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Mecanismos

de la percepción,
la consciencia
y la atención
Cómo conocemos el mundo

t A I Principios de organización
del sistema sensitivo
e s Mecanismos corticales
de la visión
€ 0 Audición
le a Somatestesia: tacto y dolor
j si Sentidos químicos: olfato
y gusto
tza Atención selectiva
172 Capítulo 7 - Mecanismos de la percepción, la consciencia y la atención

ay dos capítulos en este libro de texto cuyo tema

H
camino a su casa— . El paciente atri­
principal son los sentidos: el Capítulo 6 fue el pri­ buía sus problemas a su «incapaci­
mero y éste es el segundo. En el Capítulo 6 se des­ dad para ver correctamente».
cribe cóm o los conos y los bastones convierten las señales Se encontró que si se ponían enfrente suyo dos o b ­
nerviosas en señales visuales, y cóm o el sistema retino-ge­ jetos (p. ej., dos lápices) al m ismo tiempo, sólo podía
ni culo-estriado conduce estas señales nerviosas hasta la ver uno de ellos, ya estuvieran uno al lado del otro, uno
corteza visual primaria. encima de otro o incluso uno oculto parcialmente por
Este capítulo se diferencia del Capítulo 6 en dos p u n ­ el otro. [En su caso], fotografías de caras u objetos in ­
tos fundamentales. En prim er lugar, en lugar de ceñirse a dividuales, incluso si eran bastante complejas, podían
un sistema sensitivo, examina cada uno de los cinco siste­ ser identificadas; pero si una fotografía incluía dos
mas sensitivos de exterosensibilidad1, los cinco sistemas objetos sólo podía identificarse uno de ellos cada vez,
sensitivos que interpretan los estímulos procedentes del aunque ese a veces estuviera desvaído, con lo cual el
exterior del organismo: vista, oído, tacto, olfato y gusto. En otro accedía a la percepción del paciente. Si se pre­
segundo lugar, en lugar de ceñirse a la conducción de las se­ sentaba una frase en una línea, solo podía leerse la pa­
ñales sensitivas desde los receptores hasta la corteza, este ca­ labra más significativa, pero si se presentaba una
pítulo se centra en los mecanismos y fenómenos corticales. palabra extendida por toda el área que ocupaba la
Antes de comenzar el prim er apartado de este capítulo, frase previa, podía leerse la palabra en su totalidad. Si
estudiemos el siguiente caso, relatado por Williams (1970). se le mostraban al paciente dibujos que se superponían
Cuando el lector haya llegado al apartado final, estará pre­ (esto es, un dibujo encima de otro), podía ver uno
parado para diagnosticar al paciente e interpretar el caso. pero negaba la existencia del otro.

El caso del hombre que sólo


podía ver una cosa a la vez
A m edida que el lector lea el presente capítulo, piense
Se nos refirió un paciente de 68 años debido a sus en este paciente. Piense en el carácter de su alteración y la
problemas para orientarse — incluso para encontrar el posible localización de su daño cerebral.

Principios de organización del sistema sensitivo

Para entender la organización de las áreas sensitivas de la input de m ás de un sistema sensitivo. La mayoría del input
corteza es im portante tener en cuenta que existen tres que recibe la corteza de asociación [polimodal] le llega a
tipos básicamente diferentes: primarias, secundarias y de través áreas de corteza sensitiva secundaria [unim odal].
asociación. La corteza sensitiva primaria de un sistema es Las interacciones entre estos tres tipos de corteza sen­
el área de la corteza sensitiva que recibe la mayor parte de sitiva se caracterizan por tres principios prim ordiales:
su input directamente desde los núcleos talámicos de re­ organización jerárquica, separación funcional y procesa­
levo de dicho sistema. Por ejemplo, com o se aprendió en miento paralelo.
el Capítulo 6, la corteza visual prim aria es el área de la cor­
teza cerebral que recibe la mayoría de su input del núcleo
Organización jerárquica
geniculado lateral del tálamo. La corteza sensitiva secun­
daria 2 de un sistema abarca las áreas de la corteza sensi­ Los sistemas sensitivos se caracterizan por una organiza­
tiva que reciben la mayor parte de su input de la corteza ción jerárquica. Una jerarquía es un sistema cuyos m iem ­
sensitiva prim aria de ese sistema o de otras áreas de la bros pueden ser asignados a niveles o rangos específicos los
corteza sensitiva secundaria del mismo sistema. La corteza unos respecto de los otros. Por ejemplo, el ejército es un sis­
de asociación 3 es cualquier área de la corteza que recibe tem a jerárquico, porque todos los soldados se distribuyen
en rangos según su autoridad. Del m ismo m odo, las es­
tructuras sensitivas se organizan en una jerarquía de
1 Algunos los denominan «exteroceptivos» (N. de la T.).
acuerdo con la especificidad y complejidad de su función
2 También llamada corteza sensorial de asociación uttitnodal (N. déla T.).
3 Se refiere a la corteza sensorial que también se denomina de asocia­ (véase la Figura 7.1). A medida que se avanza por un sistema
ción polimodal (N. déla T.). sensitivo desde los receptores a los núcleos talámicos, a la
7.1 ~ Principios de organización del sistema sensitivo 1 73

«¿Cuál cree que es el problema?», le pregunté fi­


Corteza de asociación nalmente.
«Nada que yo sepa», m e contestó con una sonrisa,
«pero parece que la gente piensa que le ocurre algo a
Corteza sensorial secundaria mis ojos».
«Pero, ¿usted no nota ningún problem a en la vista?»
«No, no inmediatamente, aunque en ocasiones me
Corteza sensorial primaria
equivoco»...
Fue mientras examinaba sus reflejos... cuando ocu­
Núcleos talámicos de relevo rrió la prim era cosa extraña. Le había quitado el zapato
izquieñlo y le había rascado la planta del pie con una
llave — una prueba que parece algo baladí pero que es
Receptores esencial para valorar los reflejos— , y luego, con la ex­
cusa de atornillar mi oftalmoscopio, dejé que se pusiera
él mismo el zapato. Para mi sorpresa, un m inuto más
FIG U R A 7.1 Organización jerárquica de los sistemas tarde, no lo había hecho.
sensitivos. Los receptores realizan los análisis más sencillos y «¿Puedo ayudar?», le pregunté.
tos más generales, y la corteza de asociación realiza tos «¿Ayudar a qué? ¿Ayudar a quién?»...
análisis más complejos y específicos. «Su zapato», repetí. «Quizá debería ponérselo.»
Siguió m irando h a d a ahajo, aunque no al zapato,
con intensa pero mal dirigida concentradón. Final­
corteza sensitiva primaria, a la corteza sensitiva secunda­ mente, su m irada se posó en el zapato.
ria y a la corteza de asociación, se encuentran neuronas que «Este es mi pie, ¿verdad?, ¿he entendido mal?, ¿lo
dan la óptim a respuesta a estímulos de complejidad y es­ he visto mal?»
pecificidad crecientes. Cada nivel de una jerarquía sensitiva «Mis ojos», se explicó, y puso la m ano sobre su pie.
recibe su input de niveles inferiores y añade un nuevo nivel «Esto es mi zapato, ¿no? »
de análisis antes de traspasarlo a un nivel superior de la je­ «No, no lo es. Eso es su pie. A q u í está su zapato».
rarquía (véase Rees, Kreiman y Koch, 2002). ¿Estaba bromeando?, ¿estaba loco?, ¿estaba dego?
La organización jerárquica de los sistemas sensitivos re­ Si era una de sus «extrañas equivocadones», era la
equivocadón más extraña que había visto nunca.
sulta evidente cuando se com paran los efectos de lesiones
Le ayudé con su zapato (su pie), para evitar más
a distintos niveles: cuanto más alto es el nivel de la lesión,
problemas... y continué examinándole. Su agudeza vi­
más específica y compleja es la alteración. Por ejemplo, la
sual era buena; no le costaba ningún esfuerzo ver un
destrucción de los receptores de un sistema sensitivo p ro ­ alfiler en el suelo...
duce una pérdida com pleta de la capacidad de percibir Veía perfectamente, pero ¿qué era lo que veía?...
mediante ese sistema sensitivo (p.ej., ceguera o sordera «¿Qué es esto?», le pregunté to m an d o un guante.
total); por el contrario, la destrucción de un área de la «¿Puedo mirarlo?», preguntó m ientras lo recogía.
corteza de asociación o de la corteza secundaria sensitiva «Una superfide continua» dijo p o r fin, «plegada
produce alteraciones sensitivas complejas y específicas, sobre sí misma. Parece tener...», titubeó, «dnco “abol-
mientras que las capacidades sensitivas básicas perm ane­ sillamientos” hacia fuera, si esa es la palabra».
cen inalteradas. El Dr. P., el hom bre que confundió a su «Sí», dije con precaudón. «Me ha hecho una des-
cripdón. A hora dígame qué es».
mujer con un som brero (Sacks, 1985), presentaba uno de
«¿Algún tipo de redpiente?»
estos tipos de alteraciones.
«Sí» le dije, «y ¿qué podría contener?»
«'Contendría su contenido!» dijo d Dr. P. con una
carcajada. «Hay muchas posibilidades. Podría ser un
monedero, p o r ejemplo, para m onedas de d n c o ta ­
maños diferentes. Podría ser...»
El caso del hom bre q ue confundió « ¿No le resulta familiar? ¿Piensa que podría con­
a su m ujer con un som b rero tener, que podría adaptarse a, una parte d d cuerpo?»
Ninguna señal de reconocimiento se insinuó en
El Dr. P. era un músico de renombre, conocido desde su cara...
hada años com o cantante... y como maestro... Nada Yo debía tener una expresión horrorizada, pero él
más conocerle resultaba obvio que no parecía pensar que lo había resu d to bastante bien.
presentaba indidos de demencia [dete­ Había un atisbo de sonrisa en su c a ra También pare­
rioro intelectual]... Era u n hom bre muy cía haber deddido que el examen había acabado y em ­
cultivado y encantador, que hablaba bien y de m anera pezó a m ira r alrededor buscando su som brero.
fluida, con im aginación y sentido del humor.... Extendió la m ano y aferró la cabeza de su mujer, in-
174 Capítulo 7 - Mecanismos de la percepción, la consciencia y la atención

nuestra intuición y al m ismo tiem po es im portante. D e­


tentando levantarla para ponérsela Al parecer 'había
tengámonos un m om ento a pensar en sus implicaciones.
confundido a su m ujer con un sombrero! Parecía que
su m ujer estaba acostum brada a esas cosas.
¿Qué cree el lector que ocurriría si una lesión alterara la co­
rriente consciente sin alterar la corriente inconsciente p a­
(Reproducido con autorización d c Simon and SchusterAdult Publishing ralela? En este capítulo se encontrará con casos de pacientes
Group de The Man Who Mistook His Wife for a Hat and Other Clinical que presentan este tipo de daño cerebral: son capaces de
Tales [El hombre que confundió a su mujer con un sombrero y otros extender el brazo y asir adecuadamente objetos que no
relatos clínicos).Copyright © 1970,1981,1983,1984,1985por Oliver
pueden ver de m odo consciente.
Sacks.)

Modelo actual de la organización del


Los psicólogos, reconociendo la organización jerárquica sistema sensitivo
de los sistemas sensitivos, a veces dividen el proceso gene­
ral de la percepción en dos fases generales: sensación y per­ En la Figura 7.2 se resume la información de este apartado
cepción. La sensación es el proceso de detectar la presencia del capítulo ilustrando cóm o ha cambiado el concepto de
de estímulos, y la percepción es el proceso de nivel supe­ la organización de los sistemas sensitivos. En la década de
rior que incluye integrar, reconocer e interpretar modelos los sesenta se pensaba que los sistemas sensitivos eran je ­
completos de sensaciones. El problema del Dr. P. era clara­ rárquicos, funcionalmente homogéneos y seriales. No obs­
mente de percepción visual, no de sensación visual. tante, en investigaciones posteriores se ha establecido que
los sistemas sensitivos son jerárquicos, funcionalmente se­
parados y paralelos (véase Tong, 2003).
Separación funcional Los sistemas sensitivos se caracterizan porque en ellos
Al principio se suponía que las áreas primarias, secunda­ se divide el trabajo: constan de múltiples áreas especializa­
rias y de asociación de un sistema sensitivo eran todas das, a múltiples niveles, interconectadas por múltiples vías
ellas funcionalmente homogéneas. Esto es, se daba por paralelas. Aun así, los estímulos complejos normalmente se
hecho que todas las áreas de la corteza de cualquier nivel perciben como un todo integrado, no como una com bi­
de la jerarquía sensitiva actuaban conjuntam ente para lle­ nación de atributos independientes. ¿Cómo combina el ce­
var a cabo la m isma función. Sin embargo, las investiga­ rebro atributos sensitivos individuales para producir una
ciones han dem ostrado que es la separación funcional, en percepción integrada? Esto se conoce com o el problema de
vez de la homogeneidad funcional, lo que caracteriza la o r­ la integración4 (Bemstein y Robertson, 1998; De Gelder,
ganización de los sistemas sensitivos. A hora está claro que 2000; Friedman-Hill, Robertson y Treisman, 1995).
cada uno de los tres niveles de la corteza cerebral — pri­ Una solución posible del problem a de la integración es
mario, secundario y de asociación— de cada sistema sen­ que exista una única área en la corteza en el nivel superior
sitivo contiene varias áreas funcionalmente distintas, que de la jerarquía sensitiva que reciba señales de todas las
están especializadas en distintos tipos de análisis. demás áreas del sistema sensitivo y las reúna para form ar
percepciones. Sin embargo, no hay un área de la corteza a
la cual envíen información todas las áreas de un solo sis­
Procesamiento paralelo tem a sensitivo. Parece ser, pues, que las percepciones han
Hace tiem po se pensaba que los distintos niveles de una de ser el resultado de la actividad com binada de muchas
jerarquía sensitiva estaban conectados en serie. Un sistema áreas corticales interconectadas.
en serie es aquel en el que la información fluye entre los En la Figura 7.2 no se m uestran las numerosas vías
componentes por u n a única vía, como el hilo a través de que descienden a través de las jerarquías sensitivas. A un­
u n a sarta de perlas. Sin embargo, en la actualidad hay que la mayoría de las neuronas sensitivas transm iten in ­
pruebas de que los sistemas sensitivos son sistemas pa­ formación desde los niveles inferiores a los superiores de
ralelos —sistemas en los que la información fluye a través su jerarquía sensorial respectiva, algunas la conducen en
de los com ponentes por múltiples vías— . Los sistemas la dirección opuesta (desde los niveles superiores a los in ­
paralelos se caracterizan por un procesamiento paralelo feriores). Por ejemplo, se denom inan vías corticofugales
— análisis simultáneo de una señal, de diferente modo, a grupos de neuronas que conducen inform ación desde
por las múltiples vías paralelas de una red neural— . áreas sensitivas corticales a áreas subcorticales. Las vías
Parece haber dos tipos fundam entalm ente distintos de corticofugales son uno de los medios por los que los p ro ­
corrientes paralelas de análisis en nuestros sistemas sensi­ cesos cognitivos, tales com o la atención, pueden influir en
tivos: una capaz de influir en nuestra conducta sin que se­ la percepción — esto se llama influenáa de arriba a abajo
am os conscientes de ello, y o tra que influye en ella (véase Engel, Fries y Singer, 2001; Gao y Suga, 2000)— .
implicando nuestra percepción consciente. La existencia de
estos dos tipos de corrientes paralelas va en contra de 4 «Binding problem» (N. de la T.).
7.2 Mecanismos corticales de la visión 175

Modelo inicial Modelo actual


Jerárquico Jerárquico
Funcionalmente homogéneo Funcionalmente separado
En serie En paralelo

Corteza de asociación

J ^
FIG U RA 7.2 Dos modelos de la organización del sistema sensitivo: el modelo inicial era jerárquico, funcionalmente
homogéneo y en serie; el modelo actual, más coherente con los datos, es jerárquico, funcionalmente separado y en paralelo.
En el modelo actual no se muestran las vías descendentes que aportan retroalimentación desde los niveles superiores
a los inferiores.

Mecanismos corticales de la visión

Los seres hum anos som os animales visuales. Intervienen


en la visión la totalidad de la corteza occipital así como am ­ Corteza parietal
plias regiones de la corteza tem poral y la parietal (véase la
Figura 7.3). La corteza visual primaria se localiza en la re­ Corteza
gión posterior de los lóbulos occipitales, gran parte de ella
oculta tra s la cisura longitudinal. Las áreas de corte­
za visual secundaria se sitúan en dos regiones generales: la
corteza preestriada y la corteza inferotemporal. La cor­
teza preestriada es la banda de tejido del lóbulo occipital
que rodea a la corteza visual primaria. La corteza infero-
temporal es la corteza de la región inferior del lóbulo tem ­
poral. En varias partes de la corteza cerebral se encuentran
áreas de corteza asociativa que reciben input visual, pero
el área más am plia está en la corteza parietal posterior. Corteza
Conforme a la organización jerárquica general de la visual
Corteza primarla
corteza sensitiva, el principal flujo de información visual (estriada)
inferotemporal
va desde la corteza visual prim aria hasta diversas áreas de
la corteza visual secundaria y de ahí a áreas de la corteza
de asociación. A m edida que se asciende por esta jerarquía
visual, los campos receptores de las neuronas son m ás
grandes, y los estímulos a los que responden las neuronas FIGURA 7.3 Áreas visuales de la corteza cerebral
son más específicos y complejos (véase Zeki, 1993b). humana.
176 Capítulo 7 - Mecanismos de la percepción, la consciencia y la atención

Escotomas: conclusión visual Muchos pacientes que sufren extensos escotomas no


son conscientes de su anomalía. Uno de los factores que
La lesión de una zona de la corteza visual primaria produce
contribuyen a esta falta de consciencia es el fenómeno de
un escotoma —una zona de ceguera— en la zona corres­
la conclusión visual (véase el Capítulo 6 ). Un paciente
pondiente del campo visual contralateral de am bos ojos
con un escotoma que m ire una figura compleja, parte de
(véase la Figura 6.13). A los pacientes
la cual incida en el escotoma, suele decir que ve una figura
neurológicos que supuestam ente tie­
completa (Zur y Ullman, 2003). En algunos casos, esta
nen una lesión en la corteza visual pri­
conclusión puede depender de las capacidades visuales re­
m aria se les suele aplicar una prueba de perimetría.
M ientras se m antiene inmóvil la cabeza del paciente suje­ siduales en el escotoma; no obstante, la conclusión visual
tándole la barbilla, éste fija la m irada de un ojo en un tam bién ocurre en casos en que dicha explicación puede
punto de fijación de la pantalla. Un pequeño destello de luz descartarse. Por ejemplo, algunos pacientes con hemia­
centellea entonces en diversos puntos de la pantalla y el pa­ nopsia (un escotoma que cubre la mitad del campo visual)
ciente aprieta una tecla para que se registre cuando ha puede que vean una cara entera cuando enfocan la vista en
visto el destello de luz. Después se repite todo el proceso la nariz de una persona, incluso si el lado de la cara co­
con el otro ojo. El resultado es un m apa del campo visual rrespondiente al escotom a se ha cubierto con una cartu­
de cada ojo, que pone de manifiesto cualquier área de ce­ lina blanca.
guera. La Figura 7.4, presenta mapas perimétricos de los Examinemos el fenómeno de conclusión que experi­
campos visuales de un hom bre con una herida de bala en m entaba el célebre psicólogo fisiológico Karl Lashley
la corteza visual prim aria izquierda. Obsérvese el extenso (1941). A m enudo sufría un gran escotom a cerca de la
escotoma en el campo visual derecho de cada ojo. fóvea durante las crisis de m igraña (véase la Figura 7.5).

El caso del psicólogo fisiológico


que hacía desaparecer las caras
Hablando con un amigo, dirigí la m irada a la derecha
de su cara justo en el m om ento en que su cabeza d e­
saparecía. Sus hom bros y su cor­
bata seguían siendo visibles, pero
las rayas verticales del papel de la
pared detrás suyo parecían extenderse hada abajo hasta
la corbata que rodeaba su cuello. Resultaba imposible
ver esto com o u n área en blanco cuando se proyecta
sobre el papel de pared con rayas de una superfide con
un p atró n uniform e, aunque no se lograra ver ningún
objeto que se interpusiera. (Lashley, 1941, p. 338.)

Escotomas: visión ciega


La visión ciega es otro fenómeno que presentan los p a­
cientes con escotomas debidos a u n a lesión en la corteza
visual primaria. La visión ciega es la capacidad que tienen
tales pacientes de responder a estímulos visuales que inci­
den en sus escotomas, aun cuando no son conscientes de
270° macular 270° los estímulos (Weiskrantz, 2004). De todas las capacidades
visuales, la percepción del movimiento es la que tiene más
Mapa perimètrico Mapa perimètrico probabilidad de persistir tras un daño de la corteza visual
del ojo izquierdo del ojo derecho prim aria (Intriligator, Xie y Barton, 2002). Por ejemplo, un
sujeto puede extender el brazo y alcanzar un objeto que se
J ______
FIG U RA 7.4 Mapas perimétricos de un sujeto con mueva en su escotoma, aun cuando asegura no verlo.
una herida de bala en la corteza visual primaria. Los Si la visión ciega nos desconcierta, imaginemos cóm o
escotomas (áreas de ceguera) se indican en gris. (Modificado desconcertara a quienes la padecen. Reflexione, por ejem ­
de Teuber, Battersby y Bender, 1960.) plo, sobre la reacción a la visión ciega de D. B., un paciente
7.2 Mecanismos corticales de la visión 177

FIG U RA 7.5 Conclusión


visual de un escotoma inducido por
jaqueca tal como k) describió Karl
Lashley (1941).

que quedó ciego del campo visual izquierdo tras la extir­ no se ha destruido por completo y los islotes de células fun­
pación quirúrgica del lóbulo occipital derecho (W eis­ cionales restantes pueden m ediar algunas capacidades vi­
krantz, 2002; Weiskrantz etaL, 1974): suales sin que haya una conciencia de ello (véase Wüst,
Kasten y Sabel, 2002). La o tra es que las vías visuales que
ascienden directamente a la corteza visual secundaria desde
estructuras subcorticales sin pasar a través de la corteza vi­
sual p rim aria perm iten m antener algunas capacidades
desconcertado por su propia visuales sin que haya una consciencia cognitiva (véase Ken-
visión ciega tridge, Heywood y Weiskrantz, 1997). Existen algunas
pruebas a favor de ambas teorías, pero la evidencia no es
Pese a que el paciente no era consciente de «ver» concluyente para ninguna de ellas (véase Gross, M oore y
en su campo visual ciego [el izquierdo], se o btu­ Rodman, 2004; Rosa, Tweedale y Elston, 2000; Schárli,
vieron pruebas de que: a) podía lle­ H arm an y Hogben, 1999a, 1999b). En realidad, es posible
gar a ver estím ulos [en el cam po que ambos mecanismos contribuyan al fenómeno.
visual izquierdo] con una exactitud
considerable; b) podía diferenciar la orientación Consciencia visual y actividad neural
de una línea vertical de otra horizontal o diago­
¿Recuerda el lector el punto clave resaltado en el C apítu­
nal, y c) podía diferenciar las letras «X» y «O».
No hace falta decir que se le preguntó repeti­ lo 6 — que nuestras percepciones visuales a m enudo son
damente acerca de su visión en la m itad izquierda diferentes de la realidad física del input visual—? Esto su­
de su campo visual, y su respuesta m ás frecuente cede porque la actividad de las neuronas corticales visua­
era que no veía absolutamente nada.... Cuando se les suele asociarse con las propiedades de la percepción más
que con las del estímulo físico (Albright y Stoener, 2002;
le m ostraban los resultados [a través de su campo
Eysel, 2003; Zeman, 2004).
visual derecho, normal] se m ostraba sorprendido
En la Figura 7.6, se ilustra este punto dem ostrando
e insistía varias veces en que creía que sólo lo
que a veces vemos contornos visuales donde no los hay (Al­
había «adivinado». C uando se le proyectó un
bright, 1995); éstos se denom inan contornos subjetivos.
vídeo de cóm o alcanzaba y juzgaba la orienta­
¿Por qué vemos contornos subjetivos? La razón es que las
ción de las líneas, se quedó francamente asom ­
neuronas preestriadas (Peterhans y von der Heydt, 1991),
brado (Weiskrantz e t a/., 1974, pp. 721 -726).
e incluso unas cuantas neuronas de la corteza visual p ri­
maria (Sheth et a l, 1996), responden como si hubiera con­
tornos reales cuando aparecen en sus campos receptores
Se han propuesto dos interpretaciones neurológicas los contornos subjetivos con la orientación apropiada
de la visión ciega. Una consiste en que la corteza estriada (véase la Figura 7.7).
178 Capítulo 7 - Mecanismos de la percepción, la consciencia y la atención

FIG U RA 7.6 Contornos subjetivos. Se ve la barra


blanca en el modelo de arriba y el triángulo blanco en el
modelo del medio aun cuando no existen físicamente -son
contornos subjetivos- Nuestra capacidad para ver contornos
subjetivos nos ayuda a ver delimitaciones entre los objetos de
luminosidad, color y modelo similar -por ejemplo, miremos a
la parte superior del modelo-.

Una indicación similar la aportó un estudio de RM f


(resonancia magnética funcional) de sujetos que estaban
viendo una ilusión cromática (Hum phrey etaU 1999). La
actividad en las áreas de la corteza pre-
estriada se relacionaba más estrecha­
m ente con los colores que se percibían
que con la longitud de onda de los estímulos reales.

Áreas funcionales de la corteza visual

*
secundaria y de asociación
La corteza visual secundaria y las regiones de la corteza de
asociación que participan en el análisis visual se com po­
nen todas de diferentes áreas, cada una de ellas especiali­
zada en un tipo concreto de análisis visual. Por ejemplo,
el macaco, cuya corteza visual se ha cartografiado exhaus­
tivamente, tiene al m enos 30 áreas funcionales distintas de
corteza visual: además de la corteza visual prim aria, hasta

Dirección
del barrido Hb

c *
Campo
BARRIDO

Una célula preestriada dispara


en respuesta a un estímulo lineal
de 45° que se desplaza a través
de su campo receptor.
receptor

BARRIDO

La misma célula dispara en


respuesta a un contorno subjetivo
de 45° que se desplaza a través
de su campo receptor en la misma
dirección.

( F IGURA 7.7 ) Las neuronas de la corteza preestriada


del mono y de la corteza visual primaria responden a
contornos subjetivos con una orientación particular.
(Modificado de Peterhans y von der Heydt, 1991.)
7.2 Mecanismos corticales de la visión 179

ahora se han identificado en él 24 áreas de corteza visual suales (p. ej., movimiento o color), los investigadores han
secundaria y 7 áreas de corteza visual de asociación. Las delimitado hasta el m om ento alrededor de una docena de
neuronas de cada área funcional responden con mayor áreas funcionales diferentes en la corteza visual hum ana.
intensidad a diferentes aspectos de los estímulos visuales En la Figura 7.8, se m uestra un m apa de dichas regiones.
(p.ej., su color, su movimiento o su forma); las lesiones se­ En la mayoría de los casos son similares en cuanto a loca­
lectivas de las distintas áreas producen distintas pérdidas lización, características anatóm icas y función a las de los
visuales; y existen diferencias anatómicas entre las áreas. macacos (Courtney y Ungerleider, 1997), pero existen cier­
Las diversas áreas funcionales de la corteza visual se­ tas diferencias (véase Vanduffel et al., 2002).
cundaria y de asociación del macaco están prodigiosa­
m ente interconectadas. M ediante estudios de m arcado
anterógrado y retrógrado se han identificado más de 300
Corrientes dorsal y ventral
vías de interconexión (Van Essen, Anderson y Felleman, En el Capítulo 6 se ha visto que la mayor parte de la in ­
1992). Aunque las conexiones entre las diferentes áreas formación visual llega a la corteza visual prim aria pasando
son prácticamente siempre recíprocas, el principal flujo de por los núcleos geniculados laterales [del tálam o]. En la
información se da en sentido ascendente en la jerarquía, corteza visual prim aria, la información procedente de los
desde las áreas más simples a las más complejas. dos núcleos geniculados laterales se recibe, se com bina y
La tom ografía de em isión de positrones (TEP) y la luego se separa en múltiples vías que proyectan por sepa­
RM f se han utilizado para identificar diversas áreas de la rado a las diversas áreas funcionales de la corteza visual se­
corteza visual en seres hum anos. Se ha registrado la acti­ cundaria y, después, a las de la corteza de asociación (véase
vidad cerebral de los sujetos m ientras Cabeza y Nyberg, 1997; Logothetis, 1998).
inspeccionaban diversos tipos de estí­ Muchas de las vías que transfieren información prove­
mulos visuales (véase, p. ej., Grossman niente de la corteza visual prim aria a través de diversas
et al., 2000; Kourtzi y Kanwisher, 2000). Identificando las áreas especializadas de la corteza secundaria y de asocia­
áreas de activación asociadas con diversas propiedades vi­ ción form an parte de dos corrientes principales: la co­

parte trasera y cara Interna Parte trasera y cara lateral


del hemisferio derecho del hemisferio derecho

MT/V5 1___ IPIV/O PS 1pTMSTd/TSMd PIL/O PSL

J x
FIG U RA U Áreas de la corteza visual descubiertas hasta el momento en seres humanos. Sus denominaciones se basan en
la similitud con las áreas de la corteza visual del macaco, más estudiado. (Basado en Tootelletal, 1996.)
180 Capítulo 7 - Mecanismos de la percepción, la consciencia y la atención

rriente dorsal y la corriente ventral (C ourtney y Ungerlei­ formación. A puntaron que la función de la corriente d o r­
der, 1997; Ungerleider y Mishkin, 1982). La corriente dor­ sal pudiera ser dirigir las interacciones com portamentales
sal fluye desde la corteza visual p rim aria a la corteza con los objetos, mientras que la de la corriente ventral
preestriada dorsal, y de ahí a la corteza parietal posterior. sería mediar la percepción consciente de los objetos. Ésta
La corriente ventral fluye desde la corteza visual prim a­ es la teoría del «control del comportamiento» frente a la
ria a la corteza preestriada ventral y de ahí a la corteza in- «percepción consciente» (véase Logothetis y Sheinberg,
ferotemporal (véasela Figura 7.9). 1996).
Ungerleider y Mishkin (1982) propusieron que las co­ La teoría del «control del com portam iento» frente a la
rrientes visuales dorsal y ventral realizan funciones visua­ «percepción consciente» puede explicar fácilmente los
les diferentes. Sugirieron que la corriente dorsal está dos hallazgos neuropsicológicos que constituyen la base
implicada en la percepción de «dónde» se localizan los de la teoría del «dónde» frente al «qué». A saber, la teoría
objetos, y la corriente ventral lo está en la percepción de del «control del com portam iento» frente a la «percep­
«qué» son los objetos. ción consciente» sugiere que los pacientes con daño de la
La principal im plicación de la teoría del «dónde» corriente dorsal pueden tener un bajo rendim iento en
frente al «qué» y de otras teorías de procesamiento para­ pruebas de localización y m ovim iento debido a que la
lelo de la visión es que las lesiones de algunas áreas de la mayoría de este tipo de pruebas im plican medidas m ani-
corteza pueden suprim ir ciertos aspectos de la visión, de­ pulativas; y que los pacientes con daño de la corriente ven­
jando otros intactos. De hecho, la prueba más convincente tral pueden tener un bajo rendim iento en pruebas de
de la influyente teoría del «dónde» frente al «qué» deriva reconocim iento visual porque la mayoría de dichas p ru e­
de la comparación de los efectos específicos de la lesión de bas im plican un inform e verbal, y por lo tanto, cons­
las corrientes dorsal y ventral ( véase Ungerleider y Haxby, ciente.
1994). Los pacientes con una lesión en la corteza parietal El mayor respaldo de la teoría del «control del com ­
posterior suelen tener dificultades para alcanzar con pre­ portam iento» frente a la «percepción consciente» es la
cisión objetos que no tienen dificultad en describir; y a la confirmación de sus dos premisas bá­
inversa, los pacientes con una lesión en la corteza infero- sicas: 1 ) que algunos pacientes con
temporal a m enudo no tienen problemas para alcanzar há­ lesiones bilaterales que afectan a la co­
bilmente objetos que les cuesta describir. rriente ventral no tienen una experiencia consciente de ver
Aunque la teoría del «dónde» frente al «qué» cuenta con y, au n así, pueden interaccionar con los objetos bajo guía
muchos partidarios, existe una interpretación alternativa visual, y 2 ) que algunos pacientes con lesiones bilaterales
de los mismos datos (Goodale, 1993; Milner y Goodale, de la corriente dorsal pueden ver objetos de m anera cons­
1993). Goodale y Milner argum entaron que la diferencia ciente, pero no son capaces de interactuar con ellos bajo
clave entre la corriente dorsal y la ventral no es el tipo de orientación visual. A continuación se describen dos de
información que transmiten, sino en qué se emplea esa in ­ estos casos.

Corriente
dorsal

Corteza
visual
primaria

FIG U RA 7.9 La información sobre Corriente


aspectos particulares de una escena visual ventral
fluye desde la corteza visual primaria de la
corteza a lo largo de varias vías. Las vías
pueden agruparse en dos corrientes
generales: la dorsal y la ventraL
7.2 Mecanismos corticales de la visión 181

la m ano en los movimientos dirigidos a un objeto. No


El caso de D. F., la mujer que había relación entre el tam año del objeto y d grado de
apertura de la mano, p o r lo que no podía asir los o b ­
podía asir objetos que no era jetos con las puntas de los dedos. En lugar de ello la p a­
consciente de ver ciente hacía complicados m ovim ientos de prensión
con la palm a de la m ano. El esquema de referencia
D. F. tiene una lesión bilateral en la corteza ventral ofrece una explicación convincente de esta alteración.
preestriada, lo cual interrum pe el flujo de la corriente Como la lesión había destruido los esquemas de p ren ­
ventral (Goodale et a l , 1991). Por sorprendente que sión, o los había desconectado del mpwtvisual, la aper­
parezca, es capaz de responder con precisión a estí­ tura de la m ano no se detenía al alcanzar la medida
m ulos visuales que no es consciente de ver. Goodale y requerida, el cierre de la m ano se retrasaba y el movi­
m iento de transporte se prolongaba con el fin de p er­
M ilner (1992) describen así su caso:
m anecer coordinado con el asimiento.
Pese a su intensa discapacidad para reconocer el ta­ A T. no podía adaptar previamente la m ano a o b ­
maño, la forma y la orientación de los objetos visua­ jetos imprecisos, como cilindros de plástico; sin em ­
les, D. F. presentaba una notoria precisión p ara guiar bargo, frente a un objeto conocido cuyo tam año es
tos movim ientos de las m anos y los dedos h ad a esos una de sus propiedades semánticas, com o una barra de
mismos objetos. Así, cuando se le m ostraba un p ar de labios, lo podía asir con mediana precisión. Esta inter­
cubos rectangulares de igual o diferente tam año, no acción refleja el papel de las numerosas interconexio­
podía distinguirlos. Cuando se le pedía que indicara la nes anatóm icas entre los dos sistemas corticales
anchura de uno de los cubos con sus dedos índice y (Jeannerod e t a l , 1995, p. 320)
pulgar, sus apredadones no guardaban reladón con las
dimensiones d d objeto, y variaban considerablemente
de un ensayo a otro. Sin embargo, cuando sólo se le
pedía que extendiera la m ano y cogiera el cubo, cam ­ Prosopagnosia
biaba sistem áticam ente la apertura entre sus dedos
pulgar e índice en fu n d ó n de la anchura d d objeto, La prosopagnosia es un interesante y, como el lector verá,
como los sujetos norm ales. En otras palabras, D. F. controvertido trastorno neuropsicológico del reconoci­
ajustaba sus manos al tam año de los objetos que asía, m iento visual. Su investigación ha procurado un mayor
aunque parecía ser incapaz de «percibir» [consciente- apoyo a la teoría del «control del comportamiento» frente
mente] ese tam año. a la «percepción consciente».
Se observaba una disociadón p are ad a en sus res­
¿Qué es la prosopagnosia? La prosopagnosia, dicho
puestas a la o rien tad ó n de los estímulos. C uando se le
en pocas palabras, es u n a agnosia visual para las caras.
m ostraba una rendija grande que podía situarse en
Vamos a explicarlo. Una agnosia consiste en una ausencia
una serie de diferentes orientaciones, se hacía evidente
que padecía una marcada dificultad para indicar, ya de reconocim iento (gnosis significa «conocer») que no
fuera verbal o m anualm ente (esto es, girando la m ano puede atribuirse a una deficiencia sensitiva, o a un dete­
o una tarjeta sostenida con la m ano), su orien tad ó n . rioro verbal o intelectual. La agnosia visual es una agno­
No obstante, era igual de capaz que los sujetos n o r­ sia específica para estímulos visuales. Los pacientes con
males de alcanzar y colocar su m ano o la tarjeta en la agnosia visual pueden ver los estímulos visuales, pero no
rendija, girando la m ano del m odo apropiado desde el saben lo que son. (Recuérdese el caso del Dr. P., el hom bre
p rin d p io del movimiento, (p. 22) que confundió a su m ujer con un sombrero.)
Las agnosias visuales en sí mismas suelen ser específi­
cas para un aspecto determ inado del input visual, y se
denom inan acorde a ello; por ejemplo, la agnosia de mo­
vimiento, la agnosia de objetos y la agnosia de color son di­
El caso de A. T., la mujer que no ficultades para reconocer el movimiento, los objetos y el
podía asir con precisión los color, respectivamente. Se supone que cada agnosia visual
objetos desconocidos que veía específica es consecuencia del daño de un área de la cor­
teza visual secundaria, la cual m edia el reconocim iento de
ese atributo en concreto. Los pacientes con prosopagno­
El caso de A. T. es, en líneas generales, com plem enta­
sia son personas con una agnosia visual que les impide re­
rio al de D. F. La paciente, A. T. es una m ujer con una
conocer caras.
lesión en la región parietoccipital, lesión que proba­
Los pacientes con prosopagnosia pueden, por lo gene­
blemente interrum pía la corriente dorsal.
ral, reconocer una cara en tanto que una cara, pero tienen
A T. podía reconocer objetos y tam bién podía indicar problemas para reconocer a quién pertenece. A m enudo
su tam año con los dedos. Por lo contrario, ponía mal dicen ver una m araña de rasgos faciales individuales (p. ej.,
182 Capítulo 7 Mecanismos de la percepción, la consciencia y la atención

ojos, nariz, barbilla, mejillas) que por alguna razón nunca


blemas de reconocimiento. Si la evaluación se hubiera
se funden, o integran, en un todo fácilmente reconocible.
detenido ahí, se hubiera concluido que R. P. era una pa­
En casos extremos, los pacientes con prosopagnosia no
ciente con agnosia, con problem as
pueden reconocerse a sí mismos; imagine el lector lo que
sería mirarse en el espejo cada m añana y no reconocer la de reconocimiento de rostros hum a­
nos específicamente. Sin embargo,
cara que le devuelve la mirada.
una evaluación más exhaustiva sugirió que R. P. tenía
La idea de que la prosopagnosia es una alteración es­
problemas para reconocer todos los objetos con su­
pecífica del reconocimiento de rostros se ha cuestionado.
perficies curvas complejas (p. ej., formas ameboideas),
Para entender este enjuiciamiento, el lector ha de saber que
no sólo caras.
el diagnóstico de prosopagnosia de costumbre se aplica a
los pacientes neuropsicológicos que tienen dificultad para
reconocer caras particulares, pero pueden identificar con
facilidad otros objetos de prueba (p.ej., una silla, un perro El diagnóstico de prosopagnosia por lo general se aso­
o un árbol). Ésta parece ser una sólida prueba de que los cia con daño de la corriente ventral en el área limítrofe
pacientes con prosopagnosia tienen dificultades de reco­ entre los lóbulos occipitales y temporales. Esta área de la
nocimiento específico de rostros. No es así. Detengámo­ corteza ha llegado a conocerse como el área fusiforme de
nos un m om ento y pensemos en esta prueba: presenta la cara.
graves fallas. Una hipótesis interesante sobre la prosopagnosia deriva
Dado que los pacientes con prosopagnosia no tienen de la teoría del «control del com portam iento» frente a la
dificultades para reconocer una cara com o una cara, el «percepción consciente» (recuérdese
hecho de que puedan reconocer una silla com o una silla, que dijimos que el estudio de la p ro ­
un lápiz com o un lápiz y una puerta como una puerta no sopagnosia ha prestado apoyo a esta
es relevante. La cuestión fundam ental es si son capaces de teoría). El hecho de que la prosopagnosia provenga de una
reconocer de qué silla, qué lápiz y qué puerta se trata. La lesión bilateral de la corriente ventral sugiere que la fun­
evaluación cuidadosa de pacientes con prosopagnosia ha ción de la corriente dorsal puede estar intacta. En otras p a­
puesto de manifiesto que sus anomalías de reconocimiento labras, sugiere que los pacientes con prosopagnosia pueden
no se limitan a las caras: un granjero perdió su capacidad ser capaces de reconocer inconscientemente las caras que
de reconocer a cada una de sus vacas no pueden reconocer conscientemente. Por increíble que
cuando padeció prosopagnosia y un parezca, de hecho esto es lo que sucede.
ornitólogo perdió la de distinguir las Tranel y Damasio (1985) fueron los prim eros en de­
especies de pájaros. Estos casos sugieren que muchas per­ m ostrar que en la prosopagnosia hay un reconocimiento
sonas con prosopagnosia tienen un problem a general de facial inconsciente. Enseñaron una
reconocimiento de objetos específicos que pertenecen a ca­ serie de fotografías a cada paciente, al­
tegorías complejas de objetos (p.ej., coches o casas deter­ gunas de ellas conocidas para el p a­
minados), y no un problem a específico para reconocer ciente y otras no. Los sujetos aseguraron que no reconocían
caras (véase Dixon, Bub y Arguin, 1998; Gauthier, Behr- ninguna de las caras. Sin embargo, cuando se les presen­
m ann y Tarr, 1999). Aunque en la actualidad está bien es­ taron fotos de caras conocidas, y no desconocidas, los su­
tablecido que las alteraciones de reconocim iento de la jetos presentaron una amplia respuesta de conductibilidad
mayoría de los pacientes con prosopagnosia no se restrin­ de la piel, lo cual indica que las caras estaban siendo reco­
gen a las caras, hay unos cuantos casos de prosopagnosia nocidas de form a inconsciente por zonas no dañadas del
en los que una evaluación minuciosa no ha logrado de­ cerebro.
tectar deficiencias de reconocimiento no relacionadas con
las caras (De Renzi, 1997; Farah, 1990).
Áreas de la corriente ventral
especializadas en el reconocimiento
de categorías específicas de objetos
Las afirmaciones de que algunos pacientes neuropsicoló­
R. P., un caso típico
gicos padecen deficiencias del reconocimiento facial esti­
de prosopagnosia m uló la búsqueda de áreas concretas del cerebro implicadas
en el reconocimiento de caras. De hecho, la neuroim agen
R. P. padece una típica prosopagnosia. En las pruebas funcional ha revelado u n m arcado aum ento de actividad
habituales manifestó una grave alteración de la ca­ en el área fusiforme de la cara durante el reconocimiento
pacidad de reconocer caras e identificar expresiones de rostros, pero no durante el reconocimiento de otros o b ­
faciales (Laeng y Caviness, 2001), pero no otros pro- jetos (Gauthier et al.y2000; Ishai et al., 2000).
7.3 - Audición 183

El descubrimiento de que existen áreas de la corteza rales en la corteza hum ana que son específicos para el re­
hum ana que parecen estar especializadas en el reconoci­ conocimiento visual de categorías específicas de objetos,
miento facial ha motivado la búsqueda tales com o caras, parece ser que están intercalados con
de áreas corticales que pudieran estar circuitos para reconocer otros objetos. Quizá es por esto
especializadas en la percepción de por lo que no es probable que el daño cerebral produzca
otras categorías de objetos. Se ha inform ado de varias. Por casos de agnosia que sean específicos para una sola clase
ejemplo, los estudios que han utilizado neuroimagen fun­ de objetos.
cional han identificado diferentes áreas de la corriente
ventral hum ana que parecen activarse específicamente
ante la vista de seres hum anos (Downing et al., 2001), Gondusión intermedia
gatos (Haxby et a l, 2001) o casas (Epstein y Kanwisher, Antes de acabar este apartado sobre percepción visual, re­
1998). vise el lector mentalmente los temas que se han examinado:
Hay dos cosas im portantes que el lector tiene que saber la conclusión visual, la visión ciega, los contornos subje­
acerca de estas áreas específicas de categorías para el reco­ tivos, la prosopagnosia, las corrientes dorsal y ventral y los
nocimiento visual de objetos ( véase Grill-Spector, 2003). casos de D. B., D. F., A. T. y R. P. Esta exposición tendría que
Primero, hay más de un área de la corriente ventral que res­ haber reforzado su conocim iento de los tres principios
ponde a cada categoría de objetos; y segundo, se da una del procesamiento perceptivo que se presentaron al p rin ­
gran superposición entre las áreas que responden a diver­ cipio de este capítulo: organización jerárquica, separación
sas categorías de objetos. Así pues, si existen circuitos neu- funcional y procesamiento paralelo.

Audición

La función del sistema auditivo es percibir el sonido de ellos. La amplitud, frecuencia y complejidad de las vi­
para ser más precisos, percibir los objetos y los aconteci­ braciones de las moléculas del aire se perciben respectiva­
mientos a través de los sonidos que producen— . Los so­ mente com o volumen, tono y timbre.
nidos son vibraciones de las m oléculas del aire que Los tonos puros (vibraciones de ondas sinusoidales)
estimulan al sistema auditivo; los seres hum anos oímos sólo existen en el laboratorio y en el estudio de grabación
sólo las vibraciones moleculares que oscilan entre 20 y de sonido; en la vida real, el sonido siempre se asocia con
20.000 hertzios (ciclos por segundo). En la Figura 7.10 se patrones complejos de vibraciones. Por ejemplo, en la Fi-
ilustra el m odo en que los sonidos se registran norm al­ gjra 7.11 se representa la onda sonora compleja que se aso­
mente com o ondas, y la relación entre las dimensiones fí­ cia con una nota de clarinete. La figura también ilustra que
sicas de la vibración de los sonidos y nuestra percepción cualquier onda sonora compleja puede descomponerse

Dimensión Estímulo Dimensión


física físico perceptiva

Amplitud Volumen

Alto Bajo

Frecuencia Tono
WWWUÌ1W
Bajo (grave) Alto (agudo)

FIG U RA 7.10 Relación entre las


Complejidad
W VVN/ Complejo
Timbre

dimensiones físicas y perceptivas del sonido.


184 Capítulo 7 Mecanismos de la percepción, la consciencia y la atención

Cuando
se suman,
estas ondas
sinusoidales
producen
este sonido
del
clarinete.
FIG U RA 7.11 Descomposición de un
sonido -en este caso, el sonido de un
clarinete- en sus ondas sinusoidales
componentes mediante análisis de Fourier. Forma de la onda
Cuando se suman, las ondas sinusoidales del sonido del clarinete
producen la onda del sonido complejo.

matemáticamente en una serie de ondas sinusoidales de di­ les de acción en los axones del nervio auditivo — una
versa frecuencia y amplitud. Estas ondas sinusoidales com ­ rama del VIII par craneal, el nervio estato-acústico— . Las
ponentes producen el sonido original al sumarse todas vibraciones del líquido coclear se desvanecen finalmente
ellas. Com o se expuso en el Capítulo 6, el análisis de Fou- al llegar a la ventana redonda, una m em brana elástica en
rier es el procedimiento matemático para descomponer las la pared de la cóclea.
ondas complejas en las ondas sinusoidales que las forman. El principio fundamental de la codificación coclear es
Una de las teorías de la audición sostiene que el sistema au­ que las diferentes frecuencias producen la máxima esti­
ditivo ejecuta un análisis tipo Fourier de los sonidos com ­ mulación de células ciliadas situadas en diferentes puntos
plejos en térm inos de sus ondas sinusoidales. a lo largo de la m em brana basilar — las frecuencias más
altas producen la mayor activación cerca de las venta­
nas5— . Así pues, las múltiples frecuencias constituyentes
El oído que componen cada sonido complejo activan las células ci­
La Figura 7.12 es u n a ilustración del o íd a Las ondas so­ liadas en muchos puntos distintos a lo largo de la m em ­
noras viajan a través del conducto auditivo y hacen que la brana basilar, y las múltiples señales originadas por u n
membrana timpánica vibre. Estas vibraciones se trans­ sonido complejo son transm itidas fuera del oído p o r m u ­
fieren luego a los tres huesecillos — los pequeños huesos chas neuronas auditivas diferentes. Al igual que la cóclea,
del oído medio: el martillo («malleus»), el yunque («incus») la mayoría de las demás estructuras del sistema auditivo se
y el estribo («stapes»)— . Las vibraciones del estribo de­ disponen conform e a la frecuencia. Así, del mismo m odo
sencadenan las vibraciones de la m em brana llamada ven­ que la organización del sistema visual es básicamente re-
tana oval, lo cual a su vez transfiere las vibraciones al ti no tópica, la organización del sistema auditivo es básica­
líquido de la cóclea, que tiene form a de caracol (kokhlos m ente tonotópica.
significa «caracol terrestre»). La cóclea es u n largo tubo Esto nos lleva al principal misterio sin resolver del p ro ­
enrollado que contiene una m em brana interna que la atra­ cesamiento auditivo. Imagínese el lector en un am biente
viesa casi hasta su extremo. En esta m em brana interna se acústico complejo, com o u n a fiesta. La música está so­
sitúa el órgano receptor auditivo, el órgano de Corti. nando, la gente baila, com e y bebe, y se m antienen num e­
Todo cambio de presión que se produce en la ventana rosas conversaciones en torno suyo. Dado que las
oval viaja por el órgano de C orti en form a de onda. El ó r­ frecuencias com ponentes de cada sonido individual acti­
gano de C orti está com puesto por dos m em branas: la van m uchos puntos a lo largo de su m em brana basilar, la
m em brana basilar y la m em brana tectorial. Los recepto­ cantidad de puntos activados simultáneamente en un m o ­
res auditivos, las células ciliadas, se apoyan sobre la mem­ m ento dado por los ruidos de la fiesta es enorme. Pero de
brana basilar, y la membrana tectorial se extiende sobre alguna forma su sistema auditivo se las arregla para clasi­
las células ciliadas. En consecuencia, una desviación del ó r­ ficar estos mensajes de frecuencia individuales en catego­
gano de Corti en cualquier punto a lo largo suyo produce rías por separado y combinarlas, de m odo que usted oiga
una fuerza de esquileo sobre las células ciliadas en ese
m ismo punto (Corwin y Warchol, 1991). Dicha fuerza es­
tim ula las células ciliadas, desencadenando así potencia­ 5 Es de suponer que el autor se refiere a la ventana oval (N. de la T.).
7.3 - Audición 185

Nervio Canales

Cóclea

/
(desenrollada)
redonda

Ventana Membrana
oval timpánica

Sección transversal de la cóclea

Membrana

Células ^ 9ano
ciliadas [ corti

Membranal

Nervio
auditivo

FIG U RA 7.12 Anatomía del oído.

cada fuente de sonidos complejos independientem ente Del oído a la corteza auditiva primaria
(véase Fengy Ratnam, 2000). Por ejemplo, usted oye la con­
versación de la persona que está cerca suyo como u n a se­ No existe una vía auditiva principal a la corteza com para­
cuencia de sonidos por separado, pese a que contiene ble a la vía retino-genículo-estriada del sistema visual. En
muchas de las mismas frecuencias componentes proce­ vez de ello, existe una red de vías auditivas ( véase Master-
dentes de otras fuentes. ton, 1992), algunas de las cuales se ilustran en la Figura
En la Figura 7.12 se m uestran tam bién los conductos 7.13. Los axones de cada nervio auditivo establecen sinap-
semicirculares —los órganos receptores del sistema ves­ sis en los núcleos cocleares homolaterales, desde donde
tibular— . El sistema vestibular transm ite inform ación múltiples proyecciones conducen a las olivas superiores,
sobre la dirección y la intensidad de los movimientos de localizadas en el m ismo nivel neural. Los axones de las cé­
la cabeza, lo que nos ayuda a m antener el equilibrio. lulas olivares se proyectan a través del lemnisco lateral hasta
18 6 Capítulo 7 - Mecanismos de la percepción, la consciencia y la atención

Cisura
longitudinal

Cisura
Prosencéfalo

Corteza auditiva
primaria
Núcleo geniculado
medial (tálamo)

Tubérculo
cuadrigómino inferior
(tectum)
M esencèfalo

lateral

cocleares

Rom bencéfalo

FIG U RA 7.13 Algunas de las vías del Olivas Nervio


sistema auditivo que conducen la información superiores auditivo Cóclea
desde un oído hasta la corteza.

los tubérculos cuadrigéminos inferiores, donde form an consiste en que, al igual que otras áreas de la corteza cere­
sinapsis con las neuronas que proyectan a los núcleos ge­ bral, la corteza auditiva prim aria está organizada en co­
niculados mediales del tálamo, los cuales a su vez se p ro ­ lum nas funcionales (véase Schreiner, 1992): todas las
yectan a la corteza auditiva primaria. Obsérvese que las neuronas que se encuentran a lo largo de una trayectoria
señales de cada oído se transm iten tanto a la corteza au­ vertical de un microelectrodo insertado en la corteza a u ­
ditiva homolateral com o a la contralateral. ditiva prim aria (esto es, insertándolo en sentido perpen­
dicular a las capas corticales) dan su respuesta óptim a
ante sonidos del m ismo rango de frecuencias. El segundo
Corteza auditiva primaria se refiere a que, del mismo m odo que sucede en la cóclea,
En los seres hum anos, la corteza auditiva prim aria se lo­ la corteza auditiva prim aria está organizada tonotópica-
caliza en el lóbulo tem poral, oculta a la vista tras la cisura m ente (véase Schreiner, Read y Sutter, 2000): las regiones
lateral (véase la Figura 7.14). Hay dos franjas de corteza au­ posteriores son más sensibles a las frecuencias más altas.
ditiva secundaria adyacentes a la corteza auditiva prim a­ Poco se sabe acerca de las neuronas de la corteza audi­
ria. Se piensa que existen dos o tres áreas de corteza tiva secundaria en el primate, ya que responden débil e in ­
auditiva prim aria y unas siete áreas de corteza auditiva se­ consistentem ente a los tonos puros que por lo general
cundaria (véase Semple y Scott, 2003). utilizan los investigadores. Rauschecker, Tian y Hauser
Se han identificado dos im portantes principios de o r­ (1995), basándose en lo que se sabía sobre las neuronas de
ganización de la corteza auditiva prim aria. El prim ero la corteza visual secundaria, pensaron que podrían avan­
7.3 - Audición 187

Corteza
auditiva
primaria

Corteza
auditiva
secundaría

Cisura
la te ra l

FIG U RA 7.14 Localización de la corteza


auditiva primaria y secundaria en la corteza
temporal. La mayoría de la corteza auditiva está
oculta tras la cisura lateral.

zar más en el estudio de neuronas de la corteza auditiva se­ bérculos cuadrigéminos superiores, que reciben input au­
cundaria si empleaban estím ulos más complejos — las ditivo, se disponen conform e a u n m apa del espacio audi­
neuronas de la corteza visual secundaria responden a es­ tivo (King, Schnupp y Thom pson, 1998). Las capas
tímulos visuales complejos, pero su respuesta a puntos de superficiales de los tubérculos cuadrigéminos superiores,
luz es exigua— . Estos investigadores encontraron que, en que reciben input visual, están organizadas retinotópica-
los m onos, los tonos puros son más mente. Así pues, parece ser que la función general de los
J eficaces para activar las neuronas de la tubérculos cuadrigéminos superiores es localizar el origen
' corteza auditiva primaria, pero que los del input sensorial en el espacio.
chillidos de los m onos son más eficaces para activar las Muchos investigadores interesados en la localización
neuronas de su corteza auditiva secundaria. Mediante RMf del sonido han estudiado a las lechuzas debido a que éstas
se ha docum entado una pauta sim ilar de activación pre- son capaces de localizar la fuente del
ferencial de la corteza auditiva prim aria y secundaria por sonido m ejor que cualquier otro ani­
los sonidos puros y complejos, respectivamente (Wessin- mal cuya audición se haya estudiado
ger et al., 2001). Esto sugiere que la corteza auditiva se or- (véase Konishi, 2003). Éstas cazan por la noche y necesi­
^ n iz a jerárquicam ente en seres hum anos y prim ates tan poder localizar a los ratones de campo 6 basándose ex­
(Semple y Scott, 2003). clusivamente en el sonido susurrante que hacen los ratones
en la oscuridad (véase Cohén y Knudsen, 1999).
Localización del sonido
La localización espacial del sonido está mediada por los m í­ Efectos del daño de la corteza auditiva
deos lateral y medial de la oliva superior, aunque de dis­ Los esfuerzos por precisar los efectos del daño de la cor­
tinto modo. Cuando un sonido se origina a la izquierda de teza auditiva se han visto dificultados por el hecho de que
una persona, prim ero alcanza el oído izquierdo, y es más la mayor parte de la corteza auditiva
intenso en el oído izquierdo. Algunas neuronas de la oliva hum ana se sitúa en las profundidades
superior medial responden a ligeras diferencias en el tiempo de la cisura lateral. Por consiguiente,
de llegada de las señales desde los dos oídos, m ientras que pocas veces se destruye en su totalidad, y de ser así, se p ro ­
algunas neuronas de la oliva superior lateral responden a duce inevitablemente una lesión que se extiende al tejido
ligeras diferencias en la am plitud de los sonidos proce­ que la rodea. Com o resultado de este problema, los inten­
dentes de los dos oídos (váweHeffher y M asterton, 1990). tos de averiguar los efectos del daño de la corteza auditiva
La oliva superior medial y la lateral proyectan a los tu­ se han basado en gran parte en estudios de sujetos no
bérculos cuadrigéminos superiores (que no aparecen en la Fi­ hum anos.
gura 7.13), así com o a los tubérculos cuadrigéminos
inferiores. A diferencia de la organización tonotópica ge­
neral del sistema auditivo, las capas profundas de los tu ­ 6 O campañoles (N. de la T.).
188 Capítulo 7 Mecanismos de la percepción, la consciencia y la atención

Sorprendentemente, las lesiones bilaterales totales de la Kelly, 1988), aun cuando las lesiones afecten a una parte sus­
corteza auditiva primaria en mamíferos de laboratorio no tancial de la corteza auditiva secundaria. No obstante, tales
producen alteraciones permanentes en su capacidad para lesiones alteran la capacidad de localizar sonidos breves y
detectar la presencia de sonidos (véase, p. ej* Kavanagh y de reconocer secuencias rápidas y complejas de sonidos.

'jJp \ Somatestesia: tacto y dolor

Sin duda el lector ha experim entado una am plia variedad tante sobre la piel. La presión provoca una salva de dispa­
de sensaciones que emanan de su cuerpo. Éstas se cono­ ros en todos los receptores, lo cual se corresponde con la
cen por lo general com o somatestesia7. El sistema que sensación de ser tocado: sin embargo, tras unos cuantos
m edia estas sensaciones corporales — el sistema somato- cientos de milisegundos, sólo los receptores de adapta­
sensitivo— consiste de hecho en tres sistemas distintos ción lenta permanecen activos y la calidad de la sensación
aunque relacionados: 1) un sistema de exterosensibilidad [a cambia. De hecho, a m enudo se es del todo inconsciente
veces designado exteroceptivo], que detecta los estímulos de una presión constante en la piel; por ejemplo, corrien­
externos aplicados a la piel; 2 ) u n sistema depropiosensi- tem ente no se siente la sensación que produce la ropa
bilidad [o propioceptivo], el cual registra la información sobre el cuerpo hasta que se centra la atención sobre ello.
concerniente a la posición del cuerpo que proviene de los En consecuencia, cuando se intenta identificar objetos m e­
músculos, articulaciones y órganos del equilibrio, y 3) un diante el tacto, se tocan con las m anos de m odo que la
sistema deinterosensibilidad [o interoceptivo] (véaseCraig, pauta de estimulación cambia continuam ente. La identi­
2002), que proporciona inform ación general sobre el es­ ficación de los objetos por el tacto se llama estereognosia.
tado en el interior del cuerpo (p. ej„ tem peratura y tensión
arterial). Esta exposición trata casi exclusivamente del sis­
tem a de exterosensibilidad, el cual abarca tres divisiones Discos Terminaciones
algo distintas: una p ara percibir estímulos mecánicos Terminaciones de nerviosas / x - „
(tacto), o tra para estímulos térmicos (tem peratura) y otra de Rufflnl Merkel lihrAc Corpúsculos
,,Dres de Pacini
para estímulos dolorosos (dolor).

Receptores cutáneos
Existen varios tipos diferentes de receptores en la piel
(véase Johnson, 2001). En la Figura 7.15 se representan cua­
tro de ellos que se encuentran tanto en la piel con vello
como en la piel lam piña [glabra], como es la de las palmas
de la mano. Los receptores cutáneos más sencillos son las
terminaciones nerviosas libres (terminaciones neurona-
les que no tienen estructuras especializadas), las cuales
son especialmente sensibles a los cambios de tem peratura
y al dolor. Los receptores cutáneos más grandes y más p ro ­
fundos son los corpúsculos de Pacini, con form a de ce­
bolla. Puesto que se adaptan rápidam ente, responden
mejor a distorsiones repentinas de la piel. Por lo contra­
rio, los discos de Merkel y las terminaciones de Ruffini se
adaptan am bos lentamente y dan la m ejor respuesta a in­
flexiones graduales de la piel y a estiramientos graduales
de la piel, respectivamente.
Para apreciar el significado funcional de los receptores
de adaptación rápida y los de adaptación lenta hay que Glándula Tejido
considerar qué sucede cuando se aplica una presión cons­ sudorípara graso

FIG U RA 7.15 Cuatro receptores cutáneos que se


7 También llamadas sensaciones somáticas o somatognosia (N.delaT.). encuentran tanto en la piel lampiña como en la piel con vello.
7.4 - Somatestesia: tacto y dolor 189

Dermatomas sistema anterolateral. El cordón dorsal del sistema del


lemnisco-medial conduce información sobre tacto y pro-
Las fibras nerviosas que transm iten la información desde piosensibilidad. El sistema anterolateral lleva inform a­
los receptores cutáneos y otros receptores somatosensiti- ción sobre dolor y tem peratura.
vos se reúnen form ando nervios y penetran en la m édula El cordón dorsal del sistema del lemnisco-medial se
espinal a través de las raíces dorsales. La zona del cuerpo que m uestra en la Figura 7.17. Las neuronas sensitivas de este
está inervada por las raíces dorsales izquierda y derecha de sistema penetran en la m édula espinal a través de una raíz
un segmento determ inado de la m édula espinal se llama dorsal, ascienden por la zona hom olateral en los cordones
dermatoma. En la Figura 7.16 se presenta un m apa de los dorsales y establecen sinapsis en los núcleos del cordón
dermatomas del cuerpo hum ano. Dado que hay u n a con­ dorsal del bulbo raquídeo. Los axones de las neuronas de
siderable superposición entre dermatomas adyacentes, la los núcleos del cordón dorsal decusan (cruzan al otro lado
destrucción de una única raíz dorsal por lo general produce del encéfalo) y luego ascienden en el lemnisco medial
una pérdida somatosensitiva mínima. hasta el núcleo ventral posterior contralateral del tálamo.
Los núcleos ventrales posteriores tam bién reciben input a
través de las tres ramas del nervio trigémino, el cual trans­
Las dos vías somatosensitivas
porta información somatosensitiva procedente de las re­
ascendentes principales giones contralaterales de la cara. La mayor parte de las
La información somatosensitiva asciende hasta la corteza neuronas del núcleo ventral posterior se proyectan a la
hum ana a lo largo de dos vías somatosensitivas principa­ corteza somatosensitiva primaria (SI); otras se proyectan
les: el cordón dorsal del sistema del lemnisco medial y el a la corteza somatosensitiva secundaria (Sil) o a la corteza

Vértebras
cervicales

Vértebras
torácicas

Vértebras
lumbares

Vértebras
sacras

VISTA LATERAL

~ FIG U RA 7.16 Dermatomas del cuerpo


humano. S, L, T y C se refieren, respectivamente,
a las regiones sacra, lumbar, torácica y cervical
de la médula espinal. V I, V2 y V3 representan
las tres ramas del nervio trigémino.
190 Capítulo 7 - Mecanismos de la percepción, la consciencia y la atención

Lemnisco medial

Núcleo
del trigémino

Mesencèfalo Tres ramas


del nervio
del trigémino

del cordón dorsal

dorsal

Médula espinal dorsal

sensitiva
de la piel
FIG U R A 7.17 Gordón dorsal
del sistema del lemnisco mediaL

parietal posterior. Los entusiastas de las anécdotas neuro- ral contiene tres fascículos diferentes: el fascículo espino-
científicas querrán seguram ente añadir a su colección el talámicoy que proyecta al núcleo ventral posterior del tá ­
hecho de que las neuronas del cordón dorsal que se origi­ lam o (al igual que el cordón dorsal del sistem a del
nan en los dedos de los pies son las neuronas de mayor lon­ lemnisco-medial); el fascículo espinorreticulary que p ro ­
gitud del cuerpo hum ano. yecta a formación reticular (y de ahí a los núcleos para-
El sistema anterolateral se presenta en la Figura 7.18. fasciculares y núcleos intralaminares del tálam o) y el
La mayoría de las neuronas de la raíz dorsal del sistema fascículo espinotectaly que proyecta al tectum (tubérculos
anterolateral form an sinapsis en cuanto entran en la m é­ cuadrigém inos). Las tres ramas del nervio trigém ino lle­
dula espinal. Los axones de la mayor parte de las neuro­ van información acerca de dolor y tem peratura de la zona
nas de segundo orden decusan y luego ascienden al de la cara hasta los m ism os lugares del tálamo. La in fo r­
encéfalo en la p arte anterolateral contralateral de la m ación de dolor y tem peratura que llega al tálam o se
m édula espinal; sin embargo, algunas no decusan sino envía entonces a SI y SU, la corteza parietal posterior, así
que ascienden hom olateralm ente. El sistema anterolate- com o a otras partes del encéfalo.
7.4 - Somatestesia: tacto y dolor 191

Núcleos talámicos

Prosencéfalo
parafasclcular,

Tectum

Mesencèfalo

Formación
reticular

Rombencéfalo Tres ramas


del nervio
trigémino

Fascículo
espinotalámico
Fascículo
espinotectal
Fascículo
espinorreticular

Médula espinal

FIG U R A 7.18 Sistema


anterolateral.

Mark, Ervin y Yakolev (1962) evaluaron los efectos de y dolor agudo; pero no tuvieron efecto alguno en el dolor
las lesiones talámicas sobre el dolor crónico en pacientes crónico, profundo: Por lo contrario, las lesiones que afec­
en fases avanzadas de cáncer. Las lesiones en los núcleos taban a los núcleos parafasciculares e ^
ventrales posteriores, que reciben input tanto del fascí­ intralaminares, los cuales reciben input
culo espinotalámico com o del cordón dorsal del sistema del fascículo espinorreticular, reduje­
del lemnisco-medial, produjeron una pérdida m oderada ron el dolor crónico agudo sin alterar la sensibilidad cu­
de sensibilidad cutánea al tacto, cambios de tem peratura tánea.
192 Capítulo 7 Mecanismos de la percepción, la consciencia y la atención

Áreas corticales de la somatestesia la sensación, descubrió que la corteza somatosensitiva p ri­


m aria (SI) hum ana es somatotópica — está organizada
En 1937, Penfield y sus colaboradores cartografiaron la cor­ siguiendo un mapa de la superficie corporal— . Este mapa
teza somatosensitiva primaria de pacientes durante una in­ somatotópico se conoce por lo general como el hom ún­
tervención neuroquirúrgica {véasela Figura 7.19). Penfield culo som atosensitivo (homunculus significa «pequeño
aplicó estimulación eléctrica en diversos puntos de la su­ hombre»).
perficie cortical y, los pacientes, que estaban completa­ Repárese en la Figura 7.19 que el hom únculo som ato­
mente conscientes bajo anestesia local, describieron lo que sensitivo está distorsionado; la mayor parte de SI está en­
sentían. Cuando el estímulo se aplicó sobre la árcunvolu- cargada de recibir input de las partes del cuerpo que son
ción poscentral, los pacientes dijeron experimentar sensa­ rapaces de realizar la discriminación táctil más fina (p. ej.,
ciones som atosensitivas en diversas partes del cuerpo. las manos, los labios y la lengua).
Cuando Penfield cartografió la relación entre cada punto Hay u n a segunda región organizada som atotópica -
de estimulación y la parte del cuerpo en la que se percibía mente, SU, la cual se sitúa justo en posición ventral respecto

Pie
Dedos
del pie
Genitales

Dientes

Lengua

Faringe

Abdomen

Cisura
Corteza Corteza
central
somatosensitiva somatosensitiva
primarla (S I)
J , secundarla (S il)
FIG U RA 7.19 Localizaciones de la
corteza somatosensitiva primaria (SI) humana
y un área de la corteza somatosensitiva
secundaria (Sil) con la tradicional
representación del homúnculo
somatosensitivo. Siempre me ha
desconcertado algo de esta representación del
homúnculo somatosensitivo: el cuerpo está al
revés, mientras que la cabeza está en su
posición normaL Parece ser que esta
representación tradicional es errónea. Los
resultados de un estudio de RMf sugieren que
la representación de la cara también está
invertida. (Sen/os et al., 1999.)
7.4 - Somatestesia: tacto y dolor 193

a SI en la circunvolución poscentral, y gran parte de ella plejas y específicas (vátseCaselü, 1997), lo que sugiere que
se extiende en el interior de la cisura lateral. La región Sil existe un esquema jerárquico anterior-posterior (Iwamura,
recibe la mayor parte de su input de SI y por tanto se con­ 1998).
sidera corteza somatosensitiva secundaria. A diferencia de Los campos receptores de muchas neuronas de la cor­
9 , cuyo input es predom inantem ente contralateral, Sil re­ teza somatosensitiva prim aria, al igual que los de las neu­
cibe un input considerable de am bos lados del cuerpo. ronas de la corteza visual, pueden dividirse en áreas
Gran parte del output de SI y de Sil se dirige a la corteza excitadoras e inhibidoras antagonistas (DiCarlo y Johnson,
de asociación del lóbulo parietal posterior. 2000; Di Cario, Johnson y Hsaio, 1998). En la Figura 7.20,
Existen otras varias áreas de corteza somatosensitiva se ilustra el campo receptor de una neurona de la corteza
en los seres hum anos (véase Kaas y Collins, 2001). Por somatosensitiva prim aria que responde a un roce suave de
ejemplo, hay dos estrechas bandas, u n a a cada lado de SI, la piel (M ountcastle y Powell, 1959).
y o tra adyacente a SIL Cada una está organizada som ato-
tópicamente, pero la función de cada una está aún por
aclarar. Efectos del daño de la corteza
Kass y colaboradores (1981) hallaron que la corteza somatosensitiva primaria
somatosensitiva prim aria se com pone de cuatro bandas Como ocurre con los efectos del daño de la corteza audi­
funcionales, cada una con una organización som atotó- tiva, los efectos del daño de la corteza somatosensitiva
pica semejante, pero particular. Cada banda de corteza prim aria suelen ser sorprendentem ente m oderados. C or­
somatosensitiva prim aria presenta la máxima sensibili­ lan, M ilner y Rasmussen (1970) evaluaron las capacida­
dad ante un tipo diferente de mpuf so m ato sensitivo (p. ej., des somatosensitivas de pacientes con epilepsia antes y
a un roce suave o a la tem peratura). Así pues, si se regis­ después de una ablación unilateral que incluía a SI. Tras
trara la actividad de las neuronas a lo largo de una línea h o ­ la intervención, los pacientes m anifestaron dos alteracio­
rizontal que cruzase las cuatro bandas, se encontrarían nes contralaterales leves: una disminución de la capacidad
neuronas que «prefieren» uno de los cuatro tipos diferen­ para detectar un roce suave y una dism inución de la ca­
tes de estimulación táctil, todas ellas procedentes de la pacidad para reconocer los objetos m ediante el tacto (esto
misma parte del cuerpo. Asimismo, se encontraría que al es, u n a deficiente estereognosia). Estas anomalías eran
desplazarse desde la zona anterior a la posterior las prefe­ bilaterales sólo en los casos en los que la lesión unilateral
rencias de las neuronas tenderían a ser cada vez más com ­ invadía SIL

Campo receptor de una Disparo de una neurona


neurona de la corteza en respuesta a la estimulación
somatosensitiva primaria táctil de su campo receptor

EXCITADORA

Toque del área inhibidora

Área
excitadora
INHIBIDORA

Toque del área inhibidora

Area
EXCITADORA
inhibidora
INHIBIDORA

Toque simultáneo de ambas áreas

FIG U RA 7.20 Campo receptor de una neurona de la corteza somatosensitiva primaria. Obsérvense las áreas excitadoras
e inhibidoras antagonistas.
194 Capítulo 7 - Mecanismos de la percepción, la consciencia y la atención

Agnosias somatosensitivas «Una mano».


Existen dos tipos principales de agnosia somatosensiti- «¿La m ano de quién?»
va. Una de ellas es la estereoagnosia 8 (incapacidad para «TU mano, supongo», contestó. Parecía francamente
reconocer los objetos por el tacto). Los perpleja. Puse con cuidado su m ano sobre la cama
casos de estereognosia pura — los que «¿Por qué has venido a este hospital?», pregunté.
tienen lugar sin que haya anomalías «Para verte», contestó dubitativa. Hubiera dicho
sensitivas simples— son poco frecuentes (Corkin, Milner que en realidad no sabía qué responder.
y Rasmussen, 1970). El otro tipo de agnosia somatosensi- «¿Te ocurre algo?»
tiva es la somatoagnosia [o autotopoagnosia], la incapa­ «No».
cidad para reconocer las partes del propio cuerpo. La «¿Qué pasa con tu m ano y pierna izquierdas?»
som atoagnosia habitualm ente es unilateral: afecta sólo al «Están bien», dijo.« ¿Y las tuyas?»
lado izquierdo del cuerpo, y suele asociarse a lesiones ex­ «También están bien», contesté. No había nada que
tensas del lóbulo parietal posterior derecho. El lector ya ha hacer. La tía B. tenía problemas.
visto un caso de som atoagnosia en este libro, el del h om ­
(Parafraseado de pp.12-14 de Newtons Madness: Further Tales o f Qi-
bre que se cayó de la cama; otro caso es el de la tía B.
mcal Neurology [La locura de Newton: más relatos de neurología clínica],
por Harold L. Klawans, New York: Harper y Row, 1990.)

El caso de la tía B., que perdió Como en el caso de la tía B., la som atoagnosia a m e­
la mitad de su cuerpo nudo se acom paña de anosognosia — la falta de cons­
ciencia de los pacientes neuropsicológicos de sus propios
Ya era h o ra de ver a la tía B. — en realidad, no era mi síntom as— . La som atoagnosia tam bién suele acom pa­
tía, pero crecí pensando que lo era— . Era la mejor ñarse de negligencia contralateral — la tendencia a no
amiga de m i madre. Había sufrido un accidente cere­ responder a los estímulos contralaterales a una lesión en
brovascular en el hemisferio derecho. el hemisferio derecho— . (En el Capítulo 8 se verá algo más
Mientras íbamos hacia su habitación, uno de los es­ sobre la negligencia.)
tudiantes de medicina describió el caso. «Hemiplejía
izquierda [parálisis del lado izquierdo]», se m e dijo. Las paradojas del dolor
La tía B. estaba acostada de espaldas, su cabeza y
ojos vueltos a la derecha. «Betty», la llamé. No tía Betty Una paradoja es una contradicción lógica. La percepción
sino Betty. Yo tenía 37 años: había dejado de llamarla del dolor es paradójica en tres aspectos importantes, razón
«tía» hacía tiem po — dos años, por lo menos— . por la cual se ha escogido el dolor para estudiarlo p arti­
Me acerqué a su cama por el lado izquierdo, pero cularmente. Las tres paradojas del dolor se explican en los
la tía B. no volvió su cabeza ni sus ojos para mirarme. tres subapartados siguientes.
«Hal», llamó. «¿Dónde estás?» El potencial de adaptación del dolor Una de las p a­
Volví su cabeza suavemente hacia mí. Hablamos.
radojas del dolor es que una experiencia que en todos los
Estaba claro que no tenía problemas para hablar, ni
aspectos parece ser tan mala, de hecho es extremadamente
pérdida de m em oria ni confusión. Estaba tan lúcida
im portante para nuestra supervivencia. Para el dolor no
como de costumbre. Pero sus ojos seguían m irando a
existe un estímulo especial; es una respuesta ante una es­
la derecha, com o si la parte izquierda de su m undo no
timulación (potencialmente dañina) excesiva de cualquier
existiese.
tipo (véase Craig, 2003). La m ejor m anera de explicar el
Tomé su m ano derecha y la sostuve delante de sus
valor que tiene el dolor es exponer el caso de una persona
ojos. «¿Qué es esto?», le pregunté.
que no lo experimenta:
«Mi mano, p o r supuesto», dijo en un tono que me
dio a entender lo que pensaba acerca de m i pregunta.
«Bien, entonces, ¿qué es esto?» le dije m ientras su­
jetaba su inerte m ano izquierda de m odo que ella p u ­
diese verla. El caso de la Srta. C., la mujer
que no sentía el dolor
El caso de insensibilidad congènita al dolor m ejor d o ­
8 Para no confundir la estereoagnosia, o astereognosia, con su antónim o,
cum entado es el de la Srta. C., una joven canadiense,
estereognosia, puede emplearse el térm ino esteroanestesia, aunque su uso
estudiante en la Universidad de McGill en Montreal...
está m enos extendido (N. de la T.).
7.4 - Somatestesia: tacto y dolor 195

an terio r (la corteza de la región anterior de la circunvo­


La joven era m uy inteligente y parecía norm al en todos
los aspectos, excepto en que nunca había sentido el lución del cíngulo; (véasela Figura 7.21). Por ejemplo, u ti­
dolor. Cuando niña, se había arrancado lizando TEP, Craig y colaboradores (1996) dem ostraron
de un mordisco la punta de la lengua al que la actividad en la corteza cingulada
masticar la comida y había sufrido q u e­ anterior aum entaba cuando los suje­
maduras de tercer grado tras arrodillarse sobre un ra ­ tos colocaban la m ano sobre barras tre­
diador para m irar por la ventana.... No sentía dolor m endam ente frías o calientes, o incluso en u n a serie de
alguno cuando se aplicaba a una parte de su cuerpo barras alternativamente frescas y caldeadas, lo que produce
una intensa descarga eléctrica, agua caliente a tem pe­ una ilusión de estimulación dolorosa.
raturas que norm alm ente se dice que producen un La evidencia sugiere que la corteza cingulada anterior
dolor ardiente, o una prolongada ducha fría. Igual de
participa en la reacción emocional al dolor más que en la
sorprendente era el hecho de que no m ostraba cambios
en la tensión arterial, frecuencia cardíaca o respira­
percepción del dolor en sí misma (Panksepp, 2003; Price,
ción cuando se le aplicaban dichos estímulos. Ade­ 2000). Por ejemplo, la bbulotomía prefrontal, que daña la
más, no recordaba haber estornudado ni tosido jamás. corteza cingulada anterior y sus conexiones, reduce por lo
El reflejo faríngeo [de náusea] sólo se le podía provo­ general la reacción emocional al dolor sin variar el um bral
car con m ucha dificultad, y no se registraban los re­ del dolor.
flejos de la córnea (que protegen los ojos). Otros varios
estímulos, tales como insertar un bastoncillo por las Control descendente del dolor La tercera paradoja
ventanas de la nariz, pinzar los tendones o inyectar del dolor es que siendo la form a más contundente de todas
histamina bajo la piel — todos ellos considerados como las experiencias sensoriales pueda suprim irse tan eficaz­
formas de to rtu ra — , tam poco lograban producirle mente m ediante factores cognitivos y emocionales. Por
dolor.
ejemplo, hom bres que participan en una determ inada ce­
La Srta. C. tenía serios problemas médicos. M ani­
festaba cambios patológicos en las rodillas, la cadera y
remonia religiosa se balancean colgados de una cuerda
la columna vertebral, y se la sometió a diversas opera­ enganchada a la espalda por m edio de un gancho de col­
ciones ortopédicas. El cirujano atribuyó estos cam ­ gar carne, con pocos signos de dolor; heridas graves sufri­
bios a la frita de protección de las articulaciones que das por soldados en batalla se asocian a m enudo con escaso
norm alm ente proporciona la sensación dolorosa. Al dolor; y personas heridas durante u n a situación vital am e­
parecer, no cambiaba el peso de un lado al otro del nazante no suelen sentir dolor hasta que ha pasado el
cuerpo cuando permanecía de pie, no sedaba la vuelta peligro.
m ientras dorm ía ni evitaba ciertas posturas que sue­
len prevenir la inflamación de las articulaciones....
La Srta. C. m urió a la edad de veintinueve años d e­
bido a una infección masiva. . . y a extensos traum as en Región anterior Circunvolución
la piel y los huesos. de la circunvolución del cíngulo
del cíngulo
(De The Challenge ofPain [La prueba del dolor] pp. 16-17, por Ronald
Melzack y Patrick D. Wall, 1982, London: Penguin Books Ltd., Copy-
right© Ronald Melzack y Patrick D. Wall, 1982.)

A usencia de representación cortical evidente del


dolor La segunda paradoja del dolor es que no tiene una
representación cortical obvia (Rainville, 2002). Los estí­
mulos dolorosos por lo general activan áreas de la corteza,
pero las áreas de activación han variado marcadamente de
un estudio a otro (Apkarian, 1995).
Los estímulos dolorosos habitualm ente inducen res­
puestas en SI y SIL Sin embargo, la ablación de SI y SU en
seres hum anos no se asocia con cambio alguno en el u m ­
bral del dolor. De hecho, los pacientes hemisferotomizados
(aquellos a los que se les ha extirpado uno de los hemisfe­
rios cerebrales) pueden seguir percibiendo dolor proce­
dente de am bos lados del cuerpo.
El área cortical que se ha relacionado más frecuente­ FIG U RA 7.21 ; Localización de la región anterior de la
mente con la experiencia de dolor es la corteza cingulada circunvolución del cíngulo en la circunvolución del cíngulo.
19 6 Capítulo 7 - Mecanismos de la percepción, la consciencia y la atención

Melzack y Wall (1965) propusieron la teoría de la gicos podrían bloquear el dolor a través de un circuito sen­
puerta de control9 para explicar la capacidad de los fac­ sible a las endorfinas que desciende desde la SGP.
tores cognitivos y emocionales de bloquear el dolor. Pos­ En la Figura 7.22 se representa el circuito analgésico
tularon que las señales que descienden del encéfalo pueden descendente sugerido inicialmente por Basbaum y Fields
activar circuitos neurales de com puerta de la m édula es­ (1978). Propusieron que el output de la SGP excita a las neu­
pinal para bloquear las señales de dolor aferentes. ronas serotoninérgicas de los núcleos del rafe (un grupo de
Tres descubrimientos condujeron a la identificación de núcleos serotoninérgicos en la parte central del bulbo ra ­
un circuito descendente de control del dolor. Primero fue quídeo), que a su vez proyectan hacia abajo por el cordón
el descubrimiento de que la estimulación eléctrica de la sus­ dorsal de la m édula espinal y excitan a intem euronas que
tancia gris periacueductal (SGP) tiene efectos analgésicos bloquean en el asta dorsal las señales de dolor aferentes.
(que bloquean el dolor): Reynolds (1969) logró realizar Las vías analgésicas descendentes han sido objeto de
una intervención quirúrgica en ratas sin más analgesia que exhaustiva investigación desde que Basbaum y Fields p ro ­
la proporcionada por la estimulación de la SGP. Segundo pusieron el prim er modelo en 1978. Con el fin de incor­
fue el descubrimiento de que la SGP y otras regiones del en­ porar el cuerpo de datos acumulados, se han desarrollado
céfalo contienen receptores especializados para los fárma­ m odelos de los circuitos analgésicos descendentes m ucho
cos analgésicos opiáceos como la morfina. Y tercero fue el más complejos (véase Borszcz, 1999; McNally, 1999). To­
aislamiento de varios analgésicos opiáceos endógenos (que davía sigue siendo una parte esencial de la mayoría de
se producen en el interior del cuerpo), las endorfinas, que estos modelos un com ponente descendente que implica la
vimos en el Capítulo 4. En conjunto, estos tres hallazgos su­ actividad opiácea en la SGP y la actividad serotoninérgica
gieren que las sustancias analgésicas y los factores psicoló­ en los núcleos del rafe.

FIGU RA 7-22 Modelo de Basbaum


y Field (1978) el circuito descendente
de la analgesia.

Los opiáceos
I inhiben la actividad
de las intemeuronas
inhibidoras de la SGP.
Esto aumenta la actividad
de las neuronas cuyos axones
descienden a los núcleos
del rafe.
La actividad de los axones
2 que descienden de la SG P
excita a las neuronas del rafe
cuyos axones descienden
en el cordón dorsal
de la médula espinal.
La actividad serotoninérgica
3 de los axones de la columna
dorsal excita a las intemeuronas
inhibidoras raquídeas
que bloquean las señales
de dolor aferentes.

N
9 También conocida como teoría del control de entrada o hipótesis del Señales de
dolor aferentes
control regulado (N. de la T.).
7.5 Sentidos químicos: olfato y gusto 197

7.5 Sentidos químicos: olfato y gusto

Al olfato (olorj y e l i s i o (sabor o degustación) se les da el bargo, todavía no existe una prueba clara de que los olo­
nombre de sentidos químicos porque su función es ins­ res hum anos puedan servir com o un motivo de atracción
peccionar el contenido químico del ambiente. El olor es la sexual. La mayor parte de los sujetos no encontraron los
respuesta del sistema olfativo a las sustancias químicas olores antes citados especialmente atrayentes.
transportadas en el aire que son atraídas por inhalación O tra particularidad de los sentidos químicos que ha
hacia los receptores de las fosas nasales, y el gusto es la res­ atraído la atención es el hecho de que intervienen en
puesta del sistema gustativo a las sustancias químicas en algunas form as de aprendizaje. Com o se aprendió en el
solución en la cavidad bucal. Capítulo 5, los animales que sufren problemas gastroin­
Al comer, el olfato y el gusto actúan conjuntamente. Las testinales tras haber ingerido un alimento determ inado ad­
moléculas de comida excitan tanto los receptores del gusto quieren una aversión condicionada a ese gusto. A la inversa,
como los del olfato y producen una impresión sensorial in ­ se ha com probado que las ratas manifiestan preferencias
tegrada a la que llamamos sabor. A m enudo se infravalora por los sabores que encontraban en la leche m aterna o en
la contribución del olfato al sabor, pero no caeremos en el aliento de sus congéneres (Galef, 1989). Y que las ratas
este error si recordamos que quiénes carecen de olfato tie­ macho adultas que fueron criadas al nacer por hem bras
nen dificultad para distinguir el sabor de la m anzana del que olían a limón copulaban más vigorosamente con ratas
de la cebolla. que oliesen a limón (Fillion y Blass, 1986 — fenómeno
Posiblemente, el aspecto más interesante de los senti­ que acertadamente se ha denom inado quiero una chica
dos químicos es el papel que representan en el com porta­ que sea justo como la que se casó con mi viejo papá (Dia­
miento social de muchas especies (véase, p. ej., DeCatanzaro mond, 1986)— .
et a l , 2000; Luo, Fee y Katz, 2003). Los miembros de m u ­
chas especies liberan ferom onas — sustancias químicas
que influyen en la fisiología y el com portam iento de los
Sistema olfativo
congéneres (miembros de una misma especie)— . Por ejem­ En la Figura 7.23 se ilustra el sistema olfativo. Los recep­
plo, M urphy y Schneider (1970) de­ tores olfativos se localizan en la parte superior de la nariz,
m ostraron que la conducta sexual y la inmersos en una capa de tejido m ucoso llamada m ucosa
agresiva del hámster están controladas olfativa. Tienen sus propios axones, que atraviesan una
por las feromonas. El hám ster macho norm al ataca y m ata parte porosa del cráneo (la placa o lámina cribrosa) y en­
a los machos desconocidos que se introducen en su colo­ tran en los bulbos olfativos, donde for­
EN EL CD
nia, m ientras que m ontan y fecundan a las hem bras des­ m an sinapsis con las neuronas que
conocidas sexualmente receptivas. Sin embargo, el hámster proyectan a través de las cintillos olfa­ Consulte
Investigar la
macho que no es capaz de oler a los intrusos no se invo­ tivas hasta el encéfalo.
olfacción: la nariz
lucra en conductas agresivas ni sexuales. Murphy y Schnei­ Se han identificado aproxim ada­ reconoce. En este
der confirm aron la base olfativa del com portam iento m ente un millar de tipos de receptores módulo encontrará
agresivo y sexual del hámster de una m anera particular­ acoplados a proteínas, cada uno sensi­ todo k) que
m ente enrevesada. Untaron a un macho intruso con un ble a diferentes olores (véase Gibson y siempre quiso
exudado de las secreciones vaginales de una hem bra se­ Garbers, 2000). En los mamíferos, cada saber acerca de la
olfacción y el
xualmente receptiva antes de introducirlo en una colonia célula receptora olfativa contiene u n sistema olfativo.
de desconocidos y, al hacerlo, le convirtieron en un objeto tipo de m olécula proteica receptora
de deseo en vez de un objeto de asesinato para los demás. (Serizawa et a l , 2003). A esto se alude com o la regla de un
La posibilidad de que los seres hum anos liberen fero­ receptor olfativo-una neurona (Lewcocky Reed, 2003). Los
monas sexuales ha suscitado un considerable interés de­ investigadores han intentado descubrir el principio fun­
bido a su potencial económico y de recreo. H a habido cional por el cual los diversos receptores se distribuyen en
varios hallazgos sugerentes. Por ejemplo, 1) la sensibilidad la mucosa olfativa. Si tal principio existe, todavía no se ha
olfativa de las mujeres es mayor cuando están en periodo descubierto. Parece ser que cada tipo de receptor está dis­
de ovulación; 2 ) el ciclo m enstrual de las mujeres que perso por toda la mucosa, lo que no aporta indicios sobre
viven juntas tiende a sincronizarse; 3) los seres hum anos la organización del sistema.
— en especial las mujeres— son capaces de saber el sexo de Pese al hecho de que cada tipo de receptor olfativo pa­
una persona basándose en el aliento o en el olor de las axi­ rece repartirse por la mucosa olfativa, de alguna m anera
las y 4) los hom bres pueden determ inar el m om ento del todos los receptores olfativos con la misma proteína re­
dclo m enstrual de la m ujer por su olor vaginal. Sin em ­ ceptora proyectan al mismo enclave general del bulbo ol-
198 Capítulo 7 - Mecanismos de la percepción, la consciencia y la atención

Corteza Tálamo
orbitofrontal (núcleo

Bulbo Corteza
olfativo piriforme
Amígdala

Proyecciones
Bulbo difusas
olfativo al sistema
ss fl \ Lámina límbico
i cribosa

\ Fosa
FIGU RA 7.23 Sistema olfativo humano. | nasal

fativo (véase Lewcock y Reed, 2003). Conform e a ello, di­ tem a sensitivo cuyas vías sensitivas principales llegan a la
ferentes olores producen diferentes pautas de actividad corteza cerebral sin pasar antes por el tálamo.
espaciales en los bulbos olfativos; pautas que pueden de­ De la región amígdala-corteza piriforme parten dos
tectarse con la técnica de 2-desoxiglucosa (León y Johnson, vías olfativas principales. Una proyecta difusamente al sis­
2003). Puesto que cada tipo de receptor responde en di­ tem a límbico y la otra, a través de los núcleos dorsome-
verso grado a una am plia variedad de olores, parece ser que diales del tálamo, proyecta a la corteza orbitofrontal —la
cada olor está codificado por un procesamiento de sus región de la corteza situada en la cara interna de los lóbu­
componentes — esto es, por el patrón de actividad que los frontales, cercana a las órbitas (cuencas oculares)— . Se
presentan muchos tipos de receptor (Doty, 2001)— . piensa que la proyección límbica media la respuesta em o­
Las células receptoras olfativas difieren de las células re­ cional a los olores y que la proyección talámica-orbito-
ceptoras de otros sistemas sensitivos en algo im portante. ffontal interviene en su percepción consciente. Poco se
A lo largo de la vida de cada individuo se originan nuevos sabe acerca de cóm o las neuronas que responden a dife­
receptores olfativos para reemplazar a los que se han de­ rentes olores se organizan en la corteza (véaseSavic. 2002).
teriorado (Doty, 2001). Una vez creados, la nueva célula re­
ceptora desarrolla axones, los cuales crecen hasta que
Sistema gustativo
alcanzan el punto apropiado en el bulbo olfativo.
Cada cintilla olfativa proyecta a varias estructuras del Los receptores del gusto se encuentran en la lengua y en
lóbulo tem poral medial, incluyendo la amígdala y la cor­ partes de la cavidad bucal; suelen hallarse en grupos de
teza piriforme —un área de la corteza temporal medial ad­ unos cincuenta form ando botones gustativos. En la su­
yacente a la amígdala— . La corteza piriforme se considera perficie de la lengua, los botones gustativos con frecuen­
corteza olfativa primaria. El sistema olfativo es el único sis­ cia se sitúan alrededor de pequeños abultam ientos,
7.5 Sentidos químicos: olfato y gusto 199

llamados papilas. La relación entre los receptores gustati­ ciertos sabores (salado y am argo); en cambio se ha com ­
vos, los botones gustativos y las papilas, se ilustra en la Fi­ probado que influyen en la actividad de algunos recepto­
gura 7.24 (véase Gilbertson, Damak y Margolskee, 2000). res gustativos actuando directamente sobre sus canales ió­
A diferencia de los receptores olfativos, los receptores del nicos (M ontm ayeur y Matsunami, 2002).
gusto no poseen axones propios: cada neurona que trans­ Las principales vías a través de las que se conducen las
mite impulsos desde un botón gustativo recibe input de señales gustativas a la corteza se m uestran en la Figura
muchos receptores. 7.25. Las neuronas gustativas aferentes dejan la boca for­
En un principio se pensaba que existen cuatro sabores mando parte délos pares craneales facial (VII), gfosofarín-
primarios — dulce, ácido, amargo y salado— y cuatro cla­ geo (IX) y vago (X), los cuales llevan la inform ación
ses de receptores gustativos, uno para cada sabor prim a­ procedente de la punta de la lengua, la parte posterior de
rio. Se asum ía que la percepción de cada sabor era el la lengua y la parte posterior de la cavidad bucal, respec­
resultado del grado de actividad relativo producido en tivamente. Todas estas fibras convergen en el núcleo so li­
estos cuatro tipos de receptores. tario del bulbo raquídeo, donde establecen sinapsis con
Esta sim ple teoría del procesam iento de los com ­ neuronas que proyectan al núcleo ventral posterior del tá ­
ponentes del gusto presentaba varios problem as im ­ lamo. Los axones gustativos del núcleo ventral posterior
portantes (véase Smith y Margolskee, 2001). Uno es que proyectan a la corteza gustativa primaria, que está cerca de
actualmente está claro que al m enos existen cinco sabores la región de la cara en el hom únculo somatosensitivo, y a
primarios; el umami (sustancioso o sabroso) es el quinto. la corteza gustativa secundaria, que está oculta tras la ci­
Otro problem a es que muchos sabores no pueden crearse sura lateral (Sewards y Sewards, 2001). A diferencia de las
com binando los básicos (Schiffman y Erickson, 1980). proyecciones de otros sistemas sensitivos, las del sistema
Otro más, que no parece haber receptores específicos para gustativo son prim ordialm ente homolaterales.

Surperfície de la lengua

Papilas

Sección representativa de una papila

gustativo
Receptores
gustativos FIG U RA 7.24 Receptores gustativos,
botones gustativos y papilas en la superficie
de la lengua. En la fotografía pueden verse dos
tamaños de papilas; sólo las papilas más grandes
contienen botones y receptores gustativos.
200 Capítulo 7 - Mecanismos de la percepción, la consciencia y la atención

Corteza Núcleo
gustativa ventral
primaria posterior
(tálamo)

Corteza
gustativa
secundaria Corteza
gustativa
primaria

Núcleo
solitario

Nervio
vago

Cavidad bucal

Nervio
Glosofaríngeo

Lengua

FIGU RA 7 2 5 Sistema gustativo Nervio


humano. facial

Aunque aún no existen pruebas de que haya un p ro ­ nervios olfativos a su paso por la lámina cribrosa. Una de­
cesamiento com ponente simple del gusto a nivel de re­ ficiencia no tan completa de olfacción se ha relacionado
ceptores, los registros electrofisiológicos de neuronas del con una am plia serie de trastornos neurológicos, inclu­
sistema gustativo, tanto periféricas com o centrales, sugie­ yendo enfermedad de Alzheimer, síndrome de Down, epi­
ren que se da algún tipo de procesamiento com ponente lepsia, esclerosis m últiple y enferm edad de Parkinson
(véase Smith y Margolskee, 2001). La mayoría de las neu­ (véase Doty,2001).
ronas gustativas responden a una serie de diversos gustos La ageusia es poco frecuente, probablem ente debido a
diferentes, y parece ser que cada gusto en particular está co­ que las señales sensitivas que parten de la boca son tran s­
dificado en el encéfalo por el perfil de actividad de grupos portadas a través de tres vías independientes. No obs­
de neuronas (p.ej., alto en unos y bajo en otros). tante, en ocasiones se ha observado ageusia parcial,
restringida a los dos tercios anteriores de la lengua en
un o de sus lados, tras u n a lesión del
Daño cerebral y sentidos químicos oído del m ismo lado del cuerpo. Ello
La dificultad de oler se llama anos m ia; la dificultad de sa­ se debe a que la ram a del nervio facial
borear, ageusia. La causa neurològica más frecuente de (VII) que transporta la información gustativa proveniente
anosm ia es un golpe en la cabeza que provoque el despla­ de los dos tercios anteriores de la lengua pasa a través del
zamiento del encéfalo dentro del cráneo y desgarre los oído medio.
7.6 Atención selectiva 201

¡P lE X P L O E SU C E R BR

Ahora que el lector ha llegado al apartado final de este capítulo, respuestas correctas se presentan en la parte inferior de esta pá­
a la atención selectiva, debería examinar su cerebro para com­ gina. Antes de seguir adelante, revise los datos relacionados con
probar sus conocimientos sobre los sistemas sensitivos. Com­ sus errores y omisiones.
plete cada frase con el nombre del sistema adecuado. Las

1. La corteza inferotemporal es un área de la corteza 7. La sustancia gris periacueductal y los núcleos del rafe
__________________________secundaria. participan en el bloqueo de la percepción del
2. Las corrientes dorsal y ventral forman parte del sistema
8. Una vía del sistema__________________________ proyecta
3. La corteza__________________________primaria está desde la amígdala y la corteza piriforme a la corteza
organizada tonotópicamente. orbhofrontal.
4. Los tubérculos cuadrigéminos inferiores y los núcleos a Partes de los núcleos ventrales posteriores son núcleos
geniculados mediales son componentes del sistema de relevo talámico tanto del sistema somatosensitivo
como del_________________________ .
5. El cordón dorsal del sistema del lemnisco medial y el 10. A diferencia de las proyecciones de todos los demás
sistema anterolateral son vías del sistema sistemas sensitivos, las proyecciones del sistema
_________________________ son básicamente
6. Los núcleos ventrales posteriores, los núcleos homolaterales.
intralam¡nares y los núcleos parafasciculares son todos
núcleos talámicos del sistema_________________________ .

Atención selectiva

Sólo percibimos conscientemente un pequeño subgrupo por mecanismos neurales de arriba a abajo (desde los n i­
de los m uchos estímulos que excitan nuestros órganos de veles superiores a los inferiores), m ientras que la atención
los sentidos en un m om ento determ inado y en gran m e­ exógena se supone m ediada por m ecanism os neurales
dida ignoramos el resto. El proceso por lo que esto ocurre de abajo a arriba (desde los niveles inferiores a los supe­
es la atención selectiva. riores).
La atención selectiva presenta dos aspectos: m ejora la La atención es un aspecto extremadamente im portante
percepción de los estímulos que son su objetivo e interfiere de la percepción. No hay m ejor explicación de su im por­
en la percepción de los estímulos que no son de su inte­ tancia que el fenómeno de ceguera al cam bio (Rensink,
rés. Por ejemplo, si se centra la atención en un aviso de me- 2002). Para estudiar la ceguera al cambio, se le m uestra al
gafonía potencialm ente im portante en un aeropuerto sujeto la imagen de una foto en una pantalla de ordena­
aum enta la posibilidad de captarlo, pero a la vez disminuye dor y se le pide que señale cualquier cambio que se p ro ­
la posibilidad de captar un comentario hecho por un com ­ duzca en la imagen en cuanto lo advierta. De hecho, la
pañero de viaje. imagen se com pone de dos imágenes alternantes con un
La atención puede centrarse de dos m odos distintos: desfase inferior a una décima de segundo entre ellas. Las
mediante procesos cognitivos internos {atención endógena) dos imágenes fotográficas son idénticas excepto en un de-
o m ediante sucesos externos (atención exógena) — véase
Treue (2003)— . Por ejemplo, la atención puede concen­
trarse en la superficie de una mesa porque se están bus­ OA|jejsn8
cando las llaves (atención endógena) o puede retirarse de (01) 'OApeisnS (6) 'oAqejjO (8) 'jqop (¿) 'OAij|suaso;euios
allí porque el gato ha volcado una lám para (atención exó­ (9) 'OAj*jsuasoieiuos (s) 'OAqipne (fr) 'OAjjipne
gena). Se piensa que la atención endógena está m ediada (£) '|ensA (z) '|ensjA (i) .ojqojdD ns ajojdxj e sejsandsay
202 Capítulo 7 Mecanismos de la percepción, la consciencia y la atención

talle im portante. Por ejemplo, las dos en el c d ral en el sistema visual. Entrenaron a m onos para que cen­
imágenes de la Figura 7.26 son idénti­ Consulte traran la m irada en un punto de fijación de la pantalla
cas salvo en que en una de ellas falta la el módulo Ceguera m ientras registraban la actividad de las neuronas en una
foto en el centro de la pared. Podría al cambio. Rara región preestriada que form a parte de la corriente ventral
pensarse que cualquiera se daría cuenta poder apreciarla, la y es especialmente sensible al color. En uno de los experi­
inm ediatam ente de que la foto de la ceguera al cambio m entos registraron la actividad de neuronas individuales
ha de
pared aparece y desaparece. Pero esto experimentarse Es que responden a franjas de luz, ya sean rojas o verdes, en
no es lo que sucede — la mayoría de algo que va a sus campos receptores. Cuando se entrenaba al m ono para
los sujetos pasan muchos segundos m i­ querer compartir realizar una tarea que requería prestar atención a la señal
rando la foto y buscando, según se les con sus amigos. roja, la respuesta a la señal roja aum entaba y la respuesta
ha dicho, algún cambio antes de repa­ a la señal verde disminuía. Lo contrario sucedía cuando el
rar en la foto que desaparece y reaparece— . Cuando fi­ m ono prestaba atención al verde.
nalmente sucede, se quedan extrañados de haber tardado Experimentos similares a éstos en monos se han llevado
tanto en darse cuenta. a cabo en seres hum anos utilizando técnicas de neuroi-
Por qué ocurre la ceguera al cambio? Porque, en con­ magen funcional. Por ejemplo, Corbetta y colaboradores
tra de nuestra impresión, cuando observamos u n a escena (1990) presentaron a sus sujetos una
no conservamos ningún recuerdo de las partes de la escena colección de estímulos en movimiento,
en las que no centramos nuestra atención. Al m irar la es­ coloreados y de distintos tamaños, pi­
cena de la Figura 7.26, la mayoría de los sujetos prestan diéndoles que discriminaran entre los estímulo basándose
atención a las dos personas y no notan que la foto de la en su movimiento, color o forma. Prestar atención a la
pared desaparece del espacio de pared que hay entre ellas. forma o al color produjo un aum ento de actividad en re­
Ya que no guardan recuerdo de las partes de la imagen a giones de la corriente ventral; prestar atención al m ovi­
las que no han atendido, no se dan cuenta de que esas miento lo produjo en una región de la corriente dorsal.
partes cambian. En otro estudio sobre atención realizado en sujetos
El fenómeno de la ceguera al cambio no ocurre sin hum anos, Ungerleider y Haxby (1994) m ostraron a los
que haya breves intervalos (a saber, menores de 0,1 se­ sujetos una serie de caras. Se les preguntó si las caras eran
gundos) entre las imágenes, aunque apenas provocan un de la misma persona o si estaban colocadas en la misma
parpadeo. Sin los intervalos, no se requiere m em oria y los posición con respecto al marco. Cuando los sujetos aten­
cambios se perciben inmediatamente. dían a la identidad, las regiones de la corriente ventral es­
M oran y Desimone (1985) fueron los prim eros en de­ taban m ás activas; cuando atendían a la posición, lo
m ostrar los efectos de la atención sobre la actividad neu- estaban las de la corriente dorsal.

<0,1
segundo

FIGU RA 7.26 Fenómeno de ceguera al cambio. Estas dos ilustraciones se alternaron continuamente, con un breve (menos de
0.1 segundo) intervalo entre cada presentación, y se les pidió a los sujetos que informaran de cualquier cambio que apreciaran.
Sorprendentemente, a la mayoría de ellos les llevó varios segundos notar la desaparición y reaparición de la foto situada en el centro
de la pared. (Fotografías preparadas por James Enns, Department ofPsychology, University of British Columbio.)
Revisión de los temas 203

¿Cómo operan los mecanismos de la atención selectiva?


Conforme a las teorías actuales, las representaciones neu-
rales de diversos aspectos de una presentación visual com ­
piten uno con otro. Se piensa que la atención selectiva
opera reforzando las representaciones de los aspectos que
se esperaban y debilitando los otros (Chun y Marois, 2002).
En general, la anticipación de un estímulo aum enta la ac­
tividad neural en los mismos circuitos afectados por el es­
tímulo en sí m ismo (Carlsson et al.t 2000).
Un experimento de neurociencia cognitiva efectuado
por Kastner y sus colegas (1998) ejemplifica el tipo de
pruebas en que se basan estas teorías. Los investigadores
utilizaron RM f para cuantificar la actividad en varias áreas
de la corteza visual durante la presentación visual de un ob­
jeto y luego de cuatro. Prim ero, de­
m ostraron que la actividad producida
por la presencia de único objeto decli­
naba pronunciadam ente cuando los otros tres objetos se
presentaban junto a él. Segundo, dem ostraron que la m ag­
nitud de este declive era m enor si se les decía a los sujetos
que atendieran al prim er objeto.
Los movimientos oculares a m enudo desempeñan una Fije su mirada en la +, centrada en ella. Luego, cambie
función im portante en la atención visual, pero es im por­ su atención a una de las letras sin desviar la mirada de +.
tante tener en cuenta que la atención visual puede cam ­ Ahora, cambie su atención a otras letras, de nuevo sin
desviar la mirada de la +. Usted ha experimentado atención
biarse sin cambiar la dirección del enfoque visual (Rees et
encubierta —un cambio de la atención visual sin el corres­
c d . y 1999). Para com probar esto por sí mismo, véase la de­
pondiente movimiento ocular—. Un cambio en la atención
mostración.
Una últim a característica im portante de la atención visual que implica un cambio de la mirada se denomina
selectiva es el fenómeno de la fiesta (véase Feng y Ratnam, atención encubierta.
2000). El fenómeno de la fiesta consiste en el hecho de que
incluso cuando se está tan centrado en una conversación
que se es totalm ente inconsciente del contenido de otras
conversaciones que tienen lugar alrededor, la m ención de
nuestro nom bre en una de las otras conversaciones acce­ se le presentaban individualmente; por tanto, no sufría ce­
derá inm ediatam ente a nuestra consciencia. Este fenó­ guera ni otras alteraciones del campo visual. El suyo era un
meno sugiere que nuestro cerebro puede impedir el paso trastorno de atención visual. Padecía si-
a la percepción consciente a todos los estímulos, excepto m ultagnosia, una dificultad para aten­
a aquellos de una clase en particular, mientras sigue con­ der a más de un objeto visual a la vez. Ya
trolando de m odo inconsciente los estímulos bloqueados que la corriente dorsal está encargada de localizar los obje­
por si surge alguno que requiere atención. tos en el espacio, el lector podría haber supuesto que el
No, no nos hemos olvidado de que pedimos al lector que problema del paciente se asociaba con un daño de esta área.
recordara al paciente cuyo caso abrió este capítulo. Podía Si así lo ha hecho, está en lo cierto. El daño que se asocia con
identificar objetos en cualquier parte de su campo visual si la simultagnosia es por lo general bilateral.

Revisión de los temas

El tem a de las implicaciones clínicas ha sido el predom i­ tulo se ha centrado en casos clínicos particulares que ponen
nante en este capítulo, pero lo hem os enfocado desde una de manifiesto la organización de los sistemas som atosen-
perspectiva diferente. Los capítulos an­ sitivos indemnes. Los casos siguientes han desempeñado
teriores se han centrado en cóm o la un papel clave en este capítulo: el paciente con sim ultag­
investigación biopsicológica está con­ nosia visual; El Dr. P., paciente con agnosia visual que con­
duciendo al desarrollo de nuevos tratamientos; este capí­ fundió a su m ujer con un som brero; Karl Lashley, el
204 Capítulo 7 - Mecanismos de la percepción, la consciencia y la atención

psicólogo fisiológico que se sirvió de su escotom a para de los sistemas sensitivos a sujetos hum anos utilizando
convertir la cabeza de un amigo en un modelo de papel de las técnicas de neuroimagen funcional
pared con rayas; D. B., el hom bre con visión ciega; D. F., de la neurociencia cognitiva. H a apren­
que dem ostró m ediante su precisión para asir objetos que dido que el estudio com parativo de
percibía el tamaño, la forma y la orientación de objetos que ciertas especies ha sido particularm ente útil para pro p o r­
no podía describir; A. T., que podía describir el tam año y cionar información, debido a su especialización evolutiva
la form a de objetos que no podía asir con precisión; R. P., (p. ej., las capacidades de localización auditiva de la lechuza
un paciente con un prosopagnosia típica; la tía B., la pa­ y la propensión de la corteza auditiva
ciente con som atoagnosia que perdió la parte izquierda de secundaria de los m onos a responder a
su cuerpo, y la Srta. C., la estudiante que no sentía el dolor los chillidos de los monos). Y ha apren­
y m urió como consecuencia de ello. dido cóm o la reflexión crítica ha lle­
Los otros tres temas principales se han desarrollado asi­ vado a una reevaluación del concepto ¡ pgra tecturas «
m ismo en este capítulo. El lector se ha de prosopagnosia. relacionadas con
docum entado sobre cóm o se ha ex­ el Capítulo 7, véase
tendido el estudio de la organización la copia impresa.

Cuestiones para reflexionar


1. ¿Cómo ha modificado este capítulo el concepto de p er­ de investigación en ocasiones se en el cd

cepción que tenía el lector? centra, de un m odo productivo, en ¿Estudiando


2. Algunas vías sensitivas controlan la conducta directa­ especies que difieren de los seres h u ­ para un examen?
m ente sin producir una percepción consciente, m ien­ manos en aspectos importantes. Ex­ Intente hacer los
tras que otras la controlan m ediando las percepciones pliqúese y discútase esto. ejercicios de
conscientes. Discútanse las implicaciones evolutivas de 4. Uno de los objetivos de la investi­ práctica del
Capítulo 7.
este hecho. ¿Por qué evolucionó la consciencia? gación biopsicológica es ayudar a
3. La investigación biopsicológica com parativa a m enudo los pacientes neuropsicológicos, pero éstos tam bién
se centra en especies que son similares a los seres h u ­ ayudan a los biopsicólogos a entender los mecanismos
m anos en aspectos im portantes; sin embargo, este tipo neurales de los procesos psicológicos. Expliqúese.

Palabras clave
Ageusia, 200 C orteza pirifo rm e, 198 Núcleos dorsom ediales, 198 Teoría de la p u e rta de c o n tro l,
Agnosia, 181 C orteza preest riad a , 175 Núcleos geniculados m ediales, 196
A nosm ia, 200 C orteza sensitiva p rim aria, 172 186 Teoría del «control del
A nosognosia, 194 C orteza sensitiva se c u n d a ria [de Olivas superiores, 185 com portam iento» frente a la
A tención selectiva, 201 asociación uní m odal], 172 O rganización jerárq u ica, 172 «percepción consciente», 180
B otones gustativos, 198 D erm atom a, 189 ó rg a n o de C o rti, 184 Teoría del «dónde» frente al
Bulbos olfativos, 197 E ndorfinas, 196 Percepción, 174 «qué», 180
C eguera al cam bio, 201 Escotom a, 176 Procesam iento paralelo, 174 Term inaciones nerviosas libres,
C élulas ciliadas, 184 E stereoagnosia, 194 Prosopagnosia, 181 188
Cóclea, 184 Estereognosia, 188 P rueba de p erim etría, 176 Tonotópico, 184
C onclusión visual, 176 Fenóm eno de la fiesta, 203 R etinotópico, 184 T ubérculos cuadrigém inos
C onductos sem icirculares, 185 Ferom onas, 197 Sabor, 197 inferiores, 186
C o n to rn o s subjetivos, 177 H em ianopsia, 176 Sensación, 174 V entana oval, 184
C ordón dorsal del sistem a H om únculo som atosensitivo, 192 Separación funcional, 174 V ía sc o rtic o fu g a le s, 174
del lem nisco m edial, 189 H tesecillos, 184 Sim ultagnosia, 203 V isió n ciega, 176
C ordón d o rsa l, 189 Lemnisco m edial, 189 Sistem a an te ro la tera l, 189
C orpúsculos de Pacini, 188 M em brana basilar, 184 Sistem a vestibular, 185 EN EL CD
C o rrien te dorsal, 180 M em brana tectorial, 184 Sistemas sensitivos d e ¿Necesita
C orriente v e n tra l, 180 M em brana tim pánica, 184 exterosens ibilidad ayuda para estudiar
C orteza cingulada a n te rio r, 195 Mucosa olfativa, 197 [exteroceptivos], 172 las palabras clave
C orteza de asociación, 172 Negligencia co n tra la tera l, 194 Som atoagnosia, 194 de este capítulo?
C orteza in ferotem poral, 175 Nervio auditivo, 184 Som atotópico, 192 Revise las fichas
C orteza orbitofiron tal, 198 Núcleo solitario, 199 Sustancia g ris periacueductal, informáticas breves
C orteza parietal p o sterior, 175 Núcleo v e n tra l posterior, 189 196 del Capítulo 7.

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