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EL ORDEN DE LA INVESTIGACIÓN E INVESTIGACIONES DE DELITOS GRAVES 1


Martín Innes

La investigación es un acto en tres 'movimientos'. Sea que nos preocupemos por una actividad investigativa
específica o por un proceso investigativo más complejo que comprenda prácticas y líneas de investigación
conectadas, esos tres movimientos interrelacionados siempre están presentes. El primer movimiento
implica "identificar y adquirir", que forma la base de una investigación. La tarea clave es separar qué es
relevante para las preocupaciones particulares de una investigación individual, de lo potencialmente
disponible pero que no es relevante.

Este proceso de identificación y adquisición informa el segundo movimiento del acto, que es "interpretar y
comprender". Interpretar y comprender es donde la información es traducida a inteligencia o
conocimiento. Esta fase involucra la construcción de inferencias e hipótesis y la pieza particular de
información que se ajusta junto con otras cosas conocidas.

El tercer movimiento de investigación es "ordenar y representar" la información de manera que garantice


las interpretaciones y la comprensión que han sido construidas. Se trata de configurar el nuevo
conocimiento con el conocimiento existente en poder del investigador en un formato que permite
establecer y comunicar una solución a la pregunta que es el foco de la investigación. Esto puede involucrar
la comunicación como evidencia o como una narrativa adecuada para un consumo cultural más amplio.

Esos tres movimientos proveen colectivamente al acto de investigación su sentido más básico de forma,
proceso y estructura. Como tales, constituyen los cimientos de lo que podríamos llamar útilmente "el orden
de la investigación" - es decir, la secuencia de prácticas de organización, interpretación y comunicación de
la información que permiten que una investigación construya un relato de cómo y por qué sucedió un
evento. La función básica del orden de la investigación es reducir la incertidumbre. Una investigación es
ejecutada porque existe alguna duda acerca de un evento o condición que, se predice, un proceso
investigativo puede ayudar a determinar. El orden de la investigación articula cómo la policía no lleva a
cabo sus actividades investigativas de manera aleatoria o no estructurada. Más bien, se guían por una serie
compleja de políticas, sistemas, directrices, procedimientos y convenciones formales e informales (Innes
2003a).

Aplicado al campo de las investigaciones policiales de delitos, concebir las investigaciones policiales como
un intento de reducir la incertidumbre a través de un proceso estructurado ilumina aspectos de su trabajo
tanto proactivo como reactivo. Como señala Maguire (2000), las investigaciones proactivas se rigen por una
lógica de gestión de riesgos donde la incertidumbre a resolver es establecer si un actor en particular es
probable que participe en actividades delictivas que pueden ser prevenidas de algún modo, o por las cuales
puede ser arrestado. En cambio, las investigaciones reactivas son ex post facto, posteriores a la comisión de
un hecho delictivo, donde la tarea fundamental es establecer quién hizo qué a 'quién, cuándo, dónde, cómo
y por qué'.

En este capítulo usaré el aparato conceptual esbozado antes para iluminar la realización de investigaciones
criminales mayores sobre homicidios, como un tipo particular de investigación policial reactiva a gran
escala. Mi objetivo es brindar una descripción general de algunas de las políticas, los procesos y las
prácticas clave que colectivamente modelan las formas en que se realizan las principales investigaciones
sobre delitos. Al hacerlo, también abordaré cuestiones relacionadas con la toma de decisiones y las
conexiones entre el servicio de policía de delitos mayores y otros aspectos del 'tema policial' en un esfuerzo
por mostrar las formas complejas en que se estructuran los procedimientos por delitos graves. El capítulo
comienza con una breve descripción de la literatura sobre investigación criminal para identificar algunos
hallazgos clave de investigación que son relevantes para comprender la realización de investigaciones
criminales mayores. Luego se enfoca en las tres fases del orden de la investigación identificadas

1
Innes, M. (2007). Investigation order and major crime enquiries. Capítulo 10, pp. 255-276. Handbook of Criminal
Investigation. Edited by Tim Newburn, Tom Williamson and Alan Wright. Willan Publishing. Tapa dura ISBN-978-1-
84392-188-2. Libro de bolsillo ISBN-978-1-84392-187-5. Trad. Mg. Carlos G. Blanco.
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previamente, antes de considerar el rol y la naturaleza de la toma de decisiones investigativas. La parte


final del capítulo pasa a considerar cómo y por qué algunas investigaciones encuentran problemas.
La organización social de la investigación. En contraste directo con el alto perfil que tienen las
investigaciones de homicidios en los medios, la investigación empírica sobre la realización de
investigaciones criminales mayores sigue siendo rara, comparativamente. Las razones de esto parecen ser
cuatro: (1) el acceso ha resultado difícil de negociar, con la policía algo renuente a brindar asistencia a los
investigadores debido a una serie de preocupaciones de seguridad, legales y de recursos; (2) hasta hace
relativamente poco, los datos no han estado disponibles en una forma especialmente propicia para la
realización de análisis secundarios cualitativos o cuantitativos; (3) ciertamente en el Reino Unido, las cifras
base históricamente bajas para el homicidio doloso en comparación con otros tipos de delitos de volumen
han significado que la prioridad política se centró consistentemente en el último en vez del primero y (4) en
conexión con el punto 3, cualquier preocupación potencial acerca de los errores del sistema y del proceso
en la realización de investigaciones criminales mayores ha sido mitigada por el hecho de que la tasa de
detección ha estado constantemente en la región del 90 % para todos los casos de homicidio doloso.

Dado que existe esta escasez de investigación centrada específicamente en investigaciones de delitos
graves, es potencialmente instructivo examinar estudios de otros tipos de investigaciones policiales para
identificar cómo pueden informar nuestra comprensión de las investigaciones de delitos graves. Se pueden
identificar tres hallazgos clave relevantes:

1 El trabajo de investigación es rutinario y ordenado.


2 Las investigaciones son formas de trabajo de información.
3 Los relatos del crimen son artefactos (del latín arte factum 'hecho con arte') de los métodos policiales.

Rutinización. Los estudios sobre la investigación de delitos de volumen2 han tendido a enfatizar las
realidades mundanas del trabajo de detective y el hecho de que gran parte de lo realizado es una forma de
gestión burocrática del delito - hacer trámites y revisar archivos de casos (Ericson 1993). Las soluciones al
delito son, para la mayoría de los tipos de delitos de volumen, comparativamente raras y, cuando ocurren,
tienden a ser producto de la calidad y cantidad de información brindada a la policía por miembros del
público presentados como víctimas o testigos, en vez de cualquier acción tomada por los investigadores de
la policía (Greenwood et al. 1977). La imagen que surge de la investigación contrasta directamente con las
glamorosas ficciones mediáticas del detective empedernido, que posee una percepción intuitiva de los
procesos de pensamiento del actor criminal "malvado".

Por último, sin embargo, esta representación no debería ser tan sorprendente ya que la función clave de las
organizaciones formales es la racionalización y la rutinización de la acción (Scott 1998). En mi propia
investigación etnográfica sobre la investigación de homicidios, encontré que la mayoría de las
investigaciones mayores tendían a ser altamente rutinarias y estandarizadas, aunque diferentes en
términos de escala y recursos en comparación con los delitos de volumen (Innes 2003a). Diferencié entre
casos de "auto solución", "whodunit" (¿quién lo hizo?) e "híbridos", clasificaciones analíticas que hacen eco
del trabajo periodístico de David Simon (1991) en Baltimore y lo que él denominó "dunkers" (mojadores) y
"whodunits". Mi trabajo de observación sugirió que las estructuras de proceso de muchas investigaciones
policiales sobre homicidios se ajustaban a un modelo de proceso investigativo "auto solucionador", en el
que, debido a las circunstancias en las que ocurrían, la identificación de un sospechoso era un asunto
comparativamente rutinario y sin complicaciones (Innes 2002b). A esto ayudó el hecho de que, en una
etapa temprana de sus investigaciones, la policía recibió suficiente calidad y cantidad de información para
permitirles identificar a un sospechoso.

Esto usualmente se debió a que tenían testigos de un altercado fatal que pudieron proveer pistas claras
sobre la identidad de un posible sospechoso o, alternativamente, en un número significativo de homicidios,
debido a las circunstancias en que ocurrieron, los sospechosos potenciales se autoincriminaron. En
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Crimen de volumen (Volume Crime): cualquier delito que, por su volumen, tiene un impacto significativo en la
comunidad y la capacidad de la policía local para abordarlo. A menudo incluye delitos prioritarios como el robo
callejero, el robo con allanamiento de morada y la delincuencia relacionada con vehículos, pero también puede
aplicarse a daños o agresiones criminales.
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consecuencia, al responder a esos incidentes, el trabajo policial gravitó en gran medida en torno a la
construcción de un caso para la acusación (McConville et al. 1991). Los casos más complejos y difíciles de
resolver de "whodunit" (¿quién lo hizo?) constituyeron solo una minoría de los que la policía trató, a pesar
de que son este tipo de investigaciones las proyectadas públicamente como el arquetipo de lo que hacen
los detectives de la policía (Reiner 1997). Incluso en esos casos, se percibía un claro sentido de orden y
estructura en la conducción del trabajo policial. La categoría híbrida se usó para cubrir aquellos que caían
en algún lugar entre los dos tipos ideales de auto solución, y la historia sobre un crimen y el intento de
descubrir quién lo cometió.

Es importante diferenciar entre los auto solucionadores, los híbridos y los "whodunit" (¿quién lo hizo?)
porque refleja cómo los casos no son unidades fácilmente comparables (Manning 1988). Las circunstancias
que rodean una muerte pueden hacer que sea más o menos fácil para la policía establecer qué sucedió y, al
final, la policía no controla todos los factores que determinan si es probable que se logre un resultado
exitoso o no.

Trabajo de información. Los estudios de las respuestas policiales al delito de volumen han enfatizado
repetidamente el grado en que los detectives se dedican a hacer cosas con información (Willmer 1970;
Hobbs 1988; Manning 1988). Asimismo, las investigaciones sobre delitos graves son, en esencia, formas de
trabajo de información (Innes 2003a). Los detectives se dedican a tratar de identificar la información,
interpretar su significado y ensamblarla en una forma que les permita establecer si se ha producido un
delito, en caso afirmativo, cómo y quién es responsable de su comisión. Al hacerlo, participan activamente
en la conversión de esta información en varios modos clave: conocimiento - información para la que se ha
establecido su validez y confiabilidad y, por lo tanto, se le puede atribuir un estatus fáctico; inteligencia -
información de diversa procedencia que puede ser usada internamente por la organización policial para
trazar acciones futuras y líneas de investigación; y evidencia - información que ha sido reunida en un
formato adecuado para su uso en el proceso legal con sus dictados y convenciones particulares (Maguire
2003).

Hay una serie de fuentes clave de los diferentes tipos de información con los que trabajan los
investigadores. Esos serán discutidos con más detalle, pero pueden ser resumidos como sigue:

• Materiales físicos de la escena del crimen y otros lugares que son objeto de diversos análisis forenses.

• Relatos verbales de testigos y posibles sospechosos sobre su percepción de lo que supuestamente


sucedió.

• Inteligencia en bases de datos policiales o de otras agencias sobre posibles sospechosos del delito.

Esos distintos tipos de información implican diferentes problemas y cuestiones para los oficiales en
términos de identificarlos y evaluar los niveles de validez y confiabilidad. La disponibilidad de información
también sirve para estructurar el proceso investigativo. En la mayoría de las investigaciones sobre delitos
graves, el proceso está estructurado por un cambio bastante rápido de un estado de poca información a un
estado de mucha información (Feist y Newiss 2001; Innes 2002a). Al comienzo de una investigación, el
problema de la policía es que a menudo necesitan obtener información para poder comenzar a armar un
relato plausible sobre qué ha ocurrido. Sin embargo, a medida que comienzan a implementar sus
procedimientos de rutina y se establecen líneas de investigación para permitir la copilación de información
básica, esta problemática inicial es reemplazada por una segunda, que se parece más a un problema de
gestión de la información (Innes 2003a). Así, a medida que la actividad investigativa policial comienza a
cobrar impulso, la atención deviene más preocupada por clasificar la información e identificar aquellas
pistas que han de ser desarrolladas a través de nuevas líneas de investigación.

Este cambio de un estado de información bajo a alto es una dinámica importante en términos de
comprender el funcionamiento del enfoque del sistema investigativo, pero también cómo se desarrollan los
aspectos procesales del orden de la investigación. En las primeras etapas de una pesquisa, se pueden
implementar Procedimientos Operativos Estandarizados para comenzar a generar un flujo de información.
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A medida que más información comienza a ser adquirida, entonces debe ser procesada para determinar si
aumenta el acervo de conocimiento del equipo y si se justifica lanzar una nueva línea de investigación para
darle seguimiento. En consecuencia, a medida que una investigación policial comienza a cambiar de un
estado de información bajo a alto, el enfoque de las prácticas investigativas que realizan los oficiales debe
cambiar para centrarse más en el sospechoso.
Artefactos3 del método investigativo. Reflejando esos problemas delineados más arriba, las investigaciones
son conceptualizadas mejor como una empresa constructiva (McConville et al. 1991). El relato que produce
la policía del crimen es un artefacto de los métodos que emplea para investigarlo. La policía no descubre
simplemente los hechos del caso; más bien, los constituyen a través del despliegue de ciertos métodos y
técnicas investigativas. Así, el relato policial de un incidente no es algo descubierto, sino algo que es
fabricado activamente, como resultado de las líneas de investigación que son establecidas y de cómo es
interpretada y da sentido a la información.

Comprender que los detalles de un incidente son artefactos de los métodos policiales es especialmente
pertinente para considerar la cuestión de cómo y por qué las investigaciones a veces yerran. Una atención
significativa se ha centrado en una serie de errores judiciales históricos y más recientes relacionados con
investigaciones de delitos graves (ver Capítulo 25). La preocupación aquí ha sido un problema de falsos
positivos (error por el cual al realizar una exploración física o una prueba complementaria su resultado
indica una enfermedad dada, cuando en realidad no la hay) donde, por una variedad de razones, la policía
identificó y procesó a alguien como el principal sospechoso, asegurando una condena, solo para que
aspectos clave de su evidencia fueran socavados en una fecha posterior. Ejemplos recientes son los casos
de Sally Clarke (1964-2007, una abogada inglesa que en 1999 fue víctima de un error judicial cuando fue
declarada culpable del asesinato de sus dos hijos pequeños) y Trupti Patel (n. 1967, una farmacéutica
calificada de Maidenhead, Berkshire, absuelta en 2003 de asesinar a tres de sus hijos, Amar, Jamie y Mia ),
quienes fueron condenadas por matar a sus bebés, solo por la evidencia experta clave en la que se basó la
policía para desacreditarla en una fecha posterior. Esos casos han causado mucha consternación pública
sobre la realización de investigaciones y, en algunos casos, han dado lugar a importantes reformas en la
práctica investigativa. Sin embargo, hay un segundo tipo de problema en las investigaciones criminales
importantes que ha recibido menos atención, que se relaciona con los falsos negativos (error por el cual al
realizar una exploración física o una prueba complementaria su resultado es normal o no detecta la
alteración, cuando en realidad la hay). Se puede decir que ha ocurrido un falso negativo cuando la policía
no logra identificar un incidente como si tuviera una causa criminal, cuando en realidad la tenía.

El problema de los falsos negativos es relevante para la realización de investigaciones criminales mayores
debido al hecho de que la presencia de una agencia criminal puede ser difícil de detectar. Por ejemplo, los
asesinatos en serie cometidos por el Dr. Harold Shipman (1946-2004) son un caso en el que la gente
expresó sus sospechas sobre aspectos de sus actividades, pero durante mucho tiempo esas preocupaciones
fueron descartadas. Hace más de 40 años, Havard (1960) notó dificultades particulares para detectar
homicidios entre los muy jóvenes y los muy mayores, y expresó su preocupación de que existía la
posibilidad de que una cantidad significativa de 'homicidios secretos' quedaran sin detectar entre esos
segmentos de la población. Lo que esos casos recientes demuestran es que, a pesar de los avances en las
técnicas y conocimientos científicos, esos problemas persisten y que la capacidad para establecer con
precisión la causa de la muerte en circunstancias sospechosas es limitada. También vale la pena señalar que
casos como esos a menudo presentan desafíos particulares para los investigadores policiales. Las sospechas
en este tipo de casos a menudo solo surgen debido a que se detectan irregularidades estadísticas en el
trabajo de profesionales de la salud individuales u otros, momento en el cual el cuerpo del difunto, una
importante fuente de material probatorio para la policía ha sido enterrado o incinerado. Los métodos que
usa la policía en las primeras etapas de su investigación son entonces altamente consecuentes. La
investigación sobre el homicidio ha reconocido desde hace mucho tiempo la presencia de la "precipitación
de la víctima" (Wolfgang 1958) y que los intercambios fatales a menudo involucran un conjunto complejo
de acciones y reacciones, donde no se sabe quién termina como víctima y quién como perpetrador
(Luckenbill 1977; Brookman 2005). En tales condiciones, es responsabilidad de la policía, informada por las

3
Artefacto: Del latín arte factum 'hecho con arte'. 4. m. En un estudio o en un experimento, factor que perturba la
correcta interpretación del resultado.
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opiniones que le brinde una variedad de expertos, producir un grado de claridad y certeza en términos de
identificar qué sucedió, en qué secuencia y por qué. Como esto implica, en la práctica las investigaciones
mayores suelen ser tareas un tanto laboriosas, marcadas por una meticulosa atención a los detalles. Ahora
podemos volver al marco conceptual esbozado al comienzo de este capítulo para entender cómo los
detectives realizan este trabajo.

IDENTIFICAR Y ADQUIRIR. Como el primero de los tres movimientos clave interconectados que
colectivamente conforman el orden de la investigación, identificar y adquirir se ocupa de localizar y
asegurar el acceso a aquellas cosas que probablemente sean relevantes para establecer quién le hizo qué a
quién y por qué. En el curso de una investigación, la policía tratará de adquirir e identificar una serie de
objetos diferentes, incluidos los siguientes:

• Información perceptual de testigos (y posiblemente víctimas) que describe qué vieron o escucharon.

• Materiales físicos que, cuando están sujetos a los tipos de test apropiados, pueden revelar algo sobre el
incidente y cómo sucedió.

• Datos de inteligencia de las bases de datos de la policía u otras agencias que de alguna manera podrían
ser útiles para la investigación.

• Posibles sospechosos que son individuos que razonablemente pueden estar conectados con el crimen.

Durante mucho tiempo ha sido una ortodoxia del pensamiento policial y la metodología con respecto al
homicidio que una respuesta rápida y eficaz en la escena de un posible crimen es imperativa en términos
de poder identificar y adquirir correctamente los materiales necesarios para llevar a cabo una investigación
exitosa (ACPO 1998). En la jerga policial del Reino Unido, esto se conoce como el principio de la " hora
dorada". La lógica de esto es que una respuesta policial lenta o letárgica aumenta el potencial de que
grandes cantidades de materiales de rastros de contacto en la escena de un crimen se dañen deliberada o
involuntariamente. Del mismo modo, a medida que pasa el tiempo, aumenta la probabilidad de que los
testigos pierdan detalles y claridad en términos de lo que pueden recordar, y existe un mayor potencial
para que cualquier delincuente "cubra sus huellas".

Esta necesidad de velocidad en la respuesta ha sido atemperada por un reconocimiento concomitante de la


necesidad de control, para poder preservar cualquier material en una escena. Porque al mismo tiempo que
las tecnologías forenses han mejorado en su capacidad para identificar y recuperar materiales de rastros de
contactos, también han sido responsables de revelar cuán frágiles pueden ser dichos rastros materiales y
cuán cuidadosamente deben ser manejados (ver Capítulo 14). Como consecuencia, ahora existen guías
operativas estandarizadas que se aplican a todos los oficiales que son los primeros en llegar a la escena de
una fatalidad potencialmente sospechosa. Se supone que deben administrar primeros auxilios si es
necesario, asegurar a los posibles sospechosos si los hay, pero lo más importante es asegurar la escena y
preservarla intacta (Geberth 1995). A partir de este punto, también existe una guía claramente formulada
para todos los demás oficiales sobre quién puede y quién no puede acceder a la escena (ACPO 1998). Sin
embargo, en el caos y la confusión que a menudo rodea la respuesta a las muertes súbitas, hay evidencia
que sugiere que, en diversos grados, esas pautas son frecuentemente quebradas (Macpherson 1999; Innes,
2003a).

Sistemas investigativos. Un factor crucial determinante de cuán rápido es identificado el material que
podría ser relevante para las investigaciones de la policía son los recursos disponibles para una
investigación. La mayoría de las investigaciones de delitos de volumen serán manejadas por un oficial
individual o, como mucho, por un pequeño equipo de oficiales especialistas. Por el contrario, en el Reino
Unido, las investigaciones de delitos graves suelen involucrar a grandes equipos de investigadores. El gran
número de investigadores significa que las líneas de investigación no solo se secuencian en una serie, sino
que también se ejecutan en paralelo. De hecho, no es inusual, en el pico de actividad de una investigación
criminal mayor, tener más de diez líneas distintas de investigación funcionando simultáneamente (Innes
2003a). Una segunda área de diferencia se relaciona con cómo es cada vez más el caso de que, para la gran
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mayoría de los incidentes de delitos de volumen, a menos que una solución sea bastante aparente en una
etapa temprana, entonces recibirá solo la forma más superficial de respuesta por parte de la policía. Al
contrario, las indagatorias sobre delitos graves aún pueden estar bajo investigación activa meses, y a veces,
años después de cometido el delito original.

Dado que a menudo se realizan importantes inversiones de recursos para tratar de resolver muchos delitos
graves, es útil comprender la organización de las funciones y el personal involucrado en la respuesta a una
muerte sospechosa como una forma de sistema. El trabajo de una brigada de homicidios se basa en una
división del trabajo entre varios roles clave. Esta división del trabajo y la separación de roles distintos
dentro de un enfoque de equipo fueron establecidos formalmente como parte de la respuesta del servicio
policial a las fallas identificadas en la investigación del Destripador de Yorkshire (Byford 1981). Los roles
clave son:

• Oficial Investigador Sénior: responsable de liderar una investigación, de establecer la dirección


estratégica a seguir por el equipo y de tomar decisiones clave. Cuando se introdujo por primera vez, se
concibió la función del Investigador Sénior como responsable diario de la realización de una investigación
bajo su comando. Sin embargo, cada vez más, se establece una distinción en la práctica entre el Oficial
Investigador Sénior, que permanece a cargo general de una investigación y se involucra en la toma de
decisiones estratégicas, y el rol del Oficial Investigador, que tiene menos rango y es responsable de los
problemas diarios.

• Sala de Incidentes Mayores: el eje de coordinación de la actividad de investigación. Sus actividades son
divididas entre "gestión de la investigación" y "gestión de la información" (Innes 2003a). El primero
concierne a la coordinación de las diversas líneas de investigación colindantes y al control del progreso de
las acciones individuales y todas las demás funciones clave de gestión táctica. Las funciones de gestión de
la información se relacionan con el procesamiento y análisis de los datos entrantes generados por las
distintas líneas de investigación, estableciendo nuevas líneas de investigación sobre la base del análisis
emergente y definiendo las implicaciones que esta información tiene en términos de comprensión del
delito.

• El equipo de investigación externa: responsable de la conducción de las acciones investigativas y líneas


de investigación. Son los oficiales "en el terreno" que entrevistarán a los testigos, investigarán los
antecedentes de los sospechosos, etc.

• Investigadores especialistas: desde hace mucho tiempo, los detectives se han acostumbrado a involucrar
a especialistas en su trabajo, particularmente en lo que respecta al manejo de materiales de rastros de
contacto físico. Con los avances en las ciencias forenses en los últimos años, sobre todo con respecto a la
captura, el procesamiento y la interpretación del ADN, las funciones de los investigadores forenses han
devenido cada vez más integrales en la realización de investigaciones mayores (Williams et al. 2004).

• Enlace con los medios: como es el caso de los investigadores especializados, el enlace con los medios ha
llegado a desempeñar un rol cada vez más central en las investigaciones de delitos graves. Dichos
incidentes generan con frecuencia el interés de los medios locales y, a menudo, de los medios nacionales.
Tener un enfoque profesional de este aspecto es importante para que no interfiera con la conducción de
las líneas básicas de investigación, pero también para tratar de tranquilizar al público sobre lo que se está
haciendo para capturar al perpetrador de un crimen violento.

Dependiendo de las circunstancias particulares del incidente en cuestión, es una práctica estándar tener
entre diez y 50 oficiales trabajando en una sola investigación de un delito grave y una fórmula explícita es
brindada en el manual de homicidios de la ACPO (1998) para calcular el número mínimo de oficiales para
ser asignados a diferentes tipos de casos. El número de oficiales que se supone que debe asignarse
depende del estado de la víctima, las circunstancias de su agresión y el grado de publicidad que se cree que
atraerá el caso.
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Las codependencias que existen entre esos diferentes roles significan que, en efecto, la brigada de
homicidios funciona como una especie de sistema "blando". A las diferentes unidades del equipo
investigativo se les asignan funciones especializadas, que están conectadas y son interdependientes con
todas las demás funciones. Así, las acciones en una parte del sistema moldean e influyen en lo que sucede
en las otras partes.

Identificación y adquisición de sospechosos. En cualquier investigación policial, el momento en que un


sospechoso es identificado puede representar un cambio importante en la naturaleza y el enfoque de las
investigaciones. Generalmente, en esos puntos las actividades pasan de tratar de comprender cómo ocurrió
el delito a un enfoque más explícito sobre los individuos bajo sospecha y testear qué datos están
disponibles para corroborar o refutar cualquier sospecha sobre su participación. Por las razones discutidas
antes, en una proporción significativa de investigaciones de delitos graves, la identidad de un sospechoso
principal es bastante evidente y comparativamente fácil de establecer. Cuando los sospechosos no son
fáciles de encontrar, la policía sigue una serie de procedimientos para identificar a los posibles sospechosos
del delito. Para esos casos de 'quién lo hizo', es evidente una 'jerarquía de sospechas' sobre cómo la policía
considera a los candidatos potenciales como posibles sospechosos. Inmediatamente después de una
interacción fatal, la atención de la policía a menudo se enfoca en la familia y los amigos cercanos del
difunto. Debido a que la etiología del homicidio demuestra que la mayoría de las víctimas conocían a la
persona que las agredió fatalmente (Polk 1994), en las primeras etapas de una investigación,
particularmente cuando se encuentra en estado de información bajo, los investigadores observarán
cuidadosamente a las personas cercanas al fallecido en un esfuerzo por adivinar si hay algún indicador de
sospecha (Brookman 2005). Esto incluirá tratar de establecer qué individuos tenían los medios, el motivo y
la oportunidad de cometer el delito. Sin embargo, a los ojos de la policía es igualmente importante si
alguno de los cercanos a la víctima tiene antecedentes penales.

Es una ocurrencia regular en investigaciones criminales mayores que un gran número de individuos sean
considerados sospechosos potenciales, solo para ser descartados. A medida que una investigación cobra
impulso y cuando no se identifican sospechosos potenciales entre la familia y los amigos, la policía instiga
un "modo burocrático de sospecha" (Matza 1969). A través de este modo, observarán las características del
delito y las compararán con los delincuentes activos locales conocidos en un área como una forma de
identificar otra subsección de la población general que pueda ser considerada sospechosa. Por ejemplo, en
un caso informado en Innes (2003a) sobre el asesinato de una pareja de ancianos donde el agresor ingresó
a su propiedad a través de una ventana de la planta baja, la policía instigó una investigación guiada por
inteligencia sobre el paradero de los ladrones conocidos en el área. Similarmente, durante la investigación
del asesinato de una niña, el Oficial Investigador Sénior del caso instruyó a sus oficiales para que
observaran los movimientos de los delincuentes sexuales conocidos en el área local.

Si los indicadores de sospecha no sugieren ningún sospechoso probable o si todos los posibles sospechosos
han sido descartados entre la familia y los amigos de la persona fallecida, y entre la población conocida de
delincuentes locales, entonces la policía se abrirá más genuinamente a ampliar el alcance de sus pesquisas
para considerar a cualquiera como posible sospechoso. Sin embargo, en primera instancia, sus sospechas se
dirigen hacia individuos y grupos de individuos particulares que, se considera, tienen más probabilidades de
estar en posesión de los medios, el motivo y la oportunidad de cometer un ataque mortal.

INTERPRETAR Y COMPRENDER. A medida que la policía comienza a adquirir información de varias fuentes
diferentes sobre una investigación, como parte del orden de la investigación, también comienza a participar
en un proceso de búsqueda de sentido. Crucial para ese 'dar sentido' es una serie de narrativas sobre cómo
y por qué tienden a ocurrir diferentes tipos de homicidios. Sin embargo, además de sus funciones de
representación, en el contexto de las mayores investigaciones criminales, esas narraciones de casos
facilitan una forma particular de razonamiento por parte de los detectives.

Las personas matan y son asesinadas en una variedad de circunstancias y formas, pero lo notable del
estudio de la violencia fatal es cuán estables se mantienen las bases motivacionales. Porque, aunque
recientemente se han producido descensos significativos en las tasas de homicidios en algunos países como
los EE.UU., proporcionalmente los patrones motivacionales parecen relativamente estables. En la mayoría
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de los países occidentales, la mayoría de las personas que matan invocarán su violencia fatal sobre su
pareja, algún otro miembro de la familia o conocido. El hecho de que tales patrones existan tiende a
reflejar que el homicidio es un crimen 'caliente' o 'expresivo' que tiene lugar en circunstancias
emocionalmente cargadas, en vez de ser un producto de una lógica calculadora 'fría' (Katz 1988; Miethe y
Regoeczi 2004) - aunque por supuesto, no quiere decir que los homicidios 'instrumentales' no ocurran,
porque sí ocurren y deben ser investigados por la policía. Por último, entonces, las motivaciones y razones
por las que las personas realizan actos homicidas son bastante limitadas. Esto se refleja implícitamente en
los estudios de este tipo delictivo, donde es común ver construida una tipología (estudio y clasificación de
tipos). Por ejemplo, Ken Polk (1994), en su estudio de la violencia fatal cometida por hombres, identifica
cuatro tipos principales clave de homicidio:

1 Homicidio en el contexto de la intimidad sexual: se refiere a aquellos casos en los que el perpetrador,
por alguna razón, mata a su pareja actual o anterior. La mayoría de las veces esto será una forma de celos o
sentido de propiedad.

2 Homicidio por confrontación: ocurre en situaciones públicas y es parte de una discusión bastante
espontánea, a menudo, pero no exclusivamente, entre jóvenes cuyo honor ha sido menospreciado de
alguna manera.

3 Homicidio en el curso de otro delito: la muerte resulta de participar en alguna otra forma de actividad
delictiva. Esto podría incluir robo, hurto o agresión sexual.

4 El homicidio como forma de resolución de conflictos: se relaciona con un escenario en el que un conflicto
ha ido escalando durante un período prolongado de tiempo, entre personas que se conocen bien. La
violencia es invocada por una u otra de las partes como método de control social.

Durante el curso de mi propia investigación sobre investigaciones policiales de homicidios, se observó que
los oficiales de policía hablaban habitualmente en términos de siete tipos clave de homicidio (Innes 2003b).
Los contornos precisos de los diferentes tipos nunca se articularon explícitamente, pero el hecho de que así
fuera ilustra hasta qué punto se suponía que los tipos formaban parte del conocimiento práctico de los
investigadores competentes. Mientras que las tipologías construidas por los investigadores tienden a
organizarse en torno a algún aspecto de la estructura o proceso de una interacción fatal, las clases
utilizadas por la policía tienden a tener una orientación más pragmática, codificando implícitamente lo que
la experiencia organizacional ha enseñado y probablemente sean problemas clave al responder a diferentes
escenarios de violencia fatal. El hecho de que invocaran tales formas de clasificación fue parte de la forma
en que los detectives organizaron su comprensión de qué problemas probablemente estarían involucrados
al responder a tales incidentes. Se encontró que los oficiales estudiados diferenciaban entre:

• Homicidios domésticos.
• Homicidios por confrontación.
• Asesinatos de niños.
• Homicidios por causa delictiva.
• Asesinatos sexuales.
• Asesinatos de extraños.
• Asesinatos en serie.

Codificado para esas distintas clases de homicidio había una comprensión implícita de cuáles solían ser las
características centrales de tales delitos y los problemas investigativos que son rutinariamente encontrados
al responder a ellos. Por ejemplo, en los homicidios domésticos, se entendía que la violencia mortal tendría
que situarse en el contexto de la relación entre la víctima y el perpetrador. Como tal, los detectives no solo
diferenciaron entre los tipos de homicidio, sino que, al hacerlo, también mantuvieron una conciencia de las
narrativas de tipo ideal para cada uno de esos tipos. Es decir, en lo que respecta a los detectives, la mayoría
de los homicidios siguen secuencias bastante familiares en términos de cómo se desarrollan. Por lo tanto,
los homicidios domésticos tendrán un conjunto particular de motivos y se representarán en una serie
ordenada de movimientos y contra movimientos por parte de los protagonistas. Asimismo, los homicidios
9

por confrontación tienden a seguir una secuencia de eventos bastante predecible, etc. Hay, por supuesto,
permutaciones e inflexiones situacionales en esos siete tipos maestros de homicidios criminales, pero el
conjunto de esos, en términos de lo que concierne a la ley y los intereses jurídicos, es finito.

La definición de narrativa como una historia socialmente organizada y estructurada está bien establecida
(Maines 2001). Una narración tiene fases y temas discernibles y, a menudo, comunica una noción de
moralidad en su narración. En el contexto de las investigaciones de asesinatos, las narraciones de casos
tienen una función tanto prospectiva como retrospectiva. La función retrospectiva se ocupa de armar un
relato ex post facto del caso para que otros puedan ser persuadidos y convencidos de que la policía ahora
sabe si un caso debe ser definido como homicidio doloso y, de ser así, quién causó la muerte de otro.
Esta cualidad del relato retrospectivo será abordada en el siguiente apartado sobre ordenar y representar.
Por ahora, sin embargo, este capítulo se centra en las funciones prospectivas de las narrativas de casos.

Al realizar investigaciones, los detectives policiales recurren a esas narraciones de casos para ayudarlos a
organizar sus acciones presentes y futuras. Dado un conjunto particular de circunstancias, esas narrativas
funcionan como una reserva de "recetas de conocimiento" que brindan una idea de cómo continuar con
una investigación y cuáles son los problemas que es más probable que sean encontradas al investigar un
tipo particular de delito. En efecto, informan las decisiones sobre qué líneas de investigación seguir y
cuándo. Al asignar un incidente a una de varias narraciones maestras diferentes en una etapa temprana de
una investigación, la estructura narrativa brinda a los investigadores una idea de cuáles probablemente
serán los puntos clave en cuestión, dónde puede ser localizada la evidencia y los tipos de problemas que
pueden ser encontrados por los investigadores. En efecto, entonces, esas narrativas proporcionan la base
de un modo de razonamiento que es predictivo: decisiones informadas sobre qué direcciones futuras
debería tomar la investigación en términos de las líneas de investigación a emprender y las pistas a seguir.

La importancia del razonamiento narrativo es que ayuda a los detectives a dar sentido a lo que suele ser
información contradictoria, ambigua y contingente. Es un lugar común en las investigaciones mayores
producir grandes volúmenes de información relacionada con el incidente, y lo que otorga el razonamiento
narrativo es la capacidad de establecer qué tan relevante puede ser un elemento dado. Particularmente
porque la información que surge de las líneas de investigación no siempre apunta en la misma dirección,
debe ser interpretada y validada a la luz de qué más se sabe.

El razonamiento narrativo y el montaje de una narrativa de caso en la realización de investigaciones


criminales mayores están estrechamente entrelazados con la construcción de inferencias abductoras
('arrebatar', 'apartar'). Muchas descripciones del trabajo investigativo policial han buscado explicar cómo se
da sentido a la información por referencia a modos de inferencia inductivos o deductivos (Kind 1987). Al
hacerlo, están tratando de desentrañar los procesos cognitivos involucrados en términos de cómo los
detectives dan sentido a la información generada por sus líneas de investigación.

Existe una tensión, sin embargo, entre esos conceptos formales de extraer inferencias y los procesos
contingentes más complicados que describen empíricamente los propios detectives. Por ejemplo, mi
trabajo anterior sugiere que el trabajo de detective es una combinación de arte y ciencia y es común
escuchar a los detectives hacer referencia a la intuición, la corazonada y el "tener suerte" cuando tratan de
describir cómo hacen lo que hacen. El problema de sugerir que el razonamiento detectivesco se basa en
inferencias inductivas o deductivas es que pasa por alto la naturaleza ambigua, incierta y contingente de
los datos con los que trabajan los detectives. Durante gran parte del proceso investigativo, puede haber
algunos hechos clave sobre el caso que se sabe que han ocurrido, y mucha más información que, desde el
punto de vista de los detectives, puede ser cierta o no, pero no puede ser verificada como confiable o no
confiable hasta el momento en que otras formas de información estén disponibles.

Reflejando la importancia de la incertidumbre, la contingencia y la ambigüedad en la conducta de un delito


grave, basado en mi trabajo de observación, sugeriría que la mayor parte del tiempo los detectives de la
brigada de homicidios se dedican a sacar inferencias abductoras. Originalmente acuñado por el filósofo
Charles Sanders Peirce (1955), el concepto de abducción ha venido a referirse a un proceso de
razonamiento para la mejor explicación (Josephson y Josephson 1996). Particularmente en las primeras
10

fases de una investigación, donde todavía hay mucho por saber y lo que se sabe actualmente depende de
los hechos que aún no han sido establecidos, los detectives usan inferencias abductoras para sintetizar la
distribución de evidencia y luego proyectar la explicación más probable para la investigación para esta
distribución.

En efecto, están diciendo "¿cuál es la razón mejor y más plausible, dado lo que se sabe en el momento
actual, para explicar cómo llegaron a darse esas circunstancias?" Es aquí donde se conectan el
razonamiento narrativo y la inferencia abductora, porque es la naturaleza ordenada de la narración la que
proporciona al 'abductor' un sentido de qué ha de ser explicado.

Charles Sanders Peirce (1839-1914) fue un filósofo, lógico


y científico estadounidense. Es considerado el fundador
del pragmatismo y el padre de la semiótica moderna o
teoría de los signos, junto a Ferdinand de Saussure (1857-
1913).

El hecho de que los detectives se basen en estructuras narrativas para dar sentido a la información
generada a través de sus líneas de investigación también proporciona una percepción potencial de cómo y
por qué yerran algunas investigaciones. Es decir, los oficiales devienen sujetos a una forma de sesgo
confirmatorio (tendencia a favorecer, buscar, interpretar y recordar la información que confirma las propias
creencias o hipótesis, dando mucho menos consideración a posibles alternativas), mediante el cual
interpretan la nueva información de una manera que respalda la narrativa que están en el proceso de
construir, aunque este material podría colocarse bajo otra descripción y, por lo tanto, ser interpretado
diferentemente.

ORDENAR Y REPRESENTAR. Habiendo considerado cómo las narrativas ayudan a los detectives a
interpretar y comprender la información generada por sus líneas de investigación, ahora abordaré la
cuestión de cómo esas mismas estructuras narrativas contribuyen al resultado de una investigación. Como
se identificó anteriormente, el poder del concepto de narrativa está en iluminar las formas organizadas en
las que se presentan ciertas historias, y esto captura cómo la forma narrativa está involucrada en el trabajo
de ordenar y representar que los detectives realizan como parte de sus investigaciones.

Al ensamblar sus relatos de cómo y por qué ocurrieron crímenes particulares, los detectives están
trabajando efectivamente con una plantilla implícita. Son conscientes de que el marco legal establece
ciertos puntos a probar al momento de construir un caso de acusación, y que existen ciertos rasgos y
características que tienden a hacer verosímil y creíble una historia sobre un crimen. Las narraciones de
casos ayudan a los oficiales en la tarea de reunir el conocimiento y la evidencia que han generado en una
forma coherente con los dictados y convenciones del derecho penal y sus procesos sistémicos. Ajustar los
detalles de un incidente en particular a una estructura narrativa existente es una forma de organizar el
conocimiento de una investigación de asesinato de una manera que probablemente funcione a medida que
el caso avanza hacia el mundo contradictorio de los tribunales de justicia.

En este sentido, la narración cumple tanto una función técnica, en el sentido de que ayuda a ensamblar el
conocimiento en un formato que se ajustará a las normas procesales y, al final, epistemológicas del
derecho, como una función social, en el sentido de que la policía es consciente de que, como modos de
comunicación, es probable que esas narrativas sean importantes en términos de persuadir a un jurado de la
solidez de un caso. Si un jurado va a creer las acusaciones contra un sospechoso "más allá de toda duda
razonable", entonces es importante que comprenda la historia del crimen. Una estructura narrativa
empleada por la policía brinda un sentido de orden y coherencia al relato que está siendo propuesto.
Además, parte de la función narrativa es tratar de anticipar cómo los sospechosos y sus representantes
legales pueden impugnar aspectos del caso policial, y adelantarse a cualquier intento de socavar la
credibilidad general del relato.
11

Por lo tanto, aunque las narraciones de casos individuales reflejarán necesariamente las contingencias
situacionales relacionadas con un incidente en particular, en términos de cómo los investigadores policiales
reúnen las diversas piezas de información que generan, todas se basan en tres componentes clave:

1 La prehistoria: concierne a eventos relevantes e información que tienen lugar fuera del período previo
inmediato a la interacción fatal, pero que, sin embargo, tienen alguna relación con el curso de los eventos
que son el foco principal de atención policial.

2 El orden de interacción fatal: el foco principal y más evidente de cualquier investigación policial.
Tomando prestado de Goffman (1983), es posible sugerir que la policía está involucrada en trazar en detalle
de micro nivel de "alta resolución" la secuencia de acciones y reacciones involucradas en la conducta de la
interacción fatal en sí.

3 Las acciones posteriores al evento: este elemento de la narración se centra en lo que se hizo después del
evento fatal que es relevante para comprender el incidente. Aquí se incluyen las acciones realizadas por
actores relacionados con el incidente en sí (e.g., ¿el sospechoso trató de deshacerse de su ropa o habló con
alguien?), pero también los roles asumidos por la policía y otras agencias de emergencia para responder al
evento. Así que incluido en este elemento de la narrativa hay una preocupación más reflexiva con la
conducción de la investigación.

Esas narrativas orientadas legalmente también informan una forma de narración organizacional más
dirigida internamente que tiene lugar dentro del equipo investigativo y entre los miembros de la brigada de
homicidios y otras facetas de la organización policial. Imbuida de los valores morales y las normas de la
cultura policial, esta dimensión de ordenar y representar no solo captura los elementos básicos del caso,
sino que también evalúa si fue una buena investigación o no, y cómo se desempeñaron los individuos. Está
bien establecido que la cultura policial depende en gran medida de las historias que los policías se cuentan
a sí mismos (Shearing y Ericson 1991; Innes 2002b) y esta forma de comunicación organizacional dirigida
internamente alimenta los tipos de razonamiento narrativo identificados en la sección anterior sobre la
interpretación y la comprensión. Además, sin embargo, la policía también participa en la representación
externa de los hallazgos de una investigación criminal importante a través de los medios de comunicación.

Narrativas mediáticas. Una faceta importante de las narrativas que los detectives crean en las mayores
investigaciones criminales es su proyección externa a través de los canales de los medios. Como señala
Manning (2003), entre otros, en una era de confianza pública "flaca" en las instituciones sociales, las formas
de gestión de la impresión policial se han generalizado cada vez más. En las investigaciones de asesinatos,
las relaciones con los medios ahora son manejadas rutinariamente por oficiales de prensa profesionales, lo
que refleja el alto grado de interés público que a veces pueden generar tales crímenes (Mawby 2002).

De vez en cuando, los periodistas de los medios nacionales y locales se obsesionan con la historia de cómo
una persona causó la muerte de otra. Cuando ocurre una situación de este tipo, las circunstancias que
rodean la interacción fatal y el progreso de las investigaciones policiales a menudo son objeto de un intenso
escrutinio y comentarios. Si bien el incidente arde brillantemente en el radar de los medios, a menudo
adquiere las cualidades de lo que en otro lugar he denominado un "delito de señal",4 articulando el
pensamiento público sobre temas abstractos de delincuencia, desviación y seguridad (Innes 2003b). Y
luego, en algún momento, la historia deja de tener tanto interés y se desvanece en un segundo plano,
aunque algunas de esas historias se vuelven similares a una memoria colectiva compartida por los
miembros de una comunidad, enmarcando sus actitudes hacia el crimen y el castigo de manera más
general.

Las narrativas mediáticas construidas de tales casos solo captan excepcionalmente el trabajo detallado,
complejo e intrincado que realizan los investigadores policiales. Tampoco son sencillos los impactos de la

4
Un delito de señal es cualquier incidente delictivo que provoca un cambio en el comportamiento y/o las creencias
del público sobre su seguridad. Es un concepto acuñado por el profesor Martin Innes y el profesor Nigel Fielding.
12

atención de los medios sobre esos casos o la comprensión pública del trabajo de investigación policial. A
modo de ilustración, consideremos dos de las investigaciones de más alto perfil en el Reino Unido de los
últimos años: los asesinatos de Soham de Holly Wells y Jessica Chapman, en 2002, por parte de Ian Kevin
Huntley (n. 1974); y el asesinato de la colegiala Amanda Dowler en Surrey por una persona aún
desconocida. Ambos casos recibieron un amplio e intenso interés de los medios. Lo interesante de
compararlos es que, en el primer caso, el agresor fue identificado y condenado y, sin embargo, se entendió
ampliamente que la investigación había sido deficiente y resultó en dos investigaciones importantes sobre
su conducta (una de las cuales fue el Informe Bichard 2004 que está teniendo impactos bastante
significativos en muchos servicios públicos en relación con los procesos y estructuras de gestión de la
información).

En contraste con esto, la investigación del asesinato de la policía de Surrey sobre la muerte de Amanda
Dowler, hasta el momento, no ha logrado producir un sospechoso identificable públicamente.
A pesar de esto, la policía y los periodistas generalmente la perciben como una buena investigación y, en
consecuencia, ha evitado en su mayor parte la crítica pública.

Toma de decisiones concatenadas. El marco conceptual esbozado en las secciones anteriores proporciona
cierta comprensión de cómo los detectives que participan en un proceso investigativo dan sentido a la
información generada a través de sus líneas de investigación para producir un relato narrativo del crimen
que establece quién le hizo qué a quién y por qué. Significativamente, sin embargo, y como se mencionó en
la discusión sobre "interpretar y comprender", este sentido es un logro continuo que está vinculado a la
realización de acciones investigativas. Por lo tanto, el relato evolutivo que la policía está construyendo en el
transcurso de una investigación informa la selección y ejecución de las acciones investigativas. Esta
conexión entre el conocimiento disponible para un equipo investigativo y la conducción de sus acciones
investigativas nos dirige hacia una consideración de la toma de decisiones. Porque es el concepto de toma
de decisiones el que nos da las claves de las formas en que los detectives seleccionan entre posibles líneas
alternativas de acción de acuerdo con la información que tienen disponible en un momento dado. Por lo
tanto, en términos generales, en las primeras etapas de una investigación, la toma de decisiones
investigativas se sitúa en un entorno de baja información donde las decisiones consecuentes para la
trayectoria posterior de la investigación deben tomarse informadas por pocos datos confiables. Es en parte
por esta razón que, al comienzo de una investigación, los investigadores dependen comparativamente de
prácticas y procedimientos operativos estándar. Pero luego, a medida que se desarrolla una investigación,
la naturaleza del problema de toma de decisiones que debe abordarse cambia. En vez de la falta de
información relevante sobre el incidente, en una investigación más madura, las dificultades suelen ser el
resultado de demasiada información, y el problema es identificar el material válido, confiable y relevante.

La organización sistémica de las investigaciones de delitos mayores coloca al Oficial Investigador Sénior en
una posición en la que tiene la responsabilidad de tomar decisiones estratégicas con respecto a la dirección
general de una investigación. Cuando los Oficiales Investigadores Sénior están operando bajo el foco de
atención de los medios, como a veces lo están en las principales respuestas a delitos, mucha atención a
menudo se centra en las decisiones tomadas por el Oficial Investigador Sénior en términos de si la
trayectoria de la investigación parece ser la correcta y garantizada. Similarmente, en una serie de revisiones
clave sobre investigaciones problemáticas de delitos graves a lo largo de los años, incluido el Informe
Byford (1981), el Informe Macpherson (1999) y el Informe Bichard (2004), la toma de decisiones del Oficial
Investigador Sénior ha figurado como una preocupación clave, aunque no ha sido objeto de un tratamiento
sistemático.
13

Sir Lawrence Byford Sir William Mcpherson of Michael George Bichard,


1925-2018 Cluny Barón Bichard n. 1947
1926-2021

En términos de comprender la dinámica y la mecánica de una investigación criminal mayor, es importante


ser consciente de hasta qué punto las decisiones tomadas por Oficiales Investigadores Sénior están
entrelazadas y dependen de las decisiones tomadas por otros actores dentro del sistema investigativo. Para
entender cómo y por qué esto es así, se puede introducir un concepto de "toma de decisiones
concatenadas" para tratar de articular los niveles de complejidad que están presentes.

Como señalan Stelfox y Pease (2004), el estudio de cómo los detectives procesan y reaccionan a la
información cuando investigan delitos no ha sido una característica importante de la investigación. En
relación con esto, tampoco lo ha hecho la conducción de su toma de decisiones. Hacer y tomar decisiones
es una parte crucial del trabajo investigativo y ocurre en todos los niveles y fases de las investigaciones de
delitos mayores. Se deben tomar decisiones sobre si un incidente debe ser tratado como un delito; qué
materiales físicos colectar en una escena; si se debe creer en el relato de un testigo; si y cuándo arrestar a
los posibles sospechosos; entre muchos otros. Una cualidad importante de esas decisiones en las
investigaciones de delitos mayores es que están "concatenadas". Con esto quiero decir que una decisión
tomada en un punto de una investigación estructura y encuadra efectivamente las posibilidades de otras
decisiones subsiguientes.5 Por ejemplo, una decisión tomada en una etapa temprana de una investigación
para tratar un incidente como un posible homicidio doméstico en vez de que, digamos, una agresión por
parte de un extraño, determinará las decisiones posteriores sobre dónde buscar posible evidencia de
validación y cómo debe ser considerada la pareja del difunto.

Una forma de pensar sobre la toma de decisiones en la investigación de delitos graves es centrarse en el
contenido de las decisiones tomadas. Sobre esta base, se encuentran cinco tipos de decisiones clave en la
realización de investigaciones criminales importantes:

1 Decisiones de política: tomadas por el Oficial Investigador Sénior y su equipo directivo, establecen los
parámetros generales para una investigación.

2 Decisiones de conocimiento: conciernen a cómo el equipo investigativo debe interpretar y tratar


unidades particulares de información. Es decir, ¿deben ser entendidas como útiles y contribuyentes a la
narrativa del caso que se está desarrollando, o deben ser descartadas como mala información o
desinformación?

3 Decisiones de acción: relacionadas con lo que debe hacerse, cuándo y por quién. Las decisiones de acción
analizan el desempeño de las tareas clave y su orden y tiempo.

4 Decisiones logísticas: conciernen a la infraestructura de apoyo para una investigación. ¿Cuántos


miembros del personal deben estar disponibles para los diferentes componentes del sistema investigativo y
por cuánto tiempo?

5 Decisiones legales: tienen que ver esencialmente con cómo se relaciona la investigación con el contexto
legal más amplio en el que está localizada.

5
Este enfoque está informado por el trabajo teorético de Beach (1997).
14

Si bien es indudable que es útil centrarse en el contenido sustantivo de las decisiones tomadas, quiero
explorar un enfoque bastante diferente, relacionado más directamente con la noción de concatenación
expuesta anteriormente.

Al pensar en la naturaleza de la toma de decisiones concatenadas, es útil pensar en dos dimensiones de


decisión clave: la primera jerárquica, la segunda secuencial. Al abordar primero el tema de la jerarquía de la
toma de decisiones, se puede hacer una distinción básica entre decisiones "estratégicas" y "tácticas". Las
decisiones estratégicas son responsables de establecer los contornos generales y la dirección de una
investigación y usualmente las tomará el Oficial Investigador Sénior o su adjunto. Esas pueden referirse a
cuestiones logísticas (como la incorporación y eliminación gradual de los recursos de investigación) o
pueden estar más directamente relacionados con la conducción del trabajo investigativo, por ejemplo,
especificando el perfil de las personas que serán tratadas como posibles sospechosos. Las decisiones
tácticas son más locales en términos de sus efectos y se refieren a cómo se llevarán a cabo las direcciones
estratégicas.

Una segunda distinción, basada más secuencialmente, también puede ser usada en términos de separar
"decisiones anteriores" y "decisiones posteriores". Las decisiones anteriores pueden ser consideradas como
aquellas que han funcionado para producir un contexto particular de toma de decisiones en un momento
particular. Esas son las cosas que se han hecho para colocar a un individuo en un conjunto particular de
circunstancias y para proporcionarle una decisión particular que tomar aquí y ahora. Por contraste, las
decisiones posteriores son las decisiones consecuentes que estarán disponibles en algún momento en el
futuro de una investigación por lo que se hace en el momento presente. Es importante enfatizar que las
nociones de decisiones aguas arriba y aguas abajo son siempre atributos relativos en el sentido de que
posicionan una decisión particular en relación con todas las demás que impactan en la realización de una
investigación. Por lo tanto, nos ayuda a concebir cómo cualquier decisión en una investigación de homicidio
está enmarcada por una serie concatenada de decisiones anteriores y, a su vez, cómo la decisión en
particular enmarcará las posteriores.

Al analizar la conducta de cualquier investigación, las decisiones anteriores enmarcarán la conducta de


aquellas que estén aguas abajo. Y si bien las decisiones estratégicas establecerán los parámetros para
cualquier decisión táctica que deba tomarse, también ocurre en una investigación bien llevada que las
decisiones tácticas previas deben informar e influir en las decisiones estratégicas posteriores. El contenido
de esos diversos modos de decisión se centrará en cuestiones de política, conocimiento, acción, logística y
legal, respectivamente. Al reunir esos contenidos y modos, podemos comenzar a apreciar la naturaleza
compleja de la toma de decisiones en la realización de investigaciones criminales mayores.

Investigaciones mayores problemáticas. A lo largo de este capítulo he estado tratando de iluminar algunas
facetas clave de cómo son conducidas las investigaciones de asesinato. La atención ha sido focalizada en
cómo se da sentido a una plétora de datos generada rutinariamente por las líneas de investigación
realizadas por los detectives y cómo esto afecta las decisiones que toman. Sobre la base de una tasa de
esclarecimiento que suele rondar el nivel del 90 %, debemos suponer que las políticas, los procesos y las
prácticas que se emplean en las investigaciones de homicidios son razonablemente eficaces, aunque, por
supuesto, de ello no se deduce que se ejecutan eficientemente. 6 Cuando las mayores investigaciones
policiales yerran, tiende a surgir una cantidad considerable de preocupación pública. En el curso de la
discusión precedente he aludido varias veces a cómo y por qué las mayores investigaciones no funcionan
como deberían. Este es ahora un punto apropiado para unir esos puntos de una manera coherente.

Al pensar en por qué las investigaciones a veces salen mal o tienen dificultades, lo primero que hay que
decir es que algunos casos son simplemente mucho más difíciles de resolver que otros. Aunque esto está
implícito en la distinción entre auto solucionadores y 'quién lo cometió', es importante que esto se haga
explícito. Algunas investigaciones experimentan problemas porque las circunstancias en las que ocurrió una

6
De hecho, la cuestión de si tasas similares de esclarecimiento podrían ser sostenidas bajo una fórmula diferente y
posiblemente menos intensiva de recursos es algo que está maduro para la investigación.
15

muerte significan que el incidente es bastante intratable. En otros casos, sin embargo, la policía comete
errores y equivocaciones, y la atribución del fracaso puede serles atribuida más directamente (Nicol et al.
2004).

En la sección sobre "identificación y adquisición", se señaló la organización basada en el sistema de las


mayores investigaciones, junto con la importancia del principio de la "hora dorada". En conjunto, esos son
con frecuencia fuentes de problemas en investigaciones importantes en el sentido de que, si la cantidad
correcta de recursos no está disponible en el momento adecuado en una investigación importante, esto
puede resultar en que la investigación en general funcione de manera menos que óptima. El problema es
que, en los sistemas organizacionales, un error en un componente puede generar problemas en otros
componentes. Entonces, en efecto, debido a cómo está diseñado el sistema de investigación, cualquier
problema puede agravarse a medida que sus efectos se mueven a través del sistema (Nicol et al. 2004). El
problema aquí es que las investigaciones de delitos graves requieren muchos recursos y, por lo tanto, a
veces puede ser difícil asegurar los recursos suficientes para llevar a cabo las líneas de investigación
requeridas de manera oportuna. Si hay un grupo de casos o un caso de alto perfil de larga duración, esos
pueden afectar la capacidad de la organización para brindar otros servicios policiales. El problema de
asegurar los recursos apropiados se vuelve potencialmente más pronunciado a medida que los elementos
del sistema investigativo se vuelven más avanzados técnicamente y se requieren cada vez más habilidades
especializadas.

Esto es importante porque nos lleva a considerar la naturaleza de las conexiones entre las principales
investigaciones y otros aspectos del "asunto" policial. A veces es tentador separar el trabajo investigativo
de la policía y verlo como algo marcadamente diferente de otros aspectos del servicio de policía. Pero cada
vez se reconocen más las interconexiones entre los delitos graves y otras actividades y preocupaciones
policiales. Debido a las limitaciones de espacio, esta sección comentará solo dos que actualmente son
particularmente importantes: el impacto sobre la provisión de inteligencia comunitaria y las cuestiones de
tranquilidad.

Dado que, al igual que con el delito de volumen, el éxito de las investigaciones de delitos mayores depende
en gran medida de la cantidad y la calidad de la información proporcionada públicamente, si las relaciones
policía-comunidad en un área son deficientes, es probable que el flujo de información e inteligencia se vea
limitado. A su vez, existe una percepción generalizada dentro de la policía de que la capacidad para resolver
delitos graves es una influencia clave en la configuración de los niveles de tranquilidad pública y la
confianza de la comunidad en la institución en general. Esos problemas fueron destacados más obviamente
después de la investigación del homicidio de Stephen Lawrence (1974-1993).

Stephen Lawrence (1974-1993) era un adolescente


británico negro del SE de Londres, asesinado mientras
esperaba el autobús en Well Hall, la noche del 22 de abril de
1993. Cinco sospechosos fueron arrestados, pero no fueron
imputados. Durante la investigación, se sugirió que los
manejos del caso por parte de la policía y Servicio de
Fiscalía de la Corona estuvieron afectados por motivos
raciales. Una investigación pública de 1998, al mando de Sir
William Macpherson of Cluny, examinó a la Policía
Metropolitana de Londres y llegó a la conclusión de que la
fuerza era una institución racista.

Uno de los resultados del caso Lawrence fue que se prestó mayor atención a lo que se conoce como
Evaluación de Impacto en la Comunidad. Aunque todavía relativamente poco sofisticado y desarrollado, la
lógica de una evaluación de impacto en la comunidad es tratar de calibrar el impacto que un crimen grave
está teniendo en una comunidad local y comprender si genera temores y tensiones más amplios entre
comunidades particulares. Parece probable que, en los próximos años, se requiera una metodología más
coherente para realizar la evaluación del impacto en la comunidad, así como la estandarización de los
procedimientos y prácticas a los efectos de la "gestión del impacto en la comunidad".
16

Si la evaluación y la gestión de los impactos en la comunidad tienen que ver con lo que podría llamarse las
'víctimas terciarias' de los delitos graves (en la forma de miembros de la comunidad), y la víctima directa es
la 'víctima primaria', entonces también se han producido importantes innovaciones. recientemente en las
respuestas policiales a las 'víctimas secundarias'. Por 'víctimas secundarias' se entiende la familia y los
amigos de la persona fallecida que resultan perjudicados por la muerte que ha ocurrido. Como resultado de
una serie de casos, incluido el asesinato de Stephen Lawrence, ha habido un creciente reconocimiento de
que el trato de la policía a las familias de las víctimas de homicidio, en particular, carecía de consistencia y
profesionalismo (cf. Rock 1998, 2004) y que, en medio de un momento muy difícil, las familias necesitaban
más y mejores apoyos. Con esto en mente, el rol del Oficial de Enlace Familiar se ha convertido en una
parte bastante estándar de la gestión de investigaciones de delitos graves. Oficiales especialistas que han
recibido capacitación ahora se ubican con familias para ayudarlas a sobrellevar las secuelas de la muerte
violenta de un ser querido. Si bien la función primaria de esos Oficiales de Enlace Familiar es brindar apoyo
emocional y práctico, también pueden hacer una contribución importante al progreso de una investigación.
Debido a que pueden volverse cercanos a los familiares de la víctima, están especialmente bien ubicados
para detectar cualquier indicador de sospecha que pueda ser útil para avanzar en la investigación principal.
Esas son áreas en las que recientemente se ha reformado significativamente la realización de
investigaciones mayores y es probable que la reforma continúe en un futuro próximo.

Quizás uno de los problemas encontrados con mayor frecuencia en las investigaciones de delitos graves
tiene que ver con la gestión de la información y el problema concomitante de la sobrecarga de información
(Innes 2003a). En el proceso de establecer una investigación criminal mayor, la policía rápidamente
comienza a adquirir grandes cantidades de información sobre una variedad de temas relacionados con el
caso en cuestión. Entonces, el problema se convierte en cómo procesar esos datos y comenzar a darles
sentido, de hecho, pasar de la fase de "identificación y adquisición" a la fase de "interpretación y
comprensión". Pero a menudo, si las líneas de investigación no son definidas con suficiente precisión, el
volumen de información que se adquiere supera la capacidad para clasificarla e interpretarla. Porque, como
sugiere el modelo de toma de decisiones concatenadas, la gran cantidad de información que ingresa tiene
un profundo efecto descendente en una investigación, ya que genera una gran cantidad de acciones
adicionales para chequear la validez y confiabilidad de la información.

Conclusión. Investigar el delito es fundamentalmente acerca de fabricar certeza a partir de la


incertidumbre. Las investigaciones son conducidas cuando existe o es probable que exista un conocimiento
cuestionado o ambiguo acerca de cómo ocurrió un incidente en particular. El investigador policial está
obligado a identificar las causas de este hecho y a atribuirles responsabilidad. En este capítulo, la atención
se ha centrado en cómo la realización de investigaciones mayores puede ser entendido como un proceso
de construcción de sentido ordenado y estructurado, y las formas en que este proceso se conecta con la
toma de decisiones investigativas. Al abordar esos temas, el capítulo también ha abordado la organización
de los principales equipos de investigación y las funciones de la narrativa como modo de razonamiento y de
representación.

La realización de investigaciones mayores es notable por el nivel de detalle y el relato de "alta resolución"
que los detectives de la brigada de homicidios buscan reunir en la prehistoria y el desempeño real de una
interacción mortal. Al abordar esos temas, este capítulo ha buscado iluminar dos facetas subestimadas,
pero centrales, de cómo se llevan a cabo las investigaciones. La forma en que los detectives dan sentido a
los diversos flujos de información a los que acceden cuando realizan una investigación, y los
procedimientos que invocan para armar un relato narrativo explicativo coherente de lo que creen que ha
ocurrido, son fundamentales para mejorar nuestra comprensión de la realización de investigaciones
mayores. De manera similar, las formas en que este trabajo de construcción de sentido se conecta con las
decisiones que se toman, al decidir entre posibles caminos de la actividad investigativa, es crucial para
comprender la dinámica del proceso investigativo en su conjunto. El concepto del orden de la investigación
atiende a ambas cuestiones.

Lectura adicional seleccionada:


17

Innes, M. (2003). Investigating Murder: Detective Work and the Police Response to Criminal Homicide.
Oxford: Clarendon Press. Este es el estudio más profundo y detallado de las principales investigaciones
criminales que ha sido realizado hasta ahora. Muestra cómo el trabajo de los detectives que responden a
los delitos mayores puede ser entendido como relacionados con la fabricación de conocimiento.

Ericson, R. (1981). Making Crime: A Study of Detective Work. Toronto: Prensa de la Universidad de Toronto.
Este libro analiza la conducta del trabajo detectivesco en sus formas más rutinarias, prestando especial
atención a sus elementos burocráticos de procesamiento de casos. Proporciona un contrapunto útil a los
tratamientos típicamente sensacionalistas a los que están sujetos los detectives de la policía en los medios
de comunicación y en los relatos de crímenes reales.

Maguire, M. (2003). 'Investigación criminal y control del crimen'. T. Newburn (ed.) Handbook of Policing.
Cullompton: Willan Publishing. Este capítulo proporciona una buena descripción general de algunos de los
temas y cuestiones clave relacionados con la investigación y la práctica actuales en el área del control del
delito.

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