar a otro
que venga después, nos ayudamos entre todos (joven adolescente, integrante
de la UTD).
Tomás, que es el compañero de la UTD responsable del taller nos enseña
mucho (joven adolescente, integrante de la UTD).
Acá tenemos responsabilidad, venís a aprender (joven adolescente, inte-
grante de la UTD).
Yo le enseñé a él, y ahora él les enseña a los demás, eso me hace bien. (joven
adolescente, integrante de la UTD).
Nosotros la peleamos y tenemos que seguir insistiendo y no bajar los brazos
(joven adolescente, integrante de la UTD).

Castoriadis (1993) sostiene que la creación significa que en ningún mo-


mento la totalidad de las cosas existentes está tan determinada que impida la in-

95
GRACIELA ZALDÚA, MARÍA BELÉN SOPRANSI Y ROXANA LONGO

vención de nuevas formas. Desde el movimiento se inició este emprendimiento


por la preocupación sobre la pérdida de la cultura del trabajo, por la situación de
los jóvenes y así se propuso crear espacios de formación y de resubjetivación.
La Unión de Trabajadores de Desocupados de General Mosconi (UTD)
aparece para los jóvenes como un espacio ordenador, productor de subjetividad
y de sentido de pertenencia. Si entendemos la subjetividad como una configu-
ración práctica, que al mismo tiempo se instituye reproduciéndose, en este caso
especifico, se reproduce desde la pedagógica que rescata el sentido del trabajo
y el sentimiento de pertenencia a un grupo como la UTD, en el que además se
comparte un tiempo reglado, ya que la subjetividad también implica un modo
de relacionarse en el tiempo (C. Corea, 2005). En el hacer, en la práctica, los
jóvenes van trabajando y aprendiendo colectivamente, el saber circula y de esta
manera se intenta romper con prácticas y representaciones asistencialitas, pues-
to que desde el asistencialismo no hay responsabilidad, sino sólo gestos que
revelan pasividad y “domesticación” (Freire, 1997). Por otro lado, a través de
diversas prácticas, como por ejemplo el arreglo de espacios públicos –parques,
plazas, escuelas, salas de salud, etc.–, en los que los adolescentes participan acti-
vamente, se promueve un fuerte sentido de trabajo comunitario, el sentimiento
de comunidad que se refuerza cotidianamente en las prácticas sociales que se
realizan. La comunidad se beneficia con los trabajos que realizan los jóvenes,
y a la vez ellos, como parte de la comunidad, participan de todo el proceso, lo
cual propicia que se sientan sujetos del proceso. El trabajo realizado tiende al
fortalecimiento de la comunidad y acentúa las dimensiones del compromiso,
la conciencia y la criticidad para lograr la transformación de su entorno según
sus necesidades y aspiraciones, transformándose al mismo tiempo a sí mismos
(Montero, 2003).
Paralelamente, este proceso promueve una ética de la dignidad, ya que
ser digno implica exigir el reconocimiento como sujetos, reencontrarse consi-
go mismo, confiar en nuestras propias capacidades y potencialidades de vivir y
luchar; entendiendo a la dignidad como valor fundamental de una ética de la
autonomía (Rebelatto, 2000).

2) Caso 2: La experiencia de la Coordinadora de Salud Popular

La población participante de la Coordinadora de Salud Popular integra


el área salud de varios MTDs –Movimientos de Trabajadores Desocupados–
autónomos de zona sur del conurbano bonaerense, La Plata y Pergamino. La
organización no está vinculada a partidos políticos, Iglesia, sindicatos u otras
instituciones estatales.

96
VULNERABILIDAD, GÉNERO Y PRÁCTICAS DE AUTONOMÍA EN DOS ORGANIZACIONES ...

A fines de 2002, en La Plata, se empiezan a juntar una serie de organizacio-


nes, [...] se arma un espacio de coordinación en salud popular [...], empeza-
mos a discutir así varias cosas, [...], la necesidad más urgente es que no había
medicación en ninguna de las salitas y en los centros de salud de los barrios
[...], se empiezan a hacer movidas a los laboratorios por medicamentos [...],
formamos una red de farmacias barriales en el conurbano [...] también plan-
teábamos [...] que tenemos que empezar a construir una propuesta de salud
desde los movimientos (referente en salud del MTD La Plata (RS), varón,
veinticinco años).

En la población (N=44) la distribución por género es 61,3 por ciento de


mujeres y 38,7 por ciento de varones, y por franjas etarias: 31,8 por ciento de
veintiuno a treinta y cinco años; 34,2 por ciento de treinta y seis a cincuenta
años; 29,5 por ciento de cincuenta y uno a sesenta y cuatro y 4,5 por ciento
mayores de sesenta y cinco años. La modalidad de convenio solidario del equipo
con la Coordinadora permitió la realización de un dispositivo taller, entrevistas
con referentes de salud de los movimientos participantes y grupo focal.

- Dinámica de la participación social

En comunicaciones anteriores desarrollamos las diversas dimensiones de


la participación comunitaria, política, popular, ciudadana y social, y las ten-
siones que se producen en las prácticas de autonomía y heteronomía de los
movimientos de trabajadores desocupados. En particular, podemos ubicar la
constitución de la coordinación en salud del 2002 en el nivel de la infrapolí-
tica (Scott, 2000), hasta que esa articulación se hace pública con sus primeras
acciones de gestión frente a los laboratorios privados e ingresa así al terreno
político propiamente dicho, delineando un flujo en la participación. El relato
nos marca un momento siguiente de reflujo: “...cuando se desactivó ese eje más
reivindicativo, más concreto de los medicamentos muchas de las organizaciones
que habían participado en un primer momento junto a la coordinadora dejaron
de participar, quedamos un par de organizaciones manteniendo medio a pulmón
el espacio de la coordinadora” (RS MTD La Plata, varón, veinticinco años).
Durante el 2003 esta coordinación desarrolló escasas acciones y no consiguió
integrar nuevos movimientos. A partir del 2004, con el reagrupamiento de los
movimientos piqueteros opositores al gobierno de Kirchner, vuelve a tener un
momento de flujo que se desarrolla a partir de la experiencia adquirida “...em-
pezamos a recorrer las distintas columnas de los distintos movimientos viendo
si había trabajo en salud, como que ya estaba el espacio éste de la coordinadora

97
GRACIELA ZALDÚA, MARÍA BELÉN SOPRANSI Y ROXANA LONGO

que podíamos utilizar, que ya tenía una historia [...] y así nos fuimos juntando
y empezó a surgir, se rearmó” (RS MTD Almirante Brown, mujer, cincuenta
y un años). Este momento de flujo estuvo signado por varias movilizaciones y
negociaciones vinculadas al Ministerio de Salud y de Educación, pasando en el
territorio por el relevamiento sistemático de las problemáticas y los recursos de
salud en los barrios y culminando en el proyecto de creación de postas sanitarias
en los comedores comunitarios de los movimientos participantes y la formación
de promotores en salud. La situación en el 2005 señala un nuevo momento de
reflujo:

El trabajo en salud es mas fácil por el lado organizativo porque ya tenemos


experiencia acumulada, pero la situación que vivimos hoy en día para salir
a la calle y hacer valer el reclamo no es la misma [...] que a fines del 2002,
donde las organizaciones estaban muy fuertes, había consenso entre la gente
[...] el gobierno ha sido muy hábil, generó un aislamiento de las organizacio-
nes, también las organizaciones no son todo lo lindo que uno quisiera que
sean, hay un montón de cuestiones internas que favorecen la fragmentación
[...] ahora hay mucho más consenso para la represión (RS MTD Almirante
Brown, mujer, cincuenta y un años).

En 2006, los atravesamientos de la captación por parte del gobierno y la


fragmentación interna desintegran la coordinación, pero aún continúan los tra-
bajos en salud con articulaciones regionales más reducidas; es el ejemplo del
trabajo de las promotoras de Berazategui, Quilmes, Florencio Varela y La Caña-
da, y otro pequeño grupo en Pergamino. Los nexos, que se posibilitaron desde
la coordinación del trabajo en salud, se reactualizan en continuidades-discon-
tinuidades de acciones locales o de redes. Su “temporalidad refiere al carácter
muchas veces no permanente de estas construcciones y al intento constante de
parte del sistema del capital de suturar estas fisuras” cooptándolas, integrándolas
o reprimiéndolas (López y Menéndez, 2003: 44-45).

- La autonomía y sus límites

La tensión entre autonomía y dependencia se expresa en la relación con-


flictiva de los movimientos autónomos, como los MTDs, y el Estado; donde el
propio posicionamiento colectivo debe ser cuestionado. ¿Cómo mantener la
autonomía cuando se necesita recuperar mediante la gestión frente al Estado
lo que se cree justamente propio? ¿Cómo instalar en la escena social la denun-
cia sobre las condiciones de vida y salud cuando no se tienen los medios de

98
VULNERABILIDAD, GÉNERO Y PRÁCTICAS DE AUTONOMÍA EN DOS ORGANIZACIONES ...

comunicación? Estos interrogantes intentan ser abordados al plantear aspectos


reivindicativos intrasistémicos y más inmediatos junto a una propuesta política
transistémica y mediatizada a través de la lucha por el cambio social. Pero cuan-
do nuestra subjetividad está constituida en el capitalismo (Castoriadis, 1997),
se reproducen, más allá de la voluntad de los sujetos, aspectos de la lógica ca-
pitalista hegemónica. Los rasgos conformistas se relacionan con la dependen-
cia a las instituciones heterónomas, por ejemplo, las experiencias negativas de
gestión realizadas en Berazategui, en la que los vecinos no acompañaban las
acciones porque “la gente tenía miedo, la gente estaba acostumbrada a que se le
dé” (RS MTD Berazategui, mujer, cincuenta y siete años).
La actitud crítica se expresa sobre su propio accionar, como modo de cami-
nar en dirección a la construcción de ese cambio deseado: “...dar una respuesta
más sistemática a las necesidades, rearmar esa experiencia pero tratando de ha-
cer valer todas las cosas malas que tuvimos antes...” (RS MTD La Plata, varón,
veinticinco años). Desde una situación adversa signada por la desocupación
estructural y sus efectos devastadores sobre la calidad de vida, los sujetos en
colectivo generan estrategias resilientes empoderándose a través de esta nueva
organización autónoma.
Tanto la imaginación como la creatividad sociales son parte del proceso
dialéctico del pensar-hacer (constitutivo de la praxis) a través del cual es posi-
ble generar cambios. Los procesos de burocratización, por el contrario, fijan y
generalizan formas de hacer. En esta homogeneización objetivan negativamente
la realidad y no respetan sus componentes singulares, convirtiendo mediatiza-
dores en obstáculos: formas prescriptas de proceder que no están adecuadas a la
realidad de los sujetos que las deben emplear, que provocan fuertes efectos de
sin sentido.
La negación a pensar las acciones colectivas como respuestas cerradas,
técnicas o métodos, conjuga la multidimensionalidad, las contradicciones y la
incertidumbre que la realidad presenta generando el espacio y el tiempo para
el despliegue de la creatividad social con un sentido de autonomía: “hay que
repensar estrategias y cada movimiento tiene su tiempo y su ritmo” (RS MTD
Almirante Brown, mujer, cincuenta y un años). Como experiencias de resis-
tencias, multiplicidad de prácticas, no son pensables en su unidad (como un
movimiento homogéneo), sino a través de una transversalidad capaz de hacer
producir resonancias en la diversidad.
La organización en redes presenta problemas diferentes de los de la organi-
zación del tipo jerárquica. Las diferentes formas de hacer se encuentran modos
de organizarse que pueden generar contradicciones y obstáculos al interior de
la red: “cada movimiento tiene su historia, sus raíces ideológicas, tiene distintas
cosas trabajadas, y entonces es difícil hacer una síntesis, es complicado” (RS
MTD La Plata, varón, veinticinco años). El espacio de coordinación en salud

99
GRACIELA ZALDÚA, MARÍA BELÉN SOPRANSI Y ROXANA LONGO

fue pensado como un espacio amplio debido a las características que tiene el
trabajo en salud, pero se volvía dificultosa la relación con actores sociales que
no estuvieran nucleados en el frente en donde coordinaban varios de los movi-
mientos integrantes.
La burocratización de los movimientos es un reflejo de la relación con el
Estado, que impone tareas administrativas-burocráticas para la gestión de recur-
sos. Esto repercute al interior de la organización y obstaculiza el acceso a los bie-
nes exigidos con pleno derecho: complicaciones que presentan los formularios
y los trámites, tiempo y recursos humanos perdidos en acciones que no tienen
sentido en sí para los sujetos. Se produce un desgaste del movimiento que redi-
recciona tiempo y recursos quitándolos a las tareas territoriales cotidianas que
dan vida al movimiento. Los tiempos de la burocracia no son los tiempos de los
movimientos. La burocratización, como estrategia del Estado aplicada a los pla-
nes sociales, se constituye en una de las principales formas de incidencia en la
organización interna de los movimientos; todos los movimientos participantes
de la coordinación en salud tienen equipos exclusivos de gestión.
En el trabajo en salud, los intentos por sortear estas barreras se dirigen a
buscar interlocutores-facilitadores válidos dentro de la estructura del Estado,
que en general se encuentran en los niveles inferiores (trabajadores de la salud y
de la educación de instituciones públicas): “en este laburo de las organizaciones
sobre las salitas, que en realidad todos los movimientos han trabajado, hemos
tenido hasta ahora logros buenos en distintos lugares, por eso me convenzo más
todavía de que todos no tienen la misma predisposición” (RS MTD La Plata,
varón, veinticinco años).
A pesar de la incidencia de la burocratización estatal en las organizaciones,
el movimiento antiburocratizante forma parte de la creatividad que éstas des-
pliegan. La asamblea abierta a todos los integrantes, la rotación en los roles de
referencia, las reedición de formas del cooperativismo en la organización de los
emprendimientos productivos, se resisten a esa lógica a través de los principios
de la democracia directa (participación, horizontalidad, consenso).

- Derecho a la salud y cambios en el posicionamiento subjetivo

La desnaturalización de las condiciones de salud es el punto de partida para


el armado de la coordinación del trabajo en salud popular:

Generalmente adonde trabajamos nosotros, toda investigación, todo sacar


a la luz una situación de salud, se emparenta así inmediatamente con las causas
de eso, y generalmente está relacionada a la situación de injusticia, que como

100
VULNERABILIDAD, GÉNERO Y PRÁCTICAS DE AUTONOMÍA EN DOS ORGANIZACIONES ...

organización te reclama salir a pelear en algún sentido para cambiar eso” (RS
MTD Almirante Brown, mujer, cincuenta y un años).
La actitud crítica se despliega a través de la inclusión de capitales simbó-
licos como la formación en los talleres de promotores de salud que apuestan a
multiplicar el trabajo en salud del MTD, apropiándose del conocimiento como
una herramienta más de lucha.
Dentro del taller se cuestiona el poder médico hegemónico:

Porque es un tema que está en la cabeza de todos los compañeros, (...) hay
algo que es el del médico, el médico tiene toda la palabra ahí, más en un
barrio, hay una cuestión de trabajarle la cabeza a la gente para que se desva-
lorice, digamos, qué voy a saber yo cómo tratar este tema, cómo voy a influir
yo en estas cuestiones, que al médico uno va y le dice: ‘me pasa esto’ y el
médico le dice: ‘bueno, tomá esto cada ocho horas y chau’. Entonces todas
esas cuestiones ponen trabas, digamos para trabajar, más allá de la situación
política puntual que se vive en cada municipio, es como algo que está en
toda la sociedad (RS MTD La Plata, varón, veinticinco años).

En la propia praxis se produce el cuestionamiento: el taller de formación


en salud propició estos cambios a través de la socialización de los saberes:

Creo que para todos los que hemos hecho el curso hubo mucho cambios,
[…] fue muy importante en muchos sentidos. Primero, en cambiar como
persona, quizás en uno mismo, lo otro es que tenés la posibilidad de aprender,
de enterarte muchas cosas que de repente vos ignorabas como ciudadano,
el poder de repente manejarte con respecto a determinada cuestión en el
barrio, […] y tener la posibilidad de decir: ‘bueno, hoy puedo ir y sentarme
con este señor y hablar de igual a igual, porque sé de lo que estoy hablando’,
esto creo que fue una de las cosas que los talleres de promotores de salud a
más de uno de nosotros nos enseñó mucho” (RS MTD Berazategui, mujer,
cincuenta y siete años).

Esta toma de conciencia desnaturaliza la posición pasiva ante las institu-


ciones de salud y el rol del médico, elementos que duplican la relación unila-
teral-hegemónica de poder y de saber al crear como contrafigura un paciente-
dependiente. La crítica al saber hegemónico del médico fractura esta relación
desigual y transforma la posición de objeto de dependencia en la posición de
usuarios-activos. Los referentes en salud afirman que el logro radical consistió
en el reconocimiento de la díada “poder-saber” como recurso principal, a través
de la visibilización de las necesidades reales percibidas, y fundamentalmente,
de la posibilidad de acción motivadora de cambio desde la propia actividad,

101
GRACIELA ZALDÚA, MARÍA BELÉN SOPRANSI Y ROXANA LONGO

como ruptura del sistema regido por un clientelismo asistencialista, que opaca
el “saber exigir” ante el Estado. Desde allí, la actividad se dirigió, siguiendo la
línea de la ciudadanía plena y activa, a controlar el accionar de las instituciones
y a mejorar su función de servicio. Esta transformación colectiva de la realidad
tiene lugar en y más allá del mismo proceso construyendo pensares, saberes y
haceres comunitarios, dando espacio a procesos de empoderamiento.
El reconocimiento del derecho a la salud y de ser sujeto de ese derecho
apuntala el proceso señalando a quien debe garantizarlo:

Yo personalmente soy una persona que no tengo por qué ir a mendigar por
otro lado a que me den las cosas si el Estado es el responsable, y el Estado me
tiene que dar la medicación que yo necesito y la atención que yo necesito,
[…] en el tiempo que necesita mi dolencia […] y como yo soy atendida tiene
que ser atendido el vecino” (RS MTD de Almirante Brown, mujer, cincuen-
ta y un años).

Una acción que sintetiza la tensión en la relación entre la autonomía y la


capacidad crítica del MTD y el Estado fue el reparto masivo de preservativos con
folletería sobre prevención de VIH-SIDA (gestionados a través del programa LU-
SIDA) en el Puente Pueyrredón en la conmemoración de los tres años de la Ma-
sacre de Avellaneda, allí participamos todos los que estábamos haciendo el taller:

Lo hacíamos para mostrar el laburo nuestro, una contracara de lo que son


las políticas estatales que muchas veces plantean distribución masiva de pre-
servativos en lugares de concentración masiva de población de riesgo y lo
hacen en avenida Santa Fe, entonces dijimos ¿dónde se concentran las per-
sonas que realmente tienen riesgo? ¿dónde existen los mayores bolsones de
HIV del país, que tienen los menores recursos para conseguir los medios de
prevención?, entonces lo hicimos como una acción desde esa mirada [...] (RS
MTD de Gorina, mujer, veintisiete años).

El análisis y las acciones sobre el VIH-SIDA condensan la idea de que la


enfermedad se distribuye desigualmente por clase social, y son las y los jóvenes
más pobres los que mueren por falta de acceso a tratamiento, medicamentos y
dieta nutricional adecuada. Se expresa que muchos problemas de salud son pro-
blemas particulares de los sectores excluidos, problemas de acceso, entre otros,
a los bienes sanitarios. Como antecedente, el primero de diciembre de 2004
la coordinadora realizó una movilización al Ministerio de Salud de la Nación
denunciando las condiciones de vida de las personas pobres que viven con VIH-
SIDA, la discriminación laboral, el negociado con los laboratorios privados que
producen medicamentos anti-retrovirales, la ineficacia e insuficiencia del presu-

102
VULNERABILIDAD, GÉNERO Y PRÁCTICAS DE AUTONOMÍA EN DOS ORGANIZACIONES ...

puesto y los programas dirigidos al control de la pandemia, y el papel que juega


la iglesia católica en las políticas de Estado.
El análisis y las acciones en relación con las industrias farmacéuticas vincu-
lan necesidades propias, inequidad económica y desigualdad social:

“...se hace un análisis de que mas allá de que el Estado es un actor importante
que tiene mucho que ver con lo que nos pasa en la salud, también el capital
privado influye mucho en cómo vivimos nuestra salud” (RS MTD de Almi-
rante Brown, mujer, cincuenta y un años).

“CAEME en ese momento era una de las más fuertes y era la que nucleaba
a todos los laboratorios digamos multinacionales […] cuando nosotros mo-
vilizamos a CAEME que fue el 9 de enero del 2003, cosa inédita para ese
momento, en plena 9 se Julio nos pusieron doble cordón de infantería y no
nos dejaron avanzar; eso muestra lo que siempre mueven las empresas farma-
céuticas” (RS MTD La Plata, varón, veinticinco años).

En el señalamiento de la connivencia entre empresas privadas y Estado


se visibilizan aspectos que estructuran las políticas neoliberales. En otro nivel
también es señalada la corrupción y el manejo clientelar-asistencialista:

El tema de la dirección [de los centros de salud], ejercido por coordinadores


que no tienen nada que ver, que no saben nada sobre el tema de salud, o sea,
punteros políticos puestos ahí (RS, mujer, cincuenta y siete años).

Esta cuestión de organizar […] digamos, es por los derechos que tienen que te-
ner todos los compañeros y cuáles son sus necesidades, porque en la Argentina
hace más de cuarenta años de políticas de clientelismo, de comprar y que te
den, pero no es sólo que me den, me den y yo no sé reclamar, […] o sea, en las
épocas de elecciones todo el mundo tiene medicamentos, alimentos, campañas
de vacunación, después nada” (RS MTD Avellaneda, mujer, treinta años).

La representación social hegemónica del piquetero construida por los me-


dios es claramente percibida: está visto que todo movimiento es un conjunto de
vagos que no hacen nada más que cortar la calle y romper vidrieras” (RS MTD
Almirante Brown, mujer, cincuenta y un años). En respuesta hay un señala-
miento a la propia existencia del MTD, al modo de subjetivarse:
No se dan cuenta que los piqueteros no estamos porque sí nomás […] nadie
quiere ser piquetero. Y cuando salimos a la calle, no salimos porque tene-
mos tiempo de sobra, porque no tenemos nada que hacer en nuestra casa
o porque queremos jorobar al otro. Salimos porque estamos reclamando un

103
GRACIELA ZALDÚA, MARÍA BELÉN SOPRANSI Y ROXANA LONGO

derecho propio: queremos un trabajo digno, una salud digna, una educación
(RS MTD Berazategui, mujer, cincuenta y siete años).
A mí me dicen: ‘vos tenés cincuenta años, vos no tenés cinco chicos’, pero
tengo a mis nietos. Yo no quiero que el día de mañana ellos estén como yo
estoy hoy, que tengan que salir a quemar una goma o que me los mate la
policía. No lo hago por mí: lo hago por el de al lado, el del frente, por mis
nietos, están ellos. […] Para algo sirve el que yo pueda hacer esto... para darle
un sentido a mi vida también. Para eso me sirvió mucho el movimiento (RS
MTD Almirante Brown, mujer, cincuenta y un años).

- Problemáticas de género en los movimientos

A pesar de que los MTDs han sido espacios de politización y empodera-


miento de muchas mujeres, las relaciones de género no escapan a la reproduc-
ción de la desigualdad de poder entre mujeres y varones: “incluso hoy, dentro
de la referencia del movimiento, hay muy pocas mujeres […] La referencia sigue
siendo machista” (RS MTD de Berazategui, mujer, cincuenta y siete años). Pero
esta visibilización de la asimetría de géneros también propicia acciones que in-
tentan subvertirla, por ejemplo, como parte de la formación en salud se incluye-
ron temas relacionados con la violencia hacia la mujer y los derechos sexuales y
reproductivos desde la perspectiva de género.
En un relevamiento realizado en 2005, surgió que el control ginecológico
era realizado periódicamente por el 55,5 por ciento de las mujeres (cincuenta
y tres por ciento corresponde a la franja etaria de veintiuno a treinta y cinco
años y alude a cuestiones relativas al embarazo y la maternidad). Del 44,5 por
ciento que no lo realiza, setenta y cinco por ciento corresponden a mujeres en-
tre treinta y ocho y sesenta y dos años. Está situación vulnerabiliza a las mujeres
adultas frente a problemáticas como el cáncer de útero y mamas, infecciones y
VIH-SIDA y delimita un grupo importante en riesgo. Las razones de la omisión
de controles ginecológicos están asociadas a: dificultad en el acceso (cincuenta
por ciento, falta de turnos, falta de dinero para viáticos, falta de tiempo para
obtener turnos, etc.), creencia acerca de que las mujeres mayores no necesitan
realizar esos controles (diez por ciento), ausencia de síntomas físicos que indi-
quen la necesidad de control ginecológico (diez por ciento), aún no ha realiza-
do su primer consulta ginecológica (diez por ciento mujeres entre veintiuno y
veintitrés años).
En referencia al acceso a métodos de prevención de VIH-SIDA (N=34), el
41,2 por ciento opina que se consiguen preservativos en el centro de salud del
barrio (45,4 por ciento mujeres entre veintiuno y treinta y cinco años). El 58,8

104
VULNERABILIDAD, GÉNERO Y PRÁCTICAS DE AUTONOMÍA EN DOS ORGANIZACIONES ...

por ciento dice no tener acceso (con un alto porcentaje de varones jóvenes).
Con respecto al acceso a métodos de prevención del embarazo no deseado, el
cuarenta y siete por ciento señala que los centros de salud brindan charlas sobre
planificación familiar, preservativos y anticonceptivos (27,3 por ciento mujeres
jóvenes nombran los anticonceptivos). Con respecto a las estrategias utilizadas
por los que no tienen acceso, las principales son la gestión desde el área de salud
del MTD y la compra individual.

- El derecho a la salud en la integralidad por el cambio social

El reconocimiento de la necesidad de luchar para cambiar las condiciones


de vida da cuenta de la necesidad de liberación:

El tema es que vos tenés que salir a pelear, los centros de poder están en un
paisaje dominado por otra clase social, y entonces, lo tenés que disputar con
esa clase (RS, varón, veinticinco años).
Creo que esto es algo que se da en los movimientos y que es muy importan-
te y es que si bien hay una cuestión reivindicativa, la cuestión política va
mucho mas allá de la cuestión de los derechos porque justamente hay una
propuesta de cambio social y hay una propuesta de pensar otro mundo y
otra sociedad, una sociedad más justa basada en otros valores: de solidaridad,
de cooperación, de recuperación de la dignidad humana. Entonces, en este
sentido, trabajamos por el derecho a la salud, por la reivindicación de ese
derecho, pero se va un paso más allá y eso tiene que ver con ese concepto de
la lucha (RS MTD Avellaneda, mujer, treinta años).

A pesar de las contradicciones y los obstáculos, los avances y retrocesos,


estos movimientos intentan revertir el aislamiento, la atomización social y el
individualismo a través de la reactualización de las configuraciones relacionales
para construir otro mundo y otra salud.

A modo de comentarios finales

Entendemos que los procesos que se proponen y buscan el ejercicio de


la autonomía suponen la presencia inexorable de la problematización y de re-
flexión de su vida cotidiana y del contexto en el que desarrollan sus prácticas

105
GRACIELA ZALDÚA, MARÍA BELÉN SOPRANSI Y ROXANA LONGO

sociales. La autonomía, en cuanto maduración del ser para sí, es proceso, es


llegar a ser. La práctica de autonomía tiene que estar centrada en experiencias
estimuladoras de la decisión y de la responsabilidad, vale decir, en experiencias
respetuosas de la libertad (Freire, 1997). En ambos casos la situación de vul-
nerabilidad marcada por el desempleo propició la resistencia y la organización
de colectivos autónomos, donde los temas de género y salud fueron incluidos
de manera diferente. En el primero, se comenzó a problematizar en función de
la incidencia del embarazo adolescente y el malestar juvenil, expresado en las
vivencias angustiantes, comportamientos adictivos y violentos, aunque se man-
tienen esquemas tradicionales de la organización de la existencia para mujeres
y hombres. En el segundo, la cuestión de accesibilidad a la salud, el registro
de problemas y los efectos en las conyugalidades de las mujeres a partir de su
inserción en trabajos precarizados y en los movimientos, se materializó en la
constitución de la Coordinadora de Salud Popular. Un aspecto significativo es
el espacio integrador con la Universidad pública en el taller y la producción de
documentos con los datos de las encuestas pre y post taller; la reflexión colectiva
en relación con la participación, la autonomía y la equidad. Por otra parte, el
uso de un video producido por el taller propicia la instalación de temas vincu-
lados con la salud desde una mayor sensibilidad de género. Los llamados temas
privados adquieren lentamente otra dimensión en la preocupación del colectivo
a partir de la circulación en los espacios del taller.
La autonomía tiene diferentes niveles y dimensiones, incluso algunas con-
tradicciones entre sí, lo que significa, entre otras cosas, que pueden darse casos
de consolidación de autonomía a partir de alguna heteronomía, cuando se pro-
pone el cambio de función de los otros y es mayormente femenina la población
del taller como resto del sincretismo de género.
Frente a este escenario, es necesario basarse en principios de la democracia
genérica que buscan la igualdad entre los diferentes géneros existentes a partir
del reconocimiento no inferiorizante de sus especificidades tanto como de sus
diferencias y semejanzas. Los cambios necesarios para arribar a la igualdad entre
los géneros y a la formación de modos de vida equitativos entre ambos, impac-
tan en la economía y la organización social de sus relaciones, así como en los
ámbitos privados y públicos.
La autonomía es autodeterminación, reforzamiento de la dignidad del ser
humano y del ser comunitario. No es el ser individual el que está en cuestión, sin
embargo los procesos de cooptación y corrupción singulares y grupales, afectan
a las organizaciones y recaen en formas de heteronomía que las hacen claudicar
en la construcción de las propias trayectorias independientes y autogestivas.
La modalidad de informe alternativo plantea un desafío a la transmisión
académica, a la concepción del análisis e interpretación de los datos, que im-
plica dar un orden, una estructura, una significación. La interrogación sobre las

106
VULNERABILIDAD, GÉNERO Y PRÁCTICAS DE AUTONOMÍA EN DOS ORGANIZACIONES ...

condiciones de posibilidad de prácticas y representaciones de autonomía y de


equidad de género en situaciones de vulnerabilidad se desplegó en diferentes
espacios, momentos, identificación de la historia central de los datos de cada
paso, como unidad hermenéutica. La complejidad de los procesos donde nos in-
cluimos desde la IAP, pone en cuestión la supuesta neutralidad, la objetividad,
el momento empírico basado en la recolección de datos. El desarrollo de cate-
gorías y la lógica interpretativa permite la producción teórica y permite avanzar
en la integración y apertura a lo divergente, diverso, complejo en nuevas zonas
de sentido.
Los dos colectivos de resistencia al modelo de despojo neoliberal habilitan
a repensar las situaciones en que están implicados, sus posiciones frente al otro,
la posibilidad de situarse y reconocerse en su semejanza y diferencia. Lo publi-
co-privado, la feminidad-masculinidad, jóvenes-viejos, militantes-expectantes,
cooptación-autonomía son parte de las múltiples tensiones que se juegan en la
configuración de situaciones colectivas y singulares.
El retraimiento neoliberal del Estado, reflejado en la degradación de las
instituciones tradicionales, arroja a los jóvenes a proceso de desobjetivación: el
habitar situaciones de marcada imposibilidad, a merced de lo imprevisto, con
dificultades para decir no, o reafirmar los deseos de hacer algo que rompa con la
rutina, el desaliento. Se trata de modos que despojan al sujeto de la posibilidad
de decisión y de la responsabilidad. Las encerronas de no futuro aumentan el
malestar y el sufrimiento propiciando posiciones de impotencia, percepción de
no poder cambiar el presente. En ambos casos es un nudo estratégico la situa-
ción juvenil y también las estrategias que ambos colectivos se proponen a través
de la inclusión relacional y el trabajo productivo.
Pensar la autonomía desde su negación relacionada con las sociedades dis-
ciplinarias y de control es una vía que permite elucidar las microfísicas del poder.
Es central en esta perspectiva recordar a Foucault en el poder de las sociedades
disciplinarias, desde las técnicas de encierro a las biopolíticas, que transforman
a la multitudes confusas, inútiles o peligrosas en clases ordenadas, a través de
la salud pública y las políticas de familia que ejercen una gestión de la vida. A
su vez, la reinterpretación de Deleuze conlleva a reconocer los dispositivos de
poder que se despliegan en dos modalidades: de integración-captura y de la di-
ferenciación. La integración es una operación que traza líneas de fuerza y las fija
a formas, actúa por subsunción. La diferenciación, en el capitalismo no es de la
diferencia y la multiplicidad, sino una reproducción del dualismo: el de clase es
proletariado/capitalistas y el de sexo es mujer/hombre. Estos binarismos para el
autor, codifican, capturan y regulan las variaciones posibles de los agenciamien-
tos. Esta reflexión es consistente con entender que tanto las disciplinas como
el biopoder son modos de producción de subjetividad y formas de neutralizar la
potencia de la invención, codificar la repetición. Desde los espacios de encie-

107
GRACIELA ZALDÚA, MARÍA BELÉN SOPRANSI Y ROXANA LONGO

rro a la modulación nos encontramos con sujetos gerenciados. Se modulan los


cerebros, se moldean los cuerpos, se gestiona la vida integrando los dispositivos
(Lazzaratto, 2006). Control y disciplina se agencian y hoy también se utiliza el
término autonomía en las empresas, pero las valoraciones, deseos se inscriben
en el mundo de la empresa, subordinando las subjetividades. ¿Pero cuando no
hay empleo, o también cuando lo hay, cómo se instala posibilidad de otras auto-
rías, no empobrecidas o subordinadas?
La apuesta a generar otras condiciones de autonomía y equidad social y
de género puede ser pensada como desafío de la creatividad, la potenciación,
la cooperación en devenir y este informe alternativo se propuso dar cuenta de
las paradojas, tensiones, significaciones y prácticas para achicar las brechas de
ese proyecto.

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109
CAPÍTULO III.
TRABAJO Y SUBJETIVIDAD
III.1. Contextos críticos en salud. Los efectos y las voces
de los médicos/as de las guardias hospitalarias
por Graciela Zaldúa, María Marcela Bottinelli, María Teresa Lodieu,
Paula Gaillard, Mariela Nabergoi


Introducción

En este trabajo se presentan algunos resultados de un proceso investigativo


destinado a indagar la existencia del Síndrome de Burnout1 en los trabajadores
de la salud y a explorar las condiciones de producción de los actos de salud en
los hospitales públicos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. En la medida
en que el objetivo del equipo investigativo es propiciar condiciones salutíferas en
los colectivos laborales, se explicitan los procedimientos destinados a favorecer
estrategias de afrontamiento dentro de una perspectiva de gestión asociada. En
esta presentación realizaremos un análisis comparativo entre Guardias de distintos
centros asistenciales.
Desde la epidemiología crítica, perspectiva teórica metodológica que sustenta
esta investigación-acción, consideramos que los determinantes macroestructura-
les imprimen características específicas a los procesos de salud-enfermedad-aten-
ción. En este sentido un breve análisis de los efectos de la hegemonía neoliberal,
en particular sobre el sector salud, es imprescindible para otorgar dimensión a las
problemáticas subjetivas, colectivas e institucionales.

Antecedentes

Una serie de investigaciones realizadas en distintos países desde fines de los


setenta, motivadas por los datos epidemiológicos de morbimortalidad encon-
trados en el personal sanitario, indagó las problemáticas de los trabajadores de
la salud. Un relevamiento de estas investigaciones puede encontrarse en varias

*. El presente trabajo es un producto del proceso de investigación dentro de una línea de trabajo que
el equipo ha desarrollado en el marco de los siguientes proyectos: Investigación trienal UBACyT
“Praxis Psicosocial Comunitaria en Salud”, 2004-2007; Investigación bianual UBACyT “Estudio
de las condiciones de producción de los actos de salud”, 2001-2004; Investigación trienal UBACyT,
“El Síndrome de Burnout en personal de Hospitales Públicos”, 1998-2000.
1. Esta denominación ha sido utilizada inicialmente para describir el estrés de los profesionales de
la salud. Otra denominación que suele encontrarse en la literatura en español es el Síndrome de
quemarse en el trabajo.

113
GRACIELA ZALDÚA, MARÍA MARCELA BOTTINELLI, MARÍA TERESA LODIEU Y OTROS

publicaciones (Moreno-Gimenez et al. 1995; Gil Monte y Peiró, 1997). Nuestra


tarea investigativa en el campo sanitario nos permitió comprobar la existencia
de un malestar creciente en los profesionales de la salud. A fin de deconstruir
esta problemática, estudiamos hipótesis aportadas por los investigadores.
Inicialmente los estudios epidemiológicos sobre el estrés de los profesio-
nales de la salud, a nivel de las problemáticas subjetivas relacionaban el es-
trés, el desgaste profesional o el Síndrome del Burnout con las particularidades
del objeto de trabajo: la enfermedad, la muerte, la angustia y la incertidumbre.
Eran considerados como los factores que conducían a una sobrecarga emocional
(Maslach, 1976; Maslach y Jackson, 1982).
Varios investigadores indagaron la relación entre la satisfacción en el tra-
bajo y el estrés en el campo sanitario. Cooper, Rout y Faragher (1989) encuen-
tran que los factores que elevan el nivel de estrés y determinan la pérdida del
bienestar son: las demandas del trabajo y las expectativas de los pacientes hacia
el profesional, la interferencia de la actividad laboral con la vida familiar, las in-
terrupciones constantes en la casa o en el trabajo, y los requerimientos adminis-
trativos. Las diferencias en los indicadores de estrés en las pruebas administradas
determinan que estos autores consideren necesario estudiar otros factores, e in-
dican en forma prioritaria el “coping”, o sea, los sistemas de afrontamiento.
Lazarus y Folkman (1984) sostienen que no se puede analizar un hecho ais-
lado, y priorizan las relaciones que se establecen entre los sistemas y el contexto
en el que un fenómeno tiene lugar. Afirman que la vulnerabilidad de un sujeto no
sólo estará en relación con los recursos físicos, psíquicos o sociales de que disponga
sino además con el tipo de evento a afrontar y el contexto en que se desarrolle.
Conceptos como rasgos de personalidad, locus de control, resiliencia, vul-
nerabilidad, apoyo social, apuntan a precisar los estados, procesos o mecanismos
que intervienen en el accionar interactivo entre el sujeto y el ambiente psico-
social, y que modelan las posibilidades de afrontamiento o conducen al estrés
(Friedman et al, 1992; Cooper, 1988; Renaud, 1992; Rotter, 1966; Filgueira et
al., 1994; Martínez y Guerra, 1997; Vanistendael, 1996; House, 1981; Lazarus,
1984).
Los investigadores del estrés ocupacional lo engloban bajo el concepto de
factores psicosociales en el trabajo. Montesdeoca Hernández (1997) propone el
abordaje de múltiples factores: medio físico de trabajo, factores inherentes a la
tarea, factores de organización, estructura y funcionamiento de la institución
laboral, factores de vulnerabilidad del trabajador.
Cristophe Dejours (1998), desde otra perspectiva teórica, al estudiar la
relación entre el individuo y el trabajo sostiene que distintos niveles de ma-
lestar psíquico pueden surgir tanto por las condiciones laborales, como por la
organización del trabajo. Desde su concepción que enfoca las psicodinámicas
presentes en los colectivos laborales, estudia la construcción de los sistemas de-

114
CONTEXTOS CRÍTICOS EN SALUD. LOS EFECTOS Y LAS VOCES DE LOS MÉDICOS/AS ...

fensivos –ideologías defensivas– que construyen los colectivos laborales frente


las situaciones de riesgo inherentes a las diversas actividades en el trabajo.
A nivel de los sistemas de afrontamiento diferentes autores investigan
los sistemas de apoyo, la construcción de redes (Rovere, 2000). Marc Renaud
(1992) define el apoyo social como “el resultado de la integración del individuo
en diferentes redes que le proveen un apoyo cognitivo, normativo, afectivo y
material” (59).

Marco teórico

Contexto socioeconómico

La política neoliberal implica “la reducción drástica y el control estricto


del gasto público (con excepción de la parte destinada al pago de la deuda pú-
blica) e incrementos en las tarifas de los bienes y servicios públicos; redefinición
del tipo de cambio, apertura externa, comercial y de inversión; privatización de
las empresas públicas; desregulación de la actividad financiera; desregulación y
flexibilización de la relación laboral (con ataques a los sindicatos, destrucción
de los contratos colectivos y cambios regresivos en la legislación laboral) y de-
presión salarial” (Laurell, 1992: 3).
Los efectos ideológicos se corresponden con la captura subjetiva a través
de las propuestas políticas que encubren las causas estructurales y alientan a
la ilusión a los sectores dominados, mediante los supuestos beneficios de las
privatizaciones de las empresas públicas (aguas corrientes, electricidad, gas, pe-
tróleo, medios de comunicación y de transporte, etc.) y el acceso a los “bienes
de consumo” por la apertura del mercado globalizado. Una serie de estrategias se
despliegan por los medios de comunicación a través de discursos políticos que se
ofertan como la única salida. Se fragmenta, despolitiza, violenta y desmoviliza
a los distintos sectores sociales. La cooptación de los representantes sindicales y
políticos en la estrategia neoliberal constituye un elemento central en su viabi-
lidad conjuntamente con las redes de corrupción.
El dominio de las políticas neoconservadoras ha profundizado la vulne-
rabilidad económica, social y subjetiva. Las estrategias fundamentales fueron
de apropiación o destrucción del sector económico e industrial productivo por
las empresas multinacionales. Las empresas estatales privatizadas resultaron las
grandes favorecidas por su altísima rentabilidad y las grandes expulsoras de tra-
bajadores: despidieron siete de cada diez empleados. La crisis y depresión eco-
nómica, la expropiación abierta de los ingresos vía devaluación de la moneda o

115
GRACIELA ZALDÚA, MARÍA MARCELA BOTTINELLI, MARÍA TERESA LODIEU Y OTROS

corralito de ahorristas o licuación de deudas de las grandes empresas o la nego-


ciación gravosa de la deuda externa, combinadas con un desempleo creciente
amenazaron la trama social y profundizaron efectos de alienación, anomia, vio-
lencia y corrupción.
Frente a la pérdida de los derechos de ciudadanía las resistencias socia-
les se multiplicaron y confrontaron desde proyectos contrahegemónicos y
desde nueva producción de subjetividades. La participación en asambleas,
cacerolazos, piquetes conjugaron rebeldías y alternativas de amplios secto-
res vulnerabilizados y/o excluidos, a través de estrategias de contrapoder
ciudadano.

La crisis en el sector salud

En el sector salud, el ideario neoliberal posiciona al ámbito privado como


responsable de las actividades ligadas al cuidado de la salud y desliga al Estado
como garante y financiador de la salud poblacional.
Los adelantos científicos y las transformaciones tecnológicas en este cam-
po requieren un gran aporte de capital (Petras, 2000). Este sector pasa a tener
relevancia para los capitales privados interesados en la industria tecnológi-
ca hospitalaria. La “sofisticada tecnología diagnóstica y terapéutica” (Laurell,
1994) que circula como recurso salvador ideal en el imaginario colectivo, pero
inexistente en el hospital empobrecido, sólo sirve para posicionar al profe-
sional en desventaja, o para acuciarlo por las contradicciones de su práctica
cotidiana.
El peso simbólico del acto de salud pasa de la relación médico-paciente a
la relación aparatología- paciente. El médico frente a la invasión tecnológica
pierde su valor y pasa a ser sólo un engranaje en la tarea de circulación eco-
nómica.
La caída del valor social de la profesión, la industria de los juicios por
mala praxis, la proletarización progresiva del profesional médico, aunados a la
privatización y mercantilización del sector salud y a las condiciones sanitarias
de la población asistida, afectan las condiciones de producción de los actos de
salud.
Considerando que el acto de salud puede ser concebido como un espa-
cio de producción-consumo, construido en la intersección/intervención entre
usuarios y trabajadores, dentro de un contexto histórico-político e institucional
determinado, nuestra propuesta investigativa focalizó el desgaste de los traba-
jadores de la salud, en particular el Síndrome de Burnout y las problemáticas
subjetivas y colectivas.

116
CONTEXTOS CRÍTICOS EN SALUD. LOS EFECTOS Y LAS VOCES DE LOS MÉDICOS/AS ...

Síndrome de Burnout

El Síndrome de Burnout fue primeramente definido y sistematizado por


Maslach y Jackson (1982), quienes diferencian tres fases: cansancio emocional
(fracaso frente al intento de modificar las situaciones estresantes), despersonali-
zación (refiere al vínculo profesional deshumanizado) y abandono de la realización
personal (trabajo pierde el valor que tenía para el sujeto).
En nuestra investigación hemos adoptado la definición propuesta por Ma-
carena Martínez y Patricia Guerra (1997):

Síndrome resultante de un prolongado estrés laboral que afecta a personas


cuya profesión implica una relación con otros, en la cual la ayuda y el apo-
yo ante los problemas del otro es el eje central del trabajo. Este Síndrome
abarca principalmente síntomas de Agotamiento Emocional, Despersonali-
zación, Sensación de Reducido Logro Personal, y se acompaña de aspectos
tales como trastornos físicos, conductuales, y problemas de relación inter-
personal. Además de estos aspectos individuales este Síndrome se asocia a
elementos laborales y organizacionales tales como la presencia de fuentes de
tensión en el trabajo e insatisfacción personal.

Esta definición amplía la de Maslach y Jackson al incluir variables individua-


les, laborales y organizacionales, aunque no está presente el marco histórico y
político-económico, considerado en nuestra perspectiva como un determinan-
te estructural en la configuración de las problemáticas laborales.

Metodología

La modalidad de trabajo en esta investigación-acción es de gestión aso-


ciada integrada por el equipo de investigación de la Facultad de Psicología y
equipos de los hospitales en los que se trabaja.
El diseño de esta investigación es descriptivo y analítico y se realizó sobre
la base de un estudio de casos transversal. Se triangulan metodologías cuantita-
tivas y cualitativas. La triangulación está fundada en lo expresado por Cook y
Reichardt (1995): “En nuestra opinión constituye un error la perspectiva para-
digmática que promueve esta incompatibilidad entre los tipos de métodos” (30).
“La elección del método de investigación debe depender también, al menos en
parte, de las exigencias de la situación de investigación de que se trate” (37).

117
GRACIELA ZALDÚA, MARÍA MARCELA BOTTINELLI, MARÍA TERESA LODIEU Y OTROS

Los métodos cualitativos no pueden sustituir a los cuantitativos, ni los cuantita-


tivos a los cualitativos pero el empleo de ambos puede resultar beneficioso para
la práctica investigativa.
En relación con nuestro trabajo de investigación, las tareas de investigación
cuantitativa del proyecto son monitoreadas por los siguientes criterios de rigor:
validez interna y externa, confiabilidad y neutralidad. En tanto que, el abordaje
cualitativo se apoya en los criterios de credibilidad, adecuación, auditabilidad y
confirmabilidad (Sandelowsky, 1997).
La hipótesis que ha guiado la primera etapa investigativa ha sido la siguien-
te: En el contexto de la hegemonía neoliberal, los trabajadores de la salud de
Hospitales públicos, cuya tarea implica un contacto permanente con situacio-
nes de riesgo, sufrimiento y muerte, pueden padecer el Síndrome de Burnout.
Desde los supuestos que enmarcan el proyecto consideramos que: Ante los
contextos macro y micropolíticos críticos, tanto a nivel colectivo como subje-
tivo, los trabajadores de la salud pueden verse afectados y padecer situaciones
de desgaste conducentes a trastornos psíquicos, psicosomáticos y/o laborales, o
bien pueden generar estrategias de resistencia propiciadoras de responsabilidad,
autonomía y cooperación.
Los instrumentos que se utilizan son: una encuesta sociodemográfica, obser-
vación participante, entrevistas, grupos focales, Inventario de Burnout (Moreno-
Gimenez et al, 1995; Rivera Delgado, 1997) y técnicas gráficas y psicodinámicas.
Los grupos focales son utilizados para la devolución y análisis de los datos reco-
gidos y para relevar problemáticas relativas al colectivo de trabajo. Las técnicas
gráficas se utilizan para la visualización de problemáticas que suelen permanecer
invisibilizadas en los profesionales de la salud, en particular problemas psicoso-
máticos.
La población de estudio son trabajadores de la salud de Hospitales públicos,
tanto poli como monovalentes de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Las muestras están configuradas, de acuerdo con el recorte del problema
que se realiza para esta presentación, por los profesionales médicos de tres ser-
vicios de guardia. El carácter homogéneo de las muestras está dado por la perte-
nencia a las guardias y por pertenecer a Hospitales Públicos de una misma zona
geográfica. En tanto, la heterogeneidad se mantiene en relación con el sexo de
los profesionales, la especialidad médica y el tipo de Hospital.
En este trabajo realizaremos un análisis comparativo de los servicios de
guardia de un hospital polivalente de alta complejidad (H1) y dos hospitales
monovalentes (una maternidad, H2 y un psiquiátrico, H3).
Los servicios de guardia tradicionalmente son considerados lugares crí-
ticos; en el contexto actual esta situación se agudiza por el incremento y las
características de la demanda –situaciones de violencia, de desamparo social,
intervenciones judiciales– y por el deterioro o la falta de recursos.

118
CONTEXTOS CRÍTICOS EN SALUD. LOS EFECTOS Y LAS VOCES DE LOS MÉDICOS/AS ...

Análisis y resultados obtenidos

El Inventario de Burnout (Rivera Delgado, 1997) sistematiza los datos en


siete categorías: cansancio emocional, despersonalización, realización personal,
tarea (vínculo con la tarea, y con las características del lugar de trabajo), tedio,
organización (relaciones jerárquicas y con pares), manifestaciones de Burnout
(percepción por parte del profesional del impacto del estrés sobre su persona,
sobre sus relaciones o sobre su trabajo).
En el siguiente cuadro (nº1) se puede observar cómo se distribuyen las
diferentes categorías según el hospital:

Cuadro Nº 1: CATEGORÍAS INVENTARIO DE BURNOUT


Totales puntuados por cada guardia sobre el máximo de 5 ptos.

La comparación permite construir los datos siguientes:


• La categoría despersonalización es la que presenta mayor puntaje e
indica el nivel de conflictividad en relación con los pacientes y/o
familiares. Las respuestas relevan el grado en que los profesionales
se sienten sobrepasados por las exigencias de los pacientes. Ante
la pregunta “¿Los pacientes y sus familiares tienen frecuentemente
exigencias excesivas y comportamientos irritantes?”, más del no-
venta por ciento de los profesionales contesta “frecuentemente” o
“siempre”.
• Los puntajes más altos en todas las categorías investigadas correspon-
den a la guardia del hospital polivalente, como por ejemplo cansancio

119
GRACIELA ZALDÚA, MARÍA MARCELA BOTTINELLI, MARÍA TERESA LODIEU Y OTROS

emocional. Las excepciones son: para la categoría tarea, el puntaje más


alto lo presenta la guardia psiquiátrica. En manifestaciones del Burnout
el puntaje es casi semejante tanto en la guardia del hospital polivalen-
te como en la guardia de la maternidad.
• En la guardia psiquiátrica los puntajes en realización personal y en tarea
comparados con los de las otras dos guardias permiten inferir que los
profesionales de esta área son los que sienten mayor distancia entre
las expectativas profesionales y las modalidades de la práctica asis-
tencial que realizan, y quienes experimentan mayor incomodidad en
relación con las características del lugar de trabajo. En un ítem que
investiga cómo se siente el profesional en relación con el ambiente y a
las condiciones físicas del trabajo, el ochenta por ciento en la guardia
psiquiátrica expresa que “raramente o poco” les “gusta el ambiente y
condiciones físicas del trabajo”.
En la encuesta se plantean dos preguntas cerradas con alternativas múl-
tiples. En la primera, que indaga fuentes posibles productoras de estrés en la
actividad asistencial, la escala de respuestas es: pacientes terminales, patologías
infecto-contagiosas, situaciones de maltrato, situaciones de desprotección so-
cial, riesgo de mala praxis.

Cuadro Nº 2: SITUACIONES LABORALES PRODUCTORAS DE ESTRÉS


Porcentajes de elección de cada respuesta por Guardia

120
CONTEXTOS CRÍTICOS EN SALUD. LOS EFECTOS Y LAS VOCES DE LOS MÉDICOS/AS ...

Los resultados, como se observa en el cuadro nº 2, son los siguientes:


• El trabajo con pacientes terminales o con patologías infecto-contagio-
sas parece no afectar a los profesionales.
• Las problemáticas referidas a situaciones de maltrato parece afectar
más a la guardia de la maternidad. Un sesenta y tres por ciento marca
este rubro como productor de estrés.
• En relación a la desprotección social, el sesenta y seis por ciento de la
guardia de la maternidad y el sesenta y siete por ciento de la guardia
psiquiátrica marcan esta dimensión.
• El riesgo de mala praxis preocupa más a la guardia de la maternidad,
setenta y cuatro por ciento. En la guardia del hospital polivalente, el
sesenta por ciento de los profesionales también lo puntúa como es-
tresante. Sin embargo, esta problemática no parece afectar tanto a la
guardia psiquiátrica (cuarenta y cuatro por ciento).
En cuanto a las propuestas de solución a los problemas de trabajo se presentan
como alternativas las siguientes posibilidades: implementación de espacios de re-
flexión, implementación de espacios de formación, planificación de la asistencia y
la prevención, aumento de los niveles de organización, aumento de la remunera-
ción, aumento del equipamiento.

Cuadro Nº 3: PROPUESTAS DE SOLUCIÓN


Porcentaje de elección de cada propuesta por Guardia

121
GRACIELA ZALDÚA, MARÍA MARCELA BOTTINELLI, MARÍA TERESA LODIEU Y OTROS

Los resultados muestran lo siguiente:


• Espacios de reflexión es el rubro que más marcan en la guardia de
la maternidad (sesenta y cuatro por ciento). Esto es acorde con la
distribución por género ya que en los resultados totales de la in-
vestigación, esta respuesta suele ser una de las más elegidas por las
mujeres.
• Espacios de formación, nuevamente es en la guardia de la maternidad
en donde el sesenta por ciento del personal marca este rubro.
• Planificación de la asistencia y de la prevención en los tres servicios es
señalado por el sesenta por ciento o más de los profesionales.
• Todas las guardias parecen requerir un mayor nivel organizativo. Los por-
centajes son casi semejantes: setenta y cuatro por ciento en los hospitales
polivalente y psiquiátrico y setenta y siete por ciento en la maternidad.
• El aumento de la remuneración también es señalada por el sesenta y
tres por ciento (maternidad) al setenta y cuatro por ciento (guardia
del hospital polivalente) de los profesionales.
• En relación con el equipamiento las cifras son muy dispares y parece
ser algo muy necesitado por la guardia del hospital polivalente, ya que
el ochenta y siete por ciento de los profesionales marca este rubro
como una solución a problemas en el trabajo.

Análisis cualitativo

A fin de sistematizar las problemáticas encontradas en los colectivos de


trabajo, relevados a través de preguntas abiertas de la encuesta, de entrevistas
o grupos focales, hemos realizado una categorización de los datos. En esta opor-
tunidad se presentan resultados en relación con dos de estos ejes de análisis:
subjetividad y colectivo de trabajo.

“Hay días que no sé quien soy (H2)”

Bajo la categoría subjetividad se incluyen los datos que permiten aproximar-


se a la singularidad de los profesionales, la puesta en juego de esperanzas y deseos
en el quehacer laboral cotidiano. El compromiso entre lo que se hace, lo que se
debería hacer y lo que se desearía hacer juegan en la construcción subjetiva y se
manifiestan en el bienestar/malestar cotidiano.

122
CONTEXTOS CRÍTICOS EN SALUD. LOS EFECTOS Y LAS VOCES DE LOS MÉDICOS/AS ...

¿Cuál es el vínculo de los profesionales de la guardia


con la tarea?

Se reiteran modalidades vinculares caracterizadas por el sobreinvolucra-


miento, el distanciamiento o la expresión directa del malestar provocado por la
tarea: “...Se nos murió y se sabía que tenía púrpura” (H1); Una médica emer-
gentóloga cuando es llamada por un accidente en la calle, si es de moto, no pude
“quitarse de la cabeza” la idea de que puede ser alguno de sus hijos” (H1).
El sobreinvolucramiento con la tarea o con los pacientes implica dificultades
en la disociación instrumental; el profesional se queda “pegado” a la tarea o al
paciente. Pueden existir sentimientos y afectos mortificantes. La tensión exce-
siva que estas situaciones producen conduce al cansancio emocional.
El distanciamiento es la contracara del sobreinvolucramiento. La distancia
o el desapego con el objeto-sujeto de trabajo implican una deslibinización de la
tarea. Los procesos de desinvolucramiento libidinal cosifican al otro deshuma-
nizando el accionar profesional: “He perdido la pasión a la especialidad” (H1).
Esta temática refleja la pérdida de la identificación del profesional con la
tarea. El Burnout ha sido asociado con la pérdida de la vocación profesional. Es-
tas problemáticas se relacionan con las categorías despersonalización y realización
personal del Inventario de Burnout.
El malestar frente a la tarea se expresa a través de enunciados relativos a
sufrimientos, sentimientos, temores o conflictos relacionados con el quehacer
profesional: “Tenemos malas condiciones laborales: veinticuatro horas sin des-
canso para tomar decisiones vitales” (H1). “Mi trabajo es insatisfactorio por la
marginación del paciente de salud mental y porque no se valora el trabajo en salud
mental” (H3).
La modalidad de guardias de veinticuatro horas más el pluriempleo dificul-
ta la participación en eventos familiares o festividades.

¿Qué es el tiempo en la guardia?

La urgencia y la inmediatez que exigen las prácticas sumergen a los profe-


sionales en un presente inmediato, urgente y permanente que provoca un borra-
miento de la continuidad temporal: “No saber qué día es” (H1), “Se pasan días sin
dormir...” (H2), “Que haya un descanso post-guardia obligatorio” (H1).
La cotidianeidad de la urgencia y su masividad les dificulta tener un tiempo
propio, para reflexionar y evaluar sus prácticas para tomar decisiones vitales con
mayor tranquilidad. Un presente del día a día, al absorber la continuidad temporal

123
GRACIELA ZALDÚA, MARÍA MARCELA BOTTINELLI, MARÍA TERESA LODIEU Y OTROS

impide historizar el vivir cotidiano, borra el pasado y el futuro, y dificulta las posi-
bilidades de proyectar.
Proyectos profesionales: En relación con el futuro profesional, la expresión
de sus ideales o las consideraciones que realizan a fin de enriquecer su vida
profesional y/o la del servicio se encuentra escasamente representada. Incluso,
aparece marcada desde la falta, lo que podría ser o estar pero que muestra sólo
su ausencia: “Antes pensaba que la guardia era una primera etapa profesional,
ahora sé que me voy a morir aquí haciendo guardias...” (H1).

¿Cómo afrontan singularmente esta situación crítica?

Las modalidades de afrontamiento singulares son conductas que le permiten al


profesional enfrentar las situaciones-problema con eficacia. La resiliencia como “ca-
pacidad del ser humano para transformar factores adversos en elementos de estímu-
lo y de proyección” (Suárez Ojeda, 1996) es clave en este sentido, sin embargo esta
capacidad no aparece explícitamente en los relatos de los profesionales, más bien lo
que sistematizarse es un proceso de naturalización y/o el quiebre de la resiliencia. La
naturalización es un proceso que se produce a lo largo de la formación profesional y
que transforma en natural o habitual los aspectos estresantes de la práctica sanitaria.
Nuestro análisis de ese hecho nos lleva a considerar que esa naturalización dificulta
realizar la “evaluación cognitiva” del estrés y del desgaste laboral e instrumentar
recursos saludables para su afrontamiento: “Una médica relata que su registro del
estrés es cuando le comienzan a suceder algunos accidentes, el último que recuerda es
un fuerte golpe en la cadera con una camilla que le dejó secuelas” (H1).
Los problemas de alta presión, infartos, problemas en el dormir, cáncer,
púrpura, consumo de drogas y tabaquismo difícilmente son relacionados por los
profesionales con el estrés laboral. Pocos profesionales relatan situaciones en las
que la capacidad de resiliencia pudiera ser visualizada.

Colectivo de trabajo

En otra línea de sentido, se indagan ciertos aspectos de los colectivos de


trabajo en relación con las modalidades y características de los vínculos –a nivel
intraprofesional, interprofesionales, relaciones jerárquicas– y agenciamientos
grupales: “La falta de compromiso entre los profesionales. La falta de comunica-
ción entre los enfermeros y superiores” (H1).

124
CONTEXTOS CRÍTICOS EN SALUD. LOS EFECTOS Y LAS VOCES DE LOS MÉDICOS/AS ...

El sobreempleo y sus efectos en la producción de cansancio físico y mental,


el ausentismo como síntoma o diferentes formas de asumir la responsabilidad
ocasionan conflictos y a su vez, una sobrecarga para el resto de los profesionales.
Las razones por las cuales se producen estos hechos pueden ser diferentes en
cada servicio, pero en general, quienes enuncian estas injusticias las vinculan a
arbitrariedades consentidas por alguna lógica de poder.
Las micropolíticas inherentes a cada colectivo laboral determinan que el
funcionamiento interno esté regido por una lógica simbólica-material en la cual
entran en juego prejuicios, relaciones de poder arbitrarias y sistemas de corrup-
ción propiciados por la mercantilización del sector.
Los conflictos entre jurisdicciones afectan las prácticas profesionales y el
bienestar laboral: “Hay internaciones que no corresponden pero entramos en un
laberinto, se internan y no se pueden externar por problemas sociales” (H3).
En el hospital psiquiátrico colisionan el orden jurídico y el orden médico.
El cumplimiento del mandato judicial y la inexistencia de espacios alternativos
o sustitutivos a la internación hospitalaria producen tensión y sufrimiento.
El mundo simbólico valorativo profesional es puesto en cuestión por las
políticas neoliberales, aunque su determinación es invisibilizada por los actores
sociales y en la circulación discursiva su accionar provoca un reenvío culpabili-
zante que recae sobre la propia víctima. El deterioro y el reciclaje del material y
la ausencia de insumos básicos determinan la posibilidad de la vida o la muerte
de un paciente, lo que conlleva serios dilemas éticos.
Frente a la posible calidad de vida de algunos pacientes se ponen en cues-
tión los temas de la vida, la muerte y el furor curandis. En un trabajo anterior
(Zaldúa et al, 1999) hemos analizado situaciones, problemas que habitualmente
se silencian y favorecen el desgaste.

¿Cuáles son los sistemas de afrontamiento colectivos?

El los procesos psicodinámicos del trabajo Dejours (1998), observa:

...el ejercicio de la inteligencia en situaciones de trabajo implica a menu-


do hacer trampas respecto de las prescripciones, los reglamentos y los pro-
cedimientos, lo que acarrea sufrimiento. Ahora bien, en esta situación no
sólo existe un riesgo jurídico, sino también sufrimiento, porque asumir esos
riesgos en general va acompañado de una ambivalencia afectiva...Las inves-
tigaciones en psicodinámica del trabajo han mostrado que existen defensas
individuales y colectivas contra el sufrimiento en el trabajo.

125
GRACIELA ZALDÚA, MARÍA MARCELA BOTTINELLI, MARÍA TERESA LODIEU Y OTROS

En las guardias hemos encontrado estas argucias sostenidas por un pequeño


número de integrantes quienes se identifican “como amigos” y que permiten
sostener la práctica profesional en las condiciones actuales.
Otro analizador son las ideologías defensivas (Dejours, 1998). En las guar-
dias la negación de lo estresante de la práctica cotidiana se expresa en la imposi-
bilidad de hablar de esa práctica y compartirla con el colectivo de trabajo. Sólo
en uno de los días de guardia en la maternidad (H3), un grupo de médicas relata
que ellas conversan habitualmente de los avatares del día y de sus cuestiones
personales y profesionales.
En cuanto al apoyo social a nivel cognitivo, normativo, afectivo y material,
en las guardias, debido a las urgencias constantes, parece dificultarse la instru-
mentación de estas apoyaturas. No hay tiempo para los debates colectivos, para
pensar pautas organizativas distintas, a lo que se agregan los problemas rela-
cionados con el desmantelamiento del hospital público: “Creo que necesitaría
mejor relación entre los médicos de guardia y la dirección del servicio, y sentirme
más apoyado por los superiores” (H1).
Sobre la base de las observaciones y el análisis de las problemáticas en cada
servicio podemos decir que no son visibles los recursos grupales, organizativos o
institucionales que ayuden al profesional a sostener su tarea, las “redes” parecen
haberse quebrado, más bien hemos registrado la falta, la ausencia de los sistemas
de apoyatura. En el hospital polivalente es en donde más se registra en forma
reiterada la palabra falta.

Conclusiones

Los efectos de la hegemonía de las políticas neoliberales repercuten doble-


mente sobre los trabajadores de la salud. Por un lado, el proceso de privatiza-
ción-mercantilización del campo de la salud y las políticas de ajuste conducen
al deterioro de las condiciones de trabajo en el sector salud. Esta situación,
que se manifiesta a través de una progresiva precarización y proletarización del
mercado laboral en ámbito de la salud, posiciona al profesional de la salud en
un lugar social conflictivo y contradictorio: la caída del valor social de la pro-
fesión le quita los soportes sociales que le permitían sostener la complejidad de
la práctica profesional y a la vez lo ubican a una realidad laboral cotidiana muy
distante de los ideales que lo condujeron a la profesión.
Por otro lado, estas mismas políticas neoliberales, al provocar desempleo
y marginación, determinan que amplios sectores poblaciones presenten proble-
máticas de salud y carencias en las condiciones cotidianas de vida que dificul-
tan el logro de objetivos terapéuticos. Este interjuego negativo de deterioro de

126
CONTEXTOS CRÍTICOS EN SALUD. LOS EFECTOS Y LAS VOCES DE LOS MÉDICOS/AS ...

los servicios de salud, las condiciones laborales inadecuadas, y la problemática


compleja de los usuarios de los servicios de salud impacta tanto a nivel de la
salud de los efectores de salud como a nivel de los colectivos de trabajo, y se
manifiesta en sintomatología psicofísica y en problemas organizativos.
La promoción y prevención de la salud de los que cuidan la salud de la pobla-
ción implica propiciar espacios que faciliten el reconocimiento de los condicio-
nantes de la fragmentación y alienación del colectivo de trabajo y la producción
de nuevas formas de relación intra e inter equipo y con los usuarios de salud.
La elaboración de proyectos comunes, la posibilidad de imaginar cambios y
la circulación grupal de convergencias y diferencias favorecen los psicodinamis-
mos grupales y operan positivamente al viabilizar el reconocimiento y la valori-
zación del otro y promueven subjetividades creativas y responsables. Una diná-
mica que impida la repetición, la fragmentación y el sometimiento a las lógicas
verticalistas de la organización del trabajo, iluminaría estrategias preventivas del
Síndrome de Burnout y propiciaría condiciones más favorables en la producción
de los actos de salud. En estas acciones el protagonismo debe partir de los actores
del sector.
Consideramos que desde el campo de la Salud pública deberían instru-
mentarse programas de prevención y promoción destinados a trabajadores de la
salud. Las problemáticas del desgaste laboral y de las condiciones de producción
de los actos de salud deberían incluirse en las currículas y ser encaradas por las
asociaciones gremiales y profesionales.

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129
III.2. Representaciones profesionales e identidad profesional
en los trabajadores de la salud∗
por Graciela Zaldúa, María Marcela Bottinelli, María Teresa Lodieu,
Paula Gaillard, Mariela Nabergoi

Introducción

Nuestra actividad docente e investigativa, que se desarrolla en servicios


hospitalarios y centros de salud y se relaciona con las condiciones de producción
de los actos de salud y los procesos de desgaste laboral –desde la modalidad par-
ticipativa de gestión asociada con los actores del sector– constituye un desafío
epistemológico para la praxis sanitaria. Los objetivos de esta presentación son
indagar y reflexionar sobre el impacto de los condicionamientos dominantes en
las construcciones discursivas y de la acción. La metodología utilizada enfatizó
la perspectiva Emic, con técnicas de entrevistas en profundidad, observación
participante, grupos focales y dispositivos psicodinámicos.

Representaciones sociales en salud

La temática de las representaciones sociales ocupa un lugar relevante en


los debates teóricos de los últimos años en las ciencias sociales. En este traba-
jo nos interesa mostrar el papel que juegan las representaciones sociales en la
construcción de subjetividad social, en particular en lo referido a las identidades
profesionales en el sector salud y el interjuego de las representaciones e identi-
dades en los actos de salud.
Las características del contexto sociohistórico y cultural actual, la hege-
monía neoliberal y en particular su materialización en el sector salud han im-
pactado sobre las condiciones materiales y simbólicas de las prácticas de salud.
Asimismo, el desarrollo tecnológico de la industria médico-farmacológica y la
difusión mediática de los avances científicos en el campo médico modifican las
representaciones sociales en torno a los procesos de salud/enfermedad/atención.

*. Este trabajo fue presentado y publicado en el CD Primeras Jornadas de Representaciones Sociales -


Investigación y Prácticas. Organizado por: Ciclo Básico Común, UBA, 17 y 18 de Octubre de 2003.

131
GRACIELA ZALDÚA, MARÍA MARCELA BOTTINELLI, MARÍA TERESA LODIEU, PAULA GAILLARD Y OTROS

En el sector público, la trama compleja en la que se entrecruzan: el desmantela-


miento del hospital público, la falta de insumos básicos con servicios de tecno-
logía de avanzada, la inestabilidad y precariedad laboral de los trabajadores de
la salud, con ideales y demandas construidas mediáticamente, se constituye en
un campo en el que se expresan las representaciones de todos los actores inter-
vinientes relacionadas particularmente con los procesos de salud/enfermedad/
atención.
Las representaciones sociales son estructuras de significación social que
aportan a “las colectividades, medios compartidos intersubjetivamente por
los individuos para lograr comprensión y comunicación” (Duveen y Llyod,
2003:30). Moscovici no sólo analiza estas estructuras como entidades ya consti-
tuidas, sino que indaga el proceso de su construcción. Para su estudio, se deben
considerar los procesos intergrupales e intragrupales que promulgan las repre-
sentaciones sociales e intervienen en la conformación de las mismas; en esta lí-
nea, Glynis M. Breakwell (1992) sostiene la importancia de integrar la teoría de
las representaciones sociales con la teoría de las identidades sociales, propuesta
por Tajfel (1978). Si bien la autora reconoce que se trata de paradigmas diferen-
tes, ambos integran la psicología social y puede realizarse un cruzamiento fértil
que conduce a modelos explicativos más poderosos, que puedan dar cuenta de
las configuraciones que adquieren las representaciones sociales y de los motivos
que llevan a los individuos a adoptar una representación social como propia.
La teoría de las representaciones sociales ayuda a comprender procesos de
cohesión y de diferenciación de los grupos y su contribución a la conformación
de la identidad grupal. La teoría de la identidad social ayuda a estudiar el proceso
que da forma a la representación social y a indagar el trabajo y los mecanismos
por los cuales una representación social, ya sea producida dentro de un grupo
de pertenencia, coproducida por diferentes grupos o por el exogrupo, deviene
familiar. Un ejemplo de lo dicho puede observarse en cómo muchos colectivos
profesionales, para profesionalizarse, “toman prestadas” y aceptan como propias,
representaciones sociales e imágenes de otros grupos profesionales. La represen-
tación profesional del psicólogo como psicoanalista no sólo es la que han acepta-
do los propios profesionales sino además, es la que circula en el medio social.
La dinámica grupal en los equipos de salud influencia los procesos de ob-
jetivación y anclaje de la representación social tanto a nivel individual como
interindividual. Asimismo, promueve la exposición, la aceptación y el uso de
ciertas representaciones sociales y excluye otras. El compartir con el colectivo
de trabajo una historia y un presente común organiza la significación individual
y da sentido a múltiples acciones y gestos cotidianos.
Ejemplo: “Todo comentario de mi hijita o de mi mucama me parece nimio
porque los seres humanos se dividen entre los que respiran y los que no respiran”
(médica emergentóloga).

132
REPRESENTACIONES PROFESIONALES E IDENTIDAD PROFESIONAL EN LOS TRABAJADORES DE LA SALUD

Gerard Duveen y Bárbara Llyod (2003) consideran que se puede enfocar el


estudio de las representaciones sociales desde la perspectiva de una psicología
social genética. Desde ese enfoque y apoyándose en el estructuralismo genético
de Piaget y de Goldmann, sistematizan tres procesos en la construcción de las
representaciones sociales: la sociogénesis, la ontogénesis y la microgénesis. La
sociogénesis refiere al proceso histórico social de creación de las representacio-
nes. La construcción de la representación social del médico y de los distintos
trabajadores de la salud puede ser estudiada en cada contexto sociohistórico, a
fin de analizar sus determinantes, sus características y las modificaciones, acorde
a procesos históricos, políticos y económicos.
El segundo aspecto genético de las representaciones sociales se constru-
ye en la interacción social; en las diversas situaciones sociales emergen las
representaciones sociales de cada individuo que posibilitan la comprensión
de la situación, la ubicación del propio sujeto y del otro/s. En ese proceso
interactivo se deconstruyen, se construyen o se consolidad representaciones.
En los procesos de socialización profesional en particular en las instituciones
de formación, el interjuego de las representaciones sociales de las profesiones
irá conformando las identidades profesionales. “En toda interacción social
está presente un proceso microgenético en el cual se negocian las identidades
sociales y se establecen marcos de referencia compartidos” (Duveen y Llyod,
2003:37).
La ontogénesis da cuenta de la manera en que las representaciones sociales
se activan psicológicamente en los individuos. Es el “proceso mediante el cual
los individuos reconstruyen las representaciones sociales y al hacerlo, elaboran
identidades sociales concretas. (…) Precisamente las representaciones socia-
les se activan psicológicamente en los individuos bajo la forma de identidades
sociales. Podemos afirmar entonces que los individuos, para expresar o afirmar
una identidad social, se basan en los recursos que ponen a su disposición las
representaciones sociales” (Duveen y Llyod, 2003:36). La apropiación de una
representación social por un sujeto estará determinada por un interjuego parti-
cular entre las características de la representación social –será más imperativa si
se trata de una representación hegemónica–, por los espacios de interacción en
donde circula esa representación –microgénesis– y las características personales
de cada sujeto.
El lenguaje es el medio fundamental para la puesta en práctica de las in-
teracciones sociales, por esa razón, el análisis de los discursos entre los inte-
grantes del sector salud permite visualizar las representaciones que circulan en
este espacio social. Un punto de partida para la investigación sobre las repre-
sentaciones sociales debe identificar la estructura significante, la estructura que
tiene importancia funcional para un determinado grupo (Goldmann, citado por
Duveen y Llyod, 2003).

133
GRACIELA ZALDÚA, MARÍA MARCELA BOTTINELLI, MARÍA TERESA LODIEU, PAULA GAILLARD Y OTROS

Algunas características de las representaciones sociales


y del proceso de construcción de identidades
de los trabajadores de la salud

Los trabajadores de la salud construyen las representaciones sobre el proce-


so salud/enfermedad/atención, sobre el público usuario y sobre sí mismos, sobre
la base de diversos procesos de socialización, entre los que resultan esenciales,
la formación universitaria, la propia práctica profesional, la participación en
espacios profesionales, los medios de comunicación (como ejemplo mediático:
E24, hospital público). En el interjuego dialéctico de dichos procesos, van ne-
gociándose las identidades profesionales.
“Identificarse es definir quién se es. Establecer un núcleo que afirma una
existencia específica rodeada de características y atributos, que muchas veces
se suponen únicos, distintos, propios, nunca ajenos. Y esa identificación cubre
diversos niveles y ámbitos: el de la identidad personal, el de la identidad grupal,
el de la identidad étnica, el de la identidad cultural, el de la identidad nacional”
(Montero, 1991:15). La identidad social supone una construcción cotidiana
hecha a partir de percepciones, significaciones, atribuciones y representacio-
nes producidas en la interacción. Es singular y plural, móvil y permanente. “La
identidad social establece una especie de “supraidentidad” que proporciona un
marco de referencia. Es aparentemente estable y sin embargo, cada día se cons-
truye y disuelve en múltiples experiencias que la niegan para casos concretos y
la confirman para la generalidad” (Montero, 1991:15).

La caída de la identificación categorial

Serge Moscovici define las representaciones hegemónicas como aquellas


que se caracterizan por la uniformidad y por su poder coercitivo, y que marcan
las prácticas simbólicas y afectivas (Castorina y Kaplan, 2003). Desde el enfo-
que sociogenético podemos analizar el devenir de la representación profesional
del médico. Anteriormente el médico ocupaba un lugar social con alto presti-
gio, un lugar de privilegio, que ha sido muy bien descripto como “clase médica”
por Eliot Freidson (1978). En los últimos años, este lugar social del médico se ha
modificado. Hemos observado que la interacción con los usuarios en el encuen-
tro en el acto de salud, en ocasiones lleva a los profesionales al replanteo, no sin
sufrimiento, de la identidad profesional. La comparación con el modelo ideal
e inaccesible, acrecienta la negatividad en la identidad profesional, y ocasiona
sensación de minusvalía e impotencia.

134
REPRESENTACIONES PROFESIONALES E IDENTIDAD PROFESIONAL EN LOS TRABAJADORES DE LA SALUD

Craig Calhoun (1997) ha argumentado que, mientras que los modos rela-
cionales de la identificación (identificación de sí mismo u otros por medio de su
posición en una red relacional) siguen siendo importantes en muchos contextos
hoy en día, en cambio, la identificación categorial (identificación en base a ser
miembro de una clase por compartir un atributo categorial: raza, nacionalidad,
género, profesión, etc.) es característica de la modernidad.
El otrora lugar social valorado que otorgaba el médico un mandato “sagra-
do” y que estructuraba la imagen del profesional y de su identidad en relación
con el papel “misional” (Arturo Roig, 1991) ha sufrido embates diversos. Sin
embargo, en el imaginario profesional, esta representación antes hegemónica
sigue permaneciendo como ideal o como expectativa y el choque en las prác-
ticas de salud con situaciones, actitudes y comportamientos de los pacientes o
familiares o del medio que descoloca al profesional médico de ese lugar esperado
produce malestar y diversas manifestaciones:
Ejemplo: “Ahora el lugar del médico es muy distinto del de antes. Antes al
médico se lo esperaba…Ahora hay mucha agresión…” (pediatra).
En otros casos, si bien la identidad siempre es definida en la diferencia
con otros, es posible observar que la identidad profesional puede, por un lado,
generar sentimientos de orgullo y pertenencia, pero también puede organizarse
a partir de la estigmatización y segregación del otro, del exogrupo:
Ejemplo: “Un día les vamos a decir que el nene no tiene nada y van a sacar el
revólver y nos van a pegar un tiro. No te hacen caso con las dietas, vos les explicas
todo y después le dan chocolate. Siento que te están tomando el pelo” (pediatra).
Los efectos de las políticas neoliberales tanto en el sector salud (desman-
telamiento de las instituciones de salud, precarización laboral, subempleo o so-
breempleo), las condiciones de salud de la población usuaria y el malestar de los
ciudadanos por el avasallamiento de sus derechos crea situaciones propiciadoras
de enfrentamientos y violencias.
Las imágenes del público usuario que pueden inferirse de expresiones de
los profesionales, también revelan esta dinámica: el “malón”, la “presión” de la
sala de espera.
En otras ocasiones, son los otros colectivos profesionales los estigmatizados
y hacia los que se dirige la hostilidad de un grupo:
Ejemplo: “Ahora nos valoran (los trabajadores sociales) porque con la cri-
sis no hay más que dar y sólo queda escuchar” (psicóloga).
Las distancias entre las representaciones profesionales, la identidad profe-
sional y las condiciones del ejercicio laboral crean una serie de tensiones coti-
dianas propiciadoras del desgaste laboral-Burnout.
Ejemplo: “Ahora estamos para contener, es una mierda el laburo. Somos
funcionales al sistema…Estamos laburando peor que las primeras asistentes so-
ciales. No tiene nada que ver con lo que nos formamos” (trabajadora social).

135
GRACIELA ZALDÚA, MARÍA MARCELA BOTTINELLI, MARÍA TERESA LODIEU, PAULA GAILLARD Y OTROS

Dispositivos alternativos de intervención: recorriendo las dis-


tancias

Nuestras propuestas de trabajo en el sector salud incluyen la implemen-


tación de dispositivos de intervención destinados a relevar las problemáticas
existentes en los colectivos laborales y a propiciar estrategias preventivas y
promocionales de salud. Crear dispositivos participativos abre la posibilidad de
pensar en la propia identidad pero historizada, repensando la identidad mítica-
misional, modelo ideal, otorgada. Técnicas psicodinámicas, gráficas, grupos fo-
cales, talleres o conferencias son los instrumentos que utilizamos a fin de visibi-
lizar estas problemáticas y favorecen los procesos de cuidado de los cuidadores
de la salud.
Ejemplo: “Para mí, se trata de que valoricemos nuestro trabajo, a veces no
nos llega el valor, el reconocimiento de la familia pero somos un punto muy
importante en la familia, en la sociedad. La tarea no es sólo asistencial sino que
es educativa, didáctica también. Esto viene de la facultad, por afán de aprender
hicimos guardia, hicimos cosas de enfermería” (pediatra).
En nuestra investigación, hemos observado que, en los profesionales recién
recibidos, la relación médico-paciente y la elección vocacional constituyen va-
lores positivos que producen sentimientos de satisfacción en el trabajo y son
fuertes dadores de identidad profesional. En los profesionales con muchos años
de ejercicio, ambos elementos pueden transformarse en contravalores o ser vivi-
dos como elementos cuestionadores de la identidad profesional.
De nuestro proceso investigativo surge que los trabajadores perciben que
los problemas que afectan su desempeño se encuentran lejos de su campo de ac-
ción. Los trabajadores de la salud expresan que sus acciones específicas en salud
han perdido sus efectos tradicionales debido a problemáticas coyunturales más
amplias. Ante esto, el trabajador se percibe como imposibilitado de modificar
estas condiciones. Su causalidad personal se ve afectada.
Ejemplo: “Yo empecé un trabajo sobre la salud de los trabajadores de la
salud. Todavía no lo terminé. Lo voy a hacer, pero ya no creo que sirva de algo
realmente” (médica).
Ejemplo: “Acá si uno no transa entre lo que debe hacer y lo que puede
hacer…yo podría rebelarme, pero es un gasto de energía enorme y no significa
necesariamente mayor eficiencia”
Las propuestas de encontrar espacios de intercambio con los trabajadores
del propio y de otros servicios para conversar lo que ocurre, “sin exigencias aca-
démicas sino gratos momentos” ha sido una de las únicas posibilidades que los
trabajadores reconocen a su alcance; sin embargo, tales propuestas se enuncian,
en la mayoría de los casos, en tono impersonal y sin implicación reflexiva. En el
siguiente enunciado se pueden observar los movimientos entre el sentimiento

136
REPRESENTACIONES PROFESIONALES E IDENTIDAD PROFESIONAL EN LOS TRABAJADORES DE LA SALUD

de incapacidad para modificar las condiciones que producen malestar a los pro-
fesionales y la propuesta de una solución posible:
Ejemplo: “Tenemos que mejorar la comprensión de todo este sistema que,
aparentemente es incomprensible, pero que es comprensible desde un punto de
vista más global. Tendríamos que hablar de política, de distribución de la riqueza,
del trabajo, del bienestar de la gente. Pero ese es otro tema que no me compete
y del que yo no puedo hablar como puedo hablar de medicina y de mi trabajo
específicamente. Yo puedo dar alguna idea de lo que me compete a mí, pero creo
que el problema es infinitamente más grave y que está fuera de nuestros alcances”
(médica).

Conclusiones

Si las representaciones no sólo son el producto de la internalización de


imágenes, actitudes y valores adquiridos en el transcurso de los procesos de so-
cialización sino que también son producidas activamente por los sujetos y los
grupos, los dispositivos de investigación-acción grupales y participativos ofre-
cen un espacio para la transformación y la significación instituyente. En este
sentido no sólo debemos encarar la génesis de las representaciones sociales y de
las identidades profesionales desde un enfoque genético sino también analizar-
los desde los procesos micropolíticos y macropolíticos.
El estudio de los actos de salud, abordado desde las perspectivas macropo-
lítica, micropolítica y microgenética, permite dar cuenta de los determinantes
histórico-políticos, de los dinamismos psicosociales y de las tramas representa-
cionales e identitarias de usuarios y efectores. De esta forma, habilita la promo-
ción de aplicaciones menos coercitivas del poder, resistencias creativas perso-
nales y sociales en la praxis en salud; además favorece principios de identidad
basados en una ética relacional, surgidos de la propia realidad histórica y social
de manera creadora, en un proceso continuo de construcción y reconstrucción.

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138
III.3. Praxis y territorios. Estrategias de prevención
y promoción de salud con trabajadores de subterráneos*
por Kattya Pérez Chávez, Malena Lenta y Patricia Brousson

1. Introducción

El proyecto neoliberal y los cambios operados en la situación de trabajo han


traído un alto costo en términos de condiciones de vida y de salud. Este costo es
aun más marcado en lo que respecta a la salud de los trabajadores a pesar de lo
cual no se han generado acciones tendientes a revertir el panorama planteado.
Por el contrario, a la retracción de la cobertura de salud pública debe agregarse
la casi desaparición de las políticas de derechos en salud y trabajo. Asumir una
posición contrahegemónica es entonces una condición para la producción de
salud en el campo del trabajo.
El objetivo de este artículo es dar cuenta de una experiencia de investiga-
ción-acción en salud mental, realizada con trabajadores de la línea D de subte-
rráneos, en el año 2004. Se trata de una evaluación de salud mental que toma
como base un modelo de monitoreo estratégico.
Los objetivos específicos consisten en:
Evaluar problemas de salud prioritarios, percibidos y no percibidos, por gé-
nero y tipo de tarea.
Identificar condiciones de riesgo, peligro y factores de protección en el
ambiente de trabajo.
Explorar cargas físicas, psíquicas y mentales según género y tarea.
Relevar estrategias defensivas y FODA.
La perspectiva metodológica que adoptamos combina la investigación partici-
pativa con el monitoreo estratégico que comprende un conjunto de dispositivos de
evaluación estratégica de salud, construidos desde las experiencias y saberes colec-
tivos en procesos de trabajo; el objetivo es la prevención profunda y la promoción
real, activa, crítica y reflexiva, de las condiciones que moldean el bienestar y la sa-
lud, en contexto de trabajo. Es una modalidad alternativa a los enfoques tradiciona-
les que ponen el acento en la salud y la enfermedad como responsabilidad individual
y que hacen recaer los efectos del deterioro laboral sobre los mismos trabajadores.
Los datos recolectados indagan en las percepciones sobre la situación de salud y los
cambios operados a lo largo del tiempo en el trabajo. Utilizamos a estos efectos, el

*. Este trabajo fue publicado en el CD de las VI Jornadas de Debate Interdisciplinario en Salud y


Población. Instituto Gino Germani, 25 al 27 de Julio de 2005.

139
KATTYA PÉREZ CHÁVEZ, MALENA LENTA Y PATRICIA BROUSSON

inventario de bournout, mapa de riesgo de condiciones y medio ambiente de tra-


bajo, técnicas iluminativas y análisis de estrategias defensivas y resilientes. Análisis
cuali-cuantitativo y triangulación metodológica.
El proceso de trabajo constituye un campo de luchas e intereses antagó-
nicos debido a lo cual está en el centro de los conflictos por el poder económi-
co y político. La riqueza concentrada y el contexto crítico de deterioro de las
condiciones de salud y de la calidad de vida hacen del trabajo, en tanto objeto
de conocimiento e intervención epidemiológica, un lugar de controversias y
de replanteo de los paradigmas dominantes, así como de las bases éticas, del
involucramiento y del compromiso de los actores con los sectores concernidos.
En ese sentido, esta experiencia representa una confrontación con los enfoques
tradicionales en salud mental laboral.

2. Marco teórico

El modo de producción y las formaciones económico sociales, que en


los inicios del siglo veintiuno, presentan un panorama de intensas convulsio-
nes y transformaciones a nivel planetario, condicionan la salud poblacional.
La aparición de nuevos problemas que interrogan los conocimientos, los va-
lores establecidos y los modelos hegemónicos se superpone a los anteriores
problemas aún sin resolución, la mayoría de los cuales son evitables y se re-
lacionan directamente con la escasez resultante de las políticas de ajuste y
endeudamiento externo y/o las políticas conservadoras. Estas manifestaciones
de inequidades constatables obtienen respuestas sociales y políticas en reacen-
tuación permanente y lucha por la hegemonía. A propósito de esto afirman
Gonzalo Moyano y Carlos Escudero (2005) que con la situación abierta a en
diciembre de 2001

La crisis permitió (más bien despertó) una enorme capacidad reivindicativa


que se tradujo en gran participación y desarrollo de la exigibilidad del tema
de la salud. Entre otras cuestiones, se generaron asambleas populares que o
bien demandaron (y algunas veces lograron) requerimientos específicos (so-
bre la atención de la salud, aspectos ambientales, etc.) o incluso obtuvieron
(en un número pequeño pero significativo) participación en instancias de
gestión en hospitales u otros efectores.

El proceso de salud-enfermedad-atención y su complejidad social, histórica


y subjetiva precisan ser comprendidos desde una perspectiva crítico-constructi-
vista y reflexiva que propicie su transformación y redireccionamiento en bene-
ficio de la vida y la existencia.

140
PRAXIS Y TERRITORIOS. ESTRATEGIAS DE PREVENCIÓN Y PROMOCIÓN DE SALUD CON TRABAJADORES ...

La praxis psicosocial comunitaria crítica pone en cuestión las posibilidades


de lo que se puede pensar, conocer, decir, al incorporar saberes científicos y po-
pulares contrahegemónicos. Las operaciones de poder y su investimiento de los
sujetos oprimidos y su autoafirmación, la marginación y el borramiento cultural,
así como la coagulación identitaria, abren preguntas e intereses colectivos. Un
camino de respuestas a la cooptación puede ser en un triple nivel: 1) poner en
duda cierta idea de que toda resistencia está de antemano atrapada por el poder;
2) sobre-identificándose con la transgresión, vulnerando al poder, tomando la
palabra pública, la promesa que no va a cumplirse y 3) propiciando actos de
resignificación y luchas por nuevos regímenes de hegemonías (Graciela Zaldúa,
et al, 2003).
Las reformas neoliberales del capitalismo actual se han centrado de mane-
ra preponderante en el proceso de trabajo. Desde dimensiones políticas, econó-
micas, técnico-tecnológicas y subjetivas, las mejor llamadas contrarreformas,
están afincadas en la hegemonía del orden imperialista, abarcan a la confor-
mación del Estado y las Naciones, a la relación entre las clases y el capital, y a
las relaciones entre tecnología y sociedad. Transnacionalización, volatilización
y aumento del volumen especulativo de capitales van paralelos a la deslocali-
zación industrial y administrativa. De esta manera, una de las características
más notables a mencionar estriba en el aumento de la desigualdad y de la des-
proporción en la distribución y apropiación de la riqueza, la tecnología y los
recursos naturales. El agua, los hidrocarburos o la tierra cultivable están hoy
en el centro de las contiendas planetarias en la lucha por la supervivencia, el
hábitat y los territorios, desde el punto de vista ecológico, productivo y medio-
ambiental.
Otra cuestión a destacar es el sentido en que se orientó el aporte de la
tecnología que posibilitó la incorporación de procesos flexibles en la organi-
zación del trabajo y el consiguiente aumento en la velocidad del ciclo produc-
tivo. Como consecuencia de esto, la destructividad de las fuerzas productivas,
incluida la humana, y la descartabilidad de los objetos en permanente reno-
vación y desgaste, constituyen lo que Ricardo Antunes (2003) denomina la
superfluidad del trabajo y la producción como característica distintiva del pro-
ceso de trabajo.
Pero mientras que el impacto tecnológico se extiende a todos los niveles
del consumo y se lo propala como producto de la modernización, aun con sus
efectos negativos, es necesario señalar que la actividad laboral para los traba-
jadores se desarrolla predominantemente sobre la base de tecnologías y maqui-
narias obsoletas. Con todo, los modos de vida y el agenciamiento de territorios
existenciales, así como los parámetros tradicionales de la subjetividad indivi-
dual y colectiva se ven la actualidad profundamente conmovidos.

141
KATTYA PÉREZ CHÁVEZ, MALENA LENTA Y PATRICIA BROUSSON

2. 1. La reorganizacion productiva: identidad y subjetividad

La reorganización profunda del esquema productivo que se viene operando


forma parte de un cambio estratégico del capital identificado con la globaliza-
ción neoliberal y el nuevo orden mundial. En este contexto, tanto el avance en
el capital científico y cultural logrado con el trabajo acumulado, como las po-
sibilidades que surgen de la mano de las nuevas tecnologías y los avances cien-
tífico técnicos producidos en el final del siglo veinte, han sido utilizados como
instrumento de las reformas laborales y el disciplinamiento social y subjetivo.
Un viraje estratégico hacia el derrumbe de la sociedad salarial en la que el trabajo
asalariado ocupaba una posición cuantitativa y cualitativamente decisiva y que,
en tanto matriz social estable, estuvo asociada con garantías y derechos (Castel,
2002).
Los efectos más notables de esta nueva reorganización en el país fueron
esencialmente negativos y estuvieron referidos al desmantelamiento fabril y co-
munitario con el cierre de importantes centros productivos y la privatización
de las principales fuentes de desarrollo local e independencia económica. El
desempleo en todos los niveles y fundamentalmente en los sectores de menor
calificación constituyó una vía de exclusión social y de disolución de los sopor-
tes identitarios. Esto abarca tanto a la tradicional identificación con el oficio y
la pertenencia a una particular rama productiva como a la posibilidad, en las in-
serciones estables, de traspaso, transmisión hacia las descendencias de un saber,
una experiencia, un lugar para hacer/a ser. No es menos importante el impacto
en las instituciones educativas y los formatos familiares.
La modalidad productiva heredada del taylorismo y el fordismo mediante
la cual se desarrollaron las industrias y el trabajo en serie, masivo, que operó
como ordenador cronotópico, no fue superada por la implantación de los mode-
los posteriores sino que, por el contrario, se integró caóticamente en un nuevo
esquema de gestión organizacional. Flexibilización –horaria, salarial, numéri-
ca–, polivalencia y círculos de calidad son algunos de los principales dispositivos
de control en la micro-organización del trabajo conducentes a adaptar la fuerza
de trabajo a la producción just in time.
Mientras que el empleo tal como lo conocimos en el período anterior, con
una modalidad de subsunción formal al capital, propio de la sociedad salarial
se vuelve inestable, el aumento de horas de trabajo es la contrapartida del des-
empleo tan temido. Así, apenas una de cada cuatro personas ocupadas trabaja
entre siete y nueve horas diarias y cumple con la jornada normal completa de
trabajo. El setenta y cinco por ciento restante de la fuerza laboral está subocupa-
da –porque trabaja pocas horas– o sobreocupada porque tiene dos o más empleos
o trabaja más de cuarenta y cinco horas semanales, según datos del Indec. Por

142
PRAXIS Y TERRITORIOS. ESTRATEGIAS DE PREVENCIÓN Y PROMOCIÓN DE SALUD CON TRABAJADORES ...

otra parte, entre los casi diez millones de asalariados, casi el cuarenta por ciento
está subocupado, otro treinta y cuatro por ciento, sobreocupado y el veintiséis
por ciento trabaja entre treinta y cinco y cuarenta y cinco horas semanales (Ber-
múdez, 2005). El desempleo estructural, crónico e irreversible constituye una
realidad y un dispositivo de control social para los sectores ocupados: al afectar
soportes del narcisismo, reconocimiento de necesidades y funciones identifica-
torias, forma parte del conjunto de medidas destinadas a la supresión de dere-
chos y reclamos tanto como de la adscripción a una clase, suplantada por la difu-
sa condición de “pobre” con sus gradientes: estructurales, nuevos pobres, etc. La
contraparte es el estímulo al forjamiento de una subjetividad complaciente con
el poder en identificación con los intereses, marcas e imágenes empresariales.
No obstante esto, el desafío a la desocupación está en curso a través de
las estrategias de recuperación de fuentes laborales y se abren asimismo nuevas
perspectivas con la lucha por disminuir las horas de trabajo, por el consiguiente
reparto de las mismas y por la conservación del nivel salarial.

2.2. Condiciones y medio ambientes de trabajo y salud

El aumento de intensidad y grado de trabajo vinculados en algunos casos


a la polivalencia de funciones, pero fundamentalmente a la flexibilización de
condiciones de trabajo y pérdida de derechos multiplica los riesgos de acciden-
tes de trabajo y, en consecuencia, aumenta la cantidad que efectivamente se
producen. Ocurre un accidente por minuto y casi dos muertes por día. Según
un informe del año 2004 de la Superintendencia de ART el año 2003, con un
total de 412.537 accidentes laborales, la tasa anual de incremento de accidentes
cubiertos por ART se duplicó, si tenemos en cuenta la población que trabaja sin
cobertura, estimamos que ese número debe ser todavía más alto. Según la OIT
en el mundo cada día mueren un promedio de cinco mil personas a causa de ac-
cidentes o enfermedades en el trabajo, hay un total de entre dos millones y dos
millones trescientos mil muertes relacionadas con el trabajo. De esta cifra, unos
trescientos cincuenta mil son accidentes mortales y entre un millón setecientos
mil y dos millones son enfermedades mortales.
El proceso general de trabajo se inserta, además, en un redimensionamien-
to de los riesgos y peligros vinculados al reparto de la riqueza, al poder y a la mo-
dernización científico-técnica. Ulrich Beck (1998) llama la atención sobre el
hecho de que durante mucho tiempo el esfuerzo por superar la miseria oscureció
los efectos secundarios de la actividad industrial. La mayor visibilidad que al-
canza la liberalización de fuerzas destructivas actualmente da cuenta de un trán-
sito a lo que el autor denomina sociedad del riesgo, aludiendo así a la globalidad

143
KATTYA PÉREZ CHÁVEZ, MALENA LENTA Y PATRICIA BROUSSON

de las amenazas tanto como al vínculo con el progreso industrial y el desarrollo


químico y atómico. De este modo, una nueva fase en la distribución de la rique-
za se acompaña con el reparto de riesgos, con el consiguiente potencial político
de convertirse en catástrofes. La sociedad de riesgo es una sociedad catastrófica. En
ella, el estado de excepción amenaza con convertirse en el estado de normalidad.
El problema de los riesgos del trabajo puede asumir así una enorme im-
portancia en el campo de la salud laboral, particularmente en el estímulo a
estrategias que hagan eje en el control por parte de los trabajadores sobre las
condiciones y el medio ambiente de trabajo. No obstante lo dicho, conviene
también señalar la herencia positivista y funcional del concepto en el mode-
lo de la epidemiología clásica. La lógica del paradigma del riesgo comparte el
sentido de contingencia, fragmentación de los procesos y un presente factorial
en el que la realidad queda reducida al plano empírico, coexistiendo con los
umbrales de rentabilidad empresaria en un esquema de lo posible, afirma Jaime
Breilh (2003). Atendiendo a las lógicas relacionales y sus dimensiones de clase,
género y etnia la perspectiva crítica de la epidemiología incorpora el principio
de movimiento y se funda en la noción de proceso, de modo que la situación de
salud puede adquirir propiedades destructivas, es decir, insalubres, o benéficas,
protectoras, en tales casos saludables.

2.3. Consecuencias en la salud. La salud mental

La salud laboral, desde el higienismo, ha estado atravesada fuertemente


por una visión biologicista del sujeto trabajador. Frente al reduccionismo sur-
gen perspectivas alternativas, integrales y contextuales, principalmente desde
la Epidemiología social y crítica y la Salud colectiva. Los aspectos simbólicos
y subjetivos en relación con la salud mental también se están incorporando.
Pero las prácticas psicológicas en el campo de salud laboral suelen limitarse
a seguir acríticamente las demandas gerenciales. La evaluación de aptitudes y
competencias, conforme con la racionalidad empresarial, es el modelo prescrito
de los sreenings. Salud o enfermedad se solapan en el ajuste del/la trabajador/a al
puesto y la misión. Paralelamente, en las representaciones y prácticas psicoló-
gicas está muy extendida la visión psicopatológica anclada en un pensamiento
individualista para la explicación etiológica que pone el acento en el polo de la
enfermedad.
Para Edith Séligmann Silva (1986) la denominación Salud Mental del
Trabajo focaliza la Salud Mental como “proceso donde las agresiones dirigidas a
la mente por la vida laboral son confrontadas por las fuentes de vitalidad y salud
que representan las resistencias de naturaleza múltiple, individuales y colecti-

144
PRAXIS Y TERRITORIOS. ESTRATEGIAS DE PREVENCIÓN Y PROMOCIÓN DE SALUD CON TRABAJADORES ...

vas, y que funcionan como preservadoras de la identidad, de los valores y de la


dignidad de los trabajadores.”
Tomando como punto de partida tanto en la acepción de comienzo como
de separación a la psicopatología, la psicodinámica del trabajo dirige la aten-
ción a las dinámicas psíquicas y su relación con la organización del trabajo. La
intervención desde este enfoque procurará la emergencia del placer y la racio-
nalidad en lo subjetivo, cognitivo, intelectual y axiológico. A la luz del estudio
de los nuevos procesos ergonómicos planteados por la organización del trabajo,
la Psicodinámica del trabajo (Dominique Dessors, et al. 1998) analiza los procesos
intersubjetivos de sufrimiento, alienación, y defensas que operan como freno a
los procesos de reapropiación y cambio.
El mandato –o necesidad– de mantenerse en el trabajo constituye una rea-
lidad para los/as trabajadores/as ante la cual se ponen en marcha estrategias
colectivas e individuales, lo que no impide el coste. Un modo de resistir en el
trabajo a las exigencias, la violencia y el agotamiento consiste en la creciente
utilización de medicamentos y automedicación según Marie-Pierre Ghío-Bailly
(1998).
Cada vez más se reconoce en el estrés el efecto o respuesta des-
de la realidad del organismo por parte de aquél o aquélla que no encuen-
tra otras formas de afrontar las exigencias de trabajo. En la definición que
adopta la Dirección general de empleo y asuntos sociales al año 1999,
el estrés es el conjunto de reacciones emocionales, cognitivas fisiológicas y del
comportamiento a ciertos aspectos adversos o nocivos del contenido, la orga-
nización o el entorno del trabajo. Es un estado que se caracteriza por los altos
niveles de excitación y angustia, con la frecuente sensación de no poder hacer
frente a la situación.
En el trabajo, el cuerpo es fuente de privilegiada de afectación, lugar de
resistencia.
Spinoza define un cuerpo cualquiera simultáneamente de dos maneras.
Por un lado, un cuerpo por muy pequeño que sea, comporta siempre una infini-
dad de partículas: son las relaciones de reposo y movimiento, de velocidad y de
lentitud entre las partículas, las que definen el cuerpo, la individualidad de un
cuerpo. Por otro lado, un cuerpo afecta a otros cuerpos distintos o es afectado
por otros. El cuerpo, como el pensamiento, son modos: relaciones complejas de
velocidad y de lentitud, y también el poder de afectar y ser afectado Deleuze
(2004).
El cuerpo constituye un locus de moldeamiento social, de disciplinamiento
tanto como de confrontación y lucha. Señala Michel Foucault (1992) la es-
trecha relación entre el cuerpo y el poder, entre el dominio y la conciencia. El
dominio y la conciencia del cuerpo no se adquieren sino por el efecto de ocupa-
ción que hace el poder al signar lo bello o lo sano, pero al mismo tiempo surge
también en el cuerpo y del cuerpo la reivindicación contra el poder.

145
KATTYA PÉREZ CHÁVEZ, MALENA LENTA Y PATRICIA BROUSSON

3. Metodología

La metodología que utilizamos en este proyecto reconoce en la experiencia


y el saber de los trabajadores respecto de su salud un punto de partida. Co-
rrientemente, experiencia y saber son separados y capturados en operatorias
hegemónicas que necesariamente habrán de ser puestas en cuestión mediante
la indagación y la co-construcción de colectivo a colectivo, de perfiles y alter-
nativas. En esta perspectiva metodológica, objeto, sujeto y praxis se articulan
sinérgicamente.
La metodología de investigación participativa está sustentada en una he-
rramienta de planificación, el monitoreo estratégico. Éste asume la tarea de
potenciar los procesos saludables y acabar con los procesos destructivos. La pre-
vención profunda y promoción de la salud son instrumentos para la defensa de
la vida ante las políticas impuestas por el poder que acarrean un agravamiento
de la pobreza y el retroceso de las condiciones de trabajo (Breilh, 1995).
Quedó establecida una modalidad de gestión asociada entre el cuerpo de
delegados del subterráneo y el equipo de investigación para el planeamiento
de los talleres y técnicas de recolección de datos y análisis. La metodología
participativa consistió en una serie de talleres en los que se llevaron a cabo
dispositivos específicos de evaluación: inventario de bournout, mapa de riesgo
sobre condiciones y medio ambiente de trabajo, técnicas iluminativas y análisis
de estrategias defensivas, con un criterio de triangulación teórico-metodológica
congruente con el abordaje de la complejidad. El análisis de los datos es cuali-
cuantitativo. Denzin y André, referidos por María Cecilia de Souza Minayo y
Octavio Cruz Neto (s/f) enfatizan el aporte de la triangulación metodológica
como instrumento de iluminación de la realidad bajo varios ángulos, propician-
do mayor claridad teórica y mayor discusión interactiva e intersubjetiva de los
datos.
La población total fue de veintisiete personas, dieciocho varones y nueve
mujeres, de una de las líneas del subterráneo.

4. Desarrollo

Nuestra intervención acompaña el reclamo que vienen haciendo los traba-


jadores del subte a través del Cuerpo de delegados que apunta a la disminución
de las horas de trabajo y a lograr el reconocimiento oficial de que el trabajo es
insalubre.
De acuerdo con lo que informa el Cuerpo de delegados:

146
PRAXIS Y TERRITORIOS. ESTRATEGIAS DE PREVENCIÓN Y PROMOCIÓN DE SALUD CON TRABAJADORES ...

La experiencia acumulada desde 1938 a la fecha y los estudios e investi-


gaciones realizados en nuestro país y en el exterior sobre el trabajo en los
subterráneos, demuestran la necesidad de establecer un horario máximo de
permanencia de los trabajadores en el puesto o lugar de trabajo. Ya en 1945
se había limitado el tiempo de desempeño de tareas a bajo nivel y al año
siguiente, por el Decreto 10667/46, se estableció la jornada de seis horas
diarias y treinta y seis semanales como máximo.

Cronología

Año 1938: Se agrupan las líneas de Transporte Subterráneo de la Capital


Federal. Se establece un régimen de trabajo de ocho horas diarias y cuarenta y
ocho horas semanales como máximo.
Año 1945: Para el personal de tráfico, se fija una jornada de siete horas
diarias y cuarenta y dos horas semanales como máximo. Se trata del Decreto al
que se refiere la Asociación Sindical en el C.C.T. para sostener que la jornada
de trabajo, en la actualidad, con Metrovías, es de 7 horas diarias.
Año 1946: Se califican los trabajos “bajo nivel” como insalubres y se es-
tablece una jornadas de seis horas diarias y un máximo de treinta y seis horas
semanales. Decreto Nacional n° 10667/46. El Decreto resuelve que los estudios
e investigaciones ordenadas arrojaron como conclusión que las condiciones de
trabajo en el transporte subterráneo son anormales, y si bien le reconoce al
entonces Director Nacional de Salud Pública –quien sostenía que los estudios
eran incompletos– que faltaban comprobar las condiciones físico químicas del
ambiente y el examen de mayor numero de obreros, el Poder Ejecutivo afirma
que ello no es obstáculo para no declarar ya insalubre la tarea por los defectos
que se encuentran comprobados y porque, tratándose de cuestiones que afectan
la salud de los trabajadores, es obligación urgente e ineludible del Estado. Lo
declara por lo tanto Trabajo Insalubre y dispone que la reducción de la jornada
no impondrá en ningún caso disminución de los salarios.
Año 1964: Por medio de Convenio Colectivo de Trabajo n° 51/64 se fija:
1. Para tráfico, un régimen de trabajo de siete horas diarias y cuarenta y
do semanales.
2. Para técnica, ocho horas diarias y máximo de cuarenta y cuatro sema-
nales.
3. Para lugares entendidos como insalubres por el decreto anterior, una
jornada de seis horas diarias y máximo de treinta y seis horas semanales
Año 1967: Se deroga el Decreto Nacional n°10667/46 y se recalifican los
trabajos como salubres; se extiende la jornada reducida de seis horas a siete ho-
ras y máximo de cuarenta y dos semanales.

147
KATTYA PÉREZ CHÁVEZ, MALENA LENTA Y PATRICIA BROUSSON

Año 1973: Se restablecen las condiciones de insalubridad vigentes al año


1946.
Año 1979: Nuevamente se derogan las condiciones de insalubridad esta-
blecidas en 1973 y se establece una jornada de siete horas.
Año 1984: La empresa Subterráneos de Buenos Aires establece la jornada
reducida de seis horas para el personal que desarrolla sus tareas bajo nivel. Se
concede el régimen horario de trabajo insalubre (no las condiciones de insa-
lubridad) porque pese a no haberse realizado los estudios e investigaciones co-
rrespondientes se presumía insalubre. La resolución n° 14/84 lleva la firma del
entonces Presidente de Subterráneos de Buenos Aires, Nicolás Vicente Gallo.
Año 1994: La empresa Metrovías establece la jornada de trabajo de ocho
horas, lo cual retrotrae brutalmente a los trabajadores de subterráneos a con-
diciones desventajosas en materia de Seguridad e Higiene y Salubridad a
1938.
Desde 1938 a 1994 (con Metrovías) en el transporte subterráneo se trabajó
ocho horas durante siete años, siete horas durante quince años y seis horas du-
rante treinta y cuatro años. Sólo se trabajó mas de seis horas en circunstancias
políticas excepcionales como dictaduras y gobiernos de facto.

Primer momento

Es la etapa en que se realizan los encuentros con el cuerpo de delegados del


subterráneo con el objetivo de establecer un espacio de consultoría e interven-
ción en salud, con la modalidad de gestión asociada.
Las primeras y ulteriores consultas consistían en el pedido de reevaluación
de situaciones en las que los trabajadores no habían pasado las pruebas psico-
técnicas implementadas desde el servicio médico, actualmente tercerizado. Es
destacable el dato de que ni el servicio médico contratado por la empresa ni el
del sindicato se plantean el desgaste relacionado con el trabajo, ya sea para la
prevención o para la solución.
Por el contrario, el flujo médico-laboral determina que cada año, los tra-
bajadores del subterráneo se sometan a una serie de pruebas psicofísicas. Esta
vigilancia, realizada desde una pura verticalidad, coloca a cada trabajador o tra-
bajadora en una posición pasiva. Más que eso, ya que del resultado de las prue-
bas, en particular del psicotécnico, dependerá la perspectiva laboral y el puesto
de trabajo. De este modo la situación, además de resultar altamente estresante,
hace recaer sobre cada trabajador/a individual los efectos del desgaste y de las
condiciones insalubres.
Se plantea para los trabajadores un circuito de insalubridad con:

148
PRAXIS Y TERRITORIOS. ESTRATEGIAS DE PREVENCIÓN Y PROMOCIÓN DE SALUD CON TRABAJADORES ...

a) Producción de desgaste y enfermedad a lo largo del tiempo: como ve-


remos, las tareas que se llevan a cabo en el transporte subterráneo son
altamente desgastantes por lo que resulta imprescindible desarrollar
cambios en la relación entre trabajadores y condiciones de trabajo que
contemplen los modos de desgastes particulares.
b) Consecuente reducción de la perspectiva laboral y salarial: En caso
de encontrarse problemas de salud puede ocurrir que no se admita el
ascenso o la continuidad del trabajador o trabajadora en el puesto ac-
tual. Tal como se plantea, es una manera de limitar las perspectivas de
progreso y no una reinserción cualificada.
c) La probabilidad de que los psicotécnicos ‘den mal’ aumenta injustifi-
cadamente el nivel de estrés en los empleados:
d) El desgaste laboral no se previene desde las condiciones de trabajo. Como
ya fue señalado, la constatación de patrones de desgaste es desestimada
en la perspectiva hegemónica de la rentabilidad a cualquier precio.
Comenzamos a esbozar una co-construcción del problema, la propuesta
metodológica y los objetivos de la evaluación.

Segundo momento

Convinimos la realización de cuatro encuentros y los instrumentos a apli-


car en cada uno de ellos, con una modalidad de talleres.
a) Inventario de Burnout: Es la escala surgida de la manifestación de un
conjunto de evidencias clínicas en aquellas personas que se desenvuel-
ven en actividades que requieren el trato con otras personas y princi-
palmente en tareas o profesiones de ayuda. Realizamos una adaptación
para el caso de servicios.
El síndrome de Bournout, según la definición elaborada en 1995 por Maca-
rena Martínez y Patricia Guerra (1997) es:
La resultante de un estado prolongado Stréss Laboral que afecta a personas
cuya profesión implica una relación con otros, en la cual la ayuda y el apoyo
ante los problemas del otro es el eje central del trabajo. Este síndrome abarca
principalmente síntomas de Agotamiento emocional –también cansancio
emocional (CE), la Despersonalización (DP) y Sensación de reducido logro
o realización personal (RP), y se acompaña de aspectos tales como trastor-
nos físicos, conductuales, y problemas de relación interpersonal. Además de
estos aspectos individuales este Síndrome se asocia a elementos laborales y
organizacionales tales como la presencia de fuentes de tensión en el trabajo
e insatisfacción laboral.

149
KATTYA PÉREZ CHÁVEZ, MALENA LENTA Y PATRICIA BROUSSON

El cuestionario que utilizamos agrega a la escala de síndrome de bournout


MBI –de Maslach– una serie de preguntas complementarias, que abordan tópi-
cos de percepción de cambios en la salud, orden de problemas y propuestas de
solución.
b) Mapa de riesgo: Por medio de esta técnica se busca identificar los puntos
críticos del ambiente físico y las influencias registradas en relación con el males-
tar tanto corporal como psíquico y mental, teniendo como punto de anclaje la
experiencia y el saber obrero, en la medida en que “la experiencia del trabajador
confrontada en la experiencia colectiva del grupo homogéneo adquiere otro
carácter; es decir, transforma al portador de ella toda vez que descubre el carác-
ter colectivo de aquello que aparecía como individual.” (Asa Cristina Laurell,
Mariano Noriega, Oliva López, Víctor Ríos: 1990).
Desde la perspectiva de la promoción y prevención de la salud, la participa-
ción de los propios actores involucrados es fundamental para construir acciones
salutíferas. La producción del mapa se realizó según tipo de tarea, desagregando
los tópicos inicialmente de acuerdo con tres ítems: fuente de riesgo, modo de
afectación y vías de resolución. La técnica consistió en la formación de subgru-
pos y luego se debatieron los núcleos de controversia. De esta manera se obtuvo
información para conocer cuáles eran los factores percibidos como riesgosos pro-
venientes tanto del medio ambiente como de las propias condiciones de trabajo.
Vale destacar que el proceso investigativo se realizó en los propios espacios de des-
canso y trabajo y la vivencia in situ –aunque parcial por parte del equipo de inves-
tigación– del ambiente de trabajo. Es importante destacar la actitud responsable y
comprometida de los participantes con el proceso de evaluación, por y a pesar de
las dificultades de espacio, del cansancio, de los horarios y de los prejuicios.
c) Técnicas iluminativas: Éstas posibilitan arribar a niveles más expresivos
y subjetivos que den complemento al acercamiento esencialmente racional y
cognitivo logrado mediante el mapa de riesgo. La combinación de técnicas grá-
ficas y reflexividad en el tratamiento del lugar de trabajo integra a éste en una
geografía del poder y de las relaciones. Salen a la luz indicios sobre los regímenes
normativos y la ética relacional que operan en la cotidianeidad laboral.
Se trata de que los trabajadores logren apropiarse de lo real, objetivando lo
subjetivo (Esther Giraudo, 2001). En este taller los y las participantes selecciona-
ron espacios laborales de mayor carga física, psíquica y mental, y de bienestar. La
propuesta era dibujarlos incluyéndose en ellos. Explicitados luego los dibujos, la
reflexión grupal se centró en las estrategias de defensa llevadas a cabo de manera
individual y colectiva.
d) Producción de FODA: Este dispositivo de evaluación releva las forta-
lezas, las oportunidades, las debilidades y las amenazas experimentadas colecti-
vamente. Desde allí que el taller consistió en una recuperación de los avances
realizados en los encuentros anteriores, y procuró una reconstrucción situacio-
nal a partir de los escenarios reales y posibles.

150
PRAXIS Y TERRITORIOS. ESTRATEGIAS DE PREVENCIÓN Y PROMOCIÓN DE SALUD CON TRABAJADORES ...

Tercer momento

Consistió en la devolución y confrontación de resultados, así como la in-


tegración de los pasos realizados en los encuentros anteriores. Al finalizar los
talleres convinimos en la elaboración de un material que pudiera distribuirse
entre los trabajadores. A tales efectos confeccionamos un boletín.

5. Resultados

5.1. Síndrome de Burnout

Los valores superiores a 2,50 son indicadores de Síndrome de Bournout; en


general los resultados de la aplicación del inventario indican altos valores en
los tres ítems. El puntaje obtenido en cansancio emocional fue 3,30, en desper-
sonalización fue 3,25, mientras que 3, 80 en realización personal. Los resultados
obtenidos muestran perfiles diferentes según el tipo de tarea y se presentaron
variaciones de acuerdo con el género y el tiempo de exposición.
Desagregando los resultados según las categorías de género y tarea, como
puede observarse en el cuadro 1 (boletería según género) tanto para varones
como para mujeres, los valores son altos en las tres categorías de cansancio emo-
cional, despersonalización y reducido logro personal; en este último las mujeres
que trabajan en boletería registran un puntaje de 3,5 respecto del reducido logro
personal mientras que los hombres, en la misma tarea, registran 2,9 puntos. Esto
podría indicar que es allí, en la percepción de logro, donde se expresa el mayor
sufrimiento de las mujeres según lo que manifestaron, ante los obstáculos para
poder responder satisfactoriamente a las demandas de los usuarios.

151
KATTYA PÉREZ CHÁVEZ, MALENA LENTA Y PATRICIA BROUSSON

1. Boletería (desagregado por género)

En el gráfico 2 y 3 de tráfico, que incluye a los conductores, conductoras y


guardas, también son altos los puntajes en los tres ítems. Asimismo, en este caso
es más pronunciado el correspondiente al reducido logro personal (4,1 puntos),
y sigue teniendo mayores valores entre las mujeres. Probablemente el hecho
de que estas tareas requieran gran responsabilidad, incida en este punto como
una pura exigencia. Así lo explicaba un trabajador al momento de completar el
cuestionario: “Yo estoy solo manejando... mezclo todo. Un día se me paró el tren
y en el túnel estábamos nosotros solos con los problemas. Los cargos jerárquicos
opinan mucho sobre qué deberíamos haber hecho pero ellos no saben nada de
nuestro trabajo”.

2. Tráfico

152
PRAXIS Y TERRITORIOS. ESTRATEGIAS DE PREVENCIÓN Y PROMOCIÓN DE SALUD CON TRABAJADORES ...

3. Tráfico - Bournout (desagregado por género)

5.2. Percepción de cambios en la salud

La vivencia de enfermedad y malestar conlleva un plus de carga relaciona-


do con las consecuencias que le acarrean al trabajador o trabajadora en el traba-
jo cuando disminuye su rendimiento en la empresa. Se pierde de vista frecuen-
temente que el desgaste es inherente al proceso de trabajo y sus condiciones de
habitabilidad. El ítem que indaga sobre los cambios de salud operados durante
el tiempo de trabajo favorece la historización del desgaste y permite elucidar la
reproducción de supuestos heterónomos.
Entre los efectos de desgaste y los cambios en la salud más importantes, se
destacan la disminución de capacidades auditivas y visuales y problemas relacio-
nados con las regulaciones psicofisiológicas.
Haciendo una lectura transversal se observa que el sufrimiento psíquico y
mental da lugar a síntomas de irritabilidad, psicosomáticos y vinculares, vividos
con una fuerte carga de estigmatización y temor a la pérdida del trabajo; estos cons-
tituyen el cuarenta y uno por ciento de las respuestas de los trabajadores (n=61).
Sin embargo, son diferentes las problemáticas registradas de acuerdo con
la tarea. En el caso de tráfico, “Cansancio - estrés - angustia” es la problemática
más señalada (quince por ciento), cargas psíquicas y mentales probablemente
también ligadas a la gran responsabilidad que implica la tarea y la sobreexigen-
cia con que es vivida. El desgaste físico se produjo en los problemas de “Obe-
sidad”, “Auditivos” y “Cervicales” con un catorce por ciento cada una; estos
valores probablemente combinen efectos atribuibles al tipo de tarea sedentaria
y al ambiente altamente contaminado por el ruido.
En boletería, la problemática más señalada es “Irritabilidad - enojo - ner-
viosismo” (treinta y tres por ciento). Aquí recae fuertemente la tensión resul-

153
KATTYA PÉREZ CHÁVEZ, MALENA LENTA Y PATRICIA BROUSSON

tante del trato continuo con los usuarios y la presión de resolver dificultades
sin los recursos apropiados. Por ello, también “Cansancio - estrés - angustia”
y “Poca tolerancia a los otros” reciben un alto puntaje (trece por ciento cada
una). “Es mucha gente la que pasa por el subte y no todos los días uno viene
predispuesto. Un día todo bien y otro día viniste de mal humor, todo mal.” dice
uno de los boleteros al completar el cuestionario.
El puntaje que obtiene “Ritmo biológico” (trece por ciento) habla de la
sujeción de los ritmos biológicos al puesto de trabajo organizado sin tener en
cuenta al trabajador o trabajadora. Más aun, en este sector es en el que más se
impusieron las formas flexibilizadas de contratación, incluso la venta de boletos
en kioscos licitados se enmarca en una reestructuración que tiende a la inten-
sificación de los ritmos de trabajo. “La discriminación es tan grande que hasta
tenemos uniformes distintos, no tenemos relevos ni para ir al baño, en algunas
estaciones. Los que aceptan la flexibilización (vender caramelos, sobres de Su-
sana Giménez), se les da otra ropa” señala uno de los boleteros.

4. Tráfico 5. Boletería

La poca incidencia de los trabajadores sobre las condiciones específicas de


trabajo y del puesto para una mejor salud laboral es una constante en los relatos.
Las preguntas destinadas a explorar cuáles serían las estrategias para el logro de
cambios o mejoras, tanto a través de la encuesta como las expresiones vertidas
en el grupo focal apuntan en orden de importancia al aumento de personal, a la
constitución de espacios de reflexión, a la participación y el control de los tra-
bajadores en la gestión de la empresa así como la denuncia de las irregularidades
y el aumento en la remuneración. Cuadros 6 y 7.

154
PRAXIS Y TERRITORIOS. ESTRATEGIAS DE PREVENCIÓN Y PROMOCIÓN DE SALUD CON TRABAJADORES ...

6. Boletería

7. Tráfico

5. 3. Propuestas de solución

De la exploración respecto de las estrategias para cambiar estas problemá-


ticas, tanto a través de las encuestas como del grupo focal, en orden de impor-
tancia, el aumento de personal, la conformación de espacios de reflexión, la
participación y el control de los trabajadores sobre la gestión de la empresa así
como el denunciar irregularidades, se constituyeron en las más importantes para
generar cambios.

5.4. Cargas físicas, psíquicas y mentales

Los trabajadores que participaron de este monitoreo están en conocimien-


to de los deterioros en el ambiente físico de trabajo, que existen en el entorno

155
KATTYA PÉREZ CHÁVEZ, MALENA LENTA Y PATRICIA BROUSSON

en el que realizan su tarea. Y si bien existe ese reconocimiento de la objetivi-


dad, los malestares o enfermedades que viven, aun aquellas consideradas como
efecto de las condiciones del trabajo se toman muchas veces como una conse-
cuencia inevitable. Por ello, el objetivo de este taller es identificar la geografía,
la relación espacio-poder, en la producción de los riesgos laborales al hacer
explícitas las representaciones confrontadas con el saber mediante la reflexión
grupal y, en un segundo momento trabajar en las propuestas alternativas para
mejorar las condiciones laborales. Imaginar otros escenarios de trabajo activa
condiciones de autonomía y control de gestión con miras a lograr mayores
parcelas de salud colectiva.
En la primera etapa los trabajadores se dividieron en distintos grupos según
su tarea (tráfico y boletería), discutieron, analizaron y confeccionaron de mane-
ra global, una lista de las condiciones laborales que consideraron riesgosas y las
razones en que se basaban. La producción de información allí obtenida fue luego
fue codificada de acuerdo con la fuente de riesgos: ambiente físico, malestares y
riesgos psíquicos y mentales, tanto para boletería como para tráfico.
En cuanto a los riesgos físicos por ejemplo, ambos sectores destacaron como
los más problemáticos:
El nivel de ruido proveniente del ambiente: “la Empresa nos da tapones
para el ruido pero no sirven.”
La iluminación: “en los andenes hay demasiada luz y encandila.”
La ventilación: “no hay corriente de aire para que renueve la atmósfera.”
La falta de elementos de trabajo.
La peligrosidad: “las condiciones en que se encuentran los trenes y las vías
no son las óptimas para transportar con seguridad a la/los pasajeros y para nues-
tra propia seguridad física y mental.” (dibujo 2)
La higiene: “trabajamos entre cucarachas.”
La infraestructura: “el vestuario de mujeres está incompleto”; “la boletería
tiene poco espacio”.
Puede agregarse que las quejas sobre la infraestructura pasaron por la falta
o la escasa comodidad de los espacios de descanso.
Con respecto a los malestares, fueron apareciendo distintas imágenes del
desgaste debido al efecto del tiempo en la misma tarea realizada. Por ejemplo,
un boletero manifestaba que “seis años en boletería y se me gastaron las cuerdas
vocales, tuve que hacer foniatría”, “los que estamos for fai somos los guardas, nos
cambia el ritmo biológico”. Uno de los signos que más se destacó fue la disminu-
ción visual y los problemas auditivos.
El problema del ambiente físico agobiante engloba a los puestos de trabajo,
a los espacios de descanso y a los baños. Y aquí también en la aparición de con-
flictos interpersonales esta dimensión se perdía de vista. Expresiones como “es
tierra de nadie” o “habría que poner carteles que digan sea limpio...” muestran

156
PRAXIS Y TERRITORIOS. ESTRATEGIAS DE PREVENCIÓN Y PROMOCIÓN DE SALUD CON TRABAJADORES ...

cómo las diferencias en el uso de los espacios se traducía en juicios sobre las con-
ductas adecuadas y no los estilos de vida de unos, unas y otros en la convivencia
cotidiana; también como dificultades en la comunicación, en ser escuchado/a
por el otro, tanto como los modos de comunicación y de relación entre los gé-
neros, entre los diferentes segmentos generacionales y diferencias particulares.
El uso de los graffitti tiene en esto cierta importancia.
Entre los riesgos psíquicos y mentales respecto de la tarea y del puesto
aparecen los conflictos con los otros, tanto con los compañeros como con los
usuarios y se expresan generalmente en la poca tolerancia hacia los demás, la
irritabilidad, el agotamiento, ya sea durante la jornada laboral o al momento de
salir del trabajo (dibujo 1).
Junto con la propuesta de soluciones los trabajadores/as destacan que hay

Dibujo1 Dibujo2

una falla en la organización del trabajo, la negativa a invertir y la falta de escu-


cha por parte de la empresa de la voz de los trabajadores “deberían escuchar más
a los trabajadores”.

5.5. Cierre

La técnica de FODA (fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas)


explora los procesos protectores, limitantes, resilientes y de empoderamiento.
Permitió articular prospectivamente lo que ya se había trabajado. Entre los nú-

157
KATTYA PÉREZ CHÁVEZ, MALENA LENTA Y PATRICIA BROUSSON

cleos a destacar se plantearon los problemas para la participación y las políticas


divisionistas, así como también, en lo positivo, el rescate de la historia y carac-
terísticas particulares del colectivo de trabajadores.

6. Discusión

El proceso de trabajo y sus condiciones obedecen a una lógica del capital


y de relaciones de poder que, en contextos sociopolíticos concretos, devienen
en pérdida de conquistas laborales, de centralidad de los trabajadores y de los
derechos sociales y de ciudadanía con impactos de desubjetivación, alienación
y heteronomía. En una perspectiva crítica la evaluación de salud en el trabajo
desafía los condicionamientos teóricos y ético-políticos de las prácticas geren-
ciales en salud mental.
Los resultados obtenidos muestran diferencias de perfil según el tipo de ta-
rea y presentan variaciones de acuerdo con género y tiempo de exposición. Co-
rresponde resaltar la observación de condiciones riesgosas y peligrosas medio-
ambientales y físicas en procesos claves como la iluminación, los ruidos, las
temperaturas y la falta de ventilación. Los trabajadores denuncian los peligros
vinculados al estado de las vías y las condiciones de infraestructura. Entre los
efectos de desgaste se destacan la disminución auditiva y visual y problemas de
regulación fisiológica.
El sufrimiento psíquico y mental registra síntomas de irritabilidad fenóme-
nos psicosomáticos y problemas vinculares.
Las ideologías defensivas tienen una doble función: favorecen la adapta-
ción pero también son encubridoras y dificultan los cambios. En este caso, re-
producen el modelo psicopatológico dominante que identifica el sufrimiento
psíquico con la locura, y de este modo, el padecimiento se asocia con una fuerte
carga de estigma. Se vulnera de este modo el supuesto del derecho a la salud
que es también la tolerancia a la posibilidad de enfermar sin que esto justifique
perder el trabajo.
Espacios de reflexión, participación y control de los trabajadores en la ges-
tión de la empresa así como la denuncia de las irregularidades se constituyeron
en las propuestas más importantes para generar cambios.
La defensa del derecho a la salud en el trabajo forma parte de los derechos
humanos y sociales y comprende a su vez, el acceso al cuidado en la enferme-
dad, a una atención adecuada y a condiciones para la recuperación sin riesgo de
despido ni discriminación.

158
PRAXIS Y TERRITORIOS. ESTRATEGIAS DE PREVENCIÓN Y PROMOCIÓN DE SALUD CON TRABAJADORES ...

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159
III.4. El trabajo bancario en contextos críticos:
un estudio de caso∗
por Graciela Zaldúa, María Marcela Bottinelli,
María Pía Pawlowicz, Mariela Nabergoi

Introducción

En las últimas décadas, el trabajo se ha visto modificado por profundos


cambios: innovaciones tecnológicas, transformaciones organizacionales, flexibi-
lización y nuevos patrones de productividad y de gestión de la fuerza de trabajo.
Los procesos de disminución de trabajadores ocupados y la heterogeneización
del mercado laboral se manifiestan en diversas modalidades de trabajo: parcial,
precario, tercerizado, subcontratado, vinculado a la economía informal, al sec-
tor de servicios, etc. En nuestro escenario laboral apareen hoy figuras nuevas
y se resignifican otras ya conocidas como desocupación, subocupación activa,
des-ocupación, pluriempleo, sobreocupación activa, “metiers renversés” y el fe-
nómeno de los “desocupados con diploma”, etc.
El contexto de trabajo bancario está caracterizado por cambios en relación
con la titularidad, ya que muestra un ascenso de la privatización de los bancos
públicos y su participación decreciente. En 1970, las entidades públicas con-
centraban los dos tercios de los activos bancarios totales y antes de la caída de
la convertibilidad, en el 2001, conservaban menos de un tercio. Por otra parte,
las lógicas impuestas por los avances tecnológicos y las formas de contratación
flexible tienden a transformar el trabajo tradicional bancario, expropiando el
savoir faire y las marcas identitarias de los trabajadores del sector. El aumento del
empleo dentro del área en los noventa, por la expansión de las entidades finan-
cieras, se realiza en base a la precarización de los contratos y la flexibilización de
los puestos en términos de polivalencia y multifuncionalidad. La relación entre
“lo que soy” y “lo que hago” se transforma en términos de mayor sufrimiento
para el trabajador, que pierde el reconocimiento social y subjetivo. La calidad y
cantidad del trabajo se modifica y afecta y cuestiona su “saber hacer”.

*. Trabajo publicado en las Memorias de las XII Jornadas de Investigación y Primer Encuentro de
Investigadores en Psicología del MERCOSUR. Avances, nuevos desarrolos e integración regional.
4 al 6 de Agosto de 2005, Buenos Aires, Tomo II, Año 2005, págs. 156-158. Una versión ampliada
se publicó bajo el título “El desgaste laboral en los trabajadores bancarios de la Ciudad de Buenos
Aires” en R. Gil-Monte y B. Moreno (coord.). El síndrome de quemarse por el trabajo (burnout):
Grupos profesionales en riesgo, Madrid, Pirámide, 2007, págs. 203-218.

161
GRACIELA ZALDÚA, MARÍA MARCELA BOTTINELLI, MARÍA PÍA PAWLOWICZ, MARIELA NABERGOI

La crisis financiera de 2001, por el colapso de la convertibilidad moneta-


ria, el endeudamiento externo e interno y la fuga de capitales, alcanzó en los
escenarios de la banca pública y la privada tensiones extremas, en particular
por la no devolución de los depósitos. El llamado “corralito” afectó a miles
de ahorristas que acudieron a reclamar indignados y fueron los trabajadores
bancarios, en particular los cajeros, que afrontaron la promesa no cumplida
de resguardar sus activos. La “pesilicuación” o pesificación impuesta de los
depósitos en moneda extranjera por el Decreto 214/02, fue vivenciada como
confiscación lo que produjo situaciones de violencia sobre los cajeros que no
entregaban los depósitos y las casas matrices de los bancos fueron sitiadas por
los ahorristas con sus permanentes cacerolazos. Los trabajadores bancarios, aun
sin ser responsables de la situación, debieron afrontar las demandas y las situa-
ciones desbordantes por su dramatismo, con alto impacto traumático. En este
contexto complejo, las jornadas de trabajo fueron extenuantes, sin límites de
horarios y sin reconocimiento monetario. Los episodios de crisis psicológicas
y afecciones psicosomáticas aumentaron su incidencia y en algunos bancos
se contrataron servicios de apoyo y contención psicológica y psiquiátrica. La
medicalización del proceso se naturalizó, con la oferta de psicofármacos desde
estos servicios coyunturales.

El síndrome de quemarse por el trabajo (burnout) de los traba-


jadores bancarios

La propuesta, desde la psicodinámica del trabajo, como un espacio de en-


cuentro entre trabajadores/as de los bancos públicos y privados e investigadores
partió del supuesto de la presencia del Síndrome de Burnout.
Con respecto al Síndrome de Burnout existe consenso en considerar que
aparece en el individuo como una respuesta al estrés laboral crónico y que con-
siste en una experiencia subjetiva interna que agrupa sentimientos, actitudes y
comportamientos que tienen un cariz negativo para el sujeto dado que implican
alteraciones, problemas y disfunciones psicofisiológicas con consecuencias no-
civas para la persona y para la organización (Gil-Monte y Peiró, 1997). Ambos
autores sostienen que el proceso de desarrollo del Síndrome de quemarse por el
trabajo se inicia con la aparición de bajos sentimientos de realización personal
en el trabajo y paralelamente altos sentimientos de agotamiento emocional.
Las actitudes de despersonalización que siguen a esos sentimientos se conside-
ran una estrategia de afrontamiento desarrollada por los profesionales ante la
experiencia crónica de baja realización personal en el trabajo y agotamiento
emocional.

162
EL TRABAJO BANCARIO EN CONTEXTOS CRÍTICOS: UN ESTUDIO DE CASO

En relación con los trabajadores bancarios se evidencian como fuentes de


desgaste laboral el clima organizacional, la inestabilidad, los conflictos con los
clientes, la sobrecarga y la responsabilidad ante los fallos.

Aspectos metodológicos

Desde la perspectiva de la Psicología social comunitaria y la Epidemiología


crítica desarrollamos investigaciones participativas con diferentes colectivos de
trabajo. Nuestra posición epistemológico-metodológica considera a la comple-
jidad del trabajo y las afectaciones en el modo de vida y subjetividades, tanto
en sus aspectos destructivos como en los aspectos protectores. Por otra parte, el
acto epidemiológico no se agota en la identificación de variables, en la observa-
ción de fenómenos empíricos o en la enumeración de factores de riesgo.
Desde la Epidemiología crítica nos proponemos: 1) develar los mecanismos
alienantes y desubjetivantes que inciden en el bienestar individual y colectivo,
2) propiciar la autonomía, la creatividad y el empoderamiento de los traba-
jadores. Adquiere centralidad la participación activa de los trabajadores a fin
de co-construir un saber acerca del impacto del desgaste laboral y co-construir
propuestas propiciadoras del bienestar y de la salud. Los niveles instrumentales
están articulados con dispositivos de producción grupal a través de una modali-
dad de gestión asociada con trabajadores del sector.
El objetivo general del estudio es identificar la presencia del síndrome de
Burnout y las modalidades de afrontamiento en trabajadores bancarios de la
Ciudad de Buenos Aires. La metodología utilizada triangula un cuestionario
sociodemográfico y laboral, el inventario de Burnout (MBI) de Maslach y Jack-
son, (1997), entrevistas en profundidad, grupos focales, observaciones y disposi-
tivos de reflexión sobre la tarea. El inventario se ha tomado con una ampliación
que indaga causas de malestar laboral y propuestas de solución y se ha aplicado
a con diferentes sectores/trabajadores.
La recolección de datos fue realizada entre los meses de mayo y octubre de
2004.
La muestra está conformada por N=100 trabajadores bancarios de la Ciu-
dad de Buenos Aires con más de cinco años de antigüedad de cuatro bancos,
entre veinticinco y sesenta y cinco años. El cincuenta y cuatro por ciento de
ellos son varones y el cuarenta y seis por ciento mujeres. Los empleados de la
Banca pública constituyen el setenta por ciento. La muestra presenta caracterís-
ticas consideradas como factores protectores frente al estrés laboral tales como
el presentar empleos estables –no contratados– (noventa y nueve por ciento) y
estar en pareja (setenta y cinco por ciento). Tres cuartas partes de ellos convi-
ven con algunos o todos sus hijos.

163
GRACIELA ZALDÚA, MARÍA MARCELA BOTTINELLI, MARÍA PÍA PAWLOWICZ, MARIELA NABERGOI

Los datos fueron procesados manual e informáticamente con asistencia de


los software SPSS y Atlas Ti.

Resultados

A. Síndrome de Burnout

La media general de la muestra de trabajadores bancarios estudiados resultó


ser superior a la media española de población general en la categoría de cansancio
emocional e inferior en el caso de la realización personal (Maslach y Jackson, 1997).
El análisis estadístico muestra una diferencia altamente significativa en el Test de
Student para la categoría cansancio emocional, no así para las otras categorías. No
obstante, la división percentilar se desvía y presenta parámetros más altos de es-
trés en nuestra población en dos de las tres categorías del síndrome de Burnout.
El sesenta por ciento de los trabajadores bancarios se encuentra sobre la
media de afectación de estrés en las categorías de cansancio emocional y reali-
zación personal, y casi la mitad de la población estudiada (cuarenta y ocho por
ciento) se encuentra afectada por niveles altos de estrés en dichas categorías.
Respecto de la despersonalización, la población se comporta de manera similar
que en la población española.
Toda la población presenta un corrimiento de la media hacia arriba, lo que
significa un nivel común de estrés alto en esta población.
A pesar de que las condiciones de crisis aguda para esta población se supo-
nen algo lejanas, diciembre de 2001, encontramos un nivel de afectación alto
en la población bancaria: el cuarenta y ocho por ciento respecto del cansancio
emocional y la realización personal y el treinta y dos por ciento respecto de la
despersonalización.
Esto explicaría además que el factor con la significación más alta sea el can-
sancio emocional dado que las situaciones estresoras se mantienen en el tiempo
aunque la crisis aguda haya cesado.

B. Causas de malestar y propuestas de solución

Las situaciones productoras de mayor estrés para los trabajadores están


vinculadas al trato con clientes: maltrato por parte de éstos y la presión por los

164
EL TRABAJO BANCARIO EN CONTEXTOS CRÍTICOS: UN ESTUDIO DE CASO

tiempos de espera. El fenómeno del “corralito” y la retención que los bancos


hicieron de los ahorros de los clientes generaron además de reiteradas marchas
y protestas de agrupaciones de ahorristas, el reclamo y la agresión de los clientes
en general.
El impacto en los trabajadores bancarios del “corralito” fue de tipo trau-
mático. Describen por parte de los clientes: actitudes de maltrato, quejas, in-
satisfacción, prepotencia, etc. Esta situación de “fractura” entre el cliente y el
banco, posiciona al trabajador –en particular a los cajeros– en un escenario no
deseado, como mediador entre las demandas del cliente y la falta de solvencia
del empleador. La conflictiva subjetiva y ética se instala y pone en tensión la
economía yoica. La responsabilidad frente al puesto de trabajo y su preserva-
ción y la culpa por el saber y hacer impuesto como confiscación, demandan
de ideologías defensivas. La desubjetivación robotizada opera como coraza y/o
pantalla ante los montos internos y externos de tensión difícil de metaboli-
zar psíquicamente. La implementación de mecanismos de disociación es fre-
cuente y son asociados a una máscara que separa e invisibiliza al otro como
semejante, ante las circunstancias más adversas del rol laboral. Las situaciones
percibidas como de riesgo profesional son los fallos y la obligación de compen-
sarlos. También la relación con las jefaturas y la relación con la organización
que tienden a promover la rivalidad y competitividad entre los empleados.

Relaciones de género y trabajo

Se han encontrado diferencias significativas en el análisis al interior de la


muestra de este estudio cuando se comparan por sexo los resultados para cada
una de las dimensiones del inventario y en relación con las causas de malestar
laboral y propuestas de solución.
El análisis comparativo por sexo indica que las mujeres sufren más estrés
laboral relativo que los hombres en todas las categorías. Son más los varones
que afirman que les es posible responder satisfactoriamente a la demanda de los
clientes con los recursos que tienen (sesenta y cuatro por ciento versus veintiséis
por ciento de las mujeres). Como en otros estudios se ha descrito, el acceso a los
cargos jerárquicos es mayor entre los varones que ente las mujeres lo que muestra
una inequidad presente también en otros sectores empresariales. El treinta por
ciento de los encuestados tiene un puesto de trabajo jerárquico, de los cuales la
mayoría (setenta por ciento son varones) En cambio, entre los puestos de trabajo
no jerárquicos sólo el cuarenta y dos por ciento están ocupados por varones.
Entre las propuestas de resolución de los problemas laborales las diferen-
cias por sexo se observan en que las mujeres plantean aumento del personal

165
GRACIELA ZALDÚA, MARÍA MARCELA BOTTINELLI, MARÍA PÍA PAWLOWICZ, MARIELA NABERGOI

(cincuenta y seis por ciento versus treinta y cuatro por ciento en los varones)
y “denuncia de las irregularidades” (treinta por ciento versus veinte por ciento
en los varones).
Claramente, el aumento de horas de trabajo y la polivalencia acrecientan
las cargas estresantes, con dificultad de tramitarlas con las estrategias defensivas
disponibles.
La mayoría señala como motivo de sobrecarga laboral el cúmulo de tareas
(cuarenta por ciento), ligada a la falta de organización, al poco personal, a la
falta de tiempo para concluir el trabajo del día, utilizando muchas veces las
palabras “exceso o excesivo” (tareas, trabajo, etc.). Otros motivos incluyen la
capacitación, motivos gremiales o solidarios, por gusto, por costumbre.

Conclusiones y discusión

En el contexto de la crisis, la ansiedad habitual del trabajo bancario se


acrecienta por las exigencias de los clientes, la impotencia frente a la emer-
gencia dramáticas por las promesas incumplidas con los ahorristas y los dilemas
éticos que se confrontan por seguir en el trabajo. Los colectivos de trabajadores
bancarios afectados tienden a fragilizarse y a evidenciar síntomas de desgas-
te laboral: insomnio, irritabilidad, enfermedades psicosomáticas, sufrimiento
mental. Las cargas físicas y psíquicas se acrecientan por el aumento de horas
y la polivalencia que exige recursos para innovar constantemente frente a la
diversidad de tareas. En este clima laboral social de inestabilidad, las estrategias
defensivas disponibles presentan dificultades para ser tramitadas. El hacer y el
reconocimiento de los otros, como retribución simbólica, son puestos en cues-
tión y afectan la confianza y la realización. El desgaste laboral y el quemarse por
el trabajo se instalan.
En relación con los datos aportados por el inventario de Burnout: en can-
sancio emocional como en realización personal más del cincuenta por ciento de la
población se encuentra dentro de lo que se considera parámetros de afectación
alta. La afectación en la realización personal entra en directa relación con los
cambios en el perfil requerido de los puestos de trabajo por las políticas neolibe-
rales de contratación, dado que son trabajadores que presentan un promedio de
dieciséis años en el banco y dieciocho en la actividad bancaria en general. Aun
cuando la gran mayoría de los trabajadores estudiados posee actualmente pues-
tos fijos de trabajo, las expectativas al inicio de la carrera bancaria, como in-
serción laboral socialmente valorada y con perspectivas de ascenso, beneficios,
cobertura social, prestigio, etc. se ven fuertemente trastocados respecto de los
nuevos perfiles de recursos humanos que presentan las instituciones bancarias.

166
EL TRABAJO BANCARIO EN CONTEXTOS CRÍTICOS: UN ESTUDIO DE CASO

Bibliografía

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167
III.5. Salud en el problema de la prostitución femenina∗
por Kattya Pérez Chávez, Cynthia Bruno, Rosana Peirano,
Gabriela Estelle, Alina Piatelli, Vanina Delbene

Introducción

Presentamos resultados de la investigación-acción realizada durante el año


2000 sobre evaluación de problemáticas de salud y posibilidades de implemen-
tar estrategias de reducción de riesgos en mujeres que ejercen la prostitución. La
investigación es parte de líneas de investigación-acción desarrolladas en el mar-
co de la cátedra Psicología Preventiva de la Facultad de Psicología de la UBA,
con grupos poblacionales vulnerabilizados, direccionadas desde el campo de los
derechos humanos, sexuales y reproductivos y orientadas a promover cambios
grupales y subjetivos proactivos en salud.
El énfasis está puesto en investigar la evaluación como instrumento eficaz
para promover agenciamientos colectivos en salud. Consideramos tres sentidos
para su definición:
1. La evaluación participativa en que el punto de vista de las poblaciones
involucradas concierne a la opinión, información y toma de decisio-
nes (Robirosa, M. 1995).
2. La evaluación diagnóstica como guía para la implementación de estra-
tegias (Testa, 1989, Organización Panamericana de Salud, 1994).
3. La evaluación interactiva de resultados, alcances y límites del proyec-
to (Salamanca, 1994).

Antecedentes

La relación entre la pobreza, el desempleo y el problema de la prostitución


femenina puede rastrearse históricamente. Hacia fines del siglo diecinueve, seña-
la Guy (1994), se combinan la importante inmigración de mujeres provenientes
de Europa –que al llegar encontraban precarias condiciones de vivienda y falta

*. El presente trabajo fue presentado en el 28º Congreso Interamericano de Psicología, 29 de Julio


al 03 de Agosto de 2001, Santiago de Chile. Organizado por la Sociedad Interamericana de Psico-
logía.

169
KATTYA PÉREZ CHÁVEZ, CYNTHIA BRUNO, ROSANA PEIRANO, GABRIELA ESTELLE Y OTROS

de trabajo– y el tráfico de mujeres o “red de esclavas blancas”, que junto con la


prostitución de las llamadas “chinas” o locales (Cuadro 3, Anexo 2), propiciaba
el desarrollo de un negocio altamente rentable. De ahí que, desde 1875 en ade-
lante, se sucedieran ordenanzas que promovían el control sanitario –para prote-
ger a las familias de las enfermedades venéreas– y legislaciones que tendieron a
legalizar dicha actividad como trabajo.
Los cambios que se producen en la relación sujeto-trabajo impactan en los
modos de vida tanto de los que trabajan como de aquellos que pierden su em-
pleo o no han podido acceder al mercado laboral; así, por fuera de las activida-
des laborales asalariadas tradicionales se desarrollan y/o extienden otros tipos de
trabajo que denominaremos marginales, los cuales se realizan bajo condiciones
muchas veces de alto riesgo contrastando con su razón de ser, la supervivencia.
Según Salles (1999) al retomar la distinción entre trabajo como deber y como
necesidad que hiciera Offe, el trabajo que se realiza desde la necesidad se inscribe
como actividad ineludible, imperativo cuyo ejercicio produce y reproduce las
condiciones necesarias para la sobrevivencia. Pero al mismo tiempo que consti-
tuyen una noción límite en cuanto a la existencia, las necesidades son también
una construcción histórica, social y cultural y reducir el concepto de necesidad
a un nivel exclusivamente económico constituye una forma de alienación en la
que los medios se convierten en fines.
Para Cristina Laurell (1989), el trabajo mismo tiene que ser entendido
como proceso corporal pero también como expresión concreta de la relación de
explotación a través de su organización y división.
El proceso de salud-enfermedad-atención, como expresión de las condicio-
nes de vida y de trabajo de una sociedad, manifiesta las desigualdades y discri-
minaciones en el seno de la misma. Así lo testimonia la incidencia diferencial
del VIH/Sida que, según los datos aportados por el Programa de Lucha Nacional
contra los Retrovirus del Humano, SIDA y ETS, está aumentando en mujeres:
la razón hombre-mujer pasó de 20 a 1 en 1988, a 3 a 1 en el 2000. Además, la vía
sexual sería la forma de contagio más frecuente (cincuenta por ciento).
Surgen preguntas acerca de la adecuación entre demandas, necesidades,
estrategias y recursos preventivos en salud que contemplen las condiciones ma-
teriales de accesibilidad, imaginarios socioculturales y de género que operan
en los actos preventivos de cuidados del cuerpo, de la salud, por ejemplo en la
utilización y negociación en el uso del preservativo
La extensión de sectores poblacionales que quedan por fuera de la cobertura
en salud en las ciudades de Europa, ha generado nuevas estrategias de atención. Así
surgen en Holanda las políticas de reducción de riesgos y/o daños que estuvieron
inicialmente enfocadas a consumidores de drogas (Baulenas, Borras, Magrí: 1998).
Desde una perspectiva epidemiológica crítica, el problema de la prostitu-
ción femenina, es relevante por ser una de las prácticas que se realizan en los

170
SALUD EN EL PROBLEMA DE LA PROSTITUCIÓN FEMENINA

márgenes de la sociedad y quienes la ejercen quedan frecuentemente excluidas


de los servicios de atención sanitaria y de protección social.

Marco teórico

La perspectiva asumida en este trabajo considera que los riesgos de padecer


enfermedades, en lo individual y colectivo, se inscriben en el proceso de salud-
enfermedad-atención. Se encuentran determinados histórica y socialmente y
son estructurados y estructurantes de sentido (Herzlich, Pierret: 1988).
De ese modo, el lugar de exclusión y negación que las representaciones
sociales confieren a la prostitución tendrá efectos en el registro de los pade-
cimientos. En la construcción de los riesgos operan habitus (Bourdieu: 1990)
disposiciones del cuerpo regidos por principios prácticos de clasificación ló-
gicos y axiológicos, reproductores activos de condicionamientos sociales y,
podríamos agregar, de género. Conviene entonces distinguir la reproducción
activa, social y simbólica del riesgo de la noción reificante de “poblaciones de
riesgo”.
Desde una perspectiva de género y feminista en la investigación, la cual
se aplica a una variedad de fenómenos sociales (Alveson, 2000: 209) la pro-
moción de salud se relaciona particularmente con los derechos reproductivos
y sexuales.
La constitución de la sexualidad femenina supone un proceso complejo
que ocurre a lo largo de la vida. Aunque desprendida del determinismo biologi-
cista se halla moldeada por las normas sociales que establecen patrones rígidos
de diferenciación (Dio-Bleichmar, 1992). Así, el lugar instituido para la mujer
como objeto y cuerpo –de deseo– dificulta el posicionamiento subjetivo desde
donde acceder a la sexualidad en tanto atributo, deseo y/o derecho y dar lugar a
la elaboración de la conflictiva implicada.
En este sentido, una mayor exposición al riesgo junto al silenciar el pade-
cimiento biopsíquico se observa en mujeres prostitutas quienes, según Welldom
(1993) suelen activar mecanismos de disociación y falso self.

El concepto de resiliencia fue construido al comienzo para explicar las di-


ferentes trayectorias entre individuos expuestos a situaciones adversas apa-
rentemente similares. Pero en la búsqueda de los mecanismos y procesos que
sostienen esas diferencias se ha ido encontrando una vez más que los soportes
relacionales, materiales y simbólicos operan posibilitando o no esa capacidad
humana para hacer frente a las adversidades que es la resiliencia. De ahí que

171
KATTYA PÉREZ CHÁVEZ, CYNTHIA BRUNO, ROSANA PEIRANO, GABRIELA ESTELLE Y OTROS

este concepto se incluyera hoy en el enfoque comunitario como nuevo instru-


mento en la obtención de equidad social. (Suárez, 1996).

Según Czeresnia (1999), los conceptos de vulnerabilidad y empoderamien-


to abren los múltiples sentidos que emergen de considerar las diferencias, la
subjetividad y la singularidad en la salud individual y colectiva.
El concepto de empowerment (AA.VV:1994) proviene de la articula-
ción entre el feminismo y la educación popular desarrollado en América la-
tina desde los años setenta, y está referido a que la posibilidad de controlar
los recursos materiales, intelectuales e ideológicos confiere poder para tomar
decisiones.
La participación de las poblaciones y grupos en la evaluación de sus con-
diciones de vida y de salud junto a la construcción de indicadores más sensibles
puede ser una vía importante para apreciar más ajustadamente los cambios que
se operan en la situación de salud (Castellanos, 1991), constituyéndose en una
vía para integrar acciones de disminución de riesgos y promoción de salud co-
lectiva.
La eficacia de las políticas preventivas de reducción de riesgos en UDI’s
para disminuir los daños asociados al consumo, como el VIH, ETS, Hepatitis
C, se logra mediante la distribución pautada de materiales descartables y se-
guimiento sanitario. En este proyecto nos proponemos evaluar la aplicación
exploratoria de esta estrategia, teniendo en cuenta los riesgos específicos y sus
determinantes construidos desde las categorías de representaciones sociales, el
desgaste laboral y la reproducción social y de género, así como también las po-
sibilidades de incrementar los niveles de salud, identificando mecanismos que
operan a nivel de la enfermedad, su diagnóstico y prevención específica, como
los que apuntan a promover salud (Costandriopoulos, 2000).

Metodología

Objetivos generales

• Relevar problemas y situación de salud relacionados con el ejercicio


de la prostitución femenina
• Evaluar la implementación de estrategias de reducción de riesgos en la
promoción de salud.
En este un estudio cualitativo, de investigación- acción. Lo cualitativo
“(...) deriva de la consideración holística, dinámica, interpretativa y contextual

172
SALUD EN EL PROBLEMA DE LA PROSTITUCIÓN FEMENINA

del fenómeno estudiado, orientada hacia el estudio de los procesos involucra-


dos, sin la pretensión de excluir la perspectiva subjetiva”(Montero, 1995). Se
han utilizado, por triangulación, metodologías etnográficas y discursivas para la
recolección de datos y análisis, combinadas con una modalidad cuasi-experi-
mental o de experimento situado en contextos concretos, ex ante-post, y análi-
sis cuantitativos básicos y cualitativos.
La hipótesis en que nos apoyamos es que en la prostitución femenina, des-
de las condiciones de desgaste, las representaciones sociales y la reproducción
social predomina una negación de los malestares y padecimientos que redunda
en el cuidado biopsíquico insuficiente.
La muestra1 intencional de veintiséis casos se compuso por mujeres mayo-
res de edad que desempeñan el oficio de prostitución en calles y departamentos
de Capital Federal, de niveles socio-económicos medio y bajo.

Técnicas

• Observación y registro etnográfico.


• Entrevistas a informantes clave.
• Entrevista semiestructurada.
• Técnica proyectiva HTP para cotejar áreas de conflictos.
• Escala Langner sobre stress. Inventario de veintidós ítems.
• Material para la reducción de riesgos.
• Análisis de discurso: La producción discursiva fue una vía de acceso a
construcciones del mundo social y subjetivo. Tomamos en cuenta sus
niveles cognitivos (Edwards, D. y Potter: 1994), de contenido, semió-
ticos o de las significaciones (Bardim, 1986: 131) y simbólicos (Zizek,
1998).
• Genograma.
• Grilla de evaluación ex post, según:
1. El equipo de materiales, incluido el folleto explicativo, la utiliza-
ción de los materiales, opinión general acerca de los mismos, la
cantidad y la utilización futura.
2. Modificaciones o refuerzos en los conceptos de cuidado o riesgo
con respecto al momento ex ante de la investigación.
3. Efectos registrados por el proceso de investigación-acción.

1. No intenta ser “representativa” sino reflejar los sectores particularizados.

173
KATTYA PÉREZ CHÁVEZ, CYNTHIA BRUNO, ROSANA PEIRANO, GABRIELA ESTELLE Y OTROS

Análisis

Resultados alcanzados
Evaluación ex ante
1) Generalidades

Antiguamente las zonas en que se concentraba la prostitución femenina


eran los alrededores del puerto de la Ciudad de Buenos Aires (La Boca), Tri-
bunales, Montserrat, Constitución, Parque Patricios y las zonas aledañas a los
mataderos de ganado (hoy Mataderos); en el interior del país, las casas de tole-
rancia se ubicaban en Comodoro Rivadavia, Posadas y Rosario.
Los locales que ofrecían mujeres eran llamados casas de tolerancia, lupa-
nares, prostíbulos, quecos, pesebres o tambos; todos se caracterizaban por estar
regenteados por un hombre, el fiolo, rufián o cafisho o una mujer, la madama, que
se ocupaban de los ingresos y de preservar el orden del lugar. A las mujeres que
vivían en los prostíbulos, se las denominaba pupilas ya que no podían salir fuera
de los días establecidos.
En la actualidad, dichas prácticas se desarrollan en departamentos priva-
dos, en locales (cabarets), en la calle. Hay departamentos privados en Centro de
la Capital Federal, Belgrano, Barrio Norte, Tribunales. La prostitución callejera
abarca Flores, Constitución, Once, el cementerio de Recoleta y Centro.
Los departamentos privados son regenteados por el/la dueño/a quien se
queda con un porcentaje importante de la recaudación. Estas mujeres tienen la
obligación de vestir lo que denominan el uniforme: corpiño, bombacha y por-
taligas del mismo color y medias bucaneras. Hay pupilas, y esclavas del teléfono
celular. La calle es vista como un ámbito de menor explotación: “Comencé en
el oficio en la calle porque en el sauna no pagan nada, ganan más los dueños”,
sin embargo en las zonas no parecen faltar los protectores dueños de algún local
de la zona o una mujer mayor que cuida o vigila, a veces las madres de las muje-
res (no hay antecedente para “sus”), según lo que observamos.
Iniciadas en el “oficio” en los últimos diez años en su mayoría (Gráfico
c-Trabajo), los motivos esgrimidos fueron: la pérdida irreversible de un trabajo
anterior, la búsqueda de mayor remuneración y la falta de otra opción (Gráfico
d-Trabajo). El censo hecho en Buenos Aires en 1910 señala el dinero como
motivo principal (Cuadro 4 Anexo 1). Cuando el motivo era la separación,
aparecía también la violencia conyugal, mientras que en 1910, la imposibili-
dad de ingresar al trabajo fabril abarcaba a más del setenta por ciento de las
mujeres que, o carecía de empleo regular o se dedicaba a la costura. (Cuadro 5,
Anexo1).

174
SALUD EN EL PROBLEMA DE LA PROSTITUCIÓN FEMENINA

Entre las ocupaciones anteriores de este estudio predominan los empleos


de baja o ninguna calificación, variedades del trabajo doméstico (Gráfico e-tra-
bajo). M. dice: “Mi ocupación anterior era ama de casa y cama adentro. Cambié
porque me pagaban poco dinero, más allá en Dominicana tenía a los chicos que
mantener”. Se puede cotejar esta afirmación con los gráficos f y g de ingresos y
horas de trabajo por semana.
El desarrollo de esta investigación se producía mientras en el ámbito de
la Ciudad Autónoma se trataba el Código de convivencia que involucraba el
problema de la prostitución callejera. También la presencia de una organización
gremial de meretrices en formación y en menor medida organizaciones religio-
sas incidieron en la viabilidad del proyecto.

2) Salud

La frecuencia enunciada de chequeos ginecológicos (Gráfico a-salud), de


salud general
(Gráficos b, c-salud) y la utilización de profilácticos (gráficos e, f-salud)
son indicadores positivos acerca del lugar que estas prácticas de cuidado tienen
en este grupo. A. Decía “el riesgo es cuando se rompe el preservativo, o alguno
pide sin profiláctico pero nosotras exigimos el uso, que el otro tenga la enfer-
medad...”. Pero también es importante la proporción de mujeres que no utilizan
métodos anticonceptivos (Gráfico g-salud) y la que no utiliza profilácticos con
sus parejas y, en menor medida, la que no los utiliza para todos los servicios
que lo requieren, por motivos de alergias e insensibilidad, Un indicador de alta
exposición al riesgo es el hecho de trabajar durante el ciclo menstrual (Gráfico
d-Salud) pues la sangre es principal vectora de virus, bacterias y demás agentes
infecciosos.
La percepción de stress según el inventario Langner indica que los pade-
cimientos se concentran en los ítems de orden anímico tales como el 2: “tener
períodos en que ya no podía continuar”. Aunque la distribución es más dispersa en
los síntomas somáticos, es curiosa la respuesta en el ítem 18 que pregunta si tiene
preocupaciones que la hagan decaer físicamente
De los relatos obtenidos en entrevistas abiertas o espontáneas surgen histo-
rias de amputaciones y enfermedades ocasionadas por lesiones internas. El “estar
vaciada” o “tener ahí todo delicado” son frases utilizadas para describir esos
altos niveles de afección ginecológica. Al decir de C “la última vez que fui a la
ginecóloga fue hace una semana por un quiste. Estoy yendo una vez por semana
a un particular. Me hice una ecografía porque tuve una hemorragia, además la
semana que viene me voy a hacer un HIV por AMMAR”. El cuerpo disociado
es instrumento y objeto de intervenciones médicas y sujeto al riesgo irreductible

175
KATTYA PÉREZ CHÁVEZ, CYNTHIA BRUNO, ROSANA PEIRANO, GABRIELA ESTELLE Y OTROS

que expresa A cuando dice “consulto al ginecólogo, en el Muñiz o por las chicas
de AMMAR para saber cómo está mi cuerpo porque se rompen los profilác-
ticos”. N. dice: “consulto 0800 mujer, te dan turno en hospitales públicos, yo
pido uno diferente cada vez porque me da vergüenza que se den cuenta de qué
trabajo...una mujer normal no consulta cada tres meses...”
El mecanismo de disociación se observa también en el HTP por ejemplo
a través de las asimetrías entre ambos lados que presentaban los dibujos de la
persona y el árbol.

3) Reproducción social

En la sociedad, la prostitución se asienta en locus de control mediante los


cuales recibe la condena social sin dejar de exhibirse y justificarse su existencia
desde argumentos como el que sería, la profesión más vieja del mundo.
Entre las mujeres de la muestra, como se puede observar, aparece muy mar-
cada la expulsión del mercado laboral femenino junto con la desterritorializa-
ción migratoria y/o familiar.
Provienen en su mayoría de zonas del interior del país y Provincia de Bue-
nos Aires y de otros países, entre ellos, Paraguay, Uruguay y República Domi-
nicana (Gráficos b y c- Condiciones de vida). Más de la mitad de la muestra
no alcanza el nivel secundario de estudios (Gráficos d- condiciones de vida), y
tienen un papel decisivo en el sostenimiento del hogar, aunque en general no
conviven con las familias a las que sostienen, y en muchos casos ese lazo se in-
terrumpió tempranamente (entre diez y diecisiete años aproximadamente). Los
genogramas mostraron nítidamente este rasgo de las historias vitales y constela-
ciones familiares ampliadas y de varios hijos (entre uno y cinco, quienes viven
con otras personas y son por lo general de diferente padre) y hermanos que
quedan sin otro sostén. Así lo describe M: “Le mando a mi familia, mi mamá y
mis dos hijos que están allá. Acá gasto un montón en la habitación. Diez pesos
diarios por el bebé, leche, comida, pañales” y T: “a mis padres, hermanos y a mi
ahijado. Envío a mi niño que vive con los padrinos”.
Pero las características del “trabajo” también se inscriben en dinámicas
vinculares de abandono y vergüenza “En relación con mi familia está todo
podrido, todos separados, uno por cada lado... Los que saben de mi oficio son
mi hermana y una prima, con ellas tengo más confianza. Con mi papá, no le
diría ni loca, se sentiría mal, y mi mamá, hablamos tan poco que ni ella me
pregunta ni yo le digo” C. decía: “no conocen mi oficio salvo las compañeras
de trabajo. Creo que es algo interno, que tiene que saberlo uno. Si conocen
del oficio te miran con otra cara, ya no te tratan como siempre”. O en tono
desafiante dice V: “...mis hermanos no saben, mi marido, sí. Se lo dije, él está

176
SALUD EN EL PROBLEMA DE LA PROSTITUCIÓN FEMENINA

desocupado” y T: “...conocen mi oficio, lo quise así, para que me acepten como


soy, no me gustan las mentiras”. Aquí se evidencia el desplazamiento del hacer
al ser a la manera de habitus (antes apareció escrito así). De ahí que, en los
discursos se pueda apreciar el énfasis puesto en destacar el conflicto ético-
moral enunciado por VV. como: “...lo que más valoro es mi sinceridad, lo que
menos es mi compulsividad” a la vez que a pesar de obtener ingresos superiores
a los otros trabajos que realizaban o realizarían, el tipo de consumo es simple
(gráfico h-trabajo).
Tiempo y espacio aparecen percibidos de manera estática. G. Dice: “no
trabajo los domingos pero hoy vine porque estaba aburrida”, o “siempre estoy
acá” mientras que en la calle ellas caminan y “migran” de un lugar a otro, entre
otras cosas para escapar de la policía.
Un trayecto que puede trazarse es que, iniciándose en “departamentos”
continúan luego en la “calle”. Esta última es descripta como una posibilidad más
independiente o de cuenta propia, pero también suele representar una posibili-
dad de seguir “trabajando” cuando los atractivos físicos declinan.
Entre aspectos generadores de cambio se pueden señalar la interlocución
que algunas de ellas sostuvieron alrededor de la legalización, por ej. T. decía:
“En Uruguay hay hasta jubilación...para salud está AMEPU, te hacen el con-
trol, te dan la libreta que también te salva de la policía”. MM dice: “participo
hace seis años en AMMAR desde que empezó el grupo fundador... nos perseguía
mucho la policía y nos fuimos informando”
Los escenarios alternativos estuvieron referidos a “tener una casa –que
también simboliza a familia– porque nunca tuve” o “que mis hijos tengan lo que
yo no tuve”. “seguir una carrera y cambiar de trabajo”
Quienes realizan un consumo ampliado, utilizan una parte de sus ingresos
para el embellecimiento físico, diversión e información, y entre las más inclina-
das a dejar esa actividad, invierten en dos direcciones: regentear, o salir a través
del estudio de una carrera.
Es importante para nuestra investigación el lugar que tiene la prostitución
en estas mujeres. Percibida como un “servicio”, mientras que para algunas, las
más disconformes, es considerada una actividad degradante, para otras se asocia
al sentirse bellas, identificarse con actrices o modelos. Pero en todos los casos se
lo considera un “trabajo” incompatible con una vida “normal”.

4) Subjetividad

En el HTP resultaron recurrentes los indicios de aislamiento obtenidos a


partir del dibujo de la casa. Su ubicación alejada, con cerco o pequeña en re-
lación con el resto del paisaje; puertas y ventanas cerradas por medio de rayas,

177
KATTYA PÉREZ CHÁVEZ, CYNTHIA BRUNO, ROSANA PEIRANO, GABRIELA ESTELLE Y OTROS

tachaduras o ausencia total de éstas. Árboles de copa compacta sin extensiones


hacia el ambiente, al igual que en el dibujo de los brazos y manos de las personas
o el pelo en forma de casquete, etc. Así lo describe VV: “...a mis compañeras de
trabajo por cordialidad, las saludo, hablo poquito, trabajo sola, me manejo con
el teléfono y camino”. G. dice: “...hay de todo, mucha envidia, pero también
nos ayudamos”. Unidas desde la necesidad –ayuda–, se habla de la hostilidad.
Este aspecto de la afectividad también se observa en las producciones gráficas.
En el estilo de los discursos mediante la utilización de deícticos en segunda
persona, o expresiones como las de N.: “El nombre me lo puso el dueño del
departamento...no me arreglo mucho, tengo que usar uniforme, es por regla-
mento” se elude la responsabilidad subjetiva pasándosela al otro. Ese otro que,
cuando es el cliente se describe como peligroso “los riesgos son muchos, las
enfermedades, los peligros de que venga un hombre y me rompa la cara, hay
mucho hombre drogado.”
Como afirma Benjamín (1996) lo que caracteriza la dominación es la frac-
tura del reconocimiento entre el sí mismo y el otro; entre ellas y los clientes,
diferentes pero igualmente “extraños” a la normalidad. La fantasía aporta un
velo encubridor al oficio como aquel “que te hace tener la autoestima alta...
todos te dicen que sos la mejor, la más linda” (L), o D.: “lo compararía con el de
las vedettes, las artistas, que hacen lo mismo”.
En los dibujos, este predominio de la fantasía apareció marcadamente en el
emplazamiento hacia la parte de superior de la hoja, también en el rayado de los
techos, el tamaño de la copa del árbol y de la cabeza de la persona. También por la
ausencia de la línea del piso que en esa teoría suele indicar dificultades en el criterio
de realidad. Defensa o construcción de los géneros donde la fuente de poder de la
madre reside en el sacrificio, por lo que la protección del objeto materno tiene el
precio de la obediencia y hace que el miedo a la separación y diferencia se convierte
en sumisión

Evaluación ex post

A partir de lograr un detalle de los problemas específicos de salud sexual,


ginecológica y reproductiva de acuerdo con lo manifestado por las entrevistadas
así como asesoramientos en el tema con especialistas, con miembros de la aso-
ciación de meretrices, entre otros, elaboramos un kit de materiales a distribuir
y un folleto en el que se consignaron las direcciones de instituciones públicas
para consultas preventivas o asistencia psicosocial y donde estuvieran reflejadas
las distintas prácticas, “voces” y saberes consultados. De ahí que el mismo fue
elaborado como propuesta dialógica y estética.

178
SALUD EN EL PROBLEMA DE LA PROSTITUCIÓN FEMENINA

Luego de distribuir el material a veinte mujeres de la muestra, confeccio-


namos una grilla de evaluación. Ésta fue respondida por la mitad de las mujeres
que recibieron el material. Utilizaron los elementos “por ser conocidos” y tam-
bién “para probar” los que no conocían como las esponjas en lugar de tampones.
Algunas no utilizaron los materiales para no modificar los métodos ya conoci-
dos o por resultarles innecesarios. En general también leyeron el folleto “por
curiosidad”, “necesidad de información” y “medio para cuidarse”. Acerca de la
cantidad del material suministrado consideraron suficiente los preservativos no
así otros elementos como anticonceptivos, óvulos y esponjas que les resultaron
útiles, necesarios y por lo tanto insuficientes a más largo plazo.
En cuanto al uso futuro, éste estuvo signado por la utilización actual. Los
materiales que utilizan habitualmente no presentaron problemas excepto que
los que distribuimos les parecieron de mejor calidad.
En el ámbito de las prácticas de cuidado resultó un dato nuevo para ellas la
necesidad de extender el uso del profiláctico a otros servicios.
La utilidad de la entrevista y el material les reportó un alivio en los gastos,
acceso a nueva información y materiales nuevos, y cierta reflexividad sobre el
auto cuidado que se manifiesta en enunciados como: “te hace reflexionar so-
bre las cosas que nos pasan o pueden llegar a pasar”; “me enseñó a cuidarme y
además a reflexionar sobre diversos temas sobre mi trabajo”. Desde la alteridad
también surge la posibilidad de alguna diferencia en el espacio social: “es bueno
encontrarse con gente que pueda demostrar que no somos todas lo mismo, que
no somos basura”. O también, críticamente: “me sirvió para cuidarme pero en
realidad tendrían que haber agarrado a chicas más jóvenes que hacen cualquier
cosa”.

Discusión

Existen diferentes enfoques ante el problema de la prostitución entre los


grupos feministas, los organismos internacionales como las Naciones Unidas y
las prácticas al interior de los países, a partir de los cuales es posible identificar
tres núcleos ideológicos.
1. La erradicación de la prostitución a través de medidas punitorias, de
penalización.
2. La condena, como explotación violenta de seres con desventaja social,
racial, etc.
3. La legalización que le otorgaría estatuto de trabajo sexual.
Este estudio puede aportar desde el campo de la subjetividad y la salud
mental a favorecer la viabilidad de estrategias comunitarias transformadoras.

179
KATTYA PÉREZ CHÁVEZ, CYNTHIA BRUNO, ROSANA PEIRANO, GABRIELA ESTELLE Y OTROS

Conclusiones

Ha sido posible determinar un perfil de riesgos, pasibles de disminución e


irreductibles y problemas de salud, así como también modos, situaciones, con-
flictos y argumentos que sostienen en el oficio. También se han podido detectar
indicadores de cambio y resiliencia entre los que se encuentran la disconfor-
midad, los deseos de cambiar de trabajo, y acciones que se dirigen a ese fin. Se
evidencia una mayor conciencia sanitaria en aquellas mujeres que, o participan
de la asociación gremial o provienen de Uruguay donde está legalizada la pros-
titución.
La evolución del VIH/SIDA –que ha ido modificando su perfil y en el país
tiende al aumento en términos relativos de su incidencia en mujeres– requiere
del desarrollo de estrategias preventivas eficaces en donde se dé relevancia a las
condiciones materiales de accesibilidad, a los imaginarios socioculturales, cono-
cimientos y fantasías que rigen los actos en salud, así como a la sustentabilidad
de los proyectos.
La implementación acotada de una estrategia de reducción de riesgos en
este sector de alta exposición al VIH, ETS, Hepatitis C, insinuó un impacto
positivo y proactivo en el grupo de mujeres que participó del estudio.

Gráficos condiciones de salud


a) Frecuencia chequeo ginecológico

b) Lapso última consulta en salud

180
SALUD EN EL PROBLEMA DE LA PROSTITUCIÓN FEMENINA

c) Frecuencia análisis HIV

d) Trabaja en Ciclo Menstrual

Gráficos condiciones de trabajo

a) Entrevista zona

b) Inicio zona

181
KATTYA PÉREZ CHÁVEZ, CYNTHIA BRUNO, ROSANA PEIRANO, GABRIELA ESTELLE Y OTROS

c) Antigüedad

d) Motivos de trabajo

e) Ocupación anterior

Gráficos condiciones de vida

a) Edad

182
SALUD EN EL PROBLEMA DE LA PROSTITUCIÓN FEMENINA

b) Procedencia

c) Residencia

d) Estudios

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185
KATTYA PÉREZ CHÁVEZ, CYNTHIA BRUNO, ROSANA PEIRANO, GABRIELA ESTELLE Y OTROS

Anexo 2

El censo realizado en Buenos Aires en 1910 arrojaba los siguientes datos


sobre prostitución:

1) Edades

Edad %
18 a 25 72
Más de 30 10

2) Alfabetización: 40%

3) Procedencia

Lugar Cantidad
Rusia 253
Francia 226
Uruguay 230
Argentina 160
España 91
Italia 76

4) ¿Qué lleva a la prostitución?

Motivos %
Dinero 63,7
Gusta el trabajo 15
Abandono conyugal o seducción 0,2

186
SALUD EN EL PROBLEMA DE LA PROSTITUCIÓN FEMENINA

5) Empleos anteriores

Empleo %
Sin empleo regular 50
Costureras 10,1
Modistas 10,3

187
CAPÍTULO IV.
INFANCIAS Y ADOLESCENCIAS
IV.1 La mirada de los profesionales sobre los adolescentes.
Representaciones y prácticas en el marco del sistema
de protección integral∗
por Garciela Zaldúa, María Marcela Bottinelli, Paula Gaillard, María Pía Pawlowicz,
Mariquena Gambetta, Roxana Longo y Romina Moschella

Introducción

El objetivo de este artículo es describir las concepciones de los profesionales


sobre los adolescentes en situación de vulnerabilidad social, asistidos en orga-
nizaciones públicas y las pautas de relación que modelan el vínculo y las inter-
venciones profesionales con los usuarios. Asimismo, identificar las relaciones
entre dichas concepciones e intervenciones y algunos puntos propuestos en el
marco del Sistema de Protección Integral de los Derechos de las Niñas, Niños y
Adolescentes (Ley 26.061). El sentido de la Psicología Social Comunitaria y la
Salud Colectiva como instrumento de investigación, planeamiento, monitoreo
y control de la condición de salud, de las acciones y programas, requiere el estu-
dio de las necesidades objetivas y subjetivas, no en sentido abstracto, sino desde
las prácticas sociales a partir del enfoque praxiológico.

Metodología

Como estrategia general, se utiliza el monitoreo estratégico (Breilh,


2003) que está dirigido hacia la promoción, protección y prevención profun-
da, multidimensional e integral, y busca implementar una evaluación crítica
sobre la necesidad social insatisfecha, los logros de la acción popular y los
determinantes y expresiones de salud colectiva. Se triangularon fuentes de
datos primarias y secundarias al trabajar tanto con la ley como con entrevistas
y grupos focales. Las muestras que consideramos en este trabajo son intencio-
nales y están compuestas por profesionales que trabajan cotidianamente con
adolescentes tanto en instituciones del ámbito jurídico como del sanitario de
la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

*. Este trabajo fue presentado y publicado en las Memorias de las XIV Jornadas de Investigación en
Psicología, Tomo II, Facultad de Psicología-UBA, 2007 págs. 311-313.

191
GARCIELA ZALDÚA, MARÍA MARCELA BOTTINELLI, PAULA GAILLARD, MARÍA PÍA PAWLOWICZ Y OTROS

¿Qué es la adolescencia?

Consideramos la adolescencia como un modo de transitar entre la infancia


y la adultez, caracterizado por afirmaciones, destituciones y múltiples experien-
cias transferenciales con el otro, identificatorias y proyectivas que permitirán
o no posicionarse consigo y el mundo externo. Las condiciones materiales y
simbólicas de “andar la vida” nos advierten de los diferentes modos de transitar
las adolescencias, de acuerdo con el género, con la inserción social o con las
pertenencias culturales; es decir, adolescencias diversas, múltiples. Las trans-
formaciones corporales no pueden eludir las transformaciones psíquicas y sus
relaciones con el lazo social. En este sentido, nos alejamos de las posiciones
evolutivas sustancialistas y enfocamos la producción social de subjetividad en
relación con la cotidianeidad y con las prácticas discursivas que los sitúan en un
campo sociohistórico.
La referencia a la familia tradicional burguesa es hoy impensable y sin em-
bargo sigue pregnante en algunos encuadres profesionales. La presencia de otras
modalidades como familias monoparentales, ensambladas, homosexuales, etc.,
junto con las situaciones de vulnerabilidad psicosocial, muestra una diversidad
y replantea diferentes ámbitos de socialización adolescente. Los lazos afectivos
y transferenciales a menudo no se dan en la transmisión intergeneracional, con
adultos con poca disponibilidad por razones socioeconómicas o culturales, sino
a partir de grupos de pares o en la búsqueda ideal de consumidor, para muchos
cuasi imposible. Complejidades marcadas por las incertidumbres, exigencias su-
peryoicas, modelos identificatorios en un marco de crisis y transformaciones de
valores y expectativas que pueden generar posibilidades o imposibilidades del
devenir identificatorio.

Los dispositivos jurídicos

Hasta la aparición de la CIDN, a la existencia material de dos tipos de


infancia (niños y los menores para decirlo sintéticamente con un lenguaje que
es hoy de fácil y rápida comprensión), correspondía la existencia de dos tipos
de derecho. El derecho de familia para los “niños” (aquellos con sus necesidades
básicas satisfechas) y el derecho de menores para los “otros”, “los menores”. La
ley cumplía así la función de reforzar y legitimar las diferencias sociales (García
Méndez, 2007:479).
Para el autor, la Ley 26.061, al asumir el espíritu y la letra de la CIDN,
rompe este dualismo y propone una idea universal de infancia y adolescencia.

192
LA MIRADA DE LOS PROFESIONALES SOBRE LOS ADOLESCENTES. REPRESENTACIONES Y PRÁCTICAS...

Además, la Ley de Protección Integral propone que “Los derechos y garantías de


los sujetos de esta ley son de orden público, irrenunciables, interdependientes,
indivisibles e intransigibles” (artículo 2).
Sin embargo, como ocurre habitualmente, la sanción de la nueva normati-
va nacional no ha sido acompañada de manera automática por cambios sustan-
ciales en las prácticas sociales (jurídica, educativas, en salud, otras).
Las concepciones y prácticas de carácter tutelar siguen vigentes y se expre-
san en intervenciones concretas. En esta presentación, entonces, vinculamos
algunos de los artículos de la ley citada, con el análisis de los datos recolectados
en el trabajo de campo en instituciones públicas estatales de los ámbitos sani-
tario y jurídico.
El carácter de los derechos y garantías propuestos en la ley requiere del invo-
lucramiento y la articulación de distintos órdenes y actores sociales. Tomaremos
como punto de partida los actores que el texto de la ley propone como partícipes
y/o responsables en el cumplimiento de los derechos de niños/as y adolescentes
–el Estado, la comunidad y la familia–, y lo relacionaremos con las concepciones
y prácticas profesionales recogidas a partir del trabajo de campo.

Rol del estado

Artículo 5 Responsabilidad gubernamental: Los organismos del Estado tie-


nen la responsabilidad indelegable de establecer, controlar y garantizar el cum-
plimiento de las políticas públicas con carácter federal.
En las instituciones de ambos ámbitos, son pocos los entrevistados que
adjudican de manera explícita responsabilidad a este actor. Mayoritariamente
lo hacen aludiendo al incumplimiento del Estado o de la gestión, y raramente se
definen a sí mismos como parte del Estado. La posibilidad de interpelar a estos
niveles de decisión es sentida como nula y la estrategia más frecuente es esperar
el cambio una nueva gestión.
Pero aún menos habitual es la mención de las dimensiones institucional
y organizacional. Las organizaciones en las que los profesionales pasan mu-
chas horas diarias y las instituciones que las atraviesan no son visibilizadas a
la hora de adjudicar responsabilidades y pensar modalidades alternativas en
el proceso de trabajo; aunque constantemente los profesionales aluden a ellas
por la falta de organización de la tarea, las malas relaciones con colegas o con
las jefaturas, dificultad o la imposibilidad para articular prácticas con otros
servicios o áreas. Se trata de dimensiones que producen sufrimiento diario
e impactan en forma directa en la tarea profesional pero que la mayor parte
de los profesionales no incorpora al análisis de la situación y menos aún se

193
GARCIELA ZALDÚA, MARÍA MARCELA BOTTINELLI, PAULA GAILLARD, MARÍA PÍA PAWLOWICZ Y OTROS

propone intervenir concientemente sobre ellas para transformar el malestar


de efectores y usuarios.
Un ejemplo clásico y un efecto visible de la ausencia de análisis y trabajo
sobre estas dimensiones es la fragmentación organizacional entre las diferentes
áreas o servicios que tradicionalmente, o por alguna cuestión histórica puntual
que la mayoría de sus integrantes actuales desconoce, no se relacionan más allá
de algún encuentro formal.
“En Salud Mental no hay armadas redes. Entonces alguien que llega, por
ejemplo, a la guardia y es muy difícil que lo deriven para…el área de Adoles-
cencia o de Salud reproductiva. Están armados los Programas, digamos. Pero
siempre lo institucional de alguna manera estorba esta cuestión” (psicólogo,
hospital general).
Al plantearse la poca presencia de referencias y análisis de las dimensiones
mencionadas (a causa de las operaciones de naturalización y desgaste) la res-
ponsabilidad por las intervenciones de la organización se diluyen en “el Estado”,
“la gestión”, o recaen pesadamente sobre las prácticas de “otro”, ya sean otros
servicios o personas.
Asimismo, sucede que al desdibujarse los objetivos organizacionales e ins-
titucionales comunes, comienzan a aparecer sistemas aislados. De esta manera
es posible relevar objetivos, marcos teóricos y metodologías disciplinares y per-
sonales muy cristalizados, en ocasiones alejados de los problemas de los adoles-
centes usuarios; ante la dificultad de la organización para plantear instancias de
reflexión, capacitación y evaluación colectivas.

Comunidad y familia

Artículo 6 Participación comunitaria: La comunidad, por motivos de so-


lidaridad y en ejercicio de la democracia participativa, debe y tiene derecho
a ser parte activa en el logro de la vigencia plena y efectiva de los derechos y
garantías de las niñas, niños y adolescentes.
Se trata de un actor poco mencionado en el discurso de los profesionales.
A lo sumo se introduce a partir de la articulación de algún/a profesional, área o
servicio con una organización o red de la sociedad civil que se encuentra traba-
jando problemáticas específicas con población adolescente. No hay muchas re-
ferencias a intervenciones sistemáticas con este actor, salvo en Trabajo social.
Un fenómeno como la participación asamblearia barrial en algunos hospi-
tales con efectos de monitoreo de las políticas públicas, quedó en las representa-
ciones de los profesionales como un episodio de la crisis del 2001, y no como un
ejercicio de ciudadanía potenciador de oportunidades de la salud comunitaria.

194
LA MIRADA DE LOS PROFESIONALES SOBRE LOS ADOLESCENTES. REPRESENTACIONES Y PRÁCTICAS...

La familia, en contraposición, es un actor muy mencionado en el discurso


de los profesionales como el principal responsable, en ocasiones culpable, de las
problemáticas que atraviesan los adolescentes usuarios. Se produce así un fenó-
meno de “familiarización” de los problemas que se reducen a esta dimensión:

“E—: ¿Cómo considerás que incide la familia del adolescente en el proceso


de asistencia?
—Sí, porque yo te decía que te los separo en dos grupos: está el que tiene
familia y el que no tiene familia. A ver, un cincuenta por ciento chicos
en situación de calle, otro cincuenta por ciento chicos con familia. De los
chicos que tienen familia, cincuenta por ciento la familia potable, el chico
es un adolescente que hizo un acting, tiene cuestiones de pobreza, está fuera
del sistema escolar, la familia puede funcionar como contenedora, como un
sostén junto con un CFA; y hay un cincuenta por ciento, por ahí es más
chico, que inciden negativamente: hay madres que los mandan a los chicos
a robar…” (profesional de una institución para niños en conflicto con la ley
penal)

Así, se advierten en el discurso de los profesionales de la salud sobre la


responsabilidad familiar, las marcas del sentido común culpabilizando a la fami-
lia por el déficit filiatorio como causante de los problemas y transgresiones Se
despoja de los condicionamientos culturales, sociales y económicos y la psique
y el cuerpo adolescente se piensan tutelados por la familia o en su defecto por
las instituciones.

La mirada de la adolescencia como carencia, patología y peli-


grosidad

En algunos relatos no se conceptualiza ni se trata al adolescente como un


sujeto responsable. La utilización del vocablo menores se presenta en el discurso
de los/las trabajadores/as de la salud que no refiere a toda la infancia en su gene-
ralidad, sino a una determinada porción de ella que, en virtud de ciertas carac-
terísticas sociales, familiares y personales es seleccionada y etiquetada como tal.
Convierte a los sujetos en condición de minoridad, no solamente en objeto de
intervención privilegiado, sino también como objeto de control y de saber a la
vez (Grimberg, M. 2003).
A partir del discurso y las prácticas de los profesionales se aprecian repre-
sentaciones de la adolescencia asociadas a la carencia, la fragilidad, la patología

195
GARCIELA ZALDÚA, MARÍA MARCELA BOTTINELLI, PAULA GAILLARD, MARÍA PÍA PAWLOWICZ Y OTROS

o la peligrosidad. Pero si la condición de carencia y privación es la que define


a los adolescentes usuarios, las intervenciones profesionales están destinadas a
promover el otorgamiento de un bien y no un restituir y/o resguardar derechos.
Este tipo de intervención es conocida por los usuarios quienes “toman” lo que se
les “da” en la institución pública como “beneficios”.1 Poco espacio queda enton-
ces para que los/las adolescentes se identifiquen y comprometan como sujetos de
demanda y de derecho.

Conclusiones

Las representaciones y prácticas de los profesionales acerca de las adoles-


cencias plantean concepciones y prácticas sociales que nos interrogan desde
diversas dimensiones: a) discursivas, referidas a taxonomías explícitas/implí-
citas sobre los “con” y “sin” familia, o universales sin coordenadas témporo-
espaciales; b) concepciones de salud y enfermedad y atribuciones psicopa-
tológicas; c) dimensiones ético políticas referidas a la invisibilidad sobre las
responsabilidades estatales, institucionales y subjetivas, incluyendo a efecto-
res y usuarios; y d) no problematización de la omisión o abuso en la garantía
de derechos. Estas cuestiones operan como mecanismos obstaculizadores e
instalan una brecha en la posibilidad de propiciar espacios de subjetivación y
ejercicio de ciudadanía.
En este sentido, la ausencia de interrogación sobre los procesos psíquicos
y las dimensiones sociohistóricas favorece prácticas acríticas y una implicancia
consigo y el ámbito marcada por la desesperanza. La interpelación sobre las nue-
vas modalidades de subjetivación o los trastornos actuales frecuentes con sede en
lo corporal o el accionar están en relación con las significaciones sociales, una
temporalidad acelerada y situaciones de vulnerabilidad y expulsión social. Las
modalidades defensivas predominantes de escisión, desmentida, negación y la
complejidad diferencial entre aspectos psicopatológicos y modalidades de subje-
tivación e historización adolescente ponen en cuestión las certezas y las prácticas
que se cristalizan en formas tutelares, ajenas a la protección de derechos.
La dimensión ética de la Psicología social comunitaria nos interpela sobre
el estatuto del Otro y sus posibilidades de participación activa y responsable en
otros guiones de vida no concordantes con la judicialización o la criminaliza-
ción de las “otras adolescencias”.

1. Los detalles de este proceso unidireccional y discrecional entre la institución y los usuarios ya
fueron descriptos por Erving Goffman (1961).

196
LA MIRADA DE LOS PROFESIONALES SOBRE LOS ADOLESCENTES. REPRESENTACIONES Y PRÁCTICAS...

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197
IV.2 Proyectos de vida privados y públicos
de mujeres adolescentes pobres con y sin hijos∗
por María Pía Pawlowicz y Graciela Zaldúa

Introducción

Cierto que quiso querer, pero no pudo poder…


Alfredo Zitarrosa

Los resultados que se presentan surgen de una investigación cualitativa


en la que se trabajó comparando las representaciones sociales, proyectos y
experiencias de adolescentes mujeres pobres con y sin hijos. Forman parte
de los resultados de la investigación Incidencia de la experiencia de maternidad
en la adolescencia en el proyecto de vida y en las representaciones sociales en
adolescentes mujeres de sectores populares. Estudio comparativo de adolescentes
madres y no madres.ç
Las condiciones actuales de vida y salud colectiva, en particular de la po-
blación juvenil, nos alertan sobre el proceso de catástrofe social, profundizado
por la lógica económica neoliberal. El veintiocho por ciento de la población
argentina está comprendida entre los diez y veinticuatro años de edad y cerca
del cincuenta por ciento de los hogares argentinos está por debajo de la línea
de pobreza. Ambos datos reclaman priorizar estudios, tanto extensivos como in-
tensivos, sobre esta franja etaria y sus problemáticas. Los accidentes, los efectos
de la violencia y de los obstáculos para el acceso a los derechos reproductivos
y sexuales, vinculados a situaciones de vulnerabilidad y riesgo, nos plantean
desafíos por su urgencia social y subjetiva. En los últimos años, entre el trece
y dieciséis por ciento de los nacimientos correspondieron a hijos de madres
menores de veinte años. Las muertes infantiles ocurridas en hijos de madres
menores de veinte años fueron casi el veinte por ciento del total; las tasas es-
pecíficas de mortalidad infantil son notablemente altas para las madres que se
encuentran en los tramos etarios de menores de quince años y de quince a die-
cinueve años.
El equipo técnico del área de salud de los/las adolescentes de la Unidad
Coordinadora Ejecutora de Programas Materno Infanto Juveniles (UCEPMI-

*. Este artículo fue publicado en la Revista de Investigación en Salud, Secretaría de Salud Pública,
Municipalidad de Rosario, Vol. 6, nº 1 y 2, 2005.

199
MARÍA PÍA PAWLOWICZ Y GRACIELA ZALDÚA

yN) del Ministerio de Salud de Nación señala que no sólo deben considerarse
los riesgos que la maternidad temprana trae aparejados para el futuro de esas
adolescentes, sino que se incrementa en forma muy importante el riesgo de sus
hijos, comparado con el de otros niños de madres mayores. Advierten que no se
trata de razones biológicas sino sociales, psicosociales y culturales: la pobreza, la
nutrición deficiente, el bajo nivel educativo, la carencia de contención afectiva
durante el embarazo, la falta de controles durante el embarazo, entre las más re-
levantes, como en otros países de la región, afectan principalmente a los jóvenes
de los sectores populares (Vuegen, 2003).
Las muertes de adolescentes, que representan la cuarta parte del to-
tal de muertes maternas, están relacionadas con trastornos hipertensivos y
con abortos. Si comparamos las maternidades adolescentes por regiones en
el conjunto del país, la desigualdad es altamente significativa. Las tasas de
fecundidad adolescente más altas son de la Provincia del Chaco, de ciento
once por mil y en la provincia de Jujuy, de ochenta y dos por mil, mientras en
la Ciudad de Buenos Aires llegaba a veinte por mil, según datos del INDEC
de 1999.
Estudios desde el enfoque de género, guiados por los supuestos de la per-
sistencia de imágenes de hombre y mujer que responden a las concepciones
tradicionales del rol, aumentan la probabilidad de embarazo en la adolescencia,
al reproducir conductas reproductivas “riesgosas” entre los jóvenes de ambos
sexos. Ni las imágenes de género igualitarias ni las conductas sexuales de cuida-
do son posibles en las condiciones que impone la pobreza extrema (Pantelides
y Geldstein, 2001). A su vez, en otras investigaciones afirman que, en térmi-
nos generales, la familia reproduce las condiciones de clase y la transmisión
intergeneracional de la pobreza, ya que el modelo materno es fundamental para
la adquisición de patrones de conducta relacionados con la salud reproductiva
(Geldstein y Delpino, 1998).
Desde el punto de vista psicológico la maternidad consiste en sostener
la indefensión y desamparo de un cachorro humano. Para poder investir a
ese hijo por venir, se requiere sostener un proyecto personal de tener un
hijo, no sólo embarazarse. Esta singularidad, en muchos casos alejada de la
maternidad idealizada, está atravesada por deseos, anhelos, circunstancias
adversas o facilitadoras que constituirán sus condiciones de posibilidad y
sus límites para advenir como elección o imposición del destino biológico.
Indagar proyectos de vida y la centralidad o no de la maternidad en adoles-
centes de sectores populares es una perspectiva para contribuir a incluir los
aspectos de la subjetividad en el diseño de espacios y programas de salud
adolescente.

200
PROYECTOS DE VIDA PRIVADOS Y PÚBLICOS DE MUJERES ADOLESCENTES POBRES CON Y SIN HIJOS

Metodología

El trabajo de campo fue realizado en “terreno”, al estilo etnográfico, en un


barrio de La Matanza, partido ubicado al oeste del Gran Buenos Aires.
Las técnicas de captación de datos utilizadas fueron: observación, grupos
focales y entrevistas semidirigidas en profundidad, que fueron realizadas en las
casas de las adolescentes o en espacios verdes del barrio.
La metodología utilizada es cualitativa, ya que se trata de conceptualizar la
perspectiva de los propios actores sociales y comprender su visón del mundo.
En la investigación cualitativa el investigador es considerado un recurso de
la investigación y se aborda al objeto en su complejidad, desde una concepción
holística de la realidad y en la que se orienta el estudio a los procesos más que
a los resultados (Cook y Reichardt, 1986). Son diseños flexibles en los que se
trabaja en un continuo ir y venir de la información empírica a la construcción
teórica en un proceso cíclico, iterativo y abierto.
La selección de casos abarcó a veintitrés adolescentes, de entre dieciséis y vein-
tiún años, con y sin hijos, la mayoría de las cuales convivía con su numerosa familia
de origen al momento de la entrevista. El muestreo se realizó por bola de nieve, es
decir, que cada entrevistada posibilitaba el contacto con otras adolescentes.
El análisis de los datos permitió, a partir de la interpelación de los sentidos
desplegados, la construcción de hipótesis y el planteamiento de nueve pregun-
tas. La operación fundamental en este tipo de análisis es “descubrir las clases sig-
nificativas de cosas, personas y eventos y de las propiedades que los caracterizan”
(Schatzman y Strauss, 1994).

Resultados

Contextos: red de mujeres y la importancia del territorio barrial

¿De qué adolescentes hablamos cuando nos referimos a los barrios pobres
del Gran Buenos Aires? De una adolescencia muy signada por un territorio de-
lineado geográfica y simbólicamente, un espacio particular compartido: “el ba-
rrio”. El barrio en el que habitan sus familiares, parejas y amigos; escena de la
cotidianeidad de su inclusión afectiva relacional.
La misma disposición arquitectónica implica que los pobladores se encuen-
tren, miren y crucen permanentemente. Son monoblocks de tres pisos, con pasi-
llos angostos, escaleras compartidas que recorren entradas a diferentes departa-
mentos, ventanas enfrentadas a pocos metros, balcones en los que asiduamente

201
MARÍA PÍA PAWLOWICZ Y GRACIELA ZALDÚA

se sientan por la tarde a mirar el barrio mientras toman algo. Transparencias que
hacen borroso el adentro y el afuera de la convivencia y la intimidad.
Violeta, de diecisiete años, que tuvo su primer hijo a los catorce años
dice:

Acá en este barrio, acá como en todos los barrios iguales. Yo estaba acostum-
brada a ver chicas, jóvenes, que estaban embarazadas o que…tienen chicos
muy chicos. En Capital no se ve. Acá vivimos todos juntos, nos conocemos
todos, es un pañuelo esto. Allá no. Porque cada uno está en su casa, nadie se
mete con nadie y acá es una cosa que nos importa la vida de todos…

En el barrio refieren a las redes de vecinos, de mujeres allegadas y de coma-


dres. Redes de mutua ayuda conformada especialmente por mujeres y por las que
circula la información sobre la salud reproductiva y la salud de los hijos. Madres
y suegras, hermanas y cuñadas que las “acompañan al médico”, que prescriben,
sancionan, contienen y aconsejan acerca de las decisiones reproductivas.

Entonces le voy a preguntar a mi cuñada que se cuida, mi hermana y mi


cuñada, mi otra no, porque tiene un soplo al corazón y no puede tomar. Se
cuida el marido, y por eso tuvo cinco hijos… (se ríe) ¿viste? (Nancy, dieciséis
años, primer hijo a los quince)

De este modo el contexto barrial, tanto material como simbólicamente, es


“endogámico” al representar una extensión del espacio doméstico. Como dice
un grafitti en una de las paredes del barrio: Si las chusmas fuesen flores, este barrio
sería un jardín
Estos son contextos significativos a nivel representacional y normativo en
la elaboración de los proyectos de los adolescentes. Como contexto más amplio,
el barrio es el espacio de circulación, especialmente para las adolescentes con
hijos, que casi no relatan actividades fuera del barrio y casi no tienen amigos o
parejas fuera de él.
El barrio y la red de mujeres ofrecen un espacio de significaciones donde se
valora la maternidad y los roles de género tradicionales que vinculan la mujer a
lo doméstico. Ofrecen estos materiales simbólicos, esta mítica particular a partir
de la cual las adolescentes historizan y proyectan.

Proyectos y adolescencia

La tarea de construir un proyecto de vida es uno de los trabajos propios


de la adolescencia, que implica “tomar en sus propias manos la categoría de

202
PROYECTOS DE VIDA PRIVADOS Y PÚBLICOS DE MUJERES ADOLESCENTES POBRES CON Y SIN HIJOS

proyecto identificatorio (…) Todo niño debe apoyarse en lo que haya de cierto
proyecto identificatorio familiar referido a él, proyecto en el que se producirá
el encuentro con los ideales de esa familia. De la textualidad de ese proyecto el
sujeto va extrayendo (como de un archivo) los materiales para ir haciéndose un
ser” (Rodulfo, 1986).
El trabajo de proyectar el futuro parte del trabajo de autobiografía del
yo historiador. En la adolescencia se articulan estos dos trabajos: el de pro-
yectar y el de historiar. Para Piera Aulagnier (1991) “retiramos de la in-
vestidura del tiempo pasado, esa parte de libido que nos permite investir el
tiempo futuro”. Se trata de la reconstrucción de la propia historia libidinal
e identificatoria del sujeto (Hornstein, 1989 y 1992) que implica trabajos
de resignificación, de religazón y retranscripción de la trama de marcas de
emociones y de representaciones de acontecimientos en la vida de un sujeto.
Los proyectos permitirían a los adolescentes anticipar/se, ensayando diferen-
tes papeles, situaciones, realidades, finales. La adolescencia se configura así
como un “inmenso campo transicional de ensayo, un verdadero laboratorio
de experiencias, juegos a ser ‘como si’…, tanteos, vacilaciones, respuestas
cuya ‘intensidad patológica’ no debe ocultarnos su transitoriedad, identifica-
ciones alternadamente alienantes y lúdicas, etc. De esa miríada de conductas,
fantasías y acciones (o actuaciones) emergerá un día una radical transforma-
ción realizada” (Rodulfo, 1993).

Los proyectos de vida de las madres adolescentes

Yo lo único que quise…Yo a veces a mi mamá le digo: “mirá, yo lo único que


quiero…A mi siempre me gustó tener un hijo”, siempre me gustó. Le digo:
“yo lo único que quise fue tener un hijo, tener una familia y tener mi casa y
nada más. (Cecilia)

Entre las adolescentes con hijos aparece con recurrencia la tríada de pro-
yectos de ser madre-ama de casa-esposa. Con una fuerte identificación con la
casa y el espacio de lo doméstico, valoran e idealizan la maternidad. Organizan
los proyectos con una lógica de medios y fines, en tanto son proyectos que no
tienen un fin en sí mismo sino que permiten acceder a otros. Las adolescentes
madres planifican una serie de proyectos en los que uno tiene como finalidad el
logro de otro. Los denominamos proyectos intermedios y finales por ser análogos
a la clasificación que se realiza de los objetivos en metodología de la investiga-
ción científica. La secuencia que aparee con más frecuencia, como se observa
en el diagrama, es:

203
MARÍA PÍA PAWLOWICZ Y GRACIELA ZALDÚA

TENER DARLES TODO A


PLATA LOS HIJOS

TERMINAR
EL SECUNDARIO
TRABAJAR

TENER CASA PROPIA

La maternidad aparece en casi todos los casos como el fin de otros proyec-


tos, ya que si alguna de las entrevistadas con hijos planea trabajar, estudiar, o
tener dinero, es para darles todo a los hijos.

Ahora lo que quiero es hacer algo por la Yeorgi, por la nena, trabajar, para que
no le falte nada a ella…Quiero trabajar y ser modista, o sea costurera, estudiar
para eso, para coser… (Lidia, veintiún años, primer hijo a los dieciocho).

Al respecto, Ximena Aranda (1985) considera que el proyecto de vida or-


ganiza “las prácticas cotidianas de las mujeres y condiciona los cambios más
profundos en su vida. Las mujeres de sectores populares dan sentido a su vida a
partir de la actualización del ser madres, esposas y dueñas de casa.”
También Teresa Valdés (1988) afirma que con la posición social de ser una
mujer-casada-madre-dueña de casa se “inicia una nueva etapa en su vida en la
cual el grupo espera que realice ciertos cursos de acción típicos relativos a la
posición que ocupa.”
Dos perspectivas para reflexionar acerca de este mandato de ser madre-
esposa se inscriben en la cultura occidental. Una es la tradición judeo cristiana,
en los textos prínceps aparece la sujeción de la mujer-esposa al marido y dueño,
con la imposición de seguir al hombre, sin posibilidad de autonomía y signifi-
cada en la dimensión sacrificial de la feminidad. Y la otra, en la mitología del
Príncipe salvador de los cuentos infantiles, Blancanieves, La Bella Durmiente o
particularmente Cenicienta, son protagonistas de un estereotipo femenino de
sacrificio, docilidad, renuncia, trabajo incansable, sumisión.
Estereotipos de representación del mundo de los afectos, de la abnegación
y del sacrificio. Su destino es el de cuidadora, proveedora y responsable del ho-
gar. La mujer enamorada “elegida” rompe el espejo y renuncia a su identidad en
sí para ser para “el otro”. Frente a las incertidumbres del afuera y sus límites esta
mujer sucumbe a desear otro lugar y frente al temor de no ser aceptada reitera el
destino tradicional, ligado al esencialismo de la fijación de la diferencia sexual.
De aquí, la necesidad de deconstruir la oposición binaria, mujer-esposa, a través
de la reflexividad sobre la construcción jerárquica de las relaciones de pareja.

204
PROYECTOS DE VIDA PRIVADOS Y PÚBLICOS DE MUJERES ADOLESCENTES POBRES CON Y SIN HIJOS

¡Una buena madre!...La madre…La madre… ¡La madre siempre va a ser


buena! Haga lo que haga siempre va a ser buena para vos. Y con respecto
a los hijos siempre va a buscar hacer lo mejor (Gladys, veinte años, primer
hijo a los quince).

Este mandato tradicional es sostenido con fijeza e idealización por las ma-
dres adolescentes, que valoran y proyectan ser madres. Planifican tener por lo
menos dos hijos, y la mitad de este grupo quiere tener entre tres y cinco hijos.
En muchos casos significan al hijo como algo propio, que les ha permitido iden-
tificarse y acceder a una posición e identidad de adulta y Madre. La maternidad
es naturalizada desde una concepción de su propia vida como inscripta en una
“racha”, como destino o fatalidad de la repetición del linaje familia…

“Tengo una hermana. El mismo caso así como yo… también soltera, ella
tiene seis nenas ahora. Tiene veintitrés, así que: sigue la racha.1 Mi mamá
también. A mí me tuvo de soltera, yo de soltera y mi hermana de soltera. Mi
abuela también. La tuvo a ella de soltera”. (Gladys, veinte años, primer hijo
a los quince).

Otra característica de estas mujeres es que los proyectos educativos2 (ex-


presados como “terminar” de estudiar) aparecen en un segundo o tercer plano
con respecto a la maternidad, la casa, la pareja y a veces el trabajo extra-domés-
tico. Dicen que les interesaría volver a estudiar pero que no pueden porque no
tienen en quién delegar el cuidado de sus hijos mientras acuden al colegio. Los
pocos intentos de recorrer otros espacios públicos se ven cercenados a partir del
nacimiento del hijo o con los fracasos en los intentos de conseguir un empleo.
Así se consolida el anclaje de la cotidianeidad al espacio de lo privado.
Este tratamiento de lo doméstico es influido por los modelos identificato-
rios que en el espacio barrial son poco diversos y centrados en la tríada mencio-
nada. Muchas se representan y viven los roles de género según los estereotipos
tradicionales por los que se atribuye el espacio de lo privado a la mujer y el de
lo público al hombre:

Ya la mujer tiene un hijo…se tiene que dedicar al hijo, al esposo y a la casa.


Y el hombre es el que tiene que traer la plata ¿no?, el sueldo, para poder
alimentarnos. Porque no es cosa que nosotros vayamos a trabajar y que los

1. Racha es sinónimo de suerte, de destino.


2. Un tercio de la muestra de adolescentes con hijos tiene el primario completo y la mitad el secun-
dario incompleto.

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MARÍA PÍA PAWLOWICZ Y GRACIELA ZALDÚA

hombres cuiden a los chicos (…) La mujer es para la casa (Nancy, dieciséis
años, primer hijo a los quince).

Algunas casi no expresan planes con respecto a su futuro, otras sí lo hacen


con la riqueza de las fantasías adolescentes y en algunos casos van relatando
sus proyectos y al mismo tiempo señalando que es poco probable que puedan
lograrlos. Entonces surge la pregunta: ¿en qué medida las adolescentes pueden
postergar la maternidad en pos de otro tipo de proyecto (laboral, escolar, etc.)
en el contexto socioeconómico actual, teniendo en cuenta que muchas veces se
ocupan de cuidar a hermanos menores y suplir a su madre en el trabajo domésti-
co? (Pantelides y Cerrutti, 1993; Bokser, 1993; Ramos, 1984; Jagdeo, 1989).

No, no somos de hacer comidas al mediodía ahora porque, bueno,…primero


porque… por problemas económicos… Como mi mamá trae…acá en la guar-
dería le dan comida para mi hermano (enfermo). Entonces como a veces le
dan bastante comen las dos nenas y nosotros (cuatro adultos) Y bueno… ¡qué
sé yo! Siempre es así (Marcela, veintiún años, primer hijo a los dieciséis).

El contexto de pobreza y de pauperización determina las pocas posibilida-


des reales que tienen las adolescentes de concretar sus proyectos. La inmediatez
del día a día y conseguir la comida para hoy dificulta planes a mediano y largo
plazo: “Las muy deterioradas condiciones materiales de vida, la tremenda ines-
tabilidad en los ingresos, hacen de la vida cotidiana de muchas mujeres una
sumatoria de actividades de subsistencia en que no hay más proyectos que ése:
sobrevivir.” (Valdés, 1988).

Proyecto de vida de las adolescentes sin hijos

La selección de casos “mujeres de menos de veinte años sin hijos” en el


mismo barrio fue una tarea difícil porque no fue fácil encontrarlas. Y esto excede
lo anecdótico e indica la generalización en sectores populares de un patrón de
fecundidad temprana. La respuesta extrañada que solían dar los/as informantes
claves del barrio era: “¿¡De menos de veinte años y sin hijos!?...”
Cuando se accedió a estas adolescentes, se encontró que tenían la par-
ticularidad, en contraposición con las adolescentes con hijos, de que estaban
terminando o ya habían terminado el nivel educativo medio.
A diferencia de las madres adolescentes que organizaban sus proyectos
como medios y fines, las adolescentes sin hijos lo hacían con otra lógica orga-

206
PROYECTOS DE VIDA PRIVADOS Y PÚBLICOS DE MUJERES ADOLESCENTES POBRES CON Y SIN HIJOS

nizándolos según una secuencia, según un orden de antes/después. Al respecto,


Jelín y Feijoó (1984) describen las transiciones hacia la vida adulta según un
patrón cultural ideal que establece la siguiente secuencia: noviazgo, casamiento,
nuevo hogar, tener hijos. El estudio y el trabajo se subordinan al cumplimiento
de esta serie de proyectos.
También Ana Jusid (1986) señala cómo opera en nuestra cultura el “deber
ser” vinculado a la formación de una familia cuando el “individuo” es adulto, es
decir cuando está en condiciones de hacerse cargo económicamente de su vida.
Idea característica de las sociedades industrializadas modernas, que atraviesa las
concepciones de la maternidad adolescente.

El riesgo que plantea el embarazo en la adolescencia tiene fundamentalmen-


te orígenes sociales: la población que está en mayor riesgo es una población
cuyas características de vida se encuentran bastante distantes de las plantea-
das por las Naciones Unidas, probablemente pensadas en función de un pro-
yecto ideal de la población en relación con metas de desarrollo económico,
vinculadas a la idea de una maternidad y paternidad responsables.

Pilar, de diecisiete años que no tiene hijos describe cómo consecutivamen-


te “programa” (al decir de ella) sus proyectos: “yo quiero tener hijos, pero pri-
mero voy a trabajar. Voy a comprar mi casa, y después sí, vamos a hacer muchos
hijos (…) y ahí voy a tener tiempo para mi hijo y para mi marido. Hay que darse
tiempo para todo, primero estudiar, después trabajar, después te casas, después
tenés hijos y después los cuidás. Es así, vas pasando por etapas”.
Las “etapas”, como en “moratoria psicosocial” de Erikson, representan un
orden de tiempos y momentos diferenciados, en que primero se es adolescente,
y luego en la adultez se es madre. En la actualidad, se produce una configuración
de identidades juveniles menos marcadas por la continuidad lineal que por la
heterogeneidad en las condiciones de vida y por la readecuación de los ejes
existenciales. La moratoria para la elaboración de la identidad en el período
juvenil, tiempo de preparación que se obtiene en la postergación de la acción,
debe ser revisada a la luz de las actuales condiciones de vida, la intensificación
de la globalización y la modernización (Krauskopf, 2001) Este conflicto entre
las instituciones Adolescencia y Maternidad es uno de los ejes de reflexión que
habilita esta contradicción, en tanto superposición de temporalidades que en
nuestra cultura occidental se consideran idealmente como sucesivas.
Esto es relevante ya que este orden es lo que justamente suele alterar la llega-
da de un hijo al irrumpir como un fenómeno inesperado, que precipita múltiples
cambios. Las entrevistadas lo significan como “crecer de golpe”, o que “priva/quita
de bailar, disfrutar y salir”. Podríamos condensar estos significados en “priva de…
circular por lo público” y en cierto sentido también “priva de…la adolescencia”

207
MARÍA PÍA PAWLOWICZ Y GRACIELA ZALDÚA

Si tenés un hijo forzosamente tenés que madurar acelerado. (…) Es un vuelco


total te digo, bastante, muy…es un paso muy grande y muy de golpe. Como
que no estás…lista, ¿viste cuando no lo esperás? Es algo inesperado. (…)Te
priva de muchas cosas…como ser de salir a bailar. Te pierde de muchas co-
sas…pero al tiempo se recuperan (Marta, primer hijo a los quince años).

Casi todas las adolescentes sin hijos también ejercen o han ejercido la fun-
ción materna con hermanos menores y sobrinos, valoran la maternidad y pelean
ser madres, pero a diferencia de las adolescentes madres, todas afirman decidi-
damente que quieren tener dos hijos. A su vez, tienen una representación de la
maternidad con menos exigencias, con críticas al desempeño de esta función y
relativizan las representaciones de acuerdo con las particularidades de cada mujer.
Sostienen una postura crítica con respecto a la consideración de la maternidad
como ideal de perfección e incondicionalidad instintivamente femenina. Así es
que la trilogía de proyectos de ser ama de casa-madre-esposa aparece con menos
recurrencia, a largo plazo y articulada con proyectos de trabajo extradoméstico
para el que planean realizar una carrera o formación específica.

Y si estás en una familia y tu marido… tu marido trabaja y vos también me


parece bien…Me parece que si estás todo el tiempo encerrada en tu casa no
tenés…no podés progresar siempre. (…) Casada puede seguir estudiando
igual. Eso es una forma de progresar: seguir estudiando para poder después
trabajar y ayudar, mantener a tu familia. (Ana, dieciocho años, sin hijos).

De esta forma jerarquizan los proyectos educativos por sobre formar una familia
y tener hijos. El espacio de la escuela es nombrado y valorado tanto como el del
barrio y les ofrece posibilidades distintas de circular por lo público. El ámbito educa-
tivo les brinda modelos y referentes que les permiten fantasear futuros alternativos.
Esto es evidente en relatos de varias de las entrevistadas que expresan la importan-
cia que han tenido determinadas profesoras como modelos y confidentes.
Esta riqueza y diversidad de identificaciones a partir de conocer otras formas
de ser mujer y los fuertes ideales de sus padres frente a la espera de tener una hija
“diferente” les posibilita postergar la maternidad. Es interesante que la mitad de
las que no tienen hijos presenta un perfil similar cualitativamente, ya que perte-
necen a familias numerosas y tienen hermanas y hermanos mayores que tuvieron
hijos siendo adolescentes. Las entrevistadas de este perfil basan su identidad en
“ser diferentes” de las hermanas. Significante de la diferencia que opera a nivel
del ideal del yo y posibilita “romper con la racha”, romper con la repetición de la
historia familiar-barrial naturalizada como un destino fatal. Sueño de sus madres
y padres por el que han advenido al lugar de la diferencia respecto de sus herma-
nas. Desde sus padres se anticipa a nivel inconsciente un destino diferente.

208
PROYECTOS DE VIDA PRIVADOS Y PÚBLICOS DE MUJERES ADOLESCENTES POBRES CON Y SIN HIJOS

Y mis hermanas se fueron de casa muchas veces y quedaron embarazadas. Y


por ahora la “chica bien” soy yo, porque yo nada, no hice nada. Yo no me
portaba mal. Claro, porque ellas se escaparon, no sé, hacían otra vida dis-
tinta de la vida que hago yo que tengo otro pensamiento de la vida. No soy
como ellas. (…) Porque mi papá a mí me exige mucho. Porque él no quiere
que yo sea igual que las demás. Y a mi hermano hace dos días lo suspendieron
en el colegio porque tiene mala conducta, y yo, jamás van a llamar a mi papá
al colegio. Y encima, en vez de retarlo, lo dejan hacer lo que quiere. ¡Ésa es
la diferencia! Que yo me siento muy “encerrada” por parte de mi papá, pero
yo sola. Y las demás tienen libertad (Pilar, diecisiete años, sin hijos).

En parte esta posición subjetiva y familiar se asocia con que insisten con salir
del barrio, circulan por otros espacios geográficos-simbólicos, y son más autóno-
mas en relación con su pareja, con el dinero, con el futuro. Han podido investir
otros proyectos, otros futuros posibles y postergar la maternidad, pero a costa de
un tipo de relación con los padres de mucho control, de cuidados especiales y de
sobreprotección y sobreexigencia. Pareciera que estas familias apuestan a que
algunos de sus miembros rompan con las repetidas historias de exclusión social.

Representaciones sociales de género y posiciones subjetivas.

Las representaciones sociales son “imágenes que condensan un conjunto


de significados; sistemas de referencia que nos permiten interpretar lo que nos
sucede, categorías que sirven para clasificar las circunstancias, los fenómenos y
a los individuos con quienes tenemos algo que ver; teorías que permiten estable-
cer hechos sobre ellos”. (…) “nos sitúan en el punto donde se interceptan lo psi-
cológico y lo social” (Jodelet, 1986; Moscovici, 1961). Jodelet las define como
“teorías de las ciencias colectivas sui generis, destinadas a interpretar y construir
lo real. Van más allá de lo que está inmediatamente dado en la ciencia o en la
filosofía, de la clasificación dada de los hechos y los acontecimientos. Son siste-
mas que tienen una lógica y un lenguaje determinado, una estructura de impli-
caciones que se refieren a los valores y a conceptos, un estilo de discurso que les
es propio” (Jodelet, 1986). Las representaciones sociales tienen poder creativo
en su doble faz de ser estructuradas y estructuras estructurantes. Spink (1993) dice
que son una forma de conocimiento práctico para comprender y comunicar, al
mismo tiempo que surgen como construcción de carácter expresivo respecto de
objetos socialmente valorizados.
Las representaciones sociales de género, entre las adolescentes con hijo son
bastante fijas y en algunos casos llegan a ser claramente tradicionales, ya que

209
MARÍA PÍA PAWLOWICZ Y GRACIELA ZALDÚA

identifican una supuesta “esencia” femenina con el espacio doméstico, como


Nancy que con dieciséis años expresa:

Yo pienso que la mujer es para la casa y el hombre para el trabajo (primer


hijo a los quince años).

En cambio, las adolescentes sin hijos tienen una concepción transicional


de los roles de género.3 Las representaciones sociales de género entre las adoles-
centes sin hijos no son totalmente opuestas a las tradicionales sino que implican
una posición de confusa interrogación en la que no hay una reflexión sobre
cómo superar estas contradicciones.
Por ejemplo, del estilo:

No vas a ser una mantenida. Está bien que tenés que atender a tus hijos, a tu
esposo y dedicarte a la casa, pero también te tenés que independizar. No me
parece que la mujer se tiene que quedar en la casa así esclava, y nada más. Para
mí también tiene que ir a trabajar, y dedicarse a sus cosas. No siempre metida
en la casa y nunca se arregla, nada (Catalina, diecinueve años, sin hijos).

Siguiendo la conceptualización de Abric (1994), las representaciones so-


ciales se organizan en dos sistemas: central y periférico. Las representaciones
asociadas a los estereotipos tradicionales funcionan como sistema central. Se ca-
racterizan por la asignación para las mujeres de roles ligados al espacio doméstico
y la maternidad, y a los varones el espacio público y el trabajo extradoméstico.
A las mujeres: debilidad y los afectos, a los varones: la fuerza y la racionalidad.
Este sistema central es el núcleo, en torno al cual se organiza toda representación
social, son los “elementos fundamentales, los más estables”. Tiene una “función
generativa, ya que da sentido a la representación social”. Al estar ligado a las
condiciones históricas, ideológicas y sociológicas está “fuertemente marcado por
la memoria colectiva y las normas del grupo”. Por lo tanto es “compartido y con-
sensual, coherente, normativo y resiste al cambio” (Abric, 1994).
En cambio, los roles transicionales e innovadores funcionan como sistema
periférico. Juegan un “rol importante en el funcionamiento de la representación
fuerte a la realidad de las prácticas relativas al objeto”. Su función es de “regula-
ción y adaptación del sistema central a las coaccionas y a las características de la
situación concreta a la cual el grupo es confrontado”. Son menos estables y más

3. Se retoma como herramienta de análisis la clasificación de Débora Tajer en la investigación


“Mujeres, varones y enfermedad cardiovascular. Aportes epidemiológicos desde la Salud Mental y
la Perspectiva de Género a la explicación de la incidencia diferencial por sexos de enfermedades
cardiovasculares en adultos jóvenes”. (Proyecto UBACyT JP05).

210
PROYECTOS DE VIDA PRIVADOS Y PÚBLICOS DE MUJERES ADOLESCENTES POBRES CON Y SIN HIJOS

flexibles, autorizan las modulaciones individuales. “Es por donde se observan las
diferencias interindividuales, ya que gracias a él la representación puede anclar-
se en la realidad del momento. Sensible, dócil y determinado por el contexto
inmediato, permite la elaboración de representaciones sociales individualizadas
organizadas en torno de un núcleo central común” (Abric, 1994).
En el caso de las adolescentes sin hijos, se trata de representaciones sociales
que no necesariamente tienen un correlato en las prácticas. Consideran positivo
que la mujer trabaje extradomésticamente y valoran la independencia, el “pro-
gresar”, salir de la casa, dedicarse a sus cosas, tener tiempo para una y para “arre-
glarse”. Sus relaciones de pareja son de menor subordinación que en el caso de las
madres adolescentes. Esto se evidencia en que algunas dicen que sin preservativo
no tienen relaciones sexuales o que la mujer tiene que manejar su propio dinero.
Las que no tienen hijos proyectan un vínculo en el que se piensan a sí
mismas como diferentes de su pareja. La autonomía en la relación de pareja es
expresada no sólo en los proyectos sino también en la negociación con su pareja
de métodos anticonceptivos, en poder poner en palabras temas relacionados
con la sexualidad y con el manejo del dinero. Estas diferencias se asocian a la
postergación de la maternidad. En fin, el empoderamiento, la autonomía como
mujeres y la posibilidad de negociar y de decir “no” son rasgos que se observan
más recurrentemente en las adolescentes sin hijos.

Últimas reflexiones

Las experiencias y realidades de las adolescentes pobres interpelan los este-


reotipos clásicos de la adolescencia, que en tanto construcción histórico-social
(Fernández, 1993) varían según la cultura, el momento histórico y las condicio-
nes socio-económicas. En el contexto de Gran Buenos Aires y de nuestro país,
de creciente vulnerabilidad a partir de los acelerados procesos de pauperización
por el modelo de acumulación capitalista ¿qué particularidades tiene el transitar
por la adolescencia para los pobres? La moratoria psicosocial conceptualizada por
Erikson (1986) como “tiempo de espera cultural” se pone en cuestión cuando a
temprana edad las “adolescentes” trabajan, son amas de casa, crían niños y tienen
responsabilidades que las adolescentes de otros sectores sociales no tienen. Por
eso se hace necesario evitar el etnocentrismo de clase y de género para pensar
a estas adolescentes en su especificidad de mujeres y pobres. Es un desafío ético,
apostar y contribuir a espacios de relaciones que afirmen la posibilidad de las elec-
ciones voluntarias, no forzadas, de la equidad de clase y de género, de la igualdad
de derechos, de un andar la vida más rico y diverso. Dussel (1988) propone una
extensión de la dialéctica, al incorporar una nueva posibilidad de construir co-

211
MARÍA PÍA PAWLOWICZ Y GRACIELA ZALDÚA

nocimientos: el otro excluido de los que no son sólo diferentes (como antiético
a lo que es opuesto, pero complementario) pero, son ajenos, extraños, diversos o
inesperados. Analéctica, del griego anas, significa del más allá, de otro lugar, desde
otra perspectiva, perplejidad de otro complementario. Esta postulación de Dussel
contribuye a resignificar la dimensión de los actores/as en la construcción y trans-
formación social y de posibilitar, a partir de reconocer sus propias necesidades,
deseos y anhelos, decidir sus prioridades y responsabilizarse de sus actos.
Los proyectos de vida y la centralidad de la maternidad en las adolescentes
pobres pueden titubear como destino manifiesto, a través de la historización y
la posibilitación de otras marcas que sostengan la diversidad de soportes iden-
tificatorios. La desnaturalización de las construcciones histórico-culturales de
la sexualidad, de la feminidad-masculinidad tradicional, facilitará reinterpre-
taciones y nuevos modos relacionales. La valoración, los conocimientos, los
lenguajes como construcciones revistados desde una perspectiva de género
posibilitarían instituir nuevos agenciamientos de poder, no sexista, acordes
a los intereses personales y sociales de las mujeres jóvenes, en particular, de
los sectores populares. En síntesis, una subjetividad femenina, no esencialista,
como proyecto y posibilidad de construir sus propias trayectorias, de autono-
mía y de ciudadanía plena, es decir de nuevos agenciamientos de igualdad y
equidad.

Agradecimientos

Agradecemos profundamente las sugerencias del Licenciado David Sebas-


tián Ríos.

Bibliografía

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sistema central y sistema periférico”, en Guimelli, C. (comp.) Structures
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214
IV.3 Actos de salud con niño/as y jóvenes.
Persistencias, desenclaves y reflexividad∗
por Kattya Pérez Chávez, Paula Gaillard, Mariela Nabergoi,
Roxana Longo, Leticia Grippo, Dolores Pérez

Introducción

En este trabajo nos proponemos mencionar algunas de las dimensiones


intervinientes en las condiciones de producción de los actos de salud y en la
producción simbólica de usuarios y efectores en el marco de los mismos, ha-
ciendo hincapié en las consecuencias que entrañan para la construcción de las
categorías de salud y subjetividad en población de jóvenes y niño/as en el sector
público de Hospitales, Centros de Salud y Asambleas Barriales, en el contexto
sanitario y social actual.
Las problemáticas de la salud colectiva, en particular de la niñez y adoles-
cencia, y de los trabajadores de la salud, se analizan según dimensiones identita-
rias, territoriales y topológicas e histórico-temporales.
Partimos de la base de que los Actos de Salud se inscriben en la coexistencia
de escenarios complejos y contradictorios, afectados por las políticas neolibera-
les de privatizaciones, descentralización, desarrollo sustitutivo del tercer sector,
desfinanciamiento y mercantilización de lo público y de acciones de resistencia
y búsqueda de soluciones sustentadas en criterios éticos que enfatizan lo colecti-
vo, territorio de transformaciones científico tecnológicas en tanto trastocan los
parámetros tradicionales de existencia.

Escenarios públicos de la salud

Gran parte de nuestra población sobrevive en condiciones de extrema po-


breza, desempleo, precarización laboral, expulsada de los sistemas educativos y
sanitarios, imposibilitada de proyectar a futuro. En el país, dieciocho millones
y medio personas son pobres y ocho millones setecientos mil son indigentes;
el 21,5 por ciento de la población activa está desocupada y la mitad de los

*. El presente artículo fue publicado en el XI Anuario de Investigaciones de la Facultad de Psicolo-


gía-UBA, año 2003, págs.245-253.

215
KATTYA PÉREZ CHÁVEZ, PAULA GAILLARD, MARIELA NABERGOI Y OTROS

trabajadores del sector privado ganan menos de cuatrocientos cincuenta pesos


al mes, cifra que no cubre la subsistencia familiar. Por otro lado, dos de cada
tres de los diecinueve millones de habitantes ubicados bajo la línea de pobreza
provienen de hogares de clase media, mientras que la brecha entre los que más
y menos ingresos perciben pasó de veintisiete a treinta y cuatro veces tan sólo
en el transcurso del año 2001, sentando las bases de una creciente desigualdad y
del inédito proceso de empobrecimiento ciudadano que ya impacta sobre el cin-
cuenta y cuatro por ciento de la población nacional. Los datos sobre la situación
social de la infancia y la adolescencia para el área metropolitana indican que
en la provincia de Buenos Aires el índice de pobreza es del setenta y siete por
ciento y el de indigencia del cuarenta y dos por ciento en la población menor de
dieciocho años, y en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, para la misma fran-
ja etaria, el índice de pobreza es del treinta y seis por ciento y el de indigencia
del trece por ciento (SIEMPRO-EPH, octubre 2002). Por otra parte, en el país,
según la misma fuente, hay un millón doscientos setenta y dos mil jóvenes que
tienen entre quince y veinticuatro años que no trabajan ni estudian. A la vez
que, los datos estimativos para la Argentina, según la Sociedad Argentina de
Pediatría (2001) son de tres millones de personas con discapacidad, de las cuales
un millón son menores de quince años.
En este marco, el adecuado acceso a la salud se convierte en un elemento cen-
tral para promover y facilitar el desarrollo y fortalecimiento de procesos protectores
que tiendan a evitar la muerte y la cristalización en secuelas discapacitantes.
En forma coincidente con investigaciones anteriores realizadas por nues-
tro equipo, encontramos que el desgaste en el personal de salud que asiste a la
población infanto-juvenil se presenta a menudo como una relación de con-
flictividad de los trabajadores de la salud con los pacientes y/o familiares. Los
trabajadores de la salud se sienten sobredemandados. A esto se suma la falta de
reconocimiento de la labor profesional como expresión de la caída de las con-
diciones contractuales que se manifiesta en cansancio emocional, relacionado
con la dificultad de sostener la tarea diaria con un margen óptimo de iniciativa,
de creatividad, de bienestar y una presencia de reacciones que pueden ser de
irritabilidad, malhumor, depresión, falta de concentración, accidentabilidad,
pérdida de “vocación”, manifestaciones psicosomáticas.
La falta de percepción o negación del malestar para poder seguir traba-
jando da lugar a irrupciones masivas del estrés cuya expresión extrema son los
accidentes cardiovasculares en el mismo espacio-tiempo del trabajo.
Entre las principales causas de su malestar, los trabajadores de la salud se-
ñalan las situaciones de desprotección social y las situaciones de maltrato. Éstas
aluden tanto a una caracterización de la población asistida como al propio senti-
miento de los trabajadores de la salud, quienes mencionan incertidumbres y vai-
venes sociales, laborales, institucionales y vinculares en su práctica cotidiana.

216
ACTOS DE SALUD CON NIÑO/AS Y JÓVENES. PERSISTENCIAS, DESENCLAVES Y REFLEXIVIDAD

Metodología

El desarrollo que se presenta a continuación corresponde al análisis pre-


liminar de los resultados surgidos de los proyectos de investigación “Procesos
de apropiación reflexiva en trabajadores de salud infanto-juvenil” (UBACyT,
P 614, 2003), “Desempeño Ocupacional y Salud en Personas con Discapaci-
dad Motriz en Situación de Pobreza” (Beca de investigación UBACyT, 2003)
y “Estudio de las Representaciones Sociales y Prácticas relativas a las Interven-
ciones Tempranas en trabajadores de la salud de Hospitales Públicos” (Beca de
investigación UBACyT 2003). Los tres proyectos se enmarcan en el proyecto
UBACyT “Estudio sobre las condiciones de producción de los Actos de Salud
en Hospitales Públicos” dirigido por la Profesora Graciela Zaldúa.
La modalidad investigativa es de gestión asociada con equipos de las insti-
tuciones de salud donde se realizan las investigaciones. Se analizaron por trian-
gulación doscientos diecinueve registros cuali-cuantitativos –encuesta sociode-
mográfica-laboral–, Inventario de Burnout (Rivera Delgado, 1997), aplicados a
una submuestra intencional conformada por trabajadores de la salud del sector
público que atienden a la población de niños y adolescentes; catorce entrevistas
en profundidad; dos grupos focales de devolución correspondientes a dos hospi-
tales públicos y dos CESAC (Centro de salud y acción comunitaria) de la Ciu-
dad Autónoma de Buenos Aires; talleres, observación participante y entrevistas
en profundidad de procesos asamblearios barriales (años 2001 y 2002).
El complejo de relaciones y determinaciones, presente en el recorte de
cualquier objeto de la realidad, hace necesario integrar y articular técnicas apro-
piadas. La validez de su utilización dependerá del movimiento del objeto que se
intenta conocer, de las dimensiones que se indagan y de las circunstancias que
rodean la relación sujeto-objeto.
Dicho posicionamiento epistemológico y metodológico ha posibilitado la
obtención de datos que permiten extraer regularidades a partir de variables y su
tratamiento sistemático. Asimismo, el estudio del significado de las percepciones
y construcciones de los actores en salud hizo necesaria la aplicación de técnicas
intensivas, por lo que se propone la triangulación de datos desde una perspectiva
cualitativa pero que utiliza el cruce de técnicas y datos cuantitativos.

Marco teórico

La perspectiva crítica en epidemiología estudia los procesos de salud-en-


fermedad-atención y sus determinantes sociopolíticos. Resulta una perspectiva

217
KATTYA PÉREZ CHÁVEZ, PAULA GAILLARD, MARIELA NABERGOI Y OTROS

de análisis necesaria para pensar las agendas y escenarios transformadores en


un contexto de catástrofe económica y social que se manifiesta en un proceso
creciente de desigualdades, inequidades y vulnerabilidades extremas para más
de la mitad de la población del país.
La prevención crítica es un proceso contextuado que interroga los diseños
y los actos técnicos: promueve la apropiación de saberes y prácticas potencia-
doras de autonomías creadoras, facilita la identificación y transformación de
situaciones de marginación, dependencia, estigmatización y sufrimiento y pone
en cuestión los dispositivos de control tutelar de las identidades individuales y
colectivas (Zaldúa, 2000). Consideramos la construcción del proceso de pre-
vención crítica a la luz del proceso de trabajo y de las dimensiones simbólicas y
existenciales del acto de salud.

Proceso de trabajo y salud

El proceso de trabajo en salud involucra tres ejes: el de las relaciones entre


macroeconomía y la salud, el de los modelos de organización productiva y el de
las instituciones de salud y en salud.
Jaime Breilh (1994) relaciona el avance de la epidemiología crítica con
el debate social contemporáneo sobre las condiciones de trabajo, que aborda el
álgido problema de la producción económica, clave para el control del reparto y
acceso a los bienes que hacen posible la subsistencia y el dominio del poder.
El modelo productivo taylorista-fordista tuvo fuerte impacto en el diseño
de los espacios y de la organización de las prácticas que persisten, a pesar del
desplazamiento operado en términos de reestructuración productiva, desem-
pleo, precarización y aumento de la intensidad paralelos a la privatización y
reducción de los servicios públicos; entre ellos cabe mencionar la retracción
de las coberturas en salud, educación y de provisión social, sustentadas por los
derechos sociales y de ciudadanía.
El enfoque de los actos de salud propuesto por Emerson Merhy (1997)
considera la especificidad de los espacios de la prevención y atención de salud
y los jerarquiza en tanto punto de intersección entre trabajadores de salud y
usuarios, tanto en lo concerniente a las necesidades y carencias como al valor
de uso expresado en la búsqueda de bienestar. El autor incluye la perspectiva
institucional y acentúa la dimensión del trabajo vivo y de las prácticas creadoras
para enfrentar la complicada temática de las necesidades en salud. Su análisis
distingue así entre el lugar que ocupa el acto de salud capturado en un modelo
hegemónico y el que puede ocupar en un modelo de defensa de vida. En este
último modelo, las dimensiones asistenciales del trabajo vivo en salud se expre-

218
ACTOS DE SALUD CON NIÑO/AS Y JÓVENES. PERSISTENCIAS, DESENCLAVES Y REFLEXIVIDAD

sarían en términos de relación de acogimiento, creación de vínculo, creación


de resolutividad y de mayores grados de autonomía en el modo de las personas
de andar la vida.

Dimensiones simbólicas y existenciales del acto de salud

En el acto de salud, la relación entre usuarios y efectores involucra las


dimensiones de identidad, temporalidad y espacialidad que constituyen los es-
cenarios de la atención y prevención.
Por otro lado, los procesos de salud-enfermedad-atención están atravesa-
dos por las significaciones sobre la subjetividad y la relación sujeto-salud que
se derivan de clasificaciones sociales, de género, etarias, étnicas y categorías
clínico-epidemiológicas; de allí nuestro interés en algunos aspectos de la cons-
trucción identitaria y su relación con el concepto de episteme.

Identidad y episteme

El proceso identificatorio como parte de la socialización y subjetivación


está sostenido por las significaciones imaginarias que son aquellas que estruc-
turan las representaciones del mundo; designan las finalidades de la acción –lo
que es “bueno” hacer y lo que no–; y establecen los tipos de afectos caracterís-
ticos de una sociedad. La ausencia en el momento actual de una totalidad de
significaciones que pueda sostener los apuntalamientos sociales y subjetivos ne-
cesarios da lugar al avance de lo que Cornelius Castoriadis (1997, 1998) llama
insignificancia.
El proceso de construcción de identidades siempre se refiere a un “otro”,
por lo que éstas se explican por la diferencia y la negación. Las identidades so-
ciales son producidas parcialmente de modo discursivo y dialógico (Guareschi,
et al. 2003).
Zizek (2001) plantea que en la actualidad se produce un proceso de doble
negación. Uno, al pasar de las identificaciones primarias a las secundarias. Pero
en el modernismo, ambas confrontan entre sí como el orden local versus el
orden nacional, por lo que las identificaciones secundarias se mantienen abs-
tractas hasta tanto reinsertan a las identificaciones primarias y las transforman
según la identificación secundaria, que se vuelve concreta. Encuentra una pér-
dida de sustancia en este proceso de identificación secundaria que da lugar a

219
KATTYA PÉREZ CHÁVEZ, PAULA GAILLARD, MARIELA NABERGOI Y OTROS

que se produzcan identificaciones primordiales como negación de la negación. Se


trata de un proceso de mediación que forma parte del proceso más amplio en el
que la comunidad se hace sociedad, y que así como acerca al fundamentalismo
y la xenofobia, origina formas nuevas. El autor advierte sobre el “multicultura-
lismo” como operatoria de hegemonía y exclusión, allí cuando por ejemplo, la
maternidad temprana o la delincuencia juvenil se constituyen como “lo típico”
de la juventud.
En relación con el concepto de episteme, Jaime Breilh propone que las re-
laciones epistémicas entre un modelo interpretativo y las concepciones de la
práctica se establecen en cada época, a través de nexos determinantes que resul-
tan de las relaciones entre el desarrollo de los paradigmas científicos disciplina-
res y generales, con sus modos de producción científica, y la ideología especial
que predomina en la comunidad, los presupuestos de la cultura y los modos de
la praxis (Breilh, 2003).
Un ejemplo de las complejas relaciones epistémicas en el campo de la salud
es el siguiente. En la búsqueda de estandarizar conceptos y terminología refe-
rida a la discapacidad, la OMS publicó en 1980 la Clasificación Internacional
de Deficiencias, Discapacidad y Minusvalía (CIDDM). La misma incorpora al
modelo médico explicativo de la discapacidad, el modelo social. La clasificación
da cuenta de las limitaciones que las alteraciones del cuerpo (deficiencias) pro-
ducen en las actividades cotidianas (discapacidad) y en la participación social
de las personas (minusvalía).
En los últimos años, el aumento de la participación de organizaciones de
y para personas con discapacidad en las políticas sociales y en la agenda de los
organismos internacionales bajo el lema “nada sobre nosotros sin nosotros”,
promovió la creación de esta clasificación y sus posteriores revisiones.
Las siguientes revisiones de la CIDDM hasta la aprobación de la Clasifica-
ción Internacional de Funcionamiento (CIF) en el año 2001, ampliaron y flexibi-
lizaron el modelo reconociendo, por ejemplo, que la limitación en el desempeño
de actividades cotidianas y en la participación social pueden agravar la deficiencia
o la discapacidad originales o incluso generar otras nuevas. Además, alejándose
del concepto inicial “consecuencias de enfermedades”, la clasificación propone
incorporar “componentes de salud”, es decir, estados funcionales asociados con
estados de salud aplicables a todas las personas y no ya necesariamente a aquellas
con discapacidades. Se reconoce que los aspectos sociales y culturales en el fun-
cionamiento cotidiano (tanto en las actividades como en la participación) permi-
ten, junto al diagnóstico y/o los indicadores epidemiológicos clásicos, “una visión
más amplia y significativa del estado de salud de las personas o poblaciones”.
En el mismo sentido, la revisión de la estrategia de RBC (rehabilitación
basada en la comunidad) propone que el concepto de rehabilitación pase de ser
un término médico a ser un concepto de ejercicio de derechos.

220
ACTOS DE SALUD CON NIÑO/AS Y JÓVENES. PERSISTENCIAS, DESENCLAVES Y REFLEXIVIDAD

Sin embargo, a pesar de las modificaciones mencionadas, la referencia a la


salud como condición física sigue presente, ya que la clasificación actual excluye
las “circunstancias no relacionadas con ella (la salud), tales como las originadas
por factores socioeconómicos” (OMS- CIF, 2001:4).

Crono topos

Como hemos dicho con anterioridad, el acto de salud supone encuentros


y/o desencuentros de existencias, espacialidades, tiempos y culturas en un deve-
nir histórico común.
Tanto la juventud como la infancia se construyen en una intrincada re-
lación entre la edad biológica y la edad social, que no es sin conflictos, pues
la cuestión de los límites de edad pone en juego la transmisión del poder y los
privilegios entre las generaciones (Bourdieu, 1990).
Giorgio Agamben (2001) analiza la situación de la infancia en la moder-
nidad a partir de lo que Benjamin, en 1933, denominaba “pobreza de experien-
cia”. A raíz del impacto causado por la catástrofe de la guerra mundial, la gente
regresaba de los campos de batalla enmudecida, no más rica sino más pobre en
experiencias compartibles. Asocia esta característica a lo insoportable en la ex-
periencia cotidiana y del sometimiento del hombre al tiempo lineal continuo.
La historia, en cambio se produce como kairós, tiempo pleno, discontinuo, fini-
to y completo del placer.
Cada concepción de la historia va acompañada de una determinada expe-
riencia del tiempo que está implícita, que la condiciona y que se trata de esclare-
cer. Cada cultura es una experiencia del tiempo y no es posible una nueva cultura
sin una modificación de esa experiencia. La concepción de tiempo en la edad
moderna es una concepción rectilínea e irreversible a la que se le ha sustraído
la idea de un fin y se le ha vaciado cualquier otro sentido que no sea el de un
proceso estructurado, conforme al antes y al después. La experiencia del tiempo
muerto y sustraído de la experiencia, caracteriza la vida de las grandes ciudades
modernas.
No somos seres históricos porque caemos en el tiempo, sino todo lo con-
trario, sólo porque somos seres históricos es posible caer en el tiempo, tempo-
ralizarnos.
Cornelius Castoriadis (1999) plantea dos dimensiones del tiempo: la di-
mensión conjuntista identitaria y la dimensión imaginaria o de la significación.
La primera caracteriza al calendario y la periodicidad medida y referida a fenó-
menos espaciales, la segunda remite a la atribución de origen, finitud. El tiempo
imaginario mantiene con el tiempo identitario una relación de inherencia re-

221
KATTYA PÉREZ CHÁVEZ, PAULA GAILLARD, MARIELA NABERGOI Y OTROS

cíproca o de implicación circular. De ahí que lo que ocurre no es mero aconte-


cimiento repetido, sino manifestación esencial del orden del mundo, tal como
es instituido por la sociedad en cuestión, de las fuerzas que lo animan, de los
momentos privilegiados de la actividad social.
El vínculo entre espacio y poder es un tema recurrente en el trabajo de
Michel Foucault. Los poderosos son aquellos que pueden manipular el espa-
cio para sus propios fines, insertando profundamente sus tentáculos de con-
trol social “micropoderes”, en la vida cotidiana. Los ejemplos arquetípicos
fueron la cárcel y el asilo. En ambos casos, los individuos están cercados, en
su autonomía y sujetos a la más intensa, constante vigilancia. Sin embargo,
de alguna manera, la posibilidad de la acción autónoma permanece en los
nichos más oscuros de la vida cotidiana. Por las complejidades de la geografía
humana, la acción social trascendente siempre es inminente. Por lo tanto, el
espacio es una expresión de poder. Él habilita y restringe. Aquellos que no
controlan su geografía permanecen para siempre amenazados, inseguros en
su seguridad.
Para Foucault (1986), el espacio subjetivo que recorta la medicina positiva
en la definición de su objeto es, históricamente, sólo una manera de espacializar
la enfermedad.
La medicina clasificadora del siglo dieciocho supone un espacio que
no es ni el encadenamiento de los efectos y de las causas ni la serie crono-
lógica de los acontecimientos visible en el cuerpo humano sino un espacio
ideal donde la enfermedad se define por su lugar dentro de una familia:
un espacio plano y un tiempo instantáneo. Sólo en el período histórico
del siglo diecinueve, el espacio de configuración de la enfermedad y el
espacio de localización del mal en el cuerpo han sido superpuestos en la
experiencia médica. El problema de cómo puede una enfermedad carac-
terizarse por su sede en un cuerpo es así el problema de la espacialización
secundaria. El autor llama espacialización terciaria al “...conjunto de los
gestos por los cuales la enfermedad, en una sociedad, está cercada, médica-
mente investida, aislada, repartida en regiones privilegiadas y cerradas, o
distribuida a través de los medios de curación, preparados para ser favora-
bles” (Foucault, 1986: 34). Se trata entonces de la forma en que un grupo
practica las exclusiones, establece las formas de la asistencia. Es un lugar
de dialécticas diversas: figuras heterogéneas, desplazamientos cronológi-
cos, reivindicaciones y utopías, lugar de entrecruzamiento de un cuerpo de
prácticas heterogéneas, sin unidad, que articula las espacializaciones pri-
maria y secundaria con las formas de un espacio social, con características
y leyes diferentes.

222
ACTOS DE SALUD CON NIÑO/AS Y JÓVENES. PERSISTENCIAS, DESENCLAVES Y REFLEXIVIDAD

Desarrollo

El empleo y los tiempos

El tiempo que no alcanza

El aumento en la intensidad y exigencia de trabajo es percibido por los tra-


bajadores de la salud como falta de tiempo para la formación, para el descanso y
para la vida personal: “Me produce malestar estar de guardia el día sábado, por lo
que representa ese día en lo personal....Los salarios no son acordes a la cantidad
de horas, a la cantidad de pacientes y calidad de atención.... Se debe trabajar
mucho para vivir”(hospital monovalente).
La falta de tiempo para actividades preventivas y promocionales es asociada
a la asistencia en tanto “línea de producción”: “Siento una gran exigencia de
productividad en el trabajo. Me levanto a la mañana y siento que tengo treinta
para ver. No se puede ver cinco chicos por hora y hacer prevención” (hospital
general).
También los trabajadores relacionan la falta de tiempo con la obligación o
necesidad de cumplir tareas no atribuidas tradicionalmente a la actividad profe-
sional: “Estábamos hartas de entregar la leche, perdíamos tres horas por semanas,
es un trabajo administrativo, tuvimos una reunión con todos los trabajadores de la
salud del centro y planteamos que hagamos la entrega entre todos” (CESAC).

La población como infancia que adolece

En los relatos de los trabajadores de la salud, las características o acciones


de la población más reconocidas como favorecedoras de la salud son las relacio-
nadas con la adherencia a los tratamientos: cuando “se sacrifican a pesar de lo
económico”, “fidelidad al tratamiento”, “compromiso y estabilidad en relación
con la asistencia al centro”, “que tenga confianza y venga a contar”.
En muy pocas ocasiones se menciona: “que demanden”, “la participación en
las reuniones”, la “conciencia de derechos”, la “organización” y “uso del centro”.
“Lo favorecedor es cuando cumplen con el programa que les decimos que
tienen que hacer, cuando siguen asistiendo al centro. Y lo que no es favorecedor
es no continuar con el tratamiento...” (CESAC).

223
KATTYA PÉREZ CHÁVEZ, PAULA GAILLARD, MARIELA NABERGOI Y OTROS

“Favorece la salud que las madres vengan a hacer los controles periódicos,
que sean obedientes en cuanto a las indicaciones, que son atentas, que escuchan
los consejos, que vienen al consultorio de niños sanos en forma periódica, con
las cuales podés charlar y ves que lo que les estás comentando les llega” (hospital
general).
La construcción dominante de las identidades puede generar sentimien-
tos de orgullo y pertenencia y organizarse a partir de la estigmatización y
segregación del otro, del exo-grupo. Persistencia de lógicas hegemónicas que
en el contexto de estallido de instituciones sociales hacen de obstáculo al
reordenamiento ético-epistémico-político que posibilite otras condiciones
para el acogimiento en salud: “En los adolescentes la anemia es una situa-
ción de todos los días... comen mal, comen toda esa comida chatarra que
está impuesta por el mercado, eso es real. Otro hecho real es que los padres
trabajan, están pauperizados, no tienen ganas de cocinar ni aún estando en
la casa. No sé qué les pasa, falta de educación de la familia, de los padres, de
todos” (CESAC).

Espacialización y actores sociales

Nuevos actores en viejos espacios

Los reiterados recortes presupuestarios que afectaron en los últimos años


al sector salud motivan que las instituciones de salud se encuentren desborda-
das.
Gran parte de los efectos de la crisis recayeron en sectores urbanos medios
y los sectores tradicionalmente afectados por la pobreza. Estos se refleja en los
datos relacionados con la desprotección social, que aparece como la principal
causa de malestar en el trabajo para los trabajadores de la salud (setenta por
ciento).
La espacialización terciaria tradicional se modifica. En los relatos de los tra-
bajadores de la salud de hospitales y centros de salud de la Ciudad de Buenos
Aires hacen su aparición, con insistencia, nuevos actores: los sectores urbanos
medios en los espacios de los “pobres tradicionales”: “Generalmente los pacientes
son aquellas personas que han quedado desprotegidas del área social porque ya
no tienen cobertura, han quedado sin trabajo, les han rematado la casa” (hos-
pital general);“La población es de muy bajos recursos, mucha población media
descendida que antes tenía obra social y ahora ya no. Aparte la población que
antes se atendía no estaba como hoy. Los pacientes no se controlan la salud, están
mal alimentados, chicos abandonados sin una figura adulta que se haga cargo de

224
ACTOS DE SALUD CON NIÑO/AS Y JÓVENES. PERSISTENCIAS, DESENCLAVES Y REFLEXIVIDAD

ellos... chicos que antes iban a escuelas privadas y ahora van a escuelas estatales,
antes tenían obra social y ahora no tienen. Se ve mucha desocupación, desempleo
o subempleo, el que tenía casa propia ahora no la tiene... “(CESAC); “Gente
muy necesitada a nivel económico, social, mucha gente desempleada. Esto es una
diferencia con el hospital porque al hospital va gente de todo nivel económico,
va en realidad gente de clase media... La gente que tiene muy bajos recursos ya
no puede llegar al hospital” (CESAC); “Los más pobres ya no llegan al hospital,
viene la clase media. Los pobres van a la salita porque no tienen plata para pagar
el pasaje, con lo cual hubo una gran recarga del sistema periférico de salud” (hos-
pital general).
La aparición y la exclusión de actores sociales en los espacios tradicionales
en salud, implica problematizar la espacialización terciaria. La reorganización de
la espacialidad se basa en un cambio en la estructura de la relación entre lo visible
y lo invisible. Entre las palabras y las cosas, se traban nuevas alianzas (Foucault,
1986).

Público o privado / intramuro o extramuro

Las narraciones de los trabajadores de la salud delinean espacios dicotómi-


cos. Así por ejemplo, las actividades extramurales se asocian con la prevención
y las intramurales con la asistencia: “Lo beneficioso es la llegada a la comunidad
del profesional, se busca el contacto a través de talleres, relevamientos, etc., la
gente establece lazo más de confianza. Siempre hay gente, desde temprano, hace
uso de los espacios preventivos. La gente los toma” (CESAC); “Yo digo que es la
educación, no sólo institucional sino dar charlas permanentes en el barrio, salir,
el hospital tiene que salir un poquito afuera” (hospital monovalente).
Lo público se constituye en un espacio de prácticas devaluadas en oposición
al espacio privado: “Existe una necesidad general a nivel gubernamental de aplas-
tar todo espacio público en beneficio de lo ‘privado’ o sectores de grandes nego-
ciados.” (CESAC); “Hay poco reconocimiento de los estratos superiores de las
personas que nos comprometemos o somos responsables y una desjerarquización
del hospital público por parte de pacientes y colegas” (hospital monovalente).
El avance de las privatizaciones en materia de salud paralela al “aplasta-
miento” de la atención pública forma parte de una modificación destructiva
general de los espacios y del nivel de vida y de trabajo. Metamorfosis de las sub-
jetividades que presenta a los usuarios como el “malón”, la “presión” de la sala
de espera, “la cloaca”: “La presión sobre la ventanilla se da porque no hay nadie
que sostenga ese malón. Después las administrativas nos presionan a nosotros”
(hospital general).

225
KATTYA PÉREZ CHÁVEZ, PAULA GAILLARD, MARIELA NABERGOI Y OTROS

El lugar de los otros

“Gente con muchas de las necesidades básicas insatisfechas, problemas


de vivienda, económicos, afectivos, de familia. Son población de casas toma-
das, inquilinatos; han vivido pérdidas de todo tipo. Puede ser que haya más
inmigrantes ahora. A ojo, haciendo estadísticas, tenías cuarenta, cincuenta por
ciento de extranjeros. Muchos de Perú en los últimos tres o cuatro años. Antes
eran menos. Los niños son parte de estas familias, con problemas de vivienda,
económicos... muchos no estudian ni trabajan” (CESAC).
Diversas referencias a la población se consignan muchas veces como
causa de malestar en el trabajo; problemas con y de la población: pacientes
de alto riesgo, demandantes, violentos y/o con problemas económicos. La
impotencia sentida por los trabajadores de la salud, tema recurrente en los
hallazgos y vinculado al “desborde”, impacta de diversas maneras. Una de las
formas registradas con frecuencia, es la construcción de la población como
amenaza: “Un día les vamos a decir que el nene no tiene nada y van a sacar
el revolver y nos van a pegar un tiro. No te hacen caso con las dietas, vos
les explicás todo y después le dan chocolate. Siento que te están tomando el
pelo” (hospital general).

Intersecciones del malestar

“La situación social y económica de los niños es muy precaria...Hoy vino


una familia entera con tres hijos con tuberculosis, la situación en salud es muy
precaria. Pero si vienen y no abandonan se hace todo lo posible para que se
mejoren” (CESAC); “...con los años, lo que me preocupa es la situación social;
el tema del maltrato que estamos recibiendo por la presión social, económica, la
falta de educación que tiene la gente” (hospital monovalente).
Entre las razones de malestar, cerca de un ochenta por ciento de los tra-
bajadores de la muestra considera que los pacientes y los familiares tienen exi-
gencias excesivas y comportamientos irritantes y un sesenta y siete por ciento
vive como escaso el reconocimiento de su labor por parte de los usuarios que
atiende.
Un setenta y siete por ciento se siente estresado por el trabajo y considera
que éste repercute en su salud; un cincuenta y seis por ciento sostiene que está
afectando sus relaciones sociales y familiares y un cincuenta por ciento que los
problemas en el trabajo hacen que su rendimiento sea menor: “Me gusta mi
trabajo... me gustaría lograr mayor crecimiento y posibilidades de evolución,

226
ACTOS DE SALUD CON NIÑO/AS Y JÓVENES. PERSISTENCIAS, DESENCLAVES Y REFLEXIVIDAD

cosa que no es posible con la situación actual del sistema de salud y del estado
socioeconómico del país” (hospital monovalente).

La reflexividad en las transformaciones

Alrededor de un cincuenta por ciento de los trabajadores consideró como


propuestas de solución a los problemas en salud, la implementación de espacios
de reflexión, de capacitación, el aumento en los niveles de planificación y de la
organización, aumento de la remuneración y aumento del equipamiento.
En nuestra experiencia, la producción de dispositivos participativos posi-
bilita pensar la propia identidad pero historizada y relacional, incorporando el
sentido y el otro.
“Considero que debieran existir espacios de reflexión con el suficiente po-
der para cambiar cosas. Creo que la mayoría de los trabajadores de la salud co-
nocen que hay que cambiar” (hospital monovalente); “Para mí se trata de que
valoricemos nuestro trabajo, a veces no nos llega el valor, el reconocimiento de
la familia pero somos un punto muy importante en la familia, en la sociedad. La
tarea no es sólo asistencial sino que es educativa, didáctica también. Esto viene
de la facultad, por afán de aprender hicimos guardia, hicimos cosas de enferme-
ría” (hospital general).

La otra geografía

El año 2002 comenzó con un fenómeno si no inédito, transformador: la


gente, la multitud tomó su lugar en el escenario para dar semblantes nuevos y
conmovió los espacios de lo privado lo público y lo político. Así lo testimonia
Raquel Thevenon (2003: 4): “Como ciudadanos como vecinos, como mujeres
y varones nos indigna y nos rebela la pobreza, sabiendo que cuando hablamos
de pobreza no sólo hacemos referencia a las necesidades básicas insatisfechas,
sino también a la pobreza política o de participación; a la pobreza de recreación
y creación, al acceso a los bienes culturales y simbólicos, a la pobreza de pro-
tección.”
Desde una asamblea la atención de demanda se percibe por ejemplo así:
“Pareciera que los hospitales trabajan con gente pudiente, no hay hospital para
pobres. Pareciera que los chicos de la calle no tienen que ir a un hospital, se
tienen que morir” (asambleísta).

227
KATTYA PÉREZ CHÁVEZ, PAULA GAILLARD, MARIELA NABERGOI Y OTROS

Alternativamente en el espacio de la asamblea barrial se fueron gestando


proyectos de cuidado comunitario específico e inespecífico: “Cuando llegamos a
la olla ellos nos decían policías, buchones, y no me afecta porque son chiquitos
que están acostumbrados a estar en la calle, desconfían de todo el mundo y tie-
nen razones. Yo no los juzgo...ahora saben que en nosotros tienen un amigo no
un enemigo” (asambleista).
En las asambleas son esas problemáticas de difícil acceso al campo de no-
minaciones e identificaciones de las instituciones formales de atención que
irrumpen y orientan acciones preventivas y promocionales, tendiendo a la arti-
culación con el sistema público pero en sentido no hegemónico: “Creo que es
lo bueno que hemos logrado desde la olla. Empezar a darles de comer, tener un
acercamiento. De hecho hace quince días que M., se hizo un test de VIH porque
hay unos señores con coches muy importantes que paran en la plaza pero ya no
cuando estamos nosotros”.
Desde las estructuras interiores del sistema de salud, la aparición de este
nuevo actor social tuvo diferente impacto entre los trabajadores y funcionarios
de las instituciones.
En este punto, resulta interesante retomar el concepto de territorio, ya que
se trata de un concepto de apertura para pensar un más allá del orden institu-
cional tradicional, como un nuevo escenario estratégico, entendido como una
fuerza viva de relaciones concretas e imaginarias que las personas establecen
entre sí, con los objetos, con la cultura, con las relaciones que se dinamizan y
transforman. Franco Rotelli (1994) señala dos aspectos: 1) La práctica del traba-
jo en territorio es un trabajo de construcción y promoción de salud, 2) El saber
del sujeto paciente, el saber de los familiares, los saberes del territorio deben ser
incorporados a las prácticas, No tanto desde el “deber ser” sino desde una postura
ética, e ineludible, en la construcción de espacios de producción de subjetivida-
des, de solidaridades, de convivencia, de integración.

Discusión

En el controvertido panorama que se presenta en lo social, aparecen proble-


máticas epidemiológicas que escapan a las concepciones y prácticas usuales –o
ideales– del sector salud. Los trabajadores de la salud perciben la situación de po-
breza y empobrecimiento pero las significaciones hegemónicas que estructuran los
actos contribuyen a una quita de la potencia y eficacia del esfuerzo. La densidad
de los problemas, las nuevas condiciones vinculares, territoriales, etc. se presentan
a menudo como catástrofes, en el doble sentido de naturalización e imprevisibi-

228
ACTOS DE SALUD CON NIÑO/AS Y JÓVENES. PERSISTENCIAS, DESENCLAVES Y REFLEXIVIDAD

lidad. En el sistema de salud, los padecimientos, los modos de vida, las voces, se
dividen entre la demanda institucional o legítima y lo que excede, extraterritoria-
lidad de lo “extrahospitalario” o “extramuro” de la prevención: el desempleo, el
reparto de la leche, los incumplimientos del tratamiento, así como el conjunto de
problemas que enfrentan a los trabajadores de la salud con el límite de aceptado y
categorizado según estándares permitidos en la atención infanto-juvenil.
La disposición con que los trabajadores toman las propuestas reflexivas, así
como las enseñanzas que puedan incorporarse a la salud colectiva a partir de las
experiencias de asambleas, requieren de una perspectiva dialógica. El desarrollo
del diálogo José Luis Rebellato (2000), supone valores éticos fuertes: creer en
la dignidad de las otras personas, que se avanza en lo dialógico sin coaccionar
(el diálogo excluye la coacción). Además, estar dispuesto a problematizar los
propios valores y posturas, supone una actitud de reconocimiento de que, en el
diálogo con el otro, es posible descubrir la novedad de valores:

Creo que el trabajo bien hecho es ir en contra de lo que se cree seguro o


conveniente y examinar las certidumbres propias con la misma pasión que se
juzgan las de los otros (...) Existe otra forma del deber moral: la que proviene
del hecho de que los intelectuales sean, en sociedades despiadadas en lo
económico y lo cultural, quienes estén probablemente bien colocados para
mostrar la complicidad de ellos mismos y la responsabilidad del poder respec-
to de las diferencias materiales y simbólicas. No hay honor, pero quizá pueda
existir una forma de la fuerza moral (lo que los antiguos llamaban virtud)
para nosotros. (Sarlo, 2003).
Mediante la intervención reflexiva y la implementación de dispositivos
específicos, nos hemos planteado objetivos de promoción de afrontamientos
resilientes y de construcción de escenarios portadores de condiciones de salud
“más saludables” tanto para la población usuaria de los servicios como para los
trabajadores de la salud.

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ACTOS DE SALUD CON NIÑO/AS Y JÓVENES. PERSISTENCIAS, DESENCLAVES Y REFLEXIVIDAD

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231
IV.4 Vulnerabilidad y arte. Experiencias creativas como espa-
cios de salud en áreas marginales urbanas∗
por Hugo Leale y Rosana Peirano

Introducción

Las experiencias de creatividad y arte, en particular aquellas que se realizan


con población vulnerabilizada o marginalizada, plantean un campo de implica-
ción subjetiva y colectiva interesante. Un campo en el que se recuperan histo-
rias y se inauguran relatos, en el que se producen apropiaciones y re-apropiacio-
nes simbólicas; un campo de producción de subjetividades y de significaciones
(Castoriadis, 1999).
Vulnerabilidad, fragilización individual y colectiva, producciones socio-
históricas determinadas y determinantes de los imaginarios sociales se abordan
desde estrategias e intervenciones propuestas por diversos lenguajes artísticos.
Todos tenemos emociones e ideas que no hemos conseguido aún expresar, sin
embargo esa expresión suele no ser vista como una necesidad básica en los gru-
pos sociales vulnerabilizados; negando que la salud tiene, como condición bási-
ca la necesidad de alimentar el cuerpo y de alimentar el alma,
La perspectiva de promoción y prevención crítica de la salud mental nos
permite –y nos impulsa a– pesquisar en estas experiencias: las características, los
modos de trabajo y de organización, los impactos en la subjetividad –individual
y colectiva–, en la construcción de identidad, y en la producción de nuevas
significaciones (Almeida Filho, 1992).

Experiencias

Un conjunto de experiencias creativas están en desarrollo; grupos de tea-


tro comunitario, murgas, grupos de música, de artes plásticas, de artes circenses
(acrobacia, malabares, clown, trapecio, etc.). Todas ellas (y también aquellas
otras que no conocemos) son canales de expresión de cultura y saber popular, de
sentires y pensares comunitarios, es decir del “común”.

*. Este trabajo fue presentado y publicado en las Memorias de las XI Jornadas de Investigación.
Psicología, Sociedad y Cultura, realizadas el 29 y 30 de julio de 2004, Buenos Aires, Argentina,
págs. 204-206, Tomo II, 2004.

233
HUGO LEALE Y ROSANA PEIRANO

Nuestra indagación ha tomado algunas de estas experiencias en la Ciudad


de Buenos Aires: un grupo de teatro comunitario con sede en el barrio de La
Boca, un proyecto de enseñanza de artes circenses que se asienta en el sector del
barrio de Barracas conocido como ‘villas 21, 24 y Zavaleta‘, y coordinadores de
talleres de acrobacia con chicos en situación de calle.
De ellas, el grupo de teatro es la experiencia más antigua, tiene veinte años
de existencia y su origen, –en el final de la última dictadura militar– marcó lo
que sería su identidad artística. En lugar de hacer un taller de teatro hicieron
teatro. La presentación se hizo en la plaza del barrio, como parte del festejo
“escolar” del 25 de mayo e incluyó una “choriceada” y actividades al aire libre.
Ese origen fue el resumen de una concepción y una estética teatrales: teatro
entendido como fiesta, como un encuentro de vecinos donde se produce comu-
nicación.
Las obras que siguieron fueron creadas colectivamente, desde los propios
recursos y con una metodología de juegos de improvisación. Se valorizan las his-
torias individuales y las colectivas, porque son continuadoras de las manifesta-
ciones artísticas del barrio. El grupo recupera y usa recursos artísticos, la poética
del arte popular: el sainete (esa mixtura de criollos e inmigrantes en el patio
del conventillo), la murga (de larga tradición en el barrio), el candombe (cere-
monia fundamental para el desarrollo de la música y el baile popular), el circo
(donde nació el teatro argentino), títeres, historieta, etc. Junto con la memoria
histórica se recupera también la potencia de jugar, producir y crear. Sucede que
recuperar memoria construye identidad y enriquece las posibilidades de vérselas
con la realidad (porque con la realidad no se juega) (Dubatti, 1999).
En el proyecto de enseñanza de artes circenses, el origen estuvo marcado
por otras necesidades, allí hay un equipo responsable integrado por dos ‘coordi-
nadores de taller’ trapecistas/acróbatas/malabaristas, (un hombre y una mujer,
que además son pareja), y una licenciada en ciencias de la educación. Comen-
zaron a trabajar en el año 1995 en las instalaciones de un comedor comunita-
rio, en el que habían ido apareciendo, junto a la necesidad de comida, otras
necesidades haciendo verdad aquello de que “no sólo de pan vive el hombre”.
La intención inicial fue crear un espacio de contención y la coordinadora del
comedor les facilitó el lugar, aunque ellos no tenían un proyecto claro.
Organizaron un taller de zancos que fue rápidamente superado: por la can-
tidad de chicos que concurrió, por la velocidad del aprendizaje, por la avidez
por otras técnicas. Continuaron trabajando con técnicas aéreas en el patio, y
enseñando otras artes circenses –malabares, acrobacias, clown– a niños, niñas y
adolescentes.
En una jornada de ‘trabajo’ los chicos rotan por las distintas técnicas, lo
característico es el modo de desarrollarlas: jugando. Juegan la mayor parte del
tiempo: —“vení vamos a ver si hacemos esto”— le dice una al otro y le explica:

234
VULNERABILIDAD Y ARTE. EXPERIENCIAS CREATIVAS COMO ESPACIOS DE SALUD EN ÁREAS MARGINALES URBANAS

—“Vos parate de esta manera, yo vengo, hago una vertical, vos te agachás, yo
quedo subido a tus hombros, y una vez arriba hago malabares con estas cla-
vas”—, lo ensayan, una y otra vez, lo van modificando. En un momento de esa
improvisación llaman a un coordinador y le muestran esa secuencia que han
armado; el coordinador les sugiere cambiar un movimiento y les explica: —“de
esta otra manera lo hacen más fácil para ustedes y queda más lindo”. Toman la
sugerencia y siguen practicando; parece que han armado una “rutina” (así lla-
man ellos, los acróbatas o malabaristas, a estas secuencias de movimientos).
Tal vez esta secuencia en algún momento se integre a un espectáculo, tal
vez sólo quede como un ejercicio, como una práctica construida creada por
ellos. Esos dos chicos estaban jugando y en el desarrollo de ese juego produjeron
algo, quedó un producto creado por ellos. Los –productos de la creatividad in-
dividual y colectiva– movimientos, rutinas, “gags”, “sketchs” quedan como algo
que se aporta a la realidad, se “verifican” en la realidad. Aquí reside buena parte
de la fuerza de estas experiencias (Winnicott, 1972).
Los participantes hacen una experiencia completa de construcción par-
tiendo de un juego inicial; aparece una idea difusa o confusa, la van desplegando
y pueden llegar a darle una forma final; o incluso descartarla como cuando los
chicos destruyen el castillo de arena que les llevó varias horas construir. Las
prácticas artísticas canalizan la expresión individual y grupal en una búsque-
da estética, y posibilitan el despliegue de significaciones nuevas en la acción
dialectizadora del proceso-producto artístico. Proceso-producto que condensa y
sintetiza emociones, percepciones, ideas, historias y significaciones subjetivas e
intersubjetivas. Antes o después de la práctica todos se sientan en ronda, en el
suelo: “Todos en el mismo nivel”, dice una de las coordinadoras. La ronda es un
espacio que abre la palabra: “¿qué estuvo trabajando cada uno?”, ¿qué estuviste
haciendo?”. Todos pueden mirarse, encontrarse y recuperar colectivamente los
aprendizajes de cada uno de ellos. Cada uno puede aprender de lo que otro
aprendió.
¿Qué cambió para los participantes? “Ahora están mejor plantados, cambió
la valorización de sí mismos, su autoestima. En este aspecto hay mucho creci-
miento, más allá de la técnica, de lo específico de las técnicas del circo”.
Las producciones del cuerpo en movimiento comprenden: la imagen cor-
poral, la concientización del esquema corporal individual y lo relacional en
el cuerpo grupal integrándose las cualidades interoceptivas, exteroceptivas y
comunicacionales del movimiento expresivo. Lo postural, el eje corporal, el
espacio, el equilibrio, las emociones, la percepción del otro y su interrelación se
instalan desde la especificidad de las técnicas circenses vinculadas directamente
al cuerpo y su acción, las relaciones interpersonales, la conciencia de sí y la
creatividad. Se vigorizan las condiciones de posibilidad de apropiación de las
vivencias acontecidas en las actividades como analizadores de temas-problemas

235
HUGO LEALE Y ROSANA PEIRANO

favoreciendo y enriqueciendo procesos de reflexión-acción participativa. Estas


experiencias son poderosas organizadoras. Señalamos las siguientes dimensiones
como sostenes del funcionamiento: a) La continuidad, en especial cuando se
trabaja con chicos en situación de calle para quienes nada tuvo continuidad –su
familia–. La continuidad de la experiencia les ofrece un lugar estable y consis-
tente donde puedan desplegarse (Dubatti, 1999); b) la verdad. “los chicos saben
si lo que vos les decís es verdad, igual te ponen a prueba para comprobarlo, y para
comprobar que no les sacás nada a cambio de lo que les das”, esto lleva a estable-
cer vínculos confiables, instalados desde enunciados que sostienen compromisos
perdurables singulares y colectivos; c) la oferta de modelos identificatorios. Los
coordinadores se implican desde una gran disposición libidinal y se “cargan al
hombro” los proyectos. “Cargarse al hombro” sucede tanto en las organizaciones
no gubernamentales como en las gubernamentales; el funcionario del GCBA
que auspició el Circo Social pretendía “adueñarse” del proyecto y los coordina-
dores disputaron esa “paternidad” con éxito, al menos hasta el presente.
Claro que no son los espacios culturales los únicos en los que algunos
profesionales se “ponen al hombro” una actividad; sin embargo, el carácter de
“nuevas” que tienen estas experiencias, vale decir, el que todavía no se hayan
institucionalizado, burocratizado o cristalizado, facilita que los profesionales
intervinientes puedan investirlas libidinalmente con mucha intensidad. Esta
investidura les reporta satisfacciones tanto a ellos como a los chicos/as.
Las siguientes dimensiones articulan estas experiencias con lo intra e inter-
subjetivo promoviéndolas como innovadoras y atractivas:
• El cuerpo y el movimiento: Se despliegan y enlazan cualidades intero-
ceptivas, exteroceptivas y comunicacionales en acontecimientos enri-
quecedores de un yo que nunca deja de ser corporal.
• El juego y la creatividad: hay entrenamientos, enseñanzas, horarios rigu-
rosos, prácticas repetidas y rutinarias; sin embargo, la índole de las ac-
ciones hace que la diversión siempre sea posible. Además no hay copias;
se puede imitar, se pueden buscar ideas, modelos, pero los procesos sólo
funcionan cuando se produce una integración que se verifica en el nivel
del sí mismo. A esos momentos los chicos denominan “te cayó la ficha”.
• El tiempo: se ven resultados en plazos cortos de tiempo. En dos o tres
meses el practicante puede comprobar su progreso; en otras facetas
de la vida –estudio, aprendizaje de un oficio– esto no sucede porque
demandan tiempos más largos.
• El espacio: los desplazamientos, los trabajos en altura, los ejercicios fí-
sicos permiten el uso de las tres dimensiones del espacio y generan
sentimientos de poder.
• Lo nuevo: La capacidad instituyente de estos proyectos que todavía no
han coagulado en instituciones burocráticas.

236
VULNERABILIDAD Y ARTE. EXPERIENCIAS CREATIVAS COMO ESPACIOS DE SALUD EN ÁREAS MARGINALES URBANAS

• Lo tradicional: los participantes se constituyen en herederos y conti-


nuadores de un saber y una cultura popular.
• El placer: del juego, del uso del cuerpo en el espacio, de sentirse acom-
pañado, de tener un lugar se percibe en los participantes, en los coor-
dinadores y también en uno mismo, “público” afectado por lo que ellos
comunican.

Los saberes y prácticas artísticas posibilitan producciones singulares y co-


lectivas cuya construcción instala una lógica de intercambios y resemantizacio-
nes del modo de vida del colectivo social donde operan. Entre los logros de estas
actividades se destacan: la posibilidad de identificar y expresar sentimientos,
el estímulo de la imaginación y la creatividad, la autoestima, el compartir, el
desarrollo de las habilidades psicomotoras. Estos logros se enlazan en un sen-
tido salutífero, entendiendo a la salud como “(...) satisfactor de necesidades,
implica una posibilidad de desarrollo de las potencialidades psíquicas y sociales.
Propiciar el despliegue del placer y el despliegue de la inteligencia, remite a sub-
jetividades que no se adapten pasivamente sino subjetividades que cuestionen
y transformen.

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Zaldúa, G. (1992): Clases teóricas, Buenos Aires, Publicaciones Centro de Es-
tudiantes de Psicología (UBA).

237
IV.5 Praxis psicosocial comunitaria en salud:
las representaciones y las prácticas de salud en los adolescentes∗
por Graciela Zaldúa, María Teresa Lodieu, María Marcela Bottinelli,
María Pía Pawlowicz, Dora Koloditsky

Introducción

La modalidad actual del cuidado de la salud por parte de los adolescentes


se instala como un problema y un desafío a la práctica sanitaria cotidiana. Los
profesionales de la salud que atienden a los adolescentes se interrogan sobre el
valor y el sentido que los adolescentes les otorgan a la salud y al cuerpo. Ciertas
prácticas sobre el cuerpo, o “juegos” que requieren una intervención médica
desconciertan al equipo de salud.
Las dificultades para acercarse a los servicios médicos o la concurrencia
tardía –cuando la sintomatología está muy avanzada–, la falta de adherencia a
los tratamientos y ciertas prácticas con connotaciones violentas sobre el cuer-
po configuran un entramado que requiere ser investigado a fin de favorecer los
actos de salud. En el marco de nuestro trabajo investigativo sobre los actos de
salud y coincidente con los lineamientos del nuevo proyecto titulado: “Praxis
psicosocial comunitaria en salud” hemos iniciado una indagación sobre las
representaciones y las prácticas de salud en los adolescentes en una unidad
asistencial de un Hospital polivalente de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires.

Marco teórico

Los procesos de construcción de la subjetividad individual y social-colec-


tiva actual, en especial en la adolescencia deben ser analizados a fin de intentar
comprender las problemáticas psicosociales y las alternativas relacionadas con
la salud-enfermedad-atención.

*. Este trabajo fue presentado y publicado en las Memorias de las XI Jornadas de Investigación.
Psicología, Sociedad y Cultura, Buenos Aires. Argentina, 29 y 30 de julio de 2004, págs. 145-147,
Tomo II. 2004.

239
GRACIELA ZALDÚA, MARÍA TERESA LODIEU, MARÍA MARCELA BOTTINELLI Y OTROS

La subjetividad individual expresa los procesos de subjetivación asociados


a la experiencia social de cada persona y las formas de organización de esa expe-
riencia en su transcurrir histórico (González Rey, 2002). Los espacios de la vida
social configurados por procesos de significación y sentido son constituyentes de
la subjetividad individual; a la vez, el accionar del sujeto puede modificar esos
espacios. Esto marca el carácter dialéctico de los procesos de subjetivación. Si
bien los espacios sociales pueden ser compartidos, la singularidad de cada trayec-
toria individual determinará la diferenciación subjetiva. Por subjetividad social-
colectiva vamos a entender la configuración subjetiva que adquiere un colectivo
social, es decir un conjunto de sujetos que conforman un espacio social y que en
su accionar expresan patrones comunes de significación y sentido. La subjetivi-
dad social-colectiva es el resultado dinámico de procesos histórico-sociales.
Desde la perspectiva psicológica se advierte una configuración de las iden-
tidades adolescentes no lineal y las instituciones de anclaje son cuestionadas
y se encuentran en declive: “Las formas de producción de subjetividad no son
universales ni atemporales sino que se inscriben en condiciones sociales y cul-
turales específicas” (Duschatzky y Corea, 2002: 21). El capitalismo, al instalar al
mercado como poder regulador de las relaciones políticas, económicas y sociales
altera los sistemas de socialización tradicionales. La destrucción del Estado o su
sujetamiento a la hegemonía del mercado genera nuevas pautas de subjetividad
que se difunden masivamente en los medios de comunicación, en especial por la
televisión. En La Sociedad de Consumo, Jean Baudillard (1996) sostiene que los
hombres no están rodeados de otros hombres sino de objetos. Objetos, presenta-
dos no por su utilidad específica sino en una cadena de objetos significantes, en
donde el ser está encadenado a la posesión de objetos. ¿Qué sucede cuando esta
devoración de objetos queda limitada a la droga o al propio cuerpo?
La lógica narcisista-hedonista (Lipovetsky, 1993) exhibida en los medios
induce al culto al cuerpo, a la búsqueda ilimitada del placer, caminos destinados
al enaltecimiento del Yo. La creación de ese Yo y de ese cuerpo que debe res-
ponder a los patrones estipulados para lograr los atributos que convalidan el ser.
Ropas de marca, dietas, gimnasias, masajes, danzas, cirugías, psicoterapias, se
enlistan a estos fines. Las adolescentes de sectores “integrados” solicitan como
regalo en sus cumpleaños, cirugías plásticas prêt à porter.
Quizás nos tengamos que preguntar con que “marcas” enaltecen el cuerpo
los adolescentes “desafiliados”.
La composición y el funcionamiento de la familia a partir de la revolución
industrial se han modificado. De la familia extendida con la convivencia de tres
generaciones se ha producido el pasaje a la familia nuclear, incluso en muchos
casos, a la familia monoparental. Situación a la que hay que agregarle la perma-
nencia fuera del hogar de la madre, debido a su inclusión en el mercado laboral.
La falta de cotidianidad con los progenitores, la no presencia de ese otro, del otro,

240
PRAXIS PSICOSOCIAL COMUNITARIA EN SALUD: LAS REPRESENTACIONES Y LAS PRÁCTICAS DE SALUD ...

ha producido un quiebre en la construcción de la historia generacional. Elisabeth


Jelin (1994) sostiene que hay un cambio de valores en relación con la autoridad
parental. La valorización social del sujeto independiente que toma decisiones por
sí mismo, choca con los principios de la relaciones intergeneracionales tradicio-
nales que se fundamentaban en el respeto y obediencia a los padres. Podemos
agregar que el mercado, apresurándose a construir consumidores, no ha olvidado
las mercancías para los bebés, a quienes habilita para exigir a sus padres los objetos
deseados para su satisfacción: champúes, muñecos, chupetes, etc. Giovanni Sar-
tori (1998) considera que la introducción de la televisión modifica los procesos
socializadores del homo sapiens. La televisión, insiste, es “...una paideia (concepto
de origen griego que se refería al proceso de formación del adolescente), un ins-
trumento “antropogénico”, un medium que genera un nuevo anthropos, un nuevo
tipo de ser humano (Sartori, 1998: 36). Tesis que fundamenta en el hecho de que
los niños ven televisión durante horas y horas, antes de aprender a leer y escribir.
El “parafamiliar mediático” (Giberti, 1994) es un “integrante” clave en la nueva
composición familiar y en la conformación de la subjetividad.
“La escuela podía no ser un enunciado en el habla de los chicos pero podía
visualizarse en los valores de referencia de los chicos en los modos de percibir y
vincularse con los otros, en su relación con la autoridad, en la confianza en un
futuro y en el propio esfuerzo para alcanzarlo” (Duschatzky y Corea, 2002:10).
La escuela, hoy como un soporte básico está puesta en cuestión.
La hipótesis de Silvia Duschatzky y de Cristina Corea (2002) es que la
violencia aparece frente a la impotencia instituyente de la familia y de la escue-
la, al perder ambas instituciones el valor de autoridad y de saber. La violencia
corresponde al pasaje del ciudadano al consumidor.
La caída de la familia y de la escuela como instituciones de subjetivación
va acompañada del surgimiento de otros espacios subjetivantes. Varios autores
señalan la importancia de los grupos de pares en los adolescentes.
Paul Yonnet (1988) sostiene que la posmodernidad creó un nuevo conti-
nente social: los jóvenes. Espacio geográfico-mediático que rebalsa los límites
territoriales nacionales y crea hábitos, valores y comportamientos que substraen
al adolescente del ámbito familiar o institucional tradicional. En esta conforma-
ción social los medios masivos de comunicación han jugado un rol relevante, en
particular en la construcción de la subjetividad social-colectiva configurada en
torno a conjuntos musicales: las creencias, los valores, las actitudes, el manejo
del cuerpo, la vestimenta, el lenguaje, la identidad llevarán su sello. Yonnet pos-
tula incluso la existencia de un nuevo sujeto al que denomina “músicosocial”.
La música, el rock posibilitan la construcción de esa nueva ciase social “los jó-
venes”. Si bien podemos constatar una nueva subjetividad social-colectiva, exis-
ten múltiples diferenciaciones internas de orden social o cultural, incluso fuertes
identidades colectivas (tribus, bandas) con oposiciones y/enfrentamientos.

241
GRACIELA ZALDÚA, MARÍA TERESA LODIEU, MARÍA MARCELA BOTTINELLI Y OTROS

La situación de los adolescentes argentinos

En el marco de un enfoque integral para lograr una respuesta a la situación y


necesidades de la franja poblacional adolescente, el Área de salud de los/las ado-
lescentes de la Unidad Coordinadora Ejecutora de Programas Materno Infanto-
Juveniles (UCEPMIyN) del Ministerio de Salud de la Nación, ha producido en el
último período una serie de documentos y líneas de acción (Vuegen, 2003). Los
datos que presentamos a continuación se fundamentan en estos documentos.
La importancia demográfica de la población comprendida entre los diez y
los veinticuatro años (veintisiete por ciento) y los niveles de pobreza e indigen-
cia del cincuenta por ciento de los hogares argentinos de donde proviene este
sector poblacional plantean un contexto de vulnerabilidad y exclusión social
que debe ser considerado frente a cualquier evaluación sanitaria.
Las tasas de mortalidad son bajas, pero las dos primeras causas de muerte son
los accidentes y las causas asociadas a la violencia. Las tasas se incrementaron entre
1991 y 2000; las situaciones de riesgo están asociadas a las conductas, hábitos y
condiciones de vida. En particular, se señalan dificultades en relación con la infor-
mación y cuidados de la salud reproductiva en ambos sexos. La maternidad adoles-
cente es cerca de un dieciséis por ciento nacional, con desigualdades regionales. Un
aspecto significativo son las tasas de mortalidad infantil notablemente altas para
las madres que se encuentran en los tramos etarios de menores de quince años y de
quince a diecinueve años. La situación de riesgo es así, doble: la maternidad tem-
prana para el proyecto a futuro de las adolescentes y el incremento del riesgo en sus
hijos. En este caso se asocian no a razones biológicas, sino a motivos sociales, psi-
cosociales, culturales: la pobreza, la nutrición deficiente, el bajo nivel educativo, la
carencia de contención afectiva durante el embarazo, la falta de controles médicos.
El otro aspecto relevante es la mortalidad materna adolescente, mayor a la cuarta
parte del total, en particular por abortos y trastornos hipertensivos (30,1 por ciento)
(Gedstein y Pantelides, 2001). El consumo de drogas y alcohol se ha relevado en
aumento, sobre todo este último, y la edad de inicio es cada vez más temprana.
Resulta significativa la situación de exclusión social de importantes sec-
tores de adolescentes y jóvenes: algunos de ellos no han finalizado los estudios
primarios o secundarios y su inserción laboral es extremadamente lábil. En todo
el país, el 12,8 por ciento de adolescentes entre la franja de quince y diecinueve
años no estudia, ni trabaja, ni realiza tareas de cuidado del hogar y entre los
jóvenes de veinte a veinticuatro años aumenta la proporción al 14,7%. Por
otro lado, otro dato preocupante es el trabajo infantil asociado a situaciones de
riesgos físicos y psíquicos y a vulneración de derechos.
Una preocupación para tener en cuenta en las próximas líneas de acción del
Programa Nacional es la escasa utilización de los servicios de salud de los adoles-

242
PRAXIS PSICOSOCIAL COMUNITARIA EN SALUD: LAS REPRESENTACIONES Y LAS PRÁCTICAS DE SALUD ...

centes, posiblemente ligado a la falta de percepción de necesidades y/o a la exis-


tencia de barreras de tipo económico, geográfico, legales y de tipo institucional,
en la que se incluyen la carencia de espacios, de horarios y de recursos humanos
capacitados. En este sentido toman relevancia algunos de sus propósitos como el
fortalecimiento de los servicios de salud para los adolescentes de ambos sexos, au-
mento de la cobertura y la calidad de la atención, desarrollo de la comunicación
social y la abogacía/ compromiso de actores sociales relevantes.

Objetivo general

-Investigar las representaciones y prácticas de los adolescentes en relación


con cuidado de la salud en una unidad asistencial de Adolescencia de un hos-
pital público.

Específicos

1. Describir las representaciones sociales de los adolescentes acerca de la


salud y la enfermedad y del cuidado del cuerpo.
2. Comparar las representaciones y prácticas en relación con el cuidado
de la salud de los adolescentes según el sexo, la franja etaria y el nivel
educativo de los mismos.
3. Describir las actividades realizadas cotidianamente, el uso del tiempo,
el consumo de sustancias y las prácticas sexuales de riesgo y cuidado
de esta población.
4. Implementar estrategias promocionales y preventivas en salud con los
profesionales de la salud y los adolescentes que concurren a este hospital.

Metodología

Los instrumentos a utilizar: a) Cuestionario sociodemográfico que incluye


preguntas sobre las representaciones y prácticas de salud del adolescente y sus
actividades cotidianas. b) Entrevista en profundidad con los adolescentes. c)
Grupos focales con los adolescentes, buscando relevar las representaciones so-
cialmente compartidas y los argumentos y contrargumentos vigentes.

243
GRACIELA ZALDÚA, MARÍA TERESA LODIEU, MARÍA MARCELA BOTTINELLI Y OTROS

Los datos cuantitativos extraídos del cuestionario serán procesados me-


diante el sistema informático EPI-INFO. Los datos cualitativos aportados por
las respuestas abiertas del cuestionario, por la entrevista en profundidad y por
los grupos focales serán procesados por el sistema informático ATLAS-Tl. La
triangulación metodológica permitirá el cruzamiento de la información recaba-
da por ambos procedimientos.
Población:
Adolescentes de doce a veinte años que asisten al Servicio de Adolescen-
cia del Hospital Ramos Mejía.
Muestra: aleatoria.

Resultados preliminares

Los primeros datos relevados muestran actitudes favorables a la indagatoria


médica más allá de lo sintomático biológico. Las preocupaciones sobre el cuer-
po relacionadas con los ideales femeninos de belleza y los masculinos de fuerza
pueden ser interpretados dentro de los estereotipos tradicionales. Los problemas
de salud vinculados con las adicciones, violencias, enfermedades de transmisión
sexual son cotidianidades en la vida de los adolescentes. Por otra parte, la pers-
pectiva de futuro aparece como cuestión a indagar dado algunos aspectos discur-
sivos o algunas prácticas que plantean situaciones de vulnerabilidad y riesgo.

Bibliografía

Baudrillard, J. (1996) : La société de consommation, París, Editions Denoel.


Duschatzky, S. y Corea, C. (2002): Chicos en Banda. Los caminos de la subjetivi-
dad en el declive de las instituciones, Buenos Aires, Paidós.
Geldstein, R. N. y Pantelides, E. A. (2001): Riesgo reproductivo en le adolescen-
cia. Desigualdad social y asimetría de género. Cuadernos de UNICEF, no-
viembre, 2001.
Giberti, E. (1994): “La familia y los modelos empíricos” en Wainermann, C.H.
(comp): Vivir en familia, Buenos Aires, UNICEF-Losada.
González Rey, F. (2002): Sujeto y subjetividad: Una aproximación histórico cultural,
México, D.F. Thomson.
Jelin, E. (1994): “Familia: crisis y después...” en Wainermann, C.H. (comp):
Vivir en familia, Buenos Aires, UNICEF-Losada.

244
PRAXIS PSICOSOCIAL COMUNITARIA EN SALUD: LAS REPRESENTACIONES Y LAS PRÁCTICAS DE SALUD ...

Lipovetsky, G. (1993): La era del vacío. Ensayos sobre el individualismo contempo-


ráneo, Barcelona, Anagrama.
Sartori, G. (1998): Homo Videns. La Sociedad Teledirigida, Madrid, Taurus.
Vuegen, S. (2003): “Salud de la Población Adolescente en Argentina”, Archivos
Argentinos de Pediatría, Sociedad Argentina de Pediatría, diciembre 2003,
101 (6): págs. 491-494.
Yonnet, P. (1988) Juegos, Modas y Masas, Barcelona, Gedisa.

245
CAPÍTULO V.
GÉNERO
V.1 Representaciones y prácticas en los actos de salud
desde los discursos de género*
por Graciela Zaldúa, María Teresa Lodieu, María Marcela Bottinelli,
María Pía Pawlowicz, Paula Gaillard y Andrea Barbieri.

Introducción

El propósito de esta comunicación es transmitir una serie de problemá-


ticas relevadas en los servicios públicos de salud en relación con la categoría
género. Las representaciones y prácticas en los actos de salud, al ser analiza-
dos desde los discursos de género, permiten comprender los posicionamientos
subjetivos y la división sexual del trabajo en las instituciones de salud. Los
condicionantes macro y micropolíticos que interfieren en el proceso salud-en-
fermedad-atención inciden en el desgaste de los trabajadores y afectan los actos
de salud en relación con el reconocimiento y la confianza. Sin embargo, es
posible gestionar nuevos espacios de representaciones y prácticas promotoras
de equidad y calidad en salud.
La información que se presenta en este trabajo emerge de una experiencia de
investigación-acción de gestión asociada entre un equipo de investigación de la
Facultad de Psicología y equipos de los servicios hospitalarios públicos. El objetivo
investigativo es indagar las condiciones de producción de los actos de salud, los efec-
tos del desgaste laboral (burnout), los posicionamientos subjetivos y colectivos, y los
sistemas de afrontamiento de los trabajadores/as de la salud. La gestión asociada y la
experiencia participativa tienen como meta relevar las condiciones productoras de
malestar laboral y propiciar estrategias promocionales y preventivas en salud.
La situación actual del país, en el marco de la crisis del modelo hegemónico
neoliberal repercute particularmente en el sistema de salud pública –dañado por
el desfinanciamiento y la privatización– y en las condiciones de vulnerabilidad
de la población usuaria. Este contexto crítico se materializa en tasas de desem-
pleo de cerca del treinta por ciento, baja de salarios, aumento de la pobreza e
indigencia e indicadores de morbimortalidad evitables. En particular, las causas
de morbimortalidad femenina son un analizador clave y ponen en cuestión las
condiciones de producción de los actos de salud.

*. Artículo publicado en Sánchez Vidal, A.; Zambrano Constanzo, A., y Palacín Lois, M. (comps)
(2004): Psicología Comunitaria Europea: Comunidad, Poder, Ética y Valores. European Commu-
nity Psychology: Community, power, ethics and values, Barcelona, Univesitat de Barcelona, págs.
413-423.

249
GRACIELA ZALDÚA, MARÍA TERESA LODIEU, MARÍA MARCELA BOTTINELLI Y OTROS

Metodología

A través de una triangulación metodológica que permite combinar crite-


rios de rigor científico, se utilizan técnicas cuantitativas y cualitativas para el
relevamiento y el análisis de los datos. Los instrumentos para la recolección
y para el procesamiento participativo de la información son: una encuesta so-
ciodemográfica laboral, observación participante, entrevistas, grupos focales,
inventario de Burnout (Rivera Delgado, 1997), técnicas gráficas y psicodinámi-
cas grupales, actividades promocionales y preventivas que se trabajan mediante
dinámicas grupales y la técnica FODA (Fortalezas, Oportunidades, Debilidades
y Amenazas, SWOT: Strengths, Weaknesses, Oportunities, Threats).
La muestra es intencional y se trabaja con datos primarios y secundarios. La
unidad de análisis está constituida por trabajadores de la salud y unidades asistencia-
les de hospitales públicos. En este trabajo se ha seleccionado al sector médico (mé-
dicas y médicos) de los servicios de tres hospitales públicos. Componen esta muestra
ciento setenta y cinco profesionales: setenta y cinco médicas y cien médicos.

Actos de salud desde la categoría género

En relación con los estudios del trabajo o de los trabajadores existe la ten-
dencia a la homogeneidad, sin referirse al género de los actores sociales. Consi-
deramos que su análisis es esencial en la medida en que las relaciones de clase
y género son estructurantes y fundantes en la sociedad, en oposición a otras re-
laciones (maestro-alumno, médico-paciente, jóvenes-viejos) que son relaciones
contingentes (Hirata et al., 1997). Las relaciones de género y de clase organizan
la totalidad de las prácticas sociales y transversalizan la sociedad.
Desde la epidemiología crítica, que estudia la producción y distribución
de los procesos de salud-enfermedad-atención en el marco del contexto socio-
histórico, la categoría género es un analizador valioso de la salud de las mujeres.
La utilización del enfoque de género permite analizar una de las tantas formas
simbólicas de que se vale la cultura para institucionalizar la diferencia entre
hombres y mujeres.
El concepto de género, utilizado como analizador de la relación entre los
sexos, es concebido como un constructo social y cultural que se genera sobre
una base biológica. Al resaltar el aspecto relacional se rechaza paralelamente
determinismo biológico de las definiciones normativas en cuanto a la feminidad
y la masculinidad y se relevan los orígenes sociales de las identidades subjetivas.
Reyna Pastor (1994) plantea que el constructo de género se “articula a partir de

250
REPRESENTACIONES Y PRÁCTICAS EN LOS ACTOS DE SALUD DESDE LOS DISCURSOS DE GÉNERO

definiciones normativas, de lo femenino y de lo masculino, las que crean identi-


dades subjetivas y relaciones de poder, tanto entre hombres y mujeres como en
la sociedad en su conjunto” (Pastor, 1994:39).
La experiencia y participación social de las mujeres y los hombres se cons-
truyen mutuamente. Las representaciones sociales de género imponen un modelo
fuertemente patriarcal, que afirma la universalidad de la dominación masculina.
La polaridad masculino-femenino es una categorización sociocultural que
conlleva atribuciones normativas y emocionales que determinan las relaciones
sociales y la identidad de los sujetos. El dualismo genérico se estructura básica-
mente en público-privado, activo-pasivo y racionalidad-caos (Pastor, 1998).
En cuanto a la división sexual del trabajo la división más básica es la que
separa el trabajo doméstico del trabajo no doméstico (Benería, 1994). En distin-
tas sociedades el trabajo doméstico es atribuido a la mujer y signado como algo
consustancial a la “esencia femenina”. Esta división ha permitido a lo largo de
la historia, la exclusión de la mujer del ámbito público.
La incorporación de la mujer al ámbito público laboral no ha sido la con-
secuencia de una conquista hacia posiciones igualitarias en el acceso a los es-
pacios públicos sino el producto de los requerimientos de “recursos humanos”
demandados por la expansión del sistema capitalista. A pesar de este origen, la
inclusión de la mujer dentro del mercado laboral, desempeñó un importante
papel en el desarrollo económico de los distintos países occidentales.
Esta inclusión en el ámbito público es percibida como una evolución positi-
va para la mujer, pero si adoptamos la perspectiva relacional se descubre el desfase
de las posiciones entre hombres y mujeres tanto en la esfera de la formación como
en los puestos laborales. Integración y devaluación marchan en forma conjunta:
la mujer ingresa al medio laboral pero en aquellos lugares degradados o llevando
consigo los estigmas de las representaciones sociales discriminatorias. Las condi-
ciones de género, sumisión, subordinación y el peso de la representación simbó-
lica de la mujer dedicada al hogar explican los bajos salarios, el tipo de actividad
ocupacional y el estatus diferencial de la mujer trabajadora (Thébaud, 2000).
Las situaciones diferenciales a nivel de género son el resultado histórico
de la dinámica de correlación de fuerzas en el orden del poder. Las diferencias
que se observan entre hombres y mujeres responden a la posición que ocupan
en relación con un orden social, en la sociedad occidental el varón tiene la
prerrogativa de asignar y controlar el lugar de la mujer.
El valor del enfoque género junto con el concepto de prevención crítica
deben ser incorporados en la visión teórica, técnica y administrativa del campo
sanitario a fin de diagnosticar situaciones y proponer acciones preventivas y pro-
mocionales de la salud (Zaldúa et al., 2000). La identificación por parte de las
mujeres de situaciones asimétricas inter e intra género y la posibilidad de generar
cambios integran la metodología de nuestros dispositivos de intervención.

251
GRACIELA ZALDÚA, MARÍA TERESA LODIEU, MARÍA MARCELA BOTTINELLI Y OTROS

Actos de salud en el contexto actual

El acto médico forma parte hoy de una prestación sanitaria que lo incluye
junto a otros actos médicos y no médicos. El binomio médico-paciente se ha
tornado un cuatrinomio: médico(s)-paciente-institución-sistema. La modalidad
individual-liberal de ejercicio profesional ha sido transformada por la organiza-
ción administrativa del sistema sanitario. La situación de intimidad y de un co-
nocimiento más profundo entre los participantes tradicionales del acto de salud
(médico-paciente) ha desaparecido en las prácticas de los servicios de salud. Esta
situación conlleva una serie de consecuencias tanto positivas como negativas.
Por un lado, la relación asimétrica médico-paciente se modifica, el paciente y/o
los familiares pueden oponerse o criticar la actuación profesional en grados de
intensidad diversos al punto de recurrir a un juicio de mala praxis. La autoridad
médica y el “saber hacer” pueden ser cuestionados. Una defensa factible por par-
te del profesional es la “despersonalización”, la distancia frente a paciente. Sin
embargo, el malestar de los trabajadores de la salud se expresa mediante una
reiterada queja: la falta de reconocimiento a la labor profesional. Si bien la falta
de reconocimiento afecta a los trabajadores de la salud de ambos sexos, son las
mujeres quienes más manifiestamente expresan la desazón que les provoca:
Una médica emergentóloga comenta que para compensar el malestar en
la práctica asistencial conduce una audición radial, en relación con recono-
cimiento por parte del público radioescucha sostiene que se dirigen a ella con
afecto, llamándola “doctorcita” o por su nombre, sin embargo, afirma: “y por
esto que me juego la vida, nada” (se refiere al trabajo en la guardia médica).
Si reflexionamos sobre estos hechos tenemos que constatar que, si bien la prác-
tica profesional en el sector salud ha sido modificada por las políticas de salud, por
la tecnología médica, las representaciones sobre los comportamientos y acciones
posibles de los actores intervinientes en un acto de salud condicionan las relaciones
entre los mismos y determinan diversos efectos subjetivos. Si bien, el trabajador de
la salud es un elemento más en ese “cuatrinomio”, las expectativas del profesional o
de los pacientes y/o familiares pueden no encuadrarse dentro de esta nueva modali-
dad asistencial y afectar las condiciones de producción de los actos de salud.
Estudios de la OMS muestran el proceso de creciente feminización de la
profesión médica, pero cuando se comparan los cargos laborales, la jornada la-
boral y la remuneración parecería existir un mercado para los hombres y otro,
con sueldos más bajos y menores perspectivas de carrera, para las mujeres, ade-
más son discriminadas en cuanto a la probabilidad de ocupar cargos de alto
rango, de conducción y de supervisión. La discriminación se prolonga al campo
académico universitario en la que se detecta una escasez de mujeres al frente de
cátedras y departamentos.

252
REPRESENTACIONES Y PRÁCTICAS EN LOS ACTOS DE SALUD DESDE LOS DISCURSOS DE GÉNERO

Problemáticas relevadas

Doble Jornada laboral: Una de las consecuencias de este rol atribuido social-
mente a la mujer es considerar el ámbito doméstico como natural de las
mujeres; esto implica la acumulación de dos tipos de trabajos: un trabajo
remunerado en el ámbito laboral y un trabajo no remunerado en el ámbi-
to doméstico: “... cuando yo tengo una chica enferma tengo que estar yo y
cuando tenía a mi esposo (...) y estaba enferma alguna de las nenas tenía que
faltar, ahí falta la madre, el hombre no falta nunca al trabajo porque tiene a
la mujer y sino es soltero, tampoco falta, la responsabilidad es de la madre.....,
ellos no están atados al hogar”. (P. 45, HP)

En relación con la carga laboral, al interior del trabajo en el ámbito pú-


blico se les agregan a las mujeres médicas las tareas cotidianas asociadas a
las labores hogareñas, no específicas de las actividades profesionales, como
hacer café, cuidar la limpieza y el orden del lugar y reponer materiales de uso
personal: “... cuando estoy de guardia los varones siempre te están pidiendo
que les hagas algo, el café o que prepares el mate o que le alcances algo...” (P.
45, HP).
La relación entre el trabajo doméstico y el trabajo profesional puede ana-
lizarse comparando la cantidad de horas dedicadas al trabajo profesional con la
cantidad de hijos en médicos y médicas. Los datos de nuestra investigación po-
nen de manifiesto que a mayor número de hijos, la cantidad de horas de trabajo
profesional disminuye en las mujeres médicas. La cantidad de horas de trabajo
profesional de las mujeres con un hijo es levemente inferior a la de los médicos
(setenta horas y setenta y cuatro horas respectivamente). La diferencia aumenta
con tres hijos y es de cuarenta y una horas para las médicas y de sesenta y cuatro
para los médicos.

Desarrollo personal profesional: Asimismo, se puede confirmar que esta do-


ble jornada laboral limita las posibilidades educacionales de las mujeres y las
enfrenta nuevamente a condiciones desfavorables y desiguales en el mercado
laboral. La falta de capacitación y de formación es percibida mayoritariamente
por las médicas, a diferencia de los médicos, como una fuente de malestar y al
mismo tiempo promueve la demanda de posibilitar cambios en las condiciones
laborales: “Yo sé que la especialidad que elegí, todo lo que voy haciendo es en
función de mi casa y mi hijo, haría otra cosa si no tuviera hijo. Sé que elegí
Diagnóstico por Imágenes fundamentalmente por la carga horaria, tiene menos
horas, sino creo que habría elegido pediatría [...] no quiero ser una médica me-
diocre, por eso elegí mi especialidad, porque sé que me voy a especializar bien

253
GRACIELA ZALDÚA, MARÍA TERESA LODIEU, MARÍA MARCELA BOTTINELLI Y OTROS

en eso. [...] Yo sé que corro con mucha desventaja con gente que no tiene otra
cosa que la carrera...” (DI. 34, HC).
Segregación horizontal: Las representaciones sociales relativas a la femineidad,
la atribución de rasgos esencialmente femeninos y la consecuente socialización-
sujetación a esos patrones determina que en el sector médico, las mujeres médicas
encuentren una fuerte resistencia para desarrollarse en especialidades tipificadas
como masculinas. Las especialidades de neurocirugía, cirugía, anestesiología y
traumatología suponen una serie de atributos masculinos: fortaleza, mayor capaci-
tación, frialdad, conocimiento técnico y acciones resolutivas, que si bien no son
más que atributos sociales adjudicados a la masculinidad crean una red simbólica
resistencial que dificulta la inserción de las mujeres. Otras especialidades médi-
cas son calificadas como más “femeninas”. Neonatología, obstetricia, pediatría,
ginecología, suponen un mayor grado de afectividad y tareas donde se proyectan
las labores domésticas de la mujer como el cuidado y atención de los hijos o las
funciones reproductoras de la mujer, como es el caso de la ginecología:“... la ciru-
gía, la traumatología, son más masculinas, en pediatría hay muchas mujeres [...] lo
pediátrico es muy lindo, a las mujeres les encantan los niños...” (E. 47, RM); “..
Hay especialidades más especificas de varones por ejemplo traumatología, anes-
tesiología y en cirugía también, en oncología y en pediatría, ginecología hay más
mujeres, dermatología, clínica médica hay bastantes mujeres...” (G. 42, HC).
Segregación vertical: La asimetría de estatus adscriptos a cada género en la
economía de los intercambios simbólicos explica el hecho de que las mujeres en
la mayoría de las sociedades estén ubicadas en posiciones sociales inferiores. Esta
segregación vertical se visibilizó claramente en el cuerpo médico donde se halló
un registro mínimo de mujeres médicas que ocupan puestos jerárquicos. La esca-
sa participación de las mujeres médicas en puestos de responsabilidad jerárquica
dentro de los órganos de poder del sistema de salud público convalida el lugar
social asignado a la mujer en la sociedad patriarcal, más aun en el orden de lo
público, la subordinación y la obediencia deben ser las marcas: “...que los hombres
ocupen más jefaturas creo que es discriminatorio, no es por capacidad, porque en
el pensamiento popular se cree que el hombre está más capacitado para un puesto
jerárquico que una mujer... [...] Hace poco hubo un concurso para Jefe de Gineco-
logía del hospital (X) y se presentaron dos médicas y un hombre y las dos médicas
mujeres que se presentaron tenían mucho más currículum que el médico varón
y, salió elegido él. [...] Las comisiones de dirección científica, las asignaturas de
cátedra, los adjuntos, los jefes de servicio son todos hombres” (G. 42, HC).
En los tres hospitales de los que se extrae la muestra de profesionales médi-
cas y médicos que presentamos en este trabajo, de los puestos jerárquicos de los
servicios indagados, los resultados indican que un ochenta y dos por ciento de
los profesionales médicos ocupan cargos jerárquicos frente a un dieciocho por
ciento de las mujeres médicas (ver tabla).

254
REPRESENTACIONES Y PRÁCTICAS EN LOS ACTOS DE SALUD DESDE LOS DISCURSOS DE GÉNERO

Posiciones jerárquicas diferenciadas por sexo

Puestos jerárquicos (22 u.)

Médicas Médicos
Frecuencia % Frecuencia %
4 18 18 82

Descripción de los puestos jerárquicos

• Médicas: hospital psiquiátrico: Coordinadora de guardia y Jefa de


guardia. Hospital general polivalente: Jefa de residentes y Jefa unidad
de Obstetricia
• Médicos: hospital psiquiátrico: Coordinador de guardia y Director de
guardia.

Hospital general polivalente: Jefe de guardia (3), Jefe de Neonatología (2),


Jefe de Neumotisio Jefe de Pediatría, Jefe de Infectología, Jefe de Obstetricia y
Coordinador de Consultorios externos de Pediatría.
Hospital monovalente maternidad: Jefe de guardia (5) y Jefe de residentes.

Inventario de Burnout

El inventario de Burnout que se utiliza en esta investigación ha sido rea-


lizado sobre la base del Inventario de Burnout (MBI) de Maslach y Jackson
(1982), modificado por Bernardo Moreno et al. (1992) y por Amalia M. Rivera
Delgado (1997).
El inventario de Burnout presenta una sistematización en siete categorías:
cansancio emocional, despersonalización, realización personal, tedio, caracte-
rísticas de la tarea, clima organizacional y manifestaciones del Burnout en la
calidad de vida del sujeto.
La categoría que reúne los mayores puntajes indicativos del malestar labo-
ral es la denominada despersonalización que refiere a la relación del profesional
con los pacientes y sus familiares y al reconocimiento de la labor profesional.

255
GRACIELA ZALDÚA, MARÍA TERESA LODIEU, MARÍA MARCELA BOTTINELLI Y OTROS

Tanto en las médicas como en los médicos, en ambos casos el setenta y tres por
ciento presenta puntajes indicativos de las dificultades en la relación con los
pacientes – sobreexigencia– y malestar frente a la falta reconocimiento de la
labor profesional.
La categoría que muestra un mayor porcentaje de médicas con puntajes
indicativos del malestar comparado con los resultados de los médicos es mani-
festaciones del Burnout, que refiere a la repercusión del estrés laboral en la salud
del profesional, en las relaciones personales y en el trabajo, el porcentaje de
médicas es del cincuenta y tres por ciento y el porcentaje de médicos es del
cuarenta y cuatro por ciento.
En la categoría realización personal-profesional, sólo un veinticinco por
ciento de las médicas manifiesta su disconformidad con su situación personal-
profesional.
En cuanto a los promedios de las siete categorías, el porcentaje de médicas
con puntajes más altos es mayor que el de los médicos (treinta y uno por ciento
y veintidós por ciento respectivamente).
Frente a una pregunta con opciones múltiples que indaga las situaciones
productoras de malestar en el trabajo, las respuestas mayoritarias de las médicas
y de los médicos coinciden en dos rubros: las situaciones de maltrato y despro-
tección social. Sin embargo, los porcentajes marcan para las mujeres médicas un
cincuenta y cuatro por ciento en “situaciones de maltrato” y un sesenta y nueve
por ciento en “situaciones de desprotección” mientras que para los médicos va-
rones esta cifra desciende al cuarenta y cuatro por ciento y al cincuenta y uno
por ciento respectivamente (ver Gráfico).

GRÁFICO 1. Situaciones productoras del malestar

Médicas Médicos

256
REPRESENTACIONES Y PRÁCTICAS EN LOS ACTOS DE SALUD DESDE LOS DISCURSOS DE GÉNERO

La temática de la desprotección social fue muy reiterada en los grupos fo-


cales. Los discursos de los profesionales remiten a las condiciones de vulnera-
bilidad de la población asistida: desempleo, malas condiciones cotidianas de
vida, deterioro de la salud y malas perspectivas en cuanto a las posibilidades
terapéuticas de las prescripciones médicas debido a las condiciones sociales,
económicas y de salud de los usuarios.
La desprotección social refiere también a la situación de los propios tra-
bajadores de la salud: falta de políticas de salud, falta de apoyo institucional, la
incertidumbre y la vulnerabilidad afectan al personal de salud.

Propuestas de resolución

En relación con un listado de propuestas posibles para la resolución de


los problemas laborales, las mujeres médicas marcan más frecuentemente los
espacios de reflexión (cincuenta y tres por ciento para las médicas y treinta y
nueve por ciento para los médicos) y de formación (cuarenta y cinco por ciento
y treinta y cinco por ciento respectivamente) (ver Gráfico).

Estrategias promocionales y preventivas

La devolución y el análisis de los datos recogidos se realizan en forma conjun-


ta con todo el colectivo laboral, el objetivo no sólo es informar sobre los resultados
obtenidos sino fundamentalmente reflexionar sobre las problemáticas relativas al
desgaste laboral y favorecer la implementación de estrategias de afrontamiento.
Acorde con el requerimiento de los colectivos laborales, utilizamos dispositivos
–con distintos encuadres temporales– destinados a profundizar las temáticas rele-
vadas y optimizar los recursos individuales y colectivos potenciadores de la crea-
tividad, la cooperación y la solidaridad. Este dispositivo se apoya en técnicas au-
diovisuales como estímulo y visualización de problemáticas, en técnicas grupales
–grupos focales o técnicas psicodinámicas– y en la técnica FODA.
Las técnicas gráficas se utilizan para visualizar temáticas en particular en-
fermedades psicosomáticas que suelen ser negadas o silenciadas por los profe-
sionales de la salud. Los trabajadores de la salud presentan habitualmente esta
sintomatología. En este sentido nuestro dispositivo tiende a poner de manifiesto
estas problemáticas a fin de realizar un proceso de concientización. Las eclosio-
nes somáticas coinciden generalmente con acontecimientos que sobrepasan la
capacidad de tolerancia habitual del sujeto: “El cuerpo psicosomático no habla,

257
GRACIELA ZALDÚA, MARÍA TERESA LODIEU, MARÍA MARCELA BOTTINELLI Y OTROS

sino que obra” (McDougall, 1991). Históricamente los fenómenos psicosomáti-


cos se han asociado con el concepto de “alexitimia” –del griego a = sin, Lexis =
palabra, timos = corazón o afecto–. El sujeto carece de palabras para nombrar sus
estados afectivos o no llega a distinguir unos de otros –por ejemplo, el miedo de
la irritación, la angustia de la tristeza– (Sifneos, citado por Mc Dougall, 1991).
La aparición de sintomatología orgánica, que puede ser grave y poner en
peligro la vida misma, es una señal de alarma que emite el cuerpo para indicar el
momento de fractura con la sobreadaptación a la realidad laboral.
En esta modalidad de intervención las técnicas gráficas se revelan como
un instrumento valioso para visualizar la localización e intensidad de las car-
gas laborales. La propuesta concreta consiste en visualizar el propio cuerpo en
situación laboral y localizar en él las zonas de mayor tensión, con el objetivo
de producir un efecto sensibilizante. Una ilustración de esta metodología es lo
relevado en un servicio de guardia. Una médica grafica una persona y localiza las
tensiones en la zona de la cabeza. Las asociaciones al respecto tuvieron que ver
con el “dolor de cabeza”, “el desequilibrio”, “el estrés”, “el cansancio”, no sólo
en relación con el trabajo en la guardia sino también con el “día después”. Una
diferencia interesante en relación con el género fue la localización de las cargas
en las piernas y los pies por parte de las médicas. El corazón y los pulmones
fueron indicados por profesionales que habían sufrido episodios graves relacio-
nados con estos órganos –infarto y ataques asmáticos– estando en el trabajo, y
permitieron el relato y la verbalización de dichos episodios. El impacto de las
cargas laborales en el cuerpo fue verbalizado finalmente por una médica como
un síndrome gripal: dolor de cabeza, dificultad para pensar, embotamiento, dolor
de espalda y de los músculos.
El dibujo, como un testimonio personal y grupal, funciona en algunos casos
como objetivación de problemáticas corporales no conscientes relacionadas con
el trabajo; en otros, indica las secuelas del daño somático atribuible al estrés la-
boral. La discusión grupal de los gráficos, tanto de las características que tienden
a repetirse como de aquellas que se destacan por su singularidad –por ejemplo
en relación con el género, en relación con la práctica de la especialidad– es el
punto de partida para la elaboración de estrategias preventivas adecuadas a las
necesidades de cada colectivo laboral.
Estos dispositivos grupales permiten resignificar el cuerpo vivido en el tra-
bajo y sus riesgos, así como potenciar la elucidación de las prácticas y la articu-
lación con requisitos psíquicos, cognitivos, sociales y éticos.
Un dispositivo que ha resultado útil en los colectivos laborales del sector
médico fue la técnica denominada FODA: Fortalezas, Oportunidades, Debilida-
des y Amenazas (SWOT: Strengths, Weaknesses, Oportunities, Threats). Este
procedimiento permitió poner en la escena grupal nudos críticos del funciona-
miento interpersonal e institucional.

258
REPRESENTACIONES Y PRÁCTICAS EN LOS ACTOS DE SALUD DESDE LOS DISCURSOS DE GÉNERO

Dentro de la psicodinámica grupal esta técnica operó como facilitador


para poner en común obstáculos de orden administrativo, edilicio, técnico,
organizacional, y los efectos de los acosos vivenciados. Poder reconocer la po-
tencia subjetiva ligada al reconocimiento y el lazo entre miembros del equipo
permitió dimensionar los vínculos grupales como fortalezas y visibilizar esce-
narios más innovadores y posibles estrategias de prevención y protección de la
salud.
Por último, la elaboración de las “escenas temidas de las guardias” consti-
tuyó un disparador de situaciones traumáticas individuales y colectivas. Operan
ideologías defensivas encubridoras de sufrimiento y mortificación y significati-
vamente en hombres se representan en relación al “deber ser” de la profesión y
sus límites y en las mujeres en relación con las situaciones de involucramiento
con la cotidianidad de los sujetos en sus entornos familiares
Las propuestas de intervención, sus objetivos y modalidades se acuerdan
por sector y constituyen lugares de producción de actos de salud para los traba-
jadores/as de la salud.

Conclusión

La situación crítica de la salud pública, en el marco de la crisis del mo-


delo hegemónico neoliberal, que expulsa al desempleo y la exclusión social al
treinta por ciento de la población, pone en tensión los patrones tradicionales
de las prácticas en salud. Las situaciones de violencia material y simbólica, la
desprotección social, el desfinancimiento y precarización del sector público
enmarcan las prácticas cotidianas en el sector salud. Indicadores como las tasas
de mortalidad materna, las causas de mortalidad de jóvenes y adultas y los con-
dicionantes de nivel de ingresos y educativos expresan los desafíos éticos pen-
dientes en relación con la inequidad social y de género a nivel poblacional.
A través de una triangulación metodológica se han relevado las represen-
taciones y prácticas en los actos de salud y sus diferenciales por género. La segre-
gación horizontal y vertical, los efectos de la doble jornada y la “responsabilidad
doméstica” son síntomas de la subordinación y discriminación en el sector. La
inequidad en los puestos de toma de decisión es un indicador de esas barreras. La
mayor percepción de estresores laborales y las propuestas de generar espacios de
reflexión y niveles de organización advierten del involucramiento en los proce-
sos y la búsqueda de alternativas transformadoras y de inclusión más equitativa.
Por otra parte, las mayores afectaciones en las mujeres de las situaciones de mal-
trato y desprotección social redundan en prácticas subjetivizadas y favorecen
procesos de afrontamiento resilientes frente a la crisis.

259
GRACIELA ZALDÚA, MARÍA TERESA LODIEU, MARÍA MARCELA BOTTINELLI Y OTROS

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260
V.2 El ethos de cuidado y las cuestiones de género*
por Graciela Zaldúa

Los mandatos tradicionales del cuidado de los otros y las otras por las
mujeres siguen interpelando al feminismo y al movimiento de mujeres, por su
enunciación misma y por los efectos en relación con la condición de género y
el nexo entre capitalismo y patriarcado. El trabajo doméstico y de cuidado, por
una parte, garantiza la realización del plusvalor y, por otro, la de control y tutela
sobre las mujeres. La división sexual del trabajo, los espacios de lo público y pri-
vado y la familia son las claves de las relaciones de producción y reproducción
de las asimetrías.
Cuestiones vinculadas a las posiciones sociales y a la producción de subje-
tividades son espacios de realización de las normalizaciones y naturalizaciones
sexistas o clasistas. Resistencias y acciones transformadoras cuestionaron los
mandatos económicos, jurídicos, transgrediendo las identidades inmutables de
los discursos, las censuras, en el doble juego de resistencia e insurgencia. Como
señala Butler, la acción renovable de la performatividad de género, como mo-
dalidad de poder, entendido como repetición de normas institucionalizadas y
prácticas discursivas que realizan o producen lo que nombran, puede dar lugar a
la desobediencia y transgresión de la estructura de doble sometimiento psíquico
y social. Las posiciones que cuestionan el orden de sometimiento abren caminos
y tiempos múltiples y diversos. Pero, a pesar de la heterogeneidad histórico-
biográfica de las trayectorias de las mujeres, las condiciones de subordinación
sexista permiten visibilizar los vínculos entre hombres y mujeres como relacio-
nes de opresión y, a la vez, como espacios políticos de resistencia.
Consideremos el siguiente hecho: hijos e hijas, ancianos y ancianas, los
hogares, los espacios institucionales y comunitarios, etc. vinculados a la cotidia-
nidad de la reproducción social y biológica son naturalizados como a cargo de
las mujeres. Las asignaciones no sólo describen lo que debemos hacer las muje-
res, sino también nos prescriben con los discursos que refuerzan los mandatos.
Las prácticas sociales y discursivas se actualizan en las significaciones ima-
ginarias, se naturaliza el mandato con prescripciones, deberes, sanciones, cul-
pas, como si fuera un destino que no puede transgredirse sin consecuencias.
Estas normas que generan matrices de relaciones y prescriptivas se rela-
cionan con otras subordinaciones y opresiones estructurales que las sobredeter-

*. Publicado en Korol, C. (comp.) (2007): Hacia una Pedagogía Feminista. Géneros y Educación Po-
pular. Buenos Aires, Editorial El Colectivo-América Libre, págs. 99-105.

261
GRACIELA ZALDÚA

minan: de clase, de etnia, ampliando o recortando los niveles de posibilidades


de otras realizaciones, es decir la contingencia que permite que emerjan otras
identidades e imaginar otros papeles y relaciones de poder.
El trabajo femenino remunerado en algunos sectores medios y altos puede
contar con resoluciones sostenidas por trabajos domésticos asalariados de otras
mujeres u otras instituciones de sostén. Junto con el acceso al trabajo remune-
rado, niveles educativos y control anticonceptivo facilitaron en estos sectores
sociales mayores niveles de autonomía y habilitaron la transformación de los
ideales y las posibilidades de realización no sólo basadas en la maternidad y el
cuidado de los otros. A su vez, algunos hombres acompañaron estos nuevos con-
sensos de género accediendo al espacio doméstico y compartiendo el cuidado.
No es sin dificultades y retrocesos en muchos, construir y sostener niveles de
equidad en las funciones, por la pregnancia del mandato tradicional masculino
de sostenedor y autoridad sobre la mujer y a su vez la mujer en su función ma-
terna, de madre cuidadora, y con relaciones de pertenencia y subordinación al
hombre. Estos cambios en las posiciones subjetivas, articulados con los cambios
sociales, producen transformaciones afectivas, de las representaciones psíquicas,
que abren otras posibilidades simbolizantes en las mujeres, no sólo las tradicio-
nales de la maternidad y el cuidado, sino del trabajo, el arte, la ciencia, la políti-
ca. Por su parte, el hombre puede compartir el sostén familiar, acceder al espacio
doméstico y al cuidado, sin recurrir a la fuente de autoridad y dominio sobre la
mujer. Horizontes, transiciones, nuevos consensos entre los géneros. Pero esto
no fue ni es un problema que sólo atañe a las mujeres, sino a toda la sociedad, y
requiere de insistencia en la formulación y en las acciones relacionadas con las
asimetrías y sus correlatos de espacios desiguales, es decir, de priorizar la equi-
dad, la participación, el acceso a oportunidades como eje de políticas públicas.
Estos mandatos tradicionales se hacen dilemáticos en los sectores popu-
lares, que sin soportes de protección, se encuentran en situaciones de extrema
vulnerabilidad. En el trabajo público y privado, como cuidadoras y sostenedoras,
las mujeres enfrentan la crisis neoliberal con múltiples estrategias de sobrevi-
vencia:
Muchas son presencia activa en los movimientos sociales para garantizar
la alimentación, la tierra, el agua, la vivienda y a su vez las acciones de orden
familiar. Los tiempos que exigen estas acciones, en un contexto de pobreza e
indigencia, rompen con el estereotipo mujer tradicional. Si algo falla, reciben
frente a los “descuidos” las miradas culpabilizantes de las instituciones educati-
vas, sanitarias, familiares.
Las asimetrías de género y de clase se construyen tanto social como rela-
cionalmente, aunque su invisibilización opaca, oculta los mecanismos de enca-
denamiento al sexo como natural y biológico y a la dominación social sobre los
sectores subalternos. Si en las mujeres de sectores medio, el trabajo remunerado

262
EL ETHOS DE CUIDADO Y LAS CUESTIONES DE GÉNERO

constituye un lugar simbólico, en el camino de las realizaciones y la búsqueda


de satisfacción es que los ideales de género tradicionales son ineficaces y fueron
revisados. En el caso de los trabajos precarizados, flexibilizados, mal pagos o
cuasi esclavos nos interrogamos si pueden ser fuente de gratificaciones y con
posibilidad de ser revisados críticamente, y si, por su contrario, no se añorará un
mítico volver a lo doméstico, al ideal tradicional patriarcal.
Esta manera de esencializar el mandato fue hace unos años definido por
B. Friedman (1963) como la mística femenina. Ese problema sin nombre se
sostiene en la creencia de que la identidad se realiza en el hogar y la familia.
Deconstruir este discurso del poder patriarcal y develar los dramas silenciados
del hogar como las violencias domésticas, sexuales, psicológicas, económicas,
fue y es un desafío, entre otros, de la praxis del feminismo. Tratados internacio-
nales y leyes nacionales protegen los derechos frente a las discriminaciones. Sin
embargo, nos encontramos con escenarios y actores que los niegan o con que
sus alcances son limitados.
El ethos de cuidado está relacionado con las costumbres, con los modos
de vivir y, a su vez, con la morada como refugio. Su sentido se refiere a valorar
actitudes de protección que paradojalmente se les atribuyen como responsabi-
lidad a las mujeres en el ámbito de lo privado, y se les niega sus posibilidades
de libertad y autonomía en lo público y en lo referente a los derechos sexuales
y reproductivos.
Múltiples casos nos convocan a la indignación y a la resistencia activa,
cuando intervenciones judiciales obligan a violadas a proseguir un embarazo
repudiado por su engendramiento forzado. Se juega en los cuerpos agraviados el
poder de la hegemonía ideológica, en particular en las clases dominadas. Poder
que se produce y reproduce a través de modos de articulaciones de los conjuntos
de relaciones sociales en las esferas políticas, económicas, socioculturales.
La garantía de no punibilidad de los abortos productos de violación, vi-
gente desde el año 1922, se convirtió en escenario trágico de la guerra sobre los
cuerpos y las decisiones en caso recientes como las chicas de Guernica, Mar del
Plata, Mendoza y actualmente Entre Ríos. Cual verdugos de la Inquisición, la
derecha jurídica y religiosa actúan con y por todos los medios sobre las víctimas
propiciatorias, sobre el personal sanitario, sobre los familiares. Sus propuestas
en defensa del no nacido muestran en extremo los lugares desubjetivados de las
mujeres como reproductoras, sin sentimientos, deseos y capacidad de decisiones
y elecciones, y de cosificación del embrión que lo proponen para la adopción o
condicionan la continuidad de la gestación con supuestas protecciones.
Cuerpo apropiado y embrión mercantilizado se instalan como coordenadas
en las situaciones de violencia y pobreza impuestas por la vulnerabilidad y la
desprotección. Sin embargo, en los casos citados enfrentaron, con el acompa-
ñamiento de los movimientos feministas y de mujeres.

263
GRACIELA ZALDÚA

La vigencia de la campaña por la despenalización y legalización de aborto


es central, y son inaceptables las dilaciones y demoras en su tratamiento como
ley nacional, como en los países del primer mundo donde está vigente desde
hace décadas. En igual sentido, la campaña internacional y nacional contra
la trata y tráfico de personas muestra la perversión de la cultura patriarcal y de
complicidades. No es posible sin el consentimiento del poder que se produzcan
las capturas en las mafias de la prostitución y sean impunes los feminicidios en
el país y en muchos países América Latina como, por ejemplo, México.

Otras apuestas, otros devenires

El consenso tradicional de género relacionado con las organizaciones eco-


nómico-sociales y con las divisiones del trabajo entre mujeres y hombres se basa
en la división de lo público y lo doméstico. En nuestro país, en la actual etapa de
acumulación capitalista, el rol de proveedor único está en cuestión, y en cuanto
a los aportes al cuidado y los ideales o representaciones con equidad de género,
son un desafío.
El endeudamiento externo, la desindustrialización, la desocupación, la fle-
xibilización y precarización, se relacionan con efectos en los niveles de pobre-
za e indigencia extremos. En este contexto, las mujeres ocuparon más puestos
de trabajo y elevaron su capacitación, siendo relevantes las jefas de hogar. Sin
embargo, persisten prácticas discriminatorias en cuestiones salariales, presta-
cionales y por su capacidad reproductiva. Y a su vez, según sectores sociales, las
prácticas de equidad son divergentes entre los discursos que las enuncian y una
real complementariedad en el trabajo doméstico.
Marcela Lagarde pone en cuestión el verbo cuidar frente al neoliberalis-
mo patriarcal y la globalización inequitativa. Sostiene que la fragmentación del
cuidado por las mujeres, y la asignación como condición natural a partir de las
organizaciones sociales, de género, de clases, étnica, nacional, regional, local,
continúa como en el pasado. Asimismo señala que en millones de mujeres se
reforzó un sincretismo de género, cuidar a los otros a la manera tradicional, con
satisfacción por el deber ser, y a la vez lograr su desarrollo individual para formar
parte del mundo, participando en procesos educativos, laborales y políticos.
Si estos mecanismos alienantes naturalizan y a su vez no valorizan esa sub-
jetividad, que debe estar alerta a las necesidades de los otros, cómo podemos
propiciar otras líneas de acción que conserven la necesaria perspectiva del cui-
dado frente al descuido.
En una perspectiva podemos revisitar las palabras de L. Boff:

264
EL ETHOS DE CUIDADO Y LAS CUESTIONES DE GÉNERO

El ser humano como huésped de la tierra ha de asumir el “ethos” en su senti-


do originario, como aquella forma del mundo que reservamos para organizar,
cuidar y hacer nuestro hábitat como modo de vivir. En este sentido cuidar
implica intimidad, sentir dentro, acogerlos, respetarlos, darles sosiego y repo-
so. Cuidar es entrar en sintonía, auscultar, reciprocidad y complementarie-
dad fraterna. Ante las depradaciones y devastaciones del planeta, las guerras
imperiales y las inequidades producidas por las brechas de las desigualdades
entre los que más tienen y menos tienen su ethos es la manera de valorar la
morada en peligro.

En otra perspectiva complementaria, podemos articular una función ética


del acogimiento que incluye al cuidado de las personas y de los problemas, po-
sibilidad de micropolíticas. Guattari (1981) plantea una revolución molecular,
una manera práctica de promover agenciamientos micropolíticos en la polis; no
sólo cuestionar lo político a gran escala, los micros de cuidado son intervencio-
nes políticas, es estar atento a todo lo que bloquea los procesos de transforma-
ción del campo subjetivo. En este sentido, resignificar el cuidado en términos
de género y opacidad que el concepto plantea si lo aislamos y no lo incluimos
como conjunto de relaciones que nos permiten pensar en la interdependencia
de género con otras variables de opresión como raza, edad, cultura, etc. (Scott,
1990). Por otra parte, la noción construcción social y discursiva implica una mira-
da sobre la subjetividad y las tramas de poder y conocimientos que se estructu-
ran sobre las diferencias entre los sexos, entre lo masculino y lo femenino, y esto
propicia una dialogicidad en la complejidad; una posibilidad de interpelar los
sexismos al interior de los discursos y las prácticas. En este sentido se constituye
una práctica política y le da sentido a las afectividades, los lazos reafirmando el
deseo por el bienestar, la libertad y la justicia (Braidotti, R, 2004).
Con estas dos perspectivas de interrogación sobre lo macro y lo micro-
politico, las urgencias sobre la inclusión social, la real garantía de derechos de
ciudadanía a nivel económico, social, político, cultural y de protección del
ambiente y de los recursos naturales, se resignifica el ethos de cuidado, despri-
vatizándolo y politizándolo en un campo democratizador y dignificador de las
relaciones sociales y subjetivas. La cooperación, la sostenibilidad de políticas
públicas de protección, la solidaridad y las autonomías, son ejes de construcción
contrahegemónicos frente a las formas de acumulación que incrementan las
marginaciones, invisibilizan las opresiones, y sostienen las impunidades y las
corrupciones.
Es posible construir una ética y una cultura del cuidado en la perspectiva
de la democratización de las relaciones sociales y de género, pero también en el
control de las acciones públicas, descentralizando y socializando los poderes de
gestión y monitoreando participativamente las políticas y los programas.

265
GRACIELA ZALDÚA

No es posible un ethos de cuidado sin la aceptación de las diversidades y el


pluralismo y, en ese camino, la laicicidad del Estado es una garantía. Tampoco
es posible sin el fortalecimiento de los movimientos sociales y la agenda de ac-
ción en los escenarios nacionales y en particular latinoamericanos. Proyectos y
programas como los de Venezuela y Bolivia, que se aúnan a los desarrollados en
Cuba, Brasil y Uruguay, son un capital material simbólico que alienta a debatir,
a construir redes, y a pensar s relaciones posibles y necesarias.

Bibliografía

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266
CAPÍTULO VI.
TRANSFERENCIA TÉCNICA Y DISPOSITIVOS DE INTERVENCIÓN
VI.1 Dispositivo taller: modalidad de construcción de saberes
y prácticas autogestivas en salud*
por Graciela Zaldúa, María Belén Sopransi y Verónica Veloso

Problematización de las intervenciones comunitarias:


el dispositivo taller

El dispositivo taller de promotores constituyó un momento del proceso


de articulación entre un colectivo de la Universidad pública y los movimien-
tos sociales emergentes de los procesos de expulsión del trabajo asalariado. El
propósito de promover la construcción de una objetividad crítica de la salud y
las inequidades, y una subjetividad implicada en la interpretación y la acción
de transformación adquirió centralidad. De esta manera nos incluimos en un
escenario que cuestiona las políticas públicas, que en su matriz neoliberal en-
gendran efectos de fragmentación social, vulnerabilidad, desafiliación y con los
programas compensatorios pretende resolverlos o contenerlos. Esta modalidad
asociada entre grupos universitarios de docentes y estudiantes, referentes de or-
ganizaciones sociales y efectores de salud propició un espacio crítico y partici-
pativo para afrontar problemas y necesidades a nivel sanitario. Las condiciones
de posibilidad de reconstruir objeto/sujeto y campo de la salud, permite poner
en cuestión las perspectivas tradicionales empiristas factoriales y las acciones
focalizadas sobre el llamado sector de la exclusión social. Es decir que a nivel
ontológico, epistemológico y metodológico nos alejamos de las certezas de los
supuestos saberes y prácticas sobre los “otros” y confrontamos con las diversas
concepciones reduccionistas de la salud. Algunas interrogaciones se incluyeron
para generar el dispositivo que se propuso como artificio alternativo a los que
naturalizan la intervención sobre los pobres como sujetos tutelados y asistidos:
¿Qué diferencias se plantean entre los discursos y las prácticas? ¿Qué dife-
rencias podemos establecer entre las perspectivas de los actores comunitarios
que confrontan y negocian y los beneficiarios asignados a los servicios y pro-
gramas? ¿Qué estatuto adquiere la reflexividad y el pensamiento crítico en la
acción social?
¿Sobre qué y para qué se enseña en las presentes condiciones socio-histó-
ricas?

*. Artículo publicado en XIII Anuario de Investigaciones, Facultad de Psicología-UBA, Buenos Aires,


2006, págs. 249-256.

269
GRACIELA ZALDÚA, MARÍA BELÉN SOPRANSI Y VERÓNICA VELOSO

Desde una visión dialéctica de los procesos críticos en salud y la inclusión


de los protagonistas actores-autores, revisamos los efectos del modelo de acu-
mulación del capitalismo neoliberal en la salud comunitaria, los alcances de
políticas públicas y la legitimidad que imponen los discursos, las prácticas y los
controles sobre los asistidos. Vinculando nuestra posición ética a las acciones,
propiciamos dinámicas de cooperación, donde igualdad y diferencia se conjugan
en visiones y misiones compartidas. En consecuencia, se impone la ruptura con
la episteme hegemónica de objetividad-neutralidad en la construcción de un
saber científico sobre los procesos de salud-enfermedad-atención. Camino que
exige cuestionar las concepciones sobre la realidad, las relaciones entre quienes
producen conocimiento, es decir, las relaciones de poder sobre la producción
científica tecnológica y las implicancias éticas. Experiencias y tensiones en oca-
siones difíciles de sostener por obstáculos de diverso orden, por ejemplo: los
límites de las herramientas disciplinares para pensar y actuar en la complejidad,
o las posiciones acríticas y delegativas, o las violencias materiales y simbólicas,
en un contexto de exclusión social.
Por otra parte, la formación tradicional torna impensable la cuestión de
la determinación social de la salud-enfermedad-atención, cuando desde el sa-
ber técnico se opera en la resolución de la urgencia o aun desde los programas
preventivos y promocionales, sin la inclusión real del conjunto de los actores
y sin interrogarse sobre los casos atendidos o en situación de riesgo y la vincu-
lación con las inequidades sociales. Es reconocida la llamada epidemiología de
servicios, que sólo desarrolla una rutinaria y burocratizada “vigilancia epidemio-
lógica” y hay mucho más que hacer... (Breilh, 2003:193). En ese sentido señala
que al abrir el concepto de servicio hacia la integralidad del desarrollo humano
encontramos variados campos de aplicación en la planificación participativa,
en el monitoreo estratégico de los procesos críticos de salud, en el diseño de
mecanismos de control y evaluación social. A su vez, refiere el debate en el
campo de la ciencia y su influencia en los saberes y prácticas de la salud: por un
lado, la falta de responsabilidad de poder científico que se vincula a problemas
éticos y de errores interpretativos del paradigma positivista (Morín, 1996), una
ciencia tecnologicamente irresponsable y riesgosa (Beck, 1998), o es el resul-
tado del nexo destructivo de las instituciones científicas con el productivismo
y el control monopólico (Hinkelammert, 1997). Como alternativas frente al
reduccionismo y la episteme dominante advierte el aporte de la inclusión de
los problemas de la singularidad, la diversidad, la complejidad con sus formas
de discontinuidad y emergencia, y por otra parte, las corrientes críticas que
cuestionan la falta de relación entre la ciencia con otros saberes y las prácticas
emancipatorias (Breilh, 2003:101). Este debate no se ha instalado lo suficiente
para reflexionar alrededor de la formación científica y la responsabilidad social
de la Universidad pública y en particular del área de Extensión Universitaria. A

270
DISPOSITIVO TALLER: MODALIDAD DE CONSTRUCCIÓN DE SABERES Y PRÁCTICAS AUTOGESTIVAS ...

través de modalidades docentes, de investigación o de extensión mediante con-


venios, se desarrollan actividades con/en servicios o programas de salud, o con/
en comunidades. Sin embargo, en el último período son escasas las innovacio-
nes teórico-prácticas en el campo de la salud que relacionen la crítica teórica y
la concepción emancipadora de la praxis. Las relaciones que establecen a partir
de algunos de los actores limitan la información, la explicación epidemiológica
y la acción social a las agendas impuestas por las instituciones o las agencias
de cooperación. Mediante convenios con organismos públicos y privados, en
particular fundaciones internacionales, se desarrollan y evalúan proyectos co-
munitarios. Las tecnologías y sus marcos lógicos habitualmente se adecuan a
las exigencias de los organismos convocantes o financiadores. Este aspecto in-
troduce cuestiones de orden científico, político y ético que exigen analizar las
líneas de argumentación que sostienen los procesos de intervención en salud
comunitaria, las condiciones de regulación social y las evidentes contradiccio-
nes que plantean las imposiciones del modelo de acumulación económica y sus
efectos en la trama social. Las desigualdades sociales emergentes y las necesida-
des insatisfechas que atraviesan los sectores populares están relacionadas con
la estructura de inequidad a nivel económico y en las relaciones de género y
étnicas. Triple inequidad ampliamente constada en las desigualdades de acceso
de bienes y servicios de los sectores de trabajadores, de las mujeres afectadas por
las relaciones patriarcales y de las poblaciones originarias. No se puede sosla-
yar la estructura de poder que implica la apropiación privada de la riqueza so-
cial por el bloque dominante, el poder patriarcal y la desapropiación a sectores
étnicos, denominada como “matriz de dominación” (Hill Collins, 1991). Los
mecanismos de exclusión social se objetivan en la expulsión del trabajo, de la
escolaridad, de la protección social. La privación y la carencia se instalan cerce-
nando posibilidades y potencialidades. De esta manera, habilitamos otra mirada
al supuesto estatuto del desempleo asociado a la reestructuración productiva, a
la globalización económica y a la destrucción del estado social (Ribeiro, 1999:
37). La contradicción de los procesos de acumulación entre capital y trabajo
no es una eventualidad, sino una constante de expulsión del trabajo vivo y de
reordenamiento de la cuestión social que impone una precarización del trabajo
y de las condiciones de existencia. La asociación con la pérdida de la relación
salarial y la situación de estar afuera de la producción establece una perspectiva
unidireccional de la inclusión, sostenida en los planes paliativos de los organis-
mos internacionales de financiamiento. Las políticas sociales compensatorias
focalizadas definen su objeto-sujeto de la exclusión social de una manera fun-
cional de contención frente a las demandas por las condiciones de reproducción
de la existencia. La reificación de las demandas en “planes trabajar” “jefas y jefes
de hogar” entre otros, constituye una operatoria de hegemonía que instala una
modalidad de restricción de la protesta por el trabajo genuino perdido y una po-

271
GRACIELA ZALDÚA, MARÍA BELÉN SOPRANSI Y VERÓNICA VELOSO

sibilidad de cooptación por la tradicionales formas clientelares. Son formas de


homogeneización vertical que atribuyen a los excluidos una identidad en fun-
ción de las adjudicaciones, cristalizan las diferencias y generan dependencias.
Pero hay potencia de resistencia para enfrentar esas operatorias y situaciones
de exclusión. Las nuevas subjetividades emergentes en la acción colectiva cues-
tionan desde una metacrítica esa mínima inclusión de sobrevivencia y apuestan
a espacios de autogestión de las condiciones de vida y consumo. Ejemplos de ello
son algunas de las producciones y servicios autogestionarias con modalidades
de emprendimientos frente a cierres y/o vaciamientos. Estas alternativas operan
desde una potencialidad cuestionadora del sentido social del trabajo asalariado
y de sus relaciones sociales, como una doble negatividad a la exclusión y a la
explotación. En artículos anteriores desarrollamos la constitución de los MTDs,
la identidad colectiva y las tensiones registradas en los distintos tipos de partici-
pación y los procesos de autonomía (Zaldúa et. al., 2010).
En este apartado hemos implementado la estrategia de la problematización,
privilegiada por Freire (1997) para generar una “conciencia de la conciencia”,
en la que el objeto cognoscible resulta no término del acto cognoscible de
un sujeto, sino mediatizador de sujetos cognoscentes. Desde esta estrategia,
el propósito del encuentro entre colectivos universitarios y MTDs y la cons-
titución del Dispositivo taller es promover la conciencia crítica, la reflexión y
la acción transformadora de las condiciones de vida y salud. Los sujetos de la
problematización somos tanto los colectivos universitarios como los miembros
de los movimientos sociales que participamos de la investigación-acción par-
ticipativa. Es un proceso abierto, dialogal, reflexivo y crítico sostenido desde
las bases de la investigación-acción participativa y la Psicología crítica. Las
cuestiones incluidas sobre las operatorias del poder dominante, la triple in-
equidad, la praxis social en salud, los cuestionamientos a la ciencia, los actores
sociales y las políticas públicas son fundantes de la reflexión, la participación
y el compromiso.

Cuestiones epistémicas y metodológicas

La opción epistémica y metodológica de la investigación acción parti-


cipativa (IAP) se basa en una ética relacional, no reificante de la otredad, y
comprende a la investigación y la intervención comunitaria como parte de un
mismo proceso. Fals Borda (1985: 14-15) la describe como:

Una metodología dentro de un proceso vivencial, un ciclo productivo satis-


factorio de vida y trabajo en las comunidades en busca de ‘poder’ y no tan

272
DISPOSITIVO TALLER: MODALIDAD DE CONSTRUCCIÓN DE SABERES Y PRÁCTICAS AUTOGESTIVAS ...

sólo de ‘desarrollo’ para los pueblos de base, un proceso que incluye simul-
táneamente educación de adultos, investigación científica y acción política,
y en el cual se consideran el análisis crítico, el diagnóstico de situaciones y
la práctica como fuentes de conocimiento. La IAP implica adquirir expe-
riencias e información para construir un poder especial, el poder popular
que pertenezca a las clases y grupos oprimidos y a sus organismos, con el fin
de defender justos intereses de estos y avanzar hacia metas compartidas de
cambio social en un sistema político participativo.

En este contexto de compromiso crítico, para la IAP el criterio de verdad


no se encuentra en las realidades existentes, sino en las realidades que la propia
acción logra crear y desarrollar (Baró, 1998: 318).
En un mundo en el que la saturación del individualismo y los excesos del
yo son el centro alrededor del cual gira el sistema (Montero, 2000: 197), en el
que la sociabilidad está hegemónicamente mediada por el mercado, ir en contra
de la ruptura del flujo social del hacer (Holloway, 2002: 75-121) se vuelve una
tarea esencial para la IAP. Esta transformación colectiva de la realidad tiene
lugar en y más allá del mismo proceso: desfetichizando las relaciones sociales de
opresión y dominación, construyendo pensares, saberes y haceres comunitarios,
desalienándonos.
En este camino, la elucidación crítica sobre las constricciones materiales-
simbólicas libera la imaginación social, a la vez que propicia la posibilidad de
crear alternativas en los modos de pensar, de habitar, de existir: otros mundos
que se dibujan con el despliegue de las potencias colectivas, que surgen como
propuestas contrahegemónicas a las formas tradicionales, impuestas, heredadas.
La imaginación social implica la potencialidad de proyectar alternativas al or-
den instituido, la creatividad social está referida a la expresión de la relación re-
sultante entre la imaginación social y sus constricciones. Tanto la imaginación
como la creatividad sociales son parte del proceso dialéctico del pensar-hacer
(constitutivo de la praxis) a través del cual es posible generar cambios.
Las sociedades heterónomas son aquellas que “crean ciertamente sus pro-
pias instituciones y significaciones, pero ocultan esta autocreación imputándola
a un fuente extra-social”, en estas sociedades “la institución de la sociedad tiene
lugar en la clausura del sentido”, es decir, todas las preguntas formulables hallan
respuesta en el imaginario social instituido (Castoriadis, 1997: 271). Las pregun-
tas no formuladas socialmente encuentran su imposibilidad en el componente
psíquico de la subjetividad más que en una prohibición explícita. Dentro de la
homogeneización sin precedentes del mundo contemporáneo, “el horizonte de la
imaginación social, ya no nos permite considerar la idea de una eventual caída del
capitalismo” (Zizek y Jameson, 2001: 176). Este hecho remarca la importancia de
los procesos que intentan liberar la imaginación colectiva: la posibilidad de ima-

273
GRACIELA ZALDÚA, MARÍA BELÉN SOPRANSI Y VERÓNICA VELOSO

ginar otras formas de relacionarnos socialmente, otros sentidos de nuestro pensar-


hacer, signos de autonomía, lucha e insumisión frente al orden social existente.
Nuestro hacer se referencia en estas líneas de trabajo que posibilita la IAP
y nos permite reflexionar autocríticamente sobre cuestiones concretas relacio-
nadas ahí donde se juegan nuestros deseos de cambio social y nuestra participa-
ción como actoras-autoras sociales.
Centralmente transitamos dos campos: los movimientos sociales y la univer-
sidad pública. Ambos espacios pueden (potencialmente) desarrollar una apertura
a la crítica, como actualización-irrupción de aquello negado en la cristalización,
en la síntesis de la sociedad contemporánea. Movimientos sociales y universidad
pública son campos integrados “por un conjunto de relaciones históricas objeti-
vas entre posiciones ancladas en ciertas formas de poder (o de capital)”, que son
“‘depositadas’ en los cuerpos individuales bajo la forma de esquemas mentales
y corporales de percepción, apreciación y acción” habitus. Cada campo prescri-
be sus valores particulares y sus principios regulatorios, en conjunto no pueden
reducirse a una lógica societal única. Estos principios definen los límites de un
espacio socialmente estructurado pero a la vez dinámico y maleable, “donde los
agentes luchan en función de la posición que ocupan en dicho espacio” para mo-
dificarlo o para conservar su configuración (Bourdieu y Wacquant, 1995: 23-24).
Ambos campos se presentan como espacios heterogéneos, sujetos a las tensiones
de la participación social en su interior y entre ellos (Zaldúa, Sopransi y Veloso,
2005, 115-122).
El aislamiento entre movimientos sociales y universidad pública responde
a las rupturas del entramado social. Esta fragmentación los define como cam-
pos segmentados por brechas: vacíos relacionales, encriptamientos, distancias,
alienaciones, identidades capturadas; indica lo que es, lo que existe. En tensión,
lo que aparece negado es lo que podría posiblemente existir, el subjuntivo, la
otredad radical (Holloway, 2002: 21): fisura, espacio para “ocupar, resistir y pro-
ducir” –consigna central del movimiento de fábricas recuperadas por sus traba-
jadoras y trabajadores–, lugar donde hacerse cargo y donde hacerse responsable,
espacio a ser construido permanentemente, lugar de nuevos modos de subjetiva-
ción donde se reconstruye el flujo social del hacer. En este espacio “inexistente”,
en esta “emergencia de lo negado”, muchas y muchos nos encontramos e inten-
tamos constituirnos en otra relación, integrándonos dialógica y dialécticamente
para extender nuestra capacidad crítica-reflexiva, para desarrollar la autonomía
social fortaleciendo la negación.
En este camino utilizamos las técnicas que nos resultaran relevantes se-
gún el momento del proceso. Los cuestionarios ex ante y ex post, con análisis
estadístico estándar, entrevistas en profundidad y observación participante y
etnográfica con análisis del discurso. Pensamos la realidad en términos de rela-
ciones en el espacio social y el estatuto epistemológico de los individuos en él, y

274
DISPOSITIVO TALLER: MODALIDAD DE CONSTRUCCIÓN DE SABERES Y PRÁCTICAS AUTOGESTIVAS ...

buscamos en el espacio del Taller la construcción simbólica y organizacional que


relaciona las demandas y los productos con las condiciones objetivas. Se con-
sideran las distintas categorías: género, edad, educación, situación laboral y las
representaciones y significaciones sobre la salud, el cuerpo, la diferencia sexual,
el poder, la violencia, las participaciones, las gestiones, etc. Se implementan/
transfieren instrumentos de planeamiento y evaluación de proceso, de impacto
y de resultados sobre el dispositivo Taller.

Acerca de una experiencia de construcción de saberes y prácticas

Como parte de la experiencia de encuentro, intercambio y enriquecimien-


to que es la IAP, nos detendremos en un momento particular para analizar las
transformaciones subjetivas y colectivas acontecidas.
Durante los años 2004 y 2005 se diseñó y concretó el taller de formación
de agentes promotores en salud, espacio de convocatoria del cual participamos
junto a seis grupos de distintos MTDs de la zona sur del conurbano bonaerense,
La Plata y Pergamino.
El objetivo es transmitir una experiencia en la que participamos como co-
autoras-actoras propiciando transferencia técnica y fortalecimiento de organiza-
ciones intermedias y de base dentro de los movimientos integrados por mujeres
y varones que, al reconocerse como expulsados del sistema, se autodeterminan
y deciden reivindicar sus derechos e ir más allá en la lucha por el cambio social.
En este marco de autonomía, autodeterminación y compromiso, acompañamos
la formación de agentes promotores en salud desde una perspectiva crítica.
La historia del taller se remonta a la reorganización de una estructura in-
termedia que reúne a ocho organizaciones las cuales, en medio de una situación
de crisis total del sistema sanitario, se propusieron trabajar en salud a partir de
la exigibilidad del derecho a la salud de los sectores excluidos como parte de la
integralidad de la lucha por el cambio social. Desde esta coordinación se reco-
noció la necesidad de formar a las compañeras y los compañeros que estaban
interesados en desarrollar tareas en el área de salud y que, como lo sustentan
algunos relevamientos realizados (Sopransi, 2005: 136-138), contaban con otro
análisis de la situación de salud y tenían elementos que permitían desnaturalizar
ciertas problemáticas que se presentan como normales en los sectores excluidos,
pero que evidencian la desigualdad social en el acceso a bienes, entre ellos a las
prestaciones sanitarias. Ejemplos de esto son las muertes por abortos sépticos,
las violencias (adicciones –drogas legales como el cigarrillo o el alcohol, drogas
ilegales como la pasta base, etc.–, la violencia contra la mujer, los niños y las ni-
ñas, la violencia callejera, la represión estatal y la discriminación institucional,

275
GRACIELA ZALDÚA, MARÍA BELÉN SOPRANSI Y VERÓNICA VELOSO

etc.), las enfermedades derivadas de la exposición continua a riesgos de un hábi-


tat contaminado e insalubre –como enfermedades dérmicas, intoxicaciones, in-
fecciones, sarnilla–, la desnutrición y el bajo peso –determinadas por el inacceso
a una dieta acorde a la edad, especialmente escasa en alimentos frescos: carnes
y verduras, en niños y niñas, mujeres madres y adultos mayores–, el VIH-SIDA,
las enfermedades respiratorias –asma, bronquiolitis, neumonitis, etc. que ponen
en riesgo la vida de los y las más pequeños/as–, la diabetes y la hipertensión en
la población adulta y la devastación del sistema público de salud que no cubre
las necesidades de las poblaciones de las que forman parte, ni en la atención
profesional, ni en los insumos y medicamentos.
A partir del compromiso de estas compañeras y compañeros diseñamos co-
lectivamente el taller de formación de agentes promotores en salud en el marco
de un proyecto en salud más amplio cuyos objetivos son: 1) generar una estruc-
tura estable de redes en salud que cubra las necesidades de los movimientos par-
ticipantes, 2) promover el derecho a la salud a través de la creación de espacios
de politización, reivindicación y lucha, 3) favorecer la coordinación con otros
movimientos, sindicatos de trabajadores de la salud, agrupaciones estudiantiles,
etc. que tengan una postura crítica frente a la situación socio-sanitaria, y 4)
realizar las gestiones de los recursos necesarios para asegurar la continuidad de
las tareas tendiendo a la autofinanciación.
Como primer paso en el diseño del taller se definieron, a partir de las ne-
cesidades comunitarias de cada territorio, cuáles eran las problemáticas con-
vergentes para delimitar los temas de la formación, y los recursos propios para
realizar esa tarea. Las temáticas y los recursos fueron socializados en reuniones
de la coordinación de los movimientos desde los que se gestionó y obtuvo un
subsidio del Ministerio de Educación de la República Argentina para poder lle-
var adelante la tarea.
El taller de formación de agentes promotores en salud fue realizado entre
marzo y julio de 2005 en Avellaneda, provincia de Buenos Aires, cuarenta pro-
motoras y promotores en salud completaron el taller y las tareas en salud conti-
núan al interior de los territorios. El programa consistió en doce encuentros de
cuatro horas divididos en tres módulos: Estado, políticas sociales y situación actual
en salud (tres encuentros), Problemáticas de la salud (seis encuentros) y Estrategias
de prevención y promoción de la salud (tres encuentros). Participaron docentes de
las cátedras Psicología Preventiva y Epidemiología de la Facultad de Psicología
de la UBA, Derechos Humanos y Salud de la Facultad de Medicina de la UBA,
de la Escuela de Trabajo Social de la UNLP y trabajadores de la salud del sistema
público de salud.
Los objetivos específicos del taller fueron: 1) Formar agentes promotores
en salud dentro de las organizaciones comunitarias de base; 2) Reflexionar acer-
ca la situación sanitaria argentina a través del análisis de la historización del

276
DISPOSITIVO TALLER: MODALIDAD DE CONSTRUCCIÓN DE SABERES Y PRÁCTICAS AUTOGESTIVAS ...

campo de la salud en Argentina, las políticas vigentes y el impacto de la crisis


en el área; 3) Conocer el estado actual de la salud en la población y las proble-
máticas más relevantes; 4) Transferir herramientas para realizar un diagnóstico
comunitario en salud en terreno; 5) Co-construir estrategias comunitarias de
intervención dirigidas a la prevención y la promoción de la salud en diversas
problemáticas; y 6) Capacitar a los agentes promotores en la planificación estra-
tégica para el diseño de proyectos comunitarios en salud y el armado de redes.
Dentro del grupo de participantes del taller (N=40) la distribución por
género es 77,3 por ciento mujeres y 22,7 por ciento varones, y por franjas eta-
rias: 18,5 por ciento menor a veintiún años, 57,4 por ciento de veintiuno a
treinta y cinco años, 18,5 por ciento de treinta y seis a cincuenta años y 5,6 por
ciento de cincuenta y uno a sesenta y cinco. Todas y todos integran algún MTD
(Movimiento de Trabajadores Desocupados) autónomo. La autonomía de las
organizaciones está definida por no referenciarse en partidos políticos, Iglesia,
sindicatos u otras instituciones estatales.

Construcción de preguntas e indicadores

La evaluación se hizo ex ante y ex post taller a través de un cuestionario y se-


guimiento del proceso de socialización de saberes sobre la base de la observación
participante en los distintos talleres y las producciones de las y los promotores
en salud recogidas durante esos encuentros, entre ellas: diagnóstico comunitario,
análisis SODA-MECA, proyectos de planificación estratégica, armado de redes
en salud dentro del territorio. La devolución de la evaluación fue socializada en
un encuentro post-taller que integraba las opiniones que no estaban representa-
das. Se rastrearon las necesidades y la percepción epidemiológica de morbilidad,
representaciones del proceso salud-enfermedad, estrategias de autoprotección de
la salud individuales y colectivas, y cumplimiento de expectativas.
A continuación se presentan algunos de los resultados cuali-cuantitativos
relevantes que arrojó la evaluación del taller (cada persona brindó más de una
respuesta a cada ítem, los porcentajes se calcularon sobre el N=40).

Necesidades y percepción epidemiológica:

Con respecto a este indicador, se produjo un proceso de desnaturalización


de los problemas de salud y una expansión del registro de necesidades. Especial-

277
GRACIELA ZALDÚA, MARÍA BELÉN SOPRANSI Y VERÓNICA VELOSO

mente se reconocieron las problemáticas relacionadas con los diferentes tipos


de violencias (familiar, contra la mujer, contra las niñas y los niños, violencia
del Estado y la policía, etc.), las adicciones (fuertemente el tema del alcoholis-
mo) y la contaminación y las cuestiones de higiene del barrio. La desnutrición y
el bajo peso continuó siendo uno de los problemas más relevantes en el registro
de necesidades. También se adjudicó mayor importancia al acceso a la informa-
ción sobre la salud y la necesidad de generar conciencia sanitaria a través de
la educación para la salud y la promoción de la salud. En relación con la salud
mental, se generó un espacio para pensar que también ocupa un lugar relevante
en nuestra vida y que forma parte integral de la salud de las personas. En esta
línea, la situación de desocupación, la discriminación médica, el aborto y los
embarazos no deseados (son algunas respuestas que se dieron) fueron problemá-
ticas que reconocidas no solamente como alteradoras del equilibrio físico sino
que repercuten en la salud al punto de limitar la potencialidades (Gráfico 1).

Representaciones sobre la salud:

El derecho a la salud tuvo un lugar central dentro del proceso: ligada a


su reconocimiento surge la exigencia de devolver al Estado la responsabilidad
por su cumplimiento. Se mostró que la salud es también una cuestión política,
más allá de lo reivindicativo. Se reconoció que los problemas económicos, la
alimentación y la desocupación están íntimamente ligados a los problemas de
salud y a la posibilidad de mantenernos sanos. Muchas respuestas relacionaron
la salud con la capacidad de organización colectiva para hacer frente a los pro-
blemas y exigir conjuntamente al Estado que se garantice el derecho a la salud,
planteando la necesidad de acciones políticas para hacer cumplir este derecho
como parte de la lucha de los movimientos. En este sentido, podemos decir que
se desarrolló una conciencia sanitaria colectiva. Este hecho da cuenta de la re-
siliencia comunitaria y cómo a partir de ella se generan procesos de resistencia
y lucha colectiva (Gráfico 29.

Estrategias de protección en salud:

La importancia de la prevención, el cuidado de la salud y la necesidad de


socializar la información en los barrios fueron aspectos centrales desarrollados
y reapropiados en el taller. La necesidad de generar estrategias de protección de

278
DISPOSITIVO TALLER: MODALIDAD DE CONSTRUCCIÓN DE SABERES Y PRÁCTICAS AUTOGESTIVAS ...

la salud se condensa en que “no hay que esperar hasta llegar a una situación de
urgencia, sino que hay que hacer algo todos los días para mantenerse sano y rea-
lizar controles periódicos de la salud aunque no se tengan síntomas de ningún
malestar”, afirmación que destaca la problemática de la equidad en el acceso.
La alimentación y el acceso a los alimentos que cada uno necesita según
su edad y su estado aparecen en su dimensión política como algo fundamental
relacionado con la salud, como parte de la lucha por el derecho a ella. Una
compañera del MTD sintetiza muy bien esta situación: “para mantenerse sano
hay que comer todos los días”.
En este eje, también se visualizan otros aspectos subjetivantes: el bien-
estar, el poder disfrutar, tener momentos placenteros y el compartir cosas con
los demás ayudan a mantener la salud. Como parte constitutiva del cuidado
de la salud aparecen: la lucha por el derecho a la salud, la organización, el co-
nocimiento y la exigencia de los derechos, la concientización, el desarrollo de
poder popular, la resistencia, la unidad y el despliegue de recursos y potencias
colectivas. La importancia de trabajar en red con otros sectores que compartan
la posición, como algunos trabajadores de la salud y estudiantes, se muestra
como fundamental para potenciar el trabajo y multiplicar la efectividad de las
acciones (Gráfico 3).

Expectativas:

Las expectativas estuvieron mayormente relacionadas con aprender, ca-


pacitarse y poder transmitirlo al barrio para empezar a solucionar los problemas
de salud. El ochenta por ciento de las y los agentes promotores en salud dijeron
llevarse conocimiento sobre prevención en algunas problemáticas de la salud y
herramientas para volver al barrio, socializar los conocimientos y trabajar desde
otro lugar. El setenta por ciento dijo llevarse una experiencia importante de
compañerismo, alegría, amistad, intercambio y unidad con compañeras y com-
pañeros de otros movimientos en un espacio de diálogo, aprendizaje y respeto
mutuo. El treinta y cinco por ciento opinó que participó de un espacio donde
conoció sobre los derechos y donde se analizaron los aspectos políticos de la
salud y la necesidad de luchar por una salud digna como parte de la lucha por
el cambio social.
En su mayoría las respuestas fueron positivas con respecto a la actividad que
desarrollamos conjuntamente. Las críticas fueron pocas y tuvieron que ver con
la falta de tiempo para desarrollar y abordar algunos temas, la impuntualidad, la
desorganización en algunos encuentros. El sesenta y cinco por ciento propone
continuar con las actividades de formación para abordar nuevos problemas y

279
GRACIELA ZALDÚA, MARÍA BELÉN SOPRANSI Y VERÓNICA VELOSO

perfeccionarse aprendido. El veinticinco por ciento sugiere realizar actividades


de trabajo y prácticas concretas de prevención, diagnóstico y formación en sa-
lud en los barrios.

Otros indicadores de impacto y trascendencia del dispositivo

Se han alcanzado los resultados esperados en el diseño del programa en


relación con los siguientes ejes:
- Socialización y apropiación de los conocimientos.
- Realización de diagnósticos comunitarios en los distintos territorios.
- Conformación de un grupo estable de promotores por movimiento.
- Vinculación con los centros de salud en los territorios.
- Desarrollo de tareas de prevención y promoción en los movimientos.
- Gestión de recursos para el trabajo en salud frente al Estado.
- Difusión de la actividad a través de la construcción colectiva de un video
sobre la experiencia del taller que ha sido presentado en distintos lugares.

Luego de finalizado el taller, se continuó con un monitoreo estratégico y


participativo de las tareas de trabajo de campo de cado uno de los movimien-
tos que aún hoy continúa. Se generaron espacios de evaluación, intercambio y
transferencia post taller para sostener el trabajo en salud de las y los promotores.
A continuación citamos algunas de las acciones relevadas. En agosto de 2005,
se realizó la apertura de una posta sanitaria en el barrio Itatí de Pergamino, con
este fin se gestionaron recursos ante el Ministerio de salud de la provincia de
Buenos Aires y la Secretaría de salud del Municipio de Pergamino. La posta
cuenta con la coordinación de una promotora de salud que se formó en el taller.
A través del trabajo en red con el centro sanitario, una médica generalista y
una enfermera visitan semanalmente el lugar y desarrollan desde allí trabajos de
prevención y promoción de la salud. En Berazategui, se realizó un taller sobre
salud con jóvenes adolescentes integrantes de uno de los movimientos parti-
cipantes coordinado por uno de los promotores. En Avellaneda se gestionó un
cronograma de visita de un móvil sanitario que realizara estudios ginecológicos
en las zonas distantes de los centros de salud. En Gorina, las promotoras de salud
hicieron un relevamiento en los comedores comunitarios para la detección de
niñas y niños desnutridos, y se acompañó a las familias en el ingreso a los progra-
mas alimentarios correspondientes. En Lanús, el grupo de promotores coordinó
junto a trabajadores de la salud, charlas sobre la salud mental. En Almirante
Brown las promotoras trabajaron en coordinación con trabajadores de centro
de salud sobre diferentes problemáticas de la salud.

280
DISPOSITIVO TALLER: MODALIDAD DE CONSTRUCCIÓN DE SABERES Y PRÁCTICAS AUTOGESTIVAS ...

Comentarios finales

En el contexto dominado por el capitalismo global, la situación de emer-


gencia sanitaria junto a otras como la habitacional o laboral afectan las condi-
ciones de vida y salud. El modo de vida está determinado por la realidad histó-
rica de existencia de los grupos sociales. La operatoria ideológica que legitimó
los discursos de las privatizaciones, de la tercerización de las prestaciones, del
desmantelamiento del sector y de los programas compensatorios para los pobres
se inscribe en el marco de la episteme dominante. Se habilitan, de este modo,
condiciones de posibilidad para pensar, conocer y hacer en este momento his-
tórico cultural que fundamentaron las políticas de exclusión. El sufrimiento y el
maltrato se instalan en los espacios sociales y de salud pública. En el contexto de
hegemonía, los ámbitos de pensamiento crítico no prosperaron frente al avance
de los discursos tecnocráticos, particularmente de cientistas sociales que partici-
paron de las agendas neoliberales y suscribieron programas del Banco Mundial,
FMI y otras agencias. Las prioridades gubernamentales fueron el pago de la deu-
da, la estabilidad monetaria y el recorte del gasto público. En este contexto y
como resistencia con centralidad en la lucha contra la desocupación, los MTDs
incorporan demandas de salud. Se multiplican los sentidos sobre las necesidades,
las identidades colectivas, las diversidades y surgen nuevas demandas al Estado:
producción pública de medicamentos, integralidad en el diseño de políticas so-
ciales, control participativo del destino del presupuesto de salud, socialización de
la información sobre programas, ampliación y adecuación de la infraestructura,
equidad en el acceso a las prestaciones y cobertura total y gratuita por derecho
de ciudadanía. Estas exigencias que los MTDs dirigen al Estado van en contra
de todo proceso de burocratización o delegación que distancia a los usuarios del
sistema de salud arrojándolos muchas veces a la enfermedad y la muerte.
La articulación de colectivos universitarios de docentes y estudiantes de
varias facultades, de referentes de distintos movimientos y de efectores de salud
en el Dispositivo Taller de promotores de salud constituye una gestión asociada
que fortalece el estatuto de ciudadanía y propicia la defensa de los derechos vul-
nerados. Los procesos subjetivos y las identidades colectivas de los participantes
se desplegaron en los momentos diversos de esta investigación-acción participa-
tiva. La heterogeneidad grupal no constituyó un límite, por el contrario, reforzó
la cooperación en las tareas y la escucha de diversas perspectivas de género, ge-
neracionales y de saberes y prácticas científicas y populares. Diversidad en la to-
talidad del acontecimiento que se instala en el taller. La evaluación ex ante y ex
post muestra los corrimientos en la conceptualización de salud, en la percepción
de problemas sanitarios y del lugar de la gestión participativa, con efectos en dos
dimensiones valorativas que permiten compartir construcciones de salud inte-

281
GRACIELA ZALDÚA, MARÍA BELÉN SOPRANSI Y VERÓNICA VELOSO

gral (no sólo de la enfermedad) y jerarquizar las determinaciones sociales que


intervienen en la salud y estructuran las inequidades que de manera desigual a
mujeres y varones y en diferentes edades. La instalación de problemas, antes
naturalizados o negados, como la violencia sobre las mujeres, la salud sexual y
reproductiva, las adicciones, los problemas mentales y los ambientales, emergen
como nudos críticos junto a los emergentes de la desnutrición infantil o las en-
fermedades infecciosas o cancerígenas. La posibilidad de que algo peor suceda,
como la indigencia extrema, pura sobrevivencia, alienta a la participación en
busca de alternativas para resistir frente a lo traumático que irrumpe y deses-
tabiliza los anclajes de la vida social y subjetiva. Se posibilitan otros procesos
subjetivantes, otros espacios a construir con la potencia del grupo promotor.
Las técnicas implementadas en la perspectiva de la IAP y la educación popu-
lar fueron facilitadores para construir colectivamente diagnósticos, evaluar talleres,
planificar estrategias de gestión-negociación. Algunas técnicas y recursos fueron
reapropiados para replicar otros talleres u otras modalidades locales de participa-
ción en salud por lo que resultó un indicador de impacto favorable de la IAP.
En los actores universitarios se incrementa la posibilidad de revisar los pre-
supuestos teóricos, las certezas, los lenguajes y favorecer escenarios innovadores
de intercambio en una apuesta al compromiso social y ético.
En el contexto de los Movimientos de Trabajadores Desocupados, la or-
ganización de acciones forma parte de una autogestión de la iniciativa popu-
lar, de los derechos ciudadanos, del control y el poder sobre los recursos y las
decisiones, y del señalamiento de las necesidades y sus satisfactores. En este
sentido, la autogestión se despliega desde una posición autónoma, desde la que
los problemas y las estrategias de resolución son pensados por los verdaderos
implicados. Las características de estos proyectos autogestivos en salud no tien-
den a desvincular al Estado de sus responsabilidades como garante de la salud
poblacional al reemplazar funcionalmente lo que el Estado debe garantizar, sino
que desarrollan procesos de concientización y acción popular en salud. De este
modo, la relación con el Estado, las demandas, la exigencia de cumplimiento
del derecho a la salud y las gestiones de recursos, son parte de la integralidad de
las estrategias autogestivas de los MTDs contra los procesos de cooptación. Esto
es posible por la conjunción de tres niveles en los que se expresa la resistencia
y la lucha: 1) el trabajo en territorio que parte de la necesidad urgente de evitar
enfermar, evitar morir, y de alcanzar bienestar; 2) el trabajo reivindicativo de
recuperación de la garantía estatal sobre el derecho a la salud de los sectores
expulsados por la desocupación; 3) el trabajo político-integral que va más allá al
intentar imaginar y crear todos los días otro mundo donde los nadies quepan.
Los nexos que posibilitaron el taller se reactualizan en continuidades-dis-
continuidades de acciones locales o de redes y los efectos de sentido están abier-
tos, no clausurados. Las diversidades, las tensiones, las identidades colectivas,

282
DISPOSITIVO TALLER: MODALIDAD DE CONSTRUCCIÓN DE SABERES Y PRÁCTICAS AUTOGESTIVAS ...

los proyectos participativos, las potencialidades de la acción en el espacio pú-


blico posicionan a los actores sociales en un horizonte no de tutela y asistencia,
sino de desafíos existenciales y emancipatorios de autonomía.

Gráfico 1:

Problemas de salud registrados: Ex ante Ex Post


Violencias (familiar, contra la mujer, hacia los niños 4% 33%
y las niñas, del Estado, policial, etc.)
Adicciones (drogas y alcoholismo) 4% 36%
Contaminación, infecciones, higiene personal 11% 30%
y del barrio
Falta de información y educación para la salud 9% 27%
Desnutrición, bajo peso y acceso a una buena 36% 66%
alimentación
Mala asistencia sanitaria y falta de medicamentos 39% 27%

Gráfico 2:

Qué es la salud: Ex ante Ex Post


Algo primordial, muy importante para las personas 52% 36%
Un estado de equilibrio y bienestar que incluye es- 42% 76%
tar bien afectivamente, sentirse bien con su cuerpo
y con lo que nos rodea (incluyendo lo económico,
la buena alimentación y el trabajo).
Un derecho de todas y todos, algo que el Estado 20% 48%
debe garantizar. Es nuestra capacidad de organi-
zarnos y hacer frente a los problemas generando
conciencia colectiva.

Gráfico 3:

Cómo cuidar la salud: Ex ante Ex Post


Con prevención y educación para la salud para man- 29% 72%
tenernos sanos. Cuidando y valorando la salud.
Realizando controles periódicos de la salud 29% 42%
Teniendo acceso a una buena alimentación 29% 39%

283
GRACIELA ZALDÚA, MARÍA BELÉN SOPRANSI Y VERÓNICA VELOSO

Compartiendo con los demás, disfrutando de la vida, 18% 25%


teniendo tranquilidad, siendo feliz, haciendo activida-
des recreativas. Conservando la salud mental
Organizándonos, uniéndonos para exigir nuestros 0% 17%
derechos, generando conciencia, aprovechando
nuestros recursos y potencias
Estrategias para resolver los problemas de la salud: Ex ante Ex Post
Realizar tareas prevención y promoción de la salud, 35% 73%
socializar los conocimientos sobre salud, desarrollar
conciencia sanitaria en nosotros y nuestros vecinos y
compañeros.
Organizarnos para exigir nuestro derecho a la salud. 45% 72%
Unidad, lucha y resistencia por una salud digna. Ac-
ciones conjuntas. Búsqueda de recursos. Compromi-
so, solidaridad y respeto.
Trabajar en red con trabajadores de la salud, vecinos 9% 22%
y compañeros y compañeras de otros movimientos y
sectores.

Bibliografía

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285
VI.2. Espacios asamblearios y transformación comunitaria*
por Graciela Zaldúa, Roxana Longo, Sandra Estrada Maldonado y María Belén Sopransi

Introducción

El objetivo de esta presentación es transmitir dos experiencias de inter-


vención-investigación-acción participativa, que facilitaron nuevos modos de
hacer y pensar ciudadanía, relaciones de género, subjetividades, participación
y prácticas de resistencia y lucha. La experiencia en el taller de mujeres de la
Asamblea barrial de Castro Barros y Rivadavia surgió como propuesta durante
una actividad en conmemoración del día internacional de la mujer en 2004,
organizada por el colectivo de mujeres de la asamblea. La modalidad fue de
co-gestión, y el grupo motorizador participó activamente en la planificación, la
co-coordinación y la convocatoria de los encuentros. El taller se realizó durante
2004 y 2005, con periodicidad mensual. La población participante corresponde
a mujeres de capas medias y medias-bajas organizadas a partir de la crisis eco-
nómica, social y política de finales de 2001. La experiencia con la Asamblea 20
de Diciembre se viene desarrollando desde principios de 2006 hasta la actua-
lidad. A través de talleres, relatos de vida y seguimiento de emprendimientos
productivos se revisaron cuestiones vinculadas con el trabajo, la ciudadanía, la
subjetividad y las estrategias de resistencia y lucha desde la perspectiva de las/
os inmigrantes. La población participante pertenece a sectores de inmigrantes
bolivianos organizados contra el trabajo esclavo desde 2004 en la Ciudad de
Buenos Aires.

El espacio asambleario

Las asambleas populares irrumpen en el 2001 con la intencionalidad del


ejercicio del estatuto de ciudadanía, de visibilidad como sujetos sociales que
enuncian y demandan participación en lo público frente a la catástrofe social.
Los procesos de exclusión social se aceleraron con los planes económicos de la

*. Publicado en Actas del Tercer Congreso Marplatense de Psicología. Facultad de Psicología de la


Universidad Nacional de Mar del Plata, 8 al 10 de noviembre de 2007 (CD-ROM).

287
GRACIELA ZALDÚA, ROXANA LONGO, SANDRA ESTRADA MALDONADO Y MARÍA BELÉN SOPRANSI

última dictadura militar que disciplinó con el terror, y los procesos democráticos
posteriores continuaron los endeudamientos sistemáticos, la desocupación, la
vulneración laboral y social del ajuste neoliberal. Estas operatorias de destitu-
ción de ciudadanía afectaron las condiciones de vida y la producción de subjeti-
vidades (Zaldúa, 2002). La conjugación histórica de ambos (dictadura-neolibe-
ralismo) instó a que la ciudadanía se reservara toda actitud crítica y colectiva de
resistencia y compromiso social; además de poseer una capacidad instrumental
de penetrar y moldear al imaginario social y la vida cotidiana (Rebellato, 1999).
Pero si bien este nuevo tipo de colonización fue y es difícil de resistir, a partir de
diciembre de 2001 se inauguraron o consolidaron nuevos tipos de organizaciones
y movimientos sociales. Las asambleas populares, si bien han decrecido cuanti-
tativamente, han comenzado a construir, al menos algunas, nuevas relaciones,
nuevos vínculos y formas de sentir y hacer política rompiendo con estructuras
tradicionales. En ellas los nuevos protagonismos ponen en cuestión el sentido
habitual de la participación. En estos puntos de resistencia nos encontramos
con nuevos instituyentes que, en la mayoría de los casos son protagonizados por
mujeres. La presencia de las mujeres en los nuevos movimientos sociales propo-
ne la reflexión de la configuración, la dinámica, las necesidades y las prácticas
de los sujetos involucrados en el proceso, puesto que enhebra nuevos desafíos
sociales, políticos y culturales al calor de luchas emancipatorias. Las mujeres
desafían, en muchos casos sin saberlo, un mandato social impuesto que intentan
desarmar desde su accionar en la cotidianeidad asamblearia.

Taller de mujeres de la Asamblea de Castro Barros y Rivadavia

Se trata de un proceso de trabajo de dos años en los que fuimos abordan-


do, analizando y compartiendo distintas temáticas vinculadas a las proble-
máticas que se nos presentan como mujeres. El trabajo que abordamos con el
grupo de mujeres de la asamblea tuvo el objetivo de propiciar su propio for-
talecimiento. Problematizar el universo simbólico que define las identidades
femeninas y masculinas y que opera para resignificar la identidad, los roles y
las relaciones de poder que hay en la sociedad. El proceso de participación
posibilita en las mujeres un fortalecimiento subjetivo que permite el desarro-
llo de capacidades y recursos para controlar las diversas situaciones de vida,
actuando comprometidamente, crítica y conscientemente buscando lograr la
transformación del entorno y de ellas mismas (Montero, 2003). Dicho pro-
ceso requiere que se lo acompañe con un trabajo de reflexión, de elaboración
grupal que intente a la vez generar un fortalecimiento subjetivo conciente.
El proceso de fortalecimiento puede desembocar en la exigibilidad por parte

288
ESPACIOS ASAMBLEARIOS Y TRANSFORMACIÓN COMUNITARIA

de ellas de asumir el tema de las relaciones intergenéricas, al abordar desde la


reflexión y el análisis grupal las redefiniciones que están sufriendo las identi-
dades de género tradicionales y visualizar, aceptar y reconocer las transforma-
ciones existentes (Vargas, 2001).
La necesidad de apuntar a las acciones cotidianas desde lo micropolítico
para cuestionar dicho dominio es uno de los ejes de la intervención. Como
sostiene Foucault (1996), las micropolíticas “apuntan a conseguir transforma-
ciones a nivel molecular: instituciones, relaciones personales, prácticas grupales
no piramidales. Se trata de lograr aplicaciones no coercitivas del poder, resisten-
cias creativas, acciones liberadoras mínimas, cotidianas, constantes, personales
y sociales”. Y de esta manera, poder generar instituyentes que desdibujen poco
a poco las relaciones de poder que no nos permiten ser protagonistas, hacedores
de nuestra propia historia.

Perspectiva de trabajo: participación en co- gestión

Nos posicionamos para realizar este proceso desde una ética dialógica que
supone ubicarnos desde el punto de vista de la otra y recorrer un camino donde
juntas leemos y construimos la realidad: co-descubrimiento y co-transforma-
ción. Los temas a tratar en cada encuentro surgieron de los intereses del grupo.
La planificación del taller ha sido horizontal, compartida y consensuada conjun-
tamente con las compañeras de la asamblea una semana antes del taller. Allí se
definió la modalidad y también se elaboró la convocatoria para el taller que fue
publicitado en el diario, en los negocios del barrio y a través del boca a boca. Los
talleres fueron mensuales (primer lunes de cada mes) y tuvieron dos horas de
duración. Se inauguraron el 8 de marzo de 2004 y 2005 con una actividad por el
día internacional de la mujer y culminaron en diciembre con una síntesis de los
temas abordados y un festejo de fin de año.

Modalidad y dispositivos del taller

La metodología fue dinámica, flexible, y participativa; se respetaron las


diferencias para intentar integrar lo individual y lo colectivo
Los talleres se abordaron con diversos dispositivos. Además, se trabajó en
dos modalidades: trabajos grupales e instancias plenarias. La utilización de he-
rramientas técnicas se realizó en función se los objetivos que nos propusimos

289
GRACIELA ZALDÚA, ROXANA LONGO, SANDRA ESTRADA MALDONADO Y MARÍA BELÉN SOPRANSI

en el proceso y en el taller específico. Al momento de proponer la técnica a


utilizar pensamos sus posibilidades y sus límites. Algunas de las técnicas im-
plementadas fueron las siguientes: vivenciales (dinámicas de presentación,
de comunicación); con actuación socio dramáticas; auditivas y audiovisuales
(canciones, poemas, videos); visuales (afiches, artículos de diarios, papelógrafo,
relatos biográficos, dibujos, imágenes); escritura (elaboración de auto-retrato,
autobiografía). Los temas abordados a lo largo de los dos años fueron: Autoestima
y autoimagen, La mujer y el poder del dinero, Las culpas y los mandatos sociales, Mu-
jer y participación política, El espacio propio, Derechos reproductivos y aborto, Mujer
y trabajo, Violencias de género, Historia laboral vital, Acoso laboral, El cuerpo y los
placeres, y Decisiones y autonomía.

Asamblea 20 de Diciembre

La Alameda es el nombre del bar que anteriormente ocupaba la esquina


de Lacarra y Directorio; justo enfrente del Parque Avellaneda. Y este mismo
nombre es el que sigue identificando a la Asamblea 20 de Diciembre que desde
el 2002 ocupó este inmueble abandonado cuyo proyecto de expropiación fue
aprobado por la Legislatura porteña en febrero de este año. En La Alameda
funciona un centro comunitario con un comedor, merendero, sede para docu-
mentación migratoria y, tal vez lo más importante, es lugar para seis empren-
dimientos nucleados en una cooperativa. La población con la que trabajamos
son migrantes de origen boliviano, la mayoría obreros del sector textil. Entre
ellos, la problemática fundamental es el hecho de haber trabajado en un taller
clandestino bajo la forma de reducción a la servidumbre (trabajo esclavo) y,
en ocasiones, aunado a la experiencia de haber vivido el proceso migratorio
en condiciones traumáticas que van desde la estafa y engaño hasta el tráfico
de personas.
En esta IAP articulamos preguntas que tienen que ver con las transforma-
ciones que se dan en los y las migrantes a partir de las estrategias (participación
social y política), ámbitos (asambleas populares en la ciudad de Buenos Aires)
y condiciones particulares (trabajo esclavo) de sus historias de migración. Se
conjugan así las problemáticas propias de la migración con aquellas relaciona-
das con las opresiones de clase, género y etnia que viven cotidianamente, por
otra parte atendimos especialmente a la participación y al proceso de empode-
ramiento que viven en la organización, en el ejercicio de prácticas de democra-
cia directa. Utilizamos principalmente métodos biográficos y cualitativos para
cuyo análisis realizamos triangulaciones de fuentes e instrumentos; todo ello
asumiendo los postulados de la Ética Relacional y Crítica.

290
ESPACIOS ASAMBLEARIOS Y TRANSFORMACIÓN COMUNITARIA

Encuadramos esta intervención en un marco dialógico que no pierda de


vista la colectividad pero que tampoco deje de lado singularidades que, a su vez,
inciden en la construcción de las dimensiones a explorar: ciudadanía, sentido
de comunidad, participación social. Dichas dimensiones son procesos construi-
dos en una doble dirección: de adentro hacia afuera y de afuera hacia adentro.
La asamblea deviene en espacio que se ubica entre este doble movimiento, pues
trasciende la dimensión individual pero por su tamaño y prácticas permite la
convivencia y socialización directa entre sus miembros.

Grupos de reflexión y relatos de vida

Participar en una organización como La Alameda es para la mayoría de las


compañeras un punto de inflexión importante a partir del cual la forma en la
que vivían su mundo privado y público cambió. A la imposición rígida del man-
dato social que les indicaba limitarse al ámbito privado y doméstico, responden
con una participación directa que las involucra súbitamente (a veces sin tener-
lo plenamente consciente) en el mundo público. Pero este trastocamiento de
mundos y esferas de participación no es vivido sin alteraciones ni efectos en su
cotidianeidad y en sus relaciones afectivas. Muchas veces ven contrapuestos
intereses, tradiciones, obligaciones organizativas y domésticas, etc. El Taller de
mujeres surgió con el objetivo de brindar un espacio de contención emocional
y al mismo tiempo de co-construcción de saberes en torno a tópicos que resul-
taran relevantes y pertinentes para el funcionamiento de la organización y la
cohesión de la trama social y los vínculos comunitarios. Tuvo una duración de
nueve sesiones llevadas a cabo con la metodología de la educación popular y se
tocaron temas relativos a tres aspectos principales: la migración (duelos y efec-
tos), la subjetividad y la participación.
Considerando que la investigación atraviesa procesos subjetivos e indi-
viduales en un ámbito colectivo y que toca varios momentos de la vida de
los participantes elegimos el relato de vida como instrumento para indagar
respecto a las preguntas planteadas. Encontramos cuestiones muy valiosas re-
lativas a los procesos vividos; una compañera se detiene un momento en su
historia y reflexiona respecto al diálogo con su yerno quien la trajo de Bolivia
y es, a su vez, el dueño del taller en el que trabajaba: “Entonces yo le dije: ¿Vos
quién eres para traer gente y devolver? ¿Qué soy yo objeto? ¿Qué soy yo de vos
para que me mandes traer y devolver? ¿Qué soy yo objeto? Pero yo no sabía
que podía quejarme de estas cosas...” Ella misma, más adelante respecto a su
participación en La Alameda: “(...) y luego empecé con la cooperativa (...) Ahí
ha cambiado todo. Estoy mejor, porque también me olvido de mi enfermedad;

291
GRACIELA ZALDÚA, ROXANA LONGO, SANDRA ESTRADA MALDONADO Y MARÍA BELÉN SOPRANSI

a veces estoy mal pero yo misma me obligo y, no entiendo, pero yo misma me


sobrepongo (...).”
Otra compañera, hablando sobre este mismo punto: “(...) todos aprendimos
más cuando empezamos a trabajar en la cooperativa. Empezamos a hablar de los
derechos y algo de eso nos sirvió mucho. Por lo menos algo, podemos levantar la
cabeza, ¿no? No es como antes, que teníamos que estar así calladas.”

Comentarios finales

Aun cuando las poblaciones con las que se trabajó tienen características
disímiles, al implementar el modelo IAP pudimos constatar la plasticidad que
brindan las técnicas utilizadas: cualitativas y participativas. Esto nos lleva tam-
bién a identificar similitudes en los procesos vividos por ambas poblaciones que
comparten el dispositivo asambleario. Si bien ambos sectores pasan mediante
esta participación a ser de hecho visibilizadas socialmente, las intervenciones
relatadas abrieron espacios para repensar en colectivo estos procesos que tenían
efectos concretos, pero no eran del todo resignificados.
Esta perspectiva de la IAP permitió también la co-construcción de saberes
diversos en torno a las dimensiones de género, participación y ciudadanía. Es
importante destacar que, a pesar de las diferencias específicas, en ambos colecti-
vos de mujeres se observan condiciones similares en las tensiones y transforma-
ciones vividas en el pasaje del ámbito privado al público que supone la entrada
de la mujer en la participación política. Estos efectos subjetivos se materializan
en cambios en el posicionamiento en relación con reconocerse sujetos activos
de derecho a través del proceso de empoderamiento del colectivo de mujeres.
Sus testimonios sus gestiones, sus fantasías, sus festejos, sus duelos retroalimen-
tan las iniciativas y la validez epistemológica y psicopolítica1 de la IAP.

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Zaldúa, G. (2000): Género y salud, Buenos Aires, Eudeba.

293
VI.3 Ciudadanía, accesibilidad a la salud
y afectaciones subjetivas y colectivas*
por Graciela Zaldúa, María Belén Sopransi, Mariela Nabergoi,
Roxana Longo, Sandra Estrada Maldonado y Verónica Veloso

Introducción

Si tenemos en cuenta que nos situamos en una sociedad discriminato-


ria y atravesada por profundas diferencias de clase social, de género y étnicas,
el significado de la emancipación en el campo de la educación, la cultura, la
salud y la ciencia se refiere fundamentalmente a la construcción colectiva de
estructuras de pensamiento, de categorías de descripción y análisis de la rea-
lidad, de perfiles de representaciones sociales que faciliten el crecimiento de
los ciudadanos/as en sus capacidades de participación, de organización y de
construcción de demandas sociales que pugnen por la ruptura de las estructuras
de dominación y explotación (Sirvent, 2005). La Declaración Universal de los
Derechos Humanos,1 (1948) y luego los tratados internacionales: Pacto Inter-
nacional de Derechos Civiles y Políticos y Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales (1966) y, a posteriori, numerosos tratados
fundamentales para la protección de los derechos humanos, constituyen un
marco jurídico universal que pone en cuestión sus incumplimientos y negacio-
nes en los sectores poblacionales en situación de vulnerabilidad psicosocial.
Los escenarios territoriales de General Mosconi (Salta) y de CABA, y los de
un grupo de personas con discapacidades y de trabajadores migrantes son las
unidades de análisis que iluminan las dimensiones epistemológicas, metodoló-
gicas y ético-políticas de nuestro accionar y nuestro posicionamiento desde el
paradigma crítico.

*. Publicado en las Memorias de las XIV Jornadas de Investigación en Psicología, Tomo II Facultad de
Psicología-UBA, 2007, págs. 205-207.
1. “Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y
el bienestar, y en especial, la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales
necesarios; tiene asimismo derecho a los seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez
u otros casos de pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad”
(artículo 25, inciso 1).

295
GRACIELA ZALDÚA, MARÍA BELÉN SOPRANSI, MARIELA NABERGOI Y OTROS

Cuestiones metodológicas y análisis de intervenciones

La estrategia investigativa propuesta es tanto cualitativa como cuantita-


tiva y el modelo de evaluación incluye la triangulación de técnicas y fuentes
(incluidos los actores informantes) para las dimensiones, variables e indicadores
relativos a los diversos planos que comprende la acción del proyecto. La meto-
dología incluye entrevistas en profundidad, talleres, observación participante y
encuesta sobre condiciones de salud y percepción sanitaria.

a) Estudio epidemiológico comunitario de las condiciones


de salud en General Mosconi – Salta

Los obstáculos simbólicos y materiales que se encuentran en el acceso


a los recursos oficiales en salud (hospitales, centros de salud, programas sa-
nitarios, etc.) acompañados del deterioro en las prestaciones de los servicios
sanitarios, inciden en los procesos de salud-enfermedad-atención (S/E/A) de
la población de General Mosconi. Más aun si consideramos la falta de atención
que presenta, por lo general, el sistema de salud en relación con la existencia
de posibles diferencias significativas al interior de la cultura, la clase social, el
grupo étnico, la comunidad o el género. Distintos actores/as de la comunidad
de Mosconi hacen alusión al deterioro del sistema de salud reflejado en la falta
de recursos humanos y materiales en salud, por ejemplo: se cuenta sólo con un
médico rural para una población de dos mil cuatrocientas personas; dos pedia-
tras y un ginecólogo; no hay médicos especialistas (dermatólogos, cardiólogos,
neurólogos, neumonólogos, etc.), ni psicólogos. Además, los entrevistados han
manifestado serios problemas de infraestructura en el sistema público de salud.
Entre las múltiples problemáticas que enfrenta el sistema sanitario son men-
cionadas las siguientes: recortes presupuestarios, flexibilización laboral, escaso
personal de salud en relación con la cantidad y complejidad de las demandas
producidas en los hospitales públicos, demandas novedosas y difíciles de abor-
dar desde la mirada de una sola disciplina, o desde la voluntad solitaria del
trabajador/a de la salud.
La situación de pobreza y vulnerabilidad, afectan el proceso de salud-enfer-
medad-atención atravesado por condiciones de desigualdades socioeconómicas
extremas e inequidades a nivel colectivo y singular. Problemas relacionados con
el sufrimiento psíquico (adicciones, depresiones, etc.) o con la existencia de
enfermedades crónicas como diabetes son analizadores de la situación.

296
CIUDADANÍA, ACCESIBILIDAD A LA SALUD Y AFECTACIONES SUBJETIVAS Y COLECTIVAS

Accesibilidad a tratamientos

El Plan Federal de salud (2004-07) propone un accionar preventivo y el


acceso a las prestaciones y servicios necesarios, garantizado por el Estado y agre-
ga que la misión es garantizar a todos y cada uno el acceso a niveles de presta-
ción de salud básicos y a los medicamentos esenciales por ellos requeridos. El
programa nacional de provisión gratuita de medicamentos ambulatorios (Re-
mediar) que tiene como objetivo garantizar la accesibilidad a la población más
vulnerable, no alcanza para abastecer la totalidad de los tratamientos, y éstos se
vuelven, por lo tanto, discontinuos. Varios de los/as entrevistados/as prestadores
expresan sus problemas:

Hay muchas dificultades para sostener los tratamientos, cualquier ser huma-
no no tiene un tratamiento digno. En Mosconi hay tres mil jubilados y no
se llegan a cubrir las necesidades de todos. Lo que hacemos muchas veces es
cuando alguien termina un tratamiento con medicamentos y le sobran nos
las da así cubrimos lo que pueda necesitar otro. Pero en los que son crónicos,
el cien por ciento no está medicado, ni tratado. Lamentablemente carece-
mos de todo (médica).

El hospital público tiene Remediar pero por lo que veo lo que dan son sólo
antibióticos y quizás el mismo para diferentes patologías. Además todo es
inyectable, desde el más chico al más grande reciben tratamiento inyectable.
Como les decía, con suerte el hospital público llega a abastecer diez días en
el mes de medicamentos, se atienden entre doscientas y trescientas personas
por día (enfermera).

La gente viene a la consulta por la diabetes y siempre que charlo con ellos
sale el tema de YPF, que no están jubilados, y que con ciento cincuenta pesos
del plan no pueden vivir. La cantidad de diabetes aumentó en los últimos
cuatro años, tanto en mujeres como varones y así se van muriendo por falta
de tratamiento (médico).

b) Movimiento de Trabajadores Desocupados y ley básica de


salud (CABA)

Desde marzo de 2007 junto a Médicos del Mundo Argentina, participamos


en la coordinación del “Taller de promotores en salud del MTL”. El taller está

297
GRACIELA ZALDÚA, MARÍA BELÉN SOPRANSI, MARIELA NABERGOI Y OTROS

destinado a integrantes de esta organización que trabajan en el área salud. En este


marco se realizó un encuentro enfocado a la apropiación de los principales ejes
de la ley básica de salud de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires nº 153. Según
la OMS, la legislación puede jugar un papel importante en la mejora al acceso
a la atención en salud; esto significa aumentar la disponibilidad de los servicios,
mejorar la accesibilidad financiera y geográfica, y proveer servicios aceptables y
de calidad adecuada.2 Retomamos la producción del taller para señalar, por un
lado, los casos presentados por los grupos, que dramatizaron experiencias vividas
en las que no se había cumplido algún ítem de la ley, y por otro, la organización
colectiva en torno a la lucha por el derecho a salud dentro del MTL.
En todos los casos presentados no se cumple el primer artículo de la ley
(garantizar el derecho a la salud integral) y están vinculados al segundo nivel
de atención en la CABA (Artículos 20° y 21°). El primer caso refiere a una
operación de vesícula de un varón de sesenta años. La dramatización muestra
que la demora por diversas causas de la operación (falta de insumos, paros médi-
cos, sobredemanda del quirófano) culmina en la complicación de la enfermedad
vesicular y la consecuente muerte del paciente, a pesar de la realización de la
operación tardíamente. Al hijo se le niega el acceso a la historia clínica del pa-
ciente. El segundo grupo relata el caso de una niña-adolescente que presenta un
golpe en la cara por una caída. En el hospital, el área pediatría no quiere atender
a la niña por su edad (trece años), el área adultos reenvía la consulta a pediatría,
se diagnostica por placa radiográfica que es necesaria una intervención quirúr-
gica de urgencia. Por diversas cuestiones la operación no puede ser realizada (la
madre lleva a la niña a tres hospitales, ninguno satisface la demanda), cuando
consigue que se realice la operación a su hija habían pasado diez días y la fractu-
ra había soldado y, en consecuencia, se requería una cirugía plástica que podría
ser realizada sólo cuando la paciente cumpliera los dieciocho años. La tercera
dramatización contaba un episodio de discriminación por parte de una enferme-
ra a una joven madre peruana que llevaba a vacunar a su bebé. El cuarto grupo
relata un caso de un niño de seis años a quien diagnostican hepatitis A, pero se
niega la internación recomendada en sala de aislamiento y se lo envía a la casa
propiciando el contagio de sus hermanos. La última dramatización escenifica el
caso de una señora de setenta años que hace una consulta oftalmológica porque
ve disminuida abruptamente su visión. Se le recetan anteojos, que ella compra
donde le indican, a la vez, hace una consulta privada y le diagnostican cataratas,
y le recomiendan una operación cuyo costo ronda los tres mil pesos. Como no
puede pagarlo, la especialista le hace una orden de operación para presentar en
el hospital público, la mujer no consigue que la operen.

2. Manual de Recursos de la OMS sobre salud mental, derechos humanos y legislación, OMS 2006,
p. 31.

298
CIUDADANÍA, ACCESIBILIDAD A LA SALUD Y AFECTACIONES SUBJETIVAS Y COLECTIVAS

Los derechos que fueron señalados por los promotores como vulnerados
en las situaciones descriptas fueron: Artículo 3°, cobertura universal, acceso
y utilización equitativa de los servicios, acceso a la información; Artículo 4°,
inexistencia de discriminación, acceso a la historia clínica y a información com-
prensible, libre elección de profesional y efector, internación conjunta madre-
niño, gratuidad de la atención; Artículo 21°, vigilancia epidemiológica y sani-
taria, internación de baja y mediana complejidad, diagnóstico y tratamiento
oportuno.
La iniciativa de los grupos subalternos, que encuentran el ejercicio de su
derecho a la salud vulnerado, junto con la participación de ONGs y de la Uni-
versidad Pública, abre la posibilidad de apropiación de los derechos, de prácticas
autorreflexivas-iluminativas, de monitoreo participativo de la salud comunita-
ria, de gestión de los recursos en salud, que producen cambios subjetivos mate-
rializables en nuevas formas de exigencia de una ciudadanía plena.

c) Un caso de organización de migrantes bolivianos

Marshall se propuso, con su visión de ciudadanía, conciliar las diferencias


en la sociedad para perpetuar en el estado una economía de mercado capitalista
y una vida democrática pacífica que viera reducida la participación de los ciuda-
danos a las instituciones civiles (principalmente los partidos políticos).
El concepto de ciudadanía se ha entendido desde entonces como una ga-
rantía de igualdad de acceso en cuanto reivindica para el total de la población
una serie de derechos civiles, políticos y sociales, entre los que se encuentra el
acceso a la salud. Sin embargo, está ocultando no sólo formas alternativas de
participación que salen de los cauces institucionales, sino también la vulne-
rabilidad de grupos minoritarios como son en este caso los bolivianos/as que
trabajan en talleres clandestinos.
Los migrantes que son traídos a trabajar en estos talleres tienen mayores
dificultades para asumirse como ciudadanos en un país, que les es ajeno y en una
sociedad que les muestra generalmente un rostro hostil y adverso.
Al proceso de migración y sus propias dificultades hay que agregar las hue-
llas que ha dejado en ellos el trabajo esclavo en los talleres clandestinos. Ante
esta situación, es lógico pensar que en ningún momento sientan como propia la
definición aquella de ciudadanía que ve a los sujetos como seres libres e iguales
entre sí
Sin embargo, ponemos a consideración el contraste visto desde los migran-
tes costureros que forman parte de una organización: La Alameda. Esta asam-
blea popular mantiene vigentes los principios de autonomía y horizontalidad

299
GRACIELA ZALDÚA, MARÍA BELÉN SOPRANSI, MARIELA NABERGOI Y OTROS

que promueven, en quienes la integran, formas de participación y gestión que


irrumpen en el modelo clásico. Esta ciudadanía estaría más relacionada con
las prácticas colectivas y cotidianas que promueven en quienes las ejercen el
reconocimiento y la demanda de sus derechos civiles, políticos y sociales. Por
ejemplo, el hecho de ver a un compañero/a exigiendo la atención hospitala-
ria, independientemente de su condición de migrante y de tener o no DNI,
sintiéndose respaldado por la organización que integra, hace que ese momento
trascienda, que no sea la mera gestión por dicha atención o por un subsidio de
emergencia habitacional, sino que se conforme como experiencia de vida en
la que la organización colectiva y la participación política se materializan en
resultados concretos.
Así, estas nuevas formas de participación implican a los migrantes no sólo
en gestiones personales, sino colectivas y de impacto social tangibles.

d) Discapacidades

Al hablar de discapacidades, sumamos a las anteriores condiciones de vul-


nerabilidad la presencia de una condición crónica de salud que afecta la parti-
cipación y el desempeño de actividades cotidianas. El análisis de las barreras y
facilitadores se focaliza en aquellos aspectos que determinan tanto la reproduc-
ción como las posibilidades de transformación de las condiciones discapacitan-
tes. En particular, el acceso efectivo a la salud y al certificado de discapacidad
como condición de posibilidad para el ejercicio de los derechos ciudadanos des-
tinados a la equiparación de oportunidades de las personas con discapacidad se
constituyen como áreas prioritarias de análisis e intervención.
En este proceso hemos encontrado en particular las barreras físicas (es-
calones y marcos angostos en las viviendas y espacios públicos, presencia de
pozos en los pasillos y veredas, falta de rampas), del transporte (falta de unidades
adaptadas, horarios inconstantes, en especial en el conurbano bonaerense) y
de la comunicación (falta de señalización y dispositivos especiales para perso-
nas hipoacúsicas y disminuidos visuales) que limitan la movilidad y autonomía
necesarias tanto para el desarrollo de actividades cotidianas y el acceso a la
atención en salud así como también para la participación social en esta po-
blación. La supresión de estas barreras es abordada en la Ley Nacional 24.314
“Accesibilidad de las personas con movilidad reducida” sancionada en el año
1994 y reglamentada en el año 1997. Si bien la obtención del certificado de
discapacidad constituye la condición de posibilidad de acceder al ejercicio de
derechos específicos para personas con discapacidad, su tramitación implica la
superación de las barreas antes mencionadas, hecho que se suma a complejas

300
CIUDADANÍA, ACCESIBILIDAD A LA SALUD Y AFECTACIONES SUBJETIVAS Y COLECTIVAS

barreras burocráticas y de información. El acceso a la justicia se vuelve a partir


de aquí en muchos casos la condición para el ejercicio del derecho a la cobertura
total de salud y medicamentos por parte de prepagas, obras sociales o el Estado
proclamada por la Ley nº 24901 “Sistema de prestaciones básicas en habilita-
ción y rehabilitación integral a favor de las personas con discapacidad”, cuyo
cumplimiento es necesario conquistar a través de la presentación de recursos de
amparo y otros procedimientos legales. En este grupo, como en los anteriores, el
análisis muestra que la ciudadanía no consiste exclusivamente en un conjunto
de derechos naturalmente garantizados por estar transformados.

Comentarios finales

Estos y otros ejemplos de acciones cotidianas en organizaciones autónomas


y horizontales van conformando una nueva noción de ciudadano/a, alejada de la
perspectiva original de encubrimiento de las diferencias de clase/género/etnias que
pretende una armonía social inexistente. Por el contrario, desde esta postura, asu-
mirse ciudadano/a promueva la organización colectiva y la lucha por los derechos
civiles, políticos y sociales. Lo dicho hasta aquí habla de efectos en la subjetivación
e implica procesos resilientes comunitarios que vuelven menos sinuoso el camino
del acceso a la salud. Desnaturalizan los sentidos cristalizados de la medicina tradi-
cional que anclan a pacientes con pronósticos desfavorables a expectativas cura-
tivas inaccesibles y los privan de las condiciones de confort y cuidados paliativos,
o visibilizan los obstáculos a prácticas necesarias o a las situaciones de discrimina-
ción. La realidad en relación con las condiciones de vida y al acceso de la salud,
requiere una tarea consecuente a favor de la equidad; la conquista de un sistema
integrado y democrático de salud, impulsando al derecho a la salud como tal y no
como mercancía; la implementación de un sistema de salud integrado conducido
por las colectividades y para sus intereses; y finalmente, la responsabilidad ética y
sanitaria de comprender la planeación de la salud como un proceso determinado
por las condiciones económico-sociales, culturales y políticas (Breilh: 2005).

Bibliografía

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302
VI.4. Salud mental, desinstitucionalización y rehabilitación*
por Ana Tisera y Daniel Moreno

Introducción

La propuesta de este trabajo es investigar prácticas y saberes alrededor de


la desinstitucionalización en el área de rehabilitación de un hospital mediante
una metodología cuanti-cualitativa.
La desinstitucionalización es definida teniendo en cuenta el Plan de salud
mental en la ciudad de Buenos Aires hasta el año 2005 y la ley 448 de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires. La reforma en el sector se plantea actualmente en
un marco de aumento de la pobreza, de corrimiento del estado en las políticas
sociales y la paulatina mercantilización de la salud.
Los procesos de salud en la Argentina no son una excepción a los fenóme-
nos globalizados que atraviesan todo el continente y que marcan un estado de
vulnerabilidad sanitaria.
Si tenemos en cuenta algunos de estos aspectos, este estudio intenta pro-
fundizar los planteos actuales en salud mental en los cuales el concepto de
“desinstitucionalización” es central sin dejar de levantar la defensa del hospital
público luego de una década de vaciamiento de nuestras instituciones.
Es la intención de este trabajo realizar un posible aporte a los estudios de
nuevas modalidades en salud mental que sustituyen viejos modelos hospitalo-
céntricos apuntando a una modalidad de gestión innovadora.

Desinstitucionalizacion y rehabilitación

Según la definición de rehabilitación del Plan de salud mental de la Ciudad


de Buenos Aires (2004-2006) las actividades relativas a la Rehabilitación y Re-
socialización del sistema de Salud mental por sus características y complejidad
imponen realizar un análisis de situación de las mismas. Cabe destacar, en ese
momento, la presencia de la Ley 448/00 de salud mental de la Ciudad Autóno-
ma de Buenos Aires que legisla sobre el sistema; dicha Ley tiene expresados en

*. Publicado en las Memorias de las XIV Jornadas de Investigación en Psicología, Tomo II, Facultad de
Psicología-UBA, 2007, págs. 189-191.

303
ANA TISERA Y DANIEL MORENO

su letra los principios que sustentan la reformulación del actual sistema de aten-
ción de salud mental que se caracteriza por ser fundamentalmente un modelo
reduccionista y hospitalocéntrico.
En relación con el Plan de salud mental referido, se llama a la creación y
desarrollo de una diversidad de dispositivos de rehabilitación y resocialización,
planteados en el artículo 14º de la Ley mencionada que siguen en la actualidad
sin ponerse en práctica.
Esos efectores permitirían llevar adelante una política de desinstitucionali-
zación de personas internadas (o en situación de crisis) y priorizarían formas de
atención ambulatoria.
La demanda de re-estructuración de la asistencia psiquiátrica en América
del Sur comenzó en la década del ochenta, y se oficializa en los noventa con la
Declaración de Caracas (Venezuela, 1990), en la que se prioriza la descentrali-
zación del hospital psiquiátrico y la creación de estructuras alternativas.
La Conferencia Regional reunida en dicho país convocó a los líderes
de la conducción de políticas y acciones sanitarias de los países latinoame-
ricanos conjuntamente con técnicos y parlamentarios. Allí se señala que la
psiquiatría convencional no permite alcanzar los objetivos compatibles con
una atención comunitaria, descentralizada, participativa, integral, continua
y preventiva.
El hospital psiquiátrico, como única modalidad asistencial, aísla al usuario
de su medio, y genera, en consecuencia, mayor discapacidad social; pone en
peligro los derechos humanos y civiles del enfermo y requiere la mayor parte
de los recursos financieros y humanos. Allí instan a la revisión crítica del papel
hegemónico y centralizador del hospital psiquiátrico en la prestación de servi-
cios y promocionan modelos alternativos centrados en la comunidad y dentro
de sus redes sociales.

Contexto nacional

En el contexto nacional señalamos lo planteado por Chinkesw, Lapalma


y Niscenboim (1995) que consideran que la Psicología social-comunitaria ha
sufrido un desarrollo limitado debido a que la vida institucional se vio signada
por las dictaduras militares con escasos intervalos democráticos que impidieron
la continuidad histórica y la posibilidad de la acumulación de capital simbólico.
También se resaltan las características profundamente reaccionarias de las clases
dominantes de nuestro país, vinculadas al pensamiento militar y una iglesia ma-
yoritariamente conservadora, que construye un Estado que, a diferencia de otros
países de Latinoamérica, no dejan resquicio para el desarrollo de lo social.

304
SALUD MENTAL, DESINSTITUCIONALIZACIÓN Y REHABILITACIÓN

Esto ha impedido el desarrollo de una práctica cuestionadora y la partici-


pación política durante muchos años aunque se han desarrollado experiencias
en forma excepcional que caben destacarse. Entre estas la más importante de
mencionar es la experiencia de los años sesenta en el Hospital Gregorio Aráoz
Alfaro de Lanús que incorpora los principios de una psiquiatría social comuni-
taria. Tiempo después, ese equipo formuló el primer Plan de salud mental para
la Ciudad de Buenos Aires en 1969.
Otra experiencia que hace una marca en la historia de los planes en salud
mental es la Ley 2440 de la provincia de Río Negro del año 1991 que plantea
la reinserción del paciente con sufrimiento mental y la prohibición de institu-
ciones manicomiales en todo el territorio provincial; esta ley continúa vigente
hasta la actualidad. En dicha provincia trabajan en equipos multidisciplinarios
en cada localidad y se han sustituido totalmente las políticas tradicionales de
encierro.
En la provincia de Buenos Aires se implementó el PREA (Programa de
Rehabilitación y Externación Asistida) del Ministerio de Salud que alcanza a
los hospitales psiquiátricos provinciales y comienza a ponerse en práctica en el
Hospital Estévez en junio de 1999. Luego de poco más de cinco años de creado,
este Programa cuenta con talleres-escuela; once casas que el hospital alquila, ta-
lleres culturales y recreativos del Centro de día y seis microemprendimientos.
En la ciudad de Buenos Aires se reglamenta la Ley 448 en el año 2004 que
plantea en términos generales un espíritu transformador del sector y se pronun-
cia a favor de la desinstitucionalización y en contra de políticas que cercenen
los derechos civiles o al servicio del control social. Su implementación ha en-
contrado más de un escollo.
Si bien las propuestas actuales toman como eje la desinstitucionalización,
muchas de las trabas presentadas no se han modificado, puesto que los planteos
sólo se ha centrado en reformas edilicias dado el estado calamitoso en el que
se encontraban la mayoría de los hospitales monovalentes por falta de man-
tenimiento. Con respecto a este punto se han destinado treinta y un millones
de pesos prestados por el BID para dicho fin. Esta decisión política generó un
debate entre especialistas en derechos de los pacientes y autoridades de salud de
la Ciudad de Buenos Aires durante el año 2004. Se solicitaba que se repensara la
utilización de ese crédito destinado a refaccionar el Hospital Borda, el Moyano,
el Alvear y el Tobar García ya que existe una ley porteña sobre la salud mental
que pone el acento en una política de reinserción social, para terminar con el
esquema custodial y asilar.
No puede dejar de plantearse que la puesta en marcha de una ley sancio-
nada hace más de seis años encuentra serios obstáculos y poco modifica las ins-
tituciones asilares de Buenos Aires, mientras el endeudamiento para la reforma
edilicia refleja otro grado de voluntad política, totalmente diferente. Si algo

305
ANA TISERA Y DANIEL MORENO

surge de ese debate, es que la transformación de la realidad del sector no es un


tema prioritario. Por lo tanto, la puesta en ejecución de la Ley aprobada (448 de
Salud Mental), amenaza quedarse sólo en palabras.

Objetivo general

El propósito de nuestro trabajo fue explorar la relación de las prácticas y


saberes sobre desinstitucionalización planteadas en el Plan de salud mental de la
ciudad de Buenos Aires y enunciadas en la Ley 448 en el área de rehabilitación
de un hospital monovalente de salud mental.
El relevamiento de saberes y prácticas de salud mental con los actores so-
ciales en el área de rehabilitación permite observar la poca implementación de
los enunciados de la Ley de Salud Mental de la Ciudad de Buenos Aires.

Metodología

La investigación en salud mental se ofrece como campo de deliberación


acerca de distintos campos metodológicos. Tomamos a la salud mental como
fenómeno complejo atravesado por el estudio de la intersubjetividad y de la
interrelación entre lo singular y lo colectivo.
Sin excluir aspectos cuantitativos en la triangulación metodológica se uti-
lizarán metodologías cualitativas (Denzig y Lincoln, 1994); (Cook y Reichardt,
1998). Está dirigida a describir el estado o proceso de la desinstitucionalización.
Estos autores plantean el debate actual acerca de la dicotomía entre métodos
cuantitativos y cualitativos. Esto define sectores en la comunidad científica
según adhieran a uno u otro paradigma o a la integración de ambos. Cook y
Reichardt marcan que la diferencia metodológica implica también paradigmas
diferentes.
Estas diferencias afectan al uso de instrumentos y técnicas. En el caso de
la metodología cualitativa se distinguen las entrevistas semiestructuradas, los
grupos focales y la observación participante, que hace que los investigadores
se impliquen en lo observado. Estos autores sostienen que la elección de estas
técnicas implica la adhesión a determinado paradigma, es decir a determinada
manera de mirar el mundo o interpretar la realidad.
Si bien el enfoque cualitativo no se puede generalizar en el caso de los
procesos ligados a la salud mental y la desinstitucionalización, se privilegiará la

306
SALUD MENTAL, DESINSTITUCIONALIZACIÓN Y REHABILITACIÓN

idea de proceso por sobre la de resultado. Sabemos que cada proceso de reforma
en esta área, tanto en el ámbito internacional como las experiencias locales, es
único y original. No existen recetas que se puedan aplicar sin tener en cuenta la
voz de los propios actores sociales.

Instrumentos

1. Cuestionarios.
2. Observación participante en dispositivos del área de rehabilitación
3. Observación participante en grupos focales.

A partir de la utilización de estos instrumentos arribamos en ese momento


a algunas conclusiones:
- Analizar el modelo médico hegemónico tradicional nos llevó a la percep-
ción de su desplazamiento a otros modelos que lo reemplazan sin implicar de
por sí ningún cambio.
- La interdisciplina se limita a la pareja terapéutica psicólogo-médico, (en
rehabilitación aparecen otras profesiones).
- No son tenidos en cuenta otros actores sociales y se consignan sólo aque-
llos que hacen evoluacionar las historias clínicas (el caso más claro es la ausen-
cia de los enfermeros).
- Visibilizamos equipos que se arman con integrantes de la comunidad.
Relevamos la existencia de un equipo invisible. Desordenados, muchos acto-
res sociales trabajan alrededor de un mismo paciente sin llegar a constituir un
equipo, es decir prestaciones que se superponen sin tener una coordinación o al
menos una planificación estratégica que pueda cuestionar esa idea de centro que
caracteriza el modelo médico-hegemónico.
- Observamos que el cambio de profesionales durante los tratamientos es
alarmante y atenta contra su consecución y continuidad.
- Planteamos al equipo interdisciplinario como instancia ideal poco refleja-
da en la realidad o con un formato que debe seguir estudiándose.
- Otra manifestación común en los grupos es no tener a dónde ir o sim-
plemente la expresión de limitaciones económicas. El profesional es visto en
forma antagónica en esta “decisión” de continuar la internación por parte del
paciente.
Planteamos que esta “elección” puede ser una consecuencia del encierro
que produce en el paciente un efecto de desobjetivación que podría conducirlo
a una falsa elección.

307
ANA TISERA Y DANIEL MORENO

Conclusiones

En el contexto actual, la lucha por los derechos civiles debe ser algo prio-
ritario. No tener acceso a la salud, al trabajo, a la educación, a la integración
social, en definitiva es no tener acceso al ejercicio de la ciudadanía, situación que
genera un notorio sufrimiento psíquico. Creemos, entonces, que toda interven-
ción en salud mental está necesariamente ligada a la defensa de estos derechos.
Entendemos que el derecho al trabajo y la participación en la producción
regeneran los vínculos y la apropiación social de lo producido rompe el circuito
alienante que lo excluye.
Creemos que esta integración puede llevarse a cabo a través de nuevos
espacios organizacionales que generen redes entre los diferentes actores de la
comunidad, y favorezcan la autonomía de las personas y el pleno ejercicio de sus
derechos y obligaciones ciudadanas.
La existencia de intervenciones comunitarias que integren a distintos ac-
tores sociales (comunidad hospitalaria, familia, amigos, etc.) o dispositivos al-
ternativos (empresas sociales) permiten abordad la temática de la externación y
tienden a romper con el aislamiento asilar.
Sin embargo, la ausencia de dispositivos señalados en las normativas vi-
gentes (Hogares tutelares, más casa de medio camino, etc.) hace que el panora-
ma de los monovalentes no haya variado demasiado en los últimos años y que la
cantidad de pacientes sea tan elevada y con un giro cama de años.
Si bien una serie de dispositivos con abordaje comunitario existen al inte-
rior del monovalente, éstos no son suficientes para acelerar las externaciones o al
menos hacer más fluido el tránsito por el hospital de nuestros pacientes mentales.
Los puntos de conflicto se centran en que los objetivos de los dispositivos elegi-
dos entran en contradicción con los objetivos de la institución que no se integra
en una red de servicio con la comunidad como indican las normativas vigentes.

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SALUD MENTAL, DESINSTITUCIONALIZACIÓN Y REHABILITACIÓN

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309
VI.5. Investigación-acción participativa con colectivos
de migrantes en organizaciones comunitarias*
por Graciela Zaldúa, María Belén Sopransi y Sandra Estrada Maldonado

Introducción

El presente trabajo forma parte de la investigación-acción participativa


(IAP) con el Movimiento Territorial de Liberación (MTL) y con la Asamblea
20 de Diciembre La Alameda en la ciudad de Buenos Aires. La perspectiva en
la que nos referenciamos es el paradigma de la Psicología social comunitaria
crítica, que propicia valores de autodeterminación, justicia distributiva y empo-
deramiento frente a la subordinación y opresión de clase, género, cultura y etnia
y promueve el compromiso comunitario, la satisfacción de necesidades radicales
y la ciudadanía plena.
La opción epistémica y metodológica de la investigación-acción par-
ticipativa (IAP) se basa en una ética relacional, no reificante de la otredad,
y comprende a la investigación y la intervención comunitaria como parte de
un mismo proceso de co-construcción de conocimientos dirigidos a la trans-
formación social de las condiciones de vida de los sectores sociales exclui-
dos (Fals Borda, 1985; Montero, 2003). Se combinan técnicas cualitativas
(entrevistas, observación participante, talleres) y cuantitativas (encuestas
colectivas, relevamiento documental) de recolección y análisis de datos, y
triangulación de fuentes e instrumentos. Nuestro hacer se referencia en estas
líneas de trabajo que posibilita la IAP y nos permite reflexionar autocríticamen-
te sobre cuestiones concretas relacionadas ahí donde se juegan nuestros deseos
de cambio social y nuestra participación como actoras-autoras sociales. Los pro-
pósitos centrales son: 1) describir dos intervenciones con colectivos migrantes
en las organizaciones comunitarias; 2) promover el fortalecimiento de prácticas
participativas y transferencia técnica entre Movimientos sociales y Universidad
pública.

*. Publicado en las Memorias de las XV Jornadas de Investigación en Psicología, Tomo II, Facultad de
Psicología-UBA, 2007, págs. 188-190.

311
GRACIELA ZALDÚA, MARÍA BELÉN SOPRANSI Y SANDRA ESTRADA MALDONADO

Procesos migratorios y movimientos sociales

La migración es un fenómeno que cobra nueva relevancia en la actualidad,


considerando que tanto el modelo económico capitalista bajo el cual se han
desarrollado los procesos de globalización económica como las particularidades
históricas y culturales de las diferentes regiones han contribuido a incrementar
la cantidad y las direcciones de los diferentes flujos migratorios. Dichos flujos
se ven cada vez más saturados de personas que salen de sus lugares de origen
principalmente con la expectativa de encontrar mejores condiciones de vida.
Las migraciones internacionales se han incrementado seis veces en el curso de
los últimos noventa años, y han llegado a verse incluidas en este proceso ciento
setenta y cinco millones de personas para 2001 (Zlotnik, 2001; citado por Ben-
habib, 2005). En América latina, el impacto de la globalización y la tendencia
a la disminución del papel regulador de los Estados-Nación han promovido mi-
graciones, no sólo hacia los países desarrollados, sino también entre los países
vecinos. Argentina ha sido tradicionalmente un país receptor de migrantes que,
en principio, provenían de otros continentes; sin embargo a partir de la segunda
mitad del siglo pasado son mayoritariamente originarios de los países limítrofes.
En décadas recientes, el proceso migratorio para los bolivianos, paraguayos y
peruanos ha tomado un rumbo más urbano que rural y tiene como lugar de des-
tino principalmente la ciudad de Buenos Aires y su zona conurbana (Benencia
y Karasik, 1995; Grimson, 1999).
Los nuevos movimientos sociales –asambleas populares, organizaciones
de desocupados, fábricas recuperadas– surgieron “con la intencionalidad del
ejercicio del estatuto de ciudadanía, de visibilidad como sujetos sociales que
enuncian y demandan participación en lo público” (Zaldúa, Sopransi, Velo-
so, 2010). Durante los noventa, las protestas sociales fueron vinculándose cada
vez más a una matriz ciudadana que incluía reclamos por justicia, igualdad de
oportunidades, trabajo, etc. Es decir que las demandas relacionadas con lo eco-
nómico fueron separándose de la matriz sindical y enlazándose a una matriz
cívica, relacionada con la exigencia del cumplimiento y ampliación de los de-
rechos (Di Marco, 2004). Sin embargo, no fue solamente el tipo de demandas
que sostenían los movimientos sociales lo que los caracteriza como una forma
novedosa de organización social, sino justamente su innovación en los méto-
dos y estrategias tanto organizativas como a nivel de toma de decisiones. La
búsqueda permanente de mecanismos horizontales que promovieran la partici-
pación directa y equitativa de sus integrantes; la intencionalidad de conservar
su autonomía respecto a otras instituciones ya cristalizadas y tradicionales en
el escenario político como son el estado y especialmente los partidos políticos
(Fernández, 2006); además de la especial importancia del carácter territorial de

312
INVESTIGACIÓN-ACCIÓN PARTICIPATIVA CON COLECTIVOS DE MIGRANTES EN ORGANIZACIONES COMUNITARIAS

estos nuevos movimientos. Al mismo tiempo, hay una nueva concepción de la


esfera pública, la cual se deja de percibir como un espacio único para pasar a una
concepción de red múltiple de públicos en la que grupos subordinados (entre
ellos los migrantes) pueden promover sus derechos, replanteando las relaciones
sociales desde sectores tradicionalmente invisibilizados. De esta forma, la cons-
trucción de ciudadanía rompe con la concepción reduccionista impuesta por el
modelo neoliberal en América Latina en el que fue entendida “como la visión
individual en el mercado y el cumplimiento de los deberes políticos como un
mínimo asegurado de derechos civiles” (Di Marco, 2004: 19).
En CABA durante 2006 y 2007 hemos desarrollado dos intervenciones
enmarcadas en el proceso de IAP con colectivos migrantes dentro del MTL y la
Asamblea 20 de Diciembre La Alameda.

IAP con el MTL: salud y vivienda

La experiencia del taller de formación de promotores de salud con el MTL


se llevó a cabo entre marzo y julio de 2007, y fue co-coordinada con la ONG Mé-
dicos del Mundo, Argentina quienes habían recibido la demanda de formación
de promotores en salud desde la organización. La financiación del taller estuvo a
cargo de Médicos del Mundo Argentina, a través de un subsidio de la Secretaría
de Educación del Gobierno de CABA. La coordinación del taller fue interdis-
ciplinaria. Se realizaron encuentros previos a fines de 2006 y principios de 2007
con algunos de los referentes en salud que participarían en el taller, donde se
incluyeron temáticas relevantes para cada una de las zonales en las que está di-
vidido el MTL. El MTL planteó la necesidad de formarse en problemas de salud
relacionados con la contaminación y el medio ambiente, salud bucal y la salud
mental del migrante. Dentro del grupo de participantes del taller (N=32) la dis-
tribución por género es noventa por ciento mujeres y diez por ciento varones, y
por franjas etarias: tres por ciento menor de veintiún años, cuarenta y dos por
ciento de veintiún a treinta y cinco años, cuarenta y ocho por ciento de treinta
y seis a cincuenta años y siete por ciento de cincuenta y uno a sesenta y cinco.
Además de la impronta femenina, la particularidad de esta población es el alto
índice de migración de provincias del interior del país y especialmente de Perú:
un cuarenta y cinco por ciento son de nacionalidad peruana, un ocho por ciento
boliviana, el resto son argentinos: veintidós por ciento, provincias del NOA, diez
por ciento, litoral, doce por ciento conurbano y tres por ciento, ciudad de Buenos
Aires. La integración de migrantes al MTL está relacionada con la problemática
convocante de la vivienda y desde la organización se promueven cooperativas de
vivienda para la construcción de complejos habitacionales.

313
GRACIELA ZALDÚA, MARÍA BELÉN SOPRANSI Y SANDRA ESTRADA MALDONADO

El programa consistió en doce encuentros de cuatro horas divididos en


tres módulos: Estado, políticas sociales y situación actual en salud (tres encuentros:
historización del campo de la salud, legislación nacional e internacional, orga-
nización del sistema de salud y programas vigentes, epidemiología e indicadores,
producción pública de medicamentos, derechos humanos y salud), Problemáti-
cas de la salud (seis encuentros: enfermedades prevenibles –signos de alarma–,
programa de vacunación, riesgo nutricional y desnutrición, problemáticas re-
lacionadas con la salud mental, salud bucal, violencias de género y derechos
reproductivos, adicciones, salud mental del migrante, VIH-SIDA) y Estrategias
de prevención y promoción de la salud (tres encuentros: atención de primeros auxi-
lios, diagnóstico comunitario, trabajo en redes, técnicas participativas en sa-
lud). La integración de la legislación como eje transversal posibilitó una mayor
apropiación de los derechos.
La evaluación ex ante y ex post muestra los corrimientos en la conceptuali-
zación de salud, en la percepción de problemas sanitarios y del lugar de la gestión
participativa, con efectos en dos dimensiones valorativas que permiten compar-
tir construcciones de salud integral, no sólo de la enfermedad, y jerarquizar las
determinaciones sociales que intervienen en la salud estructurando las inequida-
des y afectando de manera desigual a mujeres y varones en diferentes edades.

IAP con La Alameda: participación y trabajo

La intervención en La Alameda (Asamblea Popular de Parque Avellaneda)


se desarrolló entre mayo del 2006 y diciembre del 2007 y se realizaron talleres,
entrevistas y observaciones participantes; además del acompañamiento partici-
pativo en la vida cotidiana de la organización: plenarios, asambleas, escraches,
etc. De ahí surgen las siguientes reflexiones que fueron trabajadas a lo largo de
este tiempo con las propias/os participantes. La población de La Alameda está
conformada en su mayoría por inmigrantes bolivianos/as que vivieron situacio-
nes de precarización laboral extrema (trabajo esclavo)1 y que decidieron formar
parte de la asamblea popular del barrio. A raíz de esta problemática surgió la
inquietud por implementar una nueva alternativa de trabajo y organización que
permitiera llevar como ejes paralelos una activa vida militante y una agenda

1. El término de trabajo esclavo se ha utilizado especialmente en los medios impresos de Buenos


Aires para caracterizar al tipo de trabajo que se realiza en los Talleres textiles clandestinos de esta
ciudad; esto principalmente por el hecho de que los y las costureras suelen estar privadas de su
libertad, además de que por lo regular no reciben ningún salario o les dan cantidades ínfimas y la
satisfacción de sus necesidades básicas queda entonces a merced del empleador.

314
INVESTIGACIÓN-ACCIÓN PARTICIPATIVA CON COLECTIVOS DE MIGRANTES EN ORGANIZACIONES COMUNITARIAS

productiva sostenible; es así que desde el 2003 conforman la Cooperativa 20


de Diciembre. Seguiremos entonces este paralelo también para la exposición:
trabajo y participación política. Las condiciones ambientales y el tipo de vín-
culos generados en los talleres textiles clandestinos promueven relaciones de
ambigüedad hacia los talleristas (patrones) en las que se mezclan una especie
de lealtad nacionalista y agradecimiento con el resentimiento producto de las
humillaciones constantes y la sobreexplotación laboral. Todo esto fomentado
por el afán de los talleristas en mostrarse amigables y cómplices y que lleva
a agudizar la competencia individual y la fragmentación social. Es notable el
contraste entre quienes recién salen de un taller clandestino y se acercan a
la asamblea con desconfianza, recelo, etc. y quienes tienen ya algún tiempo
participando; en ellos se ve mayor solidaridad, confianza, posibilidad de pro-
yectar a futuro. Al promover y favorecer la participación colectiva –que a la
vez implica subjetivamente–, en La Alameda se tornan visibles categorías de
opresión (etnia, clase, género) que habían permanecido invisibilizadas, hecho
que permite generar además un espacio de resistencia y transformación. Al res-
pecto, destacamos que son mujeres la mayoría entre asambleístas y migrantes.
Ellas son también portadoras de una cultura e identidad étnica originaria; estas
dos categorías no son ni más ni menos opresoras que la otra que resulta tal vez
la más evidente: la de clase. A pesar de ir codo a codo con los varones en cada
actividad de La Alameda y de desafiar de esta forma al papel estereotipado en el
que se suele encasillar a los inmigrantes limítrofes, y en especial a los de origen
boliviano, las mujeres siguen enfrentando la opresión de género al interior de
sus casas, lo que vuelve el trabajo en la asamblea no sólo público, sino tam-
bién privado. Una de las transformaciones recurrentes es la que, en palabras
de ellas, se expresa como superar el miedo. Es insistente la referencia a haber
perdido el miedo, a poder defenderse. Hablamos entonces de empoderamiento,
de procesos emancipatorios respecto a estas tres opresiones. La participación
asamblearia ha trastocado en general, la vida cotidiana de sus protagonistas, al
instalar situaciones que conllevan inéditos modos de subjetivación. Esta expe-
riencia modifica no sólo la percepción, sino también las prácticas cotidianas,
y en este caso particular las referidas al trabajo. Es importante mencionar que
en La Alameda quienes formaban parte de la Cooperativa mostraban también
mayor compromiso en actividades de militancia, lo que nos hace pensar en
que estos procesos de micropolítica fortalecían a una conciencia y compromiso
mayores. La participación directa en reuniones, el choque cultural al enfrentar
escenarios horizontales con ciudadanos argentinos, las estrategias de lucha y
protesta (escraches, marchas), además de la convivencia laboral cotidiana bajo
un esquema cooperativista, todo esto va promoviendo fuertes lazos afectivos y
va reconstruyendo un nuevo tejido social que reestablece vínculos bajo nuevas
condiciones y directrices.

315
GRACIELA ZALDÚA, MARÍA BELÉN SOPRANSI Y SANDRA ESTRADA MALDONADO

Comentarios finales

Desde estas estrategias de la IAP, el propósito del encuentro entre colectivos


universitarios y organizaciones populares es promover la conciencia crítica, la re-
flexión y la acción transformadora de las condiciones de vida y salud. Los sujetos de
la problematización somos tanto los colectivos universitarios como los miembros
de los movimientos sociales que participamos de la IAP. Es un proceso abierto,
dialogal, reflexivo y crítico sostenido desde las bases de la Psicología crítica, cons-
tituye una gestión asociada que fortalece el estatuto de ciudadanía, al propiciar la
defensa de los derechos vulnerados. Las cuestiones incluidas sobre las operatorias
del poder dominante, la triple inequidad (clase, género y etnia), la praxis social en
salud, los cuestionamientos a la ciencia, los actores sociales y las políticas públicas
son fundantes de la reflexión, la participación y el compromiso.
En la construcción de ciudadanía, en la conformación identitaria de los mi-
grantes no sólo interviene la historia y sociedad de la que provienen, sino también
las realidades particulares o contingentes a las que llegan, “pensar la especificidad
local de las configuraciones identitarias implica ponderar no sólo la contingencia
del (los) universal(es) sino también los condicionamientos de los particulares”. La
ciudadanía en tanto parte de la identidad estará construida en una doble direc-
ción: de adentro hacia afuera y de afuera hacia adentro “el doble movimiento (...):
el de la identificación desde el afuera, o identidad atribuida, y el de la autoidentifi-
cación” (Caggiano, 2001). Aquí es donde cobra especial importancia la sociedad
receptora y sus propios procesos e instancias; en este caso tanto la experiencia
de trabajo en condiciones de extrema precarización, así como el problema de la
vivienda, y los movimientos sociales emergentes. Los nuevos movimientos socia-
les son espacios que se ubican entre este doble movimiento pues trascienden la
dimensión individual, pero por su tamaño y prácticas permiten también la con-
vivencia y socialización directa entre sus miembros, y son así un escenario para la
conformación del sentido de comunidad (Mc Millan y Chavis, 1986).
La configuración de estos territorios de exclusión delinea un contexto sig-
nado por la vulnerabilidad social, allí se inscriben los procesos migratorios. La
participación en organizaciones colectivas como modalidad de inclusión social,
amortiguadora de los efectos de desarraigo, se presenta como una alternativa
viable de apuntalamientos simbólicos y materiales.

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prácticas participativas, Buenos Aires, Eudeba, ps. 63 a 77.

317
318
VI.6 Gestión asociada en la articulación
universidad-comunidad. Proyectos diagnóstico
comunitario y encuesta autogestionada de vivienda
Por la universidad: María Marcela Bottinelli, Mariela Nabergoi y Francisco M. Díaz
Por el barrio: Virina Rojas, Eva Torres, Felipe Vera, Juanita Escobar, Marta Orduñez,
Norma Torres, Julio Sarico, Gloria Quesnel, Pedro Escalante y otros

El artículo que se presenta a continuación es producto del trabajo conjunto


de la Comisión Vecinal del Barrio Las Flores de Vicente López; la Cátedra de
Metodología de la Investigación y Estadística de la carrera de Terapia Ocupa-
cional de la UBA, el proyecto de beca de doctorado UBACyT “Desempeño
ocupacional y salud en personas con discapacidad motriz en situación de pobre-
za”, del equipo de investigación UBACyT “Praxis psicosocial comunitaria en
salud” de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires y el tra-
bajo final de Licenciatura en Audiovisión de la Universidad Nacional de Lanús
del Licenciado Francisco Díaz, realizado en la materia Práctica del Ejercicio
Profesional (cátedra María Marcela Bottinelli).
Este estudio da cuenta del proceso de trabajo en gestión asociada entre
dichos actores en el período 2002-2007 en diferentes proyectos: la realización
de un Diagnóstico Comunitario, el acompañamiento en la realización de una
Encuesta Autogestionada de Delegados de Vivienda y un trabajo de reconstruc-
ción de la historia de organización barrial en torno a la vivienda.
El proyecto de diagnóstico comunitario surge en los inicios de la imple-
mentación del Plan Jefas y Jefes de Hogar, en el marco de la Comisión Vecinal
del barrio Las Flores. Esta Comisión es una organización barrial no partidaria
que desde hace más de dos décadas nuclea vecinos en torno a los temas re-
lacionados con la vivienda y otros asuntos de interés comunitario. Diferentes
proyectos de intervención en torno a problemas presentes en el barrio habían
surgido desde la organización con la intención de que la contraprestación de los
vecinos se realizara en temáticas significativas para el barrio, evitando las pro-
puestas municipales de limpieza y otras tareas de escaso valor social en lugares
alejados del partido. Así surgieron proyectos para trabajar sobre documentación
(asesoramiento y facilitación de trámites) y discapacidad (asesoramiento en

*. Este trabajo fue publicado parcialmente en las actas del Primer Congreso Nacional “Pensando lo
Audiovisual en Ciencias Sociales y Humanidades” bajo el título “Investigar, aprender y transferir.
El proceso de producción audiovisual como objeto, método y medio de investigación, producción y
participación”, Buenos Aires, 22 al 24 de Abril de 2009.

319
María Marcela Bottinelli y Mariela Nabergoi

derechos, obtención de certificado de discapacidad, articulación con recursos


municipales, etc.), entre otros.
La necesidad de conocer mejor la magnitud de las problemáticas, así como
de identificar necesidades que pudieran dar lugar a otras acciones comenzó a dar
forma a la idea de realizar un diagnóstico más amplio. Ello motivó también la
convocatoria, en primer lugar, a la Cátedra de Metodología de la Investigación
y Estadística de la carrera de Terapia Ocupacional de la UBA (cátedra Bottine-
lli) que luego se hizo extensiva al equipo de investigación UBACyT (dirigido
por Graciela Zaldúa y codirigido por María Marcela Bottinelli), en el marco
particular de la beca de doctorado UBACyT “Desempeño ocupacional y salud
en personas con discapacidad motriz en situación de pobreza” (becaria Mariela
Nabergoi, dirigida por María Marcela Bottinelli).
Desde el proyecto UBACyT y la beca nos propusimos, en gestión asociada
con los participantes del barrio, trabajar sobre los siguientes objetivos: identi-
ficar las necesidades socio-sanitarias de un espacio barrial desde la perspectiva
de la Psicología Social Comunitaria, describir las características diferenciales
de grupos en riesgo y/o vulnerabilidad, relevar los problemas prioritarios per-
cibidos y no percibidos, evaluar en forma participativa los perfiles diferenciales
socio-sanitarios de las poblaciones seleccionadas, facilitar el desarrollo de prác-
ticas promotoras y preventivas en salud que incorporen experiencias y saberes
producidos en la gestión comunitaria y propiciar procesos de empoderamiento
colectivo que efectivicen el derecho a la salud.
A diferencia de la mayoría de los relevamientos existentes, que son realiza-
dos por instituciones que, si bien actúan en el barrio, son ajenas a él y cuyos re-
sultados quedan en manos de sus realizadores y son muchas veces negados a los
vecinos que los solicitan, se propuso un trabajo participativo y co-gestionado,
en el cual el proceso mismo de la investigación, desde la discusión sobre las
variables e indicadores relevantes hasta el análisis e interpretación de los datos,
se realizara en forma compartida y supusiera la transferencia de conocimientos
y la adquisición de nuevas capacidades que quedaran en el lugar y pudieran
fortalecer futuras actividades.
El diagnóstico se realizó en gestión asociada con la Comisión Vecinal del
Barrio y una ONG del área de salud. Participaron beneficiarios del Plan Jefas
y Jefes así como también vecinos voluntarios y representantes de otras institu-
ciones locales. La tarea de recolección de datos estuvo a cargo en forma com-
partida por vecinos junto a voluntarios de una organización. Se trabajó en la
co-construcción participativa de dimensiones e indicadores relevantes para el
análisis e intervenciones específicas que potenciando grupos de trabajo exis-
tentes a partir de una dinámica participativa realizada en conjunto con las or-
ganizaciones participantes en sucesivas reuniones semanales. Los aportes del
equipo de investigación incluyeron también el desarrollo de la encuesta –que
Proyectos diagnóstico comunitario y encuesta autogestionada de vivienda

fue modificada y discutida en las reuniones hasta lograr la versión final–, la


capacitación de encuestadores, el volcado y análisis de las variables indagadas
(sociodemográficas, de escolaridad, salud, salubridad y trabajo) correspondien-
tes a mil cuatrocientas treinta y cuatro personas y trescientos diecisiete hogares.
El procesamiento y análisis de los datos se realizó con asistencia de software para
análisis cuantitativo SPSS incluyendo resultados para el total de la muestra y
por subgrupos, cruces de variables y análisis específicos por temas (ej. salud,
trabajo, escolaridad, etc.). También participamos a través de la redacción de
informe de avance, presentación y discusión de resultados con los participantes
en grupos focales.
Entre los registros del impacto subjetivo de la experiencia de recolección,
en los afiches utilizados en la evaluación de la tarea por parte del grupo se con-
signó: “Haber hecho algo para nosotros”, “que los padres puedan mostrar a los
chicos que hay cosas buenas”, “haber hecho lo que hicimos casi sin herramien-
tas” “acompañar las encuestas y conocer a la gente”.
Entre los resultados más relevantes se halló que el cincuenta y cinco por
ciento de las viviendas carecía de descarga de agua y el treinta y siete por ciento
presentaba índices de hacinamiento crítico. El 56% de las viviendas presentaba
problemas de rebalse del pozo, en su mayoría con una frecuencia de seis meses
o más. En el 12% de los hogares, el único ingreso provenía de un plan social.
Con respecto a la educación, se encontró un 3.4% de analfabetismo, y como
dato llamativo se halló que el 17% de los adolescentes de entre 13 y 18 años
no concurre a la escuela, aunque se estima que el número es mayor dada la
gran cantidad de adolescentes formalmente inscriptos pero que concurren muy
esporádicamente a la institución. Las causas de deserción enunciadas fueron
principalmente económicas, seguidas de decisión personal, causas familiares y
laborales. La continuidad de los estudios después de los dieciocho años también
es baja. Sólo un 4.6% de los jóvenes encuestados de entre 18 y 29 años cursan
algún tipo de estudio terciario o universitario. Casi el 70% de este grupo men-
cionó no haber continuado por motivos ajenos a su voluntad; entre las causas
más frecuentes están las económicas, de trabajo y familiares. Al momento del
relevamiento, el 33% de los adultos entre 19 y 64 años no tenía trabajo, y de
los que sí tenían, el 26% correspondía al Plan Jefas y Jefes de hogar o similar
(ej. Manos a la obra). Entre los adultos mayores (64 años y más), sólo el 14%
recibía algún tipo de jubilación o pensión, algunos trabajaban y más del 60% no
tenía ningún tipo de ingresos. Con respecto al área de salud, se halló que en casi
la mitad de los hogares (49%) vive al menos una persona con algún problema
crónico de salud, sea enfermedad crónica o discapacidad, y en el 36% vive más
de una persona con alguno de estos problemas. Las enfermedades crónicas de-
claradas más frecuentes fueron las respiratorias (26%), seguidas de hipertensión
(21%), diabetes (16%) y Chagas (9%).
María Marcela Bottinelli y Mariela Nabergoi

Más allá de los problemas detectados también se trabajó en las devolucio-


nes sobre las fortalezas de la población, como la alta tasa de inserción escolar en
el nivel primario, el aumento de estudiantes de nivel terciario y universitario
en las generaciones más jóvenes, y la accesibilidad geográfica a la atención en
salud (hospital y centro de salud), y sobre las características sociodemográficas.
En particular, conocer la distribución de las provincias y países de proveniencia
produjo un impacto de valoración y reconocimiento de los elementos culturales
compartidos y la diversidad y riqueza presentes en la población.
En el año 2005, mientras se trabajaban los resultados del diagnóstico, el
equipo fue convocado nuevamente a trabajar en la realización de una Encues-
ta Autogestionada de Delegados de Vivienda. Se trataba de un relevamiento
realizado por el grupo de delegados elegidos por los vecinos de cada sector para
actualizar los censos de vivienda con motivo de la necesidad de generar datos
para el control de la puesta en marcha de la Tercera Etapa del Plan de Vivienda.
En este caso, el diseño del proyecto había sido realizado por los delegados así
como también el instrumento de recolección. La buena organización y calidad
del trabajo de recolección dieron cuenta de la experiencia anterior así como
también de la historia de organización y seguimiento del barrio en torno al tema
de la vivienda. En este caso, el equipo participó en la co-producción de volcado,
análisis e interpretación de datos con los delegados de vivienda de cada sector
en encuentros semanales durante cinco meses.
Se analizaron datos correspondientes a 504 hogares y 2137 personas y se
actualizaron los registros de los censos. Asimismo se elaboraron informes de
sector para cada delegado y discutieron colectivamente los resultados, sus impli-
cancias y las estrategias posibles a implementar a partir de los ellos.
Durante este período se produjo un documental que recuperó materiales
audiovisuales históricos junto con entrevistas a informantes clave para la recu-
peración de la historia de la organización barrial en torno a la vivienda en el
marco de sentido de la nueva etapa y la necesidad de fortalecimiento barrial e
institucional antes los desafíos que la misma planteaba, así como también un
registro de las acciones realizadas en co-gestión entre la comunidad y la uni-
versidad.
De esta manera, se incorporó el proyecto de trabajo final de la Licen-
ciatura en Audiovisión de la Universidad Nacional de Lanús realizado por el
estudiante Francisco Díaz en el marco de la materia práctica del Ejercicio Pro-
fesional (cátedra Bottinelli). Dicha producción se pensó con usos múltiples,
según los posicionamientos y roles de cada uno de los actores implicados, com-
prendiendo al audiovisual como una producción cuya complejidad permitiera
su uso como testigo de una realidad social o realidad representada en términos
de Xavier Obach (para la Comisión Vecinal del Barrio Las Flores); como me-
dio de presentación de resultados obtenidos (para el equipo de investigación
Proyectos diagnóstico comunitario y encuesta autogestionada de vivienda

UBACyT) y como objeto de estudio (para el Trabajo Final de Licenciatura de


la UNLa).
Los trabajos mencionados fueron presentados en forma conjunta, con pre-
sencia de representantes de la comunidad y de la universidad, en diversos con-
gresos y jornadas científicas, y se realizó transferencia de dichas experiencias
en el nivel de grado en las tres carreras de la Facultad de Psicología de la UBA
(Psicología Preventiva, Práctica Profesional en Horas de Investigación de la
carrera de Psicología, Metodología de la investigación y estadística de la carrera
de Terapia Ocupacional y Pasantía en Prácticas Emergentes de la carrera de Mu-
sicoterapia), promoviendo así la reflexión sobre la participación de los diferen-
tes actores involucrados en la producción de conocimiento y sus implicancias
éticas, sociales, prácticas, epistémicas y metodológicas.

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