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CINÉPOLIS: 100 MILLONES DE PROBLEMAS AL AÑO

Hace unas semanas, mi esposa y yo llevamos a Emiliano, uno de nuestros sobrinos-


nietos a Cinépolis, en su sucursal de Nuevo Sur, a ver una película para niños. Sing 2. Sé
que no soy crítico de cine, pero, permítanme el atrevimiento unas cuantas líneas, ya
después viene lo bueno. La película es encabronadamente buena, tengo entendido que
todos los actores son cantantes profesionales y si no, recibieron un entrenamiento
extraordinario. Sale Bono, ¡Bono! Honestamente, no sé quién se divirtió más, si el niño o
yo. Definitivamente está muy parejo. Sin embargo, ustedes no están aquí para leerme
hablando de películas infantiles.

Mientras empezaba la función, mi esposa estaba con la criatura y a mi me mandaron a


dulcería a comprar refrescos, palomitas, hotdogs y algún premio para el niño que,
esperamos que su mamá nunca se entere que lo estamos consintiendo de esa manera.
Mientras estaba esperando en la fila, noté un pequeño detalle. Una pareja se salió de la
fila. Se fueron directamente a la sala, sin nada que comer durante la función. A los pocos
segundos, otra pareja hizo lo mismo. Y después otra. Y otra. Y otra. Solamente en lo que
yo estaba en la fila, 10 personas la abandonaron. Esto nos llamó la atención, tanto a un
señor que estaba al lado mío como a un servidor.

¿Por qué esas personas se salieron de la fila? ¿Porque decidieron que al no haber
opciones Keto en el menú, tendrían que ver Batman con hambre? No, no puede ser eso.
¿Porque la inflación a raíz del conflicto bélico entre Rusia y Ucrania ha disparado los
precios de las palomitas? Tampoco. ¿Porque la falta de agua en Nuevo León ha hecho
que el refresco sea un lujo hasta para aquellos apellidados Garza Sada? No lo creo.

La respuesta es muy sencilla: porque la fila era excesivamente lenta.

Piénsenlo un segundo. La fila es excesivamente lenta en los cines. Tan solo en esos
minutos 5 parejas se salieron de la fila. Entonces, empecé a hablar con el caballero de
números.

-Fíjese, ¿cuánto es el ticket promedio en el cine? ¿200 pesos? 


-Póngale usted 250.
-Muy bien. Tan solo en este rato, Cinépolis ya perdió 1,250 pesos. Ahora, eso es en un
solo período. Digamos que se mantiene constante. La primera función es a medio día y la
última a las 10 de la noche. Si Cinépolis pierde 5 tickets de 250 pesos cada hora, estamos
hablando que cada día está perdiendo 12,500 pesos, significa que en un mes está
perdiendo 387,500 pesos en una sucursal. En Monterrey, Cinépolis tiene 28 sucursales.
Esto quiere decir que si se mantiene la constante, Cinépolis podría estar perdiendo, cada
mes, únicamente en Monterrey 10 millones 850 mil pesos. Y no quiero averiguar cuánto
sería al año.

La quijada del caballero estaba en el piso. A medida que íbamos haciendo las
operaciones, su boca se abría un poco más hasta llegar a la incredulidad total y absoluta.
Avanzamos un poco más. Ya hasta había olvidado qué me había encargado mi mujer.

-¿Cómo supo todo esto?


-Pues, no es complicado. Solamente observé, hice un par de cálculos y llegué a una
conclusión.
-¿A qué se dedica?
-A decirle a empresas y empresarios lo mismo que le acabo de decir a usted.
-Páseme su número, voy a necesitar que me ayude en algunas cosas.

Me reí e intercambiamos contactos. Recordé lo que mi mujer me había pedido y me fui a


que Bono me volara la cabeza. Fue un buen día.

Sin embargo, la anécdota no acaba ahí. Hace unos días, mi hijo Javier Andrés, estuvo
días diciéndonos a Alina y a mi que fuéramos a ver Batman. Entonces yo lo acompañé. Mi
esposa no quiso ir. Llegando al cine, me encontré con la misma situación: una fila
larguísima y demasiado tiempo para la atención. La paciencia no es uno de los fuertes de
mi hijo y me dijo que mejor nos fuéramos a la sala. Faltaban 15 minutos para que
empezara la función y no creía que podríamos llegar a tiempo.

-Vete a la sala, yo compro las cosas.


-¿Estás seguro?
-Sí, tú dale.

Y mientras Javier Andrés se iba a la sala, yo me empezaba a enojar. Mismo caso, vi como
otras parejas, fruto de la desesperación por el servicio tan lento en dulcería, salían de la
fila y se encaminaban a la sala.

40 minutos de fila. Finalmente llegué a ver a Batman con nachos, refrescos y palomitas.
Un lujo. Volviendo a mi crítica filmográfica, la película no estuvo mala, fue increíblemente
oscura, pero, nos ofreció algo muy diferente a lo que veníamos acostumbrados con el
Batman de Nolan y Bale. El de Ben Affleck no lo vi por recomendación de mi hijo Claudio.
Ustedes me dirán si fue la decisión correcta o si me perdí de una joya.
Sigamos.

Volviendo a la casa, le conté a mi hijo la conversación que tuve con el caballero. Su


reacción fue cambiando, igual que la del señor, de estar escuchando a su padre, con una
cara atenta y concentrada, pasó a estar casi presenciando un apocalipsis empresarial. Y
después lo llevó aún más lejos. Hicimos matemáticas mentales y después me preguntó.

-Si Cinépolis está perdiendo al año, más de 100 millones de pesos, en una sola ciudad,
¿cuánto estará perdiendo en todo el país?

Y ahí es cuando entendió la magnitud del problema.

-Veo dos problemas. El primero es que: o hay alguien en las sucursales que ya detectó el
problema y lo está dejando pasar, porque no creen que signifique un problema grave. O
nadie se ha dado cuenta de eso y ni siquiera saben cuánto dinero están perdiendo, y lo
más importante, por qué están perdiendo tal cantidad de dinero.

Después de platicar un rato, le conté qué solución le daría al problema.

-Primero hay que identificar qué es lo que la gente más consume. Palomitas de
mantequilla, Coca normal, hotdogs. Y poner a una persona a que esté llenando
recipientes de cada una de esas cosas. Que ya haya una línea de producción desde la
primera función hasta la última. Piensa en cuánto tiempo tarda el cajero o la cajera, en
tomar tu orden, ir por tus cosas, esperar a que esté todo listo, cobrarte y esperar al
siguiente cliente. Es un mundo de tiempo, por eso las colas se hacen eternas. Con una
sola persona en cada uno de esos puntos, reduces los tiempos y garantizas que la gente
esté cómoda.
Javier Andrés asintió.

Llegamos a la casa, saludo a mi esposa, platico un rato con ella y se une nuestro
chihuahua. Después de un rato, salgo a fumar y me vuelvo a encontrar a Javier Andrés,
que no se ha metido. También está fumando. 

-Papi, seguí pensando en lo que me dijiste.


-Ajá.
-En función del costo, ¿cuánto te gusta que se te incremente la nómina en meter a una
persona por cada una de las cosas?
-Wey, ¿cuánto dijimos que perdían estas gentes al año?
-Más de 100 millones de pesos.
-Exacto, ¿y te estás preocupando por cuánto le vas a pagar a la gente de línea? No estás
haciendo la pregunta correcta.
-Ok, pero, ¿ya viste el espacio que tiene esa raza para trabajar? Es ínfimo, ahí no cabe ni
una mentada de madre.
-Entonces, del espacio que tienen, recorrelo un metro más hacia adentro, o un metro y
medio más. Incluso puedes retirar un par de cosas del área de juegos que está enfrente.
Ahí ya tienes el espacio suficiente para que la gente pueda trabajar.
-¿Qué va a pasar con la comunicación de las órdenes?
-Wey, ¿alguna vez has ido a McDonald’s?
-Sí.
-Pues es lo mismo. Es el mismo sistema que inventaron hace años. Todo el mundo lo
utiliza, menos ellos por alguna razón.

Javier Andrés se veía un poco más tranquilo. Sin embargo, tenía más dudas.

-No puedo creer que no estén viendo este problema. La industria del cine se está
muriendo, después de los servicios de streamings y una pandemia, uno creería que
habrían aprendido algo. 

Bingo. Ahora ya lo está entendiendo.


-Fíjate, cuando salió la película de Roma, no entendía por qué su estreno se haría a
través de Netflix. Y después me pregunté y te lo pregunto a ti, ¿por qué eliges ver una
película a través de estos servicios y no en el cine?
-Por comodidad.
-¡A huevo, esa es la respuesta de todo!

Javier Andrés me miró como si yo acabara de descubrir el fuego.

-El único problema de todo esto de Cinépolis no es el costo de los productos, no es que
tenga muchos o pocos productos para ofertar. El tema de la fila no obedece a otra cosa
más que la comodidad de la gente. Acabas de decir que la industria del cine se está
muriendo. ¿Cómo mejorar la situación si después de dos años de pandemia, siguen los
problemas de tener una fila incómoda de 50 minutos? ¿Cómo te ayudo, compadre? Si los
cines pretenden sobrevivir a largo plazo, esto tiene que cambiar. Porque la gente habla y
le va a decir a sus amigos y familiares que qué flojera llegar con una hora de anticipación
al cine, casi como si fueras a tomar un vuelo. Entonces, no nada más estás perdiendo el
dinero de la gente que va al cine, sino que también estás perdiendo dinero de la gente
QUE NO va al cine. Si Cinépolis Monterrey está perdiendo al año, directamente 130
millones de pesos, ¿cuántos millones más crees que pierda por esa mala publicidad?
¿Cuánto dinero no está ganando la compañía a nivel nacional? 

La conversación siguió un rato más.

Cuando hablamos de corporaciones, hay un sentimiento en donde hay un cierto


porcentaje que ya se da por perdido. Lo he visto. Lo he vivido. Hay excusas para que ese
dinero no llegue a las cuentas de la empresa. No se imaginan la cantidad de excusas que
he escuchado en 40 años de carrera. El “cómo no” hacer las cosas es lo más sencillo de
proponer. No se necesitan ni dos dedos de cerebro para proponer el “cómo no” solucionar
un problema.

El “cómo sí” es mucho más complicado. Y a veces no tanto, solamente se necesita que
alguien tenga la ligera necesidad de trabajar. Solo eso. 

Quizás las soluciones que he propuesto en este texto y lo que le dije a mi hijo no sea la
solución final. Pero, ya expuse el problema, ya identifiqué puntos de dolor en esta
organización. 
Es importante mencionar que todas las organizaciones están perdiendo dinero. Todas.
Directa e indirectamente. La humildad de cada uno de los miembros de la organización
para poder identificar y aceptar estos problemas será la clave para poder solucionarlos.
Los laureles de victoria son preciosos, pero, es extremadamente peligroso dormirse en
ellos.

No les estoy diciendo que siempre se van a solucionar estas cosas, pero, se podría estar
un poco mejor. O en el caso de Cinépolis, mínimo en Monterrey podrían estar con 130
millones de razones al año para estar mejor.

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