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UNIDAD 3:
La Historia Deuteronomista
La historia deuteronomista es una obra formada por los libros del Deuteronomio, Josué,
Jueces, I y II Samuel y I y II Reyes.1 Recibe este nombre por haberse inspirado en los
principios teológicos del libro del Deuteronomio y está compuesta por los relatos de la
historia de Israel desde el año 1230 hasta el año 587 a.C. Aproximadamente desde el
éxodo hasta la deportación a Babilonia. Es decir abarca unos 700 años de historia.
En la Biblia hebrea como ya vimos en la Unidad 1 este conjunto de libros es llamado:
“profetas anteriores”; “Profetas”: porque en estos libros aparecen varios profetas como:
Samuel, Natán, Gad, Elías, Eliseo, Juldá, etc. y porque analizan la historia con una
mirada y pensamiento profético y “anteriores” porque están antes de los libros
propiamente proféticos (Isaías, Jeremías, Ezequiel, etc.).
Veamos el siguiente cuadro:
Anteriores Posteriores
Josué Isaías
Jueces Jeremías
1 y 2 de Samuel Ezequiel
Los doce profetas
1 y 2 de Reyes
menores
1
El libro de Rut fue insertado entre el libro de los Jueces y el primer libro de Samuel en la Biblia
griega porque al mencionar a los jueces encajaría en el período histórico de estos personajes.
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Con el tiempo se empieza a advertir que estos seis libros tenían rasgos literarios y
teológicos comunes y que se trataba de una obra homogénea. Ya no resultaba lógico
pensar en varios autores diferentes y sin relación entre ellos para cada libro, sino en un
mismo autor (o varios) que habían compuesto toda la obra como una unidad y con un fin
teológico específico.
Tampoco parecía adecuado separar en forma terminante a estos seis libros del libro del
Deuteronomio que los precede.
Cuando se comienza a advertir los elementos comunes que tienen los libros (siglo XVI)
se esbozan distintas teorías y se propone que estos fueron compilados por Esdras durante
la época persa y de esta manera los autores no serían contemporáneos de los hechos
relatados.
En el año 1942 y oponiéndose a las tendencias que estaban vigentes hasta ese momento
Martin Noth propone:
Que antes del exilio no existían libros independientes ni documentos del tipo
Yavista y Elohista, que hablasen del período que va desde jueces hasta la
monarquía (solamente para relatos anteriores serían validos J y E). Según él
existían algunas pequeñas obras (teoría de los fragmentos) que un autor del exilio
utilizó para componer la historia deuteronomista.
Que se trata de una obra homogénea de un solo autor; a este autor se lo llama
“deuteronomista”.
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Con el tiempo no tardaron en surgir algunas críticas a la hipótesis elaborada por M. Noth.
Brevemente veremos que propusieron otros autores respecto a la cantidad de ediciones
que tuvo esta obra.
Como habremos notado la mayoría de los autores se inclina por creer en varias ediciones.
Algunos autores ubican estas ediciones en la misma época y otros en épocas diferentes.
Es difícil en estos temas de investigación llegar a un consenso. Diremos entonces que no
se sabe con certeza si el autor de la obra fue uno solo como sostenía M. Noth o tal vez
dos (uno anterior al exilio y otro posterior), o tres (todos en el exilio), o bien una escuela
de pensamiento. Por ello a su autor se lo suele llamar “el deuteronomista”, con lo cual se
contemplan todas las posibilidades. Sí sabemos algo con certeza: y es que el Espíritu
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Santo inspiró esta obra monumental (en sus diversos autores y ediciones) que nos
permite entrar en la dinámica de un pueblo elegido por Dios con el que hizo una Alianza
cuyas promesas llegan hasta nosotros hoy.
La primera edición del libro del Deuteronomio, que correspondería a los capítulos
12 al 28 del libro actual.
Diversas tradiciones sobre la conquista de la tierra, y listas geográficas sobre el
reparto de la misma.
Historias heroicas de unos personajes denominados “jueces”.
Tres ciclos de tradiciones acerca de Samuel, Saúl y David, respectivamente.
Los ciclos proféticos de Elías, Eliseo e Isaías.
Algunas fuentes oficiales de los reinos: “Los Hechos de Salomón”, “los Anales de
los reyes de Judá” y “los Anales de los reyes de Israel” (cf. 2 R 10,34).
Entre los elementos literarios que dan unidad y que cohesionan la historia deuteronomista
se pueden mencionar:
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Parece bastante sensato pensar que esta obra es el intento de comprender en una mirada
retrospectiva el porqué de las desgracias que había vivido el pueblo. La caída de Samaría
y luego de Jerusalén con las consiguientes deportaciones fue un duro golpe para Israel
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con consecuencias económicas, sociales, religiosas y políticas. ¿Por qué le había hecho
esto Dios a su pueblo? ¿Por qué el exilio? ¿Por qué la destrucción del Templo, de la
ciudad Santa? La destrucción del Templo planteaba un grave problema de fe. ¿Qué
pasaba con la dinastía davídica, la tierra prometida, la ciudad santa? Estos hechos
parecían desmentir las promesas y producían decepción en los israelitas.
Para responder a estos interrogantes fue escrita la Historia Deuteronomista, para ello
recurrió al pasado el autor como recurso para explicar el presente.
Y la respuesta que se dará a través de estos libros donde el autor somete a examen a la
historia es: la apostasía de Israel y los pecados de sus reyes que los condujeron al culto de
dioses paganos son los responsables de todo lo sucedido. No es Dios el culpable sino su
pueblo que no ha permanecido fiel.
Las antiguas promesas habían sido hechas en forma condicional al cumplimiento de la
alianza.
Leamos:
Dt 29,21-27
“Cuando la generación futura, es decir, vuestros hijos, así como el extranjero llegado de
un país lejano, vean las plagas de esta tierra y las enfermedades con que Yahvé la
castigará, exclamarán: «Su tierra no es más que azufre y sal, un brasero. Nadie podrá
sembrar; nada germinará ni hierba alguna crecerá en ella, como en la catástrofe de
Sodoma y Gomorra, Admá y Seboín, que Yahvé asoló lleno de ira y furor.» Todas las
naciones preguntarán: «Por qué ha tratado así Yahvé a esta tierra? ¿Por qué el ardor de
tanta ira?» Y alguien responderá: «Porque han abandonado la alianza que Yahvé, Dios de
sus padres, había concluido con ellos al sacarlos del país de Egipto. Se han ido a servir a
otros dioses y se han postrado ante ellos, dioses que no conocían y que él no les había
asignado. Por eso se ha encendido la ira de Yahvé contra este país y ha traído sobre él
toda la maldición escrita en este libro. Yahvé los ha arrancado de su tierra con ira, furor y
gran indignación, y los ha arrojado a otro país, donde hoy están.» Las cosas secretas
pertenecen a Yahvé nuestro Dios, pero las cosas reveladas nos pertenecen a nosotros y a
nuestros hijos para siempre, a fin de que pongamos en práctica todas las palabras de esta
Ley”.
Dt 30,15-20
“Mira, yo pongo hoy delante de ti la vida y el bien, la muerte y el mal. Si escuchas los
mandamientos de Yahvé tu Dios que yo te mando hoy, amando a Yahvé tu Dios,
siguiendo sus directrices y guardando sus mandamientos, preceptos y normas, vivirás y te
multiplicarás; Yahvé tu Dios te bendecirá en la tierra en la que vas a entrar para tomarla
en posesión. Pero si tu corazón se desvía y no escuchas, si te dejas arrastrar y te postras
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ante otros dioses y les das culto, yo os declaro hoy que pereceréis sin remedio y que no
viviréis muchos días en el suelo que vas a tomar en posesión al pasar el Jordán.
Pongo hoy por testigos contra vosotros al cielo y a la tierra: te pongo delante vida o
muerte, bendición o maldición. Escoge la vida, para que viváis tú y tu descendencia,
amando a Yahvé tu Dios, escuchando su voz, viviendo unido a él. Piensa que de ello
depende tu vida, así como la prolongación de tus días mientras habites en la tierra que
Yahvé juró dar a tus padres Abrahán, Isaac y Jacob”.
Si bien en el exilio se encontraban sin rey, Dios había prometido a David una
descendencia por siempre. Tarde o temprano esto llegaría.
Otros autores (por ejemplo Hans Walter Wolff, 1961) proponen que la obra tiene como
finalidad el llamado a la conversión. Por ello el autor mencionado al analizar la historia
narrada en estos libros percibe que el tema de la conversión está muy presente en algunos
momentos claves.
Resumiendo:
La finalidad es para algunos estudiosos:
Un mensaje de esperanza
Un llamado a la conversión
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Nos detendremos particularmente en el libro del Deuteronomio ya que este libro es como
una especie de “introducción” o “prólogo” a la historia deuteronomista de la que venimos
hablando. Los libros restantes están tratados en la presentación.
En el año 622 a.C. el rey Josías ordena realizar una restauración en el templo de
Jerusalén (cf. 2 R 22,8-13). Leamos que sucede luego:
“El sumo sacerdote Jilquías dijo al escriba Safán: «He hallado en el templo de Yahvé un
rollo de la Doctrina.» Jilquías entregó el rollo a Safán, que lo leyó. El secretario Safán se
presentó al rey y le dio cuenta: «Tus siervos han pesado el dinero depositado en el templo
y lo han entregado a los capataces encargados del templo de Yahvé.» El secretario Safán
informó también al rey: «El sumo sacerdote Jilquías me ha entregado un rollo.» Y Safán
lo leyó ante el rey. Consulta a la profetisa Juldá.
Cuando el rey oyó las palabras contenidas en el rollo de la Doctrina, rasgó sus vestiduras.
Entonces ordenó al sacerdote Jilquías, a Ajicán, hijo de Safán, a Acbor, hijo de Miqueas,
al escriba Safány a Asayas, ministro del rey: «Id a consultar a Yahvé por mí y por el
pueblo y por todo Judá a propósito de las palabras de este rollo que se ha encontrado,
pues ha debido de encenderse la ira de Yahvé contra nosotros, porque nuestros padres no
obedecieron las palabras de este rollo; no hicieron lo que está escrito para nosotros.»”
Tal como leímos, en medio de la restauración del templo se encuentra un rollo. Este rollo
es llamado “libro de la ley” o “libro de la alianza” (cf. 2 R 23,2.21).
Actualmente se acepta, con bastante consenso por parte de los estudiosos bíblicos que
este rollo hallado en el Templo corresponde a una primera edición del libro del
Deuteronomio y que abarcaría los actuales capítulos del 12 al 26 aproximadamente.
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contenido del libro del Deuteronomio que le sirvió de base. Esta reforma religiosa se
llevó a cabo en el año 622.
Un Dios:
La reforma de Josías es una cruzada monoteísta. Moisés y el pueblo habían sido
henoteístas y monólatras, es decir que adoraban a un solo Dios pero admitían la
existencia de otros dioses. Esto puede parecer extraño pero bastante más tarde el
pueblo será realmente monoteísta: es decir no sólo adorará a un solo Dios sino
que no admitirá la existencia de otros dioses. Un solo Dios, un solo nombre que
expresa la presencia y el poder de Dios, no está dividido en distintas deidades,
gobierna todo el universo, no solo a Israel.
Un santuario:
El libro del Deuteronomio señala que debe haber un solo lugar para adorar a Dios.
Es decir el culto debe estar centralizado en Jerusalén. Y debían ser destruidos los
santuarios locales. Esto es totalmente innovador (cf. Dt 12,2-6). El hecho de que
Dios sea “único” y “uno” implica el esfuerzo de intentar no contaminarse con
prácticas paganas. Es posible que en las primeras redacciones del Deuteronomio
se refieran no a Jerusalén todavía sino algún lugar santo del norte como por
ejemplo Siquén o Siló (donde conoció sus primeros pasos este libro). Más
adelante queda claro que el único lugar donde se debería dar culto a Yavhé es en
Jerusalén.
Un pueblo:
El destinatario del Deuteronomio es todo el pueblo considerado como una unidad,
no hay separación ni distinción entre tribus o familias. Todos son considerados
hermanos (cf. Dt 19,5-6 donde se considera a todos como “prójimo” y cf. Dt
26,18-19 donde se habla del pueblo en general).
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Una elección
Israel no es elegido por ser el mejor o el más grande (cf. Dt 9,4-6), sino por puro
amor. Es el profeta Oseas quien introduce esta categoría de la que depende el
Deuteronomio, para él Dios es el esposo que ama a pesar de la infidelidad.
Una alianza
En el AT se distinguen tres alianzas principales: la alianza de Abrahán (Gn 15,
17), la alianza del Sinaí (Ex 19,34) y la alianza de (David 2 S 7). El énfasis del
Deuteronomio recae en la alianza del monte Horeb, nombre con que se designa al
Sinaí. Este libro está presentado como un anexo o complemento de la ley y
alianza del Horeb (el sentido de la palabra Deuteronomio es “segunda ley”). Los
autores del Deuteronomio tienen conciencia de pertenecer a Moisés y su
generación, por ese motivo se sienten autorizados a actualizar y reinterpretar la
alianza del Horeb a la medida de las necesidades de sus contemporáneos.
Una ley
El Deuteronomio es claramente el libro de la ley. De esa manera lo llamaron los
sacerdotes al encontrarlo en el Templo de Jerusalén; en él están consignadas las
cláusulas que han de regir las relaciones del pueblo con Dios. La finalidad de la
ley no es imponer obligaciones arbitrarias, sino señalar el camino de la felicidad,
y esto es a lo que invita el Deuteronomio. No en el sentido de que Dios premiara
el buen comportamiento, sino en cuanto que las leyes señalan el camino de la
felicidad.
Leer: el amor por la ley (Dt 30,11-14).
Una tierra:
El Deuteronomio recalca el carácter gratuito del don de la tierra. La tierra es un
don de Dios y es cumplimiento de la promesa (cf. Dt 6,20-25). Excluye la
autosuficiencia y el derecho de propiedad que se pueda aducir el pueblo por sus
propios méritos.
“No digas para tus adentros: «Con mi propia fuerza y el poder de mi mano me he creado
esta riqueza», sino acuérdate de Yahvé tu Dios, que es quien te da la fuerza necesaria para
crear la riqueza, cumpliendo así la alianza que prometió a tus padres bajo juramento, como
lo hace hoy” (Dt 8,17-18).
“Cuando Yahvé tu Dios los vaya expulsando a tu paso, no digas para tus adentros: «Por mis
méritos me ha hecho Yahvé entrar en posesión de esta tierra», siendo así que sólo por la
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perversidad de estas naciones las desaloja Yahvé a tu paso. No pienses que llegarás a tomar
posesión de su tierra por propios méritos ni por la rectitud de tu corazón. Si Yahvé tu Dios
las desaloja a tu paso es sólo por la perversidad de dichas naciones; y también por cumplir
la palabra que juró a tus padres, Abrahán, Isaac y Jacob. Has de saber, pues, que no es por
tu justicia por lo que Yahvé tu Dios te da en posesión esa tierra buena, ya que eres un
pueblo de dura cerviz” (Dt 9,4-6).
La tierra y la ley son dones inseparables, perder una implica perder la otra y en los
últimos estratos del Deuteronomio el incumplimiento de la ley es ya un hecho
consumado, de ahí que el destierro y la pérdida de la tierra son presentados como un
hecho perteneciente al pasado (cf. Dt 29, 21-27).
Hay que tener en cuenta que los grandes temas teológicos del libro del Deuteronomio
continúan en el resto de los libros que componen la obra deuteronomista. Es decir que la
enseñanza del Deuteronomio se vierte en los libros de Josué, Jueces, Samuel y Reyes.
Conclusión:
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“4 Escucha, Israel: Yahvé nuestro Dios es el único Yahvé. 5 Amarás a Yahvé tu Dios
con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas. 6 Que penetren en tu
mente estas palabras que yo te dicto hoy. 7 Se las repetirás a tus hijos, les hablarás
de ellas tanto si estás en casa como si vas de viaje, así acostado como levantado; 8 las
atarás a tu mano como una señal, y serán como una insignia entre tus ojos; 9 las
escribirás en las jambas de tu casa y en tus puertas”.
https://www.youtube.com/watch?v=82JbnMWKtSE
V. 6 “Que penetren en tu mente estas palabras que yo te dicto hoy”. ¿A qué palabras
se refiere? Se refiere a los mandamientos, (cf. Dt 5,1.22.31) las normas, los preceptos que
Dios ha dado a su pueblo.
V. 7 “Se las repetirás a tus hijos, les hablarás de ellas tanto si estás en casa como si
vas de viaje, así acostado como levantado;” Se trata de un aprendizaje y reflexión
permanente para cada uno y para las generaciones futuras. Algo vital que hay que
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transmitir en toda ocasión. “estar en casa, de viaje, acostado, levantado” indican toda la
existencia consagrada a la fidelidad a Dios. Es un amor existencial.
Vs. 8 al 9 “las atarás a tu mano como una señal, y serán como una insignia entre tus
ojos; las escribirás en las jambas de tu casa y en tus puertas”. No basta sólo con
hablar de estas palabras, hay que escribirlas para recordarlas. Aunque no se utiliza en este
texto el verbo “recordar”, en otras partes del libro del Deuteronomio se invita al pueblo a
recordar con fidelidad. La mano, signo de la acción, va acompañada de la frente, signo
del pensamiento y de las decisiones, y de los postes y la puerta de la casa, signo de la
vida social.
Esta teología tan rica que nos presenta el libro del Deuteronomio va acompañada también
de una rica espiritualidad de la que podemos extraer grandes enseñanzas para nosotros
hoy. En este libro se percibe una gran sensibilidad social. En especial por los más pobres
y desprotegidos. Tengamos en cuenta que “los pobres” en la Biblia son: el huérfano y la
viuda (Dt 10,18; 14,29), el jornalero (Dt 24,14), los mendigos (Dt 15,4.7.9.11), el
extranjero (Dt 1,16; 5,14; 10,18-19), los siervos y esclavos (Dt 5,14.15) y los
empobrecidos por alguna causa (Dt 15,11; 24,12-15). El amor no se cierra únicamente a
Dios, ya que tiene una dimensión horizontal, social. Leamos:
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