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En esta clase veremos de qué se tratan estas nuevas subjetividades que configura la era
digital y de qué manera ellas interpelan a las instituciones educativas.
A lo largo del siglo XX, siglo que fue escenario de los principales hechos constitutivos de lo
que se conoce como modernidad, la socialización de los niños estuvo exclusivamente a cargo
de instituciones sociales como la familia y la escuela, ambas, articuladas con el Estado
nacional. Hoy, luego de las transformaciones de los sistemas económicos, la caída de los
Estados de bienestar y la globalización (entre otros), la socialización y construcción de la
identidad está altamente condicionada por otro factor: las prácticas de consumo. Pero se
trata de un consumo en el marco de una era de revoluciones tecnológicas sin precedentes.
Mercado y nuevas tecnologías se ensamblan para constituir un espacio de sociabilidad
productor de nuevas subjetividades.
Pensando la sociedad de los años noventa Castells (1997) desarrolla la idea de la “era de la
información” y “la ciudad global”, para nombrar el mundo en que vivimos, lo que también
llamamos “era digital”. Él señala como una característica principal una nueva experiencia
del tiempo y el espacio: el tiempo lineal ha dado paso al tiempo atemporal y el espacio
de los lugares al espacio de los flujos. Según este autor la “ciudad global” no es vivida como
espacio sino como proceso. Nuevas prácticas y representaciones del tiempo, del espacio y
del propio cuerpo van emergiendo mientras ven desfigurarse antiguas formas de vivenciar el
espacio y el tiempo, aquellas que organizaban la vida en la sociedad de la modernidad.
Tiempos sucesivos son reemplazados por tiempos simultáneos (puedo enviar un mensaje de
texto o una fotografía a la vez que estoy viajando, puedo recibir un mensaje de alguien que
me lo envió desde un lugar donde ya no está). Las nuevas tecnologías tienen un rol central
en la creación de una nueva sensibilidad social y cultural, según la cual la realidad se
decodifica, se aprehende y se habita según ciertas coordenadas, las que –por lo general- se
diferencian notablemente de las coordenadas que ordenan las percepciones y la sensibilidad
antes de la revolución digital.
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La antropóloga Paula Sibilia desarrolla su tesis sobre cómo los usos de Internet reconfiguran
las subjetividades, los modos de ser en la época digital (2008). Los usuarios han devenidos
protagonistas pero sobre todo, productores de contenidos, co-desarrolladores. ¿De qué
manera las transformaciones que implica la revolución digital afectan los procesos mediante
los cuales uno se llega a “ser lo que es”? se pregunta la autora. Uno de los factores refiere a
la transformación de la relación entre el sujeto, su experiencia de sí mismo y su propia vida
íntima y la relación con los otros. La autora presenta una genealogía en los modos en que
los sujetos se constituían a sí mismos en relación con los productos culturales. Ciertas
prácticas culturales habilitan un modo de experiencia de uno mismo y de los otros. En un
tiempo, la lectura configuraba una práctica oral y colectiva, se recitaba para los otros. Las
figuras del juglar y los payadores representan estas prácticas. Se podría decir que esta
práctica representaba un consumo cultural público, compartido. Los relatos luego se
recluyeron en las obras reproducidas industrialmente –imprenta mediante-, y apareció la
novela, un tipo de texto que permitía una relación de interioridad, se requería un tiempo
apropiado para sentarse, leer, recorrer la historia. Había un consumo privado que permitìa
una intimidad extrema. Las redes sociales promueven en cambio la privatización del
consumo sin interioridad alguna con los contenidos que se consumen. -ya sea de fotos,
textos, videos, etc. Se fomenta permanentemente la exteriorización de la intimidad, de la
vida privada de modo que el “hombre público” pierde protagonismo ante el “hombre
privado” que se “roba la cámara”. Las historias personales y singulares pasan a ser de
interés público. La vida entonces adquiere densidad a través de las pantallas. Pensemos por
ejemplo en la compulsión al filmado o fotografiado de las experiencias excepcionales de la
vida: un hijo empieza a caminar, nos vemos compelidos a filmarlo, nos cruzamos con un
personaje a quien admiramos en la calle, buscamos la cámara de fotos para registrar el
momento. La experiencia es en las pantallas. En forma privada y solitaria, se hace pública la
vida privada: se vuelve espectáculo.
Pero ¿Podemos decir que son solo los chicos quienes ejercitan las subjetividades mediáticas
o también nos reconocemos en esos modos? Esta realidad de estar embebidos por
relaciones sociales de nuevos orden adquiere una centralidad notable para el conjunto de la
población, pero en especial para adolescentes y jóvenes, para quienes el acceso a ciertos
bienes materiales y simbólicos se inscribe en el proceso que supone una identidad en
construcción (Kantor, 2008).
Pero no se trata solo del acceso al consumo concreto de uno u otro objeto. Las nuevas
tecnologías han instalado formas de ser, se trata de un cambio cultural. Somos distintos
porque estamos entre recursos, aparatos y posibilidades de relación social que son distintas.
Lo que está en oferta son experiencias culturales, modos de vivir la música, la lectura, el
teatro, el cine, la fotografía, las expresiones diversas e infinitas de la cultura. Al ofertarse un
producto tecnológico se vende mucho más que eso, se vende un modo de ser, de hablar, de
sentir, se vende –y compra- una relación con el mundo. El escrito de Julio Cortázar
“Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj” grafica allá por 1962 y en un modo
precioso esta relación que se establece con un producto de la técnica al adquirirlo.
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qué tenerle miedo. Construye estereotipos
ideales, y de los otros, de aquellos que hay
Los objetos nos ofrecen posibilidades de que huir. Las nuevas tecnologías potencian
hacer y se sentir, de acuerdo a qué podemos esta capacidad del mercado de configurar las
hacer con ellos. En ese sentido el conductas, amplifican, difunden, reproducen.
funcionamiento del mercado básicamente a
través de la publicidad, es tender a Pero si bien el condicionamiento del mercado
formatear, marca el ritmo de la vida, no es solamente a los niños y adolescentes,
decirnos qué nos tiene que gustar y qué no sí es a ellos de manera particular. Uno de los
nos tiene que gustar, qué ver y qué no ver, rasgos entonces que podemos advertir en los
con qué conmovernos y ante qué permanecer estudiantes que asisten a la escuela es que
indiferentes, qué idolatrar, qué despreciar, a responden cual subjetividades
consumidoras. Por momentos sus modos de Preámbulo a las instrucciones para dar
pensar, de estar, de ser, de hablar, lo que cuerda al reloj (Julio Cortázar, 1962)
dicen, lo que no dicen, cómo se piensan,
tiene como referencia una cierta relación con Piensa en esto: cuando te regalan un reloj te
el mercado. No cuesta mucho advertir -tanto regalan un pequeño infierno florido, una cadena
en las publicidades como en la disponibilidad de rosas, un calabozo de aire. No te dan
solamente un reloj, que los cumplas muy
de bienes dirigidos al grupo etario “niños y
felices, y esperamos que te dure porque es de
buena marca, suizo con anácora de rubíes; no
te regalan solamente ese menudo picapedrero
que te atarás a la muñeca y pasearás contigo.
Te regalan -no lo saben, lo terrible es que no lo
saben-, te regalan un nuevo pedazo frágil y
precario de ti mismo, algo que es tuyo, pero no
es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con
su correa como un bracito desesperado
colgándose de tu muñeca. Te regalan la
necesidad de darle cuerda para que siga siendo
un reloj; te regalan la obsesión de a atender a
la hora exacta en las vitrinas de las joyerías, en
el anuncio por la radio, en el servicio telefónico.
Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo
roben, de que se caiga al suelo y se rompa. Te
regalan su marca, y la seguridad de que es una
marca mejor que las otras, te regalan la
tendencia a comparar tu reloj con los demas
relojes. No te regalan un reloj, tu eres el
regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del
reloj.
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¿Nativos digitales?
Debemos saber que la noción se sostiene sobre el supuesto de que los niños o jóvenes
pueden nuclearse y homogeneizarse bajo una única categoría -en este caso que refiere al
uso de nuevas tecnologías- anulándose las distinciones de clase, de género, étnica,
condición socioeconómica, prácticas culturales… Como si por un lado, todos los niños y
jóvenes tuvieran el mismo acceso y uso de las Tics, y por otro, como si eso definiera
absolutamente toda su experiencia en la vida.
Proponemos la discusión del concepto de nativos digitales porque a su vez se vincula a una
mirada que suele poner a la escuela del lado de lo retrógrado, vetusto e impotente, y a las
nuevas tecnologías, del lado de la producción creativa, diversa, rica, esto, sin tener en
cuenta que siempre se trata de prácticas sociales, y que no las hay sino en relación con
condición de producción, de posibilidad, que son cambiantes, modificables, históricas y
complejas.
Otro efecto que se desprende de la noción de “nativo digital” y que afecta directamente al
lugar del docente en la sociedad es que según esa categoría los niños o jóvenes ya nacerían
con el uso aprehendido de las Tics (un uso supuestamente virtuoso), de lo que se desprende
que ellos no tienen necesidad de ningún aprendizaje ulterior sobre el uso de las mismas o
dicho de otro modo, que los adultos no tienen ningún recurso interesante para ofrecer a los
jóvenes, como usos más ricos y más desafiantes de las tecnologías. Inés Dussel (2012)
afirma respecto de esta discusión que “hay que poner en debate el nuevo sentido común que
se está instalando en los estudios sobre la cultura digital y la escuela, que plantea una
jerarquía y una valoración ya definidas de antemano. (…) está lejos de ser el nuevo paraíso
democrático de circulación de los saberes y de la palabra que se prometía al comienzo, y
que los usos más extendidos no son los más ricos y complejos. Eso no quiere decir que haya
que suscribir a una posición nostálgica o que se defienda el actual estado de cosas de las
escuelas; pero sí implica tener una mirada atenta a la complejidad de las transformaciones y
más cauta sobre las políticas y pedagogías que se abren paso”.”
Aceptar el saber del alumno no significa resignar la función pedagógica, no anula el lugar del
docente. Los chicos deben saber en qué contextos usar las diferentes herramientas Tic que
hay disponibles y a su vez, poder razonar acerca de cómo funciona cada una de ellas. Es
decir la posibilidad de la creación está vinculada a enseñar un sentido de la tarea por parte
de la escuela. Delimitar, enmarcar y promover una reflexión acerca de los usos de las Tic es
tarea docente.
Ahora bien, retomemos el planteo previo sobre las nuevas subjetividades. Dijimos que esas
subjetividades mediáticas no son formas exclusivas de los niños, adolescentes o jóvenes. La
fiebre de la hiperconectividad, no poder dejar de mirar la pantalla, de sacar fotos o de
consultar el teléfono son gestos que podemos advertir comúnmente en los adolescentes, y
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también en algunos adultos. En estos tiempos de fluidez, dice Cristina Corea (2004) “hay
una amenaza de superfluidad, de extinguirse, que nos alcanza a todos”. No soy, sino estoy
conectado. Entonces la subjetividad mediática en tanto modo de ser y hacer, está
“disponible” para todos, adultos y chicos, docentes y alumnos. De modo de que más que
nunca la noción de nativos digitales debe repensarse.
Como hemos visto, las nuevas subjetividades hablan de nuevas formas de relacionamiento y
nuevas percepciones del tiempo y el espacio. En los alumnos, pueden verse nuevas
gramáticas y sintaxis, neologismos, ansiedades por la conexión, reclusión en el celular,
nuevos usos del cuerpo, también rangos de atención cortos, hiperactividad, abulia, para
nombrar sus modos menos amables. En los adultos algunas de estas expresiones se repiten,
otras no tanto. ¿Pero acaso toda la población tiene este acceso y relación con Internet y las
nuevas tecnologías? Nos recuerda Sibilia (2008) que en Latinoamérica por ejemplo solo el
15% de la población accede a Internet, de modo que cuando pensamos en estas prácticas
de consumo no hablamos de prácticas de mayorías. Hay enormes cantidades de población
que viven alejados de las redes sociales. No obstante, sin ser masivas numéricamente sí
constituyen prácticas hegemónicas en el sentido de que se instalan como masivas, marcan
tendencias, configuran modos de vida, configuran lo que se conoce como la cultura de una
época.
Veamos algunos planos problemáticos que se abren al pensar la tarea pedagógica en este
escenario de transformaciones subjetivas.
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¿debe considerarse la educación una mercancía? ¿Qué ocurre cuando esto es así? ¿Cuáles
son los efectos de volverla un objeto de consumo?
Cómo se ha explicitado en las clases anteriores, el derecho a la educación forma parte de los
derechos fundamentales que están presentes en los principales documentos legales a los
que adhiere la República Argentina a través de su constitución nacional y además, en su
propia legislación interna en materia de educación.
Otra de las aristas donde la escuela se ve interpelada es en los modos que tienen las
subjetividades de relacionarse con el tiempo y el espacio, que podríamos también pensar
como “participación”. Las subjetividades mediáticas funcionan con modos de atención
dispersa, por lapsos breves. El reino de la subjetividad mediática es el de la opinión, no del
pensamiento. El modo “multitarea”, “ventanas múltiples” o “multitask” a los que las
computadoras nos han acostumbrado no permiten un tiempo de asimilación y reflexión de
los contenidos que se enseñan. Y la dispersión, como señala Sibilia1, “atenta contra el
pensamiento crítico”.
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diversos sitios para la elaboración de contenidos propios, de difusión de mensajes
particulares, de realización de proyectos colectivos, de reunión de voluntades, y de
publicación de información, imágenes, videos, datos propios o ajenos. Las tic hoy ofrecen
infinitas posibilidades de expresión y creación. Aprovechadas, son una caja de herramientas
muy potente de promoción del conocimiento, de producción y aprendizaje.
En este sentido, los adultos debemos tener presente que dado que las nuevas generaciones
de chicos han nacido en contacto con la nueva tecnología, los procesos de enseñanza
aprendizaje deben necesariamente modificarse. La relación del adulto con el saber se ve
modificada, y por lo tanto, su lugar. Los adultos de la escuela debemos estar dispuestos a
aprender de nuestros estudiantes, en un proceso de enseñanza-aprendizaje que se revela
mucho más circular y horizontal. Pero en ese mismo proceso, la escuela debe producir una
diferencia con la cultura que los alumnos (y a veces también los adultos) traen del mundo
de las comunicaciones en el que pasan mucho tiempo.
Habiendo llegado el cierre de esta clase 2, les recordamos que no hay actividades
obligatorias para realizar, y los invitamos a participar del foro de discusión sobre cómo
participamos en tanto adultos en los entornos virtuales. ¿qué subjetividad ponemos en
juego?
Actividad
Foro 3 (optativo)
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experiencias de participación como docentes en las distintas instancias de
formación virtual que recorrieron y discutamos en torno a ellas.
Bibliografía
▪ Dussel, I. (2012) “Más allá del mito de los <nativos digitales>. Jóvenes, escuela y
saberes en la cultura digital.” En: Southwell, M. (comp.) Entre generaciones.
Exploraciones sobre educación, cultura e instituciones. Homosapiens ediciones.
Flacso Área Educación. Rosario, Argentina.
▪ De Certeau, M. (1996), Invención de lo cotidiano. I. Artes de hacer, México,
Universidad Iberoamericana.
▪ Kantor, D. (2008), Variaciones para educar adolescentes y jóvenes, Buenos Aires. Del
estante editorial.
▪ Corea, C. Lewkowicz, I. (2004) Pedagogía del aburrido. Escuelas destituidas, familias
perplejas. Buenos Aires, Paidós.
▪ Leyes: principales instrumentos legales sobre derechos humanos y memoria.
Comentado por Ana María Careaga; ilustrado por León Ferrari. 1ª ed. Buenos Aires:
Instituto Espacio para la memoria, 2007. www.institutomemoria.org.ar
▪ Reguillo Cruz, R (2008). La condición juvenil en América Latina contemporánea:
biografías, incertidumbres y lugares. Realizada en el marco del ciclo Cátedra Abierta,
organizado por el Observatorio Argentino de Violencia en las Escuelas. Ministerio de
Educación de la Nación.
▪ Sibilia, P. Entrevista publicada en La Nación. 25 de mayo de 2014.
▪ Sibilia, P (2008). La intimidad como espectáculo. 1a ed. Buenos Aires: Fondo de
Cultura Económica.
▪ Zelmanovich, P. Videoconferencia “Violencia y desamparo”. Realizada en el marco del
ciclo Cátedra Abierta, organizado por el Observatorio Argentino de Violencia en las
Escuelas. 2009.
Autor: Equipo del Observatorio Argentino de Violencia en las escuelas. Área de Inclusión
democrática en las escuelas. Subsecretaría de Equidad y Calidad. Ministerio de Educación de la
Nación.
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