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Perú
(Foto:
Ministerio de Cultura)
El Perú es un país de muchas lenguas. Sin embargo, conocemos muy poco sobre cuáles
son, así como quiénes las hablan o dónde se hablan. Si, en este mismo momento, nos
hacemos estas preguntas, con mucha suerte podríamos señalar que el quechua es una de
las tantas lenguas y que esta se habla en la sierra. Tal vez tratar de calcular el número de
hablantes nos sería más difícil. Así como cualquier ciudadano no tiene certeza sobre qué
constituye la diversidad lingüística del Perú, el Estado tampoco la ha tenido a lo largo
de muchos años. Aun así, se han creado e implementado leyes que rigen las lenguas. Es
decir, se ha legislado sobre las lenguas sin tener certeza sobre el tema. Sin embargo, en
los últimos años, este panorama ha comenzado a cambiar.
Pasan un poco menos de 30 años para que, en el 2003, durante el gobierno de Alejandro
Toledo, se promulgue la Ley N° 28106, de “Reconocimiento, Preservación, Fomento y
Difusión de las Lenguas Aborígenes”. Esta ley intenta asumir la realidad lingüística del
país, ya que no solo reconoce oficialmente a una lengua, como fue el quechua para la
Ley N° 21156. Se menciona explícitamente como lenguas oficiales, al igual que el
castellano, el quechua y el aimara. Se reconoce también la oficialidad de las demás
lenguas indígenas, aunque se desconocía cuáles eran. Por ello, se encarga al Ministerio
de Educación la elaboración y actualización del mapa “Patrimonio Lingüístico y
Cultural del Perú, Familias Lingüísticas y Lenguas Peruanas”. No he encontrado
registros disponibles de este mapa; sin embargo, existe uno que fue difundido entre los
años 2009 y 2010: el Mapa Etnolingüístico del Perú, el cual fue elaborado por el
Instituto Nacional de Desarrollo de Pueblos Andinos, Amazónicos y Afroperuanos
(INDEPA). Este mapa contempla la existencia de 77 etnias o pueblos indígenas, 68
lenguas y 16 familias lingüísticas (INDEPA 2010). Además, ofrece información sobre
el número de personas que hablan estas lenguas y el número de comunidades donde se
encuentran sus hablantes. Dicha información se complementa con los resultados del II
Censo de Comunidades Indígenas de la Amazonía Peruana, que incluye las preguntas
“¿Qué lenguas se hablan con más frecuencia en la comunidad?” y “¿A qué pueblo
indígena pertenece la comunidad?” (INEI 2008). Vale la pena señalar que si bien estas
preguntas aportaron a un mayor conocimiento sobre las poblaciones indígenas, la data
recolectada también presenta imprecisiones. Alguna de estas son debido a lo que se
entiende por persona indígena, que para el censo está en relación a la lengua ancestral y
al vivir en una comunidad. Hoy en día, sabemos que mucha población indígena habla
cada vez menos la lengua de sus ancestros y domina con mayor fluidez el castellano, así
como ha comenzado a migrar de las comunidades a las ciudades.
De esta manera, la legislación sobre las lenguas indígenas comienza a tener más clara su
labor, ya que contaba con respuestas para las preguntas sobre cuáles son estas lenguas
que están sujetas a la ley, así como quiénes son sus sujetos de derecho y dónde se
encuentran. No obstante, los lineamientos sobre cómo preservar y difundir las lenguas
no son del todo claros en esos años. Es decir, se señala que se deben conservar las
distintas denominaciones de manifestaciones culturales mas no se sugiere de qué
manera ello podría ser realizado o a qué instancia le compete estas acciones. Ello
motivó que se plantearan otros proyectos de leyes, como el que suscribe la entonces
congresista María Sumire. Ella afirma que la Ley N° 28106 “es considerada insuficiente
e incompleta, por parte de las entidades representativas de los pueblos indígenas”
(Sumire 2006).
En el 2011, un mes antes del inicio de gobierno de Ollanta Humala, se promulga la Ley
N° 29735, la cual declara de interés nacional el uso, preservación, desarrollo,
recuperación, fomento y difusión de las lenguas originarias del Perú. La también
conocida como “Ley de Lenguas” plantea una política lingüística nacional, la cual no
solo implica a las lenguas en sí mismas, sino además el conocimiento de la tradición
oral y las prácticas interculturales. Entre los lineamientos que ofrece la ley, podemos
enfatizar aquellos que disponen el reconocimiento de los derechos de las personas que
hablan estas lenguas, el estudio y documentación de las lenguas, la investigación y
preservación del conocimiento cultural, y la implementación y mejoramiento de la
educación intercultural bilingüe. Este marco legal, en contraste con los otros que hemos
comentado, además de plantearse las preguntas que nos vinimos haciendo (qué lenguas
existen en el Perú, quiénes y dónde las hablan), abarca una dimensión mayor para que la
preservación de las lenguas indígenas sea también el cumplimiento de los derechos
lingüísticos de sus hablantes.
En el Perú, durante los últimos años, se percibe un panorama favorable para las lenguas
indígenas. Desde el Estado, se han venido desarrollando medidas, como la traducción de
hojas de vida y planes de gobierno al awajún, así como otras lenguas, que hizo el Jurado
Nacional de Elecciones (JNE) para los comicios electorales a nivel regional y municipal
del 2014. El mismo año también fue implementado, por el Registro Nacional de
Identificación y Estado Civil (RENIEC), El Registro Bilingüe Castellano Jaqaru, el cual
ha permitido que los hablantes de la lengua jaqaru obtengan partidas de nacimiento,
matrimonio y defunciones en su lengua. Asimismo, a partir de la labor del
Viceministerio de Interculturalidad y el Poder Judicial, los juicios que se desarrollaron
por ‘el Baguazo’ contaron con intérpretes de las lenguas awajún y wampis. Esto es solo
una muestra de las consecuencias que viene teniendo el inicio de una política lingüística
en el país. Si bien aún presenta vacíos, que se están buscando aclarar con la
implementación de su reglamento y a través del consenso con población indígena a
partir de la Consulta Previa, ha permitido, desde su promulgación, avances importantes.
El Perú continúa siendo un país de muchas lenguas, al menos hasta ahora. La legislación
sobre las lenguas en el país no ha sido diversa en número mas sí en cuanto a sus
objetivos y alcances. Han respondido a necesidades del contexto, como la Ley N°
21156, pero también han tratado de asumir sin mucho compromiso la complejidad
lingüística, como la Ley N°28106. La vigente ley N° 29735 nos ha brindado respuestas
más claras sobre qué lenguas se hablan, quiénes las hablan y dónde se hablan.
Asimismo, ha evidenciado que una política lingüística no solo debe dirigirse a las
lenguas, sino también a sus hablantes. Para ello, es importante saber cuántos son y
dónde se ubican, pero es todavía más fundamental saber en qué situación se encuentran
los hablantes de las lenguas y cómo se hacen cumplir sus derechos.