Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
I.
Oscar Masotta (1930–1979) constituye una figura paradigmática de los
años 60 y 70 y su evolución ejemplifica las ideas y creencias más prestigiosas
en Argentina durante los lustros siguientes: fenomenología y existencia-
lismo, el pop art, la historieta y el happening, el estructuralismo y Lacan.
Sylvia Sigal, Germán Leopoldo García, Beatriz Sarlo, Eliseo Verón, Noé
Jitrik—entre otros y desde diferentes perspectivas—así lo señalan. De ese
modo Masotta es “un héroe modernizador” (108) para Sigal. Según García:
“Oscar Masotta era diferente, por formación y estilo de vida […] Sabía fi-
losofía, crítica literaria, lingüística y semiología, antropología estructural.
Y eso lo puso a trabajar para el psicoanálisis, eso es lo que ignoraba de lo
que sabía, eso es la decisión de una vida” (El revés de la trama 187). A quien
se le debe—afirma Jitrik—“la profunda incidencia del pensamiento de
Lacan en la literatura argentina” (23); siendo “la amplia variedad de sus
intereses”—según Verón—“[u]no de los aspectos notables del trabajo teó-
rico y empírico de Masotta” (91). Hablando de la época del Instituto Di
Tella en un reportaje con John King, Sarlo coincide/amplía lo afirmado
por Sylvia Sigal cuando enumera: “Masotta es un intelectual típico de la
modernidad (Contorno, Sartre, Lacan, discursos y culturas populares,
happenings, finalmente, ya en los 70, psicoanálisis)” (304). En estas carac-
terizaciones de Masotta, elegidas más o menos al azar y basándome sobre
todo en quienes las emiten, se esboza ya un itinerario de su vida intelectual
en el que me gustaría detenerme en este trabajo. Y, como se anticipa en su
título, en algunas convergencias/divergencias a lo largo de ese itinerario
que sirven no sólo para definir a Masotta sino también al ámbito cultural
en el que se inscriben.
Por otra parte, la reciente re-edición de sus dos libros más importantes,
Sexo y traición en Roberto Arlt e Introducción a la lectura de Jacques Lacan
ponen de manifiesto no sólo el reconocimiento a la trayectoria intelectual
de Masotta sino que muestran la actualidad de su obra y la impostergable
necesidad de su revision crítica.
91
92 Jorgelina Cor batta
ser sarcásticos” [438]) a la vez que alega que su relación personal le per-
mite/autoriza hacer afirmaciones sobre lo que Sebreli conoce o desconoce:
“Pero se dirá: de dónde extraigo yo el derecho y la audacia para hacer este
tipo de afirmación. Contesto: es un poco sencillo, pero simplemente de
mi conocimiento personal de Sebreli. Sebreli ignora (y no hay razones de
Estado para ocultar que yo no ignoro que Sebreli lo ignora)” (439). Todo
este juego de palabras para afirmar que Sebreli ignora casi todo acerca del
estructuralismo y de la polémica entre estructuralismo y marxismo—en
la que pretende basar su respuesta a Verón—lo que lleva a Masotta a con-
cluir acerca de su “básica deshonestidad” (440). A continuación intenta,
una vez más, suavizar su conclusión: “yo quisiera que las palabras ‘desho-
nestidad’ y ‘básica’ fueran tomadas, la última en su sentido fuerte y psico-
lógico, y la primera no en su sentido moral sino en su sentido descriptivo”
(440). El resultado del análisis de Masotta, en el que combina a Marx con
Althusser y el peronismo, es que existe una ilegitimidad que los hermana
a los tres: “Y para nuestro caso preciso habría que decir entonces (y no
para cobijarnos bajo el gesto de la frase sartreana) que tanto Sebreli como
Verón, como yo mismo, que los tres somos ilegítimos” (441). La diferencia,
continúa Masotta, es que Sebreli se encierra en su ilegitimidad, a la que
conoce, quedando así condenado en la figura del bastardo sartreano. Pese
a este diagnóstico fuerte de la actitud de Sebreli, Masotta reitera su deseo
de comprender: “¿Será necesario decir que él aquí tiene razón? Hay que
decirlo. No sólo para desarmarlo y para hacer que tal vez pueda escuchar-
nos, sino para comprender los mecanismos por los cuales pretende, a cada
paso, legitimar, más o menos graciosamente, más o menos burdamente,
los productos de aquella ilegitimidad” (442).6 Me interesa anticipar aquí
una nueva flexión de este triángulo Sebreli/Verón/Masotta en el que éste
interviene y se solidariza con las críticas que Verón le hace al primero. Me
refiero a la polémica Verón/Masotta en el enfrentamiento entre psicoaná-
lisis y semiótica.7
Pareciera que llegados a este punto, se hace necesario contextualizar los
contenidos de esta polémica. Tomaré para ellos tres textos: uno es el de
García, ya mencionado; el otro es una intervención de Ricardo Piglia en
ocasión de un homenaje a Masotta; el tercero es el titulado Oscar Masotta
y la fenomenología. Un problema en la historia del psicoanálisis de Hernán
Scholten. Empecemos por este último en el que el autor analiza la vincu-
lación de Masotta con el movimiento fenomenológico y existencialista
(en especial Sartre y Merleau-Ponty) y su reflejo en la escritura crítica así
como en sus diversas polémicas con autores contemporáneos nacionales y
extranjeros (Vocos Lescano, Victoria Ocampo, David Viñas, Raúl Larra) o
con figuras “tradicionales” como Esteban Echeverría, Leopoldo Lugones,
Ricardo Rojas. A lo largo de esos escritos Scholten sigue el rastro de ciertas
categorías sartreanas de las que se vale Masotta: la noción de compromiso
Oscar Masotta: divergencias y convergencias 95
“Todos los temas, digamos así, que elige para hablar de su vida, son temas
arltianos, la locura, la relación con el dinero, con el modo de vestir, con los
amigos traicionados, con el fracaso” (129). Como escena paradigmática de
ese momento en la vida de Masotta, Piglia menciona—y no podía dejar de
hacerlo (nadie que ha escrito con cierta extensión sobre Masotta ha dejado
de hacerlo)—, la foto en la que posa en un traje de Spinelli:
Hay un momento fantástico en el texto, cuando Masotta recuerda una foto
en la que está vestido con un traje de Spinelli que le compró mendigando
un poco a un compañero del secundario, y esa foto de sí mismo un poco
disfrazado, haciendo de Marcelo Sánchez Sorondo como él mismo dice,
que es un momento fantástico, la lectura de una foto que condensa una
red de sentido, que se parece mucho a la lectura que hace Masotta de la
foto donde Arlt aparece vestido de árabe. En uno de sus viajes, Arlt va a
Marruecos y se viste con una túnica pero se le ven los zapatos de Grimoldi,
está disfrazado de árabe pero se le ven los zapatos de Grimoldi. Lo mismo
se podría decir de esa foto, Masotta se mira a sí mismo disfrazado de hom-
bre de clase alta, con ese traje elegante y entonces ve ahí, la misma inde-
cisión, la misma representación que percibe en la escena de Roberto Arlt.
Posar, hacer como si, eso de Arlt lo ve en él, ve a Arlt en él. (129, énfasis mío)
Imitación y parodia. Respecto de esta última García se pregunta: “¿Qué
es parodia en psicoanálisis?” y se responde: “Decir a la manera del incons-
ciente, explicitando la impostura de la imitación y la paráfrasis” (El revés
de la trama 37). Imitación, parodia, análisis de sí o, como concluye Piglia:
“Un testamento escrito como si fuera una carta de amor al que fue. Un
testamento escrito como si fuera una epifanía; o si ustedes quieren, escrito
como si fuera un análisis (como si un análisis se pudiera escribir)” (132).
Paso ahora a considerar la respuesta póstuma de Sebreli al joven
Masotta (como se empeña en calificarlo por ser el único que le interesa) en
su “Anotaciones para un psicoanálisis de Masotta”. El carácter de póstumo
le da a su evocación un tono reminiscente y nostálgico, junto a su carac-
terística dramaticidad: “Vuelven los años 1947 o 1948: recuerdo a Masotta
con guardapolvo blanco y sus deslumbrantes diecisiete o dieciocho años to-
cando a Gershwin en el desvencijado piano del salón de actos de la escuela
Normal, durante un recreo” (El revés de la trama 67, énfasis mío). Y el an-
verso de la moneda: “El desencadenamiento de su locura fue otra causa de
nuestro distanciamiento [la primera fue su posición frente al peronismo
después del 55], él decía que yo le tenía miedo” (69). Hay sin embargo una
vuelta de la euforia cuando Sebreli recupera, en 1965, aquella aristocracia
del espíritu que los uniera en 1949 en la Facultad de la calle Viamonte (“ese
día yo llevaba un libro de Proust bajo el brazo—ese fue el santo y seña—y
Masotta me habló, de Sartre y de Kafka” [68]). En 1965 el libro que tran-
sitoriamente vuelve a reunirlos es Sexo y traición en Roberto Arlt, escrito
por Masotta y prologado por Sebreli quien rememora “nuestras relaciones
pasaban por tan buen momento que Masotta proyectó escribir un ensayo
Oscar Masotta: divergencias y convergencias 97
Notas
1 Dice Correas: “Y no éramos tan excesivamente ingenuos o tan poco matizados como acaso dejé
insinuar más arriba; estábamos provistos de originales franceses: Les Temps Modernes, de los que
hice traer, por intermedio de Hachette, una corpulenta serie de números; el Saint Genet (cuyo
ejemplar, marginalmente anotado en lápiz por Masotta, está en mi biblioteca y en ocasión de
melancolías); las Situations […]” (46).
2 Allí leemos: “1954: formábamos con Masotta y Carlos Correas un grupúsculo loco “existencia-
lista-izquierdista-seudoperonista’, intentábamos formar una fracción dentro del grupo Contorno,
ambicionábamos delirantemente construir una alternativa en la política argentina” (68).
3 Me parece importante anotar que en 1968 aparece en Argentina, publicado por Ediciones de la
Flor, Retrato del aventurero de Roger Stephane, con un prólogo de Jean Paul Sartre fechado en
1950.
4 Dice Hugo Vezetti: “[
] fue esencialmente Masotta un intelectual que corría detrás del público y
se movía con la moda? Porque en verdad jugó a ser el ‘fundador’ y evangelizador de grupos de un
modo que en parte anticipaba al mercado, y continuó su misión en tierras extrañas, según el
modelo del héroe del Far West que siempre se está yendo”(El revés de la trama 56, énfasis mío).
5 Estas polémicas aparecen en el apéndice titulado “Estructuralismo y marxismo” del libro de
Beatriz Sarlo, La batalla de las ideas (1943–1973) 423–442.
6 En esta misma línea Alberto Giordano señala la generosidad de Masotta en su búsqueda de
comprensión y no de denuncia: “Masotta no está interesado en oficiar de policía intelectual (ese
trabajo de funcionarios); él quiere comprender” (86).
7 Véase el artículo de Oscar Steimberg, “Una modernización ‘sui generis’. Masotta/Verón”. Allí
Steimberg subraya la presencia de “una poco común (para entonces) cortesía argumentativa, por
la que se reconocían, desde ambas puntas, importantes coincidencias”(67). Tal vez esa cortesía
mutua proviene del respeto y seriedad que cada una de las “puntas”experimenta respecto del
trabajo propio, y del otro.
8 Tradición jalonada por la presencia de Sarmiento y su dicotomía entre civilización y barbarie; por
el Fausto de Estanislao del Campo; por gran parte de la obra de Borges. García la califica de fixión:
“La historia de Oscar Masotta—dice—es ilustrativa de esa fixión que llevó a que Sarmiento, uno
de los grandes escritores del siglo XIX, también presidente del país—trajera maestras inglesas
con la idea de desterrar al castellano después de haber intentado una reforma ortográfica con la
finalidad de aumentar nuestra distancia con una España que despreciaba en nombre del progreso
(Oscar Masotta: Los ecos de un nombre 21).
9 Respecto de la identificación Masotta/Arlt y eventualmente Sartre/Genet, véase Croce.
10 Conviene consultar el libro de Andrea Giunta, Avant Garde, Internationalism, and Politics en donde
se establece un extenso paralelismo entre las posiciones de Romero Brest y de Masotta respecto
de la nueva estética de los años 60 y, sobre todo, del pop art y el happening. Giunta concluye el
apartado diciendo: “Romero Brest and Masotta arrived, by different arenas, at conclusions that
converged upon a single certainty: pop art, the happenings, ‘media art’, and ‘visual experiences’,
mutually overcoming and devouring one another, had converted Buenos Aires into an avant-garde
center”(188).
Bibliografía
Correas, Carlos. “Pequeño prólogo: la invalidación y el horror argentino” Oscar Masotta. El revés de la
trama. 41–44.
Croce, Marcela. “La polifagia crítica. Oscar Masotta.” Políticas de la crítica. Historia de crítica literaria en
la Argentina. Nicolás Rosa, editor. Buenos Aires: Biblos, 1999. 217–250.
García, Germán Leopoldo. La entrada del psicoanálisis en la Argentina. Obstáculos y perspectivas. Buenos
Aires: Altazor, 1978.
---. “Nosotros, los de entonces.” Oscar Masotta. El revés de la trama. 185–189.
---. Oscar Masotta: Los ecos de un nombre. Barcelona: Eolia, 1992.
104 Jorgelina Cor batta